Dominicos: Introducción A La Semana
Dominicos: Introducción A La Semana
Dominicos: Introducción A La Semana
Introducción a la semana
Lun
Evangelio del día
25
Abr Segunda Semana de Pascua
2022 Hoy celebramos: San Marcos Evangelista (25 de Abril)
Queridos hermanos:
Revestíos todos de la humildad en el trato mutuo, porque Dios resiste a los soberbios, mas da su gracia a los humildes. Así pues,
sed humildes bajo la poderosa mano de Dios, para que él, os ensalce en su momento. Descargad en él todo vuestro agobio, porque
él cuida de vosotros.
Sed sobrios, velad. Vuestro adversario, el diablo, como león rugiente, ronda buscando a quién devorar. Resistidle, firmes en la fe,
sabiendo que vuestra comunidad fraternal en el mundo entero está pasando por los mismos sufrimientos. Y el Dios de toda gracia
que os ha llamado a su eterna gloria en Cristo Jesús, después de sufrir un poco, él mismo os restablecerá, os afianzará, os
robustecerá y os consolidará. Suyo es el poder por los siglos. Amén.
Os he escrito brevemente por medio de Silvano, al que tengo por hermano fiel, para exhortaros y para daros testimonio de que esta
es la verdadera gracia de Dios. Manteneos firmes en ella.
Os saluda la comunidad que en Babilonia comparte vuestra misma elección, y también Marcos, mi hijo. Saludaos unos a otros con el
beso del amor.
Paz a todos vosotros, los que vivís en Cristo.
Salmo de hoy
Sal 88, 2-3. 6-7. 16-17 R/. Cantaré eternamente tus misericordias, Señor
Con la fe puesta en el Señor Resucitado, podemos afrontar los más graves peligros, las más terribles tragedias. Hoy ciertamente no
faltan: la terrible pandemia, la guerra de Ucrania, la carestía creciente de los bienes de consumo... pero también hemos de ser
conscientes de las que se desencadenan en nuestras almas y tantas veces nos hacen dudar.
El Señor está con nosotros, nos conoce y comprende. Está presto siempre a perdonar, pero necesita nuestra colaboración. Démosle
“cancha” en nuestra vida, vivamos su presencia en la oración, seamos profundamente humildes y dejemos que Él actúe en
nosotros.
Este es el sentido profundo de la Pascua. Cristo está Vivo, con ellos y en ellos merced a la Gracia que se hará tangible de manera
extraordinaria en el acontecimiento de Pentecostés. Por ello la Resurrección es no solo de Cristo, sino también nuestra. Es una Fe
que llama a una esperanza, a un sentido nuevo y radical de la vida de los hombres.
Pero, junto al Acontecimiento, la Pascua implica la Misión. Todo cristiano, por el hecho de serlo, es un apóstol que predica en su
vida la Vida. Este es por antonomasia el carisma de nuestra Orden de Predicadores: frailes, laicos, monjas y toda la familia de
nuestro padre Santo Domingo. La antorcha que sostiene el perro en sus imágenes es, sin duda, un signo elocuente de la Luz
Pascual que surge en un mundo oscuro y sin sentidos que merezcan la pena.
Por la fe
Como era habitual, el hijo de aquella familia hospitalaria lleva dos nombres: Juan Marcos, el primero es de origen hebreo y el
segundo, a modo de sobrenombre, de origen romano. Es bastante conocido a través de los escritos apostólicos, aunque nos quedan
grandes lagunas sobre su vida y su actividad.
El evangelizador
El libro de los Hechos de los Apóstoles nos dice que Bernabé y Saulo volvieron de Jerusalén a Antioquía trayéndose consigo a Juan,
por sobrenombre Marcos (cf. Hch 12, 25). En esta ciudad, Bernabé y Saulo serían elegidos para llevar a cabo una misión
evangelizadora. Bajaron, en efecto, a Seleucia y desde allí tomaron una nave hasta Chipre. Con ellos viajaba también Juan Marcos. Y
con ellos atravesó la isla desde Salamina hasta Pafos (cf. Hch 13, 4-59). Desde allí volvieron al continente, desembarcando esta vez
en Atalía –actual Antaliaque era el puerto natural de la ciudad de. Perge. Pablo tenía la intención de subir a las ciudades de la
meseta: Iconio, Listra y Derbe. Sin embargo, a Juan Marcos debió de parecerle excesivamente arriesgado aquel proyecto de misión
y abandonó a Pablo y Bernabé para regresar a Jerusalén (cf. Hch 13, 13).
Cuatro años más tarde, tras el llamado Concilio de Jerusalén, Bernabé logró convencer a su pariente Marcos para que lo
acompañara a Antioquía. Su presencia desata una discusión entre Pablo y Bernabé. El primero, que recuerda con desagrado el
abandono de Marcos, inicia por su cuenta su segundo viaje misional que terminará llevándole a Tróade, Filipos, Atenas y Corinto.
Mientras tanto, Bernabé acepta complaciente la compañía de Marcos y emprende con él un segundo viaje misional a la isla de
Chipre (cf. Hch 15, 36-40).
Después de unos doce años, en los que nos es difícil rastrear su presencia, volvemos a encontrar a Marcos, esta vez en Roma, como
lo atestigua la primera Carta de Pedro, en la que se le califica cariñosamente como hijo del príncipe de los apóstoles (cf. 1P 5, 13).
Marcos, como reconoce toda la antigua tradición cristiana, es un atento discípulo y un estrecho colaborador del apóstol Pedro.
Al mismo tiempo, Pablo parece haber superado sus antiguos recelos respecto a Marcos. De hecho, en la Carta a Filemón (24) lo
presenta entre los que colaboran con él durante su primera prisión en Roma. Más explícita es la Carta a los Colosenses, en la cual el
autor envía saludos de parte de Marcos, primo de Bernabé, que junto con un tal Jesús, llamado «el Justo', colabora con él por el
reino de Dios y constituye para él una fuente de consuelo. El autor de la carta no duda en recomendar a Marcos a la hospitalidad de
los habitantes de Colosas (cf. Col 4, 10-11). Más tarde, durante su segunda cautividad en Roma, Pablo, ya cerca del final de su vida,
ruega a Timoteo que traiga consigo —de Éfeso o de Macedonia, donde debía encontrarse— a Marcos, «pues le es muy útil para el
ministerio» (2Tm 4, 11).
El evangelista
La tradición más antigua atribuye a Marcos la redacción del segundo de los Evangelios sinópticos. Este relato, dedicado a
presentarnos «el Evangelio de Jesucristo, Hijo de Dios« (Mc 1, 1), refleja con asombrosa fidelidad los rasgos humanos de Jesús y, a
través de sus páginas, es posible intuir una larga y fiel convivencia del autor junto al apóstol Pedro.
Precisamente en este Evangelio encontramos un detalle que puede ser significativo sobre la identidad de su autor. La noche en que
Jesús fue prendido en el huerto de los Olivos todos sus discípulos lo abandonaron y huyeron. Todos, excepto un joven que le seguía
cubierto sólo con un lienzo. Cuando los guardias trataron de detenerlo, el joven dejando el lienzo, se escapó desnudó (cf. Mc 14, 51-
52). Muchos comentaristas ven en este joven al mismo evangelista que podría haber tratado de seguir a Jesús en el momento de su
detención. La posibilidad queda ahí, sugerente corno una parábola. Si fuera verdadera, el joven Marcos sería para las comunidades
cristianas antiguas y modernas todo un símbolo del seguimiento de Jesús a pesar de las dificultades y de la persecución.
Algunas tradiciones hacen de Marcos el fundador de la Iglesia de Alejandría. Cuando en el año 820 los comerciantes venecianos se
llevaron a su ciudad los restos del evangelista, ya habían recibido veneración durante al menos cinco siglos en Bucoles, en el litoral
alejandrino. Sin embargo, otra tradición fundada en las Crónicas de Hipólito de Roma (siglo II1) afirmaba que el cuerpo del
evangelista había sido quemado después de su muerte.
Marcos, el joven seguidor clandestino de Jesús, educado en el hogar que acoge a la primerísima comunidad cristiana y discípulo de
los dos grandes apóstoles, Pedro y Pablo, se muestra a todos los cristianos como modelo de escucha y transmisión de la palabra del
Señor. Discípulo de los discípulos primeros, es para nosotros testigo de la fe en la divinidad de Jesucristo y en su humanidad
salvadora.
Yo mismo, hermanos, cuando vine a vosotros a anunciaros el misterio de Dios, no lo hice con sublime elocuencia o sabiduría, pues
nunca entre vosotros me precié de saber cosa alguna, sino a Jesucristo, y éste crucificado.
También yo me presenté a vosotros débil y temblando de miedo; mi palabra y mi predicación no fue con persuasiva sabiduría
humana, sino en la manifestación y el poder del Espíritu, para que vuestra fe no se apoye en la sabiduría de los hombres, sino en el
poder de Dios.
Sabiduría, sí, hablamos entre los perfectos; pero una sabiduría que no es de este mundo ni de los príncipes de este mundo,
condenados a perecer, sino que enseñamos una sabiduría divina, misteriosa, escondida, predestinada por Dios antes de los siglos
para nuestra gloria.
Ninguno de los príncipes de este mundo la ha conocido; pues, si la hubiesen conocido, nunca hubieran crucificado al Señor de la
gloria.
Sino, como está escrito:
«Ni el ojo vio, ni el oído oyó, ni el hombre puede pensar lo que Dios ha preparado para los que lo aman».
Y Dios nos lo ha revelado por el Espíritu; pues el Espíritu lo sondea todo, incluso lo profundo de Dios.
Salmo de hoy
Sal 118, 99-100. 101-102. 103-104 R. Lámpara es tu palabra para mis pasos, luz en mi sendero.
«Vosotros sois la sal de la tierra. Pero si la sal se vuelve sosa, ¿con qué la salarán?
Vosotros sois la luz del mundo. No se puede ocultar una ciudad puesta en lo alto de un monte.
Tampoco se enciende una lámpara para meterla debajo del celemín, sino para ponerla en el candelero y que alumbre a todos los de
casa.
Brille así vuestra luz ante los hombres, para que vean vuestras buenas obras y den gloria a vuestro Padre que está en el cielos».
Pablo es consciente de que lo que está en juego es la predicación del Evangelio y por tanto la misma vida de fe. Porque el centro
del Evangelio es Cristo, cuya sabiduría no es otra que la locura de la cruz que rompe toda nuestra lógica y nos adentra en el
Misterio, con mayúsculas, de Dios. La locura del Amor que se hace entrega hasta dar la vida. Esta sabiduría es fruto de la acción de
Dios en el ser humano, don del Espíritu y por tanto sólo se puede recibir. Nadie puede arrogársela, apropiársela.
Pablo huye de una predicación que deje a sus destinatarios deslumbrados por el mensajero, pero que no lleve a quien es el centro
del mensaje: Cristo. Sabe que es necesario “disminuir” como nos dice Juan el Bautista, para que El Señor crezca en uno mismo.
Sólo así la persona puede abrirse a la sabiduría divina, que nos adentra en el camino de la fe como experiencia de la salvación que
Dios nos ofrece en la debilidad del Amor crucificado.
En la medida en que estamos en el mundo viviendo fuertemente enraizados en Dios, que es nuestra fuente de Vida y de Ser, somos
sal y luz de la tierra. Y esto no es otra cosa que poder transparentar a nuestro alrededor, en las relaciones que establecemos con
nuestro entorno y en todo lo que hacemos, la luz que brilla en nuestra interior, la luz que es Dios mismo, la luz que es siempre
recibida para entregarla.
Pero es verdad, que por el camino se nos van pegando capas y capas que nos hacen vivir cada vez más en la periferia de nosotros
mismos, que van desvirtuando aquello que somos en el fondo, que impiden el paso de la luz. Y si no hay luz todo se convierte en
oscuridad, confusión y perdemos el norte, perdemos el sentido.
En cada persona la luz brilla con un tono y color propio; y ese color propio es el que cada uno estamos llamados a poner. Pero al
mismo tiempo necesitamos el color de los otros, su aportación específica. Nadie tenemos todo, pero todos tenemos algo que poner,
que compartir en este mundo en que todo está interconectado y en esta época en que más que nunca nos sabemos pertenecientes
a una casa común, a un proyecto común que sólo será posible si sabemos construir un nosotros a partir de la riqueza de lo diverso.
Hagámonos conscientes de todos los espacios, situaciones cotidianas, personas que Dios pone ante nosotros. ¿Cuál es nuestra
forma específica de ser luz y sal en nuestros entornos? ¿Cómo colaboramos a disipar oscuridades a nuestro alrededor, a favorecer
una vida con más sabor evangélico? Que en este día cada uno podamos descubrir “nuestra parte” en el conjunto, nuestra humilde
contribución para “cocinar” el día a día de este Universo, del que somos una minúscula partícula, pero tan importante para Dios.
San Isidoro
Obispo de Sevilla
Sevilla, 560 - Sevilla, 23-abril-636
El varón más docto de su tiempo. Hermano menor de San Leandro de Sevilla, a quien sucedería en la sede (600), Isidoro nació el
año 560 en el seno de una familia romana de Cartagena (actualmente, en la Región de Murcia, España), ciudad entonces controlada
por los bizantinos de Justiniano, que hubo de emigrar a Sevilla. Allí vio la luz y, con toda probabilidad, recibió la formación de su
mismo hermano Leandro, a quien, junto con su hermana mayor Florentina, fue confiado por los padres, fallecidos cuando él era
todavía un niño. Alcanzó en poco tiempo incomparable erudición y dominio completo de las tres lenguas entonces sagradas, a
saber: el hebreo, el griego y el latín, así como de cuanta literatura, ya clásica, ya patrística, se había salvado hasta entonces.
Isidoro es el último de cuatro hijos que llegaron a ser, andando el tiempo, o monjes o clérigos: su hermana Florentina fue monja de
clausura, y sus hermanos Leandro y Fulgencio, obispos, respectivamente, de Sevilla y de Écija, en la Bética, la más romanizada de
las provincias de España.
Una antigua y discutida tradición lo hace monje. Tal vez completase su formación en un monasterio, aunque sin llegar a ser monje,
o quién sabe si a la sombra de su hermano Leandro en la escuela episcopal sevillana. Hay quien sostiene que, a los 30 años Isidoro
habría asumido la dirección de aquel monasterio sevillano. Lo que de cierto sabemos es que, ya obispo, se entregó a un intenso
trabajo pastoral dirigido al clero diocesano y, más tarde, gracias sin duda a la difusión que sus escritos alcanzaron, al de toda
España. Hombre de Iglesia y a la vez de Estado, Isidoro de Sevilla disfrutó de un gobierno pastoral pacífico, y la estrecha relación
con los reyes visigodos le permitió colaborar activamente con Sisebuto, Sisenando y Suintila en la estabilidad del reino.
Presidió el II Concilio de Sevilla (619) y fue asimismo presidente y animador del IV de Toledo (diciembre del año 633), básico en la
renovación de la Iglesia hispana: sus actas son una suerte de carta ideal de la Iglesia visigoda y de sus relaciones con la monarquía.
Dedicado al estudio y a la composición de numerosos escritos, amigo íntimo de San Braulio de Zaragoza, que siempre estuvo
pronto a profesarle extraordinaria veneración, gozó de excelente salud mental hasta el fin de sus días. No así de la física, pues
acabó casi paralítico. Isidoro de Sevilla, el más grande escritor de su tiempo, murió el 23 de abril del año 636, fecha tope de la
patrística latina. Era entonces reconocido como el varón más docto del siglo, el restaurador de la vida eclesiástica de España, el
organizador de más prestigio en todo el Occidente de su tiempo.
El VIII Concilio de Toledo (653) le rindió subidas alabanzas reconociendo públicamente su talla moral y cultural: egregio doctor de
nuestro siglo, novísimo y doctfsimo adorno de la Iglesia católica son, entre otras, algunas de esas perlas conciliares. El cristianismo
lo venera como a Padre y Doctor de la Iglesia. Sus restos fueron trasladados el año 1063 a León, en cuya iglesia homónima recibe
hoy culto. La Iglesia universal incluyó expresamente su nombre en la lista oficial de los padres doctores latinos el año 1722. Aún se
conserva la inscripción rítmica del sepulcro común de Leandro, Florentina e Isidoro.
Mié
Evangelio del día
27
Abr Segunda Semana de Pascua
2022 Hoy celebramos: Beata Hosanna de Kotor (27 de Abril)
En aquellos días, el sumo sacerdote y todos los suyos, que integran la secta de los saduceos, en un arrebato de celo, prendieron a
los apóstoles y los metieron en la cárcel pública. Pero, por la noche, el ángel del Señor les abrió las puertas de la cárcel y los sacó
fuera, diciéndoles:
«Marchaos y, cuando lleguéis al templo, explicad al pueblo todas estas palabras de vida».
Entonces ellos, al oírlo, entraron en el templo al amanecer y se pusieron a enseñar. Llegó entre tanto el sumo sacerdote con todos
los suyos, convocaron el Sanedrín y el pleno de los ancianos de los hijos de Israel, y mandaron a la prisión para que los trajesen.
Fueron los guardias, no los encontraron en la cárcel, y volvieron a informar, diciendo:
«Hemos encontrado la prisión cerrada con toda seguridad, y a los centinelas en pie a las puertas; pero, al abrir, no encontramos a
nadie dentro».
Al oír estas palabras, ni el jefe de la guardia del templo ni los sumos sacerdotes atinaban a explicarse qué había pasado. Uno se
presentó, avisando:
«Mirad, los hombres que metisteis en la cárcel están en el templo, enseñando al pueblo».
Entonces el jefe salió con los guardias y se los trajo, sin emplear la fuerza, por miedo a que el pueblo los apedrease.
Salmo de hoy
Sal 33, 2-3. 4-5. 6-7. 8-9 R/. El afligido invocó al Señor, y él lo escuchó
Bendigo al Señor en todo momento,
su alabanza está siempre en mi boca;
mi alma se gloría en el Señor:
que los humildes lo escuchen y se alegren. R/.
Tanto amó Dios al mundo, que entregó a su Unigénito, para que todo el que cree en él no perezca, sino que tenga vida eterna.
Porque Dios no envió a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él.
El que cree en él no será juzgado; el que no cree ya está juzgado, porque no ha creído en el nombre del Unigénito de Dios.
Este es el juicio: que la luz vino al mundo, y los hombres prefirieron la tiniebla a la luz, porque sus obras eran malas. Pues todo el
que obra el mal detesta la luz, y no se acerca a la luz, para no verse acusado por sus obras.
En cambio, el que obra la verdad se acerca a la luz, para que se vea que sus obras están hechas según Dios.
Estando en la cárcel, “por la noche, el ángel del Señor les abrió las puertas y los sacó afuera pidiéndoles que siguiesen predicando
este modo de vida”. Lo que volvieron a hacer porque no podían callar, tenían que seguir predicando a Jesús. Las autoridades les
volvieron a detener con la misma prohibición de hablar de Jesús. Sabemos bien que libres no hicieron caso a esta prohibición y
gastaron su vida escuchando a su Maestro: “Id por todo el mundo y predicad el evangelio”. La mejor noticia que podían ofrecer a
sus oyentes.
A lo largo de estos XXI siglos de cristianismo, los seguidores de Jesús muerto y resucitado, se han encontrado con diversas actitudes
de las autoridades o del mismo pueblo, actitudes de acogida, y actitudes de rechazo y de prohibición. Pero los cristianos, viviendo
distintas circunstancias, de una manera o de otra, han seguido predicando la buena noticia de Jesús, la mejor noticia de todos los
tiempos. Un grupo numeroso de esos cristianos han pagado y siguen pagado con su vida, con su martirio, este proclamar a Jesús,
que les espera después de su muerte para regalarles la vida de total felicidad y para siempre.
De entrada, en el dialogo de Jesús con Nicodemo le recuerda que Dios nos envió a su hijo movido por el amor. “Tanto amó Dios al
mundo que entregó a su hijo único”. Y ¿para qué le mandó hasta nosotros? No para condenar, para castigar a los habitantes de la
tierra, sino para todo lo contrario para salvarlos a todos “para que no perezca ninguno de los que creen en él, sino que tengan vida
eterna”.
Esta fue la intención amorosa de Dios con el envío de su hijo Jesús. Pero no quiere salvarnos sin nuestra colaboración. Nos deja
libres para aceptar o rechazar su sublime regalo. Ahí está la grandeza y a la vez la tragedia de toda persona humana. Ejerciendo
nuestra libertad podemos aceptar a Jesús, su salvación, la vida plena y eterna, siguiendo los pasos que él nos indica; o podemos
ejercer nuestra libertad rechazando su regalo, al mismo Jesús y a todas sus sindicaciones. El que cree en él, no será condenado; el
que no cree, ya está condenado, porque no ha creído en el nombre del Hijo único de Dios”.
En nuestras manos está el elegir.
Oración colecta
Recibe, Señor,
los dones que te presentamos
en la conmemoración de la beata Hosanna,
y concédenos que,
por la fuerza de esta oblación,
te podamos agradar siempre
con una vida casta y penitente.
Por Jesucristo nuestro Señor.
Jue
Evangelio del día
28
Abr Segunda Semana de Pascua
2022 Hoy celebramos: San Luis María Grignion de Montfort (28 de Abril)
En aquellos días, los apóstoles fueron conducidos a comparecer ante el Sanedrín y el sumo sacerdote los interrogó, diciendo:
«¿No os habíamos ordenado formalmente no enseñar en ese Nombre? En cambio, habéis llenado Jerusalén con vuestra enseñanza
y queréis hacernos responsables de la sangre de ese hombre».
Pedro y los apóstoles replicaron:
«Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres. El Dios de nuestros padres resucitó a Jesús, a quien vosotros matasteis,
colgándolo de un madero. Dios lo ha exaltado con su diestra, haciéndolo jefe y salvador, para otorgar a Israel la conversión y el
perdón de los pecados. Testigos de esto somos nosotros y el Espíritu Santo, que Dios da a los que lo obedecen».
Ellos, al oír esto, se consumían de rabia y trataban de matarlos.
Salmo de hoy
Sal 33, 2 y 9. 17-18. 19-20 R/. El afligido invocó al Señor, y él lo escuchó
El Sumo sacerdote y el Consejo les meten en la cárcel, les prohíben volver a hablar de Jesús, pero ellos, ya liberados, no les hacen
caso: “Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres”. No pueden dejar de hablar de Jesús, de extender su buena noticia, una
noticia que es capaz de llenar de alegría, de sentido, de esperanza a todo el que la escuche. “Id por todo el mundo y predicad el
evangelio”.
Y lo mejor es que son palabras que nos hablan no de problemas matemáticos, de problemas del espacio o de los océanos, son
palabras que giran en torno a nuestra vida humana, que quieren arrojar luz y desentrañar los interrogantes más importantes de
nuestra existencia, indicándonos de dónde venimos, hacia dónde vamos y cuáles son las actitudes fundamentales que hemos de
adoptar ante todo lo que nos salga en la vida para encontrar el sentido y la felicidad que todos vamos buscando. “Yo soy la luz del
mundo el que viene detrás de mí no andará en tinieblas”.
Oración colecta
Vie
Evangelio del día
29
Abr Segunda Semana de Pascua
2022 Hoy celebramos: Santa Catalina de Siena (29 de Abril)
Salmo de hoy
Sal 102, 1b-2. 8-9. 13-14. 17-18a R/. Bendice, alma mía, al Señor
Bendice, alma mía, al Señor,
y todo mi ser a su santo nombre.
Bendice, alma mía, al Señor,
y no olvides sus beneficios. R/.
¿Será éste un planteamiento agorero en plena cincuentena pascual? ¡Nada más lejos de quien suscribe esta reflexión! Sí, un intento
de llamada a la verdad, que no es otra que aceptar que somos barro (Sal 102,14), pero no el polvo de estrellas acuñado por el
astrónomo Carl Sagan sino un barro conocido por su Hacedor y por ello colmado de gracia y de ternura que se traduce en
salvación.
Condición creatural es lo nuestro, premisa imperecedera en el devenir del ser humano, siempre en camino, dejándose hacer, lo que
implica luces y sombras. El texto joánico ilumina cual candela nuestra realidad pecadora, que no es otra que prescindir de Dios para
erigirnos en dios. Pareciera de entrada que este pretender salirse de finitud pone un The End a nuestra historia…Nada más lejos.
«Si caminamos en la luz, lo mismo que él está en la luz, entonces estamos en comunión unos con otros, y la sangre de su Hijo Jesús
nos limpia de todo pecado» (1 Jn 1, 7).
Jesucristo es el puente entre el Padre y nosotros, entre el cielo y la tierra, «el que nos posibilita no ahogarnos en el mar
tempestuoso de la vida presente» (Sta. Catalina de Siena).
Los sabios a los que Jesús saca los colores en el texto mateano son los escribas y fariseos de cada época histórica que de forma
invariable amanecen para intentar quedarse en los ámbitos políticos, económicos, educativos, religiosos… liando fardos pesados y
cargándolos a la gente en los hombros, pero ellos no están dispuestos a mover un dedo para empujar (23,4) Catalina de Siena en El
Diálogo radiografía a los letrados soberbios como estudiantes en mucha ciencia…dan lo que llevan en sí -vida de
oscuridad- (Capítulo 85).
Jesús de Nazaret nos ofrece camino alternativo, todo él grabado por el alivio y luz para el alma. Cuidado con confundir este
consuelo con la erradicación de los problemas a cualquier precio, quizá buscando hadas madrinas con varita mágica. No pasa de ser
espejismo y como tal no soluciona las contrariedades, tal vez las ceba y enquista.
De carga a carga va mucho. Ya nos lo indica el Maestro. La suya es liviana, pero es.
Catalina que tuvo una hermana gemela Giovanna, que murió poco después, es la vigésima cuarta hija de los veinticinco hijos que
tuvieron sus padres. Su madre pudo criarla personalmente, cosa que no pudo hacer con los otros hijos a causa de sus frecuentes
partos. Esto, en cierta manera la vinculó más a su hija, queriendo ejercer en ella una influencia excesiva.
Coinciden sus biógrafos en destacar que era una niña alegre y bulliciosa, y en que su encanto le hacía ser el centro del cariño del
círculo familiar y de las amistades. Entre el año 1353-1354, cuando contaba con cinco o seis años, hay un hecho significativo en su
vida, lo que la teología moderna llama “la experiencia fundante.”[2] Tiene una visión de Jesucristo, y poco después hace su voto de
virginidad. Pero sobre esto volveremos.
A partir de entonces y hasta los 15 años lleva una vida de oración intensa y de sacrificios. Esto acompañado por la lucha familiar
por encontrarle marido y su resistencia.
Un año más tarde ingresa como Mantellate, o Hermanas de la Penitencia de Santo Domingo. Estos años se caracterizan por una
intensa vida espiritual, en la que se afianza su relación con Jesucristo, y su fe se ve acrisolada por las sutiles tentaciones.
Sufre difamaciones y calumnias. Se va creando su familia espiritual: Se convierte en consejera de religiosos y nobles, laicos y gente
de toda condición.
A la edad de 20 años, tiene la experiencia del desposorio místico con Jesucristo, que la confirma en su fidelidad. Tres años más
tarde, cree haber muerto, y despierta con la claridad de los nuevos senderos que le manifestó Dios: Su espíritu experimenta una
imperiosa sed de la gloria de Dios y se acrisola su amor a la Iglesia. En esta etapa de madurez, 1371-1372, comienza su actividad
política debiendo salir a la luz pública.
Ante su fama creciente, el Capítulo de la Orden de Predicadores reunido en Florencia, la llama para examinarla, y se le asigna como
director a Raimundo de Capua, dominico que llegaría a ser Maestro de la Orden y discípulo de la santa. Regresa a Siena –1374- y se
dedica en cuerpo y alma a la atención a los enfermos a causa de la Peste Negra. Hasta su muerte será embajadora de la paz entre
las ciudades italianas entre sí, y de éstas con el Papa. Intercedió para que éste regresara a Roma.
El 29 de abril de 1380, muere en Roma, ofreciendo su vida por la Iglesia que está dividida por el Cisma de Occidente.
[1] Jörgensen, dice que mientras en la Iglesia resonaba el “bendito el que viene en nombre del Señor”, de la liturgia de ese día, la Iglesia,
saludaba a la más ilustre hija de Siena, a la más amante esposa de Cristo, Benedicta quae venit.... Santa Catalina de Siena, Fontis, Buenos
Aires p.31.
[2] Irrupción de Dios en la vida humana, en la existencia personal. Experiencia marca la vida de tal forma que podemos hablar de un antes y
un después. La experiencia fundante, es una experiencia contemplativa.
Liturgia de la fiesta
Oración colecta
O bien:
Celebrante:
Por los que se han consagrado a Dios en el servicio a la Iglesia y a los hermanos, para que perseveren en su esfuerzo y colaboren
con generosidad a la edificación del reino de Cristo. Roguemos al Señor.
R/ Te lo pedimos, Señor.
Por los pueblos más necesitados de bienes espirituales y materiales, para que una división justa de los bienes de la tierra les ayude
a construir su propio desarrollo. Roguemos al Señor.
Por todos los que necesitan nuestra ayuda, para que a nadie falte nuestra oración y caridad fraterna. Roguemos al Señor.
Por las religiosas de la Orden de Predicadores, para que, siguiendo a santa Catalina de Siena, se dediquen a la extensión de la
Palabra de Dios y al servicio generoso de la Iglesia y de la sociedad. Roguemos al Señor.
Por los que nos reunimos en esta celebración, para que la Eucaristía en la que participamos nos haga sensibles a la alegría y a la
necesidad de aquellos con quienes convivimos cada día. Roguemos al Señor.
Celebrante:
Escucha, Señor, la oración de tus hijos
y concédenos desear lo que te agrada
y aceptar con amor lo que nos concedes.
Por Cristo nuestro Señor.
R/ Amén.
Prefacio
Sáb
Evangelio del día
30
Abr Segunda Semana de Pascua
2022 Hoy celebramos: San Pio V (30 de Abril)
Salmo de hoy
Sal 32, 1-2. 4-5. 18-19 R. Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros, como lo esperamos de ti.
Aclamad, justos, al Señor,
que merece la alabanza de los buenos.
Dad gracias al Señor con la cítara,
tocad en su honor el arpa de diez cuerdas. R.
En todo el libro de los “Hechos” encontramos testimonios concretos de sinodalidad. en la Iglesia de los tiempos apostólicos. De ahí
que el Papa en estos días nos haga una llamada urgente: “Escuchen al Espíritu Santo escuchándose unos a otros… No tengan
miedo de entrar en diálogo y déjense convencer por el diálogo ”. Y dice: “Será bueno para toda la Iglesia…” .
El proceso sinodal arranca del descontento de parte de la comunidad que los Doce atienden. Tenemos que caminar juntos. La
Palabra de Dios camina con nosotros. Todos somos protagonistas, nadie puede considerarse mero espectador. Los ministerios en la
Iglesia han de ser, como al principio, auténticos servicios. Y la autoridad, hoy como entonces, ha de surgir de escuchar la voz de
Dios y la de todos creyentes.
Mientras tanto, los discípulos atraviesan el lago. Están en medio de la oscuridad de una noche tempestuosa y en medio de las olas.
Ellos también se encuentran solos. Eso es lo que ellos se imaginan. Porque, durante la travesía, el Señor se acerca a la barca. Soy
yo, no temáis. También la escena del evangelio se reflejará alguna vez, no solo en nuestra vida personal, sino en la de la
comunidad: la barca puede ser símbolo de nuestra vida o también de la comunidad eclesial.
Como Jesús, tampoco sus discípulos podrán apoyarse en ningún poder político. Su Mesías no se lo ha enseñado ni con sus palabras
ni con su ejemplo. En cambio sí le ha dejado una promesa que vale mucho más que cualquier poder temporal: Yo estaré con
vosotros todos los días hasta el fin del mundo. Es el mensaje que nos quiere recordar este pasaje que acabamos de leer, leído en
este tiempo de Pascua. Al empezar cada día, en la calma o en medio de la tempestad, recordemos siempre que el Señor resucitado
está con nosotros. Éste es el sentido profundo de la Eucaristía a la que asistimos.
San Pio V
Papa
17-1-1504 Alessandría (Italia) - 1-5-1572 Roma
Miguel Ghislieri nació en Bosco Marengo (Piamonte, Italia) en 1504 y entró en la Orden a los quince años en el convento de
Voghera, tomando el nombre de Pío. Fue prior, inquisidor, obispo, cardenal y elegido Papa el 7 de enero de 1566. Restauró el culto
cristiano y la disciplina eclesiástica, poniendo en práctica, sobre todo con su misma vida, las normas del concilio de Trento.
Confirmó a sus hermanos en la fe y, con el auxilio de la Virgen María mediante la devoción de su rosario, los libró de la invasión de
sus enemigos. Fue egregio por su mucha virtud y entusiasmo apostólico. Murió en Roma el 1 de mayo de 1572 y su cuerpo se ve‐
nera desde 1588 en la capilla del Santísimo de la basílica de Santa María la Ma yor. Fue canonizado el 22 de mayo de 1712.
Semblanza espiritual
Ejemplo de pobreza, humildad e inagotable actividad, es elegido dos veces prior por los hermanos de su Orden. Todo lo edifica
sobre la oración. Siendo Papa Pio V visita a pie las iglesias de Roma. Su vida testifica la palabra del apóstol Pablo: "¿No sabéis que
sois santuario de Dios y que el Espíritu de Dios habita en Vosotros?"
En cuanto conductor del Pueblo de Dios, vibra con las vicisitudes de los pobres, siente cariño por los cristianos de Roma, que si en
un principio fueron muy entusiastas con él, después lo apreciarán como a un padre. En Roma reformó las costumbres del clero y del
laicado.
Desde el momento en que es elegido Papa, conservará el espíritu y el hábito dominicano dedicándose con total decisión a poner en
práctica, con el ejemplo de su vida, todas las consignas del Concilio de Trento para la reforma de la Iglesia y el bien de las almas.
Estimuló la formación teológica de los clérigos en los seminarios a los que, entre otras medidas, propone la introducción de la
enseñanza de la Suma Teológica de Santo Tomás de Aquino.
Liturgia de la fiesta
Oración colecta
Concédenos, Señor,
que nos valgan de ayuda
los dones que te presentamos
en la fiesta del papa san Pío,
ya que tú has querido
perdonar los pecados del mundo
mediante el sacrificio de esta ofrenda.
Por Jesucristo nuestro Señor.
Señor, te pedimos
que gobiernes con amor a tu Iglesia,
alimentada en este santo sacramento,
para que, dirigida con tu eficacia,
sea cada vez más libre
y se mantenga en la integridad de tu servicio.
Por Jesucristo nuestro Señor.
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