Este documento presenta los antecedentes de un caso de amparo constitucional interpuesto contra una sentencia dictada por un juzgado de primera instancia. El juzgado superior declaró inadmisible la acción de amparo por caducidad. La accionante apeló alegando violación al debido proceso. La Sala Constitucional es competente para decidir la apelación y determinar si efectivamente hubo vulneración a derechos constitucionales.
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Este documento presenta los antecedentes de un caso de amparo constitucional interpuesto contra una sentencia dictada por un juzgado de primera instancia. El juzgado superior declaró inadmisible la acción de amparo por caducidad. La accionante apeló alegando violación al debido proceso. La Sala Constitucional es competente para decidir la apelación y determinar si efectivamente hubo vulneración a derechos constitucionales.
Este documento presenta los antecedentes de un caso de amparo constitucional interpuesto contra una sentencia dictada por un juzgado de primera instancia. El juzgado superior declaró inadmisible la acción de amparo por caducidad. La accionante apeló alegando violación al debido proceso. La Sala Constitucional es competente para decidir la apelación y determinar si efectivamente hubo vulneración a derechos constitucionales.
Este documento presenta los antecedentes de un caso de amparo constitucional interpuesto contra una sentencia dictada por un juzgado de primera instancia. El juzgado superior declaró inadmisible la acción de amparo por caducidad. La accionante apeló alegando violación al debido proceso. La Sala Constitucional es competente para decidir la apelación y determinar si efectivamente hubo vulneración a derechos constitucionales.
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SALA CONSTITUCIONAL
Magistrado-Ponente: JOSÉ M. DELGADO OCANDO
Mediante oficio nº 189 del 5 de junio de 2000, el Juzgado Superior Décimo en lo Civil, Mercantil y del Tránsito de la Circunscripción Judicial del Área Metropolitana de Caracas, remitió a esta Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia, el expediente nº 3914 de la nomenclatura interna llevada por el referido Juzgado, contentivo del recurso de apelación interpuesto por la Abogada Laura Serrano, inscrita en el Instituto de Previsión Social del Abogado bajo el nº 29.205, actuando como apoderada judicial de la sociedad mercantil ASESORES DE SEGUROS ASEGURE S.A., contra la sentencia de fecha 26 de enero de 2000, dictada por el referido Juzgado Superior, la cual declaró inadmisible la acción de amparo constitucional interpuesta por la abogada Margarita Rarahu Mata Freites, como apoderada judicial de la referida sociedad mercantil, contra la decisión de fecha 20 de noviembre de 1998, dictada por el Juzgado Segundo de Primera Instancia en lo Civil, Mercantil y del Tránsito de la misma Circunscripción Judicial; y su aclaratoria, dictada en fecha 30 de noviembre de 1998 por el mismo tribunal, en el juicio que por cumplimiento de contrato de arrendamiento interpusiera la sociedad mercantil Administradora Caric C.A., en contra de la accionante.
Recibido el expediente, se dio cuenta en Sala el 12 de junio de 2000, designándose ponente al Magistrado José M. Delgado Ocando, quien con tal carácter suscribe este fallo.
Pasa la Sala a decidir, previas las siguientes consideraciones: I ANTECEDENTES DEL CASO
El 26 de enero de 2000, el Juzgado Superior Décimo en lo Civil, Mercantil y del Tránsito de la Circunscripción Judicial del Área Metropolitana de Caracas, declaró inadmisible, por caduca, la acción de amparo interpuesta por el accionante, en contra de la sentencia de fecha 20 de noviembre de 1998 y su aclaratoria, de fecha 30 de noviembre de 1998, dictadas ambas por el Juzgado Segundo de Primera Instancia en lo Civil, Mercantil y del Tránsito de la misma Circunscripción Judicial.
La accionante alega la presunta violación de normas de orden público, concernientes al debido proceso y el derecho a la defensa por parte del Juzgado Superior referido, ya que, a su entender, existen sentencias recientes conforme a las cuales la caducidad no opera cuando se trata de violaciones que infringen el orden público o las buenas costumbres, como en el caso de autos. En este sentido, la accionante, invoca jurisprudencia de esta Sala Constitucional de fecha 9 de marzo de 2000, con ponencia del Magistrado Jesús Eduardo Cabrera Romero, expediente nº 00-0126 (caso Zavatti), en donde a su entender se afirma que la violación al debido proceso es un quebrantamiento al orden público.
Aduce, igualmente, que el sentenciador que conoció de la acción de amparo en primera instancia, señaló en su decisión, de manera expresa y precisa, que el Juez Segundo de Primera Instancia en lo Civil, Mercantil y del Tránsito de la Circunscripción de Area Metropolitana de Caracas, lesionó el "Principio Fundamental sobre Setancias (Sic)" contenido en el Código de Procedimiento Civil, lo que a su entender evidencia una violación a las normas del orden público.
La referida violación en que presuntamente incurrió la sentencia objeto de la acción de amparo, según afirman los apoderados de la accionante, proviene del hecho de que en la aclaratoria de la sentencia de fecha 20 de noviembre de 1998, dictada por el Juzgado Segundo de Primera Instancia en lo Civil, Mercantil y del Tránsito de la Circunscripción Judicial del Area Metropolitana de Caracas, se acordó indebidamente, en perjuicio de su mandante, la indexación monetaria sobre los montos a que se le condenó a pagar en la sentencia definitiva, siendo ello un vicio de orden público que hace inoperante la causal de inadmisibilidad, por caducidad, establecida en el numeral 4 del artículo 6 de la Ley Orgánica de Amparo sobre Derechos y Garantías Constitucionales.
Por otra parte, la accionante hace referencia a los artículos 11 y 17 del Código de Procedimiento Civil, en los cuales se da facultad a los jueces para que actúen en resguardo del orden público y de las buenas costumbres.
Los apoderados judiciales de la Administradora Caric, C.A., parte actora y gananciosa el juicio donde se dictó la sentencia que se trata de impugnar mediante la presente acción de amparo, alegan, por su parte, que la sentencia dictada por el Juzgado Segundo de Primera Instancia en lo Civil, Mercantil y del Tránsito de la Circunscripción de Area Metropolitana de Caracas, fallo contra el cual se interpuso acción de amparo, quedó definitivamente firme y se decretó su ejecución.
La referida ejecución no se realizó en forma voluntaria, lo cual obligó a solicitar la ejecución forzosa y, en consecuencia, la entrega del inmueble. Además, consideran que la acción de amparo intentada por el accionante fue ejercida en forma extemporánea, ya que habían transcurrido casi 13 meses de la sentencia dictada en Alzada por el Juzgado Segundo de Primera Instancia en lo Civil, Mercantil y del Tránsito de la Circunscripción Judicial del Área Metropolitana de Caracas.
Además, señalan que, conforme lo establecido en el artículo 6, numeral 4 de la Ley Orgánica de Amparo sobre Derechos y Garantías Constitucionales, la situación es irreparable, no siendo posible el restablecimiento de la situación jurídica infringida por cuanto ya se produjo la desocupación del inmueble, con lo que a su entender la acción de amparo debiera ser declarada improcedente.
Por otra parte, los apoderados judiciales de la Administradora Caric, C.A., dicen que la ampliación de la sentencia surge como consecuencia de que la sentencia de alzada, al confirmar inequívocamente en todas sus partes la sentencia dictada en primera instancia por el Juzgado Sexto de Municipio de la Circunscripción Judicial del Area Metropolitana de Caracas, acordó tácitamente la indexación de los montos a que se condenó a pagar a la ahora accionante; ello en virtud de que la sentencia confirmada había acordado expresamente dicha indexación. Por ello, al haberse omitido la indexación en la condena específica, se solicitó al tribunal de alzada se pronunciase de conformidad al artículo 252 del Código de Procedimiento Civil; por lo que a su parecer, cuando en la ampliación de la sentencia, se condenó a la demandada a todo aquello que había pedido la actora, entre cuyas peticiones estaba la indexación, el Juez no actuó fuera de su competencia ni infringió los derechos de la accionante. Para sustentar sus alegatos hacen referencia a jurisprudencia de la entonces Corte Suprema de Justicia.
Para los apoderados judiciales de la Administradora Caric, C.A., no se produjo una violación de orden público en la sentencia mencionada, por lo que solicitan se confirme la declaratoria sin lugar de la acción de amparo.
II COMPETENCIA
La Constitución vigente, consagra en su Título III los derechos y garantías constitucionales de los cuales goza toda persona. Destaca entre sus disposiciones generales el contenido del artículo 27, el cual precisa el derecho de toda persona a ser amparada por los tribunales en el goce y ejercicio de los mismos, aun de los que, siendo inherentes a la persona, no figuren expresamente en la Carta Magna o en los instrumentos internacionales sobre derechos humanos. Para ello establece el procedimiento de la acción de amparo, el cual “…será oral, público, breve, gratuito y no sujeto a formalidad…”; siendo la autoridad judicial competente para restablecer inmediatamente la situación jurídica infringida o la situación que más se asemeje a ella.
Ha precisado este Máximo Tribunal, en lo que se refiere a la determinación de las competencias de los tribunales de la República, que el constituyente dejó dicha función al legislador y que corresponde a este último distribuir entre los distintos órganos, conforme a los criterios que juzgue idóneos, las potestades del poder jurisdiccional. En tal sentido, y como quiera que, a excepción de la Constitución de 1961, el resto del ordenamiento jurídico mantiene su vigencia en todo lo que no contradiga la nueva Carta Magna, la Ley Orgánica de Amparo sobre Derechos y Garantías Constitucionales determina las pautas para establecer la competencia de los diferentes tribunales en esta materia. Así, por lo que respecta a la acción de amparo constitucional contra sentencias, establece el artículo 4 de la referida Ley Orgánica que debe ser interpuesta ante un Tribunal Superior al que emitió el pronunciamiento.
En el presente caso, la acción de amparo fue planteada contra actuaciones del Juzgado Segundo de Primera Instancia en lo Civil, Mercantil y del Tránsito de la Circunscripción Judicial del Área Metropolitana de Caracas, por lo que resultaba en efecto competente el Juzgado Superior en lo Civil, Mercantil y del Tránsito de la misma Circunscripción Judicial.
Decidida la acción de amparo, como lo ha sido, corresponde oír en un solo efecto la apelación de la respectiva decisión, conforme lo prescribe el artículo 35 de la referida Ley Orgánica de Amparo sobre Derechos y Garantías Constitucionales, con lo cual se preserva el principio de la doble instancia. En razón de ser este Tribunal Supremo de Justicia la instancia superior, dentro de la jerarquía del poder judicial, al Juzgado del cual emanó la decisión objeto de la acción de amparo a la cual conciernen los autos –un Tribunal Superior en lo Civil, Mercantil y del Tránsito–, le corresponde el conocimiento de la apelación o consulta en Sala Constitucional. Así se decide.
III MOTIVACION PARA DECIDIR
La sentencia apelada declaró la inadmisibilidad de la acción de amparo, sustentada en el numeral 4 del artículo 6 de la Ley Orgánica de Amparo sobre Derechos y Garantías Constitucionales. Al respecto, en razón de las circunstancias del caso y de los alegatos en que se sustenta la acción, es necesario, en primer termino, delimitar el concepto de orden publico y, en segundo lugar, examinar los motivos de hecho y de derecho en los que funda su decisión el sentenciador que conoció en primera instancia de la presente acción de amparo.
Dicho lo anterior, se procede a la precisión del alcance del concepto de orden público, en el escenario de las circunstancias relevantes del caso, con lo cual de ningún modo se pretende sentar un criterio absoluto ni definitivo. Así, la doctrina patria lo define de la siguiente forma:
"El orden público es el entretejido que une a los miembros de una sociedad humana con el fin de mantener el orden social. Ese entretejido está constituido por una serie de valores políticos, sociales, económicos y morales, los cuales son esenciales para mantener la tutela del Estado sobre sus ciudadanos. Por tal razón forma parte de la estructura del Estado, y, como tal, no puede ni debe ser transgredido, y el hacerlo trae como consecuencia la obligación del Estado de restablecerlo, aun oficiosamente y aunque nadie se lo pida. El puede variar de acuerdo con el concepto y tratamiento legal de la familia, y el valor moral de las relaciones humanas, sean éstas económicas o de cualquier otra naturaleza. Todo órgano del estado tiene, pues, (…) la obligación de defender y hacer valer el orden público.". (Ver. José Andrés Fuenmayor. El Orden Publico en el Derecho Privado. En imprenta).
La Sala de Casación Civil de este Tribunal Supremo de Justicia, refiriéndose al orden público procesal y siguiendo lo expuesto por el procesalista Betti, señaló lo siguiente: En cuanto al concepto de orden público procesal, esta Sala de Casación Civil en doctrina del 4 de mayo de 1994, caso Héctor Collozo Colmenares contra María Helena Rodríguez, Expediente 93-023, ha señalado con apoyo en la opinión de Emilio Betti, lo siguiente: ‘...el concepto de orden público representa una noción que cristaliza todas aquellas normas de interés público que exigen observancia incondicional, y que no son derogables por disposición privada. La indicación de estos signos característicos del concepto de orden público, esto es, la necesidad de la observancia incondicional de sus normas, y su consiguiente indisponibilidad por los particulares, permite descubrir con razonable margen de acierto, cuando se está o no en el caso de infracción de una norma de orden público…’ A estos propósitos es imprescindible tener en cuenta que si el concepto de orden público tiende a hacer triunfar el interés general de la sociedad y del estado frente al particular del individuo, para asegurar la vigencia y finalidad de determinadas instituciones de rango eminente, nada que pueda hacer o dejar de hacer un particular y aun una autoridad, puede tener la virtud de subsanar o de convalidar la contravención que menoscabe aquel interés, lo que equivaldría a dejar en manos de los particulares o de las autoridades, la ejecución de voluntades de Ley que demandan perentorio acatamiento". (Ver Sentencia Sala de Casación Civil de fecha, 23 de febrero de 2001, expediente n° 00-024).
Ahora bien, la sentencia apelada señala:
"...este Tribunal constitucional, al interpretar la norma debe concretarse a los métodos de interpretación que surgen del artículo 4 del Código Civil, en cuanto que (sic) la ley debe atribuírsele el sentido que aparece evidente del significado propio de las palabras, según la conexión de ellas entre sí, y la intención del legislador, conocido con el nombre de INTERPRETACION LITERAL. Aún más a este Tribunal corresponde acatar la doctrina que emana del Tribunal Supremo de Justicia, antes Corte Suprema de Justicia, que en esta materia ha sido reiterativo, señalando que lo previsto en el ordinal y artículo citado establece un lapso de caducidad. Resultando obvio, por este sentenciador (sic), que entre la aclaratoria y la sentencia pronunciada por el Juez Segundo de Primera Instancia, no sólo existe discrepancia, sino que afecta y modifica los criterios de la sentencia, lesionando el principio fundamental en materia de sentencia, de que el Tribunal que la dictó no podrá revocarla, ni reformarla, con lo cual generó el supuesto de hecho que justificaba el ejercicio de la acción de amparo en su oportunidad; pero al insistir la parte afectada en un recurso de casación improcedente e inadmisible desde cualquier ángulo que se viera, pues el Juzgado que dictó la sentencia no era un Tribunal Superior, en la estructura del Poder Judicial, provocó que el tiempo extinguiera el derecho de accionar por vía de amparo y así se decide."
Y más adelante, dispone:
"Sin entrar en el fondo de la discrepancia entre la dispositiva de la sentencia y la aclaratoria, o sobre la indexación acordada por el tribunal de la causa en una acción de cumplimiento contractual, ni la omisión parcial de las exigencias del artículo 243 del Código de Procedimiento Civil, ni el análisis debido a los informes de las partes, o la forma en que debe realizarse lo que se denomina motivación acogida, considera su deber señalar que la ejecución de la sentencia que tiene diferencias con la aclaratoria realizada, que más que aclaratoria complementa y excede lo decidido, debe realizarse sobre el dispositivo de la sentencia firme, pasada con la autoridad de la cosa juzgada" (Subrayado de la Sala).
De los fragmentos antes transcritos, se evidencia que la sentencia dictada por el Juez que conoció en primera instancia de esta acción de amparo, es incongruente, puesto que en ella se declaró la inadmisibilidad de la acción de amparo y, posteriormente, en su Capítulo Tercero, se señala que la ejecución de la sentencia que presenta diferencias con la aclaratoria realizada, debe efectuarse sobre el dispositivo de la sentencia definitivamente firme, resolviendo así, el fondo de lo controvertido.
Al respecto señala el catedrático Pedro Aragoneses Alonso:
"La sentencia absolutoria en instancia debe de abstenerse del conocimiento del fondo del pleito" (Ver Pedro Aragoneses Alonso, Sentencias Congruentes Pretensión-Oposición-Fallo. Aguilar, Madrid 1957. Pág. 198).
Por otra parte, el Juzgador que conoció de esta acción de amparo en primera instancia, parte de una argumentación incorrecta que lo lleva a declarar la caducidad de la acción de amparo interpuesta, al señalar que debe atenerse en forma exclusiva a la interpretación literal del artículo 6 numeral 4 de la Ley Orgánica de Amparo sobre Derechos y Garantías Constitucionales.
Tal afirmación es errónea, puesto que para la interpretación de la ley, no sólo se debe poner en práctica el método gramatical, sino también el método histórico, el método lógico y el método sistemático, para la cabal interpretación y más exacta comprensión de las instituciones jurídicas.
Desentrañar el sentido de una norma, no es sólo establecer el significado de la misma aisladamente considerada, sino que es necesario relacionarla con la totalidad del ordenamiento jurídico en el cual está inmersa y con los principios generales del derecho.
Ahora bien, la acción de amparo constitucional es un medio de protección del orden constitucional contra la arbitrariedad y el abuso de poder, conductas éstas, que no pueden ser toleradas en un Estado de derecho, donde la justicia, en su sentido más amplio, es su objetivo principal. A este respecto, la Sala ha dejado sentado lo siguiente:
“Con relación a la acción de amparo constitucional contra sentencias y autos judiciales, el artículo 4 de la Ley Orgánica de Amparo sobre Derechos y Garantías Constitucionales, dispone que procederá cuando el Juez autor del acto judicial entredicho hubiere actuado fuera de su competencia. Ha establecido el Tribunal Supremo de la República que esta circunstancia se configura cuando los órganos jurisdiccionales incurren en usurpación de funciones de otros órganos del poder público o se extralimitan en el ejercicio de sus atribuciones, incurriendo con ello en error judicial inexcusable que atenta contra la conciencia jurídica y los principios generales del derecho, así como en abuso de poder o en manifiesta ineptitud para el ejercicio de la función judicial, lesionando, con tal actuación, un derecho constitucional que puede ser objeto de amparo o protección constitucional” (Ver Sentencia de la Sala de fecha 18 de julio 2000, caso Lida Cestari).
El artículo 6, numeral 4 de la Ley Orgánica de Amparo sobre Derechos y Garantías Constitucionales, impone límites al ejercicio de la acción de amparo constitucional, pues establece un lapso de caducidad, salvo que se encuentre interesado el orden público y las buenas costumbres. Dicha interpretación debe hacerse tomando en cuenta los principios rectores del ordenamiento jurídico a que esta norma pertenece, pues desentrañar el significado de una norma es extraer su contenido más o menos oculto que se encuentra en su texto, pero para extraerlo con exactitud es necesario relacionar ese fragmento con la totalidad del orden jurídico y para ello debe utilizar el intérprete el método sistemático.
De lo expuesto es claro que, la argumentación del a quo es errónea, pues ni siquiera atendiendo al método de interpretación gramatical se puede inferir que es fatal el efecto de caducidad; por el contrario, la norma establece la caducidad como causal de inadmisibilidad "a menos que se trate de violaciones que infrinjan el orden publico o las buenas costumbres".
Por otra parte, se evidencia de autos que la accionante denuncia que se le siguen conculcando sus derechos constitucionales como consecuencia de las incidencias ocurridas en el juicio intimatorio que devino de la condenatoria en costas impuestas por el juez agraviante y, además, se observa que ciertamente la violación es reiterada. Entra por tanto este Máximo Tribunal a revisar el fondo del fallo dictado por el Juzgado Segundo de Primera Instancia en lo Civil, Mercantil y del Tránsito de la del Área Metropolitana de Caracas. En tal sentido, debe indicarse lo siguiente:
La sentencia objeto de la presente acción de amparo, declaró sin lugar el recurso de apelación interpuesto por la apoderada judicial de la demandada, y en su parte dispositiva, en el Capítulo Cuarto, señaló: "De conformidad con lo establecido en el articulo 281 del Código de Procedimiento Civil condena en costas a la parte perdidosa por haber sido vencida totalmente en la litis" (Subrayado de la Sala ).
Ahora bien, según lo señala el propio Juez agraviante, su decisión confirmaba en todas y cada una de sus partes la sentencia del juzgado a quo, lo que evidencia plenamente la incongruencia de dicha decisión y originó que la sentencia accionada desmejorara la situación del único apelante, puesto que le impuso el pago de las costas por vencimiento total en la litis, cuando de conformidad con el artículo 281 del Código de Procedimiento Civil, sólo podía imponerle las costas por el ejercicio del recurso, máxime cuando el fallo de primera instancia, de manera expresa y precisa, exoneró de costas a la demandada, decisión con la cual se conformó la parte demandante (gananciosa), que no ejerció recurso alguno en contra de dicha decisión.
La Sala de Casación Civil, se ha referido al vicio de reformatio in peius de la siguiente forma.
“Para Chiovenda ‘En ningún caso la decisión del Juez de apelación sobre la demanda de fondo puede llegar a ser más desfavorable al apelante y más favorable al apelado que la decisión de primer grado (prohibición de la reformatio in peius). En suma cada parte debe tomar la iniciativa de la sentencia en todo lo que es contraria a su interés. Sin la iniciativa formal de la parte, la decisión queda firme. El principio de que la apelación es común a las dos partes, recibe este límite importante por el interés del Estado en eliminar cuestiones’. En este sentido, se ha pronunciado la Sala en decisión de fecha 18 de diciembre de 1986, reiterada posteriormente en fecha 2 de noviembre de 1988, en la cual expresó: ‘…El vicio denominado en la doctrina “reformatio in peius” que consiste en desmejorar la condición del apelante sin mediar el correspondiente recurso de apelación de su contraparte, no aparece sancionado en el artículo 162 del Código de Procedimiento Civil. Dicho vicio comporta en realidad una violación del principio “tantum apellatum quantum devolutum” consagrado en el artículo 175. El desarrollo del principio llamado de la “reformatio in peius” implica estudiar en qué extensión y profundidad puede el Juez de la alzada conocer de la causa, esto es determinar cuales son los poderes con respecto al juicio en estado de apelación. Ahora bien, el efecto devolutivo de la apelación, no se produce sino en la medida de la apelación: “tantum devollotum quantum apellatum”. Conforme a este principio, reiteradamente afirmado por la doctrina y la jurisprudencia, las facultades del Juez de la apelación quedan estrechamente circunscritas a la materia que había sido objeto específico del gravamen denunciado por el apelante… (Ver sentencia de la Sala de Casación Civil del Tribunal Supremo de Justicia de Fecha 16 de febrero de 2000 Exp. Nº: 00-006. Con ponencia del Magistrado Carlos Oberto Velez ). “La errónea interpretación de la ley existe cuando el juez, aun reconociendo la existencia y la validez de una norma apropiada al caso, eligiéndola acertadamente, equivoca la interpretación en su alcance general y abstracto, es decir, cuando no le da el verdadero sentido, haciendo derivar de ella consecuencias que no concuerdan en su contenido."
El error de interpretación, en el caso concreto, llevó a que se produjera la incongruente sentencia, viciada al incurrir en reformatio in peius, cometiendo infracción de los artículos 26, y 49, numeral 1, de la Constitución. Fueron violentados, pues, el derecho a la tutela judicial efectiva y el relativo al debido proceso, por no haber estado sujeto el apelante a un proceso con todas las garantías que le son inherentes. De igual manera, resultó transgredido el derecho a la defensa, ya que no es admisible que sin que mediar a impugnación de la contraparte y sin poder ejercer defensa alguna, se haya desmejorado la posición de la ahora accionante en el proceso, agravada la situación en el presente caso porque la sentencia que se impugna en amparo no tenía recurso de casación.
El razonamiento expuesto, no trata sólo de una simple disquisición jurídica, encaminada a perfilar la concepción teórica del vicio que ha advertido esta Sala, sino que en el presente caso se constata que, en el juicio original, la parte que resultó vencedora interpuso la estimación e intimación de honorarios profesionales en contra de la accionante por las costas de todo el proceso, y el Juzgado Duodécimo de Municipio de la Circunscripción Judicial del Area Metropolitana de Caracas, por auto de fecha 1 de febrero de 2001, admitió dicha intimación, señalando que la pretensión del intimante no era contraria al orden publico, cuando en realidad si lo es, ya que, como se dijo, el juez agraviante incurrió en el vicio de reformatio in peius, pues aplicó incorrectamente el artículo 281 del Código de Procedimiento Civil, imponiendo a la parte apelante las costas de todo el proceso, en vez de imponer sólo las costas por el uso del recurso, según lo preceptúa expresamente la referida norma. Todo ello hace que la arbitraria e ilegal ejecución que se adelanta en contra de la accionante pudiera vulnerar el derecho a la propiedad consagrado en el artículo 115 de la Constitución, por cuanto la accionante no tiene obligación alguna de responder por todas las costas del proceso.
Observa igualmente esta Sala que ciertamente, mediante la corrección de la sentencia, el sentenciador de instancia modificó y alteró el dispositivo del fallo, ya que la experticia complementaria del fallo debe ser ordenada en éste y no en una aclaratoria, pues de lo contrario ya no se trataría de una experticia complementaria del mismo. Más grave aún, es que el sentenciador del juzgado agraviante, aun cuando hubiere podido haber considerado que se trataba de una simple omisión, no motivó su decisión de acordar la indexación solicitada por la parte vencedora y, por lo tanto, su resolución configura la violación del articulo 26 del Texto Constitucional referente a la Tutela Judicial Efectiva y a al derecho a la defensa y al debido proceso; puesto que la motivación de las sentencias y resoluciones es una garantía en contra de la arbitrariedad, y en el presente caso tal inmotivación es más grave aún puesto que se solicita indexación en un juicio por cumplimiento de contrato de arrendamiento por vencimiento de su término; es decir, que la pretensión principal no la constituye una obligación de valor, sino la condenatoria a una obligación de hacer, siendo que, además, en el contrato de arrendamiento, se estableció una cláusula penal por cada día de retardo en la entrega. Se comprende entonces que, ante tales circunstancias de hecho, y sin que el pronunciamiento de esta Sala pretenda resolver el fondo de la controversia, la inmotivación por parte del juez agraviante resulta en una infracción flagrante del aludido articulo 26 y articulo 49 ambos del Texto Constitucional vigente.
En vista de las anteriores consideraciones, y a fin de restablecer la situación jurídica infringida esta Sala Constitucional, debe forzosamente anular el fallo de fecha 20 de noviembre de 1998, y su aclaratoria de fecha 30 de noviembre de 1998, dictados ambos por el Juzgado Segundo de Primera Instancia en lo Civil, Mercantil y del Tránsito de la Circunscripción Judicial del Área Metropolitana de Caracas. En consecuencia, para salvaguardar los derechos de ambas partes, se ordena, previo el trámite respectivo del amparo, que sea dictada nueva sentencia con los elementos de hecho y de derecho que consten en las actas de dicho juicio, ello a fin de preservar el principio de la doble instancia. Así se decide.
Por las consideraciones que anteceden, esta Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia, administrando justicia en nombre de la República y por autoridad de la Ley, declara CON LUGAR la apelación interpuesta por la Abogada Laura Serrano, actuando como apoderada judicial de la Sociedad Mercantil ASESORES DE SEGUROS ASEGURE S.A, contra la sentencia dictada por el Juzgado Superior Décimo en lo Civil, Mercantil y del Tránsito de la Circunscripción Judicial del Área Metropolitana de Caracas de fecha 26 de enero de 2000, que declaró inadmisible la acción de amparo constitucional interpuesta por dicha sociedad mercantil contra la sentencia dictada en fecha 20 de noviembre de 1998 por el Juzgado Segundo de Primera Instancia en lo Civil, Mercantil y del Tránsito de la Circunscripción Judicial del Área Metropolitana de Caracas, e igualmente contra su aclaratoria, de fecha 30 de noviembre de 1998. Dicha acción, en tal virtud, se declara igualmente CON LUGAR.
En consecuencia, se decreta la NULIDAD de la sentencia de fecha 20 de noviembre de 1998, y su aclaratoria de fecha 30 de noviembre de 1998, dictadas ambas por el Juzgado Segundo de Primera Instancia en lo Civil, Mercantil y del Tránsito de la Circunscripción Judicial del Área Metropolitana de Caracas, en el juicio que por cumplimiento de contrato de arrendamiento interpusiera la sociedad mercantil ADMINISTRADORA CARIC, C.A. en contra de la accionante, por tanto, se ordena al referido tribunal de primera instancia dictar nueva decisión, una vez efectuado el trámite respectivo del amparo.
Publíquese, regístrese, comuníquese. Cúmplase lo ordenado.
Dada, firmada y sellada en el Salón de Despacho de la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia, en Caracas, a los 06 días del mes de JULIO del año dos mil uno. Años: 191º de la Independencia y 142º de la Federación.
El Presidente,
IVÁN RINCÓN URDANETA El Vicepresidente,
JESÚS EDUARDO CABRERA ROMERO
Los Magistrados,
ANTONIO JOSÉ GARCÍA GARCÍA JOSÉ MANUEL DELGADO OCANDO Ponente PEDRO RONDÓN HAAZ
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