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Juana

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Juana I de Castilla

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Juana I de Castilla
Reina de Castillaa
Reina de Aragón, Valencia, Mallorca, Navarra, Nápoles, Sicilia, Cerdeña y Condesa
de Barcelona
Duquesa titular consorte de Borgoña
Johanna I van Castilië.JPG
Reina de Castilla
de manera nominal desde 1506
junto a Felipe I en 1506 y Carlos I desde 1516
26 de noviembre de 1504-12 de abril de 1555
Predecesor Isabel I y Fernando V
Sucesor Carlos I
Reina nominal de Aragón, Valencia, Mallorca, Sicilia, Cerdeña y Condesa de
Barcelona
junto a Carlos I
23 de enero de 1516b-12 de abril de 1555
Predecesor Fernando II
Sucesor Carlos I
[mostrar]Otros títulos
Información personal
Otros títulos Archiduquesa de Austria
Nacimiento 6 de noviembre de 1479
Toledo, Corona de Castilla
Fallecimiento 12 de abril de 1555
(75 años)
Tordesillas, Corona de Castilla
Sepultura Capilla Real de Granada
Religión Católica
Familia
Casa real Trastámara
Padre Fernando II de Aragón
Madre Isabel I de Castilla
Consorte Felipe I de Castilla (1496-1506)
Hijos Véase Descendencia
Firma Firma de Juana I de Castilla
Escudo de armas de Juana I de Castilla.svg
Escudo de Juana I de Castilla
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Juana I de Castilla, llamada «la Loca» (Toledo, 6 de noviembre de 1479-Tordesillas,
12 de abril de 1555), fue reina de Castilla de 1504 a 1555, y de Aragón y Navarra,
desde 1516 hasta 1555, si bien desde 1506 no ejerció ningún poder efectivo y a
partir de 1509 vivió encerrada en Tordesillas, primero por orden de su padre,
Fernando el Católico, y después por orden de su hijo, el rey Carlos I.

Por nacimiento, fue infanta de Castilla y Aragón. Desde joven, mostró signos de
indiferencia religiosa que su madre trató de mantener en secreto.2 En 1496,
contrajo matrimonio con su primo tercero Felipe el Hermoso, archiduque de Austria,
duque de Borgoña, Brabante y conde de Flandes. Tuvo con él seis hijos. Por muerte
de sus hermanos Juan e Isabel y de su sobrino Miguel de la Paz, se convirtió en
heredera de las coronas de Castilla y de Aragón, así como en señora de Vizcaya,
título que ya entonces iba unido a la corona de Castilla y que Juana heredó de su
madre Isabel I de Castilla. A la muerte de su madre, Isabel la Católica, en 1504
fue proclamada reina de Castilla junto a su esposo; y a la de su padre, Fernando el
Católico, en 1516 pasó a ser la nominal reina de Navarra y soberana de la corona de
Aragón. Por lo tanto, el 25 de enero de 1516, se convirtió –en teoría– en la
primera reina de las coronas que conformaron la actual España; sin embargo, desde
1506 su poder solo fue nominal, fue su hijo Carlos el rey efectivo de Castilla y de
Aragón. El levantamiento comunero de 1520 la sacó de su cárcel y le pidió encabezar
la revuelta, pero ella se negó, y cuando su hijo Carlos derrotó a los comuneros
volvió a encerrarla. Más adelante Carlos ordenaría que la obligasen a recibir los
sacramentos, aunque fuese mediante tortura.3

Fue apodada «la Loca» por una supuesta enfermedad mental alegada por su padre y por
su hijo para apartarla del trono y mantenerla encerrada en Tordesillas de por vida.
Se ha escrito que la enfermedad podría haber sido causada por los celos hacia su
marido y por el dolor que sintió tras su muerte. Esta visión de su figura fue
popularizada en el Romanticismo, tanto en pintura como en literatura.

La aceptación de la «locura» de doña Juana se ha mantenido en mayor o menor medida


durante el xx, pero está siendo revisada en el xxi, sobre todo a raíz de los
estudios de la investigadora estadounidense Bethany Aram y de los españoles Segura
Graíño y Zalama que han sacado a la luz nuevos datos sobre su figura.4

Índice
1 Infancia y juventud
2 Matrimonio y la Armada de Flandes
3 Reina de Castilla
4 Encierro en Tordesillas
5 Movimiento comunero
6 Últimos años
7 Controversia sobre su salud mental
8 La reina Juana en el arte
8.1 En el Romanticismo
8.2 Teatro
8.3 Cine
8.4 Televisión
8.5 Óperas
8.6 Novelas
8.7 Poesía
8.8 Canciones
8.9 Arte
9 Homenajes
10 Ascendencia
11 Descendencia
12 Títulos
13 Véase también
14 Notas
15 Referencias
16 Bibliografía
17 Enlaces externos
Infancia y juventud

Juana I de Castilla por Juan de Flandes (Museo de Historia del Arte, Viena).
La reina Juana fue la tercera de los hijos de Fernando II de Aragón y de Isabel I
de Castilla. Nació en Toledo el 6 de noviembre de 1479 y fue bautizada con el
nombre del santo patrón de su familia, al igual que su hermano mayor, Juan.

Desde pequeña, recibió la educación propia de una infanta e improbable heredera al


trono, basada en la obediencia más que en el gobierno, a diferencia de la
exposición pública y las enseñanzas del gobierno requeridos en la instrucción de un
príncipe heredero. En el estricto e itinerante ambiente de la corte castellano-
aragonesa de su época, Juana estudió comportamiento religioso, urbanidad, buenas
maneras propias de la corte, sin desestimar artes como la danza y la música, el
entrenamiento como amazona y el conocimiento de lenguas romances propias de la
península ibérica, además del francés y del latín. Entre sus principales
preceptores se encontraban el sacerdote dominico Andrés de Miranda, Beatriz Galindo
y su madre, la reina, que trató de moldearla a su «hechura devocional».5

El manejo de la casa de la infanta y, por ende, de su ambiente inmediato estaba


totalmente dominado por sus padres. La casa incluía personal religioso, oficiales
administrativos, personal encargado de la alimentación, criadas y esclavas,6 todos
seleccionados por sus padres sin intervención de ella misma. A diferencia de Juana,
su hermano Juan, príncipe de Asturias y de Gerona, comenzó a hacerse cargo de su
casa y de posesiones territoriales como entrenamiento en el dominio de sus futuros
reinos.

Ya en 1495 Juana daba muestras de escepticismo religioso y poca devoción por el


culto y los ritos cristianos. Este hecho alarmaba a su madre, que ordenó que se
mantuviese en secreto.78

Matrimonio y la Armada de Flandes


Como era costumbre en la Europa de esos siglos, Isabel y Fernando negociaron los
matrimonios de todos sus hijos con el fin de asegurar objetivos diplomáticos y
estratégicos. A fin de reforzar los lazos con el emperador Maximiliano I de
Habsburgo contra los monarcas franceses de la dinastía Valois, ofrecieron a Juana
en matrimonio a su hijo, Felipe, archiduque de Austria. A cambio de este enlace,
los Reyes Católicos pedían la mano de la hija de Maximiliano, Margarita de Austria,
como esposa para el príncipe Juan. Con anterioridad, Juana había sido considerada
para el delfín Carlos, heredero del trono francés, y en 1489 pedida en matrimonio
por el rey Jacobo IV de Escocia, de la dinastía Estuardo.

En agosto de 1496, la futura archiduquesa partió de Laredo en una de las carracas


genovesas al mando del capitán Juan Pérez. La flota también incluía, para demostrar
el esplendor de la corona castellano-aragonesa a las tierras del norte y su poderío
al hostil rey francés, otros diecinueve buques, desde naos a carabelas, con una
tripulación de 3500 hombres, al mando del almirante Fadrique Enríquez de Velasco,9
y pilotada por Sancho de Bazán. Se le unieron asimismo unos sesenta navíos
mercantes que transportaban la lana exportada cada año desde Castilla. Era la mayor
flota en misión de paz montada hasta entonces en Castilla.10 Juana fue despedida
por su madre y hermanos, e inició su rumbo hacia Flandes, hogar de su futuro
esposo.

La travesía tuvo algunos contratiempos que, en primer lugar, la obligaron a tomar


refugio en Portland, Inglaterra, el 31 de agosto. Cuando finalmente la flota pudo
acercarse a Middelburg, Zelanda, una carraca genovesa que transportaba a 700
hombres, las vestimentas de Juana y muchos de sus efectos personales, encalló en un
banco de piedras y arena y tuvo que ser abandonada.1110

Juana, por fin en las tierras del norte, no fue recibida por su prometido. Ello se
debía a la oposición de los consejeros francófilos de Felipe a las alianzas de
matrimonio pactadas por su padre el emperador. Aún en 1496, los consejeros
albergaban la posibilidad de convencer a Maximiliano de la inconveniencia de una
alianza con los Reyes Católicos y las virtudes de una alianza con Francia.

Contrato matrimonial entre Juana y Felipe el Hermoso (1495). Archivo General de


Simancas.
La boda se celebró formalmente, por fin, el 20 de octubre de 1496 en la iglesia
colegiata de San Gumaro de la pequeña ciudad de Lier, gracias a la influencia de la
familia Berghes. El obispo de Cambrai, que posteriormente sería el líder de la
facción españolista, Enrique de Bergen, realizó la ceremonia oficial de la boda. El
ambiente de la corte con el que se encontró Juana era radicalmente opuesto al que
vivió en su España natal. Por un lado, la sobria, religiosa y familiar corte de
Fernando e Isabel contrastaba con la desinhibida y muy individualista corte
borgoñona-flamenca, muy festiva y opulenta gracias al comercio de tejidos que sus
mercados dominaban desde hacía un siglo y medio. En efecto, a la muerte de María de
Borgoña, la casa de Felipe, de cuatro años, había sido rápidamente dominada por los
grandes nobles borgoñones, principalmente a través de consejeros adeptos y fieles a
sus intereses.

Aunque los futuros esposos no se conocían, se enamoraron al verse. No obstante,


Felipe pronto perdió el interés en la relación, lo cual hizo nacer en Juana unos
celos que han sido considerados patológicos por varios autores.

Al poco tiempo llegaron los hijos, con periodos de abstinencia conyugal que
agudizaron los celos de Juana. El 15 de noviembre de 1498, en la ciudad de Lovaina
(cerca de Bruselas), nació su primogénita, Leonor, llamada así en honor de la
abuela paterna de Felipe, Leonor de Portugal. Juana vigilaba a su esposo todo el
tiempo y, pese al avanzado estado de gestación de su segundo embarazo, del que
nacería Carlos (llamado así en honor al abuelo materno de Felipe, Carlos el
Temerario), el 24 de febrero de 1500, asistió a una fiesta en el palacio de Gante.
Aquel mismo día tuvo a su hijo, según se dice, en un retrete del palacio. Al año
siguiente, el 18 de julio de 1501, en Bruselas, nació una hija, llamada Isabel en
honor de la madre de Juana, Isabel la Católica.

Varios sacerdotes enviados a Flandes por los Reyes Católicos informaron en este
tiempo de que Juana seguía resistiéndose a confesarse y a asistir a misa.12

Reina de Castilla
Muertos sus hermanos Juan (1497) e Isabel (1498), así como el hijo de esta, el
infante portugués Miguel de Paz (1500), Juana se convirtió en heredera de Castilla
y Aragón. En noviembre de 1501 Felipe y Juana, dejando a sus hijos en Flandes,
emprendieron camino hacia Castilla por tierra desde Bruselas. Tardaron seis meses
en llegar a Toledo, 10 donde prestaron juramento como herederos ante las cortes
castellanas en la catedral de Toledo el 22 de mayo de 1502.13

Felipe y Juana, ca. 1500.


En 1503 el marido de Juana, Felipe, regresó a Flandes a fin de resolver unos
asuntos mientras que Juana, embarazada, permanecía en España a petición de sus
padres, quienes deseaban que ella conociera a sus futuros súbditos. Estar alejada
de su marido e hijos la sumió en una gran tristeza.10 El 10 de marzo de 1503, en la
ciudad de Alcalá de Henares, dio a luz un hijo al que llamó Fernando en honor a su
padre, Fernando el Católico. Tras el parto, y con sus tres hijos mayores en
Bruselas, Juana volvió a pedir autorización para regresar a Flandes, pero su madre
se opuso. La guerra con Francia convertía en inviable el camino por tierra. Ante la
insistencia de Juana, Isabel ordenó al obispo Fonseca que recluyera a su hija en el
castillo de la Mota. Madre e hija terminaron en disputa y, al final, Isabel
consintió que Juana regresase a Flandes, donde llegó en junio de 1504.10 El
episodio del castillo de la Mota, en el que la hija incurrió en desacato, había
causado tanto disgusto a la reina que se vio obligada a justificarla delante de
distintas personalidades. Rogó a su esposo que, cuando Juana llegara a Flandes, la
vigilara gente de su confianza para evitar nuevos desacatos, aunque esperaba que la
reunión con el esposo produjera un efecto beneficioso en el carácter de su hija.4

La reina Isabel murió el 26 de noviembre de 1504, planteándose el problema de la


sucesión en Castilla. Según el historiador Gustav Bergenroth, su madre desheredó a
Juana en su testamento porque no iba a misa ni quería confesarse.2 Sin embargo, su
padre, Fernando, la proclamó reina de Castilla y siguió él mismo gobernando el
reino.

Juana y su esposo con gente de la corte


Pero el marido de Juana, el archiduque Felipe, no estaba dispuesto a renunciar al
poder, y en la concordia de Salamanca (1505) se acordó el gobierno conjunto de
Felipe, Fernando el Católico y la propia Juana. Entretanto, Felipe y Juana
permanecieron en la corte de Bruselas, donde el 15 de septiembre de 1505 ella dio a
luz a su quinto hijo, una niña llamada María (llamada así en honor a su abuela
paterna, María de Borgoña). Mientras tanto, se preparó una gran flota para
transportar a la nueva familia real castellana a su reino.

A finales de 1505, Felipe estaba impaciente por llegar a Castilla y por ello ordenó
que zarpase la flota cuanto antes, a pesar del riesgo que suponía navegar en
invierno. Partieron el 10 de enero de 1506, con 40 barcos. En el canal de la
Mancha, una fuerte tormenta hundió varios navíos y dispersó al resto. Se temió por
la vida de los reyes, que al final recalaron en Portland. La armada tuvo que
permanecer durante tres meses en Inglaterra. En Londres, Juana pudo visitar durante
un día a su hermana Catalina, a la que no veía desde hacía diez años.10 Zarparon de
nuevo en abril de 1506 y en vez de dirigirse a Laredo, donde se los esperaba,
pusieron rumbo a La Coruña, probablemente para ganar tiempo y poder reunirse con
nobles castellanos antes de presentarse ante Fernando.10 Felipe consiguió el apoyo
de la mayoría de la nobleza castellana, por lo que Fernando tuvo que firmar la
concordia de Villafáfila (27 de junio de 1506) y retirarse a Aragón con una serie
de compensaciones económicas.10 Felipe fue proclamado rey de Castilla en las Cortes
de Valladolid con el nombre de Felipe I.

Juana la Loca (1836), por Charles de Steuben. Palais des Beaux-Arts (Lille).
El 25 de septiembre de ese año murió Felipe I el Hermoso en el Palacio de los
Condestables de Castilla; según algunos, envenenado, y entonces circularon rumores
sobre una supuesta locura de Juana. En ese momento ella decidió trasladar el cuerpo
de su esposo desde Burgos, donde había muerto y en el que ya había recibido
sepultura, hasta Granada, tal como él mismo había dispuesto viéndose morir (excepto
su corazón, que deseaba que se mandase a Bruselas, como así se hizo), viajando
siempre de noche. Pero su padre se mostró reacio a permitir que su yerno estuviera
enterrado en Granada antes que él mismo,14 y los desplazamientos se limitaron en un
espacio reducido en Castilla.15 La reina Juana no se separaría ni un momento del
féretro y este traslado se prolongaría durante ocho fríos meses por tierras
castellanas. Acompañaron al féretro gran número de personas, entre las que se
contaban religiosos, nobles, damas de compañía, soldados y sirvientes diversos.
Ello hizo que las murmuraciones sobre la locura de la reina aumentasen cada día
entre los habitantes de los pueblos que atravesaban. Después de unos meses, los
nobles, «obligados» por su posición a seguir a la reina, se quejaron de estar
perdiendo el tiempo en esa «locura» en lugar de ocuparse, como deberían, de sus
tierras. En la ciudad de Torquemada (Palencia), el 14 de enero de 1507, Juana daba
a luz a su sexto hijo y póstumo de su marido, una niña bautizada con el nombre de
Catalina (llamada así en honor a su hermana pequeña, Catalina de Aragón).

En cuanto al gobierno del reino, el 24 de septiembre,16 la víspera de la muerte de


Felipe I, los nobles acordaron formar un Consejo de Regencia interina para gobernar
provisionalmente el reino17 presidido por Cisneros y formado por el almirante de
Castilla, el condestable de Castilla; Pedro Manrique de Lara y Sandoval, duque de
Nájera; Diego Hurtado de Mendoza y Luna, duque del Infantado; Andrés del Burgo,
embajador del emperador; y Filiberto de Vere, mayordomo mayor del rey Felipe.1819
La nobleza y las ciudades contendieron acerca de quién debía desempeñar la
Regencia, pues por un lado estaban los que querían al emperador Maximiliano durante
la minoría del príncipe Carlos, como los Manrique, Pacheco y Pimentel; y por otro
lado, los que querían la regencia de Fernando el Católico tal y como quedó
establecida en el testamento de Isabel la Católica y las cortes de Toro de 1505,
como los Velasco, Enríquez, Mendoza y Álvarez de Toledo.2021 Sin embargo, la reina
Juana trató de gobernar por sí misma, revocó e invalidó las mercedes otorgadas por
su marido, para lo cual intentó restaurar el Consejo Real de la época de su
madre.1622

Juana con dos de sus hijos (uno de ellos Carlos I de España).


Sin consultar a Juana, Cisneros acudió a Fernando el Católico para que regresara a
Castilla.23 Pero a pesar de los intentos de Cisneros, nobles y prelados, la reina
no reclamó a su padre para gobernar24 y de hecho llegó a prohibir la entrada del
arzobispo a palacio.25 Para dar legalidad al nombramiento de regente a Fernando el
Católico, el Consejo Real y Cisneros buscaron encauzar el vacío de poder con la
convocatoria de Cortes, pero la reina se negó a convocarlas, y los procuradores
abandonaron Burgos sin haberse constituido como tales.26

Tras regresar de tomar posesión del Reino de Nápoles, Fernando el Católico se


entrevistó con su hija el 28 de agosto de 1507,23 y volvió a asumir el gobierno de
Castilla. En febrero de 1509, Fernando ordenó encerrar a Juana en Tordesillas para
evitar que se formase un partido nobiliario en torno de su hija,27 encierro que
mantendría su hijo Carlos I más adelante. El encierro de Juana también estuvo
motivado para impedir las apetencias del rey de Inglaterra y el emperador sobre el
gobierno de Castilla. El rey Enrique VII de Inglaterra manifestó su interés en
casarse con Juana, y Fernando tuvo que salvar diplomáticamente el asunto
presentando a su nieto Carlos, príncipe de Asturias, como su hijo y sucesor, y
planteando el matrimonio del príncipe con María Tudor, hija del rey inglés; Enrique
VII murió en 1509 y su sucesor, Enrique VIII, se casó con la hija de Fernando,
Catalina de Aragón, zanjando la oposición inglesa a la regencia de Fernando.28 Solo
quedaba la oposición del emperador Maximiliano I, que amenazó con traer a su nieto,
el príncipe de Asturias, a Castilla y gobernar en su nombre, al temer que el
segundo matrimonio de Fernando podría engendrar un hijo varón que podría poner en
peligro la sucesión de su nieto, el príncipe Carlos.29 Fernando aprovechó la
debilidad del emperador en Italia frente a Venecia para asegurarse un acuerdo
favorable en Blois en diciembre de 1509, que respetaba la voluntad de Isabel la
Católica a cambio de unas no excesivas compensaciones económicas,30 por lo que el
emperador renunciaba a sus pretensiones de regencia en Castilla, y en las Cortes de
1510 ratificaron a Fernando como regente.24

Real acuñado en México con la leyenda "Carlos y Juana, de las Españas y las
Indias".
En 1515 Fernando incorporó a la Corona de Castilla el Reino de Navarra, que había
conquistado tres años antes. En 1516 murió el rey y, por su testamento, Juana se
convirtió en reina nominal también de Aragón. Sin embargo, varias instituciones de
la Corona aragonesa no la reconocieron como tal en virtud de la complejidad
institucional de los fueros. Ejercieron la regencia de Aragón el arzobispo de
Zaragoza, Alonso de Aragón, hijo natural de Fernando el Católico, y la de Castilla
el cardenal Cisneros hasta la llegada del príncipe Carlos desde Flandes.

Carlos se benefició de la coyuntura de la incapacidad de Juana para proclamarse


reina, de forma que se apropió de los títulos reales que le correspondían a su
madre. Así, oficialmente, ambos, Juana y Carlos, correinaron en Castilla y Aragón.
De hecho, Juana nunca fue declarada incapaz por las Cortes de Castilla ni se le
retiró el título de reina. Mientras vivió, en los documentos oficiales debía
figurar en primer lugar el nombre de la reina Juana. Pero, en la práctica, Juana no
tuvo ningún poder real porque Carlos mantuvo a su madre encerrada. De hecho, ordenó
que la obligasen a asistir a misa y confesarse, empleando tortura si fuere
necesario.3
Encierro en Tordesillas

Francisco Pradilla, La reina doña Juana la Loca, recluida en Tordesillas con su


hija, la infanta doña Catalina, 1906.
Desde que su padre la recluyera, en 1509, la reina Juana permaneció cuarenta y seis
años en una casona-palacio-cárcel de Tordesillas, vestida siempre de negro y con la
única compañía de su última hija, Catalina, hasta que esta salió en 1525 para
casarse con Juan III de Portugal. Murió el 12 de abril de 1555. Según algunos
autores, Juana y su hija fueron ninguneadas y maltratadas física y psicológicamente
por sus carceleros. Especialmente duros fueron los largos años de servicio de los
segundos marqueses de Denia, Bernardo de Sandoval y Rojas y su esposa, Francisca
Enríquez. El marqués cumplió su función con gran celo, como parecía jactarse en una
carta dirigida al emperador en la que aseguraba que, aunque doña Juana se lamentaba
constantemente diciendo que la tenía encerrada «como presa» y que quería ver a los
grandes, «porque se quiere quejar de cómo la tienen», el rey debía estar tranquilo,
porque él controlaba la situación y sabía dar largas a esas peticiones. El
confinamiento de doña Juana, por su presunta incapacidad mental, era esencial para
la legitimidad en el trono castellano, primero de su padre, Fernando, y después de
su hijo, Carlos I. Ante cualquier sospecha de que la reina estaba, en realidad,
mentalmente estable, los adversarios del nuevo rey podrían derrocarlo por
usurpador. De ahí que la figura de doña Juana se convirtiera en una pieza clave
para legitimar el movimiento de las Comunidades.

Los reyes Fernando y Carlos trataron de borrar cualquier vestigio documental del
encierro de la reina Juana. No existe rastro alguno de la correspondencia
intercambiada entre Fernando y Luis Ferrer; y Carlos V parece haber tenido el mismo
cuidado. Incluso Felipe II ordenó quemar ciertos papeles relativos a su abuela.31
En la documentación conservada sobre su Casa Real, como son las cuentas tomadas por
su tesorero, el vitoriano Ochoa de Landa, se puede encontrar valiosa información al
respecto.32

Movimiento comunero
El levantamiento comunero (1520) la reconoció como soberana en su lucha contra
Carlos I. Después del incendio de Medina del Campo, el gobierno del cardenal
Adriano de Utrecht se tambaleó. Muchas ciudades y villas se sumaron a la causa
comunera, y los vecinos de Tordesillas asaltaron el palacio de la reina obligando
al marqués de Denia a aceptar que una comisión de los asaltantes hablara con doña
Juana. Entonces se enteró la reina de la muerte de su padre y de los
acontecimientos que se habían producido en Castilla desde ese momento. Días más
tarde Juan de Padilla se entrevistó con ella, explicándole que la Junta de Ávila se
proponía acabar con los abusos cometidos por los flamencos y proteger a la reina de
Castilla, devolviéndole el poder que le había sido arrebatado, si es que ella lo
deseaba. A lo cual doña Juana respondió: «Sí, sí, estad aquí a mi servicio y
avisadme de todo y castigad a los malos». El entusiasmo comunero, después de esas
palabras, fue enorme. Su causa parecía legitimada por el apoyo de la reina.

La Demencia de Doña Juana (1867), de Lorenzo Vallés. Museo del Prado (Madrid).
A partir de ahí el objetivo de los comuneros sería, en primer lugar, demostrar que
doña Juana no estaba loca y que todo había sido un complot, iniciado en 1506, para
apartarla del poder; y después, que la reina, además de con sus palabras, avalara
con su firma los acuerdos que se fueran tomando. Para ello, la Junta de Ávila se
trasladó a Tordesillas, que se convertiría por algún tiempo en centro de actuación
de los comuneros. Después de estos cambios, todos, incluso el cardenal, afirmaban
que doña Juana «parece otra» porque se interesaba por las cosas, salía, conversaba,
cuidaba de su personal y, por si fuera poco, pronunciaba unas atinadas y elocuentes
palabras ante los procuradores de la Junta; palabras que recogieron notarios y se
comenzaron a difundir. Pero la Junta necesitaba algo más que palabras de la reina,
necesitaba documentos, necesitaba la firma real para validar sus actuaciones. Una
firma que podía suponer el final del reinado de Carlos, como recuerda a este el
cardenal Adriano: «Si firmase su alteza, que sin duda alguna todo el Reino se
perderá». Pero en esto los comuneros, como antes los partidarios del rey,
tropezaron con la férrea negativa de doña Juana, a la que ni ruegos ni amenazas
hicieron firmar papel alguno.

A finales de 1520, el ejército imperial entró en Tordesillas, restableciendo en su


cargo al marqués de Denia. Juana volvió a ser una reina cautiva, como aseguraba su
hija Catalina, cuando comunicaba al emperador que a su madre no la dejaban siquiera
pasear por el corredor que daba al río: «Y la encierran en su cámara que no tiene
luz ninguna».

Últimos años

Estatua de Juana I en Tordesillas, lugar donde estuvo cautiva en sus últimos años.
La vida de doña Juana se deterioró progresivamente, como testimoniaron los pocos
que consiguieron visitarla. Sobre todo cuando su hija menor, que procuró protegerla
frente al despótico trato del marqués de Denia, tuvo que abandonarla en 1525 para
contraer matrimonio con el rey de Portugal. Desde ese momento, los episodios
depresivos se sucedieron cada vez con más intensidad.

En los últimos años, a la presunta enfermedad mental se unía la física,


completamente cierta. Tenía grandes dificultades en las piernas, las cuales
finalmente se le paralizaron. Entonces volvió a ser objeto de discusión su
indiferencia religiosa, sugiriendo algunos religiosos que podía estar endemoniada.
Por ello, su nieto, Felipe II, pidió a un jesuita, el futuro san Francisco de
Borja, que la visitara y averiguara qué había de cierto en todo ello. Después de
hablar con ella, el jesuita aseguró que las acusaciones carecían de fundamento y
que, dado su estado mental, quizá la reina no había sido tratada adecuadamente. Su
dictamen fue «que encontrándola muy mejorada, podía recibir la extremaunción,
aunque no lo estaba para la comunión». Sus últimas palabras fueron «Jesucristo
crucificado sea conmigo».5

Controversia sobre su salud mental


La versión oficial en el siglo xvi fue que la reina Juana había sido retirada del
trono por su incapacidad debida a una enfermedad mental. Se ha escrito que pudo
padecer de melancolía,33trastorno depresivo severo,3334 psicosis,34 esquizofrenia
heredada3334 o, más recientemente, un trastorno esquizoafectivo.35 Hay debate sobre
el diagnóstico de su enfermedad mental, considerando que sus síntomas se agravaron
por un confinamiento forzoso y el sometimiento a otras personas. También se ha
especulado que pudo heredar alguna enfermedad mental de la familia de su madre, ya
que su abuela materna, Isabel de Portugal, reina de Castilla, padeció por lo mismo
durante su viudez después de que su hijastro la exiliara a Arévalo, en Ávila.3336

Gustav Bergenroth fue el primero, en los años 1860, que halló documentos en
Simancas y en otros archivos que mostraban que la hasta entonces llamada Juana «la
Loca» en realidad había sido víctima de una confabulación tramada por su padre,
Fernando el Católico, y luego confirmada por su hijo, Carlos I.2

La supuesta locura de la reina Juana no ha sido comprobada, pudiendo ser una


estrategia de la reina para que no la obligaran a contraer matrimonio y conservar
sucesión a su hijo Carlos.

La reina Juana en el arte


En el Romanticismo

Doña Juana "la Loca" (1877), de Francisco Pradilla. Museo del Prado (Madrid).
El recuerdo de Juana se fue desvaneciendo con el paso del tiempo31 pero su figura
resultó muy atractiva para el romanticismo, porque reunía una serie de
características muy valoradas por este: la pasión arrebatadora de un amor no
correspondido, la locura por desamor y los celos desmedidos. En 1836, el pintor
francés Charles de Steuben plasmó en un cuadro todos los tópicos de la leyenda
sobre la reina y más tarde en España se dio rienda suelta a la imaginación y se
fijó la imagen de la locura por amor de Juana.31

Numerosos artistas consagraron alguna de sus obras al personaje, como Eusebio


Asquerino y Gregorio Romero de Larrañaga (Felipe el Hermoso), Manuel Tamayo y Baus
(Locura de amor), Emilio Serrano (Doña Juana la Loca), Lorenzo Vallés (La demencia
de doña Juana de Castilla) y Santiago Sevilla (Juana la Loca, Tragedia en Cuatro
Actos). Pero, sin duda, la obra más famosa inspirada en la reina fue el cuadro Doña
Juana "la Loca" (1877), de Francisco Pradilla y Ortiz, actualmente en el Museo del
Prado.

Teatro

La actriz Margarita Xirgu caracterizada como la reina Juana en el estreno de la


obra Santa Juana de Castilla
Los últimos meses de la vida de la reina se recrean en la obra de teatro Santa
Juana de Castilla, de Benito Pérez Galdós, estrenada en el Teatro María Guerrero de
Madrid el 8 de mayo de 1918, con un elenco encabezado por la actriz Margarita Xirgu
en el papel de la reina.

El personaje también es recreado en la pieza El Cardenal de España (1960), del


francés Henry de Montherlant, centrada en los últimos meses de la vida del Cardenal
Cisneros. En el estreno mundial, en París, el personaje fue interpretado por la
actriz francesa Louise Conte y en la adaptación española, de 1962, por Luisa Sala.

En la obra Los Comuneros (1974), de Ana Diosdado, la reina Juana aparece como uno
de los personajes principales, interpretado por Irene Gutiérrez Caba. Curiosamente,
tres años más tarde el personaje sería interpretado por su hermana Julia y cuarenta
años más tarde, por su nieta Irene Escolar, en ambos casos para la televisión.

En 2012, con su obra Juana la loca, María Jesús Romero se adentró en las
reflexiones de doña Juana, a la que muestra atrapada en una profunda crisis de
identidad. Se trata de un monólogo para una sola actriz, que no ha sido llevado al
teatro. En 2013 se estrenó Juana, la reina que no quiso reinar, de Jesús Carazo,
obra en la que aparece una Juana cercana al mito romántico: casada de adolescente
contra su voluntad y encerrada después durante cuarenta y seis años por la única
locura de ser mujer antes que reina y defender el amor por encima del poder. En
este caso, doña Juana es interpretada por Gema Matarranz.

En 2016 el personaje histórico fue interpretado por Concha Velasco en un monólogo


titulado Reina Juana, escrito por Ernesto Caballero y dirigido por Gerardo Vera, y
estrenado el 28 de abril de 2016 en el Teatro de La Abadía de Madrid. El argumento
arranca con la confesión de Juana I de Castilla ante el padre Francisco de Borja la
noche anterior a su muerte. A partir de ahí la reina va desgranando los momentos
más importantes de su vida, mientras en su divagar induce al espectador a recorrer
una buena parte de la historia de España. En este gran flashback, doña Juana alza
la voz con lucidez contra todos aquellos que la llevaron al destierro
convirtiéndola en una sombra: primero su marido, Felipe el Hermoso; después su
padre, Fernando el Católico, que la recluye en Tordesillas; y finalmente, su hijo
Carlos V, que la ignora. Según la visión del autor, todos ellos la hicieron pasar
por enajenada para poder incapacitarla en sus funciones y dar rienda suelta a sus
ambiciones.

Cine
Año Título Director Actriz
1948 Locura de amor Juan de Orduña Aurora Bautista
1982 Cristóbal Colón, de oficio... descubridor Mariano Ozores Beatriz Elorrieta
1983 Juana la loca... de vez en cuando José Ramón Larraz Beatriz Elorrieta
2001 Juana la Loca Vicente Aranda Pilar López de Ayala
2016 La corona partida Jordi Frades Irene Escolar
Televisión
Año Título Episodio Director(a) Actriz
1977 Mujeres insólitas La reina loca de amor Cayetano Luca de Tena Julia
Gutiérrez Caba
1978 Estudio 1 Los Comuneros José Antonio Páramo Lola Herrera
2014 Borgia Tercera temporada, episodio 13 Tom Fontana Miriam Stein
2014 Isabel Tercera temporada Jordi Frades Irene Escolar
2015 Carlos, Rey Emperador Primera temporada Oriol Ferrer Laia Marull
2019 The Spanish Princess Un secuestro educado Lisa Clarke Alba Galocha
Óperas
Gian Carlo Menotti. La Loca (The Madwoman), 1979. compuesta para la soprano Beverly
Sills estrenada en la San Diego Opera.
Enric Palomar (música) y Rebecca Simpson (libreto): Juana, estreno absoluto en la
Ópera de Halle, Alemania, en 2005. Editorial Mondigromax.
Juana sin cielo de Alberto García Demestres y libreto de Antonio Carvajal. Ópera en
un acto estrenada estrenada en Granada en 2019 con la soprano María Katzarava en el
papel protagonista.37
Novelas
El pergamino de la seducción (2005), de Gioconda Belli
Juana, la reina traicionada (2021), de Álber Vázquez
Poesía
Elegía a Doña Juana la Loca (1919), de Federico García Lorca38
Canciones
La reina Juana, pasodoble cuyos autores son Rodríguez Algarra y Salvador Guerrero
Reyes, pero que popularizó en los años 50 Antonio Amaya.39
Romance de la reina Juana, con letra de Luis López Álvarez y música de Amancio
Prada.
Juana, la loca, con letra y música de Joaquín Sabina.
Arte
En 1984, el artista alemán Wolf Vostell creó un ciclo de cuadros con el título
Homenaje a Juana La Loca.40
Homenajes
En 2014, la calle de Leopoldo de Castro de Valladolid fue rebautizada como Calle de
Juana de Castilla.41

Ascendencia
[mostrar]Ancestros de Juana I de Castilla
Descendencia
Con su esposo Felipe I el Hermoso tuvo seis hijos:

Leonor (1498-1558), reina consorte de Portugal, siendo la tercera esposa de Manuel


I de Portugal. A la muerte de este contrajo matrimonio con Francisco I de Francia;
Carlos (1500-1558), rey de España (1516-1556), con el nombre de Carlos I, y
emperador del Sacro Imperio (1519-1558) con el nombre de Carlos V;
Isabel (1501-1526), reina consorte de Dinamarca, Suecia y Noruega (Unión de
Kalmar), esposa de Cristián II.
Fernando (1503-1564), emperador del Sacro Imperio, con el nombre de Fernando I, al
suceder a su hermano Carlos. Así se crearon la línea austriaca y española de los
Habsburgo;
María (1505-1558), reina consorte de Hungría y Bohemia, esposa de Luis II y a la
muerte de este, gobernadora de los Países Bajos;
Catalina (1507-1578), fue reina consorte de Portugal, casada con Juan III, y abuela
del rey Sebastián I de Portugal.
Títulos
Predecesor:
Miguel de la Paz Princesa de Asturias
1502-1504 Sucesor:
Carlos de Austria
Predecesor:
Miguel de la Paz Princesa de Gerona
1502-1516 Sucesor:
Felipe de Austria
Predecesora:
Isabel I Reina de Castilla
de manera nominal desde 1506
junto a Felipe I en 1506 y Carlos I desde 1516
1504-1555 Sucesor:
Carlos I
Predecesor:
Fernando I Reina de Navarra
de manera nominal
junto a Carlos IV
1516-1555 Sucesor:
Carlos IV
Predecesor:
Fernando II Reina de Aragón, Mallorca, Sicilia, Cerdeña y Valencia,
Condesa de Barcelona
de manera nominal
junto a Carlos I
1516-1555 Sucesor:
Carlos I
Predecesor:
Fernando III Reina de Nápoles
de manera nominal
junto a Carlos IV
1516-1554 Sucesor:
Felipe I

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