Sala Constitucional

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SALA CONSTITUCIONAL

Magistrado-Ponente: JOSÉ M. DELGADO OCANDO


 
Mediante oficio nº 189 del 5 de junio de 2000, el Juzgado Superior
Décimo en lo Civil, Mercantil y del Tránsito de la Circunscripción Judicial del
Área Metropolitana de Caracas, remitió a esta Sala Constitucional del Tribunal
Supremo de Justicia, el expediente nº 3914 de la nomenclatura interna llevada
por el referido Juzgado, contentivo del recurso de apelación interpuesto por la
Abogada Laura Serrano, inscrita en el Instituto de Previsión Social del Abogado
bajo el nº 29.205, actuando como apoderada judicial de la sociedad
mercantil ASESORES DE SEGUROS ASEGURE S.A., contra la  sentencia de
fecha 26 de enero de 2000, dictada por el referido Juzgado Superior, la cual
declaró inadmisible la acción de amparo constitucional interpuesta por la
abogada Margarita Rarahu Mata Freites, como apoderada judicial de la referida
sociedad mercantil, contra la decisión de fecha 20 de noviembre de 1998, dictada
por el Juzgado Segundo de Primera Instancia en lo Civil, Mercantil y del
Tránsito de la misma Circunscripción Judicial; y su aclaratoria, dictada en fecha
30 de noviembre de 1998 por el mismo tribunal, en el juicio que por
cumplimiento de contrato de arrendamiento interpusiera la sociedad mercantil
Administradora Caric C.A., en contra de la accionante.
 
 
Recibido el expediente, se dio cuenta en Sala el 12 de junio de 2000,
designándose ponente al Magistrado José M. Delgado Ocando, quien con tal
carácter suscribe este fallo.
 
 
Pasa la Sala a decidir, previas las siguientes consideraciones:
I
ANTECEDENTES DEL CASO
 
El 26 de enero de 2000, el Juzgado Superior Décimo en lo Civil,
Mercantil y del Tránsito de la Circunscripción Judicial del Área Metropolitana
de Caracas, declaró inadmisible, por caduca, la acción de amparo interpuesta por
el accionante, en contra de la sentencia de fecha 20 de noviembre de 1998 y su
aclaratoria, de fecha 30 de noviembre de 1998, dictadas ambas por el Juzgado
Segundo de Primera Instancia en lo Civil, Mercantil y del Tránsito de la misma
Circunscripción Judicial.
 
La accionante alega la presunta violación de normas de orden público,
concernientes al debido proceso y el derecho a la defensa por parte del Juzgado
Superior referido, ya que, a su entender, existen sentencias recientes conforme a
las cuales la caducidad no opera cuando se trata de violaciones que infringen el
orden público o las buenas costumbres, como en el caso de autos. En este
sentido, la accionante, invoca jurisprudencia de esta Sala Constitucional de fecha
9 de marzo de 2000, con ponencia del Magistrado Jesús Eduardo Cabrera
Romero, expediente nº 00-0126 (caso Zavatti), en donde a su entender se afirma
que la violación al debido proceso es un quebrantamiento al orden público.
 
Aduce, igualmente, que el sentenciador que conoció de la acción de
amparo en primera instancia, señaló en su decisión, de manera expresa y precisa,
que el Juez Segundo de Primera Instancia en lo Civil, Mercantil y del Tránsito de
la Circunscripción de Area Metropolitana de Caracas, lesionó el "Principio
Fundamental sobre Setancias (Sic)" contenido en el Código de Procedimiento
Civil, lo que a su entender evidencia una violación a las normas del orden
público.
 
La referida violación en que presuntamente incurrió la sentencia objeto
de la acción de amparo, según afirman los apoderados de la accionante, proviene
del hecho de que en la aclaratoria de la sentencia de fecha 20 de noviembre de
1998, dictada por el Juzgado Segundo de Primera Instancia en lo Civil, Mercantil
y del Tránsito de la Circunscripción Judicial del Area Metropolitana de Caracas,
se acordó indebidamente, en perjuicio de su mandante, la indexación monetaria
sobre los montos a que se le condenó a pagar en la sentencia definitiva, siendo
ello un vicio de orden público que hace inoperante la causal de inadmisibilidad,
por caducidad, establecida en el numeral 4 del artículo 6 de la Ley Orgánica de
Amparo sobre Derechos y Garantías Constitucionales.
 
Por otra parte, la accionante hace referencia a los artículos 11 y 17 del
Código de Procedimiento Civil, en los cuales se da facultad a los jueces para que
actúen en resguardo del orden público y de las buenas costumbres.
 
Los apoderados judiciales de la Administradora Caric, C.A., parte actora
y gananciosa el juicio donde se dictó la sentencia que se trata de impugnar
mediante la presente acción de amparo, alegan, por su parte, que la sentencia
dictada por el Juzgado Segundo de Primera Instancia en lo Civil, Mercantil y del
Tránsito de la Circunscripción de Area Metropolitana de Caracas, fallo contra el
cual se interpuso acción de amparo, quedó definitivamente firme y se decretó su
ejecución.
 
 La referida ejecución no se realizó en forma voluntaria, lo cual obligó a
solicitar la ejecución forzosa y, en consecuencia, la entrega del inmueble.
Además, consideran que la acción de amparo intentada por el accionante fue
ejercida en forma extemporánea, ya que habían transcurrido casi 13 meses de la
sentencia dictada en Alzada por el Juzgado Segundo de Primera Instancia en lo
Civil, Mercantil y del Tránsito de la Circunscripción Judicial del Área
Metropolitana de Caracas.
 
Además, señalan que, conforme lo establecido en el artículo 6, numeral 4
de la Ley Orgánica de Amparo sobre Derechos y Garantías Constitucionales, la
situación es irreparable, no siendo posible el restablecimiento de la situación
jurídica infringida por cuanto ya se produjo la desocupación del inmueble, con lo
que a su entender la acción de amparo debiera ser declarada improcedente. 
 
Por otra parte, los apoderados judiciales de la Administradora Caric,
C.A., dicen que la ampliación de la sentencia surge como consecuencia de que la
sentencia de alzada, al confirmar inequívocamente en todas sus partes la
sentencia dictada en primera instancia por el Juzgado Sexto de Municipio de la
Circunscripción Judicial del Area Metropolitana de Caracas, acordó tácitamente
la indexación de los montos a que se condenó a pagar a la ahora accionante; ello
en virtud de que la sentencia confirmada había acordado expresamente dicha
indexación. Por ello, al haberse omitido la indexación en la condena específica,
se solicitó al tribunal de alzada se pronunciase de conformidad al artículo 252
del Código de Procedimiento Civil; por lo que a su parecer, cuando en la
ampliación de la sentencia, se condenó a la demandada a todo aquello que había
pedido la actora, entre cuyas peticiones estaba la indexación, el Juez no actuó
fuera de su competencia ni infringió los derechos de la accionante. Para sustentar
sus alegatos hacen referencia a jurisprudencia de la entonces Corte Suprema de
Justicia.
 
Para los apoderados judiciales de la Administradora Caric, C.A., no se
produjo una violación de orden público en la sentencia mencionada, por lo que
solicitan se confirme la declaratoria sin lugar de la acción de amparo.
 
II
COMPETENCIA
 
La Constitución vigente, consagra en su Título III los derechos y
garantías constitucionales de los cuales goza toda persona. Destaca entre sus
disposiciones generales el contenido del artículo 27, el cual precisa el derecho de
toda persona a ser amparada por los tribunales en el goce y ejercicio de los
mismos, aun de los que, siendo inherentes a la persona, no figuren expresamente
en la Carta Magna o en los instrumentos internacionales sobre derechos
humanos. Para ello establece el procedimiento de la acción de amparo, el
cual “…será oral, público, breve, gratuito y no sujeto a formalidad…”; siendo la
autoridad  judicial competente para restablecer inmediatamente la situación
jurídica infringida o la situación que más se asemeje a ella.
 
Ha precisado este Máximo Tribunal, en lo que se refiere a la
determinación de las competencias de los tribunales de la
República,  que  el  constituyente  dejó dicha función al legislador y que
corresponde a este último distribuir entre los distintos órganos, conforme a los
criterios que juzgue idóneos, las potestades del poder jurisdiccional. En tal
sentido, y como quiera que, a excepción de la Constitución de 1961, el resto del
ordenamiento jurídico mantiene su vigencia  en todo lo que no contradiga la
nueva Carta Magna, la Ley Orgánica de Amparo sobre Derechos y Garantías
Constitucionales determina las pautas para establecer la competencia de los
diferentes tribunales en esta materia.  Así, por lo que respecta a la acción de
amparo constitucional contra sentencias, establece el artículo 4 de la referida Ley
Orgánica que debe ser interpuesta ante un Tribunal Superior al que emitió el
pronunciamiento.
 
En el presente caso, la acción de amparo fue planteada contra
actuaciones del Juzgado Segundo de Primera Instancia en lo Civil, Mercantil y
del Tránsito de la Circunscripción Judicial del Área Metropolitana de Caracas,
por lo que resultaba en efecto competente el Juzgado Superior en lo Civil,
Mercantil y del Tránsito de la misma Circunscripción Judicial.
 
Decidida la acción de amparo, como lo ha sido, corresponde oír en un
solo efecto la apelación de la respectiva decisión, conforme lo prescribe el
artículo 35 de la referida Ley Orgánica de Amparo sobre Derechos y Garantías
Constitucionales, con lo cual se preserva el principio de la doble instancia. En
razón de ser este Tribunal Supremo de Justicia la instancia superior, dentro de la
jerarquía del poder judicial, al Juzgado del cual emanó la decisión objeto de la
acción de amparo a la cual conciernen los autos –un Tribunal Superior en lo
Civil, Mercantil y del Tránsito–, le corresponde el conocimiento de la apelación
o consulta en Sala Constitucional. Así se decide.
 
III
MOTIVACION PARA DECIDIR
 
La sentencia apelada declaró la inadmisibilidad de la acción de amparo,
sustentada en el numeral 4 del artículo 6 de la Ley Orgánica de Amparo sobre
Derechos y Garantías Constitucionales. Al respecto, en razón de las
circunstancias del caso y de los alegatos en que se sustenta la acción, es
necesario, en primer termino, delimitar el concepto de orden publico y, en
segundo lugar, examinar los motivos de hecho y de derecho en los que funda su
decisión el sentenciador que conoció en primera instancia de la presente acción
de amparo.
 
Dicho lo anterior, se procede a la precisión del alcance del concepto de orden
público, en el escenario de las circunstancias relevantes del caso, con lo cual de ningún
modo se pretende sentar un criterio absoluto ni definitivo. Así, la doctrina patria lo define
de la siguiente forma:
 
 
"El orden público es el entretejido que une a los miembros de una sociedad
humana con el fin de mantener el orden social. Ese entretejido está
constituido por una serie de valores políticos, sociales, económicos y
morales, los cuales son esenciales para mantener la tutela del Estado sobre
sus ciudadanos. Por tal razón forma parte de la estructura del Estado, y,
como tal, no puede ni debe ser transgredido, y el hacerlo trae como
consecuencia la obligación del Estado de restablecerlo, aun oficiosamente y
aunque nadie se lo pida. El puede variar de acuerdo con el concepto y
tratamiento legal de la familia, y el valor moral de las relaciones humanas,
sean éstas económicas o de cualquier otra naturaleza. Todo órgano del
estado tiene, pues, (…) la obligación de defender y hacer valer el orden
público.". (Ver. José Andrés Fuenmayor. El Orden Publico en el Derecho
Privado. En imprenta).
 
 
La Sala de Casación Civil de este Tribunal Supremo de Justicia, refiriéndose al
orden público procesal y siguiendo lo expuesto por el procesalista Betti, señaló lo siguiente:
En cuanto al concepto de orden público procesal, esta Sala de Casación
Civil en doctrina del 4 de mayo de 1994, caso Héctor Collozo Colmenares
contra María Helena Rodríguez, Expediente 93-023, ha señalado con apoyo
en la opinión de Emilio Betti, lo siguiente: ‘...el concepto de orden público
representa una noción que cristaliza todas aquellas normas de interés
público que exigen observancia incondicional, y que no son derogables por
disposición privada. La indicación de estos signos característicos del
concepto de orden público, esto es, la necesidad de la observancia
incondicional de sus normas, y su consiguiente indisponibilidad por los
particulares, permite descubrir con razonable margen de acierto, cuando se
está o no en el caso de infracción de una norma de orden público…’ A estos
propósitos es imprescindible tener en cuenta que si el concepto de orden
público tiende a hacer triunfar el interés general de la sociedad y del estado
frente al particular del individuo, para asegurar la vigencia y finalidad de
determinadas instituciones de rango eminente, nada que pueda hacer o dejar
de hacer un particular y aun una autoridad, puede tener la virtud de subsanar
o de convalidar la contravención que menoscabe aquel interés, lo que
equivaldría a dejar en manos de los particulares o de las autoridades, la
ejecución de voluntades de Ley que demandan perentorio acatamiento".
(Ver Sentencia Sala de Casación Civil de fecha, 23 de febrero de 2001,
expediente n° 00-024).
 
Ahora bien, la sentencia apelada señala:
 
 
"...este Tribunal constitucional, al interpretar la norma debe
concretarse a los métodos de interpretación que surgen del artículo
4 del Código Civil, en cuanto que (sic) la ley debe atribuírsele el
sentido que aparece evidente del significado propio de las palabras,
según la conexión de ellas entre sí, y la intención del legislador,
conocido con el nombre de INTERPRETACION LITERAL. Aún
más a este Tribunal corresponde acatar la doctrina que emana del
Tribunal Supremo de Justicia, antes Corte Suprema de Justicia, que
en esta materia ha sido reiterativo, señalando que lo previsto en el
ordinal y artículo citado establece un lapso de
caducidad. Resultando obvio, por este sentenciador (sic), que entre
la aclaratoria y la sentencia pronunciada por el Juez Segundo de
Primera Instancia, no sólo existe discrepancia, sino que afecta y
modifica los criterios de la sentencia, lesionando el principio
fundamental en materia de sentencia, de que el Tribunal que la
dictó no podrá revocarla, ni reformarla, con lo cual generó el
supuesto de hecho que justificaba el ejercicio de la acción de
amparo en su oportunidad; pero al insistir la parte afectada en un
recurso de casación improcedente e inadmisible desde cualquier
ángulo que se viera, pues el Juzgado que dictó la sentencia no era
un Tribunal Superior, en la estructura del Poder Judicial, provocó
que el tiempo extinguiera el derecho de accionar por vía de amparo
y así se decide."
 
Y más adelante, dispone:
 
"Sin entrar en el fondo de la discrepancia  entre la dispositiva de la
sentencia y la aclaratoria, o sobre la indexación acordada por el
tribunal de la causa en una acción de cumplimiento contractual, ni
la omisión parcial de las exigencias del artículo 243 del Código de
Procedimiento Civil, ni el análisis debido a los informes de las
partes, o la forma en que debe realizarse lo que se denomina
motivación acogida, considera su deber señalar que la ejecución de
la sentencia que tiene diferencias con la aclaratoria realizada, que
más que aclaratoria complementa y excede lo decidido, debe
realizarse sobre el dispositivo de la sentencia firme, pasada con la
autoridad de la cosa juzgada" (Subrayado de la Sala).
 
De los fragmentos antes transcritos, se evidencia que la sentencia dictada
por el Juez que conoció en primera instancia de esta acción de amparo, es
incongruente, puesto que en ella se declaró la inadmisibilidad de la acción de
amparo y, posteriormente, en su Capítulo Tercero, se señala que la ejecución de
la sentencia que presenta diferencias con la aclaratoria realizada, debe efectuarse
sobre el dispositivo de la sentencia definitivamente firme, resolviendo así, el
fondo de lo controvertido.
 
Al respecto señala el catedrático Pedro Aragoneses Alonso:
 
"La sentencia absolutoria en instancia debe de abstenerse del
conocimiento del fondo del pleito" (Ver Pedro Aragoneses
Alonso, Sentencias Congruentes Pretensión-Oposición-Fallo.
Aguilar, Madrid 1957. Pág. 198).
 
Por otra parte, el Juzgador que conoció de esta acción de amparo en
primera instancia, parte de una argumentación incorrecta que lo lleva a declarar
la caducidad de la acción de amparo interpuesta, al señalar que debe atenerse en
forma exclusiva a la interpretación literal del artículo 6 numeral 4 de la Ley
Orgánica de Amparo sobre Derechos y Garantías Constitucionales.
 
Tal afirmación es errónea, puesto que para la interpretación de la ley, no
sólo se debe poner en práctica el método gramatical, sino también el método
histórico, el método lógico y el método sistemático, para la cabal interpretación y
más exacta comprensión de las instituciones jurídicas.
 
Desentrañar el sentido de una norma, no es sólo establecer el significado de la
misma aisladamente considerada, sino que es necesario relacionarla con la totalidad del
ordenamiento jurídico en el cual está inmersa y con los principios generales del derecho.
 
Ahora bien, la acción de amparo constitucional es un medio de
protección del orden constitucional contra la arbitrariedad y el abuso de poder,
conductas éstas, que no pueden ser toleradas en un Estado de derecho, donde la
justicia, en su sentido más amplio, es su objetivo principal.
A este respecto, la Sala ha dejado sentado lo siguiente:
 
“Con relación a la acción de amparo constitucional contra
sentencias y autos judiciales, el artículo 4 de la Ley Orgánica de
Amparo sobre Derechos y Garantías Constitucionales, dispone que
procederá cuando el Juez autor del acto judicial entredicho hubiere
actuado fuera de su competencia. Ha establecido el Tribunal
Supremo de la República que esta circunstancia se configura
cuando los órganos jurisdiccionales incurren en usurpación de
funciones de otros órganos del poder público o se extralimitan en el
ejercicio de sus atribuciones, incurriendo con ello en error judicial
inexcusable que atenta contra la conciencia jurídica y los principios
generales del derecho, así como en abuso de poder o en manifiesta
ineptitud para el ejercicio de la función judicial, lesionando, con tal
actuación, un derecho constitucional que puede ser objeto de
amparo o protección constitucional” (Ver Sentencia de la Sala de
fecha 18 de julio 2000, caso Lida Cestari).
 
El artículo 6, numeral 4 de la Ley Orgánica de Amparo sobre Derechos y
Garantías Constitucionales, impone límites al ejercicio de la acción de amparo
constitucional, pues establece un lapso de caducidad, salvo que se encuentre
interesado el orden público y las buenas costumbres. Dicha interpretación debe
hacerse tomando en cuenta los principios rectores del ordenamiento jurídico a
que esta norma pertenece, pues desentrañar el significado de una norma es
extraer su contenido más o menos oculto que se encuentra en su texto, pero para
extraerlo con exactitud es necesario relacionar ese fragmento con la totalidad del
orden jurídico y para ello debe utilizar el intérprete el método sistemático.
 
De lo expuesto es claro que, la argumentación del a quo es errónea, pues
ni siquiera atendiendo al método de interpretación gramatical se puede inferir
que es fatal el efecto de caducidad; por el contrario, la norma establece la
caducidad como causal de inadmisibilidad "a menos que se trate de violaciones
que infrinjan el orden publico o las buenas costumbres".
 
Por otra parte, se evidencia de autos que la accionante denuncia que se le siguen
conculcando sus derechos constitucionales como consecuencia de las incidencias ocurridas
en el juicio intimatorio que devino de la condenatoria en costas impuestas por el juez
agraviante y, además, se observa que ciertamente la violación es reiterada.
Entra por tanto este Máximo Tribunal a revisar el fondo del fallo dictado por el
Juzgado Segundo de Primera Instancia en lo Civil, Mercantil y del Tránsito de la del Área
Metropolitana de Caracas. En tal sentido, debe indicarse lo siguiente:
 
La sentencia objeto de la presente acción de amparo, declaró sin lugar el recurso
de apelación interpuesto por la apoderada judicial de la demandada, y en su  parte
dispositiva, en el Capítulo Cuarto, señaló: "De conformidad con lo establecido en el
articulo 281 del Código de Procedimiento Civil condena en costas a la parte perdidosa por
haber sido vencida totalmente en la litis" (Subrayado de la Sala ).
 
Ahora bien, según lo señala el propio Juez agraviante, su decisión confirmaba en
todas y cada una de sus partes la sentencia del juzgado a quo, lo que evidencia plenamente
la incongruencia de dicha decisión y originó que la sentencia accionada desmejorara la
situación del único apelante, puesto que le impuso el pago de las costas por vencimiento
total en la litis, cuando de conformidad con el artículo 281 del Código de Procedimiento
Civil, sólo podía imponerle las costas por el ejercicio del recurso, máxime cuando el fallo
de primera instancia, de manera expresa y precisa, exoneró de costas a la demandada,
decisión con la cual se conformó la parte demandante (gananciosa), que no ejerció recurso
alguno en contra de dicha decisión.
 
La Sala de Casación Civil, se ha referido al vicio de reformatio in peius de la
siguiente forma.
 
“Para Chiovenda ‘En ningún caso la decisión del Juez de apelación sobre la
demanda de fondo puede llegar a ser más desfavorable al apelante y más
favorable al apelado que la decisión de primer grado (prohibición de la
reformatio in peius). En suma cada parte debe tomar la iniciativa de la
sentencia en todo lo que es contraria a su interés. Sin la iniciativa formal de
la parte, la decisión queda firme. El principio de que la apelación es común a
las dos partes, recibe este límite importante por el interés del Estado en
eliminar cuestiones’. En este sentido, se ha pronunciado la Sala en decisión
de fecha 18 de diciembre de 1986, reiterada posteriormente en fecha 2 de
noviembre de 1988, en la cual expresó: ‘…El vicio denominado en la
doctrina “reformatio in peius” que consiste en desmejorar la condición del
apelante sin mediar el correspondiente recurso de apelación de su
contraparte, no aparece sancionado en el artículo 162 del Código de
Procedimiento Civil. Dicho vicio comporta en realidad una violación del
principio “tantum apellatum quantum devolutum” consagrado en el artículo
175. El desarrollo del principio llamado de la “reformatio in peius” implica
estudiar en qué extensión y profundidad puede el Juez de la alzada conocer
de la causa, esto es determinar cuales son los poderes con respecto al juicio
en estado de apelación. Ahora bien, el efecto devolutivo de la apelación, no
se produce sino en la medida de la apelación: “tantum devollotum quantum
apellatum”. Conforme a este principio, reiteradamente afirmado por la
doctrina y la jurisprudencia, las facultades del Juez de la apelación quedan
estrechamente circunscritas a la materia que había sido objeto específico del
gravamen denunciado por el apelante… (Ver sentencia de la Sala de
Casación Civil del Tribunal Supremo de Justicia de Fecha 16 de  febrero de
2000 Exp. Nº: 00-006. Con ponencia del Magistrado Carlos Oberto Velez ).
“La errónea interpretación de la ley existe cuando el juez, aun reconociendo la
existencia y la validez de una norma apropiada al caso, eligiéndola
acertadamente, equivoca la interpretación en su alcance general y abstracto, es
decir, cuando no le da el verdadero sentido, haciendo derivar de ella
consecuencias que no concuerdan en su contenido."
 
El error de interpretación, en el caso concreto, llevó a que se produjera la
incongruente sentencia, viciada al incurrir en reformatio in peius, cometiendo infracción de
los artículos 26, y 49, numeral 1, de la Constitución. Fueron violentados, pues, el derecho a
la tutela judicial efectiva y el relativo al debido proceso, por no haber estado sujeto el
apelante a un proceso con todas las garantías que le son inherentes. De igual manera,
resultó transgredido el derecho a la defensa, ya que no es admisible que sin que mediar a
impugnación de la contraparte y sin poder ejercer defensa alguna, se haya desmejorado la
posición de la ahora accionante en el proceso, agravada la situación en el presente caso
porque la sentencia que se impugna en amparo  no tenía recurso de casación.
 
El razonamiento expuesto, no trata sólo de una simple disquisición jurídica,
encaminada a perfilar la concepción teórica del vicio que ha advertido esta Sala, sino que
en el presente caso se constata que, en el juicio original, la parte que resultó vencedora
interpuso la estimación e intimación de honorarios profesionales en contra de la accionante
por las costas de todo el proceso, y el Juzgado Duodécimo de Municipio de la
Circunscripción Judicial del Area Metropolitana de Caracas, por auto de fecha 1 de febrero
de 2001, admitió dicha intimación, señalando que la pretensión del intimante no era
contraria al orden publico, cuando en realidad si lo es, ya que, como se dijo, el juez
agraviante incurrió en el vicio de reformatio in peius, pues aplicó incorrectamente el
artículo 281 del Código de Procedimiento Civil, imponiendo a la parte apelante las costas
de todo el proceso, en vez de imponer sólo las costas por el uso del recurso, según lo
preceptúa expresamente la referida norma. Todo ello hace que la arbitraria e ilegal
ejecución que se adelanta en contra de la accionante pudiera vulnerar el derecho a la
propiedad consagrado en el artículo 115 de la Constitución, por cuanto la accionante no
tiene obligación alguna de responder por todas las costas del proceso.
 
Observa igualmente esta Sala que ciertamente, mediante la corrección de
la sentencia, el sentenciador de instancia modificó y alteró el dispositivo del
fallo, ya que la experticia complementaria del fallo debe ser ordenada en éste y
no en una aclaratoria, pues de lo contrario ya no se trataría de una experticia
complementaria del mismo. Más grave aún, es que el sentenciador del juzgado
agraviante, aun cuando hubiere podido haber considerado que se trataba de una
simple omisión, no motivó su decisión de acordar la indexación solicitada por la
parte vencedora y, por lo tanto, su resolución configura la violación del articulo
26 del Texto Constitucional referente a la Tutela Judicial Efectiva y a al derecho
a la defensa y al debido proceso; puesto que la motivación de las sentencias y
resoluciones es una garantía en contra de la arbitrariedad, y en el presente caso tal
inmotivación es más grave aún puesto que se solicita indexación en un juicio por
cumplimiento de contrato de arrendamiento por vencimiento de su término; es
decir, que la pretensión principal no la constituye una obligación de valor, sino la
condenatoria a una obligación de hacer, siendo que, además, en el contrato de
arrendamiento, se estableció una cláusula penal por cada día de retardo en la
entrega. Se comprende entonces que, ante tales circunstancias de hecho, y sin que
el pronunciamiento de esta Sala pretenda resolver el fondo de la controversia, la
inmotivación por parte del juez agraviante resulta en una infracción flagrante del
aludido articulo 26 y articulo 49 ambos del Texto Constitucional vigente.
 
En vista de las anteriores consideraciones, y a fin de restablecer la situación
jurídica infringida esta Sala Constitucional, debe forzosamente anular el fallo de fecha 20
de noviembre de 1998, y su aclaratoria de fecha 30 de noviembre de 1998, dictados ambos
por el Juzgado Segundo de Primera Instancia en lo Civil, Mercantil y del Tránsito de la
Circunscripción Judicial del Área Metropolitana de Caracas. En consecuencia, para
salvaguardar los derechos de ambas partes, se ordena, previo el trámite respectivo del
amparo, que sea dictada nueva sentencia con los elementos de hecho y de derecho que
consten en las actas de dicho juicio, ello a fin de preservar el principio de la doble instancia.
Así se decide.
 
 
Por las consideraciones que anteceden, esta Sala Constitucional del
Tribunal  Supremo de Justicia, administrando justicia en nombre de la República
y por  autoridad de la Ley, declara CON LUGAR la apelación interpuesta por la
Abogada Laura Serrano, actuando como apoderada judicial de la Sociedad
Mercantil ASESORES DE SEGUROS ASEGURE S.A, contra la sentencia
dictada por el Juzgado Superior Décimo en lo Civil, Mercantil y del Tránsito de
la Circunscripción Judicial del Área Metropolitana de Caracas de fecha 26 de
enero de 2000, que declaró inadmisible la acción de amparo constitucional
interpuesta por dicha sociedad mercantil contra la sentencia dictada en fecha 20
de noviembre de 1998 por el Juzgado Segundo de Primera Instancia en lo Civil,
Mercantil y del Tránsito de la Circunscripción Judicial del Área Metropolitana de
Caracas, e igualmente contra su aclaratoria, de fecha 30 de noviembre de 1998.
Dicha acción, en tal virtud, se declara igualmente CON LUGAR.
 
En consecuencia, se decreta la NULIDAD de la sentencia de fecha 20 de
noviembre de 1998, y su aclaratoria de fecha 30 de noviembre de 1998, dictadas
ambas por el Juzgado Segundo de Primera Instancia en lo Civil, Mercantil y del
Tránsito de la Circunscripción Judicial del Área Metropolitana de Caracas, en
el  juicio que por cumplimiento de contrato de arrendamiento interpusiera la
sociedad mercantil ADMINISTRADORA CARIC, C.A. en contra de la
accionante, por tanto, se ordena al referido tribunal de primera instancia dictar
nueva decisión, una vez efectuado el trámite respectivo del amparo.
 
Publíquese, regístrese, comuníquese. Cúmplase lo ordenado.
 
Dada, firmada y sellada en el Salón de Despacho de la Sala Constitucional
del Tribunal Supremo de Justicia, en Caracas, a los 06   días del mes
de  JULIO  del año dos mil uno. Años: 191º de la Independencia y 142º de la
Federación.
 
El Presidente,
 
IVÁN RINCÓN URDANETA
                                                                                         El Vicepresidente,
 
JESÚS EDUARDO CABRERA ROMERO
 
Los Magistrados,
 
ANTONIO JOSÉ GARCÍA GARCÍA                   JOSÉ MANUEL DELGADO
OCANDO
                                                                             Ponente
PEDRO RONDÓN HAAZ
 
El Secretario,
 
 
JOSÉ LEONARDO REQUENA CABELLO
 
 
JMO/ns.
Exp. nº 00-1838

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