Ap1128 2022 (61004)

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PATRICIA SALAZAR CUÉLLAR

Magistrada Ponente

AP1128-2022
Radicación n° 61004
Acta 59

Bogotá D. C., dieciséis (16) de marzo de dos mil


veintidós (2022).

VISTOS

Se pronuncia la Corte sobre el recurso de apelación


interpuesto por el defensor de los imputados JUAN CARLOS
BONET PÉREZ y ORLANDO ANTONIO SALAS VILLA contra
el auto del 15 de octubre de 2021 por cuyo medio la Sala
Penal del Tribunal Superior de Santa Marta negó la nulidad
planteada a partir de la audiencia de formulación de
imputación.

ANTECEDENTES PERTINENTES

1. Fácticos.

Según lo expuesto por la Fiscalía en la audiencia de


formulación de imputación, mediante sentencia de tutela
proferida el 1º de julio de 2014, la Sala Civil – Familia del
CUI: 11001600071720140013600
Segunda instancia – Ley 906 de 2004
Radicación No. 61004
Juan Carlos Bonet Pérez y Orlando Antonio Salas Villa

Tribunal Superior de Santa Marta resolvió, entre otras


determinaciones, compulsar copias contra los titulares de los
Juzgados Primero Promiscuo Municipal y Promiscuo del
Circuito de Pivijay (Magdalena), JUAN CARLOS BONET
PÉREZ y ORLANDO ANTONIO SALAS VILLA,
respectivamente.

Aquella compulsa se originó porque BONET PÉREZ, en


su condición de Juez Promiscuo Municipal de Pivijay,
conoció y decidió la acción de tutela formulada por Ana Elisa
Vives Pérez en la que, so pretexto de amparar sus derechos
fundamentales y sin atender las excepciones propuestas por
la demandada Dirección Nacional de Estupefacientes, le
exigió a esa entidad, en fallo del 20 de enero de 2014, dar
cumplimiento a la sentencia proferida por el Juzgado Único
Especializado del Magdalena el 19 de diciembre de 1990 y,
en ese sentido, ordenó entregar a la parte accionante los
inmuebles con matrícula inmobiliaria 222-521, 080-2963,
080-6903, 080-18235, 080-6902, 220-2761, 080-16377,
080-9980.

Esa decisión fue impugnada por la DNE y en


providencia del 5 de mayo de 2014 el Juez Promiscuo del
Circuito de Pivijay, ORLANDO ANTONIO SALAS VILLA la
confirmó.

En sus fallos, los jueces desconocieron, no solo los


requisitos de competencia funcional en materia de tutela
previstos en el Decreto 2591 de 1991, sino también la
adecuada integración del contradictorio por pasiva, las
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Segunda instancia – Ley 906 de 2004
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condiciones de inmediatez y subsidiariedad en la procedencia


de acciones de tutela contra providencias judiciales
desarrolladas por la jurisprudencia de la Corte
Constitucional y, además, las sentencias del 29 de junio de
2004 proferida por el Juzgado Quinto Penal del Circuito
Especializado de Bogotá, del 29 de abril de 2005 adoptada
por la Sala Penal de Descongestión del Tribunal Superior de
Bogotá, del 15 de marzo de 2010 proferida por el Juzgado
Primero Penal del Circuito de Descongestión y del 29 de
septiembre de 2010 emitida por la Sala Penal del Tribunal
Superior de Bogotá por conducto de las cuales, aquellos
predios cuya entrega ordenaron, habían sido objeto de
extinción de dominio.

2. Procesales.

2.1. En audiencia adelantada el 21 de julio de 2020


ante el Juzgado Sexto Penal Municipal con Función de
Control de Garantías de Santa Marta, la Fiscalía formuló
imputación contra JUAN CARLOS BONET PÉREZ y
ORLANDO ANTONIO SALAS VILLA, quienes se
desempeñaban, para el momento de los hechos, como Jueces
Primero Promiscuo Municipal y Promiscuo del Circuito de
Pivijay (Magdalena), respectivamente, como posibles
responsables del delito de prevaricato por acción agravado en
concurso con tentativa de peculado por apropiación en favor
de terceros agravado por razón de la cuantía. Los procesados
no se allanaron a tales cargos.

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Juan Carlos Bonet Pérez y Orlando Antonio Salas Villa

De otra parte, la delegada fiscal no solicitó la imposición


de medida de aseguramiento contra los mencionados, misma
que ya pesaba contra SALAS VILLA, intramuros, pero por
otro proceso.

2.2. El escrito de acusación fue presentado el 17 de


septiembre de 2020. Tras diversos aplazamientos, el
Tribunal Superior de Santa Marta dio inicio a la
correspondiente audiencia el 6 de septiembre de 2021.

Una vez instalada la diligencia e identificadas las partes


e intervinientes, así como verificado por el Magistrado
Ponente que se corrió traslado del escrito de acusación,
concedió el uso de la palabra a la Fiscalía, al delegado del
Ministerio Público, a la representante de víctimas y al
defensor, en ese orden, para que se pronunciaran sobre la
eventual existencia de causales de incompetencia,
impedimentos, recusaciones, nulidades y observaciones al
escrito de acusación.

2.2.1. La Fiscalía, el delegado del Ministerio Público y


la representante de la víctima manifestaron no advertir
alguna situación de esa naturaleza.

2.2.2. La defensa de los procesados, por su parte,


postuló la nulidad de lo actuado a partir de la audiencia de
formulación de imputación.

Fundó su petición sobre la base de señalar que, en ese


acto, la delegada fiscal no fue clara al delimitar los
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componentes fáctico y jurídico de la imputación, así como las


circunstancias de tiempo, modo y lugar que justifican la
adecuación típica de los comportamientos que les endilga a
sus prohijados lo cual, dice, le impidió ejercitar en debida
forma la defensa.

También reprochó que el juez a cuyo cargo estuvo la


diligencia no cumplió la tarea de «corroborar probatoriamente»
las imputaciones fáctica y jurídica, ni se permitió a la defensa
increpar su contenido en aquel escenario, a lo cual agrega
que la audiencia se gestionó por medios virtuales, pero fue
«clausurada de forma inesperada».

Señala, de otra parte, que se dejó de lado una decisión


de la Corte Constitucional que «no desdice o controvierte» el
fondo de las providencias que se califican como constitutivas
de prevaricato, sino que simplemente reprocha la indebida
integración del contradictorio en aquel proceso de tutela que
tramitaron sus defendidos.

Aquellas situaciones, en criterio del representante


judicial de los procesados, lesionaron su derecho al debido
proceso, lo cual impone la invalidación del trámite desde la
antedicha fase.

2.2.3. Corrido traslado de la petición de nulidad a los


demás intervinientes, se pronunciaron oponiéndose a la
misma, por los siguientes motivos:

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Juan Carlos Bonet Pérez y Orlando Antonio Salas Villa

i. La Fiscalía consideró inviable decretar la nulidad del


trámite, en lo sustancial, porque la postulación del defensor
no consultó los criterios rectores de las nulidades previstos
en los arts. 457 y 458 del Código de Procedimiento Penal y
en verdad se trata de una alegación fundamentada en un
anticipado análisis de los medios de convicción con los que
contaba la defensa.

ii. El delegado del Ministerio Público, además de


respaldar lo afirmado por el representante del ente acusador,
advirtió que la imputación, contrario a lo expuesto por el
defensor, satisfizo los requisitos legales para su debida
formulación.

iii. La representante de la víctima – Rama Judicial –


advirtió que el acto de imputación no podía ser sujeto de
control material por cuenta del juez de control de garantías,
lo cual, dijo, hacía inaceptables las pretensiones del
defensor.

Escuchados los argumentos de las partes e


intervinientes, la Sala suspendió la audiencia de formulación
de acusación para, posteriormente, emitir la decisión de
rigor.

EL AUTO IMPUGNADO

En sesión del 15 de octubre de 2021, la Sala Penal del


Tribunal Superior de Santa Marta decidió negar la solicitud

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Juan Carlos Bonet Pérez y Orlando Antonio Salas Villa

de nulidad planteada por la defensa a partir de los siguientes


fundamentos:

1. Contrario a lo expuesto por el defensor, la Fiscalía


satisfizo las cargas que le correspondían en el marco de la
audiencia de formulación de imputación, porque
individualizó adecuadamente a los procesados, enunció los
hechos jurídicamente relevantes e identificó las decisiones
que se tildaban como prevaricadoras. Además, adecuó
típicamente los comportamientos que les endilgó a JUAN
CARLOS BONET PÉREZ y ORLANDO ANTONIO SALAS VILLA
y les informó sobre la posibilidad de allanarse a los cargos
atribuidos, con las consecuencias que la admisión de
responsabilidad acarrearía en términos punitivos.

2. Como la imputación es un acto de parte, mal hace la


defensa al predicar vulneración de las garantías de sus
representados por no permitírsele controvertir, en la
audiencia, el juicio de imputación, lo cual sumado a que no
consta que en tal diligencia hubiese expresado «manifestación
alguna… orientada a querer infirmar la imputación», tampoco
permite invalidar lo actuado.

3. Las criticas dirigidas a la falta de valoración de la


sentencia por cuyo medio la Corte Constitucional revisó las
decisiones que se califican como prevaricadoras se enfocan,
más bien, a que se haga un desatinado control material del
acto de imputación y de los medios de prueba, pero en verdad
se trata de una «alegación de descargos» cuya discusión debe
darse en el marco del juicio oral.
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En la misma diligencia, el defensor interpuso y sustentó


el recurso de apelación, el cual fue concedido por el Tribunal
en el efecto suspensivo.

LA APELACIÓN

1. Sustentación del recurso.

Inconforme con la decisión del Tribunal, el defensor


insiste en la nulidad del trámite. Así, luego de referirse en
términos generales al juicio de imputación, expone que la
Fiscalía individualizó a los indiciados, delimitó los hechos
jurídicamente relevantes y se refirió a la posibilidad de
allanamiento, pero lo hizo «de manera aparente», porque «no
se visualizaron todas las pruebas existentes y los actos
relevantes en que se sostuvo la decisión inicial de la tutela»,
particularmente, en tanto no se consideró la decisión de la
Corte Constitucional que revisó los fallos emitidos por sus
defendidos, aunque en ella solo se dispuso «integrar el
contradictorio en favor de terceros sin más detalles».

Afirma que se verifican «reunidos los principios


colindantes a las nulidades», lo cual significa que la
irregularidad no puede subsanarse y hace necesaria la
anulación del trámite desde la imputación, no solo por los
motivos puestos de presente sino, además, por cuanto «las
pruebas obrantes en el expediente no han sido analizadas en
su conjunto y de manera integral», se afectaron los derechos
al debido proceso y defensa y, adicionalmente, en aquella
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Juan Carlos Bonet Pérez y Orlando Antonio Salas Villa

fase se le negó la posibilidad de «intervenir para solicitar


aclaración» sobre el acto controvertido, pues la diligencia «se
cerró de manera intempestiva».

Respalda la pretensión de nulidad con «otros


argumentos» dentro de los cuales se refiere, in extenso, a los
trámites administrativos, notariales y procesales
adelantados sobre los bienes involucrados en los procesos de
extinción de dominio y tutela; a las actuaciones surtidas
dentro del trámite de amparo y al contenido de las decisiones
emitidas por sus defendidos para resaltar que en ningún
apartado del acto de imputación quedó sentado que los
jueces procesados fuesen incompetentes para adelantar el
trámite de amparo, ni se ha investigado la supuesta comisión
de delitos de «destrucción de documento público» de la cual fue
víctima la accionante en tutela ante la pérdida del expediente
contentivo del proceso de extinción de dominio.

Justifica las decisiones de tutela dictadas por sus


representados sobre la base de señalar que ellos debían
intervenir para proteger los derechos de Ana Elisa Vives
Pérez, quien había adquirido de manera lícita los bienes en
disputa. Por ende, es carga del ente acusador indagar por el
estado del proceso de extinción de dominio antes de formular
imputación contra los jueces BONET PÉREZ y SALAS VILLA,
si se considera que ellos lo que hicieron fue proteger los
derechos de la demandante.

De otro lado, expone que la formulación de imputación


«no es un acto procesal de mera comunicación… sino de
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comunicación sustancial de peso sustancial» lo que significa,


en su criterio, que es un acto reglado que debe cumplir
específicos parámetros, ausentes en el caso concreto,
porque, insiste, el juicio de imputación adolece de «errores de
estructura» soportados en las «omisiones probatorias» de la
Fiscalía.

Pide a la Corte, a partir de tales argumentos, que


revoque la providencia impugnada.

2. Los no recurrentes.

2.1. La Fiscalía solicitó que no se conceda la alzada por


su deficiente sustentación y, principalmente, porque el
disenso no atacó ninguno de los fundamentos del auto
recurrido. Añadió que el recurrente, en su alegación, no
explicó qué principios de las nulidades fueron trasgredidos y
en qué consistieron los motivos de la supuesta afectación,
por lo cual reclama, de forma subsidiaria, que la Corte
confirme el proveído dictado por el Tribunal.

2.2. Al igual que la delegada fiscal, la apoderada de la


Rama Judicial – víctima – destacó que no se precisó al
sustentar la alzada cuál de los principios rectores de las
nulidades fundaba la pretensión de invalidar el trámite. Dijo
también que basta consultar el contenido del registro
audiovisual de la diligencia de imputación para hallar
satisfechas las exigencias legales atinentes a esa audiencia,
sin que allí se produjera alguna lesión de los derechos al
debido proceso y defensa de los procesados.
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Además, la Fiscalía cumplió la carga que le


correspondía en punto de la individualización de los
imputados, la delimitación de las imputaciones fáctica y
jurídica de las conductas que se les endilgaron y ninguna
observación se presentó en dicho escenario, lo cual, en su
criterio, impone ratificar el auto censurado.

CONSIDERACIONES

1. De conformidad con lo establecido en el numeral 3º


del artículo 32 de la Ley 906 de 2004, la Corte es competente
para conocer el recurso de apelación que el defensor de JUAN
CARLOS BONET PÉREZ y ORLANDO ANTONIO SALAS VILLA
formuló contra el auto proferido por la Sala Penal del
Tribunal Superior de Santa Marta el 15 de octubre de 2021,
por cuyo medio negó la nulidad de lo actuado a partir de la
audiencia de formulación de imputación que se llevó a cabo
el 21 de julio de 2020.

2. De entrada se anuncia, sin embargo, que la Sala se


abstendrá de desatar la impugnación propuesta porque,
como se explicará a continuación, el recurso es improcedente
por la naturaleza de la decisión contra la cual se dirige.

3. Cabe recordar en ese sentido, que la petición de


nulidad del trámite fue soportada por la defensa sobre la base
de afirmar que el juicio de imputación hecho por la Fiscalía no
cumplió los parámetros establecidos en el art. 288 del Código
de Procedimiento Penal, aserto que sustentó en (i) la deficiente
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exposición de los componentes fáctico y jurídico del acto de


imputación; (ii) la falta de mención de los elementos de
convicción que soportan la calificación jurídica del delito, (iii)
la ausencia de valoración de pruebas que, a juicio del
recurrente, desvirtúan que las providencias emitidas por los
procesados puedan tildarse como prevaricadoras (iv) la falta de
mención de las incidencias ocurridas dentro de los procesos
de extinción de dominio que se surtieron contra los bienes
cuya entrega ordenaron los jueces por vía de tutela, (v) la
supuesta destrucción de aquellos expedientes y (vi) la falta de
análisis de la decisión de la Corte Constitucional que revisó
aquellos fallos, temas todos que, en su criterio, muestran que
sus prohijados, contrario a cometer los delitos que se les
endilgan, velaron por proteger los derechos de la allí
accionante.

De tal recuento puede observarse con facilidad que los


argumentos con los que el recurrente soporta la petición de
nulidad del proceso desde el acto de imputación están
encaminados, realmente, a cuestionar la connotación jurídico-
penal de las conductas por las cuales JUAN CARLOS BONET
PÉREZ y ORLANDO ANTONIO SALAS VILLA están siendo
procesados.

En particular, el defensor se dedicó a censurar los


referentes fácticos y jurídicos que soportaron aquel acto de
parte, discutiéndolos a partir de una supuesta interpretación
equivocada que hace el fiscal del contenido de las decisiones
de tutela que se tildan como prevaricadoras, aunque éstas,
según el defensor, si se observan en contexto con distintas
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piezas documentales que no fueron mencionadas por el


delegado fiscal, implicarían una calificación jurídica distinta o,
por lo menos, que se rehaga la imputación.

4. La petición de nulidad formulada, en esos términos,


se advierte manifiestamente inconducente, pues es claro que
se dirige contra un acto procesal de parte como es la
imputación, pero aquella medida extrema – la nulidad del
trámite – solo procede contra las actuaciones de los
funcionarios judiciales, como advirtió la Sala en CSJ AP5563
– 2016 al señalar lo siguiente:

En efecto, para los primeros, al constituir meras postulaciones, la


ley procesal establece sanciones como la inadmisibilidad1, el
rechazo2 o la exclusión que, por regla general, no inciden en la
validez del proceso3. Mientras que, los actos procesales del juez, al
ser vinculantes y decidir asuntos con fuerza de ejecutoria material,
sí tienen la potencialidad de lesionar garantías fundamentales,
entre ellas el derecho a la defensa y el debido proceso, por lo que la
irregularidad de los mismos debe repararse con la anulación, claro
está, si ello no fue posible con otros remedios como la corrección de
los actos irregulares4 o la revocatoria de las providencias en sede de
impugnación.

1 Se inadmiten, por ejemplo, el desistimiento de la querella cuando no es


voluntario, libre e informado (art. 76 C.P.P./2004) y el medio de prueba
impertinente, inconducente o inútil (art. 359 C.P.P./2004).
2 El rechazo es la sanción a la falta de descubrimiento de los elementos

probatorios y evidencia física (art. 346 C.P.P./2004) y a los actos


manifiestamente inconducentes, impertinentes o superfluos (art. 139
C.P.P./2004).
3 La sanción a la prueba ilícita e ilegal es la exclusión (arts. 23 y 359 del

C.P.P./2004), más cuando se configura la primera hipótesis y la causa de la


ilicitud es la obtención del medio de conocimiento mediante tortura,
desaparición forzada y ejecución extrajudicial, se produce la nulidad total del
proceso, tal y como se dispuso en la sentencia C-591 de 2005.
4 “El juez de control de garantías y el de conocimiento estarán en la obligación

de corregir los actos irregulares no sancionables con nulidad, respetando


siempre los derechos y garantías de los intervinientes”. (art. 10, último inciso,
C.P.P./2004).
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Y la Fiscalía, como consecuencia de las reformas


introducidas en el contexto de la Ley 906 de 2004, es «parte»
dentro del proceso penal, pues:

(i) se le despojó de la mayoría de facultades jurisdiccionales de


injerencia en los derechos fundamentales5 y de disponibilidad de la
acción penal, frente a las cuales ahora tiene sólo un poder de
postulación6; (ii) aunque la acusación sigue siendo presupuesto del
juicio y, por ende, de la competencia del juez de conocimiento, la
naturaleza de ese acto varió: de decisión judicial7 pasó a ser una
pretensión8; y, (iii) se delimitó su rol al de investigador y acusador,
pues un juez imparcial conoce del juicio y decide, y otro controla el
respeto de las garantías (ídem).

Desde esa perspectiva, la pretensión de nulidad resulta


improcedente, no solo porque se dirige contra la imputación
como acto de parte de la Fiscalía, sino en razón a que, además,
se edifica sobre la base de criticar los fundamentos fácticos y
jurídicos del juicio de imputación, dejando de lado que
aquellos aspectos son incontrovertibles antes del juicio oral.

5 La fiscalía conservó funciones judiciales como son: la captura excepcional,


los registros, los allanamientos e interceptación de comunicaciones (Art. 250,
num. 1, inc. 3º, y 2).
6 Art. 250 de la Constitución Política: “(…) En ejercicio de sus funciones la

Fiscalía General de la Nación, deberá: 1. Solicitar al juez que ejerza las


funciones de control de garantías las medidas necesarias que aseguren la
comparecencia de los imputados al proceso penal, la conservación de la prueba
y la protección de la comunidad, en especial, de las víctimas. (…) 4. Presentar
escrito de acusación ante el juez de conocimiento, con el fin de dar inicio a un
juicio público, oral, con inmediación de las pruebas, contradictorio, concentrado
y con todas las garantías. 5. Solicitar ante el juez de conocimiento la
preclusión de las investigaciones cuando según lo dispuesto en la ley no
hubiere mérito para acusar. 6. Solicitar ante el juez de conocimiento las
medidas judiciales necesarias para la asistencia a las víctimas, lo mismo que
disponer el restablecimiento del derecho y la reparación integral a los afectados
con el delito. (…).”
7 En el Código de Procedimiento Penal de 2000, la acusación era una

providencia judicial, tal y como expresamente lo disponía, entre otros, el


artículo 397: “El Fiscal General de la Nación o su delegado dictarán resolución
de acusación cuando…”.
8 Art. 336 C.P.P./2004: “El fiscal presentará el escrito de acusación ante el

juez competente para adelantar el juicio cuando…”.


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Así lo dejó sentado la Corte en decisión CSJSP2042 –


2019 en la cual, luego de llevar a cabo un compendio sobre
el desarrollo que ha tenido el juicio de imputación en la
jurisprudencia, fijó las siguientes reglas:

(i) el análisis sobre la procedencia de la imputación –juicio


de imputación- está reservado al fiscal; (ii) los jueces no
pueden ejercer control material sobre esa actividad, sin
perjuicio de las labores de dirección, orientadas a que se cumplan
los presupuestos formales del acto comunicacional y a evitar la
tergiversación del objeto de la audiencia; (iii) producto de ese
análisis, el fiscal debe extraer la hipótesis de hechos jurídicamente
relevantes, que debe abarcar el tipo básico, las circunstancias
genéricas y específicas de mayor punibilidad, etcétera, para lo que
debe diferenciar los aspectos fácticos y jurídicos del cargo; (iv) el
referido análisis, o juicio de imputación, no puede realizarse en
medio de la audiencia; (v) en ese escenario la defensa no puede
controvertir el juicio de imputación, ni determinar a la
Fiscalía para que formule los cargos; (vi) en la audiencia de
imputación no hay lugar a descubrimiento probatorio, por lo
que el fiscal debe limitarse a la identificación del imputado, a
comunicar la hipótesis de hechos jurídicamente relevantes y a
informar, en los términos previstos en la ley, sobre la posibilidad
de allanarse a los cargos; (vii) al efecto, no pueden confundirse los
hechos jurídicamente relevantes, los hechos indicadores y los
medios de conocimiento que les sirven de fundamento; y (viii) si el
fiscal, por estrategia, pretende descubrir anticipadamente
evidencias físicas, entrevistas o cualquier otro tipo de información,
debe hacerlo por fuera de la audiencia, para evitar la dilación y
tergiversación de la misma.
(…)
Lo anterior bajo el entendido de que la imputación es un aspecto
estructural del sistema de enjuiciamiento criminal regulado en la
Ley 906 de 2004, no solo por su incidencia en el derecho de
defensa, sino, además, porque determina el debate sobre la
medida de aseguramiento, fija los límites factuales de la sentencia
en los casos de terminación anticipada de la actuación y limita
significativamente los hechos que pueden incluirse en la
acusación, sin perjuicio de su importancia en materia de
prescripción, competencia, preclusión, etcétera, razones

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suficientes para que la Fiscalía realice esta función con el cuidado


debido (resaltados fuera del original).

Agregó también en CSJ SP3988 – 2020 que:

La Fiscalía realiza el juicio de imputación y el juicio de


acusación, sin que los jueces puedan realizar un control
material a esa actividad de parte (salvo lo anotado con
antelación sobre calificaciones jurídicas manifiestamente
improcedentes), pero, al emitir la sentencia, el juez debe constatar
los prepuestos fácticos y jurídicos».

Ello, entraña una suerte de “control material” a la acusación


(entendida como pretensión), que no opera cuando la Fiscalía
realiza las actividades reguladas en los artículos 286 y
siguientes y 336 y siguientes de la Ley 906 de 2004, sino al
momento de la emisión del fallo.

Pero en el caso concreto, el apelante, bajo el disfraz de un


supuesto desconocimiento de los derechos al debido proceso y
defensa de sus asistidos, soportó la pretensión invalidatoria
echando de menos un control material de la imputación como
acto de parte que mal podría haber llevado a cabo el juez de
control de garantías en la audiencia de imputación. Así se
observa de los argumentos que soportan la nulidad
pretendida, pues todos están orientados a corregir la
calificación fáctica y jurídica del acto adelantado por la
Fiscalía, con base en la percepción que para el defensor
ostentan, tanto las decisiones emitidas por sus defendidos,
como otros medios de convicción que ampliamente reseñó.

Ante actuaciones de esa naturaleza, esto es, aquellas que


resultan ostensiblemente infundadas e inconducentes, no es
potestativo, sino obligatorio que el juez, en su condición de

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director del proceso, con sujeción al contenido artículo 139 –


1 del Código de Procedimiento Penal, disponga su rechazo de
plano bajo una orden no susceptible de recursos, pues
claramente tienden a entorpecer la actuación.

Debió entonces el Tribunal proceder de esa manera


desde el inicio mismo de la sustentación de la solicitud de
nulidad postulada por la defensa que, tras mencionar que la
imputación fue «ambigua, incierta e indeterminada» y dejar de
lado las razones de tal aseveración, procedió, en contraste, a
reprochar que la delegada fiscal no corroborara
probatoriamente la calificación fáctica y jurídica de la
imputación y obviara las motivaciones de la sentencia por
cuyo medio la Corte Constitucional revisó las decisiones de
tutela emitidas por sus defendidos, entre otros motivos bajo
los cuales, realmente, sustentó la nulidad.

La omisión de la Colegiatura de primer grado, en cuanto


debió aplicar oportunamente aquel correctivo judicial, terminó
dilatando el proceso, si se considera, no solo la suspensión de
la audiencia por poco más de un mes calendario que le llevó a
esa Colegiatura el resolver la infundada petición (del 6 de
septiembre al 15 de octubre de 2021) sino también la que se
ha ocasionado desde que se concedió el recurso de apelación
hasta la fecha actual.

Por tales motivos, insiste la Corte en esta oportunidad,


en el deber de evitar las maniobras dilatorias (art. 139 de la
Ley 906 de 2004) y de garantizar la eficacia del ejercicio de la
justicia (art. 10 ejusdem).
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CUI: 11001600071720140013600
Segunda instancia – Ley 906 de 2004
Radicación No. 61004
Juan Carlos Bonet Pérez y Orlando Antonio Salas Villa

No puede dejarse de lado tampoco que, aunque el


Tribunal dio trámite a la solicitud de nulidad formulada por el
defensor y la resolvió bajo la forma de un auto respecto del
cual es viable el recurso de apelación según lo previsto en el
artículo 177 – 3 del Código de Procedimiento Penal, como en
efecto se procedió, en verdad la absoluta improcedencia y falta
de fundamento de la petición invalidatoria no puede mutar la
naturaleza de la única consecuencia jurídica válida que, como
ya se anunció, es la de una orden de rechazo de plano contra
la que, obviamente, no procede recurso alguno (cfr., en similar
sentido, CSJ AP5563 – 2016).

Por esos motivos y como quiera que en el presente evento


se promovió el recurso de apelación contra una decisión
respecto de la cual el mismo no es procedente, la Sala se
abstendrá de desatarlo, previendo al Tribunal para que, en lo
sucesivo, continúe tramitando la audiencia de formulación de
acusación evitando dilaciones injustificadas en su curso y
aplique los poderes de dirección y de corrección que le
corresponden.

En mérito de lo expuesto, la CORTE SUPREMA DE


JUSTICIA, SALA DE CASACIÓN PENAL,

RESUELVE

ABSTENERSE DE RESOLVER el recurso de apelación


interpuesto por el defensor de JUAN CARLOS BONET PÉREZ
y ORLANDO ANTONIO SALAS VILLA contra el auto del 15 de
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octubre de 2021 a través del cual se negó la nulidad


solicitada por la defensa.

PREVENIR al Tribunal Superior de Santa Marta para


que, en lo sucesivo, continúe la audiencia de formulación de
acusación evitando dilaciones injustificadas y aplique los
poderes de dirección y de corrección que le corresponden.

Contra esta decisión no procede recurso alguno.

COMUNÍQUESE Y CÚMPLASE.

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Juan Carlos Bonet Pérez y Orlando Antonio Salas Villa

NUBIA YOLANDA NOVA GARCÍA


Secretaria

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