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RESEARCH ARTICLE
R o b e r to Me i s e l La n n e r
Abogado por la Universidad Libre y magíster en Educación por la Universidad Simón Bolívar.
Docente investigador del Programa de Derecho de la Facultad de Ciencias Jurídicas y
Sociales de la Universidad Simón Bolívar.
[email protected] - ORCID ID: https://orcid.org/0000-0002-2228-7140
Abstract
The Colombian state, consistent with the rise of criminal organizations and their use
of foreign trade options, introduced the concept of risk management in customs regu-
lation to neutralize these actions. This article of reflection will then allow us to know
the scope and importance of the system of customs risk management and what revolves
around it in that scenario and for this its main features will be outlined below.
Keywords
Customs Regulation, Customs control, Risk management, Traceability.
1. INTRODUCCIÓN
El Gobierno Nacional expidió el Decreto 1165/2019, de 2 de julio por medio del cual estableció
la regulación aduanera y adoptó otras disposiciones en uso de las facultades que le confería el
numeral 25 del artículo 189 de la Constitución Política de 1991 y el artículo 7 de la Ley 7/1991,
de 16 de enero, una vez oído el Comité de Asuntos Aduaneros Arancelarios y de Comercio Exte-
rior y después de recibir la correspondiente recomendación del Consejo Superior de Comercio Ex-
terior. Posteriormente, se dictaron nuevas disposiciones reglamentarias a cargo de la Dirección
de Impuestos y Aduanas Nacionales (DIAN) para adecuar esa normativa a las exigencias de la
rutina aduanera. Con esta disposición, quedaron derogados los anteriores decretos que informa-
ban y orientaban desde 1999 la imprecisa legislación aduanera nacional.
Los fundamentos para adoptar esa normativa no solo descansaban en la necesidad “de compilar,
modernizar, simplificar y adecuar la regulación aduanera a las nuevas prácticas internacionales
para facilitar el comercio exterior y el cumplimiento de los compromisos adquiridos por el país
dentro de los acuerdos comerciales”, sino que también, entre otros, “se requiere fortalecer los
criterios de la gestión de riesgo en el ejercicio del control aduanero en orden a neutralizar las
conductas de contrabando y lavado de activos, prevenir el riesgo ambiental y la violación de los
derechos de propiedad intelectual, defender la salud, garantizar la seguridad en frontera y en
general la seguridad de la cadena logística” (Decreto 1165/2019, de 2 de julio). En igual sen-
tido, ya se está preparando la autoridad aduanera para reajustar el procedimiento informático
aduanero a fin de propender a la adopción de mecanismos simplificados que contribuyan a la
facilitación y agilización de las operaciones de comercio exterior.
Desde luego que es pertinente aseverar que esas disposiciones introdujeron una serie de noveda-
des procedimentales y sustanciales en relación con los regímenes de importación, exportación y
tránsito para dar un salto hacia adelante en lo concerniente a la logística y a la dinámica de las
operaciones de comercio exterior en el mundo, que oscila ya entre la neoglobalización y el pro-
teccionismo, a la par que estableció los criterios de autorización y habilitación de los usuarios
aduaneros, de los obligados aduaneros, y del mismo modo señaló las pautas a seguir a efectos
de iniciar el trámite de fiscalización y sanción en los términos definidos por la ley, entre otros
tópicos. Y eso es loable destacar, mientras se armonizan las medidas respectivas con acciones
contundentes (Meisel, 2020, p. 42).
Igualmente, se organizó la índole de la obligación aduanera entendida como “el vínculo jurídico
que existe entre la administración aduanera y cualquier persona directa o indirectamente relaciona-
da con cualquier formalidad, régimen destino u operación aduanera derivado del cumplimiento de
las obligaciones correspondiente a cada una de ellas” (Decreto 410/1971, de 27 de marzo) y, por
ende, toda mercancía quedará bajo la potestad aduanera hasta tanto se cumpliere el pago de los
derechos e impuestos y demás emolumentos a que hubiere lugar. Los sujetos de esa relación son la
DIAN como vocera del Estado y el declarante por la importación de la mercancía o el que adquiera
mercancía sometido a un régimen especial de importación, y en ese escenario le corresponde al
sistema de gestión del riesgo como una categoría específica del ejercicio del control aduanero
diseñar mecanismos para que la obligación aduanera se cumpla a cabalidad, y determinar en qué
casos se pretermitió la regulación aduanera o en qué eventos es procedente neutralizar el proceso
de importación o exportación (Decreto 410/1971, de 27 de marzo).
Es del caso indicar que, entre las novedades de la regulación aduanera, se destaca la incorpora-
ción de nuevas figuras como el sistema de gestión del riesgo. Y aunque todavía no acredita la
capacidad para mostrar una eficacia media contra las operaciones de comercio exterior ilícitas,
por lo menos es un paso importante en la formalización de ese mecanismo de prevención, con-
trol y represión contra la delincuencia organizada a nivel global, más se deberá a la par realizar
rápidamente una política tangible de modernización a gran escala de la DIAN, pues la ausencia
de esa estrategia entorpece no solo la marcha de una entidad, sino que también desorienta los
objetivos de cualquier plan de reordenamiento legal que se hiciere como el de autos (Decreto
410/1971, de 27 de marzo).
Ahora bien, el proceso de revisión de la literatura sobre el particular comenzó con una búsqueda
en el sitio web de la gestión del riesgo y el criterio de exploración se aplicó por tema y como pe-
riodo los últimos cinco años, y aunque la pesquisa arrojó 56 datos más o menos, y la mayoría de
esa información no era relevante en si, ya que solo hizo énfasis en la cuestión empresarial y, por
ello, los ítems que se escogieron, como se puede atisbar en la revisión bibliográfica, fueron muy
escasos e, incluso, no era viable citar las recomendaciones de los organismos internacionales, en
especial la Organización Mundial del Comercio (OMC) y sus documentos más representativos como
el Programa Columbus, la Declaración de Arusha, el Marco Normativo para Asegurar y Facilitar el
Comercio Mundial, salvo el Protocolo de Kioto (Perilla, 2012, p. 34), que tienen que ver con la
cuestión aduanera, de comercio exterior o la facilitación de comercio a nivel mundial, ni tampoco
trascribirlas porque han sido acogidas siempre por cada legislación. De manera que sería tautológi-
co hablar de la gestión del riesgo aduanero, tal como lo recomiendan los órganos supranacionales,
y traer a colación, asimismo, lo que pautan otros Estados sobre ese tópico, ya que, se reitera,
manejan idénticos presupuestos de hecho y de derecho. Incluso, ni siquiera el Tribunal Andino de
Justicia (Meisel, 1987, p. 5 y ss.) tiene antecedentes jurisprudenciales sobre el particular, lo que
confirma la ausencia de fuentes aduaneras acerca de la gestión del riesgo en ese campo.
Los resultados de esta investigación se podrán clasificar en dos tipos: uno de índole conceptual
a partir de la caracterización de la etapa de preparación de la gestión del riesgo como el con-
trol aduanero (Meisel, 2020, p. 104) a través de la identificación de las funciones que cumple
y la interacción que existe con sistema de gestión del riesgo, así como las decisiones que se
adoptan, y otro de índole material en que ya se proponen claves de éxito en el logro de los
objetivos del sistema de gestión del riesgo aduanero, y lo hacen extensivo como sistema de
riesgo empresarial. También para proveer mejor a las sociedades en una especie de ten con ten
para establecer afinidades o diferencias y a su vez señalar los modelos básicos que maneja ese
sistema de gestión del riesgo aduanero con énfasis en el modelo de trazabilidad y sopesar su
significación en el desarrollo de sus fines: neutralizar la acción criminal.
Esta exploración muestra que las etapas del control aduanero y el sistema de gestión del riesgo
(Meisel, 2020, p. 111), a pesar de su interacción, cumplen funciones diferentes, la primera es
mucho más amplia, y va dirigida o debe ir dirigida a la totalidad de las operaciones de comercio
exterior, mientras que la segunda es más puntual, a través de la determinación de sus elementos
(Decreto 1165/2019, de 2 de julio). Pues pretende identificar los riesgos de las personas que
intervienen en la cadena logística de distribución y las características de las operaciones de
comercio exterior, el estado de sus obligaciones fiscales y la solvencia económica que asegure el
cumplimiento de las formalidades legales, entre otros. Es decir, maneja dos modelos: el relativo
a las personas y el relativo a sus operaciones.
En resumen, esto lleva a considerar que el sistema de gestión del riesgo en general, pero en
especial el riesgo aduanero, es importante porque crea y protege el valor de algo, es una parte
integral de todos los procesos de organización. Por eso, se abordó también el tema empresarial,
puesto que forma parte en la toma de decisiones y es sistemático, estructurado y oportuno para
conseguir unos resultados fiables y consistentes; sin embargo, solo tendrá viabilidad en la me-
dida en que se incorporase el modelo de trazabilidad explicado al lado de los modelos vigentes,
porque el resultado oficial en la lucha contra el contrabando y actividades afines, según aparece
en los medios, es muy baja en relación con las expectativas que sobre la regulación aduanera
en general se esperaba.
2. EL CONTROL ADUANERO
El tema alrededor de la trascendencia del sistema de gestión del riesgo en el marco aduane-
ro busca incrementar el conocimiento del control aduanero, porque es o su antecedente o su
consecuente para neutralizar o reprimir cualquier actividad ilegal y determinar si es dinámico,
interactivo y fiable, para aumentar la presión sobre las organizaciones criminales que agitan la
dinámica aduanera, ya que cada instancia, el control y el sistema, como se verá luego, contem-
plan la posibilidad de mostrar una verdadera muralla de contención contra la ilegalidad en ese
terreno. El control aduanero no puede funcionar solo o como una rueda aislada sin un adecuado
sistema del riesgo para ciertos casos, porque resultaría insustancial, y por eso se torna indis-
pensable tantear a estos dos cánones de inspección o atención aduanera y convenir si pueden
fluir en una misma dirección acorde con sus objetivos.
El control es una medida o una serie de medidas que buscan asegurar el cumplimiento de las for-
malidades establecidas en la ley o en el reglamento; para el caso sub examine, es una medida o
una serie de medidas que buscan asegurar el cumplimiento de la normativa vigente de competencia
de la administración aduanera (Decreto 1165/2019, de 2 de julio). Estas pautas están enfocadas
en las actividades de los usuarios aduaneros y los obligados, y de esa manera, por ejemplo, con
el operador de transporte multimodal, el control tiene como finalidad atisbar que el transporte de
mercancía extranjera desde algún lugar del exterior hacia otro lugar convenido para su entrega
Igualmente, ese compromiso logístico y aduanero también incluye a otros usuarios u obligados
aduaneros que intervienen en esa dinámica, como el de control común a varios puertos y mue-
lles, el titular de una zona primaria en el cruce de frontera, puerto o aeropuerto, y el agente
terrestre o marítimo según el caso, que asumen de hecho las obligaciones que su tarea trae
consigo, porque se encuentran vinculados a esa operación. Entonces el control previo en esta
operación debería demostrar que se hizo uso correcto del dispositivo electrónico de seguridad,
y no tenerlo en el momento de un examen simultáneo o posterior podría generar el inicio de un
proceso de fiscalización que eventualmente derivaría en un procedimiento sancionatorio (De-
creto 1165/2019, de 2 de julio) a los responsables de tal omisión, entre ellos, el operador de
transporte multimodal.1 Pero algunas veces se cumplen sobre el tapete esas formalidades y es
cuando debería también aparecer el sistema de gestión del riesgo para alertar y sugerir medidas
antes o después del inicio y la culminación del proceso respecto del probable incumplimiento
de la ley cuando la mercancía fuese de índole sensible, como tabaco o licor, y el operador o el
consignatario tuvieren antecedentes sobre manejos pocos éticos.
Ahora bien: ¿cómo se surte ese control aduanero de modo global? El control recae sobre las ope-
raciones de comercio exterior y los correspondientes usuarios aduaneros u obligados aduaneros.
Por muestra, la operación de transporte de mercancía a través del territorio nacional en el modo
aéreo y que permite el traslado de mercancías provenientes del exterior con destino final a otro
1
Debo añadir lo siguiente: ¿acaso ese control previo no es rutinario? A simple vista sí, y uno de los objetivos
de un adecuado sistema de gestión del riesgo aduanero es eliminar de su abecedario la palabra rutina, porque
es lo más peligroso que existe para una dinámica empresarial u oficial, ya que petrifica las operaciones y la
logística que cada evento demanda. Si el dispositivo de seguridad se pone de manera rutinaria y el control
aduanero se cumple de la misma forma, no ha pasado nada; pero, si el control aduanero va acompañado de un
oportuno sistema de gestión del riesgo, podría detectar el peligro de que la mercancía que va en el medio de
transporte desaparezca, porque los elementos de juicio recopilados antes o de un modo concomitante así lo
acreditan, y entonces sí es pertinente el acople de ese control aduanero con el sistema de gestión del riesgo
aduanero en casos puntuales.
país a través del territorio aduanero y desde luego del espacio aéreo nacional, y al someterse
al control aduanero, será indispensable la revisión del documento de transporte internacional
emitido en el lugar donde se inició la operación para constatar que se trata de un transporte
internacional con destino final un tercer país, exigir la solicitud de autorización de continua-
ción de la operación o de verificar en el sistema informático aduanero la salida definitiva de esa
mercancía (Decreto 1165/2019, de 2 de julio). Por ende, el control aduanero debe contrastar
la viabilidad de la operación; pero, si se trata de algún producto sensible que se va a trasladar,
debería intervenir el modelo específico del sistema de gestión del riesgo aduanero para acompa-
ñar ese proceso de control con advertencias, sugerencias o medidas tendientes en lo posible a
neutralizar o reprimir la acción criminal, como ya se dijo en el párrafo anterior.
Igualmente, el control aduanero se puede llevar a cabo de manera selectiva, usando los medios
tecnológicos y equipos de inspección que lograsen el máximo resultado en la política de pre-
vención del riesgo aduanero. Y en este evento es de recibo destacar igualmente la jerarquía del
acompañamiento de algún modelo del sistema de gestión del riesgo para muchas operaciones de
transporte en los sectores álgidos, porque la tradición, la familiarización con lo cotidiano y la
indolencia le quitan al control aduanero su pertinencia, y por sustracción de materia el sistema
de gestión del riesgo aduanero queda atascado. En otras palabras: el acople pertinente del con-
trol aduanero con el sistema de gestión de riesgo es trascendental para eventos puntuales de
algunas operaciones de comercio exterior, ya que mostraría el lado vigoroso de la ley aduanera
frente a los pretensos infractores.
No se puede negar la importancia del control aduanero y sus momentos, previo, concomitante o
posterior o de fiscalización (Decreto 1165/2019, de 2 de julio) en las diversas actuaciones, activi-
dades y formalidades de índole aduanera. No obstante, muchas veces se relativiza por la agobiante
rutina y por el factor humano, y aunque muestra formalmente el compromiso del Estado colombia-
no de atacar y contrarrestar aquellas acciones vinculadas a operaciones administrativas contrarias
a la ley aduanera al contrabando en sus distintas modalidades al fraude aduanero, al lavado de
activos y al favorecimiento de ese tipo de comportamientos (Ley 1762/2015, de 6 de julio), eso to-
davía no es suficiente para manejar el escenario denso de la mecánica aduanera en que también es
un hecho notorio que prevalece la corrupción. Y es pertinente añadir, entonces, que en el trajinar
oficial la aplicación de las herramientas habituales del control se ven estancadas o distorsionadas
por tantos factores, entre ellos, lo que vuelve vano cualquier política criminal en ese sentido. No
obstante, hay que esperar la eficacia del cabal acople del sistema de riesgo aduanero, y su prece-
dente, el control aduanero, para que consiguiesen cumplir sus objetivos y se alcance de ese modo
minimizar, neutralizar o reprimir muchas acciones contrarias a la ley.
Por lo expuesto, es de recibo aceptar no solo la conexión formal sino material del control adua-
nero general con el sistema de gestión del riesgo aduanero, a fin de emplearlo como una doble
Unas palabras finales: inclusive es factible que, conjugado en debida forma tanto el control
aduanero como el sistema de gestión del riesgo aduanero, este último sea lo que ha sido en
otras latitudes a nivel aduanero. Por ejemplo, la percepción de la idoneidad de la aduana en
la Unión Europea (UE) o en los Estados Unidos al frente de sus responsabilidades como algo
dinámico, interactivo y que brinda, además, respuesta no solo al cambio sino también a las ne-
cesidades de acción y reacción que se demandan, pues los acontecimientos internos y externos
y el escenario generan la aparición de nuevos riesgos y retos a pesar de que otros desaparezcan
o se neutralicen.
Es preciso aclarar lo siguiente: el sistema de gestión del riesgo es una herramienta que se utiliza
por parte del Estado para prevenir desastres (Ley 1523/2012, de 24 de abril), igualmente es un
mecanismo que se usa a nivel empresarial para respaldar la calidad, la seguridad y la visibilidad
en la cadena de abastecimiento o un esquema para neutralizar y controlar actividades crimi-
nales. Y, desde luego, a nivel gubernamental es otro mecanismo que se emplea para impedir
que se violare la legislación sobre un asunto específico, en este caso, el aduanero. Esto es, es
inocultable que detrás de cualquier actividad en este mundo, al sentirse la presencia latente de
la amenaza en cualquier aspecto del devenir, se requiere una política adecuada sobre gestión
del riesgo, y eso significa entonces la medida adecuada para alinearse en el contexto en un
momento dado y suministrar un perfil del riesgo.
2
Es pertinente agregar lo siguiente: un plan de esa índole debería incluir la periódica autoevaluación de los
parámetros mínimos de acción y reacción del control aduanero y del sistema de riesgo aduanero, ojalá ya
incorporado el modelo de trazabilidad, con una valoración externa, y con la evidencia de que las debilidades
encontradas con la presentación de un plan de acción que demandare acciones concretas sí podría mejorar la
calidad del servicio del control aduanero, y desde luego la pertinencia del sistema de gestión del riesgo.
“Cuanta más realidad o ser tiene una cosa, tantos más atributos y riesgos le competen” (Spi-
noza, 1988, p. 55). Y eso implica que los peligros de la naturaleza, las amenazas del mercado o
de manos criminales en una organización empresarial o los riesgos de las acciones ilegales en
la instancia oficial aduanera tienen la posibilidad de surgir en un momento dado, muchas veces
sin previo aviso. Por eso, es indispensable tomar las medidas y las precauciones de rigor para
advertir su aparición, controlar su irrupción, atajar u oponer su ímpetu, anular su eficacia, ras-
trear a los responsables y evitar en lo posible que se repita en el tiempo y en el espacio. A eso
se contrae cada sistema del riesgo, su análisis, su evaluación y, posteriormente, las directrices
oportunas para que se tornase confiable.
Sin embargo, es evidente que el tema así planteado sobrepasa el marco presente, aunque po-
dría convertirse en el rótulo de un problema que demandaría algunos trabajos de este tipo para
comenzar a elucidar con más precisión algunas medidas sobre el particular. No obstante, en
este artículo, se tantea una aproximación al tópico para resaltar su importancia, y para eso es
menester concentrarse en lo que tiene que ver con una organización privada y más tarde con la
administración aduanera en el campo del sistema de riesgo y los modelos pertinentes. No hay
que olvidar que un sistema de gestión del riesgo tiene que ser transparente e inclusivo para que
la adopción de una decisión sea acorde con la recomendación.
Ese escenario obliga a una bifurcación entre esos dos conceptos, organización empresarial, por
muestra y la administración aduanera o DIAN, porque, si bien pueden aplicarse los parámetros
globales que un esquema de gestión del riesgo trae consigo, tales como supervisión, reconoci-
miento, observación, recopilación, examen, percepción, interacción, recomendación, etc., sin
embargo, en cuanto a funciones específicas, planes y actividades, en la práctica, la gestión del
riesgo en los dos entes son diversas, porque satisfacen necesidades opuestas, a pesar de que
adoptan medidas parecidas, aunque en el fondo la gestión del riesgo es la misma, porque de lo
que se trata es de ser eficiente contra amenazas reales o potenciales.
El riesgo es una cosa oculta, aunque evidente a medias, porque en un instante dado se podría
predecir su aparición, por eso, es menester ir al encuentro de lo oculto de esa cosa, desocultán-
dolo a partir de una adecuada formulación de la gestión de ese riesgo. ¿Cosa?
La cosa es sinónimo de algo y en este caso el riesgo —como cosa— recae eventualmente so-
bre otra cosa, ya sea para oponerse a su operación o para socavarla, ya sea para violentarla,
destruirla o también para marginarla o perjudicarla; en fin, para originar trastorno o caos en un
contexto objetivo. De ahí que la apreciación preliminar del contexto en que aparecería el riesgo
fuese un antecedente ventajoso, porque diseminaría rápidamente las acciones a seguir de mane-
ra metodológica antes o en el momento de emerger el apuro. Después que suceda, lo que resta
será evaluar qué no se hizo, qué se omitió y qué se debería hacer para evitar o contrarrestar de
nuevo la presencia de tal amenaza que puede acabar con una organización si no adopta un es-
quema de prevención de riesgo de toda la amplitud de la palabra, es decir, el riesgo laboral, po-
lítico, social, comercial, industrial, financiero, judicial, productivo o de calidad, según el caso.
Si bien el riesgo es algo arcano, debe mediar una causa o una sucesión de causas o enlaces que
provocaren su injerencia3 en el curso ordinario de una organización empresarial. No obstante
esta aseveración, en un mundo como el actual (2020) donde la inseguridad, la indecisión, la
crisis ante los problemas fundamentales de la existencia y los aprietos ante la mayoría de los
saberes, se exige no solo una alta dosis de ingenio, imaginación y sapiencia, sino que también
se demanda indagar con criterio científico esas causas, e introducir posteriormente la praxis
adecuada y oportuna de las herramientas que una pertinente gestión del riesgo insinúa para
aumentar la probabilidad de contrarrestarlo, y de paso fomentar la gestión proactiva, mejorar
3
Es viable aclarar que, en un sistema de gestión del riesgo, debe existir de una manera previa la identificación
de riesgos a través de un proceso que involucra los verbos rectores secuelas de los protocolos que maneja:
hallar, reconocer, conjeturar, acreditar y describir la índole de estos. Posteriormente, estudiar la fuente de
esos riesgos, y en ese proceso intervienen unos factores exógenos, como el antecedente histórico, procesal o
empresarial, el concepto de expertos, el análisis hipotético concebido de una forma tangible o intangible, y
desde luego tener presente la aparición del riesgo o la mutación súbita de factores o coeficientes que permitan
vislumbrar su pronta irrupción en el escenario. El riesgo puede consistir en algo que no suceda y, por ende,
el componente de reacción debe acomodarse a esa contingencia que pueden ser aspectos políticos, sociales,
ambientales, sanitarios, comerciales, penales, fiscales, etc. En conclusión, el riesgo, desde el punto de vista
empresarial, puede captarse desde ese perfil como una desviación o rodeo de lo que se aguarda en sentido
positivo o negativo, como una posible combinación de las secuelas de un evento no necesariamente catastró-
fico, o como una alusión a eventos potenciales dañinos, y en el campo aduanero, un conjunto de actividades
ilegales que es necesario neutralizar y reprimir o evitar que se repitan. Finalmente, el marco de gestión de
riesgos, en cualquier esquema, comercial, oficial o fiscal, debe entenderse como un conjunto de elementos que
suministran los pivotes y las modalidades metodológicas indispensables para diseñar, implementar, controlar,
rastrear, revisar y mejorar continuamente la organización, para que de esa forma la arquitectura que saliere de
ese trámite fuese antisísmica.
la identificación de las debilidades, oportunidades, fortalezas y amenazas, cumplir con las exi-
gencias legales y las normas internacionales, optimizar la gobernanza, asignar eficazmente los
recursos para el tratamiento del riesgo y minimizar las pérdidas (Norma Técnica Colombia NTC-
ISO 31000. Gestión del riesgo. Principios y directrices).
Ya para terminar este apartado en relación con la organización empresarial a fin de tomar el hilo
aduanero, es oportuno reconocer que el sistema de la gestión del riesgo es algo transcendental
para la misión, la visión y los objetivos de cualquier sociedad comercial, de tal manera que solo
bajo esa rúbrica será posible alcanzar un grado de información suficiente para contrarrestar o
apartar la presencia de un peligro o una amenaza potencial sobre las actividades mercantiles de
su objeto social. Es decir, cualquier actividad empresarial debe tener un sistema de gestión del
riesgo al lado de sus controles administrativos para resistir los ataques que de distintos frentes
a diario recibe, o bien como secuela de su objetivo social, o bien merced a la intervención de
organizaciones criminales e, incluso, en los casos de violación a la confidencialidad de sus ac-
ciones y estrategias o a la propiedad industrial.
Desde el punto de vista formal, los elementos de esa gestión del riesgo se hallan determinados
por las personas que intervienen en la cadena logística de distribución o por las operaciones de
comercio exterior, por el estado de las obligaciones de pagos exigibles en materia aduanera, lo
relacionado con el pago de los tributos aduaneros o con la solvencia económica para desarrollar
las operaciones de comercio exterior (Decreto 1165/2019, de 2 de julio). Y, además,
con los derivados del incumplimiento de las obligaciones tributarias, aduaneras y cambiarias,
por los relacionados con la evasión del pago de los derechos e impuestos a la importación por
distorsión de los elementos de valor en aduanas de la mercancía importada, de los tratamientos
preferenciales derivados de la aplicación de las normas de origen, de los aspectos relativos a la
nomenclatura arancelaria por la solvencia económica para desarrollar las operaciones de comercio
exterior y por la solvencia económica que asegure el cumplimiento de sus obligaciones tributarias,
aduaneras y cambiarias. (Decreto 1165/2019, de 2 de julio)
Eso implica que de un modo previo deberá surtirse el análisis integral —componente del control
aduanero— sobre el alcance de esos conceptos con sus trámites para proveer no solo el control
aduanero rutinario, sino que también, si se adecuaren los elementos antes descritos, como la
operación de comercio exterior o el sujeto que va a intervenir, apoyarse en el sistema de ges-
tión del riesgo aduanero, para abordar explícitamente la incertidumbre y proteger el marco legal
correspondiente.
Entonces, desde una perspectiva legal, el peligro de no cumplir con la normativa aduanera lo
monopoliza de una forma genérica el control aduanero; pero más tarde, cuando se tipifiquen
algunos de los elementos —operación o persona— el sistema de gestión de riesgo aduanero
según los protocolos que maneja, lo calificará con el índice de bajo, medio y alto, y servirá, o
como medida para la operación de comercio exterior, o como distribución en la cadena logística,
o como referente a la hora de emitir un concepto favorable o desfavorable de los importadores,
exportadores usuarios y obligados aduaneros en el momento de efectuar alguna solicitud o
trámite de autorización o habilitación. Y desde luego que eso valdría para un futuro como un
antecedente cuando se hiciere otra vez el análisis integral de una nueva situación operativa o
personal (Decreto 1165/2019, de 2 de julio).
El control aduanero y su sucedáneo, el sistema de gestión del riesgo en el contexto del comercio
exterior, está depreciado, porque su tarea y su método, así como la índole de los elementos
que maneja, son excesivamente generales y no han dado resultados específicos. No obstante,
es preciso aclarar que, si se lograse el manejo eficiente de la información o datos acerca de las
personas que intervienen en la cadena logística, el estado de sus obligaciones fiscales, la eva-
sión, la solvencia económica de los usuarios o declarantes para desarrollar sus actividades o para
asegurar el cumplimiento de sus obligaciones, podrían mostrar la otra cara de la moneda y de
esa forma revelarían la pertinencia de sus medidas o certificaciones. Sin embargo, y se reitera en
asuntos referentes a la mercancía sensible y a las personas que van a intervenir esos trámites,
que se van a llevar a cabo en un futuro no muy lejano, es menester insistir en la especialización
del sistema de la gestión del riesgo aduanero, como se verá mas adelante.
Sea pertinente ahora definir lo que es la gestión del riesgo aduanero desde la perspectiva del
Protocolo de Kioto de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático
y afirmar que es aquella aplicación sistemática de prácticas, técnicas y procedimientos admi-
nistrativos que proporcionan a la aduana la información necesaria para manejar movimientos
o envíos de carga que presenten un riesgo. Y para ello se establecieron cuatro pasos, a saber:
1. El contexto. Debe entenderse como el escenario en que se va a llevar a cabo la operación adua-
nera (Decreto 1165/2019, de 2 de julio) o la aplicación de un determinado régimen aduanero,
como importación, exportación o tránsito a efectos de calcular la presencia de un peligro. En el
marco legal colombiano, existe una presunción de inocencia que es indispensable respetar, es de-
cir, que no se puede actuar oficialmente en una operación aduanera o en un régimen aduanero si no
existe una inferencia razonable según informaciones creíbles de que es probable la comisión de una
infracción al régimen de aduanas (Decreto 1165/2019, de 2 de julio). De lo contrario se asumen
las contingencias penales o disciplinarias que tal proceder arbitrario, injusto o precipitado traerá
consigo por ausencia de un componente probatorio serio. Por eso, el sistema de gestión del riesgo
aduanero acompañado del control aduanero eficiente, esto es, según las fuentes de información,
en los datos históricos, en la experiencia y en la información, minimizaría esa posibilidad, pues le
permitiría a la DIAN actuar con fundamento en referencias sólidas.
3) Análisis del riesgo. Según la índole de la operación aduanera de transporte, por ejemplo, la
naturaleza de la mercancía o del régimen, la índole del usuario u obligado aduanero es posible,
desde luego con mucha precaución, inferir que el riesgo es alto, medio o muy bajo de acontecer
algún comportamiento típico (Decreto 1165/2019, de 2 de julio). No hacerlo de esa manera, y
colegir de un modo inadecuado algo del análisis integral y precipitar alguna medida de fiscali-
zación, no solo violentaría la presunción de inocencia comentada y el debido proceso, sino que
iría en contra del principio de eficiencia que campea en la normativa aduanera y, además, vulne-
raría el principio de legalidad que debe rodear toda la actividad estatal en Colombia. Entonces
el camino a seguir es obrar con cautela y con las herramientas del control aduanero, el análisis
integral y, al lado, el sistema de gestión del riesgo aduanero, para confrontar y comparar la in-
formación, y los documentos con los que reposan en el sistema informático aduanero o en una
declaración aduanera con respecto a sus instrumentos soporte y evaluar si existen o no incon-
sistencias, determinar si existen o no errores, si se pagaron los tributos aduaneros totalmente
o si se trata de mercancía con restricciones administrativas para proceder según la ley: el inicio
del proceso de fiscalización o no.
4) Manejo del riesgo. La asistencia y la cooperación entre las distintas autoridades (Decreto
1165/2019, de 2 de julio) y la oportuna interacción con el sector afectado serán positivos para
obtener el éxito en las labores de rastreo y monitoreo del peligro, pues permitirá implementar
las medidas para neutralizarlo. Esto es, que las categorías de tal estratagema serían tras el aná-
lisis integral de la situación (Decreto 1165/2019, de 2 de julio), el recaudo de la información,
El sistema de gestión del riesgo aduanero debería ir engarzado con el esquema de control
aduanero de acuerdo con la ley, eso es obvio. No obstante, debería igualmente operar de una
forma autónoma y con un modelo específico para determinadas situaciones relacionadas con la
mercancía y su operación de comercio exterior a fin de recomendar las medidas eficaces para
neutralizar su introducción, circulación o salida del país. Porque ante la audacia, la técnica y la
movilidad de las organizaciones criminales, resulta inútil, no solo la excesiva burocratización
de esos dos procesos, de control y de gestión del riesgo, sino también la incompetencia o la
corrupción del elemento humano en esta cadena de seguridad preventiva. Por ello, lo pertinente
debería ser adecuar el sistema de gestión del riesgo con otro modelo más puntual para rondar el
tráfico de aquellos bienes sensibles que ponen en peligro la economía nacional o alertar sobre
actividades dudosas que conduzcan luego a violentar la ley penal.
Es de recibo aclarar que una cosa es el control aduanero anterior o previo a la importación,
exportación y tránsito de mercancía, y otra cosa es el sistema de gestión del riesgo adoptado
con sus elementos (personas, operaciones, obligaciones, solvencia, etc.), porque este último
procedimiento es más específico, ya que, al intervenir, se hizo forzoso de un modo preliminar el
manejo de los datos recopilados y, por ende, se podría conjeturar válidamente que podrían eva-
dirse total o parcialmente los impuestos de aduana a pretexto de un tratamiento preferencial, de
origen o correcta clasificación arancelaria o porque la marca de ese bien violenta la legislación
de propiedad industrial (Decreto 1165/2019, de 2 de julio). Si se optare por el control de rutina,
sin el manejo de un modelo de sistema de gestión del riesgo, es posible que el desaduanamiento
se cumpliere sin contratiempo; pero, si se eligiere, dados los antecedentes, por la aplicación
rigurosa del modelo de gestión del riesgo, es factible iniciar un operativo de fiscalización y neu-
tralizar la aplicación del régimen de importación aparentemente legal. En igual sentido, apunta
el sistema de gestión del riesgo a efectos de autorizaciones y habilitaciones de los diversos
usuarios y obligados aduaneros, pero, en una forma genérica, lo que le resta pertinencia contra
otro tipo de riesgos de más envergadura: lavado de activos, fraude a la renta de aduanas, con-
trabando de hidrocarburos, entre otros.
Y en lo que tiene que ver con el control posterior, la aplicación de un modelo del sistema de
gestión del riesgo solo serviría para el futuro, pues ese control posterior o de fiscalización se
llevó a cabo no sobre la mercancía, pues ya se le concedió el levante, y si es perecedera o de
difícil identificación, será imposible aprehenderla (Decreto 1165/2019, de 2 de julio). Y enton-
ces solo será de recibo que quedaron sobre el tapete los antecedentes negativos de los usuarios
u obligados aduaneros a efectos de cualquier posterior autorización, inscripción o habilitación.
Finalmente, es factible afirmar que es más fácil para una organización empresarial contar con
un modelo de sistema de gestión del riesgo que consiguiese sofocar los peligros que se ciñen
sobre esta, en los términos atrás referenciados, si bien respetando a la ley que para este caso
es la DIAN. Pues como organismo del Estado con funciones precisas y obligaciones tajantes debe
proceder con cautela en el momento de poner en marcha procedimientos coercitivos o de control
porque debe obrar dentro de los límites constitucionales y legales de rigor que un Estado social
de derecho demanda. No obstante, la aplicación de un modelo complejo es del recibo por parte
de la autoridad aduanera e igualmente por parte de la organización empresarial, como se verá
en el siguiente acápite.
Unas palabras finales: pese al anterior inconveniente formal, resulta evidente que un buen mo-
delo del sistema de gestión del riesgo es de vital importancia en el mundo globalizado tanto
empresarial como aduanero, porque establece un contexto, identifica los peligros, analiza los
riesgos, evalúa y prioriza según los niveles, alto, bajo, medio y, luego, define las estrategias
para neutralizar esas amenazas con unas medidas adecuadas.4 Sin embargo, es menester actua-
4
Por ejemplo, y se aclara el sistema de gestión del riesgo en el marco aduanero, con sus dos modelos, va diri-
gido contra el usuario y obligado aduanero, y contra las operaciones de comercio exterior o la cadena logística:
si va contra el primero, califica, autoriza y habilita sin dejar de evaluar constantemente su desempeño, y si va
contra el segundo, selecciona opciones para proveer. De aquí se desprende que la interacción entre los diversos
lizar constantemente los protocolos de acción y de reacción de ese sistema —o del modelo que
se adoptare— porque el perfeccionamiento de la inteligencia artificial, la reproducción en 3D
y otros mecanismos de alta tecnología también pueden ser aprovechados por la delincuencia
organizada para sus condignos fines.
4. LA TRAZABILIDAD
Este es el modelo específico al cual se hizo alusión y que se requiere implementar en el sistema
de la gestión del riesgo para seguir la pista (Decreto 1165/2019, de 2 de julio) o los antecedentes
sobre operaciones aduaneras a ciertos productos sensibles, a determinados usuarios y obligados
aduaneros y, por qué no, a los terceros que optan por el anonimato, pero que son los artífices de
procedimientos ilegales a través de testaferros, para obtener de ese modo la neutralización opor-
tuna de las diversas etapas del acontecer criminal en lo que concierne al contrabando, al lavado de
activos o al fraude a la rentas de aduanas de modo puntual. Esto es, este modelo solo manejaría
aquellos casos en que se vislumbrase la comisión de esos reatos de algún usuario u obligado o de
su operación, incluso, antes de llegar la mercancía al país. Entonces la distinción entre los mode-
los vigentes, el personal y el operacional salta a la vista: estos para los exámenes globales de las
diversas operaciones de comercio exterior en atención a los elementos que lo componen y aquel
exclusivamente para explícitas mercancías llamadas sensibles para neutralizar el lavado de activos,
contrabando y fraude a la renta de aduanas, entre otras disposiciones.
La pregunta que surge de lo anterior es la siguiente: ¿en qué momento debe acudirse a la tra-
zabilidad como un modelo complejo o dejar a la usanza del sistema de gestión del riesgo el
procedimiento con sus dos modelos básicos? Es conveniente repetir que el sistema de gestión
del riesgo aduanero tiene sus dos modelos básicos, y eso conlleva en general definir si es en
relación con el usuario u obligado aduanero o si es en relación con la cadena logística de distri-
bución u operación, pero en cualquiera de los eventos se acude al acopio de la información, a la
interacción documental y monitoreo, al manejo documental o de la base de datos, y rápidamente
salta a otra etapa que es su evaluación, verificación fáctica y legal y calificación. En cambio, la
trazabilidad es un modelo peculiar de ese sistema que solo es aplicable en ciertos casos, como
se dijo atrás, y puntuales, pues demanda una serie de ejercicios forenses que no se podrían apli-
car en otros contextos, pues volverían un fárrago el sistema de gestión y la trazabilidad como
modelo, y además alterarían su mecanismo de acción y reacción.
servicios informáticos aduaneros conduce a calificar a los importadores, exportadores y autorizar al operador
económico autorizado (OEA) y al exportador autorizado, valga la redundancia, a emitir concepto favorable o
no para habilitación o autorización como usuario. Y justiprecia las operaciones de comercio exterior de alto,
bajo o medio riesgo, y si es en relación con la cadena de distribución logística puede disponer, por ejemplo,
la inspección física de la mercancía.
En materia empresarial, por otro lado, el modelo de un sistema de gestión del riesgo igualmente
está relacionado con personas y con la cadena logística y, por ende, es un proceso diseñado
para vigilar las actividades de las personas involucradas en los asuntos rutinarios de la empresa
y en la operación en sí, de manera paralela y simultánea, para estar atenta al desenvolvimiento
de la cadena de abastecimiento y al mismo tiempo estar al corriente de lo que ejecutan los
empleados, y eso le permite a cada sociedad delinear su propio sistema de reconocimiento en
lo que respecta al alcance, precisión y automatización de esta, en función de sus propios fines
comerciales. De esa forma, cumpliría con el requisito fundamental tanto reglamentario como
comercial de rastrear el origen —un paso atrás— y el destino —un paso adelante— de un
producto en forma costo-efectiva en cualquier punto de la cadena de abastecimiento al margen
de la cantidad de cruces fronterizos que hubiere efectuado y junto al accionar de las personas
comprometidas en la operación.
Esto merece una explicación: es pertinente examinar este modelo complejo de trazabilidad
empresarial y enseguida tantear el modelo de trazabilidad aduanera a efectos de cotejarlos y
derivar una conclusión. Entonces, ¿cómo podría una sociedad afrontar un caso de abuso de
confianza que involucrare a su representante legal? Si bien estas anomalías ocurren en cualquier
contexto empresarial, la verificación de un hecho de esa índole obligará a esa firma rápidamente
a mejorar sus controles e implementar un sistema de gestión del riesgo a través del modelo de
trazabilidad, de suyo complejo y específico, con herramientas precisas que le permitan en el
futuro prevenir y contrarrestar la repetición de esa maniobra del empleado y la operación llevada
a cabo, pero distinta del acostumbrado que con seguridad ya estaba implementado y operando
en sus niveles correspondientes.
Eso significaría como primera medida la revisión del programa ético y de cumplimiento que tiene
tal organización para ajustarlo a la nueva realidad, y como segunda medida instaurar ese mo-
delo de trazabilidad como parte de su sistema de gestión del riesgo en general a fin de adecuar
otro control como mínimo de los criterios apropiados para alcanzar el nivel de seguridad que se
requiere.5 Esto es, todas las labores de inspección, revisión de comportamientos, actividades,
seguimientos, intercambio de información, interacción, pistas de las acciones de empleados y
de las operaciones serán indefectibles ejecutarlas, sin perjuicio de la aplicación rutinaria del
modelo estándar del sistema de gestión del riesgo, pues se halla relacionado con la actividad
normal de la compañía para proveer un enfoque sistémico oportuno y estructurado del caso y
alcanzar un resultado satisfactorio.
5
Es del caso adicionar que algunos podrían dudar de la eficacia de este modelo complejo, por decirlo de una
manera, que serviría para contrarrestar el reto de los empleados delincuentes, porque existirán otras herra-
mientas más contundentes, como la intimidación de la justicia. No obstante, es de recibo responder que, por
el contrario, este modelo complejo de trazabilidad, bien planificada, al margen de los dos modelos de gestión
tradicionales, que busca definir reglas comerciales y requisitos mínimos que deben cumplirse en el diseño
de su tradicional operación empresarial, puede incidir en la neutralización de procesos criminales, al poder
alinear información del personal, solicitar seguimiento al personal, registrar sus antecedentes, etc., conforme
a la ley. Desde luego con un nivel de confidencialidad alto, no para reemplazar programas de seguridad, sino
para complementarlo o adecuarlo, cuando aparecen fisuras o problemas, pues es flexible y se acomoda a las
circunstancias.
ticos. Y, conjuntamente, según el informe del sistema Ferrajoli de la DIAN, donde se detectó una
distorsión en las importaciones colombianas por la subfacturación, contrabando, lavado de ac-
tivos y otras modalidades, se vio que era oportuno prospectar un modelo de trazabilidad sobre
operaciones aduaneras de productos sensibles6 para controlar los comportamientos criminales:
es, pues, urgente compendiar ese modelo de trazabilidad en el campo aduanero como un tipo
más del sistema de gestión del riesgo, puesto que contempla explícitamente la incertidumbre,
la índole de esa incertidumbre y cómo puede ser dirigida, vigilada y neutralizada.
¿Cómo debe operar ese modelo? Ese modelo en el contexto empresarial y aduanero debe no solo
manejar los protocolos que le son propios a todo sistema de gestión del riesgo, sino igualmente
abordar la puesta en marcha de un cronograma con varias etapas, una previa para explorar si es
realizable o no, a fin de seguir las fases de todo hecho punible (fraude a la renta de aduanas,
por ejemplo), ya que la conducta humana no solo es castigada “cuando concurren todas las cir-
cunstancias que comportan el tipo penal del delito consumado sino también en alguna ocasión
sin existir el resultado provechoso por el individuo, el comportamiento pone en peligro el bien
jurídico tutelado” (Córdoba, 2001, p. 15); y desde ese cronograma es factible contribuir a la
consecución de los objetivos para reprimir ese comportamiento típico.
Y es ahí donde es menester manejar la figura del iter criminis entendido como “el proceso en par-
te mental y en parte físico que va desde la decisión de cometer el delito hasta su consumación”
(Córdoba, 2011, p. 16), que deberá ser examinada con detenimiento, porque hay unos pasos en
ese devenir que pueden confundir al observador. De ese modo, el marco general de la trazabili-
dad se hallará determinado metódicamente por una postura analítica entendida como construc-
ción de sus elementos funcionales, temáticamente por los eventos que va a sopesar para obtener
resultados y la síntesis o conclusión que es la recomendación de adopción de aquellas medidas
para neutralizar tales acciones y obtener más tarde la sanción penal y aduanera pertinente, por-
que este modelo, como los demás, no es algo aislado ni separado de las principales actividades
que tienen que ver con la prevención y sanción del delito aduanero, sino que forma parte de las
responsabilidades de la autoridad en ese campo.
6
A título de complemento, es del caso indicar que los productos sensibles de que trata el eventual proyecto
son vehículos automotores, tractores, ciclos partes y accesorios, especialmente los demás partes y accesorios
de vehículos automotores, combustible, especialmente hidrocarburos, reactores nucleares, calderas máquinas
y partes, especialmente máquinas de trabajo que incluye portátiles, prendas y complementos de vestir, de
punto y demás artículos textiles confeccionados, especialmente confecciones, bebidas, líquidos alcohólicos
y vinagres, especialmente bebidas y licores, calzado, botines, artículos análogos, especialmente calzados,
materias plásticas y manufactura, especialmente plásticos y sus manufacturas, residuos industrias alimentarias
y alimentos para animales, especialmente residuos de las industrias alimentarias y alimentos para animales y
tabaco sucedáneo del tabaco elaborado, especialmente cigarrillos. Y las personas que deberían ser incluidas
serían los usuarios y los obligados aduaneros directos e indirectos.
Bajo esta perspectiva, la autoridad aduanera podría atisbar las fases del iter criminis de un frau-
de a la renta de aduanas, y entonces el encargado o los encargados de manejar el modelo de-
berán entender cuáles son los componentes de ese tipo: “El que por cualquier medio suministre
información falsa, la manipule u oculte cuando sea requerido por la autoridad aduanera cuando
esté obligado a entregarla por mandato legal con la finalidad de evadir total o parcialmente el
pago de tributos derechos o gravámenes a la que está obligado en Colombia, en cuantía supe-
rior a 20 salarios mínimos legales mensuales vigentes del valor real de la mercancía incurrirá en
pena de prisión de 8 a 12 años y multa de 1.000 a 50.000 salarios mínimos legales mensuales
vigentes” (Ley 1762/2015, de 6 de julio), y de ese modo poco a poco irá decantando qué activi-
dades son eventualmente punibles y cuáles no, cuáles serán las circunstancias de modo tiempo
y lugar donde se consumara la maniobra proclive, etc., para sugerir el camino a seguir dentro
del trámite aduanero o penal correspondiente. La diferencia con el modelo de trazabilidad em-
presarial radica, entonces, en que, por lo general, este actúa sobre hechos cumplidos para evitar
su repetición, aunque no se descarta que igualmente intervenga para evitar la consumación de
algún tipo penal en el futuro; en cambio, el modelo complejo aduanero debe actuar para neu-
tralizar un contingente comportamiento criminal, si bien no se descarta que igualmente medie
para impedir que se repitiere ese hecho punible en el futuro.
Hay dos tipos de modelos normales en el sistema que interactúan en el control aduanero, con-
forme lo determina la ley (Decreto 1165/2019, de 2 de julio), como ya se dijo: un modelo que
indica el nivel de riesgo del sujeto que interviene en el proceso a través de la revisión de la
información autodeclarada en los registros por muestra, es decir, un modelo por individuo, y el
otro, un modelo que indica el tipo de riesgo operacional, es decir, un modelo por la índole de
riesgo, y en este caso se sopesan los indicadores generados por el estudio de procedimientos y
fuentes de información exógenas y de ambas evaluaciones, que pueden ser conjuntas o separa-
das. Surgirán unos puntajes de consistencia o inconsistencia del asunto, a efectos de conceder o
aceptar las devoluciones, las garantías, las autorizaciones, el trámite de fiscalización tributaria,
y las actividades del operador económico autorizado, usuarios y obligados aduaneros directos o
indirectos, así como los peligros eventuales de algunas operaciones de comercio exterior y en
la cadena de distribución logística de mercancías en general. No obstante, se podría comentar
que en la regulación aduanera vigente existen restricciones, procedimientos y mecanismos para
vigilar y examinar con lupa el proceso de nacionalización de ciertos bienes como los textiles,
sin que mediare explícitamente el sistema de gestión del riesgo.
Pero como esos dos modelos no han podido salir avantes, ya que para nadie es un secreto que el
país está invadido de productos sensibles y foráneos de contrabando, y el lavado de activos o el
fraude a la renta de aduanas crece a diario y por doquier, entonces es viable reclamar la apari-
ción del tercer modelo, la trazabilidad, para que, al implementar la aplicación de los protocolos
normales y los que le son propios en esta etapa: el estudio del caso (mercancía sensible, con-
trabando, lavado de activos, fraude a la renta de aduanas, sujetos, etc.), el análisis exhaustivo,
la evaluación de la información, el enfoque del contexto, el rastreo de los antecedentes y el
examen de inteligencia, se determine luego el nivel de riesgo —alto, medio o bajo— y acorde
con ese grado llevar a cabo el pronóstico de la situación, y si es factible acudir, entonces, a
las técnicas de indagación e investigación de la prueba y el sistema probatorio que establece
el código de procedimiento penal, y de esa manera contribuir a mejorar la incertidumbre y re-
comendar las medidas que podrían ser de variada naturaleza, vigilancia extrema, aprehensión,
denuncia penal, suspensión de la operación aduanera (en el caso de la propiedad intelectual),
entre otras.
Por eso, es incuestionable la aplicación de este tipo de modelo, pues permitiría escrutar a la
luz de la ley penal, cuando empezó la preparación de la operación, pues hay actos que en un
momento dado no son todavía punibles, e igualmente cuándo comenzó la ejecución del desig-
nio criminal con los pasos concretos para finiquitar la maniobra proclive. ¿Por qué? “Porque no
existe uniformidad en la doctrina acerca de cuándo se principia a preparar el acto y cuándo se
empieza a ejecutar, y aunque muchos tratadistas sostienen que lo esencial es escudriñar el acto
ejecutivo” (Córdoba, 2001, p. 17) para evitar un fracaso, y por eso es indefectible anotar de
modo inequívoco las fases del designio criminoso. Esto es, que este modelo complejo de traza-
bilidad que se reclama también podría ayudar a consolidar una teoría del caso.
Bajo estas circunstancias, es necesario acudir a este modelo para que, al incluir no solo las ope-
raciones aduaneras de productos sensibles, y a los usuarios aduaneros y los obligados directos o
indirectos e incluido a los terceros, como el comisionista en el exterior, se pueda predicar que
ya existe una verdadera política criminal en materia aduanera.
Ahora bien, en el hipotético caso de la aplicación del modelo de trazabilidad comentado (en
relación con el sujeto y la operación) a la hora de hacer el examen del aspecto subjetivo de la
conducta señalada a cargo del pretenso indiciado en el rastreo de la operación o de los presun-
tos implicados, se ha de examinar que su concurrencia pueda inferirse a partir de la menor o ma-
yor dificultad interpretativa de la conducta fraudulenta, así como la mayor o menor divergencia
de criterios doctrinales o jurisprudenciales sobre su sentido o su alcance, elementos de juicio,
que a pesar de su relevancia, no serían los únicos que han de justipreciarse. Imponiéndose la
necesidad de avanzar en ese caso hacia la reconstrucción metódica de la operación llevada a
cabo por el declarante o sus cómplices desde una perspectiva cartesiana (Descartes, 2006, p.
53), es decir, desde lo más sencillo hasta lo más complejo, y no dar nada por cierto o falso, sino
cuando mediare el examen exhaustivo o la evaluación total del acervo rastreado, porque puede
ocurrir que no se podría estar en presencia de un fraude aduanero, sino de una infracción admi-
nistrativa del usuario u obligado aduanero, y en ese evento la sanción sería multa, aprehensión
y decomiso del bien.
Por tanto, los planos de acción de la trazabilidad comentada aquí deberán encaminarse en cada
evento, no solo a rastrear y neutralizar o reprimir la conducta criminal aduanera, sino que debe-
ría iniciarse desde una etapa temprana para obtener una sólida información de los antecedentes,
un enfoque conveniente de la operación, las limitaciones de los datos y los factores humanos
que encierra tal situación, para que contribuya a la pertinencia de los resultados a través de las
medidas que se recomendarán. Y garantizar con esto que los comprometidos en la aplicación del
proceso del sistema de gestión del riesgo aduanero —y de contera el empresarial— en cuanto
a este modelo de trazabilidad reciban la correspondiente sanción penal o se neutralizare la
operación de comercio exterior, y es ahí donde reside la importancia de este modelo dentro del
sistema de la gestión del riesgo aduanero. Sin la implementación de la trazabilidad aduanera,
y solo con los dos modelos tradicionales esbozados, no le alcanza a la autoridad aduanera para
competir con la trazabilidad empresarial desde el punto de vista de los resultados, porque, pri-
mero, carece de ese modelo complejo y, segundo, la inteligencia corporativa con sus recursos y
de mano con esa trazabilidad desarrolla mejor la política de neutralización de la acción criminal
que la inteligencia de la autoridad aduanera.
5. CONCLUSIONES
Por lo que he expuesto, salvo mejor opinión en contrario, se hizo un esfuerzo metodológico y
temático para comprobar la importancia de la implantación del sistema de gestión del riesgo
en el campo aduanero con una herramienta indispensable todavía pendiente, el modelo de tra-
zabilidad, que podría respaldar con énfasis la seguridad de las operaciones de comercio exterior
y la visibilidad de sus resultados a corto plazo, así como la idoneidad de usuarios y obligados
aduaneros (Meisel, 2020, pp. 161 y 162). Desde luego que el sistema de gestión del riesgo
aduanero con sus dos modelos cardinales, el relativo a la persona y el relativo a la operación,
no se convertirá en una panacea para resolver los múltiples problemas que agobian a la frágil
estructura del comercio exterior, pero si se le introduce un instrumento como el modelo de tra-
zabilidad explicitado aquí, y que se halla entre los dos modelos oficiales, en ciertos contextos,
podría convertirse en el comienzo de una época cuando el control aduanero y el sistema de
gestión del riesgo aduanero con esa ayuda tendrán un peso significativo a la hora de justipreciar
explícitamente la incertidumbre.
Desde luego que el rendimiento de un sistema de gestión de riesgo como el aduanero —sin
el modelo de trazabilidad— dista mucho del rendimiento de un sistema de riesgo empresarial
con el modelo de trazabilidad complejo: el primero supone la aplicación de la ley en toda la
extensión de la palabra, con sus aprietos, baremos e indolencia, y en cambio el segundo presu-
pone un ejercicio en que confluyen no solo las debilidades, sino también las oportunidades, las
fortalezas y las amenazas que la empresa debe afrontar, con la seguridad de que su sistema de
gestión del riesgo, en especial con este modelo de trazabilidad, producirá resultados efectivos y
preventivos para el futuro; pero esto no le resta su trascendencia, pues dirige la incertidumbre
por el camino adecuado. ¿Qué debe imitar el sistema de gestión de riesgo aduanero con sus
actuales dos modelos y el tercero por aparecer, del sistema de gestión del riesgo empresarial?
Que, en este escenario, hay más pala y menos pico o en cualquier compañía de peso, se dice y
se hace; en cambio, a nivel aduanero, el lema es: se obedece pero no se cumple, y a veces le
falta la confidencialidad, un arma que en la actualidad está comprometida su eficacia.
En todo caso, las estadísticas en la lucha contra el crimen organizado en materia aduanera
muestran que se hace indispensable instaurar el modelo de trazabilidad ya comentado para
incrementar la importancia del sistema de gestión del riesgo aduanero, pues los dos modelos
que imperan en la actualidad, el relacionado con el usuario u obligado aduanero y el relaciona-
do con las operaciones de comercio exterior, importación, exportación y tránsito, carecen de
consistencia y contundencia para darle coherencia a la política criminal del Estado en materia
aduanera, en especial frente al lavado de activos, fraude a la renta de aduanas e introducción de
mercancías sensibles. En el campo empresarial, las cosas van por mejor camino, aunque eso no
garantiza siempre el éxito en la gestión.
REFERENCIAS
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trolar y sancionar el contrabando, el lavado de activos y la evasión fiscal. Diario Oficial, núm.
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el Gobierno Nacional para regular el comercio exterior del país, se crea el Ministerio de Comercio
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autorizaciones y se dictan otras disposiciones. Diario Oficial, núm. 39631 (1991).
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