#1 The Do Over
#1 The Do Over
#1 The Do Over
No recibimos compensación económica alguna por este contenido, nuestra única gratificación
es el dar a conocer el libro, a la autora y que cada vez más personas puedan perderse en este
maravilloso mundo de la lectura.
Si el material que difundimos sin costo alguno está disponible a tu alcance en alguna librería,
te invitamos a adquirirlo.
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Índice
A.L. Zaun Capítulo 21 Capítulo 44
Sinopsis Capítulo 22 Capítulo 45
Prólogo Capítulo 23 Capítulo 46
Capítulo 1 Capítulo 24 Capítulo 47
Capítulo 2 Capítulo 25 Capítulo 48
Capítulo 3 Capítulo 26 Capítulo 49
Capítulo 4 Capítulo 27 Capítulo 50
Capítulo 5 Capítulo 28 Capítulo 51
Capítulo 6 Capítulo 29 Capítulo 52
Capítulo 7 Capítulo 30 Capítulo 53
Capítulo 8 Capítulo 31 Capítulo 54
Capítulo 9 Capítulo 32 Capítulo 55
Capítulo 10 Capítulo 33 Capítulo 56
Capítulo 11 Capítulo 34 Capítulo 57
Capítulo 12 Capítulo 35 Capítulo 58
Capítulo 13 Capítulo 36 Capítulo 59
Capítulo 14 Capítulo 37 Capítulo 60
Capítulo 15 Capítulo 38 Capítulo 61
Capítulo 16 Capítulo 39 Capítulo 62
Capítulo 17 Capítulo 40 Capítulo 63
Capítulo 18 Capítulo 41 Epílogo
Capítulo 19 Capítulo 42 It’s Not Over
Capítulo 20 Capítulo 43 Capítulo 1
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A.L. Zaun
S
e graduó de la Universidad Internacional de
Florida con un título en Literatura Inglesa hace
mucho tiempo. Un título que no utilizó en
absoluto en sus esfuerzos profesionales. Le encanta
leer, escribir y tomar fotos. Camina por todas partes
con su cámara, y más importante, tiene un lector
electrónico disponible en todo momento. En la
Administración de la Salud durante el día, mami por
la tarde y la mayoría de las noches, puedes
encontrarla sentada frente a su computadora portátil
con una botella de Pepsi Diet, trayendo a la vida las
voces en su cabeza en las páginas de su novela debut,
The Do Over.
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Sinopsis
L
a vida no luce como se supone para Dani Ruiz, una romántica empedernida.
Después de una dolorosa y repentina ruptura con Rick Marin, Dani se
esconde de la realidad, retirándose a un mundo de ficción donde prefiere
novios literarios por encima de las molestias de una relación.
Casi dos años después, las amigas de Dani están cansadas de observarla en un
compás de espera, así que organizan una intervención, forzándola a regresar al
mundo real de las citas.
Escrita desde varios puntos de vista, The Do Over es una historia de segundas
oportunidades y nuevos comienzos.
The Do Over #1
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Prólogo
Dani
Casi dos años atrás
E
staba de pie con mis brazos cruzados en la puerta tenuemente iluminada,
observándolo. Incluso en la oscuridad, podía distinguir sus rasgos. Su
cabello castaño oscuro estaba despeinado, y su rostro sin afeitar tenía ese
perfecto rastrojo. Hacía que desaliñado se luciera delicioso. No pude evitar sonreír.
Moviéndose en su asiento, miró hacia mí. Esperé por su sonrisa con hoyuelos, esa
que sería mi invitación para unirme a él, pero nunca llegó. Queriendo hacer las
cosas bien, entré a la habitación y me senté en la silla, enfrentándolo.
Sabía que había estado besando a un sapo el año pasado, pero tenía la fe de que se
convertiría en un príncipe. Tenía un gran potencial, y nuestra conexión era
eléctrica e intensa.
Bajó el volumen solo un poco. Cuando se volvió hacia mí, sus ojos encontraron los
míos.
Me eché hacia atrás ante el sonido de sus palabras. Mis ojos se abrieron mientras
mi boca se abría por el shock. ¿Esta es su excusa? ¿En serio? Toleraría un montón de
su mierda. ¿No es eso parte de la vida? La gente lo echaría a perder y luego lo haría
funcionar y entonces tendrían sexo de reconciliación. El sexo había sido la cura
universal para cualquier cosa que nos aquejara. Había sido el pegamento que nos
unía. Tres veces al día, habíamos tenido sexo del que hace enroscar los dedos de
los pies, poner los ojos en blanco, intenso, y totalmente caliente. Y ahora él estaba
descartando nuestra relación por una pelea. No estaba por admitir la derrota.
Mientras las bombas explotaban en el fondo a tiempo que los americanos invadían
a Francia, supliqué:
Toda nuestra relación —lo bueno, lo malo, y esto feo— destelló delante de mis ojos.
¿Por qué estoy tratando de salvarnos cuando él se está rindiendo tan fácilmente? Lo
amo y quiero estar con él, ese es el porqué. A pesar de que mis amigas estarían en
desacuerdo, no siempre era malo. Era intenso, y cuando era bueno, era
increíblemente genial. Pero cuando no lo era… bueno, cada una de mis
inseguridades afloraba. No estaba esperando nada de esto de él.
Era una romántica empedernida. Supe desde el momento en que le había puesto
los ojos encima que él era complicado. Había visto a través de su actuación, y no
había comprado su discurso promocional. Me había hecho la difícil, pero él había
sido implacable. Sabía que se había metido justo debajo de mi piel al instante en
que le hube dado una entrada.
Era arrogante, ligeramente creído, y muy malcriado. Tenía una opinión sobre todo.
Podía ser el imbécil más grande del mundo. Tenía problemas con el compromiso y
nunca entraba en ninguna obligación que lo atara por mucho tiempo. “Después de
todo”, diría, “nunca sabes cuándo podría venir algo mejor”. Lo único en lo que se
concentraba era en su carrera, pero eso también era de corta duración. Pronto
tendría que renunciar a su independencia y asumir su papel en la compañía de su
familia.
Aparte de todo ello, sin embargo, no se podía negar que era encantador, sexy y
hermoso. Tenía carisma y el don de la persuasión. Con un destello de su sonrisa o
un guiño de sus ojos avellanados, era masilla en sus manos.
Me había enamorado de él. Había sido el chico complicado buscando una chica
buena que lo inspirara a asentarse, y yo había sido la chica buena buscando un
desafío. Había querido un proyecto, y él había estado más que dispuesto a ayudar.
Éramos una pareja hecha en un cielo disfuncional, y funcionaba perfectamente
para nosotros. Al menos, ese había sido el caso durante el último año, hasta la
pelea. No me importaba que él hubiera estado equivocado y yo tuviera tenido
razón.
—¿Qué no está funcionando para ti? ¿De qué diablos estás hablando? —
Desbordada por una ola de ira, agarré el control remoto y apagué la maldita
televisión—. Menos de veinticuatro horas atrás, tenías tu polla dentro de mí, y
estábamos planeando un viaje. Ahora, me estás diciendo que de repente no está
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funcionando para ti. ¿Por qué? ¿Porque tuvimos una pelea? ¡No te creo! —le
grité—. Las parejas pelean. Si no peleáramos, ¡no seríamos saludables!
¿A quién estoy engañando? Nunca habíamos sido una pareja saludable, pero eso no
importaba. Estaba desesperada.
—¡No puedes decirme que estás abandonando todo porque tuvimos una pelea! Te
pedí una cosa. ¡Una! Eso no es mucho pedir. Fue solo una cosa, y sabías cómo me
sentía al respecto. ¿Eso te detuvo de restregármela en la cara? ¡No! Ahora, has
terminado conmigo porque hiciste la única cosa que te pedí que no hicieras. —La
adrenalina estaba bombeando a través de mí, y no podía quedarme en mi asiento.
Me paré a su lado, deseando estrangularlo. Mis labios temblaban mientras mis ojos
se entrecerraban. Mis emociones tiraban de mí en un millón de direcciones.
—Esto no es por nosotros. Esto es por ella, ¿no es así? —Toda determinación de
mantener la calma estaba perdida. Mis piernas flaquearon mientras mis manos
temblaban a medida que me agarraba al respaldo de la silla.
Tan pronto como llegamos, la gente vino hacia nosotros, principalmente hacia Rick,
y habíamos socializado. Rick, sin embargo, tenía la tendencia de ser amigable con
las mujeres. La única cosa que le había pedido era que se abstuviera de cualquier
charla juguetona con ella, su exnovia. Realmente no había sido un problema ya que
no nos habíamos encontrado con ella en un buen tiempo, pero anoche, resultó
estar en su antiguo lugar favorito.
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Cuando la vio, su rostro se iluminó con una gran sonrisa de gato Cheshire. Caminó
hacia ella, saludó e hizo las innecesarias presentaciones. Gracias a Dios que me veía
maravillosa. Mi top de seda acentuaba todos mis rasgos positivos y mis ceñidos
jeans de corte bajo me abrazaban en todos los lugares correctos. Los tacones
asesinos añadían diez centímetros a mi estatura. Con mi cabello castaño oscuro
alisado hasta la altura del hombro y mis escandalosos ojos ahumados, me sentía
caliente y sexy.
Me llamó al trabajo con la noticia de que había conseguido una promoción muy
merecida. Íbamos a pasar la noche celebrando con una cena y bailando.
Cuando llegué a casa, debió haberme escuchando buscando mis llaves porque la
puerta se abrió. Agarrándome, me arrastró contra él con brusquedad. Con esa
sonrisa de hoyuelos que había visto tantas veces antes, supe lo que quería. Miró mis
labios con hambre y luego acercó su boca a la mía. Su lengua me acarició el labio
inferior, rogando entrar, y la abrí, dándole la bienvenida. El beso fue profundo y
apasionado. Mientras me abrazaba con fuerza, nuestras manos exploraban al otro.
El restaurante donde habíamos hecho la reservación para la cena estaba a solo poco
más de una hora, así que supe que estábamos cortos de tiempo.
El calor se acumuló entre mis piernas cuando mi deseo alcanzó su punto máximo. Lo
necesitaba. No podía esperar. No quería esperar.
—Cariño, voy a soltar tus manos, pero no las muevas, quiero un aperitivo antes de la
cena —dijo. Sonriendo, se movió por mi cuerpo y luego se perdió entre mis piernas.
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Mientras chupaba mi clítoris, metió un dedo y luego dos dentro de mí—. Me encanta
lo húmeda y caliente que estás para mí. Estás goteando.
—Eso es. Vente para mí. —me animó con una voz ronca.
La mirada de lujuria y calor en sus ojos era erótica. Él sabía cuánto lo deseaba.
Él amaba el poder que tenía sobre mí. Sabía cómo mi cuerpo respondía a su toque y
cómo podía complacerme. Le encantaba lo mucho que lo deseaba.
Con hambre, entró en mí. El movimiento fue fluido y perfecto. Mientras se empujaba
dentro y fuera de mí, bajé mis brazos, aferrándome a él, mientras envolvía mis
piernas alrededor de su espalda. Sintiéndolo profundamente dentro de mí, la presión
comenzó a construirse de nuevo.
—Puedo sentirte, cariño, eres tan jodidamente caliente cuando te estás viniendo —
gruñó sensualmente.
Con ese impulso, ambos llegamos al clímax juntos. Sonreímos, sabiendo lo que sería el
postre en el menú de más tarde.
—Fue bueno hablar contigo, Ely. Te veré por ahí. —Deslizó sus brazos alrededor
de mi cintura y me llevó hasta la pista de baile. Inclinándose, susurró
seductoramente—: ¿En qué estabas pensando allí?
—Tu aperitivo.
—Espera hasta que veas lo que tengo preparado para tu plato principal. Puede que
no llegues al postre.
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—Tengo un gran apetito. —Sonreí mientras bajaba su boca sobre la mía y me
besaba.
Se echó hacia atrás y me llevó a la pista de baile donde bailamos presionados uno
contra el otro por lo menos una hora.
Con un trago en la mano y lujuria en mis ojos, lo observé mientras caminaba hacia
la multitud. Esto era típico de nosotros. Él siempre hablaba con personas. Estando
en ventas, conocía a todos, incluyendo a la mitad de la población femenina. No
estaba celosa. Se iría a casa conmigo, y sabía muy bien lo que estaríamos haciendo
en cuestión de horas. Mientras llevaba la copa a mi boca, mis labios se curvaron,
descansando en esa realidad. Era tan simple como eso.
Entonces, mi deliciosa sonrisa decayó. Observé a medida que iba hacia ella y la
llevaba hacia la pista de baile. ¿Qué carajos? Todo sucedió en cámara lenta. Celos, la
ira, traición y humillación inundaron mi cabeza. De repente, no pude respirar. ¿Qué
pasó con el aire en la habitación? Quería moverme, pero estaba atascada.
La canción terminó en menos de cuatro minutos. Fueron los cuatro minutos más
largos de mi vida. Incluso si tuviera la energía, me negaba a hacer una escena. No
iba a darle esa satisfacción. Ella me miró y sonrió victoriosa mientras se apretaba
contra él. Puse una sonrisa falsa, pero mis ojos me traicionaron. Quería arrancarle
las extensiones y desgarrarle los ojos. La odiaba, y estaba furiosa con él.
Se apartó de ella y se dirigió hacia mí, evitando mis ojos. Una vez que llegó a la
mesa, se acercó a tomar su bebida. Puse mi mano sobre la suya. Inclinándome
hacia él, dije:
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—Nos vamos… ahora.
Tragó su usual Black Label de un trago y volvió a colocar la copa sobre la mesa.
Resopló.
¿Yo? ¿Ridícula? Mi labio inferior tembló, y pude sentir las lágrimas brotando en mis
ojos. Estaba a punto de enloquecer, pero me mantuve firme.
—Esta era mi noche, Daniela —espetó, agarrando mi mano mientras salíamos del
club—. Tienes que ir y jodidamente arruinarlo.
Cuando llegó la mañana, el silencio continuó todo el día hasta que se rompió con su
declaración inesperada de que esto no estaba funcionando para él.
Sus ojos estaban dolidos, pero su decisión era firme. Se puso de pie, pasándose las
manos por el cabello.
—Sé que no te mereces esto, pero es lo mejor. Tal vez deberías ir a casa de Macy o
Candace esta noche. Estaré fuera la mayor parte del día mañana, puedes llevarte
tus cosas cuando quieras. —Extendió la mano para tocar mi brazo.
—Vete a la mierda, Rick —dije, hirviendo de ira. Estaba devastada—. Jódete. Voy a
agarrar todas mis cosas ahora. Mirarás este día con pesar, te lo prometo. Fui lo
mejor que te pasó en la vida.
Sin otra palabra, empaqué el resto de mis cosas e hice varios viajes desde el
apartamento a mi auto, ignorándolo todo el tiempo. Cuando no quedó rastro de mí
en su apartamento, saqué la llave de mi llavero y se la tiré.
E
l sol estaba brillando en un día otoñal perfectamente hermoso al sur de
Florida. Bajo el cielo azul, sentí una ligera brisa mientras caminaba por
Lincoln Road para encontrar una agradable mesa exterior en Café Van Dyke.
Como de costumbre, iba temprano.
Me encantaba reunirme con mis amigas. Éramos más como hermanas, y las
adoraba. Nos habíamos conocido desde la universidad y habíamos sido amigas
desde entonces. No podían ser más diferentes. Candace trabajaba para la fiscalía
del Estado y era la seguidora de las reglas. Macy era otra historia. Rompiendo las
reglas como un hábito, era una invitación a los problemas. Había un poquito de
ambas en mí.
Nuestro brunch era obligatorio, una ordenanza establecida por Candace. A veces,
sin embargo, yo me envolvía en mi libro y resentía la intrusión en mi tiempo de
lectura. Siempre había sido una lectora, pero durante los últimos años, me había
vuelto una voraz. Me sumergía en mis historias y me distraía en sus dramas,
enamorándome de los héroes románticos todas y cada una de las veces. Mis
aventuras amorosas con mis novios literarios eran de corta duración. Era una
zorra de libros. Realmente no había otra palabra para ello. Aunque había algunos
novios literarios que habían dejado una marca permanente en mi corazón. Me
sonrojaba cuando pensaba en algunos de ellos. Los libros eran mi distracción de la
vida. Me había vuelto distante de todo lo que estaba pasando alrededor de mí
mientras me perdía en el mundo de la ficción. Imaginaba que mi afición no estaba
haciéndole daño a nadie. Si no hay daño, no hay falta.
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Al llegar una hora temprano, aseguré nuestra mesa y saqué mi Kindle. El clima era
perfecto, y Lincoln Road se estaba abarrotando. Escogimos Lincoln Road por sus
restaurantes, tiendas y entretenimiento. Era el sueño hecho realidad de un
observador de gente. Entre los modelos y los frikis, nunca había un momento
aburrido. Sin embargo, por el momento, estaba entretenida con el drama en las
páginas de mi libro. Coloqué mi bolso sobre la silla a mi lado y relajé mis pies.
Cuando comenzaba a leer, fui emboscada.
—¡Oh. Dios. mío! Daniela Ruiz. No puedo creer que estés aquí en un día glorioso
con tu cabeza atascada en esa… esa cosa —reprendió Candace.
De pie a su lado, Macy estaba sacudiendo la cabeza con las manos en sus caderas.
Me estaban mirando como si hubiera cometido un crimen.
—¿De qué están hablando? ¿Cuál es la gran cosa? ¿Y por qué están aquí temprano?
—cuestioné. Honestamente, estaba más irritada que curiosa. Estaba llegando a una
parte realmente buena en mi libro, y resentía su interrupción. Lanzando hacia
atrás mis lentes de sol, les di una mirada maligna. Esperaba que la sola acción
transmitiera mi irritación, así retrocederían.
—Sabes que te amamos, Dani, pero esto se ha salido de las manos —continuó
Candace.
Era la líder de nuestro grupo variado. Siendo alta, rubia y hermosa, Candace
llamaba la atención cuando entraba a una habitación, o en este caso, durante
nuestro espectáculo de mesa lateral.
Candace era una líder nata. Cada vez que abría su boca, nos ponía en nuestro lugar.
No era forzado, pero era lo que Cesar Millan llamaría nuestra líder de la manada.
Había habido ocasiones en las que había esperado que ella nos pegara en la nuca
para callarnos, pero nunca había recurrido a nada de eso. Actuando como nuestra
conciencia moral, era la dictadora de todas las cosas socialmente aceptables y
correctas. Si no fuera por el hecho de que era tan sincera y mi mejor amiga en el
mundo, probablemente la habría odiado, especialmente en este momento.
—Tú y ese Kindle. Es como si estuvieras teniendo una aventura amorosa con tus
malditos libros —dijo Candace con una voz controlada.
Sería imposible para Candace comportarse de una manera que fuera cualquier
cosa menos apropiada. De pie delante de mí era la imagen de la perfección.
Luciendo como si recién hubiera salido del salón de belleza, tenía la apariencia
perfectamente arreglada. Su blusa turquesa cruzada de seda con volantes
perfectamente coordinada con sus pantalones capri de seda blanca que eran
acentuados por estampados turquesa y naranja. Su gargantilla coral, grueso
brazalete, y maquillaje perfectamente aplicado completaban su conjunto. Todo el
tiempo lucía así. Resultaba sin esfuerzo para ella.
—Está bien —dije—. En serio, ¿cuál es el gran problema? Leo libros. Me ayudan a,
mmm… relajarme. Ya saben cuán loca es mi jefe. Está teniendo la crisis de la
mediana edad que comenzó antes de la mediana edad y se ha desarrollado bien
más allá de la mediana edad. —Leer es una manera aceptable de descompresión—.
Mis libros me ofrecen una distracción, y nadie sale herido ni roto. —La última
parte solo era una verdad a medias. No estaba dispuesta a confesar exactamente
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cuán devastada había estado cuando había terminado The Opportunist de Tarryn
Fisher, o Crow’s Row de Julie Hockley. Casi me había tomado un día de permiso
para asuntos personales para recuperarme de esos libros. Ese era mi pequeño
secreto.
—Tienes que dejar de esconderte detrás de tus libros y comenzar a vivir tu vida —
razonó Candace—. No sabes cómo se siente cada vez que hablamos contigo.
Apenas nos prestas atención. Te deshaces de nosotras para leer. —Candace sonaba
como una amante despechada, una esposa desatendida, o peor, una pareja celosa—
. Cargas ese maldito Kindle a todos los lugares adonde vas. Puedes dejarlo en casa,
¿lo sabes? —Candace seguía y seguía. Su lenguaje corporal y gestos se veían como
si estuviera defendiendo un caso ante un juez mientras hablaba con convicción y
determinación—. Y no es como si solo tuvieras un Kindle. Tienes tres Kindle. ¿Por
qué en la tierra una persona necesita tres Kindle? Estás obsesionada.
—Bueno, primero que nada, leer es un pasatiempo muy saludable. Es genial para el
cerebro. Lo disfruto, y no estoy lastimando a nadie. Si quiero tener tres Kindle,
entonces así será. Tengo múltiples Kindle porque cada una sirve para su propio
propósito. Francamente, no veo la necesidad de justificar la compra de mis Kindle
cuando yo no cuestiono cuánto dinero y tiempo pasas en tu proceso de
embellecimiento —espeté, fulminándola con la mirada.
Esto se estaba volviendo personal. ¿Por qué está siendo tan perra? ¿A quién le
importa si paso mi vida leyendo? ¿Y qué? No tiene que ser tan mala.
Cuando extendió su mano para agarrar mi Kindle, sentí una oleada de posesividad.
Tiré de mi Kindle hacia atrás, sosteniéndolo contra mi pecho. ¿Qué infiernos? Me
rehusaba a dejar que cualquiera, mucho menos ella, pusiera sus mugrosas manos
sobre mi Kindle. Esto era guerra.
—¿Te estás volviendo loca? ¿Qué te pasa? ¿Y qué si me gusta leer? Ya déjame en
paz de una vez —dije, mi voz levantándose. Nunca me había gustado ser acorralada
en una esquina. Mi respuesta en esas situaciones había sido salir tirando golpes.
Aunque sabía que no era la manera más saludable para lidiar con la confrontación,
era mi instinto.
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No entendía cuál era su problema. Estaba comenzando a hartarme. Podía sentir la
adrenalina bombeando a través de mis venas mientras las lágrimas pinchaban mis
ojos con una cruda emoción. Su ataque hacia mí estaba tocando las fibras sensibles.
No le encontraba nada de malo a lo que estaba haciendo. Tenía una vida muy feliz y
satisfactoria con una maravillosa familia, estupendas amigas, y a pesar de mi
inestable jefe, un trabajo fantástico. De modo que me gustaba leer. ¿Cuál es el gran
problema?
Macy tenía un grueso y largo cabello castaño que nunca se rizaba, incluso en la
peor humedad. No llevaba su cabello recogido a menos que estuviera trabajando.
Entonces lo tiraba hacia atrás en una linda cola de caballo. Mi cabello era
ligeramente más claro con unos pocos reflejos naturales, y a veces poco naturales.
Había adquirido el hábito de siempre tenerlo en alto. Solo era más fácil.
Nuestras familias se habían vuelto cercanas durante los últimos años. A menudo
habíamos pasado las fiestas juntas, así como la ocasional vacación familiar. Fue así
cómo aprendí la historia detrás del nombre de Macy. Cada verano, su abuela y
madre iban a la ciudad de Nueva York para ver las vidrieras —es correcto— de
Macy. El nombre se adaptaba a ella perfectamente, considerando que podía
comprar como nadie. No había una historia especial detrás de mi nombre. A mi
mamá le gustaba el nombre Daniela, pero a veces se refería a mí cariñosamente
como Dani, como hacían todos los demás. Solo utilizaba Daniela profesionalmente,
y… bueno, Rick siempre me había llamado Daniela o cariño, queriendo decir su
corazón. Honestamente, prefería no pensar nunca más en él o en cómo se refería a
mí.
—Rick. Todos sabemos que es un imbécil. Lo que te hizo y cómo te lo hizo estuvo
tan jodidamente mal. Si alguna vez veo a ese idiota de nuevo, lo patearé hasta la
muerte. Pero eso fue… ¿qué? ¿Hace una vida? —Hizo una pausa por un momento.
Estirando una mano, la colocó sobre mi brazo mientras fijaba sus ojos en los míos.
Retiró el Kindle de mis manos y luego lo puso a salvo delante de mí. Colocando sus
manos sobre las mías, dijo:
—Te amo, Dani. Amo nuestra amistad. Enójate conmigo si quieres, pero tienes que
dejar de vivir en una fantasía. No vamos a sentarnos y observarte seguir haciendo
esto solo para que no lastimemos tus sentimientos. Lo siento, chica. Vamos a tomar
acciones.
—Primero que nada, no quiero hablar de Rick, así que no lo mencionemos otra vez,
muchas gracias.
Asintieron en acuerdo.
—Mi lectura no tiene absolutamente nada, nada, que ver con él, por cierto —mentí.
Tenía todo que ver con él. No era tanto la lectura, sino el hecho de que me sentía
más segura al pasar tiempo con un novio imaginario que, en efecto, abriéndome a
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—Me gusta relajarme leyendo un libro. No tengo tiempo para ser distraída por un
hombre. Perdón, déjenme corregir eso. No tengo tiempo para que algún tipo entre
en mi vida, la vuelva al revés, y me aleje de las cosas que son importantes, solo para
que pueda dejarme tirada porque no está sucediendo para él. —Golpeé mi mano
sobre mi corazón para hacer énfasis. Sentí fuertemente que había hecho un buen
caso.
—Ahí es donde te equivocas. No todos los chicos son él. Mírate. Eres una mujer
hermosa, inteligente, divertida y cariñosa. Te lo mereces todo. —Sentándose de
nuevo, golpeteó su dedo sobre su labio, como si estuviera reflexionando sobre
cómo proceder—. Entonces, déjame preguntarte algo. Tienes que ser honesta, y
luego dejaremos que esto pase.
—¿Cuándo fue la última vez que tuviste, mm… sexo? —preguntó Candace,
inclinando la cabeza hacia un lado.
—No voy a responder esa pregunta. No es asunto tuyo. —Crucé mis brazos y las
miré fijamente.
—Es una pregunta muy sencilla, solo respóndela ¿Cuándo fue la última vez que
tuviste sexo? —preguntó Candace.
Inclinándose hacia adelante, Macy prácticamente estaba salivando. Quería oír las
jugosas jugadas de mi vida sexual. Sabía que estaba convencida de que tenía a
algún amante secreto escondido de ellas. No había manera en su agenda de que
pudiera pasar tanto tiempo sin un verdadero pene. Iban a estar rápidamente
decepcionadas con mi falta de vida sexual.
—Bueno, todo depende de lo que consideres… —Hice una pausa, mirando a una,
luego a la otra—. Sexo. Creo que necesitas ser más específica.
—En serio, Dani, puedes responder a la pregunta. No eres Bill Clinton, ¿Cuándo fue
la última vez que tuviste relaciones sexuales? —Los ojos de Candace brillaron
mientras frotaba sus manos—. Oh, lo entiendo. Déjame aclarar. ¿Cuándo fue la
última vez que tuviste sexo con un hombre?
Macy había estado apoyando la cabeza en su brazo, pero en ese momento se cayó.
Sabía que tenía que estar luciendo una mirada de shock y horror absoluto en mi
rostro. No era una puritana. No era como si nunca hubiera hablado de mi vida
sexual. Lo hacía. Solo que no había hablado de ello en mucho tiempo.
—¿Te importaría mantener tu voz baja? En verdad, Candace, esto es tan raro de ti
—dije a través de dientes apretados.
Negué en derrota.
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—Macy, mantén la voz baja. Me están matando, chicas —dije, fulminándola con la
mirada—. Bueno, les diré lo que quieren oír, pero mantengan ya sus malditas voces
bajas. —Traté de mantener mi compostura. Aunque estaba sometiéndome a la
vergüenza por el al Equipo Kindle, no quería que todo el mundo conociera mi
asunto.
»Está bien, miren, ha pasado… —Con una pausa, hice un gesto hacia un lado con mi
cabeza, esperando que pudieran leer la expresión en mi rostro. Aparentemente,
mis habilidades de telepatía eran escasas—. Ya saben, un tiempo. —Comencé a
girar la servilleta en mis manos mientras sentía una mirada de angustia y malestar
cruzar mi rostro—. Ya saben, desde… ya saben, um… él —confesé finalmente.
—¿Quieres decir que ha pasado una eternidad desde que tuviste un poco de acción
en el sur? No es de extrañar que sigas cambiando de tema cada vez que hablamos
de eso. ¿Sabes lo que significa? —preguntó Macy.
Casi tenía miedo de averiguarlo porque sabía que no estaría preparada para lo que
saliera de la boca de Macy.
—Esto significa que eres una virgen nuevamente. —Macy agitó el dedo en el aire—.
Esto es mucho más grave que tu problema de Kindle. Esta es una condición que
debe ser remediada. ¿Me escuchas? En serio, tienes un pequeño regalo allá abajo
para ofrecer al siguiente que visite las tierras allá abajo —dijo, disfrutando un poco
demasiado. Entonces, me dio una mirada muy seria—. Solo asegúrate de tener un
montón de lubricante. Le encantará la estrechez, pero es posible que no puedas
caminar durante una semana. Es por eso hablamos de estas cosas. Si hubiera
sabido cuán seria era tu obsesión por el Kindle, entonces habríamos hecho una
intervención hace mucho tiempo.
—Habla por ti, Candace —interrumpió Macy. Con labios fruncidos, negó con la
cabeza mientras agitaba sus manos—. Pobre Jeremy. ¿Lo rechazas?
Por supuesto, Macy había sido más clavada que un alfiletero, así que no tenía idea
de lo que era una época de sequía. Por otro lado, Candace y Jeremy habían estado
juntos desde nuestro segundo semestre de primer año. Él era el chico perfecto para
Candace. Aunque a veces pensaba que era un poco aburrido y que tal vez Candace
estaba muriendo en secreto por soltar su friki interior.
Candace le dirigió una mirada severa a Macy antes de que se volviera hacia mí.
—En serio, creo que Macy tiene razón. Has sido revirginizada.
—Chicas, esto es ridículo. No soy virgen —grité y noté que las cabezas se lanzaban
a nuestro alrededor y me miraban directamente—. No es que haya nada de malo
en ser virgen. De hecho, las chicas deberían guardarse para alguien especial —les
dije a los clientes que estaban sentados a mi alrededor. Sacudiendo mi cabeza, puse
una falsa sonrisa en el rostro. Una muerte lenta y dolorosa no podía haber sido
peor que este momento.
Siempre había pensado que a la hora de la verdad, Macy estaría en el Equipo Dani,
pero no, estaba equivocada. Tenía curiosidad acerca de lo que se suponía que
hiciera para curar mi “condición” actual, pero luego decidí que no era el momento
ni el lugar para discutir esto. Francamente, solo prefería no discutir esto en
absoluto. Es hora de tomar el control y cambiar de tema.
—Las quiero, chicas. Son las mejores. Sé lo que están diciendo, y lo tomaré en
consideración. Démonos prisa y comamos —dije, señalando al camarero—. No
tengo mucho tiempo ya que mi jefe me está haciendo tomar otra clase de RCP1. —
Puse mis ojos en blanco antes de que ordenáramos nuestra comida.
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—Oye, Dani, nunca sabes —dijo, guiñando un ojo—, tal vez conseguirás un
instructor caliente.
Sabía que mis amigas tenían las mejores intenciones, y en el fondo, de alguna
manera sabía que lo merecía todo. A los veintiocho años, mi vida no era la que yo
había imaginado, pero tampoco lo fue la de mi madre cuando se encontró criando a
tres chicas solas después de que su matrimonio con mi papá fracasara. Mi padre
era genial, y todo había parecido perfecto, pero aparentemente, perfecto no había
sido suficiente. Tal vez era por eso que tenía mala suerte con los hombres.
Había pasado casi dos años recuperando el equilibrio en mi vida. Estaba asustada
de salir herida. Temía que mis viejos patrones regresarían si me abría. Aunque me
escondía detrás de mí exigente trabajo y tórridas novelas, por lo que a mí
respectaba, estaba perfectamente bien, y nada tenía que cambiar.
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Capítulo 2
Dani
M
irando por mi parabrisas, el pintoresco paseo oeste en el MacArthur
Causeway desde South Beach hasta el continente parecía como una
imagen retocada. Aparté mis gafas de sol para obtener una mejor vista. El
cielo era de un nítido azul, y el paisaje era verde brillante salpicado con naranja
brillante y exóticas flores rosas. Estaba asombrada con todos los colores. Como una
nativa del sur de Florida, tomaba el cálido clima tropical y la belleza que me
rodeaba por sentado.
Por mucho que quisiera apreciar el paraíso, tenía prisa por llegar a mi clase de
RCP. Zigzagueé a través del tráfico, tratando de evadir carriles que me retrasarían.
Necesitaba llegar lo suficientemente temprano para encontrar un asiento en la
parte de atrás. El libro que estaba leyendo actualmente estaba poniéndose
realmente bueno, y tenía que terminar el capítulo que mis queridas amigas
interrumpieron. Sacudí mi cabeza, pensando en cómo organizaron una
intervención.
Tenía que admitir que me perdía en mis historias. Sentía el dolor, angustia, y
anhelos de cada personaje. Este libro en particular estaba lleno de todo lo que hace
a una novela impresionante. Incluía a la típica chica —la que me da toda la
esperanza de que yo también puedo tenerlo todo— con un par de calientes chicos
malos que la deseaban. ¿A quién elegirá? Estaba en una parte realmente húmeda y
caliente de la novela, donde la química entre los personajes era fuera de serie.
Había experimentado mi propio drama de relación. Tal vez mi drama era más
decepcionante ya que mis relaciones nunca habían parecido durar. Había
empezado a notar un patrón. Al principio, había pensado que era atraída por el
chico malo, el tipo que haría maldecir en español a mi papá y llevaría a mi mamá a
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“Dani, eres una mujer maravillosa. No eres tú. Soy yo. Eres el tipo de chica con quien
un chico se casa y tiene hijos, pero la verdad es que aún no estoy listo para casarme”.
Eso nunca pasaba en los libros. La heroína siempre tiene a dos chicos luchando por
ella. Encontré la trama del triángulo amoroso apasionante y emocionante. La vida
real nunca tenía ese tipo de drama, al menos no para mí. Solo tenía el corazón roto
sin la angustia del triángulo. Ese había sido el caso con Rick Marin. Gracias a él,
estaba en un período de sequía autoimpuesta. Francamente, había terminado con
todos los dolores de cabeza que venían con las citas.
Mi mente estaba tan envuelta en el libro que no noté que ya me había estacionado
en el centro de capacitación. Con solo el tiempo suficiente, corrí al salón de clases y
agarré un asiento. El instructor aún no había llegado. El folleto había mostrado su
foto con todas sus credenciales. Era capitán del departamento de bomberos del
condado de Miami-Dade. Lucía como un hombre mayor y distinguido, similar a mi
papá, lo cual estaba perfectamente bien. No estaba buscando nada más. Solo que no
podía sacar de mi cabeza el comentario del instructor caliente de Macy. La estrecha
mente de Macy siempre la conducía directamente a los barrios bajos. Quería que
esta clase terminara dado que ya estaba certificada en RCP, y honestamente, me
estaba manteniendo alejada de mi libro.
Por el rabillo de mi ojo, podía decir que el instructor era alto y delgado. No lucía
tan mal para un tipo mayor. Todavía estaba pegada a mi Kindle, luchando para
lidiar con la angustia en el libro, mientras mantenía mi compostura en clase. Tengo
que terminar este capítulo. No podía creer lo que estaba a punto de hacer la
heroína. Tenía un fuerte deseo de gritar y lanzar mi Kindle contra la pared.
Sintiendo una urgente necesidad de caminar de un lado a otro, en su lugar reboté
mi pierna nerviosamente mientras mordía mi pulgar. Sabía que esto no era bueno.
Estaba teniendo un colapso por el libro, sentada en una clase de capacitación,
cuando el instructor comenzó a hablar.
Lentamente, levanté la mirada a través de mis pestañas para ver que estaba
caminando en mi dirección. Se detuvo justo delante de mí. Estaba vistiendo
pantalones cargo negros que se ajustaban bastante bien en lo que solo podría ser
un cuerpo alto. Mis ojos siguieron subiendo hasta que alcancé su polo gris
estándar, el cual solo parecía mostrar que se ejercitaba. Sonreí tímidamente
mientras el calor subía a mis mejillas. Quería morir de pura vergüenza.
Mientras se erguía lentamente, guiñó el ojo. Se movió para cerrar la puerta y luego
caminó de vuelta al frente de la clase.
N
o quería avergonzarla. Sabía que nadie, incluyéndome, quería estar aquí
un sábado por la tarde. Debido a que había salido de un turno duro, estaba
cansado e irritable. Pero cuando el capitán llamó por un raro favor,
pidiéndome que lo cubriera, no pude decir que no. Había sido como un papá para
mí durante los pasados diez años.
Encima de estar rendido, estaba llegando tarde, así que me retrasé para preparar la
clase. Odiaba llegar tarde. Era una de mis manías. Solo quería hacer mi trabajo y
luego relajarme. Ya había sido un día muy largo, y todavía era temprano. Además,
tenía planes para más tarde esa noche, y no podía escaparme de estos. Todo eso
me puso de malhumor, y odiaba eso incluso más que llegar tarde. Tomando una
respiración profunda, me centré en mis prioridades y decidí que iba a hacer un
maldito buen trabajo.
Sopesé mis opciones. ¿La dejaré sentarse durante toda la clase y luego no le daré el
certificado? ¿O solo debería ponerle un alto ahora? No estaba interesado en juegos,
así que tomar el control era la única opción. A medida que me acercaba, tenía una
expresión de desesperación en su rostro mientras se aferraba a su camisa con
fuerza. Tal vez estaba leyendo algo importante. Ahora, me sentía mal por ella.
Viendo su vulnerabilidad, moderé mi acercamiento.
30
Cuando me paré en frente de ella, me miró a través de sus largas pestañas. Sus ojos
eran de un color ámbar oscuro con manchas marrones más oscuras. Su piel era
perfecta, y su cabello castaño estaba levantado en la cima de su cabeza.
Mientras me inclinaba para susurrar en su oído, ella jadeó, haciendo que mi labio
se curvara en una media sonrisa. No estuve seguro de lo que me invadió, pero
necesitaba recuperar la compostura y enfocarme. Estaba aquí para enseñar una
clase, no para ligar con chicas. Así que me puse de pie y lo hice lucir como si
estuviera camino a cerrar la puerta.
Ahora, estaba dirigiendo una clase de capacitación donde no podía sacar a una
participante de mi cabeza. Mientras me mantenía lanzándole miradas, me encontré
deseando oler su dulce perfume otra vez. Estaba esperando con ansias llegar a esta
parte de la clase donde los estudiantes tenían que venir para el entrenamiento
práctico.
Unos pocos estudiantes demasiado ansiosos levantaron sus manos, y tuve que
admitir que estuve un poco decepcionado. Uno a la vez, subieron y repasamos los
movimientos. Aunque precipitaba las demostraciones, me aseguré de que no
estuviera comprometiendo el objetivo. Mirándola de nuevo, me di cuenta de que
no estaba mostrando interés en esta parte de la clase. Era mi trabajo asegurarme
de que cada estudiante fuera capacitado adecuadamente en soporte vital avanzado.
Se lo debía el involucrarla en esta actividad de la clase.
—Asegúrate de que sea profundo, duro y constante. Sí, eso está bien. Lo estás
haciendo perfectamente.
Quería saber si el resto de ella era tan suave como lo eran sus manos, pero luché
contra el impulso, impidiéndole a mis manos que subieran por su brazo. Su suave
perfume llenó el aire que me rodeaba. Todo lo que quería hacer era enterrar mi
cabeza en su cuello.
—Y uno, y dos, y tres, y… —Mi voz era más ronca de lo que quería que fuera.
Necesitaba pensar en el béisbol. Sí, mucho de béisbol. ¿Qué tal ese juego de la UM?
Me preguntaba si ella estaba excitada. Solo quería presionar mi cuerpo contra el
suyo, acariciar su piel suavemente, y besar su cuello. Necesitaba dejar de pensar en
eso. Deportes, Sports Center, ESPN, fútbol, béisbol, abuelas. Eso era en lo que tenía
que pensar. Tenía que despejar mi cabeza de todos los otros pensamientos. Casi
terminábamos con la demostración. Contrólate. Pensé en la mirada decepcionada
en el rostro del capitán. Síp, eso definitivamente funcionó.
Al final de la clase, ella fue una de los últimos participantes en subir por su tarjeta
de RCP.
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Sobraba decir que estaba en conflicto. Este era mi trabajo y reputación. Tenía que
disculparme antes de que presentara una queja formal. No era solo eso, no
obstante. No quería que se fuera. Quería llegar a conocerla un poco mejor.
Rápidamente le eché un vistazo a su mano izquierda y noté que no tenía un anillo
en su dedo. Ahora, necesitaba saber si estaba disponible, con un poco de suerte sin
espantarla y sin arriesgar mi trabajo.
—¿Qué? —respondí, mi voz baja y ronca—. ¿Quieres decir que no soy tu primero?
Maldita sea, no puedo creer que hayas ayudado a otros a limpiar. Estoy celoso.
—Oh, no estés celoso. —Fue a poner algo en el armario. Mirando por encima de su
hombro, dijo—: Eres el primer instructor de RCP al que he ayudado, y he tenido
muchos. Va con el territorio.
—Oh, así que han habido otros instructores. No estoy seguro de que pueda
manejar eso.
—Síp, pero ninguno al que haya ayudado. —Revoloteando sus pestañas, se encogió
de hombros.
Inesperadamente, confesó:
—Lamento mucho estar leyendo más temprano. Estuvo mal y fue muy grosero de
mi parte. —Tenía esa mirada de angustia otra vez—. Estaba en una parte
realmente buena del libro, y me era difícil dejarlo. Sé en lo que estás pensando… —
Colgó su cabeza en vergüenza—. Mis amigas organizaron una intervención, y soy
consciente de que necesito ir a rehabilitación de Kindle para encontrar el
equilibrio, pero es tan difícil cuando soy del equipo Kindle hasta el final.
—Hemos terminado aquí, pero me encantaría escuchar sobre el libro que te tiene
cautivada. ¿Quizás podríamos tomar café en el Starbucks a la vuelta de la esquina,
así podrías informarme?
—Um, ¿quizás en otro momento? —añadió con una sonrisa y un destello en sus
ojos.
Cuando me di la vuelta, la observé mientras agarraba sus cosas antes de que saliera
de la habitación.
¿Por qué respondí el maldito teléfono? Salí al estacionamiento para ver si todavía
estaba cerca, y entonces vi que su auto se retiraba. ¡Mierda! No conseguí su número.
35
Capítulo 4
Dani
C
uando me había pedido que fuera a Starbucks, casi había gritado de
emoción. Había querido hacer un baile feliz, pero tuve la suficiente cordura
para calmarme. Tuve que recordarme que Macy estaba esperando por mí.
Todavía no podía creer que hubiera dicho “Chicas antes que pollas”. Quería que la
tierra me tragara entera. Soy tan boba. Había sido tan suave y coqueta, y entonces
tuve que decir eso. Sabía que mi rostro tenía que haberse vuelto una oscura
sombra de rojo.
Creía que todas las cosas en la vida pasaban por una razón. Combinado con la
intervención en el momento perfecto de Candace y Macy, conocer al guapo
teniente Liam Lucas actuó como un catalizador para mí. Con su broma coqueta, me
demostró lo que mis amigas estaban tratando de decirme. Era una mujer con
necesidades y deseos. Tal vez tenían razón, y necesitaba volver al juego. Con esa
esperanzadora epifanía, sonreí con una confianza interior. Estaba lista para mi
reingreso en el mundo de las citas. ¿A quién estoy engañando con la palabrería
filosófica? Solo estaba emocionada de que un chico caliente coqueteara conmigo.
Sorprendentemente, me gustó… mucho.
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Mientras conducía, el sol se estaba poniendo. Los rayos naranjas estaban
atravesando las nubes contra el fondo azul desvaneciendo, creando una artística
obra maestra. Había vivido aquí toda mi vida, y nunca había notado los tonos
vibrantes. A veces, fallaba en ver la belleza a mi alrededor porque estaba muy
enfocada en el dolor que había en mí. Necesitaba dejar ir la amargura con Rick y
hacer espacio para lo que podría ser. Liam Lucas era un recordatorio de que
todavía había mucha vida y amor para que yo experimentara.
Por supuesto, esto solo probaba que mis amigas tenían razón. Macy era mi más
querida y cercana amiga. Ella y yo nos habíamos unido por corazones rotos. Le
debía mi cordura después del drama con Rick. No había amor perdido entre ellos.
Era bastante elocuente sobre su desdén, y sus sentimientos eran obvios con poner
sus ojos en blanco. Incluso lo apodó “Rick el Imbécil”.
No hacía falta decir que cuando dejé el apartamento de Rick esa fatídica noche,
conduje directo a casa de Macy. Ella tenía el vino listo y los pañuelos fuera.
Bebimos y lloramos el corazón roto.
Estaba ansiando nuestra noche de chicas esta noche. Desde la ruptura, habíamos
salido, solo las tres, pero usualmente salíamos a cenar o al cine. Teníamos la
ocasional cena donde trataban de emparejarme descaradamente con diferentes
chicos.
La más incómoda había sido cuando Macy había tratado de emparejarme con Ryan
Martinez, como en el Dr. Martinez con el que trabajaba en la ER3. Ryan y yo éramos
solo amigos. No tenía interés romántico en él. Solo nos llevamos realmente bien y
trabajábamos genial juntos. De acuerdo, había causado fricción con una enfermera
en particular, Colleen McFadden. Gracias a Dios ya no tenía que lidiar con ella.
Esta noche era diferente, sin embargo. Estaba emocionada de que íbamos a la
apertura de un nuevo club en South Beach. Nunca había sido un tipo de chica de
bar en bar, de club, así que mi armario estaba limitado a pantalones de yoga,
vaqueros, y batas en su mayoría.
Rick se vestía para el éxito con sus trajes de diseñador. Aunque me enseñó un
montón sobre estilo y moda, todavía me sentía más cómoda en un par de jeans,
camiseta, y chancletas. Después de que hubiéramos roto, había llevado toda mi
ropa de fiesta a una tienda de segunda mano. Era así de dramática.
—¡Hola! Estoy aquí. —Lancé mis llaves en el mostrador y dejé caer mi cartera
junto a estas.
—Estaré afuera enseguida. Siéntete como en casa —dijo Macy, gritando desde la
otra habitación.
Abrí una botella de vino antes de revisar las bolsas de comida para llevar en la
cocina. Alcancé el control remoto y encendí su televisión para ver que la maratón
de The Real Housewives of Miami estaba ahí.
Cada vez que veía este programa, lo cual no era a menudo, pensaba en la mamá de
Rick. Era la única vez que me permitía pensar en ellos. Su mamá y yo nos habíamos
llevado bastante bien. Tenía que admitir que era un personaje. Ella, uno podía
decir, era algo dramática y exagerada. Definitivamente, era la única tomando las
decisiones en esa casa aunque su papá claramente trataría de oponerse. Esa era
una de las razones por las que sería tan perfecta para el programa. A pesar de que
Rick no podía hacer nada malo ante sus ojos, siempre me había hecho sentir como
si se pusiera de mi lado. En retrospectiva, sabía que solo retorcería las cosas para
hacerme sentir mejor, así superaría mis complejos. Considerando sus muchos
eventos de caridad y opiniones fuertes, no estaría sorprendida de verla en el
programa un día.
—Um, lo era, y sus hermanas definitivamente lo eran. —Macy puso sus ojos en
blanco.
—Lo que sea. No me importa. Eso era en aquel entonces, y esto es ahora —dije en
un tono cantarín.
Mientras servía el vino y le sonreía, ella arrugó sus ojos y me miró con una mirada
confundida en su rostro.
—¿Qué? Si sigues haciendo expresiones faciales así, vas a necesitar Botox más
pronto que tarde —dije, mirando a Macy.
—Está bien, ¿quién eres? ¿Qué le has hecho con mi amiga? —preguntó Macy con
una ceja levantada—. Escúpelo.
—¿Escupir qué? —respondí con un poco de sarcasmo. Estaba molesta con esta
línea de cuestionamiento.
Suspiró.
Debería haberme sentido insultada, pero no lo estaba. Sabía que tenía buenas
intenciones. A menudo se comprometía a hablar de libros conmigo. Incluso me
complacía y pretendía estar interesada. Dejándome entrar en detalles de la trama,
se reía. Cuando le contaba algo desgarrador que había leído, sus ojos se
humedecían. Más a menudo que no, estaba interesada en las escenas de sexo. A
veces, tenía que resaltarle las partes buenas para cuando tomaba prestado uno de
39
mis Kindle.
—No, no está pasando nada en mi libro. No fui capaz de leer mucho hoy. Seguía
siendo interrumpida —dije con un poco de actitud y una sonrisa plana.
Después de mi clase de RCP, no podría estar más de acuerdo con ella. Solo que no
estaba segura de cómo iba a pasar, pero me imaginaba que lo haría.
A medida que seguía comiendo, noté que todavía estaba mirándome con una
expresión extraña.
—¿Tengo algo en mis dientes? —Los verifiqué a través del reflejo del cuchillo.
—No, no es eso. Luces diferente. Quiero decir, en una buena forma. —Bebió más
vino—. Después de los eventos de hoy, pensaría que estarías un poco irritada, pero
es lo opuesto. ¿Qué pasa?
Mientras tragaba mi comida, traté de decidir si quería decir algo. Pensé en cómo
explicar lo que pasó más temprano, pero no me dio una oportunidad.
—Sé que no fue el almuerzo. Dijiste que no es tu libro, y… —se detuvo, tratando de
averiguar qué podría ser.
—Mmmm, tuviste clase de RCP. Espera. Ahí está esa sonrisa otra vez. ¿Qué pasó en
clase?
Realmente no pasó nada. Mi mundo solo fue sacudido por ese Adonis con una gran
personalidad, una cálida sonrisa, y los ojos más azules en los que podría ahogarme.
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—Bien. No pasó nada realmente. Solo estoy atraída por mi instructor. Era caliente.
—Estoy confundida. Dijiste que el instructor era un viejo —dijo con una perpleja y
ligeramente asustada mirada en su rostro—. ¿Era caliente como en George Clooney
caliente? ¿Estás teniendo problemas de papi otra vez?
—Entiendo por qué estás confundida. No, no era como George Clooney. —Me reí
mientras una mirada de horror absoluta cruzaba su rostro. Antes de que pudiera
decir nada, añadí rápidamente—: Y no, tampoco tengo ningún problema de papi,
así que deja de decir que lo hago.
—Tuvimos un suplente, pero antes de que te cuente nada más —dije, mirándola a
los ojos—, tienes que jurarme que no vas a decir nada. Esto es solo entre tú y yo,
¿cierto?
No estaba segura por qué, pero no quería que Candace lo supiera ahora mismo. No
había procesado las cosas realmente, y quería mantener esto para mí hasta que
estuviera lista para compartir. Suponía que una parte de mí pensaba que era tonto.
—Por supuesto. No hace falta decirlo. Sabes que puedes confiar en mí. Lo que sea
que me digas, se queda conmigo —prometió Macy, asintiendo en total acuerdo.
—El instructor era joven y caliente. Quiero decir, realmente era caliente, como
para la prensa, quita tu respiración, llama al novecientos once caliente.
—Bueno, vino hacia mí y susurró en mi oído. Me dijo que estaba celoso y luego me
pidió que guardara mi Kindle.
—¡De ninguna manera! Oh Dios mío, eso suena caliente —dijo Macy con ojos muy
amplios.
Asentí.
—Así que, ya ves, por eso tengo una sonrisa en mi rostro. Oh, y entonces me pidió
quedarme después de clase para ayudarlo a limpiar.
—¡De ninguna manera! Le gustas. Oh Dios mío, apuesto a que quería probar un
poco de ese lindo trasero que tienes.
—Macy, ¿tienes que ser tan grotesca? Me gusta mucho más mi imagen mental.
Cuando terminamos, me invitó a tomar un café. Sabes que no bebo café, pero
habría fingido que me gusta por él.
—Estás matándome aquí, Dani. Dime que vas a verlo otra vez. Por favor, dime que
vas a remediar tu condición en profundos, duros, y estables golpes —dijo con una
risa.
—No, no, no. No solo te fuiste, ¿verdad? ¡Uf! ¿Qué voy a hacer contigo? —
preguntó—. Maldita sea, quiero inscribirme a esa clase de RCP.
—¿De qué están hablando? —Se detuvo por un breve momento, tomando un sorbo
de su vino, mientras me miraba inquisitivamente—. Dani, estás radiante.
Ahí fue cuando Macy la interrumpió. Estaba preocupada de que rompería nuestra
confianza y se lo contaría a Candace.
—Cuando noté ese brillo, me pregunté si había jugado con B.O.B antes de que
llegara a aquí. Ya sabes, preparando el camino y limpiando las telarañas.
—Tratamiento facial mi trasero. Fue molestada por su instructor de RCP. Eso ahí
es brillo casi postcoital.
—¿Estás teniendo problemas de papi otra vez? Dijiste que el instructor era
anciano. —Se detuvo, tratando de encontrar las palabras correctas—. Eso es
asqueroso. Sé que tienes que volver al ruedo, pero puedes ser un poco selectiva. No
tienes que caer por la ruta de la pequeña píldora azul. Al menos, no todavía.
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La arrugada y disgustada expresión en su rostro mientras compartía este pequeño
consejo fue invaluable. La dejé sufrir. Quería que se preocupara de que me había
empujado en los brazos de un hombre lo suficientemente viejo para ser mi papá.
—¿Qué pasa con ustedes dos diciendo que tengo problemas de papi? No tengo
problemas de papi. Solo he salido con hombres de edad apropiada.
Macy dijo:
—Sí, tienes problemas de papi. Siempre estás tratando de domar a los hombres
que no se comprometen. Prefieres vivir en la tierra de la negación. Hemos hablado
de eso. Necesitas vender tu propiedad ahí.
Entonces, puse a Candace al tanto de Liam. Macy se puso de pie y caminó alrededor
de la habitación, abanicándose mientras compartía mi sensual encuentro.
—Ooh, definitivamente puedo ver por qué estás radiante —dijo Candace. Saltó de
su asiento y me abrazó como si hubiera ganado la lotería.
Macy interrumpió.
—Oye, estoy tan emocionada como ustedes lo están. Creo que tal vez incluso más.
Pero mantengámoslo real. No tiene mi número, y es altamente improbable que lo
vea otra vez.
—¿Por qué eres tan negativa? —preguntó Macy, levantando una ceja—. Tres
palabras: acoso por Google. —Sacó su computadora portátil.
—Candace, ayúdame aquí. No quiero acosar a este chico. Detenla, por favor —
rogué—. Solo digamos que estoy muy feliz de que lo conocí. Me ha dado una
sensación de esperanza. Probablemente, no tiene nada que ver con él. Es más
acerca de la posibilidad de lo que hay por ahí. Él es solo el catalizador para abrir
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mis ojos.
—Eres tan linda. ¿Eso es lo que lees en tus libros? —dijo Macy. Abrió el
navegador—. Ahora, dime su nombre completo.
—No te voy a decir nada. Déjame tener mi momento —dije, reteniendo esa pieza
vital de información y me dirigí al baño para alistarme para nuestra noche.
Cuando salí a la sala de estar, la boca de Candace cayó al suelo. Estaba usando un
minivestido ciruela con tiras delgadas y espalda baja. Mostrando escote, apenas
cubría nada. De su arsenal, Candace sacó un par de sandalias de plataformas de
tiras negras y un bolso a juego. Macy me dio ojos ahumados mientras Candace
retorcía la rizadora alrededor de mi cabello, dejando largos rizos marrones para
que cayeran en cascada por mi espalda. Tuve dificultades para describir cómo me
sentí cuando me miré en el espejo. Era pura magia, como Cenicienta.
Las tres salimos por la puerta mientras Macy le escribía un mensaje de texto a
Chris para dejarle saber que estábamos en camino. Dejando mi Kindle atrás, subí
en el asiento trasero del auto de Candace.
45
Capítulo 5
Rick
M
e encantó la sensación y la energía de la escena del club. Nunca tenía
suficiente de eso. La gran inauguración de Breathe era jodidamente fuera
de este mundo. Situado justo en la playa en la Avenida Collins, el club
atraía a los ricos y famosos. Con ventanas de piso al techo a lo largo de la pared
trasera, los suelos de mármol negro y elegantes detalles de acero inoxidable con
accesorios modernos daban al lugar una sensación de South Beach Chic. Era el tipo
de club donde una persona solo podía entrar si él o ella conocía a alguien.
La última vez que fui promovido, tenía a la chica más dulce en mi brazo y en mi
cama. Maldita sea, era increíble. Nunca había estado con alguien que pudiera
volverme loco en la cama como lo hizo ella. Nadie se acercaba. Su culo y sus tetas
eran el sueño hecho jodidamente realidad de cada hombre. Me encantaba oír su
gemido cuando chupaba sus pezones, endureciéndolos. Con suficiente preparación,
me habría dado casi cualquier cosa que yo quisiera. De hecho, me lo habría rogado.
Maldición, ella podía rogar. Era jodidamente caliente. Era el pequeño paquete
perfecto. Era una chica buena en el exterior, pero tenía una racha salvaje de un
kilómetro de ancho cuando estaba excitada. Mierda. Mi polla se estaba poniendo
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Era una niña tan dulce, pero había querido esa mierda de sueño americano. Solo
que yo no estaba allí. Había querido estarlo. Podría haber tenido una buena vida
con ella. Podría haberme arrastrado por más tiempo. Ya había estado viviendo
conmigo, y eso era algo que yo nunca había hecho. Había estado con ella durante
un jodido año. Esa era otra cosa inaceptable en mi libro. No había estado cansado
ni aburrido con ella, lo cual me había sorprendido. Había estado bien con la forma
en que eran las cosas, pero entonces había comenzado a sentir esa vibra de que
quería más. Infiernos, no. No iba a ir por ese camino en ningún momento pronto.
Esa noche, ella había estado en el maldito cielo. Solo habíamos follado, y maldita
sea, no podía esperar a volver a casa para follarla un poco más. Tenía el coño más
delicioso. En la cena, me dijo lo orgullosa que estaba de mi promoción y cuán
emocionada estaba por nuestros planes de irnos para Año Nuevo. Todo en ella era
tan malditamente perfecto. Me había vuelto loco y no de la manera que había
querido.
A mi madre incluso le había gustado. Eso era casi imposible. Cuando habíamos
roto, mi madre había lanzado un ataque verbal, balanceando los brazos en el aire.
La verdad era que todos la habían amado, y tal vez yo también. Solo que no podía
permitirme ir allí. No estaba listo.
Así que cuando había visto a Ely en el club, mi sonrisa se había extendido de oreja a
oreja. Ely la había jodido cuando estuvimos juntos, así que no podría haberme
importado una mierda esa perra. Era una mentirosa, y le gustaba su ocasional
dosis de cocaína. Asqueroso. No la había visto en mucho tiempo, pero su tiempo no
podía haber sido más perfecto.
Cuando Ely me había devuelto la sonrisa, había sabido exactamente cómo enfadar
a Daniela. Sí, había soportado mucho de mí, pero tenía sus límites, y sabía cómo
empujarlos. Ella y su maldita pequeña regla. Puse mis ojos en blanco cuando pensé
en ella aconsejándome su regla, pero era la munición que había necesitado para
terminar con esta fantasía que ella había tenido de jugar a la casita.
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Pensé en la forma en que esas mujeres se habían evaluado. Tenía que admitir que
me había excitado. Durante un minuto allí, me había preguntado cómo sería tener a
ambas al mismo tiempo. Joder, eso habría sido caliente. Daniela no habría ido por
ese camino, pero a Ely, por otro lado, le gustaba experimentar. Habría estado
jugando.
Al ver el rostro de Daniela cuando volví, había sabido lo que iba a venir. Mi
pequeña fierabrás explosiva había sido tan apasionada en la cama como lo había
sido las pocas veces que había discutido. Apenas habíamos peleado. Yo era más un
amante que un luchador, y ella era esta romántica sin esperanza con su cabeza en
sus libros. Acostado junto a ella en el sofá, mientras ella leía y yo veía Band of
Brothers, había sido realmente agradable. Yo era un adicto a la Segunda Guerra
Mundial. Por supuesto, realmente me había gustado cuando estaba leyendo uno de
sus libros porno porque se excitaba tanto, y yo lograba cosechar los beneficios del
juego previo de algún tipo imaginario. Mierda, eso era sexo caliente.
No la había visto desde aquella noche. Todavía no podía creer que ella hubiera
pensado que hablaríamos y lo resolveríamos. Honestamente, me había sentido mal
por ella cuando había entendido la mentira que había querido que creyera. No
esperando para nada que terminara su pequeña fantasía, había sido aplastada. Me
había estirado para tocarla, sabiendo que había ido demasiado lejos. No se había
merecido esa mierda, pero yo había entrado en pánico. Entonces, prácticamente la
había echado. Eso fue bajo, incluso para mí. Siempre había sido tan malditamente
buena conmigo. Nunca nadie había, ni pasado ni presente, cuidado de mí, y yo
había idiota egoísta y tirado todo. Cuando había tirado su brazo de mí, metido toda
su mierda en bolsas de basura, y salido furiosa por la puerta principal, había sabido
que estábamos terminando.
Eso fue entonces, y esto era ahora. Ella había tenido razón. Esta escena se volvía
aburrida. Tuve mi parte justa de mujeres, y ahora, las comparaba a todas con ella.
Ella era única y nadie podía tocarla.
Me recliné contra la mesa alta. Vine aquí con Lise. Supongo que podría decir que
era mi novia en el sentido de que la follaba exclusivamente. Era un modelo típico
de South Beach. Lise tenía un cuerpo caliente, pero nada entre sus orejas. No tenía
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sentido tener una conversación significativa con ella. Con su acento francés, no
entendía la mitad de la mierda que decía de todos modos, pero podía chupar mi
polla durante toda la noche, así que no me quejaba.
Moviéndome, noté a tres mujeres, una rubia y dos morenas, pavoneando sus
atributos. Me encantaba mirar a las mujeres. No tenía que tocarlas para apreciar su
belleza y sensualidad. En ese momento, mi estómago cayó. Casi jodidamente
derramé mi bebida en mi camisa Hugo Boss de cien dólares. ¡Santa jodida mierda!
Hablando del jodido diablo. Allí estaba ella. Malditamente caliente.
No podía creer lo jodidamente caliente que lucía. Sus largas piernas estaban en
exhibición en ese pequeño vestido. Mi polla comenzó a ponerse dura mientras
pensaba en lo bien que se sentía. Lamí mis labios, queriendo probarla. La imaginé
inclinándola sobre la barandilla y deslizando mis manos por la parte trasera de ese
vestido. Jugando con sus tetas, sus pezones se endurecerían, y comenzaría a gemir.
Me encantan los sonidos que hacía. Su coño estaría empapado, y deslizaría mi polla
directo en ella. Tenía el cabello rizado y más largo, llegando a la mitad de su
espalda. Quería tirar de este y escuchar su gemido mientras arrastraba mi lengua
por su cuello, lamiéndola lentamente. Mierda. Estaba duro como una piedra y a
punto de estallar en mis pantalones.
No podía apartar mis ojos de ella. Era tan hermosa. Había algo diferente en ella, no
obstante. Era su sonrisa. Quería que sonriera para mí. Tenía que hablar con ella. No
podía permanecer lejos.
E
ntramos al club, y no podía superar cuán impresionante era el lugar. Había
estado en clubes antes, pero este estaba en un nuevo nivel. El club era de
vanguardia, y todo era de la mejor calidad.
—Este lugar es increíble. Nunca he visto tanta gente hermosa en una habitación —
le dije a Macy.
Ella estaba enviando mensajes a Chris para hacerle saber que habíamos llegado.
—Te conozco. Tus hombros están un poco tensos en este momento, y estás pegada
a mí como un perrito perdido. Nada de preocupaciones, sin embargo. Después de
un Cosmo, estarás bien.
—¿Realmente vas a dejar que ese idiota arruine tu resplandor y la noche? Chica,
cuidamos tu espalda. ¿Y qué si está aquí? No se atrevería a acercarse a ti.
—¡Tienes razón! No voy a dejar que arruine nuestra noche —dije con convicción.
—Candace, ¿puedes ir a buscar nuestra mesa? Quiero que Dani conozca a alguien
—dijo Macy, agarrando mi mano y tirándome lejos con ella.
—Te llevo a Chris. Quiero que lo conozcas. Sé genial, y luego dime qué piensas.
—¿Ser genial? ¿En serio? —La detuve y puse una mano en mi cadera—. ¿Cómo voy
a ser genial si estoy sin aliento? O peor aún, ¿y si caigo sobre mi trasero, rompo un
tacón, y tengo un fallo de vestuario? Más despacio. Espera un segundo… oh, Dios
mío… estás nerviosa.
—Es él.
—Hola, Macy. ¿No luces comestible esta noche? —dijo Chris con una sonrisa
diabólica, lamiendo sus labios.
—Lo tomaré como un cumplido… solo si me dices que tienes hambre —respondió
ella con un guiño.
Mientras sacudía la cabeza, soltando una risita, noté que él me estaba mirando
directamente. Cuando nuestros ojos se encontraron, mi sonrisa se ensanchó. Traté
de apartar mis ojos para contener mi sonrisa, pero no podía apartar la mirada.
Nunca había sonreído de esa manera, y estaba haciendo muy difícil fingir
indiferencia. ¿Cuáles son las posibilidades de que me encontrara con él aquí?
Repentinamente, todos los sonidos a mi alrededor se tranquilizaron, y parecía que
no había nadie más.
No quería hacerme ver como tonta. Necesitaba mantener los pies en el suelo y mi
cabeza fuera de las nubes. Relájate. Él solo seguía mirándome con una sonrisa sexy.
¡Relájate! No sacaba los ojos de encima de mí.
Estaba a punto de ir al novio literario loco aquí, pero no podía hacer eso. Había
pasado mucho tiempo desde que me había permitido ser atraída por un hombre
que no fuera el producto de la increíble imaginación de un autor. Necesitaba medir
mis pasos antes de dar un nuevo nombre a la humillación.
—Um, perdón, ¿ustedes dos se conocen? —preguntó Chris, sus ojos moviéndose
entre nosotros.
—De hecho, conocí a esta hermosa dama esta tarde. —Liam sonrió—. Es un placer
volver a verte, Sra. Ruiz. —Mirándome directamente a los ojos, me tendió la mano.
52
Estaba perdida. Se necesitaría todo en mí para mantener la cordura. No estaba
segura de tenerlo en mí. ¡Maldita Macy por no venir a mi rescate! Aunque en
realidad no la quería, debería haberlo intentado. Estaba aturdida. Me llamó
hermosa. Tuve que recordarme una vez más relajarme. ¿Qué tiene este hombre?
—El placer es todo mío. Asegúrate de guardar un baile para mí. —Sonrió y guiñó
un ojo.
—No voy a dejar que te alejes esta vez. —Su mano se deslizó a través de mi espalda
baja antes de alejarse con Chris.
—Oh, Dios mío, Dani. ¿Qué diablos fue eso? —preguntó Macy.
—Dame un minuto. Creo que estoy a punto de desmayarme —dije, allí de pie,
aturdida.
—¿Chris? No lo noté.
positivo, las bebidas eran por parte la casa, gracias al esperanzador ligue de Macy
con Chris. La próxima vez, le agradecería por las bebidas y tal vez haría algún
trabajo de reconocimiento para Macy.
S
in ni siquiera intentarlo o saberlo, Chris hizo algo por mí esa noche. Quería
chocar los cinco con él. Incluso llegaría tan lejos como para decir que quería
abrazarlo. Mientras caminábamos hacia la barra, lo golpeé en la espalda. Sí,
esto es bueno. Esto le daba un nuevo comienzo desde cero a Chris. Aunque siempre
me estaba invitando a estas aperturas, difícilmente venía, pero fue insistente sobre
esta. Ya que seguía rechazándolo, pensé que se lo debía. Al principio, mi plan era
hacer una aparición y marcharme temprano, pero eso cambió. El plan B estaba en
su lugar. Me iba a quedar, y esta vez no la iba a dejar escapar.
¿Cuáles son las probabilidades de que estuviera aquí? Lucía mortalmente preciosa.
Su rostro se iluminó, y su sonrisa tocó sus ojos, los cuales eran su mejor
característica por lejos. Quería tomarla en mis brazos, secuestrarla, y conocerla. Sí,
chicas antes que las pollas. Me reí, recordando su rostro cuando había dicho eso.
Estaba esperando mi turno. Le daría tiempo con sus amigas, y entonces sería mi
turno. No había manera de que me estuviera yendo sin su número y sin planes para
verla de nuevo.
Le dirigí una mirada que decía: No seas imbécil. Chris y yo habíamos sido amigos
desde que éramos niños. Había pasado más tiempo sacándolo de problemas que
cualquier otra cosa. Con los años, esa mirada había sido perfeccionada. Sin
importar nada, él siempre había sido un buen amigo y había hecho lo necesario
cuando había importado más.
55
No era una chica. No compartía, pero dado que había querido abrazarlo antes,
imaginé que lo haría más sutilmente.
—Es una chica que conocí hoy. Se marchó antes de que pudiera conseguir su
número.
—¿Se fue porque pensó que eras un fenómeno? ¿Y ahora la estás acosando? —
preguntó Chris.
—Fue la estúpida fuerza de la costumbre. Por suerte para mí, tengo otra
oportunidad. Esta vez, no cometeré el mismo tonto error. Ahora muévete. Estás en
mi camino.
—La noche es joven, mi buen compañero. A las tres en punto4 te están revisando.
No te limites a un solo culo esta noche. Podrías anotar en grande.
La mesera se acercó.
—Hola, caballeros, las damas de esa mesa quieren comprarles una copa. —Señaló a
las tres en punto—. ¿Qué será?
4A las tres en punto: A la derecha. Terminología que normalmente se utiliza en el lenguaje militar
56
—Sobrevivirás.
57
Capítulo 8
Rick
M
ientras Lise estaba socializando con sus amigas, encontré el lugar
perfecto en la barra para mantener un ojo en Daniela. Vi a Chris
caminando en mi dirección con ese hijo de perra. Durante el año pasado,
Chris y yo nos habíamos reunido por un par de bebidas y para hablar sobre clubes
nocturnos y mujeres. Sabía que solo era cuestión de tiempo antes de que viniera a
hacer charla y obtener mi opinión sobre el club. Tenía un don cuando se trataba de
estas cosas. Sabía si un club iba a lograrlo o caer. Este definitivamente estaba en el
camino de lograrlo.
Era verdad, así que no era como si estuviera besando mi culo ni nada por el estilo.
Solo estaba afirmando un hecho. No podría haber planeado las cosas mejor si
hubiera tratado. Necesitaba saber cómo este idiota conocía a Daniela y cuáles eran
sus intenciones con ella. No estaba a punto de permitir que nadie se metiera en el
camino de nuestra reconciliación. Necesitaba evaluar la competencia, si incluso era
una competencia.
Asintió.
—Vamos, te gusta salir de fiesta. —Agité mi bebida—. Estoy seguro de que podrías
tener a cualquier mujer en este club si quisieras.
—Rick, esto es lo tuyo. Según Chris, eres el rey de los clubes. Respeto eso. Solo no
es lo mío.
Daniela tampoco era una fiestera. Esta pequeña pieza de información podría
trabajar en su favor, y el hijo de perra estaba esencialmente interesado. Mierda.
Genial, así que el idiota también es un maldito héroe. Las chicas se comían esa
mierda. Daniela, con sus jodidos libros, dejaría que su imaginación corriera salvaje
con él. Necesito neutralizarlo. Rápido.
—En segundo lugar —dijo Chris, mirando a Liam—, tengo una gran tarjeta de dale
toda la mierda que quiera a Lucas hoy. Me debe en grande.
Noté que apenas podía quitar sus ojos de donde Daniela estaba sentada.
Quería saber cómo lo ayudó Chris, pero entonces Daniela y sus amigas comenzaron
a bajar las escaleras. Mientras hacían su camino a la pista de baile, Liam y yo nos
enderezamos para conseguir una mejor vista. Daniela siempre había sido una
bailarina increíble. Mi polla pulsaba mientras observaba sus manos subir por su
cuerpo y a través de su cabello. Por la forma en que estaba moviéndose, sabía que
había tenido unas cuantas bebidas. Sus inhibiciones eran bajas, y estaba lista para
follar. Por el rabillo del ojo, miré a Liam. Tenía esta ridícula sonrisa en su rostro. No
podía dejar de mirarla. Daniela no hacía lo de dominado. Esto podría trabajar a mi
favor.
—¿Qué dijiste? —preguntó Liam. Su estúpida sonrisa fue reemplazada por una
mirada de muerte.
Liam estaba enojado, pero retrocedió. Tenía la información que necesitaba. Ella
estaba bajo su piel. Bien podría haber anunciado que venía con el ideal de una
familia normal con la cerca blanca, los niños, y probablemente metería un perro
por si acaso.
Girándome para enfrentar la barra, chasqueé mis dedos para obtener la atención
del barman.
R
ecosté los codos sobre la mesa y apoyé mi barbilla en mis manos. Con una
gran vista desde la sala VIP, podíamos ver la pista de baile en el nivel
inferior. Aunque no tenía ninguna intención de convertirme en esa clase de
chica de clubes, tenía que admitir que me estaba divirtiendo mucho. Nos reíamos,
bailábamos y bebíamos.
—Sobre mi cadáver. Macy, prométeme que no harás nada que me avergüence. —La
miré, sabiendo que no se podía confiar en ella.
—Vamos, eres tan desdichada. Estás aquí. Él está aquí. Tuvieron una conexión.
¿Cuáles son las probabilidades? Sabes que quieres que lo haga.
62
—No soy una desdichada. Solo estoy siendo agradable. No estoy desesperada. si
me quiere, sabe dónde estoy —dije con presunción. Mientras seguía tomando mi
bebida, traté de echar un vistazo para ver él estaba abajo. No tuve suerte.
—Dani, este no es uno de tus libros. Esta es la vida nocturna de Miami. Eres una
mujer moderna. Deja de pensar en la fantasía del novio literario. Esa cosa no existe
en el mundo real. A veces solo tenemos que hacer las cosas. No olvidemos que
tienes una condición que necesita ser remediada.
Sentada a nuestro lado, Candace sacudió la cabeza y puso los ojos en blanco.
Desearía haberlo capturado en la cámara.
—Macy, deja a Dani en paz. Fue un gran paso para ella venir aquí esta noche, y fue
un enorme salto de fe para ella tener la idea de un pequeño romance con nuestro
hermoso instructor de RCP. Por cierto, necesito conocerlo para determinar si
merece mi aprobación. —Candace sonrió—. Además, no hay nada malo en querer
un poco de romance.
Asentí.
Juré que sonó igual que Woody. O tal vez son las bebidas.
Candace trató de sorber su Cosmo con gracia, pero terminó escupiendo la bebida
mientras se reía. La histeria me ganó. Amo a estas chicas.
—Como quieran. Voy abajo a bailar. Con toda sinceridad prometo que no
perseguiré a tu instructor, así puedas relajarte. De todos modos, quiero ver si
puedo alentar las cosas con Chris. Ese tipo me está volviendo loca. Oh, las cosas que
quiero hacerle… —ronroneó Macy antes de empezar a dirigirse hacia las escaleras.
Me volví hacia Candace. La verdad era que siempre me sentía más cómoda
hablando con Macy sobre la mayoría de las cosas porque era Macy. Cuando
necesitaba un buen consejo u honestidad, Candace era en quien confiaba. Nunca
me conduciría por un mal camino.
63
—¿Crees que estoy tomando la decisión correcta sentándome aquí mientras él está
ahí abajo? —le pregunté a Candace, esperando que pudiera tranquilizarme.
—Es solo que… bueno, me emocioné tanto cuando lo vi aquí y luego se fue. Eso me
descolocó. ¿Y si se fue del club? O peor aún, ¿y si está coqueteando con alguien
más?
—Sí, mamá.
—Ja, ja, ja. No soy tu mamá. También sé cuando tú y Macy actúan como si lo fuera.
Para ser honesta, hiere mis sentimientos. Las quiero, chicas, no quiero que nadie
las lastime. —Candace hizo un puchero.
Igualé su puchero.
—De hecho, lo estoy haciendo. Aunque se está haciendo tarde, y mis pies me están
matando. ¿Cómo demonios lo haces? —Me quité un zapato y me froté el pie antes
de volver a ponérmelo.
—Creo que has cumplido tu cuota de clubes y Cosmos. le daremos un poco más de
tiempo a Macy y luego nos iremos.
64
Candace terminó su bebida y sonrió. Luego, hizo algo muy extraño. Se levantó, me
dio un abrazo y luego se alejó.
—Está bien… eso fue realmente extraño —le dije a nadie en particular. Entonces,
por el rabillo del ojo, noté que colocaban una bebida en mi mesa. Traté de detener
al mesero—. Oh, espera, no pedí otra copa. —Cuando levanté la vista, mi rostro se
iluminó al ver a Liam.
—Hola.
El baile feliz y raro estaba en proceso. No estaba segura de cuán seguro sería esto.
Era bastante difícil actuar agradable mientras estaba sobria. ¿Cuáles son mis
probabilidades estando medio borracha? ¿Cuántos Cosmos he tenido de todos modos?
Parecían seguir viniendo, y había perdido la cuenta un rato atrás. Traté de
mantener mi sonrisa contenida, pero fracasé miserablemente.
—¿Bailamos? —preguntó.
Le devolví el coqueteo.
—Tendré que revisar mi tarjeta de baile. —Me negaba a mirarlo. Era mi única
arma de autodefensa. Manteniendo mi mirada hacia adelante, solo lo miré por el
rabillo del ojo.
—Creo que veo mi nombre en la parte superior de la tarjeta de baile, Sra. Ruiz.
—Gracias.
—Es más tranquilo aquí fuera. Hablaba en serio cuando dije que no iba a dejarte
escapar. —Me condujo hasta los escalones que daban a la arena y al oleaje.
Rompió el silencio.
—He estado preguntándome toda la noche qué aspecto luce más hermoso en ti.
Cuando retrocedió un poco su cabeza para mirarme bien, mordí mi labio para
contener la sonrisa, pero sabía que no había nada que pudiera hacer para esconder
el rubor.
Era una noche hermosa. Mientras la marea crecía, la luna se reflejaba en el agua,
emitiendo un suave resplandor. Cuando me miró, nuestros ojos se encontraron.
Inclinándose más cerca, miró mis labios y levantó sus manos para acunar mi
rostro. Cuando presionó sus suaves labios contra los míos suavemente, fue tierno y
profundamente íntimo. Me quitó el aliento, y mi boca se abrió ligeramente. Me lamí
el labio inferior. Su boca apenas se había movido, y el solo acto fue una invitación
para un beso más profundo. Su lengua provocó mi labio inferior, forzando una
sonrisa en nuestros rostros, mientras el beso se convertía en algo juguetón.
Bordeando en una explosión de pasión, me estiré y lo empujé más cerca mientras
el beso se llenaba de deseo. Fue embriagador.
Me besó la frente y luego retrocedió. Cuando levante la mirada hacia él, me sonrió.
Colocó mi cabello detrás de mis orejas y me tocó el rostro suavemente con el dorso
de la mano. No quitaba sus ojos de mí. Se echó hacia atrás un poco más y sacó su
celular.
—Te voy a llamar, y quiero conocer todo lo que hay para saber sobre ti.
67
Agarré su teléfono y escribí mi número.
—Nunca.
—Oh… mis amigas me están buscando. —Como siempre, su momento era horrible.
Rio.
—No estoy seguro de querer saber lo que estás pensando. Bueno, tal vez lo haga.
Por esta noche, te prometo que te llevaré a casa a salvo. Puedes confiar en mí.
Dani: Hola, chicas. Todo está bien. Váyanse adelante sin mí. Les contaré más
tarde. ;)
Dani: Vayan. Nada de sexo. Estoy genial. ¡Mejor que genial! Me llevará a casa.
MI casa.
—Nada, solo les digo que me vas a llevar a casa —le dije inocentemente.
Él guiñó un ojo.
—Solo un poco.
O
bservé cuando Liam se alejó de la barra y se dirigió escaleras arriba a la
sala VIP. Se sentó y comenzó a hablar con ella. Ella se levantó y luego bajó
las escaleras con él. El hijo de perra tenía su mano en su espalda. La pista
de baile estaba llena, así que no podía ver nada más. Miré alrededor y localicé a sus
amigas. Sabía que no se irían sin ella.
La había jodido con ella. Ella había estado en lo cierto acerca de tantas cosas.
Deslicé mis dedos a través de mi cabello. Lamentaba la manera en que la había
tratado. Extrañaba nuestra vida. ¿Por qué la deje escapar? Haría lo que fuera para
recuperarla. La amo. Tal vez siempre lo hice.
—Me estás ignorando —se quejó Lise—. Sé cómo puedo conseguir tu atención.
Vi a Candace y Macy dirigiéndose fuera del club. No vi a Daniela con ellas. ¿Dónde
está? Empecé a buscarla.
—Te gusta desafiarme, ¿cierto? —preguntó Lise cuando comenzó a mover su mano
al sur.
—Préstame atención y deja de mirar por ahí. Odio cuando haces eso —se quejó.
70
—Corta la mierda de necesitada. Es jodidamente desagradable. —Me encogí de
hombros, alejándola de mí—. Agarra tu mierda. Nos vamos. Nos vemos en el
estacionamiento. —No estaba de humor para sus tonterías exigentes.
Trotando hacia ella, estaba a punto de gritar su nombre, pero en cambio salió como
un susurro.
—Daniela…
¡Joder!
L
a llevé a mi lugar favorito en la playa que estaba fuera de la carretera
principal. Siempre me encantaba venir aquí. Algunas olas se estrellaban
contra el muelle mientras otras rodaban sobre la arena. La combinación de
los rítmicos sonidos era relajante.
Casi cambié de opinión y fui a otro lugar. No traía chicas aquí, especialmente no
una que recién había conocido. Este era mi santuario. Quería culpar al hecho de
que no había dormido en casi veinticuatro horas, y había bebido un par de
cervezas, pero sabía que no era eso. Había algo acerca de ella que me hacía querer
mostrarle todos mis tesoros. ¿Por qué es eso? No lo sabía, pero quería descubrirlo.
—Dame un segundo.
Salí, fui al maletero, y saqué una toalla playera. Abrí su puerta, y tan pronto como
salió, enlacé nuestras manos y la llevé hacia la arena.
—Entonces, ¿dejamos una playa para venir a otra playa? Pareces preparado.
—Esta no es cualquier playa. Esta es mi playa favorita. Cuando las olas son
perfectas, vengo con mis amigos, y surfeamos. Otras veces, solo me gusta venir
aquí. Es pacífico.
—¿Por qué dudas de mí? Mi papá me enseñó cómo surfear. Si quieres, te enseñaré.
—¿Qué más te enseñó tu papá? —me preguntó con una suave sonrisa.
Había algo en su tono que era muy dulce, y me hizo extrañar a mi papá.
—Oye, ¿qué sucedió? Te pusiste raro conmigo. ¿Dije algo malo? —preguntó.
—Nah. Es solo que mi papá murió cuando tenía dieciséis años. No sé. Solo lo
extraño. —Al encontrar el lugar que me encantaba, extendí la toalla sobre la arena.
Parándome cerca de ella, la acerqué a mí—. Me gustas. —Me incliné y la besé.
Realmente me gustaba.
—Realmente lamento lo de tu papá. Eso debió haber sido muy duro para ti.
—Lo fue. —La empujé en el hombro—. Oye, ¿no quieres hablar sobre algo
divertido?
Había pasado un largo tiempo desde que había hablado de esto. Realmente no
tenía la necesidad de discutirlo. Aquellos cercanos a mí sabían al respecto, y los
otros no necesitaban saber.
No podía creer que estuviera por hacer esto. Recostándome, contemplé las
73
estrellas.
—Era mi héroe. Cuando era un niño, lo seguía dondequiera que iba. Copiaba
cualquier cosa que hiciera. Me enseñó todo lo que sé acerca de ser un hombre.
Inculcó en mí un amor por el océano. Íbamos a pescar y a surfear, y era su primer
compañero. Para cuando tenía cinco años, puso un balón de básquetbol en mi
mano y me enseñó a driblar y lanzar. Amábamos el juego. Fue un bombero
respetado, un esposo amoroso, y el mejor papá que un niño podría haber tenido
alguna vez. Así que, adelantando rápidamente hasta mi primer año de secundaria,
era el base titular de mi equipo de básquetbol. Fue un gran juego, y nunca llegó. —
Frotando mi rostro, traté de sacar de mi cabeza las imágenes inundando mi
memoria.
—Oye —susurró—, no tienes que hacer esto. —Colocó un tierno beso sobre mis
labios—. Gracias.
No sabía qué se apoderó de mí, pero quería contarle más. Apoyándome sobre mi
costado, mis dedos dibujaron círculos en sus brazos mientras miraba mi diseño
invisible fijamente.
—No manejé bien las cosas. Estaba enojado, y me metí en un montón de peleas. Mi
mamá tenía suficiente sufrimiento, así que mi entrenador se metió y empezó a
trabajar conmigo. Me estaba diciendo constantemente que tenía que recomponer
mi vida y cuidar de mi mamá en lugar de herirla portándome mal. Era mucho con
lo que lidiar. En un minuto, era un niño sin una preocupación en el mundo, excepto
jugar básquetbol y hacer el lanzamiento ganador. Entonces, al siguiente minuto,
era el hombre de la casa, cuidando de mi mamá y mi hermano. Así que cada vez
que me metía en una pelea, el entrenador me hacía pasar la práctica en la línea de
tiro libre. No tenía permitido jugar hasta que hiciera cien lanzamientos.
Inclinó su cabeza.
Se veía hermosa bajo la luz de la luna, y por un momento, olvidé sobre qué
estábamos hablando.
—Era más una lección de vida que cualquier otra cosa. Tenía que bloquear las
distracciones y controlar lo que fuera que estuviera sintiendo para concentrarme
en la meta.
—Mmm, es por eso que tienes mi número de teléfono. Vas a llamarme y aprender
todo lo que hay que saber sobre mí. Hasta entonces, permaneceré como un
misterio mientras me cuentas más acerca de ti.
Sus ojos se estaban poniendo pesados, y me di cuenta de que debía estar cansada.
—¿Crees que puedes hacerlo hasta que el sol salga? ¿O quieres que te lleve a tu
casa ahora?
La besé en la parte superior de su cabeza. Con mi corazón latiendo debajo del suyo,
nuestras respiraciones se sincronizaron. Cuando vi sus ojos levantarse para
mirarme por primera vez, ella fue una sorpresa inesperada. Ahora, con ella en mis
brazos, sabía que era un regalo, y no tenía intenciones de dejarla ir.
75
Capítulo 12
Dani
E
staba enterrada bajo mis almohadas haciendo todo lo que estaba en mi
poder para bloquear la luz que brillaba a través de mis persianas. Las
sábanas envueltas en mí creaban un lindo capullo de reconfortante calor.
De repente, un martillo estaba golpeando afuera, o eso pensé. Sonaba cerca. Había
más ruidos. Eran muy ruidosos. No podía distinguirlos. Mi cabeza estaba
palpitando. Necesitaba que se detuviera. Estaba desorientada. Me di la vuelta, mi
brazo cayendo de mi cama.
Una luz brillante causó que un agudo dolor atravesara mi cabeza. Despertando, me
estiré, palmeando el colchón, para encontrar que además de mí, mis almohadas
eran las únicas cosas en mi cama. Me senté abruptamente, haciendo que mi cabeza
girara y pulsara con dolor. Estaba impactada mientras miraba alrededor a través
de mis párpados pesados. Necesitaba recuperar mi equilibrio. Estaba confundida.
—Oh. Dios. Mío. ¿Cuánto de anoche fue real? ¿Cuánto fue un… sueño?
Con mi cabeza colgando, deje salir un suspiro profundo. Ay, eso dolió. Salí de la
cama y me dirigí lentamente alrededor de mi dormitorio. Tratando de silenciar los
76
ruidos y aliviar el dolor, pasé mis dedos a través de mi cabello. Bajé la mirada para
ver que tenía puesta una camiseta. El vestido que había llevado anoche estaba
doblado en mi vestidor. No tenía idea de cómo había sucedido. Mientras caminaba
hacia mi vestidor, me golpeé la rodilla contra este. Esto va a dejar un moretón.
—Oh, cariño, es por esto que necesitamos una llave —canturreó Candace mientras
entraba y me abrazaba. Su toque y su voz eran reconfortantes—. Hemos estado
tratando de llamarte por horas. Incluso te mandamos varios mensajes de texto —
dijo, preocupada—. Cuando no respondiste, vinimos inmediatamente.
No tenía idea de qué hora era. Mencionó que estuvo llamándome por horas. ¿Por
cuánto tiempo estuve dormida?
—Después de que nos dieras luz verde anoche o esta mañana, como quieras verlo,
nos fuimos a casa. Vinimos para asegurarnos de que estabas bien. —Hizo una
pausa brevemente mientras cepillaba mi cabello enredado gentilmente detrás de
mis orejas, sonriendo con compasión—. Entonces, ¿quieres darnos los detalles?
Sabía que esa era la verdadera razón por la que estaban aquí. No estaban
preocupadas por mi bienestar y seguridad. Querían la exclusiva, pero aún estaba
tratando de entender cómo podían verse tan perfectas después de una noche de
fiesta. Juré que algún día descubriría su secreto.
En ese momento, no podía recordar por qué no les había dado la llave de mi casa.
Estaba segura de que cuando volviera a estar lúcida, mi razonamiento sería más
sensato.
—Está bien, en este momento veo que estamos con resaca. —Macy sacó una larga
botella de agua y un remedio para la resaca en el que la abuela de su prima,
Concha, de Cuba, confiaba ciegamente. Nos referíamos a esta como poción de la
Abuela Concha. No teníamos idea de qué tenía. Funcionaba, así que nunca
77
—Dani, estamos muriendo aquí. El chico es guapo fuera de este mundo. Por favor,
dime que ya no eres virgen —rogó Macy.
—Oh, nada. Solo estaba leyendo tus mensajes de texto —respondió casualmente,
como si estuviera indicando lo obvio.
—¿Se te ha ocurrido que para algunos puede ser considerado como invasión a la
privacidad?
—Macy…
Siendo una obediente seguidora, Macy me entregó el teléfono. Bajé la mirada para
leer el mensaje de texto en la pantalla.
Reaccioné como lo haría cualquier mujer sana y equilibrada. Salté de arriba abajo,
gritando como una colegiala. Mi emoción era contagiosa. Antes de que lo supiera,
todas estábamos saltando de arriba abajo, gritando y aplaudiendo con nuestras
manos.
Está bien, eso no es tan inteligente. Era lo mejor que podía hacer. No había tenido
bromas de texto en años. Necesitaba fluir mi magia. Macy trató de ayudar, pero
todo lo que sugería era pervertido. Mientras miraba mi teléfono fijamente,
esperando una respuesta, un pánico dentro de mí comenzó a crecer. Tomé una
profunda respiración mientras dejaba mi teléfono a un lado. Me senté en la mesa y
froté mi rostro con mis manos. Mis amigas notaron el cambio abrupto en mi
humor.
79
—Sé que todo está en mi cabeza, pero mi corazón… —Hice una pausa—. Mi
corazón es otra historia.
Candace intervino.
—Este es el asunto, mis amigas, no es del tipo con el que tienes una aventura. Es el
verdadero negocio —admití.
—¿En serio conseguiste eso besuqueándote con el chico? ¿Qué tiene, como una
lengua mágica? ¿O conseguiste otras cosas? —preguntó Macy incrédulamente.
—Sí, lo hice, y no, no es solo por su dotada lengua. También fue la forma en la que
me miró, tomó mi mano, me tocó, y me habló. No puedo describirlo. Aunque suene
cursi, fue mágico.
—¿Mágico? Bueno, sería una lástima perder la magia solo porque en el pasado
fuiste herida.
80
Mi teléfono vibró, alertándome de un nuevo mensaje de texto. Sonriendo como una
niña, miré mi teléfono.
Dani: Hola, tú. ¿Cómo estás? Dormí bien. Gracias. Así que ¿vas a contarme
sobre la camiseta?
N
o podía dejar de pensar en ella a pesar de que solo habían pasado unas
pocas horas desde que la había dejado en su casa. Aunque apenas había
dormido, me desperté temprano para terminar de prepararme para
algunos ejercicios que tenía en poco tiempo. Traté de concentrarme en lo que
estaba haciendo, pero tenía a Dani en mente.
Cuando la dejé en la casa, quería hacer más por ella. Como que se desmayó mientras
mirábamos el amanecer, así que la cargué a mi auto. Envolvió sus brazos alrededor
de mí y luego enterró su cabeza en mi pecho.
Traté de darle toquecitos para que despertara, pero ella estaba fuera de sí. No sabía
si debería llevarla a mi casa o a su casa. Sabía adónde quería llevarla, pero pensé que
era más inteligente llevarla a su casa. El único problema era que no sabía dónde
vivía. Traté de obtener algo de cooperación de ella, pero solo murmuró algo mientras
señalaba hacia su bolso. Miré en su bolso para encontrar su teléfono, lápiz de labios,
llaves y —gracias Dios— su licencia.
Por la calle de la Universidad de Miami, su casa era una pequeña casa rosa en los
Gables. Cuando me detuve en su casa, estaba muerta para el mundo. Salí de mi auto,
dejándola adentro por ahora, y fui a abrir su puerta principal. El estilo y la
decoración parecían sentarle. Al menos se ajustaba a mi percepción de ella. Volví a
82
—De acuerdo, tenemos que terminar de cambiarte —dije—. ¿Puedes hacer el resto?
Vistiendo nada más que bragas sexys y esos zapatos, con su cabello revuelto sobre sus
sábanas blancas, se veía increíble. No llevaba un sujetador puesto. Supuse que habría
sido imposible con ese vestido. Me gustaba el vestido, pero no me gustó cuando todos
los hombres del club la habían mirado, especialmente ese imbécil de Rick. Quise
golpearlo en el trasero cuando había hablado de ella. No estaba seguro de querer que
alguna vez volviera a usar ese vestido en público.
Cerré las persianas y luego la dejé dormir. Realmente tenía que salir de aquí antes de
que hiciera algo estúpido.
Miré mi reloj para ver si había pasado una hora. Me estaba convirtiendo en una
chica y una desesperada por esto. Marqué su número. Maldita sea, estoy nervioso.
Mientras esperaba que contestara, caminé alrededor de la habitación.
84
Capítulo 14
Dani
S
alté cuando mi teléfono sonó, y Macy flotaba sobre mí mientras respondía.
Realmente odiaba el hecho de que mis amigas no respetaran mi espacio
personal. Necesitaba tener una intervención con ellas al respecto.
—Sé que es con muy poca antelación, pero me estaba preguntando si ya has
comido. Realmente me gustaría verte otra vez, así que tal vez podríamos comer
algo —dijo.
—Sabes, no he comido, y estoy famélica —dije, tratando con todas mis fuerzas de
sonar confiada y no como si fuera a explotar con emoción juvenil.
Por alguna extraña razón, sugerí comer hamburguesas. No era que hubiera algo
malo con comer hamburguesas. No era vegetariana. Solo que nunca pensé que
hamburguesas y primeras citas fueran de la mano. Luego, la parte más
absolutamente loca fue cuando me preguntó cuándo estaría lista, y le dije treinta
85
minutos.
Cuando abrí la puerta de mi dormitorio, Macy y Candace prácticamente cayeron
sobre mí. Estaba más allá de emocionada y les dije que tenía treinta minutos para
estar lista. Fue entonces cuando la realidad se estableció. La pócima de la Abuela
Concha era poderosa, pero no era una hacedora de milagros. Me di cuenta de que
tomaría más de treinta minutos bañarme, encontrar un atuendo adecuado, domar
mis salvajes rizos, maquillarme, y luego tomarme algunos momentos purificadores
para sintonizarme. ¿En qué demonios estaba pensando?
El pánico se estableció. Salté a la ducha y trabajé tan rápido como pude para
desenredar mi cabello.
Macy gritó:
Tenía menos de diez minutos, y estaba medio vestida. Finalmente, Macy sacó un
top que debió haber estado escondido en alguna esquina de mi armario, porque
juraba que nunca lo había visto. Me lo puse y las eché.
—Te ves hermosa —dijo con una sonrisa sexy como el pecado.
86
Me derretí. Dio un paso hacia mí, sostuvo mis manos, y colocó un beso en mi frente.
Entonces, morí. Olía bien, y estar tan cerca de él estaba haciéndole cosas locas a mi
cuerpo.
—¿Hambrienta?
Me preguntó:
Me sonrojé cuando recordé no solo ser atrapada, sino también el efecto que tuvo
en mí cuando nuestros ojos se trabaron por primera vez.
No podía evitarlo. Me encantaba hablar sobre mis libros. Tuve que reírme. Cuando
hablaba sobre todos mis diferentes libros, me emocionaba. No profundicé en el
detalle de mis aventuras amorosas con mis novios ficticios. Después de todo, era
nuestra primera cita.
Con la manera en que hablaba acerca de mis libros, la mayoría de las personas
pensaban que estaba loca. Me preguntaba si él querría verme otra vez.
Entonces, se rio. No fue una risa estrepitosa, pero no sabía qué significaba.
Sonrió.
—No, no de ti.
Hice un mohín.
—Ahora, no te pongas así. Por favor. Solo me encantó observarte hablar sobre tu
libro. Te veías muy feliz y emocionada. Tu rostro se iluminó, y lucías tan adorable
—dijo con una voz muy sincera con suave mirada.
—Entonces, ¿Chris y tú han sido amigos por mucho tiempo? —Balanceando una
patata frita ondulada en mi mano, noté que sus ojos me estaban observando
mientras la ponía en la boca. Esto podía ser divertido.
—Por tanto tiempo como puedo recordar. ¿Realmente quieres hablar de Chris?
—Eso no es exactamente preciso. Eso sería más bien Chris y mi hermano, Wyatt.
Verás, Chris y yo en realidad comenzamos como archienemigos, probablemente
como las cosas escritas en esos libros que tanto amas. —Sus ojos brillaban
mientras sus labios se curvaban en una deliciosa sonrisa.
—Bueno, ¿qué pasó? —lo incité, ondeando mis manos por más.
—En el patio de recreo, Chris se quedaba con mi mamá como un perrito enfermo
de amor. Era patético. Incluso a esa edad, coqueteaba. Le decía lo hermosa que era,
y siempre necesitaba tomarla de la mano. Me volvía loco. Mi mamá me
tranquilizaba con su amor eterno e incondicional, pero la idea de Chris dándole
pequeños regalos me irritaba. Estaba al borde de una delgada línea, y entonces la
cruzó.
—Un día se acercó a mí en el patio de recreo y me dijo que cuando creciera iba a
casarse con mi mamá. —Entrelazó sus dedos y estiró sus brazos.
Nunca había visto este lado en un hombre, y encontré que era la experiencia más
reconfortante.
Me reí.
—No comparto. —Sus ojos eran tiernos, pero estaba haciendo un punto muy claro.
—Bien. Yo tampoco. —Me moví en mi silla—. Está bien, tienes algunas cosas que
explicar, ¿no?
Parecía realmente torturado, pero como si era posible, al mismo tiempo era tierno.
Tenía que admitir que era extraño escuchar a este hombre decirme cómo rebuscó
en mi bolso, encontró mi dirección, me llevó a casa, me cambió y me arropó.
Solamente lo había conocido por veinticuatro horas. ¡Malditos esos Cosmos! Si
hubiera sido alguien más, habría estado escandalizada por la violación de mis
límites.
Por otro lado, tuve que darle crédito. Trató de tener mi cooperación, pero debería
haberse esforzado más. ¿Cuántos Cosmos bebí? Aunque tenía una cosa con el
espacio personal y los límites, a medida que me contaba lo que sucedió, puse saber
por la expresión de su rostro y el tono de su voz que me cuidó.
—Así que, la próxima vez, ¿quieres que me esfuerce más por despertarte? —
preguntó con una sonrisa
Le sonreí.
Mi estómago cayó.
Guiñó.
Sabiendo que podía jugar su pequeño juego, sentí la necesidad de burlarme de él.
No lo podía evitar. Pregunté:
No sabía qué quería que fuera su respuesta. Aunque estaba siendo juguetona,
necesitaba saber si tomó ventaja de mí. Estaba confundida. Quería que fuera
diferente a los otros hombres con los que había salido.
Sus ojos azules miraron directamente a los míos. Con toda la seriedad, dijo:
Su tono era tan malditamente sexy e impotente que no pude evitarlo, pero contuve
la respiración mientras hablaba.
90
—Pero no, no lo hice. —Se inclinó más cerca de mí—. Digamos que te acordarás
cuando lo haga.
Dijo:
Abrí la puerta, de mala gana, no queriendo que la velada terminara. Esperó hasta
que estuve dentro antes de dirigirse a su auto. Dentro de mi oscura sala de estar,
hice tontamente un baile feliz para avergonzar todos los bailes felices.
91
Mientras me dirigía a mi dormitorio, me saqué mis zapatos, lanzándolos hacia el
armario, y enchufé mi teléfono para cargarlo. Fue solo cuestión de tiempo antes de
que un par de amigas entrometidas quisieran detalles.
Preparándome para la cama, saqué mi camiseta del equipo Kindle con la que
amaba dormir. Estaba demasiado emocionada para dormir realmente. Me arrastré
dentro de la cama y saqué mi Kindle, así podía continuar leyendo mi libro. Nunca
me había tomado tanto tiempo terminar una novela. Por otra parte, había estado
un poco ocupada este fin de semana. Cuando mi teléfono sonó, lo agarré para leer
el mensaje de texto entrante:
Macy: Ni hablar.
Macy: ¿Detalles?
S
entado en mi auto, miré los mensajes de texto que habíamos intercambiado.
Me la pasé muy bien esta noche.
Me encantó verla hablar sobre sus libros. Había capturado toda mi atención.
La mirada en su rostro era invaluable. Se había incorporado con una expresión
llena de entusiasmo. No me gustó que hubiera pensado que me estaba riendo de
ella. ¿Qué tipo de idiota sería si hiciera eso? Al momento en que se había permitido
bajar la guardia, sus ojos brillaron. No podía obtener lo suficiente de su sonrisa. La
escucharía hablar sobre sus libros toda la noche si eso significaba que podía ver su
rostro iluminarse.
Había pasado un tiempo realmente largo desde que le había permitido a alguien
acercarse a mí. Nunca se había sentido bien. Sin embargo, en menos de
veinticuatro horas, había compartido una parte de mí que había guardado muy en
privado. Había algo acerca de Dani que era diferente. Apenas la conocía, pero era
como si la hubiera conocido de toda la vida. Era la manera en que caminó hasta el
frente del aula el día que la conocí. Eran sus ojos, su sonrisa, y la forma en que
inclinaba su cabeza a un lado mientras mordía su labio inferior. Era la forma en
que se sentía en mis brazos. Era el aroma de su cabello y su perfume persistente en
mi camisa. Era la manera en que coqueteaba.
Era inteligente, atrevida y sexy como el infierno. Podría pasar una eternidad
lamiendo sus labios, saboreando su boca, y succionando su lengua. Aun así era más
que todo eso. Era la forma en que me sentía cerca de ella. No tenía palabras para
describirlo en absoluto, aparte de decir que mi corazón comenzó a latir de nuevo
debido a ella.
94
Cuando salí de mi auto y entré a mi oscuro apartamento, arrojé las llaves en la
encimera y luego me dirigí a mi escritorio. Mientras encendía la computadora, miré
mi reflejo en el monitor. No era impulsivo por naturaleza. Generalmente, planeaba
las cosas y las sopesaba detenidamente, incluso si era una decisión de fracción de
segundos. Siempre había una razón y un método.
Una brillante idea había venido a mí mientras estábamos comiendo. Nunca había
hecho algo así antes. Solo quería saber qué la hacía vibrar. Necesitaba descubrir un
poco más sobre ella.
Mientras el Internet llegaba, pensé en lo que estaba a punto de hacer. Cuanto más
pensaba en ello, más comenzaba a cuestionarme. ¿Qué voy a ganar realmente de
esto? Me preguntaba si esto podría explotarme en el rostro. ¿Pensaría que soy un
acosador? O peor, ¿creería que estoy enamorado?
—Considerando este trato, estoy fantástica. Entonces, ¿vas a decirme por qué ha
sido tan difícil ponerse en contacto contigo? —preguntó en un relajante tono no
acusatorio.
—¿Es así? —Frunció sus labios y puso sus ojos en blanco—. Oh, ¿estoy siendo un
fastidio? No quiero serlo. Solo te echo de menos. Cuéntame, ¿cómo has estado?
Siempre veía a través de mí. Sabía que tenía que contarle sobre Dani. Solo que no
95
quería estropearlo. Ya era bastante malo que estuviera cuestionando lo que iba a
hacer unos minutos atrás. Necesitaba mantener algo de perspectiva cuando se
trataba de Dani. Generalmente, no era conquistado tan rápidamente. Pero,
maldición, ella tenía ese factor. Definitivamente tenía a Dani en mente y bajo mi
piel. Tal vez esta conversación me detendría de hacerme lucir como un completo
idiota.
—Estoy bien. De hecho, mejor que bien. —Eso debería tranquilizarla por al menos
un par de días. Rápidamente, cambié la conversación—. Ahora, ¿cómo estás tú?
Lo admitió:
Esto era simplemente incómodo por todas partes. Tan cierto como era, no quería
hablar con ella sobre estar locamente enamorado de Dani. Mi vacilación no tenía
nada que ver con Dani o en cómo me hacía sentir. Cuando pensé en ella en la playa,
mirando el amanecer, mi corazón comenzó a latir más rápido. Tal vez tenía que ver
con cuán reales eran mis sentimientos por ella.
—Liam, te quiero mucho. —Su mirada se suavizó, haciendo que el giro en esta
conversación fuera aún más extraño—. Y espero que sea cierto. Me encantaría que
estés enamorado.
—Espera. Detente ahora mismo. —Tenía que poner los frenos a esta conversación
con rapidez—. Nunca dije nada sobre amor. Me gusta. —Me detuve por un
momento—. Bueno, realmente me gusta mucho, pero solo la he conocido por un
día.
H
abían pasado dos semanas desde que había visto a Daniela en Breathe, y
todavía no podía sacarla de mi cabeza. Estaba tan determinado a cambiar
y hacer las cosas bien que ni siquiera pude follar a Lise esa noche.
Pensándolo bien, sabía que merecía algunos puntos por eso porque tenía sus tetas
en mi rostro y sus manos en mis pantalones.
Maldita sea, quería un coño, y Lise lo sabía. Mi polla estaba dura y palpitante. Era un
egoísta hijo de perra. No podía follarla si estaba pensando en Daniela. ¿O puedo? Lo
había hecho antes. ¿Por qué es diferente esta vez?
Lise podía chupar pollas como nadie que hubiera conocido, y estaba jugando con la
mía. ¡Mierda! Lise estaba jodidamente desnuda y encima de mí. Se inclinó y me besó
en la boca. Yo era un perro. En automático, metí la lengua en su boca, pero todo en lo
que podía pensar era en besar a Daniela.
jodidamente horrorizado por lo que había hecho. No sabía que lo tenía en mí. Me
gustaba follar, y me gustaba follar a Lise de todas las maneras posibles, pero ya no.
Quería a Daniela. La quería en mi cama y en mi vida.
Decir que estaba frustrado era un eufemismo. Me encantaba tener sexo todo el
tiempo. Era mi manera de sacarme el estrés después de un largo día. Ahora, en mi
misión por recuperar a Daniela, estaba falto de coño. Mierda. Estaba incómodo.
Como un jodido drogadicto, necesitaba una dosis.
Más temprano hoy, había recibido un mensaje de texto de Chris para encontrarme
con él para tomar unas copas. Sabía que quería hablar sobre Breathe. Había hecho
esto con él antes. Conocía la rutina, pero por el momento, no estaba de humor.
Necesitaba echar un jodido polvo antes de enloquecer. Por otro lado, pensé que
quizás una bebida me haría algo bien, así que acordé encontrarlo en Houston en
Miracle Mile a las cinco y media.
Estacioné junto al valet y le lancé las llaves. Como de costumbre, el lugar estaba
lleno, y el bar estaba repleto de mujeres muriendo por ser folladas. Me pregunté si
eran siempre tan obvias con su ropa corta y ajustada.
Ella se inclinó sobre la barra mientras tomaba mi pedido. Era fácilmente una doble
D. Sus tetas estaban rogando ser tocadas, mordisqueadas y succionadas. Le pedí un
doble y le dije que siguiera viniendo mientras pensaba en sus dobles y en ella
corriéndose. Necesitaba descargarme antes de volverme loco. ¡Mierda! Me estaba
99
deshaciendo.
Chris y yo comenzamos una pequeña charla, y entonces le conté mis impresiones
sobre Breathe. Estaba siendo parcial. Después de todo este tiempo, Breathe fue
donde vi a Daniela, así que para mí sería memorable. Independientemente de eso,
no había nada realmente negativo que pudiera decir. No creía que Chris estuviera
convencido porque yo parecía distraído.
No iba a decirle exactamente a Chris que había visto a mi ex —quien se había ido
con su amigo—, que la quería de vuelta y que ahora estaba en una misión para
convertirme en un hombre digno de sus afectos. Por no mencionar que esto
significaba que no había echado un polvo en dos semanas, así que iba a explotar.
Nada de lo que estaba haciendo estaba ayudando.
—¿Baloncesto? ¿Cómo demonios se supone que eso alivie mi estrés? —le pregunté,
señalando a la camarera por otra bebida.
—Ejercicio y endorfinas, la cosa de sentirse bien. Mis amigos y yo nos reunimos los
jueves.
Añadió:
—Los chicos son geniales. No les importaría que te unieras a nuestro juego. Ya has
conocido a Lucas.
Bingo.
100
M
e encantaba el baloncesto. Representaba vida. Tenía que trabajar en un
equipo, pensar en mis pies rápidamente, y confiar en mis instintos.
Además, había algo especial en estar sobre la línea de tiro libre.
Con sus techos altos y pisos de madera encerada, el gimnasio era increíble. Estaba
rebotando el balón, mirando la canasta, mientras comenzaba a driblarlo. Había
momentos en la vida donde no era sobre ser parte de un equipo. Todo estaba solo
en tus hombros. En la línea de tiro libre, tenía que bloquear a las personas y al otro
equipo. Mi único enfoque estaba en la meta: encestar. Reboté la pelota un par de
veces y lancé. Zas.
Reboté el balón un par de veces más. No había pasado mucho tiempo con ella
desde el fin de semana. Tomó todo de mí mantenerme alejado, especialmente
considerando que mi estación se encontraba cerca de su oficina. A pesar de que
ambos teníamos horarios ocupados, quería verla todo el tiempo. Mientras miraba a
la canasta, no podía creer lo rápido que se metió bajo mi piel. Lancé. Zas.
102
Rebotando el balón, pensé en cómo había algo único en Dani. Sobresalía de entre
cada mujer que había conocido alguna vez. Cuando imaginé su sonrisa, sonreí.
Chris gritó:
Observé a Rick entrando a nuestro gimnasio como si fuera el dueño del lugar, y eso
me trajo de vuelta al presente.
No me gustaba Rick. Era un arrogante hijo de perra, y odiaba la forma en que había
mirado a Dani boquiabierto la otra noche. Era indeseable, y no confiaba en él. Esas
eran razones suficientes para que no me gustara, pero confiaba en Chris con mi
vida. Si Chris pensaba que era una buena idea traer a ese idiota, entonces sería de
mente abierta por el bien de Chris.
Chris saludó:
—Hola, Lucas.
Troté hacia Chris y Rick. Después de limpiar mis manos en una toalla limpia, los
saludé a ambos. Wyatt y Josh entraron detrás de ellos.
—Buen juego, chicos —dijo Josh, dando palmaditas en la espalda a los perdedores
cuando salimos de la cancha.
—Oye —dijo Wyatt, viniendo a mi lado—. Oh, enamorado, escuché que conociste a
alguien el sábado por la noche.
—Mamá lo escuchó también. —Lo fulminé con la mirada—. ¿Por qué es noticia que
conocí a una chica?
103
—Oye, desapareciste, y ella estaba preocupada. —Wyatt abrió la puerta del
vestuario—. A nadie le importa una mierda si conociste a una chica, pero esto es
diferente. Estás locamente enamorado —dijo con un acento británico muy malo.
—Chris es un idiota, pero sí, me gusta mucho Dani. Así que más vale que te
comportes de la mejor manera.
Mientras nos estábamos preparando para salir, estaba guardando mis cosas en mi
bolsa.
—¿Cuál es tu problema?
Confiadamente, dije:
—Es un Kindle, listillo. Las personas usan libros electrónicos todo el tiempo. Es
una manera eficiente de manejar tu material de lectura.
Chris no se lo creyó.
—¿Dónde diablos escuchaste todos estos detalles sobre Dani? —le pregunté,
alejándome de él.
Chris respondió:
Saqué mi teléfono.
—Escucha, apoyo plenamente que estés locamente enamorado. No dejes que Chris
te afecte.
—Jamás.
Ambos reímos.
Mientras Wyatt caminaba hacia su auto, salí del estacionamiento y giré en Bulevar
Ponce de León. Desde el Wellness Center, era un viaje rápido a casa de Dani.
Cuando abrió la puerta, sus ojos estaban hinchados, y su nariz estaba roja. La atraje
hacia mí inmediatamente.
—Nena, ¿estás bien? ¿Qué pasó? —pregunté, acunando su cabeza con mis manos.
—¿Quién engaño a quién? Y ¿quién está embarazada? —¿De qué carajos está
hablando? Tal vez era una de sus amigas. Pero ¿por qué está tan alterada?—. ¿Por
qué no empiezas desde el principio? —pregunté con el mayor control que pude
conseguir.
—No sé por qué me hago esto. —Lo tiró en el sofá. Bajó la cabeza en vergüenza por
su reacción a un libro.
Me sentí aliviado de que solo fuera uno de sus libros. Mierda. Odiaba pensar que
podría estar hablando de sí misma. Envolví mis brazos alrededor de ella,
sosteniéndola posesivamente. Bajando mi boca sobre la suya, besé la tragedia que
había leído.
D
ani: ODM, Liam pasó por aquí solo porque sí. ¡Ahhh!
Hice el baile feliz. No podía recordar la última vez, si alguna vez, que estuve tan
emocionada. Salté a mi dormitorio y volví a caer en mi cama, pataleando
tontamente.
Dani: Yo tampoco.
Dani: Bien.
Dani: Síp.
Liam: Besos.
Dani: Besos.
Yendo a la cama en las nubes, pensé sobre lo mucho que me gustaba este hombre.
109
Capítulo 19
Dani
E
l termostato de mi auto leía diecinueve grados. Frotando mis manos, me
preparé para las duras condiciones antes de salir del auto. La temperatura
se había reducido a lo que la mayoría de los nativos de Florida del sur
consideraría frío. Llevaba mi ropa de invierno: jeans, una camiseta de manga larga
y una chaqueta. Mi cabello estaba recogido encima de mi cabeza. Sin duda
necesitaría pedir una bebida caliente para calentarme.
El aire era fresco mientras caminaba por Lincoln Road, pensando en Liam. Estaba
muy emocionada por nuestra noche juntos. Iba a terminar su turno pronto, y luego
se dirigiría a casa. Saqué mi teléfono y le envié un mensaje.
Liam: Es la verdad.
El aire frío tocó mis labios. Incliné mi cabeza para proteger mi rostro de su toque
desconocido. Después de encontrar una mesa, me senté y me acomodé. Miré
alrededor.
110
Dani: Acabo de llegar a mi mesa. Bichos raros por todas partes.
Dani: Hasta la noche. Besos. ODM, deberías ver las drags Queens. JAJA
Como siempre, cada vez que le estaba escribiendo a Liam, tenía la sonrisa más
tonta en mi rostro. Tenía un fuerte efecto en mí. Cuando pensaba en él o cuando
estaba con él, este calor explotaba dentro de mí, estallando en una sonrisa en mi
rostro. Me consumía, pero no me destruía.
—Daniela.
No captó la indirecta
No quería hablar con él. No quería mirarlo. Quería que se fuera. En su lugar, se
quedó allí, mirándome fijamente.
—¿Qué?
Sin embargo, Rick nunca fue una persona que escuchara. Acercándose, se agachó
junto a mi silla. Luché contra el reflejo de mirarlo mientras mi cuerpo giraba
naturalmente hacia él. Ligeramente por instinto, mi mano quería alcanzar su rostro
para acariciarlo a lo largo de su mandíbula. En su lugar, agarré mi Kindle. Aunque
me negaba a mirarlo, podía sentir su presencia. Su aroma me rodeó mientras
recuerdos se apoderaban de mí. Fui instantáneamente transportada a un tiempo
en que creía en él y en nosotros.
—Está bien, Daniela, me iré —dijo, derrotado. Se incorporó, agarrando mi silla por
apoyo.
Tan pronto como Rick se fue, solté el aliento que estaba conteniendo. No sabía
cómo sentirme sobre todo el asunto. Quería gritar y lanzar algo. Me preguntaba
cómo sería volver a encontrarlo después de todo el tiempo. De hecho, un par de
semanas antes había estado preocupada de encontrarme con él en Breathe.
Hubiera sido diferente allí. Había estado preparada con apoyo a mi alrededor. Esta
vez, estaba sola y fui tomada desprevenida. Me sentí emboscada. Nunca había
esperado verlo aquí. Había estado viniendo aquí durante más de un año y no lo vi
ni una vez.
Era como si una vieja herida se hubiera abierto. Era vulnerable y expuesta.
Ninguna de las cosas que había pensado que diría salió de mi boca. Ni siquiera
sentía las cosas que había pensado que sentiría. Estaba por todas partes, y lo
113
odiaba. No había pasado todo este tiempo escondida de él. No tenía miedo de
volver a verlo. Simplemente no quería hacerlo. Su recuerdo casi se había
desvanecido. Ahora, de tan solo verlo, todo —su voz, sus ojos y su olor— era
vívido. Quería gritar.
Cuanto más pensaba en él, más la tristeza y el dolor eran reemplazados por la ira.
No podía creer que el hijo de perra realmente se acercara a mí. ¿Está jodidamente
arrepentido por lastimarme? ¿El maldito imbécil realmente quiere que no lo odie?
Exhalé, sacudiendo mi cabeza. ¿Por qué diablos me está sucediendo esto ahora? Con
mis manos en mi cintura, continué caminando mientras tomaba algunas
purificadoras respiraciones para calmarme. No estaba funcionando.
—Por favor, dime que no estás caminando y desordenando tu cabello por un novio
literario.
—Hola, chicas.
Quería gritar y arrojarles algo. Ahora que eran los nuevos objetivos, reanudé mi
ritmo para contener mi rabia. Macy estaba siendo Macy mientras me molestaba, y
114
Candace estaba siendo Candace mientras actuaba jodidamente alegre. Más allá de
molestarme, estaba a punto de explotar.
—No tengo idea —respondió Macy—. Estaba a punto de averiguarlo antes de que
te aparecieras con tus besos al aire.
Odiaba que estuvieran hablando de mí como si ni siquiera estuviera allí. Les gruñí.
—Dani, cariño… —dijo Candace. Tomó el mando como era costumbre en este tipo
de situaciones—. ¿Cuál es el problema? ¿Por qué estás tan enojada?
Me detuve.
—¿Aparte del hecho de que Macy está molestándome, y que son demasiado
extrañamente alegres y felices? ¿Realmente quieren saber?
—Obviamente, quiero saber, Dani —dijo Candace en un tono casi dulce. No estaba
afectada por mis insultos. Sí, estaba usando su tranquilo y asertivo poder de
encanta perros.
—Una palabra: ¡Rick! —grité y dejé de pasear mientras colocaba mis manos sobre
la mesa.
—Rick es suficiente para molestar a todos. Cuéntanos qué hizo e iremos a cortar su
polla —dijo Macy objetivamente.
—Me estaba ocupando de mis propios asuntos y preparándome para leer. Me vio,
se detuvo, y tuvo la audacia de hablar conmigo. Eso hizo. —Coloqué mis manos en
mis caderas y fruncí mis labios—. Debería haber seguido avanzando, pero no, no le
importaba una mierda que quisiera que me dejara en paz. Quería que no lo odiara.
Como de costumbre, todo estaba relacionado con él y lo que él quería. No pareció
importarle lo que yo pensaba o sentía cuando tenía sus manos encima de Ely en la
pista de baile o cuando me echó de su apartamento. Pero, oh no, ahora importa
porque es lo que quiere.
115
Dejé escapar un profundo suspiro mientras cerraba mis ojos. Ahora estaba triste
otra vez. Me dejé caer en la silla y dejé caer mi cabeza sobre la mesa.
—Soy una perdedora. ¡Casi jodidamente toqué el hijo de perra! —Estaba enojada
con él y conmigo misma—. No puedo creer que esté tan molesta por ese pedazo de
mierda. Mi vida es buena, y he conocido a un hombre increíble que me hace
sonreír. Liam es increíble. —Hice una pausa y luego pregunté—: ¿Cierto?
Mi relación con Liam, a diferencia de todas las otras, era saludable. No tenía que
ser otra persona. No necesitaba justificar y racionalizar la relación. Me trataba con
respeto y bondad, como un hombre debería tratar a una mujer. Era amoroso,
cariñoso y maravilloso. Nuestra química estaba fuera de las listas, y nuestra charla
era juguetona. Nunca podría negar la forma en que me hacía sentir. Mi sonrisa era
suya. A pesar de lo que pensaba que sabía o sentía, ver a Rick me hizo preguntarme
si me estaba engañando a mí misma.
Repentinamente, odiaba a Rick más de lo que lo había odiado nunca antes. Nunca
había tenido tanto miedo de perder a Liam.
Candace se inclinó hacia mí. Con una voz suave pero dominante, dijo:
—No te atrevas a permitir que ese hijo de perra traiga dudas a lo que tienes con
Liam. Liam no es Rick. Deberías hablar con Liam sobre esto, pero no, bajo cualquier
circunstancia, consideres que Rick es el estándar por el cual todos los hombres
deberían ser calificados. ¿Me entiendes?
Mi chocolate caliente estaba frío, y mi soda dietética estaba sin gas. Sentada en mi
asiento, me quedé mirando mis bebidas sin tocar.
—Candace, mi cabeza sabe lo que estás diciendo, pero mi corazón es una historia
116
—Eso viene de la mujer que tuvo sexo con Rick en la primera cita. Solías usar el
sexo para todo. Si, el burro hablando de orejas. Sé que tu diosa del sexo interior se
está muriendo por saltar sobre él.
Puse mis ojos en blanco mientras Candace le dirigía una mirada severa a Macy.
—Repite después de mí: Liam es Liam. Liam no es Rick. Necesitas recordar que
Liam es Liam, y no ha hecho otra cosa que mostrarte que está muy enamorado de
ti.
—Hola. —Solo escuchar su voz era como un bálsamo calmante para mi alma—.
Estoy bien. ¿Cómo estuvo tu turno?
—Fue una noche tranquila. Gracias por preguntar. —Hizo una pausa—. Entonces,
solo bien, ¿eh?
—Eso es lo que sucede cuando estás ahí, y yo estoy aquí. —Solté una risita—.
Estaba llamando porque quería… —Hice una pausa. Quería oír su voz. Quería estar
segura de que no lo estaba inventando. Necesitaba que me recordaran que tuvimos
el comienzo de algo grandioso—. Estoy terminando aquí con las chicas, y quería
confirmar la hora que me recogerías esta noche.
—Uf, eres tan arrogante —dije juguetonamente—. Sí, estaba llamando por el plan,
el cual, por cierto, no me has dado. ¿Cómo sabré si tendré tiempo suficiente para
prepararme? —Puse los ojos en blanco, preguntándome si estaba siendo obvia.
117
Rio.
—No soy arrogante. Solo sé estas cosas. Para que lo sepas, te recojo a las seis y
media, y también te extraño.
—Nena, puedes hacer lo que quieras conmigo. Ahora, dime si soy arrogante o si
solo lo sé. Te estoy imaginando ahora mismo mientras muerdes tu labio e intentas
mantenerte seria.
¿Cómo lo sabía?
—Eres imposible.
—Bien. Deberías ser consumido por la anticipación —dije, sonriendo—. Tengo que
volver a mis amigas. Nos vemos luego.
Liam es Liam. Liam no es Rick. Candace siempre tenía razón. Sintiéndome tranquila
por mi llamada telefónica, volví a la mesa.
118
Capítulo 20
Rick
M
e dijo que me fuera, así que lo hice. ¿Qué se suponía que hiciera? Nunca
antes había intentado recuperar a una mujer. Ninguna mujer me había
importado lo suficiente para molestarme. Caí jodidamente de rodillas
por ella y me disculpé. Lo dije en serio. Estaba apenado por herirla. Había sido un
imbécil y un tonto.
La caminata de regreso a mi auto fue la cuadra más larga que hube transitado
alguna vez. Arrojé mis auriculares en el asiento del pasajero mientras entraba al
auto. Joder. Sintiéndome como un idiota, lancé mi cabeza hacia atrás, contra el
reposacabezas, pensando sobre lo que había sucedido.
Cuando estuve junto a su silla, por un breve momento, pensé que iba a tocarme. Vi su
mano moverse un poquitito, y por esa fracción de segundo, vi que no se había
terminado. Su voz y su labio tembloroso me contaban otra historia. Sonaba
derrotada y herida. Trató de apartar la mirada y esconderse detrás de sus gafas, pero
vi en sus ojos el dolor que causé. Fue como una jodida patada en las pelotas. Le hice
eso a ella. La eché a perder majestuosamente. No estaba a punto de renunciar, pero
la mirada en sus ojos me mató.
Había tocado fondo oficialmente. Por primera vez desde que tuve dieciséis años, no
me apetecía follar.
119
Capítulo 21
Dani
R
evolví mi armario, buscando mi par de jeans ajustados favoritos. Eran los
únicos que me hacían lucir como si tomara clases diarias de levantamiento
de trasero brasileño. Liam y yo teníamos reservaciones para cenar en uno
de mis restaurantes favoritos, Joe’s Stone Crabs en South Beach. Liam ganó puntos
por escuchar. Dado que estaba haciendo una gran impresión, quería deslumbrarlo
con mi agudo sentido del humor, sonrisa radiante, y trasero apretado.
Solo nos habíamos estado viendo por un par de semanas, pero se sentía como si
nos hubiéramos conocido toda nuestra vida. Suspiré, pensando en él. Encontré los
jeans, saqué la blusa perfecta, y agarré mi par de botas negras favoritas.
Todavía seguía alterada por el encuentro con Rick de esta mañana, pero estaba
tratando de sacarlo de mi mente. Rick despertó tantas emociones, mayormente
inseguridades. Decidí que no pensar en eso reduciría su poder sobre mí. Liam no es
Rick se convirtió en mi mantra para la tarde y la noche.
Sabía que Liam y yo teníamos algo muy prometedor, y no quería que Rick lo
envenenara. Ya había malgastado casi dos años de mi vida viviendo
cautelosamente y cerrada. Ya era suficiente. Liam no es Rick. Liam era un hombre
increíble que sacudió mi mundo. Pensamientos de él calentaban mi corazón
mientras llenaba mis fantasías.
Siempre estaba haciendo las cosas más bonitas. Un día, me había quejado de estar
tan ocupada en el trabajo que no había tenido oportunidad de comer. A la hora,
apareció allí con comida. Había sido el emparedado más delicioso que había
comido. Cuando se hubo ido, tuve un feliz baile grupal con el personal de la oficina.
120
Sabía que ver a Liam disiparía mis preocupaciones. Como siempre, estaba
exagerando. Liam es Liam. Liam no es Rick. Liam no es un idiota que me romperá el
corazón.
Liam no es Rick. Traté de convencerme de que estaba siendo tonta. Liam es Liam.
Empujé mis inseguridades a la parte más lejana de mi cerebro, queriendo que
desaparecieran. Me negaba a arruinar mi noche con Liam porque me sentía
condenada a ser aplastada. Liam no es un idiota que me romperá el corazón.
—Tal vez. ¿Tienes algo más en esa bolsa de trucos? —Estiré la cabeza un poco más.
Se ve increíble.
Sostuvo mi mirada.
—Te prometo que si me das una oportunidad, serás mi cliente más satisfecha.
—Bueno, cuando lo pones de esa manera, sería una tonta al no ver la mercancía. —
Abrí la puerta un poco más amplia.
Mientras entraba, envolvió sus brazos a mi alrededor y rozó sus labios sobre los
míos.
—Hola, nena.
sus brazos.
—Mmmm, me gusta esta poción mágica que estás vendiendo. Me gustaría
embotellarla y sacarla cada vez que el deseo me golpea.
—Vamos, hermosa.
Nuestra charla juguetona continuó mientras nos dirigíamos a Miami Beach. Las
luces de la ciudad brillaban contra el fondo negro del cielo despejado de la tarde. A
lo largo de la calzada, las palmeras bailaban con la suave brisa mientras el
resplandor de South Beach nos daba la bienvenida.
Cuando el camarero trajo nuestra tarta de lima, mi postre favorito de todos los
tiempos, cada uno tenía un tenedor en la mano. Había algo íntimo sobre compartir
el postre con otra persona. A medida que empezábamos a picotear en las esquinas,
mi comportamiento cambió. Rick y yo habíamos compartido tarta de lima en
nuestra última noche juntos. Cuando había recogido toda la crema batida, empujé
el plato hacia mí, negándome a compartir con él. Fue la última vez que fuimos
juguetones. Liam no es Rick. Había comido tarta de lima muchas veces desde
entonces y nunca pensado en Rick. Verlo era tóxico. Me sentía vulnerable cuando
me abría a Liam. ¿Y si hace lo mismo que hizo Rick? Liam es Liam. Liam no es Rick.
Sin éxito, traté de salir de eso.
—Oye, ¿adónde fuiste? ¿Estás bien? —preguntó Liam, sus ojos fruncidos con
preocupación.
pimienta.
Liam vio justo a través de mí.
—Nada.
No podía lidiar con las mentiras. Tenía que salir de esto. Vino, buena comida, y
tarta de lima mezclado con carga emocional no era una buena combinación para
mantener la calma. Liam era un gran hombre. Dudaba que quisiera lidiar con esta
mierda. Ciertamente, yo no. Me sentía entrando en una espiral descendente.
Sentada en un cubículo, saqué mi teléfono. Con los codos en mis rodillas, toqué la
pantalla, esperando sabias palabras.
Dani: ¡Sí!
Dani: ¡Rick!
Sacudí mi cabeza. No quería mentirle otra vez, pero tampoco podía hablar con él.
Lo que teníamos era demasiado bueno para ser verdad, así que tenía que estar
condenado. Rick había sido pura disfunción, y eso no había funcionado. Liam era la
impecable perfección, así que era solo cuestión de tiempo antes de que terminara.
¿Y luego qué? No me gustan los gatos.
Quería huir, pero al mismo tiempo quería estar en sus brazos. Sin tener que decir
nada, quería que me asegurara que no me lastimaría. Me apoyé en su brazo, y me
sostuvo.
—Háblame —instó.
El valet trajo el auto hasta la acera y abrió la puerta para mí. Me deslicé en el
asiento mientras Liam lo rodeaba y se sentaba.
Mientras salíamos, Liam estiró su mano hacia mí. Deslicé mi mano en la suya,
entrelazando nuestros dedos.
El viaje a casa fue en silencio. Miraba por la ventana del pasajero, observando las
124
Liam no hizo ningún otro intento de hablar conmigo. Le eché un vistazo para ver
que su mandíbula se encontraba rígida. Por todo lo que sabía, estaba pensando en
la mejor forma de desilusionarme fácilmente, o tal vez sería cruel y solo me
echaría. Todavía estaba sosteniendo mi mano, pero ese podría ser su intento de
botarme. Ante la primera señal de problemas, Liam escaparía. Era genial, pero no
necesitaba lidiar con mi mierda. Era guapo, encantadoramente divertido,
comprensivo y sexy como el infierno. Podría tener a cualquiera. Probablemente
estaba pensando en todas sus opciones. Mi corazón dolió ante la idea de que
seguiría adelante.
—No sé qué decir o cómo decirlo. —Eso era lo más honesto que pude sacar.
Acunó mi rostro.
Cerrando mis ojos, esperé que todo se arreglara mágicamente. Cuando abrí mis
ojos, esa expresión interrogante todavía se hallaba en su rostro. Hice lo único que
sabía. Perdiéndome, lo besé con todo lo que tenía, y respondió. La pasión entre
nosotros se volvió insoportable. Lo deseaba. Lo necesitaba. Mis emociones eran
erráticas. Mi corazón latía por él mientras el miedo corría por mis venas.
Me apartó de él.
—Así no.
—Ni siquiera vayas ahí. No tienes ni idea de cuánto te deseo. —De nuevo, me
preguntó—: ¿Qué pasó? Háblame, por el amor de Cristo.
—¿No crees que deberíamos hablar sobre eso? —preguntó, cruzando sus brazos.
126
—No. Es un imbécil egoísta. Solo es toda la otra cosa. —Agité mis manos.
—No siempre logramos hacer lo que queremos. Algunas veces lo haces porque lo
necesitas —dijo, tomando el control.
—Estoy teniendo una batalla interna en este momento —dijo, dando un paso lejos
de mí—, entre darte lo que necesitas y…
No iba a permitir ser gritada en mi propia casa, así que defendí mi territorio.
—¡Es lo que todos hacen! —grité—. Y esta es mi casa, así que no me grites. De
hecho, nunca me levantes la voz.
—No soy todos ellos. Entiendo que hayas sido jodida por imbéciles. Lo entiendo.
¿He hecho algo que te haga pensar que soy como ellos? —preguntó, manteniendo
su voz baja y controlada. Su mandíbula apretada.
—¡Sé que no eres ellos! —Caminé de un lado al otro por la diminuta habitación—.
Crees que lo entiendes, pero no lo haces. No entiendes lo que significas para mí o
cuánto me importas. No entiendes cuán asustada estoy de ser lastimada de nuevo.
Así que, no, no lo entiendes.
Mientras me miraba con incredulidad, pensé que le iba a brotar otra cabeza.
—No batallaba con esa puerta —dijo, señalando a la puerta principal—. Sino con
esa. —Señaló hacia mi dormitorio. Cerró sus ojos y dejó escapar un profundo
suspiro.
—Me importas mucho —gemí—. Estoy muy vulnerable, y eso me asusta hasta la
muerte.
Se acercó a mí, inclinó mi rostro hacia arriba, y entonces presionó sus labios contra
128
los míos.
—Nena, lo eres todo para mí. No tienes idea de cuánto te deseo. No me voy a
ningún lugar. —Me abrazó fuerte—. Lamento que perdiera mi temperamento.
—No tienes nada de qué lamentarte. Arruiné nuestra noche. Detesto que ver a mi
ex trajera mis inseguridades a la superficie. Comencé a pensar en los peores
escenarios. Pensé que estabas planeando nuestra ruptura en el auto y siendo muy
malvado y sádico acerca de ello. Lo lamento todo.
—Es bueno que sepa RCP —dijo, arrastrándome más cerca de él.
—Lo siento tanto. —Mientras las lágrimas llenaban mis ojos, me hundí en sus
brazos y apreté mi agarre alrededor de él. Liam no es Rick. Liam es Liam.
—Estamos bien.
—No tengo control sobre el pasado. Quiero una oportunidad de mostrarte que
puedes confiar en mí. No te lastimaré, al menos no a propósito. Probablemente
haré cosas estúpidas, pero no soy un imbécil, y no tengo planes de convertirme en
uno.
—Sé que no eres un imbécil. Eso es lo que te hace incluso más letal.
—Eres linda cuando estás siendo dramática. Entonces, ¿qué pasó hoy?
—Estaba sentada en la mesa, alistándome para leer, cuando apareció de la nada.
Fue surrealista. Fue como si todo el dolor resurgiera y mi corazón se rompiera una
vez más. Le dije que se fuera, y lo hizo. Se veía triste, y eso hizo que me enojara.
Entonces, pensé en cuán genial es todo entre nosotros, y entré en pánico.
—Lamento que tuvieras que atravesar eso. —Metió un mechón de cabello detrás
de mi oreja—. Honestamente, no quiero oír hablar sobre antiguos novios, pero sí
quiero saber cuando algo te lastima. Puedes hablar conmigo, y te escucharé. No
estás sola.
Absorbiendo sus palabras, puse mi cabeza contra su pecho. No estaba sola. Liam es
Liam.
Por mucho que lo deseaba, me sentía nerviosa. Había pasado demasiado tiempo.
Sintió mi aprehensión.
—Solo voy a abrazarte esta noche —dijo en una voz seductoramente ronca.
Se inclinó y me besó suavemente de nuevo con sus manos a los lados de mi rostro.
Mantuvo sus ojos fijos en los míos mientras sus manos se deslizaban debajo del
dobladillo de mi camisa. La sensación de su toque contra mi piel desnuda enviaba
escalofríos a través de todo mi cuerpo. Después de que sacó mi top, me besó
mientras sus manos exploraban mi cuerpo cuidadosamente, su toque suave y
sensual.
—Eres la mujer más hermosa que he visto en mi vida —dijo, sus ojos
admirándome.
Se arrodilló a un lado de la cama y sacó mis botas. Mientras frotaba mis pies, sus
movimientos tiernos, mis sentidos se fueron en sobrecarga. Cuando levantó la
mirada, sus ojos y la expresión de su rostro abrazaron mi corazón.
—La primera vez que miré tus ojos, quise consolarte y sostenerte —dijo mientras
se posicionaba sobre mí.
—Cuando miramos el amanecer, sabía que no iba a dejarte ir. —Hizo un camino de
besos bajando por mis piernas.
—Significas todo para mí. —Me besó con pasión, deseo, y algo más que era nuevo
para mí.
Asentí en acuerdo.
Hizo un camino de besos bajando por mi cuello mientras sus manos cubrían mi
cuerpo sin titubeos. Desabrochó mi sujetador y lo sacó, revelando mis pechos
llenos. Su boca encontró un pezón y su mano provocó el otro. La sensación causó
que una ola corriera a través de mi cuerpo. Pasé mis dedos a través de su cabello y
envolví mis piernas alrededor de él. Continuó asaltando mis sentidos con su boca y
manos, dirigiéndome a mi primer orgasmo. Apretando mi pezón, se abrió camino
hacia abajo, mordisqueando y besando hasta que alcanzó mis bragas. Sus palabras
y toque mezclados con mis sentidos agudizados enviaban estremecimientos a
través de mi cuerpo.
Besó el interior de mis muslos mientras sus manos se deslizaban hacia abajo por
mi cuerpo, parándose para jugar con la banda de mis bragas. Cuando levanté mis
caderas, él aflojo las suyas.
—Eres todo en lo que pienso —dijo, deslizando su mano hacia abajo, entre mis
piernas.
Antes de que pudiera recuperarme, enterró la cabeza entre mis piernas. Su lengua
lamía y hacía círculos en mí. No podía controlarme. Aferrándome a su cabeza, mis
dedos se enlazaron a través de su cabello mientras succionaba ligeramente sobre
mi clítoris. Su boca me traía placer expertamente de una manera indescriptible. Me
arqueé, lanzando mi cabeza hacia atrás, mientras gritaba su nombre otra vez en
éxtasis.
—Todo tuyo, nena. Soy todo tuyo —dijo, acariciando mi cuello con su cabeza.
Se incorporó y volvió con una camiseta para ponerme. Se metió en la cama, usando
únicamente bóxers.
—Barrera —dijo.
Cuando me tiró más cerca de él, sentí su calidez y su corazón. Enterró su cabeza en
mi cabello y me apretó fuertemente.
132
E
l sol estaba brillando a través de sus persianas. Definitivamente tenía que
conseguir algo de Home Depot para bloquear esa luz. No sabía cómo podía
dormir con el brillo que llenaba su dormitorio. Debía estar acostumbrada.
Se veía tan tranquila, durmiendo profundamente. Me encantaba despertar a su
lado, pero no me gustaba… está bien, bien, odiaba pelear con ella. No quería volver
a hacerlo otra vez. Sabía que todas las parejas peleaban. Simplemente no quería
tener la pelea donde ella pensaba que irse por la puerta era una opción. La verdad
era que estaba profundamente bajo mi piel.
Tomé una ducha rápida. Mis opciones fueron Japanese Cherry Blossom o Dream
Angels Desire de Victoria's Secret. Maldición. Iba a oler como una chica, pero al
menos olería como mi chica. Después de esto, Chris definitivamente me pondría en
la categoría de nena. No me importaba una mierda. Había despertado junto a ella, y
134
Abrí la puerta.
—Buenos días, Macy. ¿Qué estás haciendo aquí, a las, eh… ocho un domingo por la
mañana?
—Um, ¿qué estás haciendo tú aquí a las ocho de la mañana… con el cabello
mojado? —preguntó en un tono astuto. Rápidamente, empezó a enviar mensajes
de texto de nuevo, y luego empezó a hablar muy rápido—. No sabía que estabas
aquí. Si lo hubiera sabido, no habría tocado. Oh, eso no suena bien. ¿Cómo se
suponía que supiera que estabas aquí?
—Macy, más despacio. Está bien. Dani todavía está durmiendo, estoy seguro de que
se levantará pronto. Y mira ahí… —Señalé el auto estacionado junto al de Dani—.
Ese es mi auto.
—Pensé que era la vecina grosera de Dani que siempre estaciona en su espacio y la
saca de sus casillas. Sabes que ella tiene una cosa sobre límites, ¿verdad?
—Guau, Dani no estaba bromeando. ¿Te ejercitas? Y maldita sea, hueles muy bien.
Me palmeó el pecho.
—Oh, por favor. Dani es mi mejor amiga, y soy amiga de tu amigo. Solo quería
comprobarlo un poco. Sí, es cierto, Dani no exageró en absoluto.
Acomodándose, Macy dejó caer sus cosas en el sofá y entró a la cocina. Sacó un
yogur y se sentó en el taburete de la barra cerca del mostrador, mirándome. Me
estaba asustando con la forma en que me estaba mirando.
Le pregunté:
—¿Decirme qué? Y lo que sea que Dani tenga que decirme, es entre nosotros dos —
dije, sabiendo que estaba pisando hielo muy fino aquí.
Mierda, no puedo hablar de Dani con su amiga. Eso es una locura. ¿Por qué las chicas
hacen esta mierda?
Todo lo que escuché fue condición. Mierda, espero que Dani esté bien. La idea de que
algo estuviera mal con ella me preocupaba.
—¿De qué condición estás hablando? ¿Está bien? Quiero decir, debería hablar con
ella sobre esto. Solo dime, por favor, está bien, ¿verdad? —le pregunté con
aprensión.
—No puedo creerlo —dijo ella, sacudiendo la cabeza—. ¿Por lo menos tomó un
Advil? No puedo creer lo irresponsable que es.
Ella empezó a abrir los armarios, y luego sacó el Advil y una botella de agua.
—Dani me mataría por decírtelo, pero teniendo en cuenta que estás aquí esta
mañana, creo que su condición podría estar remediada. —Me guiñó el ojo.
—Solo dime que está bien o que va a estar bien —le supliqué—. ¿Qué está
pasando?
136
—Liam, me estás confundiendo completamente con tu línea de preguntas —dijo
Macy, sacudiendo su cabeza mientras lamía yogur de su cuchara—. ¿Está bien?
Está en el camino de la recuperación, y eres extremadamente bueno para ella. No la
he visto tan feliz en años. Espera, nunca la he visto tan feliz con un hombre. ¿Cuáles
son tus intenciones con ella, de todos modos?
—Lo siento, Macy. Estoy muy preocupado ahora mismo. Mis intenciones con Dani
son honorables. Me gusta mucho. Me importa. ¿Está bien? Y la idea de que algo este
mal con ella me aterra. Por lo tanto, por favor…
Macy se echó a reír. Las mujeres pueden ser tan crueles. Creía que era la mejor
amiga de Dani. ¿Cómo puede estar riéndose de una situación como esta?
—¿Pensaste que había algo malo con ella? Oh, eso es tan gracioso. No, no hay nada
malo con ella… bueno, excepto por su condición, de la cual espero que te hayas
encargado anoche. Por favor, dime que te encargaste de su condición anoche.
—Macy, ¿de qué carajos estás hablando? ¿Dani está bien? No está enferma,
¿verdad? —pregunté, frustrado y aliviado.
—Relájate. No está enferma. Está bien, excepto por el hecho de que claramente no
te habló de su condición —dijo Macy, poniendo los ojos en blanco.
—Macy, querida, soy un chico. No hablo la jerga de chicas. Inglés, por favor. ¿De
qué diablos estás hablando? ¿Y Dani va a estar disgustada si descubre que me estás
diciendo esto? Si es así, entonces no quiero saberlo. Si tiene algo que decirme,
entonces puede decírmelo ella —le dije tan calmadamente como pude.
—Eres tan lindo —dijo. Terminó su yogur y tiró el recipiente a la basura—. Por
supuesto, estamos hablando de Daniela Ruiz. ¿Hola? Estaría histérica si
descubriera de lo que estábamos hablando, así que ya no hablaremos de eso. Ahora
que te tengo aquí, y dijiste que tus intenciones con ella son honorables, tenemos
que tener otra pequeña charla.
137
No podía seguirle el ritmo. Hablaba rápido y en enigmas. No tenía ni idea de lo que
estaba diciendo. Me había distraído después de haber escuchado que “está bien”.
Realmente no había escuchado nada más.
—De nuevo, ¿Dani va a estar disgustada contigo? Demonios, ¿se enfadará conmigo
por tener esta conversación? —Me froté el rostro, esperando que me prepararía
para la próxima ronda de hablar rápido con Macy. ¿Cómo diablos lo hace Chris?
Suspiró pesadamente.
—Mira, no sé si Dani estará molesta. Estoy esperando que no. Lo más importante
es que sé que dices que tus intenciones con ella son honorables, y espero por Dios
que tengas razón. Dani es una gran chica, y es mi mejor amiga. Al final del día, mi
lealtad siempre estará con ella. Lastímala, y te mataré.
—Macy, no tengo ninguna intención de lastimar a Dani. Eres una buena amiga.
Entonces, ¿eres realmente violenta?
—Soy mortal. Deberías estar muy asustado de mí. Estoy convencida de que su ex
todavía se esconde de mí. Sabe que si lo veo, le cortaría su polla por ser el hijo de
perra que fue, por la forma en que la lastimó, y por la forma en que la trató
horriblemente durante un miserable año. Por no mencionar lo de ayer. Si hubiera
estado allí, habría sabido que era mejor no acercarse a ella.
—Macy, vamos a entrar en un área peligrosa aquí. Esto es algo de Dani para
compartir —dije. Pero sí que quería saber más sobre este idiota. Sabía lo de ayer,
pero parecía haber más en la historia. ¿Qué demonios hizo? Estaba teniendo un
fuerte deseo de patear algunos traseros por mi cuenta.
—Bien, Liam. —Puso los ojos en blanco—. Quería decirte la verdad sobre el hijo de
perra y el hecho de que es responsable de su condición. Jugó verdaderamente con
su cabeza y le rompió el corazón. Solo no quiero volver a verla herida de esa
manera.
E
stiré mis brazos y encontré que mi cama estaba vacía. Sentándome, miré
alrededor, y mi estómago cayó. ¿Se fue en medio de la noche? No pude evitar
sentir gran decepción. Me levanté cuando escuché voces. Agarré un par de
pantalones cortos de mi cajón, me los puse, y corrí al baño.
Me incliné hacia Liam y le di un abrazo. Se giró y me dio un dulce beso. Dios, puede
besar. Sus labios eran tan deliciosos. Envolvió su brazo alrededor de mi cintura
mientras Macy nos miraba. No tenía idea de por qué estaba aquí, y no quería saber.
Solo le disparé una pequeña sonrisa y disfruté la sensación de estar en los brazos
de Liam.
Me perdía en sus ojos en cada momento. Eran tan hermosos. No pude evitar
sonreír.
—Ya era hora. Aquí está el Advil y algo de agua. Ahora que tu condición ha sido
140
remediada, estoy segura de que necesitarás algo de esto —dejó escapar Macy.
Nuestras cabezas se dispararon hacia Macy. Solo nos miró inocentemente.
—Oh Dios mío, Macy. Voy a matarte. —dije a través de dientes apretados.
—¿Quién diablos podría ser? —pregunté. Negando con la cabeza, me preparé para
caminar hacia la puerta.
H
oy me iba a reunir con Chris en el Martini Bar. Se había convertido en mi
amigo honorario, y necesitaba uno.
—Tomaré un Black Label en las rocas. —Apoyé los codos contra el bar, esperando
mi trago. Cuando finalmente llegó con una mala actitud del camarero, sonreí—.
Gracias.
Habían pasado casi tres semanas desde la última vez que había follado.
Honestamente, después de ver a Daniela, estaba teniendo problemas para
conseguir una erección, lo cual no era una cosa buena. No me importaba, y eso
decía mucho. La única mujer con la que quería estar era Daniela, y ahora mismo,
ella no quería nada conmigo. Fui por el camino equivocado, pero no tenía un mejor
plan. Decir que estaba en un mal lugar era un eufemismo.
Estaba tan envuelto en mi propia miseria que no me di cuenta cuando Chris entró.
Solo sacudí mi cabeza. No estaba de humor para hablar de ello. La verdad era que
no había estado saliendo. En mi misión por recuperar a Daniela, comencé a reducir
mis salidas a los clubs. Ella lo había odiado, así que estaba tratando de vivir sin ello.
Los clubs también me hicieron perderla. A pesar de que había pasado un tiempo,
no podía sacarme la idea de todas esas noches que llegábamos a casa y follábamos
durante toda la noche. Tenía el coño más impaciente que se empapaba,
suplicándome sumergir mi polla en este. Estaba tan jodido ahora mismo que no
estaba poniéndome duro mientras pensaba en su coño. Era miserable sin ella.
Chris se estaba preocupando. No creía que alguien me hubiera visto lucir así de
desastroso antes.
—La jodí a lo grande. Tuve a la mujer más asombrosa, y la jodí. Ahora, la quiero de
vuelta, y no me da ni la hora. ¡Jodí mi vida!
Por supuesto, no iba a contarle a Chris quién era esa persona o qué había hecho
para joder más las cosas. Todavía tenía que andar con cuidado. Lo último que
necesitaba ahora era que me patearan el culo. Sabía que me lo merecía, pero no
estaba a punto de inscribirme.
Con un par de tragos a mi cuenta, me sentí un poco menos miserable. Tenía que ser
cuidadoso. No quería convertirme en un alcohólico. Necesitaba encontrar una
mejor salida que no incluyera alcohol ni sexo. Le había contado a Chris tanto como
podía sin sonar como un marica ni dar demasiada información.
Una mujer vino y se apoyó en el hombro de Chris. Él levantó la vista y la saludó. Era
rubia con lindos pechos. Cuando me miró, simplemente me aparté y miré mi trago.
—Claro. Madison Stuart, este es Rick Marin. Rick, esta es Madison. Ella es la
encargada —dijo Chris.
—Madison.
—Sí, Madison como la avenida —dijo con un guiño.
Conocía a las mujeres. Conocía sus cuerpos, y conocía sus señales. Y Madison
estaba enviándolas.
—Oh, ¿de verdad? ¿Crees que sabes lo que quiero? —Madison respondió con un
pequeño resoplido—. Y no me llames Maddy.
Este era un desafío. Ya que ahora tenía algunos tragos en mí, tenía la oportunidad
perfecta para sacar algunas de mis frustraciones.
Cuando terminé mi trago, noté sus ahora endurecidos pezones a través de su blusa
sedosa.
—Y sabes que puedo encontrar tu punto G y hacerte venir justo aquí delante de
todo el mundo —terminé, observando mientras lamía su labio inferior.
—Eres un imbécil —respondió. Retrocediendo, soltó una risita con una sonrisa de
gatita sexy—. Pero me gustas. Bruce, tráele otro trago a Rick, la casa invita.
Miré a Chris.
—Chicos, eso fue como mirar una jodida porno, me largo de aquí. Tengo que llamar
a Macy. Te veré el jueves, ¿verdad?
145
Asentí en acuerdo, y entonces Chris se fue. Acepté el trago que Bruce me entregó.
Madison merodeaba. Aparentemente, no había aprendido su lección. Sacudí mi
cabeza. Fue entonces cuando un brazo me rodeo, girándome para enfrentarla.
Joder. Como siempre, la maldita perra parecía haber salido de una pasarela.
Suspiré.
—Rick, no me trates como una tonta. Déjala en paz. Está en un buen lugar —dijo,
haciendo su defensa.
Joder, joder, y más joder. Ahora estaba en el radar de Candace. Aunque era formal,
apropiada, y perfecta en apariencia, era como una hija de perra de tiburón cuando
se trataba de sus amigos.
—Sí, estuve allí, junto con mucha gente. No te vi. Qué vergüenza. Deberías haber
dicho hola. Te habría comprado un trago… —La miré de la cabeza hasta la punta de
los pies y luego regresé a sus ojos—. Para ayudarte a relajarte un poco. —Le guiñé
y regresé a mi propio trago.
—Esto es lo único que te importa. Déjala en paz. Se merece mucho más que a ti —
advirtió.
—Por cierto, Rick, realmente luces como una mierda. Recupera la compostura.
A la mierda mi vida.
—Te dije que me gustas. Voy a ayudarte con esta chica que te tiene en tan
desagradable carácter —ofreció.
Ella rio.
Incliné mi vaso hacia ella. Sí, necesitaba ayuda y tal vez Madison podría darme
alguna perspectiva femenina en el asunto.
Un par de días más tarde, entré en el Wellness Center. Tenía que dar crédito a
Chris. El gimnasio era realmente un establecimiento increíble. El servicio era
fenomenal.
—Buenas noches, Sr. Marin. Me alegra que nos acompañe esta noche.
—Si necesita algo, y me refiero a cualquier cosa, por favor déjeme saberlo. El
servicio es nuestra prioridad número uno. —Me guiñó mientras me alejaba hacia el
147
Nunca había sido un mujeriego, y no estaba a punto de comenzar. Hoy en día, con
todas las enfermedades por ahí, no podía ser demasiado cuidadoso. Esa era una
lección que mi padre había puesto en mi cabeza. Necesitaba mantener mi polla
limpia. Era importante conocer a la mujer a la que estaba follando. Lo tomaba muy
en serio. Siempre había sido monógamo. Esta virtud no significaba que no
disfrutara un poco de coqueteo. Tenía que admitir que me gustaba encender a las
mujeres. Me gustaba coquetear con ellas. Me gustaba ver las pupilas dilatadas de
una mujer, acelerar su pulso, y endurecer sus pezones. Mierda, ni siquiera tenía
que ponerles un dedo encima. Me iba a casa con una erección y conseguía follar.
Era ganar-ganar por todos lados.
Según Madison, este comportamiento era desagradable para las mujeres. Le rogué
diferir, teniendo en cuenta que ni una sola vez había tenido ninguna queja de
ninguna mujer. Claro, algunas me llamaban idiota, pero aceptémoslo, estaban
calientes y molestas y obtenían placer de eso. Entonces, ¿por qué soy un idiota?
¿Porque no quería follar a una perra en un baño público ya que ella había hecho
papilla sus bragas de algo que podría haber dicho o de alguna mirada que podría
haberle dado? Creo que Madison necesitaba trabajar en su teoría con las mujeres
en general. Ella, sin embargo, tenía un punto cuando se trataba de Daniela. Estaba
en una liga completamente diferente.
Eso me recordó cómo nos habíamos conocido Daniela y yo. Tenía una reunión de
ventas en el hospital en el que ella trabajaba como enfermera. Llegué temprano, así
que decidí tomar un bocadillo en la cafetería mientras esperaba. Cuando entré,
noté a esta morena con el cabello recogido en una cola de caballo, leyendo en una
tablet. La había visto antes, pero siempre me ignoraba. Me acerqué a su mesa y me
senté. Me miró y luego bajó la mirada de nuevo a lo que fuera que estuviera
leyendo. Era un desafío.
Antes de que terminara su descanso, supe su nombre, conseguí que riera y soltara
la tablet. Me había encantado coquetear con ella, y sabía que a ella también le había
encantado. Era esa cosa de protesta demasiado. Eventualmente, la había
desgastado. El resto era historia.
Esa era la estrategia de Madison. Tenía que desgastar a Daniela hasta que se diera
cuenta de lo que había sabido desde el principio: que pertenecíamos juntos.
—Joder —grité.
—Solo estaba trayéndote de vuelta a este planeta —dijo Chris, chasqueando la
toalla otra vez.
—No me digas eso. Por favor. No puedo manejar a dos de mis amigos
convirtiéndose en maricas.
Podría decir que Chris estaba celoso. Demonios, también estaba celoso. Ese hijo de
perra no era un marica. Solo tenía acceso a lo mío, y estaba empezando a
jodidamente molestarme.
Después del partido, los chicos sugirieron que nos dirigiéramos a Titanic por una
cerveza. Aunque no había obtenido ninguna nueva información sobre Daniela,
estaba dispuesto a un trago de celebración. Había encontrado un enorme placer en
bloquear a Liam y golpear su culo en el suelo. Después de la segunda vez, Chris y
Wyatt tuvieron que retener a Liam. Yo había actuado como si no supiera por qué
estaba tan enojado. Después de todo, no había jugado en años. Me había encantado
cada segundo de ello. Ese hijo de perra tenía a mi chica, así que esto era guerra.
Solo que él no lo sabía.
Cuando estábamos saliendo del gimnasio, escuché a Liam hablando por teléfono.
—Oye, nena —dijo Liam—. Sí, recién terminamos. Vamos por una cerveza.
Terminaré como en una hora. Está bien, te veo luego.
Vi rojo. Quería darle una paliza. ¡Joder! Odiaba que estuviera hablándole y que
149
Todo el mundo salió, y nos reunimos en la calle de Titanic. Encontramos una mesa
en la parte de atrás. Ordené la primera ronda de tragos. Pensé que sería mi ofrenda
de paz. Sí, ni siquiera creo eso. Iba a beber solo una cerveza. Esa era otra cosa en la
que me había estado insistiendo Madison. Había dicho que tenía que reducir mi
ingesta de licor. Este consejo había venido del gerente de un bar. Era ridículo.
Según Madison, mi exceso con el alcohol no era atractivo. Iba a tener que revisar
sus referencias.
Culpaba a una persona por mi estado de ánimo, y era el imbécil con una maldita
sonrisa en su jodido rostro sentado frente a mí. ¿Qué ve en él? Yo lo suficiente
hombre como para admitir que si Daniela no estaba cegada por su enamoramiento
con el hijo de perra, lo consideraría un buen tipo. A fin de cuentas, era una persona
justa y un buen juez de carácter. Liam Lucas no era un mal chico. Solo estaba en mi
jodido camino, así de simple.
Las únicas cosas que había aprendido durante el juego de baloncesto de esta noche
era que Liam se había enojado después de dos bloqueos y que no me había
conectado con Daniela. Mientras estaba reflexionando sobre todas estas cosas, se
levantó. Esa era mi señal. Sabía hacia dónde se dirigía.
La única cosa que iba a tomar con calma era a Daniela lejos de él. Lo seguí fuera del
estacionamiento. Esto era más fácil de lo que había pensado. Apenas estuvo en el
auto durante cinco minutos.
Mierda, no puedo jodidamente creer dónde vive Daniela. Por supuesto, vive en estas
150
Verla saltar en sus brazos fue como una puñalada en mi corazón. ¡Joder!
—Madison —dije antes de que siquiera pudiera decir algo—. Tenemos que poner
esto a toda marcha. —Estaba desesperado. Necesitaba tenerla de regreso—. Joder,
¡él tiene mi jodida vida! —grité, frustrado.
Así que, lo hice. Tal vez fue un error. No lo sabía. Ver a Daniela el sábado pasado y
después observarla saltar —jodidamente saltó— en los brazos del hijo de perra se
convirtió en más de lo que podía manejar.
Se suponía que saltara a mis brazos. Se suponía que se acostara sobre el sofá a mi
lado mientras leía su porno, poniéndose caliente, mientras yo veía mis películas y
jugaba con sus tetas. Se suponía que se riera de mis chistes y fuera mi más grande
animadora. Se suponía que estuviera conmigo, no con él. Golpeé mi volante,
encendí mi auto, y manejé a casa.
No pude dormir. Cada vez que cerraba mis ojos, la veía. Veía la forma en que
inclinaba su cabeza a un lado mientras me escuchaba. Veía la manera en que se reía
de mis chistes. Estaba jodidamente persiguiéndome.
Una vez, le había preguntado por qué estaba siendo tan buena conmigo. Su
respuesta había sido clásica.
—Rick, tienes que ser el más grande idiota que haya conocido. Lo considero mi
deber cívico y un privilegio meter un poco de sentido en ti. El hecho de que seas
voluntario solo lo hace más dulce.
Maddy: ¿Entonces?
Maddy: No.
Entré al bar y vi a Bruce. Estaba por ordenar un trago, pero entonces la voz quejosa
de Madison apareció dentro de mi cabeza, recordándome reducir mi bebida.
Estaba siendo un idiota. Madison no tenía una voz quejosa, pero cuando aparecía
en mi cabeza, era quejosa y molesta.
Solo dijo:
Puse mis ojos en blanco y me aparté del bar. Madison definitivamente necesita
enviar a este imbécil a un seminario de servicio al cliente.
No sabía si esto era un pequeño juego del gato y el ratón o si realmente estaba
ocupada. Llamé a Bruce y ordené una cerveza light. Imaginaba que cualquier cosa
que tuviera light en el nombre no contaba como una bebida real. Me senté de
nuevo y me puse cómodo.
Después de un rato, supe que estaba jugando. No había manera de que no estuviera
en el piso o cerca del bar. Tenía lo que yo necesitaba, y estaba lo suficientemente
desesperado como para esperar.
—Pensé que sería importante hacer una pequeña investigación para ver qué estás
enfrentando —dijo, casi como si hiciera este tipo de cosas regularmente—. Hice
algunas búsquedas en internet y encontré a tu competencia, Liam Lucas. Estoy
buscando una foto de él —dijo con una sonrisa lujuriosa—. ¿Sabías que estuvo en
el calendario de bomberos el año pasado? Mierda, me encantaría que me trepara
como a una escalera y le diera con la manguera a mi fuego.
—Ricky, soy del equipo Rick hasta el final. No dejes que tu chica interior salga a la
superficie ahora mismo, ¿está bien? Eres alto y bien construido con un trasero que
grita “agárrame”. Tienes un hoyuelo que es encantador, ojos que son seductores,
una voz que es sensual, y labios que están hechos para lamer. Solo puedo imaginar
153
—No te hagas ilusiones —dijo sin expresión, tomando un tono muy serio—. Ahora,
mírame. Tenemos una seria competencia. ¿Estás realmente seguro de que quieres
hacer esto?
—Por supuesto, estoy realmente seguro de que quiero hacer esto. En primer lugar,
apenas conoce al tipo. En segundo lugar, estaba enamorada de mí. Sé que la jodí,
¿está bien? —Me levanté de la silla y comencé a pasearme alrededor de su
oficina—. Estoy asumiendo la responsabilidad aquí. No he follado en casi un mes.
¿Te das cuenta de cuán serio es eso? —Haciendo una pausa, la miré para
asegurarme de que entendía el esfuerzo que estaba poniendo en esto. Iba en
serio—. Maddy, tengo treinta años. Este escenario es viejo. —Pasé mis manos a
través de mi cabello mientras continuaba paseando—. Cuando la vi la semana
pasada, me dejó sin aliento. Apenas podía hablar. ¿Entiendes lo mucho que me
mató ver lo triste que estaba cuando me vio?
—Maddy, ¿nunca te han dicho que eres una perra? —pregunté, ofendido.
Sonrió.
—Antes de que la viera, estaba soñando con follarla. Sí, lo admito. Admito que
cuando la vi sentada allí, quise agarrar su cabello y tirar de este, así podría chupar
su cuello. Sí, cuando vi sus labios, quise probar su boca. Quise escucharla gemir y
rogarme que la follara. Soy el más grande hijo de perra que jamás caminó sobre la
tierra. Sé eso. Estoy tratando de ser un mejor hombre —argumenté. Parándome
frente a ella, me incliné, colocando mis manos sobre el escritorio. Con tanta
honestidad como era capaz, dije—: Cuando me acerqué a ella y vi el dolor que
causé, me mató. Me mató tanto que incluso he perdido el deseo de follar. Si eso no
es lo suficientemente serio, entonces no sé qué lo es.
—Bien, no podemos permitir que pierdas tu deseo de follar. Eso sería una
verdadera tragedia —se burló Madison.
154
L
incoln Road estaba sorprendentemente tranquila esta mañana. El clima era
glorioso. Por supuesto, nuestro frente frío había durado dos días, pero
ahora, estábamos de vuelta a temperaturas de treinta grados. Eso era
maravilloso porque Liam y yo nos íbamos a ir a los Cayos de la Florida para el resto
del fin de semana. Estaba tocando el cielo con las manos de emocionada. No podía
esperar a pasar la noche con él de nuevo. Solo pensar en ello hacía que mi corazón
revoloteara y mis entrañas se apretaran de una manera deliciosa.
No había palabras para describir a Liam y la forma en que me hacía sentir. Era tan
bueno para mí, pero tampoco toleraba mi mierda. Cuando había tenido mi colapso,
estuve seguro de que se iba a ir. ¿Qué chico quiere lidiar con ese lío emocional? Un
hombre que realmente se preocupaba por mí… ese.
Pensé en cómo me había sentido cuando Liam había luchado por mí y por nosotros.
Luego, se había ocupado de mí. Después de que lo había hecho pasar por el
infierno, me había dado la noche más increíble de mi vida. La mejor parte fue
cuando me acercó, y nos habíamos dormido juntos. Sí, los tres orgasmos también
habían sido increíbles.
Caminé a lo largo de Lincoln Road con la misma sonrisa torpe que tenía cada vez
que pensaba en él. Realmente le estaba dando competencia a mi extraordinario
novio literario. Nada podría arruinar este día. Con mi smartphone en mano,
enchufé mis auriculares y abrí mi lista de reproducción favorita mientras caminaba
hacia Van Dyke con un pequeño salto y baile a mi paso.
Rick frenó el paso para caminar junto a mí. Por supuesto, está corriendo por Lincoln
Road. Nunca lo había visto correr aquí antes, y ahora, parecía que no podía
deshacerme de él.
—¿Yo acosándote? ¿De verdad? —Puse mis ojos en blanco—. Creo que es al revés.
—Rick, no quiero ser grosera, pero vete —dije, espantándolo físicamente esta vez.
Rio de nuevo.
Tenía una risa contagiosa que siempre había sido mi perdición. Cuando estuvimos
juntos, nunca podía estar enojada con él. Decía o hacía algo estúpido y luego reía.
Lo siguiente que supe, pensamientos enojados se habían alejado con la risa.
Su expresión cayó mientras sus ojos caían a la acera. Apoyé mi peso en mi pierna
derecha y puse mi mano en mi cintura mientras esperaba su respuesta. Levantó la
mirada a través de sus pestañas y me dirigió una pequeña sonrisa con hoyuelos.
Esa mirada solía persuadirme todo el tiempo. Maldito sea.
Volví a tropezar ante su admisión mientras mis ojos seguían sus manos,
observando sus dedos peinando el mechón que ansiaba. Volví a orientarme.
Sacudiendo mi cabeza hacia él, grité:
—¡Detente! —Le grité. Abrí mis manos para asegurarme de que no se acercara a
mí—. Déjame jodidamente en paz. —Mirando hacia otro lado, luché contra las
lágrimas.
Cuando llegué a Van Dyke’s, me senté en mi mesa, fingiendo que no estaba allí.
Seguí mi rutina habitual de organizar mis cosas. Saqué mi Kindle, puse mi bolso en
la silla a mi lado, y apoyé mis pies en la silla frente a mí. Entonces, hice señas al
camarero y ordené mi refresco de dieta. Cuando dejé caer mis ojos en mi Kindle,
mis pies cayeron al suelo. Tiró de la silla y se sentó. Le disparé dagas con mis ojos.
—Déjame terminar lo que estaba diciendo —dijo con una voz dominante. Luego se
giró hacia al camarero y pidió agua.
—Rick, no hay nada que decir. —Hice una pausa—. Mira, tengo un novio, y soy
158
—Estoy siendo víctima de una broma, ¿no? —Reí—. Eso tiene que ser la carga más
grande de mierda que he escuchado, y has contado algunas mentiras.
Me dirigió una sonrisa torcida mientras ponía la botella sobre la mesa. Él preguntó:
—¿Eres feliz?
Dijo:
—No hagas eso. No es atractivo en ti. Solo creo que tal vez podamos ser amigos. Si
te veo, puedo parar y saludar o viceversa —dijo.
Comencé a mirar alrededor para ver si podía encontrar cámaras ocultas. Sabía que
tenía que haber más cosas de las que estaba diciendo.
—¿Cuál es la trampa?
Rápidamente respondió:
—¿Por qué tiene que haber la trampa? No hay ninguno. Tal vez solo quiero la
oportunidad de cambiar tu percepción de mí.
159
Eso no sucedió. No sabía cómo procesar este encuentro con Rick. Era bizarro y
familiar. Al mismo tiempo, era desagradable y extrañamente no amenazante. No
confiaba en él, pero sorprendentemente, no tuvo el mismo efecto que la última vez.
Tal vez la sorpresa había desaparecido. No quería pensar más en ello.
C
orrí de vuelta a mi auto, sintiéndome como un hombre nuevo. El consejo de
Madison era brillante. Necesitaba limpiar mi imagen, lo cual estaba
haciendo. Tenía que ser mi yo apuesto y dinámico, no el chico deprimido y
desesperado en el que había estado sumergido. Necesitaba ser el hombre seguro
del que Daniela se había enamorado. Necesitaba sacar lo que siempre funcionaba,
lo cual era mi encanto. Estaba en ventas. Esto era seguro.
Me metí en mi auto y agarré la toalla del asiento del pasajero, secando el sudor que
Daniela había estado mirando. Sentía la misma euforia que cuando cerraba una
gran venta. Llamé a Madison, necesitando regodearme en la gloria.
—Uh… sí… oh… sí… uh… estás… —gimió—. Estoy un… poco ocupada… ahora
mismo.
Estaba decepcionado de no poder compartir mi victoria con ella. Era lo menos que
podía hacer. Me había soportado por lo que probablemente se sintió como una
semana muy larga.
—Nena, ¿sabes que podría ayudarte allí? —Sonreí. Es tan fácil provocarla.
—Rick… joder… oh Dios mío… esto se siente tan… jodidamente bien. —Gimió—.
Dos horas… ¿está bien?
Joder. Mi polla estaba dura como una piedra. Necesitaba tener sexo de una mala
manera.
Bajando mis gafas de sol, comprobé a Madison mientras caminaba hacia mi auto,
usando un sexy minivestido con su rubio cabello de acabo de follar. Deslizándose
derecho en mi auto, se acomodó y descansó su cabeza en el asiento con una
enorme sonrisa en su rostro.
No estaba bromeando. Maldita sea, me dio una gran erección. Pensé que tendría
que detenerme a un lado de la carretera para hacerme cargo del asunto. Solo
pensar en eso de nuevo me dio una semierección.
Tenía una buena sensación sobre esta alianza. Le conté todo lo que había pasado, y
luego comenzamos nuestra sesión de estrategia para la próxima semana. En
definitiva, fue un sábado muy productivo y exitoso.
163
Capítulo 27
Liam
E
staba rendido. Anoche apenas había dormido algo. Había sido una noche
difícil en el trabajo. Nunca era fácil, pero tampoco nunca era aburrido.
Necesitaba quitármelo de encima y dormir un poco antes de recoger a Dani.
Íbamos a ir a los Cayos, y no podía esperar para salir y relajarme con ella.
Liam: Duro.
Mientras rodaba mis hombros para aliviar la tensión, entré a mi muy oscuro
apartamento. Espera. Esto es muy extraño. No recordaba haber dejado las persianas
cerradas para que estuviera tan oscuro. Algo no se sentía bien. Podía sentir la
tensión arrastrándose por mis hombros y mi cuello. Mientras miraba a mí
alrededor, tiré mi bolsa de lona en el sofá. Entonces escuché un ruido proviniendo
desde detrás de mí. No me encontraba solo. Mi adrenalina se incrementó mientras
me daba la vuelta lentamente.
—¡Oye, amigo! Necesitas más champú —dijo Chris, caminando dentro de mi sala
164
—¿Qué carajos? Mierda, Chris, estoy a punto de matar tu patético trasero —dije,
tratando de calmarme.
—Lucas, realmente necesitas relajarte. Deberías hablar con Rick sobre esas clases
de yoga que ha estado tomando. Parecen que están haciendo milagros por él. —Se
pavoneó a través de mi sala de estar y recogió su ropa del suelo.
—Pensé que eras un jodido intruso. ¿Qué estás haciendo aquí? —Me paseaba, aun
tratando de bajar la descarga de adrenalina antes de que envolviera mis manos
alrededor de su cuello.
Caminé hacia las ventanas para dejar entrar la luz. Conté hasta diez varias veces
porque, cada vez que abría su boca, tenía que empezar de nuevo.
—Lucas, ¿no revisas tus mensajes de texto? Te mandé un mensaje, diciéndote que
iba a quedarme aquí —dijo Chris como si pensara que eso excusara y explicara
todo.
No tenía idea de qué diablos hablaba. Por supuesto que revisé mis mensajes de
texto. Recién estuve mirando mensajes de texto. No recibí un mensaje de Chris.
—Intenta de nuevo. No hay mensajes de texto. ¿Cómo diablos entraste? ¿Y por qué
estás aquí en primer lugar? —pregunté frustrado, mayormente porque me asustó.
¡Joder!
—Necesitaba un lugar para dormir. Era muy tarde. Estaba cansado. Bebí
demasiado y no me sentía como para conducir todo el camino a casa.
Honestamente, mis sentimientos están heridos. ¿Desde cuándo me das la espalda
en mi momento de necesidad?
Chris estaba realmente exagerando. Esto solo significaba una cosa. Estaba
intentando salir de un problema.
—¿Por qué no llamaste a Macy? Estoy seguro de que estaría más que feliz de
alojarte por una noche. —Abriendo mis cajones, empecé a sacar la ropa que
necesitaba empacar para mi fin de semana con Dani.
—Macy, Macy, Macy. Ves, Dani y tú como que han arruinado las cosas para mí. —Se
veía confundido mientras se vestía—. Y ¿qué diablos estás haciendo? Acabas de
llegar a casa.
165
Solo sacudí mi cabeza.
Asentí.
—Macy es genial, realmente me gusta. Solo tengo una sensación de que quiere lo
que ustedes tienen, y no estoy listo para esa mierda.
—No puedo creer que me vas a hacer decir eso. Vamos, Dani y tú están haciendo
toda la cosa del amor. —Empezó a tirar de la ropa que estaba empacando en mi
bolso. Inspeccionándola, sacudió su cabeza—. ¿De verdad piensas que necesitas
toda esta ropa? Todo lo que necesitas es una caja de condones.
—Las manos fuera de mis cosas. —Empecé a devolver todo a mi bolso—. Dani es
realmente especial, y me preocupo por ella.
No habíamos estado juntos demasiado tiempo, pero sabía que mis sentimientos
eran profundos. Mierda, no podía dejar de pensar en ella. No podía tener suficiente
de ella. Pero, ¿amor? ¿No es muy pronto para eso? Pensé en ello mientras me
levantaba y caminaba al baño para conseguir el resto de mis cosas.
—Creo que sería genial. Solo deja de hacer que el resto de nosotros quedemos
como idiotas. —Se levantó y me golpeó en la espalda.
Dani: Nop.
Dani: Paciencia.
Liam: Besos.
—No se hable más. Solo disfrútalo. Te mereces esto. Y esta es toda la charla de
chicas que tendré contigo. —Se inclinó y se reacomodó—. Síp, mi hombría está
167
intacta. Mis bolas están donde pertenecen. ¿Las tuyas? —Levantó una ceja.
—Asegúrate de dejar la llave cuando salgas —dije.
Dormir tendría que esperar. Dani estaría aquí pronto, y no podía esperar para
verla. ¿A quién estoy engañando? No podía esperar para poner mis manos sobre
ella. Toda la semana, había pensado en cómo se había sentido su suave y sedoso
cuerpo bajo mis dedos. Los sonidos que había hecho y la forma en que se había
movido me habían enloquecido. Maldición. Me estaba poniendo duro de solo
pensar en ella. Sabía lo mucho que la deseaba. Podía decirlo por la forma en que se
intensificaban sus bromas.
Este viaje con Dani a los Cayos era importante para mí. Después de que mi padre
falleciera, mi mamá había asumido el papel de criar a dos adolescentes. No había
sido una tarea fácil. Había metido en nuestras cabezas que debíamos tratar a todas
las mujeres con respeto porque llegaría el momento en que una mujer se
destacaría. A esa importante dama, teníamos que tratarla como a una reina, pero
nunca olvidar que éramos hombres. A los dieciséis, no lo había entendido, pero
había hecho lo mejor que podía para un torpe adolescente. Había llevado ese
consejo durante toda mi vida.
Dani era única, y quería hacer inolvidable para ella la primera vez que
estuviéramos juntos. La iba a llevar a un lugar tranquilo y apartado que conocía en
la costa atlántica de los Cayos. Se merecía lo mejor, e iba a hacer todo lo que
pudiera para dárselo.
Dios, se ve hermosa. Llevaba puesta una camiseta ajustada y unos pantalones muy
cortos. Su cabello estaba suelto, cayendo suavemente en su rostro. Lo que me
atrapaba cada vez era su sonrisa. Me acerqué y la arrastré hacia mí mientras la
llevaba dentro. Enterré mi cabeza en su cuello. Era como un gran vaso de agua en
el desierto caliente. Sosteniéndola, toda mi tensión desapareció.
En ese mismo momento, su sensualidad se hallaba por las nubes, y tomó todo en
168
—¿Qué hay de mi beso? —Hizo un mohín con una mano en sus caderas.
Mis ojos estaban fijos en sus labios. Rogaban mi atención, y quería dársela.
Se movió hacia mí con una mirada exótica en sus ojos, casi como un tigre a punto
de atrapar a su presa.
Podía sentir mi corazón latiendo más rápido en mi pecho. Tenía que despejar mi
cabeza. Podía darle un beso de bienvenida. Podía hacer esto. Aunque no podía dejar
de pensar en la otra noche, sintiéndola retorcerse bajo mi toque, me recordé que
merecía que nuestra primera vez fuera especial.
Estaba perdido. Necesitaba recomponerme. Tenía que amarla más de lo que amaba
a mi polla. Mierda, ¿de dónde vino eso?
Me acerqué a ella, inclinándome, y rocé mis labios contra los suyos suavemente.
Sus labios se separaron en una sonrisa, y dejó escapar un suave gemido. Joder, eso
fue caliente. Mi boca se puso pícara en la suya. Acuné su rostro con mis manos para
tratar de mantenerlas ocupadas porque tenían órdenes de mi polla para tocar cada
centímetro de su cuerpo. Me recordé amarla más que a mi polla. Mierda, ahí estaba
de nuevo. Tenía que mantener mi cabeza en el juego porque mi polla estaba
tomando las decisiones, y merecía más que esto. Quería lo mejor para ella, para
169
nosotros.
Me retiré, respirando pesadamente. Cuando mis dedos acariciaron su rostro, se
inclinó hacia estas con un gemido.
—Nena —dije con voz ronca—, necesito detenerme. Te deseo demasiado. —Traté
de mantener la cabeza tanto como pude—. Quiero darte algo especial, y ahora
mismo, no creo que sea especial.
Tracé su cuerpo con mi boca, soplando suavemente mientras me movía para seguir
el camino de su camiseta descartada.
Sus manos se deslizaron por mi pecho y descansaron sobre mis pantalones cortos.
Mis labios se curvaron en una sonrisa mientras rozaban suyos, y entonces la besé
con todo lo que tenía. La necesitaba más que al aire. Quería sentir su cuerpo bajo
mi toque. Cuando la acaricié, su cuerpo se estremeció, y mi polla palpitó.
170
Sus tetas estaban hinchadas y sobresalían de su sujetador. Desabroché su sostén y
las liberé. Amasando su pezón con una mano, llevé mi boca sobre el otro mientras
lo succionaba suavemente, girando mi lengua y mordiendo con mis dientes. Su
cabeza cayó hacia atrás mientras ronroneaba.
—¿Qué hay de eso? ¿Te gustó eso? —pregunté. Apretando sus tetas, lamí cada
pezón.
—Nop, no del todo. Creo que estás perdiendo tu toque. Tienes que trabajar duro —
dijo jadeante mientras deslizaba sus manos bajo mi camisa.
Mis dedos provocaban a su coño mojado. Sus gemidos me estaban volviendo loco,
haciendo que me deshiciera. Se encontraba caliente y jadeante, y mi polla estaba
palpitando. Me hallaba listo para golpes profundos y constantes.
Sonreí.
Repentinamente, algo en mí cambió. Tenía que ir más despacio. Tal vez todo se
volvió más claro. Quería que fuera mía en más que una forma física. Me pertenecía.
Si tenía una duda antes, ahora se había ido. Mirándola, sabía que la amaba.
M
e recosté en su cama, mordiendo mi labio inferior. Sus oscurecidos ojos
azules ardían con deseo. Mi corazón estaba rebosando con anhelo. No
podía definir lo que estaba sintiendo claramente. Era intenso, profundo y
consumidor. Doliendo físicamente por su toque, necesitaba estar cerca de él y
sentir su cuerpo contra mí, dentro de mí. Estaba hambrienta por él. No podía evitar
sonreír. Estaba más que segura.
Con mis ojos fijos en los suyos, dije con una voz entrecortada:
—Sí.
Sacó sus dedos lentamente, dejando que me desesperara por él. Retiró mis bragas
y acarició mis piernas hacia abajo con sus manos y luego hacia arriba otra vez.
Extendió suaves besos a lo largo del interior de mi muslo hasta que encontró mi
clítoris. Mientras chupaba lentamente, girando su lengua, pasé mis dedos abiertos
a través de su cabello. Retorciéndome debajo de él y su toque, podía sentirme
172
Froté mis piernas a lo largo de la parte posterior de sus piernas hasta su firme
trasero. Él se posicionó entre estas. Presionó su erección contra mí, enviando
escalofríos a través de mi cuerpo. Mientras me besaba a lo largo de mi cuello y
clavícula, mis manos viajaron hasta sus pantalones cortos, desabrochando su
cinturón. Él los deslizó el resto del camino hasta abajo.
Cuando se inclinó sobre mí, nuestras bocas conectaron. No podía aguantar mucho
más.
—Te quiero, todo de ti —dijo, bajando sus labios para besarme—. Necesito que
seas mía.
—No tienes idea de cuánto yo… soy tuyo —dijo, entrando lentamente en mí—.
Nena, estás tan apretada. —Salió lentamente y entró en mí de nuevo, empujando
más profundo—. Te sientes tan bien.
—Nena, eres asombrosa. —Me besó, arrastrando sus labios por mi barbilla hasta
que su cabeza estuvo enterrada en mi cuello.
Quería que este momento, tendidos allí con nuestros cuerpos desnudos
entrelazados, durara para siempre.
—¿Estás durmiendo?
No teníamos que estar en los Cayos hasta más tarde esta noche, así que teníamos
tiempo. Traté de arrastrarme de la cama, pero me atrajo más cerca de él.
Lo besé en la coronilla.
D
esperté sintiéndome como un hombre nuevo. Dani me estaba mirando,
sonriendo. Debería acostumbrarse a despertar conmigo porque me
gustaba mucho esto. Me estiré y la agarré, atrayéndola hacia mí. Chilló y
comenzó a reírse. Rodó encima de mí y se sentó a horcajadas en mis caderas.
Maldita sea, es hermosa. Sentada encima de mí, llevaba puesta mi camisa con una
sonrisa maliciosa. Le devolví la sonrisa, trazando mis manos suavemente por sus
piernas, y las apoyé alrededor de su cintura. Se lamió sus labios mientras
empezaba a frotarse seductoramente contra mi ansiosa polla. Joder, es caliente.
—Crees que me posees, ¿verdad? —Le sonreí, pasando las yemas de mis dedos
cautelosamente sobre sus muslos.
La levanté conmigo.
—Por mucho que me encantaría pasar el resto del día en la cama contigo, tenemos
que irnos.
Después de que cargáramos el auto, empezamos nuestro viaje de dos horas hasta
Keys. El clima estaba hermoso. Miré hacia el Atlántico a mi izquierda y el Golfo a mi
175
derecha.
—Tienes una sonrisa tonta en tu rostro. Será mejor que me digas en qué estás
pensando —dijo. Intentó muy duro, sin éxito, ser mandona.
—Me encantaría ir en un barco contigo. En realidad sé una cosa o dos. Solía salir
con mi papá y hermanas todo el tiempo. Puedo ser tu Gilligan. Aye, aye, Skipper. —
Me saludó.
Realmente no podía. Le eché un vistazo para ver que estaba mirando por la
ventana con una sonrisa en su rostro. Asentí. Sí, esto está bien. Estamos bien.
Just the Way You Are de Bruno Mars comenzó en la radio. Esta canción siempre me
hacía pensar en ella. Cuando empecé a tararear las letras suavemente, se giró y me
sonrió. Lo tomé como un estímulo. Iba a darle una serenata a mi chica. No había
nada que cambiaría de ella. Era increíble.
Su sonrisa se hizo más grande. Sí, era increíble, y su sonrisa era mi rasgo favorito.
Subí de nivel, como si estuviera haciendo mi presentación en una audición de
American Idol. Pensé que iría a Hollywood. Todas las dudas fueron eliminadas. Sí
que me dejaba llevar.
Riendo, sacó su teléfono y comenzó a grabarme. No era una risita, era como si
estuviera disfrutándolo por completo. Era una risa que salía desde el vientre.
Nunca subestimes el poder de una mujer para matar un momento romántico. Solo
esperaba que no me etiquetara. Haría el tonto por ella cualquier día, pero nunca
escucharía el final de ello si Chris lo veía.
—Liam… —Sonrió y se giró. Luego me miró de nuevo—. Creo que esa tiene que ser
la cosa más dulce que me haya dicho alguien.
Dios, la amo. Me estaba mirando fijamente con una sonrisa que tocaba sus ojos.
—¿Oh, sí? —preguntó coquetamente—. ¿Y qué vas a hacer? —Se estaba mordiendo
el labio inferior, mirando a otro lado, mientras sonreía.
—Soy tuya. Toda tuya. —Luego, empezó a chuparme la oreja. Su mano viajó a
través de mi pecho y hasta la cintura de mis pantalones cortos.
—Nena, eso se siente tan jodidamente bien, pero estoy manejando en una
carretera de dos carriles.
Lo que estaba haciendo con su lengua y sus manos debería haber sido ilegal.
Probablemente lo era, pero eso era parte de la emoción. Santa mierda. Se sentía tan
increíble que tuve que estacionarme. No podía ver jodidamente bien. Mientras
apoyaba mi cabeza en el reposacabezas, pasé mi mano por sus pantalones cortos.
Soltó un suave gemido cuando empecé a jugar con ella. Estaba empapada.
Lamiendo sus labios, reanudó dándome la mejor jodida mamada de mi vida. No iba
a durar. Froté su clítoris y luego introduje mis dedos dentro de ella. Lanzando su
cabeza hacia atrás, abrió la boca, y soltó el gemido más erótico que hubiera
escuchado jamás. Luego bajó la cabeza mientras su lengua empezaba a dar vueltas
alrededor de mi punta y su boca se abrió, para trabajar en mí. Jodidamente
asombroso.
—Nena, eso fue increíble. Me siento como una estrella de rock. Voy a seguir
cantándote.
Se rio.
—Más te vale. Ahora, vamos. Apenas estamos empezando. —Se sentó en su asiento
con una sonrisa en su rostro.
M
i corazón todavía estaba latiendo rápidamente por la mamada que le
había dado y el orgasmo que me había dado. No sabía qué me pasó.
Bueno, sí, lo sabía. No podía tener suficiente de él. Cuando había
empezado a cantar… bueno, esa palabra era muy amable… más como aullarme, mi
corazón se había derretido. Había sido maravillosamente divertido. Había
acertado. Vería ese video una y otra vez. Nunca nadie había hecho algo así por mí.
Tenía la capacidad de provocar tantas emociones y deseos en mí.
Nos detuvimos en la villa, y rápidamente salí del auto para mirar alrededor. Era
encantador y pintoresco. No había nada particularmente especial en la fachada de
la casita.
Después de que abriera la puerta, Liam agarró mi mano, mientras me llevaba hacia
atrás.
—Me alegra que te guste. Solía venir aquí cuando era niño. Aquí es donde mi papá
me enseñó todo lo que sé sobre el agua. Es un lugar muy especial para mí, y quería
compartirlo contigo. —Envolvió sus brazos con más fuerza alrededor de mi cintura
mientras enterraba su cabeza en mi cuello.
Apoyé mis manos sobre sus brazos, inclinándome hacía él. Mi corazón se hinchó
mientras disfrutaba del momento. Estaba enamorándome irremediablemente de
él.
Después de la cena, nos sentamos en el porche trasero, mirando hacia el agua. Una
agradable brisa estaba proviniendo desde el océano, y las estrellas estaban
brillando intensamente. Mis piernas estaban tumbadas sobre las suyas mientras
las frotaba con sus manos. Estaba terminando un libro mientras Liam estaba
comprobando el pronóstico meteorológico de mañana en su teléfono. Cuando
llegué al último capítulo, mis lágrimas empezaron a fluir.
—¿Eso es por eso que estabas llorando? ¿Le pasó algo en el cumplimiento de su
deber?
—No, no fue nada de eso. Me puse sentimental por la profundidad del amor que el
hombre tenía por esta mujer. Fue increíble —dije. Suspiré, pensando en su gran
amor.
Fue entonces cuando sucedió. En cámara lenta, oí las palabras saliendo de mi boca.
Quería aspirarlas de nuevo, pero era demasiado tarde.
No podía creer que le hubiera preguntado eso. Estuvo sentado en silencio por lo
181
—En primer lugar, estoy realmente conmovido de que te preocupes por mí. Eso es
muy dulce de tu parte. —Se inclinó y colocó un casto beso en mis labios—. Sí, el
peligro es real. No quiero minimizarlo, pero mi misión en la vida es asegurarme de
que mi equipo y yo estemos tan seguros como pueda, de modo que nadie salga
herido. Es personal. Lo que me lleva a tu siguiente pregunta.
Odiaba cuando me ponía así. ¿Por qué no puedo ser tan segura en todos los demás
aspectos de mi vida? Cuando se trataba de mis relaciones con hombres, me volvía
tontamente insegura. Me las había arreglado para tenderme una trampa y hacer
una pregunta de la que no sabía la respuesta, o peor, realmente no quería saber la
respuesta. Bueno, sí, sí quería saberlo, pero estaba asustada de la respuesta.
—Oye, nada de eso, ¿está bien? Soy tuyo —prometió. Me besó suavemente y luego
presionó su frente contra la mía—. Todo tuyo. —Se apartó—. La conocí en la
academia, y estuvimos juntos por cinco años.
Fui un poco tranquilizada por su afecto, pero su admisión me hizo sentir aún más
insegura. Eso fue mucho tiempo para estar juntos. Ahora, tenía preguntas.
escenarios por pintar. ¿La dejó, o lo dejó? ¿Uno de ellos engañó al otro? ¿Había una
traición? ¿Solo se aburrieron? ¿Drama? ¿Era ella el amor de su vida? ¿Amaría o
podría alguna vez amar a alguien otra vez? Suspiré fuertemente. ¿Por qué tuve que
arruinar un día hermoso?
—Oye, no vayas ahí ahora mismo. Está bien. Puedes preguntarme lo que sea. No
tienes que preocuparte por Natalie —dijo, sacudiendo su cabeza. Suspiró—. Conocí
a Natalie en la academia. Era la hija de mi capitán. Nos llevamos bien, y nos
comprometimos.
—Oh, guau. Bueno, gracias por compartir. ¿Podemos volver a lo que estábamos
haciendo antes de que abriera mi boca? —pregunté. Realmente quería recuperar el
momento que habíamos compartido antes de esta temida conversación.
Me volví y lo miré.
Asentí en acuerdo.
—Como dije, conocí a Natalie en la academia. Nos llevamos bien, salimos, y nos
comprometimos. Ella contestó una llamada por una herida de bala. Los policías
pensaron que despejaron el área. Natalie y Josh fueron a la escena, y el tirador salió
y tomó una víctima más. —Frotando sus sienes, cerró los ojos brevemente y dejó
salir un profundo suspiro—. Eso fue hace poco más de cinco años. Mi vida habría
sido muy diferente si ella hubiera sobrevivido. —Hizo una pausa, mirándome.
—Siento mucho tu pérdida. Realmente. Debe ser maravilloso tener ese tipo de
amor. He tenido trozos y piezas pero nada tan épico, y nada como este personaje
en mi libro. Creo que me conformaría con el diez por ciento de eso —dije
sinceramente, acurrucando mi cabeza en su pecho.
—Espera. ¿Qué?
Aparté la mirada.
—Quizás, necesito aclararte algo. No sé a qué te refieres con amor épico y cómo lo
mides. Natalie era una parte de mi pasado, y apreciaré ese tiempo. Pero esto aquí
—dijo, sosteniendo mi mano sobre su corazón—, esto es tuyo. Me encanta que leas
tus libros, pero la verdad es que nunca podré competir con tus novios literarios.
Nunca seré ese personaje profesor. Aunque siga haciéndote una serenata, nunca
me convertiré en uno de esos tipos estrellas de rock de los libros. Solo soy yo, pero
soy tuyo. Todo de mí es tuyo. Mi corazón, todo, todo es tuyo. Te amo, Daniela Ruiz.
A medida que las lágrimas caían por mi rostro, las limpió con sus pulgares. Me
incliné y lo besé, ahuecando su rostro en mis manos.
La noche era joven con la luna llena reflejándose en el océano. Liam me llevó
adentro.
—Esta noche, voy a terminar lo que empecé más temprano. Ahora, dime que me
amas otra vez.
S
aboreamos cada último minuto que tuvimos en nuestras minivacaciones
juntos. El sol ya se había puesto cuando condujimos de regreso en el estrecho
tramo de A1A hacia tierra firme. La luna estaba brillando contra el telón de
fondo de un cielo negro sin nubes intercalado con los destellos de las brillantes
luces de la ciudad reflejadas en la distancia. Música estaba reproduciéndose
suavemente en el fondo. Me preguntaba si me volvería a dar una serenata. Me echó
un vistazo, sonrió, y puso su mano sobre mi muslo. Saqué mi teléfono. Quería
reportarme con mis amigas y hacerles saber que estábamos de regreso.
Dani: ¿Es todo en lo que piensas? ¿Dónde está Candace? ¿Por qué no está
interviniendo?
Revisé mis viejos mensajes, y en efecto, Candace había ido a Jacksonville. Aun así,
me sorprendía que no hubiera respondido. No era como si estuviera en Afganistán.
Esto era muy inusual en ella.
Dani: ¡Cállate!
Macy: Así de bueno, ¿eh?
D
ani guardó su teléfono en su bolso y puso su mano sobre la mía. Girando mi
mano, entrelacé mis dedos con los de ella.
La miré.
—Te amo —dijo con una sonrisa—. Estoy sentada aquí, tratando de averiguar qué
te pasa.
—¿Por qué tendría algún problema? Y, para que conste, también te amo.
Sabía que había salido con idiotas, y el último era un perdedor total. Realmente
estaba tratando de ser paciente y comprensivo. A veces, era casi malditamente
imposible. Había intentado tranquilizarla antes.
Ahora tenía que haber algún problema conmigo. Esto debería ser interesante.
—La cosa es… bueno, sabes que he tenido un historial horrible con los hombres,
pero realmente no he hablado contigo sobre lo que sucedió con mi ex. Tal vez eso
aclarará algo del por qué amo amarte y por qué también me aterra.
Llevé su mano a mis labios y le di un suave beso. Solo quería que supiera que
estaba en esto a largo plazo. Frustrado o no, la amaba.
—Salí con él por un año. Vivimos juntos por la mitad de ese tiempo. Pensé que era
él.
Ya no me gustaba este tipo. La idea de que ella viviera con otra persona me
molestaba demasiado.
—Como sea, las cosas parecían estar muy bien entre nosotros. Él había recibido un
ascenso, y yo había terminado mi maestría. Era muy cercana a su familia.
Estábamos planeando unas vacaciones. Esa era nuestra vida.
Dijo:
—La vida era buena. Pensé que estábamos enamorados, pero estaba equivocada.
Verás, después de un año de estar juntos, me dijo que era perfecta en teoría, pero
que solo no estaba funcionando para él.
¿Quién demonios dijo esa mierda? ¿Especialmente a la chica con la que estaba
viviendo? Este tipo era un personaje.
Su historia continuaba.
—Mi ex no hace nada solo. Había preparado mi reemplazo. La noche antes de que
rompiéramos, la alardeó delante de mí mientras estábamos celebrando su ascenso.
—Solo está esa parte de mí que está esperando que pase algo malo. Sé que no es
justo para ti. Solo quería que comprendieras de dónde viene mi locura.
—Nena, siento mucho lo que te sucedió. Si alguna vez lo veo, le arrancaré la cabeza.
—Me encanta cuando te pones como hombre de las cavernas, pero no era tu chica
entonces.
—No importa. Cualquiera que te haga daño, pasado o presente, trata conmigo.
Ella interrumpió.
—No canto como un gato en celo en absoluto. Volviendo a lo que estaba diciendo,
tengo un trabajo peligroso que es estresante y demandante para mí y los que amo.
No tengo intenciones de engañarte o jugar con tu corazón. Cuando te digo que te
amo, es porque lo hago. —Besé su mano.
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—Lo sé, pero no me dijiste cuál es tu punto de quiebre.
—No pienso en los términos de lo que podrías hacer que no pudiera soportar. Mis
pensamientos son buenos pensamientos. —Sonreí y meneé las cejas—. Pero me
conozco. No te compartiré. Lisa y llanamente. No miento ni engaño. Si estás
buscando motivos para romper, ahí están. Siempre puedo trabajar con la verdad.
Confío en ti. Así que no estoy pensando en esto. Prefiero concentrarme en las cosas
que amo de ti. No debería decirte esto, pero mi debilidad es tu sonrisa.
—Haces que todo suene tan simple. Todo lo que tengo que hacer es sonreír, decir
la verdad, y no engañar. ¿Eso es todo? Bueno, por el bien de una comunicación
abierta, voy a pedirte una cosa. Si alguna vez quieres una salida, se honesto
conmigo, pero se amable.
—No tenemos que ser tan complicados. No tengo intenciones de dejarte ir. Lo que
quiero hacer es acercarte más. Solo déjame amarte.
—Te amo. Me encanta quedarme dormido contigo. Me encanta despertar junto a ti.
Me encanta la forma en que tus ojos se iluminan cuando estás leyendo tus libros.
Me encanta la forma en que muerdes tu labio inferior cuando estás enviando
mensajes de texto a tus amigas sobre mí. Podría seguir. La lista es larga.
Y así era. Chris tenía razón. Ella me poseía. Era un controlado por mi novia, y me
importaba una mierda. No podía tener suficiente de ella.
—¿Y cómo sabes que estoy enviando mensajes de texto a mis amigas sobre ti? —
191
Fingió indignación.
—Pfff, estás bromeando, ¿verdad? Tendría un serio problema si te vieras así y
estuvieras enviando mensajes de texto sobre alguien o algo más que yo. —No había
forma en el infierno de que fuera a tener ese brillo en sus ojos y esa apariencia
como si estuviera a punto de entrar en combustión por hablar de cualquier otra
cosa.
—Me encanta cuando te pones celoso. Me encanta casi tanto como tu larga lista
sentimental de cosas que amas de mí. ¿Siempre eres tan cursi? No me
malinterpretes. Me encanta. Solo que no estoy acostumbrada a este tipo de cosas
de corazones y flores.
—Soy horrible. Eres maravilloso, y te lo estoy haciendo difícil. Lo siento. Solo que
hay una parte de mí que está siendo ridícula, pensando que este maravilloso
festival de abundancia y desborde de amor terminará una vez que lleguemos a
casa. Estoy actuando mal. Te doy permiso para castigarme.
—No sé qué tengo que hacer para demostrarte que soy sincero, pero lo haré. Si eso
significa azotarte, nena, también estoy a favor de eso.
Este era claramente un momento Kodak porque sus ojos casi se salieron de su
cabeza. Pensé que los míos estaban a punto de hacerlo cuando puso la sonrisa más
sexy que había visto jamás. Luego, lamió sus labios. Malditamente caliente.
La imaginé con los ojos vendados y extendida en mi cama con las manos atadas por
encima de su cabeza. Mi polla estaba en alerta y lista para la acción. Teníamos
otros treinta minutos antes de llegar a mi casa. Miré el reloj del tablero. Eran las
nueve y media. Aunque ambos teníamos que levantarnos temprano mañana, no
había forma de que se fuera a casa esta noche.
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—He visto algunos de esos libros que lees. ¿Alguna vez has querido probar algunas
de esas cosas? —le pregunté mientras la miraba.
—Por supuesto que no estoy muda. Yo, eh… solo, eh… no estaba esperando que tú,
eh… sugirieras eso. No lo sé. Nunca he pensado en eso.
—No puedes sentarte aquí y decirme que has leído esos libros, y nunca lo has
pensado ni una sola vez.
—Sí, he pensado en eso. No estoy interesada en todas esas cosas pervertidas, pero
no lo sé. ¿Tal vez?
Liam: ¿WTF?
Chris: Jaja.
Chris: JAJAJA.
193
—Esto tiene algo que ver con esa condición sobre la que Macy estaba parloteando
el fin de semana pasado. ¿Necesito golpear a alguien por ti?
—No puedo creer esto de Macy. La mujer tiene un serio problema respecto a mi
privacidad. Necesita aprender a callarse. Ya no voy a decirle nada. —Se giró y miró
por la ventana.
—¿Qué no va a suceder?
—No vas a encerrarte en tu cabeza sin dejarme entrar. ¿Qué es esa cosa de la
condición? ¿Por qué estás tan molesta por eso?
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—Liam, por favor, no me hagas hablar de ello —dijo con ojos suplicantes—.
Prometo que sonreiré. Eso debería hacer que todo esté bien. —Fingió una sonrisa.
—La sonrisa solamente funciona cuando es real —dije. Levanté su mano y besé la
parte posterior, pasando mis labios sobre sus nudillos—. Puedes decirme
cualquier cosa.
Pensé en su cuerpo extendido debajo de mí. Mmm, una venda y ella retorciéndose
cuando la tocaba. Sí, la había visto desnuda, y quería ver más de ese cuerpo sexy y
apretado.
—No me interrumpas cuando estoy tratando de decir algo que no quiero decir —
dijo.
Solo asentí en acuerdo. Estaba siendo enérgica, y era sexy. ¿Tengo cuerda en casa?
Tal vez pueda atarla esta noche. Maldita sea, mi polla se estaba poniendo dura.
Tuve que moverme en mi asiento.
—Sabes que mi ex y yo rompimos hace un par de años. —Puso sus ojos en blanco y
soltó mi mano.
—Bueno, en realidad no he salido con nadie desde entonces. No más que una cita o
dos. No soy Macy. No me acuesto con todo lo que se mueva. Así que ha pasado un
tiempo. —Resopló—. Macy me calificó como una revirgen, y dijo que era una
condición que necesitaba ser atendida inmediatamente. —Lanzó sus manos al aire
y luego las cruzó frente a ella.
Sabía que estaba enojada con Macy. Necesitábamos tener una pequeña
conversación sobre no discutir nuestra vida sexual con sus amigas. Aun así, no
podía evitarlo. Seguía pensando en las cosas que quería hacerle.
Me golpeó y se rio.
mi primera vez, y no hay nadie más que hubiera querido para ser mi primera vez.
—Me siento honrado y privilegiado por ser el primero. —Besé su mano—. Y el
último.
—Mmm, teniente Lucas, ¿no me vas a dejar salir del auto? —preguntó,
mordiéndose el labio inferior.
—Este auto tiene tantos buenos recuerdos —dije, rozando mis labios contra los
suyos.
Coloqué su cabello detrás de sus orejas y acaricié su rostro con mi mano. Pasé mis
labios sobre los suyos.
—Quiero, pero…
—Quédate conmigo.
—Lo dudo —dijo, empujando un poco hacia atrás—. No quiero irme, pero…
Cuando la levanté, envolvió sus piernas alrededor de mí. Cuando golpeé su culo,
estuve seguro de que dejó una leve picadura. Jadeó, sus ojos se iluminaron, y su
sonrisa hizo que mi corazón dejara de latir. Mientras la llevaba a mi dormitorio,
agarró mi rostro con sus manos mientras sus labios provocaban mi boca. Tenía
hambre del sabor de sus labios y de su lengua en mi boca. Cuando me incliné, retiró
la boca.
—Liam, te necesito… por favor… —murmuró. Sus ojos estaban cerrados, y sus
caderas estaban pidiendo atención.
Lentamente, llevé mis labios por su cuello y tracé su barbilla, siguiendo un camino
hacia su pezón. Mi mano se deslizó por su estómago, y pasé mis dedos bajo la
costura de su tanga mientras la bajaba por sus piernas. Mientras su cuerpo
temblaba, mi polla palpitó y suplicó por ella. En ese momento, estaba bastante
seguro de que Dani, mi polla, y yo nos amábamos en las proporciones correctas.
Nos necesitábamos.
Inclinándome hacia mi mesa de noche, abrí el cajón con una mano mientras la otra
se deslizaba entre sus piernas.
Se apoyó en sus codos y observó mientras abría el condón con los dientes.
—Dame eso. Quiero ponértelo —dijo con una sonrisa seductora. Se sentó y tiró de
197
mis bóxers. Me miró con los ojos entrecerrados, mordiéndose el labio inferior,
mientras comenzaba a desenrollar el condón sobre mi polla lentamente. Me agarró
con ambas manos y apretó suavemente.
—Te sientes como un guante hecho solo para mí. Eres perfecta.
Acelerando el ritmo, empujé mi polla dentro de ella, rápido y duro. Los sonidos que
estaba haciendo estaban volviéndome jodidamente loco. Mierda. Mi polla estaba
palpitando, y podía sentirla contrayéndose.
Gemí.
Me puse un par de pantalones cortos y una camiseta y corrí hasta mi auto para
recoger las maletas que habíamos dejado en la parte de atrás. Cuando volví a subir
las escaleras, cerré la puerta detrás de mí. Tiré mis llaves sobre el mostrador y
entré a mi dormitorio. Estaba acurrucada perfectamente debajo de mis sábanas.
Me senté a su lado en la cama, pasando mis dedos por su cabello. Ronroneó.
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—Nena, tengo instrucción mañana, así que tengo que salir temprano, pero quiero
que duermas. Voy a dejar la llave aquí en la mesita de noche.
—Está bien, ¿dónde quieres que la coloque después de irme? —preguntó aturdida.
—Deja de complicar las cosas. Es solo una llave. La voy a poner en tu llavero.
Besé sus labios, y se recostó. Me arrastré bajo las sábanas y la abracé mientras
ambos caíamos dormidos.
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Capítulo 33
Rick
B
eep, beep, beep, beep. Me di la vuelta, tendiéndome en un lugar fresco en la
cama, y agarré mi teléfono de la mesita de noche. Eran las cinco de la jodida
mañana. ¿Qué demonios me poseyó para beber esta parte del Kool-Aid de
Madison-Stuart-Castra-Rick? Si, sabía por qué estaba haciendo esto. Mi cabeza se
estrelló de vuelta contra la almohada. Pasé mi mano a lo largo de la extensión vacía
de mi cama. Era para tener esos malditos ojos café y dulce culo junto a mí. Mis
mañanas deberían incluir un rapidito mañanero, no una desolada carrera. Mi polla
estaba de acuerdo conmigo.
Deslicé mi mano bajo las cobijas. Mierda. Mi polla estaba jodidamente dura. Cerré
mis ojos mientras me acariciaba. La imaginé de rodillas, observando mi polla con
sus ojos salvajes, mientras tiraba de su cabello hacia atrás antes de lamer sus
labios y bajarlos hacia mí. ¿Qué tiene esa jodida manera en que se lamía los labios?
Balanceé mis caderas mientras agarraba mi polla más fuerte, deslizando mi mano…
Beep, beep, beep, beep. Joder. Odiaba a Madison más de lo que nunca había odiado a
nadie en mi vida. Antes de que pudiera volver a mi fantasía, mi teléfono sonó. ¿Qué
carajos? Mi polla estaba palpitando, mi teléfono estaba sonando, y estaba enfadado.
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—Será mejor que tengas una jodida buena razón para llamarme en este momento
—dije, contestando la maldita llamada.
—Buenos días. También te quiero. Ahora, dime, ¿fuiste criado por lobos o algo así?
Los modales ayudan mucho. Cuando alguien que te está ayudando llama en la
mañana, dices buenos días.
—Buenos días. Te odio —dije, mi voz pesada con sueño y frustración. Me senté en
el borde de la cama en mi oscuro dormitorio. Agachándome, froté mi mano libre a
través de mis ojos—. Eres jodidamente afortunada de que siquiera contestara el
teléfono.
¿Cómo lo sabe?
—Nene, no tengo que hacer nada de esto. Puedes volver a dormir o a masturbarte
en la cama, la ducha, o donde infiernos quieras. Pienso que los dos estamos de
acuerdo en que tu polla no pertenece a tu mano. Puedo colgar y continuar con mi
vida. No necesito cargar por ahí con tu lamentable trasero, tratando de ayudarte
con tus metas. Estoy centrada. ¿Tú lo estás? Tienes veinte minutos para llegar aquí,
o me voy sin ti.
Solo miré mi teléfono. Esperaba que Daniela apreciaría el esfuerzo que estaba
haciendo por ella.
Después de una rápida ducha fría y un corto viaje más tarde, me detuve en el
edificio de Madison cuando ella estaba saliendo. Se subió al auto, arrojó su bolso en
el asiento trasero, y no dijo ni una palabra mientras cruzaba sus brazos sobre su
sujetador deportivo.
—Um, buenos días —dije sarcásticamente—. Mira quién fue criada por lobos.
Me echó un vistazo con una mirada mortal y luego miró directamente al frente.
—Eso está mejor. Deberías concederme el respeto que merezco. Ahora, vámonos.
Tenemos mucho por hacer. De ahora en adelante, ve a dormir más temprano. La
próxima vez, quiero que me estés esperando. No quiero tener que llamarte. ¿Me
escuchas?
Esta era una actitud que Madison podía llevar estando completamente vestida con
su cabello cayendo suavemente a los lados de su rostro. Estaba seguro de que
cuando estaba desnuda, probablemente azotaba a los hombres hasta la completa
sumisión. Ahora, mostrando ese caliente cuerpo sexy suyo en una cola de caballo,
sujetador deportivo, y diminutos pantalones cortos, Madison tenía que trabajar
para ser convincente.
—¿Alguna vez viste la película The Karate Kid? No la versión de Jaden Smith. ¿La
original con el Sr. Miyagi?
—No me digas que parte de tu plan me involucra lavando tu auto y pintando una
cerca.
—Sé que estas lindas manos tuyas nunca vieron un día de trabajo duro. Hay ciertas
lecciones que necesitas aprender en la vida, especialmente cuando se trata de una
mujer. Para el momento en que te gradúes, te habré separado de tus maneras
egoístas. —Dejando caer mi mano, enderezó sus hombros mientras descansaba en
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el asiento.
La miré.
—Odio levantarme a las jodidas cinco de la mañana con ese maldito sonido de
pitido. Necesito una llamada para despertar. Ya que tú estás despierta, y
aparentemente eres una persona mañanera, llámame. ¿Trato?
—Siempre puedes cambiar tu tono, pero lo que sea. Soy razonable. Llamaré. Mejor
ten un mayor ajuste de actitud y di buenos días.
Me duché, afeité, y saqué mi traje Dolce & Gabbana estilo martini de lana y seda
carbón, camisa blanca con botones Kiton, y mis mocasines negros favoritos de
Hugo Boss. Había decidido saltarme la corbata hoy. Mirándome en el espejo,
exprimí un poco de gel en mis manos y lo pasé a través de mi cabello. Me veía y
sentía como de un millón de dólares. Maddy tal vez tenía razón acerca de esta
mierda de carrera matutina.
Cuando entré al auto, llamé a Jorge. Era el florista que mi familia había estado
utilizando por años.
—Jorge, buenos días. —Me aseguré de decir buenos días. Madison estaría muy
orgullosa—. Soy Rick Marin. Necesito un arreglo. Algo que diga gracias.
203
Cuando mi teléfono vibra un par de horas más tarde, veo que tengo un mensaje de
texto de Madison.
Maddy: Veo que estás aprendido algunos modales. Gracias por las flores.
Maddy: Sorpréndeme.
Ordené el Fiocchi Gorgonzola para Maddy y un filete miñón término medio con un
hongo Portobello marinado para mí. Cuando les dije que lo entregaran a las siete,
el idiota en el teléfono me dio dificultades para la entrega. Sabía que ofrecían el
servicio porque les había ordenado a menudo y lo habían entregado en mi
apartamento. Aparentemente, si tenían que cruzar la jodida calle, era un problema.
¿Jodidamente esperan que pague ochenta dólares y lleve la maldita comida yo
mismo? El servicio en esta ciudad era horrible. Después de que hablara con el
gerente, el problema fue resuelto.
Se dio la vuelta y se alejó antes de que pudiera ordenar. Otra vez, este era otro
ejemplo del horrible servicio en esta ciudad. Saqué mi teléfono y envié un mensaje
de texto a Maddy.
204
Maddy: Jódete.
Rick: Y te encantaría.
—Madison dijo que solo puedes beber agua. Si tienes algún problema con eso,
háblalo con ella.
Rick: ¿Agua?
Madison estaba fuera de control. Le permitiría tener esto porque fui un idiota con
ella hoy, pero de alguna manera tenía que detener su necesidad de llevarme por
ahí como si tuviera una jodida correa.
Bebí un sorbo de mi agua. Mirando hacia mi derecha, vi a Chris entrar en el bar con
nada menos que mi mejor amigo, Liam. Hijo de perra. Me preguntaba qué estaba
haciendo fuera este jodido boy scout un martes por la noche. Chris me vio a través
205
Sabía que me veía como un coño con mi maldita botella plástica de agua en un
jodido bar. Consideré que Liam me pasara una bebida a hurtadillas, pero de algún
modo temía enojar a Madison. Decidí jugar con sus jodidas reglas. Esta noche.
—Lo amo como a un hermano, pero realmente tiene que tomárselo con calma.
—Sí —dije entre jadeos y toses—. Solo bajó por el conducto equivocado. ¿A qué te
refieres con finalmente?
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—Aparentemente, Dani salía con este verdadero hijo de perra antes de Liam. Le
dio una patada como basura de ayer, y no había tenido sexo desde entonces.
¿Puedes creer eso?
Mientras Liam regresaba con un par de cervezas y otra jodida botella plástica de
agua, Chris se silenció rápidamente, y tranquilicé mi ataque de tos.
—Oye, ¿estás bien? Intenta levantar los brazos —dijo Liam mientras distribuía las
bebidas.
Lo rechacé con la mano, dejándole saber que estaba bien. Solo quería arrancar su
hija de perra cabeza por follar a Daniela. No sabía qué había pensado que estaban
haciendo. Por supuesto, están teniendo sexo. Aunque no quería saber al respecto,
había algo dulce acerca de descubrir que no se había acostado con nadie por un
muy largo tiempo después de mí.
Todavía estaba molesto por el agua. Aunque típicamente detestaba ser manipulado
mientras estaba usando ciertas camisas, por alguna peculiar y desconocida razón,
no me importaba la violación de Madison a mi espacio personal. Bajé la vista a mi
reloj. Todavía no eran las siete, y ella lo sabía.
—Hola, Chris —dijo. Lentamente, deslizó las manos fuera de mí y entonces caminó
hasta su lado de la mesa—. ¿Y quién es este?
Madison era genial. Sabía quién carajos era él. Estaba ganando la posición de mi
persona favorita rápidamente. Podría perdonar su maldita botella plástica de agua.
Estaba tratando de jodidamente enojarme. Nadie la llamaba Maddy sino yo, y ese
hijo de perra seguro como el infierno que no iba a llamarla así.
207
—Si hay algo que necesites, por favor, déjame saber. Quiero asegurarme de que
estés bien atendido. —Me miró de nuevo—. Estaré en mi oficina. Cuando llegue la
cena, solo tráela.
Liam se sentó al lado de Chris. Ambos estaban bebiendo cerveza. Me senté frente a
ellos, todavía agarrando mi botella plástica aplastada. Supuse que Liam podría ser
considerado un hombre atractivo, eso es, si a una persona le gustaban los hombres.
¿Quién infiernos viste al hombre? Lucía como si comprara en Gap o algo genérico del
estilo. Aunque nunca había estado en una de esas tiendas realmente, había visto los
comerciales.
No tenía idea de qué carajos estaban hablando Chris y Liam. No estaban hablando
bajo o ignorándome. Solo estaba jodidamente molesto por Madison. Mientras más
pensaba en ello, más molesto me ponía. Esta era una oportunidad de oro para mí
para descubrir información. En lugar de eso, tenía una jodida botella plástica de
agua vacía y su pequeño jodido juego mental en mi cabeza.
—Pase.
Nunca quitando mis ojos de ella, hice lo que me dijo. Este era un jodido
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enfrentamiento para ver cuál de nosotros ganaría. Entonces, vi las flores situadas
en la esquina de su escritorio. Jorge hizo un gran trabajo. No era un arreglo
exagerado. Era perfecto con una combinación de rosas y otras flores en discretos
colores de otoño. Me recordaba cuánto había hecho ella por mí hasta ahora, así que
decidí que le dejaría tener esto… esta vez.
—La comida huele genial. ¿Qué me trajiste? —dijo, incorporándose. Hurgó con
curiosidad a través de las bolsas y entonces se sentó de nuevo.
¿Espera que desempaque las bolsas y le sirva? Me miró, divertida. Sí, esperaba eso.
Vacilé por un momento. Cediendo, me levanté y expuse los contenedores. Cuando
sacó dos copas de vino y una botella de Merlot, sonreí.
—Tienes que confiar en mí —dijo mientras vertía el vino—. Cuán inesperado que
el desprevenido enemigo se mostrara aquí esta noche. —Colocó la botella sobre el
escritorio y se sentó en su silla—. Lo follaría en un instante.
—Bon appétit.
Miró mi plato, lamiendo sus labios. Mientras jugaba con su pasta, miró mi plato
otra vez.
Corté mi bistec y lo llevé hacia mi boca mientras ella miraba la pieza de carne
fijamente. Mirándola, jugué con la porción de filete en mi tenedor. Esto es casi
demasiado fácil.
—Sí. —Lamió su labio inferior, sin sacar sus ojos de la carne en el extremo de mi
tenedor.
209
—Daniela está follando a Liam, pero conseguí esto… —Bebí un sorbo del vino—.
Mmm, muy bueno. —Incliné mi copa hacia ella—. Fui el último de Daniela.
—Por supuesto que lo harías. Es buena información con la que podemos trabajar.
E
l estacionamiento estaba vacío como lo estaba normalmente tan temprano
un sábado por la mañana. Sentada en mi auto, saqué la llave. La acerqué a
mis ojos, mirándola cuidadosamente.
Liam: Quiero apagar ese fuego. Ahora, esa es la forma en que me gusta
comenzar mi día.
Dani: Acabas de hacer mi fuego más caliente. Puede que tenga que usar tu
manguera.
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Liam: ¡Me estás volviendo loco! Quiero tus manos en mi manguera AHORA.
Dani: Besos.
Liam: Besos.
Agarré mi bolso y salí del auto. Cuando comencé a caminar hacia Lincoln Road,
enganché mi dedo en mi llavero, sosteniendo su llave entre mi dedo índice y
pulgar. Pensé en el lunes por la mañana.
Cuando llegué a Lincoln Road, noté a los frikis y modelos que me rodeaban. Hoy,
212
había una pareja que caminaba con sus caniches. No había nada inusual en eso,
excepto que uno de los caniches era de color rosa y el otro era azul. Era un
espectáculo dulce si no tenías en cuenta que el cabello de los propietarios
coincidían con el de sus perros.
Me dirigí hacia Van Dyke. Encontré mi mesa habitual, pero había un nuevo
servidor. Uff. Tendría que entrenarlo.
—Tendré un refresco de dieta por ahora. Ordenaré cuando lleguen mis amigas.
Miré el menú que había memorizado mucho tiempo atrás. Bajándolo, agarré mi
Kindle, pero entonces recogí mi llavero en su lugar. Una vez más, toqué la llave.
Incliné mi cabeza hacia un lado y la examiné. Estaba esperando hablar con Candace
sobre esto. Sabía que me ayudaría a despejar mis pensamientos, pero
definitivamente no íbamos a discutir esto durante el brunch. Había terminado con
los labios sueltos de Macy. Entonces, mi trance fue roto.
Mientras se paraba frente a mí, mi ojo se fijó en el sudor corriendo por sus brazos y
un sendero rodando por el lado de su rostro. Agarró una servilleta de mi mesa para
limpiar su rostro. El hombre hacía que el sudor se viera sexy. Cerré mis ojos para
apartar ese pensamiento.
—Gracias, y por favor, tráeme una botella de Evian —dijo al mesero—. Puedo
preguntarte lo mismo —dijo presuntuosamente.
—¿De verdad? Esto debería ser muy interesante. —Crucé mis brazos delante de
mí.
—Si piensas en ello, la primera vez que nos encontramos podría ser culpa de la
213
casualidad. La segunda vez fue quizás una coincidencia. Pero ahora… Daniela,
vamos, te dije que corro de esta manera todos los sábados, y aquí estás de nuevo. —
Sonrió, mostrando sus hoyuelos.
—¿Qué? Tienes que estar bromeando. —Mis codos estaban sobre la mesa mientras
todavía sostenía mis llaves en mis manos.
—¿Estás sosteniendo las llaves de mi corazón en tus manos? —preguntó con voz
profunda.
—No, no son las llaves de tu corazón —dije con una pizca de sarcasmo. Apoyé mi
barbilla en mis manos, recuperando la mayor parte de mi compostura—. Ahora,
dime, ¿qué estás haciendo aquí?
Miré hacia otro lado. Me sentía extraña y muy incómoda. Eso era personal y golpeó
demasiado cerca de casa. Me enderecé y me moví en mi asiento.
—Recomiendo que saques tu culo de esa silla y salgas de aquí. ¡No puedes
desayunar!
Lo interrumpí.
—Todavía no está listo. —Sonreí a Françoise y luego devolví mi mueca a Rick—.
Macy y Candace estarán aquí pronto. No es una buena idea. Come tu comida del día
más importante, pero no aquí.
—Uff —dijo, agarrando su corazón—, eso hirió mis sentimientos, Daniela. ¿Cuál es
el gran problema? ¿Qué pasa si tus amigos me ven en la mesa? —Sus ojos eran
suplicantes.
Sacudió su cabeza.
Cedí.
—Bien, pero necesito estar de vuelta en media hora, y no puedo perder la mesa.
Sus ojos bailaron con entusiasmo como si hubiera ganado la lotería. Rick tenía la
habilidad de desgastar a alguien. Nunca tomaba un no como respuesta. Era genial
en las ventas, como evidenciaba el hecho de que estaba a punto de hacer algo que
ni siquiera quería hacer.
—Sin problemas. —Guiñó un ojo y luego fue a hablar con Françoise. La siguiente
cosa que supe, estaba de vuelta y tirando de mi silla por mí—. Después de ti.
¿Qué demonios estoy haciendo? No debería estar caminando por Lincoln Road con
Rick de todas las personas.
—Mírame.
Cuando volvía a mirarlo, sus ojos atraparon los míos y sostuvieron mi mirada. No
había estado tan cerca de él en años. Cuando se agachó, agarrándome las manos,
un escalofrío recorrió mis brazos. Miré hacia otro lado.
—Cariño, relájate ¿Por qué no podemos ser viejos amigos teniendo un bocado para
comer?
—Vamos, aquí hay una librería que vende desayunos —dijo, guiando el camino.
Rick se acercó con su comida y nuestras bebidas. Dejó la bandeja sobre la mesa,
abrió mi lata, y la vertió en una taza. Me miró y sonrió. No sabía qué interpretar de
él. Siempre supe que lo tenía en él ser ese tipo.
Sacudí la cabeza.
—No, no lo eres. No quiero que pienses que lo eres solo porque estoy sentada aquí.
No lo eres. Es que no creo que Liam lo aprecie. De hecho, yo no lo haría. —Comencé
a apartarme de la mesa.
—Mientras tengamos todo claro, ¿está bien? Lo amo, y no quiero herirlo. —Miré a
Rick con ojos suplicantes—. Supongo que no podemos realmente hacer nada
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—Corro todas las mañanas y como sano. No mentiré. En ocasiones puedo hacer
trampa y tener un pastelito de guayaba y queso. Recuerdo que a alguien le
encantaban.
No podía creer que lo recordara. Por otro lado, ¿quién no los ama? Podría haber
sido una conjetura.
—Ya te dije que me estoy reinventando. Ahora es tu turno. Cuéntame algo —dijo
mientras miraba su reloj.
Normalmente, me habría sentido ofendida, pero algo en sus ojos me decía que era
consciente de cuánto tiempo nos quedaba.
—Todavía estoy tratando de descifrar esta coincidencia que no se siente como una.
He estado viniendo a esta zona cada sábado durante más de un año, y nunca te he
visto aquí antes. Ahora, sorprendentemente, te veo tres semanas seguidas. Eso
parece sospechoso.
—Déjame ver si sigo tu lógica. Solo porque nunca me hayas notado antes, piensas
que te estoy acosando. —Recostándose, puso los brazos detrás de su cabeza
mientras reía.
—No dije eso exactamente. Cuando lo expresas así, suena espeluznante y patético
—le dije.
—Me alegra encontrarme contigo. Quizás esto no se siente como una coincidencia
porque es el destino. ¿Por qué complicar las cosas? Solo disfruta el momento.
¿Quién sabe? Tal vez esta sea la última vez que nos veamos. Tenemos este
momento, así que disfrutémoslo.
Algo acerca de la potencial finalidad me entristeció. Tan loco como sonaba, pasar
tiempo con Rick se sentía terapéutico.
—No lo compro. ¿Destino? No, estás acosándome. Solo para que lo sepas, estoy
aquí cada sábado. —Mierda. No dije eso.
218
—Qué coincidencia, corro todos los sábados. Vamos, Cenicienta, nuestro tiempo
terminó.
Se inclinó y rozó mi mejilla con un ligero beso, enviando hormigueos por todo mi
cuerpo. Me quedé allí, atónita. Se dio la vuelta, colocó los auriculares, y corrió hacia
la multitud.
Seguía siendo el hombre que había conocido, pero había un vistazo del hombre que
había esperado que sería. Liberé esos pensamientos rápidamente. Solo no podía
permitirme ir allí.
219
Capítulo 35
Dani
T
an pronto como me senté, Françoise regresó con un refresco dietético muy
frío y un menú. Me acomodé en mi silla, mirando el vaso sudoroso. Una gota
bajó y cayó sobre la mesa. Me hizo recordar la gota que recorrió el costado
del rostro de Rick. Rápidamente, expulsé esa imagen. No tenía el lujo de
permanecer en este aturdimiento por Rick. Ya era bastante malo que hubiera ido y
le hubiera hecho compañía. Eso no sucedería de nuevo. No iba a permitir que
también invadiera mis pensamientos. Ese tren había dejado la estación. Había
tenido su oportunidad. No sabía qué se traía entre manos, pero si era tan sincero
como afirmaba ser, entonces imaginaba que esto era inofensivo.
Tenía asuntos más importantes con los cuales lidiar, concretamente la morena que
estaba caminando en mi dirección. Estaba usando un maxi vestido y llevaba sus
Louis Vuitton. Macy había intentado disculparse esta semana. Básicamente, me
había dicho que lo superara porque no era la gran cosa. En el pasado, esta
estrategia habría funcionado porque siempre había sabido que sus intenciones
eran ya sea buenas o benévolas. Había cruzado la línea esta vez, y estaba cansada
de aceptarlo.
Candace estaba caminando junto a ella. Era una visión de perfección. El atuendo de
Candace de minivestido, su cinturón de cuero marrón, y las sandalias más
sorprendentes destacaban su look de pasarela. Echando un vistazo a mi muy
sencillo look, estaba agradecida por el esfuerzo que había hecho al dejar mi cabello
suelto, especialmente porque el brillo labial ya había desaparecido.
lado. La tensión entre Macy y yo era densa. Apenas nos saludamos. Ambas
llevábamos nuestras gafas de sol intencionalmente para evitar hacer contacto
visual. Tal vez había llevado las cosas demasiado lejos. Aunque echaba de menos a
mi compañera, no confiaba en ella. Esto claramente iba a ser una batalla de
voluntades. Cuando cerramos nuestros menús, Françoise regresó. Volvió a llenar
mi refresco dietético y luego tomó nuestras órdenes. Tenía que admitir que no
necesitaba entrenamiento.
Obviamente, Candace llegó con un plan cuando rápidamente trajo orden a nuestra
reunión.
—Odio cuando alguna de nosotras pelea, así que ambas realmente necesitan
detener esto. Me niego a tomar partido. —Llevando su cabello rubio hacia un
costado de su hombro, empezó a jugar con los extremos.
Esta era la primera vez. Candace estaba siendo neutral. Siempre era enérgicamente
obstinada, incluso si se presentaba a sí misma de la forma más refinada. Su
comportamiento estaba fuera de lugar. Primero, no había respondido a mi mensaje
de texto cuando estaba regresando de los Cayos con Liam, y ahora, no estaba
tomando partido.
—Candace, ¿qué está pasando contigo? ¿La mujer que realizó una intervención
Kindle y me confrontó sobre mi falta de vida sexual ahora no está tomando el
control de la situación? —Levanté una ceja, aunque estaba escondida detrás de mis
gafas de sol. Pensaba que hubiera sido más efectivo si me las quitaba, pero el
momento se había perdido.
—Oh Dios mío, Candace, ¿te estás muriendo o algo así? —preguntó Macy,
colocando su mano en el brazo de Candace.
—No estoy muriendo —dijo Candace, mirando a Macy sorprendida—, pero gracias
por tu preocupación.
No sabía qué me dolía más, el hecho de que no respetaba mis límites o que no le
importaba que me hiciera daño.
—¿Lo mejor del jodido mes? —Macy resopló, sacudiendo la cabeza—. Lamento que
estuviera emocionada de que después de una eternidad, realmente estuvieras
echando un polvo. Ese imbécil de Rick jodió con tu cabeza y rompió tu corazón.
Finalmente estás viviendo de nuevo. ¿Y qué? Le dije a Chris porque estaba allí. No
estaba tratando de hacerte daño.
—No, estoy cansada de parar cada vez que las cosas se ponen incómodas —dije, mi
voz quebrándose.
Macy solo me miró con lágrimas agrupándose en sus ojos. Candace sacudió la
cabeza. Françoise trajo nuestra comida y salió corriendo rápidamente.
Sentada allí, Macy batió los ojos, tratando de evitar que sus lágrimas escaparan.
—No puedo creer que dijeras eso. Eres mi mejor amiga. Haría cualquier cosa por ti.
Tienes razón. Debería haber mantenido mi boca cerrada. Metí la pata. No tuve buen
criterio. Lo siento. Estaba emocionada, y a veces cuando me emociono, empiezo a
balbucear. No puedo controlarlo, pero nunca diría nada que fuera una verdadera
violación. Caray, no dejé que Liam me contara nada de su pasado, no que pensara
que lo haría, pero lo detuve, solo porque habría estado mal. Mira, incluso cuando
divago y me pongo nerviosa, ejercito el buen criterio. Cometí un error. No pensé
que estarías tan enfadada. Dios mío, Dani, vamos. Dejaré de ver a Chris. De esta
forma no tendrás que preocuparte de que le cuente algo más.
—No te estoy pidiendo que dejes de ver a Chris. Te gusta. No quiero hacerte daño.
Solo no sé si pueda confiar en ti con las cosas importantes. —Cerré mis ojos antes
de apartar la mirada.
—Sé que no estás pidiéndome hacer eso, pero lo haré. Sí, me gusta… mucho. Tal
vez hablo de ti porque es más fácil hablar de ti que de hablar de mí. A veces, creo
que me gusta más de lo que yo le gustó a él. Luego, otras veces, no lo sé. Quizás
necesito dejarlo ir, pero el sexo es tan bueno. Juro que los orgasmos son fuera de
este mundo. Solo el pensar en las cosas que puede hacer con su lengua está
haciendo que me excite justo ahora. ¿Es horrible que quiera terminar esta
conversación e ir a tener sexo? No me importa dónde está. Lo encontraré en la
esquina. Soy adicta a su polla. Sin embargo, quiero el paquete completo. Su paquete
y su corazón. Pero, Dani, te escogeré antes que a Chris. Lo haré. Los penes se
consiguen a un centavo una docena, incluso si Chris es especial.
—Macy, quédate con tu polla. Solo vas a tener que ganar tu camino de regreso al
círculo de confianza. Pero no quiero que peleemos más. —No quería. Me di cuenta
223
—Sé que esto probablemente está fuera de límites, pero por favor dime que eres
adicta a la polla de Liam.
Justo allí en Lincoln Road, tres mujeres adultas procedieron a gritar como
colegialas con alegría vertiginosa.
—Ahora que eso está resuelto, tengo algunas noticias que compartir con ustedes.
Candace dijo:
—Aunque sería una noticia emocionante en dos o tres años, tengo noticias
sensacionales ahora. Me han pedido que participe en un caso muy importante. Es
una oportunidad increíble para mi carrera. La única desventaja es que va a ser
juzgado en Jacksonville. Así que mientras estoy fuera, necesito saber que mis
224
—Me voy dentro de una semana desde el lunes. Estaré de vuelta la semana de
Navidad. De hecho, hagamos una cita. —Sacó su teléfono y revisó su aplicación de
calendario—. El viernes 28 de diciembre, tengamos una noche de chicas. —Estaba
tratando de ser optimista.
Nos sentamos tranquilamente allí. Macy jugó con su comida, moviéndola a un lado
de su plato y luego de vuelta al otro lado. Candace giraba su cabello mientras su
comida se enfriaba. Françoise vino una vez más para llevarse nuestros platos.
Después de que pagáramos por comida que no comimos, caminamos por Lincoln
Road. Cuando nos acercábamos al estacionamiento, le pregunté a Candace si
podíamos hablar.
—Te dejaré tener esto hoy. Tengo planes de todos modos. No pienses que voy a
pasar a segundo plano. Voy de guardia. Te demostraré que puedes confiar en mí,
así que lidia con eso. —Macy se inclinó para un rápido abrazo antes de dirigirse a
su auto y a Dios sabe qué con Chris.
Nos detuvimos en una boutique y empezamos a mirar la ropa. Sacando blusas, las
225
—Eres una gran amiga, y creo que solo necesitamos encontrarte algunas prendas
con bonito calce. —Por supuesto, Candace sacó la blusa perfecta—. Cuéntame
sobre la prometida y la llave.
—No, soy una mocosa egoísta, pero gracias por conocerme tan bien y seguir
amándome. —Saqué un par de blusas más antes de ir a probármelas—. La
prometida murió. Fue una historia muy trágica. Es extraño. De alguna forma, estoy
completamente bien con ello emocionalmente, pero por otro lado, estoy celosa. —
Suspirando, la miré con estrellas en los ojos—. Estoy tan enamorada de él. No
quiero arruinarlo.
—Esa blusa se devuelve, esta se queda, y me gusta esta de aquí para ti. Tenemos
que encontrar un vestido o dos para mostrar tus piernas. —Me entregó la ropa que
estaba recogiendo de los estantes como si fuera una asistente de compras—. Has
estado enamorada de él desde el principio. Es obvio. Nunca te he visto de esta
manera, y estoy tan emocionada por ti. Por supuesto que no quieres pensar en que
ame a alguien más. No sé si eso es egoísmo o celos. Solo es natural. Lo positivo es
que sabe cómo amar. Amó a alguien y estaba listo para comprometerse. Enfócate
en eso. Ahora, lo único que vas a arruinar es este traje con ese cinturón.
—¿Y qué dijo Liam? —Candace se recostó en la silla que estaba fuera del probador.
—Quiere golpearlo.
—Me gusta cuán protector es contigo. Es algo bueno, pero realmente necesitas
dejar de lado esta cosa de Rick. Has agotado la cantidad de tiempo aceptable para
llorar una relación, Dani. Liam no debería tener que pagar por los crímenes de
Rick.
226
—Es un buen look. Y creo que es bueno que odies menos a Rick. De hecho, creo que
no deberías odiarlo en absoluto. No se merece tus apasionadas emociones. Más
importantemente, dime que eres cada vez más indiferente y no más blanda.
Había pasado cerca de dos años con una herida abierta. A causa de él, tenía miedo
de amar de nuevo. No quería ser prisionero de ese miedo. Quería amar a Liam con
insensato abandono. Tal vez si estuviera en paz con Rick, sería capaz de hacer eso.
—Oh, y ella piensa en él. —Candace me dio un codazo, riendo—. Sí, Dani, esa es la
mirada que has estado poniendo en tu rostro desde que conociste a Liam. Te sienta
a la perfección. —Entrelazó su brazo con el mío mientras caminábamos—. Ahora,
háblame sobre esta llave.
—Eres increíble. Voy a extrañarte malditamente mucho. Me has facilitado las cosas
todo este tiempo. Te amo por eso. De verdad. No puedo hablar con Macy sobre esto
todavía. La amo, pero esa boca la ha metido en más problemas de los que le gusta
admitir.
Ambas reímos.
—Concéntrate, Dani, la llave. ¿Hubo un gran gesto? ¿Está esperando una llave tuya?
Quiero decir, vamos, detalles. Necesito analizar la evidencia antes de hacer un
veredicto.
227
—No, no hubo un gran gesto. Después de que hiciéramos el amor, bueno esa vez,
solo follamos, se levantó de la cama. Cuando volvió, me dio la llave y me dijo que la
pusiera en mi llavero. Eso fue todo.
Simplemente concluyó:
—Es una llave, Dani. Habla con el hombre y dile lo que estás sintiendo. Podrías
estar sorprendida por lo que aprendes.
228
Capítulo 36
Rick
E
ntré a mi auto y sentí como si hubiera anotado el jodido touchdown
ganador. Daniela era masilla en mis manos. Confiaba que en Navidad, tal vez
Año Nuevo, estaría de vuelta adonde pertenecía: a mi lado y en mi cama. No
había manera de que pudiera resistirse. Podía negar sus sentimientos todo lo que
quisiera, pero vi la mirada en sus ojos. Todavía estaban allí, e iba a tomar lo qué era
mío.
Maddy: Ocupada.
Rick: Cancela.
Siempre me daba jodidas dificultades. Hijo de perra dolor en mi trasero. Pero volvía
a por más. Principalmente, lidiaba con ello porque era brillante y estaba viendo
resultados con Daniela. Tenía que admitir que estaba llegando a mí. Debajo de esa
fría y cruel perra exterior, realmente era bastante genial. Me gustaba salir con ella.
Supuse que hasta podría decirse que nos estábamos volviendo amigos.
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Capítulo 37
Dani
D
espués de tirar mis llaves en el mostrador, me dirigí a mi dormitorio con
las bolsas de mercancías en mano. Candace y yo habíamos pasado la mayor
parte de la tarde de compras. ¿Quién diría que las compras podían ser tan
agotadoras?
Estaba emocionada por ver a Liam esta noche. No lo había visto desde el jueves por
la noche. Mi corazón se agitó, y una sonrisa adornó mi rostro mientras pensaba en
esa noche.
231
Llegó justo después de su partido de baloncesto. Yo estaba jugando sucio, llevando
una musculosa y un par de bragas, cuando abrí la puerta. Él llevaba una sonrisa
tímida. Su único propósito era enmascarar el deseo en sus ojos.
No pasó mucho tiempo antes de que no lleváramos nada más, sino el uno al otro.
Pospuse hablar de la llave porque estar con él, en ese momento, era mucho más
importante que cualquier ansiedad que tuviera. Los brazos de Liam se envolvieron a
mi alrededor, envolviéndome con su calor. Su agarre tenía un poder mágico que
aliviaba todas mis preocupaciones y se convertía en mi lugar seguro.
Suspiré mientras pensaba en lo que no estaba esperando. Tenía que encontrar una
manera de decirle sobre mi visita con Rick. El momento tenía que ser perfecto.
Candace había estado en lo correcto. Liam estaba pagando por los errores de Rick,
y eso estaba mal. Necesitaba arreglar las cosas, pero no podía explicar cómo una
visita con el chico que Liam quería golpear por romper mi corazón realmente me
hiciera sentir mejor sobre todo. Tenía que resolver esto porque sabía que no me
gustaría si los papeles estuvieran invertidos. Habría pocas palabras, si algunas, que
me harían estar bien con ello. ¿Y si Rick tenía razón? ¿Y si nunca nos volvíamos a
ver? ¿Realmente quiero estresar a Liam por esto? Pero Liam quería honestidad, así
que le diría cuando el momento fuera correcto.
Alejé todo lo demás. Había pasado mucho tiempo pensando en estas cosas y no
tiempo suficiente preparándome. Liam estaría aquí pronto, y quería lucir
irresistible. Como si fuera una señal, oí mi teléfono chirriando en mi tocador.
Liam: En camino.
Liam: Imposible.
Liam: Sorpresa.
Liam: Te amo.
—Me niego a hablarte hasta que me digas adónde me vas a llevar —dije
juguetonamente cuando abrí la puerta.
—Empecemos con un hola, adelante. —Bajó su boca y colocó sus labios sobre los
míos—. Se llama sorpresa.
—¿Eso significa que puedo atarte? —dijo mientras pasaba sus manos por mi
espalda y por mi cabello.
—Nene, puedes hacerme lo que sea que quieras —ronroneé mientras inclinaba mi
cabeza hacia atrás—. ¿Me vas a contar sobre mi sorpresa?
—No voy a contarte —dijo antes de que su boca rozara mi barbilla—. Te lo voy a
mostrar, pero mejor nos vamos antes de que se haga demasiado tarde.
Mientras estábamos conduciendo, Liam se estiró y entrelazó sus dedos con los
míos.
Me miró.
—Me estás malcriando. Voy a esperar que me llenes de elogios todo el tiempo. —
Moví mis ojos hacia él y luego volví a mirar hacia adelante. Mis labios se curvaron
233
—Un pequeño misterio siempre es bueno, nena. —Hizo una pausa—. Entonces,
¿cómo estuvo tu día? ¿Te reconciliaste con Macy?
—Genial. ¿Chris te llamó para contarte cómo organicé una confrontación? Fui una
real perra con Macy. Incluso la hice llorar.
—Eh, no. No hablé con Chris hoy. ¿Una confrontación que provocó lágrimas?
—Estamos bien ahora, pero está en libertad condicional por cuestiones sensibles.
Sí, fui dura. —Fruncí el ceño.
No me gustaba ser tan mala con Macy. Cuanto más pensaba en ello, más me
arrepentía de haber arremetido contra ella. Era mi mejor amiga, y había
reaccionado exageradamente. Sin incluir secretos jugosos, encontraría una manera
de recompensárselo.
—Oh, tengo una buena noticia que apesta totalmente. Candace se va por un mes
para trabajar en un caso de alto perfil. Sabes lo que significa, ¿cierto?
Lo miré para ver que estaba despistado. Típico hombre. No tenía idea de cómo
estaba a punto de cambiar su vida.
Era tan ingenuo con los caminos de las mujeres. No era como si yo fuera a llevarlo
de compras o algo remotamente similar a eso, pero iba a recurrir a él con mis
problemas, sin filtro, y solucionarlos con él.
—Sabes que estoy aquí para ti. Puedes hablarme de cualquier cosa. Quiero ser la
persona a la que siempre recurras. Lo digo en serio. —Me miró, esperando mi
reconocimiento.
—Sé que lo estás. Ahora sé que puedo ejercer ese derecho y tener el privilegio de
ser un dolor en tu trasero. De todas formas, dime adónde me llevas.
234
Sacudió la cabeza y no dijo nada. Estaba disfrutando de este pequeño juego. Tenía
que admitir que la anticipación era parte de la emoción.
—Te encanta torturarme, ¿cierto?
—¿Yo? Bueno, ¡nunca! —Resoplé con justa indignación, pero sabía exactamente de
qué estaba hablando. Reprimí una risita.
—Oh, ¿de verdad? Dice la mujer que me envió mensajes de texto acerca de usar mi
manguera en ella.
—Estoy contando con eso porque estoy ardiendo por ti —dije juguetonamente.
Bajó por una carretera y entró a un puerto deportivo. Pasaría otra hora antes de
que se pusiera el sol. El cielo azul servía como lienzo para el agua aguamarina y
barcos moviéndose en sus resbalones. ¿Qué demonios ha planeado?
Cuando se detuvo delante de Blazing Fire, mordí mi labio inferior para contener mi
sonrisa y emoción. Este era su barco.
Sonreí brillantemente.
—¡Esto es genial!
importaba.
—Te amo mucho —dije.
De alguna manera, esas palabras no fueron suficientes para expresar lo que sentía
por él. Apretando su agarre sobre mí, me dio un casto beso en los labios.
—Eres todo para mí. —Me guiñó y luego me golpeó en el trasero—. Vamos,
Gilligan, quiero llevarte a un lugar.
Después de veinte minutos, nos acercamos a una pequeña isla y desaceleró. Nos
detuvimos en un muelle. Ató el barco y descargó la cesta y la bolsa.
—¿Y qué hay aquí? Es hermoso. Puedo ver por qué te gusta, pero ¿qué hace que
esta isla sea más especial que cualquier otra?
236
Desempacó la bolsa de lona, la cual tenía una mesa pequeña, un par de sillas, y un
conjunto de antorchas tiki. Me sorprendió lo compactas que podrían ser esas
bolsas.
—¿Entonces aquí es donde vienes para escapar? —Estaba pendiente de cada una
de sus palabras. Sentía como si estuviera echándole un vistazo a su corazón,
aprendiendo sobre una parte de que aún tenía que descubrir.
—¿Estás bromeando? —Me quedé allí con mis manos en las caderas mientras mis
labios se apretaban.
—Siempre supe que eras una mujer inteligente e ingeniosa —dijo. Mientras
recuperaba el aliento, apoyó su frente contra la mía.
En ese momento, estaba luchando por recordar qué era lo que necesitaba hablar
con él porque nada más era importante. Él era todo lo que importaba.
Arregló la mesa con un mantel y velas. Estaba impresionada. La cena era sencilla
con una variedad de quesos, panes, algunas frutas, y vino. Hizo todo esto por mí. Y
apostaría cualquier cantidad de dinero a que había comido antes de que me
hubiera recogido.
Sirvió el vino, y luego con sus ojos fijos en los míos, levantamos nuestras copas.
Tuvimos una noche encantada. Las estrellas brillaban intensamente contra el telón
de fondo del cielo negro. La luna plateada proyectaba su reflejo contra el oscuro
océano. Los tikis y las velas brillaban, irradiando suave luz ámbar.
—Si ser romántico es querer hacer tus sueños realidad, entonces supongo que lo
soy.
Mi cabeza estaba nublada y embriagada por Liam, no por la copa de vino que
estaba bebiendo. Incliné la cabeza a un lado y miré a lo lejos, tratando de recordar
algo de lo que tenía que hablarle. Fuera lo que fuera, ya no parecía importar.
Mientras Liam empezaba a empacar la mesa y las sillas, me puse de pie, mirando
por encima del vasto océano, mientras el agua caliente rozaba mis pies. Había
insistido en hacer todo él solo, así que lo había complacido. Cada vez que miraba
238
por encima de mi hombro, lo atrapaba mirándome a hurtadillas. Entré más al agua,
sintiendo que me caía sobre los tobillos.
Repentinamente, tuve una idea loca. Miré por encima de mi hombro una vez más
para ver a Liam mirándome. Cuando nuestros ojos se encontraron, sonreí,
arrugando mi nariz. Sacudió su cabeza con diversión antes de continuar con sus
tareas. Tiré la precaución al viento y mi ropa a la arena mientras me abría paso en
la ensenada. Cuando estuve a nivel de la cintura, pateé y salpiqué a mi alrededor.
—Oye, teniente.
—Nena, tienes que ser la mujer más caliente, más jodidamente increíble en el
planeta.
—Tengo que decirte algo, y creo que me acobardaré si estoy demasiado cerca de ti.
Se frotó la nuca.
Asentí.
—Aceptaré eso.
Mientras me envolvía alrededor de él, su mano viajó por mi pierna. Pasé los dedos
por su cabello.
—Gracias por esta maravillosa noche… y gracias por amarme y todo lo que
conlleva.
Liam me llevó fuera del agua y luego nos envolvió en el mantel. De pie tan cerca de
él en nuestra toalla improvisada, lo anhelé. Mi anhelo era tan intenso que apenas
podía soportarlo.
—Liam, necesito que me hagas el amor ahora —murmuré. Mis manos recorrieron
su espalda mientras me frotaba contra él.
Me puse su camiseta mientras él se ponía sus bóxers. El resto de nuestra ropa fue
dejada en un montón mezclado. La corta caminata hasta el barco fue eterna. Decidí
que iba a tomar la píldora lo antes posible.
Cuando desabroché mi camiseta, sus manos alcanzaron mis pechos. Subí sobre él y
bajé lentamente. Me estiré mientras me llenaba. Mi cabeza cayó hacia atrás, y gemí
de placer.
—Liam… oh… sí… sí… ahhh… te amo tanto —jadeé en completo y total éxtasis.
—También te amo.
—B
uenos días, Walter —saludé con un gesto de la mano mientras
entraba al vestíbulo del apartamento de Madison a las jodidas
seis de la mañana—. Y feliz Acción de Gracias. —Sonreí. No era
su culpa que Madison fuera una lunática.
Walter era un buen hombre de familia. Suponía que a mediados de sus cuarentas.
Cuando Madison había decidido que esperar por ella en mi auto ya no era
aceptable, tuve el placer de conocerlo. Era parte de su mierda encerar/pulir. Había
dejado de intentar entenderla. Era energía desperdiciada. Necesitaba
concentrarme en aprender esas jodidas estúpidas lecciones, así podría pasar al
siguiente nivel. Quien dijo que se hacía más fácil era un mentiroso hijo de perra.
—Buenos días y feliz Acción de Gracias para usted, Sr. Marin. La Sra. Stuart bajará
en cualquier momento.
—Sabes cómo son las mujeres, Walter. Madison insiste en que esté aquí a tiempo,
242
Entonces, me lanzó una mirada furiosa. Este era un acto a través del que veía.
Amaba la atención. Tenía que admitir que su actitud era divertida cuando no era
irritante como el infierno. Esta mañana, estaba siendo un dolor en el trasero.
Walter dijo:
—Lo mismo para usted, Sra. Stuart. Déjeme abrir la puerta para usted. —Se
precipitó y abrió la puerta para nosotros.
Cuando salió, corrí a su alrededor para abrir la puerta del auto para ella.
Sonrió, impresionada.
Pasé su jodida prueba. Mientras me movía alrededor del auto a mi lugar, no pude
evitar sentir un enorme sentido de logro. Me dio un jodido cumplido.
Me instalé en el asiento del conductor. Cuando miré hacia ella antes de encender el
auto, miraba en mi dirección.
—Rick, eres malditamente lindo cuando te irritas. Haces esa cosita con tu boca que
es adorable. —Puso los ojos en blanco—. Dije buenos días cuando desperté tu
lamentable trasero. ¿Lo olvidaste? Eres de tan alto mantenimiento. Voy a tener que
curarte de eso. —Cruzó sus brazos y frunció sus labios.
recuperar a Daniela, podría haberlo hecho. Madison tenía un dulce trasero, y sabía
cómo moverlo. Trataba de no pensar demasiado en su trasero, pero era difícil
ignorarlo cuando lo rozaba contra mí. Por supuesto, lo hacía accidentalmente… sí,
claro. Ahora, no estaba seguro de lo que quería.
—Madison, para tu información, tengo una polla, y me gusta. ¿Por qué demonios
estás jodidamente tratando de cortarla?
—No estoy haciendo nada por el estilo. Estoy trabajando muy duro en conseguir
que tu polla esté en servicio de nuevo. Es una lástima que esté al margen. Dime,
¿algo que he hecho no ha funcionado para ti? Antes de que lo sepas, esa polla tuya
estará follando como si no hubiera un mañana. —Acarició mi rostro con su mano—
. Equipo Rick, hasta el final.
Tenía un punto. Todo estaba bien en el universo. Por un minuto ahí, pensé que ella
odiaba a los hombres y estaba haciendo a una metafórica Lorena Bobbitt6.
La cola de caballo realmente lucía bien en ella. Prefería que una mujer llevara su
cabello suelto, pero Madison era capaz de llevar el estilo.
—Estás muriendo por follarme, ¿no es así? —Levanté mi ceja y le lancé una sonrisa
con hoyuelos.
Siempre lo negaba, pero sabía la verdad. Había querido follarme desde que puso
sus ojos en mí por primera vez. Debería haberlo dejado pasar, pero no lo hice.
—Eres un imbécil. ¿De verdad crees que cada mujer quiere follarte?
—Sin lugar a dudas. Al igual que cada hombre cae bajo tu hechizo y quiere probar
tu coño.
—No discutiré con esa última parte. Sin embargo, si quisiera follarte, lo habría
hecho. Obviamente, no quiero. Ahora, ¿te importaría no ser un arrogante hijo de
perra? Es repugnante.
6Lorena Bobbitt: Se hizo famosa en 1993 y se convirtió en la heroína del feminismo tras cortarle el
pene a su marido por violación, humillación y maltrato continuo.
—Lo que digas, amor. Ahora, ¿qué mierda es Turkey Trot?
No podía creer que realmente estuviera tratando de vencerme. ¡Joder con esa
mierda! Era competitivo. Lo loco fue que se había enojado y dicho que se suponía
que la dejara ganar. Aparentemente, no le llegó el memo que declaraba claramente
que no perdía con nadie.
—Aparte de ser el mayor imbécil del mundo, haces trampa —resopló Madison
mientras caminaba de regreso al auto.
—Gané con todas las de la ley. Maddy, soy más grande, más fuerte, y más rápido.
Lidia con ello.
Golpeé su trasero y troté delante de ella. Con risa, canté mi propia versión de We
Are the Champions.
—Soy el campeón, no hay tiempo para perdedores, porque soy el campeón del
mundo.
—Eres un idiota.
Le respondí:
Corrí el resto del camino al auto con Madison montando a cuestas. Todo el tiempo,
estuvo haciendo un sonido del que no sabía que era capaz: risa.
245
No era que tuviera una aversión a la caridad. Mi familia era muy filantrópica.
Participábamos en eventos todo el tiempo, pero eran del tipo de etiqueta. En esos,
estaba en la zona, llevando un esmoquin de Armani a medida. Ahora, estaba
mirando una jodida bolsa azul con letras blancas que decía GAP.
Después de alimentar a las personas sin hogar, tenía planes de cena de Acción de
Gracias con mi familia. No había sido atento con mi madre últimamente. Esta
misión de recuperar a Daniela y el trabajo que implicaba habían tomado el lugar de
ciertas responsabilidades familiares, como consentir a mi madre. Ella no lo estaba
tomando bien. Sacudí mi cabeza y suspiré. Encima de lidiar con la Escuela de
Castración de Rick de Madison y la lenta seducción de Daniela, ahora tenía que
lidiar con mi madre. Iba a necesitar grandes dosis de alcohol esta noche.
Pero, una cosa a la vez. Ahora, me estaba sometiendo al siguiente nivel de castigo
de Madison. Vistiendo un par de jeans y una camisa a cuadros con las mangas
enrolladas, entré al vestíbulo de su edificio. Imaginé que sería seguro vestir ropa
tipo Liam. Para mi sorpresa, Madison ya me estaba esperando abajo y Walter no se
encontraba sentado detrás del mostrador. Esta era la primera vez para ambos.
Cuando estábamos entrando, Madison se acercó, quitó mis gafas de sol, y las puso
en su bolso.
—Estoy orgullosa de ti. Has llegado tan lejos en tan corto tiempo. —Guiñó y me
llevó a la cocina, agitando la mano y saludando personas mientras pasábamos.
—Retiro todo lo que dije sobre estar orgullosa de ti. Has mantenido tu título de
Imbécil Extraordinario.
Joder. Odiaba cuando retorcía mis palabras. Pasé mis manos a través de mi cabello
mientras trataba de encontrar la cosa correcta para decir.
—Ven aquí. —Agarré su mano y la miré con la mirada de mayor sinceridad que
pude reunir—. Has sido genial conmigo. Es Acción de Gracias, así que voy a
contarte por lo que estoy agradecido. —Cuando toqué su nariz con mi otra mano,
guiñé—. Eres un dolor en el trasero y la perra más grande que conozco, pero no
solo me toleras, también me ayudas.
Sonrió.
—Rick, no soy Daniela. No necesitas exagerar. Estoy en esto a largo plazo hasta que
ya no lo esté.
Menos mal que era la Maddy genial esta mañana. Esta jodida Maddy era un real
maldito dolor en el trasero, y odiaba sus entrañas. No podía esperar a largarme de
aquí.
—Hagamos esto. Tengo personas que ver y lugares a los cuales ir —dije
impasiblemente, mirando por encima de ella.
Mirándola, pensé por un segundo que realmente podría ser humana. Era esa
fracción de segundo la que siempre llegaba a mí. Cedí.
—No hay una jodida manera de que me ponga esa mierda en mi cabeza —dije.
—Tienes que hacerlo. Vamos a servir comida. Mira, también voy a hacerlo.
—Deja de ser tan difícil. Usa la maldita cosa. Y eso es relleno. ¿Nunca has visto
relleno antes? —Se puso de pie con una mano en su cadera mientras con la otra
retorcía ese falso gorro de ducha—. Créeme, Rick. Perseverancia.
—Tú primero. —Parado ahí con los brazos cruzados, le disparé dagas letales.
Sin vacilar, se puso el gorro. Se veía como una jodida tonta. No pude mantener el
248
—¿Qué crees? ¿Me veo tan certificablemente ridículo como tú? —pregunté.
—Dame eso.
Susurré en su oído:
—Alex, ha pasado un tiempo —dijo Madison—. Rick, este es Alex, un, um… viejo
amigo.
Viejo amigo, mi trasero. Era un jodido amigo con derechos. Ese hijo de perra
salivaba mientras la miraba de pies a cabeza.
249
Extendí mi mano.
—Rick Marin, nuevo amigo.
Yo no era un jodido amigo con derechos, y no tenía planes de serlo nunca. Podría
meter mano aquí y allá, pero eso era todo. Este chico era un imbécil. Yo debería
saberlo. Era el Imbécil Extraordinario.
Fue entonces que me di cuenta que mi brazo todavía se hallaba envuelto alrededor
de su cintura. La solté. Pasé mis manos por mi gorro de ducha en la cabeza y
maldije esa maldita cosa.
—Te envié la foto. Tienes que aprender a confiar en mí. Ahora, tienes algo para
mostrarle a Daniela.
La seguí hasta el puesto donde me entregó unos guantes de goma y una cuchara
gigantesca. Esto se estaba convirtiendo rápidamente peor que Turkey Trot. ¿Dónde
carajos se le ocurrían estas actividades? Entonces, las puertas se abrieron, y vi una
fila realmente larga de personas y algunos niños. No podía describir en palabras
cómo se sentía esto. Miré a Madison, quien me miró y sonrió. Supongo que la mejor
manera para describirlo era… bien.
Rick: El próximo año, consiguen comida de verdad. Esa mierda era asquerosa.
—Maddy, voy a involucrar a mi madre en esta causa. Tan pronto como llegue a
casa, también voy a donar esta ropa. Verás que voy a hacer que las cosas sucedan.
—Tu entusiasmo es excelente. —Sonrió y sacó las llaves de su auto—. Aquí. —Me
las entregó y luego metió su cabello detrás de su oreja—. ¿Te importaría conducir
de regreso? Puedes dejar las llaves con el portero.
Pasé mis manos a través de mi cabello y luego agarré las llaves de sus manos.
Mientras caminaba hacia el maldito auto, vino detrás de mí.
Era más de lo que podía soportar. Entre la falta de coño y la tortura de Madison, me
rompí.
Puse mis manos suavemente sobre sus hombros con mi cabeza colgando en
derrota.
—Maddy, ¿qué tienes que olvidar? —Mis ojos le suplicaron—. Joder, nena, mírame.
¿Qué necesitas olvidar? Solo dime.
—Maldita sea, Maddy. Deja a Daniela fuera de esto. Esto es sobre ti. —No podía
seguirle el ritmo—. Solo entra al auto.
Por una fracción de segundo, lo vi. Hubo un destello de su humanidad —como esa
chica sobre mi espalda, riendo— y entonces se fue.
D
ani estaba sentada en el asiento del pasajero, aferrándose a mi mano
mientras rebotaba su pierna nerviosamente. Este era un gran día. Wyatt
voló para pasar las fiestas con mamá. Ya que me había comprometido a
trabajar este viernes, no podía escaparme, así que iba a pasar Acción de Gracias
con la familia de Dani. Bajo circunstancias normales, no habría sido un problema,
pero ya que iba me reuniría con sus padres por primera vez, era un evento
monumental. No estaba preocupado por eso. Por supuesto, quería dar una buena
impresión. No tenía ninguna duda de que así sería. No que fuera un arrogante hijo
de perra. Solo sabía lo que sentía por Dani. Confiaba en que su familia vería eso,
pero mi confianza no la convencía. Mientras conducíamos, le eché un vistazo
rápidamente antes de recordar la noche del martes pasado.
Macy pensó que era lindo que estuviera tan tranquilo. Esto solo puso más nerviosa a
Dani mientras se paseaba por su sala de estar. Cualquier resentimiento que hubiera
existido entre ellas se había disipado. Hablaban sin parar sobre los detalles. Me
recosté en el sofá, cambiando canales entre juegos de basquetbol y las mejores
jugadas de fútbol, mientras ellas se obsesionaban sobre lo que me preguntaría el
papá de Dani o si su madre la avergonzaría.
Esto era importante para ella. Tenía que admitir que hubiera sido más fácil poner
atención si estuviera sentada desnuda sobre mí. La amaba más que a mi polla y
ESPN, así que apagué la televisión, me puse de pie, y caminé hacia ella.
253
—Dime qué necesito saber para prepararme para el final de la vida tal como la
conozco —dije, envolviendo mis brazos alrededor de ella.
Levantó su mirada hacia mí, sus ojos brillando. Nuestras frentes se tocaron, y
nuestros cuerpos se balancearon.
—Nena, estamos juntos en esto. Todo estará bien. Confía en mí —la tranquilicé.
—Macy, él tiene razón. Va a estar bien. Gracias por escucharme, pero puedes irte
ahora.
—Grandioso, Dani. Tienes a Liam en coma. —Macy puso sus ojos en blanco—. Liam,
espero que sepas en lo que te estás metiendo.
Fui sacado de mis pensamientos cuando Dani bajó el volumen de la radio. Afirmó
que la música estaba distrayéndola de su ataque de pánico. Golpeteé mis dedos
sobre el volante con las apenas audibles melodías.
—Liam, ¿por qué estás tan callado? Estoy muriendo aquí, y estás haciendo
absolutamente nada para calmar mis nervios.
—Nena, te amo. Todo va a estar bien. —Mi pulgar dibujó círculos sobre su palma,
esperando que eso relajaría su agarre—. ¿Estás preocupada de que no vaya a
gustarles? Porqué yo no. ¿Cómo no les gustaría?
—¿Qué? ¿Crees que estoy fuera de mis casillas porque no les gustarás? Oh, no, van
a amarte. Tú, por otra parte, podrías querer correr tan rápido y tan lejos como
puedas.
—Sabes que Macy y su familia también van a estar allí. También debería advertirte
sobre su hermano, Marco.
conclusión porque no hay nada ahí. Solo es la forma en que interactuamos desde
que éramos niños. Así que, por favor mantén tu Pedro Picapiedra bajo control.
—Yabba daba doo. Mejor que no cruce la línea. Te prometo que estaré en mi mejor
comportamiento.
Esperaba que este chico no fuera un idiota. Dani tenía la tendencia de descartar el
comportamiento de un imbécil hasta que le mordía el trasero. No iba a tolerar esa
mierda.
—Soy un hombre de palabra. Puedes relajarte. —Este tipo Marco mejor que
coopere.
—Es hora del espectáculo. ¿Estás listo? No estás nervioso o algo así, ¿verdad?
¿Estás seguro de esto? Está realmente bien si has cambiado de opinión. —La
sonrisa de Dani fue remplazada por una arrugada frente y temor en sus ojos.
—Nena… —Hice una pausa—. Estoy muy seguro de ti. Esto es nada. Estoy
realmente deseando conocer a tu familia. Ahora, vamos.
—Cálmate. Es inofensivo.
—Ven aquí, futura mamá de mi bebé. Maldición, te ves tan jodidamente caliente.
Dame algo de amor —dijo Marco, mientras pavoneaba su hijo de perra trasero
hacia nosotros.
—Nene, solo ignóralo. Está jugando, y si sabe que te está afectando, solo va a
255
seguirlo.
No me importaba qué mierda estuviera haciendo. Tenía que detenerse
inmediatamente. No había conseguido atravesar la puerta principal, y ya estaba
luchando por mantener mi promesa.
—¿Te estás haciendo la difícil? Sabes cómo me enciende eso —gruñó—. Déjame
sentir ese lindo trasero tuyo. —Sonrío, extendiéndose por su trasero.
Ahora, sabía que él tenía un deseo de morir. Ella se rio, golpeando su mano. Mi
cuello se retorció mientras mi puño se apretaba. Ella se rio más. Tomé una decisión
en una fracción de segundo para hacerme cargo de la situación. Esta mierda
necesitaba detenerse.
Le tendí mi mano.
—Oye, sí, amigo. Marco Alonso. —Estrechó mi mano y entonces se dirigió a Dani
otra vez—. Entonces, Macy me dice que estás fuera del mercado, pero me conoces.
Estoy esperando ese milagro cuando me dejes hacerte mía.
Vi rojo.
Solté la mano de Dani y palmeé el hombro de Marco. Dani tenía una mirada de
horror en su rostro y alcanzó mi brazo. Le guiñé un ojo. Llevaba las riendas ahora.
No estaba a punto de romper mi promesa o arruinar su día. También quería dar
una buena impresión a su familia, y darle una patada en el trasero a este chico no
era la mejor forma de conseguirlo.
—Vamos por esa cerveza. Nos vemos más tarde, pastelito. —Después de que le
soplara un beso al aire, me dirigió a la parte trasera de la casa.
El patio trasero estaba lleno de mesas y sillas. Música salsa estaba resonando por
los altavoces, y el reflejo de la piscina era deslumbrante. En una esquina lejana,
había una cabaña tiki con una parrilla incorporada.
256
—Ya era hora de que trajera a casa a alguien que tuviera pelotas. Gusto en
conocerte. Es como mi hermanita, así que voy a emitir la misma advertencia. —Me
miró directamente a los ojos—. Rompe su corazón, y no solamente tratarás con mi
psicópata hermana, también tratarás conmigo. Bienvenido a la familia.
—No puedo creer que me dejara hacerlo por tanto tiempo. ¿Qué demonios pasa
con eso? —Rio, sacudiendo su cabeza.
Tenía un punto. Dani siempre subestimaba a los hombres. Quería creer lo bueno de
las personas, y confiaba en que sus intenciones eran nobles. Era como si pensara
que éramos esos personajes de sus libros. Era tan ingenua cuando se trataba de la
manera en que los hombres funcionaban en la vida real. Éramos bastante simples.
Comíamos, dormíamos, y queríamos tener sexo. Pocos hombres querían ser solo
amigos.
—Seriamente, Marco, Dani estaba teniendo un infarto. Buena cosa que su hombre
pueda hacer un increíble RCP. —Macy me guiñó.
257
Marco dijo:
—Sí —dijo Dani, apoyando su cabeza contra mi pecho—. Es un muy buen hombre,
incluso si algunas veces va como hombre de las cavernas.
Su abuela se acercó e insistió en tomarse una foto conmigo. No era la típica abuela.
—Me gustan los hombres más jóvenes —dijo con un pesado acento. Me guiñó
mientras colocaba su mano sobre mis abdominales, posando para la cámara—. Voy
a poner esto en Facebook.
Después, los padres de Dani nos llamarón aparte y su rostro palideció. No estaba
seguro de cuál era el gran problema. Macy ya me había preparado para la discusión
de declaración de intenciones. Amaba a Dani, y apreciaba las preocupaciones de
sus padres.
—Nena, está bien. —Coloqué un casto beso en su frente antes de que entráramos
en el estudio.
258
Su papá nos hizo señas para que nos sentáramos. Era alto con patillas grisáceas. Se
movía con autoridad, pero su amor por sus hijas era claramente visible. Aunque no
vivía aquí, se sentó detrás del escritorio cereza oscura mientras su madre estaba
parada detrás de él con sus manos sobre sus hombros. Ella medía metro y medio.
Podía ver de dónde Dani obtuvo su belleza y porte. Estaban presentando un frente
unido. Eran casi como una escena de “El Padrino”.
—Mátame ahora.
—Si lo estás, espero que estén usando protección. Si quedara embarazada, ¿cuáles
serían tus intenciones entonces?
—Bien hecho, mamá. No tengo dieciséis. Tengo veintiocho años. Contestaré esta
pregunta. Sí, estoy teniendo sexo con él. Lo amo. Quiero estar con él. Quiero llevar
esto —dijo Dani, señalando entre nosotros—, tan lejos como pueda ir. Si quedo
embarazada, nos ocuparemos de eso. No es el plan, pero ¿saben qué? Sería
bienvenido para mí. En realidad, estaría encantada. Eso es lo mucho que lo amo.
—Liam, sabes que no tienes que casarte con ella si quedara embarazada, pero
esperaría completamente que asumieras tu responsabilidad —intervino su padre.
—Con todo el debido respeto —dije, poniéndome de pie y colocando mis manos en
259
los hombros de Dani—, amo a Dani con todo mi corazón. No voy a hacer una gran
declaración aquí porque no es el momento ni el lugar. Pero entiendan, sin una
sombra de duda, que sé que no puedo imaginar mi vida sin ella. Es la única. Lo he
sabido todo el tiempo. Adonde quiera que nos lleven nuestras vidas, sé que lo
resolveremos. Pertenecemos juntos. Contra viento y marea, ella es mía, y yo soy
suyo.
—¿Esa no fue una gran declaración? —susurró Dani cuando nuestras miradas se
encontraron.
—No, el día en que te pida que seas mi esposa, haré una gran declaración. Por
ahora, estoy diciendo que estas atascada conmigo.
—Bienvenido a la familia.
—Será mejor que haya acción detrás de esas palabras. Hablar no cuesta nada. Pero
me gusta que tomaras esa decisión. Sigue así. Podrías ganarme. —Me guiñó y me
palmeó en la espalda antes de salir de la habitación.
L
os platos del postre estaban apilados en el fregadero cuando el último de
mis amigos se fue. Liam sopló las velas sobre la mesa. El postre de Acción de
Gracias en mi casa era una tradición de toda la vida con mis amigos. Nos
reuníamos para relajarnos y reírnos de las locuras que de seguro habían sucedido
en nuestro Acción de Gracias familiar.
Tenía mucho que agradecer en este día, incluyendo buenos amigos, mi salud, y lo
más significativo, el hombre caminando hacia mí. Un cálido sentimiento fluyó a
través de mí. Todavía estaba procesando todo lo que les había dicho a mis padres.
Su no grandiosa declaración fue grandiosa. Me quedé allí, abrazando el trapo a mi
pecho. Maravilloso no comenzaba a expresar el cómo me habían hecho sentir sus
palabras. Dios, lo amo.
—Oh, ¿en serio? —dije juguetonamente—. ¿Cuentas con aprender mis secretitos
sucios de ella? Casi imposible ya que aún está en periodo de prueba.
—Nena, soy tú número uno. No guardamos secretos. No tengo nada que aprender
de Macy.
Había planeado contarle a Liam sobre Rick en varias ocasiones, pero siempre había
parecido un mal momento. Ahora era un buen ejemplo. Todo con Liam era
perfecto, y no quería agitar las aguas. Mientras más lo pensaba, más me daba
cuenta que la visita de Rick fue inofensiva. Estaría molestado a Liam por nada. Lo
había arrastrado a través de suficiente mierda postruptura con Rick que no quería
hablar sobre él nunca más. Iba a soltar todo eso, así podría seguir adelante con
Liam.
Susurró:
Asentí en respuesta.
Todavía de pie detrás de mí, desabotonó mi blusa, y se deslizó al piso. Sus manos
alcanzaron las mías, y luego llevó mis dedos a mis pezones.
Temblé, mis piernas debilitándose. Sus manos recorrían a lo largo del costado de
mi cuerpo mientras él bajaba, arrastrando besos por mi espalda. Amplié mi
postura y me apoyé contra la pared con una mano mientras mantenía la otra en mi
pezón. Después de que bajara mi falda, sus dedos rozaron cuidadosamente mis
piernas. Gemí de placer cuando comenzó a acariciar mis pliegues. Introdujo sus
dedos dentro de mí.
Besó a lo largo de mis piernas y mordió suavemente con sus dientes. Me estremecí
ante su toque. Mis dos manos estaban presionadas contra la pared ahora. Me puse
de puntillas, cerrando mis ojos, mientras me balanceaba contra su mano. Entonces,
se apartó.
—Tengo algo para ti. Dame un minuto mientras trato de recordar qué es —dije.
—Eres tan hermosa, nena. Así es como te veías la primera vez que te traje a casa.
—Quería hacer más que meter mano. Tuve que darme prisa y salir como el infierno
de aquí. Siempre me has vuelto loco.
—Hoy fue genial. Gracias por hacerlo especial —susurró, peinando mi cabello con
sus dedos—. Siempre me estás sorprendiendo. Fue caliente ver fútbol y el ESPN
contigo. Nena, eso fue una completa excitación. —Besó mi cuello y me abrazó con
fuerza.
—¿Cole Murphy? Nena, cuando estoy en la cama contigo, no hables nunca sobre
otro hombre. ¿Entiendes?
Liam no había estado bromeando en la clase de RCP cuando me dijo que era un
tonto celoso. La mayoría del tiempo, su actitud de alfa cavernícola era sexi.
Entonces, estuvo el intercambio con el hermano de Macy, Marco, quien había
estado coqueteando conmigo desde la secundaria. No quería que Liam interfiriera
con cómo Marco y yo tonteábamos. Realmente pensé que Marco habría igualado mi
irritación, pero en vez de eso, estuvo impresionado por la estrategia de Liam.
Habían formado una alianza, y fui superada en número.
—Esto es para ti. —Le extendí la caja y la retiré rápidamente—. Te amo, Liam.
Nunca nadie se había preocupado por mí como tú. Has conocido a mi familia y
sobrevivido su interrogatorio. Y todavía estás aquí. Sé que amarme no siempre es
fácil. Tengo mis estúpidos complejos. En el futuro, prometo que no te haré pagar
por lo que hizo otra persona. Estoy confiando en ti con mi corazón. —Le entregué
la caja y di un paso atrás.
—¿Todavía necesitas tu distancia? —Sus ojos eran hambrientos. Estaba listo para
abalanzarse sobre mí.
—Eh, no puedo ver. ¿Qué te parece si prometo mantener mis manos quietas?
—Eso funcionará. —Sonreí—. En noches como esta, no quiero que te vayas. —Miré
sus tiernos ojos y sonreí. Le mostré el cajón que había preparado para él. El otro
día, había retirado mis cosas y llenado con las suyas.
—Nena, te amo —dijo, arrastrándome hacia él. Sus manos ahuecaron mi rostro
mientras sus pulgares me acariciaban—. Te amo tanto.
—¿Estás bien con todo esto? —pregunté tímidamente mientras nuestros cuerpos
265
se movían juntos.
Estaba aliviada. Me llevó de regreso a la cama. Acostado a mi lado, entrelazó sus
manos con las mías.
—Hagamos más. Dije en serio cada palabra que les dije a tus padres.
Tomé un gran salto con él, y no podría haberse sentido más correcto. El momento,
como todo lo concerniente a nosotros, era perfecto. Nuestros individuales grandes
gestos pavimentaban el camino para más.
266
Capítulo 41
Dani
E
l sol golpeaba en el pavimento, y el calor era sofocante para una mañana de
noviembre. Contaba con una brisa, pero fui decepcionada cuando las
palmeras permanecían tranquilas sin movimiento como soldados vigilando
sus puestos. Aparte del potencial fresco del aire acondicionado, no había prórroga
a la vista.
Me trencé el cabello mientras caminaba hacia Van Dyke’s. El vestido de verano que
estaba usando ofrecía poca comodidad. Quizás las sombrillas que cubrían las
mesas de afuera proporcionarían el respiro que buscaba. Dudoso. Suspiré cuando
llegué a la conclusión de que tendríamos que comer adentro.
No quería admitir por qué quería comer en la acera. Me preguntaba si corría hoy. A
una parte de mí le gustaba verlo. Me convencí de que eso no significaba nada. Solo
éramos dos viejos amigos. Me sentía mejor sobre lo que había sucedido o no había
sucedido entre nosotros. Me detuve a medio paso y sacudí la cabeza. Tenía que
parar esta tontería.
¿En qué demonios estoy pensando? Era mucho más fácil cuando odiaba a Rick.
Ahora, se sentía complicado. No sabía cómo explicarlo. Había disfrutado de su
compañía. Por un breve momento, había parecido que habíamos regresado en el
tiempo a cuando estuvimos juntos. Había olvidado cómo me había causado tanto
dolor. Era una locura, pero no era diferente de todos los amoríos que tenía con mis
novios literarios. No estaba actuando sin evidencia. Unos pocos momentos robados
no significaban nada, y nunca lo harían.
De todos modos, todo había sido coincidencia, justo como había dicho Rick. Dudaba
que fuera a correr hoy. Hacía demasiado calor. El clima tenía que ser una señal de
267
Dani: Te amo.
Liam: Te amo.
Amaba a Liam. Era lo mejor que me había pasado. Cerré mis ojos, saboreando mis
pensamientos sobre él. Mi corazón se agitó, y mi sonrisa se ensanchó.
Mientras abría los ojos lentamente, atrapé algo en el reflejo del cristal. No, no podía
ser. Me di la vuelta, y allí estaba. Tendido en el borde de la fuente, aferraba su
teléfono contra su pecho. Lucía patéticamente delicioso.
Caminé y me detuve sobre él, proyectando una sombra. Sus ojos estaban cerrados.
Debió haber sentido mi presencia cuando abrió un ojo para mirarme.
Rio entre dientes. Su labio superior se curvó en una sonrisa, mostrando el hoyuelo
en su mejilla.
—Debes saber que soy muchas cosas, pero un vagabundo no es una de ellas. —Usó
su mano para proteger sus ojos del sol—. Estoy muriendo.
—¿Estás muriendo? —Levanté mi ceja y reí un poco más. Puede ser tan
dramático—. ¿Y por qué eso?
—Al menos te estoy dando un poco de sombra. Hace un calor infernal. Vamos,
levántate. Vamos a conseguirte un poco de agua. —Le tendí la mano para ayudarlo
a levantarse.
268
—Tengo agua aquí. —Metió su mano en la fuente—. No te rías. Desgarré mi
tendón, y ahora mismo, esta es la posición más cómoda. Estoy esperando a que se
arregle.
—¿Qué clase de corredor eres? —Puse mis manos en mis caderas—. ¿No estiras?
No podía creer que iba a hacer esto, pero se hallaba lesionado. No tenía otra
opción. Era enfermera, y tenía un deber.
Su piel brillaba a la luz del sol mientras sudor corría por su rostro. Su cabello
estaba echado hacia atrás. Cuando me incliné ligeramente, sus manos se alzaron y
rozaron las mías. Abrió sus ojos y se encontraron con los míos.
Sonrió perversamente.
Me recordé que era una profesional. Sin embargo, eso no detuvo los golpes en mi
pecho o el rubor que besó mis mejillas. El calor tampoco estaba ayudando a la
situación.
—Nop. No te creo.
Balanceó sus piernas lentamente y se irguió. Me moví para sentarme junto a él.
Tecleó en su teléfono y sacó una foto de él. Estaba usando una gorra de ducha y
haciendo el tonto con los brazos estirados de par en par mientras sacaba la lengua.
Parecía un completo payaso. Rick era juguetón, pero nunca lo había visto tan feliz.
—Fue toda una experiencia. Creo que soy un hombre mejor debido a esto —dijo.
Le di un codazo en el hombro.
—Estoy orgullosa de ti. —Siempre supe que en el fondo, este hombre se estaba
escondiendo y esperando el momento adecuado para salir. Una parte de mí se
sentía reivindicada. No había estado alucinando cuando supe que existía más para
él. Siempre tuvo tanto potencial.
—A veces me sorprendo. No podía creer que algo que me humillaba podía ser
gratificante. Me sentí tan entusiasmado que ahora voy a involucrar a mi mamá. —
Asintió con un gesto de satisfacción.
—¿Quién eres? ¿Qué has hecho con el idiota egocéntrico y arrogante que me
rompió el corazón? —pregunté, medio bromeando, mientras me inclinaba hacia él.
Estaba loca por siquiera hablar con él. Era completamente loco participar en este
juego. Mis amigas romperían mi cuello, y sabía que Liam no lo entendería. Se
convertiría en un hombre de las cavernas. La verdad era que Rick me hizo daño,
pero esto me hacía sentir mejor. No tenía sentido, pero por una vez, decidí no
analizarlo en exceso.
—¿Estarás bien?
—¿Yo? Por supuesto. Soy Superman. Va a llevar mucho más que un isquiotibial
desgarrado para acabar conmigo. —Cojeó en un círculo.
—¿Has estado ejercitando? —pregunté, acariciando su estómago. ¿Por qué fui allí?
Tuve que recordarme que lo estaba ayudando. Era una buena samaritana. Cuando
incliné la cabeza, me sonrió. Maldito hoyuelo.
abriéndose paso hacia su auto. ¿Por qué Madison no puede ser así?
—De nada, y gracias, creo.
Eso era lo más extraño que me habían dicho. Miré mi reloj para ver que tenía unos
quince minutos antes de que Macy y Candace llegaran para nuestro último brunch
juntas. Se me acababa el tiempo. Busqué posibles excusas en mi cabeza. La más
convincente era que había dejado algo en mi auto y tuve que volver por ello, pero
sabía que no funcionaría. Finalmente, decidí decirles que hacía demasiado calor
afuera, así que había decidido leer en la cama y encontrarme con ellas a tiempo.
Esa parecía una buena excusa. Tenía que ensayarlo unas cuantas veces hasta que lo
creyera. No quería que sonara como una mentira.
—Estás tan lleno de mierda. Te olvidas que sé que eres el maestro de todos los
vendedores. La pregunta es, ¿qué estás vendiendo?
—No estoy lleno de nada más que querer ser un hombre mejor. Lo juro. He
cometido muchos errores en mi vida porque era un idiota. Estoy tratando de hacer
mejores elecciones y cometer menos errores.
—Quiero creer eso. Si lo que he visto es un indicio, entonces creo que te estás
moviendo en la dirección correcta. Eres un buen hombre, Rick. —Metí un mechón
de cabello que se había aflojado de mi trenza—. Será mejor que me vaya.
—Daniela, gracias por todo. Si no fuera por ti, todavía estaría paralizado y
muriendo junto a la fuente. Me salvaste.
—Mírame. Sé cómo te sientes. Me lo recuerdas cada vez que te veo. Te he dicho una
y otra vez que no soy una amenaza. Menos de una hora atrás, estaba muriendo al
sol, y ahora aquí estoy, caminando. Eres una hacedora de milagro. Así que, sí, te voy
a comprar una Coca-Cola la próxima semana. Es un pequeño precio a pagar por mi
salud.
—También yo. Cariño, eres una hacedora de milagro. Pusiste tus manos en mis
piernas, y podría empezar a bailar aquí mismo. —Mientras se mordía el labio
inferior, comenzó a mover la parte superior de su cuerpo y haciendo círculos con
sus manos en el más ridículo intento de baile—. De hecho, creo que puedes ganar
algo de dinero. Podemos poner una carpa aquí en Lincoln Road. Todos los bichos
raros vendrán y querrán que los toques. Eso es algo seguro.
Y así como así, los viejos patrones resurgieron. Era inofensivo. Sabía que podía
manejar esto.
Volví corriendo. No quería contar una mentira descarada a mis amigas. No era mi
manera de ser. No estaba haciendo nada malo. En cierto momento, mientras
entraba en un ligero trote, pensé en lo irónico que sería si me daba un tirón por
regresar corriendo. Sacudí el pensamiento, pero sabía que si eso sucedía, lo
273
Mientras cruzaba la calle, pude ver Van Dyke’s. Vi que Françoise estaba trabajando
en el servicio de mesas al aire libre. Cuando me vio, me saludó. Me sentí
esperanzada de que todo saldría bien.
—¡Hola! —Macy llevó su cabello hacia atrás mientras se sentaba—. ¿Qué diablos te
pasa?
Examinar el menú pero ordenar exactamente la misma cosa cada vez era parte de
nuestro ritual.
—Oh, por favor, es una sauna aquí. Tiene que haber por lo menos cuarenta grados,
y mis hormonas están bien. —Resoplé—. Comencé con la píldora la semana
pasada. ¿Sabes lo que significa?
—Chica, revisa tus hormonas. Habla con tu médico. Esa píldora está jugando con tu
termostato. Hay veintiséis grados. —Luego, se inclinó hacia mí, apoyando los codos
sobre la mesa—. ¿Vas a contarme algo jugoso? ¿Por favor? Estoy muriendo en esta
zona muerta.
Tenía que lidiar con esto yo misma, y me sentía segura de poder manejarlo. No era
tan malo. Si Rick realmente era peligroso, ya habría hecho su movimiento. Lo que
había dicho era cierto. No era una amenaza. Lo peor que podría pasar sería que
Liam se enojara porque no se lo contara antes. Pero, en realidad, Rick y yo no
hicimos nada malo, y ya no estaba desquitando mi mierda de Rick en Liam. Era
beneficioso para todos los involucrados. Todo esto fue conciliado en mi cabeza en
cuestión de segundos.
—Lánzame maldito hueso. He sido muy buena. Te prometo que no diré nada. Por
favor. Pruébame —suplicó Macy.
—Dani, te veo todo el tiempo, así que no necesito seguir levantándome temprano
solo para arrastrar mi culo hasta aquí. Podría estar en la cama con Chris ahora
mismo. —Hizo malabarismos con sus manos de arriba abajo cuando dijo—: Tú.
Chris. Tú. Chris. —Rio—. Conozco todo el asunto de las chicas antes de las pollas,
pero en serio, tiene una polla fabulosa. Recuerda, soy adicta a ella. Por cierto,
¿cómo es la polla de Liam?
—Tienes que reducir la velocidad con ese refresco. —Igualó mi ceja levantada—.
Estás bebiendo ese veneno como si fuera agua. Tus riñones realmente deben
odiarte. Sé que lo hago ahora mismo ya que estás siendo tan fastidiosa.
—Ahora, esto es lo que me encanta ver —dijo Candace mientras dejaba caer su
bolso sobre la mesa y retiraba su silla. Enderezó la mesa mientras Françoise se
acercaba con su agua y un tazón con limón—. Mis dos mejores amigas se están
llevando bien como las hermanas que son. Puedo ir a Jacksonville en paz ahora.
Necesito detalles, y entrégame el menú.
Françoise nos trajo nuestros pedidos y repuso nuestras bebidas incluso antes de
que bajáramos nuestros menús. Se aseguraba de que nuestro tiempo juntas fuera
sutilmente perfecto.
E
ntre al vestíbulo cojeando con mi maldita pierna doliendo como el
infierno. Joder.
Asentí. Si hacía algo más, iba a explotar con cada palabrota vulgar que había
retenido mientras Daniela me había torturado con ese maldito estiramiento. La
única cosa que me había hecho superar ese castigo era el hecho de que mi pierna
se había rozado contra su teta mientras sus manos habían estado aferrándose a mí
con mucho esfuerzo. Joder. Había lucido caliente encima de mí. Podía imaginarla
montando mi polla mientras mis manos se estiraban para apretar sus tetas. Pronto.
—La Sra. Stuart está esperándolo junto a la piscina. Tome el ascensor hasta el
cuarto piso, y siga el pasillo hasta el final. Verá la entrada hacia el deck de la piscina
—me informó Walter.
Nunca me había aventurado más allá del vestíbulo. Esta podría ser la rama de oliva
de Madison. Apenas habíamos hablado ayer. Esperé por el obligatorio saludo de
buenos días, habíamos pasado en completo silencio. Todavía estaba jodidamente
enojado con ella. No sabía por qué me molestaba lo que había hecho. ¿Por qué
demonios me importa a quien se folla? Quizás estaba celoso de que estuviera
teniendo sexo mientras yo me estaba masturbando. No tenía que restregarlo en mi
rostro.
Esta mañana, había comenzado a correr con sprint. Cuando había sentido el agudo
dolor en la parte posterior de mi pierna, apenas capaz de poner mi peso en esta,
277
Suspiró fuertemente.
—Me dio un tirón en el jodido isquiotibial. Muestra algo de compasión. —Hice una
mueca—. Me arrastré a la fuente. Estoy aquí tumbado y no puedo moverme. Necesito
que me rescates.
—Rick, por lo que más quieras. Esta es una oportunidad de oro. Sé un hombre y
aguanta, úsalo a tu favor. Luego ven a verme.
Entonces, aquí estaba, montando el ascensor para ir a verla. Como un idiota hijo de
perra, estaba siguiendo sus órdenes. Más le valía que no tuviera a algún imbécil
con ella. Por lo que a mí respectaba, me había graduado de la Escuela de Madison
Stuart de Castrar a Rick con una A+.
Abrí la puerta que conducía a la piscina. El sol estaba brillante, y el deck tenía
vistas a la bahía. Tumbonas rodeaban la piscina, y allí estaba, la solitaria persona
tomando sol en su diminuto bikini. Con cada debilitante paso que tomaba, la
odiaba más.
—Buenos días, Rick. Toma esto —dijo, apuntando a la mesa. Ni siquiera se molestó
en abrir sus ojos—. Luego, entra en la piscina.
Aunque la odiaba, tenía que admitir que tenía el pequeño cuerpo más caliente. Su
bikini dejaba poco a la imaginación.
Me quité la camiseta y me giré para mirarla cuando entré en la cristalina agua azul
fría como la mierda. Madison vino y se sentó a un lado de la piscina, mojando sus
pies.
—Estoy enojado contigo, y sé que esto va a hacerme el idiota más grande, pero te
odio la mitad del tiempo.
Me paré entre sus piernas y puse mis manos sobre estas. Inclinó su cabeza y sonrió
suavemente.
—Me lastimé la pierna porque no calenté. Daniela me cuidó. Ni siquiera tuve que
pedirle que hiciera nada. Está en su naturaleza cuidar de mí. Es solo cuestión de
tiempo. Tiene que superar su fijación de que está enamorada de ese idiota. Está
enamorada de él, pero lo que teníamos era intenso y profundo.
—El Advil debería ayudar a tu pierna. Le pondré hielo cuando salgas de la piscina.
—Me echó otro vistazo, sin mostrar emociones—. Me alegra que Daniela esté
cayendo en su lugar. Pronto, tendrás todo lo que querías.
Pasé mis dedos de arriba hacia abajo por sus muslos, dibujando diseños. Fue la
cosa más natural de hacer. Sus piernas eran suaves y tonificadas con un bronceado.
Encogió sus hombros y apartó la mirada.
279
Se rio.
Mis ojos siguieron el camino que mis manos estaban haciendo por sus muslos.
Cuando llegaron a descansar en su cintura, levanté la mirada, y jodidamente sonreí.
No era una gran sonrisa ni nada como eso. Solo se sentía bien tocar el cuerpo de
una mujer. Era incluso mejor porque la estaba tocando a ella. Quería seguir
moviendo mis manos hasta bajar el diminuto triangulo sobre su teta. Quería sentir
su pezón endurecerse entre mis dedos. Joder. Mi polla estaba dura. Tenía que parar
porque mis manos se movían lentamente hacia su espalda y mis dedos estaban
empezando a juguetear con la cuerda colgando en la parte superior.
Movió sus ojos a un lado antes de colocarlos en los míos. Me dio una mirada tímida
mientras sus labios se separaban en un puchero juguetón. Si no la conociera mejor,
habría pensado que lucía inocente. Esto era una broma, por supuesto, porque sabía
que debajo de mis manos había una zorra, sirena, y puta come hombres. Pero, por
un breve momento, la vi, y ya no podía seguir enojado.
—Maddy, no quiero pelear contigo. —No quería que supiera que había llegado a
mí. Enderecé mis hombros y aclaré mi cabeza de las imágenes del cuerpo de Maddy
debajo del mío. Me puse serio—. Entonces, acordemos en que no me vas a hacer
enojar de nuevo.
—Eres imposible. —Estrechó sus ojos sobre mí—. Vamos, así puedo enfriar tu
pierna. —Se levantó, sacudiendo su trasero mientras caminaba hacia su tumbona.
—Lo haces, y harás lo que te pida que hagas. —Mientras giraba mi rostro al lado,
grité cuando Madison presionó mi isquiotibial. Es una maldita sádica—. Te
necesito, nena. Quiero que me ayudes a empujar a Daniela sobre el borde.
—Rick, eres un imbécil. No haré nada que no quiera hacer. Daniela estuvo un poco
Florence Nightingale8, viniendo a tu rescate y cuidando de ti. Fue poético y
perfecto. Deberías agradecerme y quizás incluso construir un santuario en mi
honor. Digamos que estoy lo suficientemente loca para comprar tu mierda. No
funcionaría. No me muevo en los círculos de Daniela. Ni siquiera hago la cosa de
novia. Es para mujeres débiles que no pueden valerse por sí mismas ya que confían
en la camaradería de otros para atravesar la vida.
Cuando me enderecé, se puso de pie con sus brazos cruzados y sus labios
fruncidos.
—Pensaré en ello.
Cuando entró en una prenda sin tirantes, mi polla estaba en máxima alerta. Maldita
sea. Observé mientras se movía y se deslizaba en ese vestido.
—Maddy, gracias —dije, secándome con la toalla—. Sí, mi pierna está mejor. Eres
la mejor. Te recogeré en un par de horas. Tenemos cosas que hacer.
—Sé que estás ocupada. Vas a hacer compras de Navidad conmigo. Hice una cita
con Daisy para ver algunas de sus joyas.
También tomé el papel de Protector del Coño de Madison. No había manera de que
algún hijo de perra se acercara a ella si yo estaba cerca. Entonces, estaba cerca tan
a menudo y tanto como podía estar. Después de que tuviera a Daniela donde
necesitaba estar, lo cual era en mi jodida polla, iba a someter a Madison a la
Escuela de Rick Marin de Reforma de Maddy.
áreas de mi vida. Los chicos volvieron a jugar básquetbol los jueves. Jugábamos
ferozmente en la cancha, y Liam ya no era el único chico maravilla tirando al aro.
Las probabilidades se estaban igualando. De hecho, se estaban apilando en mi
dirección. No sabría que lo golpeó, y no me importaba una mierda. Daniela fue mía
antes de conocerlo, y por el aspecto de su labio tembloroso, todavía lo era. Solo se
le tenía que recordar.
—Oye, Chris —dije—, antes de que lo olvide, Madison quería que te diera estos. Es
para su clase de yoga. —Saqué los certificados que Madison me había dado como
parte de la Operación Escalda.
Mi objetivo era recuperar a Daniela antes de Año Nuevo. Había decidido que
Madison tenía que intervenir. No había mejor manera de hacer eso a que Daniela y
Madison pasaran el rato. Le debía mi bola izquierda a Maddy y quizás también la
derecha.
—Amigo, no hago yoga. Eso es para chicas —dijo Chris rotundamente, mirándome
como si me hubiera crecido una vagina.
—No, idiota, es una clase para mujeres. Maddy, um… Madison quería que te los
diera para tu novia y sus amigas.
—¿Maddy? —Chris se rio entre dientes—. ¿Qué está pasando contigo y Maddy
Stuart? La última vez que pregunté, cambiaste de tema. Has estado pasando mucho
tiempo con ella últimamente.
Realmente odiaba cuando Chris se movía de idiota a hijo de perra. Por su tono y
expresión, había hecho la transición en un abrir y cerrar de ojos.
Ira surgió cuando me imaginé a ese imbécil de Alex, Chris, y una gran cantidad de
otros hombres que la miraban como una jodida comida. Fui consumido y estuve
283
—Jódete, Chris. —Me puse en su rostro—. Es mi amiga, así que jodidamente cuida
lo que dices antes de que te patee.
entendiera.
Chris miró a Liam.
Di un paso atrás y comencé a pasearme. Mientras abría y cerraba mis puños, sacudí
la tensión de mis brazos y cabeza, estirando mi cuello de lado a lado. Yo mismo
estaba confundido. Nunca había perdido el control o me había vuelto físico. Era un
amante, no un luchador.
Me sentía poseído por una fuerza poderosa. Ella ni siquiera estaba aquí, y aun así
me estaba jodidamente molestando. ¿Por qué demonios tiene que ser tan puta esta
hija de perra? La recordaba diciendo que era su turno de olvidar. ¿De qué carajos se
trata todo eso?
Había estado cerca de golpear tanto a Chris porque la había llamado por lo que era.
No tenía nada que perder explicando mi relación con Madison. Quizás podrían
arrojar alguna idea de por qué jodidamente me enojaba todo el tiempo.
Liam se quedó de pie ahí, lanzando el balón de básquet entre sus manos.
—Entre Lucas y tú, siento como que si estuviera viendo uno de esos comerciales de
control de natalidad. Joder. Los dos necesitan que les crezcan algunas bolas. —
Después de que las palabras salieran naturalmente de su boca, protegió su rostro
cuando Liam se giró y apunto el balón hacia él.
Después de que mi masculinidad fuera retada, fuimos por bebidas, y así comenzó
mi educación con la primera jarra, la segunda jarra, y luego la tercera, o quizás era
la cuarta. ¿Quién sabe? Perdimos la cuenta.
Liam nos miró, sacudiendo su cabeza. Se inclinó hacia mí. Como si estuviera
compartiendo el secreto de la vida, dijo:
Liam estaba siendo un jodido filósofo, y con mucho gusto tomaría consejos
prácticos del imbécil que estaba follando a Daniela. Obviamente sabía lo que
funcionaba con ella.
—Tienes que amarla más de lo que amas a tu polla —dijo en un tono que parecía
estar haciendo un punto obvio.
Estaba perdido. Eso sonaba como la misma mierda que dijo antes.
Chris solo asintió en acuerdo mientras miraba su cerveza con ojos vidriosos.
—Ustedes dos son una causa perdida. Déjame embrutecer esto para ti. —Liam
puso sus ojos en blanco—. Ella tiene que importarte más de lo que tu polla lo hace.
En pocas palabras, follar no crea una relación duradera. No me malinterpretes. Es
286
—Ha pasado un largo tiempo. Entonces, sí, pienso que podría amar a esta chica
más que a mi polla. Mi polla está jodidamente enojada conmigo justo ahora. ¿Sabes
que jodidamente eché a Lise mientras tenía su coño en mi rostro y mi polla en su
boca?
Los ojos de ambos casi se salieron de sus cabezas mientras sus bocas caían a la
mesa. Merecía un trofeo. Lise era un modelo caliente con un cuerpo fenomenal.
—Puedo ver que no has estado escuchándome en absoluto. Amigo, deja de pensar
con tu jodida polla. Tienes que amarla más de lo que amas a tu polla. Confía en mí,
es una cosa maravillosa —dijo Liam.
—Jódete, Chris. Puedo detenerme —dijo Liam, encogiendo sus hombros. Apartó su
vaso.
—Cállate, Chris. Esto es bueno. Continúa. —Hice señas con mis manos para que
Liam continuara. Esto era información valiosa.
—Tu polla es secundaria para su corazón. Simple y llano. —Liam sacó su celular—.
Estas son fotos de mi chica. Es hermosa. Mira esa sonrisa de un millón de dólares.
La primera vez que la vi, actué como un adolescente cachondo. Joder, la deseaba.
Podría haber enterrado mi polla en ella frente a toda la clase de RCP. Me excita
287
como nadie más, pero no lo presioné porque me importaba más ella que mi polla.
—Se incorporó y me miró fijamente a los ojos—. Cuando encuentres a la única, la
amarás más de lo que amas a tu polla. No es sobre ti. Es todo sobre ella.
Qué marica.
Estaba jodidamente borracho, así que llamé a Madison para que me recogiera.
Escuché por casualidad a Liam llamando a Daniela por un aventón. Estaría ahí en
cuestión de minutos.
—Oh, sí, sobre esa clase de yoga. Dani realmente amaría eso. ¿Ves? Esto me ganará
puntos porque la conozco y sé lo que le gusta.
Cuando Liam me tendió la mano por los certificados, realmente sentí pena por él.
—Toma esto por lo que quiera que sea. Tu amiga es más que una amiga. No vas
contra tu hermano por una chica a menos que te tenga loco, y si no estás
durmiendo con ella, entonces estás mal.
—No es así. Realmente somos solo amigos. Seguro, me preocupo por ella, pero no,
la odio la mayoría del tiempo —dije.
Envié un mensaje de texto a Maddy para ver cuándo estaría aquí para recogerme.
Él estaba equivocado. Debió presentir que estaba sucediendo algo, y solo estaba
tratando de quitarme del camino de Daniela.
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—Solo asegúrate de que la única a quien estas persiguiendo vale la pena dejar ir a
esta. —Me dio una palmada en el hombro antes de salir.
Daniela valía la pena todo, y Madison era solo mi amiga. Siempre lo sería, así que
no estaría renunciando a nada.
Cuando la costa estuvo despejada, regresé y bebí otro trago. Había pasado un largo
tiempo desde que estuve intoxicado y no podía recordar cuándo había estado
ebrio. Me senté atrás y esperé, y esperé, y esperé un poco más. Cuarenta y cinco
minutos más tarde, Madison entró, girando cabezas. Vi el espectáculo desde mi
mesa. Había una razón por la que podía ser follada por casi cualquiera que ella
quisiera. Madison no era solo preciosa. Lucía jodidamente lamible. Se pavoneó
hacia mí con su ceja alzada en desprecio. Estaba molesta.
No podía evitar amar cuando hacía mierda sexy ruda como esa.
Llevando una enorme sonrisa en mi rostro, la seguí con mis manos en sus caderas.
—¿Interrumpí algo? —Casi me había metido en una pelea por su maldito coño, así
que esperaba haber arruinado su revolcada.
Se giró, siseándome.
—Tienes que dejar de ser un jodido bloquea polla. Estoy más molesta sobre eso
porque estoy caliente, y ahora, tengo que contar con mi maldito vibrador.
Pasé mis labios por su cuello. Sabía tan bien como había imaginado. Inclinó su
cabeza a un lado, queriendo más.
289
—Esta noche, cuando estés follando tu vibrador, llámame. Quiero escucharte venir.
—Golpeé su culo y entré en el auto.
Se instaló en el asiento del conductor.
—Gracias, Maddy. Eres mi mejor amiga. Te debo una grande. Lo que sea que
quieras, es tuyo.
L
as luces centelleantes en el árbol de Navidad brillaban en la sala de estar
oscurecida. El aroma del bálsamo de abeto llenaba el aire. Las vacaciones se
nos vinieron encima, y antes de saberlo, la Navidad estaba a solo un par de
días.
Me acurruqué debajo de una manta con una taza de té caliente y mi Kindle. Había
estado yendo a una clase de yoga donde había conocido a mi nueva amiga,
Madison. Resultaba ser una gurú de la salud y mi último proyecto. Había estado
ayudándome a eliminar mi consumo de soda de dieta, por ello mi taza de té en
lugar de mi preferida botella de seiscientos mililitros de soda de dieta, y estaba
tratando de romper su cáscara exterior. Ella era mucho más exitosa que yo.
No había hecho yoga en un largo tiempo, y lo extrañaba. Era raro cómo Rick y yo
habíamos hablado de eso, y entonces Liam había llegado a casa con un certificado
de regalo para una clase. Lo tomé como una señal para volver al balance. El
momento era realmente genial. Con Candace lejos en Jacksonville y Macy en
período de prueba, necesitaba a alguien con quien congeniar. Liam era mi mejor
amigo, y sí que le iba con mis problemas, tal vez un poco demasiado seguido. Era
tan bueno y paciente conmigo, pero era un hombre. Necesitaba a alguien que me
escuchara desahogarme. Necesitaba a alguien que pudiera trabajar en mis
problemas conmigo, tan absurdos como fueran, sin decirme cómo arreglarlos.
Parte del proceso era el viaje, no siempre el destino. Liam no entendía eso, y estaba
perfectamente contenta teniéndolo como mi hombre y no mi mejor amiga.
Madison era genial. Era una combinación de la putería de Macy con un poco de la
actitud ruda de Candace sin la parte formal y correcta. Podía vivir con eso. La
mejor parte era que no estaba asociada a mi pasado o mi presente, así que podía
291
hablarle sin preocuparme de que me juzgaría. Después de todo, aprendí
rápidamente que sería la última persona en lanzar una piedra.
—Esa es la cosa más repugnante que he consumido alguna vez en mi vida. Asqueroso.
—Te acostumbras a ello. —Madison bebió un trago doble y luego golpeó el vaso en el
mostrador—. Si empiezas a comer sano y recortas toda la basura procesada de tu
dieta, verás una diferencia considerable. Después de un tiempo, comenzarás a
anhelar jugo de germen de trigo.
—No estoy segura de esto. El germen de trigo sabe a culo. Ahora mismo, mi cuerpo
está anhelando una soda de dieta congelada. —Me encogí de hombros y me reí—.
Pero esta clase de yoga es perfecta. Puedo hacerlo antes de ir a trabajar,
especialmente dado que Liam generalmente está levantado y afuera para este
momento.
Madison nos ordenó batidos verdes. Me dijo que confiara en ella, y no tenía razón
para no hacerlo. Fuimos a una pequeña mesa cerca de la ventana.
Sorbió su batido.
Podrías pensar que estoy loca. No es nada personal, pero tú no pareces del tipo
romántico. Sin embargo, yo lo soy. También leo novelas de romance. Me encantan,
pero enloquecen a mis amigas. —Con un meneo vertiginoso, saqué mi teléfono para
mostrarle mi álbum de Liam—. Este es el hombre que hace que mi corazón deje de
latir. —Casi utilicé una expresión más gráfica tomada de mi vasto arsenal literario
para explicar los sentimientos que Liam provocaba en mí. De alguna forma, no creí
que apreciaría los muslos ardientes y respiraciones entrecortadas, así que lo mantuve
limpio.
Después de ese día, había comenzado a ir a yoga tres veces a la semana. Después de
la segunda semana, Madison y yo nos habíamos metido en una rutina de beber
chupitos de germen de trigo después del yoga. Básicamente, hablábamos sobre
salud y nutrición. Todos los intentos de discutir su vida personal fueron
derribados. Se volvió mi misión ayudarla. Si nada más, claramente necesitaba una
amiga.
Abrí mi Kindle para leer, pero las luces en el árbol de Navidad estaban
distrayéndome. Mientras Liam estaba trabajando esta noche, me senté en su sofá
con su camiseta bajo su manta. Mientras más lo amaba, más me inquietaban los
riesgos de su trabajo. Me quedaba aquí para sentirme cerca de él y de alguna forma
hacer que se mantuviera a salvo. Amaba tenerme en su cama, y le complacía mucho
mostrarme cuánto. Me apoderé de la mitad de su armario, la mayoría de su baño, y
un par de cajones. Apenas dormía en mi casa, excepto los jueves por la noche
cuando él jugaba al básquetbol. Técnicamente, no me había mudado, pero esto se
sentía como casa para mí.
Las luces se atraparon en uno de los adornos, proyectando una imagen en la pared.
293
No era nada específico, solo un juego de luces y vidrio, pero me recordó algo que
había dicho Madison.
Recién terminábamos una intensa clase de yoga, así que estábamos cruzando la calle
hacia el bar de jugos para nuestras tradicionales bebidas después de clase. Madison
era una persona interesante. Ella nunca había mencionado mi relación otra vez. Me
sentía mal por ella. Vivía detrás de una gran pared. Era cerrada y en desesperada
necesidad de una hermandad.
Le había hablado a Liam al respecto. Me había dicho que no me acercara a ese tema
ni a tres metros con un palo. Había dicho que ellos tenían que resolver las cosas por sí
mismos. Por supuesto, ese había sido todo el estímulo que había necesitado.
No había planeado hacerlo, pero esto me dio una oportunidad para hablar de algo
personal con ella. Tal vez podría averiguar sobre esa torre detrás de la cual se
escondía y aprender algo sobre el él en “ellos” al que se había referido Liam.
—Creo que las personas pueden evolucionar. Si maduran a través del proceso, están
abiertos a convertirse en una mejor persona, pero al final del día, somos quienes
somos. ¿Por qué preguntas? —Comenzó a jugar con sus manos, mirando sus uñas,
mientras enlazaba y desenlazaba sus dedos.
—Ojo por ojo. —Mis ojos bailaban con diversión—. Te conté sobre Liam y dejé caer el
nombre de Rick. —Me incliné hacia adelante, apoyando mi barbilla en mis manos—.
Ahora, es tu turno.
—¿Mi turno para qué? No hago la cosa de compartir con amigas, pero porque me
gustas, te daré solo esto. Tampoco hago la cosa del novio, así que no hay nada que
contar. Puedes contarme sobre Rick si quieres o no. —Su expresión estaba en blanco,
y su muro era alto como el cielo—. No hace una diferencia para mí… a menos que
haya problemas en el paraíso. Entonces, podría estar dispuesta a lanzarte un hueso.
—Madison se recostó en su silla, pareciendo lista para el desafío.
—El amor es una ilusión. Vemos lo que queremos hasta que el reflejo cambia. —Se
encogió de hombros sutilmente—. Al menos esa ha sido mi experiencia. Es frágil
como un castillo de naipes. Cualquier cosa puede derribarlo, y luego todo lo que
tienes es un desastre. Preferiría controlar mi ambiente. El contacto humano es
esencial. El sexo es una cosa maravillosa, así que lo tengo en mis términos. Sin
ataduras, sin cariño, y sin ilusiones. —La comisura de su boca se levantó en una
sonrisa—. ¿Quién es Rick? —preguntó Madison, su tono tranquilo y suave.
—Rick es mi ex.
—Lo amaba, pero rompió mi corazón. No dejé entrar a nadie hasta que conocí a
Liam, y entonces nos enamoramos. El amor es real. Conquista todo y dura toda una
vida. —Me enderecé—. ¿Quién es él?
Ahora, estábamos llegando a algún lado. Tenía razón en una cosa. Madison no era
una romántica. Su visión del amor y su referencia al hombre que estaba claramente
bajo su piel era solo era dura y amarga.
Se encogió de hombros.
—Sí, pareces ser una experta en la negación. Haz lo que tengas que hacer. Como dije,
el amor es solo una ilusión. Se cuidadosa. Ahora, enfoquémonos en lo que es
importante. ¿Cómo está tu nutrición?
Me puse de pie para ver qué adorno era culpable de la luz mostrada en la pared.
Admiré el hermoso árbol.
Pobre Liam. Lo hice ir a tres lotes diferentes antes de haber elegido el árbol
perfecto. Siempre me consentía. Estaba segura de que había pensado que los tres
árboles lucían igual, pero ni una vez se había quejado o me había hecho pensar que
estaba siendo tonta. Después de que hubiéramos llegado a casa y puesto el árbol,
me había asegurado de mostrarle mi máxima gratitud.
Una sonrisa calentó mi corazón mientras pensaba en ese día. Ahí está el culpable.
Era un adorno enmarcado en plateado con una foto de Liam y yo en nuestra
primera Navidad juntos. Liam no era una ilusión. Lo que teníamos era real.
Mi teléfono sonó.
Dani: Leyendo.
Dani: Ignorándote.
296
—Eso es peor que cuando le conté a Chris sobre tu condición. No puedo creerte.
Voy a ponerte en período de prueba. —Lanzó su brazo sobre su rostro—. Entonces,
¿qué dijo Liam? —preguntó con curiosidad.
—No es lo mismo. Liam dijo que no iba a involucrarse y que es entre ustedes dos,
así que debería meterme en mis propios asuntos. Traté de educarlo. Le dije que
como mi mejor amigo, necesitaba entender el código de hermandad. Por supuesto,
necesito intervenir. Él y yo no estaríamos juntos si tú y Candace no me obligaran a
ir a Breathe. Él falló en ver la similitud.
—Sé que estoy en período de prueba, pero estás actuando raro. Necesito saber qué
demonios está pasando —dijo.
297
—¿De qué estás hablando? ¿Cómo estoy actuando raro? —Mientras comenzaba a
revolver mi vino, me pregunté por qué pensaría eso.
Liam: Mucho.
Liam: Besos.
Macy se paró sobre mí, leyendo mis mensajes. La fulminé con la mirada.
—Dani, dime qué está pasando. Cuando estás con Liam, estás feliz y enamorada.
Vengo aquí y veo que estás completamente en casa, usando su ropa. Nunca te he
visto así antes. Es genial. Estoy feliz por ti, pero algo está mal. Estás bebiendo té y
haciendo yoga con esa zorra, Madison. Chris me contó sobre ella. —Macy presionó
sus labios, levantando una ceja.
—¿En serio? —Estaba intrigada. Liam no hablaba, pero Chris era otra historia—.
¿Qué dijo? Ella no es fácil de llegar a conocer.
—No es una santa, y tiene una reputación por ello. Aparentemente, sabe lo que está
haciendo en el dormitorio.
—¿Por qué demonios haría eso? No podría preocuparme menos por Madison. No
voy a atestar a Chris, y no voy a aparecer necesitada acosando a esa puta —dijo,
arrugando su rostro.
—Macy, no te estoy siguiendo. Todo lo que has dicho está bien. Así que, ¿por qué
estás montando una confrontación? —Sorbí mi bebida. Estaba tan confundida—.
Por cierto, no tienes que preocuparte de que Madison tome tu codiciado lugar
como mi mejor amiga.
—Desde que Candace se fue, has estado rara los sábados. Cuando llego a Van
Dyke’s, estás diferente, como si estuvieras escondiendo algo. Veamos. No estás
comiendo, estás teniendo bochornos, estás nerviosa, y estás distraída.
Algo más estaba molestándola, y estaba convencida de que tenía que ver con mi
299
—Te amo como una hermana. —Macy bajó su vaso—. Lo que sea que esté pasando
entre el viernes en la noche y el sábado en la mañana, puedes contármelo.
Estaba segura de que Macy estaba exagerando. Sí, estaba un poco nerviosa y
distraída después de mis encuentros con Rick. Eso tenía más que ver con
apresurarme que nada más. Todo estaba perfectamente bien.
—Voy a interrumpirte. No tienes sentido. Puedo ver totalmente a Liam como Jake.
Liam cavaría ese vaso fuera de la arena, y santa mierda, tiene los ojos azules para
combinar. En cuanto a Rick, es la mierda del perro. No vayas insultando a Patrick
Dempsey comparándolo con Rick. —Se detuvo mientras sus ojos se estrechaban
con sospecha—. Espera un segundo. ¿Rick todavía está molestándote? Si lo está,
patearé su culo.
300
—Nop. No está molestándome para nada —dije, viendo los créditos rodar por la
televisión. Le dije la verdad. No estaba molestándome.
—Me dirías si lo estuviera, ¿verdad?
—Sí, por supuesto. Vamos, casi te comí viva la última vez que lo vi.
Iba a arder en el infierno por mentirle. Solo lo exageraría todo. Madison incluso
había llegado a las conclusiones erróneas.
Rick y yo teníamos un pasado. Ahí era donde estaba. Y qué, teníamos encuentros
espontáneos que nos llevaban de vuelta allí. Era lindo, inocente, y no era un gran
asunto. No estaba pasando nada.
—Te has vuelto un gran peso ligero desde que comenzaste a beber esa mierda de
trigo.
—Lo que sea. Peso ligero —dijo sarcásticamente. Cuando volvió de la cocina,
continuó su análisis de la película—. La moraleja de la historia es que no juegues
con barras de metal en una tormenta y esperes no ser golpeado por un rayo.
Bueno, eso, y siempre hay un final feliz. —Macy se encogió de hombros—. Y tú, mi
querida amiga, definitivamente vas a conseguir tu final feliz.
—Espero que tengas razón siempre y cuando no se haga matar o se aburra de mí.
—La abracé—. Y no fueron golpeados por un rayo, tonta. Se besaron, y fue uno de
los mejores besos de la historia de Hollywood.
—Peso ligero. Eres tan dramática y negativa. He visto la forma en que ese hombre
te besa. Creo que calificaría como uno de los besos más calientes de la historia. Ve a
dormir. Te veré mañana. —Agarró sus cosas y se dirigió a la puerta.
Macy tenía razón. Era un peso ligero. Mi cabeza estaba girando. No podía sacarme
de arriba las observaciones de Macy. Madison había estado equivocada. El amor no
era una ilusión, y yo no estaba en negación, si eso había sido lo que había querido
decir. Miré alrededor del dormitorio bien iluminado. No había sombras jugando en
la pared. No había ilusiones enmascarándose como verdades. Este era el lugar al
que llamaba hogar. Todo estaba bien en mi vida. Tenía todo bajo control.
301
Capítulo 44
Liam
D
ani y yo nos habíamos tomado un tiempo fuera del trabajo esta semana. El
plan era sorprender a mi mamá para Navidad. Había estado rogándome
que la visitara durante meses. Dani ya la había conocido a través de un
videochat en línea, pero ambas estaban emocionadas por conocerse en persona.
Sacudí la cabeza, pensando en algunas de sus conversaciones. Nunca supe que mi
mamá fuera una lectora. Todo habría funcionado perfectamente si ella y mi
padrastro no hubieran decidido romper con la tradición y planear una escapada
romántica, así que nuestro viaje fue pospuesto para una fecha posterior.
En secreto, me sentí aliviado. Quería tener a Dani para mí durante unos días, así
que todo había funcionado perfectamente. Íbamos a pasar la víspera de Navidad, o
Nochebuena, con su familia, y entonces ella sería toda mía.
Las festividades estaban llegando a un fin, y era casi medianoche cuando nos
marchamos. Las calles estaban tranquilas mientras regresábamos a casa. Hogar era
mi casa. Dani había empezado a quedarse allí más a menudo. Había dicho que
necesitaba sentirse cerca de mí mientras estaba de servicio. Había admitido que mi
casa le traía consuelo, y no se preocupaba tanto cuando estaba allí. Me encantaba
302
entrar, oler su dulce perfume, y ver sus cosas de chica por todo el lugar. Más que
nada, me encantaba encontrarla acurrucada bajo mis sábanas. Me metía detrás de
ella y envolvía mis brazos alrededor de su cintura. Lo que odiaba era estresarla.
Me encantaba ser bombero. Era quien yo era. Cada turno ofrecía una aventura. Era
una oportunidad para hacer algo grande y superar el desafío delante de mí. No
había nada más satisfactorio que salvar la vida de alguien, marcar la diferencia, y
golpear a la muerte en su juego despiadado. Algunos días, perderíamos, y esos
serían tiempos difíciles. Otros días, nos sentaríamos y jugaríamos a las cartas,
veríamos deportes, o ejercitaríamos. Eran mi familia, y esa era mi casa.
No era justo para Dani, no obstante. No merecía dormir sola. Llevaba mi camiseta y
abrazaba mi almohada para sentirme cerca. Esas cosas eran jodidamente sexy,
pero la prefería en mis brazos, sintiéndose segura y tranquila.
Como de costumbre, nuestras manos estaban entrelazadas, pero esta noche, Dani
también estaba abrazando mi brazo. Había estado un poco pegajosa durante todo
el día. No me habría importado, pero la conocía mejor. Además, mi brazo se había
quedado dormido y se sentía entumecido. Algo estaba pesando en su mente.
Hablaría cuando estuviera lista. Tomó todo de mí para darle el espacio que
necesitaba para procesar sus cosas. Después de todo, era Navidad. Lo último que
quería hacer era pelear con ella. En este momento, el plan era tranquilizarla tanto
como fuera posible.
—Estás equivocado, solo fueron tres sitios, y no he estado mirando. —Cruzó los
brazos. Trató de contener su sonrisa, pero sus ojos brillaron, traicionándola.
Atrapada. Sacudí la cabeza y me eché a reír. Sabía que había estado husmeando.
Mantenía mis cajones bastante ordenados, pero si bien todo estaba perfecto, sabía
que había pequeños dedos buscando por ahí.
Cuando abrí la puerta delantera y encendí el interruptor de las luces del árbol de
Navidad, fui momentáneamente cegado. Era algo así como las Christmas Vacation
de Chevy Chase. De acuerdo, exageraba. El árbol era hermoso, y Dani había hecho
un trabajo increíble decorándolo y haciéndolo perfecto. Inhalé profundamente,
absorbiendo el refrescante aroma. Nuestra sala de estar olía a pino. Sí, este era
nuestro hogar, y me encantaba pensar en ello de esa manera. Cuando llegara el
momento, lo haríamos oficial.
Por ahora, la estaba dejando tomar la iniciativa. Sabía adónde nos dirigíamos.
Siempre lo había sabido, pero Dani necesitaba hacer las cosas a su propio tiempo.
Cuando estuviera lista, sabía que se zambulliría sin ningún remordimiento y sin
mirar hacia atrás. Hasta entonces, solo metería los dedos de los pies en el agua,
contemplando cada uno de los obstáculos —que usualmente eran sus temores e
inseguridades— de pie entre ella y lo que quería.
Levantó la vista hacia mí con sus ojos brillantes, y pude sentir su corazón
acelerado. Su rostro se iluminó. Ahí estaba, la sonrisa que me había robado el
corazón y lo había mantenido en cautiverio.
304
—Eso es porque aquí mismo, dondequiera que estemos, es hogar. —Me balanceé
con ella en mis brazos, balanceándonos con la melodía en mi corazón—. Creo que
necesitas mirar hacia arriba. —Señalé—. Parece que un pequeño elfo con fobia a la
Navidad colocó muérdago estratégicamente justo encima de tu cabeza.
—El descaro de ese pequeño elfo. Creo que lo pagaste. Esta debe ser la única
manera de que puedas conseguir un beso.
Podía decir que mi chica juguetona se sentía segura. Subió sus manos por mi
pecho, envolviéndolas alrededor de mi cuello, mientras bajaba mi boca hacia la
suya. Su lengua jugueteó con mi labio inferior. Llevé las manos a su rostro,
acariciando suavemente sus mejillas con mis pulgares. Sus labios se separaron, y
metí mi lengua en su boca y la besé con todo lo que tenía en mí para dar. Me
encontró caricia a caricia. El calor entre nosotros era combustible, y la pasión era
intensa. Necesitaba empezar a deshacerme de algo de mi ropa rápidamente. Tan
cursi como sonaba, el amor entre nosotros era poderoso.
Cuando me separé de ella, mis labios la extrañaron. Mi polla estaba doliendo por
ella, y quería hacerle el amor. Estaba sin aliento mientras mi corazón latía en mi
pecho. Era mi dueña.
—Guau, eres barato —dijo, tratando de recuperar el aliento—. Debo devolver los
regalos que te compré. —Soltó una risita mientras tejía sus dedos dentro de mi
camisa.
Entonces me miró con esos grandes ojos marrones que decían “Fóllame”. Podrían
haber estado diciendo: “Te amo, por favor hazme el amor apasionadamente”. Todo
lo que sabía era que mi polla estaba en estado de alerta. Las alarmas estaban
sonando, y la necesitaba.
La besé como un hombre hambriento por su próxima comida. Mis manos estaban
en su cabello mientras las suyas estaban en mi camisa. Toda mi sangre fue al sur.
—Te amo, nena. —Apoyé mi frente contra la suya—. Vamos a abrir los regalos más
tarde, ¿cierto?
Me volvía loco. No era la forma en que el Sr. Hurst lo había explicado en la clase de
salud en sexto grado. Bueno, lo era, pero era más que eso. Mi polla y corazón
chocarían, y mi deseo por ella se convertiría en más que solo un dolor físico y
palpitante. Cuando la miraba a los ojos, me alcanzaba y se sujetaba a mí. Anhelaba
sus labios como alguien que necesitaba un gran vaso de agua en el desierto. Pero el
momento más increíble fuera de este mundo era cuando estaba dentro de ella.
Literalmente nos convertíamos en uno. No sabía que no era una persona completa
306
—Está bien, abriremos los regalos ahora, pero no garantizo tu seguridad después
de los regalos.
—¿Quién dijo que quería estar a salvo? —Sus ojos bailaron juguetonamente—.
Peligro es mi segundo nombre —respondió con atrevimiento—. Pero primero,
quiero darte mis regalos, así que siéntate.
—Te amo —dijo mientras una dulce sonrisa tocaba sus ojos.
disfrutando mi regalo favorito de todos: amándola. Los boletos Heat versus Lakers
fueron un segundo cercano, pero nada se comparaba al sentimiento de ser uno con
ella. Cuando encontré lo que estaba buscando, volví a meterme en la cama.
Lo que fuera que hubiera estado en su mente ayer se había desvanecido después
de haber llegado a casa. Mientras dormía pacíficamente, doblé mi codo, apoyando
mi cabeza en mi mano, mientras observaba su espalda subir y bajar lentamente.
Tiré su cabello fuera de su rostro suavemente y la miré. Hoy, no estaba siendo solo
un tonto. Quería ver su reacción cuando lo viera.
—Buenos días, nena. —La besé suavemente, mi lengua viajando por su mentón.
—Parece que Santa pensó que fuiste realmente buena este año. —Besé la cima de
su cabeza.
—Ábrelo.
confinamiento. Cuando sus delicados dedos la abrieron, su boca cayó, y sus ojos se
llenaron con lágrimas. Chilló.
—Oh Dios mío, esto es hermoso, Liam. Oh Dios mío. —Sus brazos vinieron
alrededor de mi cuello y me besó desesperadamente—. Gracias. Oh Dios mío.
—Sí. —Asintió. Sus grandes ojos marrones se pegaron a los míos—. Esa fue una
noche increíble.
Cuando sus mejillas se volvieron de un bonito tono de rojo, coloqué un suave beso
en sus labios.
—Te amo, nena. No necesitas una llave porque tienes mi corazón. —Pasé mis
dedos sobre el colgante de diamante en forma de corazón—. Quiero que lo uses, así
siempre sabré que mi corazón pertenece junto al tuyo.
Sabía que Dani había sido herida. Hacía mucho que nos habíamos movido de su
pensamiento de que iba a ser un imbécil hacia su sensación de que no me merecía.
Momentos como estos me hacían querer patear a ese idiota de aquí al más allá.
Maldito sea por hacerle esto a ella.
—Sé que lo haces. —Le di un rápido beso en los labios—. No me voy a ninguna
parte. —Enganché el collar, y el corazón cayó perfectamente en su pecho. Mis
dedos jugaron con el colgante—. Esta es la prueba. Cada vez que te preocupes, solo
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recuerda eso que está yaciendo justo aquí junto a tu corazón es mío.
Colocó su mano sobre la mía, llevándola más cerca de su corazón. Clavó la vista en
mis ojos.
—Esto justo aquí —dije, presionando mi mano gentilmente contra su pecho—, esto
es mío. Tu corazón está a salvo conmigo. Puedes confiar en mí. Nunca dejaré que
nadie, incluyéndome, rompa esto de nuevo.
Puso sus brazos alrededor de mi cuello, su rostro a solo centímetros del mío.
M
i cabeza descansaba en la curva del brazo de Liam. Con mi pierna
extendida sobre la suya, mi brazo estirado sobre su pecho mientras
yacíamos en el dormitorio oscuro. Esta era mi posición favorita para
dormir. Podía sentir su corazón latiendo mientras su calor me envolvía. Deslicé mi
otra pierna debajo de las sábanas para encontrar un lugar fresco en la cama.
Escuché el zumbido de la alarma, pero mi cuerpo estaba en un estado completo de
relajación. Se apartó cuidadosamente de debajo de mí. Giré sobre mi costado y
envolví su almohada con mis brazos, inhalando su aroma. En cuestión de minutos,
escuché la ducha corriendo.
Liam y yo habíamos pasado los últimos tres días juntos acurrucados. Era
exactamente lo que había necesitado. Lo que teníamos no era una ilusión.
Mis ojos estaban pesados por el sueño, pero mis oídos estaban sintonizados con
todo a mi alrededor. La ducha se detuvo. Podía escuchar a Liam moviéndose, y mi
cuerpo sintió su presencia. El aroma a café llenaba el dormitorio. Sabía que se iría
pronto. Dormiría cinco minutos más mientras él terminaba de prepararse. Siempre
y cuando estuviera durmiendo, todavía estábamos en nuestra gloria post-Navidad.
Se sentó a mi lado.
—No estoy escapando. Solo estoy despertando a mi Bella Durmiente con un beso.
Usando su camisa polo gris de uniforme y pantalones cargo negro, estaba listo para
trabajar. Bajó la mirada hacia mí con los ojos llenos de amor. Sus labios se
311
—De todos modos, hubieras fallado. Siempre siento cuando no estás a mi lado. Es
uno de mis superpoderes.
—¿En serio? Una bomba podría explotar aquí, y dormirías a través de ello.
—¿Estás segura que son superpoderes? ¿O solo es el hecho de que no puedes tener
suficiente de mí? —preguntó, su voz ronca.
Mi corazón se agitó ante su toque y sus palabras. Era una potente mezcla que me
volvía indefensa.
—¿Solo estos últimos días? Mierda, me estoy aflojando. —Levantó una ceja—. ¿Qué
planes tienes para hoy? —Sus brillantes ojos azules me cautivaron mientras sus
manos se deslizaban hacia arriba por mi camisa. Sus dedos empezaron a apretar y
pellizcar mis pezones.
Gemí suavemente mientras sentía el calor y el palpitar entre mis piernas. Mis
caderas se estaban moliendo contra su creciente erección.
—Lo prometo. —Después bajó sus pantalones, su punta me provocó—. Soy todo
312
tuyo, nena. Por siempre y para siempre, soy tuyo. —Sus labios rozaron los míos
cuando entró en mí.
—Me gusta cómo suena eso. —Lo besé, rozando mis labios cuidadosamente a lo
largo de su rostro.
El sexo con Liam —ya fuera hacer el amor lento y apasionado, o una follada
caliente y húmeda, o el rapidito antes del trabajo— tenían una cosa en común.
Estábamos conectados y completos mientras nos convertíamos en uno con el otro.
Nos sostuvimos por los pocos minutos que nos quedaban antes de que tuviera que
irse.
—Me siento mal de que estés renunciando a tanto porque soy neurótica. Al mismo
tiempo me encanta, pero no quiero que te resientas conmigo por ello —admití.
—No estoy renunciando a nada. Estoy ganando todo. Tengo lo mejor de ambos
mundos. —Inclinó su boca hacia la mía y succionó mi labio inferior suavemente—.
No quiero que te preocupes por mí. No voy a ir a ninguna parte.
—¿Y sabes eso a ciencia cierta? —dije, medio burlándome. Enterré mi rostro en su
cuello, así no podría ver la preocupación en mis ojos. Tenía que olvidar esta
sensación perturbadora que tenía en mis entrañas.
—No quiero pensar en que dejes esta tierra ahora o después, y realmente
necesitamos hablar sobre tus expectativas. Media docena de niños no van a
suceder, amigo.
No pude evitar sonreír. Habló sobre una larga vida y una familia. Ambas eran cosas
que quería con él.
313
Capítulo 46
Dani
D
espués de que caminé con Liam hasta la puerta, deseándole un buen y
seguro turno con un beso, miré alrededor de la sala de estar. Mi sello había
quedado por todo el lugar. En su mayoría eran sutiles toques, como el
arreglo de cojines en el sofá o la manta acomodada sobre la esquina del brazo. Era
también mi Kindle conectado en el enchufe y las revistas extendidas a través de la
mesita auxiliar. Me di cuenta de que estaba jugando a la casita otra vez. Aunque,
esta vez, era diferente. Ahora, estaba en casa.
Tenía un día ocupado por delante, y estaba emocionada de tener algún tiempo de
amigas.
Cuando la clase finalizó, pensé que iba a desmayarme. Me senté en el piso, mirando
hacia el espacio, cuando una mano apareció delante de mí. En su muñeca había un
hermoso brazalete que nunca la había visto usar antes. Madison sonrió
314
ligeramente. Se veía inusualmente delicada. Agarré su pequeña mano mientras me
ayudaba a levantarme.
—Fue un regalo —dijo, mirando el tan bien conocido menú en la brillante pared
verde—. Solo déjalo ser. —Era impasible y distante.
Nunca había tenido que trabajar tan duro para hacer un amigo, y tuve que
preguntarme por qué me molestaba. Podíamos simplemente ser conocidas,
discutir de salud y nutrición, y seguir nuestros caminos felices. Yo era gran fanática
de un proyecto. Ella solo lucía como si necesitara un amigo.
—Tal vez en alguna otra ocasión. —Sonreí rotundamente—. Um, sabes, ge estado
reflexionando sobre algo que dijiste recientemente. Tal vez podrías darme tu idea.
—Había reproducido esa conversación en un eterno circuito en mi cabeza.
Necesitaba sacarlo antes de que me volviera loca.
—Dijiste que el amor era una ilusión, y luego insinuaste que estaba en negación.
¿Qué quisiste decir con eso?
Sus ojos revolotearon hasta el techo. Luego, los estabilizó sobre mí.
—¿Por qué importa lo que piense? —Encogió sus hombros y colocó su batido en la
mesa.
—Solo tengo curiosidad del por qué dices eso. Si no significaba nada, no lo habrías
mencionado. No me pareces el tipo de persona que dice cosas al azar. Parece que
seleccionas tus palabras con mucho cuidado, así que estoy curiosa de por qué me
dices esas cosas a mí.
—Sí, te dije esas palabras, pero no eran necesariamente acerca de ti. —Se
enderezó—. Daniela, eres inteligente, hermosa, y una muy buena persona.
También tienes a dos hombres compitiendo por tus afectos. Estás usando un collar
que asumo es de Liam.
—Y después tienes a Rick, quien resulta estar en Lincoln Road cada sábado,
cortejándote con nostalgia y esperanza. —Se inclinó contra la mesa—. Tienes que
decidir a quién mantener y a quién dejar ir. No creo que seas el tipo de persona
316
para tener una aventura. Esta no es una de tus novelas de romance. Estas son
personas reales, así que deja de vivir en una fantasía y decide.
Si fuera posible, mis ojos habrían salido de mi cabeza mientras mi boca caía y
golpeaba la mesa. Al menos, así era como se sentía. En cambio, la miré fijamente,
sin palabras. Parpadeé rápidamente.
—No puedo creer que esté teniendo esta conversación. ¿Por qué tengo que elegir?
No hay nada que elegir. Estoy con Liam, y así es como se queda. Rick sabe eso. Él y
yo solo somos amigos. Es inocente.
La gata salvaje salió a jugar, y sus garras estaban afiladas. Arañó, masticó, y me
destruyó. La miré, traumatizada. Llevé mis temblorosas manos a mi regazo. Mordí
mi labio tembloroso y batí mis ojos para evitar que las lágrimas brotaran. No había
nada que pudiera hacer para aliviar el dolor causado por mi corazón palpitante.
—Madison.
Una cosa era cierta. Madison seguiría siendo un enigma. Debería haber escuchado
a Liam y no haber tocado eso con un poste de tres metros.
Enterré mi cabeza en mis manos. Sentía como si hubiera sido golpeada por un
camión Mack. Reproduje la conversación una y otra vez. Estaba segura de que
permanecería en una espiral. Está equivocada. Por supuesto, lo estaba. Lo que tenía
con Liam era real. Lo que Rick y yo teníamos era inocente. Tenía todo bajo control.
¿Por qué me llamó Daniela? Nadie me llamaba así excepto Rick.
Macy: Durmiendo.
Sabía que si iba a casa solo me obsesionaría con esas atrocidades que me arrojó
Madison. La única solución era pasar el día con Macy. Podríamos obtener
manicuras y pedicuras, nuestro cabello exagerado, y tal vez también añadir
masajes. Ya teníamos planes para la cena y salida nocturna De chicas de todas
formas. Podríamos tener un día de spa y hacerlo un evento de día completo. Esta
sería la distracción perfecta para borrar las palabras de Madison.
Al conducir hacia lo de Macy, decidí que tenía que hacer una parada importante.
Me detuve en la gasolinera, entré al mini supermercado, abrí el refrigerador, y
saqué una botella de seiscientos mililitros de refresco dietético. La condensación
fuera de la botella se sentía gloriosa contra mi mano. Desenrosqué la tapa.
Inclinando la cabeza hacia atrás, cerré mis ojos mientras llevaba la botella a mi
boca. Dejé que la efervescencia fluyera suavemente por mi garganta mientras me
llenaba una oleada de euforia.
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—Ahhh, delicioso. —Dejé que la efervescencia y el néctar de los dioses endulzado
artificialmente calmaran mis nervios alterados—. Que se jodan Madison y el
germen de trigo.
319
Capítulo 47
Dani
E
ntré silenciosamente en el apartamento de Macy, poniendo mi bolso y mis
llaves en la encimera. Abrí la nevera y guardé la botella extra de refresco de
dieta que compré para más tarde. Mientras Macy dormía, me acurruqué en
su sofá. Esto me dio la oportunidad perfecta para relajarme, sacar mi Kindle, y
ponerme al día con mi última lectura. Era muy reminiscente de los días en que
había vivido con Macy durante mi drama postruptura con Rick. Legítimamente, me
mataría si supiera que estaba hablando con él ahora. Eso solo debería ser
motivación para detener mi tontería.
Decidí que ya no iba a verlo, aunque quería hacerlo. Tal vez solo una vez más.
Quería ese tiempo con Rick. Hacía que el dolor desapareciera. Lo tengo todo bajo
control. Sabía que él quería más. Podía verlo en sus ojos, y podía sentirlo en su
tacto. No, está bien con lo que tenemos. Todo está bien.
Amaba a Liam. Sabía que no le gustaría nada de esto. ¿Es por eso que
convenientemente me olvidé de decirle? Lo odiaría. No sería Madison quien me
dijera que tomara una elección. Sería él.
320
Me sentía atrapada en dos direcciones: el pasado y el presente. ¿Por qué le dije a
Madison que puede que siempre amara a Rick? Estaba enamorada de Liam.
—Debes querer algo si vas a cortejarme con un día de spa, no que fuera a negarme.
—Recogió su teléfono y empezó a hacer citas.
—Dispárenme por querer pasar tiempo con mi mejor amiga en el mundo entero
cuando estoy de vacaciones en casa. Vuelvo al trabajo el lunes, así que tómalo o
déjalo.
—Sí, inténtalo de nuevo. Soy tu mejor amiga en todo el mundo que está en período
de prueba. —Puso sus ojos en blanco, frunciendo sus labios.
—Bien, estás fuera de período de prueba, pero estarás muy decepcionada. No hay
nada que contar —mentí. Tenía muchas cosas de las que necesitaba hablar, como
la avalancha de pensamientos que me estaban ahogando.
Todo se reprodujo en mi cabeza una vez más. Miré a Macy sin saber qué hacer,
sabiendo exactamente lo que tenía que hacer.
—No puedo creer que invitaras a esa zorra a nuestra noche de chicas. —Macy
resopló. Colocó el rímel en el mostrador—. Mira, sé que tienes este complejo de
321
salvadora, y te gustan tus gatos callejeros. Pero ¿siquiera consideraste que tal vez
no queramos salir con ella?
—Mace, relájate. Dijo que no podía. No me estás dejando terminar la historia. Por
cierto, deberías ver el brazalete que recibió por Navidad. Cuando le pregunté sobre
este, sus muros se levantaron. Esa mujer podría trabajar para la CIA. No creo que
nadie pueda romperla en un interrogatorio.
—Como sea. Estoy segura de que uno de sus papichulos se lo consiguió. —Macy se
miró al espejo, delineando sus labios.
—No tengo ni idea, pero ese no es el punto. No vas a creer lo que me dijo. —Dejé
mi maquillaje en el mostrador y me volví hacia Macy—. Está bien, entonces, ya que
estás oficialmente fuera de período de prueba, necesito hacerte una pregunta.
Realmente no me importa si hablas con Chris sobre eso… bueno, preferiría que no
lo hicieras, pero aquí va. ¿Crees que estoy jugando a la casa con Liam?
—Sí —respondió rápidamente. Sacó una muy bonita tonalidad rosa pálida de brillo
de labios para compensar sus ojos ahumados—. ¿Esa perra dijo que estabas
jugando con Liam?
—No, fue peor. Dijo que no lo amaba, que lo que teníamos no era real, y que estaba
viviendo en un mundo de fantasía. —Me apoyé contra el mostrador, preparándome
para la respuesta de Macy.
—Hablas con ella sobre tu relación con Liam, pero ¿estoy en período de prueba?
—Dani, hay muchas cosas pasando aquí. Gracias a Dios estoy fuera de período de
prueba, pero todavía no puedo creer que hayas hablado con esa puta. —Resopló,
mirando mi reflejo en el espejo—. Primero que nada, lo más importante para que
te pongas en esa cabeza dura tuya es que Liam no es Rick, ¿cuántas veces tengo que
decirte eso? —Cruzó los brazos e inclinó la cabeza hacia un lado—. Esa diabla está
equivocada con ustedes, chicos. Y solo estás jugando a la casa porque tienes miedo
322
de que te lastimará, lo cual creo que es estúpido ya que el hombre caminaría sobre
fuego por ti. Se ocupó de tu segunda tarjeta V, pasó la inquisición con gran éxito, y
te dio joyería para Navidad.
—Sí, soy un poco prudente, pero ¿hola? Me he abierto a él. Estoy prácticamente
viviendo con él, le di una llave de mi casa, y como tú tan elocuentemente lo pusiste,
le di mi segunda tarjeta V. —Me preguntaba si eso era suficiente. ¿Por qué no me he
mudado oficialmente? Tal vez yo me estaba conteniendo. ¿Tengo dudas
subconscientes? ¿Estoy perdiendo tiempo por melancolía por Rick? Eso era absurdo.
—Caray, escoges el momento más extraño para tener una sesión de terapia con el
Dr. Phil, de lo cual estoy tan emocionada ya que solo confías en Candace con estos
momentos. Sabía que mi momento llegaría eventualmente, y aquí está. —Agarró
mis manos—. Sí, no solo estoy fuera del período de prueba, sino que he sido
promovida.
—Macy, estás a punto de ser despedida. Candace está de vuelta, así que podría
tener esta conversación con ella. Guardaré mi conversación sexual para ti. —
Retrocedí, apoyándome en el lavabo.
—Si Liam te pidiera que te casaras con él, ¿cuál sería tu respuesta?
—Sí —exclamé, sonriendo. Me casaría con Liam y tendría sus bebés. Por otra parte,
no me parecía que hubiera pasado tanto tiempo desde que pensé que iba a
casarme con Rick. ¿Por qué estoy repentinamente confundida?
—Entonces, dime, ¿es esto lo que te ha estado carcomiendo? ¿O hay algo más? No
se lo diré a Chris. —Entrecerró sus ojos, mirándome con recelo.
Quería gritar, ¡Sí, hay más! Pero no había manera de que fuera a contárselo. Por
ahora, esto era más que suficiente.
—Si hay más, entonces la respuesta es no. —Me miró fijamente, implorándome que
me abriera.
—Bueno, ahora que estoy oficialmente fuera del período de prueba, dime… ¿es
323
bueno en la cama?
—Macy, eres imposible, pero está bien. —Levanté la mirada, recordando cada vez
que Liam y yo habíamos hecho el amor—. Es genial en la cama, en el auto, en el
suelo, bajo el árbol de Navidad, en el sofá, en la encimera, en la silla, en la ducha,
contra la pared, y en el barco. —Sonreí, pensando en cómo me tocaba, me besaba, y
me sostenía. No podía negar lo que sentía por él.
—Guau —dijo ella, abanicándose—. Eso es más de lo que puedo manejar. Estaba
en una hambruna, y ahora, me estás lanzando todo esto. Estoy sobrecargada de
información visual.
Dejen a Macy y sus teatros para hacerme reír cuando estaba al borde de un
colapso.
—Macy, ¿qué crees que debo usar? Liam vetó el vestido que usé la última vez. —
Saqué algunos vestidos y los puse en la cama.
—Digo que no al vestido que usaste la última vez pero por diferentes razones. Liam
necesita relajarse. Te veías caliente —gritó Macy desde el baño.
—Creo que voy a ir con este sencillo vestido negro de una manga. Liam es solo
protector. Déjalo en paz. Me gustan sus maneras de hombre de las cavernas —dije,
sosteniendo el vestido delante de mí—. No te puedes equivocar con un pequeño
vestido negro.
—¿Recuerdas la última vez que estuvimos listas para salir? —preguntó Macy al
entrar en el dormitorio. Agarró un vestido pequeño y se metió en este—. Estuviste
hiperventilando, pensando en un bombero caliente que quería practicar RCP.
—Oh, sí, quería sentir ese movimiento lento, constante y profundo. —Llevé mi
mano a mi collar y jugué con el corazón—. Fue el día en que Liam tocó mi corazón
y me devolvió a la vida.
Macy puso sus brazos sobre mis hombros. Colocando su cabeza junto a la mía,
susurró:
—Nadie merece esto más que tú. —Me apretó los hombros—. Él es el trato real.
Creo que los dos hicieron clic en la forma en que lo hicieron porque el tiempo era
324
—Bueno, tengo mis momentos. Ahora, pon tu culo en marcha. Necesito mi dosis de
Chris. —Me golpeó el trasero y agarró su teléfono—. Le escribiré a Candace y le
haré saber que estamos listas para irnos.
Liam: Impresionante.
Liam: Voy a hacer que hagas más que eso cuando llegue a casa.
9Juego de palabras. Dani escribe: “Are we getting a little cocky?”. “Little cocky” puede ser “un poco
arrogante”, pero a la vez puede referirse a un pene pequeño.
Dani: Eso es malditamente seguro.
Dani: Te amo.
Liam: Besos.
—Vamos, chicas. Tengo información de que hay Cosmos con nuestros nombres en
estos.
326
Capítulo 48
Dani
B
reathe era exactamente como lo recordaba. Gente hermosa se alineaba a lo
largo de la entrada acordonada. Cuando le dimos al musculoso portero
nuestros nombres, fuimos introducidas rápidamente, evitando la multitud.
La música pulsaba, y la emoción se hallaba en el aire, pero la energía era diferente,
casi hedonista.
Volví a la fatídica noche en que todo cambió para mí. Macy me había arrastrado a
través de hordas de gente mientras se había centrado en Chris, y entonces mi vida
había cambiado cuando había mirado esos ojos azules. Mi corazón se agitó ante el
recuerdo. Lo único que faltaba esta noche era la posibilidad de ese encuentro
casual que alteraba la vida.
Saqué mi teléfono.
—Dame eso —dijo Macy, tirando del teléfono de mi mano—. Estás en un club,
enviando mensajes a tu novio en una noche de chicas. —Metió el teléfono en su
bolso.
—Oye, ¿por qué hiciste eso? Puede que se preocupe si no respondo. —Me estiré
por su bolso.
—Veamos —dijo Macy—, te has perdido los cambios de humor de Dani, los
sofocos, pérdida de apetito, aumento de la libido, arreglos de vivienda, y lo mejor
de todo, su nueva amiga, Madison la Piraña.
Me sentía expuesta. No quería tener que defender mi relación con Liam, no con
Macy, Candace o Madison. Solo quería que me dejaran en paz. Terminé mi bebida y
pedí otra.
—Dani, ¿por qué no le cuentas a Candace por qué Madison no está aquí? —Macy
sonrió.
—Lo declararé de nuevo. Te odio. —Tomé un largo sorbo de mi Cosmo. Podía
sentir los efectos del alcohol en mi cuerpo—. Odiaras sus entrañas, Candace. Es
una zorra. Tiene sexo por deporte, no tiene relaciones, y no tiene amistades. —Bebí
un poco más—. Y me dijo que estaba usando a Liam como un marcador de posición
hasta que tenga la agallas de… —Tomé otro sorbo—. Estar con el hombre que
realmente quiero. Pero para su crédito, es inteligente y puede contorsionar su
cuerpo de maneras que a Liam le encantaría que yo hiciera.
—Y, ya sabes, está equivocada acerca de ti y Liam. Los he visto a los dos, y esa
lujosa joyería alrededor de tu cuello me dice que cierto bombero está caliente por
ti. —Se rio de su propio juego de palabras.
¿Por qué Macy tuvo que nombrar a Madison? Ahora, tenía pensamientos de mi cita
con Rick reproduciéndose en mi cabeza. Imágenes de su sonrisa con hoyuelos, la
forma en que había colocado su mano sobre mi espalda mientras habíamos
caminado, y la forma en que me había mirado destellaba en mi mente. Me estaba
cortejando. La voz condescendiente de Madison me estaba gritando que escogiera.
Cuando cerré los ojos, vi la mirada cariñosa de Liam, y pude sentirlo cerca de mí.
Lo amo. Madison estaba equivocada. Pero si tuviera que elegir, elegiría a Liam. Era
tan simple como eso. Sabía lo que tenía que hacer, y no había momento como el
presente.
—Oye, estaba pensando que deberíamos mover nuestro brunch más cerca de casa
—dije indiferentemente. Bebí a sorbos mi trago mientras mi corazón martilleaba
en mi pecho.
—¿Qué demonios?
—No pensé que fuera un gran problema. —Terminé mi tercera bebida—. Amo más
a Liam. Macy, si estuviéramos más cerca de casa, tendrías más tiempo con la polla
de Chris. —Me giré hacia Candace—. Nunca te ha importado dónde nos
329
Tenía coraje líquido. No tenían ni idea de que esto era lo más cuerda que había
estado alguna vez. Mi cabeza comenzó a girar. Estaban hablando demasiado
rápido. Quería tener media docena de bebés con Liam.
—¿Qué significa amar más a Liam y qué tiene que ver con esto? —añadió Candace.
—Y Macy tiene suficiente exposición al pene de Chris. —Hizo una pausa—. Por lo
que a mí respecta, me gusta ir a Van Dyke’s. Me gusta la tradición. Así que explica
qué tiene que ver con Liam.
—Esto no tiene nada que ver con Liam —mentí, diciendo mis palabras muy
lentamente. Señalé al camarero por otro Cosmo—. Solo quiero hacer algo
diferente. —Hice una pausa—. Hemos estado yendo a Lincoln Road por casi dos
años. —Levanté dos dedos—. Uno. Dos. —Los conté—. La vida ha cambiado desde
que empezamos a ir allí. Quiero hacer cosas de otra manera. Necesitamos un
comienzo limpio.
Mi pulso se aceleró.
—Rick, ¿qué estás haciendo aquí? —pregunté, dándome la vuelta. Fui sorprendida
porque no lo esperaba y porque me gustaba que estuviera aquí.
—Cariño, ¿por qué no estaría aquí? Una mejor pregunta es, ¿qué estás haciendo
aquí? ¿No deberías estar acurrucada con un libro junto a tu novio? —Se acercó más
a mí—. El destino debe estar diciéndonos algo. —Sus labios se curvaron en una
sonrisa con hoyuelos.
No sabía qué era más embriagador, su aroma o los Cosmos que había bebido. Pensé
en Liam. Lo amaba, honesta y verdaderamente. Pero, en ese momento, solo veía
esos ardientes ojos y esa sonrisa con hoyuelos, llevándome a otro tiempo. Más allá
de mi mejor juicio, me encontré deseando este momento. No significaría nada.
Terminaría antes de empezar.
¿Es el destino, casualidad o coincidencia? ¿Qué está haciendo aquí? Esto no era parte
de mi plan. No podía escapar de él a pesar de que estaba tratando de hacerlo. El
destino estaba haciendo esto imposible. Cualquier resolución que me hubiera
quedado se estaba desvaneciendo rápidamente. El zumbido del licor mezclado con
mi curiosidad y el misterio detrás de estos encuentros creó un anhelo
desenfrenado. No estaba pensando en el pasado, el presente, o el futuro. Me
331
encontraba en el momento, y quería lo que fuera esto. Sería solo un minuto, un
breve resplandor en el tiempo. Nada iba a suceder.
—Estoy aquí con las chicas. Mi novio, a quien amo mucho, está trabajando.
La energía entre nosotros era eléctrica. Cuando mis ojos bajaron a sus labios, mi
boca se abrió ligeramente. Necesitaba alejarme. Esto se estaba poniendo
demasiado intenso.
—Daniela, dime que me detenga. Dime que me vaya, y lo haré. Solo dilo. Haré lo
que quieras.
—Dime lo que quieres. Quiero que dejes de negar lo que ambos sabemos que
sientes. Deja de ignorar lo que quieres… lo que ambos queremos.
Este era el momento que pensé que podía manejar. La pasión erótica que fluía
entre nosotros era abrumadora. Quería que me tomara allí mismo. Sabía que podía.
Podría levantar mi vestido y follarme contra la pared. Recordé lo que se sentía
tener su cabeza enterrada en mi cuello mientras su polla entraba en mí. Mientras
pensaba en que me tocara, mis ojos se agitaron, y jadeé. Esto estaba tan mal.
Cerré los ojos y lo empujé. Mirando hacia otro lado, enderecé mi vestido.
Temblando, dije:
—Rick, ambos hemos bebido mucho. Por favor. No podemos hacer esto. Amo a
Liam. Nunca haría nada que lo lastimara. Tienes que detenerte.
332
—No estoy enojada contigo. —Mi corazón latía audiblemente—. Pero esto no
puede suceder.
—Cuando te veo, es como lo que solíamos ser. —Entrelazó sus dedos en los míos—
. ¿No lo sientes también?
—¿Por qué estás haciendo esto? —No quería saberlo. Mi cabeza estaba girando, y
mi cuerpo estaba ansiando su toque. Tenía que escapar—. Mis amigas se van a
preguntar qué me está tomando tanto tiempo. —Cerré mis ojos y luego los abrí
lentamente—. Lo amo.
—Daniela.
Cuando cerré los ojos, vi el rostro de adoración de Liam. Mi cabeza cayó en mis
manos. Esto estaba tan mal. Tenía que detenerme. Pensé que había querido ese
momento con Rick, pero luego no lo hice. ¿Estoy luchando contra lo inevitable?
¿Cómo puedo amar tanto a Liam, pero desear tanto a Rick? Mi cabeza estaba
girando.
—Estoy aquí —dije, abriendo la puerta—. Tengo que irme a casa. No me siento
bien.
—Hablaba en serio cuando dije que regresé. Estoy aquí para ti. —Candace frotó mi
espalda.
Sonreí completamente.
Me giró gentilmente hacia ella. Sus delicadas manos se apoyaron en mis brazos.
—¿Liam ha hecho algo? —Sus ojos estaban buscando la verdad que yo estaba
ocultando.
—Liam es demasiado bueno para mí. —Me di la vuelta y caminé hacia la puerta—.
Te encontraré al frente. ¿Puedes traer mi bolso? Necesito un poco de aire fresco.
—¿Dani?
Oh, Dios mío, ¿en qué estaba pensando? Estuve a cinco segundos de convertirme en
una puta mentirosa y tramposa. Mientras miraba alrededor del dormitorio
334
—Nena, ¿estás bien? Suenas como si estuvieras llorando —dijo Liam con
preocupación—. Chris me envió un mensaje de texto para que te revisara. Algo
sobre estar enferma.
—Estoy bien. Solo bebí demasiado —mentí de nuevo, algo así—. Por favor, no te
preocupes por mí. Deberías estar durmiendo.
—Tuve un día difícil. Madison dijo algunas cosas hirientes. Macy y Candace se
unieron en mi contra. Estoy a punto de tener mi período. Mézclalo con cuatro
Cosmos, y soy un lío emocionalmente hormonal. Solo ignóralo y ve a dormir.
—Te amo. Odio cuando lloras. Tu sonrisa es demasiado hermosa para esconderse
detrás de lágrimas. —Hizo una pausa—. Hablaremos de lo que pasó con tus amigas
cuando llegue a casa.
—Lo sé. Yo también te amo. Puedo quedarme al teléfono contigo hasta que te
duermas. Quiero que tengas dulces sueños.
—También te amo.
Me sentía emocionalmente agotada. Me arrastré bajo las sábanas y me quedé
dormida.
Extendiendo mis brazos alrededor de él, lo abracé con todas mis fuerzas.
Se apartó, metiendo mi cabello detrás de mis orejas. Llevó sus labios a mi boca.
—No te atrevas a hablar mierda sobre la mujer que amo. Eres hermosa.
Cuando mis labios se separaron en una sonrisa, me besó con amor, pasión, deseo, y
posesión.
M
artini Bar estaba repleto para la víspera de Año Nuevo. Cuando vi a
Bruce en la barra, hizo señas con la cabeza de que Madison estaba en la
parte de atrás. Íbamos a celebrar esta noche. Conocerla fue una
bendición. Había creado la cantidad correcta de duda en la cabeza de Daniela y
luego me dijo dónde estaría la otra noche. Estaba un poco retrasado, pero
considerando la perspectiva, no podía quejarme. Todo estaba cayendo en su lugar.
—¿Qué estás haciendo aquí, Rick? —preguntó, colocando sus manos sobre el
escritorio por apoyo.
—Bueno, Maddy, es Año Nuevo. Estás aquí, así que estoy aquí —dije, señalando lo
evidente—. Por cierto, te ves hermosa esta noche. —Guiñé un ojo.
demasiado corto.
—Cariño, ¿sabes cómo celebro en Año Nuevo? —cuestionó Madison tímidamente.
—Ilumíname. La mayoría de la gente lo hace con champán. Veo que tienes eso justo
aquí —afirmé, apuntando hacia su escritorio—. Y un beso de medianoche.
—Bueno, no soy muy tradicional. Me gusta tener una polla dentro de mí, así puedo
celebrar Año Nuevo con un orgasmo.
Toda esta discusión estaba molestándome demasiado. Ella merecía algo mejor que
eso, y había estado trabajando malditamente duro para proteger su coño.
—Hagamos resoluciones de año nuevo. Mereces algo mejor que tus aventuras de
una noche.
Arrancó sus manos fuera de las mías. Frunció el ceño, y sus ojos azules se nublaron
con intensidad.
Esas eran palabras de pelea. ¿De dónde infiernos venía todo esto?
Dick y Harry.
Se puso violenta y lanzó su grapadora hacia mí. La esquivé, y golpeó la pared
—¿Estás jodidamente loca, lanzándome esa mierda? Podrías haberme hecho daño.
—Jódete, Rick, por llamarme una jodida puta. Al menos no estoy delirando. Sé
quién soy. Follo con quien quiero cuando quiero. Soy quien toma las decisiones. No
soy como las Daniela del mundo que tienen la ilusión de que su follada garantida
sea algo más que eso. Realmente piensan que tu tipo da una mierda por ellas, pero
es una mentira. Abandonaste su lamentable trasero porque estaba volviéndose
demasiado real para ti, y ahora, la quieres porque está con alguien más.
—Eres una jodida perra amargada. No soy el mismo hombre que era entonces —
dije, vomitando el mismo veneno que ella—. Quiero estar con ella y tener la vida
que estábamos destinados a vivir. Jódete por decir esa mierda. —Me pasé las
manos por el cabello. Estaba tan jodidamente enojado. Mierda. Estaba listo para
lanzarle algo. Solo quería que cerrara su jodida boca.
—Todavía eres el mismo viejo Rick. Eres el loco que piensa que es diferente. Eres
un bastardo egoísta y un imbécil. Ese hecho, mi querido, no ha cambiado. Cuando
descubra lo que has hecho, ¿realmente piensas que te verá como el hombre que le
vendiste? ¿Entonces qué? Se habrá quedado con nada. Has jodido la vida de todos
aquí. ¿Y sabes qué? —Hizo una pausa y tomó un trago de champán directo de la
botella—. Soy una jodida cómplice por ayudarte. Ahora, vete a la mierda. —Hizo un
gesto a la puerta con una mano mientras sostenía la botella de champán en la
otra—. Es casi medianoche, y quiero echar un jodido polvo.
Cuando el reloj golpeó las doce, le quité la botella de su mano y bebí de esta. Luego,
dirigí la punta sobre su boca, provocándola, hasta que envolvió sus labios
alrededor de esta seductoramente. Inclinó su cabeza hacia atrás mientras el
champán se derramaba en su boca y goteaba hacia su mentón.
Coloqué la botella detrás de ella, y luego me estiré hacia ella. Mientras aplastaba mi
boca furiosamente en la suya, sus labios se separaron, abriéndose para mí.
Nuestras lenguas exploraron y bailaron juntas. Arrastré su cuerpo hacia el mío,
presionando mi jodida erección contra ella. Sus dedos rastrillaban y jalaban a
través de mi cabello. Pasé mi lengua a lo largo de su mentón, lamiendo los restos
339
Gimió.
Mis ojos se enfocaron en sus sensuales labios. Esa boca que me había insultado y
vuelto loco. Era la que odiaba y amaba. Lamí su labio inferior y lo succioné.
Pasando mis dientes sobre este, la mordí, y gimió en mi boca. Joder. Casi me corrí
en mis pantalones. Jaló de mi chaqueta, y la dejé caer al suelo. Desabotonó mi
camisa, la sacó de mis pantalones, y comenzó a pasar sus manos sobre mi pecho.
Cuando alcanzó mis pantalones, sostuve sus manos, inmovilizándolas detrás de su
espalda.
Con sus ojos todavía enfocados en los míos, mis dedos comenzaron a provocar la
costura de su tanga. Empujando la tela a un lado, deslicé mi dedo sobre su coño
mojado, apretando su clítoris. Deslicé dos dedos dentro, doblándolos, mientras
encontraba su punto G. Su boca estaba abierta mientras sus ojos brillaban. Joder.
Estaba moliéndose contra mi mano.
—Sí —jadeó. Se inclinó hacia atrás y gimió—: Por favor, no pares. Oh Dios, esto se
siente tan jodidamente bien.
—¿Quieres que te folle? —Froté mi polla dura como piedra contra su pierna—.
Ruégame.
Deslicé mis dedos fuera lentamente y abrí su coño de par en par. Agachándome,
lamí mis labios y luego pasé mi lengua por el interior de su muslo. Colocó sus
talones en mis hombros. Su coño estaba llamándome. Necesitaba saborearla y
sentirla contra mi boca.
—Piensa en mí cuando estés follando esta noche. —Los saqué y los lamí. Joder,
sabe fenomenal.
H
abía salido hecho una furia sin siquiera molestarme en abotonarme mi
camisa, y había dejado mi chaqueta en el suelo. Conociendo a Maddy, la
desgarró en pedazos con sus tijeras. Me encantaba esa chaqueta, pero de
alguna manera, sabía que merecía esa mierda. Mis pelotas estaban apretadas y
estaban jodidamente matándome.
Llegué a casa y fui directo a la ducha. El agua caía en cascada sobre mi cuerpo
mientras el vapor nublaba la puerta de la ducha. Con una mano presionada contra
la pared, bajé la cabeza para tratar de calmar la furia que estaba sintiendo. Envolví
la otra mano alrededor de mi polla y comencé a acariciarme.
Silencio.
Silencio.
Salté a la ducha y me vestí rápidamente y conduje hasta su casa. Tengo que arreglar
esto.
Había sido un total idiota con ella. Siempre predispuesto a ser un imbécil. Madison
era buena conmigo y me cuidaba mejor que lo hacía mi mamá. No quería perder lo
que teníamos. Sacudí mi cabeza mientras pensaba en mis manos por todo su sexy
cuerpo. Mierda. Estaba listo para enterrar mi polla en su coño mojado. No debería
haberla tocado, pero maldita sea, se sentía jodidamente fantástica. Quería follarla
duro por mucho tiempo. Podría haberme pateado a mí mismo por no permitirle
tener su orgasmo, pero había estado tan furioso con ella. Mierda. Mi maldita polla
estaba palpitando, pensando en su coño y lo mucho que quería verla venirse.
Pasé las manos por mi cabello, tratando de controlarme. Iba de camino a verla, y no
quería repetir lo de anoche. ¿A quién estoy engañando? Eso era exactamente lo que
quería, pero no podía dejarme llevar.
Pensé en lo que había dicho sobre mí. ¿Estaba diciendo la verdad sobre mí?
Necesitaba hablar de eso con ella. Había pasado la noche entera preocupado por
343
todo lo que había hecho en los últimos meses, lo cual culminó con mi actuación
estelar como un completo hijo de perra. Y, sí, mi polla estaba jodidamente enojada
conmigo otra vez. Necesitaba un mojado y caliente coño. Esta abstinencia
simplemente no era natural. No podía estar pensando en mi polla justo ahora. Mi
prioridad era Madison. Sin la amenaza de grapadoras volando, tenía que llegar al
fondo de lo que ella había querido decir. Estaba dispuesto a postrarme ya que
habitualmente funcionaba, y sabía que la hacía sentir como si tuviera el control.
Atravesé puertas corredizas del edificio de Madison. Walter estaba sentado detrás
de la mesa como lo había hecho cada mañana que venía.
—Feliz Año Nuevo, Sr. Marin —dijo, levantándose—. Lo siento, pero la Sra. Stuart
ha declarado específicamente que no quiere que se le permita entrar.
¡Joder! Caminé en círculos, pasando mis manos por mi cabello. Me volví para
enfrentarlo. Suplicando, dije:
—Walter, por favor, hombre, necesito tu ayuda. Tuvimos una gran pelea. Solo
necesito hablar con ella. Por favor.
Me miró con compasión en sus ojos. Los hombres nos entendíamos. Vio mi
desesperación.
—No puedo perder mi empleo. Tengo una familia que mantener. Realmente lo
siento —dijo.
Déjale a Madison ser un jodido dolor en el culo. Solo necesitaba hablar con ella, y
ella estaba haciendo lo suyo complicando las cosas como siempre.
Tamborileé las manos contra el escritorio de Walter, rogándole con mis ojos.
Walter suspiró.
—Tengo que ir a revisar la puerta trasera, así que no estaré vigilando el escritorio
durante unos diez minutos.
Joder. Odiaba cuando hacía eso. Era como su jodida prueba para ver si podía
controlarme. Siempre hacía lo mismo.
Me tranquilicé. Apoyándome en la puerta, rogué:
—Maddy, nena, no voy a ir a ninguna parte. Me sentaré aquí hasta que abras esta
puerta.
—Walter hizo su trabajo. Me escabullí cuando se fue a chequear algo. —Pasé las
manos por mi cabello. Humillándome, dije—: Solo abre la puerta, Maddy. Por favor.
Necesito hablar contigo.
—¿Qué quieres?
—Abrí la puerta. No dijiste nada acerca de dejarte entrar. Ahora, vete —dijo,
cerrando la puerta.
Madison estaba usando unos pantalones color turquesa con una sudadera con
capucha a juego. Noté que no estaba usando sujetador. Mis ojos se posaron en sus
tetas, y tuve que dejar de pensar en lo bien que se habían sentido en mis manos.
Habían sabido deliciosas mientras mi lengua se arremolinaba alrededor de ellas y
mi boca succionaba sus duros pezones. Si seguí así, iba a tener un problema,
345
—¿Qué quieres, Rick? Creo que básicamente nos dijimos todo lo que había que
decir.
—Maddy, ya no quiero ser un jodido idiota. Más que nada, no quiero que estés
enojada conmigo —dije honestamente.
—Entonces, veo que quieres saber si estoy en lo cierto sobre lo que dije. No te
importa una mierda sobre el resto de lo que sucedió. Muy bonito, Rick, muy bonito.
—¿Entendiste lo que dije? Ves, ahí es donde estás equivocada. Maddy, eres mi
mejor amiga. Por favor, dime cómo arreglar esto. —Me levanté, caminé hacia ella, y
me arrodillé frente a ella—. No debería haberte tocado. Al menos debería haberte
dado un orgasmo. Solo que estaba tan jodidamente enojado contigo. Sabes cuánto
me excitas con esa actitud tuya. —Cuando incliné mi cabeza, nuestros ojos se
encontraron—. Es caliente. No sé qué me ocurrió. Simplemente no pude
controlarlo esta vez. Por favor, Maddy, perdóname —le rogué.
—Fui un imbécil al llamarte puta. —Froté las manos en mis piernas. Está haciendo
esto tan difícil—. Sabes, es irónico porque casi pateé el trasero de Chris cuando se
refirió a tu dudosa reputación.
—Sí, lo hice. ¿Puedes creer que Lucas lo cortó? Si una palabra más salía de la boca
de Chris, iba a darle una paliza.
—Porque eres mi Maddy, y no dejaré que nadie diga mierdas sobre ti. Eres mi
mejor amiga.
Una pequeña sonrisa asomó en sus labios mientras se encogía de hombros.
—Pero es la verdad.
—No, no lo es. Eso es lo que dejas que la gente crea, pero sé quién eres realmente.
—¿Me diste esto como regalo de agradecimiento por ayudarte con tu asunto de
destruir la vida de Daniela? —preguntó seriamente.
—No, lo compré para ti porque lo querías. Cuando lo viste, lucías feliz. Quería
hacerte feliz. —Apoyé mis manos sobre las suyas—. Por favor, quiero que sepas
que este brazalete no tiene nada que ver con Daniela. —Esperaba que
comprendiera la verdad—. ¿Por qué de repente eres tan anti-Daniela?
—Me gusta quien cree que soy. Cuando estoy con ella, soy el hombre que ha
cambiado y madurado. Me hace desear ser ese hombre todo el tiempo. —Me
convencía de que estaba justificado por todo lo que había hecho.
Sentí que me estaba acorralando en un rincón. ¿Qué significaría para Daniela estar
conmigo? Bueno, sería feliz. Me había amado una vez, y ahora, no podía negar que
estaba sintiendo algo otra vez. Solamente estaba confundida a causa de Liam. Lo
que ella y yo tuvimos todavía persistía después de todo este tiempo. Ella estaría
bien. Seríamos felices juntos.
—Maddy, ¿qué pasa con ese tipo de preguntas? ¿Pensé que eras del equipo Rick?
—Siempre seré del equipo de Rick… hasta que ya no. No hago la cosa de ataduras
debido a esta razón precisamente. Ella no va a estar bien. No has visto sus fotos. No
has visto su rostro iluminado como un jodido árbol de Navidad cuando habla de él.
Solo que no creo que vaya suceder como tú quieres.
Se levantó del sofá y se paró junto a mí. Ambos miramos la pared de cristal que
daba a la bahía.
Pregunté:
Rotundamente, dijo:
—Señora de la limpieza.
Me preguntaba si podría tirarme del balcón. Por esto basaba mis relaciones en el
sexo. Toda esta mierda parlante era agotadora. Joder. Solo quería que estuviéramos
bien, así las cosas podrían volver a ser como eran. No pedí esta jodida sesión de
terapia. Mierda, las mujeres son tan complicadas. Era un tipo práctico. Quería
comer, dormir, y follar. Era bastante sencillo. Los chicos no hacían esta mierda
sensible a no ser que estuviésemos tocando y sintiendo tetas, culo, y coño.
Debió haber sentido que estaba por alcanzar mi punto de quiebre porque se
acomodó y reanudó con la mirada en blanco hacia el frente.
Suspiré profundamente.
—¿De verdad te preocupas por mí? Ves, sabía que me amabas. —Hice un guiño.
—¡Esto no se trata de mí! ¿Qué fue lo que te dijo Liam? Necesitas amarla más de lo
que amas a tu polla. Tienes que hacer lo correcto. Tienes que ser el Rick que ella
cree que eres. Él haría lo correcto.
—Maddy, ¿por qué me estás diciendo esto ahora? ¿Por qué me dejarías llegar tan
lejos si pensabas que era un error?
—No era mi decisión. Francamente, no pensé que llegarías tan lejos. Sobreestimé
tu obsesión y determinación. Solo contéstame una pregunta. ¿Por qué estás
haciendo esto?
—Pensé que estaba haciendo las cosas bien entre nosotros. Hay algo ahí. —Cuando
mis ojos se encontraron con los de ella, vi algo en ellos. Me sentí como un imbécil
hijo de perra—. No sé cómo detener esto o incluso si quiero detenerlo. Quiero que
ella me elija.
E
l aire estaba frío y la noche era oscura. Un frente frío se estaba acercando.
No podía ver una sola estrella en el cielo. Me paré frente a su puerta,
tratando de encontrar el coraje para llamar. Odiaba lo que estaba a punto de
hacer, pero sabía que tenía que ser completamente honesta con Liam. Él necesitaba
saberlo. Le debía tanto. Su única cosa era la honestidad, y tenía que darle eso.
No tenía a nadie más a quien culpar que a mí misma. ¿En qué estaba pensando?
Estaba jugando con fuego cuando había pensado que podría manejar el coqueteo
con Rick. No sabía en lo que me había metido. Era como una mariposa nocturna
que acude a la luz. No pude evitarlo. Había comenzado de manera inocente. Había
pensado que no era nada, pero entonces había comenzado a realmente disfrutar de
nuestras conversaciones al azar y el poco tiempo juntos. No era como si hubiera
pasado mis días pensando en Rick o que hubiera pensado en él cuando estaba con
Liam. No era así. Durante ese breve tiempo, tuve la fantasía de lo que se suponía
que fuera mi vida con Rick. Había querido reemplazar los recuerdos amargos por
otros nuevos en los que tenía un feliz para siempre y no un corazón roto.
Durante esos momentos robados con él, fui transportada a otro momento. Me
sentía como si el reloj hubiera vuelto atrás. La única diferencia era que Rick había
evolucionado al hombre que había soñado que podría ser en lugar del que había
sido. Regresar allí era peligroso. Estaba loca por pensar que podía jugar ese juego
con él. Mi cordura me había salvado de cometer un terrible error la otra noche,
pero la culpa me estaba comiendo viva.
¿Por qué haría algo tan ridículo? La primera señal de advertencia debería haber
sido que no le conté a mis amigos sobre él, y todavía no lo había hecho. No quería
que me disuadieran de verlo o criticarme por ello. Pero ¿por qué tendrían que
hacerlo si fuera sano y saludable? Tenía que detener esta locura.
No quería seguir cometiendo los mismos errores idiotas que había cometido toda
mi vida. Esos errores me habían aterrizado en relaciones disfuncionales con
hombres que me habían plantado sin causa ni advertencia. Esta vez, sin duda había
hecho las cosas de manera diferente. Le había dado a Liam el motivo para patear
mi trasero a la acera. Me había dicho que fuera honesta sin importar qué. Él solo
quería la verdad. Aunque Rick y yo nunca habíamos hecho nada inapropiado, nos
habíamos acercado a hacerlo. Sabía que odiaría si Liam hubiera hecho algo
remotamente así. Era tan hipócrita.
Mirando a la puerta, estaba perdiendo las agallas para hacer lo correcto, pero
entonces busqué el valor que me había dado con su amor. Enterré mis manos en
mis bolsillos, tratando de mantenerme caliente, mientras olfateaba y tiritaba por
estar afuera en el aire frío.
Liam abrió la puerta con entusiasmo. Se quedó allí, vestido con una camiseta y
jeans que le quedaban perfectamente, mientras sostenía la puerta con una sonrisa
de bienvenida.
352
—Oye, nena. ¿Te olvidaste de tu llave? Ven aquí. Luces como si estuvieras
congelada —dijo, empujándome hacia un cálido abrazo—. Déjame calentarte.
Me acarició la espalda.
—¿Día difícil?
No respondí.
Me miró con preocupación en sus ojos mientras limpiaba la lágrima que estaba
rodando por mi rostro. Se inclinó y me besó suavemente.
Estaba siendo tan amable conmigo. Esto se sentía extrañamente similar a nuestra
primera pelea. La diferencia era que sabía que esta noche no iba a terminar con los
orgasmos y él amándome. Me llevó hasta el sofá y apagó el televisor. No tenía ni
idea de lo que había estado mirando. Probablemente era un juego. Me cubrió con
una manta y luego fue a buscarme una taza de té caliente. No podía dejar que
siguiera haciendo todo esto por mí. No me merecía nada de eso.
La habitación era cálida y acogedora, y las luces eran tenues. Me encantaba esta
habitación. Siempre me sentía como en casa aquí con él. Podía ser egoísta. Podía
pensar en lo que yo quería. Quería esto. Quería lo que teníamos. Lo quería a él, todo
de él. Ese nunca fue el problema. Solo no sabía si él podría tener todo de mí hasta
353
que yo dejara ir el pasado. No podía pensar en mí misma ahora mismo. Tenía que
hacer lo que era correcto para Liam.
Volvió con una taza de té caliente. Sin decir una palabra, se sentó a mi lado en el
sofá. Estaba siendo tan paciente conmigo.
—Gracias. —Esas eran las primeras palabras que había pronunciado desde que
había llegado. Sorbí un trago de té y luego bajé la taza. Las lágrimas se habían
detenido, pero era solo cuestión de tiempo antes de que comenzaran de nuevo.
Necesitaba ser valiente. Tenía que hacer esto. Tenía que hacer esto por él.
—Nena, dime qué está pasando —dijo suavemente. Me colocó el pelo detrás de las
orejas, acariciándome el rostro suavemente, mientras sus cejas se arrugaban de
preocupación.
—Háblame.
Percibió que algo estaba seriamente mal. Por supuesto que sí. Era muy perspicaz y
penetrante.
Cuando me quité la manta, me giré hacia él y miré esos hermosos ojos azules que
siempre me habían hecho sonreír. Esta noche, me hicieron llorar.
Cerré mis ojos mientras lágrimas corrían por mi rostro, y el resto de mi corazón se
rompió en un millón de pedazos. Ya no podía soportarlo. Me odiaría en cuestión de
minutos. Me había convertido en la protagonista que odiaba, la que rompía el
corazón de un hombre maravilloso porque era una idiota. No podía creer que le
hubiera hecho esto.
—Lo siento mucho. —Hice una pausa, respirando hondo—. No puedo darte lo que
te mereces ahora mismo.
Tomé otra profunda respiración. Necesitaba hacer esto antes de que perdiera el
coraje. Me puse de pie, poniendo cierta distancia entre nosotros. No podía estar tan
cerca de él. Ni siquiera podía mirarlo. Era una persona horrible.
—Necesito decir esto. Por favor, déjame decir lo que tengo que decir.
—Está bien —dijo, asintiendo. Se movió en el sofá y se sentó encorvado con sus
codos sobre sus rodillas, mirándome.
Se reclinó y puso sus ojos en blanco mientras se pasaba las manos por su cabello.
—Te conté la primera vez que lo encontré en Lincoln Road. Lo que no te he dicho
es que seguíamos cruzándonos… cada sábado. Solo necesito resolver las cosas y no
quiero lastimarte —dije, suplicando.
Se volvió y me miró a la cara. Sus ojos estaban vidriosos, y su expresión era tensa.
—Te lo prometo… Te juro por todo lo que me importa que no hice nada con él. Lo
juro. Tienes que creerme. Nunca te haría eso. Sé que la jodí. Pensaba que podíamos
ser amigos o ser amistosos —dije con desesperación en mi voz.
—Por favor, Liam, te lo ruego. Tienes que entender. Cuando él y yo rompimos, algo
dentro de mí murió. No sé cómo explicarlo. Solo quería que ese tiempo de mi vida
no hubiera sido tan horrible, y pensé que podría reemplazar esos malos recuerdos
por buenos. No lo sé. No estaba pensando. Era que como cuando estaba con él,
estábamos de vuelta en aquel entonces y no el ahora. Fue loco y erróneo. Sabía que
estaba mal, muy mal. No pretendía que esto sucediera. Ojalá pudiera volver atrás y
356
hacer todo diferentemente. Estoy tratando de ser honesta contigo. Dijiste que
podrías trabajar con honestidad.
—Tienes que estar jodidamente bromeando conmigo, Daniela —gruñó Liam. Sus
ojos estaban llenos de ira y dolor—. ¿Esto es honestidad? Has estado ocultándome
esto durante meses. Una mentira por omisión es aun así una mentira. Te puse
primera sobre todos y todo. He hecho todo lo que está a mi alcance para hacerte
feliz. Me he inclinado sobre el pasado para tranquilizarte. Incluso he compartido
tus afectos por personajes ficticios. Joder, te he amado con todo lo que tengo en mí.
—Si hubiera sabido que esto sucedería, nunca, jamás me hubiera permitido bajar
la guardia. No sabía que esto iba a suceder. Desearía poder hacerlo de nuevo.
Desearía poder haberlo manejado diferentemente —dije con preocupación en mi
voz—. Por favor… tienes que saber que nunca quise que esto sucediera. Estoy
tratando de hacer lo correcto ahora.
—¿Qué es exactamente lo que quieres que haga con esta “cosa correcta” que estás
haciendo ahora? Porque lo que estoy escuchando es que no sabes lo que sientes o
lo que quieres conmigo. ¿Estás diciéndome que “simplemente no está sucediendo
para ti”? Definitivamente me sorprendiste. Estaba totalmente cegado. Oh, espera…
no, eso es lo que te hizo tu ex. Puedo decirte ahora mismo que sé exactamente
cómo te sentiste cuando fuiste cegada, y me estás dejando por el imbécil que te
rompió el corazón.
—Nunca dije eso —susurré—. Solo necesito un tiempo para resolver las cosas.
Empezó a pasearse de nuevo. Podía decir que necesitaba soltar algo de vapor. Sus
brazos estaban apoyados sobre su cabeza. No podía soportar mirarlo a los ojos, así
que aparté la mirada. ¿Cómo pude hacerle esto? Cuando me volví, su espalda estaba
temblando mientras lloraba suavemente. Cuando puse mi mano en él, rechazó mi
toque.
Se volvió y miró profundamente en mis ojos llenos de lágrimas. Sus ojos estaban
adoloridos y angustiados. Dijo:
C
erré la puerta del dormitorio después de que lera dije que saliera de mi
apartamento… nuestro hogar. No podía creer lo que había sucedido. Todavía
no entendía nada de esto. Solo necesitaba alejarme de ella. Necesitaba
pensar.
¿Por qué demonios está haciendo esto? Me pasé las manos por el cabello, tratando
de calmarme. Cuando miré a mi alrededor, vi un par de fotos de nosotros junto a la
cama. Su cepillo junto con algunas de sus cosas de chicas se burlaban de mí. Tenían
que irse rápidamente.
Me enamoré de ella. Recogí el Kindle que había guardado junto a la cama. Mientras
lo sostenía en mis manos, los recuerdos que compartimos me inundaron. Sentía
como si me estuviera ahogando en estos. Mi corazón fue arrancado de mi pecho. El
dolor punzante era insoportable. Desde esa primera noche con ella, supe que
nunca la dejaría ir. Solo no sabía cómo aguantar más. La herida se sentía
demasiado fresca. Necesitaba recuperarme y reorganizarme, y no podía hacerlo
con los recuerdos constantes que provenían al ver sus cosas a mi alrededor.
Metódicamente, empecé a guardar sus pertenencias en una caja vacía. Abrí los
cajones, repasé el armario, y vacié el baño. Salí a la sala de estar, y luego miré la
caja antes de cerrarla. Todo se estaba moviendo en cámara lenta. Mientras miraba
alrededor de la habitación, parecía extrañamente vacía, como si la alegría hubiera
359
sido absorbida. Recogí la manta que la había mantenido caliente. Cuando la sostuve
cerca de mí, un profundo dolor atravesó mi corazón.
Volví a la sala de estar y me senté en el sofá, mirando la pared. Cada vez que
cerraba mis ojos, o veía su sonrisa o sus lágrimas, así que permanecí despierto.
Nada de esto tenía sentido. Solo dolía malditamente mucho. Las horas pasaron.
Antes de que lo supiera, eran las siete de la mañana, saqué mi teléfono y le envié un
mensaje a Chris.
Liam: Te necesito para darle a Macy una caja de mi parte tan pronto como
puedas.
No la estaba esperando. Solo quería que viniera él, recogiera la caja, y la sacara de
aquí.
ridícula hora a menos que sea importante. ¿Realmente crees que no vendría
enseguida? —dijo Chris mientras miraba a su alrededor. Cuando se volvió hacia mí,
me dijo—: Joder. Amigo, ¿qué diablos pasó? Luces como la mierda.
Solo necesitaba que Macy le diera sus cosas a Dani. Se encontraba en la esquina,
enviando mensajes de texto. Ocasionalmente, levantaba la mirada y me dirigía una
pequeña sonrisa, pero sus ojos decían otra cosa. Macy se acercó. Parecía
sorprendentemente tranquila.
Con mis ojos cerrados, sostuve el puente de mi nariz, tratando de encontrar las
mejores palabras para decir las cosas sin enloquecer. Decirlo en voz alta lo iba a
hacer real. Cuando abrí los ojos, dejé escapar un profundo suspiro. Reuní todo el
control que pude.
—Dani tiene que resolver sus cosas. Su ex ha estado cerca, y quiere reemplazar los
malos recuerdos por buenos. No sabe cómo se siente.
Cuando miré a Macy, su lenguaje corporal cambió. Mierda. Nunca la había visto
como algo más que torpe. Ahora era una fuerza para tener en cuenta.
—¿Qué ha hecho ahora ese maldito hijo de perra, Rick Jodido Marin? —preguntó
Macy.
—¿Qué ha hecho Rick ahora? —dijo, su teléfono listo para enviar un mensaje de
texto.
Todo lo que podía ver era rojo. Mi presión arterial se hallaba por el techo. Me
encontraba listo para explotar. En este momento, necesitaba que Macy me hablara
de manera coherente.
Joder. No tenía tiempo para lidiar con esta lucha de poderes. Necesitaba
información.
—No creo que haya tantos Rick Marin en Miami. Veamos. ¿Su Rick Marin es un
imbécil hijo de perra? Si es así, ding, ding, ding. Por cierto, ¿cómo diablos conoces a
Rick? —preguntó Macy.
—Chris, voy a matar a ese hijo de perra —dije, apretando mis puños.
—Ese hijo de perra ha estado jodidamente jugando conmigo desde el primer día.
Mierda, esa noche en el club, me encontraba listo para patearle el culo cuando la
miró morbosamente e hizo un comentario estúpido sobre acostarse con ella. —Me
alejé de Chris y comencé a pasearme—. Durante todos esos partidos de básquetbol,
hablaba de recuperar a su ex. Su ex es Dani. Le di jodidos consejos sobre cómo
362
—Conozco a Rick de los clubes —dijo Chris—. Le presenté a Lucas esa noche que
tú y las chicas vinieron a Breathe. —Se detuvo y luego me miró—. No lo sabía,
Lucas. Joder, lo siento, hermano. Esto es mi culpa.
—Dani no vio a Rick por un par de semanas después de eso —dijo Macy, acunando
su rostro—. Chris, no es tu culpa. Confía en mí. Rick es un idiota manipulador. Es el
único culpable aquí. Además, no lo vimos allí. Tal vez sea una coincidencia. Siempre
pensé que era extraño que se encontrara con ella en Van Dyke’s, pero todo es
posible, ¿cierto?
—¿Es una coincidencia si sabía dónde iba a estar porque fui un imbécil y lo dejé
escapar? —dijo Chris, sacudiendo la cabeza—. Joder, voy a matarlo. Hermano, lo
siento. Mierda.
Me encontraba harto de escuchar todo esto. Necesitaba salir de aquí. Iba a matarlo.
Ese hijo de perra jugó conmigo durante meses. Todos los bloqueos, preguntas, y
comentarios sarcásticos tenían sentido ahora. Sabía que no me había caído bien.
Siempre había tenido la sensación de que era un idiota. No podía ver bien. Recogí
las llaves y me dirigí a la puerta.
—¿Adónde diablos crees que vas? —preguntó Macy. De pie con el brazo estirado,
trató de impedirme que saliera por la puerta.
—Macy, quítate del camino. ¿Adónde voy, preguntas? Voy a tener una pequeña
charla con ese imbécil —dije, tratando de hacerla a un lado.
Estaba determinada a no dejarme pasar. Para ser una cosita pequeña, era fuerte
cuando quería serlo.
—Ya que estamos todos aquí, ¿hace cuánto tiempo que has sabido todo esto? —
pregunté a Macy.
—No vas a ninguna parte. Candace y yo nos ocuparemos de esto. Y, para que
conste, ¿realmente crees que sabíamos esto? Si lo hubiéramos sabido, esto nunca
habría sucedido —dijo.
Actuaba como si tuviera algún tipo de opinión en el asunto. Esta era mi batalla, e
363
iba a lucharla.
—Macy, sal del camino —dije severamente.
—No. Vas a ir a patear el trasero de Rick porque estás enfadado con él. De hecho,
realmente me gustaría mirar eso, pero ese no es el punto. Voy a ir a cuidar a mi
amiga. No se trata de ti. Se trata de lo que le ha hecho a ella.
—Macy, dejemos algo claro como el cristal —dije, con fuego brillando de mis
ojos—. Dani y yo somos uno. No sé dónde comienza ella y termino yo. Mi jodido
corazón fue arrancado de mi pecho a causa de ese imbécil. No me sermonees por
mis intenciones. Nos hizo esto. Se metió con ella; se metió conmigo. La amo más de
lo que amo mi propia vida. Así que apártate de mi jodido camino.
—Eso no es cierto.
—Nena, dale espacio —dijo Chris—. ¿Por qué no llamas a Candace y esperas a que
te llamemos?
—No, voy con ustedes, chicos —insistió Macy, mientras caminaba hacia la puerta y
la abría para nosotros.
—Sé que estás enojado, y tienes todo el derecho de estarlo. Estoy bastante segura
de que Rick jodió con tu cabeza. Es un maestro de la manipulación. Por favor, Liam,
no te alejes de ella. No sabe lo que está haciendo. Solo ten la mente abierta.
—Uf, no puedo creer que me estés diciendo que me calle —dijo Macy,
recostándose en su asiento. Vi a través del espejo retrovisor que tenía sus brazos
cruzados y estaba haciendo pucheros. Chris la miró unas cuantas veces, y ella lo
364
Le lancé una mirada antes de volver los ojos hacia la carretera, agarrando el
volante mientras conducía hacia Miami Beach, agradecido de que no hubiera
tráfico.
Conduje por Alton Road hacia Lincoln Road y encontré un lugar. Después de que
nos detuviéramos, salté de mi auto.
—Es un pedazo de mierda, Chris. Ella no, y ella vale mucho la pena —respondí con
determinación. No sabía qué iba a hacerle cuando lo viera, pero no iba a dejarlo ir.
Dimos vuelta a la esquina y empezamos nuestro camino por Lincoln Road. Estaba
caminando, pero Macy estaba trotando, diciéndome que bajara la velocidad. Me
hallaba en modo de supervivencia. No escuchaba nada a mi alrededor. Evalué mi
entorno, calculando mentalmente los peligros, el ambiente, y cómo reducir el
riesgo.
M
e senté en mi auto, mirando fijamente a la luz en su ventana. Cuando
encendí mi auto, la radio empezó a sonar suavemente en el fondo. No
podía poner mi auto en marcha. Quería correr de vuelta a su puerta y
rogarle que me perdonara. No podía hacer eso hasta que lidiara con Rick y lo que
fuera esto entre nosotros dos. Le debía a Liam eso al menos. Había sido egoísta
ocultarle esto y arrastrarlo por el infierno mientras descifraba las cosas solo
porque no podía soportar estar sin él. Tenía que dejar de ser egoísta. Puse mi auto
en marcha y conduje a casa.
El camino a casa fue oscuro y solitario, coincidiendo con mi estado emocional. Con
cada semáforo que pasaba en el ligero tráfico, mi corazón se hundía más en
desesperación.
Él era mi aire. ¿Cómo aprendería a respirar sin él? Nunca había experimentado este
tipo de dolor. Mi corazón se rompió en un millón de pedazos. La comprensión se
filtró en mí. Él era mi corazón, y ahora, se había ido. Todo esto era mi culpa. ¿Qué he
366
hecho? ¿Por qué no podía solo dejar ir lo que podría haber sido con Rick y recibir con
los brazos abiertos lo que ya tenía con Liam?
Susurré:
Mi dormitorio todavía estaba a oscuras aunque podía ver los pequeños rayos de sol
apenas atravesando la esquina de mis persianas. Mi corazón dolía ante el recuerdo
de cuando Liam había ido a Home Depot para hacerse cargo de mi problema de
mañanas demasiado brillantes. Siempre estaba preocupándose por mí. ¿Cómo se lo
pagué? Rompí su corazón.
Me compuse. Tenía que salir de aquí. No estaba segura de cómo iba a manejar las
cosas con Rick. Ese era el mayor problema. Tenía que dejar de vivir en la fantasía
del pasado. No era estúpida. Sabía que Rick estaba mostrándome su mejor
comportamiento. Por mucho que creyera que había cambiado, había algo
inherentemente Rick en él. Era esa combinación que era tan seductora. Necesitaba
distancia de la droga que era Rick Marin. Solo no sabía cómo alejarme de él.
Tenía que terminar lo que había empezado. Yo no era un personaje ficticio a quien
el autor podía redimir en unos cuantos tecleos. La verdad era que yo era un
personaje detestable en la historia de mi vida. Había hecho un gran desastre, y
367
Mientras salía y viajaba hacia Miami Beach, escuché mi teléfono vibrar de nuevo.
Bajando la mirada, vi que tenía unos cuantos mensajes de parte de Candace y Macy.
Lidiaría con ellas más tarde por lo que se convertiría en una extensa discusión de
las peores veinticuatro horas de mi vida. No estaba segura de cómo siquiera
empezar a manejar las consecuencias de ello. Si fuera alguien distinto a Rick, ellas
habrían sido completamente leales a mí. Pero me lo propicié. Debería haber
hablado con Candace ese día que salimos de compras, pero sabía que no lo
aprobaría ni lo entendería. Me habría sermoneado y dicho que si continuaba por
ese camino, me arrepentiría de ello. Habría tenido razón, y odiaba eso de ella. Macy
estaría enojada porque no le conté nada, pero no podía confiar en que ella
mantuviera su gran boca cerrada. Le habría dicho algo a Candace y a Chris. Sonaba
como una loca drogadicta escondiendo mi adicción.
El cielo era gris, y soplaba una brisa fría alrededor de mí mientras caminaba por
Lincoln Road. No estaríamos comiendo afuera hoy. El tiempo mantenía a los frikis
y a los modelos dentro. Los floridanos del sur eran tan cobardes. Estaba bien para
mí. La triste y solitaria calle parecía muy apropiada. Todo lo que necesitaba era un
poco de lluvia para hacerlo perfecto, pero no había nubes en el cielo. Mierda, tenía
que dejar mi autocompasiva actitud. Necesitaba controlarme.
—Buenos días, rayo de sol —dijo Rick mientras caminaba hacia mí.
368
Estaba llevando lo que solo podía asumir era una taza de café para él y una de
chocolate caliente para mí. Estuve impresionada de que recordara qué era lo que
bebíamos en las mañanas frías. Aunque no debería haber estado sorprendida de
que se luciera como si recién hubiera salido de una sesión fotográfica. Estaba
usando jeans negros que lo abrazaban perfectamente y una chaqueta negra de
cuero que estaba abrochada. Me disparó esa sonrisa con hoyuelos registrada de
Rick que podía conseguir que cualquier mujer hiciera lo que él quisiera.
—Oye.
—Daniela —dijo con preocupación en sus ojos mientras se sentaba junto a mí—.
¿Estás bien? —Se sacó la chaqueta y la puso alrededor de mí—. Aquí, toma esto.
Estás congelada. Toma tu chocolate caliente. Te sentirás mejor.
Su aroma y calor me abrumaron. Era una adicta en una casa de crack. Era casi
como si me estuviera sujetando. Cerré mis ojos, abrazando la sensación. La disfruté
por un breve momento antes de abrir los ojos y mirarlo.
En todo el tiempo en el que Rick y yo habíamos estado juntos, nunca había sabido
que estuviera preocupado. Siempre había arreglado las cosas con una sonrisa o
sexo, o lo había descartado por completo. Su defecto, como lo era el mío tan a
menudo, había sido la negación. Pero aquí estaba ahora, siendo gentil, amable, y
atento. Esto estaba confundiéndome hasta los huesos. ¿Por qué no puede solo ser el
imbécil que conocía? Eso habría hecho todo mucho más fácil, pero no, tenía que
venir y ser dulce. Mientras estaba usando su chaqueta que olía a delicioso Rick,
dulce Rick estaba haciéndome alucinar. Necesitaba concentrarme.
Escuché las palabras salir en alto por primera vez. Tenían el poder de serenarme
369
C
uando la vi por primera vez sentada junto a la fuente, pensé que solo tenía
frío. Me alegré de haberme detenido para recoger su chocolate caliente con
crema extra, justo de la manera en que le gustaba.
Sabía que esta sería la última vez que la vería. Madison había tenido razón. No
podía seguir haciéndole esto. Necesitaba ser el hombre que pensaba que era, no el
hombre que realmente era. Ni siquiera fingí estar corriendo. Esta vez, vine vestido
como yo, ya no me disfrazaba.
Había logrado conocer a Daniela de otra manera. Realmente era una mujer
increíble que merecía ser verdaderamente amada. Nunca podría darle lo que le
daba Liam. Había tenido razón. Necesitaba amarla más de lo que amaba mi polla.
A medida que me acercaba, me di cuenta de que no solo tenía frío. Tenía los ojos
hinchados y la nariz roja.
Esto era inesperado y no parte de mi plan. Se suponía que tuviéramos esa mierda
de cierre del que siempre estaban hablando las mujeres. Se suponía que
siguiéramos con nuestras vidas a pesar de que realmente iba a extrañarla. Ahora,
necesitaba evaluar el daño de esta confesión.
Maldita sea, está hablando en lenguaje de chicas. Todo podía significar todo, o no
podía ser nada, o podía significar algo. Un millón de escenarios pasaron por mi
cabeza, pero con la mirada en sus ojos, podía decir que debería imaginar lo peor.
Madison había estado en lo correcto. Había arruinado la vida de todos. No podía
creer que le hubiera contado todo. Estaba desgarrado entre salvarme el culo y
reconfortarla.
—¿Por qué hiciste eso? —pregunté finalmente, imaginando que esa pregunta
cubría los intereses de ambos.
¿Qué pasa con las mujeres y su incapacidad de llegar al punto? ¿En qué le estaba
mintiendo? ¿En qué se estaba mintiendo? ¡Oh, joder!
—Cariño, mírame. ¿Qué quieres decir con mentirte a ti misma? ¿Sobre qué?
¿Quieres estar conmigo? —pregunté.
Una parte de mí quería que dijera que sí. Había sido mi obsesión durante meses.
Pero la otra parte de mí quería que dijera que no. Sabía la verdad, y si se quedaba
conmigo, saldría a la luz. Madison había estado en lo correcto. La verdad siempre
salía a la luz. Daniela era inteligente. La verdad era que no sabía cuánto tiempo
podría mantener esta charada, y no merecía el aceite de serpiente que le vendí. Ella
tenía la cosa real. ¿Por qué tuvo que contarle algo? Debería haber hablado conmigo
primero.
—Rick, no sé cómo decir esto. Amo a Liam —dijo, cerrando sus ojos. Entonces, los
abrió, mirando a los míos directamente—. Pero cuando estoy contigo, no puedo
negar que siento una conexión. —Suspiró profundamente mientras bajaba la
cabeza.
372
—No, Daniela, no soy bueno para ti. Tienes que volver y hablar con él. Te tomará
de vuelta. Te ama.
Mierda. Esto no estaba sucediendo. ¿Por qué tenía que ir y hacer eso? Finalmente
estaba haciendo lo correcto. Maldita sea, mi jodido momento apestaba.
Mierda. Esto era justo como había predicho Madison. Joder. ¿Cómo diablos arreglo
esto ahora? Necesitaba calmarla y hacer esto bien. Soy tal imbécil.
—Lo amas. Debería haberme alejado de ti cuando me dijiste que tenías un novio.
Lo siento. Fui un egoísta imbécil.
—Traté de deshacerme de ti, pero eras persistente. La verdad es que debería haber
permanecido alejado, pero no quería hacerlo. Pensé que eras inofensivo.
—Está bien, tienes razón. No creo que nadie pueda decir que eres inofensivo. Solo
pensé que podría manejarte —contestó, encogiéndose de hombros.
Joder. Había perfeccionado el arte de ser un imbécil cuando le hice pensar que
podía manejar cualquier cosa que yo estuviera trayendo a la mesa. Luché entre el
control de daños y el sincerarme con ella. Tenía que pensar rápidamente y
recordar los consejos de Madison. Necesitaba ser el hombre que Daniela pensaba
que era. Necesitaba hacerme la psique para esto porque estaba al borde del pánico.
Elegí el control de daños.
—Daniela, no pasó nada. Puedes regresar con Lucas con la consciencia limpia.
Exhaló lentamente.
—Te deseaba. Podrías haberme tomado contra esa pared. Estaba lista para ti.
Eso era exactamente lo que había querido hacerle. Joder. Mi polla estaba semidura.
No estaba totalmente dura probablemente debido a mi nivel de estrés y el hecho
de que estaba congelando mi culo. Había querido follarla tan duro contra esa
pared. Me di cuenta de que me había deseado. Sus ojos se habían dilatado. Su pulso
se había acelerado, y sus pezones habían lucido duros. Joder. Me había masturbado
en la ducha esa misma noche, pensando en cómo se habría sentido deslizar mi
polla dentro de ella allí mismo en público. Mierda. Necesitaba concentrarme.
Necesitaba amarla más que a mi polla. Iba a ser un héroe aquí y tratar de deshacer
algunos de los daños al asumir la responsabilidad. Lo que carajos significara eso.
—Sé que lo estabas… pero no lo hiciste. Todo eso fue mi culpa. No hiciste nada
malo. Estuviste en control todo el tiempo. Me detuviste porque lo amas. Nunca lo
traicionarías —dije, pasando mis manos por mi cabello. La miré—. Nunca me
amaste de la manera en que lo amas. Desearía que lo hubieras hecho. Desearía que
fuera digno de ello de alguna manera. Pero tú no, y no lo soy.
Madison habría estado orgullosa de mí. Lo hice. Era la verdad… bueno, al menos la
mayor parte. Lo importante era ser honesto. Había deseado que me hubiera amado
como amaba a Lucas, pero no lo hacía. Una parte de mí se sentía como una mierda
por eso. La otra parte de mí se sentía orgulloso de que pudiera hacer una cosa sin
cagarla.
¿Por qué demonios las mujeres son así? ¿Por qué tienen que analizar todo a muerte?
Entre Maddy y Daniela, iban a volverme loco. Esto era demasiado trabajo.
Realmente era un bastardo egoísta para hacer esto todo el tiempo.
—Lo que tuvimos fue intenso, cariño. Cuando te miro, veo a una mujer hermosa y
sensual. Te seduje para desearme porque sé cómo responde tu cuerpo a mí; a mi
voz, mi tacto y mi mirada. Te deseaba, pero fue erróneo de mi parte. Perteneces a
otra persona. Fui egoísta —dije, confesándole mis pecados.
—Ensayé en mi cabeza tantas maneras diferentes de decir todo esto, y nada está
saliendo bien. Si conocieras a Liam, sabrías el tipo de hombre que es. Es un hombre
tan bueno, y es maravilloso conmigo. Esas palabras ni siquiera empiezan a
describirlo. Solo tienes que conocerlo. Si lo conocieras, sabrías de lo que estoy
374
Cuando hizo una pausa, pensé que iba a vomitar mi café con leche. Mi lista de
pecados era cada vez más larga. Estaba plagado de culpa, remordimiento y un poco
de vómito.
Sabía que sus amigas llegarían pronto, por lo que no estaría sola. Necesitaba hacer
lo que había venido a hacer, y necesitaba hacerlo bien.
Me puse de pie por un momento para estirarme, y luego me agaché frente a ella.
Agarrando sus manos en las mías, la miré a los ojos.
Joder. Tuve que detenerme y mirar hacia otro lado cuando empezó a llorar. Tuve
que contener mis propias lágrimas. Joder, joder, joder. Me había convertido
oficialmente en una chica.
—Marin.
M
e congelé, tal vez a unos diez metros de ellos. Chris y Macy se
encontraban en algún lugar detrás de mí, sin decir una palabra. Dani
estaba sentada junto a la fuente, usando lo que parecía la chaqueta de
Rick. Vi cuando él se agachó y sostuvo sus manos. Todo lo que podía ver era que
ella estaba llorando. Quería arrancarle la cabeza, pero todo el aire me dejó. Verlo
con ella se sentía como si alguien me hubiera golpeado en las bolas.
Dani me miró. Sus ojos lucían tristes y su rostro manchado de lágrimas. Le había
dicho que se fuera anoche. La idea de perderla para siempre causaba un dolor en
mi corazón. Me tragué el bulto en mi garganta.
Me estaba volviendo loco, apretando mis puños. Estaba listo para abordarlo por
tocarla. Quería jodidamente matarlo. Chris y Macy comenzaron a decir algo, pero
no pude escucharlos.
Dani se alejó de él, agarró su bolso del suelo, y comenzó a caminar hacia nosotros.
No podía quitar mis ojos de ella. Sin importar cuán herido estuviera, la amaba con
todo mi corazón. Odiaba que esto nos estuviera pasando a nosotros. Como la chica
que Chris dijo que era, mi corazón se había roto. Pero como el hombre que era, me
encontraba jodidamente enfadado con Rick, y necesitaba pagar por lo que hizo.
Empecé a caminar hacia Dani. Podría haber estado viniendo a decirme que me
perdiera. No lo sabía, pero no me importaba. Solo necesitaba estar cerca de ella.
376
Estos eran los tres metros más largos que había caminado alguna vez. Finalmente
nos paramos en frente del otro. Agachó su cabeza, llorando, mientras enterraba su
rostro en sus manos. Cuando levanté su rostro, mantuvo los ojos cerrados.
Sus ojos aletearon para encontrar los míos, y entonces los cerró otra vez.
Envolviéndola en mis brazos, la sostuve como lo hice tantas veces antes. Apoyó su
cabeza en mi pecho y envolvió sus brazos a mi alrededor.
—Necesitas ir allí con Macy. Necesito tener unas palabras con mi amigo.
Quería patear su culo. Me sentía tan enojado por lo que le hizo a ella, a mí, a
nosotros.
—Liam, por favor. Esto es entre tú y yo. Rick y yo solo estábamos diciendo
nuestros adioses. Si necesitas estar molesto con alguien, es conmigo —dijo.
—Dani, no tienes idea de lo que estás hablando. Ve con Macy ahora —ordené.
No sabía si lo entendió o no. Como hombre, no podía dejar ir esto. No dejaría a ese
idiota alejarse con todo lo que había hecho.
—Hermano, solo dejémoslo así. Aléjate, Lucas —dijo Chris, poniendo su brazo en
mi hombro.
No podía. Necesitaba lidiar con este hijo de perra. No se iba a escapar de esto.
Mientras más pensaba en las mentiras, la manipulación, y solo Dios sabía qué
juegos había jugado con Dani, más listo me encontraba para descuartizarlo.
—Por favor, Liam, déjalo ir. Vamos, por favor. —Dani jaló mi brazo.
Obviamente no entendía. Probablemente pensaba que tenía alguna clase de juego
de poder de ego. Si solamente fuera así de simple, podría haberme alejado, pero
esto era mucho más personal.
—Hijo de perra —dije, apretando mis puños—. ¿Lo correcto? Quiero jodidamente
matarte por todo lo que hiciste.
—Liam, ¡no! —gritó Dani. Se movió para pararse entre nosotros, presionándose
contra mí—. Por favor mírame. Nene, mírame.
—Por favor, enfádate conmigo. Fui quien te hirió. Todo esto es mi culpa. Soy quien
lo dejó salirse de control. Moléstate conmigo. Sí, debería haberse quedado lejos
cuando le dije que tenía un novio. Sé que eso es realmente malo, pero con quien
necesitas estar molesto es conmigo, no con él. Debería haber sido más directa con
él.
No podía creer que estuviera tomando la culpa por lo que hizo ese idiota. Pensé
que iba a explotarme un vaso sanguíneo mientras la rabia corría por mi cuerpo. No
sabía que realmente fuera posible odiar más las entrañas de Rick.
—Nena, vete. Esto definitivamente tiene que ver conmigo. —La moví fuera del
camino y luego comencé a apretar mis puños otra vez.
Todo pasó rápidamente. Rick enderezó sus hombros mientras sus ojos se
estrechaban. Afortunadamente para él, Chris agarró mi brazo y estaba
conteniéndome. La tensión entre nosotros era aterradora.
—No puedo jodidamente creer que permitieras que asuma la culpa por tu mierda.
378
Eres un inútil pedazo de mierda —dije mientras Chris luchaba por contenerme. Me
giré hacia Dani—. Solo escúchame. Ve con Macy y Candace. No tienes idea de lo que
ha hecho.
Se paró ahí, como un ciervo atrapado en las luces, con lágrimas bajando por su
rostro. Que se joda. Todo esto era su culpa. Me encontraba dividido, luchando entre
la abrumadora rabia que tenía y mi deseo de cuidar de ella.
Chris se paró entre nosotros. Dani trató de empujarme hacia atrás, pero no podía
dejarlo alejarse. No podía dejarla pensar que sostenía el peso de esto.
—No solo eres un imbécil. También eres un cobarde —le gruñí—. Vas a alejarte de
aquí, dejándola pensar que tomaste el jodido camino fácil cuando todos los demás
saben lo que hiciste. Le dices la verdad o lo haré yo, y entonces jodidamente
arrancaré tu corazón con mis propias manos.
Rick se giró y comenzó a pasar sus manos por su cabello. Siguió mirándola y luego
a mí.
Tal vez esta no era la forma correcta ni el momento correcto. Mierda. Podría solo
haberla jodido tremendamente.
379
Capítulo 56
Dani
S
olté el brazo de Liam mientras le gritaba a Rick que me dijera la verdad. ¿De
qué diablos está hablando? Miré alrededor, y Lincoln Road todavía estaba
relativamente vacía con solo unos pocos peatones paseando, bebiendo sus
lattes, o paseando a sus perros. Éramos el show inusual del sábado por la mañana.
Rick inclinó la cabeza hacia atrás, mirando al cielo. Quizás pensaba que las
respuestas vendrían a él a través de una inspiración divina. No tenía idea. Sentía
como si estuviera estancado, y cuando se trataba de Rick, el estancamiento nunca
era bueno.
—Rick, dime de qué está hablando Liam. —Me acerqué a él. Miré a Liam. Ahora
tenía los brazos en su cabeza y una mirada en sus ojos que no podía descifrar.
»Alguien dígame qué demonios está pasando aquí —dije, mirando a cada uno.
—Dani. No puedo. No aquí. No así —dijo Macy, negando con la cabeza—. Ven,
vámonos de aquí. Iremos a casa y hablaremos de esto. Por favor, Dani. Recién lo
descubrimos.
Si Macy no estaba divagando, esto era malo. Estaba con una sobrecarga emocional.
No podía procesar mucho más, y tenía miedo de que todos a mi alrededor supieran
de que todo lo que estuviera a punto de saber sería catastrófico.
—Daniela, todo lo que dije antes era verdad. Tienes que creer eso. Debería haberte
dejado en paz.
Tenía un muy mal presentimiento sobre esto. Rick tenía algo en su mirada que
nunca antes había visto. Podría haber sido arrepentimiento.
—Lucas, no te enojes con ella. Chris y tú saben que me estaba resultando difícil
reconquistarla. Es tuya. Siempre lo fue.
Liam dejó caer sus manos de su cabeza y cubrió su rostro con estas. Tenía que
estar en medio de una conmoción cerebral porque no entendía nada de lo que
estaba pasando. Me estaba volviendo loca. Miré a Liam y luego a Rick otra vez.
—Debo estar volviéndome loca porque juro haberte escuchado referirte a Liam
como Lucas, y solo sus amigos lo llaman así. Y ¿cómo sabría que estaba resultando
difícil reconquistarme? ¿Qué está sucediendo? ¿Lo conoces? —dije, tratando de
entender.
—Nena, olvidemos que forcé esta situación. Vámonos por favor, como dijiste. Macy
y Candace van a explicártelo todo en casa —dijo Liam.
381
Quería que fuera a casa con mis amigas y no con él. No sabía lo que estaba
esperando de Liam. Dios, le rompí el corazón, aun así asumí que él querría arreglar
las cosas. En vez de eso, sentí el dolor del rechazo.
—No, quiero saberlo ahora. Rick, solo dime la verdad —dije. Enderecé mis
hombros, preparándome para recibir las noticias.
—Daniela, todo lo que dije antes era verdad —dijo. Cambió su mirada, dejándome
saber que había más en la historia—. Lo que no te dije, y esperaba que nunca lo
supieras, era que te vi en Breathe esa noche. Fue la misma noche en la que conocí a
Lucas. Te quería de vuelta, Daniela. Quería la vida que teníamos, y me sentí como la
mierda por cómo te traté. Necesitaba arreglar las cosas entre nosotros.
—Espera, ¿estás diciéndome que eres amigo de Liam? ¿Cómo podría ser eso? He
conocido a sus amigos, y nunca te mencionó. ¿Qué está sucediendo aquí?
Liam se defendió.
—Es amigo de Chris. Comenzó a jugar básquetbol con nosotros. Nunca me cayó
bien, y ahora sé por qué. —Fulminó a Rick con la mirada.
—¿Por qué no me dijiste que era tu amigo? Sabes lo molesta que estaba la primera
vez que lo vi. Te conté la historia de nuestra ruptura y cuánto me dolió eso. ¿Fue un
juego para ver a cuál de ustedes dos elegiría? —pregunté, acusando a Liam de ser
parte de una conspiración en mi contra—. Después de todo, ambos estuvieron
observándome en el club. ¿Fue alguna clase de competencia? Sigue diciendo que
ganaste. ¿Yo era el premio? Oh, Dios mío. No puedo creerlo. Pensé que me amabas.
—Nena, te juro que no sabía quién era él. Nunca mencionaste su nombre. No lo
sabía hasta esta mañana cuando Macy comenzó a divagar. Cuando lo descubrí,
quise matarlo. Él nos hizo esto. Nos mintió a ti y a mí. —Se acercó a mí y sostuvo mi
rostro en sus manos, como lo había hecho tantas veces antes—. Nena, te amo.
Tienes que creerme. Nunca te mentiría.
382
Sus manos se movieron para descansar en mis brazos. Se volvió y miró a Rick.
—Eres un imbécil. ¿Por qué nos harías esto? —preguntó, su voz quebrándose.
Mis piernas se debilitaron ante esa admisión. Liam me equilibró y no me dejó caer.
Miré a Rick. Pensé que iba a desmayarme. Tal vez estaba entrando en shock.
Le pregunté a Rick:
Sacudí la cabeza porque este era el Rick que conocía. Pensé que iba a enfermarme.
Liam me miró.
Comencé a reproducir todo desde la primera vez que me encontré con Rick hasta el
final de nuestro adiós. Sacudí la cabeza, disgustada.
—Madison también fue parte de esto. —Resoplé—. ¿Qué otra cosa no me has
dicho?
—¿Por qué? Eres quien la trajo con toda su mierda. ¿Le dijiste que me dijera todas
esas cosas horribles? Cuéntamelo todo.
—Al carajo mi jodida vida. Daniela, ¿qué más quieres saber? —preguntó Rick,
pareciendo agotado—. ¿Cuánto más de esta maldita mierda necesitas?
—Daniela, sé que estás enfadada, y tienes todo el derecho de estarlo. Pero no todo
es blanco o negro. Es como ese libro que estoy seguro que lees, algo de sombras de
grises o algo así —dijo Rick, mirándome fijamente a los ojos.
—Oh, no, no vas a compararte con Christian Grey. Oh Dios, no eres Christian Grey.
Aunque supongo que podría decir que eres cincuenta sombras de mierda, pero
aquí, entre nosotros, esto es muy blanco y negro. Te pedí que me dejaras en paz. Te
dije que tenía novio. Jodidamente lo conocías. Solo unos minutos atrás, te estuve
hablando sobre el tipo de hombre que es cuando lo sabías muy bien. Sabías todo
esto, pero no te importó una mierda ni pensaste en lo que me haría esto —le dije.
Con mi metro sesenta y cinco de estatura, empujé su pecho. Si este era su intento
de traer una referencia de libro para trabajar a su favor, era un épico fracaso.
—Daniela, no tienes que ser tan severa. No es tan simple. ¿Por qué no puedes ver
eso? Sí, soy un imbécil. Estoy seguro de que Wikipedia tiene una foto mía al lado de
esa definición. Soy un imbécil hijo de perra. Estás muy en lo correcto con respecto
a eso. Soy un bastardo egoísta. Pero te quiero a mi propia forma, y pensé que
estaba haciendo las cosas bien para nosotros. Cuando te dije que quería ser el
hombre que creías que era, no estaba mintiéndote. Joder, quiero ser ese hombre,
pero no lo soy. Desearía serlo.
»Joder, vine aquí hoy para ponerle fin a todo esto. Finalmente estaba haciendo bien
la jodida cosa. Entonces, por favor perdóname por no tener tus estándares
morales. Me arrepentí de haberte perdido, y te quise de vuelta. Hice cosas que
sabía que no te gustarían. Lastimé a gente en el proceso. Te lastimé. No tienes idea
de lo horrible que me siento ahora mismo.
»Eras la cosa buena en mi vida y te dejé ir. Quería una segunda oportunidad
contigo. Estoy seguro de que ahora entiendes el valor de una segunda oportunidad.
La jodí. Lo hice mal. Debería haberte dejado en paz cuando me dijiste que me fuera
ese primer día. Si pudiera hacerlo todo de nuevo, habría hecho lo correcto —dijo.
384
Me miró fijamente por lo que solo pude asumir era su intento de hacerme ver la
sinceridad en sus ojos mentirosos.
Entonces, sucedió. No era propensa a la violencia, pero sin pensar, mi mano voló a
su rostro, duro y rápido.
Sin siquiera darme cuenta de lo que había hecho y antes de que la picazón pudiera
establecerse, le grité:
Comencé a empujarlo. El movimiento de las sacudidas era tan fuerte que mi cabello
salió de mi broche. Rabia impregnaba todas las células de mi cuerpo.
—Has destruido todo lo que me importaba. Te odio. Si nunca te vuelvo a ver, será
muy pronto. Soy tan estúpida. No puedo creer que pensara que habías cambiado.
Eres el mismo imbécil que siempre fuiste. Te odio. Te odio. Te odio —le dije,
empujándolo más fuerte.
—Lo arruiné, Daniela. Lo siento —dijo Rick con desesperación en su voz. Cerrando
los ojos, desvió la mirada—. Realmente estoy tratando de hacer lo correcto ahora.
Lo había perdido todo. Me imaginé que si también perdía mi mente, sería parte del
proceso.
—Vamos, nena, vamos a casa. —Los brazos de Liam me jalaron para alejarme de
Rick.
—¿Sabes qué? Me has quitado todo, pero te daré esto, no es que te lo merezcas. El
385
Rick que conocía nunca lo lamentaría, y estoy segura como el infierno de que no lo
intentaría. Tal vez todavía hay esperanza para ti, Rick —le dije, alejándome.
386
Capítulo 57
Liam
T
odo este enfrentamiento era surrealista. Cuando había llegado aquí, quería
arrancar la cabeza de Rick y tirarla como un balón. Ahora, solo quería tomar
a Dani en mis brazos y hacer que todo este dolor se fuera. Joder. Odiaba lo
que nos hizo este imbécil.
Empezó a buscar sus llaves. En serio, nunca entendía por qué las mujeres tenían
bolsos tan grandes. En buenas circunstancias, nunca podía encontrar nada ahí.
Cuando parecía que estaba a punto de lanzar su bolso a través del estacionamiento,
Candace se acercó y le quitó la maldita cosa de sus manos.
Llamé a Macy.
—Claro, si eso está bien con Dani —dijo Macy mientras Candace le entregaba las
llaves del auto.
Agarrando su mano, caminamos juntos a mi auto. Abrí la puerta para ella antes de
rodearlo y subí. Después de que arrancara, me estiré por su mano y comencé a
dibujar círculos en esta. Sin lugar a dudas, mi amor por ella lo consumía todo. En
este momento, se sentía como si me estuviera matando.
El viaje fue tranquilo. Sabía que su pequeña mente iba a un kilómetro por minuto.
Dani tenía una imaginación increíble. Tenía la habilidad de crear escenarios en su
cabeza que eran mucho más coloridos de lo que realmente estaba ocurriendo. En
este viaje, sin embargo, no creía que estuviera demasiado lejos del objetivo.
Normalmente trataría de disuadirla. Querría que hablara. Esta vez, no podía. No
estaba en mí hacerlo. Solo seguía imaginándola, sentada cerca de la fuente, usando
la chaqueta de ese hijo de perra. Seguía repitiendo la noche anterior en mi cabeza.
No sabía cómo jodidamente hacer esto bien porque dolía demasiado. Fui sacudido
de mis pensamientos.
—¿Adónde quieres ir? —pregunté, mirándola. Quería huir con ella e ir adonde no
hubiera recordatorios de nada de esta porquería.
—Dani, estás cansada. Ha sido una mañana emotiva. Necesito llevarte a casa.
—Entonces llévame a tu casa —dijo, hablando más intensamente con un poco de
desesperación en su voz.
Sabía que quería que la tranquilizara y le dijera que todo iba a estar bien entre
nosotros. Nunca le había mentido, y no estaba a punto de empezar ahora. Sabía que
Rick había dicho que era mía y que me amaba. Sabía que ese imbécil tenía
problemas en reconquistar a su ex mientras la había entregado a él con una
maldita reverencia. ¿Por qué simplemente no pudo amarme más?
—No creo que sea una buena idea —dije, mirando hacia la carretera.
—Macy tiene mis llaves. No seré capaz de abrir la puerta —dijo, apretando su
agarre en mi mano.
—Afortunadamente para ti, todavía tengo mi juego de llaves —dije con un tono de
sarcasmo. Todavía me dolía porque había dejado la llave de mi casa en la encimera.
Tenía que detener esto porque no quería amargarme con ella.
Se veía tan pequeña a mi lado. Su nariz estaba roja, y sus ojos estaban hinchados,
pero todo lo que podía ver era lo hermosa que era. Quería ver su sonrisa, pero
estaba oculta detrás de toda la locura reciente. Recordé la primera vez que la llevé
a casa y la llevé dentro. Había querido cuidarla y protegerla.
—Dani, vas a estar bien —dije, abrumado con el mismo deseo mientras la llevaba a
su dormitorio—. Vamos, deberías acostarte.
—Acuéstate conmigo, por favor. Necesito que me abraces, por favor —imploró.
—Vas a estar bien —dije. Tirando de ella en un abrazo, besé la parte superior de su
cabeza.
—Te amo, Liam. De verdad lo hago. Por favor, acuéstate conmigo. Abrázame —dijo
mientras trataba de arrastrarme hacia su cama.
389
—Nena… —Miré sus ojos mientras ahuecaba su rostro con mis manos. Me incliné y
la besé suavemente.
Su boca era suave y dulce. Nunca había amado a nadie tan profundamente como la
amaba a ella. Mientras provocaba su labio inferior con mi lengua, su boca se abrió
para mí. Cuando nuestro beso se profundizó, quise estar con ella, hacerle el amor,
poseerla, y reclamarla más que cualquier otra cosa en el mundo. Mientras me
acercaba a ella, intentó llevarme a su cama de nuevo.
Le dije:
—No puedo.
—Lo siento mucho. Sé que te lastimé. Lo arruiné. Tienes todo el derecho de estar
enojado conmigo. Por favor, Liam, te necesito ahora mismo —rogó. Sus ojos se
llenaron de lágrimas—. Te amo.
—Sabes que te amo. Dios, te amo tanto. —Me aparté y di un paso atrás—. Esta no
es una de tus novelas. No soy un novio literario que puede pasar por alto todo en
nombre del amor. No podemos cabalgar hacia el atardecer como si nada hubiera
pasado. Soy un hombre de verdad. Esto —dije, poniendo su mano sobre mi
corazón—, mi corazón, late por ti. Estuve listo para matar por ti hoy. Te amo con
todo lo que soy. Mi amor por ti no es la pregunta aquí.
—Anoche, necesitabas tiempo para resolver las cosas. ¿Qué ha cambiado en las
últimas veinticuatro horas? La única diferencia es que aprendiste que Rick es un
imbécil hijo de perra y no la fantasía que lo hiciste ser.
Odiaba verla llorar. Tuve que ahogar mis propias lágrimas. Si me rindiera, ¿cómo
sabría si realmente me ama tanto como yo la amo?
—Hoy puede que haya cambiado cómo piensas y te sientes por él, pero no cambia
390
—No, no dudé de mi amor por ti. Solo no entendía cómo podía amarte y estar en
conflicto con él. No lo escogí. No sé cómo explicarlo. Te amo. Lo hago. Por favor.
Nos elijo a nosotros. Nos quiero a nosotros. Te quiero. Te amo.
—No hagas esto. Por favor. No —dijo, enterrando Su cabeza en sus manos. Se sentó
en el borde de su cama.
Odiaba sentirme de esta manera. Quería olvidar las últimas horas. Realmente lo
hacía, pero no me escogió. ¿Cómo podía pasar eso por alto?
Me arrodillé delante de ella y sostuve sus manos mientras la miraba a los ojos.
—Te amo, nena. Con todo lo que soy, te amo. Siempre te amaré. Haz lo que tengas
que hacer.
—Siento haberte lastimado. Perdóname, por favor. Quiero estar contigo. Te amo.
—Te amo lo suficiente como para darte lo que necesitas. Espero que vuelvas a mí.
391
Capítulo 58
Rick
O
bservé mientras se alejaban. ¡Qué jodida mañana! había venido aquí con
cada buena intención de poner fin a mi búsqueda. No tenía más juegos,
pretensiones, o mierdas. Había dado la verdad directa de la mejor manera
en que pude contarla.
Cerré los ojos e incliné la cabeza hacia atrás, tratando de darle sentido al desorden
que había creado. Me pasé las manos por el cabello y maldije. Necesitaba dejar de
hacer esto. Me encantaba mi cabello.
Tenían que estar bien. Liam lo resolvería con ella. Era el hijo de perra más
sometido que había visto alguna vez. Daniela se lo merecía. Él también mataría por
392
ella, y esa era una ventaja adicional por la que las chicas se volvían locas. Liam
estaba listo para despedazarme, y si Chris no hubiera estado aquí, habría estado en
un montón de problemas. Madison había tenido razón al preocuparse. Una vez
más, se hallaba jodidamente en lo correcto.
Mientras caminaba hacia mi auto, pensé que el único consuelo que tenía era que
había hecho lo mejor que pude para hacer las cosas bien. No estaba seguro de si
Madison estaría orgullosa de mí por cómo había ejecutado las cosas, pero lo había
hecho. Había hecho lo correcto por primera vez en mi vida. Había tomado la
responsabilidad. Incluso dije la verdad.
Metí mi mano en el bolsillo y saqué mis llaves. Haciendo clic en la alarma, abrí la
puerta y me senté en mi auto. Bajé el espejo para comprobar mi mejilla. Tal como
sospechaba, se encontraba roja. Necesitaba parar en la farmacia y conseguir una
crema antimagulladuras. Salí del estacionamiento y conduje. Ni siquiera eran las
diez de la mañana, y ya había sido fácilmente el día más intenso de mi vida. Sabía
adónde me estaba dirigiendo. Necesitaba verla. Joder, solo la necesitaba.
Quería decir que había hecho lo correcto porque se lo había debido a Daniela, pero
no fue por eso. Ni siquiera lo hice por mí. Lo hice por ella, por mi animadora y mi
maldito dolor en el trasero. Era la única mujer que me toleraba y no se comía mi
mierda. Había pasado cada día con ella sin follarla ni una vez. Aunque, bueno, nos
habíamos acercado, y debería haberme aprovechado, pero no lo hice. Hice todo
esto por Madison. Le dije anoche que iba a demostrarle a ella y a Daniela que no
era el mismo hombre que conoció.
que tuvo en ese breve momento, me atrapó para siempre. Lucía feliz. Quería darle
eso. Quería hacerla feliz.
Por supuesto, esos momentos eran tan pocos y lejanos. La mayor parte del tiempo,
quería estrangularla. Joder. La odiaba malditamente tanto. No sabía si había pasado
o fallado en la Escuela de Madison Stuart para castrar a Rick. Solo necesitaba verla
y averiguar qué carajos era esto porque yo seguro como el infierno que no lo sabía.
—Buenos días, Walter —saludé como lo hacía cada mañana—. Voy a subir. No me
importa. Dile que voy para allá lo quieras o no. No estoy de humor para sus
mierdas.
Saqué mi teléfono.
—Sr. Marin. Se fue. —Me empujó hacia un lado—. Escuche, podría perder mi
trabajo, pero usted me agrada. Uno de los servicios de taxis la recogió esta mañana.
Tenía sus maletas con ella.
—No había nadie más en el auto. —Walter se encogió de hombros—. Lo siento, Sr.
394
—No está aquí. Le prometo que si estuviera y me dijera que le mintiera, se lo haría
saber. Lo juro. Pero no está aquí. Lo llamaré tan pronto como atraviese esas
puertas.
Le di unas palmaditas en la espalda a Walter. Era un buen hombre. Maddy, por otra
parte, se encontraba en un buen lío.
Cuando salí por la puerta, saqué mi teléfono. Me paré frente a mi auto y marqué su
número. La llamada fue directamente al correo de voz.
Volví a entrar.
—Está bien, pero no tiene que pagarme. Me agradan usted y la Sra. Stuart. Usted es
bueno para ella.
Di una palmadita en el hombro de Walter, y luego salí hacia mi auto. Cuando salí a
la calle, la llamé de nuevo. Iba a seguir sus jodidas reglas. Con mi voz un poco más
suave, le dije:
Si alguien sabía dónde se encontraba, era ese hijo de perra chupapollas, Bruce. Así
que hice un giro en U y me dirigí directamente a Martini Bar.
Mientras trotaba por los escalones que conducían al bar, mi teléfono sonó. Me
detuve a medio paso y miré la pantalla. Mi madre. Puse mi teléfono en mi bolsillo.
No me encontraba de humor para su mierda en este momento. De pie frente a las
puertas, miré hacia la barra. He aquí, allí estaba él, secando las malditas copas. Lo
odiaba, pero si pude engañar a Daniela durante meses, podría actuar agradable con
mi archienemigo. Abriendo la puerta con un empujón, entré.
El chupapollas se rio y me sirvió una copa. Era un maldito Black Label. Esto era
jodidamente malo.
El imbécil no tenía idea de que hoy no era el día para presionarme. Le devolví el
trago. Había recorrido un largo camino. Podría haber arrojado eso en un instante,
pero necesitaba la cabeza clara.
El hijo de perra se rio. Estirándome hacia la barra, agarré su camisa y lo tiré hacia
mí. Estaba a un par de centímetros de mi rostro.
Sonrió.
Gran. Maldito. Error. Con una mano en su camisa, alejé la otra, cerré mi puño, y
golpeé su mandíbula. Me dolían los nudillos como el infierno, pero se lo merecía. Su
cabeza voló a un lado a medida que tropezaba, mientras lo soltaba.
ardientes. Mierda. Esperaba no haberme roto algo. ¿Qué diablos pasaba hoy? Había
intentado hacer lo correcto, pero todo se estaba desmoronando.
Mientras mi mano palpitaba, encendí mi auto y llamé a Madison por Bluetooth. No
había manera de que pudiera tocar los números en mi teléfono. De nuevo, me
contestó el jodido correo de voz.
Apoyé la cabeza contra el volante. Esto no podía estar sucediendo. ¿Dónde está?
—¿Hola?
N
o tenía ni idea de cuánto tiempo había estado acostada en la cama. Había
estropeado todo. Todavía no podía creer que se hubiera ido. Poco después,
Candace había llegado. No tenía ni idea de cómo había entrado. Por lo que
sabía, ella y Macy habían conseguido de alguna manera las llaves de mi casa sin
que me diera cuenta. Realmente no me importaba. Me había dormido después de
un rato.
Me vio mirándola.
—Sabes, Dani, este libro es realmente bueno. Creo que podría tener que
conseguirme uno de estos para mí. —Se levantó y encendió la luz—. Vamos, amiga,
tienes que levantarte, tomar una ducha, y comer algo.
—Candace, déjame en paz. —Solo quería estar aquí en la oscuridad y sentir pena
de mí misma. No tenía energías para hacer otra cosa. Merecía un respiro por salud
mental, considerando que habían sido veinticuatro agitadas horas.
—No tienes tanta suerte, querida mía. No vas a revolcarte aquí. Absolutamente no.
Tuviste un día difícil ayer, así que puedes tener un pequeño descanso hoy, pero
mañana cualquier cosa puede pasar. Así que, sí, vamos a tener la fiesta de
autocompasión más grande y fabulosa de todos los tiempos, y seré tu invitada.
—Voy a ver si puedo ayudarte con tu fiesta de autocompasión. Está bien, aquí va.
Oh, Dani, tienes todo el derecho en el mundo de sentirte miserable y horrible. Liam
Lucas es, y lo digo porque él es un presente y no un pasado, lo mejor que te ha
pasado, y te equivocaste enormemente. Deberías haber confiado y hablado con tus
mejores amigas. No te habríamos juzgado por mantener conversaciones con ese
imbécil inmaduro con el que habías estado en una relación disfuncional durante un
año entero de tu vida.
—No estás ayudando, Candace —dije, poniendo mis ojos en blanco, mientras me
sentaba—. Simplemente no entiendes. Nunca dejé de amar a Liam. Jamás pensé en
Rick cuando estaba con Liam. Rick había causado un gran impacto en mi vida, y
supongo que no lo había dejado ir del todo. Todavía no puedo creer que fui tan
crédula y me enamoré de sus mentiras. Realmente pensé que había cambiado. Una
parte de mí estaba haciendo las paces con la forma en que habían terminado las
cosas entre nosotros. Cuando nos estábamos despidiéndonos, estaba consiguiendo
un cierre. Pero no puedo negar que cuando estuvimos en el club esa noche, quería
tener sexo con él, y antes de este espectáculo de circo, había una parte de mí que
todavía estaba intoxicada con él.
—Dani, siempre negaré haber dicho esto porque detesto al hombre. Rick es sexy y
encantador, y esa maldita sonrisa suya le ha dado acceso a más bragas de las que
nos gustaría pensar. Cuando lo vi en Martini Bar, le dije que se mantuviera alejado
de ti, y yo, eh… —Se movió incómodamente—. Agarré su pene y lo amenacé.
—Candace, estás mintiendo. No hay manera de que le hubieras hecho eso a ningún
hombre en público, mucho menos a Rick.
—Juro por Dios, lo hice. Fue repugnante porque Rick es asqueroso. Sin embargo,
creo que le gustó. Lo sentí, ya sabes… reaccionar un poco. De todos modos, por un
breve momento, fue un poco caliente, y odio al hombre. Tienes un pasado con el
idiota, y estaba chorreando encanto y manipulándote. Vamos, es guapísimo. ¿Y tú
estabas bajo la influencia de cuántos Cosmos? Date un respiro. No dormiste con él.
¿O sí? —preguntó, levantando una ceja.
399
—No, no tuve sexo con él. No le hablé, ni le envié mensajes de texto, ni lo vi sino
por casualidad. Solo tenía las farsas en Lincoln Road. No sé lo que quería con él.
Solo sé que sí quería algo.
—Estás enamorada de Liam. Nunca amaste a Rick como amas a Liam. La primera
vez que te vi con Liam, pude ver la diferencia. Sí, Rick es delicioso, pero Liam lo es
mucho más. Creo que estás asustada de lo mucho que amas a Liam, y estás incluso
más asustada de lo mucho que él te ama. Personalmente, en mi opinión no tan
humilde, estabas en una misión de autodestrucción, así que saboteaste cosas con
Liam.
—Candace, no podrías estar más lejos de la verdad. Sí, amo a Liam. No tienes ni
idea de cuánto. Solo que no podía entender mi atracción por Rick. Madison… las
palabras de esa puta me atormentaban. ¿Cómo podía amar a Liam pero estar tan
atraída por Rick? Quiero decir, el Rick que pensaba que era. No puedo creer que me
tragara sus mentiras.
—Está bien, si insistes. De vuelta a lo que estaba diciendo, estás llena de mierda.
Cada mujer que se encuentre dentro de un radio de ocho kilómetros de Rick lo
desea. Es deseable. Aunque lo odio, lo he deseado. Lo sé, es asqueroso, pero estoy
divagando. Tú y Liam están locamente enamorados el uno del otro. El hombre
estaba amenazando la vida de Rick en mi presencia. ¿Hola? Soy una oficial en los
tribunales. Tienes que dejar de estar asustada de amarlo y dejarte ser
completamente amada por él.
—Está herido. Dale un poco de tiempo. Si lo amas tanto como sé que lo haces, vas a
recuperar a tu hombre.
—Cariño, realmente necesitamos lidiar con tus problemas de papá. No hay forma
en que este hombre te vaya a olvidar y siga adelante. Está loco por ti. Solo vas a
tener que demostrarle lo loca que estás por él. Ahora, necesitas una ducha y algo
de comida.
400
Candace hacía que todo sonara tan simple. Tal vez tenía razón. Esperaba que la
tuviera. Nunca se había equivocado. Me aferré a esa pequeña pepita. Liam es Liam.
H
abía pasado dos semanas en total y completa miseria. Lo único que había
parecido ayudar era pasar tiempo en el trabajo, así que había tomado
tantas guardias como podía.
La verdad era que no había querido entrar en el apartamento que había llamado
nuestro hogar o dormir en la cama donde le había hecho el amor. Esa maldita caja,
no que todas sus cosas encajaran en ella, me había perseguido. Chris se había
negado a llevarla, y Macy se había alejado de esta como si estuviera llena de
serpientes venenosas.
Wyatt había estado allí para mí. Se había ofrecido a matar a Rick, pero lo había
rechazado. Por mucho que hubiera querido infligirle dolor a Marin, sabía que no
me haría sentir mejor. Comprometidos, Wyatt y yo acordamos ocultarle esta
mierda a nuestra mamá. La había mantenido a raya con mensajes porque podía
fingir mis sentimientos en esos.
Chris había sido un gran amigo. Durante la primera semana, no había dicho nada.
Con excepción de rápidos saludos, había estado en completo silencio. Había sido un
alivio bienvenido a la basura y tonterías para las que no había estado de humor.
Había venido cuando no estaba trabajando, lo cual no había sido a menudo, pero
sería lo suficiente para distraerme. Mirábamos básquetbol o mejores jugadas en
ESPN con algo de cerveza y un tazón de papas entre nosotros. Lanzábamos tiros o
íbamos a pescar. Había sido vinculación masculina en su mejor expresión. En el
402
silencio, habíamos dicho todo lo que había que decir. Había demostrado que
cuidaba de mí.
Repentinamente, esta parecía una mala idea, pero Chris ya me había enviado cinco
mensajes de texto haciéndome saber que estaba allí, donde estaba sentado, y que
había ordenado una jarra y alitas. Saqué las llaves de la ignición y abrí la puerta
mientras cruzaba la calle. Tenía que ser un hombre y acabar con esto.
Terminé mi cerveza.
—Sabe dónde estoy. Dijo que necesitaba tiempo. Siendo un caballero, se lo estoy
dando. Tiene que averiguar qué diablos quiere, y no voy a hacerlo fácil para ella,
como lo he hecho todo el tiempo. —Miré mi vaso fijamente, trazando mi dedo a lo
largo de la condensación—. La tranquilicé a cada paso del camino. Sostuve su
mano, le prometí que estaba allí para ella, y le mostré que lo decía en serio.
Mientras tanto, ella estaba desayunando con Marin los sábados por la mañana y
luego convenientemente omitía ese pequeño hecho.
—No voy a mentirte. Estoy enamorado de ella, pero no voy a perseguirla. La pelota
está en su cancha —dije.
—Estoy de acuerdo contigo. Era lo correcto de hacer entonces por ti y todos los
hombres, pasado, presente y futuro. Voy a decir esto con todo el bromance que
siento por ti. Eres mi mejor amigo. —Tomó un momento, llevando su dedo a su
barbilla—. Es bueno que tengamos una mesa muy gruesa y grande que nos separe
porque no te va a gustar lo que estoy a punto de decir, pero tienes que escuchar
esta mierda. —Chris limpió su boca y luego terminó su cerveza.
—Con una introducción como esa, esto debería ser bueno. —Sonreí, poniendo mis
ojos en blanco ante su mierda.
—Ahora estás patinando sobre hielo muy fino. —Sacudí la cabeza, hirviendo—. De
hecho, creo que deberías cerrar la boca.
—Digo la verdad, amigo mío. —Se encogió de hombros—. Tal vez podría haber
sido ligeramente más delicado, pero ya que ya no eres una chica, pensé que podrías
manejarlo.
—No tienes ni idea de lo que estás hablando —dije, apoyándome en la mesa—. Soy
muy consciente del hecho de que Dani está viva. Tengo experiencia de primera
mano en la diferencia. Ese hecho hace que esto sea aún más difícil, lo creas o no,
porque sé que está a solo una llamada telefónica. No es que nunca pueda ver su
rostro ni escuchar su voz otra vez porque se ha ido. Es que está tan cerca que la
siento, pero al mismo tiempo, está tan lejos que no puedo tocarla.
—Sabes lo rápido que puede cambiar todo. Con Dani, puedes tener lo que no
puedes tener con Nat, la oportunidad de volver a tenerla en tus brazos y tener la
vida que te mereces. —Miró a Megan mientras nos traía una nueva jarra con vasos
recién llenados de hielo.
—Los dos son imposibles. —Hizo gestos por la cuenta—. Estás siendo orgulloso, y
ella una idiota. Son perfectos el uno para el otro. —Chris echó un vistazo a Megan
de la cabeza a los pies, pasando más tiempo sobre las enormes tetas mirándolo a la
cara—. Esto concluye nuestro momento de estrógeno de Hallmark Channel. Ahora,
es tiempo de regresar a nuestra dosis de testosterona programa regularmente con
Spike TV. —Pagó la cuenta, y al mirar el recibo, sonrió—. Mira, hermano, tengo un
número de teléfono. Si no estuviera interesado en Macy, iría por esto. —En el
camino, arrojó el número a la basura.
405
Las palabras de Chris habían estado clavadas en mi cabeza por días, haciendo que
cuestionara mi postura. Extrañaba a Dani. Extrañaba el sonido de su risa y la
sensación de sus manos tocándome. Más que nada, dolía por el brillo en sus ojos
cuando ella había sonreído.
Empecé a trabajar más y más. Cuando recibía una llamada preguntando si podía
tomar media guarda, había accedido, pero primero, necesitaba recomponerme. A
pesar de que había estado deprimido cerca de Chris, ciertamente nunca había
permitido que mis hombres vieran nada más que un líder concentrado y confiado.
D
espués de estacionar mi auto, deslicé mi tarjeta de crédito en el
parquímetro. Agarré la toalla de playa del asiento del pasajero y luego
caminé hacia la arena. Venía aquí todos los días en diferentes momentos.
Los días se habían convertido en semanas, y mi corazón aún dolía por él.
No tenía idea de qué era lo que necesitaba Liam de mí. ¿Qué clase de garantías
podría darle, para que supiera que no era mi error o mi segunda opción? Odiaba
haberlo hecho sentirse de esa manera. Me sentía desesperada. Las únicas cosas que
me daban un poco de paz eran el sonido de las olas y la sensación de la arena
cubriendo mis dedos enterrados. Había tenido razón sobre esta playa. Como estaba
fuera de la carretera principal, solo intransigentes venían aquí, así que era
impecable y tranquila.
Candace y Macy se habían turnado para cuidarme como si fuera una inválida. La
mayor parte del tiempo, solo había querido que me dejaran sola. Había pasado la
mayor parte de mi tiempo trabajando o leyendo. Había estado recuperando el
tiempo perdido mientras me había puesto al día con mi lista para ser leída. Mis
libros me habían ofrecido consuelo porque tenían la idea de que un felices para
siempre era posible incluso después de un desastre. También había buscado
respuestas ocultas en mis libros. Había tratado de encontrar una fórmula de
reconciliación utilizada en ficción, así podría aplicarla en la vida real. Mis queridas
amigas me habían amenazado con otra intervención. Las había fulminado con la
mirada, pensando que mis Kindle eran mejores que una casa llena de gatos.
Cuando llegué a la playa, me saqué los zapatos y enrollé mis pantalones. La arena
estaba fría esta tarde.
407
Me dirigí hasta el lugar donde Liam y yo habíamos visto el primer amanecer. Nadie
sabía que venía aquí. No quería explicárselo a nadie. Además de dormir con sus
camisetas, era una de las cosas que hacía para sentirme cerca de él. Estaba enojada
y dolida, pero sobre todo, estaba destrozada. Lo amaba, y una parte de mí nunca
estaría completa sin él. Había querido disculparme con él muchas veces, pero un lo
siento no me había parecido suficiente. Esperaba que de alguna manera el viento,
las olas, y la arena me dieran la respuesta.
Me senté, abrazando mis rodillas, mientras observaba las olas ir y venir. Ninguna
respuesta apareció con la marea. Quería hace las paces con todo. Quería darle
sentido a esto. En cierto modo, solo quería dejar ir la mayor parte de ello.
Detestaba lo que había hecho Rick, pero estaba encontrando un camino para
dejarlo ir ya que finalmente le había dicho adiós. Tuve el cierre que nunca había
tenido antes. Me sentía una tonta por cómo había caído en sus manos. Una semana
después, me había sorprendido cuando me había despertado ya sin odiarlo. Había
dejado ir de todo el dolor, decepción, ira, y amargura. Lo había perdonado, no que
él lo supiera. Algunas cosas era mejor dejarlas en paz.
El viento soplaba, azotando mi cabello por todos lados. Saqué mi Kindle y teléfono.
Cada día, miraba mi teléfono, tocaba mi pantalla, y me detenía en su información
de contacto. Diariamente, escribía un mensaje de texto que nunca enviaba. No
sabía que decir. ¿Cómo diablos podía hacer las cosas bien? ¿Qué le diría? ¿Por qué
tiene que ser tan difícil cuando antes siempre fue tan fácil? ¿Y si no quiere saber nada
de mí? ¿Y si siguió adelante? ¿Y si esto? ¿Y si aquello? Odiaba la inseguridad y la
autocompasión. Ambos eran rasgos impropios de una mujer segura, así que no
tenían lugar en mi vida.
Siempre había sido la amante despechada, a la que dejaban atrás, así que no sabía
cómo arreglar este desastre que había hecho en nuestras vidas. No tenía ningún
punto de referencia. Estaba perdida aquí. Necesitaba ayuda. Candace y Jeremy
habían estado juntos desde la universidad, así que ella era inútil. Aunque Chris
parecía ser un accesorio semipermanente, Macy generalmente tenía una puerta
giratoria de hombres, por lo que no entendía la maestría de la recuperación. Ella
408
solo lo había superado. Mi mamá también era inútil. Lo que había pasado con mi
padre continuaba siendo un misterio hasta el día de hoy.
Dejé de reproducir los acontecimientos de ese terrible día y las malas decisiones
que me habían llevado hasta ello. No iba a revolcarme en la autocompasión. ¿Qué se
supone que haga para arreglar esto? Pasé mis manos por la arena, dejando que los
granos cayeran entre mis dedos lentamente. Mis ojos estaban fijos en el horizonte,
y mis pensamientos estaban perdidos en el agujero negro de las divagaciones
obsesivas. Entonces, algo me despertó del trance.
—Hola. Alguien especial me trajo aquí una vez para mirar el amanecer. Me dijo que
era un lugar tranquilo —contesté.
—Oh, entonces era un él, ¿no es así? Debió haber causado una muy buena
impresión si estás aquí en una tarde fría.
Mi corazón dolió al escuchar el sonido de su tierna y profunda voz tan cerca de mí.
Quería tocarlo y poner mi mano encima de él.
—¿Por qué estás aquí, Dani? —preguntó Liam con un tono más directo.
Se giró hacia mí, pero aún no podía mirarlo a los ojos. Estaba asustada de lo que
pudieran decirme ahora que había vuelto a la calma. ¿Es demasiado tarde? ¿Puede
perdonarme?
—Quería sentirme cerca de ti —susurré, cerrando los ojos para contener la oleada
de lágrimas.
—¿Viniste aquí para sentirte cerca de mí? —Apartó la mirada—. ¿Por qué Dani?
Estoy justo aquí. Durante las dos semanas más jodidamente largas de mi vida, he
estado justo aquí, y en vez de eso vienes a la playa para sentirte cerca de mí. ¿Qué
estás esperando? ¿Que de alguna u otra manera apareciera aquí un día y
montáramos hacia la puesta de sol?
sol. Dejemos todo esto atrás. Por favor, Liam. No sé cómo hacer esto bien.
Miró su reloj.
Cuando le eché un vistazo, vi que llevaba puesto su polo gris y los pantalones cargo
negros.
—Teniente —grité.
descenso.
Inclinó mi barbilla para que lo enfrentara.
—Dime, Dani.
—No lo sé. Realmente no pensé en eso. Tal vez fue por la misma razón por la que
no me atreví a usarla para abrir la puerta. Violé tu confianza, y la llave simbolizaba
la confianza. Hay tantas cosas de las que desearía retractarme y hacerlo todo otra
vez.
Dejando escapar un profundo suspiro, juntó las manos detrás de su cuello mientras
inclinaba la cabeza hacia atrás.
Bajó su cabeza, y sus ojos se fijaron en los míos. Sus ojos azules se oscurecieron
hasta un hermoso zafiro con una chispa en la esquina. Por primera vez en semanas,
lo sentí: la esperanza. Mientras calor me llenaba, mis labios se curvaron y se
convirtieron en una sonrisa.
—Luchas sucio —dijo, acunando mi rostro con las manos—, no puedo creer que
lanzaste mis palabras en mi rostro y que luego sonrieras.
Me aparté de él. Mi sonrisa creció cuando tuve una idea. Estaba ganando, y hablaba
en serio sobre luchar por él. Quería saber si me importaba. Iba a mostrarle cuánto
me importaba.
Tiré mi teléfono en mi bolso y recogí mis cosas. Cuando regresé a él, vi que estaba
al teléfono. No tenía ni idea de lo que iba a decir. Tenía que improvisar.
Cuando sus ojos se encontraron con los míos, me pidió que esperara. Esperé
ansiosamente, inquieta, mientras esperaba a que terminara. Estaba un poco
molesta de que estuviera al teléfono durante un momento tan crítico en un
potencial momento de recuperación de nuestra relación. Cerré los ojos y respiré
411
hondo. Este es Liam. No tenía que estar nerviosa. Tenía que concentrarme y luchar.
Metió el teléfono en el bolsillo, y tomé eso como mi señal.
—¿Qué vas a hacer? ¿Estoy perdonada? Me importas más que nada ni nadie. De
verdad. Aquí —dije, entregándole mi Kindle. Mi mano vaciló al principio, y liberé el
agarre despacio, pero lo hice. Lo miré—. Te amo. Por favor, perdóname.
—Sí, pero este es mi favorito, y mira, la portada ha sido autografiada por todos mis
autores favoritos. Es realmente valioso para mí.
—Soy equipo Liam. —Coloqué mis manos en su cintura—. Además, hasta que
estuve buscando algunas referencias sobre recuperación de relaciones, nunca me
di cuenta de que muchos finales eran apresurados o terminaban en suspenso. ¿Te
puedes imaginar mi frustración?
—Sabes que el problema con ese escenario es que estás apuntando a la dirección
equivocada. —Besó la parte superior de mi cabeza, poniendo sus brazos alrededor
de mí—. Aunque me gusta la idea del sexo alucinante.
412
—Estás arruinando un final perfecto de un buen libro. —Apoyé mi cabeza en su
pecho, respirando su aroma—. Bueno, hay otra opción. Puedes tener una lesión y
estar inconsciente. Sentada junto a tu lecho de muerte, juraría mi amor eterno por
ti y te rogaría tu perdón. Entonces, abrirías los ojos, todo sería perdonado, y
viviríamos felices para siempre. Fin.
—Eso suena realmente doloroso. —Negó con su cabeza—. ¿Alguna otra opción?
—Mis libros no ofrecen soluciones. —Me aparté y rogué con mis ojos—. Liam,
necesito que me perdones. Lucharé. Por favor. Sé que tienes que ir a trabajar. No
nos dejes en un suspenso. Apenas puedo tolerar eso en los libros. No sé si puedo
sobrevivir a uno contigo.
—¿Por qué no? Estoy locamente enamorada de ti, Liam. Solo de ti. No eres mi
escape o mi segunda opción. Nunca lo fuiste. Puedo rehacer las cosas por ti.
Necesitaba dejar ir todo eso, incluyendo el dolor. Sé que debería haber manejado
las cosas de otra manera, pero no lo hice. Cometí un error, y mientras estoy aquí de
pie ahora mismo, estoy luchando por ti y por nosotros. Haré lo que sea necesario
para ganarme tu confianza de nuevo.
—Te voy a mostrar lo que siento por ti. —Hice una pausa, poniendo mi mano sobre
su corazón latiendo rápidamente—. Sé que me amas. Puedo verlo en tus ojos y
sentirlo en tu beso. No te estoy pidiendo que finjas que lo arruiné
catastróficamente. No tienes idea de cuánto me odio por herirte. Te estoy pidiendo
que me perdones. Dime qué necesitas que haga. Dame una pista o algo.
Cuando empezó a caminar hacia el auto, me quedé paralizada. ¿Qué diablos pasó?
414
Capítulo 62
Liam
M
e alejé, sabiendo muy bien que la había dejado atónita. Dani había
querido saber qué podía hacer, y le había dicho paracaidismo. Estaba
esperando su reacción.
Cuando la había visto sentada en la playa, había estado dispuesto a darle un final
de libro. Había parecido perdida, mirando hacia el océano, y todo lo que había
querido hacer era acercarme y asegurarle que todo estaría bien. Había querido
decirle que la amaba, que estar lejos de ella era pura tortura, pero sobre todo, que
la vida era demasiado corta y preciosa para desperdiciarla en amargura y
resentimiento. Necesitábamos lidiar con la raíz del problema, no con la
manifestación de este, y necesitábamos hacerlo juntos, no separados.
Di pasos lentos, caminando por la suave arena. Sonreí mientras pensaba en ella
como una princesa guerrera. Cuando me había entregado su Kindle, supe que había
estado hablando en serio sobre luchar. Me encantaba besarla, sentirla cerca de mí.
La necesitaba. Teníamos que resolver esto y encontrar nuestro camino.
—Se está haciendo tarde, Dani. Sé que tienes hambre y me muero de hambre.
Vayamos a conseguir una hamburguesa en Shake Shack.
415
Al principio, lucía un poco triste, allí de pie, pero cuanto más firme se mantenía en
su posición, más sexy se ponía.
—No quiero comida —gimoteó, secándose las lágrimas de los ojos—. Por favor,
dame lo que necesito.
Temprano una mañana, la había traído a esta playa para ver el amanecer. Nunca
olvidaría lo que había dicho: “Veamos cómo el sol espanta la oscuridad de la noche”.
Había empezado a enamorarme de ella mientras la tenía en mis brazos.
—Dani —le grité, abriendo mis brazos—. Te amo, nena. Todo está perdonado…
Antes de que pudiera decir algo más, corrió hacia mí y saltó a mis brazos. Los
envolví alrededor de ella en un dulce abrazo. Se aferró a mí mientras la hacía girar
lentamente. Con sus manos entrelazadas detrás de mi cuello, llevó su boca sobre la
mía, provocándome y tentándome.
—Te amo —dijo sin aliento. Pasó su lengua por mis labios—. Te amo muchísimo.
—Si no te llevo a casa ahora mismo, voy a hacerte el amor en esta playa —le
susurré al oído.
416
La bajé lentamente hasta sus pies. Me tentaba mientras sacaba mi camisa del
pantalón y pasaba sus manos contra mi piel desnuda.
C
uando había dicho “nuestra cama”, mi corazón dejó de latir.
Cada célula en mi cuerpo temblaba hasta mi núcleo. Podría tomarme justo aquí en
la playa. Sentí el calor y la humedad entre mis piernas. No tenía reservas en
absoluto, pero la idea de nuestra cama creaba una anticipación en mí que nunca
antes había sentido. Una sonrisa estalló en mi rostro. Él era verdaderamente
asombroso, y lo amaba.
Regresamos al lugar donde había dejado caer todo antes de correr a sus brazos.
—Fácil. Estamos a favor del amanecer: inicios, un nuevo comienzo, y un nuevo día.
Colgué mi bolso sobre mi hombro y entonces enlacé mis manos en las suyas.
Caminamos hacia nuestros autos.
Me detuve en seco.
—Sabes que no haría eso, pero sé que dirías algo como eso, jugando. Pero sí accedí
a hacerlo. —Suspiré profundamente—. Vamos, sabes que le temo a las alturas.
—Le temes a muchas cosas. —Se volvió hacia mí, inclinando mi barbilla hacia
arriba—. Quiero que confíes en mí, que realmente confíes en mí, con todo. —Su voz
era suave, y sus ojos tiernos. Trajo nuestras manos enlazadas entre nosotros—.
Hacemos todo juntos, incluyendo el saltar de un avión.
—Estaré contigo, y tengo cada intención de mantenerte con vida durante un muy
largo tiempo.
—Gracias por darme una segunda oportunidad, incluso si quieres matarme. Te das
cuenta de que si la caída no lo hace, mi ataque al corazón lo hará.
—Sé de RCP, nena. Voy a cuidar de tu corazón, y asegurarme de que sepas que mi
corazón te pertenece. Siempre lo hizo y siempre lo hará. Vamos a hacer las cosas
bien esta vez. Supongo que puedes llamarlo una nueva oportunidad.
419
Epílogo
Dani
Seis meses después
M
e recosté en la puerta, observándolo en la habitación tenuemente
iluminada. Incluso en la oscuridad, podía distinguir las facciones que
conocía tan bien. Su cabello rubio estaba recortado muy corto, y su
rostro sin rasurar tenía justo la sombra perfecta. Apoyó su cabeza contra su brazo
y extendió sus largas piernas fuera de la otomana. No podía quitar mis ojos de él.
Estaba sonriendo de oreja a oreja, El juego que él estaba viendo ofrecía la única luz
en la habitación.
Se movió en el sofá y me miró con una sonrisa juvenil. Cuando extendió sus brazos
como invitación, fui hasta él y me arrastré en su regazo.
estado haciendo es luchar por ti. ¿Me dices esto después de que me he convertido
en una experta guerrera del amor?
Sus labios rozaron los míos suavemente.
Los últimos seis meses habían sido maravillosos, pero no siempre fáciles.
Esa noche en la playa, me dijo que luchara por él, así que lo hice. Peleábamos todo el
tiempo. Él pensaba que estábamos peleando por las cosas más estúpidas, pero estaba
equivocado. Había una explicación para mi locura. Con cada pelea, aprendíamos a
cómo reconciliarnos, y chico, éramos buenos en ello.
Nuestra reconciliación era tanto amarga como muy dulce. Me enjauló contra la
puerta mientras la estaba cerrando y besándome al mismo tiempo. Ambos estábamos
jadeando mientras la puerta se abría, y tropezábamos al entrar.
Cuando me giré para encender la luz, vi una caja al otro lado de la habitación,
situada en la mesa del comedor. Tenía mi nombre en esta. Me alejé de Liam, pero me
acercó de nuevo y enterró su cabeza en mi cuello. Me liberó para bloquear la puerta
mientras caminaba hasta la mesa. Repentinamente, me sentí abrumada con
vergüenza y arrepentimiento.
Después de asegurar la puerta del frente, a Liam le tomó apenas unos segundos darse
la vuelta y encontrarme paralizada en una pose estoica. Me rehusaba a sentir pena
por mí misma. No me importaba nada sobre él y nosotros. Esto no se trataba de una
fiesta de autocompasión. No iba a dar vueltas las cosas como si yo fuera una víctima.
—Aún tengo que escuchar que te quejes cuando nos estamos reconciliando. —
421
—Silencio. Exactamente. Sé lo que estoy haciendo. —Me dio la vuelta sobre el sofá,
fijándome debajo de él—. Siento una pelea gestándose —dijo.
Bajó su rostro y rozó sus labios sobre los míos. Mi boca se estiró, tratando de
profundizar el beso, pero se retiró, provocándome.
Estaba preparándome en el baño. Teníamos planes para tomar el bote hasta la isla
sin nombre donde íbamos a cenar.
Mientras estaba pasando el cepillo a través de mi cabello en una mano con la otra
sosteniendo el secador de cabello, por el rabillo del ojo atrapé a Liam aferrándose al
marco de la puerta. Bajando el secador de cabello al lavabo, me di la vuelta hacia él y
sonreí.
—Te ves hermosa —dijo. Sus ojos brillaban como zafiros, calentando mi corazón—.
Ahora, vamos, nena. ¿Puedes apresurarte un poco?
No se inmutó.
—Pero esperaré por ti todo el tiempo que sea necesario. —Retrocedió y le dio una
palmada a mi trasero—. Sin embargo, no me hagas esperar demasiado. Quiero
navegar antes de que oscurezca.
Sabía que me irritaba cuando me apresuraba, no que lo hubiera hecho con frecuencia
ya que generalmente llegaba temprano o a tiempo. Pero había contrarrestado su
ofensa con el más dulce gesto de cariño, de modo que no pude permanecer enfadada
por mucho tiempo. Era verdad. Nadie rivalizaba con la puntualidad de Liam, ni
siquiera Macy con su reloj interno. Detestaba llegar tarde más de lo que a mí me
desagradaba ser apurada. Pero esta noche se trataba de relajarnos después de una
semana difícil, así que no entendía cuál era el gran problema.
Gritó:
Estaba convencida de que quería pelear. ¿Por qué más me estaría presionando?
Rápidamente, me cambié a unos pantalones cortos y un lindo top y me deslicé en mis
sandalias. Me dirigí a la sala de estar, lista para pelear, cuando lo vi sentado en el
sofá. Estaba murmurando algo mientras contemplaba un CD. Mi corazón se derritió,
rindiéndose antes de que el primer tiro fuera disparado.
—Estoy tan orgulloso de ti por hacer esto. Durante un tiempo pensé que ibas a usar
un resquicio legal para escaparte del paracaidismo.
—¿Y cuál resquicio legal sería ese? No que importe porque soy una mujer de palabra.
423
—No me hiciste hacer esto. Esto era importante para ambos. Tenías razón acerca de
que necesitaba confiar en ti completamente. Quiero que me saques gentilmente de mi
zona de comodidad. —Mis dedos jugaban con los flequillos de su cabello—. Estaba
contigo, así que ¿de qué había que tener miedo allí?
Ambos sabíamos que era un poco mentirosa. Había estado muerta de miedo, pero le
había dado mi palabra. Cuando todo hubo sido dicho y hecho, había sabido que él
nunca me pondría en riesgo, y ese había sido el factor decisivo. Había confiado en él.
Eso no quería decir que mi mano no hubiera estado temblando mientras había
firmado por mi vida. Mi imaginación había conseguido lo mejor de mí, y me había
preocupado por todos los posibles escenarios que podrían suceder. No había querido
convertirme en un animal muerto en carretera. Desparramada no era mi mejor
apariencia. Había desechado esos pensamientos y me había concentrado en mi
hombre estando a mi lado. Y lo había hecho. Había enfrentado mis miedos esa tarde,
y maldición, había sido la experiencia más emocionante de mi vida.
—Eso es correcto, nena. Estabas conmigo y te sentiste segura. —Me dio un suave
beso en los labios—. Eres una sexy tipa dura. —Me apretó fuerte—. Ahora, vámonos.
El sol estaba brillando intensamente en esta tarde de julio. Protegí mis ojos del
resplandor cuando salí del auto. El muelle estaba lleno, y había mucho tráfico en la
bahía con los navegantes regresando de un día en el mar. ¿Quién podría haberlos
culpado por estar aquí hoy? El día estaba magnífico sin una nube en el brillante cielo
azul, y el mar parecía un cristal de aguamarina.
—Disculpa, pero nada de eso —dije poniendo mis ojos en blanco. Cuando atrapé su
mirada, una sonrisa se extendió por mi rostro.
Sus labios se posaron sobre los míos mientras su lengua provocaba suavemente mi
labio inferior. Nuestro beso se profundizó en la panorámica del muelle.
No sabía por qué estaba tan apurado, pero agarré la mano fuerte que me extendió y
entrelazó mis dedos con los suyos. Caminamos hasta Blazing Fire y salimos en
nuestro crucero por la noche.
—Mmmm, la última vez que me dijiste eso, me llevaste de una playa a otra. Por lo que
aparenta, vas a hacer lo mismo ahora. —Lo miré con recelo—. ¿Me estás llevando a
un escondite secreto?
Se detuvo abruptamente y se paró frente a mí. Con su mano libre, inclinó mi barbilla.
Sus ojos se calmaron, trabándose en los míos.
—Esa noche, te abrí mi corazón, y ha sido tuyo desde entonces. Puse mis tesoros a tus
pies.
Mientras seguíamos por el sendero bordeado de árboles con las manos entrelazadas
juntas, desaceleró cuando estábamos acercándonos al final. Los colores del cielo se
estaban desvaneciendo de un azul brillante a un resplandor ámbar.
Liam y yo ahora hablamos de todo. Tenía sus momentos cuando era un tonto o, como
le gustaba decir, romántico. Pero esto era diferente, y me sentí sobrecogida de
emoción a medida que mis ojos se llenaban de lágrimas mientras mi corazón se
detenía.
—No hablaba sobre él con Natalie. Obviamente, ella sabía que había fallecido, pero
era un asunto de no te metas ahí. Entonces, de la nada, allí estabas bajo la luz de la
luna, y las palabras solo empezaron a salir. No soy ajeno a la pérdida. —Sacudió su
cabeza—. Natalie fue mi mejor amiga y mi primer amor, y su muerte fue
devastadora. Mi madre y yo nos unimos por la pérdida del amor. Me dijo que la gente
entra en nuestras vidas por una temporada o para toda la vida, pero siempre por una
razón. Fui el para toda la vida de Natalie, pero ella fue mi temporal. Cuando llegara
el momento, mi para toda la vida llegaría.
—Dani, eres mi para toda la vida. —Cuando se arrodilló, sacó una caja de su
bolsillo—. Te amo con todo lo que soy. Déjame ser tu felices para siempre. Cásate
conmigo y se mi esposa.
Asentí, llevando mis manos sobre mi boca mientras lágrimas corrían por mi rostro.
Agarró mi mano temblorosa y deslizó el anillo en mi dedo. Cuando envolví mis brazos
alrededor de su cuello, me recogió y me hizo girar mientras gritaba.
Toda nuestra relación destelló ante mis ojos, lo bueno y lo doloroso. Habíamos
elegido luchar el uno por el otro. Habíamos estado indispuestos a renunciar. Nos
amábamos. No era solo el amor empalagoso de la tarjeta Hallmark. También era
del tipo real que superaba nuestras insuficiencias e imperfecciones.
Saboreando los recuerdos de anoche, cerré los ojos, atrapada bajo él. Me había
dado un amanecer y una puesta de sol. Era el amor de mi vida, el hombre de mis
sueños, y cada uno de mis novios de libro envuelto en uno.
427
Después de que abriera mis ojos lentamente, me quedé mirando sus ojos azules
mientras sellaba este amor en mi recuerdo. Mi corazón latía salvajemente en mi
pecho. Cuando empuñé su camisa, admiré mi anillo brillante mientras lo acercaba a
mí.
—Es solo el comienzo. —Mordí mi labio inferior—. Te amo, Liam, por siempre y
para siempre.
428
It’s Not Over
É
l había querido que ella lo ayudara a reconquistar a su
exnovia. Ella había querido enseñarle algunas
lecciones de cómo tratar a una mujer. Ninguno
planeó lo inesperado.
Incapaz de observar al hombre del que se ha enamorado amar a otra mujer, toma
la decisión espontánea de abandonar la ciudad y poner algo de distancia entre
ellos. Lo que necesita más que nada es distancia y olvidar.
Justo cuando piensa que ha conseguido una escapada limpia, el pasado golpea su
puerta, y sus aspiraciones futuras están en juego. Madison se hunde más en modo
de supervivencia para asegurar su legado y sus secretos. Es Madison Suart. Vive la
vida bajo sus reglas, y nada va a interponerse en su camino.
¿Pueden estos dos difíciles y obstinados individuos superarlo cuando todo está
contra ellos?
The Do Over #2
430
Capítulo 1
Madison
T
enía que salir de Miami y alejarme de los constantes recuerdos. Rompí mi
única regla: nada de vínculos. ¿En qué infiernos estaba pensando? Las
puertas del ascensor se abrieron, y por una fracción de segundo, pensé que
lo había visto parado junto al escritorio, golpeteando sus dedos sobre la encimera
mientras me esperaba. Mi corazón latió con anticipación, pero forcé ese
pensamiento fuera de mi cabeza rápidamente. Eso era ridículo, de todos modos.
Era sábado por la mañana, su día para cortejar y manipular a Daniela para volverse
a enamorar de él. Probablemente, estaba sellando el trato en este mismo momento
después de meses de derribar la resolución de ella.
En lugar de ello, con mi cabeza en alto, llevando lentes de sol oscuros, salí al
vestíbulo. Mi cabello rubio estaba recogido hacia atrás en un moño. Iba vestida
apropiadamente para la ocasión con mi blusa blanca de botones y mis pantalones
de lana azul marino a medida.
Walter, el mejor portero que hubiera conocido alguna vez, se levantó detrás de su
escritorio, apresurándose para ayudarme, y agarró mi equipaje.
—Buenos días, Sra. Stuart —dijo entusiastamente—. Puedo llamar al valet y hacer
que le traiga el auto, si lo desea.
—Sra. Stuart, espero que cambie de opinión, y el placer ha sido mío. —Cerró la
puerta, y el auto se alejó de la acera. No miré hacia atrás. En lugar de ello, tragué el
nudo que me estaba sofocando mientras cerraba los ojos, sofocando ese dolor en
mi pecho. Los abrí lentamente y miré por la ventana mientras recuperaba la calma.
Este era un viaje improvisado. No había hecho un solo arreglo aparte de reservar
mi vuelo y el servicio de auto para que me recogiera. Me había convertido en una
de esas mujeres ridículamente débiles que me molestaban hasta los huesos.
No estaba huyendo. Iba a casa por una visita atrasada. Saqué mi teléfono y marqué
el familiar número. Sonó, tal vez dos veces antes de que escuchara la profunda voz
áspera que me había consolado toda mi vida. Cualquier determinación que tenía se
terminó. Una solitaria lágrima se dirigió hacia abajo por mi rostro. Parpadeé mis
ojos rápidamente mientras la limpiaba.
—Sí, lo siento. Solo que es tan bueno escuchar tu voz que me puse un poco llorona.
De verdad te extraño.
—Lamento disentir contigo en eso. Dudo que alguien aparte de ti notara que no
estuve allí. La única llamada que recibí ese día en particular fue tuya, y como te
expliqué en ese entonces y repito ahora, estaba trabajando en un proyecto que
requería mi atención. Se acabó, así que, ¿adivina qué? En este momento estoy en
camino a pasar algunos días contigo.
Dejé afuera la parte donde planeaba pasar algunos días en la Ciudad de Nueva York
haciendo cualquier cosa que se necesitara para sacar a Rick Marin de mi sistema.
433
—Quiero escuchar acerca de ese proyecto que te mantuvo alejada. He hecho un
poco de investigación sobre ti con la empresa, y están muy emocionados con tu
desempeño, como debería ser. Eres una Stuart.
—Aprendí del mejor. Ahora, por favor, estoy yendo a casa por placer, no por
negocios. Nada de hablar de trabajo. Estoy llegando al aeropuerto ahora y tengo
que dejarte. Te veré en unas horas.
—Cena en Mark’s, siete en punto —declaró. No era una petición y eso estaba bien.
Confiaba en él. Sabía cuánto presionar—. Enviaré a Nelson para que te recoja en el
aeropuerto.
—¿Maddy? —preguntó.
Tranquilizándome, respondí:
—Buenos días, Bruce. Lamento despertarte, pero estoy llamando para pedir un
favor. —Mis palabras salieron disparadas rápido y directo al grano. Era todo
negocios.
434
Bruce Miller era mi barman número uno en Martini Bar, donde yo era la
administradora. El hombre era un genio mezclando bebidas, siguiendo órdenes, y
haciendo que las cosas sucedieran. Era agradable a la vista y las mujeres lo
amaban.
En sus noches solo, habíamos promediado fácilmente treinta por ciento más en las
ventas. Podía leer a la gente mejor que cualquiera que hubiera conocido, y usaba
esa habilidad detrás de la barra. No era el único con ese talento. Se había
convertido en un juego que jugaríamos, observando a los clientes mientras
mezclaba o agitaba sus bebidas. Él los había llamado como los veía. Debería
haberlo escuchado el día en que Rick entró a Martini Bar, luciendo como un tren
descarrilado. Había visto al imbécil mientras yo había previsto un desafío.
Generalmente no trabajaba los lunes, pero en ese en particular, tuve que ir para una
reunión con Roger, el director regional y Mason, mi hermano, el extraordinario
heredero. Vestida con un conservador traje azul marino con mi cabello recogido
hacia atrás, asombré sus pantalones. Sí, pensaban que solo era un lindo rostro que
iba a hacer una completa tonta de sí misma, manejando un bar en una economía en
crisis en una ciudad que estaba saturada de bares y clubs fallidos. Me recosté en mi
silla con la mano debajo de mi barbilla, disfrutando la mirada de derrota en el rostro
de Mason. No podía esperar a que saltaran al próximo avión de regreso a Nueva
York.
Tan pronto como salieron de mi oficina, cerré la puerta. Dejé caer mi cabello y sacudí
mi cabeza. Me quité el blazer y desabotoné mi blusa para revelar la cantidad perfecta
de escote. Estaba de ánimo para celebrar.
Salí hacia la pista cuando Rick atravesó la puerta. Mis ojos fueron a él mientras se
dirigí a la barra. Su cabello estaba despeinado, y tenía esta mirada de algo en su
rostro, derrota mezclada con desenfrenado calor. Estaba de pie con sus brazos
extendidos sobre la barra, esperando a Bruce. Estaba de tan buen humor que ni
siquiera me importó que Bruce estuviera ignorándolo. De hecho, me dio una
oportunidad de estudiarlo por un momento.
—Dime, Bruce, ¿por qué estás haciendo esperar a un cliente a propósito? —pregunté,
apoyándome en la barra.
435
—¿Ese imbécil? Puede esperar. —Bruce sonrió, frunciendo su ceño—. Entonces,
¿cómo fue tu reunión? Por el aspecto de tu escote y ese pequeño brillo en tu mirada,
diría que fue bien.
—Fue mejor que bien, y voy a celebrar —dije con mis ojos fijos en el imbécil
despeinado—. Ve a proporcionar un buen servicio al cliente. Parece que ha tenido un
mal día.
—Lo estás mirando como si estuvieras a punto de devorarlo —dijo, guiñando el ojo—
. Madison al acecho es caliente. No tendrá una oportunidad, pero déjame decir, para
que conste, que lo declaré imbécil.
Me tomé mi tiempo, echando un vistazo al misterioso hombre con el peso del mundo
sobre sus hombros. Nunca me limitaba. Caminé alrededor, leyendo detenidamente a
la multitud y asegurándome de que todo estuviera marchando perfectamente. Sí,
Martini Bar era una máquina bien aceitada. Estaba malditamente orgullosa de lo
que había logrado aquí. Estábamos localizados en las afueras de Brickell, prestando
servicio a un público profesional. Venían después del trabajo, hambrientos y
sedientos, y me aseguraba de satisfacer sus necesidades. No podía esperar a
compartir las buenas nuevas con el abuelo, así que regresé de inmediato a mi oficina
para hacer la llamada.
Cuando estaba terminando con el teléfono, noté en el monitor que Chris Giordano
estaba hablándole a mi cliente solitario. Esto era perfecto. Chris estaba en marketing,
prestándole servicio fundamentalmente a la industria de los clubs nocturnos.
Habíamos trabajado juntos en algunos eventos. Era un buen chico con una
reputación de ser un poco mujeriego. Le gustaba follar y a mí también. Eso nunca me
molestó y nunca se cruzaron las líneas. No cagaba donde comía. Al menos, ya no.
Deambulé alrededor de la barra hasta que llegué y me posé sobre el hombro de Chris
y saludé. Miré a nuestro cachorro perdido y atrapé una mirada en sus ojos avellana
antes de que se volviera para contemplar su bebida.
436
—¿Quién dijo que vendía algo? —Bruce tenía razón: era un imbécil, pero rezumaba
atracción sexual desde cada célula de su cuerpo.
—Oh, ¿de verdad? ¿Crees que sabes lo que quiero? —resoplé. Era grosero y
arrogante—. Y no me llames Maddy.
»Estás ahí de pie con tus tetas, rogándome que las alcance y las frote, las lama, y las
pellizque. —Mantuve mi mirada en él neutra, pero por muy hijo de perra arrogante
que estuviera siendo, era jodidamente caliente. Podía ignorar esta basura solo para
sentir su polla dentro de mí. Nunca le daría ni la hora después.
»Quieres que pegue la mano en tus pantalones justo ahora y sienta tu coño. Sé que
está mojado. —Terminó su bebida—. Y sabes que puedo encontrar tu punto G y
hacerte venir justo aquí delante de todo el mundo.
Lamí mi labio inferior, mordiéndolo más suave que nunca. No valía la pena la follada,
pero había algo en sus ojos que atrapó mi atención.
—Eres un imbécil. —Lo miré directo a los ojos, sonriendo—. Pero me gustas. Bruce,
tráele otro trago a Rick, la casa invita.
437
Tuvo suerte de que estuviera de buen humor. De otra manera, lo hubiera puesto en su
lugar. Seguí con lo mío cuando vi a una rubia aproximarse a él. Esto era bueno.
Estaba enfadada y despotricando contra él. Sí, eso era exactamente lo que se merecía.
Lo único que atrapé de su conversación fue que él tenía que mantenerse alejado de
una mujer.
—Es un imbécil. Tienes un punto por eso, pero hay algo sobre sus ojos. No lo sé
realmente. Tal vez sea el color.
—Sus ojos son del color del agua del lago estancado. No es un perro extraviado, y si lo
fuera, por favor, llévalo directo a control de animales. —Puso los ojos en blanco y
lanzó la toalla de la barra sobre su hombro.
—Necesita ayuda, y disfruto del trabajo de caridad. —No podía evitarlo. Sentía pena
por el bastardo.
—No me digas que vas a follarlo —dijo Bruce, negando con la cabeza.
—¿De verdad? —preguntó, pasando su dedo por el borde del vaso vacío.
—Te dije que me gustas. Voy a ayudarte con esta chica que te tiene en tan
desagradable carácter.
—Ya te lo dije. Me gustas. Y, bueno, luces como si necesitaras algo de ayuda. —No
estaba segura de si era capaz de rehabilitación, pero sabía que iba a disfrutar de
golpearlo fuera del pedestal en el que estaba elevado.
—Sí, Madison. Cualquier cosa que necesites. —Podía escucharlo moviéndose por
ahí—. Solo corta la mierda y dime qué está pasando.
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Aclaré mi garganta.
—Como dije, necesito que me cubras. Si es un problema, llamaré a Jamie. Siempre
está ansiosa ante la oportunidad de demostrar sus habilidades. Lo más
importante, sabe quién manda. Entonces, ¿cómo va a ser?
—Cuida tu actitud. Es algo bueno que me gustes. —Hice una pausa—. Una cosa
más, si alguien va por ahí buscándome, no estoy.
—Haz mi día y dime que estás hablando de ese molesto hijo de perra. Porque si lo
es —dijo riendo—, estaré más que feliz de entregarle el mensaje.
—Tengo que irme. Estaré de regreso el miércoles. Mientras tanto, si necesitas algo,
solo llama. Gracias. —Antes de que pudiera decir otra palabra, colgué.
Al principio, sus llamadas habían sido una intrusión en mi tiempo personal, pero a
medida que el tiempo pasaba, había comenzado a esperarlas tontamente. Había
estado emocionada por cómo funcionaba mi estrategia y por decirme que era
asombrosa. Entonces me recogía, y almorzábamos mientras yo continuaba su
entrenamiento. Nos habíamos odiado durante la mayor parte. Nunca había
conocido a alguien más egocéntrico y egoísta que él. Me había desafiado en cada
parada y agotado con su implacable falta de habilidad para tomar un no por
respuesta.
Suspiré. Aparte del hecho de que el hombre rezumaba atractivo sexual, no era tan
horrible una vez que llegabas a conocerlo. Era raro con su obsesión por la Segunda
Guerra Mundial, pero era divertido y a veces un poco dulce. Y… nada. Era un
imbécil.
Miré mi teléfono una vez más y lo apagué. Si llamaba, no quería hablar con él. Si no
lo hacía, preferiría no saber. Lidiaría con ello cuando tuviera algo de distancia. Soy
lamentable.
Metí mi teléfono en mi bolso y estaba determinada a poner todo eso detrás de mí.
Por el amor de Dios, no hacía esto, jamás.
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Me dirigí a través del aeropuerto. La prisa de la multitud y el maratón hasta la
puerta era justo el antídoto para mi pensamiento pobre de espíritu. Esto era
perfecto, exactamente lo que necesitaba. El alivio me inundó.
Cuando alcancé mi puerta, mis hombros cayeron. Mi equipaje de mano cayó al piso
y mi cabeza se agachó cuando grité:
—¡NO!
—Sí, por favor. —Reemplazó la pequeña tetera, una selección de tés, y una taza.
Realmente no quería té. Necesitaba una bebida fuerte. Joder, necesitaba un polvo.
Cerré mis ojos, relajándome y dejándome ir a mi lugar feliz.
Necesitaba sentir el calor del cuerpo de un hombre contra el mío. Anhelaba que sus
manos me tocaran, acariciaran, y toquetearan. Quería sentir su polla presionada
contra mí.
La idea de agarrar su dura polla y jugar con esta, lamerla y chuparla, y luego
deslizarme hacia abajo sobre esta y montarla ocasionó que un suave temblor me
atravesara e hiciera mi coño palpitar. Podía sentir un cálido calor irradiar fuera de
mí, y mordí mi labio fruncido. Dejé caer mi cabeza a un lado mientras juntaba y
presionaba mis piernas, mi cuerpo relajándose. Sí, esto fue exactamente lo que me
recetó el doctor.
—Alex…
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