Cicatrización en El Acto Quirúrgico
Cicatrización en El Acto Quirúrgico
Cicatrización en El Acto Quirúrgico
Herida aguda
Las heridas agudas son de corta evolución y se caracterizan por una
curación completa en un tiempo aproximado de 6 semanas, y están
causadas por un agente externo traumático.
Herida crónica
En cuanto a las heridas crónicas, suele haber un componente endógeno
principal, ya sea de origen metabólico o alguna enfermedad de base
produciendo un retraso en el tiempo de curación y una ausencia de
crecimiento de los tejidos, como; úlceras vasculares, úlceras diabéticas,
procesos neoplásicos… o iatrogénicas como las úlceras por presión.
La cicatrización de las heridas se puede dar de dos maneras:
Fisiología de la cicatrizació
Heridas agudas
El estudio morfológico de los lugares donantes de Injertos humanos y el uso de
modelos animales en Heridas agudas han permitido identificar tres grandes Etapas en
la cicatrización cutánea. Durante la primera Fase, que es de tipo vascular e
inflamatorio, se produce Un coágulo de fibrina en la herida y al mismo tiempo Llegan
células inflamatorias que garantizarán su limpieza Posterior. La segunda fase es la de
reparación de los Tejidos dérmico y epidérmico, que conduce a la epitelización de la
herida. La fase final, menos conocida, es la de remodelación de la matriz extracelular y
maduración de la cicatriz. Estas fases complejas se superponen en el tiempo.
Fase de maduración
La remodelación de la matriz extracelular pasa por una fase inflamatoria y proliferativa
que se prolonga dos meses después del cierre de la herida, y a la que sigue una fase de
regresión que puede persistir hasta dos años. Poco a poco, el tejido de granulación va
perdiendo fibroblastos mediante el fenómeno de la apoptosis, y aparece una
estructura más densa de colágeno, al mismo tiempo que la red vascular se organiza. La
contracción de la herida concluye hacia el 21.er día. En esa fecha se alcanza el máximo
contenido en colágeno, pero la resistencia de la cicatriz al estiramiento sólo es de
alrededor del 15% de la que observa en la piel normal. La remodelación de la matriz
incrementa de manera considerable la resistencia de la cicatriz, que alcanza el 80-90%
de su fuerza final hacia la 6.a semana. La fibronectina y el ácido hialurónico,
inicialmente necesarios para la emigración y la proliferación celular, sufren una lisis
progresiva y son sustituidos por colágeno, fibras elásticas y glucosaminoglucanos
(dermatán sulfato, condroitina 4 sulfato) que forman una matriz que posee mayor
resistencia a las fuerzas de tracción. Las colagenasas (MMP-1 y 8) y las gelatinasas
(MMP-2 y 9) y sus inhibidores (inhibidores tisulares de las metaloproteinasas, TIMP),
las proteasas sintetizadas por los fibroblastos, los polimorfonucleares y sobre todo los
macrófagos tienen una intervención importante en los fenómenos de remodelación de
la matriz [22], favoreciendo la lisis y la síntesis de nuevas moléculas de la matriz, mejor
orientadas. La edad, las fuerzas de tensión y la presión influyen en la síntesis y en la
organización de las moléculas de colágeno. Sin embargo, las cicatrices son siempre
menos resistentes y menos elásticas que la piel normal, en parte debido a un cierto
déficit de elastina y en parte a la relativa desorganización de la matriz extracelular
reconstruida.
Cicatrización en el feto
Durante los dos primeros tercios de la gestación la cicatrización cutánea es rápida en el
feto, sin formación de tejido de granulación ni signos inflamatorios, por lo que se
restituye una piel «sin cicatriz». Sin embargo, esta restitución ad integrum depende a
la vez de la edad gestacional y del tamaño de la herida. Los mecanismos responsables
de esta cicatrización «ideal» se han estudiado en modelos de animales pero siguen
siendo mal conocidos. El ambiente intrauterino no parece influir en la capacidad de
cicatrización como lo demuestran los experimentos de trasplante de piel adulta a
fetos. Una de las diferencias esenciales entre la cicatrización fetal y la del adulto es la
ausencia de la fase de inflamación aguda. Las diferencias en la composición de la
matriz extracelular entre el adulto y el feto son importantes y pueden influir en la
migración, proliferación y diferenciación de las células y, sobre todo, en la arquitectura
y la organización de las fibras de colágeno. El ácido hialurónico, abundante en la
dermis fetal, inhibe la agregación plaquetaria en la fase inicial de la cicatrización, con lo
que disminuyen la liberación de factores de crecimiento en la herida y la fase
inflamatoria. Su degradación en algunos modelos experimentales se asocia también a
la evolución hacia un tipo de cicatrización fibrosa en el feto.
Durante la cicatrización fetal en la rata, la ausencia de cicatriz se asocia a un aumento
de la síntesis de determinadas metaloproteinasas (MMP-1, 9 y 14) y a una disminución
relativa de los TIMP, lo que favorece el recambio de la proteínas de la matriz y la
migración de las células fetales. Además, la síntesis de la matriz de colágeno es más
rápida que en el adulto y no se producen depósitos excesivos ni desorganización de las
fibras, con una relación entre los colágenos III y I que disminuye a lo largo de toda la
gestación. Las células fetales pueden responder normalmente al TGF b y al PDGF, que
poseen propiedades fibrogénicas, pero estos factores de crecimiento, que se liberan
sobre todo en la fase vascular e inflamatoria de la cicatrización, son relativamente
escasos in vivo tanto en el suero como en las heridas de los fetos. En fechas más
recientes se ha demostrado en la rata que la cicatrización fetal sin cicatriz se asocia a
una notable disminución de la producción de KGF 1 y 2 y del receptor de bFGF. La
excepcional capacidad de las células fetales para multiplicarse y ser toleradas por el
receptor ya ha encontrado una primera aplicación clínica en el tratamiento de las
quemaduras de niños con sustitutivos de piel realizados a partir de células cutáneas
fetales alogénicas.
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Cicatrización en el anciano
Los estudios realizados en animales y en el ser humano indican que el envejecimiento
se asocia a trastornos de la cicatrización. No existe ningún modelo animal
estandarizado para el estudio de la cicatrización en el anciano. La morfología de la piel
cambia con la edad, con disminución del espesor de la dermis, del número absoluto de
células y del número de folículos pilosos en fase de anágeno, aplanamiento de la unión
dermoepidérmica y desorganización de la microcirculación. Los estudios que se
efectúan en el ser humano deben tener en cuenta los factores asociados al
envejecimiento, las alteraciones múltiples y en concreto la toma de medicamentos que
puedan influir también en la cicatrización. La capacidad para la cicatrización y su
calidad dependen a menudo de las enfermedades concurrentes. Varios estudios
llevados a cabo con voluntarios han demostrado una disminución de la velocidad de la
epitelización en los ancianos sanos en relación con la que se observa en personas
jóvenes, en el caso de heridas superficiales o de ampollas de succión [30, 31]. Se
produce un retraso tanto en la fase inflamatoria como en la de epitelización [29-32].
En general, la cicatrización en los ancianos parece caracterizarse por una disminución
de la respuesta inflamatoria. El número de células inflamatorias en la fase inicial de la
cicatrización no disminuye, pero varios estudios han mostrado una modificación de la
relación entre macrófagos maduros e inmaduros y una reducción de su capacidad para
la fagocitosis, junto con un aumento de la infiltración por polimorfonucleares
neutrófilos. Las capacidades de emigración, proliferación y síntesis de fibroblastos son
menores en los ancianos que en las personas más jóvenes, lo que se traduce in vivo en
una disminución del número de fibroblastos que colonizan la herida y una menor
cantidad de colágeno y de fibronectina tanto en la piel normal como en las heridas
agudas y crónicas de los ancianos.
También se ha observado una reducción de la capacidad celular para producir o
responder al EGF, el KGF, al PDGF y al TGF b1 in vitro sobre los fibroblastos obtenidos
de donantes de edad avanzada e in vivo en los animales viejos. En un modelo murino
de herida aguda se ha observado una gran alteración de la expresión de EGF y de su
receptor con la edad. Es probable que estas alteraciones fenotípicas participen en el
retraso de la síntesis de colágeno, la angiogénesis y la epitelización que se observa en
los ancianos. La síntesis de colágeno es menor en los ancianos que en las personas
jóvenes, pero parece que el colágeno está mejor organizado, con lo que a menudo la
cicatriz es menos visible que en los jóvenes y sólo en casos excepcionales se forman
queloides. Al mismo tiempo, la actividad proteolítica mediada por las
metaloproteinasas MMP-2 y 9 aumenta in vivo durante la cicatrización de las heridas
agudas del anciano. Los estudios retrospectivos y prospectivos realizados en el ser
humano parecen indicar que la resistencia mecánica de las cicatrices de incisiones es
menor en el anciano.
Cicatrización excesiva
Los queloides son seudotumores cutáneos intradérmicos fibrosos, exuberantes, con
extensiones en «patas de cangrejo» (Fig. 4) y que, por desgracia, recidivan tras la
extirpación quirúrgica. Se diferencian de las cicatrices hipertróficas en que éstas se
limitan a la zona traumatizada, no muestran extensiones y tienden a la regresión
espontánea. Al principio el aspecto del queloide es similar al de una cicatriz
hipertrófica (cicatriz gruesa, eritematosa), pero sigue evolucionando después de 6
meses. Se producen en heridas quirúrgicas, traumatismos, quemaduras o simples
reacciones inflamatorias.