Estudios Sobre Alquimia - Amado Saint Germain
Estudios Sobre Alquimia - Amado Saint Germain
Estudios Sobre Alquimia - Amado Saint Germain
"Estudios sobre Alquimia" fue publicado originalmente como una serie de cartas semanales de los Maestros Ascendidos, dirigidas
a sus estudiantes en todo el mundo. Llamadas "Pearls of Wisdom" (Perlas de Sabiduría), estas cartas que contienen una instruc-
ción muy personal, fueron dictadas al Mensajero Mark L. Prophet por el Maestro Ascendido Saint Germain, el Maestro Alquimista.
Antes de su ascensión que tuvo lugar el 26 de febrero 1973, Mark L. Prophet, maestro del siglo XX, demostró las leyes de la al-
quimia y de la consciencia cósmica a miles de personas dedicadas a los misterios sagrados. En virtud de su alcance espiritual,
Mark Prophet superó los ciclos de karma y de reencarnación y, en el momento de su transición, su alma se reunió con el Espíritu de
Dios. Hoy en día, sus estudiantes cariñosamente lo llaman Lanelo, en tanto que él sigue guiándolos en su progreso por el Sendero.
Bajo la dirección del Consejo de Darjeeling de la Gran Hermandad Blanca, Mark L. Prophet fundó The Summit Lighthouse en el
año de 1958 en la ciudad de Washington, para publicar las enseñanzas de los Maestros Ascendidos. A fin de llevar a cabo su mi-
sión como mensajeros, él y su esposa Elizabet Clare Prophet fueron entrenados intensamente por Saint Germain, el Jerarca de la
Era de Acuario y por su Gurú, el Maestro Ascendido El Morya, Jefe del Consejo de Darjeeling. Mark y Elizabeth Prophet han dado
conferencias y Seminarios en todo Estados Unidos y en el extranjero. En 1971, fundaron Summit University para ofrecer a los dis-
cípulos de Este y Oeste las revelaciones progresivas de los siervos de Dios en esta era. Por medio de la Palabra del Señor, dada a
los mensajeros, los Maestros Ascendidos siguen transmitiendo las enseñanzas de la autorrealización y el autodominio, dadas por
Cristo y el Buda. De esta forma, las iniciaciones del Espíritu Santo, que son esenciales para que la humanidad pase a la Era de
Acuario, son accesibles a todos los que deseen recibirlas.
LA LEY DE LA TRANSFERENCIA DE ENERGÍA
Hace dos mil años, cuando Cristo caminó sobre las aguas del Mar de Galilea, demostró una manifestación de la ley natural de levi-
tación que actúa dentro de una estructura energética de cohesión, adhesión y magnetismo: los mismos principios que hacen posi-
ble el vuelo orbital. Los átomos de luz que componían el cuerpo de Cristo absorbieron, por fuerza de voluntad, una cantidad adicio-
nal de rayos cósmicos y de substancia espiritual, cuyo parentesco con la luz física convirtió todo su cuerpo en luz, facilitándole con
ello caminar sobre el mar como si fuera tierra firme.
Su cuerpo fue todo un rayo de luz, brillando sobre las aguas. El concepto más deslumbrante de todos, fue su capacidad de transfe-
rir a Pedro esta autoridad sobre las energías por medio del poder de la visión que el mismo Pedro tuvo del Cristo en radiante e ilu-
minada manifestación. Sin embargo, cuando por un instante Pedro apartó sus ojos del Cristo, una vibración y un vórtice de temor
humano hicieron presa de él, lo que densificó de inmediato su cuerpo, causando que se hundiera parcialmente en el enfurecido
mar La mano confortante de Cristo, extendida en puro amor, volvió a unir el lazo alquímico, y la energía espiritual que fluía de su
mano, alzó nuevamente a Pedro para ponerlo a salvo. Otro ejemplo del flujo de energía que el Maestro Jesús hizo emanar -tal co-
mo fue en el caso de la mujer que tocó el borde de su manto sin que él lo advirtiera de antemano- demuestra el amor impersonal
de Dios que responde por igual al llamado de fe de cualquiera de las criaturas que tan maravillosamente y con tanta pureza El ha
formado, con la suprema esperanza de que todos gozaran de absoluta libertad cósmica. Estos dos ejemplos se refieren a los as-
pectos de la Gran Ley Cósmica que no son comúnmente conocidos, pero que, en general, son discutidos o evadidos por los gru-
pos religiosos. La ley de la transferencia de energía es esencial para la ciencia de la alquimia, puesto que sin ella, es imposible
"crear" la Materia. Esta ley determina que de la nada no se puede crear algo. El conocimiento verdadero de la ley impersonal de la
transferencia de energías es asimismo esencial para comprender correctamente la Gran Ley, porque comprueba que Dios, quien
hace brillar el sol tanto para los justos como para los injustos, se manifiesta a través de ambos. Durante su misión en Palestina,
Jesús declaró:
«El reino de los Cielos sufre violencia y los violentos lo arrebatan». Debe comprenderse, pues, que es posible arrebatar de la mano
de Dios algunos de los secretos para dominar las fuerzas de la naturaleza y controlar la Materia, aun cuando el individuo y su moti-
vo no sean absolutamente puros. Pero que nadie crea jamás que el que así hace, se escapará de responder por sus actos, pues
es plenamente responsable de todo uso o abuso de las energías en su mundo.
La razón por la cual opté por comenzar este mi tratado sobre la alquimia con una leve amonestación y con una explicación sobria,
2
no es la de atemorizar a nadie, sino más bien la de infundir en todos los lectores una profunda y constante reverencia a Dios, único
temor que se permite en nuestra octava. Lo que significa, en realidad, una sagrada admiración que engendra en todos los que
aman la Gran Ley del Amor, el máximo respeto y adoración por la sabiduría que tan admirable y maravillosamente creó todas las
cosas a semejanza de la libertad impertérrita. Todos los que abusan de los poderes del universo con fines egoístas, tarde o tem-
prano, se darán cuenta de que tienen que despojarse de sus ganancias ilícitas -y la pena que han de sufrir por ello es verda-
deramente terrible. Producir substancia para alimentar a los pobres, sanar una mano marchita con sólo tocarla, resucitar a los
muertos e incluso suprimir la ley natural para hacer milagros de maravilla infinita mediante la magia de la alquimia: esto parece ser
para la humanidad el máximo uso que puede hacer de la gracia del Cielo. Abracemos el Espíritu de la libertad que capacita al
hombre, creado a la semejanza inmortal, amorosa y divinamente libre de su Creador, realizar estas cosas y muchas más, en be-
neficio de la sociedad y para deleite de sus bienhechores. Mas sobre todo, ensalcemos el uso debido de la bendita ciencia divina
de la alquimia espiritual.
El antiguo alquimista siempre ha sido una figura pintoresca, aun para sus propios contemporáneos, pero el tiempo ha dorado su
imagen con una gloria mucho mayor de la que alguna vez tuvo, lo cual sucede siempre que abordamos los aspectos del misterio.
Es en los dones sencillos de la vida donde los hombres han de encontrar su libertad, aunque sus aspectos más complejos son las
expresiones progresivas de las leyes de la Vida, destinadas a enriquecer el bienestar de esta Tierra y de todos sus habitantes,
aprovechando todo lo bueno de ellos en beneficio del más hermoso mundo de libertad que jamás pueda concebirse, ¡ni siquiera en
la mente de un habitante de la Nueva Atlántida! Hasta aquí de momento, en lo que respecta a la sociedad mundana. Tomemos en
consideración ahora al individuo y su papel respectivo en el uso de la alquimia. El significado interno de alquimia es simplemente:
composición total, lo que implica la relación entre la totalidad de la creación y sus partes componentes. De esta forma y entendién-
dola debidamente, la alquimia trata sobre el poder consciente que controla las mutaciones y transmutaciones dentro de la Materia y
la energía, e incluso dentro de la vida misma. Es la ciencia del hombre místico y es el fuerte del hombre autorrealizado que,
habiendo buscado, se da cuenta de que es uno con Dios y está dispuesto a desempeñar su papel. A lo largo de los años, los hom-
bres han tratado de glorificarme por la fascinación que crea la distancia en tiempo y espacio, lo que siempre conduce al encanta-
miento de la perspectiva. Sin menospreciarme como obra del Padre, y al igual que el amado Jesús y otros de los grandes Maestros
de nuestra Hermandad, tengo un interés especial en que cada hombre obtenga su debido lugar y la comprensión correcta de cómo
ha de ejercer autoridad en el universo y en su mundo y asuntos propios. Que cada uno de los que empiezan con este estudio en-
tienda que hablo aquí con un determinado propósito, que es el de convertir a cada uno de ustedes en un alquimista por excelencia.
Esto significa que ustedes deben familiarizarse en niveles internos con la química total de Dios y con la manera en la que cada fa-
ceta de la creación se manifiesta en la Materia, en la consciencia y en la vida cotidiana de ustedes.
A fin de realizar esto debidamente, ustedes tendrán que meditar y releer estas lecciones muchas veces, llamándome a mí y a su
Yo Divino -la Presencia YO SOY (I AM Presence) de ustedes- para que iluminemos cualquier punto que no les sea claro in-
mediatamente. Una vez que el Yo Crístico (Christ Self) de ustedes, en niveles internos, les confiera el grado de Alquimistas del
Fuego Sagrado, inmediatamente se convertirán en candidatos para ser admitidos en la corte externa de la Gran Hermandad Blan-
ca. Este hecho, por sí mismo es un gran incentivo para que se conviertan en peritos de la genuina alquimia espiritual. Siempre ha
sido una falacia del pensamiento humano negar los así llamados milagros, hechos en la vida del gran avatar (Avatar: voz sánscrita
que denomina a la persona que es la encarnación de Dios. (N.T.]) Jesús. No obstante, él, siendo un hijo de Dios, reveló a todos
estas poderosas fórmulas que, si se hubieran entendido y practicado, habrían transformado hace ya mucho tiempo el planeta, con-
virtiéndolo en un paraíso de perfección. ¡Basta, pues, de necedades y de creaciones humanas! Tal como lo hubiera expresado
Shakespeare: ¡Fuera, pues, con lo viejo, la podredumbre y el polvo mohoso de esta masa informe! ¡Adelante, pues, con la eterna
vastedad de un espíritu desligado!, un ser tan libre que su movimiento parece separado, incluso de la Realidad y que proyecta la
imagen de eterna esperanza en la gema más diminuta o en una gota de rocío, dentro de un singular capullo.
En pro de la libertad de todos, amorosamente YO SOY Saint Germain
FINALIDAD DE SU EXPERIMENTO ALQUÍMICO
El vacío es energía estéril. El alquimista tiene que desarrollar un sentido del valor del tiempo y del espacio, y estimar la oportunidad
para manipular ambos La libertad se gana mediante la búsqueda y la conquista, pero sobre todo por medio de la conquista del yo
finito. La verdadera maestría de lo finito viene a través del amor centrípeto: el insistente, casi magnético llamado del corazón del
alma a su Fuente Divina. Tan sólo la gran influencia de la luz cósmica de Dios puede librar al alma de las sombras que el hombre
ha creado y que la mantienen cautiva. Evoquen, pues, la pureza del propósito que hará que su diseño creativo sea bueno; desafien
implacablemente a los elementos bajos que surgen como duendes para perturbar y poner a prueba el plan iniciado; luego, des-
arrollen pacientemente su propio diseño divino: la finalidad de su experimento alquímico. La verdadera ciencia del Espíritu es más
exacta de lo que las medidas mundanas pueden establecer hasta ahora. Por lo tanto, reconozcan que su Yo es la piedra blanca o
elixir de donde todo lo que ustedes crean ha de proceder ordenadamente elaborado. Si las ideas claves no se crean dentro de us-
tedes mismos, que son los alquimistas, entonces, toda la acción resultará o desafortunada o bien una imitación de la obra ajena.
Ahora bien, si es Dios a quien desean imitar, entonces se puede decir de ustedes sinceramente: «¡bien hecho!»; pero si es la vani-
dad del hombre que imitan, entonces, manténgase la consciencia de ustedes en un estado lastimoso. El Yo Verdadero del hombre,
del que procede todo buen designio, es digno de consultarse sobre lo que es conveniente crear; por lo tanto, el verdadero alquimis-
3
ta comienza su experimento comunicándose consigo mismo, a fin de percibir los pensamientos inspirantes de la mente radiante de
su Creador. Al imitar las cualidades inferiores o los estados inferiores de la consciencia, la sociedad ha formado muchos de sus
conceptos erróneos. A fin de corregir estos conceptos, forjar una cultura que ennoblezca y delinear el buen carácter, el hombre y la
sociedad tienen que dirigir su atención hacia los nobles ejemplos. Que el hombre que desea practicar la alquimia aprenda primero
a ser un reflejo de los grandes ejemplos de todos los tiempos, quienes han usado lo celestial para sus diseños; y luego, que apren-
da a seleccionar las mejores cualidades de su vida, a fin de que la alquimia pueda emplearse, tal como fue la intención divina, co-
mo el método más noble para alcanzar los deseos del corazón aquí y ahora mismo.
Tengo grandes sospechas de que muchos de mis oyentes, pero pocos, silos hubiera de los estudiantes más sinceros, están ansio-
sos de recibir de inmediato la piedra filosofal o las propiedades mágicas que los convertirán, a voluntad, en una combinación entre
Aladino y Midas, rociada con una pizca de benevolencia. Para los que así piensan, declaro aquí que, aun cuando en este tratado
de nueve partes voy a impartir conocimientos extraordinarios concernientes a la ciencia de la alquimia, y a menos que absorban los
secretos de las primeras lecciones con absoluta humildad -concediéndome a mí como su instructor, el privilegio de preparar las en-
señanzas como Dios me manda hacerlo-, dudo mucho que finalmente tengan éxito. ¡Y no será culpa ni de la enseñanza ni del
maestro! No tengo la intención (le dar un largo discurso sobre las vanidades de la vida mundana, sin embargo, me gustaría indicar
que al revelar estas enseñanzas ahora, la Hermandad tiene la esperanza de preservar a nuestros estudiantes de la repetición de
los errores cometidos por algunos de los primeros alquimistas, cuyo único propósito parecía ser la adquisión de riquezas y hono-
res, y la capacidad de extraer de la substancia universal las energías para transformar metales básicos en oro. Quiero apresurarme
a decirles que no todos los primeros alquimistas limitaron sus metas a ganancias temporales. De hecho, muchas almas fieles se
dedicaron a la alquimia con la misma reverencia con la que habrían emprendido la búsqueda (el Santo Grial, considerándola como
un arte divino y como el origen de los misterios cristianos, como cuando Cristo transformó el agua en vino en las bodas de Caná de
Galilea. Deseamos que los conceptos originales sobre la alquimia reciban un nuevo significado y que se saque a relucir el signifi-
cado que tenía en las escuelas místicas, puesto que los usos a los que actualmente se aplica esta ciencia, tienen que traducirse a
una dimensión más elevada si se desea que la humanidad coseche los máximos beneficios de la misma. El propósito con el que
Dios ordenó esta ciencia espiritual quedará incumplido a menos que ésta se aplique para librar a los individuos y a la sociedad del
ajetreo, la confusión y la transigencia con las densidades del pensamiento humano -como es nuestro deseo. Los que perseguimos
la elevada vocación del alquimista, aspiramos a ver que todos logren un puesto en el que puedan tanto enaltecer como enseñar a
la juventud del mundo los objetivos básicos de la vida, mostrando que engendran placeres mucho mayores que los meramente
temporales, los cuales, en realidad, son menos útiles para el alquimista divino que un chupete para un niño lactante.
Que nadie crea que porque dedico este tiempo para darles a conocer lo esencial de la materia, mi discurso no es pertinente a los
asuntos inmediatos. A menos que cada uno entienda que tiene que ejercer individualmente el derecho que Dios le ha otorgado pa-
ra usar el poder con sabiduría y amor, no podrá evitar caer en los abismos del autoengaño y de la autojustificación. Ahora bien, el
plan de Dios es que cada uno de los habitantes de la Tierra trate de entenderse a sí mismo y su destino. La soberbia que nace del
orgullo intelectual ha causado que muchos estudiantes sinceros e incluso varios maestros mundanos de una u otra ciencia, hayan
caído en las trampas de su propia creación, y en muchos casos, nunca se enteraron de cuándo cayeron en el lazo. Por lo tanto, si
se incluye aquí cualquier tema, que nadie crea que lo puede omitir por el simple hecho de que le parezca conocido ya o porque lo
haya considerado anteriormente. Nosotros colocamos muchas gemas de pensamiento en las oraciones menos aparatosas, las
que, aun cuando son bastante llanas en su lenguaje y fáciles de ver, pueden exigir más que el esmerado escudriño hasta del cora-
zón más sincero. San Pedro planteó el problema: «Y si el justo con dificultad se salva, ¿dónde aparecerá el impío y el pecador?»
Es conveniente que el aspirante a alquimista comprenda que la alquimia es una ciencia exacta y verdadera, cuya iluminación es
conferida al hombre por Dios mismo. Su propósito es enseñar a los hombres cómo obtener para sí mismos todo don de gracia y
toda virtud que sus corrientes de vida podrían requerir para encontrar el camino de regreso hacia su punto de origen en el corazón
de Dios. No digo que no puedan aprender a materializar todo lo que desee su ser, siendo este aspecto de la alquimia para algunos
la parte más fácil del todo, mientras que para otros resulta la más difícil. Lo que sí digo es que ha de reflexionarse más sobre el di-
seño de estos deseos que sobre la maravillosa ciencia que hace que se manifiesten de lo invisible, puesto que el crear un diseño
digno es un empeño muy noble, digno del Dios que todos llevamos, el Unico que puede librar al hombre para que realice su desti-
no inmortal. Hemos trabajado abajo y esperado arriba para que los hijos de este mundo acaben con el saqueo y el pillaje de la gue-
rra, fomenten la educación de los menesterosos, abandonen el deseo de distinción de clases y se ofrezcan -como lo harían los
príncipes del reino- a satisfacer efectivamente las necesidades de su empobrecido pero noble linaje. Estamos resueltos ahora a
encontrar a los fieles de todas las naciones y a facultarlos con los medios necesarios para que puedan escapar individualmente de
la autoimpuesta esclavitud de estos tiempos y obtener su propia herencia inapreciable. Se sobrentiende que esta herencia no es ni
temporal ni efímera. De todas formas, cuando estuve en Europa trabajando para disminuir en algo la pobreza y la confusión que
prevalecían ahí, sí hice uso de la alquimia universal para producir la substancia que, aun cuando efímera en su naturaleza, satisfi-
zo muchas de las necesidades humanas y fue tanto confortadora como útil para el mundo y para las vidas personales de mis bene-
ficiarios. No veo nada malo en la idea, ni miro con desagrado el hecho de que tengan una fuente divina de provisión para satisfacer
todas sus necesidades. Sin embargo, sí siento que es necesario que permanezcan siempre humildes y agradecidos, ya que Dios
pone en sus manos la clave para controlar las fuerzas naturales. Una vez más, como la idea más importante aquí contenida, hago
4
hincapié en la constante necesidad de comprender el esquema o plan universal de la creación, de forma que, todo lo que diseñen y
hagan esté en armonía con la ley eterna y con los principios cósmicos. Espero no haber alarmado ni desanimado a ningún estu-
diante de alquimia para que siga con este maravilloso estudio divino. De todas formas, ahora puedo continuar con más deleite,
puesto que he magnificado el principio eternamente manifiesto de la inteligencia inmortal de Dios a la que algunos llaman inspira-
ción, y otros simplemente la mente de Dios. Sea cual fuere el nombre que el hombre dé a una cualidad, es la posesión de ésta lo
que vale para cumplir con los nueve puntos de la Ley. Por consiguiente, ¡ amen la emanación de sabiduría divina aquí contenida
que, cual la luz del sol que brilla a través de los árboles, toca con sus dedos luminosos todo aquello por lo que atraviesa; puesto
que sólo por medio del amor pueden realmente poseer!
YO SOY la resurrección y la vida del objetivo cósmico en ustedes. En el nombre de la libertad, quedo su Saint Germain
III LA CIENCIA SAGRADA
El campo del destino individual está controlado por la interacción de múltiples fuerzas cósmicas, en su mayoría benignas; sin em-
bargo, en la actual sociedad mundana, debido a que la humanidad malinterpreta los objetivos tanto terrenales como celestiales,
estas fuerzas han sido invertidas en otras finalidades, frecuentemente caóticas y desintegrantes. Originalmente, la alquimia estaba
designada a ser un instrumento para enriquecer el destino individual, hacer accesible la técnica de transformar los metales base en
oro y con ello, producir opulencia en todo lo que emprendiera el practicante exitoso. La dedicación de los primeros alquimistas a
descubrir los secretos de la alquimia era total y fue santificada por la coordinación entre sus mentes y la obra de sus manos. Estos
alquimistas prosiguieron con sus experimentos aun bajo el gravamen de la persecución, dirigida por las arraigadas fuerzas reac-
cionarias de aquellos días, y es un tributo a sus vidas y a su honor el hecho de que perseveraron en la búsqueda. Así obtuvieron
los resultados sinceros de sus esfuerzos, legándolos a la humanidad como reconocidos logros científicos y conocimientos filosófi-
cos comentados, para bendición de la cultura y de los archivos de este mundo. Los estudiantes de este curso deben irse dando
cuenta cada vez más de que estoy decidido a dar a sus mentes y a sus sentimientos un nuevo sentido de libertad. Los saludables
conceptos presentados aquí, tienen que indicar a todo su ser que la clave de la alquimia -que ha de preceder a la adquisición de
todas las demás claves- es el dominio de ustedes mismos en mayor o menor grado. Se tiene que reconocer el verdadero valor de
esta clave, ya que el dominio de si mismo es la clave de todo autoconocimiento. Por lo tanto, éste tiene que entenderse y usarse,
por lo menos parcialmente; y tienen que reconocer, sin lugar a duda, que ustedes mismos son el alquimista que ha de determinar
el diseño de su propia creación. Aún más, tienen que entenderse a sí mismos como el Yo Real y la creación de ustedes como el
producto de ese "Yo".
Puede ser que algunos se sorprendan al enterarse de que los desbordantes vórtices de los pensamientos y sentimientos discor-
dantes del hombre, a diario imponen un efecto hipnótico en casi todos los habitantes de la Tierra. Estos tienden a anular la gran
concentración del poder inteligente y creativo que es el patrimonio de todo hombre, mujer y niño en este planeta, aunque muy po-
cos hacen uso consciente de él. Mientras un creciente número de seres humanos va en búsqueda de la libertad, los elementos re-
accionarios, ya sea con o sin propósito, tratan de subyugar a la raza humana, poniéndole nuevos grilletes cada vez que ésta logra
liberarse de una u otra forma de esclavitud humana. Para tener éxito, el alquimista tiene que estar consciente de su libertad de
crear, otorgada por Dios y desembarazarse de esas restricciones y coerciones, impuestas al alma como formas de esclavitud hu-
mana. Sin embargo, en cada uno de los casos, hay que distinguirlas de las leyes necesarias que estructuran la sociedad. La belle-
za y la rectitud tienen que lucir en la mano izquierda y en la derecha del aspirante a alquimista para recordarle la responsabilidad
que tiene ante Dios y ante los hombres de contemplar sus obras antes de entregarlas, cerciorándose de que realmente sean bue-
nas y provechosas para todos los hombres. En estos estudios sobre la alquimia revelo métodos de visualización que proporciona-
rán a los estudiantes -siempre que los apliquen, como lo hice yo- la capacidad de prestar a Dios y al hombre un servicio de primera
magnitud. Confío en que el mito de la igualdad humana se desvanezca y que en la dignidad de la igualdad de oportunidades, las
evoluciones de este hogar planetario lleguen a conocer y a amar el potencial expansivo del Cristo en todos los hombres. De esta
forma, el firme avance de la humanidad se. caracterizará por una mayor maleabilidad del alma y una menor ignorancia del objetivo
universal del hombre en el desarrollo de sus talentos individuales, que las que han existido hasta ahora en la Tierra.
A medida que los primeros alquimistas alcanzaron un grado de éxito al sondear los secretos del universo, vieron con agudez la ne-
cesidad de unirse y de mantener en secreto algunos de los descubrimientos que habían hecho. De esta necesidad surgieron varias
órdenes religiosas y sociedades secretas, cuyos fragmentos han sobrevivido hasta hoy en día. Se reconoció la necesidad tanto de
represión como de expresión, tal como los hombres ilustrados de hoy se dan cuenta de que la armonía en la sociedad y entre las
naciones, y la extirpación de las causas de la guerra y de los conflictos civiles, eliminan todo motivo para retener cualquier conoci-
miento que resultara de beneficio universal.
Permítanme afirmar -puesto que puedo hablar a la luz del verdadero conocimiento- que los primeros alquimistas no fueron, ni con
mucho, tan mediocres como la historia quisiera hacernos creer. Sus descubrimientos fueron múltiples, incluyendo el conocimiento
tanto secular como religioso, tanto científico como filosófico. Sobre todo, descubrieron muchas verdades que en fechas posteriores
se convirtieron en conocimiento general. Que el mundo no desprecie todas esas historias que se han contado sobre la supresión
de los inventos y de las nuevas ideas por razones económicas y políticas. Cuando les convenía, los que ostentaban altos puestos
a menudo instruían a sus mercenarios para que mantengan en secreto precisamente ese conocimiento que es de todos los tiem-
pos y que representa el patrimonio de los habitantes de todas las naciones. Independientemente de tales conductas deshonrosas,
5
los maestros de la sabiduría nunca transmitirán este conocimiento a la humanidad hasta que la alquimia del raciocinio cure la rup-
tura interna del egoísmo en un suficiente número de personas, de forma que la mano desinteresada de la Justicia sostenga por
siempre la antorcha del conocimiento.
En estas tres primeras lecciones estoy preparando sus mentes para que asimilen mejor la plena emanación de la llama de la sabi-
duría que se ha integrado en este curso. Con frecuencia, los hombres se han desalentado por no tener un determinado dato ya
mucho antes de que éste llegara a sus manos. Este sentimiento es ciertamente comprensible, pero la lamentación exenta de orien-
tación constructiva nunca es beneficiosa. Es preferible que los hombres perciban que la hora de Dios se refleja en el momento pre-
sente y no en antiguos pergaminos. Los jeroglíficos que describen los errores del pasado ya están borrándose y no pueden ni refu-
tar la verdad actual, ni actuar como una panacea para remediar lo que desafortunadamente se sembró, sino que sirven solamente
como contraste para amplificar el sentimiento actual de gratitud que se regocija en ese progreso que hoy se manifiesta para disipar
la ignorancia de tiempos pasados.
Se espera del estudiante de alquimia una dedicación resuelta a utilizar ras energías del presente para abrir camino hacia el domi-
nio del futuro. Por lo tanto, ha de asegurarse de que su desarrollo actual en la ciencia de la alquimia sea suficiente para trans-
formar las cualidades bajas de la naturaleza humana en un altar sobre el que la llama de la Realidad viviente animará la grandeza
de la Era de Oro que ahora está surgiendo en la mente crística. De igual forma, sus esfuerzos han de ser suficientes para con-
trarrestar los tormentos de la injusticia mundana; y además ha de trabajar por conseguir para la posteridad eras de progreso, ilumi-
nación, felicidad y espiritualidad universal, cada vez más abundantes. Aplicados por el alquimista, los símbolos y la simbologia,
debidamente entendidos, están literalmente cargados de sentido. Por ejemplo, el mercurio es el símbolo de la rapidez y traduce a
la consciencia el pensamiento de un vigilante y reverente estado de alerta que dota rápidamente de acción a la química con la in-
tensidad de su aplicación. La sal es equivalente a la idea de la individualidad y recuerda a la humanidad la necesidad de que el in-
dividuo conserve el sabor de su Fuente Divina, en vez de preferir la cristalización de la identidad dentro del Sodoma y Gomorra de
la materialidad, representada en la figura histórica de la mujer de Lot. El fuego, como la vida, es el catalizador que puede acrecen-
tarse por medio de la luz cósmica, contenida en los rayos cósmicos, con el fin de intensificar y purificar la refulgencia de la vida en
el diseño contemplado. Más aún, la invocación consciente de la vida hace doblemente seguras todas las manifestaciones del al-
quimista. La tierra simboliza las naturales densidades cristalinas, creadas de las energías del Espíritu y sustentadas por los seres
del reino elemental*. Estos diminutos creadores, imitando la discordia humana, han transferido a la naturaleza los patrones discor-
dantes de la humanidad. Así, la convergencia del error humano sobre el planeta apareció en forma de espina, cardo, insecto y
animal de rapiña; y la caja de Pandora de las formas astrales fue abierta por las civilizaciones rezagadas, cuyo libre albedrío des-
viado y egoísmo han pervertido las energías de la vida, incluso en otros sistemas planetarios. Es esta discordia, impuesta sobre los
átomos mismos de la substancia, la que el alquimista debe eliminar de su laboratorio antes de que pueda crear. Es esta escoria, la
que el alquimista ha de purificar por medio del fuego.
No espero que todos los lectores comprendan inmediatamente todos los conceptos contenidos en este curso. Si bien es cierto que
abogo por la sencillez en la fraseología de las leyes básicas de Dios, estoy consciente asimismo de que los modelos de pensa-
miento, expresados en un estilo más elevado, producirán un mayor beneficio a medida que el mundo tenga la capacidad de acep-
tarlos. Por lo tanto, incluyo aquí elementos destinados a estimular a los que están en todos los diferentes niveles de consciencia,
para que estudien, a fin de que ellos se aprueben ante la Llama Divina dentro de si mismos. Así, todos los que practiquen fielmente
las enseñanzas, lograrán avances alquímicos individuales. El tipo más insidioso de esclavitud es aquél en el que el prisionero no
está consciente de sus cadenas. Tengo la certeza de que la real ciencia de la alquimia puede servir para librar a todos los seres en
la Tierra que la acepten. Por lo tanto, debido al respeto por su supremo propósito, la considero como la ciencia sagrada. Recuer-
den, bienaventurados hijos de los hombres, que el propósito de la verdadera ciencia ha de ser el de aumentar la felicidad y librar a
la raza humana de toda condición externa que no sirva para enaltecer al hombre al estado de virginal grandeza de su original obje-
tivo cósmico. Todo postulado -ya sea de índole social, económica, religiosa o científica- debería estar imbuido de la libertad que
permite a los hombres hacer progresos. Todo aquel que intenta progresivamente llevar hacia adelante a la humanidad en estos
campos, debería reconocer que existe la posibilidad de cambiar sin desafiar, en manera alguna, esos engranajes infalibles del es-
píritu humano que se denominan: "vida, libertad y búsqueda de la felicidad". Indudablemente, la oportunidad de progresar y la li-
bertad para hacer innovaciones no pueden alterar la inmutabilidad de la verdad divina ni la integridad del Verbo, cuyo poder revela
su lenguaje desde esas ilimitadas alturas a las que todos juntos aspiramos.
Progresando con ustedes en la ciencia santa, YO SOY Saint Germain
IV ¡AVENTÚRENSE!
¡Versatilidad! ¡Estoy eternamente agradecido por esta multifacética cualidad de la creación! El universo está fragmentado; desde
su núcleo de unión está esparcido en una diversidad de luz, color, tono y densidad. Todo participante de un paisaje, ya sea pasto-
ral o de fealdad transitoria, debería recordar que los astillados haces de los rayos de luz que componen la mantilla de toda la crea-
ción, se conectan directamente con la Gran Fuente y Punto de Origen de la unidad cósmica.
En mis experiencias históricas, previas a mi ascensión que en su acción ascendente fue idéntica a la elevación de Jesús el Cristo-
me encontraba en un constante estado de gracia perceptiva, durante el cual mis oídos y mis ojos internos estaban fijos en un her-
moso reino de luz y perfección que ayudó a sacar de mi consciencia la espina de la vida terrenal, produciendo en mí un bienestar
6
que pasó inadvertido para mis amigos. Frecuentemente, ellos reflexionaban sobre la causa de mi serenidad interna, sin entender
su origen. Los contactos que he entablado con mis hermanos terrestres y las veces que he aparecido desde mi ascensión, no
siempre fueron en circunstancias en las que aquéllos con quienes me encontré estuvieran conscientes de mi identidad o de mi po-
der. Permítanme declarar humildemente que, como en otros casos similares cuando algún miembro de las huestes ascendidas op-
tó por apartar el velo de la materia y de la ilusión (maya) para ponerse en contacto directamente con la humanidad no ascendida,
ésta ha hospedado a "ángeles sin darse cuenta".
Estoy muy consciente de que algunos de mis lectores podrán opinar -tanto más cuanto que soy uno de los que han traspasado el
velo- que esta publicación de mis palabras es de índole psíquica o espiritista. Permitanme afirmar rápidamente que no es ninguna
de las dos. Alabado sea Dios que mi propia corriente de vida no necesita someterse a tales formas de limitación. El hecho de que
estemos expresando o haciendo "vibrar" nuestra vida en dimensiones superiores, en las que no funcionan las facultades ordinarias
del hombre para ver y oír, de ninguna forma hace menos efectivos nuestro servicio ni nuestra realidad, ni tampoco me obliga a so-
meterme a los susodichos métodos de comunicación. Bienaventurados, ustedes no perciben con medios ordinarios las ondas ra-
dioeléctricas, dado que éstas permanecen inaudibles hasta que no se detecten por medio del milagro del tubo electrónico; por lo
tanto, confíen en la capacidad del Cielo para comunicarse directamente con el hombre. Dado que me he dedicado a la santa causa
de la libertad, desde que ascendí, he mantenido sin cejar un contacto con una o más corrientes de vida* en encarnación aquí en la
Tierra -y esto por decreto cósmico y con la aprobación de la jerarquía celestial. El amado Jesús y otros grandes seres de luz que
han descendido en cumplimiento del plan divino, se aparecieron de igual forma a sus discípulos a través de los siglos y, de vez en
cuando, se manifiestan a los hombres y mujeres de hoy, sin mayor esfuerzo que el que se requiere para sintonizar la radio o la te-
levisión. Mi propósito al ventilar el tema de los mensajes alados del Cielo que descienden desde la gran nube de testigos, no es tan
ajeno a la alquimia como podría parecer a primera vista, dado que esto les muestra una parte necesaria de mi programa en la cau-
sa por la libertad, del cual forma parte integrante la actual serie sobre alquimia.
Tengan en cuenta, bienaventurados, que la creación de lo visible depende enteramente de esas esencias que no son visibles a
simple vista. Mas, las ideas centrales que ocupan la mente de la mayoría de la gente -porque tienen su origen en los efectos tran-
sitorios de la causalidad humana- no son lo suficientemente importantes como para ser dignas de comentario o para establecerse
como realidad permanente. Estoy seguro de que concordarán conmigo en que, así como el ámbito de la experiencia humana ordi-
naria se vuelve monótono, tanto para las grandes almas como para las pequeñas, también es una maravillosa bendición para éstas
poder escudriñar las octavas superiores de la creación por medio de una consciencia adaptada, atrayendo así directamente la ins-
piración de la mente y del Dios de la naturaleza.
La ignorancia y su consecuente violación de la ley privan al individuo y a la sociedad de esclarecimiento. El único remedio es la
obediencia iluminada, junto con una atención científica a los detalles de la ley. Los beneficios de la sabiduría divina permanecen
desconocidos para muchos, quienes creen que las viejas teorías usuales son adecuadas para satisfacer las exigencias del mo-
mento y que no se requiere nada más allá del empirismo o del método empírico. En realidad, los principios reconocidos de la cien-
cia moderna -tan sólo parcialmente verdaderos- están incompletos y, por consiguiente, ofrecen una base inadecuada sobre la cual
apoyar las investigaciones avanzadas y el control de los elementos. Una actitud de complacencia impide el progreso en cualquier
clase de empeño, ya sea humano o divino; por lo tanto, la gracia no abunda donde debería. La complacencia sigue siendo un ba-
luarte de la ignorancia reactiva que impide a la humanidad participar de la abundancia que todo el Cielo está esperando derramar
sobre aquellas almas libres, cuya pureza de corazón y naturaleza inocente las hacen altamente receptivas a nuestros pensamien-
tos. Antes de proporcionarles algún conocimiento más profundo de la alquimia, deseo enaltecerlos a esa nobleza divina que es tan
real como la luz del día y que representa su mayor fortaleza para acometer los desafíos del mañana. Puede que esto requiera cier-
to escrutinio del espíritu de aquellos alquimistas sinceros cuyas excursiones a lo desconocido fueron productivas en más de un
sentido. Incluso las almas que fracasaron totalmente en descubrir un método para convertir los metales básicos en oro resultaron
beneficiadas, más allá de lo que alguna vez hubieran soñado, mediante las bendiciones que recibieron como resultado de su bús-
queda. Incluso las persecuciones sirvieron para juntarlas en una unidad concentrada en un común propósito, lo cual ya de por sí es
una hazaña en medio de la diversidad humana con sus desafortunadas tendencias a la codicia y al egoísmo. Abrigo la esperanza
de que ustedes se prepararán para tener éxito en sus empeños. Sobre todo, prepárense a hacer los cambios necesarios en sus
pensamientos e ideas preconcebidas, lo que les permitirá salir victoriosos. Si el hombre espera tener éxito en la alquimia -lo que en
verdad depende de las leyes superiores de la ciencia espiritual-, tiene que fomentar la fe en la que se apoyará la fuerza de su invo-
cación y concentración.
La fusión de los metales, el control de las fuerzas atómicas y el dirigir la energía electrónica por medio de la mente del hombre
cuando actúa en dimensiones superiores, resultan bastante fáciles una vez que se adquiere su dominio. No obstante, después de
haber dependido por muchos años de los cinco sentidos y de haber aceptado, por consiguiente, la limitación mortal, estoy conven-
cido de que se pueden dar cuenta de cuán absolutamente importante es el hecho de que ajusten su forma de pensar a nuevas po-
sibilidades, a fin de que funcione libre de las restricciones humanas y del menoscabo del ardor divino por parte de aquellos que,
por no saber, afirman: ¡imposible! Permitanme que en nombre de la libertad les diga a todos: ¡inténtenlo!
Mientras preparan su consciencia para recibir los conocimientos del mañana, estén conscientes, pues, de la necesidad de reflexio-
nar sobre el origen de los conceptos, concernientes a las limitaciones. Amados míos, ustedes tienen que ser razonables y equili-
7
brados en todos sus act9s, pero tengan en cuenta que la verdadera ciencia raya en lo milagroso para los que no comprenden sus
fórmulas. Ustedes se acercan a un muro sólido con la idea de que no pueden pasar por él; mas éste no es sólido en absoluto, sino
que tiene tantos agujeros como el alambrado de un gallinero. No pueden caminar sobre brasas sin quemarse los pies, y no obstan-
te, los hechiceros de culturas menos iluminadas que la suya lo hacen sin lastimarse.
Innumerables milagros de Cristo fueron reproducidos por hombres y mujeres de diferentes épocas y regiones desde su maravilloso
advenimiento y sin embargo, debido al escepticismo y olvido humanos, toda esta maravilla se ha relegado al reino del mito o de la
imaginación de mentes crédulas. Quisiera abogar aquí por la renovación de la fe en el poder de Dios, ya que esto es un requisito
para todo aquel que aspira ser un hombre prodigioso de hazañas espirituales en beneficio de los santos objetivos de la ley univer-
sal misma.
Sin fe no sólo es imposible agradar a Dios, sino que les declaro que es imposible manifestar la perfección de Sus leyes. Dado que
la fe es un requisito tan grande, ¿no sería muy provechoso que cada quien volviera a examinar los motivos que tiene para dudar?
Fíjense bien que la mayoría de las dudas surgen de los patrones de autoengaño, de la práctica del fraude y del fracaso de la mente
humana en llevar a cabo su integridad profesada. Al reconocer, pues, que tales condiciones negativas se derivan de un con-
sentimiento del error, ¿no sería muchísimo más sensato que todos dirigieran sus miradas hacia Mí (la Presencia de Dios Omnipo-
tente) y vivieran? Con Dios, todo es posible; sin embargo, como en cualquier otra ciencia, la pericia generalmente no se adquiere
sin el conocimiento y su persistente aplicación. Los pocos que son la excepción de esta regla podrían denominarse genios, pero
cuando se comprenda la ley en su totalidad, se comprobará que hasta ellos tuvieron sus horas de estudio y práctica diligentes.
Deseo señalar especialmente que, al revelar los secretos alquímicos en este curso, seguimos la finalidad de poner en sus manos y
en el laboratorio de su consciencia el conocimiento de la ley, la que nosotros mismos hemos usado a través de los siglos con el
mayor éxito y con esa reverencia por la vida que es de primera necesidad para la mente inquisitiva, la cual se equilibra en la amo-
rosa intención de un corazón sincero. Aquí, la vana curiosidad se reemplaza con la grandeza moral que eleva al hombre por en-
cima de sus compañeros, de tal manera que lo convierte en una estrella divina en el firmamento de sus coetáneos. Enaltecido
pues, no por un falso orgullo o por malentendidos intelectuales, el verdadero alquimista mantiene su porte humilde, fijando su mi-
rada expectante en el maestro, quien le impartirá los inestimables conocimientos de los siglos, siempre que su actitud y dedicación
sean correctas.
¿Puedo abrigar la tierna esperanza de que vuelvan a leer las primeras lecciones y asimilar de ellas un nuevo sentido de progreso y
de nuevas posibilidades? Estoy decidido a que muchos en esta clase tengan éxito y seguiré haciendo lo mío arriba y abajo en su
octava a fin de que esto se cumpla, y de que una gran iluminación, esperanza, paz y comprensión nazcan y se renueven en todos
ustedes. Quedo de ustedes fielmente Saint Germain
V NECESIDAD, PODER Y MOTIVO PARA CAMBIAR
El momento de la presente hora ha de utilizarse como un cáliz de oportunidad espiritual. La vida tiene que verse complacida en sus
más altos objetivos, honrada por la devoción a los principios enaltecedores y merecida por un servicio abnegado. Amados míos, el
poder para cambiar se encuentra dentro de todo hombre. ¡Den preferencia a este poder, venérenlo por encima de toda condición
limitante y observen cómo se expande la alquimia del Yo!
¡Transmuten las mentiras de una substancia obscura que impiden que sus almas vuelen hacia arriba! Reconozcan que las condi-
ciones de toda limitación humana no son más que fantasmas que desfilan en el escenario de la existencia mortal, con el único fin
de que la Realidad eterna los entierre para siempre. Cada hombre tiene que estar consciente de sus alternativas y escoger ya sea
la libertad o el cautiverio mientras va explorando la química de su estado actual, enfocándolo en el espejo de la verdad y deci-
diéndose después a cambiar toda condición baja, con lo que construye, dentro del crisol del momento, ese sagrado progreso que
nace de una percepción eterna.
Destruyan, pues, la baja e insensata manía de pensar que tienen su origen en la Materia, esa naturaleza posesiva, perversión de la
Madre que, incapaz de estimar todas las posibilidades cósmicas, se limita a si misma a las fruslerías y bagatelas de una posesión
temporal. Permitan que el Cielo use la consciencia de ustedes para ensanchar la visión hacia lo infinito, y luego contemplen, final-
mente, las bellas posibilidades que existen en las más desesperantes condiciones externas. Den abundancia a los que carecen de
espíritu, comprensión a los ricos y misericordia a todos. Ocurre a menudo que una corriente de vida posee en abundancia precisa-
mente esas cualidades de las que carece su vecino. Intercambien sus virtudes enalteciendo los "valles" del prójimo, y confíen en
que la Vida eliminará los picos tanto de su orgullo como del de ustedes mismos. Transmuten esas condiciones indeseables de su
mundo, haciendo un esfuerzo resuelto y persistente. Todo ser divino que enaltece la vida de Dios dentro de ustedes, sabe que el
poder para hacer estas cosas está en las manos de ustedes ahora mismo, al alcance de la inteligencia y espíritu de ustedes.
Construyan esas espirales de logro que componen la Ciudad Celestial y envuelvan el mundo de la substancia física, la mente
consciente y los sentimientos de sus corazones con el resplandor de las esferas inmortales. Al contemplar el universo con renova-
da esperanza, reconozcan la necesidad de conservar la debida actitud. La vanidad ha predominado en la Tierra demasiado tiempo.
Maravillosas oportunidades, cual espíritus en la noche, han desaparecido con el amanecer, impedidas por los fríos grilletes que en-
cierran el alma en una capa de elementos desintegrantes que descienden en el reloj de arena. El hijo de Isabel le preguntó a Cris-
to: «¿Eres tú el que ha de venir o debemos esperar a otro?»' La respuesta de Cristo hizo referencia a sus actos milagrosos: los
sordos volvían a oir, los ciegos volvían a ver y los cojos volvían a caminar. La lección contenida en su respuesta insta a que toda
8
corriente de vida acepte la grandeza de su propia Realidad. Todos deberían reconocer que la vida les ha dado sus grandes y ma-
ravillosos dones a través de la consciencia del "YO SOY El", que tiene que salir de la cueva del materialismo. La crasa separación
del todo en deficientes e incompletas partes componentes -concepto que los hombres tienen de ellos mismos como partículas ale-
jadas de su Fuente- les obliga a batallar con infortunio humano, en vez de que acepten el grandioso concepto de la unidad de co-
operación que está cargada con el poder del amor y de la libertad sin limites.
La verdad levanta a todos y no vence a nadie más que a los enemigos de la rectitud, cuyos sombrías equivocaciones los convier-
ten en poco más que animales salvajes en la selva de la creación humana. La Vida incluso les ha dado más misericordia de la que
se merecen; esto lo sé porque tengo el registro delante de mí. La amada Kuan Yin ha suplicado misericordia y la ha dado con ge-
nerosidad a todos, ilimitada y gratuitamente. Este es el gran don de Dios: El siempre devuelve a la vida más amor de lo que la vida
jamás le da a El. De forma desinteresada, la grandeza de Dios emite torrentes de amor cuando unas cuantas gotas serían suficien-
tes, promoviendo a la humanidad en su ascendente camino de peregrinación, independientemente de las erróneas nociones
humanas. Ahora bien, el depender de otros no es la solución de sus problemas, ni tampoco servirá para realizar el plan que Dios
tiene designado para ustedes, benditos hijos del hombre. Como alquimistas ilustrados por la antorcha del divino conocimiento y
conscientes de la magnificencia de la verdadera Individualidad, ustedes tienen que evocar del reino invisible la fuerza y usar en sus
mundos y asuntos los procedimientos de la alquimia transmutativa para superar diariamente todas las condiciones externas por
medios espirituales e instrumentos físicos que están a su disposición. No siempre se pedirá de ustedes que hagan ladrillos sin pa-
ja, lo que puede parecer sumamente difícil, mas para el alquimista decidido, es sólo un obstáculo por vencer.
Nadie de los que habitan de momento la Tierra debería limitar el entendimiento del concepto de "ahora es el momento propicio"
que monta toda onda de oposición y la conduce hacia el apogeo de la victoria. Cada quien debería considerar que su vida -en
cualquier edad o tiempo- es susceptible de mejorar y que él mismo tiene la capacidad de superar, por fuerza de voluntad, cualquier
condición. La ley y la justicia son los factores naturales del control; mas el universo, guiado por su propia ley, tiene los métodos
creativos para hacer trascender esa ley, aproximando las dimensiones cósmicas y expandiéndose geométricamente a lo infinito.
Los amigos de la libertad tienen que rechazar las viejas ideas lo más pronto que puedan y descartar los conceptos anticuados cual
ropa pasada de moda. En los tiempos de Cristóbal Colón, la humanidad difícilmente podía aceptar el hecho de que el mundo fuera
redondo y se sometía dogmáticamente a la teoría de que la Tierra era plana. Las fórmulas químicas, tanto de la materia básica
como de la compleja, son sencillas para el químico, mas para el indocto parecen sólo un enredo de símbolos. Nuestro objetivo en
este curso no es solamente el de proporcionar conocimientos, sino más bien el de propiciar en ustedes la aceptación de ellos por
medio de una metodología casi a priori. Esto se requiere porque la prueba categórica de las leyes alquímicas se evidencia universal
y necesariamente por medio del efecto que tienen en el hombre. ¡Que haya luz dentro del ámbito personal de ustedes y dentro de
la esfera de su ser! La vida no es un experimento, aunque los hombres hayan experimentado con ella. La humanidad ha seguido la
corriente del mundo periférico de los efectos, descuidando el reino causativo interno. Toda desdicha está arraigada en los factores
básicos de la causa. Corrijan los defectos y sanarán, descubriéndose a sí mismos.
Estoy interesado en trastocar completamente las nocivas actitudes humanas y reemplazarlas con métodos y conceptos correctos,
a fin de que toda vida pueda superar con rapidez el campo energético humano de pesado y gravitatorio magnetismo que impide
que la humanidad ascienda progresivamente. Que todo aspirante a alquimista primero proceda a transformarse a sí mismo aquí y
ahora, por medio de la transmutación, ganando así una paz interna y un sentido de realización externa, sobre todo al concluir cada
uno de los plazos de vida. Sin lugar a duda, la intensidad del control positivo del hombre, que tiene el poder de alterar la substancia
por dentro y por fuera, no puede manifestar la bendición designada por Dios para que todos gocen y hagan uso diario de ella, a no
ser que se conserve un foco tanto interior como exterior, donde lo Bueno se acentúa.
Amados míos, vivir para recibir recompensa o castigo no es razón de ser. La mayoría de los habitantes de la Tierra no ha com-
prendido racionalmente el destino intrínseco de la vida que está enclavado sólo en unos cuantos. Diariamente, miles de personas
obtienen satisfacción en apuestas, carreras o juegos de azar, con la esperanza de ganar a pesar de las tremendas desventajas,
puesto que ignoran la ley más segura de todas: el designio cósmico.
Los que niegan a Dios o la vida misma, lo hacen por falta de una experiencia genuina. Estos no han experimentado en sí mismos
la aurora de la razón pura. ¡Prefieren aceptar las ideas populares que se asocian con la actitud de "no ser crédulos"! Son legión,
pues, las pérdidas que han sufrido personas como éstas; y, si bien no tengo la esperanza de cambiar a cada uno de esos indivi-
duos, vuelvo a aconsejar aquí que todos se sientan inspirados a seguir perseverando. La búsqueda vale todo esfuerzo. Yo co-
nozco la ley: la alquimia de la acción se comprueba por sí misma.
Los que desean entablar una discusión para comprobar la inexistencia o la no esencialidad de una Primera Causa, pueda que no
quieran privarse del placer pasajero de ello; en cambio, si se someten a la lógica divina, el dorado grano de la verdad reemplazará
las cáscaras del orgullo que se encuentran en los asfixiantes e impenetrables sistemas del intelecto humano, el que desdeña verifi-
car cualquier conocimiento que no experimenten los sentidos físicos.
Con frecuencia, los individuos gozan imaginándose que están estrechamente relacionados con los venerables sabios. Ahora bien,
yo creo que los siglos que he vivido antes de ascender y los que han transcurrido desde entonces, me autorizan para hacer ciertas
distinciones al respecto. Ni vanidad, ni motivos humanos podrían inspirarme a escribir esta serie. Tengo presente tan sólo el pro-
fundo amor que siento por la Tierra como una unidad en su progreso cósmico, y deseo transmitir aquí algo de la dulce sencillez de
9
este amor y de la sabiduría que éste guía.
Veamos ahora cuán razonable es suponer que un suficiente número de personas que presta servicio armoniosamente, pueda
cambiar hasta la más petrificada condición, creando un flujo de amor que recorrerá cimas y valles, inspirando a cerrar la brecha
entre lo real de la eterna alquimia (la química total de Dios) y lo artificial que surge de las cuevas de los errores degradantes. En-
tonces, el oro de la integridad y de la integración personales que emergerá, será un don que todos compartirán de igual forma; el
individuo reflejará el genio absoluto y la sociedad el reino celestial. Las fuerzas que quisieran atar a la humanidad a sus errores pa-
sados, impidiendo que la llama de la paz se encienda en la actualidad, tienen que ser atadas a su vez en el Cielo como en la Tie-
rra. Y la humanidad tiene que levantarse para dar aquí y ahora el toque a muerto por estas fuerzas, antes de que la guerra termine.
Tan sólo en la verdadera comprensión de la vida y de la alquimia del ser se puede librar uno de la confusión.
Paso a paso, los estoy conduciendo a la correcta comprensión de la alquimia. En las primeras lecciones les he recordado su res-
ponsabilidad: comprobar la ley de su propio ser, haciendo debido uso de la alquimia. Ahora, les traigo a la memoria la necesidad
de realizar cambios en ustedes mismos donde sean ventajosos. Finalmente, les enseñaré el arte y la práctica de la precipitación.
Un requisito previo para aplicar los métodos de la precipitación es el de saber lo que desean precipitar. Es ésta la verdad que Je-
sús enseñó en el Padrenuestro y cuando dijo: «Mas, hágase Tu voluntad y no la mia». La voluntad de Dios, la voluntad del Altísi-
mo, es la voluntad de su Yo Real, de la parte más importante de ustedes mismos. Dado que el yo inferior -aun cuando sigue te-
niendo la capacidad de entrar en contacto con el Yo Superior a través del alma-no es más que un manojo de impulsos, relleno de
partículas de conocimiento humano, recomiendo que lleguen a conocer la Realidad de su ser, ya que esta Realidad es el genio (in-
genio) dentro de ustedes que puede dar a Aladino (que simboliza al alquimista que frota la lámpara del puro conocimiento) los legí-
timos deseos de su ser inmortal.
Reflexionen ahora sobre la necesidad de cambiar (Tuyo es el reino), sobre el poder de cambiar (Tuyo es el poder) y sobre el moti-
vo de cambiar (Tuya es la gloria), a fin de desarrollar de la pasajera llama de seriedad el permanente sol de la renovada esperan-
za. Agraciadamente, YO SOY Saint Germain
VI FACTORES MOLDEADORES
¡Ah, el molde! ¡Ahí está el busilis! Sí, pues, ¡también el moho* contamina!
Mas, ¡cuán bella fue la esperanza de Dios al crear cada corriente de vida! Después del descenso al mundo de las formas y de la
substancia material, tienen lugar los años de formación, en los que las presiones tanto bulliciosas como las silenciosas dejan su
impresión en la virginal blancura de la consciencia del individuo. Comenzando con la primera mirada cariñosa de los boquiabiertos
padres y parientes, una serie de factores ambientales va acumulándose gradualmente, lo que sirve para crear patrones y con-
ceptos en la tierna pantalla de la mente embriónica.
Estos factores moldeadores siguen ejerciendo sus multifacéticas influencias sobre la plástica personalidad del hombre. Esta indivi-
dualidad, pues, que primero se identifica totalmente con lo Bueno de Dios, se ve afectada y moldeada por innumerables patrones
de experiencia. Es así como el ejemplo talla la mente y el ser del hombre ya sea para el bien o para el mal. Sin embargo, la expe-
riencia no es la única forma de expander la consciencia, dado que cada momento que se pasa con Dios o con un miembro de Sus
legiones cósmicas enaltece y ensancha la consciencia individual, proporcionando iluminación instantáneamente, en un abrir y ce-
rrar de ojos ~. La prueba empírica de la imperfección humana está comprendida en las vidas pasadas y presentes de las masas.
Una vida en cautiverio o en peligro desprecia el sentido de la existencia. ¡La religión y la esperanza de salvación surgen del cora-
zón humano y brotan del árbol humano! ("alzando la vista, él dijo: Veo a los hombres como árboles, pero que andan"). La alquimia
de la modificación se necesitaba en los días de Jesús y sigue necesitándose porque, con demasiada frecuencia, el molde es im-
perfecto y el producto no puede ser mejor que su matriz.
He dicho que también el moho contamina y con ello, llamo su atención sobre la acumulación no transmutada de inmundicia y mise-
ria humanas que, cual basura, están esparcidas en las aceras de la consciencia humana, despidiendo olores desde los mos-
tradores de la literatura mundana. El moho encostrado se disfraza de una cultura legítima mientras va socavando la decencia de
las almas robustas. La libertad de prensa no estaba designada para que los corruptores de mentes jóvenes tuvieran libertad de ac-
ción y tampoco para confundir y desorganizar al populacho, inundando sus cerebros con propaganda lingüística y discriminaciones
basadas en prejuicios. Más bien, la prensa libre estaba designada para engendrar el poder de la luz e inspirar en todos el debido
sentido del destino cósmico. ¡Oh América, mi amado país! ¡Cuán preciadas son las huellas de tus héroes, conocidos y descono-
cidos! aunque el corazón de toda madre puede sentir un orgullo justificado cuando, con "consentimiento de los gobernados" 3,
ofrece el fruto de su vida -los hijos e hijas por excelencia, quienes, desde el corazón de esta amada nación, sirven a la causa de la
libertad en toda la Tierra. Hago estos comentarios, concernientes a la libertad personal que se alcanza a través del uso correcto de
la alquimia, porque cada efecto calamitoso del molde y del moho tiene que contrarrestarse. No digo que no hablaremos más sobre
este tema a lo largo y hasta terminar este curso, sino que con ello, doy mi consejo especifico a los que quieran hacer uso de la al-
quimia para fomentar sus adelantos personales en cuanto a la realización del plan divino, mejorando con ello sus condiciones ac-
tuales.
Los que conocen el procedimiento de refinar metales preciosos, saben que se requiere un calor intenso para licuifica muchos de
ellos. Se necesita calor también para separar las impurezas y las materias extrañas del metal puro. La separación de la escoria se
lleva a cabo de doble forma: 1) una parte se evapora y se mezcla con la atmósfera del cuarto donde el horno de refinación está en-
10
cendido y 2) gran parte de la substancia indeseable se trae a la superficie donde es desnatada por el refinador alerta.
En lo que concierne a esto, son pocos los padres que están dotados con el tipo de conocimiento que se requiere para dar a sus
hijos la facultad de entender, desde un comienzo, los principios de su total libertad. Yo no digo que el mundo no esté lleno de aspi-
raciones y de buenos propósitos, mas esta clase de caminos no parece conducir a los mejores lugares. ¡Es por eso que los hijos
del mundo, de generación en generación, entienden cada vez más de artes y artificios marciales y de las muchas costumbres de la
sociedad mundana, sin que se sientan demasiado excitados por la regenerada y pacífica sociedad de los santos!
En la mayoría de los casos, son pocos los que nacen y pasan su vida con el correcto entendimiento del objetivo universal; e inevi-
tablemente, los destinos personales, que a menudo se mueven en dirección contraria al flujo universal, periódicamente se ven blo-
queados y arruinados. Las páginas de la historia están llenas de derrumbamientos de tiranos y de derrotas de monstruos de finali-
dades equivocadas. Fracaso y éxito provocan aceptación en muchos campos, mientras que el hombre ordinario se dirige hacía el
cementerio de la mediocridad. Nada está más alejado del plan de Dios y de la naturaleza que estas falsas imitaciones del justo
medio. ¡Cuán inadecuado es el concepto de un destino que puede ser modelado por equivocaciones humanas! ¡Cuán nobles son
los que reconocen un Intelecto, una Mente, un Pastor Espiritual y un Creador, cuya previsión -aun mayor que la de Sus emisarios-
se revela como una montaña del objetivo universal que escalan los valientes, quienes no titubean ni temen confiar en la sabiduría
de los primeros escaladores de las escabrosas cumbres del apogeo!
Los que están en contacto con el cordón vital de estos pioneros espirituales, reciben mayor asesoramiento, dado que los hermanos
mayores de la raza amorosamente les ofrecen la libertad de todos los tiempos como un don de fe. Este don se ofrece a todos los
que, al aceptar esta fe, pueden asimismo tener la fuerza de voluntad de aspirar a él y la perseverancia de permitirle que los forme
en un molde aun más puro y en una acumulación de esta pureza, cuya realidad es el tesoro del Cielo.
Amados amigos de la libertad, ustedes se encuentran ahora a la entrada de las verdades avanzadas de la alquimia, las que doy a
conocer en la séptima lección; no obstante, es necesario que contemplen sus vidas a la luz de una perfecta armonía con el Espíritu
de la Alquimia Universal. No vuelvan a actuar guiados por la vanidad de desear reconocimiento, sino por el valor de un logro nece-
sario y porque el servicio es necesario y digno de por sí. Dios necesita un vehículo para manifestarse en el mundo de las formas, y
ustedes le prestan sus manos y sus pies. Es menester que entiendan el misterio de la unidad, por medio del cual, un hilo de con-
tacto entre cada vida y su Fuente sirve para conectar a todos los que viven con un gran tablero central de distribución. Aquí, la ac-
ción recíproca entre pensamiento y sentimiento está guardada, a fin de que no resulte lastimada ninguna parte de la vida en el san-
to monte de Dios.
Consideren toda la belleza de la vida posible y percíbanla como oro puro. Todo motivo de infelicidad, cada vibración de discordia,
temor, duda, sospecha, condenación, crítica, censura y autojustificación, y todas las peculiaridades negativas son parte ya sea del
molde humano o del moho que hay que purgar cual escoria, para que la pureza pueda regenerar una corriente de vida que permita
al individuo participar sin reserva de las aguas de la vida. No basta que los hombres vengan a beber porque hayan recibido la invi-
tación de las fuentes superiores. Ellos tienen que hacer nuevos odres para conservar el vino nuevo de la bondad y la finalidad infi-
nitas. Esto es alquimia espiritual, y es sabio el que primero alcanza este dominio dentro de si mismo, antes de tratar de gobernar
los elementos de los demás o de la naturaleza, puesto que de esta forma el karma es justificado por la sabiduría y vuelto benigno.
El pecado no se asoma a la puerta de tal practicante, dado que sus motivos, objetivos y métodos son puros y justos sus actos.
Agraciados alquimistas, ya el simple hecho de que estén estudiando este curso debería demostrar el interés que tienen por progre-
sar. La simple palabra improving (progresar, mejorar) encierra una lección espiritual que tiene que ser aprendida a fondo. Las pala-
bras impression (impresión) y proving (comprobar) se combinan aquí para indicar que la vida transmite sus impresiones al corazón
de la consciencia de ustedes para comprobar el valor de cada impresión. Con ello, todo pensamiento vano es juzgado ante la
magnificencia que representa la mayor gloria de Dios, la luz etérea del firmamento.
La mente de Cristo es sinónimo de la mente de luz y caracteriza a la persona que concuerda específicamente con la Inteligencia
Mayor. El flujo de impresiones que por lo general vienen del mundo»-debería usarlo el estudiante para comparar y comprobar los
modelos puros de los designios del Cielo. Cuando estas impresiones se mejoran por el fuego alquímico, se convierten en el fuerte
de los objetos e ideas útiles del hombre -matrices permanentes de lo bueno que atraen a su consciencia más impresiones de esta
índole. Es así cómo se difunde el reino de la Individualidad en alas de sabiduría celestial, demostrada diariamente por las palabras
pronunciadas desde las colinas del estado de alerta espiritual.
El alquimista sincero sabe que la vasta Inteligencia que creó todo lo que existe, expande sobre el Cosmos entero las poderosas
alas de luz. Como arriba en el Macrocosmo así abajo en el microcosmo -en el minimizado mundo de las apariencias- se individuali-
za esta Inteligencia. El cuidado alerta de Dios se manifiesta siempre en Sus maravillosos designios como una Presencia de la
Guarda, que no busca la profanación, sino la realización gloriosa de cada una de las personas en las que arde la llama de la todo-
poderosa y siempre presente vida.
La llamada muerte física no representa el fin del ser, sino tan sólo divide la vida eterna en compartimientos de identidad y expe-
riencia, pudiéndose aprovechar completamente la expansión y la oportunidad, y descartar todo molde desgastado. El aspirante
puede recoger los fragmentos olvidados y tejerlos, hilo por hilo, hasta formar un tapiz de tal belleza que produzca en el que lo con-
temple un sentimiento de gratitud por la perfección y la gloria, presentes en cada día de la eternidad!
Estoy consciente del desaliento humano que se crea cuando uno se identifica con los elementos de desintegración dentro de la so-
11
ciedad. Conozco perfectamente los fraudes practicados en nombre de la religión, mas no me preocupo tanto por estos asuntos,
sino más bien por esas vidas que surgen del crisol de las experiencias, revestidas con un maravilloso traje patinado de oro. Sus
vidas nunca tienen que estar vacías, porque la Vida, que es inteligente y considerada, les cuida. La Vida es palpable, real, seria y
tierna. La Vida es dramática y está encaminada hacia la gloria. El camino alto, en contraposición al camino bajo, es el sendero del
alquimista, cuyo corazón se encuentra en la resplandeciente gloria siempre y en todo momento en que su pie de peregrino huella
los polvorientos caminos del hombre, transmutando, transmutando y transmutando ese polvo en el más puro resplandor.
YO SOY la vida, YÓ SOY la verdad y YO SOY el camino Saint Germain
VII M ÉTODOS DE TRANSFERENCIA
¡La luz es la clave de la alquímia! Las palabras: «Hágase la lUZ» representan el primer fíat de la creación y el primer paso hacia la
precipitación apropiada. Cuando el hombre que de por sí ya es una manifestación de Dios- quiere emular al Padre Supremo y pre-
cipitar, tal como un verdadero hijo de la luz debería aprender a hacerlo, ha de seguir los métodos usados por la Inteligencia Su-
prema, si espera tener resultados uniformes y dignos.
Cuando se examinan los obvios métodos del Creador y se observa la naturaleza, se pueden deducir muchas cosas valiosas, siem-
pre que uno se eduque para pensar libremente, pues es necesario pasar por alto los silogismos meramente humanos y penetrar la
consciencia ilimitada de Dios -quien es el gran Maestro Alquimista-, a fin de ir y hacer lo mismo, considerando siempre como bue-
nos los servicios que uno presta.
Cuando dentro de ustedes mismos toman la decisión de experimentar con el arte de la precipitación, primero han de crear un bos-
quejo mental del objeto que desean producir. Este debería incluir el tamaño exacto, sus proporciones, su material, su densidad,
color y cualidad de la forma visualizada en todos sus detalles. Una vez completada en la mente la visualización del bosquejo, éste
tiene que ser sellado de inmediato; éste es un paso esencial para que entre rápida y eficazmente en el mundo de la forma material.
No malentiendan este paso creyendo que al sellar su plan acaban con toda posibilidad de mejorar su diseño. No es así, puesto que
puede ser mejorado en los subsiguientes modelos; pero, a menos que entreguen dicho bosquejo como algo acabado a los elemen-
tales y a los constructores de las formas, éstos no pueden hacer que se manifieste debidamente. Las palabras:«¡Consumado es-
tá!» constituyen, por lo tanto, el segundo fíat de la creación después del «¡Hágase la luz!».
Ahora que acaban de crear una matriz del pensamiento, sellándola contra la intrusión de interferentes radiaciones mentales de los
demás, emitidas ya sea conscientemente (en ciertos casos a través de los celos o del ego) o inconscientemente debido a la resis-
tencia al progreso de la mente colectiva de las masas, deben observar la tercera regla para proteger su propósito y "no decírselo a
nadie". Esta es asimismo una ley de la precipitación que les permite entrampar rayos concentrados de patrones de pensamientos y
sentimientos humanos que pueden perturbar considerablemente el éxito de un experimento alquímico, a no ser que se activen cier-
tas salvaguardias.
Eviten, pues, que la energía se disipe debido a la intrusión de una multiplicidad de mentes, excepto en aquellos casos en que dos o
más individuos cooperen de forma específica en una precipitación conjunta. Los que son científicos por naturaleza y están familia-
rizados con la dispersión Culombio y con la ley de Rutherford, comprenderán cómo la energía del pensamiento, cual ondas que
dispersan otras ondas como si estuvieran compuestas de partículas diminutas, puede establecer una penetración suficientemente
grande como para descomponer el campo de la energía magnética del pensamiento que se centra en el patrón especifico de la
matriz creativa.
Todo estudiante debería reconocer que las figuras geométricas, tales como el cuadrado, el triángulo, el círculo, la elipse y el parale-
logramo, se usan casi universalmente para realizar un acto de creación tanto en el mundo macrocósmico como en el mundo tridi-
mensional microcósmíco. Si bien, en el mundo matemático del álgebra, del cálculo y de la trigonometría se encuentran formas
creativas más elevadas, la simbologia más elevada, conocida por nosotros en niveles espirituales internos, es la ciencia de los rit-
mos engrámicos. Este estudio se dedica al control y a la emanación de la energía, a los engramas (cuyo término usamos cuando
nos referimos a la clave que es la causa de los efectos, observados por los científicos mundanos y denominados por ellos engra-
mas), al uso de los mantras, a la acumulación de energía fohática y a los salvaguardias que ponen en acción los principios de de-
marcación entre las evoluciones de la consciencia humana en los planos de la Materia y el mundo del perfecto orden divino, exis-
tente en los planos del Espíritu. Al reflexionar sobre esta ciencia se debería tener en cuenta que incluso la infinita y omnipresente
consciencia de Dios, extendiéndose al reino de la creación material, pasa por toda la gama de expresiones creativas, desde los pa-
trones más sencillos hasta los de mayor complejidad. El estudiante de la alquimia debería considerar la memoria -cuando se em-
plea como instrumento de la Mente Superior- como un inestimable accesorio para sus experimentos; dado que los procesos de la
memoria humana son verdaderamente admirables. Y cuando éstos se coordinan con el cuerpo mental*, siempre ha de realizarse
una acción superlativa. Por lo tanto, existen varios individuos que son capaces de aprender de memoria y de ejecutar toda una sin-
fonía sin cometer errores que se noten. También los matemáticos demuestran maravillosas facultades de control mental en cálcu-
los que alcanzan casi una precisión infinita. Que todo estudiante de la alquimia reconozca, pues, que dentro de sí mismo lleva una
Mente Superior que es capaz de contener patrones de dimensiones infinitas. Esta Mente funciona independientemente de la mente
exterior, exenta de cualquier restricción humana. Por lo tanto, siendo el vehículo de la Mente Superior, un cuerpo de memorias pu-
rificado es algo indispensable para el alquimista, dado que este cuerpo transmite las impresiones de esta Mente a la mente exte-
rior.
12
Que el estudiante sincero, deseoso de reflexionar y practicar los métodos que controlan la mente y la memoria que son los méto-
dos de Dios mismo, adquiera el hábito de dar conscientemente a su bendita Mente Superior o su Yo Cristico* (Christ Self) la res-
ponsabilidad de diseñar y perfeccionar las ideas embriónicas y los modelos de su creación, pues muchos de estos modelos, que a
primera vista, parecen estar concebidos conscientemente por el alquimista, a menudo tienen su origen en esta parte superior del
bendito Yo. Recuerden que veinticuatro horas al día, su Mente Superior está en acción en dimensiones expandidas. Este bendito
Confortador, desconocido y no percibido por ustedes en lo exterior, está esperando que lo llamen para entrar en acción y actúa li-
bre de las limitaciones ordinarias de tiempo y espacio. ¡Usen, pues, su Mente Superior, empleándola tanto en el papel de aprendiz
como en el de maestro; puesto que el Espíritu Santo de la verdad, activo en ésta, les puede conducir a toda la verdad!
Quisiera llamar la atención de los estudiantes sobre el hecho de que, si así lo desean, pueden ayudarse inmesurablemente en las
artes de la alquimia con una lectura adicional. Sin embargo, ha de tenerse cuidado en esto, a fin de que los aspectos secundarios
de la tecnología y de la teoría científica no desvíen el poderoso flujo de la alquimia -la ciencia mayor- a caminos secundarios del
materialismo, donde los fines justifican los medios, como se suele decir. Me doy perfecta cuenta de que muchas materias afines no
sólo serían aburridas para algunos de nuestros estudiantes, sino que también estarían más allá de su comprensión. Dado que no
quiero impedir que las masas reciban las bendiciones de la alquimia, deliberadamente he expresado muchos de estos puntos de
tal forma que se puedan entender fácilmente. Pero que nadie crea que todo el conocimiento puede alcanzarse con un simple enfo-
que del mismo o sin esfuerzo y sin estudio.
Para los que desean una información más técnica para ampliar este curso, sugiero que estudien las siguientes materias: propaga-
ción de las ondas, mecánica cuántica, química y física elementales y avanzadas, sismología, astronomía, geología y materias afi-
nes. Estos estudios, junto con cursos en letras humanas, en religiones del mundo y en las obras de Shakespeare les serán de un
valor inmenso, siempre que se guíen interiormente y a través de sus gustos personales. Que nadie crea que el estudio de estas
materias adicionales es absolutamente necesario o que es una orden dada por los Maestros, puesto que las enseñanzas de mayor
importancia están incluidas aquí, si bien entre líneas en algunos casos. Permitan que Dios los guíe; y a los que no se dan cuenta
de Sus riendas, yo les digo: ¡no hay recompensa sin esfuerzo!
Abrigo cierta esperanza de que la ciencia material no considere con demasiada desconfianza el hecho de que el poder de la mente
y del espíritu tenga control sobre la Materia. Dudo que la religión pueda negar cabalmente los llamados milagros que demuestran
(si se ha de creer en ellos) que los individuos que han vivido en la Tierra han sido capaces de llevar a cabo la transmutación, lo que
no es más que cambiar una forma en otra, como agua en vino; la amplificación y la multiplicación de la substancia atómica y mole-
cular, como la multiplicación de los panes y los peces; y la precipitación de los elementos, como el llamado para que caiga fuego
del cielo. Los actos igualmente maravillosos realizados por Maestros Ascendidos y no ascendidos, revelan una ciencia sumamente
exacta que controla la Materia y la energía.
Yo, por mi parte, nunca he dudado de la verdad de estas cosas, simplemente porque siempre he conservado con humildad la fe en
que el poder del Bien perdure; más aún, mi actividad demuestra las leyes de la alquimia que convierten todo el procedimiento de
controlar la Materia y la energía en un asunto cotidiano. Me doy cuenta de que los no iniciados o los que nunca han presenciado
los llamados milagros, fácilmente pueden poner en tela de juicio su autenticidad. ¡Alquimistas de Dios, yo no les pido que crean so-
lamente! ¡Les pido que, hasta cierto grado, comiencen a demostrar para ustedes mismos estas verdades! Unos cuantos estudian-
tes de la ley superior han sido capaces de exteriorizar con éxito, directamente de lo Universal*, uno o más objetos visibles, tal como
una rosa, una piedra preciosa o una copa con una esencia líquida que vivifica tanto la mente como el cuerpo. Naturalmente, esta-
mos ansiosos de ver que la gente adquiera el poder de producir absolutamente todo directamente de lo Universal. No obstante, ta-
les secretos apenas si se pueden escribir o aclarar de forma explícita y total porque nosotros no podemos trastornar el actual sis-
tema económico hasta que los habitantes de la Tierra no hayan establecido una mayor justicia; pero estos secretos tampoco pue-
den ocultarse justificadamente a los que son dignos de ellos. Por eso, hemos incluido maravillosas claves en todo este curso, las
que abrirán muchas puertas al progreso, patentes a los fieles o a los que se esfuerzen por serlo.
Todo Maestro Ascendido posee los poderes de precipitar a voluntad y, por eso, nunca le falta ninguna cosa buena. Que los hom-
bres no ascendidos se hagan esta pregunta: ¿hasta cuándo van a gastar sus energías luchando por ganarse a duras penas una
escasa existencia de las alacenas de la Naturaleza -las que para algunos realmente parecen estar vacías-, cuando todas sus ne-
cesidades pueden satisfacerse dominando las leyes cósmicas, las que Jesucristo y otros grandes maestros del pasado han demos-
trado con sus propias vidas?
El uso del término luz en la alquimia comprende la luz tanto en sus conocidos aspectos visibles como en sus características invisi-
bles, algunas de las cuales todavía son desconocidas por la ciencia ffsica. Cuando yo producía raras gemas y piedras preciosas
por medio de la alquimia, los métodos que usaba no hubieran podido ser aplicados fácilmente por una persona ordinaria, de no
haber adquirido el necesario control mental mediante una disciplina, una fe y una quietud meditativa. Estos métodos son conocidos
por todo iniciado; y tan Sólo a un iniciado podrían tentarlo tanto las fuerzas del mal como tentaron a Jesús, quien, consciente de su
poder alquímico, desechó la tentación de hacer uso de la alquimia durante el tiempo en que se puso a prueba su fe. En vez de ali-
viar su molestia física, dando la orden de que "estas piedras se conviertan en pan", como lo podría haber hecho, mostró su lealtad
a la suprema Presencia de Dios y al Verbo Divino, prestándoles mucho más importancia a Ellos que a las exigencias de su cuerpo
físico. Esto le ayudó a pasar la prueba y a prepararse para dominar las disciplinas que le dieron su victoria en la cruz y en la tumba,
13
alzándolo de la colina de Betania a los brazos de Dios.
Sin embargo, muchos parecen darle menos importancia a la alquimia espiritual y prefieren formas mas espectaculares de los fe-
nómenos psíquicos, a obtener los cambios transmutativos que los divinizarían. Los hombres escasamente se imaginan que la pro-
mesa: «todas esas cosas se os darán por añadidura» incluye el poder de controlar el viento y las olas, como también la substancia
y la energía, una vez que el hombre haya convertido el reino de Dios en su primordial y más importante objetivo. No obstante, se
requiere un equilibrio; y me da mucho gusto decirles a los estudiantes una vez más, que el uso de la alquimia, con el fin de efectuar
cambios en la octava fisica, no es de manera alguna indebido si se usa adecuadamente.
Los métodos de la alquimia se pueden expresar con sencillez y absorber fácilmente, sin embargo, sus preceptos requieren la prác-
tica de un artista maestro. No obstante, los resultados pueden obtenerse en diversas formas, siempre que el estudiante por lo me-
nos empiece con ello y lo intente. Existen muchos métodos de precipitación, pero aquí voy a bosquejar parcialmente tan sólo uno
de ellos.
Primero, diseñen una matriz mental del objeto deseado; luego, determinen dónde quieren que se manifieste. Si conocen la subs-
tancia material de la que se compone, aprendan de memoria su formación atómica; si no, llamen a la Inteligencia Divina dentro de
la Mente Superior de ustedes para que copie la fórmula deseada tomándola de la Inteligencia Universal, y la imprima en el cuerpo
de memorias y la mente de ustedes.
Reconozcan que la luz es una substancia energética que se manifiesta universalmente en la Tierra, gracias al centro solar del ser,
al foco del Cristo en este sistema solar. Hagan el llamado para que la luz asuma la formación atómica que tienen fija en la mente,
se conglomere alrededor de esta formación y se "densifique" luego, convirtiéndose en forma. Hagan el llamado para que esta es-
tructura atómica se multiplique hasta que las moléculas de la substancia comiencen a llenar el vacío del espacio en el que desean
que aparezca el objeto. Cuando todo el bosquejo está lleno de la acción vibratoria de la substancia cuatridimensional que repre-
senta la manifestación deseada, pidan que la densidad atómica baje totalmente a la forma y a la substancia tridimensionales, de
acuerdo con la formación establecida por la matriz en su mente; y luego, esperen los resultados.
No se pongan tensos si su manifestación no tiene lugar inmediatamente o si después de un período de tiempo razonable, parece
que no tendrá resultado. Recuerden, oh bienaventurados, que la desesperación destruye la fe misma en la que se basa su ex-
perimento, puesto que la fe es la substancia de lo que se espera, la prueba de lo que no se ve, y ustedes tienen que conservar su
fe en cuanto mantienen fijo el velo de gasa que compone la imagen mental. Si han pasado años bajo el puño de las emociones
humanas, absorbiendo la discordia de la consciencia colectiva, las dudas y temores de la humanidad, estos registros tienen que
ser consumidos por los fuegos alquímicos para dar paso a estas nobles ideas y formas que quisieran crear con la imaginación.
Tienen que dedicar su tiempo y energía a sus nuevas ideas. Con ello, comienzan a tejer una red de goce dedicada a la espirituali-
dad, a la espiritualización de la consciencia material y a la materialización de los conceptos celestiales aquí en la Tierra, donde el
reino de Dios tiene que manifestarse. Me gustaría indicar que el método de exploración usado en la proyección de imágenes tele-
visivas -cuando una corriente electrónica despide rayos de luz fluorescente en una pantalla y las partículas electrónicas se mueven
en forma de líneas horizontales, creando una imagen visible en un microsegundo- no pueden usarse eficazmente en la precipita-
ción alquímica, pero es sumamente apropiado para la proyección de imágenes mentales desde lejos. En la precipitación tiene que
efectuarse una rápida expansión tridimensional de los rayos de luz, mientras que en el método empleado en la pantalla la imagen
óptica es plana, de un solo plano dimensional.
El estudio de la citología y de la embriología proporcionará al estudiante un entendimiento de cómo se multiplica y reproduce una
célula. Cuando quieren llevar a cabo una manifestación instantánea, la velocidad y la intensidad de la luz tienen que alcanzar una
rapidez y un poder asombrosos. Hay que entender que el hecho de que la mente ejerza tal control sobre la Materia no es un pro-
cedimiento ordinario. Si bien no digo que personas comunes y corrientes no puedan dominar la técnica para poner en práctica es-
tas leyes, y que el individuo más humilde no pueda estar investido o investirse a sí mismo de tal autoridad dentro de los derechos
inalienables que Dios concede al hombre, no deseo que dentro de los que intentan la precipitación surja un sentimiento de frustra-
ción, ni que se sientan desalentados porque aparentemente fracasen.
Y digo "aparentemente" porque la ley es infalible. En la mayoría de los casos en que la precipitación directa no se lleva a cabo, si el
esfuerzo y la técnica se observan confiando plenamente en que el llamado exige la respuesta, tarde o temprano se producirá una
precipitación indirecta, con lo que la manifestación deseada tiene lugar de una o de otra forma. Recuerden que éste es un arte de
suprema calidad y es asimismo una cocreación con Dios y que, como tal, quienes mejor la utilizan son aquéllos cuyos propósitos
fluyen paralelamente a los divinos. Por lo tanto, cuando la voluntad del hombre está alineada a la voluntad de Dios, la luz de Dios
precipita sin falta dicha voluntad en la plenitud de tiempo, espacio y de oportunidad.
He dedicado seis lecciones a este tema, tratando métodos prácticos que ayudan al científico espiritual a obtener una mayor felici-
dad personal día a día por medio de la fusión de la persona con los patrones del Principio mismo. Para desarrollar con éxito los po-
deres espirituales es menester contar con una paz interior y exterior, y con una sensación de bienestar personal, aunque algunos
individuos medren en medio de conflictos. Admito que en la Tierra se necesitan líderes atrevidos en muchos campos de acción pa-
ra descubrir y desarrollar el tipo de sociedad que podría considerarse como diseñada por los dioses.
Adicionalmente a la alquimia de la precipitación instantánea, se requiere la alquimia de la preparación, planeándose de forma inte-
ligente el uso de las energías y de las oportunidades del individuo, a fin de que la Vida no reciba un rendimiento eventual de su in-
14
versión de energía en una corriente de vida.
Abrigo la esperanza de que hasta este momento, mis lectores no estén decepcionados por el modesto uso que he hecho de su
tiempo y de su atención. Afirmo humildemente que la lectura repetida de este material iluminará más a cada uno de ustedes en la
verdadera profundidad de mis percepciones que están designadas a elevar a aquellos que pertenecen a los diferentes estratos so-
ciales y religiosos a regiones de mayor provecho para ellos mismos, para la humanidad y para Dios. Si después de concluir este
curso he logrado esto hasta cierto grado o he aumentado la posibilidad para ello, yo estaré contento.
Puede que algunos de ustedes quieran que yo los guie personalmente cuando intenten su primera precipitación alquímica. Gusto-
samente ayudaré a todos los que silenciosamente pidan mi asistencia, siempre que el motivo sea justo y el cambio deseado bene-
ficioso para el plan de su vida, y que sean cuidadosos y ofrezcan sus plegarias a fin de que en todo momento se cumpla la volun-
tad de Dios. Permitan que les sugiera, pues, que su primer intento sea la precipitación de una amatista en forma de una cruz de
Malta. Esto seria excelentísimo, puesto que yo he usado personalmente la alquimia para hacer muchos modelos experimentales.
¡Y estoy sumamente dichoso de agregar mi ímpetu al suyo!
De lo sencillo a lo complejo, del amanecer del comienzo del uso de los rayos de Luz al cenit meridional del progreso: que todos
caminen por los senderos de la vida como una caravana de fe. Que todo aspirante a alquimista apunte hacia el blanco del logro.
Ustedes construyen en la luz eterna ahora mismo.
Dedicado a su éxito, YO SOY Saint Germain
VIII DIRIGIENDO LA CONSCIENCIA
Ahora nos acercamos, con reverente quietud y con la admiración de la comprensión sagrada, a las grandes leyes espirituales que
gobiernan toda manifestación exterior. Los designios de Dios son más palpables para cada uno de los hombres a medida que El
los va apreciando más. Reconozcan cuán insensato es someterse a los falsos principios de cualquier sistema educativo; sin em-
bargo, es igualmente insensato negar la verdad inherente y los preceptos comprobados del conocimiento académico.
Conózcanse a sí mismos para conocer la naturaleza; pero dominen el arte de la síntesis sagrada, mediante lo cual, la justicia de la
verdad servirá para integrar al campo del conocimiento esa relatividad interna y esa medida cósmica entre la naturaleza y el Yo,
cuya exacta acción matemática indica que, así como Dios se expresa en Su geometría [crea según leyes geométricas], también el
hombre es capaz sistemáticamente de percibir y demostrar un entendimiento correlativo de las maravillosas obras de las manos de
Dios sin el hechizo falaz de la mente carnal.
Al despojar la gracia creativa (contenida en cada átomo de la creación) de las vibraciones de pensamientos y sentimientos huma-
nos, toda la substancia de la vida brilla, purificada por manos eternas. Ahora bien, ¡así debería ser! El error más craso y el sufri-
miento más intenso son el resultado de haber abordado equivocadamente la razón pura. ¿Se dan cuenta, bienaventurados hijos de
los hombres, que son pocos los que en la Tierra seguirían conscientemente haciendo el mal si, a ciencia cierta, estuvieran conven-
cidos de que así lo están haciendo? Por lo tanto, incumbe a los maestros alquimistas de la humanidad servir a Dios y al hombre lo
más que puedan, eliminando todo rastro de malicia y de ignorancia de la pantalla de la consciencia humana, comenzando con los
conceptos personales de cada uno de ellos.
Sabiendo cuán tiernamente los estudiantes de este curso están pendientes de cada una de mis palabras, yo también estoy imbuido
de una sensación de reverencia hacia el servicio inminente. No puedo concebir cómo podríamos hacer menos que contestar los
llamados dirigidos a nosotros, de acuerdo con la Gran Ley Cósmica. ¡Incluso un ser ascendido que está en contacto íntimo con los
seres humanos casi podría estar poseído de una sensación de urgencia y del deseo de romper las cadenas que mantienen en cau-
tiverio a cualquier alma bendita! Sin embargo, para nosotros tan sólo es posible mostrar el camino y proporcionar la orientación es-
pecífica y el servicio, prescritos por el Consejo Kármico.
La advertencia: «¡Hombre, conócete a ti mismo!» tiene que ser aplicada por ustedes a la verdad pura del ser y no a los conceptos
humanos de lo que es la verdad. Sin embargo, es peligroso criticar al prójimo o sus conceptos, porque tan sólo el individuo mismo
puede percibir, a través de la pantalla de su propio ser, su mundo y más allá el cosmos. Cuando reconozcan lo que significa inter-
pretar la vida para ustedes mismos, se darán cuenta de cuán absolutamente imposible es hacerlo para otra persona, tanto más
que una persona ordinaria no puede penetrar con eficacia la consciencia de otra corriente de vida, ni apreciar con exactitud todos
los procesos de sus pensamientos y sentimientos.
Por la gracia de Dios, nosotros somos capaces de hacerlo; y el Consejo Kármico, junto con el Yo Crístico (Christ Self) universal de
todos los hombres es capaz de mediar. A menudo titubeamos en interferir con el karma individual, a no ser que se nos suplique ve-
hementemente; mientras que la insensata humanidad no ascendida con frecuencia se precipita a decidir cómo ha de vivir o de
pensar un individuo. Confío en que los estudiantes de esta actividad vayan comprendiendo cada vez más lo mucho que pueden
ayudarse mutuamente si mantienen el concepto inmaculado del plan de vida de cada quien, dejando luego que el Yo Superior de
cada quien lo guíe.
Bien he observado, a través de los siglos, la importancia que tiene un servicio de oraciones sistemáticas. El diario ofrecimiento de
plegarias ha salvado la vida de millones de personas, ha ensanchado las vidas de otros millones de gente y ha bendecido ili-
mitadamente toda la vida. La oración abre la puerta para que Dios intervenga en los asuntos humanos. Provee una avenida en la
que los Maestros Ascendidos y los seres cósmicos, que deseen servir al planeta Tierra y sus evoluciones, pueden caminar entre
los pliegues de la justicia universal y prestar asistencia especial porque fueron llamados para ello. Dado que la ley decreta que las
15
huestes celestiales tienen que recibir los ruegos de unos cuantos seres humanos -invitándoseles a intervenir- antes de que reciban
el permiso de interceder en beneficio de la humanidad.
¿Acaso conservarían los hombres su libre albedrío si el Cielo impidiera que se cumpla todo deseo indebido? Sin embargo, ¿podrí-
an los guardianes de la raza humana que ven los errores de los actos humanos dejar de invocar asistencia de la inteligencia supe-
rior de Dios, en beneficio de sus descarriados hermanos, para desencadenar la vida de los efectos cristalizados de los conceptos
erróneos de los hombres? Para el alquimista, la plegaria tiene múltiple valor. Aparte de los beneficios citados, le da el ímpetu de
ennoblecer sus valores y de fomentar la realización de la finalidad de la verdad divina mientras el molde mental está por manifes-
tarse físicamente.
La exclamación del amado Jesús en la hora de su mayor prueba: «Mas, hágase Tu voluntad y no la mía» nos enseña una ley más
avanzada de la alquimia. Cuando el alquimista lo pronuncia en el momento de sellar la matriz, este llamado garantiza que las fuer-
zas directrices del poder, de la sabiduría y del amor corregirán el modelo precipitado donde sea necesario, a fin de que el diseño
más perfecto del Creador se produzca en el mundo de las formas. Esto coloca todo el procedimiento de precipitación en el campo
energético de percepciones eternas y provee al hombre -como un cocreador con Dios- el beneficio adicional de tener la asistencia
del Todopoderoso a medida que va formando y desarrollando su propio patrón de ideas que tiene sobre el destino, de acuerdo con
el objetivo cósmico.
En mi capítulo anterior, he aludido la posibilidad de que mentes ajenas pueden interferir en el procedimiento de precipitación, y
aunque no deseo que nadie tema tal eventualidad, sí deseo que cada quien se cuide de protegerse por medio de un silencio cau-
teloso. Una acción mesurada y una meditación precavida son la garantía adicional de que la libertad de crear lo que Dios quiere
que todos tengamos, será el sino para todos. La visualización de una luz azul alrededor de ustedes mismos, de su matriz y de su
manifestación ayudará a enfocar la protección deseada.
Cuando Jesucristo declaró: «No penséis que he venido a traer paz a la Tierra. No he venido a traer paz, sino una espada», causó
consternación en los muchos que le seguían como el Príncipe de la Paz y sigue causando consternación hasta ahora. Amados mí-
os, esta afirmación, junto con la siguiente: «He venido a sembrar discordia entre el hombre y su padre, entre la hija y su madre y
entre la nuera y su suegra. Y los enemigos del hombre serán los que convivan con él», tienen el propósito común de transmitir un
mensaje de protección a cada corriente de vida.
El Salvador proclamó a todos los seres humanos la necesidad de proteger el diseño divino que les pertenece. Por lo tanto, si algu-
nos se atreviesen a decir a los demás cómo han de vivir, sembrarían discordia entre sí mismos, la familia y los amigos; y si el hom-
bre optara conscientemente por buscar, encontrar y seguir su propio diseño divino -aun cuando ese modelo no sea del agrado del
padre, la madre, los amigos o la sociedad-, este hombre debería aceptarlo a pesar de que lo pone en discordia con los que todavía
conservan los conceptos de realización mundanos.
Al seguir la Estrella de Belén -la piedra imán interna del Cristo- uno participa en la experiencia de Getsemaní, del Monte Calvario,
de la aurora de Resurrección y de la colina de la Ascensión. Por lo tanto, nadie puede tener verdadera paz hasta que la espada de
la discriminación divina no lo haga capaz de discernir su Realidad y luego proteger los regalos y dones inherentes que Dios ha se-
llado dentro de él mismo, con el fin de hacer de cada corriente de vida una gloriosa faceta del plan maestro de la creación.
Yo no permito que de mi declaración anterior surja una excusa para la obstinación humana. Sin lugar a duda, debe tenerse en
cuenta que muchos padres y amigos bien intencionados dan consejos acertados, que muchos líderes religiosos y pedagógicos
hacen lo mismo y que se puede aprender mucho, apreciando la sabiduría de los doctos y de los instruidos. Sin embargo, estoy in-
teresado en que cada individuo domine por sí mismo el procedimiento de la autodiscriminación, desarrollando las cualidades de un
líder y la habilidad de ponderar los consejos ajenos, dependiendo obedientemente de Dios en las alturas para penetrar la densidad
de la razón humana con la luz de Su benevolencia que, repito, representa el alba y la substancia de la razón pura en si. ¡No hay
hombre que tenga una mayor lógica que la incomparable sabiduría del Verbo!
Sin embargo, aquí hay un punto de peligro, un estado precario de consciencia en el que un retraimiento insensato se hace sentir
en el estudiante, y en este estado declara: «Yo solamente necesito a Dios y solamente El ha de decirme todo lo que quiero saber».
Ahora bien, amados míos, cuando el rey invita al hijo a un banquete, él emplea a sus siervos para colocar los manjares de su mesa
ante el hijo, quien luego tiene que levantarse y participar de ellos por sí mismo. Por lo tanto, que todos aprendan a reconocer el
verdadero valor en los demás y en todas las cosas sin que los engañe, empero, la ceguedad de los demás. Ahora he llegado al
punto en el que estoy ansioso de transmitirles un gran misterio, de tal forma que el grado de exactitud con el que lo aprendan, les
permitirá cosechar beneficios permanentes para su mente y sus negocios. Este es el siguiente: que el alquimista entienda la cons-
ciencia como el ingrediente supremo. Amados míos, ¡con Dios todo es posible! Para cada uno de ustedes esto es cierto ahora si
poseen Su consciencia -en verdad, les es inmediatamente posible realizar todas las cosas. ¡Si no tienen la experiencia instantánea
de ello, entonces necesitan más de Su consciencia! Me dirán: «Hasta ahora, todo va bien pero, ¿cómo hago para adquirir ese algo
nebuloso llamado consciencia?» Amados míos, ¿qué es y dónde está la consciencia de ustedes? Los diminutos ápices de Materia
física o energía, de naturaleza atómica, están compuestos de partículas de luz sostenidas en rutas orbitales, predestinados e im-
buidos de acción inteligente. Este magnetismo espiritual animado con inteligencia, poder y amor creativos, es una corriente cuya
densidad impregna toda la esfera y el reino de cada átomo, extendiéndose para formar composiciones moleculares y celulares,
manifestándose de ahí en la escala planetaria a través de las fases elementales de la naturaleza; y se sabrá -cuando se entiendan
16
correctamente- que estas partículas giran en rutas orbitales extraordinariamente fantásticas a través de las densidades solares,
galácticas y universales.
El tamaño relativo ha permitido a los hombres la sensación de que su consciencia está restringida al cuerpo o a la célula, según el
caso. El concepto del fantasma encadenado a la maquinaria humana es totalmente erróneo. Aunque el flujo de fuerzas de in-
fluencias recíprocas puede volverse más complejo, el concepto de una consciencia que se expande, simultáneamente con la ex-
pansión del universo, tiene que considerarse si el hombre quiere dominar correctamente sus negocios.
El hombre no está restringido ni a su cuerpo ni a un átomo de substancia en el cuerpo o en el cerebro. Tampoco los átomos de la
Materia física que componen ese cuerpo están restringidos a éste, ni están limitados en su expresión por este cuerpo o por la den-
sidad de la Materia y de la mente. El poder de extenderse hacia afuera y de convertirse en una parte totalmente consciente del to-
do de una manera maravillosamente espiritual, es el don de Dios para todos. Al hacerlo, nadie pierde nada de lo que ya es suyo, y
nadie quita nada de otra persona al compartir las glorias de Dios.
El verdadero significado del pasaje de la Sagrada Escritura, en el que San Juan habla del librito que será dulce en la boca y amar-
go en las entrañas , se refiere a la asimilación de la idea de que él encierra en sí mismo al universo y de que él está encerrado en
el universo. El Libro de la Vida que se menciona en el Apocalipsis es el léxico de Dios, y el léxico de Dios abarca todo el cosmos.
Ya que cubre toda la creación, que nadie quite a otro la parte o el privilegio de gozar de toda su verdad cósmica; que nadie se prive
de este máximo privilegio de la vida. El hacerlo representa que se quita, ya sea a sí mismo o a otro, su parte; y Dios -que es la ley-
sin lugar a dudas, restringirá a aquel que así lo hace a la misma esfera de limitación a la que éste restringió al otro.
Que todos siendo "el guardián de su hermano", consideren las mejores y más elevadas posibilidades para cada quien. Por lo tanto,
extiendan y contraigan la consciencia para percibir no sólo el reino interior necesario del ser sino también el universo que se ex-
tiende en lo exterior, y verán cómo su consciencia se lanzará a los brazos del Eterno Alquimista mismo.
Ahora bien, no es mi intención dejar las muchas materias contenidas en este curso sin una sinopsis espiritual y física, y sin un
apéndice de provecho diario. Por lo tanto, la proxima lección incluirá el cordón de oro que tal vez debería llamarse acorde, porque
ha de crear en la consciencia la clave final armonizante que le dará a este curso un valor permanente e inestimable para todos.
Incluyo tal instrucción con la esperanza de que sirva para enmarcar el todo en una singular y bella guarnición. ¡Mas el todo al que
nos referimos aquí es toda la vida de ustedes! Dominen su consciencia_ dirigiendo debidamente su atención, poseyendo con ello
la llave del precioso depósito de la substancia eterna de Dios.
Afectuosamente, Yo SOY Saint Germain