Mensaje Celam para El Día de Las Encíclicas Sociales y de La DSI

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MENSAJE DEL CELAM CON MOTIVO DEL DIA DE LAS ENCICLICAS

SOCIALES Y LA DOCTRINA SOCIAL DE LA IGLESIA

Bogotá, D.C., 15 de mayo de 2022

Celebramos el Día de las Encíclicas Sociales y la Doctrina Social de la Iglesia.


Se cumplen hoy 131 años desde que el Papa León XIII publicó la encíclica Rerum
novarum, sobre las cosas nuevas que estaba ocasionando la Primera Revolución
Industrial en la sociedad. Le preocupaba la migración del campo a la ciudad en busca
de mejores horizontes. Muchos campesinos dejaban atrás sus raíces, pero terminaban
aumentando los cinturones de pobreza de las ciudades. El Papa León XIII decía que
a los trabajadores con contratos desventajosos, con jornadas muy extensas, con
salarios miserables, “se les impone poco menos que el yugo de la esclavitud” (RN 1).

En la actualidad, cuando vivimos la entrada gradual a la Cuarta Revolución


Industrial en América Latina y el Caribe, observamos que alrededor del 80% de la
población vive en ciudades de más de 50.000 habitantes y que casi 29 millones de
personas buscan y no encuentran un empleo. Son personas que también hoy viven en
estado miserable, no pocas veces víctimas de trabajo esclavo, especialmente entre los
muchos millones de migrantes que ya no solo van del campo a la ciudad, sino de país
en país.

Se trata de una realidad que se parece mucho, en el fondo, a lo que ocurría hace
131 años. Vemos como unos pocos acumulan riqueza, mientras que miles de millones
observan con dolor las maravillas científicas, porque van siendo descartados de los
avances que ellos mismos, desde los lugares más sencillos, ayudan a gestar.
Especialmente en nuestra región, la riqueza, el poder, el acceso a la cultura, la
educación y la salud, se concentran en pocas manos. Se trata de una realidad violenta
que, como decía don Hélder Câmara, permite que en América Latina y el Caribe
“algunos no duermen porque tienen hambre y otros no pueden dormir por miedo a los
que tienen hambre”. ¡Esta situación clama al cielo!, ¡queremos que la nuestra sea una
región de hermanos y hermanas que comparten la riqueza producida, que alcanza para
que nadie viva en una condición indigna de los hijos de Dios!

La voz de la Iglesia, por lo mismo, sigue resonando en nombre de Nuestro Señor,


Jesucristo: llama a las conciencias para construir justicia, porque sin ella no hay paz.
Llama como madre y maestra: con cariño y con severidad. Cumple así con el encargo
que el propio Jesús le ha indicado, cuando pidió cuidar su pueblo “denles ustedes de
comer” (Mt 14: 13-21), construir su Iglesia.
Si calláramos, las piedras gritarían. La opción por los pobres se inscribe en la fe
cristológica, enseñó el Papa Benedicto XVI. “Todos los cristianos, también los
Pastores, estamos llamados a preocuparnos por la construcción de un mundo mejor.
De eso se trata, porque el pensamiento social de la Iglesia es ante todo positivo y
propositivo, orienta una acción transformadora, y en ese sentido es siempre un signo
de esperanza que brota del corazón de Jesucristo”, agrega Francisco (Cf. EG 183).

Esta enseñanza en muchos casos ha dado frutos abundantes. Los principios


aportados por los distintos Papas –e impulsados especialmente a través de la acción
de laicos y laicas– han inspirado parte de la legislación laboral y previsional, la
conceptualización de los derechos humanos, la promoción de procesos de paz en
muchos lugares del mundo. También el magisterio pontificio y el testimonio de tantos
obispos, sacerdotes, religiosas y religiosos, laicas y laicos han iluminado nuestro
peregrinar en Latinoamérica y el Caribe. Son numerosos los ejemplos sobre la defensa
temprana de los pueblos originarios, ya en tiempos de la conquista, hasta las demandas
de auténtica democracia en nuestros tiempos recientes y actuales.

La Doctrina Social de la Iglesia, que tiene su origen en el resguardo de la


dignidad de los trabajadores y en la necesidad de una mayor justicia social en América
Latina y el Caribe, se expresa actualmente en la defensa de los pueblos originarios y
la responsabilidad con el medio ambiente en la Amazonía; en la atención a los
migrantes en 650 puntos de apoyo distribuidos en nuestro continente; en la educación
de millones de niñas, niños y jóvenes para alcanzar mejor futuro; en millares de
personas que reciben atención sanitaria y compañía cuando su salud se deteriora, en
el cuidado de las víctimas del Covid 19. No sólo en ello, sino en una diversidad de
temas que se integran en el concepto de casa común, que tenemos que cuidar y hacerla
casa para todas y todos. De esta manera se encarna la enseñanza social de la Iglesia,
o como dice tan gráficamente el Papa Francisco, nos transformamos en ‘hospital de
campaña’.

Al mismo tiempo, y justamente por ello, porque se hace mucho y como Iglesia
estamos junto a los más pobres, es que sabemos que la tarea sigue siendo ¡inmensa!
Queda mucho más por hacer. Por ello en este día convocamos a todos a seguir
avanzando. Porque por nuestras calles y por nuestros campos transitan muchos Cristos
que necesitan de nuestra solidaridad, pero antes de justicia. Esta es una misión que
debemos seguir realizando junto a hermanos nuestros de otras vivencias religiosas y
personas de buena voluntad, con quienes debemos aprender a caminar juntos.
Pues bien, todo eso se inspira en una reflexión que parte de los principios
evangélicos y se nutre de los aportes de las ciencias, del saber y de la experiencia que
se hacen conocimiento. Nuestra enseñanza social es una disciplina que está en
permanente cambio y enriquecimiento, porque si bien los principios son los mismos,
la realidad cambia y se hacen necesarias respuestas nuevas. La Doctrina Social de la
Iglesia, como nos lo han dicho muchas veces los Papas, desde León XIII hasta
Francisco, es fundamento y estímulo para la acción. No es una teoría. Más aún, es “el
testimonio de amor de Cristo en medio de la sociedad” (Benedicto XVI).

En este día de las Encíclicas Sociales, de la Enseñanza Social de la Iglesia,


queremos encomendarnos a Nuestra Madre, María de Guadalupe, siempre servicial y
solidaria. Le pedimos que nos anime en la escucha y el discernimiento de los clamores
de los pobres y de la tierra para que con la enorme capacidad creativa de las personas
seamos capaces de ponerlos al servicio de la justicia y la paz. ¡Que nuestro Maestro
Jesús ilumine nuestro camino!

¡Paz y bien!

Mons. Miguel Cabrejos Vidarte, O.F.M.


Arzobispo Metropolitano de Trujillo, Perú
Presidente de la Conferencia Episcopal Peruana
Presidente CELAM

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