Maryam, la pequeña árabe
Santa María de Jesús Crucificado
(1846-1878)
(Texto trascrito de las cintas que llevan el mismo título. Las notas al pie y
el apéndice corresponden a información complementaria de otras fuentes)
→ Cinta A, lado A
Estoy muy contenta de poder hablar de Maryam, la pequeña
árabe que vivió hace un siglo y que nos descubre la Iglesia en este
momento.
Estoy contenta porque es una verdadera victoria de la luz del
Espíritu Santo para servicio de nuestra época. Maryam que tuvo una
vida extraordinaria, llena de enseñanzas, ha permanecido en la
sombra durante un siglo y creo que, si ahora la Iglesia nos la
descubre, es verdaderamente al precio de una lucha. Una lucha contra
las tinieblas, una lucha contra el olvido.
Creo que hay que escuchar esta vida, este mensaje, con una
gran atención; porque después de esta permanencia en la sombra
durante un siglo, lo que ahora se manifiesta, con mucha evidencia
responde a las necesidades de nuestra época, de nuestra generación.
Creo, incluso, que podemos ver como algo providencial el hecho de
que haya permanecido en la sombra durante un siglo, porque así
ahora brillará más aún.
Hablaba de una victoria porque Maryam, en el transcurso de
su vida, tuvo una gran gracia de combate, de combate espiritual. Y
éste es uno de los puntos fundamentales de su enseñanza.
Para comenzar hay una pequeña anécdota. Cuando, estando
en Israel, descubrí la existencia de esta jovencita, desde el principio
me chocó este aspecto del combate que le era inherente. Un sacerdote
de Betharran, el P. Juan Gran, que estaba entonces en Nazaret y era
capellán del Carmelo, me prestó un libro sobre ella que estaba
1
agotado y era muy bonito. A causa de la rareza del libro me dijo:
“Hermana Emmanuel, sobre todo cuide este libro como si se tratara
de la niña de sus ojos”. Le prometí que lo haría así. Cogí el coche,
fui a la tienda a comprar pan, leche y otras cosas para la Comunidad,
y al volver al coche el libro había desaparecido. Fui a buscar a un
hermano de la Comunidad, volvimos al lugar del suceso y
encontramos el libro en el fondo de la cuneta, completamente
deshecho, roto en mil pedazos. Parecía como si hubiese sido roto en
un momento de rabia. Tenía marcas de neumáticos de coche por
encima y estaba todo hecho trozos. En ese momento sentí como si
hubiese una especie de furia de las tinieblas contra ella. Y cuando fui
a hablar de este suceso al P. Juan Gran y le expliqué que el libro, que
tenía que haber guardado con tanto cuidado, estaba completamente
destruido, me dijo: “Hermana Emmanuel, es una pena, pero eso
prueba que Maryam la aprecia mucho, pero el “otro” no la quiere
nada”. Me volvió a dejar un libro pero este hecho me confirmó la
importancia que tiene profundizar su mensaje y escuchar lo que tiene
que decirnos.
La historia de Maryam es muy sorprendente. Sus padres, de
origen medio libanés, medio sirio, fueron a instalarse a un pequeño
pueblo de Galilea, a una media hora de Nazaret. Un pueblo llamado
Abellyn. Eran gente muy pobre. El padre, Baouardy, palabra que
significa “el que hace pólvora”, pólvora para hacer dinamita, vivían
muy pobremente. Tenían una sólida fe católica de rito greco-
católico. 1
Tuvieron doce hijos y uno detrás de otro murieron todos, o al
momento de nacer o cuando eran muy pequeños. Imaginaos, pues,
unos padres que querían tener una gran familia, y tuvieron que ver
morir a sus hijos uno detrás de otro. Fue una prueba sumamente dura
para ellos. Después de la última muerte se dijeron mutuamente:
1
El padre se llamaba Jorge, su apellido Baouardy, lo había tomado del trabajo que
realizaba: el polvorero. Como él, muchos en el país ganaban algún sueldo
preparando pólvora en el mortero de piedra. La madre era una mujer apreciada en el
pueblo por su gran bondad y su solícita solidaridad hacia todo necesitado.
2
“Vayamos en peregrinación a Belén y pediremos una niña a la
Virgen”. Fueron a pie a imploraron el favor de la Virgen en el mismo
lugar en que Ella trajo al mundo al Hijo de Dios. 2
Así pues, fueron a Belén, oraron, y la pequeña Maryam fue
concebida poco tiempo después. Nació el 5 de enero de 1846, del
siglo pasado.3
Hablando de esto quisiera subrayar la importancia que tiene
el que los padres intercedan ante el Señor por sus hijos. Antes de ser
concebidos por sus padres, los niños ya existen en el Corazón de
Dios y creo que muchos padres tienen responsabilidad y, en cierta
forma la posibilidad, de arrancar a Dios estos niños con su plegaria.
Y también atraer sobre sus hijos una gran bendición. Creo que
podemos decir que no hay ningún niño que no haya sido bendecido
por la oración de sus padres cuando sus padres han querido poner a
sus hijos por adelantado bajo la bendición de Dios.
Creo que para la pequeña Maryam esta bendición fue muy
poderosa, ya que antes de su concepción fue confiada a la Virgen
María. Lo cierto es que es muy poco frecuente encontrar en el mundo
padres que confíen sus hijos a Dios desde antes de su concepción.
Pero Dios está tan contento de encontrarlos que, cuando los hay, las
bendiciones son muy abundantes. Es como si Dios se volcara sobre
este niño pedido en oración, para llenarlo de sus bendiciones. Aunque
en la vida de estos niños haya un tiempo de infidelidad, Dios se
acordará de la oración de sus padres. Por esto se ve, en toda la
historia de la Iglesia, cómo familias enteras se han visto bendecidas.
2
Algunos autores dicen que pidieron la niña a San José.
3
Nace el 5 de enero de 1846, víspera de la Epifanía del Señor, fiesta muy celebrada
en Oriente. Maryam es el gran regalo de Dios a su Iglesia y a sus padres. Nace en
Abellyn, Galilea, pueblo pequeño entre Nazaret y Jaffa. En la pequeña Iglesia
parroquial, de rito greco-católico, se conserva la pila donde fue bautizada.
3
Esto está muy claro en la historia del pueblo judío. Dios dice:
“Te he hecho esto o te he hecho aquello por causa de tus padres”.
Esto se encuentra muchas veces a todo lo largo de la Biblia. Los
padres pueden preparar la santidad de sus hijos.
Creo que la santidad de Maryam comenzó en la oración de
sus padres, antes de su concepción. Y fue obtenida por la intercesión
de la Virgen María. Durante toda su vida, Maryam pudo ver muy
claramente la protección de la Virgen sobre ella. Así pues, Dios se
acuerda.
Maryam nació y enseguida se encontró sola. Huérfana desde
los tres años, por tanto marcada ya por el sufrimiento. Tuvo un
hermano que nació un año o dos después de ella y se llamaba Pablo.
Vivieron juntos los primeros tiempos, pero en el momento en que sus
padres murieron, con pocos días de diferencia el uno del otro, estos
hermanos quedaron separados. Entre los pueblos orientales los
orfanatos no existen. Cuando un niño pierde a sus padres, enseguida
se responsabiliza de él o un tío o un primo. Y por tanto no hay
huérfanos.
Un detalle muy concreto es que cuando el padre murió -fue el
primero en morir- cuando presintió que llegaba a su fin, cogió a
Maryam, se la puso sobre él, en la cama y rogó a San José de esta
manera: “Padre José, yo, que soy el padre de esta niña, me tengo que
marchar, pero te confío mi hija, sé su Padre”. Y dirigiéndose a la
Virgen le dijo: “Te confío a mi hija, sé su Madre, guárdala
siempre”. Murió con estas palabras.
Y es muy impresionante constatar la importancia de San José
en la vida de Maryam. San José debió de prestar mucha atención y
recordó muy bien la oración del señor Baouardy. La cogió bajo su
protección, le fue enseñando y la visitó muchas veces durante su
vida.
4
Es bonito ver cómo lo que confiamos a los santos, ellos lo
recuerdan. Lo recuerdan durante años y años, después del momento
en que se les hizo la plegaria, aunque nosotros lo hayamos olvidado.
La pequeña Maryam fue confiada, hacia los tres años, a uno
de sus tíos que vivía en el mismo pueblo y tenía una posición más
holgada que sus padres. Su hermanito fue llevado a otra familia, pero
en otro pueblo. A partir de esta separación, aunque parezca increíble,
los hermanos no volvieron a verse nunca más.
Hay una pequeña historia que marcó los primeros pasos de la
elevación del alma de Maryam hacia el Señor. Era una niña que se
sentía muy atraída por la naturaleza. Era como un pequeño San
Francisco. Observaba los árboles, los animales, el cielo, la tierra… y,
por otro lado, cuando hablaba de las cosas de Dios lo hacía como en
parábolas, igual que Jesús. Con parábolas de la naturaleza.
Ella había observado que los pájaros no se lavaban, y en su
corazón de niña estaba llena de compasión por estos animalitos a los
que nadie lavaba nunca. Por eso decidió hacerles este servicio. Un día
que Maryam estaba en casa de su tío con sus primos y primas, cogió
un pájaro y empezó a lavarlo, enjabonarlo, meterlo en el agua… de
manera que, el pobre animal, como ya os podéis imaginar, se murió.
Y ella se encontró con este pequeño ser muerto entre las manos. Esto
le causó un gran impacto ya que ella le había provocado la muerte.
La dejó anonadada este hecho. Mientras se encontraba
completamente inmersa en esta pena de niña, sintió una voz en su
corazón, una voz muy dulce y fuerte al mismo tiempo, que recordaría
toda su vida, y que le dijo: “Todo pasa del mismo modo; si quieres
darme tu corazón, Yo me quedaré siempre contigo”.
Aquí ya vemos a Maryam escuchando la voz de Dios.
Escuchando a Jesús que habla en su corazón. Y, si bien el dolor por
la muerte del pájaro había sido fuerte, también estas palabras habían
quedado profundamente grabadas en su corazón. Y en este momento
comprendió, gracias a una unción del Señor, lo que podríamos decir,
5
el sentido agudo de lo que pasa y lo que queda. “Ya ves que todo
pasa”, le dijo el Señor.
Hacia los cinco años -no se sabe exactamente- en esa edad en
la que el Señor hace grandes cosas en las almas de los niños, tuvo
lugar el sentimiento de que las cosas pasan y que, por tanto, no hay
que cogerse a ellas. En ese preciso momento le dio su corazón a
Jesús, sin saber muy bien a qué se comprometía; pero entre lo que
pasa y lo que no pasa, eligió las cosas que no pasan, las eternas, las
que no nos pueden ser arrebatadas. Y su corazón quedó muy marcado
por esta experiencia de niña. Esto explica también que desde muy
pequeña, sobre los cinco o seis años, empezó a hacer ayunos los
sábados en honor de la Santísima Virgen. Comenzó a hacer
penitencia, a mortificarse en su cuerpo. Y lo hacía secretamente. Se
comía expresamente lo que no le gustaba y algunos platos no los
comía.
¿Por qué este sentido del ayuno en esta niña? Pues porque se
quería dedicar a la conquistan de las cosas del cielo y expresar así su
desapego por las cosas que pasan. Eso fue muy fuerte. Es como la
base de su existencia.
También quisiera subrayar este acto de donación al Señor
Jesús de su corazón de niña. Hay algo que me ha llamado la atención,
tanto en la Comunidad como en el contacto que he podido mantener
con jóvenes y menos jóvenes, y es que, casi siempre, cuando una
persona se convierte, se vuelve hacia Jesús, después de una vida de
pecado, con mucha frecuencia estas personas dicen: “Cuando yo era
muy pequeño, cuando tenía diez años o durante mi infancia o mi
adolescencia, un día, no sé por qué, sentí el impulso de decirle al
Señor, “te doy mi corazón, te doy toda mi vida, quiero vivir toda mi
vida contigo, quiero estar contigo”. Después me olvidé, me rebelé
contra la Iglesia, contra el Señor… lo mandé todo a paseo y he
vivido como un pagano. Pero el Señor se ha acordado de esta
plegaria de cuando era pequeño y Él es fiel. Un día, cuando ya no
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pensamos en Él, después de mucho tiempo, pasa algo y el Señor
vuelve a nuestro corazón”.
Tengo un testimonio muy reciente de un chico que ahora
tiene unos veintitantos años, que cuando tenía unos diez o doce,
quizás un poco más, encontró a Jesús en su corazón y dijo: “Señor
Jesús, te doy mi vida, me entrego a Ti”. Pero algunos meses después
lo olvidó todo y abandonó completamente la fe. Después viajó
mucho y vivió experiencias graves de pecado llegando a zonas
verdaderamente tenebrosas. Podemos decir que se prostituyó
gravemente en ciertas realidades. Y cuando se encontraba en el
corazón mismo del mal, el Señor vino a salvarlo mientras que quizás
centenares de compañeros suyos están en cierta manera aún en las
garras del maligno. Cuando volvió a Dios se acordó de esta oración
que hizo cuando era niño: “Jesús, te entrego mi vida”. Aquello que
él había olvidado, el Señor lo recordaba.
El Señor también recordó que la pequeña Maryam le había
dado todo su corazón cuando tenía cinco años. Él permanecerá fiel a
esta entrega, a esta donación, y la conducirá.
Veamos otro episodio. Hemos podido enterarnos de muchos
episodios de su vida, pero es, desde el momento del episodio anterior,
que hay como una connivencia entre el Señor y ella. Pasaré
rápidamente sobre una pequeña historia, la del pez, ya que desde su
más tierna infancia Maryam estaba llamada a ser, verdaderamente,
como un profeta cuya voz se levanta en la Iglesia de hoy.
La historia del pez nos demuestra que ya estaba marcada con
el don de ver en los corazones, en lo invisible. Se trata de un sueño
que tuvo una noche. Vio que se presentaba un hombre en casa de su
tío ofreciendo un pescado a la familia y vio que este pez estaba
envenenado, que este hombre quería matar a toda la familia. Se
despertó y más tarde, durante el día, tuvo la sorpresa de ver llegar un
hombre al cual reconoció como el del sueño. Y efectivamente, éste
ofreció como regalo a la familia un pez. Todos estaban contentos, lo
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empezaron a guisar, y querían cenarlo. Ella empezó a suplicar: “No
comáis este pescado que está envenenado, que os moriréis todos”.
Todo el mundo se reía de ella y decían: “¡Qué historias cuenta esta
criatura! Cosas de niña”. Llevaron el pescado a la mesa y ella
suplicó que le dejaran ser la primera en comerlo para que todo el
mundo viera que se moría y al menos nadie más comiera. Ya
entonces tenía el sentido de entregar su vida. Insistió tanto que su tío
y su tía dijeron: “Bien, ya que dice eso, antes de comer el pescado
hagamos una cosa, démosle primero al perro”. Y pudieron
comprobar que, efectivamente, estaba envenenado. Vieron que había
salvado a toda la familia.
Este fue un episodio, entre otros muchos, que demuestra que
Maryam ya vivía en lo invisible, con las cosas de Dios, que un alma
normal no ve. Estaba ya marcada con el ministerio profético.
Explicaré otro episodio. El de la serpiente. Siendo aún una
niña, un día estaba comiendo su sopa sola en la habitación, que era
una especie de puré con leche, y una serpiente gruesa, atraída por el
olor de la leche, se le acercó y fue a comer en su mismo plato. Ella no
se asustó en absoluto, inconsciente del peligro, hasta el punto que
cogió la cabeza de la serpiente y, para que pudiera comer más a prisa,
le puso la cabeza dentro del plato. Llegó la sirvienta y pegó un gran
grito. Maryam dejó la presa y la serpiente escapó. Todo quedó
tranquilo.
A través de este episodio vemos de qué manera Maryam
saldrá siempre victoriosa sobre las fuerzas de las tinieblas. Fue su
inocencia, su pureza, su humildad, su tranquilidad de alma inmersa
en Dios, lo que hizo que el mal no tuviera ningún poder sobre ella.
Vendrá el maligno, la atacará para hacerla caer, pero no podrá nunca
porque ella guardará su alma unida a Dios, en la inocencia y en la
pureza.
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Voy a continuar la historia. Maryam creció 4 y su tío era muy
amable con ella, la consideraba como una hija. Pero sin que ella lo
supiera, como era tradición en todas las familias árabes, la prometió
con un chico, cosa completamente normal según la costumbre
oriental. El tío y la tía habían arreglado este compromiso y a los diez
o doce años le dijeron que pronto se casaría con este chico, con el que
había sido prometida hacía unos años. Maryam no se daba mucha
cuenta de lo que esto representaba para ella. La vistieron con vestidos
preciosos, la llenaron de joyas, le hicieron un peinado muy bonito,
etc., etc. Pero ella se acordaba que a los cinco años había entregado
su vida al Señor y había decido con Jesús que no pertenecería a nadie
más que a Él.
Se acerca la fecha de la boda y ella empieza a asustarse y a
suplicar y suplicar a la Virgen que viniera en su ayuda para poder
hacer frente a este casamiento. Habla con su tío, que de ninguna
manera quiere cambiar de opinión, se encuentra totalmente
impositivo y no se encuentra ninguna solución posible ante esta
mentalidad, y la última noche antes de la boda, Maryam la pasó
orando ante un icono de la Virgen María. Se quedó un instante
adormecida y oyó dentro de ella estas palabras: “Maryam, estoy
contigo. Sigue la inspiración que te daré. Yo te ayudaré”.
Cuando se despertó, llena de una alegría desconocida, sin
dudarlo un instante, se cortó sus largas trenzas negras y las entrelazó
con las joyas que había recibido del novio y de sus padres. En oriente
4
Ya desde pequeña, Maryam sentía el llamado de Dios… Creció como un ángel,
siendo su más grande deseo hacer la Primera Comunión. A los 8 años hace su
Primera Comunión. (Otros autores dicen que fue a los 12 años). Se acercaba lo más
frecuentemente posible a la Eucaristía y nunca dejó de recomendar la Comunión
diaria para las religiosas.
No asistió a la escuela y esto no porque fuera incapaz de leer o escribir, sino que ya
desde pequeña era costumbre que las niñas se ocuparan y aprendieran los oficios de
la casa para, en un futuro no muy lejano, contraer matrimonio.
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es impensable casarse con una mujer que tenga los cabellos cortos,
más bien eso no existe. Cuando ella se presentó delante de la familia
y de su prometido, al quitarse el velo todos se escandalizaron, y
decían: “Tiene los cabellos cortados, no se puede casar”. Su tío,
ciego de rabia, le pegó con mucha violencia gritando, y decidió
tratarla como una esclava, más bien como esclava de las esclavas.
Las otras sirvientas, había algunas de raza negra al servicio de su tío,
recibieron la orden de maltratar a Maryam. Y la obligaron a hacer los
trabajos más duros en la cocina, en el huerto… Durante algunos
meses Maryam se encontró con esta clase de persecución, de
humillación, pero en lugar de rebelarse se tomó esta nueva situación
con mucha alegría. Porque estaba en connivencia con el Señor, en
connivencia con los habitantes del cielo. Mientras que su vida es dura
exteriormente, tiene su cielo dentro de su corazón. Encuentra el cielo
dentro de su corazón y, en medio de los trabajos más duros, vive en
el agradecimiento y la alegría. Esto fue muy importante ya que esta
prueba le permitió afirmarse más en su pertenencia a Dios. Tenía
entonces doce años.
Por esta época se fue con sus tíos a vivir a Alejandría. Pasó
unos tres meses viviendo así y recordando siempre a su hermano
Pablo que se había quedado en Nazaret. Un día se enteró de que un
musulmán, antiguo sirviente de la familia, se iba a Nazaret, y en
secreto dictó una carta para su hermano diciendo que fuera a
encontrarse con ella en casa de su tío. Por la tarde se fue a la casa de
esta familia musulmana, la cual vivía cerca de su casa para darle la
carta al musulmán, y la invitaron a que se quedara a comer con ellos
pidiéndole que no se marchara enseguida. En oriente una invitación
así no puede ser rechazada ya que entra dentro de las normas de la
acogida.
Así pues, aceptó quedarse. Y durante la comida explicó los
malos tratos que recibía en casa de su tío. Entonces el musulmán
empezó a decirle: “¿Ves? Los cristianos son malos, en cambio, los
musulmanes son buena gente. Te deberías hacer musulmana,
convertirte al Islam y renunciar a tu fe cristiana”. Maryam se dio
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cuenta enseguida de la monstruosidad de la proposición y
levantándose proclamó en voz alta su fe en Jesús: “¿Musulmana?
No, nunca… Soy hija de la Iglesia Católica, Apostólica y Romana y
espero, con la gracia de Dios, perseverar hasta la muerte en mi
religión, que es la única verdadera”.
Ante la resistencia a cambiar de religión y más en una mujer,
que al fin y al cabo no era más que una niña, este musulmán se puso
furioso y lleno de odio tiró al suelo a Maryam de una patada y
tomando la cimitarra le cortó el cuello. Viéndola muerta, bañada en
sangre, ayudado de su mujer, cogió el cadáver de Maryam y
envolviéndolo con su mismo gran velo, amparándose en la oscuridad
de la noche, lo dejaron en una calle. 5
¿Qué pasará con Maryam? Podemos decir que ha sufrido el
martirio y ha vertido su sangre por causa de su fe. Pero también
podemos decir que Dios escuchó la plegaria que ella le había hecho
siendo pequeña de verter su sangre por esta fe. ¿Qué le ocurrirá ahora
a Maryam? Su cuerpo está en la noche y misteriosamente, esto lo
explicó muchos años más tarde a su padre espiritual, el P. Estrate,
dice que fue al cielo y allí vio al Señor, la Trinidad, Jesucristo en su
humanidad, el trono de Dios, la Santísima Virgen cerca del trono de
Dios con todo el esplendor de su gloria, los ángeles de Dios, las
almas de los santos… y ella se encontraba muy bien dentro de una
gran bienaventuranza, en una felicidad indescriptible. Entonces
5
El martirio fue el 7 Septiembre de 1858. La cicatriz, que conservó toda su vida,
tenia 10 cm. de largo y una profundidad de 1cm. Según los médicos era imposible
sobrevivir con esta herida. Esta cicatriz en su cuello se convirtió en el signo exterior
de su amor por la Santa Iglesia.
Durante un éxtasis ocurrido el 7 de septiembre de 1874 se la oyó exclamar,
refiriéndose a este día de su martirio: “Hoy estaba conmigo la Madre mía. Hoy yo le
he consagrado toda mi vida... En la noche me habían cortado el cuello y ya al día
siguiente María me tenía con Ella”.
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alguien se acercó a ella y le dijo: “Maryam, tu libro no está aún
terminado, ahora volverás a la tierra”.
Y, sin saber cómo, se despertó y se encontró en una gruta en
la cual había una mujer vestida de religiosa, con un hábito
completamente desconocido y que, yo creo, nunca se conocerá. Era
un hábito azul, precioso, y ella era una mujer con una extraordinaria
dulzura. Su sola presencia era ya una medicina para el corazón de
Maryam. Esta mujer le cosió el cuello, le curó la herida, le hizo
compañía, la cuidó, pero no le hablaba nunca. La curaba cada día y
estaba a su lado y nació entre las dos una gran relación de amor. Un
día, cuando Maryam sentía que las fuerzas le iban volviendo, esta
religiosa le llevó comida. Era una sopa, pero no cualquier clase de
sopa. Era buenísima. Se la comió y volvió a pedir más de tan buena
que estaba. Por primera vez esta religiosa le habló diciéndole:
“Maryam, no, de momento ya tienes bastante”. No quería darle más
sopa y aprovechó esta petición de Maryam para hacerle una pequeña
enseñanza, ya que esta señora era la Madre de Dios.
Maryam se había pronunciado por el Señor cuando aquel
musulmán la quiso hacer abjurar de su fe, tuvo mucho valor al
pronunciarse a favor de su Dios, y el Señor se acordó, y se pronunció
a favor de ella permitiendo esta curación milagrosa, en cierta forma
una resurrección, enviándole su propia Madre para cuidarla.
Es importante saber que cada vez que nos pronunciamos por
el Señor con riesgo de sufrimiento, con riesgo de nuestra vida, o de
ser ridiculizados o pisoteados a los ojos de los hombres, el Señor no
tarda en pronunciarse a favor nuestro y creo que Maryam vivió esta
experiencia más que nadie.
La Virgen la visitó y es muy importante escuchar lo que le
dijo en aquel momento. Le dijo: “Recuerda, Maryam, no hacer
nunca como esas personas que piensan que no tienen nunca bastante
de nada -en este caso se refería a la sopa-. Di siempre, ya tengo
bastante, estate siempre contenta a pesar de lo que tendrás que
sufrir”.
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La Virgen le anunció que tendría que sufrir mucho durante su
vida pero insistió en decirle: “Estate siempre contenta. El Señor, que
es bueno, te mandará siempre lo necesario”. Y le explicó que todo lo
que le ocurriera en su vida lo debería acoger como venido de la mano
de Dios, que debía dar gracias por cada detalle de su vida. Esto, para
Maryam, fue una enseñanza luminosa, extraordinaria, que constituirá
-creo yo- la trama de su felicidad y la trama de su vida de consagrada.
Recordemos el Salmo: “El Señor es mi Pastor, nada me
falta”. Para Maryam ésta es palabra de oro. Tomó esta palabra al pie
de la letra y todo lo que le pasó durante su vida lo recibió como
venido de la mano de Dios. Eso fue la fuente verdadera de su
felicidad. Ella sabía que todo venía de la mano de Dios y, cuando le
ocurría alguna cosa, besaba la mano de Dios antes de mirar lo que le
ocurría. Eso le hizo dar pasos de gigante en la fe, y la confianza de
alcanzar la felicidad de Dios a través de todos los acontecimientos.
Jamás se paraba ante ningún obstáculo.
Ya sabéis que cuando nos paramos a menudo nos quejamos y
al mismo tiempo la queja nos para. Cuando nos pasa algo decimos:
Vaya, ahora me tenía que pasar; si hubiera sucedido de esta otra
manera yo hubiera podido hacer esto o aquello… Ah, si eso no
hubiera pasado, si no me hubiera venido esta enfermedad… si esta
persona hubiera hecho las cosas de otra manera… Y así, sin darnos
cuenta, seguimos el juego de quejarnos y nos vamos parando en
nuestro camino hacia Dios ya que el maligno es el gran descontento
por excelencia y siempre está cerca para encontrar algo que no
funciona. Siempre está cerca para rebelarse.
Pero Maryam hace exactamente todo lo contrario. La Virgen
le enseña y dice: “Estad siempre contentos”. Estos son -creo yo- los
verdaderos cimientos de la felicidad de Maryam. Y gracias a eso el
Señor tiene su alegría en ella y hará en ella todo lo que querrá.
El Señor dice, refiriéndose a David: “He encontrado en
David un hombre según mi corazón, hace todos mis deseos”. Y
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podemos decir lo mismo de Maryam. Es una niña según el corazón
de Dios, porque ella hará en todo su voluntad. En cierta forma Dios
profetiza por medio de David, está seguro de David, porque David es
fiel, David escucha al Señor, David obedece… Y con Maryam
sucederá lo mismo.
Tenemos la impresión de que Dios llama a diversas puertas, a
muchas, muchas puertas, y espera encontrar alguien que le diga:
“Señor, puedes hacer lo que quieras con mi vida, yo estaré contento
por adelantado”. Dios espera almas así. El Señor descubrió a
Maryam y vio que podía suceder cualquier cosa en su vida, que ella
ya había dicho “sí” por adelantado, y estaba contenta por lo que el
Señor pudiera hacer.
¿Qué hace el Señor? Pues se aprovecha. Se aprovecha,
contentísimo de poder aprovecharse, y piensa: “Con ella puedo ir sin
pegas, puedo hacerlo todo”. Y Dios pudo hacer todo lo que quiso
con la vida de Maryam. Ella ha dado su “sí” y sabe que todo lo que le
sucederá es para su felicidad.
→ Cinta A, lado B
Dios se aprovechará y no hay que sorprenderse de que en la
vida de Maryam haya acontecimientos en los que se ve que Dios
mismo guía por completo las acciones.
Acontecimientos extraordinarios que sobrepasan
completamente a esta niña que no sabía leer ni escribir, que no tenía
ninguna cultura, que no sabía nada de nada, que era frágil, de un
temperamento delicado, de un temperamento extremadamente
afectivo y sensible.
Dios hará en ella todo lo que querrá, porque tiene en sus
manos una pasta dócil. Esta es la actitud fundamental del alma para la
vida cristiana y, naturalmente, para la vida consagrada. Gracias a
estas palabras de la Virgen, Maryam concibió en su corazón una
felicidad indefinible. Y nosotros, que buscamos tanto la felicidad en
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la vida, miramos este testimonio de Maryam que ha conseguido esta
felicidad perenne, inatacable, porque ha puesto su felicidad en las
acciones de Dios en su vida. Y eso nadie se lo podrá quitar nunca.
El Señor tiene las manos libres y hará maravillas en ella. Y
ella acepta el no comprender siempre lo que el Señor hará en ella.
Cuando Maryam estuvo curada la Virgen le habló y la previno sobre
su vida. Le explicó muy bien lo que le ocurriría, le dijo claramente:
“No verás nunca más a tu familia -hay que decir que ella estaba muy
apegada a su familia- y tendrás muchas veces la tentación de
presentarte ante ella, de descubrirte. No te descubras nunca,
permanece escondida.”
Debo decir que, en la familia de su tío, su desaparición formó
mucho ruido. Ellos tenían miedo de que Maryam hubiese sigo
seducida por alguien, raptada. Esto era una vergüenza para una
familia árabe y todos hicieron lo posible para encontrarla. La
búsqueda llegó a todas partes y cuando Maryam volvió al mundo
pudo ver que todos la estaban buscando y tuvo que esconderse. La
Virgen María ya le había avisado con estas palabras: “Tendrás la
tentación de descubrirte, pero no lo hagas nunca”. También le dijo:
“Irás a Francia y te harás religiosa, serás hija de San José antes de
ser hija de Santa Teresa. Tomarás el hábito del Carmelo y morirás
en Belén”.
En esta gruta, cerca de Alejandría, Maryam recuperó las
fuerzas y la religiosa la condujo a Alejandría a la iglesia de Santa
Catalina. Allí llamó a un confesor, y cuando Maryam salió del
confesionario se encontró que estaba sola. La religiosa había
desaparecido.
Esto fue un drama para ella. Fue como si una espada le
hubiese atravesado el corazón. Estaba sola, muy sola, completamente
sola en el mundo. Ya no podía tener más contacto con su familia y
sentía un gran dolor por la ausencia de esta religiosa que se había
convertido en su madre. No tenía en quien apoyarse en esta tierra.
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Entonces tuvo la tentación de desanimarse pero enseguida se acordó
de las palabras que le habían sido dichas, del pacto que había hecho
con el Señor, que todo lo que pasara venía de Dios y que no le
faltaría nunca nada.
Así recuperó el valor, se fue a ver al sacerdote y le explicó en
secreto su historia y éste le prometió su ayuda.
A partir de este momento, Maryam que entonces sólo tenía
12 años, se puso al servicio de algunas familias haciendo de sirvienta.
Sirvió a familias ricas y a familias pobres. Primero fue a Alejandría,
pero tuvo que marcharse de esta capital porque su familia seguía
buscándola y tenía miedo de ser descubierta. Entonces se fue a
Jerusalén y allí conoció la pobreza de ciertas familias, y lo que
sobresale de este tiempo de servicio es su extrema caridad para con
los pobres y enfermos. Llevaba consuelo muy concreto, no sólo con
sus manos, sino también con su oración. Incluso sucedían milagros.6
Por ejemplo, se puso al servicio de una familia donde fue a
pedir limosna y en la que todos estaban enfermos. Pues, gracias a sus
oraciones, todos se fueron levantando de la cama, incluso los
moribundos, quedando completamente sanos.
Un día la llamaron para que orara por un niño que había
muerto. Ella tomó al niño en sus brazos y éste volvió a la vida.
El amor era una constante en Maryam y hacer pensar en
unas palabras que ella decía a menudo: “Amad más a los corderos
que a vosotros mismos. Amad más a los hermanos que a vosotros
mismos”. Y esto es lo que ella verdaderamente practicó. Lo que ella
testificó en su vida. Todas las familias que dieron su testimonio
después de haber recibido sus servicios dijeron eso, el amor a los
otros más que a ella misma.
6
Maryam se pone a servir primero en Alejandría, después en Jerusalén y en Beirut
donde conoce a las Hermanas de San José de la Aparición.
16
Y, ¿por qué fue pasando de una casa a otra? ¿Por qué no
permanecía nunca mucho tiempo en una misma familia?
Simplemente a causa de su humildad. Llegaba a un sitio con su gran
pobreza -nada más tenía un vestido- y se la acogía como a una pobre.
De entrada la trataban con cierto desprecio, le daban los trabajos más
bajos. Pero poco a poco, gracias a su eficacia, a su caridad y a la
unción de Dios que tenía, la gente empezaba a apreciarla y a quererla.
Cuando ella se daba cuenta que el cariño crecía en ellos, se marchaba
lejos. Tenía tanto miedo de caer en el orgullo y detestaba tanto toda
forma de cumplidos y de adulación, que su defensa era marcharse.
Durante siete años fue de familia en familia haciendo el bien,
cuidado a los enfermos, exhortándolos. En algunos momentos,
cuando veía el pecado, era muy violenta. No tenía miedo de prevenir
contra el pecado aunque se tratara de gente importante. Una vez una
señora vestida de una manera muy rica y cara, tenía que ir a un baile.
Ella la previno de que su alma estaba en un gran peligro y que el
Señor estaba muy descontento de su actitud, ya que se encontraba en
adulterio… y otras cosas. Era una señora noble, pero Maryam no
tuvo miedo de prevenirla. Antes que nada había que servir al Señor.
La gloria de Dios era lo primero de todo y el resto venía después.
Durante este tiempo Maryam estuvo al servicio de diferentes
familias ejerciendo la humildad y la caridad. Después, tal y como le
había predicho la religiosa que la había curado en la gruta, se fue a
Marsella.
En Marsella se puso también al servicio de una familia, la
familia Nagiar. Y allí en Francia vemos por primera vez a Maryam
llena de comunicaciones con Dios, de gracias extraordinarias en el
plano místico. 7
7
En la vida de Maryam van a ser continuos los éxtasis, raptos, visiones, profecías:
-Los éxtasis empezaron desde pequeña y fueron más frecuentes desde que se hizo
religiosa. Ella dijo:"hay veces que no puedo hacer absolutamente nada, no importa
lo que haga para prevenirlos, soy transportada cuando menos lo pienso, en otros
momentos, puedo distraerme un poco en orden a no irme"; "siento como si el
17
corazón se me abriera, como si hubiera una herida y tengo la certeza y la impresión
de que Dios se mueve en mí"; "prestemos atención a las pequeñas cosas, todas las
cosas son grandes ante Dios, denle a El todas las cosas". En cuanto la Superiora
mandaba que retornara del éxtasis lo hacía inmediatamente.
- Fueron ocho las levitaciones contadas. La primera el 22 de junio de 1873, en el
jardín del Carmelo de Pau; notando su ausencia en la cena, la Maestra de novicias
comenzó a buscarla, otra Hermana escuchó una canción: "¡Amor, Amor!", miró
hacia arriba y vio a la "pequeña" balanceándose sin ayuda en la cima de un árbol de
lima. A la simple palabra de la Maestra, por obediencia descendió con "un rostro
radiante".
- Estigmas. aparecieron cuando era postulante en el Convento de San José, en mayo
del año 1867. Aparecían especialmente en cuaresma. Sólo en 1876, tras habérselo
pedido al Señor insistentemente, desaparecieron las señale externas y quedó
solamente el dolor físico y moral.
- Don de Profecía (Tiene muchas profecías sobre la Iglesia, sobre Francia, incluso
anunció un atentado contra S.S. León XIII que gracias a ella fue evitado).
- Experimentó la Transverberación del Corazón, herida de amor en el Corazón por su
Esposo. Cuando murió sacaron el corazón de Maryam para llevarlo al Carmelo de
Pau, y vieron la herida física. (El corazón de Maryam, que se encontraba incorrupto,
fue robado de su relicario en la capilla del Carmelo de Pau y fue lanzado al río, por
lo que hemos perdido esta preciada reliquia. El Carmelo de Pau cerró en la década de
1960.)
18
Durante su permanencia con la familia Nagiar tuvo un
éxtasis. Creían que estaba muerta pero el color rosa de su cara
demostraba que no. Se despertó al cabo de dos horas y no se sabe lo
que sucedió durante este tiempo. Un tiempo más tarde tuvo otro
éxtasis que le duró cuatro días. Los médicos querían reanimarla, darle
medicamentos, pero todos decían que no comprendían lo que pasaba.
Nunca se habían encontrado con un caso así. Más tarde Maryam
explicó lo que le ocurrió durante estos cuatro días. Había sido
introducida místicamente en el fondo de su alma, en las realidades
invisibles.
Ya sabéis que hay una bienaventuranza que dice: “Felices los
limpios de corazón porque ellos verán a Dios”. Vio a Dios, aun
permaneciendo en este mundo. Vio las realidades celestes que son
más tangibles que lo que nosotros podemos ver y tocar con nuestros
sentidos. Vio las realidades divinas y dio testimonio. Durante este
éxtasis la Santísima Virgen la introdujo en el cielo y le enseñó
también el purgatorio y el infierno.
¿Qué podemos decir de este relato explicado por Maryam?
Estas realidades eternas nos son poco familiares ahora. En nuestra
época, en Occidente, hay como una especie de conspiración
silenciosa sobre estas realidades de las que no nos atrevemos a
hablar, ya sea por miedo al ridículo o porque a veces han sido
tratadas de una manera deformada y hemos acabado por preferir
guardar silencio y no pensar en ello.
Maryam, como una profetisa, viene a recordarnos, con la
espontaneidad de un niño, realidades para las cuales hemos sido
hechos, porque debemos recordar nuevamente que nosotros hemos
sido hechos para el cielo, para esta realidad de unión y amor eterno
con el Señor. Y nuestra alma suspira por nuestro Dios. Tiende hacia
Dios. Y Él nos espera para darnos la felicidad eterna que ha
preparado para nosotros.
19
Así pues, como dijo Maryam, en su visión vio al Señor en su
eternidad. Cerca de Él se encontró con las almas de los santos, con
los ángeles, que son espíritus bienaventurados que están cerca de
Dios. Y vio la gloria que corresponde a cada alma que, de alguna
manera, está en relación directa con lo que el alma ha sufrido por la
gloria de Dios cuando estaba en la tierra. Cuando aún estaba a tiempo
de entregarse a Dios, de elegir a Dios. Cuando aún podía cooperar en
las obras de Dios, cuando aún podía buscar con intensidad la gloria
de Dios.
Ella experimentó esta felicidad. Y yo quisiera comentar
también por qué ella y no nosotros. Por qué experimentó esta intensa
felicidad perfecta, inolvidable, que es el cielo. Podríamos
preguntarnos, ¿por qué no nosotros? Yo diría que si ella gustó de esta
felicidad es porque el Señor la había elegido desde toda la eternidad,
desde siempre, para hablarnos de esta felicidad. No todo el mundo
tiene la gracia de ser introducido en los misterios de arriba, ni de
conocer el gusto de la felicidad del cielo viviendo en este mundo.
Pero ella fue la encargada de decírnoslo.
Pienso en las diferentes apariciones de la Virgen: en Lourdes,
la Salette, Fátima… apariciones que han estado marcadas por el
reconocimiento de la Iglesia. Cuántas veces la Virgen recuerda con
insistencia la finalidad del hombre. Cómo nos recuerda que el
hombre no está hecho para las cosas que pasan, para agarrarse a las
cosas que nos pueden ser arrebatadas de un momento a otro, en un
minuto. Sino que el hombre debe preparar desde ahora su eternidad y
cada alma elige su eternidad, elige cómo será su eternidad.
Esto es muy fuerte y sin embargo estas cosas ya no se
predican. Es importante que se vuelvan a predicar, ya que nosotros
estamos hechos para las cosas de arriba. Pienso en la manera en que
ahora se desarrollan todas las formas de seguros en nuestro mundo
occidental. Se gastan horas y horas buscando seguros. Se asegura la
casa, la salud –cosa que en cierta manera es normal. Se llega incluso
a asegurar el perro, las joyas, los viajes… todo, los vestidos… Y se
20
gastan energías increíbles ocupándose de estas cosas. Ciertamente
todas estas cosas tienen su sitio, evidentemente. Pero ¿cómo
podemos asegurar todo eso (la casa, las joyas…) y no pensar ni un
momento durante el día en la vida eterna, en esta eternidad que nos
espera? Es absurdo. Es verdaderamente la locura del hombre, la
ceguera total.
Y Maryam está aquí para recordarnos que las cosas que
pasan, pasarán. Que todos nuestros seguros, pasarán. Incluso las
firmas de seguros pueden pasar de un momento a otro, sólo hace falta
que haya un cambio de régimen, una enfermedad, una guerra, un
cataclismo… cualquier cosa para hacerla caer en un instante.
Tenemos que agarrarnos a las cosas que no pasan. A las
cosas que gustaremos por toda la eternidad. En el fondo de nosotros
mismos, nuestra alma tiene sed de las cosas que no pasan. Y Maryam
lo sabía muy bien. Y la Virgen María, al mostrarle los santos en la
bienaventuranza eterna, abrasa su alma que se hace como cera blanda
al calor del fuego del Espíritu Santo en el que ella está sumergida.
Esta cera blanda queda marcada por la aplicación de un sello. Y
Maryam durante todo el resto de su vida quedará marcada por este
fuego abrasador, por este sello, por esta visión de las cosas celestes.
Y desde este momento no podrá dejar de vivir, de sufrir, de enseñar y
hablar de lo que ha visto, porque ha sido marcada por este fuego.
Ahora quisiera proponeros una pregunta: ¿Cómo debe ser
esta felicidad? ¿Cuál es este fuego de amor tan fuerte que ya no
tendrá miedo de afrontar todas las cosas de la tierra? No tendrá miedo
de sufrir el martirio, ni de estar enferma, ni de dejarse atacar. No
tendrá miedo de hablar, ni de sufrir mil muertes, simplemente para
ganar almas para Dios con su oración, su sacrificio, su ofrenda.
Ganar almas a centenas, a millares y millones para que conozcan la
felicidad que ella simplemente ha entrevisto en su pasada por el cielo.
21
¿Qué viene a decirnos Maryam? Simplemente nos viene a
decir: Eso existe. La felicidad existe. Ya está aquí. Un ligero velo nos
separa de ella pero está a nuestro alcance, existe.
Que nos dejen tranquilos con todas estas ideologías, ideas,
modas, corrientes de pensamiento falaciosas de nuestra época que
nos quieren hacer creer que sólo existe la tierra, sólo la vida en esta
tierra.
Maryam nos dice, con muchos otros, con el Evangelio, que
eso existe, que está aquí. Y esto, en ciertos aspectos, hace pensar en
Santa Bernadette, porque no se pone delante de nosotros como una
persona teórica, sino que viene a comunicarnos la experiencia de lo
que sus ojos han visto y su corazón ha experimentado.
Es muy bonito ver que, en su simplicidad, las almas vienen a
visitarla. Las almas del cielo vienen a visitarla con mucha
familiaridad, y también las almas del purgatorio. Hagamos un
paréntesis para decir que habiendo visto el purgatorio, Maryam
recibió una luz de Dios y esta luz de Dios no es sólo un conocimiento
en sí mismo, sino una luz transformadora. Toda luz que viene de
Dios transforma el corazón. Maryam viendo a las almas que sufrían
en el purgatorio, sintió una inmensa compasión por ellas y las amó.
Con esta luz concibió un deseo violento de ayudarlas. Y no nos ha de
sorprender el que fuera visitada por las almas del purgatorio que
debieron de estar contentas de encontrar a alguien tan dispuesto a
ayudarlas. Ahora simplemente daré unos ejemplos concretos.
Recuerdo el padre de una de las monjas de su Comunidad del
Carmelo quien había muerto como un “no creyente”. Hasta el final
había rehusado los sacramentos, la ayuda de la Iglesia. Había llevado
una vida un poco dudosa, aunque en el fondo había sido un buen
hombre. Su hija, carmelita, estaba angustiada por la suerte eterna de
su padre. Y este padre vino a visitar a Maryam. Le pidió que rezara
por él y le dijo que estaba en el purgatorio. Le explicó que, a pesar de
su rechazo de los sacramentos, en el último momento, sin duda
22
dentro ya de la muerte aparente, tuvo como una luz y, gracias a esta
luz, se arrepintió.
Maryam explicó que nunca se puede saber la suerte final de
un alma. Sólo Dios ve el fondo del alma en el momento de la muerte.
Y este es un momento en el que Él da gracias sobreabundantes para
que el alma se convierta, se vuelva hacia Él y elija la luz. Y que más
que nunca, en este momento, es en el que se ha de orar e interceder
por estas almas.
Así pues este hombre le explicó que fue salvado por esta
gracia del arrepentimiento pero aún estaba en el purgatorio y pedía
oraciones.
Maryam se lo explicó a la hija de este hombre, la cual dijo:
“Eso que me dice es increíble. Dame un signo de que eso viene del
Señor, dime el nombre de mi padre”. Maryam le dijo: “Se llama
Roque”. Y, efectivamente, ése era el nombre de su padre, nombre
que allí nadie conocía. Eso sirvió como señal de su visita a Maryam.
Pidió que se celebrasen algunas Misas por él, oraciones, novenas y al
final de las Misas que se celebraron por él, volvió a visitar a Maryam
y le dijo: “Ya está, ya estoy en el cielo”.
Hay otro ejemplo de una religiosa que estaba en el purgatorio
y fue a ver a Maryam y le explicó por qué estaba en el purgatorio. Le
dijo: “Cuando yo estaba en la tierra, estaba en una Comunidad
religiosa y hasta el final no quise decir que había escondido una
moneda de cinco francos en un rincón, por si la Comunidad llegaba
a encontrarse sin lo necesario. Eso no se lo dije a la Superiora”.
Había tenido pues esta faceta de disimulo, una falta de pobreza total y
de endurecimiento, ya que incluso en su lecho de muerte, no había
querido hablar de su falta. Hacía mucho tiempo que estaba en el
purgatorio y pidió oraciones a Maryam. Además le dijo dónde estaba
la moneda de cinco francos. La buscaron y la encontraron.
23
Son cosas muy concretas con las que el Señor enseñaba a
Maryam las causas que hacían que las almas llegasen ante Él con
impurezas, que aún estuviesen aferradas a ciertos pecados, a ciertas
debilidades.
Otro ejemplo, que también es muy revelador, es el de una
religiosa de familia muy rica que tenía muchos bienes personales y
entró en un convento cuya Comunidad era muy pobre. Esta monja
tenía cierta ambición y como no había sido elegida priora en el
momento en que debía de decidir qué hacía con su herencia, en lugar
de darlo a la Comunidad pobre quiso dejarla a su familia que era rica.
Y esto, no por amor a la familia, sino por despecho para con la
Comunidad porque no había sido elegida priora. Este despecho lo
guardó durante toda su vida y este hecho había sido como una
especie de venganza. Murió sin arrepentirse y por eso estaba en el
purgatorio. Y ahora venía a pedir oraciones para ser liberada de las
penas del purgatorio.
Otro ejemplo es el de otra monja que durante su vida era
tenida por una santa por las otras hermanas por eso jamás oraban por
la salvación de su alma. Venía a pedirle socorro porque, bajo la
apariencia de santidad -explicó a Maryam-, había indispuesto
secretamente a sus hermanas de Comunidad contra la Superiora. Dijo
a Maryam: “Quien se revela contra sus Superiores, se rebela contra
Dios”. Ella había muerto indispuesta contra la Superiora, con cierta
rebeldía, y estaba en el purgatorio y venía a pedir ayuda.
Otro ejemplo es el de una señora que explicó a Maryam que
había pasado muy cerca del infierno y fue salvada por la misericordia
de Dios justamente gracias a las oraciones de sus hijos. Y es que
durante toda su vida sólo había buscado hacer siempre su propia
voluntad.
Otro ejemplo es el de una mujer que había llevado una vida
bastante mediocre, no se había preocupado casi del Señor, y venía a
decirle a Maryam que acaba de salir del purgatorio porque durante su
24
vida había hecho un gran donativo a la Iglesia para participar en la
construcción de una basílica. El día que dedicaron la basílica salió del
purgatorio y entró en el cielo porque el Señor se acordó de este
hecho.
Veo desde aquí algunos que están pensando: ¿Qué es todo
esto que está explicando? ¿Qué son estas historias del cielo, del
purgatorio y del infierno? Eso son historias de tiempos pasados,
ahora ya no estamos por esas cosas. Eso son realidades de otra época.
No se ha de mirar el purgatorio con una idea de sanción y
mucho menos como un castigo de parte de Dios, quien es sólo
misericordia y amor. Sino que debemos decir que estamos hechos
para Dios y debemos empezar una relación muy pura y amorosa con
Él. El tiempo de la tierra nos es dado, justamente, para trabajar
nuestra conversión, para trabajar por las cosas del Reino. Y nosotros
nos ocupamos siempre de otras cosas y, en cierta manera, retrasamos
nuestra purificación siendo así que Dios nos da aquí en la tierra todas
las ocasiones necesarias para que lleguemos puros ante Él.
San Juan de la Cruz dice claramente que, si aceptamos todas
las ocasiones que Dios nos da tanto a nivel de alegría, como las
pruebas, y acogemos con acción de gracias todos los acontecimientos
de nuestra vida, viviéndolos de verdad con el Señor, podemos estar
seguros de ir directamente al cielo.
¿Por qué hay tantas almas que no van directamente al cielo?
Sencillamente, porque refunfuñamos, combatimos a Dios, no estamos
contentos, hacemos otras cosas en lugar de ocuparnos de la gloria de
Dios y nos encontramos con que, en la hora de la muerte, aún no
estamos purificados.
En su extrema misericordia el Señor nos añade un tiempo,
por decirlo con nuestros esquemas mentales. Nos añade una
posibilidad, un lugar, que se llama purgatorio, para que podamos
tener la ocasión de purificarnos. Y lo que nos purifica no es el castigo
25
del Señor o el sufrimiento, entonces ¿por qué sufrimos? Sufrimos
porque estamos dolidos de haber amado poco al Señor. Este es el
sufrimiento que nos purifica. Es un sufrimiento de amor.
El purgatorio es un lugar de amor del que las almas, por nada
del mundo, querrían volver a la tierra, que es un sitio donde hay una
noche muy grande. Como decía Teresa de Jesús: “La vida es una
mala noche pasada en una mala posada”. Las almas del purgatorio
son felices porque se han salvado, están seguras de haberse salvado.
Han visto a Dios. Y lo que les hace sufrir es, precisamente, el haber
amado tan poco al Señor. El haber preferido nuestros pequeños
pecados, nuestras pequeñas alegrías antes que el amor de Dios. Y en
eso es en lo que son purificadas por el fuego del amor.
Y nosotros podemos acelerar el fin de los sufrimientos de las
almas que queremos, que nos han precedido, orando por ellas. Es
bonito saber que es suficiente que uno de nosotros ofrezca una
comunión, o una hora de adoración o haga celebrar una Misa para
que un alma sea liberada.
Y necesitamos Maryams, Catalinas de Siena y santos
privilegiados del Señor que estén aquí para recordarnos, por medio de
estas visitas excepcionales, que las almas del purgatorio esperan
nuestras oraciones.
El Papa Juan Pablo II nos lo recuerda en su gran exhortación
del Año Santo: “Por medio de nuestras oraciones tenemos el poder
de dar la felicidad eterna a los que amamos y a todas las almas que
esperan”.
→ Cinta B, lado A
Antes de empezar con el mensaje espiritual de la Hna. María
de Jesús Crucificado seguiremos brevemente la historia de su vida.
26
La encontramos a la edad de 19 años en Marsella con las
Hermanas de San José. Allí estaba en la cocina como ayudante,
haciendo los trabajos más sencillos y también los más duros. 8
El Señor le permitió que en esta cocina tuviera como
compañera a una hermana que era particularmente desagradable con
ella, que se lo hizo pasar realmente muy mal. La humillaba, la
acusaba, etc. Y Maryam fue un modelo de paciencia, de perdón, de
caridad, de anonadamiento.
En esta época también fue cuando aparecieron los estigmas 9
en su cuerpo. Y, a propósito de los estigmas, quisiera insistir sobre un
punto y es que le aparecieron en el transcurso de una oración,
mientras sostenía una imagen de Jesús crucificado en la mano y oraba
mirándola.
Por su compasión de amor por los sufrimientos de Jesús en la
Cruz, el Señor permitió que sus propias heridas se le imprimieran en
el cuerpo a Maryam.
8
En 1863 aceptó la invitación a entrar en el noviciado de las hermanas de San José,
no tenía otra cosa que ofrecer más que su amor a Dios y su disponibilidad a realizar
los trabajos más humildes. Se ofrecía con alegría para todos los trabajos pesados.
“Hacer yo esto, porque yo tener tiempo” decía en su pobre francés, mientras se
esforzaba por preceder en la fatiga a sus compañeras. Si la corregían, decía:
“Perdón, yo muy mala. Tú orar por mí”. Tuteaba a todo el mundo: a las hermanas, a
la Superiora, a los Obispos y Cardenales. Y ésta será su característica personal para
siempre. La mayor parte del tiempo lo pasaba en la cocina o en la lavandería.
9
Los estigmas le fueron concedidos cuando estaba como postulante en el Convento
de San José en el año 1867. El Padre Lazare, Carmelita y su director en Mangalore,
los examinó y dijo: "Las manos estaban inflamadas en la parte de las palmas y las
heridas estaban abiertas, alrededor de las heridas había sangre coagulada, ya que
la herida comenzaba a abrirse días antes… lo mismo sucedía en los pies". Cuenta la
Maestra de Novicias del Carmelo de Belén respecto a este fenómeno, en el año 1876:
"Estaba quejándose y temblando en lo profundo de su cuerpo, partía el corazón
verla de esta manera, usualmente repetía estas palabras: "¡Mi Dios, no me
abandones, mi Dios ofrezco todo esto por Ti! ¡Perdón, mi Dios, perdón! A las 2:15
comenzaba la dolorosa agonía… después de las 3:15 hablaba nuevamente: "¡Ten
piedad de mí, llámame hoy, llámame, así puedo dejar esta tierra!”.
27
Quisiera insistir en este aspecto de la oración de compasión
por parte de Maryam. Los estigmas son un fenómeno extraordinario
y místico. Pero la vida mística no consiste en fenómenos visibles o
extraordinarios. La vida mística consiste en la unión del alma con el
Señor.
Hay grandes místicos que no son percibidos por los demás y,
sin embargo, su alma está profundamente unida al Señor, pero no
tienen ningún signo externo, nada extraordinario. En Maryam
debemos considerar, sobre todo, que era su corazón el que estaba
profundamente unido al Señor. Y el Señor permitió que tuviera
fenómenos externos físicos, visibles en su cuerpo, para indicar en
cierta forma la unión de su corazón con Él.
Más tarde veremos que la característica que denominará toda
la vida de Maryam será esta unión de su corazón con el Señor.
Incluso llegará a vivir lo que se llama la transverberación, que es una
experiencia vivida por otros santos y santas, como por ejemplo Santa
Teresa de Jesús, Santa Catalina de Siena, a quienes el Señor traspasó
sus corazones con la herida de su propio Corazón. Y, a partir de ese
momento, es el mismo Corazón de Jesús el que palpita en el corazón
de la persona. Ahora no me extenderé sobre este punto porque no es
el momento, pero no obstante quiero recalcar que la caridad que
abrasaba al corazón de Maryam venía verdaderamente de la caridad
del Corazón de Cristo. Y de aquí, de esta fuente de amor, manaba
todo lo que aparecía visible externamente.
Así pues, se encontró con los estigmas y cada vez tenía con
más frecuencia lo que se llama éxtasis. Más tarde, al dar el testimonio
de este hecho sus hermanas del Carmelo de Belén, dijeron que
permanecía en éxtasis durante horas y a veces días, hablando con el
Señor, contemplando al Señor en el corazón del mundo, en las almas,
en el cielo…. por todas partes donde Dios está presente.
Se unía a su presencia, a sus deseos, a su oración. Y todo ello
sin percatarse. El Señor permitió que no tuviera conciencia de todas
estas manifestaciones místicas externas; y cada vez que se veía
28
obligada a constatar que había pasado tres horas así y no había
podido ir a los oficios o al recreo, o a comer, quedaba muy confusa y
hacía lo que podía para esconderlo. No decía que tenía éxtasis sino
que era como un sueño y pedía a la Madre Superiora que le impidiera
dormirse, que quería decir: Impídeme entrar en éxtasis. 10
Estaba muy desconcertada y humillada por hacer cosas
distintas a las que hacía las otras hermanas. Creo que esta señal de
humildad es el signo de la autenticad de su corazón respecto a todas
estas manifestaciones místicas.
Se aproximaba el día de la toma de hábito en la Comunidad
de las Hermanas de San José y se decidió que no lo podía tomar aún,
ya que estaba manifestando demasiadas cosas que no cuadraban lo
suficiente con la vocación apostólica de las Hermanas de San José.
En cierta forma era demasiado mística. El Consejo de las Hermanas
decidió que no se quedara y buscar para ella una vida más
contemplativa.
Así pues, a los 20 años, salió de las Hermanas de San José
para ir al Carmelo de Pau. Y fue llegar al Carmelo de Pau y sentirse
como pez en el agua. Apreciaba mucho la clausura, el silencio, la
10
Ella se avergonzaba y estaba convencida de ser vencida por el sueño y la
angustiaba el hecho de no poder resistir. Algunas veces se confesaba de no saber
orar. Decía a la Superiora: “En la oración no tengo distracciones, pero no logro ni
siquiera concluir la oración más corta. Comienzo el Padre Nuestro y me quedo en
estas palabras sin poder continuar. Pienso: “Oh! ¡Dios mío, Tú tan grande, tan
poderoso, Tú eres nuestro Padre! Tú que estás en el cielo, mientras que nosotros
somos pequeños gusanos, polvo y ceniza... ¡y todavía nosotros tenemos el coraje de
ofenderte! Oh Dios mío, ten piedad de nosotros... y luego me pierdo y me duermo”.
Y continuaba: “Si después recito el Ave María, y comienzo a decirle a la Virgen:
“¡Eres tan buena, tan buena, oh Madre mía! ¡Tú la Madre de Dios y la madre de los
hombres! Y nosotros ¡pobres pecadores!...” y después me pierdo y me duermo;
imposible continuar... ¿Cómo debo confesar este hecho: que no logro continuar?”
Luchaba contra sus éxtasis, y decía con sencillez: “Jesús me tira de una parte y yo
tiro de la otra para no dejarme vencer por el sueño”.
29
vida de mortificación, las prácticas de humildad y la obediencia, que
tenían un sitio tan importante allí.11
Enseguida sintió en lo más profundo de su ser un
ajustamiento muy grande con esta vocación del Carmelo. Intentaron
hacerla hermana de coro pero viendo su ignorancia, su incapacidad
radical para aprender la liturgia para leer, escribir y estudiar, y su
incapacidad para cantar el Oficio, finalmente la pusieron de hermana
lega.12 Es decir, se ocupaba de todo, se relacionaba con las personas
del exterior, acogía a quienes venían a visitar el Carmelo o venían al
locutorio y se ocupaba de los recados, de la intendencia del
Carmelo… Era un poco como el ángel, la servidora del Carmelo.
En el Carmelo de Pau tuvo lugar un acontecimiento muy
importante en su vida en el que se encontró verdaderamente
enfrentada con el maligno. Ahora lo veremos de una manera muy
particular. En el Carmelo de Pau se decidió una fundación en la
India. Mons. María Efrén, Padre Carmelita y Obispo de una diócesis
de la India, pedía un convento de Carmelitas. Y la Hna. María de
Jesús Crucificado se encontraba entre las que fueron. 13
El viaje fue muy duro, murieron tres hermanas. En aquellos
tiempos hacer un viaje tan largo era cuestión de meses y se producían
enfermedades, naufragios… La Hna. María de Jesús Crucificado
11
Llegó al Carmelo de Pau (Francia) el 15 de junio del 1867, siendo presentada por
la antigua maestra de noviciado con la afirmación contundente: “esta arabita es un
milagro de obediencia”. Aquí tomó el nombre de Hermana María de Jesús
Crucificado, ya que están en este nombre sus grandes amores: Jesús, María y la
Cruz. Al Carmelo ingresará junto con la Maestra de Novicias de las Hijas de San
José que la acompaña en su entrada al Carmelo (esta madre se quedó admirada y
prendada de Maryam), vistió el hábito en el Carmelo de Pau el 27 de julio de 1867.
12
Su profesión la hará como hermana lega, su humildad es verdaderamente
impresionante
13
El 21 de agosto de 1870, junto con un pequeño grupo de ocho hermanas Maryam
fue enviada a la India para fundar el primer Monasterio de Carmelitas en Mangalore.
30
salió de todos estos peligros y estuvo entre los fundadores del
Carmelo de Mangalore.
En Mangalore vivió una prueba muy dura. Así como en el
Carmelo de Pau estaba rodeaba del amor de sus hermanas de
Comunidad, aquí el Señor permitió un sufrimiento que Él también
había vivido en la tierra: el ser rechazado por los suyos, y sobre todo
ser rechazado por los jefes religiosos de su propia religión.
Estoy pensando en Jesús, acusado de blasfemo por los Sumos
Sacerdotes, por el Sanedrín. Pienso en Jesús condenado a muerte,
excluido por los suyos. Y la Hna. María de Jesús Crucificado -en este
nombre ya vemos una unión muy particular con la Pasión de Cristo
que era su vocación- hubo de atravesar la prueba de ser proscrita,
considerada excluida, en cierta forma como borrada del libro de la
vida.
Hizo su profesión en el Carmelo de Mangalore. 14 En el
espacio de algunos meses, todo el mundo, toda la Comunidad, la
Superiora, la Priora, el Obispo, su Director Espiritual… todos
declararon que vivía en la ilusión. Que sus palabras eran inspiradas
por el maligno. Y la expulsaron del Carmelo de Mangalore. 15
Hay que decir que, en el fondo de su corazón, la Hna. María
de Jesús Crucificado tenía una paz muy profunda.
Así fue como volvió al Carmelo de Pau 16 y después de esta
prueba que soportó con mucho heroísmo, el Señor, que había
permitido la ceguera pasajera de sus Superiores, también permitió
que, ahora, se hiciera la luz y la Priora del Carmelo de Mangalore
14
Maryam profesa el 21 de noviembre de 1871.
15
La persecución se origina a consecuencia de algunas gracias extraordinarias que se
manifiestan y que escapan a toda explicación humana. Nadie comprende y entiende
lo que le ocurre a Maryam, piensan que esta movida por el Poder de las Tinieblas.
16
En septiembre del año 1872 tiene que volver a su Carmelo de Pau (Francia).
31
fuera iluminada por el Espíritu Santo y escribió una carta al Carmelo
de Pau, dirigida a la misma María de Jesús Crucificado, para
explicarle la luz que le había sido concedida, pidiéndole perdón y
diciéndole que se había equivocado, que había querido obrar bien,
pero que había estado ciega y se desdecía de todos los juicios que se
habían hecho contra Maryam.
Así fue como resplandeció la verdad. Maryam fue
rehabilitada y pudo vivir en paz en su Carmelo, acogida por sus
hermanas, por su Comunidad.
El Señor permitió esta prueba para hacerla crecer, para unirla
a Él con la misma prueba que Él había padecido. Y también para
fortalecerla en la preparación de otra fundación que se estaba
preparando y que le fue confiada a Maryam.
En efecto, ella recibió la inspiración de fundar dos Carmelos
en Palestina. En aquella época, a finales del siglo XIX, Palestina
tenía un gobierno turco y no se podía pensar en absoluto en la
fundación de un monasterio contemplativo. Era algo que estaba fuera
de cualquier planteamiento. Pero Maryam recibió del Señor la
petición explícita de fundar dos Carmelos, uno en Belén y otro en
Nazaret. El Señor le precisó que sería en la cuna de su Padre David, e
incluso le dio los planos del monasterio de Belén que ella que se
encargaría de fundar.
Es bonito saber que Jesús iba a la celda de Maryam -cosa que
se convirtió en algo muy habitual, fue siete veces- a llevarle los
planos y explicarle cómo debía de hacerse el monasterio, cómo tenía
que obtener el permiso de Roma, cómo tenía que prevenir al
Patriarca, etc.
Se produjeron una sucesión de pequeños milagros para
obtener el permiso. El Señor le llevó los planos del Carmelo siete
veces y Maryam, en su gran humildad y confusión por verse así
visitada por el Señor, guardaba los planos y no se atrevía a
32
enseñarlos. La séptima vez que el Señor vino a verla, mientras él le
explicaba los planos y cuando ella tenía los papeles en las manos aún,
entró la Priora en la celda y le preguntó: “¿Qué pasa?”. Entonces
ella, como cogida en flagrante delito, tuvo que decirle lo que sucedía,
cómo Jesús le estaba explicando la fundación y cómo debía ser este
Carmelo.
Maryam fue enviada, junto con otras hermanas, a realizar la
Fundación. Quiero subrayar que este Carmelo aún existe en Belén.
Está construido como una torre, una fortificación, y el Señor les
explicó bien el por qué. Y es que este lugar había de ser un lugar de
combate, un lugar en el que las religiosas habrían de combatir contra
los poderes del mal a fin de obtener la victoria de la luz para todas las
almas que fueron confiadas a las carmelitas. Por tanto, esta forma de
ciudadela, de torre con murallas y muros muy altos y anchos indica
esta vocación. Aún ahora se ve este Carmelo hecho sobre el mismo
lugar en que David guardaba sus corderos, y debajo del Carmelo aún
se puede ver la gruta donde David recibió de manos del Profeta
Samuel la unción del Señor, el aceite santo.
Es un lugar de grandes bendiciones y, según dijo Jesús a
Maryam, en el flanco de una colina está también el sitio donde José y
María se pararon un poco para rezar antes del nacimiento de Jesús,
antes de bajar a Belén para buscar un lugar donde alojarse.
En este lugar, el Antiguo y el Nuevo Testamento se unen. Y
el Señor prometió a Maryam que este lugar permanecería intacto
hasta su venida.
Yo he observado muy bien la construcción de este Carmelo y
es muy sólido. Hace un siglo que está construido y me he preguntado
cuánto tiempo aguantará aún. Ciertamente tiene una gran solidez. Las
paredes son muy gruesas y es una construcción muy firme, hecha por
un Arquitecto divino.
33
En este Carmelo es muy chocante ver la simplicidad con que
el Señor ha hecho las cosas. Precisó bien que este Carmelo tenía que
ser pobre. Y la actual Priora dice que, incluso, es demasiado pequeño,
que hace falta sitio. Creo que el Señor lo ha hecho expresamente,
para que experimenten diariamente la escasez y la pobreza.
Maryam dirigía los trabajos y cuando los obreros árabes
hacían algo en algún lugar, haciendo florituras de las suyas, el Señor
iba al encuentro de Maryam y le avisaba de lo que habían hecho,
diciéndole que lo hiciese quitar. Era muy estricto en la realización de
su plan.
Es una historia muy bonita, que cautiva. Es muy emocionante
entrar ahora en este Carmelo y pensar que el mismo Jesús es quien ha
hecho los planos. Así conocemos el gusto de Jesús.
También me ha sorprendido la capilla. Por ejemplo, las
ventanas están hechas de forma que la parte baja llega a la altura de
la cabeza cuando se está derecho. Eso también es una enseñanza de
Jesús ya que una carmelita durante la oración sólo ha de considerar el
cielo. No ver ni los árboles, ni las casas, ni las montañas de
alrededor, sólo el cielo. En su oración, una carmelita solamente se ha
de ocupar de las cosas del cielo. Y, en cierta forma, ha de obtener el
cielo para el mundo entero. Se ha de ocupar del cielo para el mundo
entero. Pues todo es así, todo es una fuente de enseñanza.
Bien. Continúo ahora la historia. María de Jesús Crucificado
estuvo tres años, más o menos, en el Carmelo de Belén, ocupándose
primero de los trabajos. Allá continuó su ministerio de intercesión, de
ofrenda. Continuamente sufría mucho en su cuerpo y en su alma en
unión con el Señor. 17
17
Se sentía siempre más atraída por Dios. Oraba: “No puedo seguir viviendo, no
puedo seguir viviendo, llámame a Ti”.
34
Todo eso en medio de una gran alegría. Se la conocía por su
buen humor, por su alegría. Tenía fama de dar siempre una palabra
de consuelo y esperanza a sus hermanas de Comunidad. En medio de
los peores sufrimientos, tenía siempre una extraordinaria irradiación
de paz. Y, según su propia predicción, murió a la edad de 33 años.
Mientras llevaba dos pesadas regaderas a los trabajadores, se
cayó desde lo alto de una pequeña escalera, se hirió el brazo y se le
gangrenó. Unos días después murió a causa de esta gangrena unida al
gran cansancio y a todos los males físicos que había acumulado a
través de su breve existencia. Murió proclamando la misericordia de
Dios en unión profunda con el Señor. Era el año 1878, durante el mes
de agosto. 18
18
Desde algún tiempo se notaba que tenía dolores. En julio, sufrió un ataque de
sofocación, su pecho y sus pies se hinchaban, también se la escuchaba toser por las
noches. A pesar de ello, se levantaba al horario de todas. El 22 de agosto, cuatro días
antes de su muerte, la Maestra de Novicias escribió: "La Hermana María de Jesús
Crucificado continúa sufriendo mucho, sin embargo se anima a sí misma para
trabajar con extraordinario esfuerzo y hermoso sacrificio. A veces nos decía: Estoy
haciendo más de lo que puedo, las cosas van a terminar rápido, de este modo
después de mi muerte estarán ustedes en paz y descansando". En varias ocasiones
sus fuerzas decaían: "Se caía, pero se levantaba inmediatamente y continuaba
trabajando". El mismo jueves 22 de agosto a las 10 de la mañana, estaba llevando
dos pesados recipientes de agua fresca para dar de beber a los albañiles encargados
del mantenimiento del monasterio. Cuando estaba por subir un escalón, cayó tres
veces consecutivas, la última sobre un recipiente de geranios florecidos, y se rompió
en varias partes el brazo izquierdo entre la muñeca y el codo. Llevada a la enfermería
dijo a la Madre Superiora: "Madre, esto terminó, esto es una señal del final" y a las
Hermanas dijo: "Estoy camino al Cielo, voy a morir. Todo lo que soñé en esta vida
se va a cumplir, estoy yendo hacia Jesús". El dolor se iba acrecentando. El tercer día
avanzó tomando la espalda y el cuello. El Domingo 25 se confirma que tenía
gangrena. Sufrió todo el día. En presencia del Obispo pide perdón por sus faltas a la
Comunidad, ya en la última noche le traen la comunión. A las cinco de la mañana
siguiente se sofocaba, la Comunidad es llamada para acompañar sus últimos
momentos. Le sugirieron como última oración: “Jesús mío, misericordia”. Dice:
“Sí, misericordia”. Estas fueron sus últimas palabras. Besa la Cruz, le dan la
absolución y muere con casi 33 años de edad, la edad de Cristo (hasta en esto se
asimila a su Señor y Esposo). Fallece el 26 de agosto de 1878, en medio del dolor de
sus hermanas.
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Ahora vamos a considerar los grandes puntos del mensaje de
Maryam que son enseñanzas muy valiosas para nuestra época. El
Señor ha permitido que durante cien años estos mensajes estuviesen
en la sombra, y no es por casualidad que hoy ven la luz. Porque,
efectivamente, corresponden a las necesidades del mundo actual, de
la Iglesia, de las almas.
No puedo dejar de empezar por este mensaje de Maryam
concerniente al Espíritu Santo y dirigido particularmente a la Iglesia.
Sabemos que en el siglo pasado la devoción al Espíritu Santo
no era precisamente lo que dominaba en la Iglesia Católica. Y
Maryam vivía del Espíritu Santo. Según el testimonio de las
hermanas de Comunidad tenía una devoción extraordinaria al
Espíritu Santo. Continuamente tenía una oración en los labios
invocándole: “Espíritu Santo, inspírame”. Le llamaba en todas las
circunstancias. Cuando se había de tomar una decisión, una
iniciativa… cuando pasaba algo, invocaba al Espíritu Santo. Yo diría
que lo ponía en todas las salsas.
Le llamaba diciéndole palabras como de niña: “Venid,
consolación mía; venid, alegría mía; venid, fuerza mía, luz mía, mi
paz… venid, iluminadme para encontrar la fuente donde apagar mi
sed”. Le llamaba sin parar, vivía con Él.
Hay que aclarar que tenía una gran conciencia de ser la más
ignorante de todas y verdaderamente estaba como suspendida en la
luz del Espíritu Santo. Era Él el que la iluminaba sobre Jesús, sobre
los misterios de la fe… Sin Él no podía conocer nada, por eso le
Fue cremada a la entrada del coro de la nueva capilla de su pueblo inaugurada en
noviembre de 1892. En la piedra esta gravada la siguiente inscripción: "Aquí, en la
paz de Señor, reposa la Hna María de Jesús Crucificado, profesa religiosa de velo
blanco, un alma de singulares gracias y virtudes, fue notable en su humildad, en su
obediencia y caridad, Jesús el único amor de su corazón la llamó hacia El a la edad
de 33 años y a los 12 años de vida religiosa en Belén, el 26 de agosto de 1878. ¡Que
descanse en paz!”.
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llamaba sin parar. Decía: “El Espíritu Santo nunca me rechaza. El
Espíritu Santo no me niega nada”.
Ella misma explica y da a toda la Iglesia el medio para vivir
del Espíritu Santo. Recibió del Señor algo que ciertamente es una
petición para toda la Iglesia. Insisto sobre eso porque he hablado con
muchos sacerdotes y los que han sido tocados por este mensaje
pueden testimoniar que la práctica que ella pide ha cambiado su vida
espiritual, su vida de oración. Ella dice: “Aquel que invoque al
Espíritu Santo –es Jesús quien le habla- me buscará y me encontrará;
su conciencia será delicada como flor del campo. Si es un padre o
una madre de familia, la paz estará con su familia y su corazón
estará en paz en este mundo y en el otro. No morirá en tinieblas, sino
en paz”.
A los sacerdotes les dice: “Deseo ardientemente que los
sacerdotes digan cada mes una Misa en honor del Espíritu Santo.
Quien la diga o la siga, será honrado por el mismo Espíritu Santo.
Tendrá luz, tendrá paz, sanará a los enfermos, despertará a los que
duermen”.
Este es el mensaje que recibió del Señor y que llegó a
transmitir incluso al Obispo, pidiéndole, de parte del Señor, que lo
comunicase al Santo Padre, Pío IX.
Querría hacer un paréntesis para recalcar que la noche del 31
de diciembre al 1 de enero de 1900 el Papa León XIII se sintió
impulsado a consagrar toda la Iglesia al Espíritu Santo. No me
extrañaría nada que toda la oración de Maryam, todo lo que pedía,
fuera uno de los motivos que impulsaron a León XIII a hacer eso.
Ella había respondido al Señor: “pero, ¿qué puedo hacer yo?
Si digo eso nadie me creerá”. El Señor le dijo bien claro: “Cuando
llegue el momento, Yo lo haré todo; tú no serás necesaria”.
37
Lo que sorprendía a la Hna. María de Jesús Crucificado era la
gracia, ofrecida a todas las almas, de dejarse inspirar por el Espíritu
Santo. Decía: “Tenemos al Espíritu Santo”. Le dolía muchísimo ver
que en el mundo, y también algunos dentro de la Iglesia, viviesen
como si no existiese el Espíritu Santo.
A propósito de las Comunidades Religiosas, en las que se
encontraban algunas faltas y ella veía las penas del Señor a causa de
eso, decía: “El mundo y las Comunidades Religiosas buscan
novedades en las devociones y descuidan la verdadera devoción al
Paráclito, por eso hay error, desunión, falta de paz y de luz”.
Y subrayaba que en las Comunidades y entre los fieles
cristianos, no se imploraba suficientemente la luz del Espíritu como
había que hacerlo. Ya que es la luz del Espíritu Santo la que hace
conocer la verdad. Y que en los Seminarios también se descuida la
devoción al Espíritu Santo.
Eso era para ella fuente de gran sufrimiento. Cada día tenía la
experiencia de que con el Espíritu Santo se tenía lo necesario para
vivir en la luz, y no comprendió nunca cómo podía pasarse de largo
al lado de este don de Dios.
También decía que entre las Órdenes Religiosas reinan la
persecución y las envidias y que por eso el mundo está en tinieblas;
porque los religiosos, los sacerdotes, las almas consagradas son las
que han recibido esta llamada de atraer al Espíritu Santo sobre la
tierra y si ellas descuidan invocar al Espíritu Santo, el mundo entero
por causa de eso está sumergido en las tinieblas.
Tenía la intuición, la revelación del Señor de que eso aún se
degradaría más, que habría muchas deserciones entre las Órdenes
Religiosas y entre los sacerdotes y que eso atraería las tinieblas sobre
el mundo entero, sobre las almas que no conocen a Dios, que están
sumergidas en las tinieblas a causa de esta deserción.
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Sufría mucho en unión con el Señor y decía: “Toda persona
en el mundo o en las Comunidades que invoque al Espíritu Santo y le
tenga una verdadera devoción, no morirá en el error”.
En nuestro siglo, que no sabemos a qué santo
encomendarnos, donde reina la confusión en los espíritus en muchos
terrenos, ella da verdaderamente una solución sencilla, que es dada
por el mismo Señor: “Él os recordará todo lo que os he dicho, dice
el Señor”. No hay 33 soluciones, es el Espíritu Santo quien nos
iluminará y lo hemos recibido en Pentecostés.
También es muy interesante lo que dice Maryam de los
sacerdotes: “Todo sacerdote que predique esta devoción recibirá la
luz mientras habla a los otros”. ¡Eso es fuerte!
Ahora quería subrayar un punto en el mensaje de Maryam
que es una gran enseñanza para nosotros y para nuestro mundo
actual, de la que desgraciadamente no se oye hablar nada. He
encontrado ese testimonio en el libro de Estrate, que era su Director
Espiritual y que recibió sus confidencias.
Cuando ella estaba en el Carmelo de Pau vivió una prueba
muy semejante a la de Job. Ya sabéis que Dios había dado permiso a
Satanás para probar a Job de forma muy violenta e intensa; así
quedaría manifiesta la fidelidad de Job. También sabemos que
después de esta visita del maligno en su vida, Job fue bendecido siete
veces más que antes.
Pues igualmente, para Maryam, Satanás pidió permiso a Dios
para probarla penetrando en ella muy intensamente en ella durante 40
días. Tenemos la explicación de esta prueba y a través de relato -no
por el relato en sí mismo- nos han llegado unas enseñanzas, ya que el
Señor permitió que el adversario mostrase los velos de sus astucias.
Es preciso decir que el adversario estaba furioso de ver todas las
almas que esta pequeña árabe -como él la llamaba- arrancaba de las
tinieblas para ofrecérselas a Dios.
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Asistimos a un enfrentamiento entre el maligno y Maryam.
El maligno que la torturaba y ella que atravesaba todas estas torturas
en su corazón y en su cuerpo con una gran fidelidad a Dios y en
oración.
He aquí algunos fragmentos de un diálogo que fue escuchado
por la Comunidad de Maryam y por unos sacerdotes que estaban
presentes. El maligno hablaba con rabia diciendo: “Destrozaré a esta
árabe mala, cuanto más grande se hace más aumenta mi rabia sobre
todo por causa de sus marcas”. Se refería a los estigmas.
Después el Señor obligó al demonio a descubrir las astucias
que utiliza para perder a las almas religiosas vanagloriándose
diciendo: “He hecho caer a una religiosa de Inglaterra y es nuestra
desde antes de ayer”. Explica su táctica habitual, dice: “Cuando
acechamos a un alma consagrada a Dios empezamos a tentarla en
cosas pequeñas. Después conseguimos hacerle creer que no es
amada de su Superiora en el mismo grado que las otras. Comienza a
tener celos y eso la impulsa a escribir cartas a escondidas y acaba
por desear salir”. Precisaba: “Cuántas almas en Religión pescamos
en nuestras redes sugiriéndoles el pensamiento de que no se las
encuentra válidas para nada, que no se las quiere. Ganamos otras
por el deseo de verlo todo, de saberlo todo”. Y agrega aún esta
palabra extremadamente fuerte: “Triunfar sobre un alma que ha
pronunciado las tres palabras desgraciadas –traducimos, los tres
votos- para nosotros es mucho más que ser propietarios de una
ciudad entera”. Esto nos aclara el interés capital que tiene el maligno
para hacer caer, especialmente, a un alma que se ha consagrado a
Dios, porque el valor que recae sobre la vida consagrada es tan
grande para todas las otras almas…
Querría hacer aquí un pequeño paréntesis para decir una
palabra que dio el Señor a Maryam y que hace un poco juego con
eso, dice: “Si en una ciudad completamente pervertida encuentro un
alma, una sola alma, que es fiel a sus votos, salvaré la ciudad
entera”.
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Ya veis lo que reposa sobre una sola alma que es fiel a Dios.
Eso no es nuevo, ya lo encontramos en la Biblia. Recordemos cómo
Dios se manifiesta a su profeta, hablando de Jerusalén diciendo:
“Tantas calles como hay en Jerusalén, tantos baales a quienes
ofrecen incienso”. Algo más allá dice el Señor que “si tan solo
encontrase un alma justa en Jerusalén, salvaría a toda la ciudad”. A
través de eso encontramos una enseñanza para nosotros. Si somos
fieles a nuestro compromiso, a nuestra entrega al Señor, a través de
esta fidelidad Él salvará muchas almas y ciudades enteras.
Maryam añade de parte del Señor que “el que siga la regla
íntegramente, prácticamente tiene la corona la martirio porque ser
fieles a los votos, al espíritu de la regla de la Comunidad,
verdaderamente es ofrecerse hasta el martirio. Es un martirio, por
eso el Señor, a través de este martirio de amor, puede salvar a
multitud de almas”.
El maligno expresa muy claramente su rabia, su deseo de
triunfar en las almas consagradas, y en este combate su gran objetivo
es impulsar a Maryam a quejarse una sola vez, sólo una vez, de los
sufrimientos que la hace padecer. Dice: “Quiero arrancarle una sola
queja”. Mirad el heroísmo de Maryam que en su extrema caridad
aceptaba vivir estas tribulaciones, incluso torturas, ofreciendo estos
sufrimientos en unión con los de Cristo por la redención de las almas.
Aquí vemos la caridad ardiente de Maryam. Solamente el fuego de la
caridad podía hacerla soportar todos estos sufrimientos ofreciéndolos
sin quejarse.
Durante estos 40 días veremos cómo el maligno no obtuvo ni
una sola queja de Maryam. No pudo hacerle decir ni una sola vez:
“Sufro mucho, ya es suficiente, padezco mucho”. Al contrario, cada
vez que él tenía la oportunidad de acercársele, ya que ella se
encontraba inconsciente la mayor parte del tiempo, decía: “Señor, te
ofrezco todas estas penas por la Iglesia, por la santidad de los
sacerdotes, por las almas en desgracia, por las almas que se
pierden”.
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Esta sucesión ininterrumpida de victorias por parte de la
novicia disminuía, cada vez más, el esfuerzo del maligno y le llenaba
de confusión. Entonces, viendo que perdía, el demonio suplicó al
Señor poder terminar la lucha. ¿Qué le respondió el Señor?, le dijo:
“Tú me has pedido probarla en su cuerpo durante 40 días, y no
saldrás hasta que se hayan acabado tus 40 días.” Y el demonio se
vio obligado a llegar al final de estos 40 días, incluso perdiendo cada
día muchas almas. Continuamente escuchaba a Maryam diciendo:
“me uno a Jesús y a María, y ofrezco estos sufrimientos por los que
están en contra de la Iglesia. Dios mío, ¡bendito seáis!”. Y en vez
de quejarse llenaba su día de bendiciones a Dios.
Entonces el maligno continúo, bajo la orden del Señor,
enseñando en cierta forma a Maryam y a su Comunidad. Y dijo: “las
tres cosas más poderosas contra nosotros son: la caridad, la
humildad y la obediencia.” Después añadió: “Yo soy el tentador,
siembro la división por todas partes, hago lo que quiero”. ¡Veis
cómo la voluntad propia se opone a Jesús, que dice: “no mi voluntad,
sino la tuya”.
Él, el maligno, arrancó el velo a una monja, diciendo:
“arranco este velo porque no me agrada la modestia, me irrita.”
Maryam le respondió. Ella no se amilanaba para responderle,
por ejemplo él la acusa de sus pecados públicamente –ya sabéis que
el maligno es el acusador- ¿qué le respondió Maryam?, le dijo: “Sí,
soy solamente pecado, pero espero en la misericordia de Dios”.
Entonces el diablo gritó: “¡Un pequeño nonada triunfará de todos
nosotros, eso no puede ser!”. Maryam explicó que, si bien tenía
poder provisional para torturarla, no hacía nada más que aquello que
el Maestro le permitía. Entonces el diablo se vio obligado a decir:
“¿Sabéis por qué esta pequeña árabe habla así y es fuerte? Porque
camina siguiendo al Maestro.” Recordemos una palabra de Jesús
cuando dice: “Yo soy la luz del mundo, el que me sigue no camina en
tinieblas, sino que tiene la luz de la vida.”
42
Verdaderamente el afecto de Maryam al Señor Jesús, y su
configuración con Él, es lo que le permitió -podemos decirlo con toda
tranquilidad- vencer a Satanás. Caminó siguiendo al Maestro, por eso
fue fuerte.
Después le dijo: “Satanás, me tientas contra la Iglesia, –
porque padeció toda clase de tentaciones, él se aprovechó- yo amó a
la Iglesia, mi Madre, Ella te aplastará la cabeza. Mi Madre, la
Iglesia, no caerá nunca. Eres tú quien caerás, tú caíste una vez del
cielo, y desde entonces sigues cayendo.” Y añadió: “…si los hombres
te viesen, no te seguirían nunca ¡miserable!, solamente te ven en el
momento de la muerte. Si la gente viese tu cara, todos huirían.”
→ Cinta B, lado B
Y también: “Satanás, tú caíste con pleno conocimiento,
nosotros caemos por debilidad. ¿Quién sigue a la luz? El corazón
recto. Tú buscas engañar a las almas, Jesús busca levantarlas. Por mí
misma no soy más que una pequeña nonada, pero con Jesús estaré
por encima de ti. Jesús será mi luz, Jesús escoge a los débiles y
porque soy débil él me ha escogido”.
Cada vez que dejaba de experimentar sus sufrimientos decía:
“¡Gloria a Jesús! ¡Gloria a Jesús!”. Y el demonio, furioso,
replicaba: “¡Qué dice esta árabe! ¿Es posible? No, no… ¡Gloria a
mí!” Gloria a mí, decía él. Entonces ella decía: “Cuando el Espíritu
de Dios baja sobre un alma lleva paz, calma, alegría… Cuando eres
tú, Satanás, solamente llevas pena, confusión y fastidio. Y añadía
aún: “Cuando Dios quiere algo, tú no puedes cambiar nada. Estás
obligado a obedecer a Jesús temblando”. 19
19
Durante la última y decisiva batalla, los presentes solo podían ver a Maryam, pero
escuchaban este diálogo, dado que el demonio hablaba dentro de ella con una voz
horrible y ella respondía sufriendo, pero con alegría y certeza.
Satanás gritaba: - ¡Dios no existe!
Y Maryam rebatía: - “Pero yo lo veo en la creación, Lo veo en los árboles que
crecen...”
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¿Veis esta prueba dialogada entre una hija de la Luz y el
príncipe de las tinieblas? Eso nos ayuda a comprender con claridad la
amplitud del combate espiritual que se está librando en cada uno de
nosotros. En la historia, Maryam fue como el blanco de una intensa
persecución de aquél que trabaja para perdernos; pero también está
claro que ella cumplió con su oficio de carmelita, con su oficio de
consagrada.
Para aquellos que piensan que detrás de los muros de un
Carmelo no pasa nada, que se pierde el tiempo, que son vidas
perdidas, energías perdidas… ¡qué error! En realidad podemos decir
que este Carmelo y toda Comunidad religiosa fiel a su vocación es un
lugar eminente donde se juegan eternidades.
Hay que dar gracias por este agujero, un tanto indiscreto, de
la celdita de Maryam que aún podemos visitar, porque eso hace bien.
En un momento en que en nuestra época, más que nunca, el maligno
multiplica sus estragos, respiramos un poco viendo que todo el mal
no viene solamente de nuestra psicología enferma, sino que nuestro
enemigo lleva un nombre propio, que es alguien. Alguien que viene a
atacarnos, que tiene un nombre, y que este alguien, después de todo,
es el que tiene miedo. Es él quien tiene miedo de nosotros cuando,
para vencerle, tomamos las armas de Jesús siguiendo al Salvador, es
decir, la humildad, la obediencia, el amor. Es él quien tiembla de
miedo ante un alma que se ha unido al Amor. Este es el ejemplo y la
enseñanza que Maryam nos da.
- ¡Ninguna iglesia existe!
-“Pero yo contemplo su imagen en cada fruto. Si abro el fruto, encuentro la semilla.
Si abro el Sagrario está Jesús en la Eucaristía”
- ¡El amor no existe!
-“Pero yo contemplo la ley del amor en todos los animales... lo veo en la gallina que
protege sus pollitos bajo sus alas”.
Luego, después de la lucha, Dios la acunaba como a un bebé. Entonces Maryam
decía: “El pensamiento que yo soy nada me hace saltar de alegría. Es tan bello ser
nada... La humildad es feliz de ser nada, no se ata a nada, nunca se enoja, y está
contenta, feliz, va por todas partes contenta, satisfecha de todo... Bienaventurados
los pequeños”.
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Así pues, hemos visto que para obtener la victoria en el
combate espiritual Maryam utilizó sobre todo tres armas: en primer
lugar, la humildad.
Y a propósito de la humildad, dio enseñanzas muy fuertes.
Yo quisiera citar sólo algunas para que sean una luz en nuestras
vidas. Decía, por ejemplo: “Al orgullo todo le saca de quicio, todo le
molesta, le enfada, le rebaja. Al orgullo todo le subleva, todo le
aflige, tiene angustia en este mundo y en el otro. La humildad no
tiene en cuenta nada, es feliz con todo”. Y –entre paréntesis-
podemos recordar las palabras de la Virgen cuando curando a
Maryam le dijo: “Estate siempre contenta”. Y observaréis que en el
combate espiritual de Maryam el maligno la atacaba en este punto
tratando de conseguir que se quejara, que refunfuñase de su suerte,
contra su sufrimiento, contra la voluntad de Dios para con ella. Pero
María le enseñó: “Estate siempre contenta”. Es decir, tómatelo todo
como venido de la mano de Dios, acéptalo todo. Eso es la humildad.
“La humildad –dice- no tiene nada en cuenta, es feliz con
todo”. Y el Señor le dice: “Mira la lombriz de tierra, cuanto más se
hunde en la tierra, más protegida está. Pero si se muestra, se la
pisa”.
La humildad es el reino del Corazón de Dios. La humildad
queda satisfecha con todo. La humildad lleva al Señor en su corazón
por todas partes. Es el Señor quien da la humildad sincera del
corazón pero hay que hacer actos. Cuando hay verdadera humildad
no tenemos en cuenta ni la estima, ni el juicio, ni la mirada de las
personas.
Después el Señor le hizo ver el infierno y le dijo: “En el
infierno hay toda clase de virtudes, pero no está la humildad. Y en el
cielo hay toda clase de defectos, pero no hay orgullo”.
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También hay una palabra muy bonita: “Bienaventurados los
pequeños porque hay sitio para ellos en todas partes, pero los
grandes molestan en todas partes”.
Ella también dice que nada gusta tanto al Señor como la
humildad. Y el Señor le dijo claramente: “Dame un sacerdote, un
religioso que sea humilde y Yo no le rehusaré nada”. Eso es muy
fuerte: “Yo no le rehusaré nada”.
Entre el Señor y ella se estableció todo un diálogo a
propósito del pecado del mundo, y el Señor le dijo: “Dame un
sacerdote, búscame uno solo que no busque nada ni a nadie más que
a Mí, y que no se busque en nada a sí mismo, que no se preocupe por
hacer discursos bonitos ni del efecto que puedan hacer”. Entonces
Maryam le respondió: “Pero, Señor, hay sacerdotes así en la tierra,
aún hay santos sacerdotes”. Y el Señor le dijo que si encontrara uno
sólo completamente desprendido de sí mismo, uno que buscara sólo
la gloria de Dios, este sacerdote haría prodigios y se encontrarían
milagros en sus manos.
Ya veis qué promesa le hizo Jesús. Mirad el poder de la
humildad.
La segunda arma que Maryam propuso y ella misma practicó
en sus combates contra las tinieblas fue la obediencia. Ella misma
practicó la obediencia hasta el heroísmo. Y cómo no pensar en Jesús,
quien en Getsemaní, cuando fue asaltado por la angustia, por el
desamparo, por toda clase de sufrimientos interiores y… -se tiene la
impresión de que el infierno entero se había coaligado contra Él
exterior e interiormente-, fue cuando Él dio su palabra de obediencia
por excelencia diciendo: “Que no se haga mi voluntad, sino la tuya”.
Y Maryam, siguiendo a Cristo, se sirvió del arma de la
obediencia para, en lo más fuerte del combate, conseguir la victoria.
Maryam es carmelita, y ya sabéis que en el Carmelo la obediencia es
una regla absoluta. Pues bien, Maryam hubo de tener palabras muy,
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muy fuertes para restablecer la obediencia como una luz para la vida
de los consagrados. Dice: “Hay que obedecer siempre. Someter la
propia voluntad a la del Superior. No se han de hacer reflexiones.
Dios no quiere un alma que no obedezca, que no someta su opinión.
No se ha de regatear con Jesús. Si lo hacéis por Jesús, hacedlo
totalmente. No le gustan las medias tintas. Un alma que no lo da
todo es como un alma tibia y Jesús la vomita de su boca”.
En un momento de éxtasis dijo a una religiosa que era un
poco escrupulosa: “Practica sólo la obediencia a la autoridad. La
obediencia y la sumisión son dos cirios para iluminar al alma que
está en tinieblas”.
Es en los momentos negros, en los momentos terribles,
cuando hay que dejarse conducir por la obediencia. Y no puedo dejar
de deciros una palabra que la misma Virgen María dio a Maryam:
“La Santísima Virgen me ha dado a conocer que la obediencia nos
preserva de toda desgracia y de todos los engaños del maligno”.
La tercera arma en el combate espiritual para pertenecer a la
luz es la caridad. Y Maryam tuvo toda su vida una caridad profunda
con quienes la rodeaban. Y ciertamente un amor muy, muy grande
por el Señor.
Quisiera subrayar algo que la salvó durante los combates que
tuvo que padecer. Es el amor que el Salvador le comunicaba por las
almas. Este Salvador que llegó a morir por cada una de nuestras
almas. Que vea nuestras almas, muchas veces, en el estado de pecado
en que se encuentran. Maryam tenía visión interior de las ofensas
hechas a Dios y ardía en el deseo de salvar almas con el Señor.
Vemos en la vida de muchos santos que el amor del Señor es
tan ardiente que sus almas acogen los sufrimientos, las penas, no
como un perjuicio del que se quiere huir, sino todo lo contrario, como
medios bien aceptados que se ponen al servicio de la Redención.
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Y en ese momento se produce un clic, que hace que las penas
se conviertan en suavidad, los sufrimientos en dulzura, no por sí
mismas ni porque estas personas sean masoquistas, sino porque estas
personas se abrasan de tal manera en el amor de Jesús, que todo lo
que les haga parecerse al Salvador se convierte en una alegría a causa
de la unión de amor. Y creo que el culmen de la caridad de Maryam
fue que ella vivió el sufrimiento de la Pasión de Cristo en su alma, en
los tormentos de su alma, en las heridas de su corazón, en las torturas
de su cuerpo. Todo lo vivió en acción de gracias porque amaba
muchísimo a Jesús y todo eso le hacía estar en comunión con el amor
redentor de Cristo.
Por tanto, no nos extrañemos de que a partir de esta fuente de
amor -hace poco que hemos visto que era el mismo Corazón de
Cristo el que palpitaba en su pecho- a partir de esta fuente de amor,
no nos sorprendamos de ver que se entregaba hasta el agotamiento al
servicio de sus hermanas religiosas, al servicio de las almas.
Al mismo tiempo tiene unas palabras muy bonitas y sencillas
sobre la caridad, sobre el amor. Por ejemplo, dice: “Tened mucha
caridad. Cuando preparas el camino para tu hermano, el Señor lo
prepara para ti. Si ves piedras delante de tu prójimo, retíralas sin
que se dé cuenta. Si ves un gran agujero, sin que él lo vea, allánale el
camino. Si tiene sed y te dan agua, da este vaso a tu hermano que
tiene sed, incluso aunque tú tengas más sed que él. Puedes estar
seguro de que el Señor te dará de beber con su mano”.
También decía sin descanso a sus hermanas de Comunidad:
“Amad a vuestras hermanas más que a vosotras mismas”. A su
Superiora, cuando hablaba bajo la inspiración de su ángel o del
Espíritu Santo o de un santo que venía a visitarla, le decía: “Amad a
las ovejas que os son confiadas, amadlas más que a vos misma”.
48
Maryam recibía la visita sobrenatural de algunos santos 20, de
algunos ángeles21, de la Virgen María que la enseñaba. A todo lo
largo de su vida fue formada en su corazón por la Virgen María y
enseñada por Ella. Ciertamente también por el Señor.
Maryam que había nacido en Galilea, en una familia muy
pobre, tenía un lenguaje del país muy florido. De hecho era una
poetisa. Y cuando transmitía las enseñanzas que le venían de arriba
eran como pequeñas parábolas. Eso nos recuerda mucho la Biblia y el
mismo lenguaje de Jesús, que es muy sencillo.
Voy a contaros algunas historietas que explicó a sus
hermanas de Comunidad. Por ejemplo, decía que para ir a la oración
había que llevar unas armas. Le preguntaron cuáles eran estas armas,
ella dijo: “Cuando nos vienen cosas a la cabeza, distracciones,
pensamientos externos a la oración, hay que agarrar el hacha”. Le
preguntaron: “¿Qué es el hacha?”. Contestó: “Es el hacha de la
buena voluntad. La buena voluntad es el hacha que permite cortar de
raíz todo lo que crece, que no viene de Dios, y que viene a
molestarnos en la oración”.
También hablaba del pecado. Explicaba esta pequeña
parábola, decía que en el cielo los árboles más bonitos son los que
han pecado más aquí, en la tierra. ¿Por qué? ¿Cómo lo han
conseguido? Porque se han servido de su pecado como estiércol para
ponerlo al pie de su árbol. Es muy bonito porque toda su enseñanza
está llena de esperanza. Llena de esperanza porque ella no acusará ni
amenazará nunca al pecador más grande. Por el contrario le dirá: “El
Señor puede cambiar tu pecado en algo positivo al servicio de la luz.
20
Se le aparecieron una gran cantidad de Santos, entre ellos San Elías, el Santo Cura
de Ars, San José, Santa Teresa entre otros.
21
Tiene, desde muy niña, una gran familiaridad con su Ángel de la Guarda, al que
llama Juan Jorge. Éste en cierta ocasión se le aparece junto al Santo Sepulcro en
Jerusalén y la invita para que haga junto con él un voto de virginidad al Señor. El
Ángel de Maryam la acompañará siempre a lo largo de su vida, haciéndose visible
muchas veces como un joven hermoso y admirable que invita a Maryam a la virtud.
49
Pon tu pecado al pie del árbol precisamente como un abono que
alimentará el árbol y le hará dar buenos frutos”.
Incluso del orgullo habla con un lenguaje de esperanza. Dice:
“Los que son muy orgullosos por naturaleza es una gracia. ¿Por
qué? Porque cada día se obligarán a ejercitarse contra el orgullo,
harán actos contra su propio orgullo. Es una gracia porque eso
quiere decir que el Señor, a través de este combate contra su orgullo
le llama precisamente a brillar por su humildad. Es posible que
tengan que combatir toda su vida contra su orgullo, pero, a causa de
este combate, serán glorificados en su humildad de una forma muy
particular.” Eso quiere decir que cada uno de los defectos que
encontramos enraizados en nuestra vida son como el signo que Dios
nos quiere elevar precisamente a la virtud contraria. Tomo el ejemplo
de la humildad y el orgullo, pero también se puede decir lo mismo a
propósito de la pureza, de la avaricia… Ya veis que él lo
transformará todo en la luz del Espíritu Santo para animarnos, para
darnos esperanza, para dar alegría a los afligidos, para sostener las
almas que están atribuladas.
Para las personas enfermas tenía palabras que podían dar paz.
Observó que sus hermanas de Comunidad, cuando estaban enfermas,
tenían pensamientos que les hacían perder la paz, como por ejemplo:
“Ah, si yo tuviese buena salud haría tal cosa por el Señor… haría tal
obra por Dios, por mi alma”. Les hacía ver que eso era una ilusión
porque es en el corazón mismo de la enfermedad donde el Señor hará
vivir algo y si se pide la curación que verdaderamente sea para la
gloria de Dios: “Dios mío, si el interés de tu gloria lo exige, si es tu
voluntad, si es para el bien de mi alma”, y que esta petición sea en
forma condicional.
Como podéis ver, Maryam estaba totalmente abandonada en
Dios, vuelta hacia Él, totalmente ocupada en su gloria. No había en
ella nada que significase replegamientos sobre ella misma, mirarse a
sí misma, sino todo lo contrario. Incluso el Señor permitió que fuese
inconsciente de las gracias que pasaban por ella y se consideraba
50
como la última de las hermanas, la pecadora más grande.
Consideraba que era por la gran caridad de sus hermanas por lo que
la habían acogido en su monasterio.
No había nada en ella que estuviese vuelto hacia sí misma o
en la propia complacencia. Daba una pauta que es muy chocante por
su claridad, podríamos decir que son palabras lapidarias a propósito
del yo. Decía: “El “yo” es lo que pierde al mundo. Los que tienen el
“yo” tienen la tristeza, la angustia con ellos. No podemos tener el
“yo” y Dios a la vez. Si tenemos el “yo”, no tenemos a Dios; si
tenemos a Dios, no tenemos el “yo”. Todo le parece bien a aquel que
no tiene el “yo”. Todo le da alegría. Allá donde está el “yo” no hay
humildad, dulzura, ninguna virtud. Ora y suplica y su oración no
sube, no llega a Dios”. Todas estas palabras son palabras de
sabiduría.
Maryam también fue gratificada por el Señor con un don que
podríamos llamar “don de conocimiento de los corazones”. Eso nos
hace pensar en el Cura de Ars que, cuando veía a los pecadores
arrodillarse en el confesionario, veía en el fondo de sus almas ciertos
pecados que no se atrevían a confesar. A eso se llama “conocimiento
de corazones”. Es un carisma al servicio de la misericordia de Dios.
Maryam, en su vida, también tuvo muchísimas ocasiones de
practicar este carisma al servicio de sus hermanas. Y, no solamente
para ellas, también para otras personas próximas al Carmelo,
personas lejanas y también para con el Papa y ciertos Prelados de la
Iglesia.
Voy a citar algunos pequeños ejemplos. Uno de ellos es la
situación de una novicia que presentaba algunos signos de inquietud,
de intranquilidad espiritual… vaya, que se encontraba mal. Nadie
había conseguido conocer la causa de este malestar. Un día el Señor
vino a ver a Maryam y le dijo: “Ve a ver a la hermana tal y háblale”.
El Señor rebeló a Maryam que tenía un pecado grave de su pasado
que no había confesado. Ella se lo dijo francamente a la novicia:
51
“Verdaderamente, ¿te has confesado de todos los pecados de tu vida
pasada?”. Sí, respondió la novicia con toda sinceridad, a no ser que
no lo sepa. Maryam le dijo: “¿Y te has confesado ya tal pecado?”.
“…Ah…”. La novicia tuvo un sobresalto y se dio cuenta de que,
efectivamente, desde hacía muchos años había disimulado este
pecado. A prisa fue a buscar a un sacerdote para confesárselo y
enseguida reencontró la paz. Había escondido este pecado hasta que
se olvidó de él y era como la raíz de un profundo mal espiritual.
Bien, en numerosas ocasiones Maryam pudo, como con esta
novicia, hacer un servicio en su propia Comunidad. También
recuerdo ciertas visiones que le fueron dadas como de guerras que
tenían que suceder por las que pedía a su Comunidad orar mucho.
También veía sacerdotes caídos, sacerdotes en tentación. La caída de
ciertas almas y de una manera muy concreta vio también que unos
impíos habían puesto unos explosivos bajo el Vaticano para hacer
saltar ciertos lugares del mismo. Con el permiso de su Superiora
previno de eso y, efectivamente, las búsquedas demostraron que tenía
razón.
Este hecho concreto atrajo la atención del mismo Papa, de
manera que cuando ella le dio algunos mensajes de parte del Señor,
se la escuchó atentamente ya que sus inspiraciones veían realmente
del Señor. 22
Querría subrayar ahora el espíritu que mantenía en Maryam
el ejercicio de este carisma de conocimiento. Maryam no quiso saber
nunca el futuro. No quiso indagar por curiosidad las cosas que tenían
que pasar, las cosas de Dios, los misterios. Eso le fue dado sin que
ella lo pidiese. Así, como por ella misma no buscó nunca saber
cuando se la consultaba algo como aquel que consulta a un adivino,
una persona que lee la buenaventura, alguien que podría echar las
22
Sentía un extraordinario afecto por el Papa Pío IX a quien llamaba: “Mi Padre”, y
parecía conocer, no se sabe cómo, todos los sufrimientos que aquejaban a la Iglesia
en las diversas partes del mundo, y hasta presentía algunos peligros físicos que
amenazaban a las personas que se encontraban en torno al Papa.
52
cartas y adivinar el futuro. Decía que ella no era una pitonisa que
pudiese proferir oráculos.
El don de Maryam era completamente como un
desbordamiento de amor al servicio de la gloria de Dios y, si daba
palabras de conocimiento, era para ayudar a las almas, para ayudarlas
a ser fieles, a pertenecer más a Dios. Desaparecía totalmente ante sus
palabras. Como los profetas de la Biblia, es un profeta que da una
palabra que viene de Dios y le atraviesa. Atraviesa al profeta y se va
hacia el pueblo. Él es el mensajero, es el servidor de esta palabra.
Eso es muy, muy diferente -ya lo comprenderéis- de la
mentalidad moderna que, por otro lado siempre ha existido, pero -
particularmente ahora- nos encontramos frente a la angustia moderna
que consiste en querer saber y conocer el futuro. Creo que esta avidez
por saber se basa mucho en el hecho de no saber que tenemos un
Padre. Un niño que tiene a su padre no tiene necesidad de saber cuál
es el programa de lo que le pasará. Tiene confianza. Y su padre, poco
a poco, le introduce, según su propia voluntad, en aquello que
necesita el niño.
Maryam nos enseña a abandonarnos. Y verdaderamente en
eso precede a Santa Teresita del Niño Jesús. Todo el camino de
abandono y confianza que enseñará Teresa ya está preparado por este
mensaje de Maryam.
Maryam ejerció este don de profecía en referencia a ciertos
países. Querría destacar el Líbano. Maryam se sentía muy cercana al
Líbano. Tenía sus orígenes familiares allí. El Señor le mostró muchos
sufrimientos que tendría que sufrir este país. Voy a leer algunos
pasajes porque deja pasmado ver hoy cómo estas palabras se han
demostrado verídicas.
Primero habla de Beirut: “También he visto algo sobre
Beirut, es una nube que planea sobre la ciudad. Es roja, verde y
negra -en aquella época no existía esa bandera- veo sangre por todas
53
partes, olor a sangre, muy cerca de mí como si hubiese un cadáver”.
También dijo: “Veo en el Líbano cisternas de sangre. A pesar de
todo eso, en el fondo, también siento una alegría que no puedo
definir”.
Su lenguaje, sobre todo en lo que se refiere al Líbano, quiere
decir que más allá de las tribulaciones y de la desgracia extrema por
las que pasa el Líbano, espiritualmente siente esta alegría. Que es el
signo de que el Señor salvará al Líbano, que se prepara una victoria
para el Líbano.
Era una hija del Oriente Medio y también habló sobre
Jerusalén: “He visto sobre Jerusalén, en el aire, una bola de fuego.
Me parece que está a punto de caer. Solamente la oración puede
pararla”.
Maryam habló mucho de Francia. Después del tiempo pasado
en el Carmelo de Pau y también de su estancia en Marsella, el Señor
puso en su corazón un inmenso amor por Francia. En el jardín del
Señor compara a Francia con un rosal. El Señor le habló mucho de
este rosal. Ella dijo que el rosal sería cortado por tres tijeras. No
quedaría más que una rama y por esta rama Dios haría grandes cosas.
Insistió mucho en que Francia tenía que ser purificada. De parte del
Señor dijo: “Francia, pide perdón, pide perdón”. Dijo que había
hecho demasiado bien a las misiones para que ahora Dios la
abandonase. “Francia será santa, pero aún no lo merece. Si el
pueblo ora y se convierte, la prueba será pequeña; si no, irá de caída
en caída”. El Señor añadió que encontrará sus delicias en el seno de
Francia. “Pero antes -dijo Él- es necesario que Francia llegue a ser
una nonada para que Yo me ponga delante de los ejércitos. Para que
toda las naciones digan entre ellas: verdaderamente es el
Todopoderoso quien está a la cabeza de Francia”. Francia tiene un
lugar privilegiado en el plan de la salvación. Y, que siendo hija
primogénita de la Iglesia, tiene una misión que cumplir para el
mundo entero.
54
Veis, ella tuvo conciencia de esta misión y era muy exigente
con Francia. Verdaderamente quería de parte del Señor que Francia
perteneciera a Dios porque todo lo que no pertenece a Dios, dice el
Señor que será barrido.
Personalmente doy gracias a Juan Pablo II por haber subido a
los altares a esta humilde jovencita de Galilea 23 que viene a
recordarnos, con su lenguaje de niña, que los misterios son revelados
a los pequeños. Que un alma que está totalmente unida a Dios conoce
a Dios y ya en este mundo conoce las realidades sobrenaturales, las
realidades espirituales.
Maryam vivía con Dios, era como una evidencia de Dios.
Una evidencia del cielo sobre la tierra. Y eso entre cacerolas, en la
torre de su monasterio, haciendo los trabajos más humildes, más
escondidos, más difíciles, más penosos.
Verdaderamente es la pequeña que, en su indigencia natural,
ha acogido el misterio de Dios y es testimonio de lo invisible en
nuestra vida. Ha saltado un siglo para hablarnos y creo que ha
querido aterrizar, por decirlo de alguna manera, precisamente en
nuestro siglo. Porque nuestro siglo quiere separarse, quiere tratar de
vivir sin las realidades sobrenaturales. Se quiere explicar todo por la
ciencia. Se quiere explicar todo por los mecanismos psicológicos y
ella viene como una bomba a hablarnos de las cosas de arriba, a
recordarnos las últimas finalidades de nuestra vida. Ella vivió con los
ángeles, vivió con la Virgen María, se dejó enseñar por el Reino de
arriba.
Cuando he tenido la ocasión en diferentes momentos de
hablar de ella, tanto en Comunidades Religiosas como a jóvenes o
adolescentes, he quedado sorprendida por algo, y es que ella toca el
23
El 13 de octubre de 1983 el Papa Juan Pablo II la elevó a la gloria de los altares.
Actualmente parte de sus restos descansan en el Carmelo de Belén. Su fiesta es el 25
de Agosto.
55
corazón directamente. Sus palabras son muy sencillas y tocan el
corazón. Recuerdo a ciertos adolescentes a los que yo pensaba hablar
brevemente, de forma rápida, de las gracias de Maryam, pensando
que es un lenguaje que no podían comprender, algo extraño, y en
cambio todo lo contrario. La sorpresa fue que me hicieron preguntas
y se interesaron.
Y es que, en nuestra época, hay una conspiración de silencio
sobre todas estas realidades. No queremos hablar de Dios, de las
cosas de Dios, de las cosas sobrenaturales, porque tenemos
vergüenza, tenemos miedo. Hay una conspiración de silencio y
precisamente los jóvenes tienen sed, más que nunca, de conocer estas
realidades de la vida de Dios. Porque precisamente han sido educados
sin eso, han sido privados y se mueren. Están en trance de muerte.
Doy gracias al Señor por haber suscitado a Maryam, por
haberla revelado precisamente ahora, en nuestra época, después de
cien años de silencio. Porque ella viene a abrir las ventanas. En
nuestras prisiones, viene a abrir las puertas. Con su pequeña voz
clara, de niña profeta, es como si nos viniese a decir hoy: Dios es
sencillo, está aquí, escuchad su voz y así no moriréis sino que
viviréis. Viendo su vida podemos comprender que es verdad.
56
Apéndice: oraciones y frases de Maryam
Oración al Espíritu Santo:
Oh Espíritu Santo, inspírame
Amor de Dios, consúmame
Por el buen camino, guíame
María, Madre mía, socórreme
Con Jesús, bendíceme
De todo mal, de toda ilusión,
de todo peligro, presérvame
Yo me preguntaba cómo hacer para tener el perfecto amor de Dios,
¡oh! ¡Yo quisiera evitar caer entre las manos de la justicia de
Dios!… ¿Cómo hacer para adquirir, mi Dios, el verdadero Amor
por Vos? … Entonces, este Dios todopoderoso se abajó hacia mí
que no soy más que un polvo pequeñito. He aquí lo que Él me hizo
comprender: "Un alma que quiere tener el verdadero amor de Dios
desea que el Buen Dios sea amado por todos. Ella querría para sí
todas las cruces, todos los sufrimientos, todas las pruebas; ella lo
acepta todo por amor a Dios. Ella se alegra de la felicidad de los
otros; ella querría ser cortada en pedacitos por llevar las almas a
Dios; ella se regocija de que ellas amen al buen Dios más que ella
y de que ellas sean amadas del Buen Dios más que ella misma…
Enseguida, si ella tiene cualquier cosa de bien en ella, esta alma
querría darlo todo por las almas; ella se olvida de sí misma y no
piensa más ni en el cielo ni en el infierno, nada fuera de que las
almas amen a Dios más que ella." Entonces yo escuché una voz
decirme: “cuando un alma está en estas disposiciones, Dios se ve
obligado por su Amor y su Misericordia a salvarla y perdonarle
todos sus crímenes, aunque fuesen más grandes que el mar”.
Oh! Madre mía, yo no puedo decirle la felicidad que tengo de estar
en el Carmelo, me parece que estoy en el paraíso y pienso, sí esto
es en la tierra, cómo será en el cielo. ¡Oh! Qué caridad, no es, no, la
caridad de la criatura, es Dios; nunca desde que estoy aquí he
escuchado una palabra de disgusto entre las hermanas, ni conmigo
57
cuando he estado tan frecuentemente enferma; uno no ve la criatura
entre las hermanas, uno no ve más que a Jesús.
En recreación, siempre hablar del buen Dios, de cómo hacer para
amarle y servirle a imitación de los santos; siempre y en todo la
caridad entre las hermanas: esta caridad de tomar para sí todo el
trabajo, toda la pena, para evitarlo a las otras; durante la jornada
uno guarda el silencio, la soledad, en fin, es el paraíso en el
Carmelo. Me es imposible expresar todo lo que siento y toda la
verdad; nosotras aquí somos 26, y bien, no somos más que un alma,
un alma entre todas. Madre mía, qué caridad, qué bondad la de
Dios de haberme conducido aquí, a mí, pobre miserable orgullosa;
yo estoy confundida por tanta Misericordia, yo no puedo
escribírselo, imagine lo que yo siento del gran Amor y bondad de
Jesús para conmigo. Una vez más le digo: no tenga pena respecto a
mí, yo soy más feliz de lo que puedo decir; yo no la olvido ningún
día y hablo de usted a mis Madres y hermanas y todas la aman;
nosotras oramos por usted y su Comunidad.
(Carta de cuando era novicia en Pau)
Mi querida mamá de la cocina: ¿Cómo está? ¿Siempre la cruz y la
cocina? Yo sé que a usted le gusta trabajar por las Hermanas, y que
usted, querida madre, no lamenta nada por cuidarlas; hágalo
siempre; es Jesús quien sufre, es Jesús quien tiene hambre, es Jesús
quien tiene sed, entréguesele siempre con gozo y amor. Sea
paciente, sea pacientísima. Yo quisiera que usted pudiera leer
cuánto amo yo a mi mamá de la cocina; si yo fuera un pequeño
pajarito yo iría a abrazarla y a ayudarle a trabajar. Adiós querida
hermana, yo no olvido su familia. Ore por mí, su pequeña hermana.
María de Jesús Crucificado r.c. ind.
Querida, yo no tengo sino un deseo que me consume, uno sólo: ¡Ir
a Jesús! (Carta N° 81, 29 de Enero de 1877)
Madre mía, tenga presente que yo no sufro pruebas de parte de las
criaturas sino de mi propia parte, yo pienso no poder soportarme a
58
mí misma, yo estoy tan desanimada, me parece que por eso yo me
voy al infierno, pero yo espero en Dios… HÁGASE. Ore por mí.
(Carta N° 4,5 de Agosto de 1869)
Yo no me desanimo, yo espero en Dios, porque Dios busca siempre
al pecador para convertirlo. Es verdad, mi Padre, que yo soy
demasiado orgullosa, yo no lo conocía todavía como al presente y
yo sé que Dios me esconde cuánto lo soy realmente para que yo no
me desanime. Mi Padre, yo tengo un Buen Maestro, yo nunca he
pedido nada al Señor que Él me haya rehusado, siempre me
escucha. (Carta N° 5, 6 de Agosto de 1869)
… Yo pienso con frecuencia que yo no tengo miedo de Satán; no
tengo miedo más que de mí misma, de mi debilidad. Si caminando
al cielo, la tierra, todo grita contra mí; yo no temería nada, si yo
cerrara mis dos oídos. He aquí a mi parecer, lo que son estos dos
tapones: en el primer oído es la verdad. ¿Cómo llamar la verdad?
Esto quiere decir, la humildad. En el segundo, es la obediencia. Si
yo quito estos dos tapones de mis oídos por el orgullo y la voluntad
propia, yo caigo en cualquier hoyo y me pierdo. Pero si yo tengo
por estas dos virtudes mis oídos cerrados, lo que quiere decir,
menospreciando mi imaginación, yo iré derecho a Jesús; ni el agua,
ni el fuego, ni las cavernas negras, ni las montañas ásperas, ni
Satán, ni el infierno, nada podrá detenerme ni impedirme de ir a
Jesús. (Carta N° 8, sin fecha, 1869)
Yo he tenido muchas caídas, pero todas mis faltas servirán, a pesar
de todo, para hacer resplandecer vuestra Misericordia. Los pueblos
lo verán y alabarán vuestro Nombre. Ellos bendecirán por estas
obras vuestra bondad y vuestra sabiduría. Sois Vos quien da al
hombre la ciencia y la inteligencia para alabaros y bendeciros.
¡Loado seáis! Que seáis conocido, que seáis amado, que seáis
bendito por todas vuestras obras, pero sobre todo, por vuestra
Misericordia. (Texto sin fecha, que sigue a la carta sin N°, fechada
del 11 de mayo de 1870)
59
Yo no temo nada, yo soy pequeñita. Yo siento que el buen Dios me
ama, yo soy su criatura, su niña; todo el mundo tiene piedad de
quien es débil y de quien Dios ama… Me parece que el mismo
demonio sería forzado a tener piedad de mí si yo fuese al infierno,
él no podría hacerme ningún mal porque el Buen Dios me ama.
¡Pobre Madre!… Pero no hay que lamentarse, el Buen Dios ha
permitido todo esto desde toda la eternidad.
(Carta N° 12, Julio de 1871)
Yo espero que en el cielo yo estaré con usted, aunque yo sea tan
mala; el Buen Dios me ha sacado de un abismo tan inmenso sobre
la tierra, que ahora mi esperanza es más grande que la mar; sí, de
Dios yo lo espero todo. (Carta N° 16, 4 de Octubre de 1871)
Yo quiero con toda mi alma, que todo el mundo desee el bien, pero
el temor y el miedo sobrecogen a todo el mundo; la desconfianza
de unos con otros hace que uno tema ser traicionado.
(Carta N° 36, 10 de Enero de 1875)
Vengo de prisa a escribirle para enviarle la carta. Yo siento que
nosotros estamos en un mal momento, dentro de una tiniebla y un
precipicio sin fuego; pero, no tenga ninguna tristeza por nosotros,
Dios nos guardará. (Carta N° 71, 1 de Septiembre de 1876)
¡Hacen falta las tinieblas para apreciar el día! No se desanime si no
puede arrendar la casa, es su turno de padecer. Dios le resarcirá de
otra manera. Yo sé que usted no quiere nada sino por Él y Él lo
arreglará todo. (Carta N° 98, 23 de Septiembre de 1877)
Adiós, querido Padre, no olvide que el Espíritu Santo ama la
prudencia. (15 de Julio de 1875)
Pero en cuanto a usted, bienamada hermana, sea bien pequeña, sea
bien pequeña, yo se lo repito todavía… Eso no es suficiente para
que nuestra familia sea santa, pero es necesario que nosotras
60
hagamos esto y que lo hagamos con todas nuestras fuerzas y Dios
no pide más que nuestra voluntad. Yo creo que usted quiere con
toda su voluntad y su alma ser de Dios, y no creo equivocarme;
pero yo le repito sea pequeñita a sus ojos y a los de todo el mundo
para que sea grande a los ojos de Nuestro Creador; es Él quien
fortalece a los justos y hace salir el agua de las rocas: ¡qué milagro
más grande que Jesús esté en medio de nosotros! Dios con
nosotros, y nosotros no creemos; ay de mí, con nuestra fe debilitada
herimos el Corazón de Jesús. Ah, la paciencia sobre todo es un
gran don, yo lo puedo decir. Usted tiene buena necesidad de
paciencia, de dulzura y de vigilancia dentro de su casa. Yo debo
también repetirle por segunda vez, el mundo está corrupto. Usted
debe también representarse las almas expuestas en el mundo; mire
cómo los pájaros, están sobre las ramas más finas, más delicadas,
expuestos al viento; y los pájaros pueden volar. Pero nosotras sólo
por la fe, ya que nuestras alas son la fe en Dios. Repetir
frecuentemente: Señor es sólo a Vos a quien me confío, Vos tenéis
todo el universo y todas las criaturas entre vuestras manos.
(Carta N° 20, Marzo de 1893)
Yo estaba agobiada, cuerpo y alma, como condenada a muerte,
enferma en una prisión de donde yo no podía escaparme, me
parecía que era el fin para mí; yo no puedo explicar lo que sufría.
Durante tres horas yo me hice la hipócrita, yo reía y equivocaba a
todo el mundo por no dejar conocer mi estado; yo no podía ni
siquiera levantar los ojos al cielo para decir: Señor ten piedad de
mí. Yo no podía tener ni un pensamiento de que había un Dios
(…). Yo sentí una voz dentro de mi corazón decir: levanta los ojos
al cielo. Entonces yo invoqué al Espíritu Santo y de repente yo fui
inspirada y dije al Señor: Vuestro Amor y el odio del pecado, Mi
Dios, vuestro Amor y el odio del pecado (…) Señor, Vos que sois
el Padre del huérfano, ten piedad de mí. Vos que sois el juez de las
viudas -después lloré diciendo - Señor, socórreme; y yo repetí
todavía esta oración: Dios mío, vuestro Amor y el odio del pecado;
durante media hora, hasta la oración. Durante la oración yo no
podía hacer otra cosa que repetir esta plegaria que me daba una
61
gran paz; salí un poco antes del fin de la oración. Yo fui a la celda,
fatigado el cuerpo y el alma. Yo tenía una gran necesidad de Jesús,
me adormilé un poco y no podía escucharme hablar ni nada.
Entonces, dormí y soñé, pero al mismo tiempo me parece que
velaba y sentía un Amor de Dios tan grande que mi corazón iba a
estallar, me parecía que iba a morir de Amor. Había sufrido tanto
toda la jornada, tanto, pero todavía más grande era mi gozo, me
sentía con tanta confianza en ese momento que yo no puedo darle
cuenta de todo lo que dije a Dios; me parece que sería imposible
vivir si uno experimentara siempre un Amor de Dios tan fuerte.
Veía, que siendo yo el hijo "podrido" de Dios, yo que tengo tantos
pecados, Él me los perdona siempre. Y pasé la noche en la paz.
¡Qué buena noche yo pasé! Yo me decía, si los pecadores
conociesen al Buen Dios, no le ofenderían jamás.
(A lápiz. Diciembre 11 de 1869)
No crea que yo les esconderé nada a Usted y al Padre. Yo se lo
digo todo. Dios en cuanto Uno (como dice el Padre) lo es por la
Eternidad. Solo por una cosa yo suspiro, es que Usted y el Padre
lleguen a ser santos; es toda mi ambición… Querida amiga, es
preciso que la obra de Dios sea combatida por la envidia; pero deje
las olas batirse contra las olas, los gallos con los gallos, los perros
con los perros. La ola terminará por quebrarse contra la ola; el gallo
por ser picado por el gallo; los perros por ser mordidos por los
perros; pero nosotras permanecemos unidas a Dios nuestro
Maestro. Decían que Él estaba loco, poseído del demonio; y yo me
siento feliz de que alguien diga alguna cosa contra usted querida
hermana, eso es señal de que Usted es semejante en algo a Jesús;
dejemos al mundo bromear y difamarla hasta que él se canse. Usted
sabe que en el juicio habrá que dar cuenta de cada palabra inútil,
pero en cuanto usted haga lo posible por no dar ocasión de hablar,
permanezcamos en paz. Un día, cuando comparezcamos delante
del Cordero sin mancha, El será nuestro Juez. ¿Qué quiere decir
esta palabra: mundo? Eso quiere decir: todo pasa. ¡Por usted,
querida, no se deje ir a la pena, deje al mundo hacer; a pesar de
62
todo vendría a hacerle desaires! (Carta N° 49, 3 de Octubre de
1875)
Su querida Crucificada, cuando le dije que yo iba a escribirle a
Usted, estaba feliz y me dijo: escucha, tú le dirás al querido Padre,
¡ánimo! que el Señor tomará su defensa, pero a condición de que él
se haga pequeño, bien pequeño; que Él no pide de él más que el
anonadamiento. Qué es esto, querido Padre, 20, 30 y 40 años de
sufrimientos, todo pasa, ¡ánimo! Feliz el corazón que sufre en
silencio… Durante la acción de gracias, ella dice muchas veces que
es necesario matar el “yo”; que Jesús no reinaba en un corazón
donde hubiera el “yo”, que el hombre no tenía dos corazones, que
él no tenía sino uno, de suerte que él no podía amar al “yo” y a
Jesús; que un alma que no tenía más el “yo” era humilde, dulce,
obediente, caritativa, y que lo contrario se encontraba en un alma
donde reinaba el “yo”. El alma que no está bajo la dominación del
“yo” está en la luz, todo es claro para ella; y el alma dominada por
el “yo” está en las tinieblas, todo es negro.” (Julio de 1876)
Yo escucho una voz hablar sin ver a nadie. Dios va a renovar la
tierra… Diga al Padre Lazare que se quede en su concha, que
permanezca anonadado y humillado. Cuando alguien tirare agua
sucia sobre él, que él no busque agua para lavarse, sino que porte
todas las suciedades… si él persevera en portar esta ropa sucia, el
Señor le dará el vestido nupcial; pero contando con que él permita
llevar sobre sí la ropa sucia. El no puede tener el vestido nupcial, la
ropa blanca, el traje de bodas, hasta que aquella ropa que está sobre
él esté gastada. Dígale sobre todo: cuando alguien le hable de
quienquiera que sea y de cualquier cosa que sea, que él no se
excuse, que él no se excuse en ninguna cosa, ni en ninguna manera,
que él consulte siempre y que prefiera el criterio de los otros al
suyo, porque él no está todavía en este camino. Aunque lo que él
piense sea verdadero y sea recto, el Señor prefiere de él, que él
entre en la idea de los otros, porque el Señor saca el fruto bueno del
estiércol.
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La vigilia y el día de Nuestra Madre Santa Teresa, ella tuvo largos
éxtasis. Imposible copiar todo, pero he aquí una parte de lo que ella
dijo: “A un rico, todos lo aman, le honran. El pobre es despreciado,
él no tiene nada; pero si él es humilde… ¿Quién es a quien el Señor
honra? Es al humilde… La humildad goza de ser despreciada, de
estar sin nada, ella no se ata a nada, no se disgusta por nada. La
humildad está contenta, dichosa, en todas partes dichosa, la
humildad se satisface con todo… la humildad lleva siempre al
Señor en su corazón… El orgullo todo lo pone fuera de sí mismo,
todo le cansa, le disgusta, le humilla. Al orgullo todo lo revuelca, lo
apena; él tiene la angustia en este mundo y en el otro… La
humildad tiene la alegría en este mundo y en el otro. La humildad
no presta atención a nada, ella esta feliz con todo… El Señor dice:
ved el gusano, a medida que se hunde en la tierra, en esa medida
crece; y al animalito en el aire uno lo aplasta. Para el gusano,
cuando viene el hielo la tierra es su calor; cuando viene el sol, la
tierra es su frescor… La humildad es el Reinado del Corazón de
Dios. Es necesario trabajar por la humildad, hace falta sembrar,
entonces Dios dona la humildad. No es necesario decir: da Señor,
no; sino sembrar y trabajar. Hay un hombre en una tierra baja, no
hay agua, él cava y encuentra agua… Un hombre tiene hambre, el
pide al cielo… y bien, que siembre y trabaje, y recogerá. Lo que
usted siembre cosechará. Usted siembra espinas, cosechará espinas;
usted siembra rosas, recogerá rosas; usted siembra trigo candeal
puro, usted cogerá trigo candeal…”
¡Ay de mí! ¡En la ciudad yo tengo fama de ser una santa! Dicen
que hay aquí una santa y que esa santa ¡soy yo! Dios mío,
¡ilumínalos a todos! Muchas personas piden verme y yo respondo
que no tengo el permiso, el Patriarca no lo quiere, y ellos dicen:
Vean que es verdad, hay una santa… ¡Si Jesús los escuchara!…
(Carta N° 82, Febrero de 1877)
La santidad no es la oración, ni las visiones, ni las revelaciones, ni
predicar bien, ni los cilicios, ni las penitencias. La santidad es la
humildad. La humildad posee la alegría en este mundo
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He aquí quien me ha consolado: teníamos un perro guardián, un día
cometió una falta y yo lo regañé, él agachaba solo un poco la
cabeza. Luego, cuando me dirigí al refectorio, el perro me siguió,
lo rechacé, pero él volvió, lo rechacé de nuevo, entonces se sentó
junto a la puerta y me esperó de tal manera que, logró
enternecerme. Entonces yo le di un pedazo de pan. Inmediatamente
pensé en la bondad de Dios hacia el alma que vuelve
insistentemente a Él como el perro regresaba a mí. Y sentí que a
Dios le es todavía más difícil no tener compasión de nosotros. Mi
corazón se deshizo y las penas desaparecieron.
A un Obispo que mostraba su curiosidad por los fenómenos
extraordinarios, le dice: “Monseñor, Jesús me encarga de decirte:
no te quedes en lo extraordinario”. Si vienen a decirte: La Santa
Virgen se aparece aquí o allá, o en aquel lugar hay un alma
extraordinaria... no vayas... no vale la pena... El Señor te dice:
Arráigate en la fe, en la Iglesia, en el Evangelio, pero si vas a
consultar esto y lo otro apoyándote en lo extraordinario, tu fe se
debilitará. Yo te digo de parte del Señor: Si te atienes a la fe, al
Evangelio, Él será siempre contigo y no te abandonará jamás...”
Tenía una vida que por todas partes desbordaba fenómenos
extraordinarios, y sin embargo, ella recomendaba a todo el mundo:
“Dios nos libre de semejantes estados extraordinarios, la fe nos
basta; en la fe no existe el orgullo. Valoro tanto la gracia de ser
pobre e ignorante, porque ésta me hace comprender la bondad, la
misericordia de Dios, Quien, siendo grande, quiere ocuparse de mí.
Me parece que si me encontrara en un estado extraordinario no
quisiera permanecer ni tres meses en la misma ciudad, recorrería
todo el mundo con tal de no ser conocida”.
Al Señor, a modo de salmo:
Báñame con tu escarcha.
Mi carne va en corrupción,
Y mis pies no pueden sostenerme
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Y mis manos ya no pueden moverse.
Mis nervios paralizados,
Mis huesos disecados
Y la médula de mis huesos es como humo contaminado…
Un salmo de contemplación:
¿Con qué puedo compararme, Señor?
Con los pajaritos implumes en su nido,
Si el padre y la madre no les dan su alimento
Mueren de hambre.
Así mi alma, Señor.
Sin Ti no tengo apoyo,
No puedo vivir.
¿Con qué me compararé, Señor?
Con un pequeño grano de trigo,
Sepultado en tierra.
Si el rocío no lo alimenta
Y el sol no lo calienta,
El grano se marchita y muere.
Pero si Tú lo regalas
Con la dulzura del rocío
Y el calor de tu sol,
De la pequeña semilla
Plena de linfa y de vigor,
Brotarán raíces,
Y germinará un tallo
Fuerte en frutos abundantes.
¿Con qué me compararé, Señor?
Con una rosa cortada,
Que al instante en la mano se marchita
Y pierde su aroma.
Pero unida a su tallo
Permanece fresca y brillante,
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Intacta en su aroma.
Guárdame en Ti, Señor,
¡Y comunícame tu Vida!
¿Con qué te compararé, Señor?
Con la paloma que proporciona alimento a sus pequeños,
Con una tierna madre
Que alimenta a su criatura.”
OH DIOS, PADRE DE MISERICORDIA Y DE TODA CONSOLACION,
QUE HAS CONDUCIDO A LA BEATA MARIA, HIJA HUMILDE DE
TIERRA SANTA, HASTA LA CONTEMPLACIÓN DE LOS MISTERIOS DE
TU HIJO, Y LA HAS HECHO TESTIGO DE LA CARIDAD Y DE GOZO
DEL ESPIRITU SANTO; CONCEDENOS, POR SU INTERCESIÓN, QUE,
PARTICIPANDO DE LOS SUFRIMIENTOS DE CRISTO, PODAMOS
EXULTAR DE ALEGRIA EN LA REVELACION DE TU GLORIA. AMEN.
(Nota: fue canonizada el 17 de mayo de 2015)
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