Neuropsicoterapia

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NEUROPSICOTERAPIA: HACIA UNA PSICOTERAPIA INTEGRATIVA

NEUROPSYCHOTHERAPY: TOWARDS AN INTEGRATIVE PSYCHOTHERAPY

Fernando Mansilla Izquierdo

[email protected]

Cerebro, psicoterapia, neurociencia, técnicas de neuroimagen neuropsicoterapia,


psicoterapia integrativa.

Brain, psychotherapy, neuroscience, neuroimaging techniques, neuropsychotherapy.


integrative psychotherapy.

RESUMEN

La psicoterapia no sólo produce cambios en el estado emocional, sino también a nivel


cerebral, debido a la plasticidad cerebral.

Las técnicas de neuroimagen han abierto un amplio camino para el estudio de los cambios
cerebrales que se producen como consecuencia de una psicoterapia. Han posibilitado medir
de manera objetiva los cambios que se producen y avanzar en la identificación de los
tratamientos psicológicos más apropiados para cada problema o trastorno mental, además
de investigar las técnicas y estrategias psicoterapéuticas más efectivas.

La neuropsicoterapia aborda en un todo coherente diversos enfoques terapéuticos, para


incrementar la efectividad de la psicoterapia. La neuropsicoterapia abarca la síntesis de
teorías y métodos en lo neurológico, lo afectivo, lo conductual, lo cognitivo y lo fisiológico,
lo que conduce a una psicoterapia integrativa.

XXI Congreso Virtual Internacional de Psiquiatría, Psicología y Enfermería en Salud Mental


www.interpsiquis.com – del 25 mayo al 5 de junio de 2020
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ABSTRACT

Psychotherapy not only produces changes in the emotional state, but also at the brain
level, due to brain plasticity.

Neuroimaging techniques have opened a wide path for the study of brain changes that
occur as a consequence of psychotherapy. They have made it possible to objectively
measure the changes that occur and to advance in the identification of the most
appropriate psychological treatments for each mental problem or disorder, in addition to
investigating the most effective psychotherapeutic techniques and strategies.

Neuropsychotherapy addresses various therapeutic approaches in a coherent whole, to


increase the effectiveness of psychotherapy. Neuropsychotherapy encompasses the
synthesis of theories and methods in the neurological, affective, behavioral, cognitive and
physiological aspects, leading to integrative psychotherapy.

INTRODUCCIÓN

Durante decenios ha habido una estrecha preocupación por las bases biológicas de la
psicología y de la conducta, y se ha buscado la integración conceptual entre cerebro y
mente. Pero es a partir de los años 90 del siglo pasado cuando va dela mano en los avances
de las herramientas en neuroimagen, del estudio sistemático del sistema nervioso, y desde
entonces han venido creciendo las expectativas sobre su aportación al conocimiento de la
conducta humana (De López-Henríquez y Agyl, 2017), de la psicología y de la psicoterapia.

Existen múltiples modelos y métodos de psicoterapia, pero todas intentan que se produzca
un cambio en la conducta, en el pensamiento o en las emociones de la persona de lo que
se ha percibido como problema. La psicoterapia puede configurarse como un aprendizaje,
ya que el paciente o cliente tiene que aprender una conducta o a cambiar la forma de
pensar o modificar sus emociones para adaptarse de una manera más adecuada; así como
nuevas formas de relacionarnos con nosotros mismos y con otras personas, que mejoran
la calidad de vida y la toma decisiones.

La neurociencia está experimentando una revolución en la comprensión de la naturaleza


y de las funciones del cerebro y en la búsqueda de los principios fundamentales del
comportamiento humano.

La neurociencia está contribuyendo al conocimiento de la estructura, de los circuitos


neuronales y de la interrelación o de la conectividad, es decir sobre cómo se organiza y se
desempeña el cerebro y las estructuras cerebrales involucradas en el aprendizaje del ser
humano.
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La plasticidad neuronal implica la existencia de un aprendizaje que produce un cambio, y


el cambio tiende a perdurar en la memoria (Kandel y otros, 2013). El aprendizaje y
memoria son dos de los procesos a través de los cuales el contexto altera la conducta. El
aprendizaje y la memoria resultan de la actividad fisiológica repetitiva de millones de
neuronas, ensambladas en circuitos neuronales específicos, que lleva al reforzamiento de
las conexiones sinápticas involucradas y a cambios de plasticidad sináptica (Solís y López-
Hernández, 2009).

El desarrollo de la plasticidad neuronal es complejo y está influenciado por factores


biológicos individuales, que fundamentalmente están marcados por una determinación
genética, pero también por factores individuales ambientales, entre los que se encuentran
las experiencias personales, fundamentalmente aquellas asociadas al aprendizaje, y que
son variables en las distintas etapas de la vida.

Mediante la plasticidad cerebral se pueden modificar hábitos o conocimientos


predeterminados y aprender cosas nuevas. La capacidad de aprender se basa en la
plasticidad del cerebro y en su facultad para adaptarse; y aprender significa formar nuevas
conexiones. El aprendizaje es un proceso esencial que ocurre dentro del cerebro. Se
aprende a través de la experiencias y éstas modifican el cerebro. Durante la psicoterapia
se producen cambios en los mecanismos neuronales e igualmente en el cerebro tanto en
el paciente o cliente como en el psicoterapeuta. Las palabras producen cambio en cada
uno de los interlocutores (Kandel, 2005).

La psicoterapia puede entenderse como un proceso de aprendizaje; el aprendizaje lleva a


cabo de nuevas conexiones neuronales. Por eso, es necesario fundamentar la psicoterapia
científicamente y estudiar sus consecuencias biológicas, utilizando técnicas de
neuroimagen y otros medios empíricos de evaluación (Kandel, 2005).

El desarrollo de las técnicas de neuroimagen a lo largo de las últimas décadas ha permitido


estudiar el funcionamiento cerebral e identificar las estructuras cerebrales implicadas en
los trastornos mentales; así como los cambios que se producen en el sistema nervioso
tanto con el tratamiento farmacológico como con la psicoterapia. Se ha observado que
la psicoterapia provoca cambios en el cerebro y que la sintomatología psíquica se va
suprimiendo. Se puede afirmar que los procesos psicológicos no sólo están
interrelacionados con los sistemas neurobiológicos, sino que median en el mantenimiento,
la supervivencia o el cambio neurológico (Gonçalves y otros, 2005).

De manera que tanto la terapia farmacológica como la psicoterapia favorecen la


regularización de la actividad cerebral.

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Pero se da bidireccionalidad entre los cambios mentales y los cambios en el cerebro: los
pensamientos pueden modificar el cerebro y viceversa.

Es conveniente tener un enfoque global y multidisciplinar de la psicoterapia, porque hay


que considerar la mente, el cerebro, el cuerpo y la interacción social con una visión
neurocientífica. Los avances en la neurociencia son cruciales tanto para conocer mejor el
cerebro como para la comprensión de la psicoterapia y su mayor efectividad. De ahí surge
el objetivo de la neuropsicoterapia, que busca cambios en el cerebro, intentando potenciar
conexiones a través de técnicas psicoterapéuticas que puedan aumentar su plasticidad
para mejorar algún tipo de condición neurológica, mientras pone énfasis en la persona
completa, en su integridad y en la suma de sus experiencias y no sólo en las alteraciones
neuropsicológicas.

De manera, que en neuropsicoterapia se intenta realizar una síntesis de teorías y métodos


en lo neurológico, lo emocional, lo conductual, lo cognitivo y lo fisiológico, lo que conduce
a una psicoterapia integrativa.

DESARROLLO

A pesar de las diferencias en los supuestos teóricos, en el foco y en las métodos, estrategias
y técnicas de tratamiento de las múltiples psicoterapias y el interés por demostrar la
hegemonía en los resultados alcanzados, parece que ninguna sobresale claramente por
encima de las demás (ver Botella y otros, 2015). Y dada la pluralidad de enfoques y
modelos terapéuticos se han realizado distintas definiciones de en qué consiste la
psicoterapia a través de los años. Unas definiciones han puesto de manifiesto la relación
interpersonal en el proceso terapéutico y en otras, los fines específicos en términos de
personalidad o en las pautas de comportamiento.

Así, se ha definido la psicoterapia como un proceso interpersonal diseñado para ofrecer


modificaciones de los sentimientos, pensamientos, actitudes y comportamientos que
producen sufrimiento al individuo (Strupp, 1978).

También se ha apuntado que el término psicoterapia hace referencia a un tratamiento


psicológico de los trastornos mentales en el cual una persona entrenada (psicoterapeuta)
establece una relación con una persona que presenta problemas emocionales (paciente,
cliente), con el propósito de aliviar o modificar los síntomas o patrones conductuales, y
facilitar el crecimiento de la personalidad y el mantenimiento de una salud mental
(Wolman,1989).

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Asimismo se ha definido la psicoterapia como un tratamiento ejercido por un profesional


autorizado que utiliza métodos psicológicos para ayudar a resolver problemas humanos en
el contexto de una relación (Feixas y Miró, 1993).

Incluso se han estudiado los factores comunes en la psicoterapia como la catarsis, la


personalidad del terapeuta o la consistencia formal del sistema explicativo
indiferentemente de la orientación del terapeuta (Rosenzweig, 2002).

En todo caso, la psicoterapia es un proceso formal de interacción entre dos personas cuyo
propósito principal es disminuir la sensación de malestar emocional o conductual en el
paciente, cliente o consultante, con la asistencia del psicoterapeuta o terapeuta. Éste
asume que dispone: a) de conocimientos teóricos que intentan explicar la personalidad, el
desarrollo psicológico y el proceso de cambio, b) del dominio de algún método de
tratamiento relacionado con sus conocimientos teóricos y c) de un entrenamiento y
aprobación legal para ejercer como terapeuta (Corsini y Wedding, 1989).

De hecho, se ha visto que los factores comunes son parte imprescindible de la


estructuración de una terapia, cualquiera que sea el modelo de psicoterapia. Es necesario
que haya una meta común y una alianza terapéutica, una escucha receptiva, una actitud
no crítica, una situación de ayuda, sumada a las expectativas del paciente, a lo que trae
de expectativa, y su capacidad para obtener ayuda de otros, en una ambiente que difiere
de una conversación casual, y brindando así una experiencia nueva, un ambiente seguro
en el cual explorar las dificultades (Uribe Restrepo, 2008).

Todas las formas de psicoterapia se basan en los principios comunes que operan en
cualquier relación de ayuda, incluyendo guía, orientación, apoyo y reducción de culpa entre
otras, creando una atmósfera de empatía y confianza e interés por los planteamientos del
paciente, evitando la crítica y animándole a la comunicación directa y abierta.

Aunque la psicoterapia se ha utilizado y se utiliza para tratar una variedad de trastornos


mentales, se sabe poco sobre los mecanismos biológicos que subyacen, pero las técnicas
de neuroimagen pueden ayudar al diagnóstico clínico y a predecir el resultado del
tratamiento, lo que beneficiaría tanto en la toma de decisiones clínicas como en la
neurociencia cognitiva de la psicoterapia (Etkin y otros, 2005).

Las técnicas de neuroimagen han demostrado que la psicoterapia cambia


significativamente las funciones y estructuras del cerebro, de una manera que parece ser
diferente de los efectos de la farmacoterapia (Fuchs, 2004). Estas técnicas de neuroimagen
conducirán a la comprensión del funcionamiento de las diferentes psicoterapias, lo que
posibilitará el diseño de modos específicos de psicoterapia basados en los circuitos
cerebrales específicos (Gabbard, 2000).

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Se ha observado que el efecto de las psicoterapias en algunos problemas psicológicos fue


positivo, incluso similar al de los fármacos y con más consistencia en el tiempo,
independientemente de la técnica aplicada y de los fundamentos teóricos del modelo
psicoterapéutico. El común denominador fue el fortalecimiento de la relación médico-
paciente (Hariri, Drabant y Weinberger, 2006; Cozolino, 2014; Valdivieso-Jiménez y
Macedo-Orrego, 2018).

La neurociencia se preocupa por el impacto del cerebro y la función cognitiva y conductual,


así como también por lo normal y lo neuropatológico (Nordqvist, 2012). Alberga un gran
potencial y un valor añadido para mejorar la práctica psicoterapéutica y la investigación si
se aplica adecuadamente

La psicoterapia puede ser vista como una experiencia que se traduce a través de los
sistemas cerebrales de aprendizaje en una nueva manera de percibir el mundo.

Se ha demostrado que la psicoterapia produce cambios a nivel de las tasas metabólicas


neuronales, a nivel neuroquímico y estimulación de la plasticidad neuronal. Al ser la
psicoterapia un proceso equiparable a la exposición crónica a un estímulo controlado, parte
de sus efectos sobre el comportamiento pueden explicarse por un proceso de aprendizaje;
por eso es válida la exposición de los mecanismos moleculares de la memoria y el
aprendizaje (Iragorri y otros, 2009). Es decir, que los cambios que se producen en la
función cerebral por la psicoterapia podrían deberse a la plasticidad neuronal.

Aunque en la psicoterapia es fundamental la palabra, tanto los aspectos verbales y como


los no verbales median en los efectos terapéuticos a través de cambios biológicos, ya que
trabajan los reflejos emocionales primitivos y estimulan los procesos de mentalización
(Grosjean, 2005).

La psicoterapia cambia la expresión génica. Al producir cambios en la expresión génica que


modifican la fuerza de las conexiones sinápticas y los cambios estructurales que alteran el
patrón anatómico de las interconexiones entre las células nerviosas del cerebro, lo que
genera cambios a largo plazo en el comportamiento (Kandel y otros, 2013). Esto va unido
a la neuroplasticidad, proceso que representa la capacidad del sistema nervioso de cambiar
su reactividad como resultado de activaciones sucesivas (Lee, Tsang y Birch, 2008). Este
proceso continuo a corto, medio y largo plazo de remodelación de mapas sinápticos
optimiza el funcionamiento de las redes cerebrales durante la filogenia, ontogenia y
posterior a daños del sistema nervioso (Duffau, 2006).

Para Lane y otros (2015) la memoria parece jugar un papel importante para lograr un
cambio terapéutico.

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El cambio terapéutico a través de distintas psicoterapias como la terapia conductual, la


terapia cognitivo-conductual, la terapia centrada en las emociones y la psicoterapia
psicodinámica, resulta de la actualización de recuerdos emocionales previos a través de un
proceso de reconsolidación que incorpora nuevas experiencias emocionales. El cambio
terapéutico ocurre cuando se reactivan viejos recuerdos, cuando las nuevas experiencias
emocionales se incorporan a esos recuerdos reactivados a través del proceso de
consolidación y cuando se refuerza la estructura de memoria integrada mediante la práctica
de nuevas conductas y formas de experimentar el mundo en diferentes contextos.

La psicoterapia, independientemente del modelo epistemológico que utilice, puede verse


como un proceso de aprendizaje, en mayor o menor medida, de nuevas formas de percibir
el mundo, de responder a los estímulos y adaptarse, y cuya herramienta es la palabra,
usada de manera técnica. Las diferencias en los procesos de aprendizaje están vinculadas
a subsistemas específicos de memoria (Squire, 2004). Las conexiones neuronales y las
funciones neuronales son inducidas por la experiencia y el aprendizaje, y dan lugar a
cambios en los patrones de las conexiones neuronales, así como en el comportamiento.

Cualquier psicoterapia pone como un objetivo la regulación de las emociones


interpersonales y los comportamientos emocionales característicos de problemas
psicopatológicos (Ochsner y Gross, 2008; Grecucci y otros, 2015).

La regulación de las emociones es esencial para un funcionamiento psicológico saludable,


ya que la desregulación de la emoción se encuentra en el centro de diversas
psicopatologías (Farchione y otros, 2012).

También Schore (2014) ha analizado que estudios sobre el cerebro derecho, que es
dominante para el procesamiento implícito, no verbal, intuitivo y holístico de la información
emocional y las interacciones sociales, pueden dilucidar los mecanismos neurobiológicos
que subyacen a los fundamentos relacionales de la psicoterapia. Describe el papel
fundamental del hemisferio derecho en desarrollo temprano en los procesos relacionales a
lo largo de la vida. Documenta las funciones del hemisferio derecho en los primeros
procesos de apego, en las comunicaciones emocionales dentro de la alianza terapéutica,
en las representaciones terapéuticas mutuas y en los procesos de cambio terapéutico.

Por lo tanto, para comprender los efectos de la psicoterapia debemos entender el


funcionamiento de las vías neurales asociadas con los procesos de memoria y aprendizaje.
Además, las áreas que son objeto de las investigaciones con neuroimágenes corresponden
a las regiones implicadas en la fisiopatología de ciertos trastornos mentales, y en las que
están involucradas en procesos de autorregulación, adaptación al medio y plasticidad
neuronal (Bogerts, 1996).

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El hipocampo y la corteza del lóbulo temporal se han reconocido como las estructuras más
importantes en los procesos amnésicos. El hipocampo se ha relacionado con la memoria a
corto plazo (minutos, horas o pocos días) y la corteza del lóbulo temporal, con el
almacenamiento de información remota (semanas, meses o años). Es necesario señalar
que aunque el lóbulo temporal tiene importantes implicaciones en los fenómenos de
memoria, no se puede subestimar la participación de otras estructuras, como el cerebelo,
la corteza entorrinal y otras áreas corticales (Arango-Dávila y Pimienta J., 2004)

Linden (2006) ha revisado estudios de neuroimagen funcional sobre los efectos de la


psicoterapia y sus antecedentes metodológicos, incluido el desarrollo de técnicas de
provocación de síntomas. Los estudios de los efectos de la terapia cognitivo-conductual en
el trastorno obsesivo compulsivo fueron consistentes en mostrar una disminución del
metabolismo en el núcleo caudado derecho. En la fobia resultó en una disminución de la
actividad en las áreas límbicas y paralímbicas. Curiosamente, se observaron efectos
similares después de una intervención exitosa con inhibidores selectivos de la recaptación
de serotonina (ISRS) en ambo trastornos, lo que indica elementos comunes en los
mecanismos biológicos de la psicoterapia y la farmacoterapia. Pero en la depresión las
diferencias entre las intervenciones farmacológicas y psicológicas parecen heterogéneas
para permitir una explicación integradora e indican diferencias entre los mecanismos a
través de los cuales estas intervenciones logran sus efectos clínicos.

Se utilizaron imágenes de SPECT antes y un año después de psicoterapia dinámica, en una


paciente con trastorno afectivo bipolar en episodio depresivo, comparando los hallazgos
con las imágenes de SPECT de un paciente con trastorno afectivo bipolar que no recibió
psicoterapia y diez controles sanos. Los dos pacientes mostraron inicialmente disminución
de la captación de serotonina en la corteza prefrontal y el tálamo, comparado con los
controles. Después de un año, la paciente que recibió psicoterapia tenía una captación
normal de serotonina (Viinamaki, Kuikka y Tiihonnen, 1998)

Para Sang Won Jeon y Yong-Ku Kim (2015) la psicoterapia cognitivo-conductual con
pacientes depresivos normaliza el patrón de activación en los circuitos frontolímbicos. Con
respecto a la relación entre los efectos de la psicoterapia y la medicación, sus mecanismos
parecen divergentes. Para explicar estos diferentes mecanismos de acción, se ha sugerido
que, si bien la psicoterapia puede ejercer sus efectos de arriba hacia abajo, dirigiéndose
principalmente a las regiones corticales frontales y reduciendo los procesos de
pensamiento disfuncionales, la farmacoterapia puede producir cambios de abajo hacia
arriba al desactivar las regiones ventrales y límbicas que median la atención a estímulos
emocionales y ambientales personalmente relevantes.

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La terapia cognitiva conductual tiene un efecto en el eje tiroideo similar al de los


tratamientos farmacológicos antidepresivos (Joffe, Segal y Singer, 1996). También se ha
demostrado a través de la medición de los cambios de niveles plaquetarios de serotonina
que la terapia de conducta en el tratamiento del trastorno obsesivo compulsivo produce
cambios en la actividad serotoninérgica, (Liggan y Kay, 1999).

Por otro lado, en los pacientes con estrés postraumático se ha aplicado con éxito la terapia
psicológica de orientación cognitivo-conductual (Scrimali, 2019).

En el abordaje psicodinámico al finalizar el tratamiento, los síntomas relacionados con el


trastorno de pánico habían mejorado significativamente y los patrones de activación
frontolímbicos se habían normalizado. El tratamiento de orientación psicodinámica a corto
plazo conduce a cambios en los circuitos frontolímbicos que no son diferentes a los
hallazgos previos sobre la terapia cognitivo-conductual (Beutel y otros, 2010).

La eficacia clínica de la psicoterapia psicodinámica se ha observado con diversas técnicas


de neuroimagen al examinar la actividad metabólica regional y la neurotransmisión
sináptica antes y después del tratamiento. El hallazgo común fue la normalización de la
actividad sináptica o metabólica en las regiones límbica, mesencéfalo y área prefrontal,
que se asocia con mejores resultados clínicos y tenía efectos demostrables sobre la función
cerebral en diversas poblaciones clínicas (Abbass y otros, 2014).

Barsaglini y otros (2014) llevaron a cabo una revisión de las principales investigaciones y
observaron que el trastorno obsesivo-compulsivo se caracteriza por un hipermetabolismo
de distintas áreas del cerebro, entre ellas el núcleo caudado. Y que Interviniendo con
terapia cognitivo-conductual se llega a alcanzar la normalización de los niveles metabólicos
del núleo caudado y una mejoría en los síntomas.

En el caso de pacientes con esquizofrenia, diversos estudios recogidos en la revisión de


Barsaglini y otros (2014) observan que la terapia psicológica produce una normalización
del patrón de actividad en las áreas frontocorticales y, por lo tanto, un alivio en la
sintomatología.

La neuropsicoterapia abarca tres áreas: la identificación de mediadores y objetivos


psicoterapéuticos, la determinación de nuevas rutas terapéuticas utilizando la
neurotecnología y el diseño de intervenciones psicoterapéuticas basadas en el
conocimiento neurocientífico (Walter, Berger y Schnell, 2009). Y utiliza los conocimientos
neurológicos poniendo énfasis en la neuroplasticidad. Así pues, la neuropsicoterapia
presenta los ingredientes de un enfoque integrador de la terapia, ya que tiene en cuenta
la interacción dinámica entre la mente, el cuerpo, la interacción social y el medio ambiente
en el bienestar de una persona con base en la investigación neurocientífica (Grawe, 2007).

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A la luz de la neurociencia sería conveniente que el psicoterapeuta fuera activo,


organizador y directivo. El rol será dinámico, unas veces como espejo para las
proyecciones, otras como organizador y discutidor diligente. Se pondrá énfasis tanto en el
pasado como en el presente y el futuro. La expresión y el trabajo con la experiencia pasada,
futura o con el "aquí y ahora” (memoria explícita o declarativa -episódica y semántica- e
implícita). Se hará hincapié en la conducta y en la experiencia, ya que la experiencia
emocional es la que hace cambiar patrones, pautas y relaciones. Se utilizará la palabra y
técnicas ocupacionales y físicas (se genera oxigenación en todo el organismo y disminuye
el estrés, estimula la generación de factores neurotróficos, principales responsables de
mantener las neuronas en un modo activo y efectivo. Realizar ejercicios sencillos en
algunos momentos favorece la actividad cerebral), escenificaciones, juegos, meditación,
dramatizaciones (movilizan el área límbica) y medios auxiliares como grabaciones
magnetofónicas y filmaciones, técnicas de relajación y respiración que favorecen la
recuperación de la homeostasis y modulan las respuestas emocionales y desarrollan el
autocontrol y tareas para casa que refuerzan y automatizan conductas. Es fundamental
establecer una buena alianza terapéutica, pues en ella interviene el cerebro social, y
estructuras corticales y subcorticales, el sistema afectivo, motor y sensorial, sistemas
reguladores del miedo y estrés, la regulación del compromiso social y sistemas de
reforzamiento y recompensa en la motivación social (Cozolino, 2014).

En la alianza terapéutica el terapeuta identifica los recursos y habilidades del paciente que
refuerza positivamente para mejorar su autocontrol y su autoestima (Smith y Grawe,
2003).

Por eso, al comenzar el proceso terapéutico, el terapeuta ha de activar la experiencia de


autoeficacia de la persona reconociendo sus fortalezas y habilidades (Flückiger, Wüsten,
Zinbarg y Wampold, 2009).

Hay que mantener la confianza y seguridad en la alianza terapéutica, ya que beneficia la


neuroplasticidad del cerebro (Allison y Rossouw, 2013). El establecimiento de una relación
terapéutica segura proporciona la atmósfera idónea para facilitar la proliferación neuronal
de una manera integrada, ya que el sistema nervioso como sistema social se fundamenta
en las relaciones interpersonales, la aceptación y la seguridad (Cozolino, 2014; Siegel,
2015). De hecho, se ha afirmado que el cerebro es social, ya que los sistemas neuronales
se forman y funcionan influidos por las relaciones interpersonales (Cozzolino, 2014). Y se
ha observado que el cerebro social está relacionado con la región prefrontal media que
involucra la ínsula, la corteza orbitofrontal, la corteza prefrontal ventromedial y la corteza
anterior del cíngulo (Siegel, 2015).

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Un entorno terapéutico seguro promueve la activación de la corteza prefrontal izquierda,


y se observa un mayor flujo sanguíneo hacia este área, lo que permite modular la
excitación producida por las áreas corticales y límbicas derechas (The Neuropsychotherapy
Institute, 2014).

El hemisferio derecho es el responsable del procesamiento implícito, no verbal, intuitivo y


holístico de la información emocional y de las interacciones sociales (Zaleski, Johnson y
Klein, 2016). Por tanto, en psicoterapia hay que tener no sólo las intervenciones
terapéuticas desde la perspectiva del hemisferio izquierdo; sino más bien en la capacidad
del hemisferio derecho para expresar una conciencia afectiva, conexión y empatía.

Podría considerarse la neuropsicoterapia una psicoterapia integrativa porque aglutina los


sistemas fisiológico, afectivo, cognitivo y conductual en el abordaje terapéutico, y tiene en
cuenta diversas visiones del funcionamiento humano: el sistema nervioso, la neurociencia,
psicodinámica, centrada en el cliente, conductista, cognitivo-conductual, terapia familiar,
terapia gestalt, psicoterapia corporal, teorías de las relaciones objetales, entre otras. Cada
una proporciona una explicación sobre la función psicológica y la conducta, y cada una se
ve reforzada cuando se integra de forma selectiva con las demás.

DISCUSIÓN Y CONCLUSIONES

Aunque hasta la actualidad la neurociencia no haya podido dar cuenta de todos los aspectos
de la conducta y la mente del hombre, sí se han producido avances neurocientíficos que
están generarando cambios en el modo de hacer psicoterapéutico.

Las técnicas de neuroimagen están siendo un apoyo para la comprensión de cómo


funcionan las diferentes psicoterapias y abren la puerta para el diseño de tratamientos
psicológicos basados en evidencia neurobiológica, lo que puede dar lugar al diseño de
modalidades específicas de psicoterapia, dirigidas a circuitos neuronales concretos.

La psicoterapia puede cambiar el cerebro y su conectividad gracias a la plasticidad cerebral.


Pero a pesar de la interacción entre la neurociencia y la psicoterapia, convendría ser realista
sobre las expectativas hacia una neuropsicoterapia (Fuchs, 2004).

El conocimiento de los fundamentos neurobiológicos tanto de los de los estados mentales


como del comportamiento, de los procesos psicológicos y de las influencias de la interacción
social, pueden apoyar la práctica terapéutica holística (Grawe, 2007).

Es necesario ir estudiando y profundizando en el nexo de unión entre la neurociencia y la


psicoterapia, entre la estructura cerebral y la función psicológica, afectiva, emocional y
cognitiva.

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La neuropsicoterapia, pues, se fundamenta en las evidencias que aportan las neurociencias


y podría ser vista como una nueva psicoterapia integrativa que aglutina la síntesis de
teorías y métodos que van desde lo neurológico, lo afectivo, lo conductual y lo cognitivo
hasta lo fisiológico, y podría realizar una aportación fundamental a la psicología clínica
basada en procesos que es determinar cuáles son los procesos y las técnicas terapéuticas
más efectivas.

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