Corpus Christi

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Pange lingua

Que proclame, gozosa, nuestra boca


el misterio del Cuerpo y de la Sangre
que el rey dejas naciones y los pueblos,
nacido de una Madre generosa,
derramó como predo y condició n
para salvar a todos los mortales.

Llegó para servir y darse a todos;


nació de una mujer inmaculada;
quiso ser uno má s; má s fue sembrando
la semilla y la luz de su palabra,
y remató su estancia entre nosotros
con una decisió n muy meditada.

Después de haber cenado con los suyos


en la noche que fue su despedida,
y, tras haber cumplido con los ritos
que la ley de la Pascua requeria,
se entregó a todos con sus propias manos
hecho alimento que nos da la vida.

Siendo Ella palabra que un día se hizo carne,


ahora, en su palabra, el pan nos convertía
en su divino cuerpa y, al mismo tiempo, el vino
también lo transformaba en su sangre divina.
(La mente no comprende milagro tan sublime,
pero la fe si explica tan honda maravilla).

Justo es que veneremos este gran sacramento


rindiéndole homenaje de sincero cariñ o,
y que la antigua ley de los viejos profetas
le den paso a este nuevo y portentoso rito.
Que la fe nos ayude e inunde con su luz
la oscuridad de nuestros limitados sentidos.

A Dios Padre, que habita las celestes alturas,


ya Quien bajó a la tierra, hecho Verbo Engendrado,
entonémosles cá nticos de alabanza y de gloria,
de hondo agradecimiento ante tan gran regalo.
Y al Espiritu Santo, que de los dos procede,
idénticos honores le sean tributados.

Tenía que partir pero quiso quedarse


bajo las apariencias propias del pan y el vino,
nos entregó su cuerpo, nos entregó su sangre
como signo y señ al de alimento divino.
Se entregó como amigo cuando vino a este mundo;
en el pan y en el vino se hizo nuestro alimento;
al morir en la cruz se convirtió en rescate,
y las puertas del cielo nos abrió como premio.

Oh, Salvador divino, por todos inmolado,


que las puertas del cielo de par en par nos abres,
rompe hoy las cadenas del odio y de las guerras
con la luz de la paz que brilla en tu mensaje.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espiritu Santo,


que son un solo Dios que nos protege y mima.
y que este Dios, que es Padre, nos dé la vida eterna,
y nos lleve a la estancia de la gloria divina.

**********************************
Verbum supemum.

La Palabra hecha carne, Jesucristo,


sin dejar su lugar junto a Dios Padre,
se embarcó en la aventura de venir a este mundo
a traernos a todos la luz de su mensaje.

Cuando uno de los suyos se decidió a entregarlo


a quienes maquinaban acabar con su vida,
El decidió entregarse a sus discípulos:
se quedó con nosotros... aunque se despedía.

**********************************
Ave verum

¡Gloria a Ti, cuerpo sublime


que engendró Virgen María!

¡Gloria a Ti, crucificado,


que tu cuerpo has inmolado
para darnos nueva vida!

¡Gloria al agua ya la sangre


que manó de tus heridas!

¡Seas Tú nuestro manjar


hasta el fin de nuestros días!
¡Oh Jesú s, piadoso y dulce,
Hijo de Virgen María!

6. Adoro te devote
Te adoro con devoción, Dios escondido,
oculto verdaderamente bajo estas apariencias.
A Ti se somete mi corazón por completo,
y se rinde totalmente al contemplarte.
Al juzgar de Ti, se equivocan la vista, el tacto, el gusto;
pero basta el oído para creer por firmeza;
creo todo lo que ha dicho el Hijo de Dios:
nada es más verdadero que esta palabra de verdad.
En la Cruz se escondía sólo la Divinidad,
pero aquí se esconde también la Humanidad;
creo y confieso ambas cosas,
y pido lo que pidió aquel ladrón arrepentido.
No veo las llagas como las vio Tomás
pero confieso que eres mi Dios:
haz que yo crea más y más en Ti,
que en Ti espere, que te ame.
¡Oh memorial de la muerte del Señor!
Pan vivo que das la vida al hombre:
concede a mi alma que de Ti viva
y que siempre saboree tu dulzura.
Señor Jesús, bondadoso Pelícano,
límpiame a mí, inmundo, con tu Sangre,
de la que una sola gota puede liberar
de todos los crímenes al mundo entero.
Jesús, a quien ahora veo oculto,
te ruego que se cumpla lo que tanto ansío:
que al mirar tu rostro cara a cara,
sea yo feliz viendo tu gloria. Amén.

7. Lauda Sion Salvatorem

Este himno, encargado por el Papa Urbano IV a Santo Tomás de


Aquino para el Oficio de la Solemnidad del Corpus Christi, es un canto
de alabanza del alma, simbolizada en Sión (Jerusalén), en la que se
admira y agradecen algunos aspectos de la maravillosa realidad de la
presencia de Cristo en la Eucaristía.

Alaba Sión a tu Salvador,


alaba a tu guía y pastor con himnos y cánticos.
Pregona su gloria cuanto puedas,
porque El está sobre toda alabanza,
y jamás podrás alabarle bastante.
El tema especial de nuestras alabanzas
es hoy el Pan vivo y que da la vida.
El cual se dio en la mesa de la sagrada cena
al grupo de los doce Apóstoles, sin ninguna duda.
Sea, pues, llena, sea sonora, sea alegre,
sea pura la alabanza de nuestra alma
pues celebramos el solemne día
en que fue instituido este divino banquete.
En esta mesa del nuevo Rey,
la Pascua nueva de la nueva Ley
pone fin a la pascua antigua.
Lo viejo cede ante lo nuevo, la sombra ante la realidad
y la luz ahuyenta la noche.
Lo que Jesucristo hizo en la cena
mandó que se haga en memoria suya.
Instruidos con sus santos mandatos,
consagramos el pan y el vino, en sacrificio de salvación.
Es dogma que se da a los cristianos,
que el pan se convierte en Carne, y el vino en Sangre.
Lo que no comprendes y no ves, lo atestigua una fe viva,
fuera de todo orden de la naturaleza.
Bajo diversas especies, que son accidente y no sustancia,
están ocultos los dones más preciados.
Su Carne es alimento y su Sangre bebida,
pero Cristo está todo entero bajo cada especie.
Quien lo recibe no lo rompe, no lo quebranta,
no lo desmembra: se recibe todo entero.
Recíbelo uno, lo reciben mil;
y aquél lo toma tanto como éstos,
pues no se consume al ser tomado.
Recíbenlo buenos y malos;
mas con suerte desigual de vida o muerte.
Es muerte para los malos, y vida para los buenos;
mira cómo un mismo alimento
produce efectos tan diversos.
Cuando se divida el Sacramento, no vaciles,
sino recuerda que Jesucristo está en cada parte
tan entero como antes en el todo.
No se parte la sustancia, se rompe sólo la señal;
ni el ser ni el tamaño se reducen de Cristo presente.
He aquí el Pan de los Ángeles, hecho viático nuestro;
verdadero pan de los hijos, no lo echemos a los perros.
Figuras lo representaron: Isaac fue sacrificado,
el Cordero Pascual, inmolado;
el maná nutrió a nuestros padres.
Buen pastor, Pan verdadero, ¡oh Jesús!, ten piedad.
Apaciéntanos y protégenos;
haz que veamos los bienes en la tierra de los vivientes.
Tú, que todo lo sabes y puedes,
que nos apacientas aquí siendo aún mortales,
haznos allí tus comensales.
coherederos y compañeros de los santos ciudadanos. Amén.
8. Oración del Ángel de Fátima

Dios mío yo creo, adoro, espero y os amo, os pido perdón por los
que no creen, no adoran, no esperan y no os aman. Santísima
Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, os adoro profundamente y os
ofrezco el precioso Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de nuestro
Señor Jesucristo, que se encuentra presente en todos los Sagrarios de
la tierra, y os lo ofrezco, Dios mío en reparación por los abusos,
sacrilegios e indiferencias con que Él es ofendido. Amén.

VI. CANTOS EUCARÍSTICOS

1. CANTEMOS AL AMOR DE LOS AMORES

Cantemos al Amor de los amores


Cantemos al Amor de los amores, cantemos al Señor.
¡Dios está aquí! Venid adoradores, adoremos a Cristo
Redentor.
¡Gloria a Cristo Jesús! Cielos y tierra bendecid al Señor,
honor y gloria a Ti, Rey de la gloria,
amor por siempre a Ti, Dios del Amor.

2. DUEÑO DE MI VIDA

Dueño de mi vida, vida de mi amor,


ábreme la herida de tu corazón.
1. Corazón divino dulce cual la miel,
Tú eres el camino para el alma fiel.
2. Tú abrasas el hielo, tú endulzas la hiel;
tú eres el consuelo para el alma fiel.
3. Corazón divino, ¡qué dulzura dan
de tu Sangre el vino, de tu Carne el pan!
4. Tú eres la esperanza del que va a vivir,
tú eres el remedio del que va a morir.
5. Corazón divino, Jesús, guíame;
si yerro el camino, enderézame.
6. Yo soy tu vasallo, tú serás mi juez;
cuando a mí juzgues, compadécete.
3. JESÚS VIVIR NO PUEDO

Jesús vivir no puedo lejos de Ti,


Jesús sin Ti me muero, ¡ay! ven a mí.
1. No puedo, Jesús mío, sin Ti vivir
cual flor que sin rocío se va a morir,
se morirá mi alma lejos de Ti.
2. De ti solo yo espero el bien sin par,
tu paz, que el mundo entero no puede dar;
por mí bajaste al suelo, ¡oh qué bondad!
3. Castígame, si quieres, soy pecador,
pero dame tu gracia, dame tu amor.
Y ven, ven a mi alma, dulce Señor.
4. Más que pecar, Dios mío, quiero morir;
quiero exhalar mi vida, Señor, por ti.
Por ti, que das tu sangre en la cruz por mí.
5. Oculto estás; mis ojos ¡ay! no te ven,
no te oigo ni te toco, mi dulce Bien.
Pero te adora mi alma, te ve mi Fe.
6. Oh Buen Pastor de mi alma, oh buen Jesús,
si yo de ti me aparto, dame tu luz.
Y atráeme al silbido de tu virtud.

4. OH BUEN JESÚS

1. Oh buen Jesús, yo creo firmemente


que por mi bien estás en el altar,
que das tu Cuerpo y Sangre juntamente
al alma fiel en celestial manjar.
2. Indigno soy, confieso avergonzado
de recibir la Santa Comunión;
Jesús que ves mi nada y mi pecado,
prepara Tú mi pobre corazón.
3. Oh buen Jesús Pastor fino y amante
mi corazón se abrasa en santo ardor;
si te olvidé hoy juro que constante
he de vivir tan solo de tu amor.
4. Dulce maná de celestial comida,
gozo y salud de quien te come bien,
ven sin tardar, mi Dios mi luz, mi vida;
desciende a mí, hasta mi pecho ven.

5. JESÚS AMOROSO

1. Jesús amoroso, el más fino amante,


quiero en todo instante sólo en Ti pensar.
Tú eres mi tesoro, Tú eres mi alegría,
Tú eres vida mía yo te quiero amar.
2. Oh Corazón dulce de amor abrasado,
quiero yo a tu lado por siempre vivir
y en tus llagas santas viviendo escondido
de amores herido en ellas vivir.

6. CERCA DE TI, SEÑOR

1. Cerca de Ti, Señor, yo quiero estar;


tu grande eterno amor quiero gozar.
Llena mi pobre ser, limpia mi corazón;
hazme tu rostro ver en la aflicción.
2. Mi pobre corazón inquieto está,
por esta vida voy buscando paz.
Mas sólo Tú, Señor, la paz me puedes dar;
cerca de Ti, Señor, yo quiero estar.
3. Pasos inciertos doy, el sol se va;
mas, si contigo estoy, no temo ya.
Himnos de gratitud alegre cantaré,
y fiel a Ti, Señor, siempre seré.
4. Día feliz veré creyendo en Ti,
en que yo habitaré cerca de Ti.
Mi voz alabará tu santo nombre allí,
y mi alma gozará cerca de Ti.

7. DE RODILLAS, SEÑOR, ANTE EL SAGRARIO

1. De rodillas, Señor, ante el Sagrario,


que guarda cuanto queda de amor y de unidad,
venimos con las flores de un deseo
para que nos las cambies en frutos de Verdad:
Cristo en todas las almas
y en el mundo, la Paz.
2. Como estás, mi Señor, en la Custodia,
igual que la palmera que alegra el arenal,
queremos que en el centro de la vida
reine sobre las cosas tu ardiente caridad:
Cristo en todas las almas
y en el mundo, la Paz.
3. Como ciervos sedientos que van hacia la fuente,
vamos hacia tu encuentro sabiendo que vendrás;
que el que la busca es porque ya en la frente
lleva un beso de paz.
4. Que las llamas gemelas de las almas amigas
se muevan, todas juntas, en único afán,
como el aire ha movido las espigas
que hicieron este Pan.
5. Tiradas a tus plantas las armas de la guerra
rojas flores tronchadas por un ansia de amar,
hagamos de los mares y la tierra
como un inmenso altar.

8. ACERQUÉMONOS TODOS AL ALTAR

Acerquémonos todos al altar que es la mesa fraterna del


amor,
pues siempre que comemos de este pan, recordamos la
Pascua del Señor.
1. Los hebreos en medio del desierto comieron el maná:
nosotros peregrinos de la vida, comemos este pan.
Los primeros cristianos ofrecieron su cuerpo como trigo:
nosotros, acosados por la muerte, bebemos este vino.
2. Como Cristo hecho pan de cada día se ofrece en el altar,
nosotros entregados al hermano, comemos este pan.
Como el cuerpo de Cristo es uno solo por todos ofrecido,
nosotros olvidando divisiones, bebemos este vino.
3. Como ciegos en busca de la aurora, dolientes tras la paz,
buscando tierra nueva y cielos nuevos, comamos este pan.
Acerquémonos todos los cansados, porque Él es nuestro
alivio,
y, siempre que el desierto nos agobie, bebamos este vino.

9. TE CONOCIMOS AL PARTIR EL PAN

1. Andando por el camino, te tropezamos, Señor,


te hiciste el encontradizo, nos diste conversación;
tenían tus palabras fuerza de vida y amor,
ponían esperanza y fuego en el corazón.
Te conocimos, Señor, al partir el pan,
Tú nos conoces, Señor, al partir el pan.
2. Llegando a la encrucijada, tú proseguías, Señor;
te dimos nuestra posada,, techo, comida y calor;
sentados como amigos a compartir el cenar,
allí te conocimos al repartirnos el pan.
3. Andando por los caminos, te tropezamos, Señor,
en todos los peregrinos que necesitan amor,
esclavos y oprimidos que buscan la libertad,
hambrientos, desvalidos, a quienes damos el pan.

10. TÚ ERES, SEÑOR, EL PAN DE VIDA

1. Mi Padre es quien os da verdadero Pan del cielo.


Tú eres, Señor, el Pan de vida.
2. Quien come de este Pan vivirá eternamente.
3. Aquel que venga a Mí no padecerá más hambre.
4. Mi Carne es el manjar y mi Sangre la bebida.
5. El Pan que yo daré, ha de ser mi propia Sangre.
6. Quien come de mi Carne mora en Mí y Yo en él.
7. Bebed todos de él, que es Cáliz de mi Sangre.
8. Yo soy el Pan de vida que ha bajado de los cielos.
9. Si no coméis mi Carne, no tendréis vida en vosotros.
10. Si no bebéis mi Sangre, no tendréis vida en vosotros.
11. Quien bebe de mi Sangre tiene ya la vida eterna.
12. Mi Cuerpo recibid, entregado por vosotros.

11. VASO NUEVO

Gracias quiero darte por amarme.


Gracias quiero darte yo a ti, Señor.
Hoy soy feliz porque te conocí.
Gracias por amarme a mí también.
Yo quiero ser, Señor, amado,
como el barro en manos del alfarero.
Toma mi vida, hazla de nuevo,
yo quiero ser un vaso nuevo.
Te conocí y te amé.
Te pedí perdón y me escuchaste.
Sí, te ofendí, perdóname, Señor,
pues te amo y nunca te olvidaré.
Yo quiero ser, Señor, amado...

HIMNO A JESÚS SACRAMENTADO


POR SANTO TOMÁS DE AQUINO
(Adoro te devote)

Te adoro con devoció n, Dios escondido, oculto verdaderamente bajo estas


apariencias. A Ti se somete mi corazó n por completo, y se rinde totalmente al
contemplarte. Al juzgar de Ti, se equivocan la vista, el tacto, el gusto; pero basta el
oído para creer con firmeza; creo todo lo que ha dicho el Hijo de Dios: nada es má s
verdadero que esta palabra de verdad. En la Cruz se escondía só lo la Divinidad,
pero aquí se esconde también la Humanidad; creo y confieso ambas cosas, y pido lo
que pidió aquel ladró n arrepentido. No veo las llagas como las vio Tomas pero
confieso que eres mi Dios: haz que yo crea má s y má s en Ti, que en Ti espere y que
te ame. ¡Oh memorial de la muerte del Señ or! Pan vivo que das vida al hombre:
concede a mi alma que de Ti viva y que siempre saboree tu dulzura. Señ or Jesú s,
bondadoso Pelícano, límpiame a mí, inmundo, con tu Sangre, de la que una sola
gota puede liberar de todos los crímenes al mundo entero. Jesú s, a quien ahora veo
oculto, te ruego que se cumpla lo que tanto ansío: que al mirar tu rostro cara a cara,
sea yo feliz viendo tu gloria. Amén.
__________

ORACIÓN DE SAN ALFONSO Mª LIGORIO [2]

Señ or mío Jesucristo, que por amor a los hombre está s noche y día en este
sacramento, lleno de piedad y de amor, esperando, llamando y recibiendo a
cuantos vienen a visitarte: creo que está s presente en el sacramento del altar. Te
adoro desde el abismo de mi nada y te doy gracias por todas las mercedes que me
has hecho, y especialmente por haberte dado tu mismo en este sacramento, por
haberme concedido por mi abogada a tu amantísima Madre y haberme llamado a
visitarte en este iglesia.

Adoro ahora a tu Santísimo corazó n y deseo adorarlo por tres fines: el primero, en
acció n de gracias por este insigne beneficio; en segundo lugar, para resarcirte de
todas las injurias que recibes de tus enemigos en este sacramento; y finalmente,
deseando adorarte con esta visita en todos los lugares de la tierra donde está s
sacramentado con menos culto y abandono.

__________

ORACIÓN AL SANTÍSIMO SACRAMENTO


DE SANTO TOMAS DE AQUINO

¡Oh, Santísimo Jesú s, que aquí sois verdaderamente Dios escondido; concededme
desear ardientemente, buscar prudentemente, conocer verdaderamente y cumplir
perfectamente en alabanza, y gloria de vuestro nombre todo lo que os agrada.
Ordenad, ¡oh Dios mío!, el estado de mi vida; concededme que conozca lo que de mí
queréis y que lo cumpla corno es menester y conviene a mi alma. Dadme, oh Señ or
Dios mío, que no desfallezca entre las prosperidades y adversidades, para que ni en
aquellas me ensalce, ni en éstas me abata. De ninguna cosa tenga gozo ni pena, sino
de lo que lleva a Vos o aparta de Vos. A nadie desee agradar o tema desagradar sino
a Vos. Séanme viles, Señ or, todas las cosas transitorias y preciosas todas las
eternas. Disgú steme, Señ or, todo gozo sin Vos, y no ambicione cosa ninguna fuera
de Vos. Séame deleitoso, Señ or, cualquier trabajo por Vos, y enojoso el descanso sin
Vos. Dadme, oh Dios mío, levantar a Vos mi corazó n frecuente y fervorosamente,
hacerlo todo con amor, tener por muerto lo que no pertenece a vuestro servicio,
hacer mis obras no por rutina, sino refiriéndolas a Vos con devoció n. Hacedme, oh
Jesú s, amor mío y mi vida, obediente sin contradicció n, pobre sin rebajamiento,
casto sin corrupció n, paciente sin disipació n, maduro sin pesadumbre, diligente sin
inconstancia, temeroso de Vos sin desesperació n, veraz sin doblez; haced que
practique el bien sin presunció n que corrija al pró jimo sin soberbia, que le edifique
con palabras y obras sin fingimientos. Dadme, oh Señ or Dios mío, un corazó n
vigilante que por ningú n pensamiento curioso se aparte de Vos; dadme un corazó n
noble que por ninguna intenció n siniestra se desvíe; dadme un corazó n firme que
por ninguna tribulació n se quebrante; dadme un corazó n libre que ninguna pasió n
violenta le domine. Otorgadme, oh Señ or Dios mío, entendimiento que os conozca,
diligencia que os busque, sabiduría que os halle, comportamiento que os agrade,
perseverancia que confiadamente os espere, y esperanza que, finalmente, os
abrace. Dadme que me aflija con vuestras penas aquí por la penitencia, y en el
camino de mi vida use de vuestros beneficios por gracia, y en la patria goce de
vuestras alegrías por gloria. Señ or que vivís y reiná is, Dios por todos los siglos de
los siglos. Amén.

__________

AL AMOR DE LOS AMORES JESÚS SACRAMENTADO


ORACIÓN DE SANTA TERESA DE LISIEUX

Sagrario del Altar el nido de tus má s tiernos y regalados amores. Amor me pides,
Dios mío, y amor me das; tu amor es amor de cielo, y el mío, amor mezclado de
tierra y cielo; el tuyo es infinito y purísimo; el mío, imperfecto y limitado. Sea yo,
Jesú s mío, desde hoy, todo para Ti, como Tú los eres para mí. Que te ame yo
siempre, como te amaron los Apó stoles; y mis labios besen tus benditos pies, como
los besó la Magdalena convertida. Mira y escucha los extravíos de mi corazó n
arrepentido, como escuchaste a Zaqueo y a la Samaritana. Déjame reclinar mi
cabeza en tu sagrado pecho como a tu discípulo amado San Juan. Deseo vivir
contigo, porque eres vida y amor.

Por só lo tus amores, Jesú s, mi bien amado, en Ti mi vida puse, mi gloria y porvenir.
Y ya que para el mundo soy una flor marchita, no tengo má s anhelo que, amá ndote,
morir.

1. "¡Cuan consoladores y suaves son los momentos pasados con este Dios de
bondad! ¿Está s dominado por la tristeza? Ven un momento a echarte a sus plantas,
y quedaras consolado. ¿Eres despreciado del mundo? Ven aquí, y hallaras un amigo
que jamá s quebrantara la fidelidad. ¿Te sientes tentado? aquí es donde vas a hallar
las armas má s seguras y terribles para vencer a tu enemigo. ¿Temes el juicio
formidable que a tantos santos ha hecho temblar? Aprovéchate del tiempo en que
tu Dios es Dios de misericordia y en que tan fá cil es conseguir el perdó n. ¿Está s
oprimido por la pobreza? Ven aquí, donde hallaras a un Dios inmensamente rico,
que te dirá que todos sus bienes son tuyos, no en este mundo sino en el otro".
Santo Cura de Ars, Sermón sobre el Corpus Christi. [Volver]

2. "Así como Jesucristo está vivo en el cielo rogando siempre por nosotros, así
también en el Santísimo Sacramento del altar, continuamente de día y de noche
esta haciendo este piadoso oficio de abogado nuestro, ofreciéndose al Eterno Padre
como victima, para alcanzarnos innumerables gracias y misericordias". San
Alfonso Mª. de Ligorio, Visitas al Stmo. Sacramento, 31. [Volver]

ORACIONES A JESÚS
EN EL SANTÍSIMO SACRAMENTO
Señ or mío Jesucristo, que por el amor que tenéis a los hombres, permanecéis de
día y noche en este Sacramento, lleno de misericordia y ternura, esperando,
llamando y acogiendo a todos los que vienen a visitaros, yo creo que está is aquí
presente. Os adoro desde el abismo de mi nada, os doy gracias por todos los
favores, y especialmente por haberos Vos mismo dado a mí en este Sacramento;
por haberme concedido a María vuestra propia Madre, como intercesora; y por
haberme llamado a visitaros en esta iglesia.

Yo saludo hoy a vuestro amadísimo Corazó n y deseo adorarle, en agradecimiento


por este grande don, en reparació n de todos los ultrajes que Vos mi amado Jesú s,
recibís en este Sacramento de vuestros enemigos.

Oh Jesú s mío, os amo de todo corazó n. Me arrepiento de haberos ofendido tantas


veces. Me propongo con vuestra gracia no ofenderos má s en adelante, y ahora,
aunque, estoy lleno de faltas e imperfecciones me consagro todo a Vos. Haced de
mi, lo que os agrade. Yo só lo os pido y só lo deseo vuestro santo amor, y la
perseverancia hasta el fin.

Os encomiendo también las almas del purgatorio, especialmente a aquellas que


han sido má s devotas del Santísimo Sacramento y de María Inmaculada.

Por fin, mi amado Salvador, uno todos mis afectos a los de vuestro amorosísmo
Corazó n, y los ofrezco a vuestro Padre Eterno, suplicá ndole que por amor a Vos, se
sirva aceptarlos y escucharlos. Así sea.

__________

SALUDO JESÚS SACRAMENTADO

Oh Jesú s, verdadero Dios y verdadero hombre, aquí presente en el Santísimo


Sacramento del altar, creo todo lo que Vos, mi Señ or, me habéis revelado.
Arrepentido de todos mis pecados, esperando en Vos que nunca permite que sea
confundido, agradeciendo por este don supremo, amá ndoos sobre todas las cosas
en este Sacramento de vuestro amor, adorá ndoos en el misterio profundo de
vuestra humildad, os manifiesto y hago patente todas las heridas y miserias de mi
pobre corazó n y os pido me deis todo lo que necesito y deseo. Pero tan solo os
necesito a Vos, oh Dios mío, tan solo os deseo a Vos, vuestra gracia y la gracia de
usar debidamente vuestras gracias, poseeros en esta vida y poseeros en la otra.

Bendito seá is, oh poder divino de vuestro paternal Corazó n, que aunque todo lo
podéis, sin embargo, no podíais darnos un don má s precioso que este Santísimo
Sacramento.

Oh Pan celestial, gran Sacramento, os adoro y os alabo en todo momento. (repítase


después de cada alabanza.)

Bendita seá is, oh Sabiduría del Verbo Divino, que todo lo sabéis y lo ordená is, y sin
embargo no sabíais prepararnos una comida má s exquisita, que este Santísimo
Sacramento.
Bendito seá is, oh Dios mío, que en vuestra inefable dulzura de amor os habéis
transformado en este pan para dá rosnos como el má s dulce manjar.

Bendito seá is, oh Dios mío, que habéis encerrado todos vuestros misterios en esta
humilde forma de pan terrenal. ¡Oh Trinidad Santísima!

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