Razones Arquitectónicas de La Basílica Del Pilar

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Razones arquitectónicas de la Basílica del Pilar

José Manuel Chamorro Navarro*


«Yo estaba presente cuándo Dios dispuso los
cielos y trazó un círculo sobre la faz del abismo»
(Prov. 8, 27; cf. Job 26, 10).

En las aproximaciones orientadas a establecer la concepción


arquitectónica e iconológica de la Basílica del Pilar, me dirigí inicial y preferentemente
a su centro, que en este caso es la columna o "Pilar". Pensando en la posibilidad de que,
además de haber sido utilizado como gnomon1, pudiera haber servido como unidad de
medida. Después de hacer los cálculos pertinentes sin encontrar resultados precisos
que corroboraran esta hipótesis, la investigación se dirigió a buscarlas entre sus
implicaciones simbólicas cualitativas, dónde sí se encontraron, sobre todo la de su
figuración como eje y puente Cielo-Tierra.
La postura inicial adoptada fue pensar que el valor del arte sagrado, y en este caso el
de la arquitectura basilical, está basado en su actitud de expresar ideas más allá de las
posibilidades a las que se limita el lenguaje corriente, lo cual es la propia razón de ser de
todo simbolismo. Por lo tanto, todo, hasta en los menores detalles, debe estar en él
determinado por esta consideración y subordinado a este fin, sin ningún añadido inútil,
desprovisto de significado o destinado a desempeñar un papel simplemente "decorativo"
u "ornamental”.
Por lo tanto debemos considerar que en la Basílica del Pilar, casi todo, conjunto o
detalle, tiene significado, y este significado se nos transmite por mediación del símbolo.
Aquí habría que referirse a que las propias palabras que designan el ornamento o la
decoración, en las civilizaciones tradicionales, indican algo que es el acabado de la obra
con vistas a su uso apropiado y en este caso como apoyo a la contemplación.

Una de las pistas inductoras al desarrollo de la tesis fue precisamente la


observación del báculo de San José que permanece en la capilla de su mismo nombre.
Este cayado simboliza el florecimiento de la esperanza mesiánica, además de constituir
una divisa del constructor, en este caso del carpintero San José.

Otra de las pistas fue que la proporción arquitectónica de la planta del templo
obedece a la guía y tutor que es el "Pilar" mismo. De tal forma que en la exploración
de razones proporcionales que inspiraran la construcción de la Basílica, topé con varias

1
Gnomon: una de sus acepciones define al cayado de los augures, utilizado para “in-augurar” un templo
o ciudad. Se comenzaba por centrar y trazar el círculo entorno al gnomon, posteriormente con la sombra
del sol se determinaban los ejes E-W (Decumanus) y N-S (Cardo), y así mismo se trazaba el cuadrado
inscrito en el círculo. Titus Burckhardt ,Principios y métodos del Arte Sagrado ,
Un gnomon también es, según Aristóteles, toda figura cuya yuxtaposición a una figura dada produce
una figura resultante semejante a la figura inicial.
El Pilar o columna de jaspe mide 25cm de diámetro y tiene un fuste de 8 diámetros. Según las medidas
que realizó J. Yarza en 1756, la columna tiene 10 palmos y 2 dedos, o sea 1,95 metros. El palmo aragonés
es igual a 0,1909 m. y el dedo a 1,74 cm. Otra fuente bibliográfica dice que la columna mide 1,77 m.

1
fuentes distintas y confluentes. Todas ellas se encuentran entre los símbolos esenciales y
fundados en la naturaleza misma de las cosas. En la Basílica se encuentran símbolos de
orden cosmológico y símbolos de orden teológico
Con respecto al simbolismo teológico, el pilar representa una abstracción del
árbol genealógico de Jesucristo. Después y desde el punto de vista cosmológico, las
relaciones numerales y geométricas expresan una forma del proceso secuencial de la
cosmogonía, en el que valiéndose de figuras geométricas se puede mostrar cómo una
unidad absoluta puede volverse multiplicidad y diversidad, recreando
arquitectónicamente el misterioso paso del uno al dos, intentándolo hacer
simbólicamente visible, de forma similar al proceso ontogénico en que una célula viva
se convierte en dos.
También existen motivaciones que hicieran vincular la Basílica del Pilar a la
arquitectura paradigmática de tradición clásica, que en el siglo XVII mantenían mucho
prestigio, como el templo de Diana de Éfeso, maravilla del mundo antiguo que pudiera
haber determinado las medidas y la proporción arquitectónica. Así mismo la
sorprendente semejanza con la Basílica de San Juan de Éfeso, pues solo ella presentaba
también once cúpulas y dos de ellas elípticas.
Sin embargo más allá de los modelos arquitectónicos que pudieran, por su prestigio,
haber tutelado la Basílica del Pilar, como en este caso una de las siete maravillas, están
los arquetipos, los prototipos y modelos significativos y tradicionales de la arquitectura.
El estudio sobre la Basílica del profesor J. F. Esteban apunta, entre otras cosas, a la
organización del Templo en base a la raíz cuadrada de dos.

Arbol Genealógico y Lignum Crucis

Desde el punto de vista de la escatología, la Historia comienza con Adán y


termina con Cristo, "segundo Adán". Atendiendo a las fuentes bíblicas, si contamos
los descendientes de Adán hasta Jesús, como si fuera una catena aúrea, o árbol
genealógico, comprobaremos que hay diez desde Adán hasta Noé, otros diez hasta
Abraham y cuarenta y dos hasta Jesús (Gen. 5, 1-32; 11, 10-31; Mateo 1, 1-17). En
total suman sesenta y dos ramas genealógicas de este "Pilar" o árbol de la Ciencia que
nos lleva al árbol de la Vida.
Tanto en los tratados talmudistas como en la exégesis de los Padres de la
Iglesia, el Libro o Torah es llamado el Árbol de la Vida. Quizás esta semejanza sea más
ostensible al verlo, como antiguamente, representado como un rollo de pergamino, pues
éste presenta un eje sobre el que discurre, como una serpiente, el texto. Pues bien este
texto nos cuenta la historia sagrada, y en hebreo como en español contar y narrar tienen
vocablos homónimos que relacionan la narración con los números, en hebreo la raíz sfr
significa: numerar, contar, explicar, instruir. Esta raíz interviene en la palabra sefirá,
que se vincula con cifra y zafiro.
En la Torah o Pentateuco la primera letra del Génesis es la bet /b/ de běrešhit
(en el principio) y la última del Deuteronomio es la lamed /l/ de Yišra’̉el. De tal forma
que, como dice el exégeta de la Biblia, Mario Satz, estas dos letras configuran la
palabra LeB que significa corazón y, como tal, anima de principio a fin toda la
Escritura. Si, como hemos dicho, distinguimos estas dos letras como si fueran cifras,
contaremos 32, número lo suficientemente significativo como para determinar la

2
cantidad de franjas del taled2 o manto de oración de los hebreos. Podemos comprobar
que el Sefer Yeşirah o Libro de la Generación empieza de la siguiente manera: «En
treinta y dos vías secretas de Sabiduría, Dios, santificado sea su Nombre, estableció y
creó su Mundo». Vemos que el "corazón" está en el centro de las diez esferas del árbol
sefirótico.

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Taled o talit es un manto rectangular del tamaño de una frazada con flecos (heb.: tzitzit) en sus
extremos, como se ordena en Números 15:38-41. Los talitot generalmente son blancos y están hechos de
lana, algodón o seda, suelen tener 32 franjas, generalmente azules. Los flecos son hechos de cuatro hebras
comunes anudadas de acuerdo a una forma prescrita. La bandera del Estado de Israel se basa en el diseño
de este manto.

3
Desde la época judeo-cristiana, el cristianismo ha reconocido la existencia de
un profundo vínculo metafísico entre la cruz de Jesucristo y el Árbol de la Vida. Al unir
Alfa y Omega, pasado y futuro, el Árbol de la Cruz se alza entre el Árbol de la Vida
en el Paraíso y el Árbol de la Vida del mundo venidero. Es así como el árbol que
provocó la caída del hombre es también fuente de su redención.
Con estos antecedentes simbólicos no nos debe extrañar que la proporción
arquitectónica de la Basílica del Pilar esté "basada" por la “razón” que surge de dividir
las 62 generaciones que discurren desde Adán hasta Cristo por el número vinculante 32
del corazón. Si observamos el recubrimiento de plata de la columna de la Virgen,
reconoceremos el corazón en el centro de un árbol repujado.
Este Sagrado Corazón, además del intelecto, simboliza el Amor, que es
causa y representación del misterioso enhebramiento de la Encarnación. Y así como en
el tradicional "camino rojo del corazón" de los nativo-americanos, se podría imaginar
como un hilo que engarzando generaciones, como bolsas de tabaco o como perlas de
sabiduría en la tradición sufí, reuniría al primer Adán con Cristo o segundo Adán,
realizando de esta forma la unión del Tiempo con la Eternidad.

Leyendo las obras de de los Santos presentes en la Santa Capilla, en este


caso las observaciones de Beato de Liébana cuando subraya la importancia de los
cálculos para comprender las Escrituras, en el libro IV de In Apocalypsin, reiterando así
las observaciones de San Isidoro en las Etimologías III, 4: «Es cierto, según la tradición
de las santas Escrituras, que por medio del número se deduce todo el ordenamiento de la
Iglesia. Pues por el número somos instruidos para no equivocarnos. Quita al mundo el
cómputo y todo queda envuelto en la ciega ignorancia. Y no puede diferenciarse de los
restantes animales el que desconoce la noción del número››.
Remitiéndonos a los Salmos, en los que el número de versículos tienen un
significado, nos encontramos que el Salmo 22, que empieza con el verso “¡Dios mío,
Dios mío! ¿Porqué me has abandonado?”, presenta un total de 32 versículos.
Providencialmente este Salmo anticipa las últimas palabras que Jesús exclama elevado
en el Árbol de la Vida, donde ofrece su corazón como fruto y fuente de la inmortalidad
de la que mana agua y sangre. Toda esta escena la iconografía tradicional la representa
sobre la calavera de Adán. Y precisamente en este Salmo 22, más adelante se dice:
‹‹¡Viva su corazón eternamente!››
Estas elucubraciones también han sido apoyadas, o más bien han sido
cubiertas por la figura de San Jerónimo, que, junto a los ya nombrados, se encuentra
presente entre las 32 esculturas, que rodeando el Pilar, presiden la cúpula de la Santa
Capilla.
En sus Comentarios al Evangelio de Mateo, San Jerónimo clarifica ciertas
indeterminaciones concernientes al número de generaciones, pues si tenemos en cuenta
que en Mateo 1, 17 se dice: ‹‹Así pues son catorce todas las generaciones desde
Abraham hasta David, catorce las de David hasta la deportación a Babilonia, catorce
desde la deportación a Babilonia hasta Cristo››, deduciremos que hay 3 x 14 = 42
generaciones desde Abraham hasta Cristo, y sin embargo contamos 41, por lo que San
Jerónimo comenta: ‹‹ Después de la deportación a Babilonia Jeconías engendró a
Salatiel. Si queremos colocar a Jeconías al final de la serie precedente de catorce, en la
siguiente no habrá catorce nombres sino trece. Sepamos, pues, que el primer Jeconías es
el mismo que Joaquín y que el segundo es el hijo y no el padre. El nombre del primero
se escribe con C y M, el del segundo con Q y N. El error de los copistas y el largo
tiempo transcurrido provocaron esta confusión en los griegos y en los latinos››.

4
Acechando estas materias, sobre todo la incógnita de la división en tres partes
de las generaciones, he encontrado unos indicios que podrían intervenir en su
aclaración. En Hebreo la palabra trinidad, terciar, triplicar se escribe (ŠLŠ) ‫ שלש‬, raíz
de la palabra cadena, serie, engarzamiento (‫)תלשלש‬, también de árbol genealógico (‫תלש‬
‫ )לש ןיסחי‬y de insertar (‫)לשלש‬. En la tradición sufí se utiliza el término emparentado al-
silsila que, también significando la cadena, designa la continuidad de la filiación
espiritual a partir del Profeta. Ibn-Arabí de Murcia desarrolla esta idea de la transmisión
espiritual o baraka, en su tratado Los Engarces de la Sabiduría, vinculando a Mahoma
con Adán a través de Jesús.
Estas consideraciones han propiciado el diseño de este árbol
genealógico del Justo, que como dice el salmo 92, 13 “Florecerá como la palmera”. En
la figura 1 vemos representada cada generación con un triángulo, la palabra triángulo en
hebreo se escribe ‫שילש‬, de la misma forma que triplicar más el añadido de una iota.
Su valor numerológico es 640, el mismo que el de la Palmera -tamar (‫)רמת‬- y
Sol -šamaš (‫)שמש‬-. Sobre este asunto nos puede orientar y dar luz, aunque parezca una
digresión, el hecho de que el ideograma chino para la palabra “oriente” se representa
mediante un sol en un árbol y para la palabra “luminoso” mediante un sol sobre un
árbol. Podemos evidenciar así el paralelo simbólico con la “Mujer vestida de Sol” sobre
el tronco, Árbol de la Vida o Pilar. Conviene añadir para esclarecer lo que se podría
llamar semiología ideogramática que tanto en la escritura china como japonesa la idea
de «amor» se representa mediante el pictograma de una mujer y un niño. (fig. nº 5).
Para representar el descenso de este sol por las 62 ramas o generaciones, éstas han
sido figuradas por triángulos rectángulos articulados. El triángulo idóneo me parece el
llamado por la antigüedad ‹‹Triángulo Sagrado›› o diofántico, de lados respectivamente
proporcionales a los números 3, 4 y 5. Esta figura, para el pensamiento tradicional,
simbolizaría geométricamente el equilibrio entre la voluntad y la providencia por un
lado, y el destino por otro.
Este triángulo es ensalzado en un opúsculo célebre llamado Tcheu pei, que
significa ‹‹gnomon››. El Tcheu pei resume las enseñanzas matemáticas de la escuela de
cosmografía china llamada Escuela del Dosel Celeste, en la que se dice que las
dimensiones celestes pueden ser conocidas gracias al gnomon de 8,1 pies y a la
escuadra 3, 4, 5.

La razón proporcional de la planta, determinada por las medidas que


aparecen en documentos contemporáneos de la construcción, responde al número 1,93;
añado como ejemplo el memorial que el arzobispo envía al monarca Carlos II el 29 de
junio de 1700, en el que dice:
‹Y inmediatamente, sin perder tiempo, la hice poner en execución con la dirección
de los Maestros del primer crédito de esta ciudad, y sin levantar la mano se ha obrado
con tanto adelantamiento en los cuatro años siguientes hasta ahora, que se han
enmendado, y aumentando los cimientos, que se habían fabricado en dha. línea de la
Ribera del Rio conforme a la nueva Planta, y se hicieron de nuevo los demás cimientos
de dha. tirantez, ó línea y los de las Torres que la terminan y de los estrivos, y Capillas
interiores arrimadas a ella, siendo esta tirantez ó línea de 677 palmos. -Y se han hecho
también los cimientos de la línea que está al pie de la Iglesia, y los de la 3ª Torre que la
termina, con los de los estrivos y Capillas que están en ella, cuya tirantez tiene 349
palmos. - Y los de la línea que cae a la Pza. del Pilar hasta encontrar con la Iglª antigua,

5
y los de los Estrivos y Capillas que arriman a esa tirantez. Y assi mismo se han hecho
los cimientos de 8 columnas o machones de las naves›. 3
Es por tanto la planta colegiada la que se declara eficaz en la construcción del templo.
Así pues podemos ver que la razón o proporción de la planta, corresponde a la que
hemos aludido de dividir 62/32 = 1,93, la misma de dividir 677/349 = 1,93.

Referencia a Templos arquetípicos y prestigiosos

Otra curiosidad histórica que podría tener carácter significativo es la semejanza


de esta Basílica con la que, según Sor María de Jesús de Agreda en su Mística Ciudad
de Dios, se destruyó en Éfeso al llegar allí la Virgen María, concretamente el
Artemision. Este templo considerado una de las siete maravillas del mundo antiguo y el
único dedicado a una diosa maternal y virgen, (tenía según testifica Plinio en su
Historia Natural XXXVI, 96b) unas medidas de 220 por 425 pies, lo que nos da la
razón de 1,93. Conocemos el interés dedicado por Villalpando, Tempesta, Covarrubias,
A. Kircher y Juan Caramuel a estos templos legendarios y llenos de prestigio. Siendo
concretamente Caramuel la personalidad que, treinta años antes que Leibniz, describe el
sistema binario de numeración, denominándolo el más natural o conforme a la
naturaleza de las cosas, y además estaba interesado en el lenguaje cifrado, asunto en el
que está implicada la Basílica del Pilar.
Para compararlos operemos asignando al palmo la medida de 0,1909 m. y el
pie la de 0,304 m. El resultado de la multiplicación con las medidas respectivas de las
plantas de los templos es tal que advertiremos que miden prácticamente lo mismo (fig.
nº 2).
677 x 0,1909 m. = 129,23 m.
349 x 0,1909 m. = 66,62 m. Pilar 129,2 x 66,6 metros

425 x 0,304 m. = 129,2 m.


220 x 0,304 m. = 66,8 m. Artemision 129,2 x 66,8 metros

Las investigaciones de Mons. Devoucoux sobre el papel de la guematria 4


en la arquitectura sagrada han sido una corroboración decisiva a este respecto. Mons.
Devoucoux demuestra que los templos de Jano y de Cibeles estaban construidos
conforme a las reglas de la guematria, al igual que el templo de la Artemisa de Éfeso,
asimilada tardiamente a Isis. En este edificio, la longitud y la anchura, de 425 y 220
pies, respectivamente, correspondían a la invocación: Isis ei is (Eres poderosa,
oh¡ Isis). Esta concepción arquitectural tenía tal importancia que pasó a los
constructores y pensadores cristianos de los primeros siglos.

3 3
La Intervención de Ventura Rodriguez en el Pilar; Ricardo Usón García; Colegio de Arquitectos de
Aragón
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Guematria o gematria es el procedimiento utilizado por los exégetas bíblicos hebreos, llamados
cabalistas, por el que se pueden hacer corresponder las letras con los números, de tal forma que palabras
con el mismo valor numerológico estarían vinculadas semánticamente.

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Geometría de la Planta Basilical
En la Basílica del Pilar se encuentran varias figuras ornamentales que
probablemente, además de tener carácter significativo, representen una clave de su
concepción geométrica. Esta figura consiste en la repetición de un cuadrado inscrito en
otro cuadrado, de tal forma que se encuentran relacionados por la raíz cuadrada de dos.
Esta figura se puede encontrar en la base de las nervaduras de la cúpula central, en los
pináculos que rematan las fachadas y en las puertas de bronce que acceden a la cripta

El filósofo Platón en el Menón, Utiliza esta imagen geométrica para aventurar


su teoría del conocimiento como recuerdo. La obra se articula en torno al diálogo entre
Sócrates y Menón en el que se intercala la intervención de un esclavo para confirmar
experimentalmente el conocimiento como recuerdo.
El carácter significante del cuadrado está determinado por el hecho de que
cualquier número multiplicado por si mismo es un cuadrado. En la convención
aritmética la multiplicación se expresa mediante una cruz en aspa, y ese símbolo gráfico
es en sí mismo una definición justa de la multiplicación. De tal forma que se podría
decir que una entidad tangible y mensurable cobra existencia como resultado de un
cruce. Por lo tanto el cruce es un acto arquetípico que el cuadrado representa
perfectamente. En el caso del cuadrado inscrito en otro mayor, su área es la mitad,
equivalente al resultado de partirlo por su diagonal. Así el cuadrado y su diagonal
expresan la creación del dos a partir de la unidad representada por el cuadrado inicial, y
la consiguiente proliferación del número en secuencia geométrica.
El cuadrado dividido por su diagonal constituye un modelo
arquetípico de las proporciones geométricas y de las progresiones del tipo; 1: √2 = √2:
2, en que cada término o razón es multiplicado por un valor constante obteniendo los
siguientes términos de la progresión. En este caso la proporción (1 /raíz cuadrada de 2)
representaría el “pilar” o centro fijo e inmutable que generaría el componente
expansivo o progresión. De tal forma que, como en la alquímica relación entre lo fijo

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y lo volátil, existe análogamente la relación entre la proporción y la progresión,
representando una clave para la interpretación geométrica de la Basílica del Pilar.
Podemos inferir de esto que el “Pilar” simbolizaría la inmutabilidad y
permanencia de los principios generativos, así como su vinculación principal al Cielo,
lugar de su verdadera morada y origen, todo ello en conformidad con lo que nos cuenta
la tradición sobre el transporte y fijación por los ángeles de la columna.
Intentaremos explicar esta concepción, aunque el diagrama o figura nº 4 resulte
más explícita. La relación entre el lado y la diagonal de cada cuadrado, y la de cada
cuadrado con el siguiente cuadrado mayor, es idéntica a la del cuadrado primero con el
cuadrado segundo.
Si llamamos raíz al lado del cuadrado se podría formular así: raíz/diag.=
diag./raiz 1/raíz cuadrada de 2 es igual a raíz cuadrada de 2/2. ( 1/√2 = √2/2 )
Este tipo de progresión se llama ‹‹progresión geométrica››, en que el numerador,
multiplicado por el denominador de la segunda relación, es igual a la multiplicación del
numerador de la segunda relación por el denominador de la primera relación. Esta ley
de multiplicación cruzada entre series de numeradores y denominadores sigue siendo
exacta cualesquiera que sean los cocientes de la progresión, ya sean sucesivos o no.
1/√2 = √2/2 = 2/√8 = √8/4 = 4/√32 = √32/8 = 8/√128 = √128/16 = 16/√512 = √512/32

En la contigua figura, el cuadrado y su diagonal expresan la creación del dos a


partir de la unidad, representado por el cuadrado inicial, y la consiguiente proliferación
del número en secuencia geométrica.
En este caso si, como anteriormente dijimos, el número representante del corazón es el
32, y si a las dos diagonales del cuadrado inicial le adjudicamos ese valor,
observaremos como los cuadrados generados progresivamente a cada lado y de forma
simétrica disminuyen en proporción geométrica, 32, 16, 8, 4, 2, 1. Si realizamos la
medición de esta figura florecida y la circunscribimos en un rectángulo, comprobaremos
que sus lados miden, 32 de ancho por 62 de largo. Este número 62 es el resultante de la
suma de los lados de los cuadrados 1+2+4+8+16+16+8+4+2+1=62 .

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De alguna manera este cruce de diagonales de valor 32 podría representar
simbólicamente la intersección de los dos sagrados corazones, corazón redentor y
corazón corredentor, unión en uno de dos sagrados corazones. Estado místico que
algunos han expresado como en el ‹‹Corazón de su Corazón››.
De alguna manera la línea vertical representa el corazón activo y la línea horizontal
el corazón pasivo de la Virgen, pudiendo así simbolizar el “plano de reflexión” o la
“superficie de las aguas” sobre las que se cernía el Espíritu de Dios en el relato bíblico.
Por la operación del agua de la gracia y del fuego del amor, el corazón se purifica
progresivamente hasta que luzca la luz del día; por eso canta el Salmista : "Crea en mi
¡Oh Dios! un corazón puro y renueva dentro de mí un espíritu recto (Salmos LI-12). Por
la misma razón decía Jesús (Mateo V-8): "Bienaventurados los limpios de corazón,
porque ellos verán a Dios".
"...Y os daré un corazón nuevo y un espíritu renovado infundiré en vuestro interior y
quitaré de vuestro cuerpo el corazón de piedra y os daré un corazón de carne". (Ezequiel
XXXVI-26).

Es también sorprendente que el lado del cuadrado de diagonal 32 sea raíz cuadrada
de 512, y este último es el resultante de multiplicar 8.8.8, número que tradicionalmente
se le hace corresponder al nombre de Jesús en griego por ser el resultado de la suma de
las letras que componen ІНΣΟΥΣ Ichtys.
Un adagio católico dice: Lex orandi, lex credendi, y si recordamos que la epístola de
la misa propia de la festividad de la Inmaculada Concepción es el pasaje perteneciente a
Proverbios 8, que figura en el epígrafe y que dice: ‹‹Desde la Eternidad fui creada›› y
‹‹ A su lado estaba yo, como confidente, día tras día le alegraba, y jugaba sin cesar en
su presencia››, estas premisas nos llevan a pensar que María es como la Substancia
Universal, cocreadora.
Otra analogía sobre la función central del corazón en el diseño del Templo es que,
curiosamente, la espiral logarítmica derivada del crecimiento gnomónico basado en la
proporción 1/√2 = √2/2, se encuentra en la naturaleza del molusco bivalvo más
abundante en las costas españolas, concretamente el ‹‹berberecho›› (Cardium edule),
perteneciente a la clase de los cardioides por su forma de corazón, y que vemos
representada así como su esquema en la figura siguiente.

Esta concepción geométrica de la Basílica tiene un paralelo en el simbolismo


bíblico, pues uno de los nombres del Mesías es en hebreo şěmah (‫“ )חמצ‬brote”,
“germen”, “renuevo”, y también crecer, desarrollarse, germinar. Este nombre aparece
en Zacarías 6:10, donde se dice: ‹‹He aquí al varón cuyo nombre es germen, el cual
brotará de sus raíces, y edificará el templo del Creador››.

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San Jerónimo comenta la cita del Salmo LXVII, 7: ‹‹La tierra ha dado su fruto›› en
los siguientes términos: ‹‹Primero ha dado la flor; está dicho en el Cantar de los
Cantares: “Yo soy la flor de los campos; el lirio de los valles”. La flor, después, se
convertirá en fruto para que nosotros comamos su carne. ¿Queréis saber qué es el fruto?
El Virgen, nacido de la Virgen. El Señor, nacido de la Servidora. Dios, nacido del
hombre. El Hijo, nacido de la Madre. El fruto, nacido de la tierra››.
También Fray Luis de León, en su tratado De los nombres de Cristo, comienza con
este nombre, aunque él lo traduce por el término sinónimo ‹‹pimpollo››. En esta obra,
el mismo dice que: “El nombre contiene en su significación algo de lo mismo que la
cosa nombrada contiene en su esencia.” Deducimos de Fray Luis sus profundos
conocimientos hebraicos así como los grecolatinos, por sus reiteradas citas a las
palabras originales del texto hebreo, para explicar mejor tal o cual expresión
escrituraria.
El término hebreo şěmah (‫‹‹ )חמצ‬brote, renuevo›› (sade, men, het), por
aliteración cabalística o temurá se puede transformar en hames (het, men,
sade) , que quiere decir ‹‹levadura››. Recordemos que Mateo 13, 33 dice: “El Reino
de los Cielos es semejante a la levadura”. Teniendo en cuenta que para la tradición
hebrea las letras son números, y las palabras con el mismo valor numerológico están
vinculadas significativamente.
Operando guemátricamente podemos comprobar que las letras componentes de
şěmah son : sade=90; men=40; het= 8; por tanto el valor de su suma es 138.
Este mismo número responde a la guematría de “Hijo de Dios” en hebreo “Ben
Elohim” –)138 =2+50+1+30+5+10+40( -‫םיהלא ןב‬.
Estas consideraciones nos muestran unos elementos teológicos que apoyan la
concepción geométrica de la Basílica del Pilar, en la que el desarrollo de un cuadrado
germinal nos depara una planta rectangular con 1,93 de razón proporcional.

En las imágenes contiguas, además de la yustaposición y superposición de los


templos de Artemisa de Éfeso y del Pilar de Zaragoza, se puede ver el árbol genealógico
de Cristo imaginado como una palmera. Añado un dibujo del báculo de S. José que he
copiado del que aparece en la Basílica del Pilar; en el texto subscrito dice que
perteneció a S. José y fue transportado a Inglaterra por José de Arimatea. Me llama la
atención su trayecto sinuoso suscitando la imagen de un río, por lo que lo comparé al
Ebro viendo que se asemejaban. Me pregunto si dentro del símbolo del cayado, además
de la serpiente, el eje, el árbol de la vida... podría estar representado el río de la
existencia, y al portador como aquél que habiéndola trascendido es capaz de tenerla en
su mano, libre ya de su devenir. Quizás de esa manera el carácter sinusoide y retorcido
lo acentúe, como el cayado que porta el inmortal Shou-lao.
Una curiosidad adicional que podría tener alguna relevancia es el hecho de que Juan
Caramuel, del que pensamos que podría haber suscitado alguna intervención en la obra
del Pilar, escribiera en latín una obra no publicada titulada Hebreus-Hiberus, en la que
hace emparentar estos términos de tal forma que la palabra Iberia vendría de Eber el
hijo de Sem que confiere nombre a los hebreos, y por tanto al río Ebro. Pues bien las
generaciones desde Eber a Cristo según la genealogía sacerdotal de San Lucas son
también 62.

Conclusión: Vemos, por tanto, que se cumple la hipótesis de trabajo que


indicábamos al principio: en la basílica del Pilar no hay nada superfluo puramente
decorativo. Todos hasta los más mínimos detalles, están impregnados de un alto
contenido simbólico.

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