Caso 4 - Pelea de Gallos

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PREGUNTA A RESOLVER:

¿Los artículos impugnados de la Ley de Protección a los


Animales para el Estado de Veracruz resultan violatorios de los
derechos a la cultura, a la libertad de trabajo y a la propiedad?

V I S T O S; y
R E S U L T A N D O:

Primero. Demanda de amparo. El 6 de diciembre de 2016, por


propio derecho y en su carácter de Presidente de la Comisión
Mexicana de Promoción Gallística, Asociación Civil, Efraín Rábago
Echegoyen presentó demanda de amparo ante la Oficina de
Correspondencia de los Juzgados de Distrito del Séptimo Circuito, con
residencia en Jalapa, Veracruz. En su escrito solicitó la protección de
la justicia federal en contra de los actos y las autoridades que a
continuación se precisan:

(i) Legislatura del Congreso del Estado de Veracruz: las


modificaciones a la Ley de Protección a los Animales para el
Estado de Veracruz, contenidas en el Decreto 924 que Reforma
y Adiciona Diversos Artículos de dicha ley publicado el 10 de
noviembre de 2016 en la Gaceta Oficial del Estado de Veracruz,
específicamente el segundo párrafo del artículo 2º, el artículo 3º
y las fracciones V, VIII y X del artículo 28.

1
(ii) Gobernador del Estado de Veracruz: la promulgación y
publicación del Decreto 924 que Reforma y Adiciona Diversos
Artículos de la Ley de Protección a los Animales para el Estado
de Veracruz.

Las porciones normativas de la Ley de Protección a los Animales


para el Estado de Veracruz que fueron impugnadas por los quejosos
disponen literalmente lo siguiente:

Artículo 2. Son objeto de protección de esta Ley todos los animales


que se encuentren de forma permanente o transitoria dentro del
territorio del Estado.
Quedan excluidos de la aplicación de la presente Ley, los
espectáculos de tauromaquia, faenas camperas, las carreras de
caballos, actividades relacionadas con el deporte de la charrería,
jaripeos, granjas cinegéticas, Unidades de Manejo Ambiental
(UMAS), y demás permitidas por la Ley, las que habrán de sujetarse a
lo dispuesto en las Leyes, Reglamentos y demás ordenamientos
jurídicos aplicables a la materia.
[…]
Artículo 3. Están prohibidas la caza y captura de cualquier
especie de fauna silvestre en el Estado, las peleas de animales y los
circos con animales, así como los actos a que se refiere el artículo 28
de esta Ley.
Artículo 28. Se consideran actos de crueldad y maltrato, que
deben ser sancionados conforme a lo establecido en la presente Ley
y demás ordenamientos aplicables, realizados en perjuicio de
cualquier animal, provenientes de sus propietarios, poseedores,
encargados o de terceros que entren en relación con ellos, con
excepción de lo previsto en el párrafo segundo del artículo 2 de esta
Ley, los siguientes:
[…]
V. La celebración de peleas entre animales;
[…]
VIII. La utilización de animales en la celebración de ritos
clandestinos y fiestas patronales que puedan afectar el bienestar
animal;
[…]
X. Todo hecho, acto u omisión que pueda ocasionar dolor,
sufrimiento, que ponga en peligro la vida del animal o afectar su
bienestar;
[…]

2
TERCERO. Derechos violados. Los quejosos invocaron como
derechos violados los contenidos en los siguientes artículos 1º, 4º, 5º,
14, 16 y 133 de la Constitución, así como el 21 de la Convención
Americana sobre Derechos Humanos, los cuales consagran los
derechos fundamentales de libertad, progresividad, discriminación,
libertad de trabajo, seguridad jurídica, legalidad y propiedad privada.

CUARTO. Admisión, trámite y resolución del juicio de


amparo. Por auto de 8 de diciembre de 2016, el Juez Décimo Séptimo
del Estado de Veracruz, con sede en Xalapa, ordenó formar el
expediente respectivo y registrarlo bajo el número de juicio 1303/2016.
Adicionalmente, admitió la demanda a trámite; ordenó la tramitación
del incidente de suspensión de los actos reclamados; requirió a las
autoridades para que rindieran su informa justificado; fijó hora y fecha
para la celebración de la audiencia constitucional; admitió y desahogo
las pruebas anexadas por la quejosa a su escrito de demanda y, por
último, tuvo como autorizados en términos del artículo 12 de la Ley de
Amparo a las personas señaladas por la quejosa.

El 13 de marzo de 2017, el Juez de Distrito llevó a cabo la


audiencia constitucional y dictó sentencia el 5 de junio de 2017, en la
que resolvió negar el amparo y protección solicitada.

QUINTO. Recurso de revisión. 15 de junio de 2017, la parte


quejosa interpuso recurso de revisión en contra de la determinación.
Posteriormente, el 28 de junio de 2017, el Presidente del Segundo
Tribunal Colegiado en Materia Administrativa del Séptimo Circuito
registró el recurso de revisión con el número de expediente 238/2017,
y posteriormente lo admitió a trámite.

3
OCTAVO. Trámite ante la Suprema Corte de Justicia de la
Nación. El Segundo Tribunal Colegiado en Materia Administrativa del
Séptimo Circuito solicitó a esta Suprema Corte de Justicia de la Nación
reasumiera su competencia originaria para conocer del recurso de
revisión. Por su parte, por acuerdo de 26 de febrero de 2018, el
Presidente de este Alto Tribunal registró el asunto con el número de
expediente, admitió a trámite el amparo en revisión y ordenó turnarlo al
Ministro Arturo Zaldívar Lelo de Larrea. Mediante proveído de 20 de
marzo de 2018, esta Primera Sala se avocó al conocimiento del
presente asunto.

C O N S I D E R A N D O:

PRIMERO. Competencia. Esta Primera Sala de la Suprema


Corte de Justicia de la Nación es competente para conocer del
presente recurso de revisión, en términos de lo dispuesto en el tercer
párrafo de la fracción VIII del artículos 107 constitucional, el artículo 85
de la Ley de Amparo, el inciso b) de la fracción II del artículo 21 de la
Ley Orgánica del Poder Judicial de la Federación, así como el inciso b)
de la fracción I del Punto Cuarto del Acuerdo General Plenario 5/2013,
toda vez que el recurso se interpuso en contra de una sentencia
dictada por un Juez de Distrito en la audiencia constitucional.

Ahora bien, es importante aclarar que si bien en el presente


asunto el Segundo Tribunal Colegiado en Materia Administrativa del
Séptimo Circuito solicitó a este Alto Tribunal que reasumiera su
competencia originaria para conocer del recurso de revisión 283/2017.
En acuerdo de 26 de febrero de 2018, el Presidente de esta Suprema
Corte determinó no tramitar el presente asunto como reasunción de
competencia, sino admitirlo directamente como un amparo en revisión
competencia de esta Suprema Corte, al considerar que en este caso

4
concreto no actualizaba la competencia delegada por este Alto
Tribunal a los Tribunales Colegiados, en términos de lo dispuesto en el
inciso B) de la fracción I del Punto Cuarto del Acuerdo General 5/2013
del Pleno de la Suprema Corte de Justicia de la Nación.1

En este sentido, esta Primera Sala efectivamente es competente


para resolver el presente amparo en revisión, toda vez que se
actualiza un supuesto de excepción a la competencia delegada a los
Tribunales Colegiados a efecto de que puedan conocen de los
recursos de revisión interpuestos en contra de las sentencias
pronunciadas por los Jueces de Distrito o Tribunales Unitarios de
Circuito, el cual se encuentra previsto en el inciso B) de la fracción I
del Punto Cuarto del Acuerdo General 5/2013 del Pleno de la Suprema
Corte de Justicia de la Nación.

El supuesto de excepción se actualiza porque aunque en la


demanda de amparo se impugnó una ley local como lo es la Ley para
la Protección a los Animales del Estado de Veracruz, lo cierto es que el
análisis de constitucionalidad de la ley impugnada requiere fijar el
alcance de un derecho humano previsto en tratados internacionales de
los que el Estado mexicano es parte, respecto del cual no existe
jurisprudencia del Pleno o de las Salas de este Alto Tribunal.

1
Acuerdo General Plenario 5/2013:
Cuarto. De los asuntos de la competencia originaria de la Suprema Corte de Justicia de la
Nación, con las salvedades especificadas en los Puntos Segundo y Tercero de este Acuerdo
General, corresponderá resolver a los Tribunales Colegiados de Circuito:
I. Los recursos de revisión en contra de sentencias pronunciadas por los Jueces de Distrito
o los Tribunales Unitarios de Circuito, cuando:
[…]
B) En la demanda se hubiere impugnado una ley local, un reglamento federal o local, o
cualquier disposición de observancia general, salvo aquéllos en los que el análisis de
constitucionalidad respectivo implique fijar el alcance de un derecho humano previsto en
tratados internacionales de los que el Estado Mexicano sea parte, respecto del cual no
exista jurisprudencia del Pleno o de las Salas de este Alto Tribunal, sin menoscabo de que la
Sala en la que se radique el recurso respectivo determine que su resolución corresponde a un
Tribunal Colegiado de Circuito;
[…]
5
SEGUNDO. Oportunidad del recurso de revisión y
legitimación. El Segundo Tribunal Colegiado en Materia
Administrativa del Séptimo Circuito, en su resolución de 21 de
diciembre de 2017, determinó que el recurso de revisión fue
interpuesto en tiempo y por parte legitimada para ello.2
Consecuentemente, es innecesario volver a pronunciarse al respecto.

TERCERO. Elementos necesarios para resolver el presente


recurso. A continuación se sintetizan los argumentos expuestos por la
quejosa en la demanda de amparo, la respuesta dada por el Juez de
Distrito a dichos argumentos en la sentencia de amparo y los agravios
planteados por la parte recurrente en contra de esta última resolución.

I. Demanda de amparo

En este apartado se sintetizan los argumentos planteados por los


quejosos en contra de las normas generales identificadas como actos
reclamados en la demanda de amparo:

(1) Incompetencia del Congreso del Estado de Veracruz. Los


artículos impugnados prohíben indirectamente las peleas de
gallos al establecer una prohibición general de los espectáculos
de peleas de animales. No obstante, las peleas de gallos son un
espectáculo tradicional que se encuentra regulado en el artículo
11 de Ley Federal de Juegos y Sorteos. Este precepto establece
que le corresponde a la Secretaría de Gobernación autorizar el
cruce de apuestas en espectáculos que se lleven a cabo en
ferias regionales en los casos que determine el reglamento de
dicha ley, mientras que la fracción VII del artículo 3º, la fracción II
del artículo 63 y el artículo 70 del Reglamento de la Ley Federal
de Juegos y Sorteos establecen la posibilidad de otorgar
permisos para cruzar apuestas en peleas de gallo. De esta
manera, debe concluirse que el Congreso del Estado de
Veracruz invadió la competencia que tiene el Congreso de la
Unión para expedir normas que regulen sobre juegos y sorteos,
2
Cuaderno de Amparo en Revisión 238/2017. Fojas 40 y 41.
6
de conformidad con la fracción X del artículo 73 constitucional.
En consecuencia, esa invasión de competencia supone una
transgresión las garantías de legalidad y seguridad jurídica
contenidas en los artículos 14 y 16 constitucionales.

(2) Derecho a la cultura. Las peleas de gallos son un espectáculo


público que por tradición se realiza en las fiestas patronales del
Estado. En este sentido, al reformar la Ley de Protección a los
Animales, el legislador omitió considerar los usos, costumbres y
tradiciones de Veracruz, entre las que se encuentran
precisamente las peleas de gallos, las cuales representan uno de
los pasatiempos más arraigados entre las personas de toda
clase social. Así, el Estado tiene que respetar la diversidad
cultural en todas sus manifestaciones. De tal manera que no
puede eliminar una tradición milenaria por la oposición de un
sector de la población que se opone a esta actividad. En
consecuencia, la prohibición de realizar peleas de gallos vulnera
el derecho a la cultura contenido en el artículo 4º constitucional.

(3) No afectación a la preservación animal. Las peleas de gallos


de ningún modo ponen en peligro la preservación de estos
animales. Por el contrario, la realización de esta clase de
espectáculos propicia la existencia de criadores especializados
que cuidan de estas aves desde su nacimiento, crecimiento,
madurez y reproducción. En este sentido, existen estudios en los
que se señala que las aves de combate pelean entre ellas por
instinto, sobreviviendo la más fuerte o en ocasiones muriendo
ambas aves. De modo que tampoco se atenta contra la dignidad,
respeto y consideración de los animales. Al contrario, mientras
existan galleros existirán gallos en todas sus especies y clases.
Así, sólo cuando los galleros desaparezcan se pondrá en riesgo
la conservación de esta especie animal.

(4) Afectación económica. El artículo 25 constitucional establece la


rectoría económica del Estado, que obliga a las autoridades a
velar por todas aquellas actividades económicas que benefician
a la sociedad. El medio gallístico es un importante generador de
fuentes de trabajo de diversa índole. La subsistencia de las
personas que se dedican a esta actividad se vería seriamente
amenazada si no se permiten los espectáculos públicos de
peleas de gallos, pues tan sólo la industria de navajas fabrica un
promedio de 335,000 docenas de navajas al año, lo que
representa un ingreso bruto anual de $368.5 millones. En cuanto
al sector alimenticio, los gallos de pelea consumen un promedio
de 110 mil toneladas de alimento al mes, lo que representa un
ingreso bruto anual de $7,200 millones. Esta situación

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económica no fue tomada en cuenta por las autoridades
responsables al reformar la Ley para la Protección a los
Animales para el Estado de Veracruz.

(5) Derecho a la propiedad. El artículo 27 constitucional establece


que el Estado tendrá en todo tiempo el derecho a imponer a la
propiedad privada las modalidades que dicte el interés público.
En este caso, los artículos impugnados imponen a las aves de
combate —entendidas como bienes propiedad de los galleros—
la limitación consistente en no poder realizar con ellas eventos
culturales como son las peleas de gallos, la cual no obedece
ningún interés público, sino que adopta una postura que
pretende otorgar a los animales una “condición velada” similar a
la del ser humano. En este sentido, los animales no son sujetos
de derecho sino objetos regulados por el derecho. De acuerdo
con lo anterior, también se viola el artículo 21 de la Convención
Americana sobre Derechos Humanos.

(6) Ausencia de prohibición constitucional. Si la Constitución no


prohíbe de forma alguna las peleas de gallos, debe entenderse
que están permitidas. Así, puede decirse que de manera
coherente con la Constitución, el Reglamento de la Ley Federal
de Juegos y Sorteos permite y regula de manera expresa la
celebración de peleas de gallos, estableciéndose en su artículo
1º, tal como se desprende de las tesis de rubros “JUEGOS Y
SORTEOS. INTERPRETACIÓN DEL ARTÍCULO 11 DE LA LEY
FEDERAL RELATIVA SOBRE EL CRUCE DE APUESTAS EN
ESPECTÁCULOS PÚBLICOS EN FERIAS REGIONALES” y
“JUEGOS Y SORTEOS. EL REGLAMENTO DE LA LEY
FEDERAL RELATIVA NO EXCEDE AL EJERCICIO DE LA
FACTULAD REGLAMENTARIA DEL PRESIDENTE DE LA
REPÚBLICA POR REGULAR EL CRUCE DE APUESTAS EN
PELEAS DE GALLOS, LOTERÍA Y SORTEOS O RIFAS DE
SÍMBOLOS O NÚMERO EFECTUADAS EN FERIAS
REGIONALES.”

(7) Libertad de trabajo. Los preceptos tildados de


inconstitucionales limitan el derecho al trabajo previsto en el
artículo 5º constitucional, al impedirse a las personas que se
dedican a efectuar espectáculos de peleas de gallos tener la
profesión que más les acomoda, pues hasta antes de la reforma
a Ley de Protección a los Animales para el Estado de Veracruz
era una actividad lícita. En consecuencia, la legislatura local
incumplió su obligación de promover, respetar, proteger y
garantizar los derechos humanos, al tiempo que también vulneró

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el principio de progresividad, puesto que la reforma representa
un retroceso para el pueblo veracruzano.

(8) Derecho a la igualdad y no discriminación. Los artículos


impugnados otorgan a las peleas de gallos un trato diferenciado
que carece de justificación en relación con otras actividades que
implican la muerte o el maltrato de animales como los
espectáculos de tauromaquia, faenas camperas, carreras de
caballos, charrerías y jaripeos. Estas actividades fueron
excluidas expresamente de la aplicación de la Ley de Protección
a los Animales para el Estado de Veracruz en el segundo párrafo
del artículo 2 de dicho ordenamiento. En este sentido, aunque
pudieran existir diferencias entre las peleas de gallos y las
actividades expresamente excluidas de la prohibición de realizar
actos de crueldad y maltrato, ambas tienen en común un
elemento material y uno cultural: el daño físico a animales y el
hecho de que se trata de espectáculos que tienen su origen en
tradicionales. En apoyo de este argumento se citaron las tesis de
rubro “IGUALDAD. LÍMITES DE ESTE PRINCIPIO” e
“IGUALDAD. CRITERIOS QUE DEBEN OBSERVARSE EN EL
CONTROL DE CONSTITUCIONALIDAD DE NORMAS QUE SE
ESTIMAN VIOLATORIAS DE DICHA GARANTÍA”.

(9) Garantías de audiencia y fundamentación y motivación. Los


artículos impugnados privan sin juicio previo a los galleros de
una parte de los derechos de propiedad sobre sus aves de
combate. En consecuencia, con la publicación de los artículos en
cuestión se actualiza una vulneración a la garantía de audiencia.
Adicionalmente, el Congreso del Estado de Veracruz no señaló
los motivos o circunstancias que consideró para arribar a la
conclusión de que debía prohibir las peleas entre animales
(tácitamente las peleas de gallos), cuando antes se encontraban
permitidas en el mismo ordenamiento legal con lo cual se vulnera
la garantía de fundamentación y motivación prevista en el
artículo 16 constitucional.

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II. Sentencia de amparo indirecto

Al responder los argumentos de los quejosos, el Juez de Distrito


expuso en síntesis las siguientes consideraciones en la sentencia de
amparo:

(1) Incompetencia del Congreso del Estado de Veracruz. El


argumento sobre la incompetencia del Congreso del Estado de
Veracruz para regular las peleas de gallos es infundado. La
quejosa parte de una premisa falsa al considerar que la Ley a la
Protección de los Animales para el Estado de Veracruz invade la
esfera de competencia legislativa del Congreso de la Unión. No
obstante, lo que es materia de regulación federal es el cruce de
apuestas que se dan en las peleas de gallos, pero este elemento
resulta accesorio a ese espectáculo y no un presupuesto de du
existencia. En este sentido, el Congreso del Estado de Veracruz
no legisló en materia de apuestas, juegos y sorteos, sino en
materia de protección animal. En efecto, del artículo 1º de la ley
impugnada se advierte que ésta tiene por objeto proteger a los
animales, garantizar su bienestar, manutención, alojamiento,
desarrollo natural y salud, así como evitar el maltrato, la
crueldad, el sufrimiento y la deformación de sus características
físicas. En consecuencia, es incorrecto sostener que la ley
impugnada invade la competencia del Congreso de la Unión para
regular juegos y sorteos en términos de la fracción X del artículo
73 constitucional.

(2) Ausencia de fundamentación y motivación de la ley. El


argumento sobre la falta de fundamentación y motivación del
acto legislativo es infundado. Al reformar la Ley de Protección a
los Animales, el Congreso del Estado de Veracruz actuó dentro
de los límites de las atribuciones que le otorgan los artículos 4º y
73, fracción XXIX-G de la Constitución. Esta última porción
normativa establece una competencia concurrente de la
Federación y las entidades federativas para legislar en materia
de protección al ambiente, preservación y restauración del
equilibrio ambiental, mientras que el artículo 4º constitucional
establece el derecho a un medio ambiente sano. En este sentido,
es irrelevante que el Congreso del Estado de Veracruz no haya
expresado precepto alguno de la Constitución para justificar su
competencia, puesto que la fundamentación de un proceso
legislativo se cumple con el hecho de actuar dentro de los límites
de las atribuciones conferidas constitucionalmente. En relación
con la exigencia de motivación tratándose de una ley, basta que
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el legislador considere necesario regular jurídicamente
determinadas relaciones sociales, situación que se deprende de
la exposición de motivos. Por lo demás, no es exigible una
motivación específica para justificar la prohibición de las peleas
de gallos, de tal manera no resultaba indispensable que se
realizara un análisis de afectación a la actividad económica, ni un
estudio especializado en materia de peleas de gallos.

(3) Ausencia de prohibición constitucional. El argumento sobre el


derecho a llevar pelear de gallos derivado de la ausencia de una
prohibición constitucional es infundado. Aunque ni la
Constitución Federal ni la Constitución de Veracruz prohíben
expresamente las peleas de gallos, lo cierto es que tampoco
existe un permiso constitucional al respecto. En cambio, el
artículo 4º constitucional establece el derecho a un medio
ambiente, para el adecuado desarrollo y bienestar de toda
persona, de tal modo que atendiendo a la eficacia horizontal de
los derechos humanos la obligación correlativa también se dirige
a los gobernados.

(4) Libertad de trabajo. El argumento sobre la violación a la libertad


de trabajo es infundado. El artículo 5º constitucional establece el
derecho de las personas a dedicarse a la “profesión, industria,
comercio o trabajo que le acomode, siendo lícitos”. En este
sentido, la libertad de trabajo no es absoluta, puesto que deben
satisfacerse ciertas condiciones en su ejercicio, entre las que se
encuentra la licitud de la actividad que se pretende realizar.
Ahora bien, los artículos impugnados no impiden ni establecen
restricción alguna respecto a desarrollar o dedicarse a una
profesión o actividad lícita como lo establece el artículo 5º
constitucional. La materia de la regulación consiste en la
protección a los animales, lo que redunda en la protección del
medio ambiente.
En este caso, el derecho fundamental a un medio ambiente
sano, en su vertiente de protección a la biodiversidad, tiene un
peso de mayor relevancia que la libertad individual para
dedicarse a una actividad, por lo que una restricción de esa
naturaleza se encuentra justificada y, por ende, es claro que no
se vulnera el derecho a la libertad de trabajo. En consecuencia,
tampoco se atenta contra el principio de progresividad contenido
en el artículo 1º constitucional porque la reforma tiene como
finalidad incrementar el grado de tutela del derecho humano a un
ambiente sano, lo cual redunda en un beneficio de la
colectividad, sin que se advierta alguna afectación desmedida a
otro derecho humano, de conformidad con lo dispuesto en la
tesis de la Segunda Sala de rubro “PROGRESIVIDAD DE LOS

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DERECHOS HUMANOS, CRITERIOS PARA DETERMINAR SI
LA LIMITACIÓN AL EJERCICIO DE UN DERECHO HUMANO
DERIVA DE LA VIOLACIÓN A AQUÉL PRINCIPIO.”

(5)Derecho a la cultura. El argumento sobre la violación al derecho


a la cultura es infundado. El artículo 4º constitucional establece
el derecho al acceso, promoción, difusión, respeto y protección
de la cultura en su sentido más amplio. No obstante, este
derecho encuentra ciertos límites, como su relación con el
ejercicio de otros derechos. Así, carecería de legitimidad
constitucional que bajo el auspicio de una expresión o
manifestación cultural se atentara contra otra serie de derechos
también protegidos constitucionalmente. De esta manera, si el
legislador consideró necesario la prohibición de peleas de
animales para proteger el derecho al medio ambiente —también
previsto en el artículo 4 constitucional—, es claro que la
prohibición reclamada no transgrede el derecho a la cultura,
pues esta libertad se encuentra acotada, entre otras cosas, a
que no afecten otros derechos. Por lo demás, es importante
señalar que la prohibición de peleas de animales está
relacionado directamente con la protección del medio ambiente,
como se desprende de la Declaración Universal de los Derechos
de los Animales, adoptada por la Liga Internacional de Derecho
del Animal y aprobada por la Organización de las Naciones
Unidas para la Educación la Ciencia y la Cultura y
posteriormente por la Organización de las Naciones Unidas, que
si bien no es vinculante, de ella se desprenden una serie de
principios que son orientadores para los países miembros.

(6) No afectación a la preservación animal. El argumento sobre la


no afectación a la preservación animal es infundado. No es un
punto controvertido en el juicio de amparo que con motivo de la
prohibición se ponga en peligro la preservación de los gallos de
pelea, ni menos la existencia de criadores especializados que
cuidan de estas aves desde su nacimiento, crecimiento, madurez
y reproducción. Las normas reclamadas tienen el objeto de
establecer un mecanismo para proteger y garantizar un trato
respetuoso a los animales que se emplean en peleas de gallos,
con lo cual se tiende a proteger el derecho fundamental a un
medio ambiente sano, en su vertiente de protección a la
biodiversidad, reconocido en el quinto párrafo del artículo 4º de la
Constitución. En este sentido, es evidente que las peleas de
gallos son una actividad en la cual “se incita, obliga y coacciona
al gallo de combate para dañar, lesionar, mutilar o provocar la
muerte de otro gallo”, acciones que indudablemente encuadran
dentro del concepto de maltrato” [sic].
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(7) Garantía de audiencia y derecho a la propiedad. Los
argumentos sobre la violación a la garantía de audiencia y el
derecho a la propiedad son inoperantes porque los quejosos
parten de una premisa falsa. Las disposiciones impugnadas no
versan sobre la propiedad de las aves, sino que su objetivo es
impedir la crueldad animal, a fin de fomentar una cultura en favor
del medio ambiente, por lo que no es factible afirmar que se
violenta el derecho de propiedad establecido en el artículo 27 de
Constitución y el artículo 21 de la Convención Americana sobre
Derechos Humanos y menos aún que se transgreda el artículo
14 constitucional.

(8) Afectación económica. El argumento sobre la violación a la


libertad económica es inoperante. Las consideraciones sobre
las afectaciones económicas que genera la prohibición de las
peleas de gallos son simples afirmaciones sobre situaciones o
circunstancias individuales o hipotéticas, toda vez que no existen
medio de prueba que corrobore tales afirmaciones. En
consecuencia; el argumento sobre la inconstitucionalidad de las
normas impugnadas es inoperante porque no puede sustentarse
en situaciones particulares o hipotéticas, de conformidad con la
tesis jurisprudencial de rubro “CONCEPTOS DE VIOLACIÓN Y
AGRAVIOS. SON INOPERANTES CUANDO TIENDEN A
DEMOSTRAR LA INCONSTITUCIONALIDAD DE ALGÚN
PRECEPTO, SUSTENTÁNDOSE EN UNA SITUACIÓN
PARTICULAR”.

(9) Derecho a la igualdad y no discriminación. Finalmente, el


argumento sobre la vulneración del derecho a la igualdad y no
discriminación también es infundado. No se advierte una
trasgresión a este derecho fundamental porque la prohibición de
efectuar peleas de animales es de carácter general, de tal
manera que no se limita a las peleas de gallos. Si bien es cierto
que quedaron excluidas de la aplicación de la reforma de la Ley
de Protección a los Animales para el Estado de Veracruz varios
espectáculos —tauromaquia, faenas camperas, carreras de
caballos, charrería y jaripeos—, éstos no pueden considerarse
equiparables a las peleas de gallos, puesto que en estas últimas
el actor principal es el animal (los gallos combatientes), mientras
que en las restantes es necesario un elemento humano que
requiere de destreza para que pueda participar en el
espectáculo. En consecuencia, el trato diferenciado está
justificado porque no se está en presencia de situaciones
similares. Por lo demás, es importante advertir que la distinción
legislativa impugnada no se apoya en ninguna de las categorías
sospechosas previstas en el artículo 1º constitucional.
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III. Recurso de revisión

En contra de la sentencia del juzgado de distrito, los recurrentes


plantearon los siguientes argumentos:

(1) Incompetencia del Congreso del Estado de Veracruz. El


argumento del Juez de Distrito en el sentido de que no hay una
invasión de competencia es incorrecto. Aunque el ejecutivo
federal no regula las peleas de gallos, la fracción II del artículo
63 del Reglamento de la Ley Federal de Juegos y sorteos las
contempla como un espectáculo permitido en fiestas patronales,
de tal manera que una norma de menor jerarquía no las puede
eliminar. Por otro lado, si bien en la sentencia de amparo se
señala que el Congreso del Estado de Veracruz actuó dentro de
los márgenes que establecen la fracción XXIX-G del artículo 73 y
el artículo 4º constitucional, se debió justificar por qué las peleas
de gallos afectan el derecho al medio ambiente, pues en realidad
contribuyen a generar la reproducción y crecimiento controlado
de este tipo de aves.

(2) Ausencia de fundamentación y motivación. La respuesta


dada por el Juez de Distrito al argumento sobre la falta de
fundamentación y motivación de las normas impugnadas es
incorrecta. Como es sabido, no basta precisar un artículo para
tener por fundamentado el acto de autoridad. En el caso
concreto, la fracción XXIX-G del artículo 73 y el artículo 4º
constitucional se refieren al derecho al medio ambiente y a la
competencia concurrente en materia de preservación y
restauración del equilibrio ecológico, mientras que las normas
impugnadas versan sobre la protección animal, sin que exista
una correlación entre ambas cosas. En consecuencia, aunque se
citen los artículos en cuestión, los mismos no son acordes con el
acto legislativo efectuado. Por otro lado, los argumentos
utilizados en la sentencia sobre la motivación de las normas
impugnadas también son incorrectos, puesto que la simple
mención sin sustento alguno de consideraciones subjetivas de
ninguna forma justifican legalmente la reforma que se impugna.
En esta línea, también es incorrecto que el Juez de Distrito
señale que no es exigible una motivación específica a efecto de
justificar el porqué de la prohibición de las peleas de gallos.
Dado que antes de la reforma las peleas de gallos estaban
permitidas, se actualiza la máxima legal que establece que las

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autoridades no pueden revocar sus propias determinaciones,
sino en aquellos casos en que se hayan dictado en
contravención a la ley, lo exija el interés público o hayan
desaparecido las causas que lo motivaron.

(3) Ausencia de prohibición constitucional. La respuesta dada al


argumento sobre la ausencia en la Constitución de una
prohibición a las peleas de gallos es incorrecta. El Juez de
Distrito dejó de observar el principio general del derecho que
establece que para los ciudadanos todo lo que no está
legalmente prohibido está permitido, siendo que además la Ley
de Juegos y Sorteos permite las peleas de gallos. Por lo demás,
la sentencia no precisa cómo las peleas de gallos afectarían el
medio ambiente o provocarían un daño o deterioro ambiental.

(4) Libertad de trabajo. La respuesta dada al argumento sobre la


violación a la libertad de trabajo es incorrecta. Si bien las normas
impugnadas no prohíben llevar a cabo una actividad laboral, al
prohibir las peleas de gallos se está terminando con la industria
que rodea esta actividad. Por otro lado, si bien la libertad de
trabajo establece como requisito la licitud de la actividad, las
peleas de gallos eran lícitas antes de que se prohibieran.
actividad gallística. En este sentido, en la sentencia de amparo
no se explica cómo es que prohibir las peleas de gallos puede
traer un beneficio a la sociedad. En consecuencia, sí se vulnera
el principio de progresividad desde el momento en que las
normas impugnadas ponen por encima del ser humano el
maltrato animal.

(5) Derecho a la cultura. La respuesta dada por el Juez de Distrito


respecto de la vulneración del derecho a la cultura es incorrecta.
En la sentencia de amparo no se precisa de qué manera la
prohibición de las peleas de gallos es una medida para la
protección del derecho al medio ambiente. Así, las normas
impugnadas sí vulneran el derecho a la cultura, puesto que las
peleas de gallos no afectan de manera general a la sociedad ni
el medio ambiente en particular, máxime que la existencia de
estas aves jamás se ha puesto en riesgo con este tipo de
eventos culturales, como lo son las peleas de gallos. Por lo
demás, la alusión que hace la sentencia de amparo a la
Declaración Universal de los Derechos de los Animales es
incorrecta. Dicho instrumento internacional tiene como finalidad
proteger la existencia de especies animales, cuando en realidad
con las peleas de gallos de ninguna manera se pone en riesgo
dicha especie.

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En este sentido, los galleros son los más preocupados en
preservar dicha especie animal. En México, las peleas de
animales se realizan desde hace más de quinientos años y lejos
de verse amenazada la especie, se ha visto mejorada con el
surgimiento de nuevas razas. Así, la actividad gallística no ha
tenido la intención de exterminar ninguna especie animal, y si
bien es cierto que en las peleas de gallos uno de los
contendientes muere, no existe crueldad alguna porque los
animales pelean por instinto. Por lo demás, no hay que perder de
vista que la muerte del gallo en un espectáculo público genera
un caudal económico que beneficia muchas familias, lo cual
debe tener más peso que el argumento de que los animales
tienen derechos.

(6) No afectación a la preservación animal. La respuesta dada


por el Juez de Distrito al argumento sobre la no afectación a la
preservación animal es incorrecta. Si bien las normas
reclamadas tienen como objeto la protección animal, no puede
desconocerse que dichas normas atentan contra la cultura del
pueblo mexicano y la economía de la industria gallística. Por otro
lado, es inexacto que en las peleas de gallos se incita, obliga y
coacciona al gallo para lesionar o provocar la muerte de otro
gallo, ya que en realidad ellos pelean por instinto. En este
sentido, tampoco se actualiza un maltrato de estas aves porque
el gallero sólo lo alimenta, protege y prepara para el combate.

(7) Garantía de audiencia y derecho a la propiedad. La


calificación de inoperante del argumento sobre la vulneración del
derecho a la propiedad y la garantía de audiencia es incorrecta.
La esencia del argumento planteado en la demanda de amparo
no es la propiedad de las aves de combate, sino la limitación del
ejercicio del derecho al uso y goce de esos bienes. Dicha
limitación se actualiza al prohibir las normas impugnadas las
peleas de gallos, siendo ésta la principal actividad para la que se
utilizan las aves de combate.

(8) Afectación económica. La calificación de inoperante del


argumento sobre la vulneración de la libertad económica es
incorrecta. El Juez de Distrito dejó de apreciar que hechos
notorios que no necesitan medios de prueba, ya que si bien no
se puede acreditar numéricamente la derrama económica que
trae aparejada la industria gallística de México, también lo es
que con mediana inteligencia se pueden determinar todos los
sectores económicos que inciden en la industria gallística, de
modo que la reforma impugnada atenta contra la obligación del
Estado de velar por todas las actividades que representan una

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actividad económica, contemplada en el artículo 25
constitucional.

(9) Derecho a la igualdad y no discriminación. La respuesta dada


por el juez De Distrito al argumento sobre la vulneración del
derecho a la igualdad y no discriminación es incorrecta. Las
normas impugnadas tienen la finalidad persiguen evitar la
crueldad animal. En este sentido, en los espectáculos
relacionados con la tauromaquia, faenas camperas, carreras de
caballos, charrería y jaripeos, los animales sufren maltrato,
crueldad, sufrimiento y hasta la muerte, la cual les es provocada
por el ser humano en una clara ventaja contra el animal, sin que
se pueda decir lo contrario. En consecuencia, no existe ninguna
diferencia entre estas actividades y las peleas de gallos.
Asimismo, es inexacto que en las peleas de gallos no
intervenga el ser humano, puesto que como se precisó en el
escrito de demanda, desde que el huevo es escogido para su
incubación participa la experticia del hombre, la cual continúa en
su desarrollo y preparación física. Finalmente, contrariamente a
lo que se sostiene en la sentencia de amparo, las normas
impugnadas sí trazan una distinción por “grupo social”, puesto
que los “galleros” son grupos de personas que se dedican a
organizar peleas de gallos como una de sus principales
actividades, la cual está siendo mermada con la reforma que se
impugna, en un claro acto de discriminación.

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