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Mitos de La Salud Mental

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Mitos y creencias erróneas en salud mental

Gomea, C., Zapata R. (2000). Psiquiatría, salud mental y trabajo social. Pamplona:
Eunate.

IDEAS ERRÓNEAS RESPECTO A LAS ENFERMEDADES MENTALES (Tabla 1.1, p. 24-25).

1. “Existen diferencias muy claras entre las personas normales y las


anormales”.
La salud ya sea mental o física es un estado relativo. No se sabe cuál es el límite claro
entre lo normal y lo anormal. No hay personas normales por un lado y anormales por
otro. Hay épocas en que un individuo, normal o bien ajustado, siente ansiedades,
angustias, estados de ánimo a los que le es difícil sobreponerse, temores infundados,
etc., que requerirían, de no superarse fácilmente, la atención del especialista.

2. “La enfermedad mental es incurable”.


En ésta como en cualquier otra especialidad, unos enfermos se curan, otros se alivian
o mejoran y otros, los menos, ven limitadas sus posibilidades de realización de por
vida, precisando medidas de cuidado personal y régimen de vida dependientes.
Cuando se trata de enfermos crónicos hospitalizados, la incurabilidad suele
sobrevalorarse, quizá como mecanismo de defensa frente a los sentimientos de
culpabilidad que a veces despiertan las, por otra parte necesarias, medidas de
internamiento.

3. “Todo es cuestión de voluntad y de sobreponerse”.


Este “voluntarismo” que trata de enfocar las conductas de enfermedad como algo
evitable por el propio enfermo es un gran error que sobrecarga aún más al paciente
con sentimientos de culpa, de incomprensión o incluso de irritabilidad. Por desgracia
es típico lo que ocurre en los cuadros depresivos, en que familiares y amigos le
insisten al enfermo en que lo que tiene que hacer es “salir y distraerse”, “animarse”,
“no dar vueltas a las cosas”; o en el caso del paciente histérico, al que se le trata de
cuentista; o en el del obsesivo, al que se le castiga por sus “manías y cabezonadas”.

1
4. “El enfermo mental es peligroso”.
Aunque sin duda en determinados momentos y circunstancias de la enfermedad puede
serlo, es evidente que este carácter está ampliamente exagerado. En los momentos
actuales no existen datos que demuestren que el enfermo mental sea más peligroso
para la sociedad que los individuos denominados “normales”. La mayor parte de los
trabajos sobre esta materia demuestran que la probabilidad de que estas personas
cometan un delito no difiere de la de los sujetos considerados normales.

5. “Los enfermos mentales son individuos raros, completamente


desconectados de la realidad y perdidos en un mundo de sueños”.
Es otro error común respecto a las enfermedades mentales. Y es evidente que este
tipo de pacientes son análogos en muchos aspectos al individuo común y corriente de
nuestra cultura. Los usuarios de los servicios de salud mental son como los de
cualquier otro servicio de salud. El que a veces, los síntomas nerviosos o sus
problemas emocionales (de la personalidad y en general del comportamiento) por los
cuales buscan ayuda profesional, les impidan manejarse por sí mismos, no les hace
más raros o extraños que a los pacientes de otras especialidades.

6. “Las enfermedades mentales son hereditarias”.


Los temores a heredar una enfermedad mental producen a veces una exagerada e
innecesaria preocupación e infelicidad. Estos temores tienen poca base de realidad. En
muchos casos en que las enfermedades se presentan en determinadas familias, el
desarrollo de la enfermedad puede ser el resultado de una asociación de una cierta
predisposición familiar de enfermedad con factores ambientales. La causa de muchos
casos es más bien ambiental que genética.

2
MASSIP, I. (1996). Moure’s entre conflictes. Girona : Fundació Servei gironí de
pedagogia social.

(Traducción al castellano de este texto Moverse entre conflictos)

ALGUNOS MITOS SOBRE LA ENFERMEDAD MENTAL (p. 83-86).

1. “Algunos enfermos, ¿son verdaderos enfermos o nos toman el pelo?”


Muy a menudo extraña que personas calificadas de enfermas presenten conductas
inteligentes y sintónicas con la realidad. No se puede obviar que todas las personas
“enfermas”, en menor o mayor proporción, conservan aspectos sanos, y que las
personas “sanas” también tienen núcleos neuróticos o psicóticos que las hacen
potencialmente insanas.
Los núcleos sanos de los enfermos son aquellos que se trabajan en psicoterapia, y son
fundamentales para reestablecer el equilibrio, es decir, la normalidad.

2. “Está así porque quiere…”


Es una afirmación que tiende a reforzar la hipótesis que la enfermedad no existe y que
el hombre es omnipotente.

3. “No requiere de ninguna ayuda. Eso de los psicólogos son cuentos, si


quiere puede estar bien, y si no, que sea más fuerte.”
El mito de la fortaleza —muy extendido en la filosofía moderna— que exaltó Nietzsche
con el superhombre y el rechazo de la debilidad a menudo conllevan a posiciones
como ésta que, por el grado de responsabilidad atribuido al paciente, fomenta la culpa
y, por tanto, perpetúa la sintomatología.

4. “Hay locos y personas en tratamiento que no lo parecen”.


Habitualmente se habla de “locos” cuando la patología es muy grave y se conservan
pocas parcelas sanas de la personalidad, refiriéndonos a menudo a la patología
psicótica; y los que parecen que no lo son tanto son personas con más contacto con la
realidad, como es el caso de los individuos neuróticos o con trastornos de
personalidad.
Sin embargo, hay que insistir en que en cualquiera de los casos hay parcelas sanas
que son la base de la curación.

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5. “¿Son útiles los medicamentos?”
Los psicofármacos han proporcionado una visión diferente de la enfermedad mental, y
también han modificado el curso de la sintomatología. Los fármacos, por tanto, son de
gran utilidad, porque mitigan los síntomas y el sufrimiento, pero se debe potenciar el
abordaje integral psicológico y social.

6. “¿Qué se debe hacer cuando se detecta un trastorno psíquico?”


Ante un trastorno psíquico, habitualmente surgen dos respuestas: la negación o la
ignorancia (“no es nada… ya se le pasará”), o bien la movilización para buscar ayuda,
pero sin contar con la persona que sufre. Ambas respuestas suelen ser fruto del
miedo. Para mejorar el pronóstico del proceso terapéutico, la intervención más eficaz
es la que ayuda a la familia y al individuo a tomar conciencia de la situación, es decir,
afrontar el conflicto y a buscar la ayuda más adecuada para superarlo.

7. “¿Se cura la enfermedad mental?”


El concepto de curación en Salud mental a menudo se utiliza confrontado al de otras
especialidades médicas, en las cuales “curar” habitualmente es “erradicar”. En el
campo de la psiquiatría y de la psicología, la cura pasa por restablecer el equilibrio y
por trabajar aspectos preventivos. Los profesionales, ante esta pregunta, estamos
habituados a pensar y responder que tal vez no podemos evitar que una persona
delire, pero podemos ayudar a aumentar su bienestar.

8. “¿Qué se debe hacer con los niños que presenten problemas? ¿Es mejor no
tratarlos para no “psiquiatrizar” o “etiquetar”, o es necesario recorrer a los
especialistas?”
La Salud Mental infantil ha sido históricamente descuidada, y sus conflictos,
escondidos y negados más que en cualquier otro colectivos. La posición del niño, que
todavía no ha alcanzado autonomía, lo coloca en una situación de dependencia e
impotencia. Para evitar etiquetar sin descuidar, es muy útil que los padres o los
adultos responsables consulten a los especialistas, con tal de buscar una intervención
consensuada dirigida a resolver el conflicto y a potenciar la salud, ya que es en este
momento evolutivo en el que se puede hacer una prevención eficaz.

9. “Ante una persona que delira, ¿se le debe seguir la veta o se debe criticar
su pensamiento?”

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La persona que presenta un cuadro delirante vive inmersa en su delirio, y los
pensamientos y las percepciones que lo mantienen tienen un significado que configura
una parte importante de su vida psíquica.
Hacer servir razonamientos lógicos con tal de “hacer entrar en razón” al delirante se
convierte en una tarea inútil y además, a menudo, es interpretada por él como una
actitud de hostilidad; por tanto, no hace más que dificultar la relación y la
comunicación, ya muy deterioradas en estos casos.
Seguir la veta es una actitud menos comprometida, e inicialmente facilita el contacto y
la comunicación pero no deja de ser una forma de negar y obvia los conflictos, y por
tanto una forma de reforzar los síntomas.
Es útil, en estos casos, adoptar una posición de comprensión y afecto, poner límites
entre el propio pensamiento y el pensamiento del otro, aceptando el delirio como una
realidad subjetiva y nunca como una verdad absoluta.

10. “¿Cómo se pueden abordar aquellos conflictos que aparecen en familias


multiproblemáticas y que son conocidas por todos los servicios?”.
Las familias multiproblemáticas son aquellas que presentan diferentes conflictos y
donde las disfunciones están tan extendidas, que se hace difícil el abordaje desde una
única disciplina; así a menudo intervienen diferentes Servicios: Servicios Sociales,
Infancia, Salud Mental, Servicios Médicos, Justicia, etc.,
Ante este tipo de situaciones, resulta más útil que nunca el trabajo interdisciplinar
para aborda los conflictos de forma que rentabilice el trabajo a la vez que proporciona
a la familia un mensaje claro de lo que se puede esperar, evitando actitudes
omnipotentes o de rechazo, que conducen a la frustración y al fracaso de
profesionales y usuarios.

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