Avistamientos OVNI Poco Conocidos
Avistamientos OVNI Poco Conocidos
Avistamientos OVNI Poco Conocidos
Comprender el pasado nos puede ayudar a entender el presente y el futuro, por esto,
quiero seguir compartiendo con vosotros posibles avistamientos OVNI en la
antigüedad. Algunos casos de posibles avistamientos OVNI se pueden achacar a
meteoritos, pues las redacciones son escuetas o demasiado dirigidas a la explicación
del evento a fenómenos celestes, dejándonos siglos después poco margen a la
discrepancia. Como el testimonio de Gregorio Larrea, monje de Santa María de Fitero
en Navarra, quien publicó el 24 de julio de 1788 en la “Gaceta de Madrid” su
experiencia. La tarde‐noche del 21 de mayo de 1788 avistó lo que parecía un
meteorito, su relato dejó pasmados a los lectores de la época, poco acostumbrados a
leer eventos de este tipo (la transcripción conserva el castellano antiguo):
“Vióse a este tiempo correr una exhalación, que parecía realmente dirigir su curso
por encima de la extremidad oriental de este monasterio y pueblo de Fitero a altura
(según parecía) de 200 pies, la qual se disminuía a proporción que la exhalación
declinaba hacia la tierra. El principio de este cuerpo tan sumamente luminoso era
esférico, y su circunferencia a poco menos a nuestra vista que la que presenta la luna
al salir. Seguía una especie de cola, al parecer de más de dos o tres varas, toda ella
de una luz tan viva, que de todo el metheoro salía unas ráfagas de fuego muy
encendido, que despedía muchas chispas, las quales parecían caer sobre la tierra. El
resplandor provenido de este monstruo aéreo fue tan grande, que dexó
enteramente ofuscada la luz que comunicaba la luna, que se hallaba en los 26 grados
del signo de escorpión. A los cinco o seis minutos de haber pasado por este ciclo,
sintiose un olor semejante al que dexa el plomo al derretirse.”
Todo un relato con pelos y señales, muchos reportes modernos no dan tantos datos. El
testimonio de Gregorio Larrea puede entenderse como la entrada de un meteorito en
la atmosfera de la Tierra, pero también, guarda muchas similitudes con avistamientos
OVNI, objetos de gran tamaño que al entrar en la atmosfera han dejado una estela de
fuego. Un meteorito, a poco que nos fijemos en cualquier imagen de uno de ellos,
cuando ha entrado en la atmosfera terrestre crea una fuerte luz por la incandescencia,
la cual no te permite observarlo como para saber si es esférico o de cualquier otra
forma, en cambio, Gregorio escribió que era un cuerpo esférico. Sea como fuere, es un
relato magnifico, imposible de cotejar o determinar 230 años después.
Tenemos otros casos en los que la redacción del fenómeno observado está a medio
camino, ya que los dibujos que los acompañan dan rienda suelta a la interpretación.
Como el testimonio de Juan Francisco de Ayala Manrique, quien en su diario de 1730,
acompaña un dibujo de unas luces extrañas que se vieron sobre la iglesia de Nuestra
Señora de Atocha, en Madrid (España), en mitad del día.
Aquí el relato ya es más extraño, seis estrellas en formación paralela, con una luz que
iluminaba la fachada de una iglesia, que por muy brillante que sea una estrella, nunca
da luz como para iluminar nada. En el dibujo podemos observar dicha formación,
además, recoge como tres estrellas son más grandes o más iluminadas que las otras
tres. Hay que seguir buscando más textos de la época que puedan recoger este hecho,
aunque sea desde distintas ubicaciones, entre todos los relatos que se pudieran
conseguir podríamos arrojar más luz a este extraño suceso.
“a poco más de anochecer, se reparó al norte una mancha muy extendida encarnada,
formando en su centro como unas columnas o loma copuda de tierra labrada, lo que
causó extrañeza a todos y se avisó a Su Excelencia. Se observó que algo después quedó
sola una mancha sin aquellas ráfagas y que se iba disipando, pero luego volvió a
encenderse y extender la mancha y formó, como antes, las ráfagas encendidas con
otras muy claras y hermosas. Cuasi disipado todo, volvió a hacer otra mutación en una
grandísima y azulada luz agradable a la vista y, encima, la mancha de color de llama
extendida. Se fue disipando o retirándose hacia el poniente y, ya cuasi desaparecido,
volvió a descubrirse la gran mancha encendida que, al retirarse a dormir, cuasi se había
disipado”.