Huyssenn Usos y Abusos de La Memoria

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En la cultura contemporanea, obcecada como esta con la memoria


y los traumas sobre el genocidio y el terrorismo de Estado, el olvido
tiene «mala» prensa. Podemos describir el olvido como el fracaso de
la memoria, algo que implica un rechazo 0 inhabilidad para comuni-
car. A pesar de que algunos argumenten que nuestra cultura esta de- .
masiado centrada en el pasado, el olvido permanece bajo una som-
bra de desconfianza y se entiende como un fracaso evitable 0 como
una regresi6n indeseable. Por otro lado, la memoria puede ser consi-
derada crucial para la cohesi6n social y cultural de una sociedad.
Cualquier tipo de identidad depende de ella. Una sociedad sin me-
moria es un anatema.
La imagen negativa del olvido no es, por supuesto, ni sorprenden-
te ni especialmente nueva. Podemos observar una fenomenologia de la
memoria, pero sin dud a no tenemos una fenomenologia del olvido. La
falta de atenci6n sobre el olvido se documenta en la filosofla desde
Plat6n hasta Kant y des de Descartes hasta Heidegger, Derrida y Um-
berto Eco, quien una vez rechaz6, sobre la base de la semi6tica, que
podria existir algo asi como un arte de olvidar, analogo al arte de la
memoria.1
La larga historia sobre el olvido ha sido magistralmente descrita
en la reciente obra de Harald Weinrich, Lethe: Kunst und Kritik des
Vergessens.2 Weinrich postula un ars oblivionis en analogia con la
obra de Frances Yates The Art of Memory.3 El trabajo de Weinrich se
relaciona con La memoire, l'histoire, l'oubli de Paul Ricreur, en donde
este observa que hablamos sobre la obligaci6n de recordar, pero nun-
ca del deber de 01vidar.4 Nos referimos con facilidad a una etica del
trabajo de la memoria, pero probablemente negando que tambien po-
dria haber una etica, mucho mas que simplemente una patologia, del
olvido. Sea como fuere, la memoria parece requerir esfuerzo y traba-
jo; el olvido, al contrario, simplemente acontece.
En consecuencia, la demand a moral para recordar ha sido articu-
lada en contextos religiosos, culturales y politicos pero, excepto Nietz-
sche, nadie intent6 nunca elaborar una etica del olvido. Tampoco 10 hare Como Ricreur, yo tam bien quiero ir mas aHa de la oposici6n simplista
aqui, pero es claro que necesitamos ir mas aHa del «sentido comun» entre recordar y olvidar, estableciendo diferencias entre las formas del
binario que supone un abismo irreconciliable entre el olvido y la me- olvido. Es necesario localizar el olvido en un campo de terminos y de
moria.s Debemos ir tam bien mas aHa de la tesis contenida en la para- fen6menos como el silencio, la ausencia de comunicaci6n, la desarti-
doja que surge cuando se dice que el olvido es constitutivo de la me- culaci6n, la evasi6n, el apagamiento, la erosi6n 0 la represi6n, los cua-
moria. Reconocer esta paradoja implica a menudo coincidir con el les revelan un espectro de estrategias tan complejas como las de la
continuo predominio de la memoria sobre el olvido. Tomemos un memoria. Ricreur sugiere algunas distinciones basicas: primero, olvido
caso: Sein und Zeit de Heidegger. En una pequena nota al pie, Heideg- como memoire empechee (memoria impedida), que se relaciona con la
ger reconoce que la memoria s610 es posible a partir del olvido y no al del inconsciente freudiano y la repetici6n compulsiva; segundo, olvido
contrario. Al mismo tiempo, argumenta que el poder del olvido (die como memoire manipulee (memoria manipulada), que se suele relacio-
Macht des Vergessens) es destructivo y poco autentico, mientras que nar con la narratividad, en el sentido de que cualquier narrativa es
solamente la Erinnerung tiene autenticidad.6 En otras palabras, algo selectiva e implicara, pasiva 0 activamente, un determinado olvido
poco autentico y destructivo constituye la base de 10 que mas se valo- acerca de c6mo se habrfa podido contar la his tori a de manera diferen-
ra en la filosoffa: Erinnerung. La anotaci6n marginal de Heidegger no te; tercero, l'oubli commande (la orden para olvidar) u olvido institucio-'
deja de destilar sabiduria. Su principal argumento, sin embargo, nos nal, que se"refiere, en este caso, a la amnistfa. Me parece constructiva la
previene acerca de explorar casos especfficos en los que el olvido pue- tentativa de Ricreur de definir los diversos modos de olvido, pero me
da tener una legitimidad constantemente negada en el pensamiento gustarfa elaborar un poco mas su segundo y tercer modos insertandolos
politico, la filosoffa y la literatura. Es uti 1 recordar la patologia de la en contextos hist6ricos especfficos.
memoria total, tal como Borges la describe de manera briHante en su Existe una politica de olvido publico diferente de la que conoce-
relato Funes el memorioso y reconocer que el olvido, en su amalgama mos como simplemente represi6n, negaci6n 0 evasi6n. Aqui presentare
con la memoria, es crucial para ambos: el conflicto y su soluci6n apa- un caso hist6rico de olvido publico, no en el sentido abstracto 0 gene-
recen en las narrativas que componen nuestra vida publica e intima. El ral, sino en relaci6n con situaciones concretas en las que el olvido pu-
olvido no solamente hace «vivible» la vida, sino que es la base para los blico era constitutivo de un discurso memorialista, politicamente co-
milagros y epifanias de la memoria. rrecto. Analizare dos debates recientes en que memoria y olvido se
Weinrich y Ricreur, en su tentativa de teorizar sobre el olvido, implican en un pas de deux compulsivo: Argentina y la memoria del te-
cuentan una historia antigua, pero en nuestro mundo posterior al si- rrorismo de Estado, por un lado, y por otro Alemania y la memoria de
glo xx el olvido conHeva una carga especffica. Ambos autores res- los bombardeos permanentes de las ciudades alemanas en la Segunda
ponden alas presiones de nuestro tiempo y dan un papel relevante a la Guerra Mundial. La relaci6n politica entre estos dos casos geografica e
memoria de la Shoah en sus trabajos. En el penultimo capitulo de Wein- hist6ricamente tan dispares es que, en ambos, tanto el olvido como la
rich, el autor aborda text os de Eli Wiesel, Primo Levi y Jorge Semprun; memoria han sido cruciales en la transici6n de la dictadura a la demo-
Ricreur, preocupado como esta por la importancia excesiva que se da cracia. Ambos configuran una forma de olvido necesaria para las rei-
a la memoria y el mucho silencio sobre el olvido que planea sobre la vindicaciones culturales, legales y simb6licas en pro de una memoria
cultura media contemporanea, coloca en primer plano esta preocupa- politica nacional. Especialmente en el caso aleman; estoy tentado de
ci6n publica como el principal incentivo para escribir La memoire, hablar de una forma politicamente progresiva de olvido publico. Al
l'histoire, l'oubli. Pero, al final, la fenomenologia del olvido que ofre- mismo tiempo hay conciencia en Alemania de que hay que pagar un
Ice Ricreur sigue sin ocupar apenas un pequeno capitulo final en un li- precio por esa instrumentalizaci6n de la memoria y el olvido en el do-
bro dedicado a la historia y la memoria. Sin embargo, ese texto nos minio publico. Incluso formas polfticamente correctas de olvido condu-
permite diferenciar entre las distintas formas del olvido.s-.tal como se ciran a la deformaci6n y el difuminado de la memoria. El precio que, en
aplican en las esferas polfticas y publicas. este caso, se debe pagar es comprensible, preciso y, a la vez, complejo.
En pocas palabras: en Argentina habia una dimensi6n politica del nas militares de represi6n, tortura y asesinatos durante las decadas de
pasado, a saber, los atentados de la guerrilla urbana a principios de la la Guerra Fria, a partir de los anos sesenta, mas intensas que en Bra-
decada de los setenta que habia que «olvidar» (silenciados, desarticu- sil, Uruguay, Chile y Guatemala. Al mismo tiempo, el exito y la efica-
lados) para conseguir un consenso nacional de memoria que surgiera cia de la memoria politica dependian de la forma del olvido que
en torno a la Figura del desaparecido como victima pura.7 En cambio, en Ricreur llama memoire manipulee y tambien implicaban la amnistia
Alemania ese tipo de olvido se centra en la experiencia de los born bar- como un oubli commande, que acab6 sirviendo para reforzar el apo-
deos de las ciudades alemanas, que se tuvo que «olvidar» para admitir yo moral de los activistas en derechos humanos.
plena mente el Holocausto como parte central de la historia nacional y Estoy seguro de que los argentinos estan mucho mas familiariza-
tam bien como forma de concebir la propia identidad. Aqui argumen- dos que los norteamericanos 0 los europeos con la historia de las lu-
to que la memoria politica en si no puede funcionar sin el olvido. Esto chas por la justicia y los derechos human os, con las protestas de las
es, a fin de cuentas, el significado del oubli manipule de Ricreur, que Madres de la Plaza de Mayo, asi como con el trabajo de la Comisi6n
proviene de la inevitable mediaci6n de la memoria a traves de la narra- Nacional Argentina sobre la Desaparici6n de Personas (CONADEP) y
tiva. Pero al contrario que Ricreur, que define el oubli manipule como su colecci6n oficial de testimonios de 1984, titulada Nunca mas.8 Con
resultado de la mauvaise foi y un vouloir-ne-pas-savoir, yo diria que el la referencia enfatica del titulo al discurso sobre el Holocausto, esa
olvido consciente y deseado puede proceder de una politica que, en ul- obra documenta con gran detalle los horrores de la guerra sucia em-.
tima instancia, beneficia a ambos: eIvouloir-savoir y la construcci6n de prendida por la campana paranoic a de los militares contra la «subver-
una esfera publica democd.tica. Es decir, trato de mostrar que asi como si6n», que perseguia una «purificaci6n» nacional. Nunca mas propor-
el oubli manipule no debe ser considerado como una perspectiva exclu- cion6 las bases simb6licas y empiricas para el juicio posterior de la
sivamente negativa (segun quien sea el manipulador y con que prop6si- Junta de generales en 1985. Con sus audiencias publicas y la cobertu-
tos), el oubli commande (amnistia) puede tener efectos justamente con- ra extensiva en la prensa, el juicio se convirti6 en un factor central
trarios alas intenciones de sus defensores. para restablecer el Estado de derecho en Argentina. Junto con el Nun-
ca mas, el juicio priv6 de legitimidad a la justificativa ex-pos-facto del
golpe contenida en la teoria de <<1osdos demonios», que tuvo un rela-
tivo valor durante los anos de Alfonsin, poco despues de 1983. Los
dos demonios eran los escuadrones del terror de la derecha extrema y
Argentina proporciona mi primer ejemplo para ambas proposiciones. el terror de la guerrilla urbana de izquierda, numericamente casi insig-
Desde el fin de la dictadura militar en 1983, el pais se ha comprometido nificante, que nunca cont6 con mas de 600-800combatientes en todo
en una lucha politica, juridica y simb6lica para no olvidar el destino de el pais. Se sostenia que ambos eran igualmente responsables par hacer
los «desaparecidos», las casi 30.000 victimas del terrorismo de Estado. detonar el golpe militar. Esta teoria apologetica de los dos demonios,
El olvido era, sin duda, muy confortable para una gran parte de la socie- que dio una legitimidad retrospectiva al golpe, soslay6 convenien~~-
dad argentina, tras la caida del terrorismo en 1983. Pero la lucha inten- mente la relaci6n obvia entre los escuadrones de la muerte y los mlh-
sa por los derechos humanos -que hizo que se reconociera la naturaleza tares y dio rienda suelta a los simpatizantes y beneficiarios del regi-
criminal del regimen militar- demostr6 ser eficiente y eficaz. Al principio men. Pero en ese momenta la aparici6n de un consenso resitu6 poco a
las convenciones legales fueron insuficientes y quedaron cercenadas poco a cad a uno en su lugar; se habian producido graves violaciones
bruscamente por diversas leyes; todo ello condujo en 1990 a los indultos de los derechos humanos y se tenia conciencia de que ni la izquier?a
del presidente Menem. Una ley mas reciente constituy6 un desafio para marxista ni la derecha extrema los habian tornado nunca en seno.
el posterior presidente de Argentina, Nestor Kirchner. Tras la derrota militar en las Malvinas, la victoria del discurso de los de-
El recuerdo de la dictadura sin duda fue crucial para el exito de la rechos humanos era como una segunda derrota que se infligi6 a los
transici6n a la democracia, y la Argentina de hoy, a pesar de sus infor- militares. Pero a largo plazo, el exito del discurso de los derechos hu-
tunios econ6micos, mantiene debates sobre la memoria mas intensos manos desde 1985 sacrific6 la necesaria precisi6n hist6rica sobre los
que en cualquier otro pais latinoamericano, ya que alIi hubo campa- hechos.
En el plano narrativo, Nunca mas estableci6 la figura del desapa- resultado, en Argentina la figura purificada de la victima inocente
recido como victim a inocente del terrorismo de Estado. Esta estrategia apolitica fue ganando fuerza. Politic a e historia fueron con frecuen-
«se olvida» de la dimensi6n politica de la insurgencia izquierdista que cia reducidas allenguaje de la familia y de las emociones, clara men-
la dictadura militar trat6 de erradicar. Este olvido era absolutamente te visible en la formidable pelicula La historia oficial (1985), de Luis
necesario en esa epoca por dos razones: primero, era necesario derro- puenzo, que se convirti6 en un exito internacional, asi como en el
tar los argumentos de la defensa de los generales, que se fundamen- filme Garage o limp 0 (1999), de Marco Bechis. Con el refuerzo del
taba en el presupuesto de que el golpe y la represi6n habian sido cau- recuerdo de los crimenes de la dictadura, emergen nuevas voces ar-
sados por el terrorismo armado de la extrema izquierda. Segundo y gumentando a favor de la recuperaci6n de la dimensi6n politica 01-
mas importante, era necesario permitir a toda la sociedad argentina, vidada sobre el destino de los desaparecidos. Algunos quieren re-
incluyendo tanto a los que no participaron como a los que se bene- conocer la lucha idealista de muchas de las j6venes victimas por un
ficiaron de la dicta dura, congregarse alrededor de un consenso nacio- mundo justo, enfatizando el caracter activo mas que la condici6n
nal nuevo: la clara separaci6n entre los que habian perpetrado los cri- pasiva de victima, aunque sin justificar el terrorismo de la guerrilla
menes y las victimas, es decir, los culpables y los inocentes. Este nuevo urbana armada. Otros, sin embargo, van mas alIa. Quieren recupe-
consenso estaba construido a partir del reconocimiento de que genera- rar una politica de la memoria relacionada con la identidad politica
les como Videla y Massera no forrnaban parte solamente del viejo es- de los militantes y 10 hacen bajo la figura de la impunidad.ll La im-.
tilo de dictadores latinoamericanos, sino que se habian convertido en punidad pretendida por la dictadura, y lograda segun esta versi6n
parte de la historia infame del siglo xx con sus«masacres administra- debido a la amnistia de 1990, es comparable con la impunidad del
das» (Hannah Arendt). Esta relaci6n de la guerra sucia con otros cam- orden econ6mico neoliberal que en los ultimos anos ha destruido no
pos de exterminio burocraticamente organizados del siglo xx explica solamente a la clase media argentina, sino que ha provocado desem-
la indudable presencia del discurso sobre el Holocausto en el debate plea y pobreza en una escala que ahora desafia a la propia estructu-
argentino. ra del pais. En esta perspectiva, la dictadura no constituye sino un
Es evidente que el informe de la comisi6n condenaba explicita- primer paso necesario para llevar el neoliberalismo al poder y some-
mente toda violencia armada, tanto la del Estado como la de la guerri- ter a Argentina (y a Latinoamerica) a las nuevas reglas de la globa-
lla de izquierda. Sin embargo, al convertir a los 30.000 desaparecidos lizaci6n. Algunos sectores recuerdan actualmente a los militantes de
en victimas pasivas se borra la historia politica del conflicto junto con la decada de los sesenta y principios de la de los setenta como heroes
las filiaciones politicas individuales. La figura del desaparecido se que luchaban contra las rakes de toda opresi6n, es decir, contra la
transforma en una idee re~ue, un cliche de la memoria social que, al fi- continuidad de la dominaci6n econ6mica y la explotaci6n del Nor-
nal puede terminar convirtiendose en la forma en que olvida la misma te. A pesar de que esta recuperaci6n de la memoria de la militancia
memona. de izquierda produjo un cortocircuito reductor en la relaci6n entre
Durante los primeros anos despues de la dictadura, es interesan- los militares y el Estado civil posterior, tiene el merito de romper la
te observar que los argentinos no querian oir hablar de los supervi- ficci6n de la total inocencia de las victimas y reducir a la categoria
vientes de los campos de castigo, ya que esto les habria creado pro- de problema politico un problema familiar (Madres de la Plaza de
blemas politicos. Las protestas de las Madres de la Plaza de Mayo Mayo, hijos, nietos, etcetera). Obviamente, Argentina ha alcanza-
durante la dicta dura consolidaron los derechos de familia y paren- do una nueva fase de debate en la que un olvido publico pasado es
tesco contra el discurso del Estado, creando de esta forma un «espa- sustituido por una nueva configuraci6n de la memoria y el olvido.
cio de Antigona», como 10 llama sugestivamente Jean Franco.9 Para Esta nueva postura debe rendir un tributo hist6rico mas correcto
poder defender sus reivindicaciones politicas, esas madres tenian que sobre el periodo que condujo a los militares a abrazar la dictadura.
negar que algunos de sus hijos eran guerrilleros armados. Pero la di- Los avances en las politicas de derechos humanos, encarnados en la
ferencia entre la izquierda violenta y la politica izquierdista no vio- figura de los desaparecidos y en la condena moral del regimen mi-
lenta acab6 siendo victima de la ecuaci6n oficial que identificaba a litar, son suficientemente claros como para resistir la tentaci6n de
toda la izquierda politica con la subversi6n y el terrorismo.10 Como una falsa memoria de izquierda heroica que, de cualquier forma, me
parece mas el sintoma de un movimiento desesperado que una ver- nuevas versiones mantienen la historia como sustentada en la oposi-
si6n hist6ricamente sustentable. ci6n mal olvido frente a buena memoria politica. Mi argumento es
que la estructura binaria del discurso es en si misma reductora porque
falta reconocer la dimensi6n del olvido publico, que era central para
la victoria de los memorialistas sobre aquellos que querian el olvido.
Como en el caso argentino, primero fue necesario un cierto olvido
Si la publicaci6n de Nunca mas y el proceso contra los generales en para que la memoria politica del Holocausto tuviera «exito» en pri-
1985 establecieron una victoria de los derechos humanos en Argenti- mer lugar.
na, basada en un relativo olvido publico, un caso analogo se podria Este es, pues, mi segundo ejemplo de olvido publico: con certeza
producir en relaci6n con la Alemania de la posguerra. En Alemania, el no se trata de un deseo de los alemanes de «olvidar» el Holocausto,
reconocimiento de la naturaleza criminal del regimen nazi dependia sino mas bien del olvido de la experiencia alemana en relaci6n con los
de la fuerza de la memoria publica del Holocausto y de la acepta- bombardeos estrategicos de sus principales ciudades, primero por la
ci6n de la culpa por la guerra. Evidentemente, la historia contada una RAF y despues tam bien por los norteamericanos, en la Segunda Gue-
y otra vez es que los alemanes ocultaron el Holocausto durante de- rra Mundial. Evidentemente, cualquier comparaci6n entre los casos
cadas hasta que la serie de televisj6n estadounidense Holocaust, de aleman y argentino tendra que reconocer una diferencia fundamental:
1979, abri6 las compuertas a la memoria y condujo a un trabajo exi- la que discurre desde la visibilidad publica hasta la documentaci6n. La '
toso a traves del pas ado con todo tipo de proyectos de historia oral, «desaparici6n» deja pocas pistas en el espacio urbano; en cambio
monumentos publicos y recuerdos oficiales. Esta sencilla historia que todos conocemos las imagenes de los bombardeos de las ciudades ale-
opone la represi6n a la memoria es problematica, ya que los debates manas. Entre tanto, los obstaculos para que se produzca el olvido pu-
en torno a verdugos y victimas, la culpa y la responsabilidad han ocu- blico parecen ser mas claros en el caso aleman. Sin duda, en cierto sen-
pado a historiadores y al publico en general en Alemania durante de- tido la experiencia y los efectos posteriores de los bombardeos nunca
cadas, desde los trabajos de Karl Jaspers en 1946 sobre la cuesti6n fueron olvidados ni por la generaci6n que los vivi6 ni por la primera
de la culpa y los juicios en el tribunal de Nuremberg, pasando por los generaci6n de la posguerra que creci6 jugando a vaqueros e indios en
procesos contra Eichmann y Auschwitz en la decada de 1960, has- las ruinas. Pero en el debate de la memoria publica en Alemania, la
ta los distintos debates de historiadores, incluido el revisionismo de guerra aerea contra las ciudades alemanas nunca desempeii6 un papel
Ernst Nolte y el controvertido Hitler's Willing Executioners de Daniel relevante. Fue «publicamente olvidada» durante varias decadas y,
Goldhagen.12 Los especialistas han mostrado que la memoria de los como argumentare, por una raz6n de peso.
crimenes de los nazis contra la humanidad ya era articulada publi- El tema emergi6 con vigor, aunque muy brevemente, en 1999, en
camente en la decada de 1950 en el ambito gubernamental, en las el debate sobre un libro de W. G. Sebald, su largo ensayo Luftkrieg
iglesias y, de forma difusa, en la cultura en general. A partir de este und Literatur [Guerra aerea y literatura).14 Y fue lanzado hacia el cen-
reconocimiento basico del Holocausto como un crimen contra la hu- tro de la atenci6n publica a finales del 2002 con la publicaci6n del best
manidad se recorre un camino largo y dificil hasta llegar al punto de seller del historiador Jorg Friedrich Der Brand: Deutschland im Bom-
no seguir considerando el Holocausto y el Tercer Reich como una benkrieg 1940-1945.15 En ambos cas os hubo un desafio a un olvido
aberraci6n criminal de la historia nacional alemana, sino como parte anterior, aunque de formas significativamente diferentes. Pero juntos,
integral de esa historia y de la identidad alemana para las generacio- estos dos libros y sus efectos publicos pueden haber ~lterado la cultu-
nes futuras. Decir esto no es 10 mismo que decir que Auschwitz era el ra de la memoria alemana de forma irreversible.
final l6gico de la historia alemana 0, en la versi6n transnacional del Sebald se dio a conocer a principios de 1990 como un escritor de
argumento, de la modernidad ilustrada per se. Investigadores mas re- memorias narrativas dotado de un nuevo estilo. Die Ausgewanderten,
cientes (obras de Gesine Schwan y de Daniel Levi y Nathan Sznaider) [Los emigrados), una colecci6n de cuatro historias sobre emigrantes
han documentado esta lucha alemana por la memoria y por un senti- judio-alemanes, se transform6 rapidamente en un gran exito y su no-
do de responsabilidad civil a 10 largo de decadas.13 Pero incluso estas vela de 2001, Austerlitz, recibi6 uno de los mas prestigiosos premios
literarios concedidos en Estados Unidos.16 El ensayo de Sebald sobre permanentes en la conciencia de millones de personas. Pero las quejas
la guerra aerea, publicado en ingles en 2003 como The Natural His- de Sebald no solo se circunscriben al olvido de los hechos empiricos. La
tory of Destruction, tiene interes para nuestro debate sobre el olvido literatura de posguerra se considera culpable de haber participado en el
ya que cuestiona implicitamente la relacion entre la memoria public~ consenso tacito nacional para ocultar 10 que Sebald llama «el verda de-
del Holocausto y el olvido publico de los bombardeos. Evidentemente ro estado de aniquilamiento material y moral» del pais entero.20
el Holocausto ocupa ellugar central en muchos estudios contempora~ A pesar de que el valor de la hipotesis de represion de Sebald sea
neos sobre los traumas historicos; por otro lado, es el evento historico bastante cuestionable, la recepcion publica mostrada ante el libro de
que ha configurado la imaginacion literaria y etica de Sebald. Sin em- Sebald es 10 que me interesa para mi argumentacion sobre una politica
bargo, si hubo algun trauma para los alemanes durante la Segunda del olvido publico. Muchas revistas criticaron Luftkrieg und Literatur
Guerra Mundial por cierto no fue el Holocausto, sino mas bien la ex- como si formara parte del discurso de la derecha indulgente con los ale-
periencia de los bombardeos: cerca de 600.000 civiles muertos, un mi- manes, tratados como vfetimas de los aliados, como si Sebald se propu-
lIon de toneladas de bomb as solamente de la RAF cayendo del cielo siese relativizar 0 incluso negar el papel de los alemanes como verdu-
sobre 131 ciudades alemanas, 3,5 millones de viviendas destruidas gos. Esta fue una reaccion pavloviana que cabia esperar por parte de
7,5 millones de personas sin techo al finalizar la guerra y todo est~ una critica que simplemente recicla las convicciones liberales de la iz-
antes de que otros 11 mill ones ~e refugiados llegaran en masa des- quierda del pasado, soslayando como la temporalidad del olvido y la
de el esteY propia memoria alemana habian cambiado en las decadas mas recien- .
Sebald comienza su obra hablando de la paradoja de que esta ex- tes. El ataque contra Sebald reproduce un tabu politico anterior sobre
periencia tr;mmatica no parece haber dejado un Schmerzensspur, una la guerra aerea que aparecio primero en la decada de 1950 y recupero
huella de dolor, en la conciencia colectiva de los alemanes y que nun- fuerzas en los conflict os generacionales de los arios sesenta. En esos
ca desempeiio un papel importante en los debates sobre la constitu- tiempos hablar publicamente (0 incluso en privado, en la familia) sobre
cion politica de la Republica FederalY Atribuye este hecho a una re- la guerra aerea estaba inexorablemente ligado al discurso de victimiza-
presion psiquica colectiva muy eficiente y exitosa. El autor argumenta cion de los alemanes (alemanes como vfetimas de los nazis primero,
que los alemanes de la posguerra (yaqui parece tener en mente solo a despues de los bombardeos aliados y finalmente de la ocupacion alia-
los de la Republica Federal de Alemania) estan ligados por el secreta da). Con frecuencia, hablar de la guerra aerea significaba relativizar los
de los cientos de miles de cadaveres silenciados en la base del nuevo crimenes del Holocausto. Asi, el sufrimiento de la guerra aerea estaba
Estado, como si fuera una especie de secreta de familia que nutre el relacionado invariablemente con las historias de expulsion del este, que
caudal de energia psiquica, haciendo asi posible el milagro economico desemperiaron un papel importante en la politica de la derecha de la
de los arios cincuenta. El olvido, en otras palabras, aparece como una Alemania Occidental, por 10 menos hasta finales de los sesenta, y que
nueva represion alemana 0 la hipotesis de represion numero dos: des- han resurgido recientemente despues de la publicacion de la novela 1m
pues de la represion del Holocausto, en la que los alemanes figuraban Krebsgani1 [A paso de cangrejo] de Gunter Grass. En las decadas de
como verdugos, viene la represion de las bombas, en la que los civiles 1950 y 1960, la derecha hablaba de Dresden y la expulsion mientras la
alemanes figuran como vfetimas. izquierda hablaba de Auschwitz. Ambos sectores mostraron resistencia
a la memoria del otro; esta resistencia reciproca nutrio un conflicto ge-
El propio Sebald estci menos interesado en la psique colectiva de
neracional que exploto por completo en la decada dy 1960 con el sur-
sus compatriotas 0 en la politica de su propia intervencion que en la di-
gimiento de la «nueva izquierda» y la genera cion contestataria. Sin em-
mension litera ria de esta segunda represion alemana. El autor acusa a
bargo, es importante recordar, al contrario de 10 que Sebald sugiere,
los escritores de posguerra de no haber conseguido representar la des-
que fue precisamente el hecho que los discursos sobre los bombardeos
truccion de las ciudades alemanas, lamentando la ausencia de «una
y sobre la expulsion circularan por todos los ambitos y fueran familia-
epopeya sobre la gran guerra y la posguerra».19 Parece sugerir que, al
res a todos los que crecieron en Alemania occidental en la decada de
final, la literatura deberia mostrar un mejor conocimiento en lugar de
1950 10 que constituyo e1 tabu cuando se quiere hablar de la guerra
coincidir con este olvido de una experiencia que debio de dejar marcas
aerea en primer lugar. En este debate politico, los argumentos de la iz-
quierda eran politicamente legitimos. La victimizaci6n de Alemania, fuego, etcetera). Pero sobre todo existe la convicci6n de que este no es
vinculada a un discurso nacionalista persistente, era fundamentalmen- un libro revisionista de los alemanes como victimas, una especie de
te reaccionaria y debia ser combatida para que el pais alcanzara un Goldhagen al reves, sino mas bien un libro sobre las victimas alema-
nuevo consenso en 10 que concierne a su pasado. El precio que se debia nas cuyas experiencias necesitaban ser reconocidas e integradas en la
pagar por esa victoria fue el olvido de la guerra aerea, es decir, el olvi- narrativa nacional sobre los anos de guerra y posguerra.
do de una experiencia traumatica nacional. Pero con ese tipo de diferenciaci6n no se va muy lejos ni se explica
Con una publicaci6n de gran exito, Der Brand [El incendio], de completamente la fascinaci6n que provoc6 ellibro. Su enorme resonan-
]org Friedrich, a finales de 2002 el debate alcanz6 un nuevo nivel, de- cia en Alemania solamente tiene sentido por el hecho de aparecer justa-
notando que las formas de escape de la memoria en Alemania habian mente entre ell1-S de Nueva York y el bombardeo de Bagdad. Ellibro
cambiado. En pocos meses se vendieron varios cientos de miles de era evidentemente oportuno en 10 que concierne a los debates sobre la
ejemplares. Ellibro fue resenado en distintos textos y tras su publi- memoria alemana. Pero la guerra de Irak propiciaba un contexto mas
caci6n Ie sigui6 un torrente de programas documentales en la tele- amplio y esto intensific6 la recepci6n del publico. Ellibro incentiv6 los
visi6n, entrevistas, publicaciones especiales en Der Spiegel (Als das movimientos pacifistas alemanes precisamente con estrategias para dis-
Feuer vom Himmel fiel) [Cuando caia fuego del cielo] y otras revistas cutir la guerra aerea en terminos de una sensibilidad contemporanea an-
de circulaci6n masiva. Friedrich, up historiador free-lance, conocido tibeIica y antibombardeos, expandiendo de esta forma la resistencia del
por su trabajo critico sobre la maquinaria nazi de guerra y los tribu- momenta y ofreciendo a los que se oponian cada vez mas a la guerra de
nales de posguerra, aparecia a menudo en la televisi6n, varias veces en Irak una versi6n descontextualizada y experimental sobre la historia
distintos canales en una misma noche y, ya en el punto algido de ese alemana que hace comparable a Bagdad con Dresde, las tormentas de
frenesi mediatico, parecia que uno no podia poner la televisi6n sin ver fuego de 1940 y la campana de «choque y espanto» de los aliados.
las bombas cayendo en las ciudades alemanas, las tormentas de fuego Friedrich no proporciona nuevos datos sobre la historia. Muchos
arrasadoras y los supervivientes describiendo sus experiencias angus- ya eran conocidos a partir de trabajos de historiadores norteamerica-
tiantes. Ellibro de 1999, Luftkrieg und Literatur [Guerra aerea y lite- nos y britanicos, y me gustaria anadir que de la literatura de autores
ratura], de Sebald, que fue el primero en romper el silencio publico so- como Hans Erich Nossack, Alexander Kluge y Hubert Fichte. El po-
bre la guerra aerea y que sirvi6 c1aramente como una referencia para der dellibro reside principalmente en la fuerza de su narraci6n, que la
Friedrich, ahora s6lo parece un preludio a esta nueva onda de discur- distingue de una historiografia contextual mas distante. La falta de en-
so de memoria publica en la que la experiencia de una generaci6n de fasis en el contexto politico fue una de las mas fuertes criticas contra
alemanes mas veterana que desaparece esta siendo transmitida a sus esta publicaci6n. Al centrar la experiencia en el bombardeo y las tor-
hijos y nietos. Como sucedi6 con Sebald, algunas criticas movilizaron mentas de fuego, amalgamando una descripci6n anat6mica obsesi-
los viejos tabues contra la narrativa punzante sobre los bombardeos vamente detallada del horror con una reconstrucci6n enfatica de la
de Friedrich, pero sin mucho exito y tal vez ni siquiera con mucha experiencia subjetiva del sufrimiento, Friedrich conduce directamente
convicci6n.22 La memoria de Luftkrieg ya no constituye un tabu pu- allector allugar de la destrucci6n, volviendo a los alemanes voyeurs de
blico ni deberia serlo, pero plantea cuestiones hist6ricamente espi- horrores inimaginables, visitados en los mismos lugares que hoy habi-
nosas; me pregunto que usos 0 abusos se haran de esta memoria en el tan. Asi, como los limites entre pasado y presente se tornan fluidos, es
futuro. como si uno compartiera su misma experiencia. Y todo esto se vuelve
Sin duda, algunas de las estrategias narrativas de Friedrich son imaginable de una forma que no se encuentra en trabajos historiogra-
susceptibles de critica. Fue censurado por su to no enfatico, su ambi- ficos anteriores sobre los ataques aereos estrategicos de los aliados. El
giiedad sobre si los bombardeos eran crimenes de guerra, el uso oca- lector se ve cautivado por un imaginario en el que las tormentas de
sional del lenguaje reservado para el Holocausto (refugios aereos fuego de Hamburgo y Dresde se materializan inmediatamente, dis-
como crematorio; tripulaci6n de bombardero como Einsatzgruppen puestas a ser relacionadas con otros conjuntos de imagenes que a ren-
[Grupos de tareas]; el mismo titulo dellibro, Der Brand, que se apro- g16n seguido «estallaran» en la pantalla de la televisi6n cuando co-
xima a la traducci6n alemana de Holocausto como sacrificio por el miencen los bombardeos de Bagdad. La cuasi simultaneidad en las
pantallas de la televisi6n alemana de los bombardeos de Hamburgo 0 cional, que aceptara responsabilidades por los crimenes del regimen
Colonia con las secuencias de imagenes de las bolas de fuego sobre anterior. En ambos paises los recuerdos negados por razones politicas
Bagdad hizo el resto. resurgieron, no solamente como un retorno de 10 que habia sido repri-
Aqui no estoy defendiendo el tabu sobre los bombardeos contra mido, sino como resultado de una nueva amalgama del recuerdo del
las ciudades y los civiles alemanes. Hoy en dia, ante la presencia de un pasado con un presente politico. Asi como la critica latinoamericana
discurso bien sedimentado sobre la memoria del Holocausto en Alema- del neoliberalismo y el Consenso de Washington presion6 los recuer-
nia, no veo justificada la repetida prohibici6n de discutir la experiencia dos de la oposici6n de izquierdas contra el capitalismo, llevandolos
de los bombardeos, su legitimidad 0 su utilidad militar. Sin embar- hacia un primer plano (en Chile, la memoria de Allende serian otro
go, me opongo alas formas faciles y autocomplacientes en las que el su- ejemplo), la guerra de Irak proporcion6 a la memoria alemana, cen-
frimiento aleman durante la guerra aerea se mezcla con una legitima trada en los bombardeos urbanos, su resonancia contemporanea. La
critic a politica a la nueva doctrina del gobierno de Bush de guerra pre- ironia en esta danza entre memoria y olvido es que cuando algunos re-
ventiva y «democratizaci6n» forzada. Dichas analogias simplificado- cuerdos deseables, como el del Holocausto en Alemania y la memo-
ras pecan siempre e inevitablemente de una cuota demasiado alta de 01- ria de los desaparecidos en Argentina, estan codificados por el consen-
vido hist6rico. so nacional y se torn an cliches, es decir, se convierten en un nuevo
Cualesquiera que sean los meritos del libro de Friedrich, aparte desafio para la memoria viva, entonces la represion produce inevita- '
del contexto politico que vivi6 su recepci6n, reconozco que la nocion de blemente un discurso, como nos ensena Foucault. Un discurso memo-
los alemanes como victimas -0, simplemente, las victimas alemanas- rialista omnipresente, incluso excesivamente publico a causa de una
encontrara una resistencia clara entre las victimas de los nazis y entre intensa campana de mercadotecnia, puede generar otra forma de olvi-
las naciones que lucharon contra la dictadura nazi con gran sacrificio. do, un olvido por agotamiento, diferente de la memoire manipulee de
Vistos desde fuera, los bombardeos todavia seran juzgados por muchos Ricceur como un vouloir-ne-pas-savoir. Ahora el desafio del agota-
para legitimar el castigo de la Alemania nazi. Aunque sea comprensible, miento afecta a ambos: a la memoria del Holocausto y a los recuerdos
esto constituye una justificaci6n retrospectiva que no deberia inhibir- de la guerra aerea, y tal vez incluso a la memoria de los desaparecidos.
nos de cuestionar las estrategias belicas contemporaneas que recurren En este punto es cuando el enfoque intenso en la memoria del pasado
a los bombardeos. Hay que cuestionar moral y politicamente esos puede bloquear nuestra imaginaci6ndel futuro y crear una nueva ce-
bombardeos, asi como su inevitable consecuencia desastrosa para los guera sobre el presente. En este aspecto tal vez deseemos poner entre
civiles. Resulta claro que, desde la Segunda Guerra Mundial, es consi- parentesis el futuro de la memoria para asi poderrecordar el futuro en
derablemente mas alto el umbra 1 de tolerancia para los bombardeos general.
contra poblaci6n civil. Si la version dramatic a de Friedrich puede ayu-
darnos a enfocar esta cuesti6n en un contexto internacional, mucho
mejor. Pero para que esto suceda de be ser desvinculada del estado de
animo y del discurso de victimizacion de los alemanes. Una cosa es in-
centivar el debate sobre esta cuesti6n dentro de Alemania y otra muy 1. Umberto Eco, «An Ars oblivionalis? Forget it,» PMLA, n.o 103,
diferente es promoverlo en un contexto internacional. En estos temas, (1988), pp. 254-261.
la perspectiva es realmente importante. 2. Harald Weinrich, Lethe: Kunst und Kritik des Vergessens Munich, C. H.
Beck, 1997. [Trad. cast.: Leteo: arte y critica del olvido, Madrid, Siruela, 1999.]
3. Frances A. Yates, The Art of Memory, Londres, Pimlico, 1966. [Trad.
cast.: El arte de la memoria, Madrid, Siruela, 2005.]
4. Paul Ricreur,La Mbnoire, l'histoire, l'oubli, Paris, Editions du Seuil,2000,
p. 543. [Trad.cast.: La memoria, la historia, el olvido, Madrid, Siruela, 2003.]
Como en Argentina a partir de 1980, el olvido publico en Alemania, 5. Para una buena critica acerca del binario de olvido y memoria vease
desde sus primeros tiempos, estuvo al servicio de una memoria politi- Tzvetan Todorov, Les Abus de la Memoire, Paris, Arlea, 1995. [Trad. cast.:
ca que era, en ultima instancia, capaz de forjar un nuevo consenso na- Los abusos de la memoria, Barcelona, Paid6s, 2000.]
6. Martin Heidegger, Sein und Zeit, Tubinga, Max Niemeyer Verlag, 21. Gunter Grass, 1m Krebsgang, Gotinga, Steidl Verlag, 2002. [Trad.
1963, pp. 339 y 345. cast.: A paso de cangrejo, Madrid, Alfaguara, 2003.]
7. Para un analisis polfticamente mas incisivo acerca del desarrollo del 22. Para una selecci6n de las mas significativas reacciones a Friedrich en
discurso sobre la memoria en Argentina vease Hugo Vezzetti, Pasado y pre- Alemania e Inglaterra, vease Lothar Kettenacker, ed., Ein Yolk von Opfern?
sente: Guerra, dictadura y sociedad en la Argentina, Buenos Aires, Siglo XXI Die neue Debatte urn den Bombenkrieg 1940-45, Berlin, Rowohlt, 2003.
editores Argentina, 2002. Mi argumentaci6n sobre los cambios en la memo-
ria de la cultura argentina deben mucho allibro de Vezzetti. Vease tambien
Elizabeth Jelin, Los trabajos de la memoria, Madrid, Siglo XXI de Espana
editores, 2002. Puede encontrarse un animado debate sobre la memoria y sus
polfticas en la revista Puentes, publicada en Buenos Aires.
8. Nunca mas: 1nforme de la Comisi6n Nacional sobre la Desaparici6n
de Personas, Buenos Aires, Eudeba, 1984.
9. Jean Franco, Critical Passions: selected essays, Durham, NC, Duke
University Press, 1999,50.
10. Este ejemplo trae a la memoria la situaci6n alemana a mediad os de
la decada de 1970, cuando las Brigadqs Rojas fueron cortocircuitadas por la
polftica izquierdista de los llamados «simpatizantes», y la Escuela de Franc-
fort fue criticada por su presunto apoyo a los terroristas. Pero, por supuesto,
no fue un golpe de Estado.
11. Debo este argumento a Hugo Vezzetti, Pasado y presente (vease mas
arriba).
12. Karl Jaspers, The Question of German Guilt, Westport, Conn., Gre-
enwood Press, 1978. Daniel Goldhagen, Hitler's Willing Executioners: Ordi-
nary Germans and the Holocaust, Nueva York, Vintage Books, 1997. [Trad.
cast.: Los verdugos voluntarios de Hitler, Madrid, Taurus, 1998.]
13. Gesine Schwan, Politics and Guilt: The Destructive Power of Silen-
ce, Lincoln, University of Nebraska Press, 2001. Daniel Levy y Nathan Sznai-
der, Erinnerung im Globalen Zeitalter: Der Holocaust, Francfort del Meno,
Suhrkamp, 2001.
14. W. G. Sebald, Luftkrieg und Literatur, Munich, Hanser, 1999). Tra-
ducido por Anthea Bell (contiene dos ensayos adicionales que no lleva el ori-
ginal aleman) como The Natural History of Destruction, Toronto, Alfred A.
Knopf Canada, 2003. [Trad. cast.: Sobre la historia natural de la destrucci6n,
Barcelona, Anagrama, 2003.]
15. Jorg Friedrich, Der Brand: Deutschland im Bombenkrieg 1940-
1945, Munich, Propylaen, 2002. [El Incendio: Alemania durante los bombar-
deos 1940-1945.]
16. W. G. Sebald, The Emigrants, trad. Michael Hulse, Nueva York,
New Directions, 1996 y Austerlitz, trad. Anthea Bell, Nueva York, Random
House, 2001.
17. Estas cifras son citadas por Sebald, vease Luftkrieg, 11.
18. Sebald, Luftkrieg, 12.
19. Sebald, Luftkrieg, 6.
20. Sebald, Luftkrieg, 18.

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