Buscando La Especificidad Prometida. El Endogenismo Del Servicio Social. Carlos Montaño
Buscando La Especificidad Prometida. El Endogenismo Del Servicio Social. Carlos Montaño
Buscando La Especificidad Prometida. El Endogenismo Del Servicio Social. Carlos Montaño
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Carlos E. Montaño
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Profesor Universidad Federal de Rio de Janeiro, Brasil. Documento elaborado en 1997.
2. Netto entiende que “la apelación a diferentes ciencias sociales (...) para subsidiar
prácticas y representaciones que desbordan el límite de cada una” se presenta para el
Servicio Social como “una estructura reiterativa” (1997: 151). Igualmente, entiende que
mantenida la pretensión de una teoría y una metodología “propia y autónoma” “y, con ella,
subrepticiamente, las incidencias de la tradición positivista (y neopositivista) —, la renovación
del Servicio Social reitera el eclecticismo” (idem.: 154).
3. Yolanda Guerra argumenta esta procura en el sentido de que “ocupando [el Servicio
Social] una posición terminal en la trama del proceso de organización de las políticas sociales,
sus acciones adquieren un carácter polivalente, indefinido, imponiendo al conjunto del
colectivo profesional la preocupación en encontrar la ‘especificidad’ de la profesión” (1995:
138)
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estatuto teórico . Parecería que sin un “saber específico”, sin un “campo
específico de intervención”, sin “sujetos propios”, sin “métodos y técnicas
específicas”, sin “objetivos exclusivos”, la profesión, por un lado, no tendría
motivo de existir y/o, por otro lado, ella quedaría extremadamente vulnerable e
indefensa frente a las restantes profesiones que eventualmente compartan
estas características.
4. Según Netto, algunos de los temas más presentes en los debates del Servicio Social
desde su propia institucionalización como profesión tiene como telón de fondo “la clarificación
del estatuto teórico del Servicio Social y la localización de su especificidad como práctica
profesional”. Considerando, el autor, que “el tratamiento distinto de ellas es una exigencia
básica para iluminar convenientemente las peculiaridades de cada una, y en especial, para
infirmar la equivocada relación causal que la tradición profesional fue estableciendo entre
ambas, consistente en derivar la legitimidad de la práctica profesional a partir de sus
fundamentos pretendidamente científicos. Y mucho más significativamente, porque permite
remitir el análisis de la problemática teórico-cultural del Servicio Social a su terreno
fundamental — aquel que se pone en el ámbito de las relaciones entre proyecto de
intervención y rigor teórico posible en el conocimiento de lo social, en los marcos de la
sociedad burguesa” (Netto, 1997: 82).
5. Dos investigaciones, de magnitud diferente, sobre el estudio de la especificidad del
Servicio Social deben ser destacadas, por su precursor intento en desmitificar ciertos
aspectos de esta problemática:
i Primeramente la obra de Josefa Batista, de enorme significación para el Servicio
Social: “Objeto e especificidade do Serviço Social. Pensamento latino-americano”, donde los
autores que trabajan estas dos problemáticas dentro del Movimiento de Reconceptualización
son agrupados en tres tendencias (de la integración social: José Lucena Dantas, Helena Iraci
Junqueira y Tecla Machado Soeiro; de la liberación social: Vicente de Paula Faleiros y Boris
Alexis Lima y la perspectiva mixta: Ricardo Hill, Natálio Kisnerman y Antolin López Medina) y
analizadas críticamente sus propuestas. Aquí la autora propone la innovadora idea de que “la
especificidad no es así exclusividad” (Batista, 1980: 30). (Para su consideración, ver infra).
i En segundo lugar, una investigación sobre la “Especificidad del Servicio Social”,
donde Teixeira Caldas y D’Auria realizan entrevistas con profesionales del área y de otras
disciplinas, encontrando que los asistentes sociales entienden la “especificidad” de su
profesión el los siguientes aspectos: “objeto, objetivos, naturaleza, valores, ideología,
conocimientos y la propia práctica profesional” (1981: 54). Aquí las autoras entienden que,
para evitar detenerse “en discusiones infructíferas en el sentido de encontrar una
exclusividad”, su “preocupación no estaba en abordar los elementos que irían a determinar la
especificidad del Servicio Social, y si en encontrar lo que hay de común en la acción de todos
los asistentes sociales” (Teixeira Caldas y D’Auria, 1981: 55).
i Más recientemente, un trabajo, — en este caso elaborado fuera de Brasil, en México
—, sobre “Especificidad y papel en el Trabajo Social — curriculum, saber y formación”,
realizado en 1990 por García Salord, entiende los elementos constitutivos de la especificidad
profesional localizados en los sujetos, en el objeto y en el marco de referencia (objetivos
específicos, función social y procedimientos metodológicos); mientras las dimensiones de
esta especificidad estarían conformadas por el saber especializado, por el ejercicio
profesional, por el mercado de trabajo, por la identidad y por el status profesional (ver García,
1990: 19-21). Sobre los análisis más detallados de estas consideraciones ver infra.
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Veamos. El concepto de “especificidad” refiere a la cualidad que cierta
especie posee y por la cual esta última se torna especial, diferente de las
otras. Así, el carácter de específico de alguna cosa atribuye dos condiciones:
primeramente, esta característica por ser específica, debe reflejarse, debe
estar presente en todos los miembros de esta especie, teniendo una
dimensión inclusiva; en segundo lugar, ella no puede existir en miembros de
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otras especies, lo que muestra su dimensión exclusiva ; quiere decir: lo que
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nos diferencia de los otros y lo que nos identifica como cuerpo . En otras
palabras, aquellos supuestos elementos que conforman la “especificidad” del
Servicio Social deben permear todos y cada uno de los profesionales de este
colectivo profesional, así como en ningún sujeto que no integre el cuerpo
profesional del Servicio Social podrán existir tales atributos, constituyéndose
en un “demarcador profesional” (ver Netto, 1997: 95). Estos deben ser
exclusivos y abarcar a los miembros del Servicio Social.
6. Si la especificidad de los mamíferos es que éstos poseen mamas, todos ellos y sólo
ellos deben tener tales características.
7. Por este motivo, muchos análisis sobre especificidad son enfocados bajo la forma de
“identidad”.
8. Cuando la especialización es inter-profesional ella tiende a sustituir la cualificación;
se transforma en el elemento diferenciador de cada profesión en la división sociotécnica del
trabajo. Así surgen las disciplinas “especializadas” en diversas áreas. Es diferente el caso de
la especialización intra-profesional, siempre posterior a la cualificación y en harmonía con una
perspectiva de totalidad. (Sobre esto ver el punto 3 de las Conclusiones).
3
Para Lukács, Weber es el representante más conspicuo del saber
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especializado y este último se expresa en las “ciencias sociales particulares”.
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Así, por ejemplo, la sociología
13. Como manifiestan Marx y Engels en la Ideología Alemana, “las ideas (Gedanken) de
la clase dominante son en cada época las ideas dominantes, esto es, la clase que es la fuerza
material dominante es al mismo tiempo su fuerza espiritual dominante. La clase que tiene a su
disposición los medios de producción materiales tiene al mismo tiempo los medios de
producción espiritual, lo que hace que a ellas sean sometidas, al mismo tiempo y
promedialmente, las ideas de aquellos a los cuales les faltan los medios de producción
espiritual. Las ideas dominantes no son más que la expresión ideal de las relaciones
materiales dominantes concebidas como ideas; por lo tanto, la expresión de las relaciones que
tornan una clase en la clase dominante; por lo tanto, las ideas de su dominación. Los
individuos que constituyen la clase dominante poseen, entre otras cosas, también
consciencia, y por esto, piensan; en la medida que dominan como clase y determinan todo el
ámbito de una época histórica, es evidente que lo hagan en toda su extensión, y
consecuentemente, entre otras cosas, también domine como pensadores, como productores
de ideas; que regulen la producción y distribución de ideas de su tiempo y que sus ideas sean,
por eso mismo, las ideas dominantes de la época” (Marx y Engels, 1977: 72).
En la tradición marxista, Lefebvre también trata de esta cuestión: “En la medida en que
no existe sociedad basada en la pura violencia, es la ideología que obtiene el consentimiento
de los oprimidos, de los explotados. La ideología los representa de manera tal que les arranca,
además de la riqueza material, la aceptación y mismo la adhesión espiritual” (Lefebvre, in
Iamamoto, 1997: 125 — nota de pie de página N° 115).
Tematizado por Iamamoto, “el control social y la difusión de la ideología dominante
constituyen recursos esenciales, complementando otras maneras de presión social apoyadas
en la violencia, para la obtención de consenso social. (...) la ideología dominante es un medio
de obtención del consentimiento de los dominados y oprimidos socialmente, adaptándolos al
orden vigente” (ibidem.); siendo que para la autora, “el modo capitalista de reproducir y el de
pensar son inseparables, y ambos se expresan en el cotidiano de la vida social” (idem.: 126).
Para Martins, “el modo capitalista de producción (...) es también un modo capitalista de
pensar (...). En cuanto modo de producción de ideas, marca tanto el sentido común como el
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“naturalización” y el ocultamiento o incluso fetichización de aquellos. Los
valores y normas “naturalizados” y “fetichizados”, son entonces
deshistoricizados (véase por ejemplo, las consideraciones de Netto, 1997: 55
y ss.; también Lessa, 1996); en ese sentido, son vistos como naturales e
incomprensibles o indescifrables, por lo tanto, inmutables. La forma de hacer
eso es desarrollando un tipo de racionalidad que sea al mismo tiempo
segmentadora y manipuladora de lo real.
“esa ‘ley’ (...) tendrá que ser [por un lado] una ley de las ‘contingencias’
que reaccionan recíprocamente y no la de una organización realmente
racional. Por otro lado, este sistema de leyes no apenas debe imponerse
a los individuos: nunca podrá tampoco ser susceptible de un
conocimiento integral y adecuado, porque el conocimiento integral de la
totalidad aseguraría al sujeto de ese conocimiento una tal posición de
monopolio que tanto bastaría para suprimir la economía capitalista”
(Lukács, 1974: 117).
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Es así que la búsqueda de la “especialización” del Servicio Social es
emprendida a partir de una perspectiva de pulverización y segmentación de la
realidad en “cuestiones sociales” (ver Iamamoto, 1992: 76-86 y Netto, 1992:
15-30) y de una diversificación compartimentada de los estudios y respuestas
a estos problemas particulares (ver Netto, 1992: 136). Efectivamente, surge,
vinculada al orden burgués — especialmente a lo que Lukács denomina de
“decadencia ideológica de la burguesía”, que se instaura fundamentalmente a
14. “La filiación teórica del Servicio Social — dice Netto — es indesmentible: viene
precisamente en el proceso de consolidación de las ciencias sociales [particulares]” (1997:
147).
En concordancia, Iamamoto entiende que “el Servicio Social nace y se desarrolla en la
órbita de ese universo teórico [de la “tradición conservadora del pensamiento europeo del
siglo XIX]. Pasa de la influencia del pensamiento conservador europeo, franco-belga, en sus
orígenes, para la sociología conservadora norteamericana, a partir de los años ’40” (1997:
169).
15. Vale la pena señalar que “Marx y Engels consideraban la especialización como
limitadora y perjudicial a todos los trabajadores, tanto intelectuales como manuales” (in
Bottomore, 1988: 194).
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partir de 1848, “frente a la disolución del hegelianismo”, en el momento en que
la clase burguesa pierde su carácter crítico-revolucionario frente a las luchas
16
proletarias (Lukács, 1992: 109 y ss.) —, un tipo de racionalidad que,
procurando la mistificación de la realidad, crea una imagen fetichizada y
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pulverizada de ésta . El conocimiento segmentado de la realidad lleva a
respuestas segmentadas y transformaciones parciales de la misma. Así, la
segmentación de la realidad en “cuestiones sociales” lleva a que éstas sean
tratadas a través de instrumentos parciales y compartimentados: las políticas
sociales segmentadas y puntuales.
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racionalidad —, y la población carenciada, y si el Servicio Social aparece
como una profesión instrumental al proyecto político de la burguesía y
vinculada a la ejecución terminal de estas políticas sociales
compartimentadas — constituyendo estas últimas la “base de sustentación
funcional-ocupacional” (ver Montaño, 1997) de este profesional —, se puede
entonces concluir que el propio Servicio Social tiene tanto su génesis como su
desarrollo íntimamente imbricados en esta racionalidad formal y pulverizadora
de la realidad, asumiendo como “natural” la compartimentación de las
profesiones, el divorcio entre conocimiento y acción, la segmentación de
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respuestas a micro-realidades “independientes” , pertenecientes ellas a una
globalidad que a los profesionales les parece incomprensible, y anclándose en
el cómodo puerto de “no invadir para no ser invadido”, que establece fronteras
rígidas entre las diferentes profesiones que no pueden ser traspasadas.
Por lo tanto, hay quien sostiene que la falta de especificidad del Servicio
Social — la inexistencia de un cuerpo teórico propio, la carencia de un método
único, la ausencia de objetos, de cuestiones sociales particulares a éstos —,
hace de éste una profesión prescindible, substituible por otros profesionales
(sociólogos, psicólogos sociales, antropólogos etc.) o técnicos (animadores
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socioculturales, terapeutas familiares, gerentes sociales etc.), y por lo tanto,
no tendría sentido de existir como profesión autónoma.
19. Para la crítica de esta “división especializada” del trabajo, además del ya indicado,
ver los estudios de Lukács sobre “la decadencia ideológica” y “el nacimiento de la sociología”,
Lukács, 1992: 109 y ss. y 132 y ss.
20. En García (1990) aparece que la ambigüedad estructural (que coloca a la profesión
como “un sentido común ilustrado” — definido por “un saber y un hacer especializado
conformado por una ‘interdisciplinariedad indeterminada’”), inherente a la especificidad
profesional (idem.: 5 y 54), tiende a generar desprofesionalización en el Servicio Social
(idem.: 59). En este sentido, la autora invierte en la búsqueda de la especificidad profesional
proponiendo la creación y consolidación de una “teoría de la intervención” propia de la
profesión (ver infra).
21 Este “endogenismo” se expresa en el intento de explicar la existencia y el desarrollo
del Servicio Social a partir de sí mismo — tal como Natalio Kisnerman, que busca comprender
la historia del Servicio Social evaluando “su propio destino” (1980.: 11) — y no a partir del
orden social que lo funda y la fundamenta: el sistema capitalista en la era de los monopolios.
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los asistentes sociales y exclusivamente ellos son depositarios de ciertas
funciones, métodos, teorías etc., ningún otro profesional podrá invadir ese
espacio funcional sin que esto atente contra el principio de preservación de la
“propiedad privada”, alma del sistema social en el cual se desarrolla. Y si para
eso la condición de “no ser invadido” es “no invadir”, el canje les parece justo.
Nada más positivista, nada más subalternizante, nada más conformista y
comodista que este principio.
22. Iamamoto, por ejemplo, realiza “más que un análisis centrado en los elementos
constitutivos que dan un perfil peculiar al Servicio social, en relación a otras profesiones”; por
el contrario, su “esfuerzo se orienta en el sentido de aprehender las implicancias sociales que
forman parte de las condiciones de ese ejercicio profesional en la sociedad actual” (1997: 85).
23. Netto, al analizar los fundamentos “científicos” y el estatuto profesional, afirma que
los asistentes sociales, para cortar con el tipo de ejercicio profesional de sus protoformas,
construyeron una autoimagen que ligara el “atribuido (o supuesto) fundamento ‘científico’ del
Servicio Social y su estatuto profesional” (Netto, 1997: 82-83). Para el autor, esta “inversión
generalizada en la construcción de la autoimagen del Servicio Social” supone que “la raíz de la
especificidad profesional (o de parte sustantiva de ella) adviene de un stock ‘científico’”
11
1- Primeramente, aquellos que entienden que efectivamente existe un
“campo de conocimiento científico”, un objeto social propio del Servicio Social.
En este caso, generalmente se llega a la idea que el Servicio Social constituye
una ciencia.
(idem.: 84). Según él, “la llamada teorización del Servicio Social se desarrolló en dos líneas
principales: o la constitución de ese saber de segundo grado, con el eclecticismo operando
en su base, o la sistematización de la práctica profesional, según cánones interpretativos
subordinados inmediatamente a las ciencias sociales y mediatamente al referencial ideológico
del horizonte profesional” (idem.: 152).
24. Netto estudia la falsa idea de un “fundamento científico” del Servicio Social como
demarcador de su “estatuto profesional” en relación a las protoformas y a las demás
disciplinas sociales (ver Netto, 1997: sección 2.1).
También Martinelli, en una inflexión en relación a análisis anteriores — donde entendía
que “solamente en el momento en que la profesión aprehende ‘su identidad específica y
distintiva’ es que ésta alcanza su autonomía científica” (ver Martinelli, 1978: 16) —, afirma que
la búsqueda de nuevas totalizaciones por parte de la profesión “ya no se dirige más
teleológicamente para la ‘autonomía científica’ del Servicio Social, sino para su legitimación
como práctica social de carácter popular ...” (Martinelli, 1997: 12).
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2- En segundo lugar, están aquellos que determinan el “campo de
investigación” que caracterizan el objeto de conocimiento “específico” del
Servicio Social como siendo la propia práctica profesional, la sistematización
25
de su práctica . Esta manera de concebir el propio espacio del saber
profesional se funda en la idea de que la característica de este tipo de
investigación, que sería propia del Servicio Social, es estar orientada para la
acción; no siendo una investigación “pura”, como aquella que comportaría las
profesiones “científicas”, sino un momento de la intervención de campo.
26
En una publicación más reciente, García Salord , criticando la actual
tendencia de la investigación de Servicio Social por estar “orientada por un
interés sociológico” y por tener “un curso independiente de las problemáticas
teóricas y metodológicas del saber y del hacer especializado” de la profesión
(sic) (1990: 70), entiende que el Servicio Social, como “campo profesional”,
para avanzar en el desarrollo de su especificidad y de su profesionalización,
debe procurar cada vez más la definición y consolidación de este “saber
14
por el autor, de que el Servicio Social es en sí mismo una profesión
internamente interdisciplinaria.
27
Entretanto, siguiendo las recomendaciones de Bachelard , la autora
acepta y defiende la idea de que “el objeto es construido” (ídem.: 17) por cada
profesión a partir de una determinada “perspectiva”, que le otorgaría su
especificidad; de esta forma para Batista, “la especificidad no es así
exclusividad adquirida por una disciplina en el dominio de un objeto ‘real’, a
partir de los ‘fenómenos reales’ con los cuales establece relación. La
especificidad consiste en las formas particulares asumidas por la disciplina en
esta relación. Esta es el propio proyecto en su totalidad” (Batista, 1980: 30)
(grifos nuestros).
27. “Un objeto puede determinar muchos tipos de objetivación, muchas perspectivas de
precisión, puede pertenecer a problemáticas diferentes. El estudio de una molécula química
puede desarrollarse en la perspectiva de la química y de la espectrografía. De cualquier forma
un objeto científico sólo es instructor al respecto de una construcción preliminar que debe
consolidar” (Bachelard, in Batista, 1980: 17).
15
acción interventiva que emprende” (ídem.: 29), se determina en función del
proyecto profesional “propuesto en la relación con los diversos fenómenos,
atribuyendo características especificadoras de perspectivas que forman
unidades o diversidades en el ámbito del Servicio Social” (ibídem.) (Grifos
nuestros). Es esta relación entre el proyecto profesional y los objetos la que
estaría “configurando modos diferentes de encarar la realidad” (ibídem.),
28
constituyéndose de esta forma “un cuerpo teórico determinado” , o en otros
términos, “es el contenido atribuido a esos fenómenos, a través de la relación
establecida con estos, el que define la especificidad, y sólo identificándose la
especificidad se identifica el objeto” (ídem.: 30) (grifos nuestros); y aún más,
entendiendo las realidades como resultantes de un proceso de construcción,
en un doble sentido: “por un lado existen como producto de las relaciones
sociales, y por lo tanto, construidas socialmente; por otro se tornan objeto del
Servicio Social cuando éste le propone a éstas una relación de conocimiento y
de intervención, siempre según una determinada perspectiva” (ídem.: 73).
28. “Como elemento de la construcción del objeto, dice la autora, el método es aquí
‘comprendido como una relación que es parte de un conjunto de relaciones que especifican un
cuerpo teórico determinado” (Batista, 1980: 26) de la profesión, siendo que “es preciso que
se atente, de inicio, que ya la propia formulación de cada método contiene una marca teórica,
atribuyéndole especificidad” (ídem.: 27).
29. “El abordaje de esa realidad es por lo tanto interdisciplinario”, dice la autora, quien
siguiendo a Japiassu, entiende que “es preciso que cada uno [de los estudiosos de las
diversas disciplinas] esté impregnado de un espíritu epistemológico suficientemente amplio
para que pueda observar las relaciones de su disciplina con las demás sin negligenciar el
terreno de su especialidad” (in Batista, 1980: 11).
16
“especificidad”- y por otro, reconoce su no exclusividad, no obstante la autora
no cuestiona que exista una especificidad del Servicio Social en la
delimitación de tal perspectiva propia de la profesión.
17
“hay un espacio de construcción de conocimiento para las llamadas
‘ciencias aplicadas’, que se da en la intermediación entre las ‘ciencias
puras’ y una profesión de la práctica como es el Servicio Social. Esos
conocimientos está orientados para la comprensión de una praxis en
tanto acción en la realidad.
18
En realidad, el Servicio Social no posee un objeto de conocimiento
30
propio, por lo tanto no produce teoría propia Posee, eso sí, un saber técnico-
operativo autóctono, aunque sus objetos de investigación, su arsenal
heurístico y sus teorías son comunes a otras profesiones sociales; por lo tanto
él puede elaborar “teoría de lo social” y no “teoría de Servicio Social”. Dicho de
otra forma, el Servicio Social como un todo sí produce un “saber propio”, pero
31
éste no es teórico y sí técnico-operativo ; por otro lado, este profesional sí
produce “teoría”, pero ésta no es propia y sí teoría de lo social, que formará
32
parte del acervo del conocimiento teórico sobre lo social . (Sobre estas
cuestiones, retomaremos nuestro análisis en el punto 3 de este capítulo,
especialmente lo que refiere a la hipótesis sobre la “práctica como fuente de
teoría”).
30. Para Netto, con el Servicio Social “se levanta pues un sistema de saber que, siendo
de segundo grado, es eminentemente sincrético — y, en la elaboración del saber, el
sincretismo es la cara visible del eclecticismo” (1997: 151); siendo que, “la superación del
eclecticismo teórico implica la interdicción de cualquier pretensión del Servicio Social de
posicionarse como un sistema original de saber, como portador de una teoría particular
referenciada a su intervención práctico-profesional” (ídem.: 154).
31. Netto entiende que la práctica del asistente social, por su sincretismo, “demanda un
conocimiento de lo social capaz de mostrarse directamente instrumentalizable. Antes que una
reproducción veraz del movimiento del ser social, extraída del análisis concreto de formas
sociales determinadas, lo que la intervención manipuladora reclama frecuentemente son
paradigmas explicativos aptos para permitir una orientación de procesos sociales tomados
segmentadamente”; y esto según el autor, “disponibiliza, de partida, el sistema de saber que
referencia al Servicio Social a los más variados influjos empiricistas y pragmáticos” (Netto,
1997: 95).
32. Para Netto, si la producción teórica del asistentes social “tiene efectivamente una
naturaleza y un contenido teóricos, se insertará en el contexto de una teoría social — y
trascenderá pues a la profesión como tal” (1997: 153).
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peculiar actividad interventiva, en la práctica de campo y cuyo método de
intervención le es específico.
20
para la autora, no interviene directamente en el fenómeno colocado como
problema (correspondería al médico, al abogado, al arquitecto etc. la
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intervención directa ); el Servicio Social interviene en esos problemas
(indirectamente)
“el sistema en tanto ideal de síntesis filosófica contiene antes que nada
el principio de la completicidad y del acabamiento, ideas que son a priori
inconciliables con la historicidad ontológica del ser (...). Pero tal unidad
estática surge inevitablemente en el pensamiento cuando las categorías
son ordenadas según una determinada conexión jerárquica. Y también
35. Guerra argumenta la necesidad que tienen los profesionales de encontrar un método
único en el sentido de que “la ausencia de entendimiento sobre las representaciones de la
conciencia, sobre todo de la base material que las produce y las mantiene, encamina al
asistente social a tomar los hechos, fenómenos y procesos, tal como aparecen a su
conciencia y a buscar en modelos teóricos explicativos de la sociedad su referencial
operativo de actuación que, por la reincidencia de los problemas enfrentados tiende a
cristalizarse en modelos de intervención profesional” (1995: 150) (grifos nuestros).
22
esa aspiración a un orden jerárquico contrasta con la concepción
ontológica en Marx” (Lukács, 1992: 102-103) (grifos nuestros).
36. Lukács muestra que “la especificidad de la relación entre esencia y fenómeno en el
ser social pasa por el problema del actuar interesado” (Lukács, 1992: 102). Por otro lado, para
Habermas el conocimiento no está exento de interés.
37. Y hasta “transformar la sociedad”, lo que llevó a muchos asistentes sociales a
atribuirse el papel de “agentes de transformación”.
38. Es bien conocida la sentencia de Marx de que: “toda ciencia sería superflua si la
esencia de las cosas y su forma fenoménica coincidieran inmediatamente” (Marx, in Lukács,
1992: 101).
39. Ver Kosik, 1989; quien afirma que “la destrucción de la pseudoconcreticidad
significa que la verdad no es ni inalcanzable ni alcanzable de una vez para siempre, sino que
esta se hace; luego, se desarrolla y se realiza” (1989: 19).
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condiciones histórico-materiales y de los intereses de los actores, la estrategia
más adecuada. Más que método único, el Servicio Social establece
estrategias variadas, definidas a posteriori de su relación con el objeto.
III. En tercer lugar, hay quien intente definir lo “específico” del Servicio
Social en el tipo de sujeto con el cual trabaja (su población meta): en la
40. Guerra, entendiendo que la perspectiva de clase “define el nivel de racionalidad que se
aproxima más o menos del conocimiento de la verdad”, propone que el método, “en tanto
mediación entre sujeto y objeto del conocimiento, indica la dirección del análisis, aunque, no
obstante eso, el movimiento del objeto apunta el camino a ser seguido por el método. Por lo
tanto hay diferentes métodos con mayores o menores posibilidades y límites de expresar la
realidad objetiva” (1995: 99) (grifos nuestros); de la misma manera, hay diversas estrategias
de intervención profesional según las características particulares y singulares del objeto
concreto.
41. Para Netto, “si idealmente la profesión colocó las bases para una peculiar
intervención sobre las refracciones de la ‘cuestión social’, fácticamente esta intervención no
se erguió como distinta. En otros términos: la forma de la práctica profesional, en sus
resultantes, no obtuvo un coeficiente de eficacia capaz de diferenciarla de otras prácticas,
profesionalizadas o no, incidentes sobre la misma problemática” (1997: 97-98). Así, “lo que
resulta es que la especificidad profesional se convierte en incógnita para los asistentes
24
relación profesional-pueblo. En este caso la profesión generalmente es vista
como una especie de militancia política vinculada, orgánicamente o no, a un
sujeto popular organizado: movimientos sociales, trabajadores sindicalizados,
cooperativas populares, organizaciones comunales etc.
De esta forma, según Boris Lima, “la teleología del Servicio Social se
encamina para liberar a las masas, situando su meta en la transformación de
las relaciones sociales — mundo objetivo — y en el propio hombre, objeto de
su acción” (in Guerra, 1995: 174).
sociales (y no sólo para ellos): la profesionalización permanece como un circuito ideal que no
se traduce operativamente (ídem.: 102).
25
ver que todas las profesiones convocan, entre su cuadro profesional,
miembros que, sea en su condición de ciudadanos políticos o sea como
profesionales, procuran involucrarse en objetivos de esta índole.
27
realidad social; por lo tanto, una perspectiva definida a partir del objeto, a
posteriori, y no a partir de tal o cual profesión, a priori.
Lo que sucede es que, en primer lugar, hoy no se puede más (si es que
alguna vez fue posible) demarcar claramente el “espacio profesional”, los
límites teórico-prácticos de cada disciplina, especialmente en el área social.
Hoy no es más posible dividir las profesiones en compartimentos estancos. En
28
realidad, en la medida en que las profesiones se desarrollan, creando nuevos
saberes y profundizando los viejos, los campos de conocimiento se
“especializan” intra-profesionalmente; quiere decir que se crean “sub-campos”
y “especialidades” al interior de cada profesión: así por ejemplo, la sociología
del trabajo, la economía industrial, la medicina del trabajo, el derecho laboral,
y por qué no, el Servicio Social de empresa, de entre varios ejemplos posibles.
La especialización de los saberes, de los campos y sub-campos de estudio e
intervención profesional, lleva cada vez más, a las profesiones, a establecer
lazos de interacción e interconexión. ¿Puede un abogado especializado en
derecho laboral desempeñarse sin interconexión con el saber producido por la
sociología del trabajo, por la medicina del trabajo etc.? Es en este sentido que
la discusión sobre ínter, multi y transdisciplinariedad comienza a posicionarse
45
en el centro del debate referido a la división socio técnica del trabajo . Y como
afirma Netto, “el verdadero problema de la investigación de la totalidad social
concreta fue substituido [tergiversadamente] por la ‘interdisciplinariedad’”
(Netto, 1992: 140).
45. Pero veamos que no se trata de afirmar que un abogado laborista, siguiendo nuestro
ejemplo, precisa necesariamente del acompañamiento directo de un sociólogo de la misma
área. De lo que precisa el primero es del saber producido por la sociología del trabajo.
46. Me permito, en este caso, discrepar con mi compañero, José Paulo Netto, quien
afirmando la ausencia de especificidad del Servicio Social en los ítems anteriormente
considerados, entiende sin embargo que “lo específico práctico-profesional del Servicio Social
se presentaría en la fenomenalidad empírica como la inespecificidad operativa” (Netto, 1997:
102) (grifos nuestros); agregando que “la polivalencia aparente es la más nítida consecuencia
de la peculiaridad operativa del Servicio Social — es decir, de su intervención indiferenciada”
(ídem.: 103). Quiere decir que: la especificidad de la profesión sería su propia inespecificidad
operativa, su sincretismo. De esta manera, la afirmación estaría tácitamente aceptando que
las otras profesiones sí poseen una especificidad operativa, lo que creemos no ser real.
Por otro lado, en García (1990) aparece que la ambigüedad estructural es inherente a
la especificidad profesional (ídem.: 5 y 54).
En realidad, la sentencia de que el Servicio Social posee una particularidad, como
señala Netto, en su sincretismo teórico y práctico, es veraz. Sin embargo esta característica
no es específica (en el sentido de exclusiva) del Servicio Social; las profesiones del área
social en su conjunto son copartícipes de esa inespecificidad operativ a.
Marx entendía que existe una única ciencia social — y por lo tanto apenas un objeto
social — que es la Historia. El conocimiento de la realidad y la intervención en ésta desde una
perspectiva de totalidad no pueden darse “recortando”, para cada ciencia, un aspecto del todo
29
identidad interna en las categorías profesionales. Efectivamente, negar la
existencia de especificidades en las profesiones sociales no significa
desconocer que éstas posean características generadoras de una cierta auto-
representación, sentimiento de pertenencia e identidad profesional.
Es que en realidad, las profesiones sociales son, cada vez más, formas
de trabajo humano más o menos organizadas, más o menos diferenciadas y
más o menos interligadas, que consisten en la aplicación de un conjunto más
o menos delimitado de conocimiento teórico y técnico, cuyo objetivo es dar
respuesta a un tipo o a una parcela más o menos determinada de la realidad
global.
47. Para Netto, “la afirmación y el desarrollo de un estatuto profesional (y de los papeles
a él vinculados) se opera mediante la confluencia de un doble dinamismo: por un lado, aquél
que es deflagrado por las demandas que le son socialmente colocadas; por otro, aquél que es
viabilizado por sus reservas propias de fuerzas (teóricas y práctico-profesionales), aptas o no
para responder a las requisiciones extrínsecas — y éste es, en definitiva, el campo en el que
incide su sistema de saber” (1997: 85-86).
31
sociólogos pueden crear teoría sobre relaciones económico-productivas, y así
podríamos seguir indefinidamente. De esta forma, por ejemplo, el “campo de
saber particular” que tiene como objeto las relaciones sociales (conocido
como “sociología”) no es patrimonio exclusivo, en una perspectiva ontológica
(y no positivista), — ni en la producción teórica ni en el uso del conocimiento
—de la profesión de “sociólogo”, incluso y a pesar de que lleven nombre
idéntico y de que hayan tenido una génesis simultánea. No son apenas
sociólogos los que producen y usan el conocimiento “sociológico”.
48. Esto es lo que hace al asistente social desconocer su significación y papel político,
y lo coloca en una posición subordinada y subalterna en la división socio técnica del trabajo;
haciendo de él, en estas condiciones, un agente prácticamente prescindible, substituible.
33
Ninguna profesión exige de todos y cada uno de sus miembros, como en
49
muchos casos ocurre en el Servicio Social , la realización de todos los pasos,
procedimientos, tareas o etapas de un cierto proceso profesional,
preconcebido, definido como “método específico”. Sin embargo, no se
pretende negar que cabe a todos y a cada uno de los profesionales el
conocimiento de la realidad que lo convoca y un cierto dominio del proceso de
trabajo tanto a nivel teórico como práctico.
49. Netto afirma que “en el centro de esta modalidad de intervención [la del Servicio
Social] se sitúa, con invulgar ponderación, la manipulación de variables empíricas de un
contexto determinado. (...) toda operación suya que no se corona con una alteración de
variables empíricas (...) es tomada como inconclusa, a pesar de que se valoricen sus pasos
previos y preparatorios. El curso de la intervención profesional está dirigido para tal efecto y
debe resultar en eso. No por fortuna, el trazo de intervención del Servicio Social es
frecuentemente identificado con una tal alteración — que la formulación tradicional subsumió
en la rúbrica del ‘tratamiento’” (1997: 94).
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una relación directa con el paciente. La medicina no es una ciencia, pero el
médico que investiga y produce conocimiento teórico, él sí es un cientista.
50. Sin embargo todos ellos deben conocer el proceso completo, lo ya hecho y la
proyección de las fases siguientes.
51. Netto sostiene que la “división de trabajo” o “especialización” al interior de cada
profesión es “propia de las profesiones maduras”. En este sentido, el Servicio Social, con “la
creación de un segmento directamente vinculado a la investigación y a la producción de
conocimientos” tiene, en los años 80, su madurez (ver Netto, 1996: 112).
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todo aquello que forma parte del proceso de intervención profesional
preestablecido.
52. Como aclama Lucien Febvre: “Historiadores, sean geógrafos, sean juristas también,
y sociólogos y psicólogos. Derrumben los compartimentos.” (in Fiori, 10/5/1996).
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De seguir en la discusión de cuál es la “especificidad” del Servicio Social,
este mismo debate va a pasar a marcar el carácter verdaderamente específico
de la profesión.
53. Un físico, por ejemplo, que trabaja “apenas” interventivamente, aplicando sus
conocimientos, no es, por el mero hecho de tener una formación en física, un cientista. Un
arquitecto que se dedica a la construcción no realiza una actividad científica, por lo tanto no
es un cientista. Un médico cuya actividad es clínica no hace ciencia. Un sociólogo que
desempeña actividades de asesoría o de encuestador, no produce conocimiento científico. Un
asistente social que se dedica a la práctica de campo tampoco se constituye en un cientista.
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conocimiento teórico sobre la realidad. No es cientista por “aplicar” los
conocimientos ya elaborados, no importa de donde vengan, el profesional
54
hace ciencia desde que se dedique a la actividad científica .
De la misma forma que no se puede decir que todo físico, todo biólogo,
todo sociólogo etc., por el simple hecho de tener determinada formación
profesional, sea un cientista, independientemente de crear o no conocimiento
teórico, igualmente no se puede afirmar que un asistente social que produzca
saber teórico original no sea, por el hecho de poseer esta formación
56
profesional, un verdadero cientista . El Servicio Social — como todo colectivo
54. El físico que investiga nuevos fenómenos, el arquitecto que por medio de una
investigación creadora desarrolla nuevos conceptos arquitectónicos, el médico que investiga
sobre el cáncer o el HIV, el sociólogo que estudia los nuevos fenómenos sociales de los años
90, y el asistente social que estudia la “cuestión social”, en tanto crea nuevo saber científico,
mientras produce conocimiento teórico, tiene una actividad científica, se desempeña como
cientista.
55. ¿Cuáles fueron las formaciones o profesiones de Marx, Weber o Comte? En
realidad, las ciencias se desarrollan por el conocimiento creado a respecto de determinada
área de la realidad y no dependen exclusivamente de la profesión, de la formación que el
investigador tenga.
Marx no tenía formación universitaria de economista, sin embargo la ciencia
económica es impensable sin la contribución marxiana. Comte no era sociólogo sino abogado,
no por eso se puede desconocer que él le dio a la sociología un status oficial. Freud era un
médico, sin embargo es creador de un nuevo campo de saber psicológico.
56. Para Iamamoto, “el Servicio Social en su trayectoria no adquiere el status de
ciencia, lo que no excluye la posibilidad y necesidad del profesional de producir
conocimientos científicos, contribuyendo para el acervo de las ciencias humanas y sociales,
en una línea de articulación dinámica entre teoría y práctica” (1997: 103-104).
Por otro lado, en Netto, si bien “la filiación teórica del Servicio Social a las ciencias
sociales de extracción positivista no es un dato irreversible”, y si igualmente “su vinculación al
pensamiento conservador no es un componente inevitable”, no se puede pensar que la
profesión pueda tener una teoría específica o una metodología particular (Netto, 1997: 153).
Para el autor, “en cualquier hipótesis el Servicio Social no se instaurará como núcleo
productor teórico específico — permanecerá profesión, y su objeto será un complejo
heteróclito de situaciones que demandan intervenciones sobre variables empíricas”; sin
embargo, continúa, “esta argumentación no cancela ni la producción teórica de los asistentes
sociales (que no será la ‘teoría’ del Servicio Social y que naturalmente, supondrá la
sistematización de su práctica, pero sin confundirse o identificarse con ella) ni el
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profesional que integra la división socio técnica del trabajo — no es una
ciencia sino una profesión. Sin embargo, el asistente social que produce saber
científico (no apenas instrumental), así como todo profesional que se vincula a
la producción de conocimiento, es un cientista social.
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