Mexico y El Imperialismo 7-19 Marzo

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AREA DISCIPLINAR: CIENCIAS SOCIALES Y HUMANIDADES

MODULO: MÉXICO Y EL IMPERIALISMO


DOCENTE: GUTIERREZ FERNANDEZ YANELY GUADALUPE

El primer imperio mexicano. (1821-1824)

Desde 1808 los habitantes del virreinato de la Nueva España se vieron envueltos en una serie de
eventos que transformaron lo que había sido su experiencia política durante muchos años. Se
enteraron de que en Madrid el pueblo se levantó contra el rey Carlos IV a favor de su hijo Fernando;
cómo éste fue obligado a renunciar por Napoleón Bonaparte, para imponer a su hermano José, como
nuevo rey de España y de sus posesiones en ultramar. También presenciaron el levantamiento del
cura Miguel Hidalgo contra los españoles en 1810, iniciándose una sangrienta guerra civil, en la que
los americanos, divididos entre insurgentes y realistas, se combatieron ferozmente. Ese mismo mes
y año, se reunieron en el puerto español de Cádiz, los representantes que eligieron para conformar
las llamadas Cortes, las cuales se declararon depositarias de la soberanía nacional y en 1812
aprobaron una constitución que establecía una monarquía constitucional. Todavía más, en
septiembre de 1821, el movimiento trigarante, encabezado por Agustín de Iturbide –un militar criollo
realista- logró la independencia de la Nueva España para conformar un nuevo país: el Imperio
Mexicano.

En esos años de intensa actividad político-militar, los habitantes de la Nueva España no sólo fueron
testigos, sino activos participantes a favor de un bando u otro, en la disputa por el poder político, ya
fuera por la vía violenta del pronunciamiento o la vía pacífica a través de elecciones. Para ello eran
motivados mediante una intensa propaganda realizada a través de sermones en las iglesias; arengas
en las milicias y compañías militares; lecturas en voz alta de proclamas, panfletos y periódicos en
tabernas y tertulias. Esta era una situación novedosa, que no se experimentaba antes de 1808, y
que no desaparecería durante los años subsecuentes del siglo XIX, lo que ha llevado a denominar a
este siglo como el tiempo de la política.

Entre los actores políticos que aparecen en la escena de los primeros años del México
independiente, destacan en primer lugar, los oficiales militares que encabezaron el naciente ejército
mexicano, cuyos orígenes se encontraban en los ejércitos realista e insurgente. De entre ellos,
sobresalía de manera indiscutida Agustín de Iturbide; por haber sido el artífice del plan que había
logrado la independencia; pero también había otros oficiales de importancia política como Pedro
Celestino Negrete, Anastasio Bustamante, Vicente Guerrero, Guadalupe Victoria, entre otros más.

Desde la época de la guerra de independencia, muchos de los oficiales realistas e insurgentes,


combinaron sus funciones militares con actividades políticas: gobernaban territorios, designaban
gobiernos locales, imponían contribuciones, impartían justicia, redactaban planes y proclamas. En
medio de la guerra civil, su papel político llegó a ser tan importante, que a aquellos que alcanzaban
un liderazgo reconocido se les llegó a concebir como representantes del pueblo. Por ejemplo,
Agustín de Iturbide, en su momento de mayor reconocimiento, fue considerado como el portavoz de
la nación mexicana, de la “voluntad general” de los pueblos. Tal situación motivó que muchos de los
cargos políticos del nuevo país, fueran ocupados por este tipo de militares, y que fueran un actor
fundamental en las decisiones políticas.

Por otra parte, desde la crisis monárquica de 1808, se buscó la manera de construir un poder
soberano que llenar el vacío creado por la usurpación de la Corona española por Napoleón. La vía
utilizada fue recuperar la soberanía del pueblo, a través de la conformación de órganos colectivos
que representaran a la nación española y que ejercieran el poder soberano. Estos órganos, como
las Cortes españolas, se conformaron con la elección de diputados, hecha de manera indirecta por
los ciudadanos de todo el territorio del imperio. También se eligieron Diputaciones Provinciales, que
eran órganos destinados a atender las necesidades de las provincias, y ayuntamientos para el
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gobierno de las ciudades y pueblos. En el campo insurgente, también se conformaron este tipo de
órganos, como lo fue el Congreso de Chilpancingo.

Lo anterior significó que se creó un grupo de individuos dedicados a la participación en las


instituciones políticas deliberativas, en instituciones de gobierno nacional, provincial y local. Muchos
de ellos tenían formación académica como sacerdotes o licenciados; también podían ser letrados
dedicados a labores periodísticas. Este tipo de personas fueron la base de los congresos mexicanos
y junto con los militares politizados, participaban en facciones creadas en torno a cierta persona o
en asociaciones como las logias masónicas. En este grupo de políticos sobresalieron individuos
como Miguel Ramos Arizpe, Lucas Alamán, Lorenzo de Zavala, Carlos María de Bustamante,
Valentín Gómez Farías, Servando Teresa de Mier, entre otros.

Otro actor político que cobró importancia fue el conjunto de ciudadanos que periódicamente eran
convocados a las elecciones primarias para nombrar electores; éstos a su vez, nombraban a los
electores provinciales o a los ayuntamientos. Los electores provinciales seleccionaban a los
diputados al Congreso Nacional. En la medida que había competencia entre facciones, se volvía
importante contar con el voto de los ciudadanos y se realizaban campañas para obtenerlo. También
adquirió importancia el “pueblo”, entendido como los sectores populares de las ciudades, los cuales
fueron movilizados en masa para participar en la política apoyando a tal o cual facción política.

De tal manera que, desde sus primeros años de vida, el nuevo país conoció dos vías para representar
la soberanía del pueblo: los caudillos militares y los congresos. Los primeros, cuando lanzaban un
plan pronunciándose para “defender los derechos del pueblo” y los segundos para legalizar el
resultado del plan mencionado. Esta doble vía condujo a una crónica inestabilidad política.

• Enlista cuando menos cinco características de la vida política y social durante la etapa
colonial y otras cinco de los primeros años del México independiente. Compáralas y da tu
opinión ante el grupo.

Auge y caída de Agustín de Iturbide y el imperio mexicano.


• Investiga lo que es una monarquía constitucional y las
ventajas y desventajas que puede tener esta forma de
gobierno.

De acuerdo con lo establecido en el Plan de Iguala y en el Tratado


de Córdoba, el gobierno que se instauraría en el nuevo país,
denominado Imperio Mexicano, sería una monarquía
constitucional. Se llamaría a reinar primeramente a Fernando VII
y -si él no lo aceptaba entonces a alguien de su dinastía. En caso
de que ningún Borbón aceptara el trono, la Corte del imperio designaría a otra persona.

Fernando VII

En ese momento, a fines de 1821, predominaba la idea de que la monarquía constitucional era la
forma adecuada de gobierno, pues se juzgaba que la existencia de un individuo que de por vida
fuera el encargado del gobierno y a su muerte lo fuera su heredero, evitaría las discordias de la
competencia por el poder, como podría ser el caso de las repúblicas; además, se pensaba que, al
estar obligado el monarca a respetar la Constitución, no se caería en el despotismo o la arbitrariedad.

En tanto se resolvía quién sería el nuevo monarca, el gobierno del imperio se conformaría por una
Junta Provisional Gubernativa, la cual -mientras se convocaba a elecciones de Cortes fungiría como
poder legislativo. Esta Junta nombraría a una regencia que actuaría como poder ejecutivo. De esta
manera se esperaba sortear la transición hacia el gobierno independiente.
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Acorde con lo apuntado en el párrafo anterior, el 24 de septiembre de 1821 -tres días antes de que
el ejército trigarante entrara a la Ciudad de México- Agustín de Iturbide nombró a los 38 integrantes
de la Junta, con el nombre de Soberana Junta Provisional Gubernativa. Todos sus miembros eran
personas de poder económico, político y social. Algunos de ellos habían sido diputados a Cortes en
España, otros simpatizantes de los insurgentes (aunque no se incluyó a ninguno de los líderes
insurgentes) que se incorporaron al movimiento trigarante. Ese mismo día la Junta eligió a cinco
individuos para conformar la regencia del imperio: Iturbide como presidente de esta; Juan O´Donojú,
último jefe superior político de Nueva España; Manuel de la Bárcena, sacerdote y filósofo; José Isidro
Yáñez, ex miembro de la Audiencia, y
Manuel Velázquez de León,
exsecretario virreinal. A la semana
murió O´Donojú y lo sustituyó el
obispo de Puebla, Antonio Joaquín
Pérez.

La Junta cumplió su función y elaboró


una convocatoria para elegir el primer
Congreso Constituyente del Imperio
Mexicano (se abandonó la
designación de Cortes). En los
próximos meses las provincias se
dedicaron a nombrar sus
representantes, los cuales se
reunieron en la ciudad de México el 24
de febrero de 1822, aniversario del
Plan de Iguala. Para entonces había
grandes expectativas del futuro del
nuevo país, pues se habían unido
todos los territorios relacionados con
el virreinato de la Nueva España,
incluyendo aquellos que no dependían
directamente del virrey, como lo eran
las comandancias generales de las
provincias internas de Oriente y
Occidente, la capitanía general de
Yucatán, la Nueva Galicia, que incluso
tenía su propia Audiencia. También se unieron al proyecto imperial las provincias de la Capitanía
General de Guatemala. De tal manera que el Imperio Mexicano se extendía desde la Alta California
hasta Costa Rica.

Mapa del imperio de Iturbide

En esos años, circulaban obras impresas que exaltaban las riquezas naturales de tan extenso
territorio, en donde – se afirmaba- se encontraban todos los climas del mundo y se encontraban todo
tipo de productos, incluyendo las riquezas mineras. De tal manera, que se pensaba que con un buen
gobierno el naciente país se convertiría en uno de los primeros del mundo. Y ese buen gobierno
sería –según la opinión de la época- el de Iturbide, quien estaba en la cúspide de su prestigio, pues
era el líder indiscutido.

Desgraciadamente las cosas no salieron como se esperaba. En primer lugar, se inició un fuerte
debate entre el Congreso e Iturbide, acerca de las atribuciones de uno y otro. Pues el Congreso
consideraba que en él recaía la soberanía nacional y no estaba obligado a seguir lo establecido en
el Plan de Iguala y los Tratados de Córdoba, en cuanto a la forma de gobierno ahí establecida; en
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tanto que Iturbide consideraba lo contrario: que el


pueblo lo había elegido su representante al apoyar al
movimiento trigarante.

Por otra parte, el Congreso se dividió en facciones: en


primer lugar, predominaban los que apoyaban a
Iturbide y que pugnaban, porque él fuera el nuevo
monarca; les seguían en número los que tenían
interés en que el monarca fuera de la dinastía Borbón;
y el grupo más reducido fueron los partidarios de la
República. Esta última forma de Gobierno tendría
como característica principal que el titular del poder
ejecutivo sería electo por un cierto período de tiempo,
y sería responsable de sus acciones. Estos grupos o
facciones trataban de hacer prevalecer sus intereses,
en detrimento de las otras, obstaculizando las
funciones principales del Congreso, como era
redactar una Constitución para el Imperio.

Otro elemento de discordia fue que los antiguos jefes


insurgentes incorporados al movimiento trigarante, se
sintieron excluidos de los cargos de gobierno y
empezaron a criticar a Iturbide, promoviendo
conspiraciones o movimientos contra la monarquía.

En ese ambiente de pugna entre las facciones se


supo que las Cortes españolas se negaron a
reconocer la independencia de la Nueva España, así
como mandar un miembro de la dinastía Borbona
para encabezar el Imperio Mexicano. El resultado fue
que los iturbidistas organizaron una manifestación popular en la Ciudad de México, la cual entró al
Congreso y presionó a los diputados para que eligieran como emperador a Iturbide. Esto sucedió el
19 de mayo de 1822.

Agustín de Iturbide

Tal decisión profundizó los enfrentamientos entre iturbidistas y los borbonistas aliados con
republicanos; también se dio un pronunciamiento republicano en la provincia de Nuevo Santander
(posteriormente conocida como Tamaulipas). Así las cosas, el emperador decidió disolver al
Congreso y sustituirlo con otro organismo que provisionalmente fungiera como poder legislativo,
llamado Junta Nacional Instituyente.

La unidad lograda en septiembre de 1821 en torno al Plan de Iguala continuó descomponiéndose: el


1 de diciembre de 1822, el coronel Antonio López de Santa Anna se pronunció en Veracruz exigiendo
la restitución del Congreso disuelto. Las fuerzas enviadas por Iturbide para combatirlo, encabezadas
por el general José Antonio Echávarri, se le unieron y a su vez lanzaron el denominado Plan de Casa
Mata, que exigía la elección de un nuevo Congreso. Al ver el giro que tomó la crisis política, Iturbide
decidió reinstalar el Congreso y abdicó de su cargo el 19 de marzo de 1823.

¿Cómo se explica el rápido fracaso de Agustín de Iturbide como emperador? Un primer elemento
está relacionado con la inexperiencia en el manejo de la relación entre el poder Ejecutivo y el
Legislativo, pues si bien de Iturbide gozaba de gran prestigio y popularidad, el Congreso era
reconocido por los diversos actores políticos, como representante de los sectores influyentes de
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todas las provincias del país, y su disolución – si bien podía ser justificada- fue vista como una medida
que afectaba a los poderes regionales. Otro elemento está relacionado con la dificultad de que los
pares de Iturbide –sus antiguos compañeros de armas- aceptaran el boato de que se rodeó como
emperador y lo reconocieran como monarca vitalicio, con derecho a heredar el trono a sus
descendientes; aspecto en que confluyó la oposición borbonista y republicana. También se maneja
– como otra posible explicación- que la abdicación de Iturbide fue una mala decisión tomada antes
de que hubieran triunfado los pronunciados, y que dejó sin capacidad de respuesta a sus partidarios.
La situación creada por la abdicación de Iturbide y el desprestigio de la opción de un monarca
Borbón, no dejó otro camino, que avanzar hacia la forma de gobierno republicana.

• Escribe una cronología y reflexión de los principales eventos sucedidos en el período que va
de septiembre de 1821 a marzo de 1822.
• Reflexiona sobre las probables causas de la rápida caída del Imperio de Iturbide y realiza un
escrito.
• Investiga la biografía de los siguientes personajes: Agustín de Iturbide, José Antonio
Echávarri, Juan O´Donojú, fray Bernardo del Espíritu Santo.

Los poderes regionales y la república federal


• Trata de responder a la siguiente pregunta: ¿Qué entiendes por república popular federal?

El Congreso reinstalado desconoció la forma de gobierno monárquica contemplada en el Plan de


Iguala y el Tratado de Córdoba; además, con la intención de evitar que su soberanía fuera disputada,
evitó la existencia de un poder ejecutivo fuerte, dándole la forma de un triunvirato; es decir, que tres
individuos se rotaran entre ellos el ejercicio de este poder. El día 31 de marzo de 1823 nombró a tres
propietarios y dos suplentes. Los propietarios fueron Nicolás Bravo, Guadalupe Victoria y Pedro
Celestino Negrete. Los suplentes: Mariano Michelena y Miguel Domínguez. Poco después integró a
Vicente Guerrero entre los suplentes. Este triunvirato funcionó hasta octubre de 1824. Como se
puede observar, con la excepción de Celestino Negrete todos los demás fueron insurgentes o
conspiradores contra los españoles.

Sin embargo, este Congreso tampoco lograría darle estabilidad al gobierno, pues el Plan de Casa
Mata había abierto el camino a otro actor político: los poderes regionales, los cuales se fueron
conformando desde la época de la conquista española y principalmente después de la aplicación de
la Real Ordenanza de Intendentes de 1786 en la Nueva España. Estos poderes aluden a espacios
que durante la Colonia lograron un alto grado de autonomía con respecto a poderes centrales como
el del virrey, como fueron los reinos, gobernaciones, comandancias y capitanías generales, las
audiencias y las intendencias.

A lo anterior se aunó la autonomía con que los comandantes tanto realistas como insurgentes,
dominaron sus territorios durante la guerra de independencia. Por otro lado, con la aplicación de la
constitución española de 1812, se crearon Diputaciones Provinciales en esos espacios regionales,
con lo cual se les dotaba de una instancia de representación. De tal manera que cuando se logró la
independencia el espacio novohispano estaba conformado por una serie de territorios que en los
hechos se manejaban con un alto grado de autonomía y no estaban dispuestos a perderla a favor
de un nuevo centro político.

Después del triunfo del Plan de Casa Mata y a lo largo de 1823, los grupos de poder regionales,
sobre todo los que se habían desarrollado en ciertas ciudades de las enormes jurisdicciones
norteñas, demandaron la creación de Diputaciones Provinciales en sus respectivos territorios, lo cual
obtuvieron, creándose diputaciones en Sonora, Sinaloa, Nuevo México, Chihuahua, Durango, Nuevo
León, Coahuila, Texas y Nuevo Santander. Sin embargo, en la Constitución de Cádiz la figura de la
Diputación Provincial no era un órgano de gobierno sino sólo un órgano consultivo de apoyo al jefe
político provincial. Ese estatuto subordinado y limitado empezó a ser cuestionado por las provincias,
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cuando el Plan de Casa Mata depositó en la Diputación Provincial de Veracruz el gobierno de su


provincia, mientras se instalaba el nuevo Congreso. A partir de este otorgamiento otras Diputaciones
Provinciales de hecho –sin autorización del Congreso- ampliaron sus facultades para gobernar sus
provincias independientemente del poder central.

Entre el 9 y el 12 de mayo de 1823, la Diputación Provincial de Guadalajara se pronunció contra el


gobierno central de la Ciudad de México, proclamó su independencia y decidió suspender la
aplicación de los decretos y órdenes emitidos por el Congreso mientras no se aprobará una nueva
convocatoria; también se declaró Estado Libre y Soberano de Jalisco. Provincias como Zacatecas,
Yucatán y Oaxaca y otras tantas siguieron este ejemplo.

La demanda que se generalizó fue que se convocara otro Congreso Constituyente, el cual debía
establecer una República Federal. La forma de Gobierno Federal aludía a que se debía de reconocer
la soberanía de las provincias como si fueran estados, es decir con la facultad de gobernarse por sí
mismas. De ahí el cambió del nombramiento de provincia por el de estado.
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La postura federalista de dar mayores facultades a las provincias para su gobierno había sido
planteada por Miguel Ramos Arizpe en las Cortes de Cádiz, pero se rechazó con el argumento de
que sólo había una soberanía: la de la nación representada en las Cortes; que las facultades que
pedía Ramos Arizpe para las provincias conducirían a la desintegración de la nación. Lo único que
se logró, fue que se establecieran diputaciones provinciales, para auxiliar a los jefes políticos.

El federalismo también era un tema asociado a la primera república americana: Los Estados Unidos
de Norteamérica. En ese país, la primera unión que se dio entre las excolonias inglesas fue de
carácter confederal, es decir que cada una tenía su gobierno y por voluntad propia se unía en ciertos
asuntos con el resto: las relaciones con otros países, la declaración de guerra, la regulación del
Comercio Internacional; pero no reconocían la existencia de un gobierno común a todas las colonias,
con capacidad de legislar sobre ellas o establecer impuestos. Sería hasta 1824 que se logró
establecer un poder federal, es decir un gobierno con autoridad sobre los demás estados.

En 1823, las provincias mexicanas que habían reconocido más o menos formalmente un gobierno
central, ahora bajo la demanda del federalismo (que en realidad era más bien con federalismo)
buscaban limitar la existencia de un gobierno central con capacidad de inmiscuirse en sus asuntos.
Esta discusión fue muy importante en el segundo Congreso Constituyente que se eligió con dos
representantes por cada provincia y se instaló el 7 de noviembre de 1823.

Este congreso concentró su atención en evitar que el territorio histórico de la Nueva España se
disgregara, como había sucedido en el virreinato de Río de la Plata, y constituir el nuevo Estado-
nación mexicano; para ello se abocó a redactar las bases constitucionales, denominadas Acta
Constitutiva de la Federación Mexicana, la cual estuvo lista el 31 de enero de 1824. El Acta fue un
documento que atendió las peticiones de las provincias, logrando aminorar sus tendencias
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centrífugas; aunque no logró detener la separación de la Capitanía General de Guatemala, de la cual


sólo la provincia de Chiapas quedó formando parte de la nueva república.

En el documento mencionado el Congreso Constituyente estableció los nuevos principios políticos:


declaraba que la nación mexicana era independiente para siempre de España y cualquier otra
potencia; establecía que la soberanía residía radical y esencialmente en la nación y a ella
correspondía, por medio de sus representantes, establecer la forma de gobierno y demás leyes;
adoptaba a la religión católica como la religión de la nación mexicana y prohibía el ejercicio de
cualquier otra; la forma de gobierno sería la república representativa popular federal y su territorio
estaría comprendido por el de las provincias del virreinato llamado antes Nueva España, la capitanía
general de Yucatán y el de las comandancias generales de las Provincias Internas de Oriente y
Occidente; señaló que sus partes integrantes eran los estados independientes, libres y soberanos
en lo referente a su gobierno interior y enumeraba los 19 que se reconocían en ese momento;
estableció la división de poderes: legislativo, ejecutivo y judicial, tanto para el gobierno general como
de los estados; el legislativo estaría conformado por una cámara de diputados y un senado; el
ejecutivo por uno o varios individuos; el judicial por la corte suprema de justicia.

Con tales principios políticos se logró canalizar las inquietudes de los actores políticos con más peso
en el momento: las provincias y los partidarios de la república. Aun así, fue necesario recurrir a las
fuerzas armadas para disuadir las aspiraciones de las provincias más autonomistas. A mediados de
1824, el supremo poder ejecutivo -en ese momento encabezado por Vicente Guerrero- ordenó al
general Nicolás Bravo partir con tropas y autoridad para apresar a los generales Luis Quintanar
(gobernador de Jalisco) y Anastasio Bustamante (comandante militar) por acusaciones de apoyar a
Iturbide. Bravo logró arrestarlos, aunque se les amnistió por las protestas de Zacatecas y la difusión
del rumor de que el gobierno general intentaba derrocar el sistema federal. Guadalupe Victoria
encabezó las tropas dirigidas a Oaxaca y Manuel Gómez Pedraza las enviadas a Puebla. Las dos
misiones eran delicadas y lograron restablecer la autoridad del gobierno, sin violencia, lo que
demostró que los ánimos exacerbados del año anterior se habían calmado.

El Congreso Constituyente siguió trabajando para lograr su objetivo fundamental: aprobar la


constitución de la república federal, la cual fue decretada el 4 de octubre de 1824, con el título de
Constitución Federal de los Estados Unidos Mexicanos. La constitución básicamente amplió los
mismos principios establecidos en el Acta Constitutiva, en el sentido de reconocer la soberanía de
los estados en su régimen interior; limitar las atribuciones del poder ejecutivo, estableciendo la figura
del vicepresidente como un contrapeso de la concentración de poder en el presidente; también hizo
sentir el poder de los estados al establecer que sus legislaturas, no los ciudadanos, serían las
encargadas de elegir al presidente y vicepresidente.

Leyes posteriores confirmaron que más que una federación, las facultades otorgadas a los estados
conformaban una confederación. Así se desprende de la dependencia del gobierno federal de los
estados en materia de hacienda y guerra. En el caso de los recursos hacendarios una ley específica
dejó en el gobierno federal los ingresos provenientes de las aduanas; la venta de pólvora, sal y
bienes nacionales; los pagos por concepto de correos y lotería; una cantidad proporcionada por los
estados, denominada contingente. Fuera de estos rubros el gobierno federal no podría gravar a los
ciudadanos, facultad reservada a los estados, los cuales cobrarían impuestos a las compraventas
(alcabalas), la minería y podrían imponer contribuciones directas.

El gobierno federal tampoco podría reclutar directamente a las tropas entre los habitantes de los
estados, sino que serían estos quienes proporcionarían la parte de tropas que les tocara (contingente
de sangre) para suplir las vacantes del ejército. Tanto el contingente en dinero como en tropas no se
cumplió con regularidad por los estados, por lo que el gobierno federal permaneció crónicamente
débil para atender sus responsabilidades. De tal manera que el gobierno federal gobernaba sobre
estados no sobre ciudadanos, rasgo propio del con federalismo.
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El alto grado de independencia lograda por los estados, significó que se convirtieran en importantes
actores durante la vigencia de la constitución federal. Sus legislaturas normaron gran parte de la vida
nacional. En primer lugar, porque las constituciones que elaboraron desde fines de 1824 integraron
explícitamente capítulos dedicados a defender los derechos individuales de libertad, igualdad,
seguridad y propiedad, que en la constitución federal se habían reducido a la garantía explícita de la
libertad de escribir; las constituciones estatales también normaban los derechos ciudadanos, los
procesos electorales, la conformación de ayuntamientos, entre otros temas.

En particular es importante la manera como las constituciones estatales abordaron el tema de los
ayuntamientos, pues buscaron reducir su número, ya que la constitución de Cádiz había establecido
que se formarían en todos los pueblos de más de 1000 habitantes, lo que provocó que se
conformaran en una gran cantidad de pueblos. Con ello se abrió a amplios sectores de la población
el acceso al gobierno local, en detrimento de la autoridad que sobre ellos ejercían los ayuntamientos
de las ciudades. Ante esta situación y con la intención de controlar la autonomía política de los
pueblos, se legisló aumentar el requisito demográfico entre 3000 y 5000 habitantes, con ello los
ayuntamientos quedaran en manos de las elites locales.

• Dibuja un mapa en donde se muestre la división territorial de México en 1821, 1823.


• Responde a las siguientes preguntas:

¿Qué razones pueden llevar a una región a desear convertirse en un estado federal?

¿Por qué las regiones del norte de México fueron las que más cambiaron en términos político-
territoriales?

¿Qué explicaría que las provincias que conformaban el Estado-nación mexicano hayan permanecido
unidas a diferencia de la Capitanía General de Guatemala o el virreinato de Río de la Plata?

• Escribe una cronología con los principales eventos del período 1823-1824.
• Escribe una nota biográfica de los siguientes personajes: Pedro Celestino Negrete, Vicente
Guerrero, Miguel Domínguez, Miguel Ramos Arizpe, Servando Teresa de Mier.

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