Apocalipsis 6-Caballo Bermejo

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APOCALIPSIS 6.

3,4: EL CABALLO ROJO



Cuando abrió el segundo sello, oí al segundo ser viviente, que decía: Ven y mira.  4  Y
salió otro caballo, bermejo; y al que lo montaba le fue dado poder de quitar de la tierra la
paz, y que se matasen unos a otros; y se le dio una gran espada.

INTRODUCCIÓN
Relación con el caballo blanco

El caballo rojo. Puesto que hemos estudiado ahora los pasajes que forman el contexto de
Apocalipsis 6, dirijamos nuestra atención al segundo caballo y su jinete. El segundo ´ser
viviente dice al segundo jinete, Ven y mira. Y salió otro caballo bermejo (o como de fuego
rojo); y al que lo montaba le fue dado poder de quitar de la tierra la paz, y que se matasen
unos a otros; y se le dio una gran espada (μάχαιρα)

Creemos que este caballo y su jinete se refieren a la persecución religiosa contra los
hijos de Dios más bien que a la guerra entre las naciones; que se refieren a la matanza y al
sacrificio más bien que al militarismo. Los creyentes son asesinados por causa de su
nombre. El caballo y su jinete pertenecen a la categoría de señales más directamente
relacionadas con los creyentes, es decir, la persecución que sufren de parte del mundo.

Exponemos los siguientes argumentos a favor de este punto de vista.

1. En primer lugar, esta explicación concuerda hermosamente con el contexto


inmediato. El segundo caballo sigue al primero, es decir, dondequiera que Cristo
entra por medio de su Evangelio, su Espíritu, etc., allí sigue la espada de la
persecución. Este pasaje concuerda también notablemente con Apocalipsis 10:9, Y
fui al ángel, diciéndole que me diese el librito. Y él me dijo: Toma, y cómelo; y te
amargará el vientre, pero en tu boca será dulce como la miel.
2. En segundo lugar, esta opinión se corrobora por el pasaje paralelo, Mateo 10:34:
“no penséis que he venido para traer paz a la tierra… sino espada (μάχαιρα). Porque
he venido para poner en disensión al hombre contra su padre, a la hija contra su
madre… y el que no toma su cruz y sigue en pos de mí, no es digno de mí. El que
halla su vida, la perder·; y el que pierde su vida por causa de mí, la hallará.
3. En tercer lugar, no debemos olvidar que leemos en nuestro pasaje y que se matasen
unos a otros. Este término no es el que Juan comúnmente usa para expresar el hecho
de matar o hacer guerra. En los escritos del apóstol Juan, con una sola excepción
(Ap. 13:3), esta palabra se refiere a la muerte de Cristo o a la ejecución de los
creyentes. A continuación, estos son todos los pasajes donde Juan usa esta palabra,
que en su forma verbal es muy peculiar de Juan. ´Caín… mató a su hermano (1 Juan
3:12): en este caso, es un hijo de Dios (Abel) el que fue asesinado. ´un Cordero
como inmolado (Ap. 5:6): en este caso, es Cristo en calidad de sacrificio por el
pecado. ´porque tú fuiste inmolado (Apocalipsis 5:9): en este caso, también la
palabra se refiere a Cristo. ´El Cordero que fue inmolado (Ap. 5:12): la referencia se
aplica claramente a Cristo. ´Las almas de los que habían sido muertos por la
palabra de Dios (Ap. 6:9): en este caso, la palabra se refiere a los creyentes.
´Cordero que fue inmolado (Ap. 13:8): la referencia se aplica a Cristo. ´Y en ella se
halló la sangre de los profetas y de los santos, y de todos los que han sido muertos
en la tierra (Ap. 18:24): la referencia se aplica claramente a los creyentes.
Por tanto, es probable que también en el único pasaje restante (Ap. 6:4) la referencia
principal se aplique a los creyentes. Parece que el pasaje se refiere a la persecución
religiosa y no a la guerra en general.

4. En cuarto lugar, leemos que cuando se abre el quinto sello, Juan ve ´las almas de
los que habían sido muertos por causa de la palabra de Dios. Aquí se nos dice
definitivamente que los que habían sido muertos, son creyentes. Habían sido
muertos por causa de la palabra de Dios. ¿No es razonable suponer que los que
vemos bajo el segundo sello siendo muertos, son los mismos que bajo el quinto
sello, habían sido muertos?
5. En quinto lugar leemos: ´Y se le dio una gran espada (májaira). La palabra
´μάχαιρα se usa en un sentido muy amplio, como puede observarse por medio de un
estudio de las Escrituras con la ayuda de una concordancia. Sin embargo, significa
estrictamente el cuchillo del sacrificio el instrumento natural para la matanza
mencionada. Es la palabra que se usa en la LXX, en Génesis 22:6, 10, en la historia
del sacrificio de Isaac donde también se usa la palabra, matar.

Finalmente, tengamos presente que en este libro el Señor Jesucristo se dirige a los
creyentes, los cuales cuando esta visión había sido dada, estaban siendo perseguidos hasta
la muerte. La matanza de creyentes era el problema más urgente que tenían, mucho más
que la guerra en general.

Cada vez que aparece el jinete montado sobre el caballo blanco, el Cristo, le sigue el
jinete montando el caballo bermejo (véase Mt. 5:10, 11; Lc. 21:12; Hch. 4:1; 5:17, etc.).

Piense, por ejemplo, en Esteban y Pablo, Publio y Policarpo, Perpetua y Felícita, en la


Inquisición y la Noche de San Bartolomé, Armenia, China, Corea del norte, los esposos
Stam (misioneros martirizados en la China). El jinete montado sobre el caballo bermejo no
pertenece a una era particular. No hay ni un solo siglo que no tenga su jinete montado sobre
el caballo bermejo: el mundo siempre persigue a la iglesia. Cristo siempre trae consigo la
espada. La paz es quitada de la tierra, Mt. 10:34, No penséis que he venido para traer paz a
la tierra; no he venido para traer paz, sino espada.

El color rojo se menciona varias veces en el Apocalipsis simbolizando el mal que lleva
al derramamiento de sangre, siendo la espada su instrumento. La gran espada es la
influencia que la codicia, la ira y la venganza usan para provocar persecuciones y guerras
hasta el fin del mundo. Esta despoja a la tierra de la paz y hace que los hombres se maten
unos a otros. Este jinete es la guerra en todas sus formas y la persecución contra los
cristianos en todas las épocas.
Tengo algunos amigos en otros países, celosos de su fe, cuyas vidas están en peligro, no
solo por ser cristianos comprometidos, sino porque pertenecen a una tribu determinada o
por la escasez de comida o de asistencia médica. Aquellos que no experimentamos este tipo
de pruebas las estaríamos afrontando de haber nacido en estos países; deberíamos hacer un
buen uso de las bendiciones que Dios nos ha dado para su reino, y honrar a nuestros
hermanos y hermanas, y orar por ellos. Una parte del mensaje de Apocalipsis es la
advertencia de que todos los cristianos han de estar preparados para sufrir. El sufrimiento es
desagradable; sin embargo, es casi universal, y hemos de estar preparados por afrontarlo. Es
también nuestra oportunidad para demostrar qué clase de personas somos. ¿Cuántos de
nosotros estamos dispuestos a aferrarnos a la gracia de Dios de la manera en que tienen que
hacerlo nuestros hermanos y hermanas en muchos países? Pero, en principio, los
sufrimientos de Apocalipsis 6 representan la decisión de Dios sobre el mundo que más
pretende vindicar al verdadero remanente de Dios que aplastarlo.

Las guerras nos recuerdan, por tanto, que nuestra “moderna civilización”, que tan a
menudo alude indignada a la “barbarie” de las culturas de la antigüedad (y de documentos
antiguos como la Biblia), sigue tan cautiva de la misma naturaleza humana pecaminosa
como en tiempos pasados. De hecho, podría describirse el siglo XX, del que se había
pronosticado que iba a ser el clímax de la civilización, como una tumba abierta: en la
Primera Guerra Mundial toda una generación de jóvenes europeos sembró con sus cuerpos
los campos de batalla, los seis millones de judíos de Hitler, los veinte millones de
ciudadanos soviéticos de Stalin, las decenas de millones de enemigos políticos y
campesinos que fueron víctimas del hambre bajo Mao, los dos millones de camboyanos que
murieron bajo Pol Pot, el millón de ruandeses tutsis masacrados a manos de los
interhamwe, y los millones de vidas pisoteadas durante los cuarenta años del gobierno del
apartheid, y hoy sigue y sigue la misma naturaleza pecaminosa del ser humano.

Sin embargo, gloria a Dios, porque el cuchillo del sacrificio o la gran espada ha sido
dada a este jinete. Todas las cosas están en las manos de Dios. El Cordero reina, y todos los
que han sido comprado con su sangre, enfrentado persecuciones, injusticias, indiferencias,
discriminación, burlas y la muerte, aunque parezca una paradoja, son más que vencedores
en Cristo Jesús, el Jinete que salió venciendo y para vencer.

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