Hempel. 1
Hempel. 1
Hempel. 1
hipótesis que le habían sido sugeridas como respuestas posibles. Ahora bien, cómo, una vez propuesta,
¿se contrasta una hipótesis?
Hay ocasiones en que el procedimiento es simplemente directo. Esas hipótesis están en conflicto con
hechos fácilmente observables. Pero lo normal es que la contrastación sea menos simple y directa.
Semmelweis utiliza un método indirecto de contratación. Se pregunta a sí mismo:
- ¿Qué efectos observables -si los hay- se producirían en el caso de que la hipótesis fuera
verdadera?
- Si la hipótesis fuese verdadera, entonces un cambio apropiado en los procedimientos iría seguido
de un descenso en la mortalidad.
Comprueba mediante un experimento muy simple si se da esta implicación; se encuentra con que es
falsa, y, en consecuencia, rechaza la hipótesis
La contrastación está basada en un razonamiento que consiste en decir que: si la hipótesis H, es
verdadera, entonces se producirán, en circunstancias especificadas, ciertos sucesos observables. Entonces
también I es verdadera, siempre que I sea un enunciado que describe los hechos observables que se
esperase produzcan.
I se infiere de, o está implicado por, H; y llamemos a I una implicación contrastadora de la hipótesis H.
Los experimentos mostraban que la implicación contrastadora era falsa, entonces, se rechazaba la
hipótesis. El razonamiento que llevaba a ese rechazo podría esquematizarse del siguiente modo:
Toda inferencia de esta forma, modus tollens , es deductivamente válida; es decir, que si sus premisas
son verdaderas, entonces su conclusión es verdadera también. Por tanto, si las premisas de (2a) están
adecuadamente establecidas, la hipótesis H que estamos sometiendo a contrastación debe ser rechazada.
Así, pues, el hecho de que una implicación contrastadora inferida de una hipótesis resulte ser verdadera,
no prueba que la hipótesis lo sea también. Incluso en el caso de que hayan sido confirmadas mediante
contrastación diversas implicaciones de una hipótesis, puede la hipótesis ser falsa. Entonces:
Que se dé un resultado favorable en todas las contrataciones que hagamos, no proporciona una prueba
concluyente de la hipótesis no debe inducirnos a pensar siempre el resultado será favorable. Porque cada
una de esas contrataciones podía muy bien haber dado un resultado desfavorable y podía habernos llevado
al rechazo de la hipótesis.
Una serie de resultados favorables obtenidos, contrastando distintas implicaciones contrastadoras (I1, I2,
..., In...) de una hipótesis, muestra que, en lo que concierne a esas implicaciones concretas, la hipótesis ha
sido confirmada; y si bien este resultado no supone una prueba completa de la hipótesis, al menos le
confiere una cierta corroboración o confirmación parcial de ella. El grado de esta confirmación dependerá
de diversos aspectos de la hipótesis y de los datos de la contrastación.
Hemos examinado algunas investigaciones científicas en las cuales, ante un problema dado, se
proponían respuestas en forma de hipótesis, que luego se contrastaban derivando de ellas las apropiadas
implicaciones contrastadoras, y comprobando éstas mediante la observación y la experimentación.
Pero, ¿cómo se llega en un principio a las hipótesis adecuadas? Esas hipótesis se infieren de datos
recogidos con anterioridad por medio de un procedimiento llamado inferencia inductiva
En una argumentación deductivamente válida, la conclusión está relacionada de tal modo con las
premisas que si las premisas son verdaderas entonces la conclusión también lo es.
Si p, entonces q.
No es el caso que q.
________________
No es el caso que p.
Estas argumentaciones van de lo general a lo particular. Sin embargo, se dice a veces que, por el
contrario, las inferencias inductivas parten de premisas de casos particulares y llevan a una conclusión
general. Pero, en este caso, la verdad de las premisas no garantiza la verdad de la conclusión.
Por esta razón, con frecuencia se dice que las premisas de una inferencia inductiva implican la
conclusión sólo con un grado más o menos alto de probabilidad, mientras que las premisas de una
inferencia deductiva implican la conclusión con certeza.
En la investigación científica la inferencia inductiva, que parte de datos recogidos con anterioridad,
conduce a principios generales apropiados.
En lo que se refiere a los procesos lógicos de su pensamiento, el proceso sería el siguiente:
1. En primer lugar, se observarían y registrarían todos los hechos, sin seleccionarlos ni hacer
conjeturas a priori acerca de su relevancia.
2. En segundo lugar, se analizarían, compararían y clasificarían esos hechos observados y
registrados, sin más hipótesis ni postulados que los que necesariamente supone la lógica del
pensamiento.
3. En tercer lugar, a partir de este análisis de los hechos se harían generalizaciones inductivas
referentes a las relaciones, clasificatorias o causales, entre ellos.
4. En cuarto lugar, las investigaciones subsiguientes serían deductivas tanto como inductivas,
haciéndose inferencias a partir de generalizaciones previamente establecidas.
Sin embargo, esta concepción inductivista estrecha de la investigación científica es insostenible porque:
1. En primer lugar, una investigación científica, tal como ahí nos la presentan, es impracticable. Ni
siquiera podemos dar el primer paso, porque para poder reunir todos los hechos tendríamos que
esperar hasta el fin del mundo; y tampoco podemos reunir todos los hechos dados hasta ahora,
puesto que éstos son infinitos tanto en número como en variedad.
Pero cabe la posibilidad de que lo que se nos exija en esa primera fase de la investigación
científica sea reunir todos los hechos relevantes. Pero ¿relevantes con respecto a qué? Esta
noción no está todavía clara. El tipo concreto de datos que haya que reunir no está determinado
por el problema que se está estudiando, sino por el intento de respuesta que el investigador trata
de darle en forma de conjetura o hipótesis. Los hallazgos empíricos sólo se pueden cualificar
como lógicamente relevantes o irrelevantes en referencia a una hipótesis dada, y no en referencia
a un problema dado.
Supongamos que se ha propuesto una hipótesis H como intento de respuesta a un problema
planteado en una investigación: ¿qué tipo de datos serían relevantes con respecto a H? Un dato
que hayamos encontrado es relevante con respecto a H, si el que se dé o no se dé se puede inferir
de H
En resumen: la máxima según la cual la obtención de datos debería realizarse sin la existencia de
hipótesis antecedentes, que sirvieran para orientarnos acerca de las conexiones entre los hechos que se
están estudiando, es una máxima que se autorrefuta, y a la que la investigación científica no se atiene. Al
contrario: las hipótesis, en cuanto intentos de respuesta, son necesarias para servir de guía a la
investigación científica. Esas hipótesis determinan, entre otras cosas, cuál es el tipo de datos que se han
de reunir en un momento dado de una investigación científica.
Estas reflexiones críticas sobre los dos primeros estadios descartan la idea de que las hipótesis aparecen
sólo en el tercer estadio, por medio de una inferencia inductiva que parte de datos recogidos con
anterioridad
La inducción se concibe a veces como un método que, por medio de reglas aplicables mecánicamente,
nos conduce desde los hechos observados a los correspondientes principios generales. Así, las reglas de la
inferencia inductiva proporcionarían cánones efectivos del descubrimiento científico
Se podrían arbitrar procedimientos mecánicos para «inferir» inductivamente una hipótesis sobre la base
de una serie de datos en situaciones especiales, relativamente simples. Los procedimientos mecánicos
para la construcción de una hipótesis juegan tan sólo un papel parcial, pues presupone una hipótesis
antecedente, menos específica a la que no se puede llegar por el mismo procedimiento.
No hay, por tanto, «reglas de inducción» generalmente aplicables por medio de las cuales se puedan
derivar o inferir mecánicamente hipótesis o teorías a partir de los datos empíricos. La transición de los
datos a la teoría requiere imaginación creativa. Las hipótesis y teorías científicas no se derivan de los
hechos observados, sino que se inventan para dar cuenta de ellos. Son conjeturas relativas a las
conexiones que se pueden establecer entre los fenómenos que se están estudiando, a las uniformidades y
regularidades que subyacen a éstos.
El esfuerzo inventivo requerido por la investigación científica saldrá beneficiado si se está
completamente familiarizado con los conocimientos propios de ese campo. Sin embargo, los procesos
mediante los que se llega a esas conjeturas científicas fructíferas no se parecen a los procesos de
inferencia sistemática.
La imaginación y la libre invención juegan un papel de importancia similar en aquellas disciplinas cuyos
resultados se validan mediante el razonamiento deductivo exclusivamente. Porque las reglas de la
inferencia deductiva no proporcionan, tampoco, reglas mecánicas de descubrimiento.
nnLas reglas del modus tollens se expresan en forma de esquemas generales: y cada ejemplificación de
esos esquemas generales constituye una argumentación deductivamente válida. Dadas unas premisas
concretas, ese esquema nos señala el modo de llegar a una consecuencia lógica. Pero, dado cualquier
conjunto de premisas, las reglas de la inferencia deductiva señalan una infinidad de conclusiones
válidamente deducibles
Así, pues, al conocimiento científico no se llega aplicando un procedimiento inductivo de inferencia a
datos recogidos con anterioridad, sino más bien mediante el «método de las hipótesis», es decir,
inventando hipótesis a título de intentos de respuesta a un problema en estudio, y sometiendo luego éstas
a la contrastación empírica.
- Una parte de esa contrastación la constituirá el ver si la hipótesis está confirmada por cuantos
datos relevantes hayan podido ser obtenidos antes de la formulación de aquélla; una hipótesis
aceptable tendrá que acomodarse a los datos relevantes con que ya se contaba.
- Otra parte de la contrastación consistirá en derivar nuevas implicaciones contrastadoras a partir
de la hipótesis, y comprobarlas mediante las oportunas observaciones o experiencias.
Una contrastación con resultados favorables, por amplia que sea, no establece una hipótesis de modo
concluyente, sino que se limita a proporcionarle un grado mayor o menor de apoyo. Por tanto, aunque la
investigación científica no es inductiva en el sentido estrecho que hemos examinado, se puede decir que
es inductiva en un sentido más amplio, en la medida en que supone la aceptación de hipótesis sobre la
base de datos que no las hacen deductivamente concluyentes, sino que sólo les proporcionan un «apoyo
inductivo» más o menos fuerte, un mayor o menor grado de confirmación.
Las «reglas de inducción» han de ser concebidas, por analogía con las reglas de deducción, como
cánones de validación, más bien que de descubrimiento.
Lejos de generar una hipótesis que da cuenta de los resultados empíricos dados, esas reglas presuponen
que están dados, por una parte, los datos empíricos que forman las «premisas» de la «inferencia
inductiva» y, por otra parte, una hipótesis de tanteo que constituye su «conclusión». Lo que harían las
reglas de inducción sería, entonces, formular criterios de corrección de la inferencia. Según algunas
teorías de la inducción, las reglas determinarían la fuerza del apoyo que los datos prestan a la hipótesis, y
pueden expresar ese apoyo en términos de probabilidades.