Psiquismo y Emociones
Psiquismo y Emociones
Psiquismo y Emociones
)
Dr. J. VILATÓ GÓMEZ
Director del Instituto Psiquiátrico de San Baudilio {Barcelonal. Académica C. ae la Real de Medicina
misma emoción más o menos duradera. Y aun, admitiendo una emoción fisiológica,
se le ha considerado como patológica cuando la desproporcIón entre la intenSIdad
del acontecimiento y la reacción del individuo, es evidente.
El Pro.±' DUPRÉ introdujo en psiquiatría el concepto de la «constitución emo-
tiva .. , señalando las manifestaciones, en su mayoría físicas, mediante las cuales
se traduce la dicha constitución y que resumiendo se pueden concretar en 10 si-
guiente: exageración refleja, hiperestesia sensitivo-sensorial, desequilibrio de reac-
ciones vasomotoras y secretoras, tendencia a espasmos de músculos lisos, temblor
en los músculos estriados, ansiedad, miedo, alegría o tristeza, etc.
Si comparamos estas manifestaciones' con Ías que casi al mismo tiempo su
,discípulo LOGR¡¡; atribuye a la «constitución anSlOsa" (2), no podemos CIcrtamente
hallar grandes diferenCIas, ya que el aspecto sindrómico es muy parecido y, dicho
sea de pasada, largamente estudiamos y consideramos esa constitución en un tra-
bajo titulado «La Ansiedad», que publicamos en la revista «BIOS" en el año 1926 (3)
.y en el que examinábamos detalladamente los caracteres de esa disposición cons-
titucional, .causa de presentación de psiconeurosis.
De todos modos la clasificación de constituciones psíquicas de DUPRÉ y LOGR¡¡;,
han ido desvirtuándose con el tiempo; digamos que todas ellas, constitución emo-
tiva, constitución imaginativa, ansiosa, mitómana, etc., tienen un denominador'
común,' la emotividad; y a parte el notable valor de 10 referente a la observación
-clínica e interpretativa patogénica, que es notable, es éste discutible como factor
etiológico, por lo que se refiere a estados constitucionales, habiéndose exagerado
indiscutiblemente el papel patógeno de la emoción y descuidado, en cambio, el
papel psicogenético que ésta representa
Todo estímulo externo que actúa sobre nuestro sensorio y que hace entrar en
vibración los centros receptivos de los sentidos, es evidente que es un fenómeno
físico, una energía cósmica, que al actuar sobre las terminaciones periféricas sen-
soriales, se convierte en eriergía nerviosa, en virtud de un complicado mecanismo,
'que no es éste el lug;ar de detallar; y esa corriente nerviosa así establecida sigue
un curso centrípeto o ascendente por medio de las vías nerviosas, hasta llegar a
los centros, donde, en virtud de una nueva transformación, se convierte en 'per-
cepcióm. Es materia de la Fisiología toda esta larga y complicada transmisión
y sucesivas transformaciones, mediante las cuales la sensación viene a ser una
percepción; y en este momento, cae fuera de nuestro objeto esa descripción. Pero
'destaca un becho ele suma importancia y que interesa hacer resaltar aquí. Y es
que la percepción, indiscutiblemente, tiene un origen físico y por misterioso que
sea el proceso mediante el cual la sensación se ha convertido en percepción, o mejor,
'en «apercepciónn, hemos de reconocer que lleva en sí una parte de energía cósmica .
(4-) E. PelJaube: La organización de la Memoria. Trad. J. Vilató. Re\'. de Cienc. Med. de'
Barcplona, '9' l.
Marzo de 1947 Aí'¡ALES VE MEDICINA Y CIRUGlA 175
Por eso hemos siempre afirmado' que el psiquismo es baluarte cerrado, a todo
lo externo, ya que, dada su naturaleza y su muy especial constitución, no puede
estar en tranca comunicación con el exterior, lo que representaría su inmediata
ruina. Ha de conservar su autónoma existencia. Y para que 10 externo en ella
penetre, para que un hecho venga a ser estado psíquico, y digámoslo en lenguaje
apropiado, para que el objeto, que es el contenido de la percepción, tome carta de
naturaleza en el pSlquismo, le precisa tener las características de todo hecho in-
terior, ya que todo lo intrapsíquico tiene una especial naturaleza propia de este
estado, pues el hecho de serlo ya constituye su condición.
Lo interesante sería saber de dónde procede ese poder moderador o inhibitorio
que atribuímos a la emoción.
(,) En lo que acabamos de decir d(~he advertirse. que a p"sar de es~ relación tan inti'TI:! entre lo
somátiro y lo psíquico en cuanto se retiere a es,s particuhres funciones no podemos arlmitir ese mo-
dl,rno concepto, hoy de actualidad lo llamado "psicosomático" que tienrle a considerar como una sóla
como la misma función lo psíquico y lo ,ómatico. Como ya muchas ,'eces hemos repetirlo, no es po-
sible unir ambas cosas en una sola actividad. El concepto de lo psíquico no permite esa unificación,
ni los hechos tampoco lo han demostrado.
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somática) sobre los que, en una evolución posterior u ontogénica, vendrán a con's-
tituirse esos esquemas aplicables a diferentes conocimientos adquiridos.
Hoy la física n~oderna ha desmentido el mito de las duerzas en potencia •. No
existen tales estados potenciales, lo que sólo puede ser aceptado en un terreno
metafísico. Lo que se llama fuerza en potencia, es una fuerza existente, una ener-
gía que si no se hbera es por estar neutralizada por otra fuerza, suponiendo un
equilibrio más o menos estable, pero siempre dominando una sobre otra, que por
la calidad o intensidad de la dominante, estará más pronta ~ surgir en ocasión
propicla y es la qm> considerábamos antes, en potencia.
De manera que esos núcleos a los que nos referimos, deben ser considerados
como disposiciones especiales de una modali.dad energética capaz de modificacio-
nes evolutivas.
Después de todo, la vida no es más que una continua transformación¡ de la
energía y la vida psíquica es también una continua transformación y liberación
energética que proviene de la creación del ser en el momento de la concepción,
a la par que la iniciación de la vida orgánica.
Los embriólogos nos han enseñado el desarrol1o de lo somático y cómo evolu-
5ionan las estructuras, pero muy poco nos dicen del oesarrollo de las funciones
y cómo se inician los procesos fisiológicos. Es de creer que una parte de la energía
evolutivaJ se emplea en la función orgánica y otra parte entretiene la función
psíquica y en tanto a la primera le rigen leyes físicas, la otra tiene el sobredo-
minio del Alma.
Sea como fuere, es indudable que existe una energía psíquica y que la regu-
lación de esa pa rticular en ergía es la emoción.
Así considerado el psiquismo, viene a ser un organismo inmaterial, inter-
mediario entre 10 somático y el Alma. La característica del psiquismo es la fun-
ción; las· privativas del Alma son las facultades.
Evidentemente, se ve que así concebida la emoción nos es mucho más fácil
comprender su patolo~ía. Desde luego nos situamos en un terreno más asequible
a la investigación. Nueslns ideas adquieren más soltura y los hechos se obser-
van, se controlan y se analizan c,m los habituales métodos a los que estamos acos-
tumbrados.
Si se nos dice que un indi vidüo presa de una emoción está pálido, tiene taqui-
cardia y sudores irías, que está inmovilizado o se agita con movimientos involun-
tarios y desordenados, etc., no nos están refiriendo más que las manifestaciones
externas de algo inlTapsíquico que no nos explican. Si el psiquiatra, en este caso,
nos habla de una emotividad exagerada, de una excesiva sensibilidad, de una
constitución predisponente, tampoco nos dice nada del trastorno intimo del pen-
samiento ni el por qué de las variaciones de la tensión afectiva.
No obstante, los psiquiatras han tenido la intuición de dar especial sentido
a deterl111nadas palabras; así por ejemplr1, nDS hablan de un estado em.otivo y de
un estado emocional; con la primera palabra se indica el estado de receptividad
o predlsposlción psíquica para recibir la percepción; con la segunda, la reacción
ocurrida, o conmoción producida por la percepción. De manera, que al admitir una
cierta predisp<,sición a la conmoción emotiva, se acepta tácitamente un cuantum
de tensión atectivo, susceptible de variaciones, según los individuos y según los
momentos.
Así tambiér., ha considerado una «timia., o estado de humor, que ha divi-
dido en tres aspectos: eufórico, disfórico y melancólico, como colorido de la emo-
tividad, indicando que esa tensión a que eludimos es variable no sólo en el sen-
tido de intcnsidad, sinD también de polarización. El nivel tensional vendría ex-
prf.satl0 por el grado de afectividad.
y para terminar, añadiremos que podríase considerar una larga lista de ca-
lificativos empleados en psiquiatría, con los que se expresan estados, grados y
modalidades diversas en los aspectos afectivos, todos ellos queriendo evidenciar
particulares ciréunstancias, con cada uno, pero que resultan esas denominaciones
expresión de ideas, que teniClld0 en el fondo una base común, quedaban disper-
sas y difíciles de conexiones entre sí, en tanto que con este nuevo concepto de
la emoción, se logra una relación o trabazón entre ellas, que uniformando los as-
pectos afectivos, quedan mejor explicados y mejor conocidos.
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