Módulo de Antropología Filosófica
Módulo de Antropología Filosófica
Módulo de Antropología Filosófica
CURSO
DE
ANTROPOLOGÍA FILOSÓFICA
2014
En un sentido más riguroso diremos que la Antropología Filosófica tiene como Objeto
Material de estudio: la totalidad del hombre (esto lo comparte con otras ciencias), y
como Objeto Formal de estudio: el ser del hombre. Y en esto último radica la
originalidad de esta asignatura. Mientras que son muchas las ciencias que se interesan
por el estudio del hombre, su interés versa sobre un aspecto particular de éste dejando
de lado los demás, como por ejemplo, a la psicología le interesa la vida afectiva del
hombre, a la biología, la constitución orgánica del hombre, a la medicina, el estado de
salud en el hombre, pero todas estas ciencias asumen una concepción acerca de qué es el
hombre, qué significa ser humano, y no la investigan sino que toman esta visión de otra
ciencia anterior que les indica qué es el hombre: esta es la Antropología Filosófica.
existencia es finita, limitada y que no somos dueños absolutos del tiempo, en todo caso
sabemos que la vida es una posibilidad única de diseñar nuestra vida para ganarnos o
perdernos a nosotros mismos.
Por último, la antropología en cuanto primera interesada por las cuestiones humanas
emprenderá su reflexión en el marco de la dignidad de la persona, que es la temática
central e inalterable de toda seria investigación humana. En efecto, desde esta asignatura
lo que proponemos es reflexionar sobre los contenidos conceptuales que iremos
desarrollando desde el rigor de la realidad, dialogando a través de diversos medios sobre
temas que son comunes a todas las carreras y especialidades: el hombre concreto y sus
respuestas a los desafíos que el mundo de hoy le plantea desde la perspectiva de la
dignidad de su persona.
Por esta razón la argumentación tendrá como fundamento la dignidad del hombre en su
dimensión natural de Persona, única, irrepetible e insustituible y a su vez elevada a lo
sobrenatural como Imagen y Semejanza de Dios. La cultura presente nos exige
confrontar las distintas visiones que intentan avasallar y reducir la naturaleza del ser
humano. La antropología filosófica brindará las herramientas para poder comprender
como sostenía Tomás de Aquino, que: “El hombre es el término de las criaturas”, es
decir, que el ser humano es lo más perfecto de la creación.
sea impulsadas por la misma naturaleza o las que siguen de un conocimiento previo, nos
referimos al despliegue de la vida afectiva desde los simples sentimientos hasta el amor
como manifestación y expresión humana sin la cual no es posible alcanzar la perfección
a la que todo hombre aspira. De aquí surgirán diferentes reflexiones en torno a las
relaciones que hay entre la voluntad, los sentimientos y el conocimiento.
En quinto lugar, nos parece importante darle tratamiento a una temática que no puede
dejar de estar presente en la antropología filosófica: la libertad. Una adecuada
comprensión de este tema puede llegar a ser un faro que ilumine la vida profesional y en
definitiva la vida personal, ya sea de cada ser humano o del hombre en sociedad.
Por último, y a modo de conclusión y cierre de la materia abordaremos el tema central
de la materia: la persona humana y su dignidad. Éste es el núcleo de toda
antropología y su correcto tratamiento nos permitirá comprender que alcance tiene, bajo
una mirada filosófico-teológica.
Es indudable que frente a esta pregunta, nos surja otra casi naturalmente: ¿… y para qué
me sirve? Pues bien, en rigor a la verdad, aun sin responder a la primera nos animamos
a decir que ¡la Filosofía no sirve para nada! Y esto debe resultar un tanto más
sorprendente en cuanto se trata de un texto de un curso de filosofía.
Ahora bien, antes que el lector se sienta impulsado a cerrar el libro pues leerlo no le
sirve para nada, tenemos que aclarar algunos conceptos.
Es casi seguro que al haber leído ese primer párrafo y encontrarse con que está haciendo
algo inútil, espontáneamente haya asociado esto a algo malo, es decir, lo inútil, lo que
no me sirve, es algo malo, o al menos no puede ser algo bueno algo que resulte inútil.
He aquí un primer llamamiento pues sin darnos cuenta, y sin decisión propia hemos
asociado todo lo bueno a aquello que resulta útil, y lo malo a lo inútil. O sea, sólo puede
ser bueno aquello que me resulte útil.
Este pensamiento por más que se nos haya ocurrido al momento de la lectura no es
originalmente nuestro, sino que es propio de la época utilitarista y práctica en la que
vivimos y estamos insertos a tal punto que no distinguimos qué pensamos por nosotros
mismos y qué nos viene impuesto por la época, o tal vez por la moda.
Pues bien, resulta que ni todo lo útil es bueno, ni todo lo inútil es malo. La vida del
hombre inserto en el mundo de lo útil suele ser tan vacía como la vida de esas pequeñas
alimañas domésticas (hamsters) que corren sin parar en la rueda convencidas de que
avanzan y que lograrán escapar (no nos pensemos que el animalito corre para
mantenerse en “estado” por si llega a aparecer algún otro exponente para resultarle
atractivo). Las cosas útiles son todas aquellas cosas que me “sirven” para algo distinto
de ellas mismas, es decir son un medio, son el puente obligado para alcanzar algo más.
Y una vez que cumplieron con su utilidad son descartadas como si nunca hubieran
existido.
FILOSOFÍA
ACTITUD CIENCIA
Definir
Definir es poner límites a una cosa, delimitarla, circunscribirla.
En general, toda definición pude darse de una doble manera:
- Nominal: atiende a la palabra o nombre con que designamos una cosa, y nos ofrece la
significación de una palabra. Esta definición puede ser etimológica y sinonímica
dependiendo de si nos valemos del origen de la palabra o de si logramos una aclaración
de la palabra a definir mediante el parecido de otras más parecidas y de parejas de
significación.
1
Millán Puelles, A. Fundamentos de Filosofía. Cap I., RIALP. Madrid, 1969. p. 15.
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Pieper recoge de un diálogo de Platón: “«Ninguno de los dioses filosofa», así dice
Diotima en El Banquete, de Platón; «tampoco filosofan los ignorantes, pues la desgracia
de la ignorancia es que cree tener bastante con lo que tiene». «¿Quiénes son entonces,
Diotima, pregunté yo (Sócrates), los que filosofan, puesto que no son ni los sabios ni los
ignorantes? A lo que contestó ella: Está "claro hasta para un niño que son aquellos que
se encuentran en medio de ambos.» Este medio es el ámbito de lo verdaderamente
humano. Es lo verdaderamente humano: por una parte, no comprender o concebir de
una forma plena (como Dios); por otra, no endurecerse, no encerrarse en el mundo de lo
cotidiano al que se supone totalmente esclarecido; no darse por contento con el no-
saber; no perder ese estar abierto, que se expande infantilmente, que es propio del que
espera, sólo de él.”2
Por lo tanto, la filosofía se ubica entre la ignorancia y la posesión absoluta del saber. Es
filósofo quien tiende, ama a la sabiduría y la busca. “Ama a la sabiduría quien la busca
por sí misma y no por otro motivo; pues quien busca algo por otro motivo, ama a ese
motivo más que a lo que busca” afirma Santo Tomás.
2
Pieper, J. ¿Qué significa filosofar?, El ocio y la vida intelectual, RIALP, Madrid, 1962, p. 137.
3
Berthoud, L. A., y Berthoud, L. M., Módulo: Antropología Filosófica, Universidad FASTA, p. 22.
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Ahora bien, se entiende que en este curso, antes que arribar a la filosofía como actitud,
intentaremos abordarla en tanto ciencia…. No me puedo imaginar un primer examen
preguntando: ¿Ama usted a la sabiduría?... ¿Cuánto?... ¿cómo se lo demuestra? Y
encima calificar numéricamente las respuestas con notas de uno a diez.
Estudiaremos la ciencia filosófica y sus respuestas a los grandes temas, luego si a causa
de la profundidad de los temas surge el amor a la sabiduría… será bienvenido.
Para abordar la actitud filosófica trabajaremos un texto de Pablo Marini que nos explica
la relación entre el saber filosófico y nuestra realidad cotidiana.
“Cuenta un gran filósofo. Platón, una anécdota sobre otro gran filósofo, muy
anterior a él: el presocrático Tales, contemplando un día el cielo, como
solía, para seguir el curso de los astros, cayó en un pozo, lo que hizo reír
mucho a una joven criadita. Como vemos, desde el comienzo la gente ha
solido ver en el filósofo a un personaje que, absorto en sus pensamientos,
pierde contacto con la realidad. Pero... ¿qué "realidad"? Responderemos sin
duda que la de todos los días: esos árboles, esta mesa, la piedra, o el pozo
donde cayó Tales. Sin embargo, para poder manejar esa realidad, para hacer
industria o arte, necesitamos conocer ciertas cosas (por ejemplo: cómo
calcular superficies, volúmenes y fuerzas; de qué están compuestos los
minerales, para poder trabajarlos químicamente: qué período sigue la Luna
en sus fases, para predecir las mareas...). Y tenemos que estar seguros de
que este conocimiento sea exacto: si no, los edificios se derrumbarían,
ocurrirían en los laboratorios explosiones desastrosas, naufragarían los
barcos... Pero, para poder estar seguros de nuestro conocimiento, tenemos
que establecer reglas exactas para el recto pensar: reglas abstractas, que no
pertenecen al "mundo de lo sensible" de nuestra vista, oído y tacto, pero que
sirven para relacionarnos con ese aspecto del mundo real y manejarnos en
él. En una palabra, precisamos una lógica, o ciencia y arte del recto pensar,
complementada por una teoría del conocimiento o gnoseología, para saber
discriminar el conocimiento verdadero del erróneo. Y esas ciencias son
ramas de la filosofía. Pero hay más. Se ha hecho la experiencia de que uno
de los castigos más desesperantes que se pueden imponer a un prisionero es,
por ejemplo, hacerle transportar bolsas cargadas de arena, hacérselas vaciar,
luego llenar de nuevo, volver a transportarías, y así seguido, para volver
finalmente a dejarlas como estaban. Sin embargo, esto es, en el fondo, el
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mismo trabajo que se hace en una construcción: acarrear arena; lo que bien
puede ser cansador, pero no desesperante. La desesperación de los pri-
sioneros era que ese trabajo no tenía objeto: el hombre no puede vivir ha-
ciendo cosas en vano, sin una finalidad que considere posible de alcanzar.
Por ejemplo, escribimos un libro, o emprendemos la carrera teatral, o nos
dedicamos a la industria química. ¿Para qué? Puede ser que para hacernos
famosos, o para ganar suficiente dinero, o para crear cosas bellas o útiles de
las que se beneficien también los demás. Muy bien; pero, otra vez, ¿para qué
todo esto? Y, además, ¿estamos seguros de que todos los sacrificios,
esfuerzos y renuncias que supone realizar esos proyectos nos van a conducir
a algo que realmente sea un bien? Otro ejemplo: ¿debemos abstenernos de
intervenir en la política? Y, si intervenimos, ¿debemos procurar que
gobierne gente de mucho saber, o más bien de gran habilidad para
convencer a los gobernados? ¿Debemos abolir las diferencias sociales?
Vemos que todos estos problemas se refieren a una cosa: la finalidad y la
bondad de la acción humana, sea en la vida privada o en la pública. Y esto
también compete a una rama de la filosofía, llamada la ética. Ahora bien: si
queremos saber cómo se debe manejar y arreglar un reloj, tenemos que
saber primeramente qué es un reloj y cómo funciona. Igualmente, para saber
cómo debe manejarse el hombre y ordenar su acción en el mundo, tenemos
que saber antes qué y cómo son realmente el mundo y el hombre.
Seguramente, recurriremos a las ciencias para averiguarlo: la fisicoquímica
(con sus ramas diversas, como la astronomía, la geología, etc.) nos
describirá la estructura, composición y funcionamiento de los seres
inorgánicos; la biología (incluidas la anatomofisiología, la paleontología)
nos dirá cómo son y cómo han sido y funcionado los entes orgánicos (o
vivientes) desde remotísimas edades; la psicología, la sociología y la
historia (con sus múltiples disciplinas, llamadas "ciencias del espíritu") nos
mostrarán las conductas individuales y colectivas del hombre y ciertos
principios que parecen regirlas. Sin embargo, cada ciencia o grupo de
ciencias nos da sólo un aspecto del universo: el físico, el psíquico, el
histórico. Además, es siempre una descripción imperfecta, sujeta a cambio:
las ciencias se desarrollan de continuo, y crean constantemente teorías
nuevas y más amplias. Quiere decir que no pueden darnos una imagen total
del universo, de esa "realidad" que creíamos conocer mejor que el distraído
filósofo. Más aún: cada ciencia llega a un límite del cual no puede pasar: la
fisicoquímica empieza por desbaratar también nuestra "realidad" cotidiana,
diciéndonos que ese árbol, esa mesa, esa piedra, etc. se reducen, en el fondo,
a torbellinos de átomos, compuestos a su vez por partículas invisibles en
perpetua danza, separadas por un vacío, y que esas partículas son materia-
energía. Pero no puede decirnos qué es realmente la materia o la energía,
sino sólo mediante qué leyes opera. La biología nos diseca los cuerpos de
los vivientes y nos enseña cómo funcionan y cómo y por qué dejan de
funcionar y se mueren; pero no puede decirnos qué es la vida misma. La
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psicología nos habla de las funciones psíquicas pero no puede decirnos qué
es el alma, ni siquiera probarnos que tal alma exista o no exista. La historia
nos relata los hechos humanos y trata de examinar causas y consecuencias;
pero nada nos dice sobre el destino del hombre en el mundo. Porque las
ciencias empíricas se detienen en el punto en que los sentidos, o sea la
experiencia, ya no proporcionan más datos. Los sentidos nos informan lo
suficiente para ir averiguando de qué están hechos, cómo son y cómo
funcionan los seres (inorgánicos y orgánicos), pero no qué son, cuál es su
esencia. En una palabra, no nos dicen qué es el mundo ni qué es el hombre.
Justamente, sobre la base de lo que, partiendo de los sentidos, han verificado
las ciencias empíricas, es decir, sobre los resultados seguros de las ciencias,
nuestra razón tiene que arreglarse sola para responder a esas preguntas. Y
ese ejercicio de la razón, en campos a los cuales la experiencia no alcanza,
es la tarea propia de la filosofía. Esos campos a los que no llega la
experiencia son fundamentalmente dos: 1) por qué existen los seres; 2) qué
son esos seres que existen. El primero es el problema de la existencia y las
causas últimas de todas las cosas, y el segundo el problema de la esencia,
ambos estrechamente relacionados entre sí. Y son objeto de la más profunda
de las ciencias filosóficas: la ontología […] o metafísica […]. Podemos
resumirla en la cuestión del Ser absoluto, la Verdad absoluta y el Bien
absoluto: es decir, del Ser que es el origen y raíz de todos los seres, de la
verdad y del bien; por eso la metafísica culmina en la teología natural o
teodicea, que por medio de la sola razón procura elevarse a conocer, hasta
donde le es posible con sus solas fuerzas, a Dios. El filósofo es, contra lo
que al comienzo nos parecía, el hombre que quiere conocer verdadera y
realmente la verdadera realidad.”4
De esta manera vemos que todos los hombres tienen una postura filosófica determinada
ya sea de manera explícita o de manera implícita.
4
Marini, P., Apuntes de Filosofía. Introducción a una Filosofía realista. Vol. I. Cap. 1: Introducción al
conocimiento filosófico. Ed.: Universidad libros. Bs. As., 2006. pp. 7–9.
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ORÍGENES COMIENZO
Al hablar de los orígenes de la filosofía nos estamos refiriendo a las motivaciones que
han llevado a alguien a filosofar, mientras que al hablar del comienzo de la filosofía nos
referimos al inicio en la historia del modo de pensar filosófico (por ejemplo, para
distinguirlo del modo de pensar mitológico).
El comienzo responde a la pregunta ¿cuándo?, los orígenes al ¿por qué? Así claramente
podemos distinguir una de otra si por ejemplo preguntamos ¿cuándo comenzó la
filosofía?... y respondiéramos, por el asombro, la duda y las situaciones límite…
claramente nos damos cuenta que esto no tiene sentido.
Cuáles son las motivaciones, las causas que llevan al hombre a filosofar, qué puede
movilizar al hombre a buscar la sabiduría. Pues bien, básicamente estas motivaciones o
causas son tres:
1- ASOMBRO
2- DUDA
3- SITUACIONES LÍMITE
1- EL ASOMBRO:
2- LA DUDA:
Se refiere a la duda filosófica, no a cualquier tipo de duda, sino a aquella que busca una
respuesta racional, que se pregunta por las causas, el porqué de todo.
Pero no es una duda metódica, es decir que duda de todo, por el simple hecho de dudar,
como si no pudiera estar seguro de nada, sino que surge de una contemplación profunda
de la realidad, y parte de la certeza tan simple y profunda de que lo “lo real es real”,
sobre eso no hay duda.
Sobre la base de la realidad luego me pregunto por sus causas.
3- SITUACIONES LÍMITE:
como los problemas referentes a los fenómenos de la luna, del sol y de los
astros, y luego, los problemas referentes al origen de todo el universo.»
En consecuencia la raíz de la filosofía consiste en esta admiración, que
surge en el hombre que se enfrenta con el Todo y se pregunta cuál es el
origen y el fundamento de éste, y qué lugar ocupa él mismo en este
universo. Así, la filosofía es algo inevitable e irrenunciable, precisamente
porque es inevitable la admiración ante el ser, al igual que es irrenunciable
la necesidad de satisfacerla.
¿Por qué existe este todo? ¿De dónde ha surgido? ¿Cuál es su razón de
ser? Se trata de problemas que equivalen al siguiente interrogante: ¿por qué
existe el ser y no la nada? Un caso particular de este problema general es la
pregunta: ¿por qué existe el hombre? ¿Por qué existo yo?
Como es evidente, se trata de problemas que el hombre no puede dejar de plantearse,
problemas que, en la medida en que sean rechazados, desacreditan a quien los rechaza.
Y son problemas que conservan su propio sentido específico, aun después del triunfo de
las ciencias particulares modernas, porque ninguna de estas ha sido creada para
resolverlos. Las ciencias sólo responden a preguntas sobre una parte pero no a preguntas
sobre el sentido del todo.”5
Introducción.
Para abordar este tema nos guiaremos por las reflexiones de Giovanni Reale6.
La filosofía data del Siglo VI aC., y es una invención de los griegos, pero ¿por qué
afirmar que es un invento griego y no de los pueblos de oriente?
Reale plantea la imposibilidad de una procedencia oriental de la filosofía por cuatro
causas:
a- Ningún historiador o filósofo griego hace mención de un origen oriental de la
filosofía.
b- Está históricamente demostrado que la sabiduría oriental tenía convicciones
religiosas, mitológicas, pero no basadas en la razón.
c- No nos ha llegado (en tal caso) ningún escrito de filosofía oriental.
d- En la hipótesis (que habría que demostrar) que hubiera habido filosofía, no cambiaría
los hechos por los cuales veremos que la filosofía surge en Grecia,
Por último, los conocimientos científicos y técnicos tanto de los egipcios como de los
caldeos tenían una finalidad práctica y no teorética (la construcción, la medición) es
decir no solo racional y por el sólo amor a la sabiduría.
5
Reale, G. y Antiseri, D. Historia del Pensamiento Filosófico y Científico. Vol. 1, Herder. Barcelona.
2001, p. 31.
6
Reale, G. y Antiseri, D., Historia del Pensamiento Filosófico y Científico, vol. I, Herder, Barcelona,
1985.
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1- EL ARTE:
2- LA RELIGIÓN:
Aquí, en primer lugar, cabe distinguir entre la religión pública y la religión privada o de
los misterios como se denominó. Es esta última la que tuvo una influencia decisiva para
la gestación del pensamiento filosófico. La distinción quedará establecida con claridad a
continuación:
a- La Religión Pública:
Los ciudadanos griegos comunes de la época manifestaban una gran religiosidad pero
desestructurada, consideraban que todo es divino, todo parte de la intervención de los
dioses, incluso los fenómenos naturales son producidos por los dioses, por tanto éstos
no son más que fuerzas naturales personificadas (lo que se conoce como
antropomorfismo).
Además consideraban que el hombre es un ser mortal y que la muerte implicaba la
desaparición total de la existencia personal.
No tenían dogmas, ni sacerdotes, por tanto no había más fundamento para sostener la
existencia de los dioses que la tradición.
Esta forma de pensar, definitivamente no influyó en el surgimiento de la filosofía.
Consideraban que el hombre no es más que su alma, que es un principio divino que cae
en un cuerpo (especie de cárcel) por una culpa originaria. Además sostenían que el alma
es preexistente al cuerpo, que no muere con este y que se reencarnarán sucesivamente
hasta expiar (pagar) toda la culpa.
Con los ritos buscaban poner fin a las reencarnaciones (liberándose del cuerpo), para
que así viva plenamente el alma separada, pues para que lograra la purificación, lo
esperaría un premio en el más allá.
Luego cuando veamos a Pitágoras entenderemos mejor porqué es desde aquí que surge
la filosofía, ya que como consideraban que el intelecto es la parte divina del alma,
desarrollando este y viviendo para la razón y no para el cuerpo es como lograrían
librarse de las reencarnaciones.
3- LA SITUACIÓN SOCIO-POLÍTICO-ECONÓMICA:
Diferentes situaciones confluyeron en aquel lugar y época que permitieron que cierta
clase de hombres tuvieran tiempo libre para el OCIO y no estuvieran preocupados por
las simples necesidades para subsistir que demandan esfuerzo, sacrificio y
concentración.
En primer lugar tuvieron, libertad respecto a la religión lo que permitió la proliferación
de las sectas.
Lograron instituciones políticas libres por primera vez (polis), es decir la vida social y
política no dependía de estar subsumido bajo la voluntad de un emperador, un monarca
o un dictador de origen divino.
La Polis griega fue un gran centro de comercio (intercambio) y donde confluyeron los
más variados artesanos, esto generó el aumento de la población, un aumento de la fuerza
económica y por lo mismo de disposición de riqueza que al tener cierta distribución y
no estar concentrada en unos pocos generó la desconcentración del poder político.
No todos gozaban de esta libertad, ni del tiempo libre, sino sólo los que eran
considerados ciudadanos, categoría bajo la cual no entraban ni los niños, ni las mujeres,
ni los esclavos, ni los soldados.
Vistas las causas y el contexto en el que surge en Grecia la filosofía, diremos que tiene
un doble comienzo esta nueva forma de pensar como búsqueda desinteresada de la
verdad.
Si bien Tales de Mileto es considerado el primer filósofo, contemporáneo a él se lo
puede ubicar a Pitágoras de Samos quien influyó fuertemente en los posteriores
pensadores. Simplemente haremos una aproximación a su pensamiento, aunque
recomendamos para una lectura más acabada, “Historia Sencilla de la Filosofía” de
Rafael Grambra. También, Amstrong, “Introducción a la Filosofía Antigüa”.
TALES DE MILETO
La historia lo ubica en el siglo VI a.C, en Mileto, en la región de Jonia, similar a la
actual Turquía.
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Se hizo conocido en su época por ser el primero en predecir un eclipse. Tuvo otros
pensadores importantes con los que compartió su espacio, Anaximandro, que inventó el
reloj de arena y Anaxímenes, inventor de la cartografía.
Evidentemente los jonios tuvieron como principal aliado a la contemplación, es decir,
que mientras el pensamiento de la época profesaba el aprisionamiento del hombre
dentro de los límites del tiempo y del destino, pudieron escapar de cierta manera a ese
fatalismo del destino del hombre explicado de manera mitológica, para imponer la
razón. Los astros se muestran imponentes pero podemos medir sus movimientos, el
tiempo aprisiona al hombre, pero si lo puedo medir, de cierta manera, lo puedo dominar;
la tierra y el mar lo abarcan todo, pero los puedo dimensionar y calcular… Estas son
respuestas muy distintas a las propias de ese tiempo donde a cada fenómeno natural le
correspondía una divinidad. El correlato a esta actitud se pone de manifiesto al
comprender que estos primeros filósofos fueron los primeros astrónomos, agrimensores
y geógrafos.
Ese gran poder de admiración de la realidad de los jonios se tradujo en una pregunta que
intentaron responder:
¿Por qué las cosas son como son y acontecen como acontecen?
Y sin dudas que lo que los atrajo fue “la meteora” es decir los fenómenos de la región
celeste (de aquí comprendemos en la actualidad a qué se refiere la meteorología). Pero
no se interesaron simplemente en realizar mediciones y cálculos, la pregunta apunta a
algo mucho más profundo ¿Cómo sucedió el mundo? Puesto que todo lo que acontece
se da por alguna razón (lo que los griegos llamaron: Logos) y siguiendo algún orden.
En ese contexto Tales afirma que el hombre mismo participa de esa razón, es decir que
no sólo participa como algo más del mundo, sino que además puede comprender la
razón, el logos, el sentido del mundo.
Por tanto, el hombre debe explicar la realidad con la razón y no ya con mitos. Es por
esto que situamos el comienzo de la filosofía con Tales.
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Por último, es importante entender que más allá de predecir un eclipse o de la invención
del reloj de arena, no fueron esos descubrimientos los que movilizaron su búsqueda,
sino que justamente la finalidad de este nuevo saber fue libre, es decir, buscaron
conocer por conocer, los motivó la sabiduría misma que cuando se alcanza ya es algo
bueno en sí mismo. La finalidad de la filosofía desde su comienzo fue libre, no práctica,
pues conocer es algo bueno en sí mismo. Hoy se busca conocer para hacer algo con eso
que conozco, sino considero que no vale la pena aprender.
PITÁGORAS DE SAMOS
Su planteo fundamental dista mucho del de Tales, pues el contexto del que surge es
diferente, se dice que Pitágoras fue uno de los máximos representantes del orfismo, esta
religión privada que analizamos anteriormente. Y su pensamiento fue de una gran
influencia sobre todo en Platón.
La pregunta fundamental de los itálicos fue: ¿Cómo puedo libertarme del cuerpo, de
esta muerte, de esta amarga y fatigosa rueda de la existencia mortal, y volver a ser un
dios?
De esta pregunta podemos deducir la concepción de hombre que adoptó Pitágoras, el
cual consideraba que:
Por último, vale aclarar que los desarrollos matemáticos de los pitagóricos no tuvieron
una finalidad práctica, como sucedió por ejemplo con la matemática de los egipcios que
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la necesitaron por ejemplo para realizar cálculos exactos para la construcción de sus
pirámides, o para calcular las reservas de alimentos para las épocas de sequía y escasez,
sino que la finalidad fue libre, conocer por conocer, pues consideraban que para
aquellos que se libraran del mundo físico obtendrían una recompensa en el más allá.
Trabajaremos ahora una figura muy conocida de la filosofía: Sócrates. Pero para
comprender su filosofía debemos primero mirar el contexto en el que surge ya que su
vida y su pensamiento están estrechamente unidos.
Sócrates toma como lema de su pensamiento la inscripción del frontispicio del templo
de Apolo en Delfos: “conócete a ti mismo”. Y es en la búsqueda de este conocimiento
que Sócrates llegó a su famosa idea “solo sé que no sé nada”, afirmando así que el
principio de la sabiduría es reconocer la propia ignorancia.
“Sócrates nació en Atenas en el 470/469 a. C. y murió en el 399 a. C. condenado a
muerte por impiedad (fue acusado de no creer en los dioses de la cuidad y de corromper
a los jóvenes; no obstante, tras esas acusaciones se ocultaban resentimientos de diversas
clases y maniobras políticas). Fue hijo de un escultor y de una comadrona. No fundó
escuela, como los demás filósofos, pero enseñó en lugares públicos […] ejerciendo una
enorme fascinación no solo sobre los jóvenes, sino también sobre hombres de todas las
edades, lo cual le ganó notables aversiones y enemistades.”7
Los sofistas:
Entre el V y el IV se halla el Siglo de Oro de la filosofía griega. Es el período ático,
que producirá, además de a Sócrates, a las dos figuras quizá más grandes de la filosofía
de todos los tiempos: Platón y Aristóteles. Una característica fundamental señala el
límite de su comienzo: el espíritu reflexiona sobre sí mismo, y abandona, por el
momento, el estudio del mundo exterior. ¿Para qué conocer el mundo—se pregunta
Sócrates—si no me conozco a mí mismo? - ¿Qué soy yo mismo y qué mi razón, ese
instrumento de que me valgo para conocer? Tal es el problema para este período, que
se ha llamado humanístico, de la filosofía griega.
En la iniciación de esta nueva época hay que destacar un fenómeno de carácter social,
que es lo que se conoce en la historia con el nombre de sofística. Sofista no quiere decir
en sí más que sabio o maestro de sabiduría, y así era empleada esta palabra en aquella
época. El sentido peyorativo y hasta insultante que hoy tiene (hábil falsario en el
discurso) procede de lo que realmente llegaron a ser los sofistas.
Grecia no tuvo unidad política hasta los tiempos de Alejandro, que son los de su
decadencia. Se gobernaba por ciudades (polis) independientes, y en forma democrática,
con la espontánea democracia de los pequeños grupos sociales. En el ágora se ad-
ministraba justicia públicamente, y cada ciudadano, defendía su propia causa. En estas
7
Reale G. y Antiseri, D., Historia del Pensamiento Filosófico y Científico. Vol 1, Herder. Barcelona.
2001. p. 85.
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condiciones, puede comprenderse la inmensa importancia que para todos tenía el saber
exponer brillantemente y convencer a los jueces. Pues bien, los sofistas fueron
precisamente maestros dedicados a la enseñanza de retórica y dialéctica, esto es,
del arte de exponer, defender y persuadir públicamente. Lo que hasta esa época
había sido el libre y desinteresado ejercicio de la más noble dedicación, convirtiose
entonces en una actividad mercantil; éste fue el primer sentido peyorativo que, en la
época, adquirió la palabra sofista: el que cobra por enseñar o, mejor aún, enseña por
cobrar.
Este movimiento social fue la ocasión de que el espíritu griego se apartase de los temas
objetivos —metafísicos o cosmológicos—para polarizarse en la contemplación de lo
interior, del hombre mismo y su intelecto. ¿Qué es la verdad, eso que los sofistas ponen
en entredicho? ¿Qué es la razón, eso que nos sirve para el descubrimiento de la verdad?
Si pretendiésemos resumir diríamos que los sofistas son caracterizados por ser8:
• Maestros (peyorativamente) que enseñaban la Retórica y la dialéctica, buscando el
arte del buen hablar y convencer.
• Relativistas, ya que no admiten la existencia de verdades universales.
• Subjetivistas, puesto que todo conocimiento es “opinable”.
• Escépticos dado que no quieren conocer la verdad que le corresponde al hombre.
Sócrates:
Contra el relativismo.
En el seno del movimiento sofístico surge una figura que conmovió profundamente
aquel ambiente, y que habrá de ser inspiradora y maestra de los más grandes
filósofos griegos de la Edad de Oro: Sócrates (469-399). Este filósofo no escribió
nada, ni tuvo tampoco un círculo permanente donde expusiera y sistematizara su
pensamiento; él negaba su inclusión entre los sofistas «porque no cobraba por enseñar».
Sócrates habló únicamente; habló con sus amigos, con sus conciudadanos, libremente,
con la espontaneidad del diálogo. […]
8
Berthoud, L. A., y Berthoud, L. M., Módulo: Antropología Filosófica, Universidad FASTA, p. 33.
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Sócrates afirmó la razón como medio adecuado para penetrar la realidad. Y hubo
de sostener esta afirmación frente a dos clases de contradictores. Primeramente, contra
los sofistas: la razón bien dirigida sirve para alumbrar la realidad, no es una linterna
mágica que forja visiones a capricho sin relación con lo que es. Después, contra los
irracionalistas, contra los filisteos de la cultura. Mucha gente en Atenas, como en todas
partes, pasaba por especialista o profesional en una materia sin que una verdadera
comprensión de la misma cimentase aquel conjunto de conocimientos. Sabían cosas
porque se las habían enseñado, pero a poco que se escarbase en su saber se descubría en
seguida que estaba montado en el aire. En el fondo, todos éstos, como los pueblos
orientales y los bárbaros, sabían de un modo irracional, basado en la revelación o en el
mito.9
Las fuentes.
Sócrates: su personalidad.
Era un viejezuelo feo con cara de sátiro o de Sileno y mirada extrañamente fija. Poseía
una resistencia física y una vitalidad asombrosas; mostrándose absolutamente
indiferente a las necesidades de su cuerpo, aunque no practicaba un deliberado
ascetismo y podía sobrepujara en el beber a cualquier hombre de letras ateniense, si la
ocasión así lo requería. Su coraje físico y moral era acabado y el modo como Platón nos
lo describe retirándose de la batalla es inolvidable, "marchando con aire altivo, como,
un pelícano", con la misma manera de andar que le era habitual y echando unas miradas
tan formidables, que nadie se hubiera atrevido a atravesarse en su camino. Su coraje
moral y absoluta rectitud e integridad, el modo como invariablemente decía y hacía
aquello que le parecía justo, y verdadero, sin tener en cuenta las consecuencias que ello
pudiera acarrearle, se pusieron particularmente de manifiesto en sus renuentes contactos
con la vida política de la ciudad. Cuando la democracia le pidió su cooperación en los
preliminares ilegales de un histérico juicio por traición, o bien cuando la oligarquía de
los "Treinta tiranos" requirió su asistencia para uno de sus crímenes disfrazados con
formas legales, Sócrates se negó de plano, si bien en cada uno de esos casos la negativa
pudo haberle costado la vida. Estrechamente relacionado con su integridad moral se
hallaba su asombroso poder de concentración intelectual, del que dio notable muestra en
9
Gambra, R., Historia Sencilla de la Filosofía. RIALP, pp. 58-61.
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Potidea, mientras servía en el ejército ateniense, cuando se quedó de pie sin moverse,
durante un día y una noche, reflexionando en un problema y, al parecer, totalmente
insensible a cuanto lo rodeaba y a sus propias necesidades físicas.
Acerca del proceso y muerte de Sócrates, nada diré que pueda dispensar a mis lectores
de la obligación imperiosa de leer la Apología, el Critón y el Fedón, de Platón, obras
que, especialmente la última, representan lo más grande de la prosa griega y de las, que
existen muchas y admirables traducciones. Importa, sin embargo, hacer notar dos cosas.
En primer lugar, los cargos formulados contra Sócrates, de introducir en la ciudad
nuevas divinidades y corromper a los jóvenes, fueron tan manifiestamente absurdos, que
no cabe ver en ellos sino un pretexto para otros cargos que no podían ser abiertamente
formulados. Detrás de la acusación oficial yacía la vieja hostilidad ateniense hacia los
intelectuales, a quienes el hombre común consideraba en cierto modo responsables de
los recientes desastres y zozobras de la ciudad; luego estaba el resentimiento de pro-
minentes figuras políticas, cuya necedad había sido eficazmente demostrada por los
métodos socráticos de indagación y que, por lo tanto, veían en Sócrates, una influencia
subversiva. Más abrumador fue el recuerdo de la amistad de Sócrates con Alcibíades y
Critias, es decir, con el traidor que había contribuido más que nadie a la derrota de
Atenas y con el caudillo de la execrable tiranía de los Treinta. De un modo confuso, los
ciudadanos, o un grupo de ellos, tuvieron a Sócrates por responsable de los delitos
cometidos por esos hombres. Sin embargo, más importante que el hecho de apreciar
cabalmente los cargos que se le hicieron, importa comprender que, la muerte de
Sócrates fue en un sentido muy particular el fruto y coronamiento de su integridad
moral. Si él no hubiese insistido en decir exactamente lo que creía ser la verdad sobre sí
mismo y hubiese estado más dispuesto a confesarse culpable y, en consecuencia, a
marchar al destierro bajo su propia proposición, la sentencia de muerte jamás habría
sido pronunciada. Es probable que ni los acusadores ni los jueces la desearan. Y si él no
hubiese insistido en seguir practicando esa exacta obediencia a las leyes de la ciudad del
modo como lo había hecho durante todo el curso de su vida, le habría sido fácil evadirse
en el período transcurrido entre el juicio y la ejecución.”10
10
Armstrong, A., Introducción a la filosofía antigua.,Eudeba, 1993, pp. 52-55.
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21
El método socrático
La mayéutica
La mayéutica es la figura de la madre que da luz a un hijo.
Esto le sirvió a Sócrates para elaborar el procedimiento humano para llegar a la verdad:
cada hombre lleva en sí la verdad, como la mujer embarazada al feto. Es menester
solamente ayudar a cada persona a “darla a luz”.”11
De este modo, mediante las preguntas correctas, llevaba a sus interlocutores a una
verdad firme, a un concepto preciso.
Ética socrática.
11
Berthoud, L. A., y Berthoud, L. M., Módulo: Antropología Filosófica, Universidad FASTA, pp. 35-36.
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Sin embargo, también afirmaba que el conocer el bien era condición suficiente para
obrar bien. En este aspecto la ética socrática no tiene en cuenta el papel de la voluntad.
Sabemos por experiencia que no siempre hacemos lo que sabemos que es bueno porque
nuestra voluntad muchas veces es débil. Solo conociendo el Sumo Bien, que es Dios,
nuestra voluntad se vería atraída de tal manera en la que sería imposible, absurdo elegir
otro bien menor en su lugar.
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Introducción
Platón, nace en Atenas en el año 428 aC y muere allí mismo en el 347. aC. Fue
discípulo de Sócrates desde los 21 años aproximadamente. De él nos han llegado varios
escritos en los cuales conserva la forma de expresión propia de su maestro: el Diálogo.
Es decir que en sus escritos expone sus ideas en diálogos imaginarios donde el principal
protagonista es un personaje llamado Sócrates.
Fundó una escuela filosófica: la Academia, que perduró por más de nueve siglos, y que
debe su nombre a que se reunión en las afueras de Atenas, cerca de un templo dedicado
a un héroe griego: Academos. Esta escuela fue abolida en el S. VI por Justiniano.
Pero antes de abocarnos a esta tarea debemos considerar dos aportes que Platón recibe
de otros dos pensadores y que marcan una fuerte influencia en sus teorías:
- De Sócrates: Adopta la idea de que el conocimiento del bien lleva indefectiblemente a
la vida virtuosa, en contraposición, el mal moral es a causa de la ignorancia del sujeto
(se justificaría el mal diciendo “no sabe lo que hace”.
- De Pitágoras: La concepción del hombre, como un alma encerrada en un cuerpo,
sujeto a sucesivas reencarnaciones para librarse de este.
Una vez comprendidos estos aportes, comencemos con las características mencionadas.
las bases del pensamiento no fue vano sino que marcó todo un modo de pensar durante
muchos siglos e incluso se sigue replicando en diversos aspectos en la actualidad.
La filosofía como búsqueda metafísica implica que esta es un modo objetivo de
fundamentar la realidad, de las cosas que suceden, de las cosas que existen, y del bien
moral que hay en el obrar. Pero para Platón el fundamento de estas realidades no es
posible percibirlo con los sentidos sino justamente que quien debe explicarlo es la razón
que es la capacidad de conocimiento superior en el ser humano porque le permite
conocer la esencia de las cosas.
Ahora bien, para poder entender la concepción de Platón sobre estas cuestiones les
proponemos que miren el video del siguiente enlace, allí veremos una exposición de tal
vez la más famosa explicación del maestro Platón: El Mito de la Caverna.
http://www.youtube.com/watch?v=nxVwsKNv08Q
Una vez adentrados en el tema, es recomendable leer la primer parte del Mito en el
cuadernillo de textos fuentes que se les entregó a principio de año.
Luego del video y la lectura de la primer parte del mito entenderemos que la respuesta
de Platón al relativismo de su tiempo fue una explicación metafísica de la realidad: La
Teoría del Mundo de las Ideas, o la Teoría de los Dos Mundos.
Bien podríamos representar las características del mundo según Platón y la forma de
conocerlo, con el siguiente esquema:
Queda expuesto con claridad que Platón sostiene que hay una nítida diferencia entre los
diversos tipos de conocimientos de la realidad:
- El conocimiento que proporcionan los sentidos: DOXA (opinión), pues es el punto de
partida de los mismos es subjetivo, es decir, que todo punto de vista es la vista de un
punto, pero el problema radica en que puede haber múltiples puntos de vistas subjetivos
y por tanto siempre nos podremos encontrar con algún punto de vista contrario al de
uno. Y eso es lo propio de la opinión, sin mayor fundamento que la propia experiencia,
emite un juicio subjetivo, pero puede haber tantos puntos de vista como sujetos que
existan.
- El conocimiento que proporciona la razón: EPISTEME (ciencia) que proporciona un
saber objetivo, fundado en la esencia del objeto y por tanto objetivo. Los postulados que
formula la razón son objetivos, por ejemplo: “una cosa no puede ser y no ser al mismo
tiempo la misma cosa”, o lo que es lo mismo, “toda cosa es idéntica a sí misma”. Este
postulado es independiente de cualquier punto de vista y por tanto me permite afirmar
sin temor a errar.
Luego, la dificultad o la crítica que se le puede presentar a Platón con su teoría del
Mundo de las Ideas consistirá en que no es necesario separar a cada cosa de su esencia y
poner a esta misma en un mundo separado para afirmar su existencia. Pues para Platón,
la esencia de las cosas no está en las cosas mismas sino que las cosas del mundo físico
participan de manera imperfecta de su esencia. Esto mismo lo podríamos representar
así:
Para entender mejor este planteo seguiremos el texto de Antropología Filosófica de Luis
Alberto y Luis María Berthoud.
La concepción del hombre en Platón está también inspirada en la teoría de las Ideas.
El hombre es definible como una unión accidental del alma, inmortal, y el cuerpo,
material y corruptible. Son dos realidades distintas que se encuentran unidas en un solo
ser de modo provisional; por ello, lo más propiamente humano que hay en el hombre es
su alma, a la que le corresponde la función de gobernar y dirigir la vida humana, y por
la teoría de la reminiscencia se afirma que su tarea es la de “recordar” lo que conoció en
el mundo de las ideas.
Pero Platón no se limita a afirmar la existencia del alma sino que la dota también de
otras características que es donde se encuentra la originalidad de la interpretación
platónica. El alma es inmortal, transmigra de unos cuerpos a otros y es principio de
conocimiento. En la medida en que conocemos por el alma, ésta ha de ser homogénea
con el objeto conocido, es decir, con las ideas, por lo que no puede ser material. La idea
de que el alma es inmortal y transmigra le viene a Platón, de los pitagóricos como
señalamos anteriormente. A su vez, éstos la habían tomado con probabilidad del
orfismo, movimiento de carácter religioso y mistérico que se desarrolla en Grecia a
partir del siglo VIII y cuya creación fue atribuida a Orfeo.
¿Por qué el verdadero filósofo no teme la muerte? Porque ella lo libera del cuerpo, que
es un obstáculo para el alma en la búsqueda de la verdad. Pero, para que el filósofo,
liberado del cuerpo pueda alcanzar la verdad únicamente con su alma, es necesario que
ésta sea inmortal.
Nos encontramos ante una concepción del hombre en la que el dualismo alma/cuerpo es
llevado a tal extremo que se considera al cuerpo como prisión del alma, razón por la
cual la muerte (en la medida que signifique la liberación del alma) se presenta como
apetecible para el filósofo. De este modo, la Filosofía es considerada una preparación
para la muerte.
A su vez, Platón plantea la división del alma en tres partes: razón, sentimientos y
pasiones. La parte racional es la encargada de dirigir y controlar la actividad del
hombre; la parte irascible es la responsable de los buenos sentimientos del hombre al
bien arduo o difícil de conquistar, y la parte concupiscible es la que se manifiesta en las
pasiones.
El tipo de hombre que se es depende, pues, del tipo de alma que se posea y esto depende
de cuál de sus partes predomine: la racional, creada directamente a partir del alma, es
situada en el cerebro, la parte irascible es colocada en el tórax y la concupiscible en el
abdomen. Estas almas, a su vez, estaban dirigidas por una virtud en particular. La
racional se apoyaba en la virtud de la sabiduría y era caracterizada en la figura del
gobernante. Por su parte, la irascible estaba vinculada con la fortaleza y era identificada
con los soldados. Finalmente, el alma concupiscible se apoyaba en la virtud de la
templanza y era propia del pueblo en general y de los esclavos.
Para concluir con esta explicación de la filosofía como esfuerzo moral es necesario
entender que para Platón la filosofía como búsqueda de la verdad implica un ascenso en
la vida virtuosa, es decir que comprende que el sabio además es virtuoso, esto es lo
propio del filósofo, y por tanto se diferencia de los filosómatos (filo: amor – soma:
cuerpo) que son los amantes del mundo corporal y sus valores relativistas.
En su diálogo el Banquete, Platón explicará que quien le da cohesión a esa unión que
hay entre el cuerpo y el alma será “Eros” que es el dios del deseo. Y será por la
prevalencia que tenga esta deidad en cada parte de alma quien determinará que el
hombre obre por un deseo o por otro, de este modo, podríamos representar, según
Platón, a los diferentes hombres y sus aspiraciones:
El esclavo, desea el placer, pues Eros prevalece en el alma concupiscible.
El soldado, desea vencer, pues Eros prevalece en el alma irascible.
El Filósofo, desea conocer, pues Eros prevalece en el alma racional.
Vamos ahora a la última característica que hemos querido destacar para comprender el
sentido de la filosofía en Platón.
En la segunda parte del Mito de la Caverna, luego de que Platón explica cada uno de los
símbolos que aparecen, hace mención de las consecuencias del mito en el plano de lo
político. (Leer texto fuente).
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De aquí, podemos inferir que para Platón, el servicio político (la conducción de la polis)
es una obligación inherente a la tarea del filósofo. En efecto, si es el filósofo quien ha
logrado contemplar la idea de Bien (y alcanzado la vida virtuosa), debe valorar estos
conocimientos para el bien de la Polis.
O si se prefiere, ¿quién mejor que aquel que ha contemplado la idea de Bien para
conducir a la polis al Bien? Para Platón ese es el sentido último de la Política, es el arte
de conducir a la comunidad al bien. Por eso sostiene que quien debe gobernar es el
filósofo pues es rico en lo que debe ser rico el hombre feliz, es decir, en virtud. Pues de
lo contrario si llegan al poder aquellos que estén ávidos de riquezas materiales
esperando alcanzarlas cuando asuman el poder llevarán a la perdición sus propias vidas
y a la comunidad misma. Sorprende la actualidad de esta lectura de la realidad de hace
casi dos mil quinientos años.
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Biografía.
Aristóteles (384 a. C. – 322 a. C.) nació en el año 384 a.C. en una pequeña localidad de
Macedonia cercana al monte Athos llamada Estagira, de donde proviene su
sobrenombre, el Estagirita. Su padre, Nicómaco, era médico de la corte de Amintas III,
padre de Filipo y, por tanto, abuelo de Alejandro Magno. Nicómaco pertenecía a la
familia de los Asclepíades, que se reclamaba descendiente del dios fundador de la
medicina y cuyo saber se transmitía de generación en generación. Ello invita a pensar
que Aristóteles fue iniciado de niño en los secretos de la medicina y de ahí le vino su
afición a la investigación experimental y a la ciencia positiva, sobre todo en biología.
Huérfano de padre y madre en plena adolescencia, fue adoptado por Proxeno, al cual
pudo mostrar años después su gratitud adoptando a un hijo suyo llamado Nicanor. En el
año 367 a.C., es decir, cuando contaba diecisiete años de edad, fue enviado a Atenas
para estudiar en la Academia de Platón.
Cuando muere Platón (348 a.C.), Aristóteles contaba treinta y seis años de edad. Por ese
entonces, Hermias de Atarneo, un soldado de fortuna griego que se había apoderado del
sector noroeste de Asia Menor, estaba reuniendo en la ciudad de Axos a cuantos
discípulos de la Academia quisieran colaborar con él en la helenización de sus
dominios. Aristóteles se instaló en Axos en compañía de Xenócrates de Calcedonia, un
colega académico, y de Teofrasto, discípulo y futuro heredero del legado aristotélico. El
Estagirita pasaría allí tres años apacibles y fructíferos, dedicándose a la enseñanza, a la
escritura (gran parte de su Política la redactó allí) y a formar familia con una sobrina de
Hermias llamada Pitias, con la que tuvo una hija. Pitias debió de morir muy poco
después y Aristóteles se unió a otra estagirita, de nombre Erpilis, que le dio un hijo,
Nicómaco, al que dedicaría su Ética. Tras el asesinato de Hermias, en el 345 a.C.,
Aristóteles se instaló en Mitilene (isla de Lesbos), dedicándose, en compañía de
Teofrasto, al estudio de la biología.
Dos años más tarde, en el 343 a.C., fue contratado por Filipo de Macedonia para que se
hiciese cargo de la educación de su hijo Alejandro, que tenía entonces trece años de
edad. Poco después de la muerte de Filipo (año 336), Alejandro hizo ejecutar a un
sobrino de Aristóteles, Calístenes de Olinto, a quien acusaba de traidor. Aristóteles se
retiró entonces un año a Estagira, trasladándose en el 334 a Atenas para fundar, siempre
en compañía de Teofrasto, el Liceo, una institución pedagógica que durante años habría
de competir con la Academia platónica, dirigida en ese momento por su viejo camarada
Xenócrates de Calcedonia. Desde ese momento y hasta la muerte de Alejandro, en el
323, Aristóteles se dedicó a enseñar y a culminar su obra filosófica.
Con la muerte de Alejandro, en el 323, se extendió en Atenas una oleada de
nacionalismo (antimacedonio) desencadenado por Demóstenes, hecho que le supuso a
Aristóteles enfrentarse a una acusación de impiedad. Por este motivo, Aristóteles se
exilió a la isla de Calcis, donde murió en el 322.
Sus obras, que quedaron en manos de su discípulo Teofrasto, fueron pasando de mano
en mano, hasta que, en el año 60 a.C., fueron adquiridas por Andrónico de Rodas, el
último responsable del Liceo, quien procedió a su edición definitiva. A él se debe, por
ejemplo, la invención del término «metafísica» (los libros que están después de la
física).
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Con la caída del Imperio romano, las obras de Aristóteles, como las del resto de la
cultura grecorromana, desaparecieron hasta que, bien entrado el siglo XIII, fueron
recuperadas por el árabe Averroes, quien las conoció a través de las versiones sirias,
árabes y judías. Del total de 170 obras que los catálogos antiguos recogían, sólo se han
salvado 30, que vienen a ocupar unas 2.000 páginas impresas. La mayoría de ellas
proceden de los llamados escritos «acroamáticos», concebidos para ser utilizados como
tratados en el Liceo y no para ser publicados. En cambio, todas las obras publicadas en
vida del propio Aristóteles, escritas para el público general en forma de diálogos, se han
perdido.
En el siglo XIII fue Santo Tomás de Aquino quien introdujo a Aristóteles en el
occidente cristiano, inspirándose en su doctrina filosófica como instrumento de su
colosal obra teológica.
Su Filosofía.
Más bien se trata de dos aspectos de una sola realidad: lo sensible (objeto de los
sentidos) y lo inteligible (objeto de la inteligencia). Todas las cosas que hay en este
mundo pueden ser captadas por los sentidos en su dimensión móvil o cambiante, pero
también por la inteligencia en aquello en lo que no cambian. Este proceso por el que la
inteligencia capta lo “inteligible” de las cosas, es decir, su esencia y propiedades, a
partir de la experiencia sensible, se llama abstracción. Con este concepto elimina
también Aristóteles la teoría de la reminiscencia con la que su maestro Platón explicaba
el conocimiento. Para aquel no hay ideas previas que recordar en la mente del hombre:
el alma es como una “tabla rasa” antes de conocer cualquier cosa y va conociendo el
mundo a partir de los sentidos: “Nada cae en el intelecto que primero no haya pasado
por los sentidos”.
Si bien Aristóteles se separa en su visión de la realidad y en la teoría del conocimiento
de su maestro Platón, todo indica que en vida de este fue considerado por él su mejor
discípulo, quien mejor lo había interpretado.
Aristóteles es el padre indiscutible de casi todas las ciencias que hoy conocemos, siendo
además quien explicó acabadamente las reglas de la lógica, que es el arte de pensar
bien.
Aristóteles define la ciencia como “conocimiento cierto por las causas”. Para llegar a
esta definición, parte del supuesto que el hombre realmente puede conocer la verdad de
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31
las cosas con su razón, puede “leer dentro” (intus legere) de las apariencias de las cosas
para encontrar su esencia, lo que no cambia.
Coincide con Sócrates y con Platón en que la filosofía puede ser una verdadera
búsqueda de la verdad mediante la razón, y avanza un paso más al darle a esta búsqueda
un método científico, transformándola entonces en una búsqueda científica de la verdad.
Este método o proceso, que parte de la experiencia sensible, tiene como instrumento el
arte lógica y llega a conocer las causas y principios del ser de las cosas.
1. Punto de partida → la experiencia sensible
2. Finalidad → las causas y principios del ser
3. El medio → el arte de la lógica
La filosofía es entonces verdadera ciencia, es una investigación seria para conocer la
verdad, con su propio método, y es la mayor de las ciencias, porque estudia las causas
últimas del ser.
2. Ciencias prácticas: Son las ciencias que tienen por finalidad conocer la verdad
pero con el fin práctico de orientar la conducta humana, sea en la dimensión
individual (ética), en el gobierno de la casa (economía) o en el gobierno de la
ciudad (política).
3. Ciencias poiéticas: Son las ciencias que tienen por finalidad conocer la verdad,
para orientar este conocimiento a la producción de objetos exteriores. Son la
técnica y el arte.
12
Marini, P., Apuntes de Filosofía. Introducción a una Filosofía realista. Vol. I. Ed. Universidad libros,
Bs. As., 2006. p. 12.
13
Entendemos por la expresión “ente”: lo que es.
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34
De todo esto podemos decir que la Filosofía ocupa un lugar privilegiado en el orden del
saber ya que busca los fundamentos últimos de todo, y de estos fundamentos se servirán
y nutrirán las demás ciencias. Por tanto, no se trata de divagar con la razón y decir cosas
difíciles para hacer filosofía sino todo lo contrario, tratar de definir con la mayor
precisión posible la verdad última de todo.
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35
Filosofía y Teología14.
14
Marini, P., Apuntes de Filosofía. Introducción a una Filosofía realista. Vol. I. Ed. Universidadlibros,
Bs. As., 2006, pp. 39-48.
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44
Definición de ciencia.
Definición moderna
“Ciencia es un conjunto de conocimientos metódicamente adquiridos y
sistemáticamente ordenados”.
Hay que tener cuidado con la definición moderna de ciencia ya que no todo método es
válido desde el punto de vista científico y no todo conjunto de conocimiento ordenado
en un sistema es un saber científico.
El método de una ciencia está determinado por el objeto de estudio de dicha ciencia.
Para saber cómo voy a estudiar algo tengo que saber primero qué voy a estudiar. La
misma naturaleza de aquello que estudiaré me determinará cuál será el método correcto
para abordarlo.
Los distintos grados de saber científico los determinaremos de acuerdo a dos criterios:
Fenómeno, "lo que aparece", es lo que directa o indirectamente cae bajo la observación
de los sentidos.
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Las ciencias de la naturaleza son las que tienen por objeto los fenómenos del mundo
material. Se las llama también ciencias fácticas, ciencias de hechos o ciencias
experimentales porque se fundan en la experiencia y a ella se refieren constantemente
como al único criterio de validez de sus conclusiones. También reciben el nombre de
ciencias inductivas porque parten de los hechos singulares para llegar hasta las leyes
que los gobiernan. […]
l) Saber teórico o especulativo: es aquel saber que tiene por única finalidad el puro
conocimiento de la realidad.
2) Saber práctico: El saber práctico, en cambio, es aquel que tiene por finalidad dirigir
una acción. El conocimiento, entonces, no es buscado como un fin en sí mismo (por el
puro gusto de conocer), sino como un medio para dirigir la realización correcta de una
acción (la realización correcta de la acción es la finalidad perseguida).”15
Las ciencias particulares consideran la realidad desde una perspectiva y con un método
propio, que no son filosóficos. Pero se fundamentan en la metafísica (en distinta
medida, según la rama científica de que se trate). En efecto, se basan implícitamente
en determinadas concepciones acerca de la realidad que estudian, y la reflexión
explícita sobre esos presupuestos es una tarea filosófica: por ejemplo, la física parte
de ciertas nociones y principios generales acerca de los cuerpos, el espacio y el tiempo,
la causalidad física, etc., que son objeto de la reflexión filosófica.
Es posible, por tanto, que una ciencia particular se construya sobre unas bases
metafísicas más o menos equivocadas: tal fue el caso de la física mecanicista, edificada
sobre el supuesto de que todas las propiedades de la materia se reducen a los aspectos
relacionados con la cantidad; y lo mismo sucede con una sociología que admita la
existencia de leyes necesarias en los comportamientos sociales o con una psicología
conductista. A pesar de ello, pueden encontrarse afirmaciones, experiencias y
descripciones verdaderas en un contexto globalmente equivocado, pero esa ciencia mal
fundamentada contendrá también afirmaciones falsas y transmitirá una imagen errónea
de los aspectos de la realidad que estudia.”16
15
Marini, P., Apuntes de Filosofía. Introducción a una Filosofía realista. Vol. I. Ed. Universidadlibros,
Bs. As., 2006. pp. 29-31.
16
Artigas, M., Introducción a la Filosofía, 1ª parte, Eunsa, 1997, p. 35.
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17
Artigas, M., Introducción a la Filosofía. 1ª Parte, Eunsa, 1997, pp.37-39.
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CONCLUSIONES
TEOLOGÍA CP
= =
NATURALISMO SOBRENAT.
FILOSOFISMO CIENTIFICISMO
EXAGERADO EXAGERADO
(NO CP) (POSITIVISMO)
(GNOSTICISMO) (FIDEISMO)
2. Es un saber hipotético.
Se llama hipótesis a toda aseveración que se postula como explicación de un cierto
fenómeno, pero de tal modo que no excluya explicaciones alternativas. Lo esencial de
una hipótesis es la no-necesidad de su relación con lo que se intenta explicar. […].
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18
Beltrán, O., Introducción al saber, Unidad 2: El saber científico particular o positivo, pp. 29-34.
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CIENCIAS PARTICULARES
Es así que en la obra filosófica que mencionamos de Aristóteles podemos rescatar tres
definiciones de alma que intentaremos desarrollar y analizar. (Para una mejor
comprensión de estos temas recomendamos la lectura de los contenidos desarrollado
sobre filosofía de la naturaleza donde quedan explicadas las nociones de acto, potencia,
sustancia, accidente, materia prima y forma sustancial, entre otras, que asumiremos que
ya son conocidas y entendidas por el lector).
Aprender y aprehender bien a estas afirmaciones nos permite, entre otras cuestiones,
fundamentar el respeto por la vida humana desde el instante de la concepción, pues
desde tal inicio el alma da origen al ser como ente vital y capaz de generar actos que
involucren la automoción que concluyen con la muerte natural.
Esta definición resulta también de capital importancia como fundamento para la defensa
y cuidado de la dignidad humana a posturas que niegan este inicio y llegan a
considerarla persona sólo desde su nacimiento aduciendo que antes sólo fue un huevo,
o grupo de células, luego un feto y recién desde su nacimiento persona.
Este argumento es engañoso ya que las diferencias expuestas (entre huevo, células, feto,
recién nacido) son sólo de naturaleza nominal, es decir, de nombre, de palabra, pero no
hay diferencia esencial, en todos esos estadios se trata de una persona. La unidad
sustancial de cuerpo y alma nos asegura que jamás hemos dejado de ser personas por la
condición de niños, adolescentes o adultos, o feto.
Reiteramos entonces la afirmación que el alma es el acto primero de un cuerpo natural
organizado que tiene la vida en potencia, es decir, que inhiere en un cuerpo natural
otorgándole la automoción que se da en estos entes y no en los artificiales. Es desde el
propio instante de la concepción que el nuevo ser posee vida humana. Esa primera
célula incluso, no tiene siquiera la misma carga genética de sus progenitores, se trata de
un cuerpo distinto, y de una vida (alma) distinta, pero vida humana en acto, no en
potencia (hasta que nazca), se trata de una nueva persona humana.
Entonces, decimos que el alma es forma sustancial, es decir aquello que determina que
haya vida, que le da vida a un ente, no es un accidente, que como tal necesita de otro
para existir (por ejemplo una cualidad o un color, sólo se pueden dar en una ente o una
sustancia ya constituida, no pueden existir por sí mismos, el verde puede existir como
un accidente de la sustancia pizarrón, pero no el verde en sí mismo).
El alma al ser forma sustancial hace que la cosa sea lo que es, en este caso, ser vivo.
Si recordamos lo visto respecto a los cambios sustanciales, decíamos que por ejemplo,
una sustancia como puede ser el papel, si se le prende fuego cambia y se transforma en
ceniza, es decir, que si bien se conserva la materia, recibe una nueva forma, y por tanto
pasa a ser una sustancia distinta. Está claro para cualquiera que la sustancia papel, no es
lo mismo que ceniza, la nueva forma sustancial que recibe determina que sea ceniza, y
además, que sea ceniza en acto, no “capacidad de ser ceniza” o “ceniza en potencia”,
pues lo que sucedió fue un cambio sustancial.
Estas afirmaciones nos pueden llevar a afirmar, que por ejemplo, la concepción humana,
es un cambio sustancial, esa primera célula humana no es ni la madre, ni el padre.
Puedo afirmar que como materia provienen de los padres, pero la forma sustancial que
recibe es nueva, y distinta a la de sus progenitores, de modo que se trata de una nueva
sustancia. La forma sustancial que recibe es el alma racional o alma humana, y por tanto
se trata de una nueva persona humana. De lo contrario habría que afirmar que si no es
persona humana desde el momento de la concepción (por tener una nueva forma
sustancial) no lo sería a las 3 semanas, a los 9 meses, a los 5 años, ni a los 48, cosa que
sería un absurdo para cualquiera, y algo imposible de sostener. Desde el instante de la
concepción hay alma racional, más allá que aun no realice todos sus actos, como el
moverse y el pensar. Si fuera por eso, diríamos que los que no piensan bien en acto no
son personas del todo, o que los que sacan un 9 en un parcial son más personas que los
que sacaron un 4, y debiéramos dudar que los que desaprobaron sean personas, pues no
se manifiesta en ellos el pensamiento. Por donde lo veamos esto es insostenible y
principio de injustificadas discriminaciones.
Respecto, a los demás elementos de esta segunda definición expuesta, ya han sido
explicados en la anterior definición, sólo podríamos agregar por si surgiera el
cuestionamiento, qué puede suceder cuando en algunos casos, como por ejemplo, se
realiza la siembra en el campo, algunas semillas germinan y otras bajo las mismas
condiciones no. Pues bien, no siempre el cuerpo natural, aunque sea natural y
organizado tiene aptitud para la vida. Lo mismo respecto de la concepción humana, e
incluso animal, no siempre hay vida en potencia, o aptitud para la vida más allá que los
gametos esté perfectamente formados. Ni qué decir, de un cuerpo humano sin vida,
cuando se le aplican técnicas de resucitación como el masaje cardíaco y la respiración
artificial para volver a animarlo, y aun haciendo todo adecuadamente, algunos cuerpos
vuelven a vivir y otros no, pues bien, la reflexión pasará por otro lado, qué es lo que
hace que se pierda la aptitud para vivir. Puede parecer un tema sin importancia, pero
ciertamente que no para una madre que pierde un hijo, aun siendo niño por muerte
súbita, es decir, sin previo aviso ni malformación alguna. Estos temas los volveremos a
ver cuando analicemos desde la antropología filosófica la muerte.
CURSO DE ANTROPOLOGÍA FILOSÓFICA 2014
56
Para un correcto análisis de esta definición debemos aclarar que sólo la podemos aplicar
para la realidad humana, es decir para explicar el alma humana, caso contrario habría
que admitir que las plantas sienten, cosa imposible pues no tienen sistema nervioso ni
órganos sensoriales. En fin, la definición nos sirve para explicar que en definitiva el
alma es la causa primera de todos los movimientos que realiza el ser humano, y la
definición también realiza una jerarquía de actos o movimientos, primero el vivir, luego
sentir.... y el operación más elevada que es el conocimiento racional.
Los grados de vida o almas de los que hablamos son los siguientes:
● EL alma vegetativa que anima a la planta a ser lo que “es”, teniendo como
capacidades o potencias la nutrición, el crecimiento y la generación /reproducción.
● El alma sensitiva, compartida por los animales y el hombre asume las funciones
vegetativas, y además incorpora las potencias propias del conocimiento sensible, el
apetito sensible y la locomoción.
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57
● El alma racional ,que es propia del hombre, añade a todas las potencias anteriores,
otras exclusivas que son la inteligencia que lo ordena a captar la esencia de las cosas o
la verdad de las cosas y la voluntad o apetito racional que lo ordena hacia el bien de las
cosas captadas por la inteligencia.
Las potencias se distinguen unas de otras por el objeto al que se ordenan ya que es
condición de ellas tender a un acto determinado (como vimos anteriormente cuando
mencionamos la intencionalidad de estos fenómenos), y es justamente este objeto al que
se dirigen lo que diferencia los grados de la vida. No obstante hallamos operaciones
comunes en los distintos tipos de vida, como el nutrirse y el crecer que son propios de la
vida vegetal, sensitiva y racional.
Por último conviene aclarar que en el hombre existe una sola y única alma cuyas
potencias propias son la inteligencia y la voluntad aunque comparta otras funciones con
los demás seres vivos. En este sentido puedo afirmar que poseo vida sensitiva, porque
veo y también vida racional porque pienso. Esto nos revela que cada grado de vida
superior asume las potencias del grado de vida anterior, por tanto no está mal que
afirmemos que hay una jerarquía de seres vivos, y que es justamente la vida humana la
de mayor perfección, independientemente que esté ejerciendo sus actos o no, es decir
que por más que un hombre por un accidente cerebral quede en “estado vegetativo”
sigue siendo ser humano pues el alma que lo anima es racional, en consecuencia la
dignidad y el valor de la vida humana no se medirá por las operaciones que realice sino
que es algo intrínseco a su propio ser como veremos más adelante.
El ser humano es el nexo, el anillo que los une. El mundo es uno por su origen, por la
relación de sus partes y por su ordenación al hombre como fin del universo.
CURSO DE ANTROPOLOGÍA FILOSÓFICA 2014
58
Sólo Dios, como Ser absoluto, puede ser el principio y fin último del mundo. Sólo Dios
puede crear. Los entes son una participación finita de su ser y ninguno de ellos llega a
agotar el ser de la causa; cada uno a su manera refleja la perfección infinita del Creador.
Ésta es la razón de ser de la variedad de los entes y de los distintos niveles de ser. Dios
creó una multitud de cosas para manifestar a través de ellas su infinita Bondad. La
Bondad que en Dios se da de manera absoluta y simple, en las creaturas, se da de
manera múltiple y por partes; de forma tal que es el conjunto, la totalidad, la que
representa de manera más acabada el Ser divino.
19
Dice Santo Tomás: «La distinción de los seres y su multiplicidad proviene de la
intención del primer agente que es Dios, porque él le ha dado el ser a las creaturas a
causa de su bondad la que quiere comunicar a ellas, y que por ellas se ha representada.
Y como no puede ser representada suficientemente por una sola creatura, ha producido
muchas diversas a fin de que una supla lo que le falta a las otras, para representar la
divina bondad». (SANTO TOMÁS. Suma Teológica, op. cit., I,q.47, a.1, c.)
CURSO DE ANTROPOLOGÍA FILOSÓFICA 2014
59
En la Creación, hay un orden que tiene como fin último a Dios y allí realiza el hombre
su tarea en cuanto conduce las cosas hacia Él. En un sentido relativo y sólo relativo, se
puede decir que el hombre es el fin del mundo en cuanto que el orden que muestra el
universo supone la ordenación de las cosas inferiores a las superiores: los cuerpos se
ordenan a los vivientes, y todos estos, al hombre que es el fin de todo cuanto hay en el
mundo de los cuerpos.
El mundo no es un universo homogéneo que tiene sólo diferencias de grados entre los
seres, como sucede en la escala química de los elementos: «En el mundo no sólo hay
diferencia de individuos, sino de especies, de esencias y de participación en el acto de
ser. Los entes del mundo no sólo son innumerables sino son diversos. La diferencia
constituye la riqueza del universo»20.
El mundo es uno y múltiple a la vez; uno, por la unidad que proviene del principio y el
fin y por la relación entre las distintas partes que la componen. Sin embargo, también es
múltiple. Hay de hecho muchos individuos dentro de una especie, como sucede con el
ser humano, y la razón de esto está en que cada individuo manifiesta algún aspecto de la
humanidad del hombre y, a su manera, la enriquece con su aporte. Además de esta
multiplicidad de individuos, hay también una multiplicidad de especies cuyos conjuntos
conforman el universo.
La Inteligencia infinita de Dios ha pensado y creado un mundo constituido por seres que
están relacionados entre sí como constituyendo una cadena que va de lo inferior a lo
superior. En esta cadena de los seres, lo más elevado de los seres inferiores se toca con
lo menos elevado de los seres superiores que siguen a continuación; de esta forma, el
hombre ocupa un lugar central, como anillo central, en cuanto articula el mundo de la
materia con el mundo del espíritu21.
Podemos hablar de un orden en el universo puesto que cada una de las partes tiene un
lugar que ocupa en el contexto del todo, y este orden de las partes es el que permite que
el universo se realice en cuanto tal22. Hay dos fines: uno, que es intrínseco a cada ser y
otro, que es común a todos. Siempre el bien del todo es mayor que el de la parte. Por
eso, el orden de todo el universo es mayor que el de la parte.
Así es como podemos decir que las plantas son para los animales, y éstos, para el
hombre, en el sentido de que son útiles al ser que es superior y, de esta manera, cumplen
su misión en la totalidad del mundo.
Para comprender el orden del mundo, hay que tener una visión de su totalidad. Esto
implica reconocer que existen sustancias materiales y espirituales que en la persona
humana se dan unidas sustancialmente, pero que también hay un tipo de ser de sustancia
puramente espiritual. Hay un mundo de sustancias espirituales que forman parte,
también, de la Creación divina y que es lo más próximo al Ser de Dios: los ángeles.
Para comprender, entonces, el sentido del mundo, hay que tener presente estas
realidades espirituales que forman parte de él. Los ángeles no son fuerzas o energías
difusas, dispersas en el espacio, o sentimientos subjetivos de las personas humanas; los
20
LOBATO A. El hombre en cuerpo y alma. Valencia: Edicep, 1994, p. 120.
21
Cf. Idem p. 121.
22
Es la Sabiduría divina la que es causa de la distinción de los seres para la perfección
del universo, puesto que este no sería perfecto sino hubiese más que un tipo de bondad
en los seres. (Cf. SANTO TOMÁS. Suma Teológica, op. cit., q 47, a.2, c.)
CURSO DE ANTROPOLOGÍA FILOSÓFICA 2014
60
ángeles son seres personales como el hombre y como Dios, aunque lo son de un modo
diferente.
La existencia de estos seres espirituales se puede llegar a deducir con la razón humana,
pero constituyen fundamentalmente un dato de la Revelación que se acepta por la fe23.
En la Sagrada Escritura, aparecen ya desde los inicios. Así por ejemplo,
inmediatamente después del pecado de Adán y Eva, un ángel guarda la entrada del
Paraíso (Génesis 3, 24). También un ángel se aparece a Agar, mujer de Abraham, en el
desierto. Es un ángel el que detiene el brazo de Abraham cuando va a sacrificar a su hijo
Isaac (Génesis 22, 11). Jacob, patriarca de Israel, ve en sueños (se trata de una
revelación sobrenatural) una escalera por donde suben y bajan los ángeles de Dios
(Génesis 28, 12). Es también un ángel el que acompaña a los judíos en su éxodo por el
desierto (Éxodo 14, 19). Los ángeles protegen a los jóvenes que se mantienen fiel a la
ley divina cuando son enviados a morir en un horno (Daniel 3, 49).
En el Nuevo Testamento, aparecen también en varios pasajes: es un ángel el que
anuncia a María la Encarnación del Verbo de Dios (Lucas 1, 26-38); también es un
ángel el que le avisa a José sobre el nacimiento del Niño, y el que le manda huir a
Egipto (Mateo 1, 20 y 2, 13). En el mismo nacimiento de Jesús, aparece una multitud de
ángeles (Lucas 2, 13); y finalmente, en el momento de ser capturado para ser
crucificado en el huerto de Getsemaní, Jesús dice que tiene a una legión de ángeles que
lo protege (Mateo 26, 54).
Los ángeles, entonces, no son inspiraciones divinas, ni fuerzas de la naturaleza, tampoco Los ángeles
personificación de operaciones divinas ni las almas de muertos; son seres espirituales son seres
espirituales
creados por Dios, como dice San Pablo: creados por
Dios
«Porque en Él fueron creadas todas las cosas del cielo y de la
tierra, las visibles y las invisibles, los tronos, las dominaciones, los
24
principados, las potestades; todo fue creado por Él y para Él» .
Los ángeles son espíritus puros, sin mezcla alguna de materia, y la Teología ha
encontrado una razón de conveniencia para explicar la naturaleza de estos seres:
existiendo seres inteligentes dotados de cuerpo, hacía falta que existiesen seres
puramente espirituales que se acercaran más a la perfección divina, puesto que un ser
cuanto más espiritual es, más inteligente es 25.
23
Así por ejemplo, los racionalistas y materialistas y los espiritistas los identifican con
las almas de los muertos.
24
Colosenses, 1, 16.
25
Los ángeles no existen desde la eternidad, sólo Dios existe desde toda la eternidad;
estos seres fueron creados por Dios junto con la Creación del universo material.
Naturalmente “junto” no significa en el mismo momento, pues eso es imposible de
determinar; significa que estos también son seres creados, y por eso, también forman
parte de la totalidad de la Creación. Esto es lo que han enseñado siempre los Doctores
de teología y el Magisterio Oficial de la Iglesia. Es también imposible determinar la
cantidad de ángeles que fueron creados, sin embargo, de los textos bíblicos puede
deducirse que su número es muy elevado. Por eso se habla de millares, millones,
legiones, etc. (SANTO TOMÁS. Suma Teológica, op. cit., I q 50 a.1)
CURSO DE ANTROPOLOGÍA FILOSÓFICA 2014
61
26
Cf. SANTO TOMÁS. Suma Teológica, op. cit., I, q. 58 aa. 2,3,4.
27
Cf. SANTO TOMÁS. Suma Teológica, op. cit., I, q. 59 aa 1,2,3.
28
La existencia de los demonios es una enseñanza que se halla en la Sagrada Escritura y
que ha sido incorporada al Magisterio Oficial de la Iglesia. Así por ejemplo, se
menciona en el Antiguo Testamento una “caída” de Lucifer que pretendió alzarse por
encima de Dios y ser más que Él (Cf. Isaías 14, 12-15). También en el Nuevo
Testamento aparecen estos ángeles malos; el mismo Jesús dice haber visto caer a
Satanás desde el cielo (Lucas 10, 18), y en el Evangelio de San Juan le dice a los judíos
que lo rechazaban: «Ustedes tienen por padre al diablo» (8, 44)
29
Cuando en la Teología católica se habla de Infierno, no se entiende por tal un espacio
donde se realizan tormentos corporales, como el fuego por ejemplo. Eso han sido
formas de representar metafóricamente lo que, en realidad, constituye el sufrimiento
espiritual que significa haber sigo hecho para Dios y no poder poseerlo por una decisión
libre. La Iglesia enseña que el infierno existe, que los demonios existen, que no es un
CURSO DE ANTROPOLOGÍA FILOSÓFICA 2014
62
Para concluir, hay que decir que, según la Teología, los ángeles tienen una doble
misión:
diablo rojo con tridente, mucho menos un monstruo que asusta sino uno ser espiritual
más inteligente que el hombre, que seduce y atrae con el fin de alejar al hombre de
Dios.
30
Salmo 90, 11-12
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63
4) EL CONOCIMIENTO HUMANO
Antes de exponer acerca de los diversos modos de conocer, es decir por los sentidos y
por la razón, es necesario explicar ciertas características generales del conocimiento que
nos permitirán enmarcar nuestro análisis desde un plano de mayor objetividad.
Entendemos que el conocimiento es una actividad ya que por más que se posea la
capacidad en potencia para conocer, por ejemplo la capacidad para escuchar, es
necesario que frente al ruido el sentido del oído reaccione, por tanto, sólo se conocerá si
se reacciona, y el conocimiento es esta reacción, en el caso propuesto, el conocimiento
será una audición.
Esta actividad es espontánea, como hemos visto que son los movimientos que realizan
los seres vivos por tener capacidad de automoción, es decir que brota del interior del ser
vivo. Pero debemos señalar que no es puramente espontánea, es decir, no alcanza
simplemente la capacidad o la facultad para conocer, es necesaria además una causa
exterior que provoque el conocimiento. Veamos un ejemplo: supongamos que tenemos
la capacidad para percibir una pared, no sólo su color sino también su textura y a través
del tacto captar su dimensión incluso. Pues bien, para poder conocer esa pared es
necesario que exista y que esté enfrente mío pues por más espontaneidad que tengas mis
sentidos para conocer si esa pared no está presente sería imposible percibirla con los
sentidos.
Por el contrario, por más que haya una causa exterior que estimule mis sentidos, si no
hay una reacción por parte del ser (como sucede en los seres sin vida) sería imposible
que haya conocimiento alguno. A veces, solemos decir que “las paredes escuchan”,
pues bien, más allá de lo irrelevante del caso, esto es imposible, la pared no tiene
capacidad espontánea de reaccionar a los sonidos que provoquemos.
Por otro lado, señalamos que la actividad de conocer es distinta de la acción física, que
es transitiva y por tanto modifica a un paciente distinto del agente. Expliquemos esto,
cuando conocemos un objeto, mi conocimiento no lo modifica en nada, en cambio es mi
conocimiento quien se enriquece con la percepción de ese objeto. Lo que nos lleva a
decir que el conocimiento es una actividad inmanente, es decir que el efecto permanece
en el sujeto de la actividad.
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64
Una vez más intentemos ejemplificarlo, cuando miro una pared blanca, por más que la
mire fijamente y la empiece a imaginar de color azul, salvo que la pinte no se volverá de
ese color, pero sí podría decir que mi vista está captando el blanco de la pared, es decir
que se modificó mi visión, y si ahora mirara otra pared de color azul, mi vista se
modificaría nuevamente, y esa percepción permanece en mis sentidos. En cambio las
actividades transitivas por definición, parten de un sujeto o agente y culminan en un
objeto o paciente, quien padece la acción.
1) Se requiere que entre los dos términos, sujeto y objeto, haya una cierta proporción, o
comunidad, algo en común. Por ejemplo, entre el color y la vista, entre el sonido y el
oído. Si no hubiese nada común entre el objeto y la facultad, todo contacto, toda
asimilación serían imposibles.
del mismo modos sucede con los sentidos y con la razón, éstos conocen a partir de las
imágenes sensible o inteligibles que se imprimen sobre los mismos, dándole contenido a
las sensaciones y a la razón.
Estas imágenes impresas también son conocidas como “fantasmas”, pues no son el
objeto material que está fuera, sino que lo reflejan de un modo especial. De aquí viene
el término fantasía, con la cual uno puede hacer presentes imágenes que no
necesariamente se corresponden con objetos del mundo exterior. Más adelante veremos
que está facultad es un sentido interno que se conoce como imaginación.
Para comprender el conocimiento sensible debemos considerar tres cosas que se dan en
todo conocimiento: 1) el objeto; 2) el sujeto, y 3) la acción del objeto sobre el sujeto en
la que consiste propiamente el conocimiento. El objeto es lo conocido; el sujeto es el
que conoce con todas las facultades que le permiten conocer, y el conocimiento es esa
operación por la que se establece una relación entre el objeto y el sujeto que llamamos
intencional (la representación del objeto en mi mente tiende hacia un objeto real que
está fuera de mi mente, sin que ese objeto cambie por estar presente en mi mente a
través de una imagen).
En el conocimiento sensible el objeto que conoce se llama objeto sensible, el sujeto son
los sentidos y la operación propia del conocimiento se llama sensación.
El conocimiento sensible tiene dos pasos, uno por el cual capta las realidades del mundo
exterior y el otro por el que procesa internamente esas realidades para terminar de
formar un verdadero conocimiento. El primer paso se llama conocimiento sensible
externo, y el segundo paso, conocimiento sensible interno.
Como hemos dicho, este paso del conocimiento recibe este nombre porque capta las
características sensibles de los objetos del mundo exterior. Vale decir aquí que al objeto
de todo conocimiento sensible se lo llama directamente “sensible”. Un sensible es
cualquier aspecto de la realidad externa que puede ser captado por los sentidos, es decir,
las propiedades externas de los cuerpos.
Los sensibles pueden clasificarse según los sentidos externos que los captan (por
ejemplo, el objeto sensible de la vista es el color). Pero aquí hay que hacer una
distinción, entre objeto sensible per se y per accidens. El objeto per se, o directo, es lo
que cada sentido percibe en razón de su naturaleza (la vista percibe el color, el oído el
sonido, el gusto el sabor, etc.). El objeto per accidens, o indirecto, es algún aspecto de
la cosa que el alma asocia al sensible per se, como por ejemplo oír una voz y percibir
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68
quién es la persona que habla, porque ya conozco la voz. Esto último es el sensible per
accidens en este caso.
Hay además una clasificación dentro del objeto sensible per se. El objeto per se propio
(también llamado directo) es el que percibe sólo un sentido (por ejemplo, sólo el gusto
percibe el sabor). El objeto per se común es el que puede ser percibido por varios
sentidos, a partir del objeto propio (por ejemplo, el movimiento, que es captado por
cada sentido de un modo distinto: por la vista como variación en la posición de manchas
de color, por el oído como variación de los sonidos, por el gusto como sucesión de
sabores, etc.). Según Aristóteles, hay cinco especies de objetos sensibles comunes: el
movimiento, el reposo, el número, la figura y el tamaño. Los tres primeros pueden ser
percibidos por todos los sentidos, y la vista y el tacto pueden percibir todos.
Hemos hablado en el punto anterior del objeto del conocimiento sensible. Ahora nos
toca hablar del sujeto, es decir, de la capacidad o potencia que existe en la persona
humana para que el acto del conocimiento sensible sea posible.
¿Qué son los sentidos? Son facultades o potencias del alma, porque al ser el alma la que
da vida a todo el cuerpo, es ella también la raíz de la sensibilidad. Analizando un poco
esta definición, vemos que los sentidos son:
a) Facultades del alma: es decir, cada sentido es una potencia del alma que está
esperando un estímulo para responder a través de la sensación.
b) Potencias pasivas del alma: Ya que el sentido está “esperando” ser estimulado
para reaccionar, aunque una vez estimulado entra en actividad produciendo la
sensación.
c) Ni puramente materiales ni puramente espirituales: ya que son parte del alma,
pero operan a través de órganos corporales. Estos órganos dependen del alma en
su funcionamiento, ya que todo el cuerpo depende del alma para moverse y
actuar. Pero también el alma necesita del correcto funcionamiento de los órganos
corporales para que la sensación pueda producirse: si uno de estos órganos no
funciona o funciona mal, tampoco se da la sensación. Como dice Santo Tomás
de Aquino: “sentir no es algo propio del cuerpo ni del alma, sino del
conjunto”.31
Los sentidos externos son, según la enumeración tradicional de los filósofos griegos: la
vista, oído, tacto, gusto y olfato. Estos son facultades del alma, que funcionan con
31
Santo Tomás de Aquino, Suma Teológica Ι Parte, cuestión 77, art. 5.
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69
órganos del cuerpo (los ojos, el oído, la piel, los nervios, la lengua, la nariz, etc.), pero
no se identifican directamente con ellos, pues los órganos corporales son los
instrumentos que los sentidos usan para operar, pero su funcionamiento termina en un
conocimiento que es propio de todo el hombre (alma y cuerpo) y no solo del cuerpo.
La existencia de los sentidos externos tiene que ver con la necesidad del alma de
comunicarse con el mundo exterior para poder conocer. Los sentidos externos son
facultades parcialmente pasivas y parcialmente activas. Pasivas porque deben ser
excitadas por un objeto externo (la vista funciona frente al estímulo de la luz y del
color). Activas porque generan un fenómeno psíquico que es la sensación (el hecho de
“ver”).
¿Cómo llegamos a conocer que el hombre tiene estos sentidos externos? Esto se llega a
saber a partir del objeto: es decir, porque puedo ver colores descubro que tengo un
sentido que se llama la vista; porque puedo oír sonidos descubro un sentido distinto al
cual llamo oído; porque puedo percibir los sabores, descubro el sentido del gusto;
porque percibo los olores, el sentido del olfato, y por la sensación de la resistencia que
experimenta la piel, percibo que tengo un sentido que es el tacto.
Los sentidos internos son también facultades del alma, que recogen lo percibido por los
sentidos externos y relacionan estas diversas percepciones, dando unidad al
conocimiento sensible. También usan órganos corporales, pero en este caso sobre todo
funciones del cerebro, tal como lo prueba también la neurociencia.32
a) El sentido común. Antes que nada, una aclaración: no estamos hablando del
“sentido común” tal como se lo entiende en el lenguaje de la calle (el “buen juicio”
acerca de las cosas). El uso que hacemos aquí de la expresión sentido común es del
lenguaje técnico-filosófico de Aristóteles y Santo Tomás de Aquino. Este sentido
interno es como la raíz de los sentidos externos, ya que recibe, compara y unifica las
sensaciones que provienen de ellos, y además permite al alma percibir la actividad
de los sentidos externos, es decir, gracias al sentido común el hombre “siente que
siente” (siente que ve, siente que oye, etc.).
b) La imaginación. Es el sentido interno más importante, ya que es el que produce el
conocimiento sensible generando un objeto que llamamos imagen o fantasma, o
también, como veremos luego, especie sensible expresa. Su función es reproducir en
el alma el objeto externo sensible, como si fuera una foto, pero compuesta de las
sensaciones de los diversos sentidos (vista, oído, tacto, olfato, gusto), sumadas
también otras percepciones que provienen de los demás sentidos internos
(cogitativa, memoria). Lo que distingue a la imagen de la sensación es que su objeto
es irreal. La imagen no es la presentación, sino la representación de un objeto real,
32
Cf. las investigaciones de Daniel Goleman expuestas en sus obras, sobre todo “La inteligencia
emocional” y “La inteligencia social”.
33
Cf. Santo Tomás de Aquino, Suma Teológica Ι Parte, cuestión 78, art. 4.
CURSO DE ANTROPOLOGÍA FILOSÓFICA 2014
70
en ausencia de éste.
Santo Tomás de Aquino enseña que así como el sentido externo no se equivoca en
su objeto propio, la imaginación se equivoca frecuentemente34, y esto se da porque
en la formación de la imagen no solo influye la percepción del objeto externo, sino
también la atención que hemos prestado a más o menos detalles de dicho objeto,
algunas características que no están en el objeto pero nuestra imaginación le pone y
también la valoración del objeto (por ejemplo, si una persona me cayó mal la
imagen que conservo de ella puede tener características negativas exageradas que la
imagen real de la persona no tiene).
34
Santo Tomás de Aquino, Comentario al De Anima de Aristóteles, ΙΙΙ, 5; nº 645.
CURSO DE ANTROPOLOGÍA FILOSÓFICA 2014
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Por eso es esencial en la memoria el reconocimiento del tiempo. Se trata del tiempo
o duración interior: el alma percibe que algo “ya ha pasado”, aunque no pueda
siempre expresar eso “pasado” en una fecha o duración determinada. Esta
percepción de una “duración interior” supone a la vez dos percepciones previas: la
sucesión y la identidad. La sucesión de estados interiores del alma, porque el alma
se da cuenta de que percibió antes lo que una imagen determinada le muestra; la
identidad porque el alma se da cuenta también que fue ella misma la que percibió
antes eso que su imagen le muestra. Por eso quien padece amnesia (quien no puede
recordar) tampoco puede decir quién es él: pues esta definición puede hacerla la
persona por su pasado (nombre, padres, estudios, profesión, relaciones, etc.). La
memoria está estrechamente ligada a la identidad. Esto también se ve en el plano
social: las comunidades que pierden su memoria, pierden también su identidad.
Qué es la sensación
35
Santo Tomás de Aquino, Suma Teológica Ι Parte, cuestión 78, art. 4, respuesta a la 5ta. objeción.
CURSO DE ANTROPOLOGÍA FILOSÓFICA 2014
72
Pero antes de describir este proceso, vamos a ver qué es la sensación. Aristóteles la
define como “el acto común del que siente y lo sentido”.36 Es decir, se trata de la
acción en la que se encuentra el objeto con el sujeto del conocimiento sensible: lo que se
siente y el sentido. En esta definición se expresa claramente qué es lo esencial en el
conocimiento: que el objeto se hace realmente presente al sujeto, se trata de un
conocimiento real (el verde del árbol que percibo es realmente verde, porque en el
conocimiento esa forma del verde se imprime en el sentido de la vista). Por eso una
característica esencial del conocimiento sensible es que es infalible. Para ser más
precisos, los sentidos externos son infalibles respecto de su objeto propio, no se
equivocan en su objeto propio. Un sentido externo o funciona o no funciona, pero no
puede equivocarse. Si funciona, hay sensación. Si no funciona, no hay sensación. Por lo
tanto, no existe el “error de los sentidos”, solamente puede haber error en la
interpretación de los datos sensibles y en los juicios que la inteligencia pueda hacer a
partir de estos datos (por ejemplo, puedo ver algo verde en el horizonte y creer que es
un bosque, pero finalmente llego y veo que era un conjunto de arbustos: el error estuvo
no en el verde que vi ni en la forma, sino en la interpretación que di a esos datos
concluyendo que se trataba de árboles).
36
De Anima ΙΙΙ, 2.
CURSO DE ANTROPOLOGÍA FILOSÓFICA 2014
73
El proceso de la sensación
Conclusión
La sensación es la base del conocimiento humano. Nada llega al intelecto que no pase
antes por los sentidos. Vale aclarar aquí que no se trata de un proceso “sucesivo” en el
sentido temporal, ya que el acto de conocimiento es un acto complejo pero a la vez
instantáneo del ser humano en su integridad: alma y cuerpo. En el acto del conocimiento
sensible o sensación, hemos podido ver la relación entre los sentidos externos y los
diversos sentidos internos para llegar al producto del conocimiento sensible que es la
especie sensible expresa. A la vez que los sentidos externos perciben el mundo exterior,
los sentidos internos procesan esa información, y el conocimiento intelectual actúa
iluminando, “leyendo dentro” de la realidad material para conocer los aspectos
esenciales e inteligibles de esa realidad. Es lo que nos queda ver para completar esta
breve reflexión sobre el conocimiento humano.
CURSO DE ANTROPOLOGÍA FILOSÓFICA 2014
75
EL CONOCIMIENTO INTELECTUAL
- ¿Cuál es el objeto común a toda inteligencia? Es decir, qué es lo que cualquier ser
inteligente al menos formalmente puede captar, ya sea que nos refiramos a Dios o a los
ángeles como seres inteligentes, o si existiera vida inteligente en otro planeta, a qué nos
estaríamos refiriendo que estos seres podrían captar.
Pues bien, ya que “la nada” o el “no ser” no pueden ser pensados mas que como
negación o ausencia de ser39, el objeto común a toda inteligencia es el ser, esto es,
que todo lo que se conoce se conoce como un ser, luego, podrá ser un ser, una idea, un
aspecto de un ser, una porción de un ser, pero en definitiva lo que se le presenta a la
inteligencia es el ser, lo real, pues lo que no es no puede ser conocido.
37
Verneaux, R., Filosofía del Hombre, Herder, Barcelona, 1988.
38
Medina, G., Introducción a la Filosofía del Ser, UFASTA, Mar del Plata, 2011.
39
Sobre este tema ya nos hemos expedido al analizar el pensamiento de Parménides.
CURSO DE ANTROPOLOGÍA FILOSÓFICA 2014
76
Entonces, la inteligencia puede conocer todo lo que es, aunque claro que no todas las
inteligencias son iguales, algunas podrán conocer todo lo que es como en el caso de
Dios y otras menos. Y esto nos lleva a la segunda pregunta.
OBJETOS INTELIGIBLES
Lo singular o concreto.
Indirecto
Nos quedaría aun por ver qué operaciones realiza la inteligencia para captar estos
objetos, y antes de eso debemos abordar el sujeto mismo del conocimiento intelectual,
es decir, la inteligencia. Pero nos parece apropiada una última reflexión que nos acerca
Verneaux sobre los objetos que puede conocer la inteligencia humana.
Partimos de una afirmación: la inteligencia humana puede, en derecho, conocer todo lo
que es. Por limitada e imperfecta que sea, la inteligencia humana no deja de ser una
inteligencia que tiene por objeto el ser. De hecho le son desconocidas una infinidad de
cosas. De hecho y con derecho, las formas superiores del ser, y muy especialmente
Dios, le son incomprensibles. Pero no hay nada que le sea absolutamente inaccesible.
Esta afirmación se hace contra el agnosticismo. Es absurdo suponer algún ser
radicalmente incognoscible, un ser que no pueda absolutamente ser conocido. Dar,
como título a una obra de 200 ó 300 página, “Lo incognoscible” como ha hecho
Spencer, es completamente ridículo.
b) La inteligencia:
Para comprender qué es la inteligencia podemos ayudarnos con el sentido etimológico
de esta palabra. Inteligencia proviene del latín: “intus” “legere”, es decir: leer adentro,
en el interior.
La inteligencia es una facultad espiritual de conocimiento, es una potencia del alma
cuyo objeto es la esencia de las cosas materiales conocidas abstractamente, como
señalamos en los párrafos anteriores.
Si bien en tanto que es una facultad espiritual (inmaterial) de conocimiento puede
operar o actuar independiente del cuerpo, objetivamente necesita de él, ya que la
inteligencia humana necesita del sentido interno de la imaginación, pues es quien le
provee la imagen impresa sensible, que una vez procesada por abstracción formará la
imagen expresa, el concepto o idea. Es por esto que la inteligencia previamente requiere
de los sentidos40. Prueba de ello es que, por ejemplo, un ciego de nacimiento no puede
tener la idea exacta de un color.
Por otro lado, señalamos que dado que es imposible tener “idea” de aquello que
previamente no hayamos experimentado, la inteligencia desde un principio es como una
“tabla rasa” o si se prefiere “una hoja en blanco” en donde no hay ideas previas (como
por ejemplo sostenía Platón, las ideas innatas). El conocimiento comienza por los
sentidos y en el caso del ser humano luego se puede elevar a la vida intelectual.
40
Este tema ya ha sido abordado al analizar el pensamiento de Aristóteles quien sostenía que “no hay
nada en el intelecto que primero no haya pasado por los sentidos”, aunque aclaramos que la vida
intelectual si bien requiere de la experiencia sensible rebasa absolutamente este ámbito.
CURSO DE ANTROPOLOGÍA FILOSÓFICA 2014
78
Raciocinio
A sí misma.
Reflexión
Lo singular o concreto.
Indirecto
1- Simple Aprehensión:
Esta operación se dirige hacia el objeto directo de la inteligencia: la quididad o el quid
(que). Es el acto por el cual la inteligencia conoce la quididad de una cosa material
abstractamente.
La inteligencia lleva adelante este conocimiento por medio del concepto que es una
representación del objeto que produce la inteligencia en sí misma en el cual contempla
al objeto conocido.
Para entendernos mejor es la operación por la cual la inteligencia llega al concepto o
idea. Pero como señala Verneaux, es el acto de comprender algo sin afirmar ni negar
nada. En efecto, si dijéramos “verde”, “perro”, “cuchara”, y acto seguido
preguntáramos: ¿es verdadero o falso? pues, ni uno ni lo otro, pues no los conceptos no
son ni verdaderos ni falsos, los que tienen valor son los juicios o enunciaciones: “esto es
un perro”, entonces si lo fuera diría que es verdadero, y sino falso.
La inteligencia llega al concepto por medio de la abstracción, que significa en sentido
estricto: considerar en un objeto sensible particular su esencia o naturaleza dejando de la
lado aquello que lo individualiza o condiciona.
Debemos señalar, además, que para que la inteligencia llegue a conocer depende de la
imaginación (que es un sentido interno), de modo tal que no puede conocer sin dirigirse
a una imagen (o especie impresa, o fantasma como hemos visto).
El fantasma o imagen impresa es el más alto grado de elaboración del conocimiento
sensible, y por lo tanto el más cercano a la inteligencia. Tal es así que cuando un objeto
concreto (esta hoja) es presentado por una sensación (vista), no es la sensación el punto
de partida de la inteligencia para abstraer, sino el fantasma o la imagen impresa que se
forma en la imaginación al mismo tiempo y que a menudo pasa inadvertido porque la
sensación lo aplasta (aunque si fijáramos nuestra vista en un objeto sin pestañar y luego
miráramos sobre una superficie clara pestañando constantemente es posible apreciar esa
imagen impresa). Toda esta explicación no es otra cosa que expresar que no hay
pensamiento sin imagen.
Queda ahora por responder ¿Cómo pasa nuestro conocer desde la imaginación al
concepto o idea? Para explicar el proceso de la abstracción seguimos las explicaciones
de Medina41.
El proceso de abstracción
Para comprender este proceso es necesario admitir que poseemos en nuestra naturaleza
una “luz” intelectual que se aplica naturalmente a las imágenes impresas sensibles que
provienen de la imaginación y entonces abstrae de estas su forma pura o esencia. De
este modo produce “lo inteligible en acto”, pues en la imaginación lo inteligible está
sólo en potencia. A esa luz la llamó Aristóteles “intelecto agente o activo”42. Esa acción
por la que nuestra mente “separa la esencia” de las condiciones de la materia, se llama
“abstracción”. Así como la luz pone en acto los colores, es decir, produce lo visible en
acto, el intelecto agente pone en acto lo inteligible, es decir, lo universal, la esencia, el
quid, lo absoluto. Entonces, esa forma abstraída (imagen expresa o concepto) se
imprime en la memoria intelectiva, llamada “intelecto posible o paciente” en el que se
reciben indelebles las formas a lo largo de toda nuestra vida.
41
Medina, G., “Introducción a la Filosofía del Ser”, UFASTA, Mar del Plata, 2011.
42
El papel del intelecto agente consiste en actualizar lo inteligible: “Sócrates es hombre, pero al ver a
Sócrates no se la esencia “hombre”, la inteligencia es la única capaz de deverlala en Sócrates”.
CURSO DE ANTROPOLOGÍA FILOSÓFICA 2014
80
2- Juicio:
Esta operación de la inteligencia es posterior a la simple aprehensión, ya que luego de
alcanzar el concepto o idea el entendimiento humano afirma o niega algo y esta acción
se llama “juicio”.
El juicio, está referido al objeto directo de la inteligencia: la quididad. Y es el acto por
el cual la inteligencia une o separa conceptos entre sí para afirmar o negar algo de la
realidad.
El acto propio del juicio es la enunciación, que no es otra cosa que realizar una
valoración que puede ser verdadera o falsa.
Cuando decimos Pedro es bueno, decimos que la bondad es (existe) en Pedro. Aquí el
intelecto une estos conceptos otorgándole un valor a esa enunciación. En efecto, si
Pedro es bueno, la enunciación es verdadera, mientras que será falsa si no hay bondad
en Pedro.
Tal vez el juicio sea la operación más importante, pues es el momento en el cual nuestro
entendimiento intenta expresar la verdad. Las corrientes actuales de pensamiento suelen
prestarle más atención al discurso o al relato que a los juicios, es decir que nos dejamos
maravillar por una aparente lógica brillante que en el discurso deleita nuestra
inteligencia, pero no reparamos en la verdad o falsedad de los juicios de los cuales se
CURSO DE ANTROPOLOGÍA FILOSÓFICA 2014
81
compone el discurso. Esto es propio de una época relativista como la nuestra en donde
nos conformamos con decir que nadie tiene la verdad, ni nadie está en lo cierto, sólo hay
discursos más convincentes o menos convincentes, y cada uno elige con cual se queda,
esto raya lo absurdo como si una hoja verde, pudiera ser roja o amarilla depende de qué
discurso elija, cuando nadie reparó siquiera en la hoja misma ni en su color, verde por
cierto. El atractivo de un discurso debiera estar en la verdad de sus juicios y no en la
manera pintoresca de presentar enunciados.
Ahora bien, los hombres conocemos componiendo y dividiendo. Todo juicio
humano compone o divide. La afirmación compone y la negación divide. Por ejemplo,
en el juicio ‘Pedro es bueno’, se compone la bondad con Pedro como sujeto de la
misma; ‘Carlos no es bueno’, divide el atributo de bondad respecto de Carlos que es el
sujeto. Pero nuestra inteligencia hace más aun como veremos a continuación.
3- Raciocinio:
Dado que no podemos comprender todo en un solo juicio (nuestro conocer es muy
compuesto), el entendimiento humano raciocina (quizá nos resulte más común la
expresión “razona”).
Esta operación, como las dos anteriores también está referida al objeto directo de la
inteligencia: la quididad, el qué de la cosa.
Es el acto por el cual la inteligencia a partir de dos o más enunciaciones obtiene otra que
estaba virtualmente presente en ellas.
El acto propio del raciocinio es la argumentación, es decir, estamos en el plano del
discurso que señalamos anteriormente.
Aquí es necesario hacer una precisión para diferenciar entender y razonar. Al respecto,
Santo Tomás señala que el entendimiento humano no adquiere en su primera
aprehensión de un objeto el conocimiento perfecto del mismo, sino que primeramente
aprehende algo de él (esto lo comprobamos cuando nos ponemos a estudiar de un libro,
cuántas lecturas debemos hacer de una misma página o párrafo). Luego la inteligencia
necesita componer o dividir estos objetos aprendidos para una mejor comprensión, esto
es raciocinar. Entender es conocer la verdad de un objeto o realidad, mientras que
razonar es discurrir, de un concepto o de un juicio a otro, para poder conocer esta
realidad, o sea entenderla.
Para poder llegar a conocer la verdad el hombre necesita razonar, es decir discurrir de
una noción a otra para entender esa realidad. (Pero por ejemplo, los ángeles o Dios
mismo, no necesitan razonar ni discurrir de una noción a otra, sino que al percibir un
objeto poseen un conocimiento perfecto e inmediato de la verdad del mismo, esto es lo
que se conoce como conocimiento por intuición, que no es lo mismo que conocimiento
por razonamiento).
El raciocinio humano procede por la vía de la investigación o por la invención,
partiendo de nociones simples que ya han sido entendidas para volverse a partir de estas
hacia las nuevas nociones adquiridas, comprobándolas por medio del juicio resolutorio
o conclusión.
Estas primeras fases del conocimiento intelectual podrían sintetizarse en el siguiente
gráfico:
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IMAGINACIÓN
ABSTRACCIÓN
INTELECTO PACIENTE
CONCEPTO - JUICIO
RACIOCINIO –
JUICIO RESOLUTORIO
La vida intelectual:
La vida intelectual del hombre puede ordenarse a dos grandes horizontes: la
contemplación de la verdad y la producción de cosas y acciones. Según estos dos fines
o términos posibles, llamaremos al entendimiento “especulativo” (teórico) o “práctico”
ESPECULATIVO ó TEÓRICO
ENTENDIMIENTO
PRÁCTICO (moral y artístico)
Dadas las condiciones de la vida presente, el hombre sólo puede aspirar a una vida
“mixta”, pero los diferentes estados de vida hacen que unos den prioridad a la
contemplación y otros a las acciones morales y exteriores.
Los demás modos de vida que se hallan en los hombres son inferiores a la razón, y si
fuéramos estrictos no merecen llamarse “humanos” sino que son modos “bestiales”, por
lo que no entran en esta división (Ej. la vida frívola).
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4- Reflexión:
Mediante la reflexión la inteligencia llega a conocer otros dos objetos pero por caminos
indirectos, así se conoce a sí misma y lo singular.
En primer lugar, la inteligencia se conoce a sí misma, percibe su existencia, pero no su
naturaleza o esencia, pues por ser inmaterial sólo puede conocerse por analogía como
veremos en el siguiente punto. La inteligencia percibe su existencia al volver sobre su
propio acto de conocimiento, es decir, cuando entiende que entiende, o conoce que
conoce.
En segundo lugar, la inteligencia conoce lo singular o concreto (como un perro, una
casa o esta hoja), es decir que la inteligencia puede tener alguna idea de las cosas
concretas. Esto puede apreciarse con claridad en una expresión como: “Sócrates es
hombre”, este juicio sólo es posible si el sujeto individual es conocido de cierto modo
por la inteligencia. En vez de volver sobre su propio acto de conocimiento la
inteligencia se vuelca sobre la imagen impresa (el fantasma) uniéndole a esta imagen
conceptos universales.
5- Analogía:
Además de los objetos materiales la inteligencia puede conocer otros objetos, como
seres inmateriales y espirituales, pero no podemos tener una idea propia de ellos, sino
sólo una idea analógica o por comparación.
La analogía no es otra cosa que el conocimiento por comparación entre lo semejante y
lo desemejante, o entre lo parecido y lo diferente.
Este conocimiento supone que ya es conocida la existencia de seres espirituales y tiene
por objeto determinar su naturaleza o esencia.
La existencia de estos seres puede conocerse de diversas maneras, por reflexión se
conoce la existencia de la inteligencia como una potencia espiritual de conocimiento;
por demostración racional se conoce la existencia de Dios aplicando el principio de
causalidad; y por fe se puede conocer por ejemplo la existencia de espíritus puros como
lo ángeles. Pues bien, no es objeto de este apartado la discusión sobre estos temas, sino
comprender el sentido de la analogía.
Supuestas dichas existencias, el conocimiento por analogía se hace por referencia a las
cosas materiales ya conocidas, como indicamos anteriormente, para conocer algo de la
naturaleza de estos seres. Para ello la analogía tiene dos vías o modos de proceder:
materiales más o menos bellos, más o menos buenos, pues bien, Dios es la belleza en sí
misma y causa de todas las cosas bellas en el mundo. Dios es bondad absoluta, es el
bien en sí, y causa de todo lo bueno en el mundo natural. Y así con aquellas
perfecciones que se denominan trascendentales pues se encuentran en todos los seres
pero de manera participada.
CONOCIMIENTO Y VERDAD
El conocimiento y la verdad
¿Qué es la verdad? Esta pregunta que forma parte de los cuestionamientos de los
pensadores de todos los tiempos, requiere una atención especial en nuestro curso de
filosofía.
No podemos dudar que la verdad tiene relación con el fenómeno del conocimiento. Al
pensar en esta relación, surge la pregunta: ¿Es verdad lo que conocemos?
Para responder, desde una perspectiva filosófica, hay que ver primero qué entendemos
por verdad y qué entendemos por conocimiento. Ya hemos visto qué es el conocimiento
sensible e intelectual en el hombre, entonces debemos analizar qué entendemos por
verdad.
El tema de la verdad es un tema muy discutido en estos días. Se escucha frecuentemente
decir frases como: “cada uno tiene su propia verdad”, “nadie puede imponer a otro una
verdad”, “no hay verdades absolutas”, etc.
Por eso para hablar del tema, vamos a comenzar por lo más evidente, que nadie pueda
discutir, que es la noción de verdad moral.
a) La verdad moral. ¿Qué es la verdad moral? Es la adecuación entre lo que pienso y
lo que digo. Decimos que una persona “dice la verdad” cuando sus palabras
coinciden con sus pensamientos sobre un determinado asunto. En cambio, cuando
piensa una cosa y dice otra, decimos que está “mintiendo” o falseando la verdad. La
verdad moral es llamada también veracidad, para no confundir este concepto con
los otros tipos de verdad. ¿Es importante la veracidad? Claro que sí, es una virtud
necesaria para la convivencia. Así lo explica Santo Tomás de Aquino: “puesto que
el hombre es un animal social, un hombre debe naturalmente a los demás aquello
sin lo que una sociedad no perdura. Pero los hombres no pueden vivir juntos si no
CURSO DE ANTROPOLOGÍA FILOSÓFICA 2014
85
creen estar diciéndose la verdad uno a otro. De ahí que la virtud de la veracidad
forma parte en cierto modo de la virtud de la justicia”.43
Ahora nos preguntamos, ¿alcanza con la veracidad para definir qué es la verdad? O
dicho de otro modo: ¿podemos decir con seguridad que la persona “veraz”, la que
dice lo que piensa, está diciendo la verdad? ¿No podría suceder acaso que una
persona dijera lo que piensa pero estuviera engañada? Es obvio que sí puede darse
este caso. Uno puede estar convencido de algo que no es real, sucede
frecuentemente. Por eso hay que profundizar la noción de verdad, y entonces
llegamos a la noción de verdad lógica.
b) La verdad lógica. La verdad lógica es la adecuación de la inteligencia y la
realidad, la adecuación del intelecto a la cosa conocida.44 La verdad lógica consiste
en un juicio de la inteligencia que coincide con lo real. Por ejemplo, yo digo “Pedro
está en su casa” y realmente Pedro está en su casa; digo “el ser humano tiene alma”
y realmente el ser humano tiene alma. Cuando se da esta coincidencia entre el juicio
mental y la realidad, hay verdad lógica. Lo mismo sucede cuando hago un juicio
negativo (por ejemplo, digo “Pedro no está en su casa”, y si esto es real estamos en
presencia de una verdad lógica).
Hay verdades que no pueden negarse, en el plano lógico, que son principalmente las
verdades que se refieren a hechos concretos. Otras verdades son más discutidas,
sobre todo las verdades abstractas, como por ejemplo las verdades de la metafísica
son discutidas por la ideología del positivismo científico, como hemos visto en
clases anteriores. En el fondo, está la discusión sobre si el ser humano puede
conocer la verdad de las cosas, y sobre todo la esencia de las cosas.
Está claro que no podemos conocer la esencia total y perfecta de las cosas (no
necesitaríamos estudiar ni investigar si fuera así), pero también la experiencia
cotidiana nos indica que podemos conocer algo de la esencia de las cosas: para qué
sirven, cuáles son más perfectas en el orden del ser (por ejemplo, la persona humana
es más perfecta que una vaca o una planta de lechuga y por eso debe ser protegida su
integridad más que la de una lechuga).
Y por eso volvemos aquí, en el tema de la verdad, a afirmar que se trata de una
realidad relativa: relativa al sujeto y al objeto. La verdad lógica, que es relación
entre la mente y la realidad, depende del objeto y cómo se lo percibe y del sujeto y
sus disposiciones para percibirlo. Por eso el conocimiento de la verdad es un
camino, no es algo que pueda alcanzarse totalmente en este mundo.
Pero asumir que la verdad es algo relativo es muy distinto que sostener el
relativismo, esto es, la ideología que afirma que “no hay verdades absolutas”. El
carácter relativo de la verdad se debe a la incapacidad del sujeto, del ser humano,
para conocer de un modo perfecto la verdad, no a que la verdad sea en sí misma
relativa. Para entender esto mejor, debemos pasar a hablar de la verdad en su sentido
más profundo, es decir, de la verdad ontológica.
c) La verdad ontológica. La verdad ontológica se identifica con el ser mismo de cada
cosa. Es su ser en cuanto puede ser conocido. Porque la causa del conocimiento en
el hombre está en que las cosas pueden ser conocidas. Si no pudieran ser conocidas,
no habría conocimiento. Esto parece algo obvio, porque nunca nos planteamos que
43
Santo Tomás de Aquino, Suma Teológica II-II Parte, cuestión 109, art. 3.
44
“Adaequatio intellectus et rei”: Santo Tomás de Aquino, Suma Teológica, I Parte, cuestión 21, art. 2.
CURSO DE ANTROPOLOGÍA FILOSÓFICA 2014
86
las cosas pudieran no ser conocidas. Pero si hacemos un análisis profundo y serio de
la realidad, debemos admitir que en el mismo ser de las cosas está la capacidad de
ser conocidas, como lo que realmente las cosas son, y esto es la verdad ontológica
de las cosas. Esta verdad está en las cosas mismas y es una capacidad que ha puesto
en ellas el Creador de todas las cosas. Por eso también se llama a la verdad
ontológica la adecuación de las cosas a la mente de Dios. Porque es Dios quien les
ha dado esa capacidad de comunicar su ser a otra inteligencia, y gracias a eso
podemos conocerlas. Las cosas son la causa de nuestro conocimiento, porque si
ellas no se nos mostraran tal como son no podríamos conocerlas.45
No podemos negar que la realidad se nos plantea como un conjunto ordenado,
donde cada ser tiene su finalidad y el hombre tiene la capacidad para ir descubriendo
ese mundo. De otro modo no sería posible la ciencia ni ningún conocimiento
humano. Por lo tanto, debemos concluir necesariamente que en lo profundo de la
realidad las cosas son verdaderas, tienen una verdad que es independiente de
nuestras interpretaciones y debemos buscar el mejor camino para descubrir esa
verdad. Y en la medida que vamos descubriendo la verdad de las cosas, su verdad
ontológica, nos vamos acercando cada vez más a Dios, a su Mente que ha dado el
ser, el orden y la verdad a todas las criaturas, como un artista ordena su obra según
un orden que él previamente tiene en su mente.46
45
Cf. Santo Tomás de Aquino, Suma Teológica I Parte, cuestión 16, arts. 7 y 8.
46
Cf. Santo Tomás de Aquino, Suma Teológica I Parte, cuestión 16, art. 1.
CURSO DE ANTROPOLOGÍA FILOSÓFICA 2014
87
testimonios, no pueden ser verdaderos los dos a la vez. En este sentido decimos que la
verdad es una. No puede haber dos verdades contradictorias. Esto supone también que
la verdad no depende exclusivamente del sujeto: no es correcto afirmar que “cada uno
tiene su propia verdad”. Si hay dos afirmaciones contradictorias sobre un mismo punto,
una es la verdad y otra no lo es (por ejemplo: decir que Jesucristo es el Hijo de Dios
hecho hombre, o es verdad o no lo es; no podría ser verdad para los cristianos y no para
los demás, porque se está afirmando un hecho objetivo).
La verdad es indivisible, porque no hay término medio entre la adecuación y la no
adecuación del intelecto a la cosa. O mi mente entiende la cosa tal como la cosa es, o no
la entiende. Claro que hay grados en este entendimiento (en el próximo punto
hablaremos de los grados de certeza en el conocimiento de la verdad). Pero una vez que
conozco algo como verdadero, o es verdadero o no lo es (en este último caso estoy
engañado). No hay “verdades parciales” o “medias verdades”. Por ejemplo, si un
acusado de homicidio en un juicio afirma que vio una figura humana que se movía pero
no una persona humana, porque no cree en la existencia del alma, el juez no va a tomar
este testimonio a su favor. Estos argumentos pueden servir para fantasear en un café
filosófico, pero no para declarar en un juicio. El ejemplo parece extravagante, pero no lo
es tanto si recordamos que hace poco en España una funcionaria importante distinguía
diciendo que en el niño por nacer en el vientre de la madre hay “vida humana” pero no
hay “persona humana”. La verdad no es indivisible porque parte de la realidad (que es
una e indivisible), no de la mente humana. Es la adecuación de la mente a la realidad, no
la adecuación de la realidad a la mente.
La verdad es inmutable, ya que mientras la cosa no cambie, la verdad no cambia.
Algunos filósofos modernos, sobre todo a partir de Hegel, introdujeron esta errónea
visión de las “verdades que cambian”. Lo que antes era verdad ya no lo es. Esto lo
aplican especialmente a la naturaleza humana, cometiendo un grave error porque la
naturaleza humana, la esencia del hombre, es inmutable, no cambia. Cambian sus
circunstancias de vida, pero no su esencia de ser compuesto de cuerpo y alma espiritual.
Lo que lleva al ser humano a manipular la verdad es su deseo de manipular la misma
realidad, la naturaleza, para obtener los resultados que pretende a partir de motivaciones
por lo general egoístas. Esta manipulación genera monstruosidades, como la
manipulación genética de embriones, que son personas vivas aunque en su etapa inicial
de gestación. La verdad es inmutable porque la esencia de las cosas es inmutable. En el
ejemplo que dimos, la esencia del ser humano, que inicia su vida desde la fecundación
del óvulo, será siempre la misma. Y siempre será un crimen manipular la vida de un ser
humano para fines extraños a él, aunque este hecho sea aprobado por la ley.
Verdad y relativismo
Antes hemos dicho que no hay que confundir el carácter relativo de la verdad, con que
la verdad en sí misma sea algo relativo. Esto último es sostenido por varias ideologías
que podrían ponerse todas bajo el nombre de Relativismo. Estos filósofos y pensadores
sostienen que la verdad es algo que depende exclusivamente del sujeto y nada o casi
nada del objeto. Para aclarar los alcances de una correcta teoría de la verdad y cómo
podemos responder a esta ideología relativista, exponemos cinco afirmaciones que no
pueden faltar al hablar de la verdad. Esto sirve, a la vez, como síntesis para hacer una
conclusión del tema.
a) Podemos conocer la verdad. Aún teniendo en cuenta que el ser humano no puede
conocer de una sola vez toda la verdad y que hay grados de asentimiento respecto de
la verdad, no podemos negar que hay verdades que ya conocemos y que no
podríamos movernos en esta vida sin conocer algunas verdades básicas. Tampoco
podemos negar que el ser humano se siente llamado a conocer la verdad de las cosas
(de ahí su interés por la investigación y las ciencias). Lo más importante, entonces,
es no renunciar al camino de la verdad, que no se acaba nunca en este mundo porque
la verdad perfecta no podremos alcanzarla aquí. En contra de esta afirmación están
los escépticos (como los griegos Gorgias y Pirrón). El término “escéptico” no
significa directamente negador de la verdad, sino que se trata de una persona
prudente y meticulosa en exceso, que con el afán de no equivocarse, pone tantas
trabas en la búsqueda de la verdad que acaba por no encontrarla.
b) Las cosas existen en sí y las conocemos tal como son en sí. Es decir, el árbol que
vemos es realmente un árbol, la persona que vemos es realmente una persona, el
sonido que escuchamos es un sonido, etc. Esta afirmación parece obvia, pero hay
pensadores que, llevados por una cierta desconfianza de que lo que percibimos sea
tal como lo percibimos, llegan a negar que podamos conocer las cosas tal como son
en sí. Dentro de estos pensadores está Emmanuel Kant, quien piensa que solo
conocemos fenómenos o manifestaciones de las cosas, pero “cómo son las cosas en
sí mismas” no podemos saberlo, y por eso lo que llamamos el ser de las cosas para
Kant termina siendo una construcción de la mente.
c) Hay primacía del ser sobre el conocer. Es lo que se dijo antes, al ver cómo se
origina la verdad (al hablar de la verdad ontológica): el objeto es el que causa el
conocimiento y la verdad en nuestra inteligencia, y no al revés. Mi conocimiento no
decide lo que la cosa es, sino que descubre su ser. En contra de esta afirmación está
el idealismo de Hegel, para quien toda la realidad es una construcción mental y
cultural, porque para él, el hombre solo puede percibir sus ideas y su mundo de
ideas. No es casualidad que la filosofía de Hegel haya inspirado a los grandes
totalitarismos políticos del siglo XX, sobre todo a Hitler. A estos líderes políticos les
venía muy bien una ideología que afirme que es el hombre quien impone su
pensamiento sobre la realidad, y que un conocimiento de lo real es imposible. La
consecuencia moral de esta afirmación es terrible: se pierde el respeto por la
realidad y se endiosa el egoísmo de la razón.
CURSO DE ANTROPOLOGÍA FILOSÓFICA 2014
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Como conclusión del tema, queremos llamar la atención sobre la importancia de tener
una correcta teoría acerca de la verdad, por las consecuencias devastadoras para la
humanidad que trae el relativismo y sus enseñanzas. Se termina menoscabando la
dignidad de la persona humana siempre en beneficio de intereses mezquinos, a los que
les conviene que toda verdad se ponga en discusión, aún las más esenciales que
dignifican a la persona, para ejercer un poder sin límites. En definitiva, cuando no se
impone el poder de la verdad, se impone la verdad del poder.
CURSO DE ANTROPOLOGÍA FILOSÓFICA 2014
91
De este fenómeno psíquico, podemos señalar dos características distintivas dado que se
trata de un apetito:
- Realista, porque se dirige a un bien real, es decir hacia perfección de la realidad que
existe independientemente de que la conozca o no.
- Extático, este término hace referencia a la condición de “estar fuera de”. Al buscar
ese bien, el sujeto se sale de sí mismo, para unirse al objeto que lo atrae.
47
Veamos algunos ejemplos: “Querer comer”, es un apetito natural. “Querer comer carne”, es un apetito
elícito. “Querer ser feliz”, es un apetito natural. “Querer ser feliz ejerciendo una profesión”, es un apetito
elícito.
CURSO DE ANTROPOLOGÍA FILOSÓFICA 2014
92
El apetito que tiene mayor fiabilidad es el natural pues es recto, es decir que no se
equivoca y el elícito es el que tiene mayor falibilidad (incurrir en error) pues parte del
conocimiento que siempre puede ser perfectible o mejorado.
EL APETITO SENSIBLE48
Los dos movimientos inversos de búsqueda y de huida pertenecen al mismo apetito que
Santo Tomás llama concupiscible. (No hay en este término ninguna apreciación moral.
Desde el punto de vista religioso, y en el lenguaje de la Biblia, la concupiscencia es un
apetito de goce desenfrenado, es decir, desconcertado, que no está sometido al dominio
de la razón, sino que conduce al hombre a actos desordenados. El apetito concupiscible
es, sin duda, la fuente o la raíz de la concupiscencia, pero provisionalmente dejamos de
lado su relación con la razón y lo consideramos tanto en el animal como en el hombre.)
Apetito Irascible:
Si el bien que hemos de alcanzar se presenta como difícil o arduo, el amor se transforma
en instinto de lucha contra el obstáculo. Pues decir que el bien es arduo es decir que
estamos separados de él por algún obstáculo que debe ser superado. Ahora bien, este
instinto de lucha es diferente del apetito concupiscible, ya que hace abandonar un placer
48
Para trabajar este tema seguiremos a Verneaux, R., “Filosofía del Hombre”, Herder, Barcelona, 1988.
49
Ya que los sentidos sólo pueden captar objetos físicos concretos... está claro que no puedo captar la
esencia de algo con los sentidos.
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Las Pasiones
Tomaremos aquí el nombre de pasión, no en el sentido moderno, estricto, de tendencia
que se ha hecho predominante, sino en el sentido antiguo, clásico hasta el siglo XVII,
como designando los sentimientos en general o, en términos modernos, los estados
afectivos. El sentido antiguo se justifica perfectamente. Primero, porque la pasión es el
estado del que sufre. Las facultades de conocimiento tienen, sin duda, una cierta
pasividad original, pero enseguida reaccionan, y el conocimiento es precisamente su
reacción. Mientras que el apetito es constantemente pasivo: nos sentimos atraídos por
un objeto. Y sin duda el apetito desencadena una serie de operaciones para obtener el
bien atrayente, pero, tomado en sí mismo, solamente expresa el hecho de ser atraído. Y
más especialmente en el apetito sensible hay otra pasividad, la de la conciencia en
relación con el cuerpo, pues un elemento del sentimiento es la conciencia de una cierta
modificación física.
Conclusión
El valor de esta clasificación consiste ante todo en el orden que establece en los
movimientos complejos del corazón humano. Este orden es a la vez conceptual y
genético.
¿Orden conceptual? La teoría precedente nos da una descripción precisa de las
diferentes pasiones, deduce su “esencia”. Por ejemplo, ¿qué es el deseo? Es el amor
(sensible) de un objeto concreto que aparece como bueno y no es poseído. ¿Qué es la
cólera? Es el movimiento del apetito que nace en contacto con un mal, etc.
¿Orden genético? La teoría permite explicar, en cierta medida, los movimientos del
corazón. Así el odio se funda en un amor, porque una cosa no aparece como un mal si
no es con relación con un bien que es amado; si no se tiende hacia un bien, no se
hallarán obstáculos en el camino. O también se comprende que la satisfacción pueda
desaparecer en el momento mismo en que se consigue un bien que se deseaba: lo
dejamos de amar porque nos damos cuenta de que con nuestra imaginación lo habíamos
dotado de cualidades ilusorias. O también se comprende que los temperamentos
miedosos pocas veces monten en cólera: huyen ante el mal, de modo que, en la mayoría
de los casos, no se ponen en contacto con él.
Naturaleza de la voluntad
a) La voluntad es el apetito racional. Como hemos visto al hablar de los apetitos
elícitos, a todo conocimiento sigue un apetito, que es siempre una cierta tendencia al
bien. Al conocimiento intelectual sigue un apetito intelectual o racional, al cual
llamamos voluntad. La voluntad es, por lo tanto, una potencia del alma racional, que
junto con la inteligencia, son las potencias naturales que mueven espiritualmente al
hombre. Son las facultades espirituales del alma. Podemos definir entonces a la
voluntad como “la tendencia despertada por el conocimiento intelectual del bien”.
b) Querer y deseo.51 “Muchas veces se producen equivocaciones; en el lenguaje
corriente se dice: “quiero”, mientras que debería decirse “deseo”, y al revés. La
confusión procede de que en general querer y deseo son concominantes y
concurrentes, porque el mismo objeto a la vez es querido y deseado. Esto se
comprende fácilmente. La imaginación provoca una idea o, inversamente, la idea se
acompaña de imágenes; en un caso o en el otro, las dos tendencias nacen a la vez y
se dirigen hacia el mismo objeto. Cuando decimos que el deseo y el querer tienen el
mismo objeto, debe entenderse esto estrictamente. Pues el querer, sin duda, es
despertado por la representación abstracta de un bien, pero no se dirige hacia el
bien como abstracto, tal como está en la inteligencia. Como todo apetito, se dirige
hacia el bien en sí mismo, real, concreto, que está representado de un modo
abstracto.
La diferencia empieza a aparecer cuando el bien concebido intelectualmente no es
sensible, tendremos que querer sin deseo. Por ejemplo, la idea de justicia puede
formarse partiendo de la imagen de una balanza; pero podemos muy bien amar la
justicia sin desear en modo alguno una balanza.
La diferencia aparece netamente cuando hay oposición entre la voluntad y el deseo.
Vemos entonces que el deseo tiende a un bien sensible, percibido o imaginado,
mientras que el querer tiene por objeto un bien inteligible, es decir, concebido. El
criterium de la voluntad es, pues, vencerse. El caso más frecuente es el conflicto
entre el deber y la pasión; daremos prueba de nuestra voluntad asegurando el
triunfo del deber como el héroe de Corneille “Y sobre mis pasiones mi razón
soberana…” Ello no significa que la voluntad se identifique con el esfuerzo, pues,
por el contrario, cuanto más fuerte es la voluntad, menos esfuerzos ha de hacer.
Pero, psicológicamente, la voluntad, sólo se percibe claramente en el esfuerzo”.
c) El objeto de la voluntad. El objeto de la voluntad es siempre el bien, y ella siempre
desea y ama lo que apetece “bajo razón de bien”. Y esto es así, porque todos los
seres buscan su propio bien. Esto también sucede en el hombre, aún cuando sus
acciones sean malas. Por ejemplo, el ladrón roba porque ve el bien en el dinero que
puede obtener. El mal en las acciones humanas no se da porque la voluntad busque
el mal (el mal nunca es buscado por sí mismo), sino porque se busca un bien pero
renunciando a un bien superior. El ladrón busca la satisfacción de quedarse con el
50
Cfr. Verneaux, R., Filosofía del Hombre, Herder, Barcelona, 1988.
51
Verneaux, R., Filosofía del Hombre, Herder, Barcelona, 1988, págs. 151-152.
CURSO DE ANTROPOLOGÍA FILOSÓFICA 2014
97
El acto voluntario
Para comprender qué es un acto voluntario hay que hacer una primera distinción:
Actos humanos y actos del hombre. Llamamos propiamente “acto humano” a aquel que
es realizado por el hombre haciendo uso de su voluntad y libertad, buscando un fin en
su obrar y con conciencia de ese fin, es decir, aquellos actos que el hombre realiza
porque quiere. Llamamos “actos del hombre” a aquellos que el hombre realiza sin
darse cuenta, involuntariamente. Por ejemplo, el funcionamiento de los órganos
corporales que no son movidos por la voluntad, o los actos que una persona realiza
mientras está dormida. A continuación vamos a proceder a analizar los pasos de los
“actos humanos”, que también llamamos “actos voluntarios”.
52
Santo Tomás de Aquino, Suma Teológica I Parte, cuestión 82, art. 1; De Veritate, cuestión 22, art. 5;
Suma Teológica I-II Parte, cuestión 10, art. 1).
53
Cf. Santo Tomás de Aquino, Suma Teológica I-II Parte, cuestión 5, art. 8.
54
Cf. Santo Tomás de Aquino, Suma Teológica I-II Parte, cuestión 1, art. 6.
55
Cf. Santo Tomás de Aquino, Suma Teológica I Parte, cuestión 6, art. 2; cuestión 44, art. 4. “Es
imposible que la felicidad del hombre esté en algún bien creado. Pues la felicidad es el bien perfecto, en
el cual descansa totalmente el apetito; de otro modo no sería el fin último, si quedara todavía algo más
por desear. Ahora bien, el objeto de la voluntad, que es el apetito humano, es el bien universal. Por lo
que queda claro que nada puede aquietar definitivamente a la voluntad sino el bien universal, que no se
encuentra en ningún ser creado sino solo en Dios: porque toda criatura tiene una bondad participada.
Por lo cual solo Dios puede saciar completamente la voluntad humana” (Santo Tomás de Aquino, Suma
Teológica Ι-ΙΙ Parte, cuestión 2, art. 8).
CURSO DE ANTROPOLOGÍA FILOSÓFICA 2014
98
Pasos del acto voluntario. En el acto voluntario influyen tanto la inteligencia como la
voluntad, y también la dimensión corporal del hombre y otras circunstancias. Vamos a
analizar ahora los doce pasos del acto voluntario, que se dan en la mente en un instante
muchas veces al día, cada vez que el hombre actúa voluntariamente. Es importante
hacer esta “disección” del proceso, porque ayuda a entender cómo hacer bien las cosas y
a detectar las posibles fallas que pueda haber en las distintas partes del proceso del acto
voluntario.
Los cuatro primeros pasos están referidos a la intención es decir al fin del acto referido
al “bien en cuanto es conocido”.
1) Aprehensión del fin. La inteligencia concibe un objeto como bueno (por ejemplo, ir
a visitar a un pariente enfermo).
2) Complacencia en el fin. La voluntad se siente atraída por el fin (me parece “bien” ir
a visitar a mi pariente). Esta complacencia se llama veleidad, y por eso se llama
“veleidosa” a la persona que nunca pasa de este estado: le parece bien hacer lo que
hay que hacer, pero nunca se decide a hacerlo.
3) Juicio de posibilidad del objeto. La inteligencia examina si es posible dirigirse hacia
el fin que la voluntad vio como bueno. Se trata de un juicio de posibilidad real de
dirigirse hacia ese fin, si es posible “hic et nunc, es decir, para mí, aquí y ahora,
para mí en la situación concreta en que me encuentro”56 (si es realizable ir a visitar
al pariente enfermo, porque si ahora está en La India quizás lo vea como
irrealizable, aunque me parezca bien hacerlo).
4) Intención. La voluntad se orienta directamente hacia ese fin que busca realizar. La
intención incluye la decisión de poner todos los medios necesarios para alcanzar el
fin (“el que quiere el fin, pone los medios”), pero como todavía no los conozco, no
aparecen explícitos (“Tengo la intención de ir a ver a mi pariente enfermo”).
56
Cfr. Verneaux, R., Filosofía del Hombre, Herder, Barcelona, 1988.
CURSO DE ANTROPOLOGÍA FILOSÓFICA 2014
99
me hace elegir el medio más cómodo en vez del mejor) o por el orgullo (por
ejemplo, opto por no usar un medio porque tendría que pedírselo a otra persona y
por soberbia no quiero pedir nada).
57
Ibídem.
58
Ibídem.
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100
también en algunos sicópatas, que se dejan llevar más por una imagen de la realidad
que por la realidad misma: el movimiento se inicia, por lo general, en la pasión. El
libro de Ben Sirá ofrece una descripción terrible pero acertada de la persona que es
“consumida” por la pasión: “No caigas víctima de tu pasión, pues excitará sus
fuerzas contra ti, comerá tus hojas, arrancará tus frutos y te dejará como árbol
seco; la pasión violenta destruye a su amo y lo hace el hazmerreír de su enemigo”.59
El fenómeno de la Libertad
Luego de haber realizado un breve estudio sobre los dos grandes fenómenos de la vida
consciente: el conocimiento y los apetitos, hemos decido abordar como cierre y síntesis
de estos el tema de la libertad, ya que se trata de un temática sumamente importante y
muchas veces mal interpretada. Tal es así, que no es casualidad que tantos pensadores
distintos a lo largo de la historia se hayan ocupado del tema.
Nuestro objetivo no es abordar un desarrollo histórico de las distintas concepciones
sobre la libertad, sino poder comprender sus características esenciales, sus
manifestaciones y los principales determinismos o visiones inadecuadas que en aras de
una mayor libertad terminan coartándola.
Seguiremos básicamente a dos autores que nos acercan una accesible síntesis sobre la
libertad, estos son: Pablo Marini63, y Roger Verneaux64. La estructura de presentación
será la siguiente:
1- Consideraciones previas.
2 - El fenómeno de la libertad.
3 - Pruebas del libre albedrío.
4 - Tipos de Libertad.
5 – La libertad ¿es elección entre el bien y el mal?
59
Libro de Ben Sirá, cap. 6.
60
Santo Tomás de Aquino, Suma Teológica Ι Parte, cuestión 81, art. 3.
61
Cf. Aristóteles, De Anima.
62
Verneaux, R., Filosofía del Hombre, Herder, Barcelona, 1988, págs. 172-173.
63
Marini, P. Apuntes de Filosofía. Introducción a una filosofía realista, Vol I., Ed. Universidad libros, Bs.
As., 2006.
64
Verneaux, R., Filosofía del Hombre, Herder, Barcelona, 1988.
CURSO DE ANTROPOLOGÍA FILOSÓFICA 2014
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1 - Consideraciones previas:
En primer lugar, sin ánimo de dar una definición, es necesario que nos aproximemos a
una noción de lo que es la libertad.
No se trata de una tercera facultad que se da en el hombre y que viene a complementar
las dos anteriores: la inteligencia y la voluntad, es decir, en el hombre no encontramos
inteligencia, voluntad y “libertad”, sino que la libertad es una característica de ciertos
actos de la voluntad.
La voluntad es la tendencia o inclinación hacia los bienes presentados por la
inteligencia, es decir que para que la voluntad se sienta atraída es necesario primero
tener una mínima idea del objeto, luego la inteligencia lo presenta como bien para ser
amado, elegido o rechazado.
En sentido general la voluntad tiende naturalmente al bien perfecto, pero ésta debe
realizarse en lo concreto pues la inteligencia le presenta bienes particulares y finitos.
Ahora bien, la inteligencia es libre de elegir entre esos bienes, es decir que no se
encuentra predeterminada a elegir uno u otro, sino que puede autodeterminarse a sí
misma.
Al afirmar que la voluntad es libre, entonces, estamos indicando que es la capacidad de
autodeterminarse, pero ella sólo elige entre bienes (aunque puede elegirse malamente).
2 - El fenómeno de la libertad
Luego de estas consideraciones previas, nos interesa realizar un análisis de cómo se da
la libertad en la vida humana:
a) La Libertad como proceso de liberación social y personal: La libertad
frecuentemente aparece como el valor más estimado en el mundo contemporáneo y tal
vez en todos los tiempos: se promete, se proclama, se aspira a lograrla y también, en
ocasiones, se teme, se restringe o se aniquila. La libertad aparece pues como un valor,
como algo que hay que realizar, como un objetivo que puede ser alcanzado o no. La
libertad en este sentido no está tanto en el plano de lo dado, como en el de las
conquistas. La libertad, entonces, aparece como liberación, que es el proceso a través
del que se alcanza la libertad. Este proceso de liberación puede entenderse en dos
niveles: un primer nivel que pertenece al plano de las colectividades, por ejemplo, la
libertad que un pueblo se da a sí mismo en el orden social. Pero también aparece la
liberación como un valor a conseguir en el plano personal. La liberación individual se
presenta como aspiración cuando se desea “no ser un hombre masa”, “tener
personalidad propia”, “ser sí mismo”, es decir, actuar según el propio modo de ser, o
“tener que realizarse”. Desde este punto de vista la libertad aparece no tanto como un
valor social cuanto como un logro personal que puede alcanzarse o no.
b) La Libertad como propiedad de la voluntad: por otra parte, la libertad se presenta
también en la vida y el lenguaje ordinario, en otras ocasiones, no como un valor a
conseguir, sino como una propiedad que se posee, como algo que está dado, en el
mismo modo en que lo están la afectividad, el pensamiento o la voluntad.
CURSO DE ANTROPOLOGÍA FILOSÓFICA 2014
103
que se quisiera libre es tan inconcebible como un círculo cuadrado o como un animal
que reclamara la razón.
b) Testimonios de la conciencia moral:
Sin libertad el hombre no tendría ni deber u obligación moral, porque no puede haber
obligación moral sino en quien no está sometido a ninguna coacción; tampoco tendría
responsabilidad moral, porque nadie responde de los actos de que no es autor; ni mérito
ni demérito, ni sanción de ninguna clase, porque estas cosas no son inteligibles sino en
función de la libertad.
La objeción que se opone a este argumento es que el sentimiento de obligación podría
provenir de la coacción social, es decir por influencia de la sociedad.
Pero contra esto se debe afirmar que la persona responde de todo lo que ha hecho o
querido, la misma persona se atribuye a sí misma el valor de sus actos, tomando sobre sí
una carga que ninguna inclinación natural ni interés la determinan a llevar. Un ser que
toma sobre sí y carga con la responsabilidad de sus actos, es decir, que se conoce como
principio y autor de ellos, debe de una u otra manera ser capaz de esta conducta. Pues
bien, la noción exacta de esta capacidad no es otra cosa que la noción de libertad moral.
c) Testimonios de la conciencia social:
Las leyes, los contratos, los consejos y las exhortaciones, las promesas y las amenazas
suponen la realidad del libre albedrío. Estas cosas no tendrían sentido alguno si nosotros
tuviéramos conciencia de estar obligados por coacciones internas, es decir si supiéramos
que no podríamos cumplir pues necesariamente nos sentiríamos obligados por nuestra
conciencia a obrar en tal o cual sentido; en efecto, no nos comprometemos a una cosa
por contrato si no tenemos una voluntad que se cree libre.
d) Prueba metafísica:
La voluntad permanece indeterminada (idealmente) mientras tiene por objeto los bienes
finitos y particulares que la inteligencia le presenta, pues estos son incapaces de llenar la
ilimitada capacidad de la voluntad e incapaces de determinarla necesariamente. Ahora
bien, sería distinto si la voluntad se enfrentara al bien absoluto y universal, frente a este
su elección sí estaría limitada pues no podría, ni querría elegir otra cosa que ese bien
mismo (nos referimos al caso de Dios, que si pudiera ser visto con claridad la voluntad
no querría otra cosa que a Dios mismo).
4 - Tipos de Libertad
Referido a los tipos de libertad, podemos mencionar que existe una
caracterizada como “exterior” y que se refiere a no estar obligado desde
afuera a realizar un acto. Más comúnmente es conocida como no estar
coaccionado a obrar de un modo en particular ya sea por la fuerza física,
civil o política.
Pero también la libertad puede ser considerada como “interior”, esta es llamada libre
arbitrio, y en este sentido significa estar exento de una necesidad interior para realizar
un acto. A ello es lo que denominamos como “no estar determinado, con anterioridad,
a actuar de un modo específico”.
Dentro de esta libertad interior, podemos establecer una subclasificación:
CURSO DE ANTROPOLOGÍA FILOSÓFICA 2014
105
Por un lado la “libertad de ejercicio”, la cual trata de la capacidad para poder elegir
entre actuar o no. Por ejemplo: poder elegir si se quiere estudiar ahora o no.
Por otro la “libertad de especificación”, en la que su contenido versa
sobre la posibilidad de poder hacer este acto u otro en particular. En este
caso podemos ejemplificar diciendo que tenemos la posibilidad de
estudiar “martillero y corredor público” o “ingeniería”.
Libertad de ejercicio
INTERNA
LIBERTAD Libertad de especificación
EXTERNA
perfectísima allí no puede tender al mal, porque no puede ser imperfecta. Pero es la
esencia de la libertad el poder hacer o no una acción, y esto conviene; porque puede no
hacer los bienes que hace, pero no puede hacer el mal”65.
Lo que hace psicológicamente posible el pecado (la mala elección moral) es la
limitación de la inteligencia humana, ya que el hombre puede vivir en la insensatez de
preferir un bien caduco e inmediato a la posesión del Bien Infinito, o incluso puede
incurrir en el gran error de tergiversar o confundir el mal real como bien aparente, todo
esto puede suceder cuando se trata de “seguir la línea” de lo que es natural en el
hombre, es decir, la inclinación a la Verdad, al Bien y a la Belleza, lo que lo hace
verdaderamente feliz. Por eso, es en verdad violento aquello que es lo contrario a
nuestra naturaleza.
Sabemos que es imposible que la voluntad humana elija un objeto sin que la inteligencia
lo mostrase como un bien. Si se lo presentara como un mal la voluntad lo rechazaría sin
vacilar.
Pero sucede que la inteligencia, obnubilada por la ignorancia, por las pasiones
desordenadas o por los malos hábitos, se confunde y acepta aspectos que son tentadores.
Presentará así el objeto pecaminoso a la voluntad como un verdadero bien, siendo que
esto es tan sólo apariencia, y que ciertamente es en sí mismo un mal. Un verdadero
peligro agazapado detrás de un cartel publicitario sumamente atractivo.
Si lleváramos la discusión a otro plano y nos preguntáramos si es posible que siga
habiendo mal moral una vez que el hombre alcance a Dios pues bien, se podría explicar
la impecabilidad de la que gozan los santos del cielo, ya que al contemplar “cara a cara”
la esencia divina (a Dios tal como es), no tienen posibilidad de confundir con el
entendimiento un bien aparente, porque conocen perfectamente el Bien real y absoluto.
Y la voluntad queda sólo orientada hacia ese Bien Supremo, pero cuidado no deja de ser
libre, al contrario, la libertad alcanza su máxima expresión al elegir el bien superior. En
estas condiciones es imposible pecar, porque el pecado siempre supone algún grado de
ignorancia. Si alguien intentase tentar con algún bien menor a un santo en el cielo, por
muy atractivo y deseable que fuera el objeto que se le presente, el bienaventurado no le
prestaría la más mínima atención. Pues bien ¿con qué se podría tentar a quien posee
para todo la eternidad el Bien infinito que lo hace indeciblemente feliz?66
65
Santo Tomás de Aquino, In II, Sent., dist. 24, q.1, a.1, ad.2.
66
Cfr. Bilyk, J.C, Chabay, M. L, Nociones fundamentales de moral católica, Ed. Aquinas, Bs. As., 2012
CURSO DE ANTROPOLOGÍA FILOSÓFICA 2014
107
limitaciones no son otras que las que se establecen por vía de consenso. En una palabra,
surge así una concepción de sociedad que no tiene otros dogmas que la tolerancia y la
no violencia. Esto es lo mismo que afirmar que toda elección da lo mismo, no hay una
elección mejor que otra, entonces la libertad incluso podría condenarse a sí misma y
privarse a sí misma de su acto y ser esto un noble acto de libertad.
8 - Los determinismos
A lo largo de la historia han aparecido diversas teorías que intentan explicar el
fenómeno de la libertad, pero en muchos casos se ha caído en determinismos.
CURSO DE ANTROPOLOGÍA FILOSÓFICA 2014
108
a) Determinismos científicos:
Son aquellos que toman una afirmación de determinada ciencia, que es válida en una
situación particular, que se absolutiza (es decir se la hace válida para todos los casos).
Al extrapolar (trasladar) una verdad particular de un campo a otro distinto terminan con
una afirmación filosófica que niega la libertad humana. Hay distintos tipos:
I. El determinismo fisiológico: afirma que el hombre está determinado por factores
fisiológicos como el organismo, la salud, las enfermedades, el temperamento, la
herencia genética, el tipo de alimentación, etc. Es decir que la influencia de estos
factores en las decisiones es determinante y decisiva y por tanto no hay libertad sino
simples respuestas condicionadas a las necesidades fisiológicas
Pero, si bien es cierto que los factores fisiológicos pueden limitar o condicionar la
libertad, e incluso suprimirla, es un exceso asumir de un modo absoluto que la suprima,
es decir no se puede deducir de esto que la libertad no exista. Pues siempre puede dejar
lugar a actos libres por más fuerte que sea la influencia fisiológica.
II. El determinismo social: algunos sociólogos niegan la libertad porque afirman que
las decisiones de los hombres están determinadas por la presión social. Según ellos todo
lo que haga un hombre estará determinado por el tipo de sociedad en el que se
encuentre.
Pero, si bien la influencia social sobre las decisiones libres es un hecho real, no es más
que un condicionante. Se sobredimensiona el papel que juega la presión social sobre el
individuo.
III. El determinismo psicológico: según algunos psicólogos la psiquis humana
determina al hombre y por lo tanto ninguna decisión es libre. Todas están determinadas
por el estado psíquico del hombre.
Pero, como los demás determinismos, sobredimensiona algunas verdades y realiza una
extrapolación. Desde un estudio de una parte de la realidad que es el hombre se hace
una afirmación universal sobre todo el hombre. Por grande que sea la influencia del
psiquismo humano, no se puede negar la libertad del hombre.
En una visión panteísta, que identifica el ser del mundo con el de Dios (Dios es el
mundo; el mundo es Dios), la libertad humana no existiría porque de hecho, ni siquiera
el hombre como persona existiría en sí mismo ya que sería una parte o una
manifestación del ser de Dios.
En otro tipo de visiones en la que se considere que Dios lo sabe todo y por lo tanto sabe
las decisiones que tomarán los hombres también se suele negar la libertad humana. Si
Dios ya sabe lo que va a pasar es porque ya todo esta predeterminado, hay un destino
escrito por él del cual no se puede escapar. Este problema se resuelve haciendo un buen
estudio teológico de Dios. Dios lo sabe todo, incluso aquello que yo elegiré porque él lo
conoce todo desde su eternidad, como si todo fuera visto desde un presente constante.
Mi pasado, presente y futuro son vistos y conocidos por Dios desde su eternidad, por lo
que Dios sabe cómo uso mi libertad constantemente, pero no la determina a actuar de
una determinada manera.
Existen muchas formas de comprender mal a Dios. Por eso es necesario un cierto
estudio teológico para no caer en contradicciones y negar la realidad humana o negar la
posibilidad de la existencia de Dios, por ejemplo diciendo que si Dios existiera no
habría mal en el mundo.
c) Los determinismos filosóficos: Una metafísica como la del panteísmo (que identifica
el ser de Dios con el de todo lo que existe); o en la que se afirme la existencia de un
destino universal; o en la que se afirme que toda la realidad funciona por medio de
determinadas leyes que hacen que cada acontecimiento, hasta el más pequeño sea de
una forma determinada, niegan la libertad del hombre. Si se pudiera hacer un estudio de
cada una de estas posturas metafísicas, veríamos que tienen serios errores lógicos. La
libertad es una realidad y la filosofía debe iniciar su reflexión desde la misma realidad y
comprobar sus resultados también en ella.
67
Conferencia Nacional de los Obispos de Brasil, “Educación, Iglesia y Sociedad”, nº 73-76.
CURSO DE ANTROPOLOGÍA FILOSÓFICA 2014
110
amenaza a la libertad, la referencia a la verdad sobre el hombre (verdad que puede conocerse
universalmente gracias a la ley moral inscrita en el corazón de cada uno) es, en realidad, la
garantía del futuro de la libertad.”68
- “El hombre se encamina hacia el bien sólo mediante el uso de la libertad. Este es el ámbito
propio en que se desarrolla la vida ética. Sin ella no podría hablarse de moralidad. La libertad,
‘signo eminente de Dios’ (GS 17) es la capacidad que el hombre tiene de elegir y disponer de sí.
Como es falso considerarla sometida ineludiblemente a una determinación de causas ajenas a
ella misma, también es erróneo asignarle una absoluta independencia de toda norma objetiva.
Por el acto libre, la persona es artífice de su propio destino y al configurar su identidad ética, se
hace responsable ante Dios y los hermanos del bien y del mal que ha elegido.”69
- “La libertad posee una esencial dimensión relacional […] cuando la libertad es absolutizada en
clave individualista, se vacía de su contenido original y se contradice en su misma vocación y
dignidad. […] la libertad reniega de sí misma, se autodestruye y se dispone a la eliminación del
otro cuando no reconoce ni respeta su vínculo constitutivo con la verdad. Cada vez que la
libertad, queriendo emanciparse de cualquier tradición y autoridad, se cierra a las evidencias
primarias de una verdad objetiva y común, fundamento de la vida personal y social, la persona
acaba por asumir como única e indiscutible referencia para sus propias decisiones no ya la
verdad sobre el bien y el mal, sino solo su opinión subjetiva y mudable o, incluso, su interés
egoísta y su capricho.”70
La naturaleza humana
En ningún pasaje de la Sagrada Escritura existe una explicación racional sobre la
constitución de este ser diferente en la Creación. Como hemos visto, se acentúa
fundamentalmente aquello que, en primera instancia, lo distingue del resto de los seres:
su capacidad de conocer. El entendimiento humano es una participación del
Entendimiento divino y allí radica el fundamento de su señorío.
Vamos a tratar ahora de ver dos aspectos del ser humano: por un lado, su
naturaleza; por otro, su ser personal.
Cuando nosotros hablamos de la naturaleza humana, tenemos que tener en cuenta las
dos dimensiones que la componen:
68
Juan Pablo II, “Discurso ante la Asamblea General de las Naciones Unidas”, 5/10/95.
69
Conferencia Episcopal Argentina, “Dios, el hombre y la conciencia”, nº 20-21.
70
Juan Pablo II, Carta Encíclica Evangelium Vitae, nº 19-20.
CURSO DE ANTROPOLOGÍA FILOSÓFICA 2014
111
Para precisar la naturaleza del alma, vamos a ver ahora algunas de las propiedades75:
71
FABRO C., Introducción al problema del hombre, la realidad del alma, Madrid:
Rialp, 1982, p. 155.
72
idem p.159.
73
SANTO TOMÁS DE AQUINO. De Anima, II,1,412b, 5-6.
74
Idem II,2, 414 a, 12-13
75
Seguimos en estoa VERNAUX R Filosofía del hombre. Barcelona: Herder,
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112
76
Idem, p. 222 y 223
CURSO DE ANTROPOLOGÍA FILOSÓFICA 2014
113
Y esto es posible deducirlo a partir de algunas experiencias que nos son comunes a
todos los hombres:
77
Cf. ROCCETTA C. Per una telogia della corporeitá. Torino: Camilliane, 1993, p.
118.
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115
78
Idem p. 121.
CURSO DE ANTROPOLOGÍA FILOSÓFICA 2014
116
Cuando una persona madura descubre en el otro sexo a “la persona” en su suprema
dignidad, es decir, la persona dotada de un valor y belleza tales que la hacen merecedora
de ser amada, querida por sí misma.
A partir de acá, se producen entre el hombre y la mujer la máxima unión posible, es
decir, la unión espiritual que se expresa mediante el lenguaje propio de la sexualidad79.
Cuando el ser humano logra esta comunicación interpersonal en un amor espiritual,
puede descubrir el verdadero valor de la sexualidad, puesto que la percibe no como una
realidad en sí misma o en cuanto que sirve a los propios gustos, deseos, intereses, sino
como la posibilidad de la donación de sí mismo.
El hombre no se realiza si no es entregándose y venciendo su propio egoísmo. Esto se
percibe también, a nivel corporal, en la necesidad del otro sexo.
Por lo tanto, podemos concluir que las dimensiones biológica y psíquica se realizan
plenamente en la espiritual80.
La sexualidad es un bien no porque sea algo útil o agradable, ni por el placer que
pueda brindar, sino porque en sí misma y por sí misma es buena.
Nunca puede ser el fin de la vida humana por más intensidad que tengan los placeres,
puesto que la persona está hecha para algo más, la comunicación en un amor espiritual
que sólo es posible por la donación de sí mismo. La sexualidad es la facultad que
permite la mutua donación del varón y la mujer, por lo tanto, su valor radica en cuanto
conduce a ese amor personal.
Si la sexualidad humana fuese solamente un bien útil o un bien que produce placer,
deberíamos concluir en que es lícito usar a las personas en las relaciones sexuales, pero
aquél que usa a los demás es porque no los ama, sólo se ama a sí mismo, y como esto es
contrario a su naturaleza, termina destruyéndose. Esto se expresa en la sensación de
vacío y frustración que se siente cuando no se da la comunión espiritual.
La persona humana
La Sagrada Escritura, decíamos, no tiene una definición científica sobre el
hombre; sin embargo, se puede decir que los distintos conceptos de hombre que en ella
aparecen se sintetizan en la expresión del Génesis que designan al hombre como imago
Dei. Con esta expresión, el texto sagrado resalta la condición superior del hombre en la
Creación.
La Teología ha tomado de la Filosofía un concepto para expresar lo que el hombre
es como imagen de Dios; y ha aplicado, analógicamente, este concepto a Dios mismo.
Estamos hablando de la noción metafísica de persona que trataremos de explicar a
continuación.
En primer lugar, tenemos que dejar en claro la perspectiva de nuestro análisis;
como dijimos, hablamos de una noción filosófica y no entramos en el ámbito de la
Psicología o la Filosofía del derecho.
Cuando se habla normalmente de persona, se tiende a identificarla con la
personalidad, lo cual es un error, porque la personalidad está en el orden del obrar y se
refiere al modo de ser y hacer que tiene el hombre, pero antes que el obrar está el
ser y es esto lo que queremos conocer.
La personalidad es el conjunto de cualidades (heredadas y adquiridas, cognitivas y
emocionales) que definen al ser humano concreto, individual y viviente. A esta
definición clásica podríamos agregarle otra: personalidad es el peculiar y
79
Cf. CAFFARRA C. La sexualidad humana. Madrid: Encuentro, 1987, p.31-47.
80
Idem p.34.
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117
81
Cf., PELECHANO BARBERÁ, V. Personalidad, descripción psicológica general, en
Gran Enciclopedia Rialp, p. 363-365
82
Es la definición Boecio en De Duabus naturis et una persona Christi, c.3: PL-64,
1345.
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83
BELTRÁN, F. Persona en Gran Enciclopedia Rialp, op. cit., p.346-353.
84
Cf., ARTIGAS, M.- SANGUINETI, J.J. Filosofía de la naturaleza. Pamplona: Ed.
Univ. Navarra, 1984, p. 46-48.
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85
SANTO TOMÁS, Suma Teológica. I, q.29, a. 1, c.
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En este sentido, podemos decir que en su ser más íntimo es un ser autónomo por
cuanto no necesita de otro para existir. En esto radica que sea una sustancia completa.
Sin embargo, no debemos entender esta autonomía en un sentido absoluto, porque
en su ser depende de Dios en cuanto Él la crea y la conserva en la existencia.
La persona no puede ser poseída por otro. Es una realidad, en cierta medida, …la paradoja
clausurada ónticamente en sí misma. Esta es la paradoja de lo humano, por un lado, de lo humano, po
un lado, por su
por su naturaleza espiritual está abierta como ningún otro ser a la comunicación, naturaleza
la incorporación de las cosas por el conocimiento y a la donación de sí mismo por espiritual está
el amor; pero, por otro lado, se trata de una totalidad incomunicable. abierta … a la
comunicación, la
Y éste es precisamente el fundamento metafísico de su dignidad. Es el ser más incorporación de
perfecto entre las creaturas y su dignidad no depende de sus condiciones personales, las cosas por e
sino de su mismo ser. Por lo tanto, hasta el hombre menos capaz es infinitamente más conocimiento y a
la donación de s
digno que cualquier otro ser de la creación. mismo por e
amor; pero, po
Esto significa ser imagen de Dios, ser persona como Dios es otro lado, se trata
Persona. Dios hizo partícipe al hombre del modo más elevado de de una totalidad
incomunicable.
ser y lo respeta aún en la Vida eterna. El Cielo consiste en las
personas humanas contemplando y gozando de las Personas
divinas.
86
Cfr. FÓSBERY A., La Cultura Católica, Buenos Aires: Tierra Media, 1999, p.309ss
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LA DIGNIDAD HUMANA
Introducción
“ Cuando no es reconocido y amado en su dignidad de imagen
viviente de Dios, el ser humano queda expuesto a las formas
más humillantes y aberrantes de instrumentalización que lo
convierten miserablemente en esclavo del más fuerte”
(SS. Juan Pablo II, “Christifideles Laici”, nº 5)
87
Idem p.319-331.
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El ser humano posee dignidad en su propia naturaleza, por lo tanto no le viene dada por
factores o individuos externos, la tiene desde el mismo instante de su concepción y es
inalienable.
El propio conocimiento y la apertura natural a los demás nos permite reconocer en el
ser humano el poder de la inteligencia y la grandeza de la libertad. Con su inteligencia,
el hombre es capaz de trascenderse y de trascender el mundo en que vive y del que
forma parte, es capaz de contemplarse a sí mismo y de contemplar el mundo como
objeto.
Por otro lado, el corazón humano posee deseos insaciables de amor y de felicidad que
le llevan a volcarse, con mayor o menor acierto, en personas y empresas. Todo ello es
algo innato que forma parte de su mismo ser y siempre le acompaña, aunque a veces se
halle escondido.
A la vez que forma parte del mundo, el hombre lo trasciende y muestra una singular
capacidad, por su inteligencia y por su libertad, de dominarlo. Y se siente impulsado a
la acción con esta finalidad.
Podemos aceptar por tanto que el valor del ser humano es de un orden superior con
respecto al de los demás seres del cosmos. Y a ese valor lo denominamos dignidad
humana.
La dignidad propia del hombre es un valor singular que fácilmente puede reconocerse.
Lo podemos descubrir en nosotros o podemos verlo en los demás. Pero ni podemos
otorgarlo ni está en nuestra mano retirárselo a alguien. Es algo que nos viene dado.
Es anterior a nuestra voluntad y reclama de nosotros una actitud de reconocimiento y
aceptación como un valor supremo, al que debemos respeto incondicionado y absoluto.
Muchos han sido, y son, los momentos en que las sociedades decidieron, muchas veces
por consenso, el avasallamiento de la dignidad humana mediante atropellos como la
esclavitud, las persecuciones o el genocidio de los no nacidos pero, no obstante este
desprecio, no cambiará en nada el valor inconmensurable del ser humano.
Por su misma naturaleza, por la misma fuerza de pertenecer a la especie humana, por su
particular potencial genético todo ser humano es en sí mismo digno y merecedor de
respeto.
Esta visión natural nos da una dimensión de la importancia de la consideración de la
dignidad de la persona humana, pero la verdadera magnitud de esta condición radica en
el origen del hombre.
Tal como lo revela el mismo Dios el hombre fue creado a Su Imagen y Semejanza y
cuando la desobediencia del pecado lo alejó de Él fue tanto el amor por su creatura que
envió a su propio Hijo, Jesucristo, para que lo redimiera a costa de su propia sangre.
Por ello toda acción u omisión que atropelle, maltrate o explote a cualquier ser
humano es una grave ofensa al mismo Dios.
“... decir que el hombre es una persona, es decir que en el fondo de su ser es un
todo, más que una parte. Este misterio de nuestra naturaleza es el que el pensamiento
religioso designa diciendo que la persona humana es la imagen de Dios. El valor de la
persona, su libertad, sus derechos, surgen del orden de las cosas naturalmente
sagradas que llevan la señal del Padre de los seres. La persona tiene una dignidad
absoluta porque está en relación directa con lo absoluto”.
(J. Maritain)
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e) con conciencia moral, porque en lo profundo de su ser escucha como una voz que le
señala el bien y el mal.
f) libre, es uno de sus caracteres más salientes y el punto mal alto de su dignidad. Por la
inteligencia el hombre puede conocer el camino del bien y dirigirse a el por su libre
voluntad, no actuando por instinto o coacción externa de modo de buscar la unidad con
su Creador y con los hombres entre sí para alcanzar la felicidad eterna.
g) social y trascendente, constructor de la unidad fraterna para asegurar el carácter de
co-creador con Dios del reino del amor.
a) Materialismo:
El materialismo, tanto teórico como práctico, es un punto de vista que sitúa el origen de
la persona en el proceso orgánico de la vida y es el origen de casi todas las visiones
inadecuadas del hombre.
El materialismo deprime la dignidad de la persona humana individual ya que considera
que esa idea es una cuestión cultural, una pauta de valor que los individuos de la especie
humana han encontrado recientemente.
La visión materialista constituye hoy la postura más generalizada, y al mismo tiempo
más elaborada, desde la cual se devalúa no sólo la dignidad de la persona humana, sino
el sentido del dolor y del sufrimiento, el fenómeno de la muerte y la posibilidad de un
más allá de ella, el comportamiento amoroso desinteresado, la capacidad de sacrificio
hacia los demás y en definitiva la respuesta a las grandes preguntas acerca del sentido
de la vida.
Ella nos presenta una visión poco satisfactoria respecto de la dignidad humana ya que al
sostener que esta es producto de una convención social o cultural deja su
reconocimiento al estado de opinión contemporáneo del asunto.
Por lo tanto la aceptación del estado de esclavitud, del sometimiento femenino, de la
explotación de los niños, etc. depende del consenso que logre una opinión mayoritaria.-
Semejante postura es indefendible toda vez que viene a decirnos que la dignidad del
hombre no se basa y consiste en el valor intrínseco de la persona humana, sino en algo
tan extrínseco y mudable como la opinión cultural.
La dignidad de la persona humana existe, es real y objetiva, independiente y
previamente a que sea reconocida por la opinión pública, los gobernantes y el
ordenamiento jurídico. Es más, precisamente porque es algo objetivo y previo, la
opinión pública, los gobernantes y el ordenamiento jurídico deben respetar ese valor
inviolable.
LA DIGNIDAD HUMANA NO ES UN ASUNTO QUE
DEPENDA DE LA OPINIÓN QUE SE TENGA DE ELLA
b) Determinismo:
Esta visión del hombre es la negación de la libertad humana. Para ella el hombre no es
dueño de su conducta sino la víctima de fuerzas que no pueden dominarse. Se difunde a
través de numerosas formas de adivinaciones, sectas, ritos mágicos, etc. que intentan
volcar a favor de los creyentes la voluntad de las fuerzas ocultas que no manejan.
Esta visión, en sí fatalista, se extiende al campo de lo social en conceptos erróneos
como el que sostiene la inevitabilidad de que los seres humanos sean fundamentalmente
desiguales, justificando así la existencia de discriminaciones como el racismo opuesto a
la dignidad humana.
c) Psicologismo:
Presenta al hombre sometido a sus instintos con poca o ninguna libertad pues sólo
respondería mecánicamente desde lo psíquico a los estímulos que recibe.- Es así como
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se llega hasta negar la responsabilidad de los hombres por sus actos lo que causaría
graves problemas prácticos, como por ejemplo en el caso de la justicia penal.
d) Consumismo:
El hombre es visto solamente como un engranaje de la máquina que produce y
consume.- Los valores espirituales no son aceptados o bien son radicalmente negados
remplazándoselos por la posesión de objetos que se suponen producirían placer o
prestigio. De modo que la felicidad del hombre se mide por la cantidad de bienes que
posee o el tipo de vida placentera que lleve.- Es la visión que privilegia el tener antes
que el ser.
e) Liberalismo:
La dignidad humana esta afecta por una visión del hombre exclusivamente
individualista. La felicidad se mide por logros personales aún a costa del sacrificio de
otros hombres.
f) Marxismo:
Es la visión opuesta a la anterior.- Lo individual es estigmatizado priorizándose el
interés colectivo de manera que resulta recortada o nula la libertad personal.
Al considerar primordial las pretensiones del grupo se terminan negando derechos
personales fundamentales tales como la libertad de expresión, la libertad religiosa, la
propiedad privada o el derecho de pensar diferente.
El hombre es reducido a ser un engranaje del Estado que controla todo el accionar social
y por ser el marxismo intrínsecamente ateo le niega su dimensión trascendente que esta
en la raíz misma de la dignidad humana.
g) Estatismo:
Esta visión reduce la dignidad humana al limitar las libertades y derechos individuales
como la libertad de circulación o la inviolabilidad del domicilio justificado por un
peligro, imaginario o real, contra el Estado. Así, por ejemplo, en nombre de la
“Seguridad Nacional” se establece la inseguridad personal que ofende la dignidad
humana.
En lo Político
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Tal situación genera que el concepto peyorativo que se tiene de la política hace posible
que se considere una muestra de honestidad y seriedad el declararse “apolítico”, lo que
desde la noción básica que hemos expuesto es inaceptable.
La sociedad humana necesita en forma imprescindible retomar el sentido de la política
pues ella implica una vinculación de los hombres al bien común más alto que dispone a
dar lo mejor de cada uno para el bien de la comunidad.
La dignidad humana requiere para el ejercicio político estas virtudes básicas:
Patriotismo, entrega al bien superior y espíritu de servicio.
Estas disposiciones se encarnan en la sabiduría política que es la que dirige a una
sociedad de modo efectivo, de acuerdo a los momentos que vive, a la obtención del bien
humano completo de los ciudadanos.
La política por tener como fin el bien completo del hombre
es una actividad esencialmente moral
en la que se manifiesta la dignidad humana.
En la economía
El tema de económico reviste singular importancia en nuestros días ya que afecta a la
mayor parte de la humanidad.-
Entendemos a la economía como la actividad humana que se ocupa de administrar los
recursos para la producción de bienes y servicios con el fin de distribuirlos entre los
miembros de la sociedad.
Esta vive hoy inmersa en cuestiones económicas que afectan la vida diaria. La cuestión
de la obtención de lo necesario para vivir dignamente, donde juega un rol fundamental
la posibilidad o no de trabajar, se verifica a nivel internacional tanto como en el nivel
familiar.
La estratificación mundial en países desarrollados o subdesarrollados adquiere su
correlato en la vida individual o familiar que contempla como los recursos económicos
se concentran en pocos mientras que las mayorías se hallan carecientes delatando el
avasallamiento a la dignidad humana.
El manejo económico debería ir en la línea del compartir fraternal derivado nada menos
de la dignidad que todo ser humano posee y por el que está llamado a ser el señor de los
productos de cualquier índole que estén en la sociedad.
Puesto este horizonte referencial surge la cuestión de plantear una alternativa al mundo
en que vivimos para hallar caminos que nos conduzcan a restablecer la situación de
justicia.- Ella esta dada en la restitución del reconocimiento de la dignidad de la persona
como origen y destino de toda actividad humana.
Tal propuesta busca impulsar el crecimiento personal, para lo cual la libertad es
esencial, la democracia es indispensable, la igualdad de oportunidades es una condición,
la vida en comunidades es una necesidad y el Estado debe tener la capacidad y la
eficiencia que le permitan cumplir con su papel, tanto subsidiario como solidario, de
cara al bien común.
La persona es la afirmación del valor absoluto de la dignidad. Esta plantea que el centro
de todo accionar económico debe ser el ser humano, porque nos propone reconocer en
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cada hombre y en cada mujer una persona, es decir, un ser humano único e insustituible,
distinto de todos los demás, libre por naturaleza y abierto a la trascendencia.
Bajo esta perspectiva el Estado tiene como máximo objetivo el de crear las condiciones
objetivas necesarias para el desarrollo óptimo de la persona, tomando en cuenta que esta
es esencialmente comunitaria y que su realización integral tiene lugar en el ámbito de la
comunidad y es facilitado por la constitución de organizaciones intermedias.
Desde este planteamiento podemos deducir la vigencia indispensable de la ética en la
economía.- Ella es requerida por el valor fundamental del ser humano que reclama el
advenimiento de la justicia social como núcleo central de una civilización de la
fraternidad humana.
Por lo expuesto concluimos que la economía (trabajo, producción, distribución,
propiedad, etc.) que caracteriza la relación “hombre-mundo” tiene por finalidad servir a
las necesidades y aspiraciones del hombre.
En el trabajo
"...trabajo es toda actividad humana, destinada a promover bienes y servicios. Con el
trabajo el hombre gana el sustento para sí y los suyos, contribuye al progreso de las
ciencias y a la incesante evolución cultural y moral de la sociedad en la que vive en
comunidad con sus hermanos..." Juan Pablo II (Laboren Exercens)
El trabajo constituye una dimensión fundamental de la dignidad humana que encuentra
su antecedente original en el hecho de reconocerse imagen y semejanza de su Creador
quien le mandó “someter y dominar la tierra”.
Si bien no hallamos en ese mandato una referencia directa o explícita al trabajo, indica
claramente una actividad a desarrollar en el mundo.- El trabajo entendido como una
actividad que tiene al hombre como sujeto confirma un dominio específico del este
sobre la “tierra”, entendiendo por ella a todo lo creado.
En ese marco podríamos definir el trabajo como una actividad del ser humano, personal
y libre por la cual se emplean fuerzas físicas y mentales para producir algún bien
material o espiritual.
El trabajo, por otra parte, conecta a los hombres entre sí porque trabajar significa
hacerlo con otros y para otros, es hacer algo por alguien. Por lo tanto el trabajo es tanto
más fecundo y productivo cuanto el hombre puede ver las necesidades de los otros
hombres para quienes se trabaja.
Como cada hombre ha recibido de su Creador una misión concreta está obligado a
promover su propio desarrollo para la cual ha sido provisto de cualidades y aptitudes
para poder realizarlas. Por solidaridad con los otros hombres deben contribuir con esta
actividad inteligente al bienestar y progreso, espiritual y material, de los integrantes de
la comunidad.- La actividad humana, individual y colectiva así como todos los
esfuerzos realizados por el hombre en el devenir histórico para lograr mejores
condiciones de vida, resumidas en el trabajo humano, realzan su dignidad de persona.
CURSO DE ANTROPOLOGÍA FILOSÓFICA 2014
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El hombre es el sujeto del trabajo.- Cuando realiza todas las acciones inherentes a su
tarea laboral y prescindiendo del contenido específico de ellas, va concretando su propia
perfección respondiendo a la vocación de persona humana de la que está investido así
como la de la sociedad humana de la que forma parte.
El trabajo, como expresión y perfección de la naturaleza y del hombre tiene se presenta
en estas dimensiones: personal, familiar y social, cósmica (en cuanto a la perfección y
humanización del cosmos), subjetiva (por ser sujeto del trabajo) y objetivo (por ser fin
de todo proceso productivo).
El trabajo del hombre esta ordenado a la producción, pero el resultado del trabajo no
puede ser el criterio para valorar la dignidad del mismo como tampoco puede serlo ni el
conjunto de instrumentos con que el hombre los realiza (técnica) ni el capital destinado
a la misma.- Los bienes producidos están al servicio del hombre.
Trabajar es a la vez un derecho y una obligación.
Es un derecho que debe ser garantizado por el Estado sin que se menoscabe la iniciativa
individual, abierto a todos sin discriminación, correspondiendo a la sociedad en su
conjunto el deber de ayudar a obtener y mantener el empleo a los ciudadanos.
Así mismo el trabajador tiene derecho a un salario justo y familiar fijado en un monto
periódico de acuerdo a criterios consensuados, al desarrollo de una legislación que le
proteja, a formar asociaciones de trabajadores, a una limitación de jornada, a sus
vacaciones y a las condiciones externas en que se desarrolla el trabajo: protección de las
buenas costumbres, vivienda adecuada, prestaciones sociales, salud e higiene en el
trabajo, etc.
Es una obligación, por mandato Divino y para su perfección así como para contribuir al
desarrollo de la comunidad trasmitiendo sentido y dignidad personal en la cadena
humana y social del progreso orientado al bien común.
Los deberes del trabajador le imponen la prestación de los servicios contratados, no
dañar al capital, no ofender a los patronos, abstenerse de toda violencia al defender sus
derechos y el de asumir la responsabilidad de lo que se hace. El trabajo debe
considerarse así mismo como un deber dirigido al bien común y no sólo una fuente de
ingresos.
El fenómeno mundial del desempleo, el subempleo, el empleo de baja calidad o el
realizado fuera de las leyes ofrecen hoy un panorama desolador en la sociedad. La
pérdida de centralidad del trabajo humano obliga no sólo a fijarse en la producción de
nuevos servicios sino a que se practiquen nuevas inversiones a fin de restituirlo y se a
aseguren posibilidades de trabajo y beneficios suficientes a la población presente y
futura.
Esta situación, o bien otras, pueden generar tensiones entre trabajadores y empleadores.
Para su solución debe tenerse en cuenta que el hombre es el centro y fin de toda
actividad laboral, que su tarea representa el instrumento indispensable para el desarrollo
de la vida económica y que el trabajo tiene primacía sobre el capital porque el hombre
es superior a las cosas.
En resumen, el hombre es el único ser de la creación que trabaja y no sólo lo hace para
producir o hacer sino:
- FIN -