Como Crecemos

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PLAN DE CRECIMIENTO IGLESIA VIDA

ORIENTE
07/2022 - 07/2023
El evangelismo relacional es la estrategia que utilizamos para el crecimiento de
nuestra iglesia, esta estrategia fundamentalmente usa el círculo íntimo de amigos,
conocidos, familiares, vecinos, etc.  Para compartir las buenas nuevas de
salvación en Cristo Jesús. sin manipular, forzar, presionar, ni hostigar a las
personas para crean en Cristo.

Se comparte el evangelio en el contexto de una relación personal con aquellos


que estamos evangelizando con miras a que lleguen a ser discípulos de
Jesucristo. La clave para este tipo de evangelismo son las relaciones personales. 
Evangelizamos conviviendo genuinamente con las personas y compartiendo la
vida y fe con ellas.  Ese compartir tiene un paso natural y progresivo, dejando que
cada quien lleve su proceso; creyendo que Dios está obrando en la vida de las
personas.

En el evangelismo tradicional el evangelizador considera que su papel es


persuadir al incrédulo para que entregue su vida a Cristo.  Es decir, lograr una
conversión en el menor tiempo posible.  El evangelizador en el relacional tiene
como papel fomentar su relación con la persona a quien desea compartir el
evangelio y hablar poco a poco, pero intencionalmente del evangelio, según Dios
vaya dando las oportunidades.

El evangelismo tradicional mide su éxito con la cantidad de personas que hacen la


oración del pecador.  El evangelismo relacional mide su éxito considerando
cuántas personas se han convertido en discípulos de Cristo.

Este modelo lo resumimos en la siguiente imagen.


CONTACTOS.

Todos estamos conectados con otras personas.  Algunas conexiones son


sanguíneas, otras son fraternales, y otras más, laborales.  Tus relaciones son la
clave para el evangelismo de este tipo.  Partes de tu círculo de influencia hacia
afuera.  Comienzas con familiares, sigues con amigos y  compañeros y terminas
con  vecinos y conocidos. (y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en
Samaria, y hasta lo último de la tierra hechos 1:8) Las personas están más
dispuestas a escucharte porque ya tienen cierta relación contigo.  Gran parte de tu
labor es desarrollar y profundizar esa relación con ellos para que en ese contexto
se vayan presentando oportunidades para guiar a la persona en su proceso de
acercamiento a Dios. Para iniciar este proceso de evangelismo te recomendamos
lo siguiente.

1. Aprovecha las oportunidades para hacer amistad.. (Jesucristo  fue y es


amigo de pecadores) Lucas 15:1-2

Uno de los grandes errores que se comete en la vida cristiana es pensar que en el
momento que uno conoce a Cristo debe alejarse de las amistades “mundanas”
para centrarte solamente en las actividades de la iglesia, remplazas tu círculo de
amigos y relaciones por un nuevo circulo formado por los hermanos de la iglesia
donde nos congregamos, esto es un error ya que estamos abandonando las
relaciones donde más influencia podemos tener. Cristo nos invita a tener una
relación con el pero al mismo tiempo nos envía a los nuestros para que le
contemos lo que él ha hecho por nosotros. (Vuélvete a tu casa, y cuenta cuán
grandes cosas ha hecho Dios contigo. Y él se fue, publicando por toda la ciudad
cuán grandes cosas había hecho Jesús con él. Lucas 8:39)

Para compartir a Cristo necesitamos fortalecer nuestras relaciones de amistad o


familiares y buscar establecer nuevos lazos de amistad, mientras más grande sea
nuestro círculo de amistad tendremos más posibilidades de presentar el evangelio.
Debemos tomar en cuenta que no todas las relaciones de contacto nos van a
permitir dar el siguiente paso pero entre más contacto tenemos el número de
quien si nos permite será mayor. Nuestros amigos son nuestro campo misionero
2. Comienza a orar por tus amigos (La oración es importante en cada etapa)

 Haz una lista de amigos no alcanzados


 Ora constantemente por nuevos amigos
 Pídale a Dios una sincera compasión (Marcos 9:36).
 Ore para que el Espíritu de Dios trabaje en sus corazones (Juan 16: 7-11).
 Ore por su salvación (Romanos 10: 1, 1 Timoteo 2: 1-7).

3. Cuida tu relación con Dios.

Recuerda que tus amigos te conocen bien. Si tu idea es hablarles a tus amigos de
Cristo en la primera oportunidad, debes cuidar tu testimonio. Nuestros amigos se
convertirán no por lo que le digamos, sino el impacto que hagamos con nuestra
vida, para ello es imperativo que te mantengas cerca de Cristo. Una persona que
tiene verdadera intimidad con Dios no tiene que publicar este hecho, porque se
nota con sólo tratarla.  Si has estado muy cerca del Padre, los que te rodean lo
notarán y querrán saber acerca de Él.  Por lo tanto, busca esa intimidad con Dios
no sólo como una disciplina, sino como el mayor placer en tu  vida

 Disfruta estar con ellos sin tener una agenda.


 Estar disponible en los tiempos difíciles
 Sé un buen amigo
 Concéntrese en su corazón, no en sus acciones. No esperes que vivan la
vida cristiana todavía.

PRESENTACION DEL EVANGELIO


El siguiente paso es la presentación del evangelio, Si algún contacto expresa
interés por una relación con Dios, ofrécele estudiar la Biblia juntos. Muchos
creyentes cometen el error de pensar que una persona debe primero profesar
externamente fe para luego comenzar a estudiar la Biblia con ella. Pero la Biblia
dice que nadie viene al Hijo si el Padre no le trae. Por lo tanto, si una persona
muestra interés por las cosas espirituales, debemos asumir que es la obra de Dios
en él hasta que nos demuestre objetivamente que nos equivocamos. No esperes
la profesión externa de fe para comenzar a enseñar la Escritura a la persona.
Recuerda que la Palabra es la espada del Espíritu que penetra hasta lo más
profundo del corazón humano.

Invita amablemente, no presiones, no manipules, ni hostigues. Es un gran alivio


saber que no se trata de fabricar conversiones, sino de guiar a las personas a ser
discípulos de Cristo. La conversión verdadera la realiza el Espíritu Santo. No es
nuestra insistencia, presión, hostigamiento ni manipulación lo que hace que el
pecador se arrepienta. Por tanto, presenta claramente el evangelio e invita
amablemente al arrepentimiento y a la fe en Jesucristo. El resultado es del Señor,
no es tu responsabilidad.

Confía en que Dios está obrando, no es tu habilidad ni tu esfuerzo. Siguiendo con


lo anterior, no te angusties por tu inexperiencia, tus debilidades o falta de
capacidad. La obra es de Dios, confía en él. El obra con nosotros, sin nosotros o a
pesar de nosotros, por eso la gloria es sólo suya

 Cuéntales tu historia ¿Qué ha hecho Cristo ha hecho en tu vida?


 Invítelos a un evento de alcance.
 Hágales saber cómo comenzar una relación con Dios.

DICIPULADO
¿Cómo crecemos los seres humanos? La respuesta es muy obvia. ¡Con ayuda!
Ningún bebé llega a ser un adulto maduro solo. Todos los niños necesitan ayuda
personalizada para aprender a comer, a hablar o a caminar. Más tarde todos los
pequeños reciben consejos sobre cómo atarse los cordones, cómo cruzar la calle
o cómo jugar a un juego de mesa. A todos se nos enseña a leer y a escribir, a
sumar y restar y, más tarde, a conducir un coche. Este proceso de aprendizaje
dura años (de hecho, toda la vida) y demanda una enorme atención
personalizada. A veces aprendemos simplemente viendo a otros, otras repitiendo,
otras manipulando, otras estudiando y otras experimentando y fallando en el
intento. Pero nunca llegamos a ser personas maduras solas.

En la vida cristiana sucede algo similar. Todos necesitamos ayuda. Todos


necesitamos atención personalizada para crecer sanamente. Todos necesitamos
de alguien que camine con nosotros y nos ayude a aprender a vivir como Cristo lo
haría si estuviera en nuestro lugar. De eso se trata el discipulado. De ayudar a otro
cristiano a crecer y madurar en su fe. De desafiarnos juntos a disfrutar a Cristo y
aplicar el evangelio a las múltiples situaciones de vida que se nos presentan.

En la iglesia contemporánea hay mucha confusión acerca de qué es el


discipulado. Para la gran mayoría el discipulado es un curso o un programa de la
iglesia para creyentes recién convertidos. Sin embargo, bíblicamente hablando el
discipulado no es un curso, es una relación.

Permítenos darte una definición un tanto larga pero que te ayudará a tener una
imagen más clara de lo que queremos decir cuando afirmamos que el discipulado
es una relación. Por favor, léela lentamente y medita en ella unos minutos. El
discipulado es una experiencia de vida entre dos o más creyentes donde
poco a poco comienza a formarse una relación de amistad cada vez más
profunda y donde una persona espiritualmente más madura, toma el
compromiso y la responsabilidad de, por un tiempo, vivir junto a otro u otros
la vida cristiana con el objetivo de ser una herramienta para su crecimiento
espiritual.

El objetivo del discipulado es ayudar a la persona a disfrutar a Jesús. Dicho de


otra forma, la gran meta del discipulado es ayudar a la persona a que ame a Dios
con todo su corazón, con toda su alma y con todas sus fuerzas y que, como
consecuencia de esto, tenga un deseo igualmente fuerte de compartir esta
experiencia con otros.
¿Puedes verlo? El propósito del discipulado es ser un instrumento de Dios para
ayudar a una persona a vivir en su vida cotidiana el Gran Mandamiento y la Gran
Comisión. La meta es ser una herramienta en las manos del Espíritu de Dios para
que las personas, no simplemente cambien su conducta, sino que realmente amen
y disfruten a Jesús.

Es muy común que algunos de nosotros nos sintamos un poco temerosos y


perdidos frente a la posibilidad de vernos con otro creyente para comenzar una
relación de discipulado. Después de todo, más de uno suele preguntarse: ¿Qué
debo hacer cada vez que me junto con la persona que quiero discipular? Plantear
esto suele generar en todos nosotros mucha inseguridad. Quisiéramos darte tres
grandes pilares que te ayudarán de manera práctica a discipular relacionalmente a
una persona. Ten en cuenta que no tienen un orden particular, sino que se suelen
dar todos juntos de manera relativamente natural y progresiva.

1) Enséñale Una cosmovisión centrada en el evangelio

El discipulado relacional es el mejor medio para incorporar una cosmovisión


centrada en el evangelio. ¿Por qué? Porque las experiencias cotidianas que
ambos vayan viviendo juntos se convierten en el laboratorio de la aplicación.
Constantemente la persona a la que estamos ayudando (y también nosotros
mismos) nos preguntamos: ¿Cómo espera Dios que responda en situaciones así?
¿Cómo debo reaccionar cuando mi esposo me grita, cuando mi esposa no me
pide perdón, cuando mis hijos me desobedecen, cuando mi jefe me humilla
públicamente o cuando un amigo habla mal de mí? El discipulado relacional
provee un contexto único para poder ayudar a la persona a desarrollar la mente de
Cristo y responder en Cristo a cada una de estas situaciones (1 Corintios 2:16).

2) Practica las disciplinas espirituales con el

La gran ventaja del discipulado uno a uno es la atención personal. Si tenemos la


posibilidad de sentarnos regularmente a practicar las distintas disciplinas juntos,
responder preguntas, compartir nuevos hallazgos (y también muchos fracasos); es
muy probable que la persona aprenda mucho más rápido y con mayor eficiencia
cómo hacerlo. Por otro lado, la gran ventaja del discipulado en grupos pequeños
es que somos influenciados por un mayor número de personas y vemos distintos
“pescadores” y distintos “aprendices” que están en nuestra misma situación y
juntos vamos aprendiendo. En este contexto una persona (o más de una) funciona
como facilitador de un diálogo y como generador de relaciones. De esta forma,
leemos juntos las Escrituras (o un libro cristiano), escuchamos distintas opiniones,
participamos, oramos en grupo, comemos juntos, hablamos sobre un sin número
de temas y, de esta manera, nos posicionamos en un ambiente donde Dios utiliza
distintos medios para cambiarnos

3) Crea un ambiente de gracia para compartir luchas y pecados

El discipulado relacional (tanto uno a uno como en grupos reducidos) nos permite
ir generando un nivel de confianza hasta que, poco a poco, llegamos a compartir
mutuamente nuestros más humillantes ídolos y caídas. Al hacerlo, tenemos, por
un lado, el regalo de recordarnos mutuamente el perdón que Cristo nos ofrece y,
por el otro, el privilegio de que alguien ore por nosotros para superar esa
lucha. Santiago 5:16 afirma que la oración que se hace luego de compartir
nuestras luchas no es cualquier tipo de oración; ¡Es una oración eficaz! ¿Por qué?
La respuesta resulta tan obvia como relevante: ¡Porque ahora la persona sabe
cómo orar específicamente por nosotros! De esta forma, no hace la típica oración
religiosa: “Señor, bendice al hermano”.

Sino que, como resultado de que conoce su lucha actual, es capaz de orar
eficazmente diciendo: “Señor, ayuda a Juan en su lucha con la pornografía.
Muéstrale lo atractivo que tú eres, para que te elija a ti por encima de los placeres
pasajeros que ofrece esta adicción. Recuérdale tu precioso perdón para que se
vuelva a enamorar de ti y vuelva a disfrutarte como el día que se convirtió”. Es
cierto. Algunas personas tienen miedo de hablar de sus pecados debido a la
posibilidad que la persona se lo cuente a otros (En muchas ocasiones su miedo es
muy sincero y correcto puesto que está fundado en experiencias pasadas donde la
cosa no salió muy bien).

Para nuestra iglesia la transparencia es un gran valor; pero también lo es la


confidencialidad. Los líderes de la iglesia no están interesados en saber los
detalles de las luchas de los miembros (a no ser que puedan ser de ayuda o dar
un consejo). Nuestro objetivo es que, a través de relaciones de discipulado sanas,
todos podamos aconsejar y ser aconsejados. Escuchar y ser escuchados.
Confesar nuestras luchas y escuchar las de otros. Orar por otros y que otros oren
por nosotros.

ADORACION
El propósito de esta etapa no es solamente que el nuevo cristiano se congregue,
si no que demuestre una vida cristiana comprometida con Cristo y con la familia de
la fe, en la realización de los cinco compromisos que ha aprendido durante el
discipulado que son  Adorar, Diezmar, servir, Ministrar, influir. Solo aquellos
creyentes que han llegado a este punto son invitados a formar parte de la
membresía oficial de nuestra iglesia.

COMPROMISO CON LA GRAN


COMISION
Permítenos hacer una paráfrasis contemporánea de 2 Timoteo 2:2 (tú puedes leer
luego el versículo original en tu Biblia). Nuestra paráfrasis dice lo siguiente: “Tú
que has tenido el privilegio de experimentar una relación de discipulado que ha
impactado drásticamente tu vida, debes buscar una persona y regalarle el
privilegio de tener la misma experiencia, para que luego ésta busque a otra, y esa
a otra y así sucesivamente”.

La Gran Comisión no es la tarea del algunos (pastores, misioneros, líderes, etc.);


la Gran Comisión es el llamado de todos. Cada uno de los cuatro evangelios
termina de la misma forma (Mateo 28:16-20; Marcos 9:14-18; Lucas 24:36-
53; Juan 20:19-23). El libro de los Hechos comienza con el mismo mandato
(Hechos 11:1-11). Debemos hacer discípulos de todas las naciones. ¿Quienes?
¡Nosotros! Los que nos consideramos discípulos de Jesús. Los que hemos decido
seguirle y amarle a él por encima de cualquier cosa en el mundo.

Dawson Trotman, el fundador de un reconocido grupo misionero solía preguntar:


“¿Dónde está tu hombre? ¿Dónde está tu mujer? ¿Dónde está esa persona en la
que estás invirtiendo tu vida y estás ayudando a crecer en su fe?” Su pregunta
tiene tanta relevancia hoy, como hace más de cincuenta años cuando él la
pronunció. Cristo no nos dejó la Gran Sugerencia, no dejó la Gran Comisión.
Muchas iglesias (quizás la mayoría) alientan a sus miembros a participar y servir
en un ministerio. Eso está muy bien, de hecho, nosotros también lo hacemos. Sin
embargo, servir en un ministerio de la iglesia no es la Gran Comisión que Cristo
nos ha dejado. Compartir el evangelio con otras personas y ayudarlas a aplicarlo
en su vida de todos los días es el gran mandato que Jesús nos dejó. Esa es la
prioridad de Cristo y esa debe ser también nuestra prioridad.

¿Es importante que sirvas en un ministerio? Sí, lo es. Pero mucho más importante
es que puedas decirle a Cristo (no a tus líderes): “Aquí está mi hombre, aquí está
mi mujer. Ésta es la persona que estoy ayudando a crecer en su fe. Estas son las
personas no creyentes que estoy intentando pasar más y más tiempo junto a ellos
para poder serviles desinteresadamente y mostrarles tu amor”. ¡Ése debe ser el
énfasis de nuestra iglesia! ¡Ésa debe ser nuestra prioridad! No podemos llamarnos
discípulos de Jesús y no estar haciendo discípulos de Él. Ambas frases son
bíblicamente incompatibles.

Nuestra tarea no es solo hacer que una persona venga a Cristo y se relacione con
El, sino que también se comprometa con él, la biblia nos invita a recibir a Cristo
como nuestro salvador pero al mismo tiempo recibirle y
obedecerle como nuestro Señor. En este aspecto debemos
guiar a las personas a tomar el reto de la gran comisión.
DESAFIO EN IR CON LOS SUYOS

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