F Campusoei Revista Rie23 Rie2 Indicadores de Desigualdad en Educacion

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Revista IBERO de Educación

AMERICANA de Educação

Número 23
Monográfico: ¿Equidad en la Educación? / Eqüidade na
Educação?
Mayo - Agosto 2000 / Maio - Agosto 2000
Organización
de Estados
Título: Un sistema de indicadores de desigualdad
Iberoamericanos
educativa
para la Educación,
la Ciencia
y la Cultura Autor: Álvaro Marchesi
MONOGRÁFICO

UN SISTEMA DE INDICADORES DE DESIGUALDAD


EDUCATIVA
Álvaro Marchesi (*)

SÍNTESIS: Este artículo traza un recorrido a través de la necesidad que


tienen los sistemas educativos, en su lucha por la equidad, de establecer
mecanismos que les permitan conocer los factores que operan en el origen
de las desigualdades educativas.
El autor parte de «la constatación... (de)…que las desigualdades escola-
res no se originan en el sistema educativo sino que se agravan en él».
Por ello y en el convencimiento de que «la actual configuración de la
mayoría de los sistemas educativos latinoamericanos es incapaz de reducir
las desigualdades iniciales y más bien tiende a reforzarlas y a mantener
la estratificación social», propone un sistema de indicadores que preten-
de mostrar las relaciones entre desigualdades sociales y desigualdades
educativas.
135
SÍNTESE: Este artigo traça um percorrido através da necessidade que tem
os sistemas educativos, na sua luta pela eqüidade, de estabelecer
mecanismos que lhes permitam conhecer os fatores que operam na
origem das desigualdades educativas.
O autor parte de «a constatação... (de)…que as desigualdades escolares
não se originam no sistema educativo senão que se agravam nele».
Por isto e no convencimento de que «a atual configuração da maioria dos
sistemas educativos latino-americanos é incapaz de reduzir as desigual-
dades iniciais e em realidade tende a reforçá-las e a manter a estratificação
social», propõe um sistema de indicadores que pretende mostrar as
relações entre desigualdades sociais e desigualdades educativas.

(*) Álvaro Marchesi es catedrático de Psicología Evolutiva de la Universidad


Complutense de Madrid y ex-Secretario de Estado de Educación, España.

REVISTA IBEROAMERICANA DE EDUCACIÓN. Nº 23 (2000), pp. 135-163


MONOGRÁFICO

1. EL SIGNIFICADO DE LA DESIGUALDAD EDUCATIVA

Los estudios sobre la desigualdad en la educación han puesto


de relieve sus distintas acepciones (Marchesi y Martín, 1998), lo que
permite una primera aproximación al problema. Se puede hablar de
igualdad de oportunidades cuando todos los alumnos tienen formal y
legalmente las mismas posibilidades educativas. Cuando estas posibili-
dades se hacen accesibles a todos los alumnos, superando formas de
acceso y de selección encubiertas, el término más preciso es el de
igualdad en el acceso. Un nivel superior de igualdad se encuentra
cuando, una vez garantizada la igualdad en el acceso, se proporciona un
programa educativo similar a todos los alumnos y se evita, en consecuen-
cia, que los que proceden de clases sociales populares estén
mayoritariamente representados en los programas menos valorados so-
cial y académicamente: aulas especiales, programas de educación
compensatoria, programas de garantía social. Finalmente, la igualdad en
educación encuentra su significado más fuerte cuando se analizan los
resultados escolares de los alumnos. La igualdad de resultados supone
que se encuentran rendimientos similares entre los alumnos procedentes
de distintas clases sociales, culturas o sexos. Esta última acepción tiene
un claro componente utópico. Si las diferencias sociales influyen en
mayor o menor medida en el progreso educativo de los alumnos, es 136
previsible encontrar diferencias entre ellos debidas a su origen social.
Sólo la nivelación de las diferencias sociales, tarea que no es responsa-
bilidad directa del sistema educativo, o el desarrollo de estrategias de
intervención que impidan la incidencia de las desigualdades sociales en
el ámbito educativo, permitirán alcanzar un objetivo más profundamente
igualitario.

En las últimas décadas, las interpretaciones sobre la desigual-


dad en la educación han pasado de un enfoque unidimensional más
determinista a una visión multidimensional e interactiva. Está amplia-
mente constatado que las diferencias sociales y culturales de los alumnos
condicionan su progreso educativo y los resultados que obtienen. El
informe de la OCDE-CERI (1995) sobre los alumnos con riesgo de fracaso
señala siete factores predictivos del bajo nivel escolar que están estrecha-
mente relacionados con la desventaja social: pobreza, pertenencia a una
minoría étnica, familias inmigrantes o sin vivienda adecuada, descono-
cimiento del lenguaje mayoritario, tipo de escuela, lugar geográfico en el
que viven y falta de apoyo social. Pero no existe una correspondencia
estricta entre las desigualdades sociales y las desigualdades educativas.
Hay otros factores, como la familia, el funcionamiento del sistema

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educativo y la propia escuela que pueden incrementar o disminuir estas


desigualdades.

El ambiente de la familia y su compromiso con la escuela tienen


una indudable repercusión en el progreso educativo de los alumnos. Los
recursos familiares, su nivel de estudios, los hábitos de trabajo, la
orientación y el apoyo académico, las actividades culturales que se
realizan, los libros que se leen, la estimulación para explorar y discutir
ideas y acontecimientos y las expectativas sobre el nivel de estudios que
pueden alcanzar los hijos, son factores que tienen una influencia muy
importante en la educación de los alumnos. Sin embargo, lo más
importante no es describir estas relaciones genéricas entre el contexto
social y el familiar, sino analizar qué tipo de relaciones se establece entre
las configuraciones familiares singulares y el universo escolar (Lahire,
2000). Desde esta perspectiva, lo importante no es el capital cultural que
se posee sino cómo se transmite. Un capital cultural enriquecido puede
tener escasa incidencia en el progreso educativo de los hijos. Por el
contrario, los padres con escaso capital escolar pueden tener una mayor
influencia por el tipo de relaciones que mantienen con sus hijos y por la
búsqueda constante de experiencias que les enriquezcan, lo que contri-
buye a que sus resultados educativos sean positivos.
137
El funcionamiento del sistema educativo tiene también una
notable influencia en los niveles de desigualdad educativa. Los recursos
existentes, el apoyo a las familias, los criterios de admisión de los alumnos
en las escuelas, el número de alumnos por aula, la formación y motivación
de los profesores, las facilidades para que los alumnos prosigan sus
estudios, los materiales disponibles en el aula y los criterios de evaluación
establecidos, son condiciones generales que tienen mucha relación con
los índices de escolaridad y con los resultados que obtienen los alumnos.
Este reconocimiento de la influencia del sistema educativo no puede
conducir a olvidar la responsabilidad específica que las escuelas y los
profesores individuales tienen para reducir las desigualdades. Hay escue-
las que han creado un clima ampliamente aceptado de estudio y de
participación, en las que existen expectativas positivas en relación con los
objetivos educativos que se han establecido y en las que se reflexiona
sobre las opciones educativas, los sistemas de evaluación y los métodos
pedagógicos más adecuados para conseguir involucrar y motivar a los
alumnos en sus aprendizajes. En muchas de ellas se busca la implicación
de los padres y se desarrollan iniciativas continuadas para elevar su nivel
de formación y su compromiso con la educación de los hijos. Son escuelas
dispuestas a combatir con decisión el abandono escolar prematuro.

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Otras, por el contrario, no han sido capaces de desarrollar un proyecto


coherente y sus profesores están poco motivados para presentar experien-
cias de aprendizaje interesantes y tienen poca ilusión para generar la
participación de los padres y de los alumnos, lo que les lleva a aceptar con
cierto fatalismo los esperados porcentajes de abandono escolar (Marchesi,
2000).

Los estudios y los datos sobre las desigualdades educativas han


de incorporar una nueva perspectiva cuando se analizan desde el fenó-
meno de la globalización. La situación de los países ha cambiado
drásticamente en el último decenio. Las posibilidades de un desarrollo
autónomo han desaparecido. El nuevo orden mundial está regido por un
mercado sin fronteras, en el que los acontecimientos relevantes de
cualquier lugar del planeta influyen en la totalidad. El imparable
desarrollo de las comunicaciones está conduciendo a un nuevo tipo de
relaciones y de acceso a la información y al conocimiento. La apertura de
los mercados, la competitividad y el desarrollo tecnológico, están impul-
sando el crecimiento económico, pero no existen garantías de que al
mismo tiempo se estén reduciendo las desigualdades. De hecho, las
brecha entre los países ricos y pobres se está incrementando. La
diferencia de ingresos entre el quinto de la población mundial que vive
en los países más ricos y el quinto que vive en los más pobres era de 30 138
a 1 en 1960, de 60 a 1 en 1990 y de 74 a 1 en 1997. En 1997, el 20%
de la población mundial más rica disponía del 86% del PIB mundial,
mientras que el 20% inferior sólo tenía el 1% (véase gráfico 1). En
América Latina, el período de crecimiento de 1970 a 1982 produjo una
mejor distribución del ingreso, pasando de 23 a 1 entre el 20% de los más
ricos y el 20% más pobre a una relación de 18 a 1. Sin embargo, en la
década de los 80 se produjo el efecto contrario. El 10% de la población
con mayores ingresos aumentó un 10%, mientras que el 10% más pobre
perdió un 15% de la parte de ingresos que le correspondía. Los años 90
mantienen la concentración de ingresos aunque las tendencias son
diferentes según los países.

El acceso a Internet se ha convertido ya en una poderosa causa


de desigualdad. Aquellas personas con mayores recursos y que pueden
acceder con facilidad a Internet tienen más posibilidad de recibir
información, de ampliar su cultura y de estar mejor preparados para
adaptarse a la nueva sociedad del conocimiento. Por el contrario, las
personas con menores recursos e inferior formación tendrán muchas más
dificultades para acceder a las redes informáticas y se verán desplazadas
y marginadas en la sociedad mundial. Una nueva barrera se alza entre los

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que más y los que menos tienen y que aleja a los unos de los otros. En el
momento actual, el 20% de las personas más ricas acapara el 93,3 % del
uso de Internet (véase gráfico 1).

GRÁFICO 1
Desigualdades entre ricos y pobres
en cuanto a oportunidades a escala mundial

Participación en 1997
Participación Participación
en el PIB mundial en el uso de Internet
20% 20%
86% 93,3%
más rico más rico

60% 13% 60% 6,5%


mediano mediano

20% 20%
1% 0,2%
más pobre más pobre

FUENTE: Informe sobre desarrollo humano 1998, p. 3.


139
Los indicadores de la desigualdad educativa, tradicionalmente
circunscritos al ámbito educativo, deben tener en cuenta también la
distribución de los bienes sociales, culturales y tecnológicos entre el
conjunto de la población. La selección de los indicadores que pueden
manifestar con mayor rigor el grado de desigualdad educativa y los
factores que lo condicionan adquiere, en consecuencia, una enorme
importancia.

2. LA SELECCIÓN DE LOS INDICADORES DE LA DESIGUALDAD


EDUCATIVA

La principal función de los indicadores es ofrecer una informa-


ción sintética, relevante y significativa sobre una parcela de la realidad,
detectar los problemas y llamar la atención sobre lo que está sucediendo
(Tiana, 1997). De ahí la importancia de una cuidadosa selección de los
mismos que permita describir y comprender esa realidad. No cabe duda,
por tanto, que un buen conjunto de indicadores proporciona un instru-
mento poderoso para ampliar el conocimiento en un ámbito determinado

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y para orientar la toma de decisiones. Esta importancia de los indicadores


alerta al mismo tiempo sobre la dificultad de su elección y sobre los
riesgos que entraña una selección escasamente cuidadosa o incluso
sesgada junto a una posible interpretación abusiva.

La elección de los indicadores no es tarea sencilla. Si el objetivo


que se pretende es ofrecer una representación lo más completa posible
de una realidad, es necesario construir un sistema de indicadores que
establezca las relaciones que existen entre cada uno de ellos para lo que
algún tipo de teoría o modelo educativo es necesario. El problema es que
todavía no existen modelos integrados que expliquen la totalidad de los
procesos educativos. Además, hay que tener en cuenta que la elección de
los indicadores depende del concepto de educación que se mantenga,
por lo que su elaboración no es solamente un problema técnico sino que
refleja también una determinada opción de valor. No cabe duda que en
aquellos conceptos con mayor carga ideológica, como la calidad y la
equidad, el mayor peso de unos valores en detrimento de otros va a tener
una significativa influencia en la elección de los indicadores.

Existe, así mismo, un riesgo de reduccionismo en la selección


de los indicadores por las dificultades que entraña su medición, ya que
el paso de un concepto a un instrumento de medida es una larga y 140
trabajosa tarea en la medida en que un solo concepto puede generar
decenas de indicadores diferentes. El peligro está en que al final los
indicadores seleccionados sean los más fácilmente mensurables y no los
que mejor reflejen la realidad educativa. En todo caso, la interpretación
de los indicadores debe hacerse con prudencia en su contexto, teniendo
en cuenta los que están presentes y los que todavía, aún siendo relevan-
tes, no han podido ser incorporados, y de acuerdo con las finalidades y
valores de la institución educativa. Como señala Nuttall (1992), «los
indicadores no hablan por sí mismos».

Es necesario, por tanto, que exista un modelo inicial que oriente


la interpretación de la realidad educativa estudiada. Este modelo permi-
tiría seleccionar los indicadores más relevantes, establecer relaciones
entre determinadas variables y constatar si los cambios que se producen
en algunas de ellas afectan a otras en consonancia con las expectativas
previstas. De acuerdo con las reflexiones expuestas en el apartado
anterior, un sistema coherente de indicadores de desigualdad educativa
debe tener en cuenta las diferencias en los recursos previos disponibles
en el sistema educativo, las desigualdades sociales y culturales existen-
tes, los aspectos del funcionamiento del sistema educativo más directa-

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mente vinculados con la equidad y los resultados que obtienen los


alumnos. El sistema de indicadores elegido se estructura en cinco niveles
en los que se incluyen indicadores más específicos (véase cuadro 1). La
elección de estos indicadores se ha regido por cuatro criterios principa-
les: relevancia de los datos para poner de manifiesto con mayor claridad
las desigualdades existentes, amplitud para recoger información del
mayor número de ámbitos posible, potencia informativa del indicador
elegido frente a otras alternativas y parsimonia para evitar la redundancia
de la información. Los catorce indicadores finales son el resultado de este
proceso. En la medida de lo posible, cada uno de estos indicadores
debería tener en cuenta la dimensión social (distribución de los recursos
o resultados obtenidos por sectores sociales), la dimensión territorial (su
distribución en el área urbana y rural), la dimensión cultural (distribu-
ción en función de cada cultura o etnia), el factor género (comparación
entre hombres y mujeres) y el factor tipo de centro (incidencia en los
centros públicos frente a los privados).

CUADRO 1
Sistema de indicadores de desigualdad educativa

Recursos iniciales
1. Gasto público en educación 141
2. Gasto por alumno
3. Salario de los profesores
4. Computadoras en las escuelas
Contexto social
5. Distribución del ingreso
6. Trabajo de la mujer
Contexto cultural
7. Nivel de estudios
8. Medios de comunicación disponibles
Contexto educativo
9. Acceso y participación
10. Horas de estudio al año
11. Integración de alumnos con necesidades educativas especiales
Resultados
12. Diferencias en los resultados
13. Progresión educativa
14. Relación entre el nivel educativo, el género y los ingresos

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El modelo establece que los recursos iniciales, el contexto


social y el contexto económico influyen en el educativo y permiten
interpretar de forma más completa los diferentes resultados que obtie-
nen los alumnos. Un sistema de indicadores de estas características
ayuda a comprender con mayor precisión el origen de las desigualdades
en la educación y a determinar las estrategias de intervención más
adecuadas que no pueden ser, de acuerdo con este modelo, exclusiva-
mente educativas.

Las páginas siguientes presentan una aplicación de estos


indicadores a algunos países latinoamericanos. Sólo en el primer indica-
dor, referido al gasto público en educación, se han incluido todos los
países. En el resto se han seleccionado algunos de ellos para evitar un
texto demasiado extenso. No hay que olvidar que el objetivo de este
artículo es presentar un conjunto de indicadores coherente sobre las
desigualdades en educación y no aplicarlos a la realidad latinoamericana.
Hay que tener en cuenta también que las estadísticas educativas en estos
países todavía presentan muchos problemas técnicos e institucionales
(McMeekin, 1998), por lo que la lectura y el análisis de los datos debe
hacerse con prudencia. En la mayor parte de los casos la comparación se
realiza entre los distintos países, aunque podría hacerse también dentro
de cada uno, comparando regiones o series temporales. Cuando algunos 142
indicadores no son conocidos, se ha optado por incluir los referentes a
países de la OCDE o se ha apuntado alguna valoración cualitativa. Se ha
preferido mantener una referencia incompleta que prescindir de un
indicador que se ha considerado relevante.

3. RECURSOS INICIALES EN EDUCACIÓN

El primer nivel se refiere a los recursos en educación, que


condicionan sin duda el funcionamiento del sistema educativo. Son
datos estrechamente relacionados con la calidad de la enseñanza que se
imparte. Sin embargo, cuando se incluyen datos de diversos países o
dentro de cada país, se comparan los presupuestos regionales o el gasto
por alumno en las zonas urbanas frente a las rurales, con lo que el índice
de desigualdad inicial se hace más patente.

Se han seleccionado cuatro indicadores en este nivel más


estrechamente relacionados con la equidad educativa: el gasto público

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MONOGRÁFICO

CUADRO 2
Gasto público en educación en porcentaje del PNB

País 1985 1996

Argentina -- 3,5

Bahamas 4,0 --

Barbados 6,1 7,2

Belice -- 6,1

Bolivia 2,1 5,6

Brasil 3,8 5,2

Chile 4,4 3,1

Colombia 2,9 4,4

Costa Rica 4,5 5,3

Cuba 6,3 --

Ecuador 3,7 3,5

El Salvador 3,1 2,2

Guatemala 1,8 1,7


143
Guyana 9,8 4,1

Haití 1,2 --

Honduras 4,2 3,6

Jamaica 5,7 7,5

México 3,9 4,9

Nicaragua 6,8 3,6

Panamá 4,6 4,6

Paraguay 1,5 3,9

Perú 2,9 2,9

República Dominicana 1,8 2,0

Suriname 9,4 --

Trinidad y Tobago 6,1 3,7

Uruguay 2,8 3,3

Venezuela 5,1 --

FUENTE: PNUD, 1999, pp. 188-189.

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en educación, el gasto por alumno, el salario de los profesores y el número


de ordenadores (computadoras) en las escuelas.

3.1. GASTO PÚBLICO EN EDUCACIÓN

Los cambios en el porcentaje del gasto público en educación en


relación con el PNB a lo largo del tiempo indican la importancia atribuida
al sector educación y los avances o retrocesos registrados. La compara-
ción entre los distintos países permite una mejor comprensión de la
realidad de cada uno de ellos (véase cuadro 2).

3.2. GASTO POR ALUMNO

Los datos anteriores alcanzan una mayor significación cuando


se concretan en el gasto por alumno en cada una de las etapas educativas.
De esta forma es posible comprender la distribución del gasto y las
diferencias entre los alumnos de distintas etapas educativas del mismo
país y entre los distintos países (véase cuadro 3).

CUADRO 3 144
Gasto por alumno (en dólares USA ajustado por el índice de Paridad
de Poder de Compra) en instituciones públicas y privadas por nivel
de educación (basado en equivalentes de tiempo completo) (1995)

País Educación infantil Primaria Secundaria

Argentina 1.075 1.158 1.575

Brasil 562 870 1.018

Chile 1.346 1.807 2.059

Paraguay -- 343 492

Uruguay 548 920 1.022

FUENTE: OCDE. 1998a, p. 118.

3.3. SALARIO DE LOS PROFESORES

La remuneración de los profesores es un indicador inicial


importante. Su inclusión como dato específico permite comprender las

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condiciones de trabajo del profesorado y su repercusión en la calidad de


la enseñanza que se imparte. Una remuneración muy escasa obliga a que
los docentes estén en varias escuelas para completar su salario, lo que
repercute negativamente en el tiempo de enseñanza real en cada una de
ellas, ya que tienen que terminar con antelación para llegar al turno
siguiente. También afecta desfavorablemente al trabajo en equipo, al
seguimiento de los alumnos y a la preparación de las clases (véase
cuadro 4).

CUADRO 4
Salario anual establecido de los profesores en instituciones públicas
en el nivel de educación primaria en dólares USA equivalentes conver-
tidos utilizando el índice de Paridad de Poder de Compra (1996)

Salario después de
País Salario inicial Salario máximo
15 años

Argentina 6.165 8.176 9.646

Brasil 4.402 6.133 7.854

Chile 10.587 12.991 17.540

Uruguay 586 717 884 145


FUENTE: OCDE, 1998a, p. 271.

3.4. ORDENADORES (COMPUTADORAS) EN LAS ESCUELAS

La importancia de las nuevas tecnologías en la educación


conduce a incluir un nuevo indicador relativo al número de ordenado-
res en las escuelas. No cabe duda de que su utilización habitual por
parte de los alumnos es un factor importante para el desarrollo de sus
aprendizajes y una herramienta necesaria para su más fácil incorpo-
ración al mundo laboral. La ausencia de alfabetización informática,
en gran medida vinculada al número de ordenadores disponible, se
convierte en un criterio de desigualdad educativa. No es extraño que
la OCDE, en su último informe sobre los indicadores educativos, haya
incorporado el número de alumnos por ordenador en las escuelas
(véase gráfico 3).

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MONOGRÁFICO

GRÁFICO 2
Número promedio de alumnos por ordenador en escuelas
en las que se imparte el octavo grado (1995)
140

120

100

80

60

40

20

0
Reino Unido (Inglaterra)

Estados Unidos

Portugal
Australia

Austria

Noruega
Japón
Dinamarca

Nueva Zelanda

Islandia

Suiza

Holanda

Alemania

Hungría

Korea

España
Bélgica (Fr)
Canadá

Suecia

Francia

Grecia

Rep. Checa
Bélgica (Fl)

146

FUENTE: OCDE.1998a, p. 305.

4. CONTEXTO SOCIAL

La desigualdad social es uno de los factores que mejor explica


las diferencias educativas. Hay que tener en cuenta, además, que en
América Latina las diferencias sociales son muy profundas y su inciden-
cia en el progreso educativo es especialmente relevante. En consecuen-
cia, no es posible abordar las desigualdades en la educación sin analizar
la inequidad social. Hay muchos indicadores capaces de mostrar esta
situación. Entre ellos se han elegido dos por su especial incidencia en el
ámbito educativo: las diferencias en la distribución del ingreso entre los
sectores más pobres y más ricos, y la tasa laboral de participación
femenina por nivel de ingreso.

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MONOGRÁFICO

4.1. DISTRIBUCIÓN DEL INGRESO

La distribución del ingreso entre los distintos sectores sociales


(en el cuadro 5 se recoge la comparación entre el 20% más pobre y el
20% más rico) pone de manifiesto su desigual punto de partida. Esto se
manifestará de forma directa en sus años de escolarización: en la medida
en que se avanza en el nivel de ingresos familiares se incrementa el
tiempo de escolarización, lo que a su vez está estrechamente relacionado con
los ingresos laborales posteriores. Sólo la ruptura de este círculo —pobreza-
baja escolarización-pobreza— conseguirá reducir la desigualdad existente.

CUADRO 5
Distribución del ingreso en algunos países latinoamericanos

País 20% más pobre 20% más rico Coeficiente de Giniª

Argentina 4,3 52,9 0,48

Brasil 2,5 63,5 0,59

Chile 3,5 61,1 0,56

Costa Rica 4,3 50,6 0,46

Ecuador 2,3 59,6 0,57 147


Paraguay 2,3 62,3 0,59

Perú 4,4 51,3 0,46

Uruguay 5,0 48,7 0,43

ª. Un coeficiente de Gini igual a cero representa la igualdad perfecta, un coeficiente de uno la desigualdad perfecta.

FUENTE: BID. 1998, p. 28.

4.2. TRABAJO DE LA MUJER

La participación de la mujer en el mundo laboral tiene una


estrecha relación con las posibilidades de incrementar la escolarización
de sus hijos. Su mayor educación y sus superiores ingresos le permiten
reducir el número de hijos y dedicar a ellos mayores recursos, lo que
conduce a incrementar sus años de escolarización y sus posibilidades
laborales posteriores (véase cuadro 6). Sin embargo, como señala el
informe del BID (1998), la posibilidad de las mujeres para obtener
ingresos no depende sólo de su nivel de instrucción, sino también del

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MONOGRÁFICO

rendimiento de esa educación generado por la totalidad de la economía.


Las oportunidades de las mujeres en el mercado laboral variarán en
función de la discriminación por el género, por la productividad en el
hogar (agua corriente, electricidad, etc.), por las actitudes y valoraciones
de la familia y por los empleos formales e informales disponibles.

CUADRO 6
Porcentaje de participación laboral femenina
(entre 25 y 45 años) por nivel de ingreso

País 10% más pobre 10% más rico Total

Argentina 41 88 60

Brasil 48 78 61

Chile 20 76 47

Costa Rica 28 71 45

Ecuador 62 81 64

Paraguay 69 83 72

Perú 65 74 68

Uruguay 49 90 72
148
FUENTE: BID. 1998, p. 31

5. CONTEXTO CULTURAL

Una parte importante de las desigualdades educativas se gene-


ra en el entorno familiar. El nivel de estudios de los padres, su cultura y
el interés e implicación en la educación de sus hijos tiene una enorme
repercusión en los años que van a estar escolarizados y, en definitiva, en
su progreso educativo. Alguno de estos aspectos, como el compromiso de
los padres en la educación de sus hijos, no es fácil medirlo. Otros, en
cambio, más vinculados al nivel cultural de una sociedad, tienen una
mayor tradición. Por ello se han seleccionado dos indicadores comple-
mentarios: el nivel de estudios y los medios de comunicación utilizados.

5.1. NIVEL DE ESTUDIOS DE LA POBLACIÓN

Los estudios medios de la población en un momento determi-


nado son un factor importante para valorar las desigualdades culturales

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MONOGRÁFICO

y su influencia en la educación. La desagregación de este dato por nivel


de ingreso y por género permite comprender con mayor amplitud la
distribución de las insuficiencias formativas (véase cuadro 7).

CUADRO 7
Años promedio de educación para la población mayor de 25 años
por nivel de ingreso y nivel de analfabetismo por género

Años promedio de educación % analfabetismo adulto. 1995


País 10% más
10% más rico M F
pobre

Argentina 7,04 15,57 3,8 3,8

Brasil 1,98 10,53 16,7 16,8

Chile 6,24 12,83 4,6 5,0

Costa Rica 4,08 15,53 5,3 5,0

Ecuador 3,39 10,27 8,0 11,8

Paraguay 3,37 10,72 6,5 9,4

Perú 3,87 10,80 5,5 17,0 149


Uruguay 6,03 11,87 3,1 2,3

Fuente: BID. 1998. p. 30 y UNESCO. 1998, p. 125.

5.2. MEDIOS DE COMUNICACIÓN

Junto con el nivel de estudios de la población, un segundo


indicador del nivel cultural de un país es el que se refiere a la incidencia
de los medios de comunicación, calculada por la tirada de diarios y por
los receptores de radio y televisión existentes. Aunque este indicador
tiene menos fuerza que el anterior para reflejar las desigualdades entre
los distintos sectores educativos, contribuye a poner de manifiesto la
aceptación por la población de los distintos medios de comunicación
(véase cuadro 8).

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MONOGRÁFICO

CUADRO 8
Utilización de los medios de comunicación. Porcentaje de diarios,
de receptores de radio y de televisión por cada mil habitantes

Receptores de
Tirada de diarios (por Receptores de radio
televisión (por 1000
País 1000 habitantes) (por 1000 habitantes)
habitantes)

1985 1995 1985 1995 1985 1995

Argentina 130 135 594 676 214 219

Brasil 48 45 362 399 185 220

Chile 108 99 332 348 145 215

Costa Rica 106 88 246 263 76 143

Ecuador 88 70 313 332 66 96

Paraguay 47 41 166 180 24 93

Perú 82 85 205 259 77 106

Uruguay 226 235 585 609 166 235

FUENTE: UNESCO.1998, p. 125.


150

6. CONTEXTO EDUCATIVO

6.1. ACCESO Y PARTICIPACIÓN

La tasa de acceso a la educación infantil o preprimaria es un


indicador de primer orden en relación con la equidad educativa. La
participación de los niños pequeños de sectores sociales desfavorecidos
en la escuela tiene una fuerte influencia en su progreso educativo
posterior por varias razones. En primer lugar, por el enriquecimiento de
sus experiencias en edades tempranas. En segundo, por su mejor cuidado
en el ámbito de la salud y de la alimentación. En tercero, por las mayores
posibilidades que existen para la educación de los padres. Y, finalmente,
por las mayores oportunidades de las madres de incorporarse al mundo
laboral, lo que incrementa los ingresos familiares y contribuye, de esa
forma, a que los hijos puedan proseguir durante más tiempo sus estudios.

El porcentaje de alumnos escolarizados en las demás etapas


educativas es también un indicador importante de la realidad de la

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MONOGRÁFICO

educación (cuadro 9). Es un dato que debe ponerse en relación con el


nivel de estudios de la población (indicador 7), con el fin de comprobar
los cambios que se están produciendo de unas generaciones a otras.
También ha de relacionarse con el gasto por alumno (indicador 2) y con
el salario de los profesores (indicador 3) para comprobar en qué condi-
ciones se está llevando a la práctica la enseñanza. Finalmente, cuando la
tasa de escolarización no se aproxima a la totalidad de los grupos de edad
correspondientes, es importante desagregar los datos y relacionar el nivel
social de las familias con el porcentaje de acceso.

CUADRO 9
Tasas netas de matriculación

Tasa de matriculación Tasa de matriculación


País en Preprimaria en Secundaria
(% del grupo de edad) 1995 (% del grupo de edad) 1997

Argentina 3-5 años 53 76,9

Brasil 4-6 años 36 65,9

Chile 5 años 96 85,2

Costa Rica 5 años 70 55,8 151


Ecuador 5 años 49 50,9

Paraguay 5 años 36 61,1

Perú 3-5 años 36 83,9

Uruguay 2-5 años 33 83,8

FUENTE: UNESCO. 1998, p. 139 para Preprimaria y PNUD. 1999, pp. 176-177 para Secundaria.

6.2. HORAS DE ESTUDIO AL AÑO

El tiempo que los alumnos dedican al aprendizaje es una


variable estrechamente relacionada con los resultados escolares. El
cuadro 10 recoge los datos oficiales de algunos países que muestran
diferencias entre ellos. Sin embargo, sería necesario tener en cuenta dos
nuevos factores para comprender mejor el significado de estos datos
horarios. En primer lugar, el porcentaje de escuelas con dobles turnos y
su distribución entre los distintos sectores sociales; y, en segundo, el
porcentaje de profesores que enseña en varias escuelas para completar
sus retribuciones económicas. En muchos casos, cuando las escuelas

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MONOGRÁFICO

tienen dobles turnos (mañana y tarde) o cuando los profesores han de


realizar su trabajo en varias escuelas, el tiempo real de enseñanza se
reduce. En consecuencia, aquellos alumnos que están en alguna de estas
situaciones, con mayor intensidad si ambas les afectan, tienen menos
posibilidades de aprender y se encuentran en situación de desventaja
educativa.

Además del tiempo de estudio real, hay que valorar también la


calidad de la enseñanza que se imparte durante ese tiempo. Por ello, este
indicador debe completarse con datos más difíciles de cuantificar pero
no menos importantes: la formación del profesorado, los materiales y
recursos didácticos disponibles, los laboratorios y ordenadores en los
centros, los objetivos y contenidos de la enseñanza y los sistemas de
evaluación establecidos.

CUADRO 10
Total de horas de instrucción al año para estudiantes
de 12 a 14 años (1996)
País 12 años 13 años 14 años Media 12-14 años

Argentina 805 913 913 877

Brasil 667 667 667 667


152
Chile 900 990 990 960

Paraguay 1.080 1.080 1.080 1.080

Uruguay 863 863 1.011 913

FUENTE: OCDE.1998a, p. 289.

6.3. INTEGRACIÓN DE ALUMNOS CON NECESIDADES EDUCATIVAS


ESPECIALES

La escolarización de los alumnos con necesidades educativas


especiales en escuelas ordinarias y la provisión de recursos adicionales
para su mejor enseñanza, son buenos indicadores de la sensibilidad de
los países hacia los colectivos con mayor riesgo de exclusión tanto en la
enseñanza como en el mundo laboral. Por esa razón es necesario incorporarlo a
los indicadores representativos de la mayor o menor igualdad en la educación.
Este mismo razonamiento ha conducido a la OCDE a incluirlo en la última versión
disponible de los indicadores educativos (1998), si bien todavía en fase de
elaboración y con muchas cautelas interpretativas.

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MONOGRÁFICO

El informe de la OCDE realiza una triple distinción de alumnos


con necesidades educativas especiales, que ayuda a comprender las
diferencias que existen entre ellos. La categoría A se refiere a los alumnos
con estas necesidades asociadas a condiciones de discapacidad: sordera,
ceguera, retraso mental, parálisis cerebral, autismo, etc. La categoría B
incluye a aquellos alumnos con dificultades genéricas de aprendizaje. La
C comprende a los alumnos cuyas necesidades son debidas a factores
socioeconómicos, culturales o lingüísticos. El indicador establecido debe
dar cuenta del tipo de escuela en la que se escolariza cada uno de estos
grupos y los recursos adicionales que se proporcionan. Dichos recursos
pueden ser de muy diversos tipos: profesores de apoyo, otros profesiona-
les, proporción alumnos-profesor, materiales educativos, recursos eco-
nómicos a los centros, formación de los profesores e incentivos profesio-
nales por su dedicación a estos alumnos.

Los datos de que se dispone son todavía demasiado provisiona-


les para incluirlos en este trabajo. Sin embargo, existen otras aproxima-
ciones que contribuyen a completar el alcance de ese indicador: el
porcentaje de alumnos especiales en cada de una de las categorías
establecidas que están escolarizados en los centros públicos y en los
privados. De esta forma se pueden comprobar las diferencias entre una
y otra red educativa y las consecuencias para la calidad de la enseñanza 153
en una distribución no equilibrada de estos alumnos entre ambas redes
educativas (véase el cuadro 11 para una comparación de los centros
públicos y los privados sostenidos con fondos públicos (concertados) en
España. Hay que tener en cuenta que la red pública escolariza en torno
al 66% del total del alumnado y la privada el 34%).

CUADRO 11
Alumnado gitano e inmigrante en centros públicos y concertados.
Ámbito de gestión del MEC en España

Centros
Centros públicos Total
concertados

Alumnado gitano 24.255 - 91,4% 2.269 - 8,6% 26.524

Alumnado
26.540 - 89,25 2.854 - 10.8% 29.394
inmigrante

FUENTE: Consejo Escolar del Estado. 1996-97.

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MONOGRÁFICO

7. RESULTADOS

Los resultados de los alumnos constituyen el último nivel de


análisis del funcionamiento de un sistema educativo. Desde la perspec-
tiva de la igualdad, la elección de los indicadores en este nivel debe
orientarse a constatar las diferencias que existen entre los resultados que
obtienen diferentes colectivos de alumnos y su posible relación con las
variables de entrada (recursos iniciales) y de contexto. Con esta finalidad
se han seleccionado tres indicadores: las diferencias entre los resultados
de los alumnos, su progresión y titulación, y la relación entre el nivel
educativo alcanzado y los ingresos posteriores en función del origen social
y del género.

7.1. DIFERENCIAS DE RESULTADOS

Los resultados que obtienen los alumnos son un indicador


importante de la calidad de la enseñanza. No obstante, es el análisis de
las diferencias que encierran lo que mejor refleja las desigualdades
existentes. La constatación de estas diferencias puede hacerse de
múltiples formas: comparando los resultados de varios países, estable-
ciendo las diferencias entre los mejores y los peores alumnos, comparan- 154
do los resultados que se obtienen en distintas regiones de un país o
describiéndolos en función del tipo de escuela. Todas estas comparacio-
nes representan un nivel inicial de análisis (véase cuadro 12). El segundo
nivel, más completo y justo, es el que controla la importancia de otros
factores que pueden tener una mayor influencia en la explicación de las
diferencias existentes: resultados iniciales, contexto social y familiar o
recursos existentes. El control del nivel educativo previo de los alumnos
y su relación con los logros posteriores permite un análisis más riguroso
de su ritmo de progreso y de la distribución de ese progreso entre distintos
grupos de alumnos: mejores y peores, hombres y mujeres, mayorías y
minorías culturales, etc. Este planteamiento supone diseños de medidas
repetidas de los mismos alumnos, lo que dificulta su aplicación debido
a su duración y a su coste.

El estudio de la OCDE sobre el fracaso escolar analiza datos


procedentes de diversos estudios realizados por la IEA (International
Association for the Evaluation of Educational Achievement). Un indica-
dor de desigualdad educativa y de riesgo de fracaso es la diferencia en
rendimiento entre los estudiantes con mejores y peores puntuaciones en
las diferentes pruebas. Las diferencias encontradas se traducen después

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MONOGRÁFICO

CUADRO 12
Mediana de resultados por países en las pruebas
de lenguaje y matemáticas de tercer grado
País Lenguaje Matemáticas

Cuba 343 351

Argentina 263 251

Chile 259 243

Brasil 256 247

Venezuela 242 220

Colombia 238 240

Bolivia 232 240

Paraguay 229 232

México 224 236

Rep. Dominicana 220 225

Honduras 216 218

155
GRÁFICO 3
Amplitud de los resultados dentro de cada país. Diferencias
entre el cuartil inferior y superior y la media de la OCDE
en progreso en años equivalentes
Matemáticas - mayores de 13 años (1994-95)
7 7
6 6
5 5
4 4
3 3
2 2
1 1
0 0
-1 -1
-2 -2
-3 -3
-4 -4
Japón

Esta dos Unidos


Bélgic a (Fl)

Bélgic a (Fr)
Corea

Australia
Rep. Checa
Austria
Irla nda
Hung ría

Hola nda
Nueva Zelanda
Ingla terra
Alemania
Gre cia
Esco cia
Suiza

Canadá
Sue cia
Dinamarca
Noruega
Francia
Isla ndia
España
Portugal

FUENTE: OCDE. 1998b, p.18.

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MONOGRÁFICO

en años de escolarización, ya que se puede calcular el progreso promedio


de los alumnos durante un año. En matemáticas, por ejemplo, la
diferencia entre las mejores y las peores puntuaciones en los distintos
países que participaron en el estudio es equivalente a 2,5 y 4,5 años de
escolarización (véase gráfico 3). Las diferencias dentro de cada país
parecen ser mayores en aquellos que obtienen mejores resultados.

El estudio aborda también las características del 15 % de los


«alumnos más débiles» en cada uno de los países participantes. En la
mayor parte de ellos hay más chicos que chicas en el grupo de alumnos
con peores resultados en lectura. Pero lo contrario ocurre en matemáticas
y en ciencias. También se comprueba que los alumnos que hablan
lenguas diferentes en el hogar y en la escuela tienen mayor probabilidad
de estar en el 15% con peores habilidades en lectura, matemáticas y
ciencias.

Los datos disponibles en América Latina comparan el rendi-


miento por tipo de escuelas y muestran claras diferencias entre unas y
otras debido en gran medida a que las escuelas privadas ofrecen el doble
de instrucción que las públicas y a que a ellas acceden los alumnos con
mayores recursos económicos y culturales (véase gráfico 4). Esta relación
entre los recursos económicos de las familias y el rendimiento académico fue 156
puesta de manifiesto en un nuevo estudio de la IEA (véase cuadro 13).

GRÁFICO 4
Rendimiento en matemáticas y en ciencias por tipo
de escuela en los años noventa

Escuelas privadas de elite


70
Privadas de bajos ingresos o públicas

60 Públicas de bajos ingresos


Públicas rurales

50
Puntaje

40

30

20

10

0
Argentina Colombia Costa Rica Rep. Venezuela
Dominicana

FUENTE: BID. 1999, p. 56.

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MONOGRÁFICO

CUADRO 13
Opinión de los estudiantes de cuarto grado (nueve años) sobre ayudas
educativas en el hogar (diccionario, mesa de trabajo y ordenador)
y los resultados en matemáticas (1995)

Tienen las tres ayudas No tienen ninguna de las tres


País Porcentaje Media de Porcentaje Media de
de alumnos resultados de alumnos resultados

Australia 50 424 50 393

Austria 50 421 50 423

Canadá 41 415 59 380

República Checa 25 451 75 423

Grecia 20 367 80 358

Hungría 28 443 72 399

Islandia 60 347 40 331

Irlanda 58 423 42 440

Corea 22 489 78 406


157
Holanda 69 449 31 424

Nueva Zelanda 43 387 57 347

Noruega 44 380 56 355

Portugal 26 366 74 333

Inglaterra 68 384 32 358

Escocia 64 396 36 365

Estados Unidos 49 424 51 392

Media de países 45 412 55 386

FUENTE: OCDE, 1998.

7.2. PROGRESIÓN EDUCATIVA

El progreso de los alumnos en su educación refleja la capacidad


del sistema para adaptarse a sus condiciones específicas. Un indicador

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MONOGRÁFICO

de esta progresión es el porcentaje de repetidores, lo que a su vez expresa


la eficacia interna del sistema educativo (véase cuadro 14).

Los estudios internacionales ponen de relieve que las repeticio-


nes tienen más efectos negativos que positivos, ya que la mayoría de los
alumnos que no obtienen el título de educación básica ha repetido curso
alguna vez. Además, los alumnos repetidores proceden en mayor medida
de familias con bajos recursos económicos y culturales, por lo que se
puede afirmar que las repeticiones no sólo amplían las diferencias en
rendimiento entre los mejores y los peores sino que también refuerzan las
desigualdades sociales. Finalmente, hay que señalar que las repeticiones
suponen un alto coste en términos de eficiencia, pues exigen mayores
recursos que apenas tienen rentabilidad posterior. Un alto porcentaje de
repetidores incrementa el número de alumnos por aula y distorsiona el
proceso de enseñanza por las dificultades de organizar el trabajo en el
grupo, todo lo cual supone un obstáculo para la mejora de la calidad.

CUADRO 14
Porcentaje de repetidores en varios países latinoamericanos

Porcentaje de repetidores
País 158
1985 1995

Brasil 20 18

Chile 7 6

Costa Rica 11 9

Ecuador 7 4

Paraguay 11 8

Perú 14 15

Uruguay 11 10

FUENTE: UNESCO. 1998, p. 137.

7.3. NIVEL EDUCATIVO E INGRESOS EN FUNCIÓN DEL ORIGEN SOCIAL


Y DEL GÉNERO

Las relaciones entre la educación alcanzada y la incorporación


al mundo laboral es un ámbito importante en la medida en que expresa
los resultados sociales del progreso educativo. Uno de los indicadores en

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MONOGRÁFICO

este campo es el que muestra la correspondencia entre los años de


escolarización alcanzados y el nivel de ingresos posterior. El informe del
Banco Interamericano del Desarrollo (1998) señala que un trabajador
que ha alcanzado 6 años de educación logra en su primer empleo un
ingreso por hora 50% más elevado que quien no ha asistido a la escuela.
Si la escolarización ha sido de 12 años, la distancia se amplía al 120%,
y si ha sido de 17 años supera el 200%. Estos datos promedio esconden
diferencias mayores en algunos países. En Brasil, por ejemplo, los
trabajadores con 6 años de educación reciben casi el doble de ingresos
que quienes no han asistido a la escuela; con 12 años, el 170%; y con 17
años, el 280%.

En la valoración de estos datos es importante tener en cuenta


la relación entre el nivel educativo alcanzado y el origen social. Un estudio
realizado en Venezuela puso de manifiesto que el estrato social del hogar,
fuertemente influido por los años de estudio alcanzados por los padres,
está muy relacionado con el número de años de estudio que alcanzan los
hijos de entre 20 y 24 años (cuadro 15). De acuerdo con los datos
obtenidos, la probabilidad que tienen en Venezuela de alcanzar entre 10
y 12 años de estudio los jóvenes cuyos padres tuvieron entre 3 y 5 años
de educación es del 33,3%, porcentaje que llega al 76,3% cuando los
padres tuvieron entre 10 y 12 años de educación. 159

CUADRO 15
Uruguay y Venezuela. Probabilidad de los hijos
de 20 a 24 años de edad de lograr más de 9 y más de 12 años
de educación en función del nivel de estudios del padre (1990)

Años de Más de 9 años Más de 12 años


educación del
padre Uruguay Venezuela Uruguay Venezuela

0-2 29,3 21,7 3,7 4,8

3-5 44,7 33,3 7,3 9,1

6-9 55,3 50,7 14,2 18,7

10-12 85,4 76,3 29,6 41,3

13 y más 91,2 90,8 51,9 65,8

FUENTE: CEPAL, 1994.

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MONOGRÁFICO

Un dato también relevante es que las mujeres reciben menores


remuneraciones que los hombres (véase gráfico 5). En algunos países,
como Bolivia, Brasil y El Salvador, la diferencia es superior al 30%. En
otros, Argentina, Paraguay, Perú, Uruguay y Venezuela, no llega al 10%.
Es evidente que estas diferencias son expresión de un trato desigual. Pero
además, como señala el informe del BID, esta situación de discrimina-
ción puede influir en que las mujeres abandonen prematuramente sus
estudios o que no tengan interés en incorporarse al mundo laboral. Con
menor educación y sin empleo, las mujeres provocarán que su situación
social se reproduzca en su familia: mayor número de hijos, escasos
ingresos, necesidad de reducir gastos escolares y de que los hijos
colaboren en el sustento de la familia, lo que conduce al abandono
prematuro de su escolarización, etc.

GRÁFICO 5
Diferencia porcentual de ingresos entre hombres y mujeres
(aislando el efecto de la educación, experiencia
y experiencia al cuadrado)
0
El Salvador
Paraguay

Argentina

Costa Rica

Brasil
Ecuador
Venezuela

México

Panamá

Bolivia
Perú

Uruguay

Honduras
Chile

-5
160
-10

-15

-20

-25

-30

-35

-40

FUENTE: BID. 1998, p. 40.

8. CONCLUSIÓN

La elección de estos catorce indicadores no se ha hecho al azar


sino que responde a un modelo teórico que ha orientado su selección. Un
modelo que se basa en la interdependencia de cinco niveles de análisis:

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MONOGRÁFICO

los recursos iniciales, el contexto social, el cultural, el educativo y los


resultados que se obtienen. La constatación inicial es que las desigual-
dades escolares no se originan en el sistema educativo sino que se agravan
en él. Las raíces de la desigualdad se encuentran en las diferencias
sociales, culturales y familiares. Es importante destacar que la mayoría
de los indicadores propuestos obtiene su mayor valor diagnóstico en la
medida en que refleja las diferencias existentes. De otra forma, la
tendencia media de un país puede esconder diferencias notables. Baste
un ejemplo para destacar este tema. Los años promedio de educación
para la población mayor de 25 años en Brasil es de 5,22, pero la
diferencia entre el 10% más pobre (1,98 años) y el 10% más rico
(10,53), como se recoge en el cuadro 9, pone de manifiesto que hay una
enorme desigualdad. La actual configuración de la mayoría de los
sistemas educativos latinoamericanos es incapaz de reducir las desigual-
dades iniciales y más bien tiende a reforzarlas y a mantener la estratifi-
cación social. El sistema de indicadores propuesto pretende mostrar
estas relaciones y comprobar los cambios que se pueden producir a lo
largo del tiempo.

Junto con el objetivo de aclarar la realidad educativa desde


diferentes perspectivas, el sistema de indicadores tiene también la
finalidad de ayudar a determinar las prioridades de actuación. Los datos 161
recogidos apuntan a que sólo programas integrales para luchar contra el
abandono escolar pueden conseguir el objetivo de reducir la desigualdad.
Los programas clásicos de compensación de las desigualdades educati-
vas centrados exclusivamente en la escuela y en sus alumnos han puesto
de manifiesto sus limitaciones. Los que cuentan con mayor capacidad de
cambio son aquellos que también tienen en consideración las condicio-
nes sociales, el nivel educativo, la vivienda y la situación laboral de la
familia, y que incluyen objetivos relacionados con la educación, la salud,
la alimentación y el cuidado de los niños. Es necesaria otra política que
ataque las desigualdades en todos los frentes: condiciones sociales y
laborales, nivel cultural y de estudios, recursos en las escuelas, partici-
pación y educación de las familias, programas educativos para evitar el
abandono prematuro, fortalecimiento de las escuelas públicas y de los
maestros que atienden a los alumnos con mayor riesgo de fracaso escolar.

Los datos presentados ponen de relieve la importancia de


mantener tres objetivos básicos en el ámbito educativo para reducir las
desigualdades: la prolongación de la escolarización de los alumnos que
viven en familias con niveles de renta más bajos, la educación de las
personas adultas, en especial de las mujeres, y la mejora de la calidad de

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la enseñanza. El primer objetivo no se consigue solamente con ampliar


por ley la enseñanza obligatoria e incrementar las escuelas existentes.
Hace falta también abordar las razones del abandono escolar de los
alumnos: falta de recursos, necesidad de ayudar a la familia y de trabajar,
escasa motivación para el aprendizaje. El incremento de la escolarización
se producirá cuando se remuevan estos obstáculos. El segundo objetivo
está muy relacionado con el anterior: la educación de la mujer, junto con
programas de salud y de atención a los hijos pequeños, incrementará los
ingresos familiares y facilitará que los hijos puedan proseguir sus
estudios durante más tiempo. Finalmente, el tercer objetivo, centrado en
la mejora de la calidad, supone una enseñanza con programas adaptados
a los alumnos, durante más tiempo, con profesores mejor remunerados
y con mayor dedicación a cada escuela. Estas medidas ayudarán a reducir
el número de repetidores y a que el aprendizaje de todos los alumnos sea
más completo. De tal forma, se reducirán las diferencias entre la escuela
privada y la pública, entre los más ricos y los más pobres, entre los
hombres y las mujeres, entre la ciudad y el campo. La consecución de
estos objetivos supone ineludiblemente una más progresiva y eficiente
distribución del gasto social.

Hay que asumir, como afirmó Bernstein (1970), que la educa-


ción no puede estar compensada por la sociedad y que los programas de 162
cambio han de ser educativos y sociales. Es muy difícil que una escuela
aislada —no digamos la mayoría de las escuelas—, pueda enfrentarse con
garantías de éxito a las desigualdades estructurales. Las reformas educa-
tivas que no analicen estas limitaciones iniciales ni las aborden con
proyectos adecuados podrán ser técnicamente correctas, pero contribui-
rán bien poco a reducir las desigualdades existentes.

BIBLIOGRAFÍA

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