Reimpr. Mandrini. América Aborigen Web
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Anexo 273
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poco poblado, y que los pocos los espacios no ocupados eran aquellos
donde las condiciones ambientales eran tan extremas que hacían im-
posible la vida humana. En segundo lugar, ese análisis nos mostrará la
multiplicidad de adaptaciones creadas por las comunidades humanas,
la variedad de formas económicas, sociales y políticas, y la diversidad y
riqueza de sus manifestaciones culturales.
Dicha heterogeneidad era producto de la historia de los poblado-
res originales, una historia de cerca de veinte milenios, marcada por
profundas y complejas dinámicas. A esa historia dedicaremos ocho
capítulos (del 3 al 10) centrados en los grandes procesos sociales que
se desarrollaron en ambos continentes, desde el poblamiento inicial
hasta el surgimiento de las formas económicas y sociopolíticas más
complejas, expresadas en las dos grandes construcciones políticas en-
contradas por los españoles, los imperios azteca e inca. En tanto, el
epílogo se centra en el impacto de la presencia europea sobre las so-
ciedades aborígenes.
A lo largo de esa historia cambiaron los hombres y las sociedades;
también se transformó el entorno físico con el cual esas sociedades
interactuaban. Insistiremos a menudo sobre esas mutaciones, aunque
recordando siempre que las comunidades humanas no eran receptoras
pasivas de ellas, sino que actuaban sobre el medio y lo transformaban.
Además, es preciso tener en cuenta que la percepción misma de los
medios y paisajes, así como la organización del espacio, eran distintas
de las nuestras.
Lo mismo ocurría con las divisiones de ese espacio. El carácter na-
cionalista de las historiografías latinoamericanas proyectó hacia el pasa-
do (al tiempo que las convertía en atemporales) las grandes divisiones
políticas de su época. Sin embargo, no tiene sentido alguno hablar de
“México”, “Perú” o “Brasil” cuando nos referimos a realidades que se
remontan milenios atrás. Por eso, cuando utilizamos referencias a juris-
dicciones políticas y/o administrativas actuales, sólo queremos facilitar
al lector la ubicación geográfica del acontecimiento referido.
La cronología, esencial en el trabajo del historiador, suele presen-
tar también serios problemas en relación con este tema. Sólo para los
mayas del período clásico disponemos de series de fechas precisas, y
algunos datos de los momentos iniciales de la conquista permiten es-
tablecer algunas dataciones más o menos seguras para los momentos
finales de la época prehispánica. El resto de los fechados descansa so-
bre dataciones radiocarbónicas o Carbono 14, método utilizado desde
mediados del siglo XX.
Presentación 15
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