Qué Son Los Parásitos o Larvas Astrales

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Qué Son los Parásitos o

Larvas Astrales (y
Cómo Convertirlos en
Luz)

Es posible que hayas oído más de una vez que hay una serie de “seres”
energéticos que se pueden “pegar” a nosotros y causarnos problemas
físicos, mentales y emocionales.

Hay diferentes maneras de referirse a estos seres, pero los más


habituales son “parásitos energéticos”, “larvas astrales” o simplemente
“entes”.
A muchas personas, la idea de que puedan existir estos entes o
parásitos les da bastante miedo. Y es comprensible. La imagen de unos
seres invisibles que nos pueden dañar no es nada amigable.

Pero, como pasa muchas veces, todo depende de cómo se explique. Se


puede explicar con miedo o se puede explicar con amor. Y hoy lo
explicaremos con amor.

En el fondo, estos entes son totalmente inofensivos.

Y son un claro de ejemplo de lo enormemente poderosa que es nuestra


luz.

Qué Son los Entes Energéticos


Realmente
La definición general de las larvas o parásitos energéticos es que son un
grupo de seres que se pegan a nosotros y se alimentan de nuestra
energía, y que nos pueden causar algún tipo de daño.

Como comentábamos, explicado así puede generar miedo. Así que lo


explicaremos de otra manera.

Para ello, empezaremos con un ejemplo muy simple. Imagínate que


tienes un muñeco de peluche y que decides jugar con él: empiezas a
moverlo y a hablar por él, simulando que está vivo. Esto es algo que
hemos hecho casi todos de pequeños (y también de adultos cuando
jugamos con nuestros hijos y nietos).

Al hacer esto, todos sabemos que el peluche no tiene vida propia, pero lo
parece. Muchas veces le cogemos un gran cariño, e incluso lo tratamos
como un miembro de la familia.

Pero por mucho que lo parezca, no tiene vida propia. Somos nosotros los
que le damos vida. Podríamos decir que se “nutre” o que se “alimenta” de
nuestra energía, porque sin ella, no se mueve.

A partir de aquí, imagínate que, por el motivo que sea, decides jugar
mucho tiempo con el muñeco. Pasas mucho tiempo con él, moviéndolo y
hablando por él, como si fuera un compañero constante en tu vida.
Imaginemos que al principio te gusta hacerlo, pero llega un momento en
que se te hace pesado. Ya no es tan divertido, y te cansa tener que
hacer todo su trabajo: moverlo y hacer que hable. Así que decides
dejarlo. Ya no quieres seguir con él.

Pero cuando lo dejas, te asalta una gran tristeza. Lo ves allí, tirado en un
cajón (o en la basura), y te da mucha pena. Sientes como si te mirara;
como si lo estuvieras abandonando y quitándole la vida. Así que vuelves
a cogerlo, lo tranquilizas y le dices que no lo dejarás. Y sigues con él. En
parte lo haces a disgusto, porque habías decidido dejarlo, pero por lo
menos así evitas sentir la pena que sentías.

Cuando sucede esto, podríamos decir que el muñeco se ha “pegado” a ti


y que se está “alimentando” de tu tristeza y de tu miedo, porque solo
mientras exista esta tristeza puede continuar “vivo”.

Pero fíjate que el muñeco realmente no está haciendo nada. No ha


hecho nada en ningún momento.

Eres tú el que le has dado tu energía libremente.

Qué Son las Larvas o Parásitos


Astrales
A partir del ejemplo del peluche, podemos entender mejor qué son
realmente las larvas o parásitos astrales, porque la idea principal es
exactamente la misma. Lo único que cambia es que en lugar de un
muñeco tenemos una idea. (El plano astral es el plano de los
pensamientos y las ideas, así que los “parásitos” astrales son
simplemente ideas.)
Imaginemos que un día aparece una idea sobre ti en tu mente y que tú,
por el motivo que sea, decides aceptarla como cierta. Por ejemplo, “soy
listo”, “soy guapo”, “soy feo”, “soy tal cosa”, “soy tal otra”, etc. Podemos
imaginar que alguien hace un comentario sobre ti, y que este comentario
te afecta profundamente. Es algo que sucede muy a menudo, sobre todo
en la infancia.

A partir de aquí, dado que crees que esa idea es cierta, empiezas a
actuar de forma acorde con ella. Empiezas a interpretar el personaje de
“persona lista”, o “persona fea” o “persona tal cosa”, y a darle vida a este
personaje.

Aquí es importante remarcar que este proceso hace que adoptemos


comportamientos que antes no teníamos. Por ejemplo, imaginemos a un
niño que nunca se había detenido a pensar en si él era listo o no, y que
en un momento dado alguien le dice: eres muy listo. Se te dan muy bien
las matemáticas y las ciencias en general.
A partir de este comentario, es muy posible que, a nivel subconsciente, el
niño piense: vaya, resulta que soy listo. No me había dado cuenta. Y
parece que es algo bien valorado por mi entorno. Parece que me quieren
más así. Y entonces empezará a hacer cosas para potenciar esta imagen
de listo: estudiar más, hacer comentarios que puedan parecer
inteligentes, etc. Es decir, empezará a interpretar un nuevo personaje.
Este personaje, que puede ser de muchos tipos diferentes (casi todos
tenemos como mínimo uno), tiene exactamente el mismo efecto en
nosotros que el muñeco del ejemplo anterior.

Y es lo que muchas personas denominan un parásito energético o una


larva astral.

En primer lugar, este personaje es un ente que piensa, toma decisiones y


actúa. Así que parece que está vivo. Pero no tiene vida propia. Somos
nosotros los que le damos vida al interpretarlo. Somos nosotros los que
lo “nutrimos”.

Y en segundo lugar, si al cabo de un tiempo vemos que interpretar este


personaje no nos favorece (esto suele pasar cuando hacemos un
importante trabajo personal, y nos damos cuenta de que no somos el
personaje), es muy probable que nos cueste soltarlo. Parecerá que se
está “pegando” a nosotros y que quiere “absorber” nuestra energía, pero
lo que realmente pasa a nivel profundo es que llevamos tanto tiempo
dándole vida que nos da pena (o incluso miedo) abandonarlo.

Así que en realidad no hay ningún parásito que se esté pegando a


nosotros. Es solo una apariencia que se produce cuando nos
desconectamos de nuestra verdadera esencia y nos ponemos a
interpretar algo que no somos.
Cómo Sanar los Parásitos
Energéticos
Una vez tenemos claro qué son realmente los parásitos energéticos,
podemos hablar de cómo sanarlos.

El primer paso es darnos cuenta de que estos aparentes parásitos en el


fondo son solo ideas. Este personaje que estamos interpretando es solo
un conjunto de ideas en nuestra mente.

Y el segundo paso es ver que, si intentamos rechazar directamente el


personaje, seguramente nos costará. Y nos costará porque, a nivel
profundo, nos dará pena.

Todos nosotros, en última instancia, somos seres de amor puro. Así que
siempre que rechazamos algo, nos sentimos mal. El rechazo es lo
opuesto a nuestra verdadera esencia, y nunca tiene un efecto sanador.

Lo único realmente sanador es el amor.

Así que, en lugar de intentar eliminar el supuesto «parásito», puedes


hablar con él. Intenta entender cómo nació y por qué hace lo que hace.
Intenta que se sienta comprendido y amado.

Sobre todo, no lo hagas desde la pena o el miedo, porque si no, todo


seguirá como siempre. Hazlo desde el amor sincero.

En el fondo, es una parte de ti.

Y está esperando que lo mires con amor para poder brillar.

Un gran abrazo,

Jan

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