#1 The Do Over

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El siguiente material es una traducción realizada por fans para fans.

No recibimos compensación económica alguna por este contenido, nuestra única gratificación
es el dar a conocer el libro, a la autora y que cada vez más personas puedan perderse en este
maravilloso mundo de la lectura.

Si el material que difundimos sin costo alguno está disponible a tu alcance en alguna librería,
te invitamos a adquirirlo.
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Índice
A.L. Zaun Capítulo 21 Capítulo 44
Sinopsis Capítulo 22 Capítulo 45
Prólogo Capítulo 23 Capítulo 46
Capítulo 1 Capítulo 24 Capítulo 47
Capítulo 2 Capítulo 25 Capítulo 48
Capítulo 3 Capítulo 26 Capítulo 49
Capítulo 4 Capítulo 27 Capítulo 50
Capítulo 5 Capítulo 28 Capítulo 51
Capítulo 6 Capítulo 29 Capítulo 52
Capítulo 7 Capítulo 30 Capítulo 53
Capítulo 8 Capítulo 31 Capítulo 54
Capítulo 9 Capítulo 32 Capítulo 55
Capítulo 10 Capítulo 33 Capítulo 56
Capítulo 11 Capítulo 34 Capítulo 57
Capítulo 12 Capítulo 35 Capítulo 58
Capítulo 13 Capítulo 36 Capítulo 59
Capítulo 14 Capítulo 37 Capítulo 60
Capítulo 15 Capítulo 38 Capítulo 61
Capítulo 16 Capítulo 39 Capítulo 62
Capítulo 17 Capítulo 40 Capítulo 63
Capítulo 18 Capítulo 41 Epílogo
Capítulo 19 Capítulo 42 It’s Not Over
Capítulo 20 Capítulo 43 Capítulo 1
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A.L. Zaun

S
e graduó de la Universidad Internacional de
Florida con un título en Literatura Inglesa hace
mucho tiempo. Un título que no utilizó en
absoluto en sus esfuerzos profesionales. Le encanta
leer, escribir y tomar fotos. Camina por todas partes
con su cámara, y más importante, tiene un lector
electrónico disponible en todo momento. En la
Administración de la Salud durante el día, mami por
la tarde y la mayoría de las noches, puedes
encontrarla sentada frente a su computadora portátil
con una botella de Pepsi Diet, trayendo a la vida las
voces en su cabeza en las páginas de su novela debut,
The Do Over.
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Sinopsis

L
a vida no luce como se supone para Dani Ruiz, una romántica empedernida.
Después de una dolorosa y repentina ruptura con Rick Marin, Dani se
esconde de la realidad, retirándose a un mundo de ficción donde prefiere
novios literarios por encima de las molestias de una relación.

Casi dos años después, las amigas de Dani están cansadas de observarla en un
compás de espera, así que organizan una intervención, forzándola a regresar al
mundo real de las citas.

Inesperadamente, Dani encuentra a Liam Lucas, un bombero con los pies en la


tierra. Podría ser la persona que le muestre que ella todavía vale la pena. Dani está
dudosa de confiarle su corazón a otro hombre, pero su instantánea y eléctrica
química es algo que no puede negar.

Mientras Dani comienza a creer que ha encontrado un novio literario en la vida


real, Rick decide que hará cualquier cosa para recuperarla. Ver a Rick como un
hombre cambiado hace que Dani se cuestione todo.

¿Puede Dani confiar su corazón remendado a Liam? ¿O Rick se ha transformado en


el hombre que siempre ha querido?

Escrita desde varios puntos de vista, The Do Over es una historia de segundas
oportunidades y nuevos comienzos.

The Do Over #1
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Prólogo
Dani
Casi dos años atrás

E
staba de pie con mis brazos cruzados en la puerta tenuemente iluminada,
observándolo. Incluso en la oscuridad, podía distinguir sus rasgos. Su
cabello castaño oscuro estaba despeinado, y su rostro sin afeitar tenía ese
perfecto rastrojo. Hacía que desaliñado se luciera delicioso. No pude evitar sonreír.

La única luz salía de la televisión mientras miraba una película de la Segunda


Guerra Mundial. Habíamos peleado anoche como nunca antes habíamos peleado, y
lo detestaba. La tensión todavía era densa entre nosotros. Habíamos pasado la
mayor parte del día en nuestros rincones separados, atendiendo nuestras heridas.
Bueno, al menos yo lo hice. Aunque había roto mi corazón, quería de alguna
manera acortar la distancia y hacer bien las cosas.

Mientras estaba tendido cómodamente en la tumbona, quería arrastrarme en su


regazo desesperadamente y acurrucarme sobre su pecho. Necesitaba sentirme
cerca de él. Quería sus brazos alrededor de mí con sus labios sobre mi boca.

Moviéndose en su asiento, miró hacia mí. Esperé por su sonrisa con hoyuelos, esa
que sería mi invitación para unirme a él, pero nunca llegó. Queriendo hacer las
cosas bien, entré a la habitación y me senté en la silla, enfrentándolo.

—Cariño, esto no está funcionando para mí —dijo impasiblemente antes de


continuar viendo su película.

—¿Qué? —pregunté, enderezándome—. ¿De qué estás hablando? ¿Qué no está


funcionando para ti?
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Mis ojos estaban fijos en su inmóvil perfil. Con la confusión ahora añadida a mi
estado de corazón roto, las emociones se arremolinaban mientras mi ritmo
cardíaco se disparaba. Quería sacar el control remoto de su mano y golpearlo en la
cabeza con este. Al mismo tiempo, quería deslizarme en su regazo y sentirlo cerca
de mí. Quería maldecirlo y amarlo. Exhalé lentamente, tratando de bajar mi ritmo
cardíaco, mientras aclaraba mi cabeza.

Sabía que había estado besando a un sapo el año pasado, pero tenía la fe de que se
convertiría en un príncipe. Tenía un gran potencial, y nuestra conexión era
eléctrica e intensa.

Bajó el volumen solo un poco. Cuando se volvió hacia mí, sus ojos encontraron los
míos.

—Solo somos demasiado diferentes. —Se encogió de hombros ligeramente.

Me eché hacia atrás ante el sonido de sus palabras. Mis ojos se abrieron mientras
mi boca se abría por el shock. ¿Esta es su excusa? ¿En serio? Toleraría un montón de
su mierda. ¿No es eso parte de la vida? La gente lo echaría a perder y luego lo haría
funcionar y entonces tendrían sexo de reconciliación. El sexo había sido la cura
universal para cualquier cosa que nos aquejara. Había sido el pegamento que nos
unía. Tres veces al día, habíamos tenido sexo del que hace enroscar los dedos de
los pies, poner los ojos en blanco, intenso, y totalmente caliente. Y ahora él estaba
descartando nuestra relación por una pelea. No estaba por admitir la derrota.

Mientras las bombas explotaban en el fondo a tiempo que los americanos invadían
a Francia, supliqué:

—Rick, por favor. —Hablé lentamente para estabilizar mi temblorosa voz—.


Tienes que darme algo mejor que “somos diferentes”. Siempre hemos sido
diferentes. Sabes que eres el yin para mi yang. Nos equilibramos uno al otro. Nos
sacamos de nuestras zonas de comodidad. Funciona genial para nosotros.

Toda nuestra relación —lo bueno, lo malo, y esto feo— destelló delante de mis ojos.
¿Por qué estoy tratando de salvarnos cuando él se está rindiendo tan fácilmente? Lo
amo y quiero estar con él, ese es el porqué. A pesar de que mis amigas estarían en
desacuerdo, no siempre era malo. Era intenso, y cuando era bueno, era
increíblemente genial. Pero cuando no lo era… bueno, cada una de mis
inseguridades afloraba. No estaba esperando nada de esto de él.

—Sí, lo sé —dijo sin expresión, echando un vistazo en mi dirección—. Pero solo


que no está funcionando para mí. Ya sabes, el sexo es genial. Probablemente es el
mejor sexo que haya tenido alguna vez, y eso es mucho decir. He tenido sexo genial
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antes. El sexo contigo es realmente asombroso, pero simplemente no está
sucediendo para mí. Quiero que funcione. Eres perfecta en el papel. Eres todo lo
que siempre he deseado, cariño, pero solo que no está aquí. —Palmeó la mano
sobre su corazón.

¿Qué infiernos sucedió? Incapaz de mirarlo, me di la vuelta. No quería que viera el


dolor en mis ojos, así que miré la televisión fijamente. Sangre y vísceras salpicaban
toda Normandía. La escena parecía muy ajustada a lo que había sucedido entre
nosotros. Todo se ralentizó para mí en ese momento mientras la traición cavaba
más profundo en mi corazón.

Era una romántica empedernida. Supe desde el momento en que le había puesto
los ojos encima que él era complicado. Había visto a través de su actuación, y no
había comprado su discurso promocional. Me había hecho la difícil, pero él había
sido implacable. Sabía que se había metido justo debajo de mi piel al instante en
que le hube dado una entrada.

Era arrogante, ligeramente creído, y muy malcriado. Tenía una opinión sobre todo.
Podía ser el imbécil más grande del mundo. Tenía problemas con el compromiso y
nunca entraba en ninguna obligación que lo atara por mucho tiempo. “Después de
todo”, diría, “nunca sabes cuándo podría venir algo mejor”. Lo único en lo que se
concentraba era en su carrera, pero eso también era de corta duración. Pronto
tendría que renunciar a su independencia y asumir su papel en la compañía de su
familia.

Aparte de todo ello, sin embargo, no se podía negar que era encantador, sexy y
hermoso. Tenía carisma y el don de la persuasión. Con un destello de su sonrisa o
un guiño de sus ojos avellanados, era masilla en sus manos.

Me había enamorado de él. Había sido el chico complicado buscando una chica
buena que lo inspirara a asentarse, y yo había sido la chica buena buscando un
desafío. Había querido un proyecto, y él había estado más que dispuesto a ayudar.
Éramos una pareja hecha en un cielo disfuncional, y funcionaba perfectamente
para nosotros. Al menos, ese había sido el caso durante el último año, hasta la
pelea. No me importaba que él hubiera estado equivocado y yo tuviera tenido
razón.

Recuperándome, permanecí en un estupor.

—¿Qué no está funcionando para ti? ¿De qué diablos estás hablando? —
Desbordada por una ola de ira, agarré el control remoto y apagué la maldita
televisión—. Menos de veinticuatro horas atrás, tenías tu polla dentro de mí, y
estábamos planeando un viaje. Ahora, me estás diciendo que de repente no está
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funcionando para ti. ¿Por qué? ¿Porque tuvimos una pelea? ¡No te creo! —le
grité—. Las parejas pelean. Si no peleáramos, ¡no seríamos saludables!

¿A quién estoy engañando? Nunca habíamos sido una pareja saludable, pero eso no
importaba. Estaba desesperada.

Inhalé una respiración calmante, pero fue inútil. Grité:

—¡No puedes decirme que estás abandonando todo porque tuvimos una pelea! Te
pedí una cosa. ¡Una! Eso no es mucho pedir. Fue solo una cosa, y sabías cómo me
sentía al respecto. ¿Eso te detuvo de restregármela en la cara? ¡No! Ahora, has
terminado conmigo porque hiciste la única cosa que te pedí que no hicieras. —La
adrenalina estaba bombeando a través de mí, y no podía quedarme en mi asiento.
Me paré a su lado, deseando estrangularlo. Mis labios temblaban mientras mis ojos
se entrecerraban. Mis emociones tiraban de mí en un millón de direcciones.

Entonces, algo cambió. No estaba enojada, molesta ni frustrada. Mientras la


inseguridad asomaba su fea cabeza, mi expresión se puso en blanco. Mi corazón se
hundió en el suelo. Dando un paso hacia atrás, lo fulminé con la mirada.
Repentinamente, todo tenía sentido. Ese bastardo.

—Esto no es por nuestra pelea o siquiera porque seamos diferentes —murmuré.

La pelea fue significativa, pero no era algo para romper.

—Esto no es por nosotros. Esto es por ella, ¿no es así? —Toda determinación de
mantener la calma estaba perdida. Mis piernas flaquearon mientras mis manos
temblaban a medida que me agarraba al respaldo de la silla.

Anoche, después de la cena, fuimos a bailar al club nocturno favorito de Rick.


Tenuemente iluminado, las luces arrojaban sombras a lo largo de las paredes. A
través de la pared posterior, los bármanes arrastraban a su multitud alrededor de
la barra que estaba abastecida con todo lo imaginable. La atmósfera era eléctrica
con música genial y una pista de baile llena.

Tan pronto como llegamos, la gente vino hacia nosotros, principalmente hacia Rick,
y habíamos socializado. Rick, sin embargo, tenía la tendencia de ser amigable con
las mujeres. La única cosa que le había pedido era que se abstuviera de cualquier
charla juguetona con ella, su exnovia. Realmente no había sido un problema ya que
no nos habíamos encontrado con ella en un buen tiempo, pero anoche, resultó
estar en su antiguo lugar favorito.
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Cuando la vio, su rostro se iluminó con una gran sonrisa de gato Cheshire. Caminó
hacia ella, saludó e hizo las innecesarias presentaciones. Gracias a Dios que me veía
maravillosa. Mi top de seda acentuaba todos mis rasgos positivos y mis ceñidos
jeans de corte bajo me abrazaban en todos los lugares correctos. Los tacones
asesinos añadían diez centímetros a mi estatura. Con mi cabello castaño oscuro
alisado hasta la altura del hombro y mis escandalosos ojos ahumados, me sentía
caliente y sexy.

Serpenteando mi brazo posesivamente alrededor del de Rick, intercambié una


mirada de las que dice todo con ella mientras nos medíamos una a la otra. En lo
que a mí respectaba, todo estaba trabajando a mi favor. Apoyando mi cabeza sobre
su hombro, sonreí cuando pensé en nuestro aperitivo de más temprano en la
noche.

Me llamó al trabajo con la noticia de que había conseguido una promoción muy
merecida. Íbamos a pasar la noche celebrando con una cena y bailando.

Cuando llegué a casa, debió haberme escuchando buscando mis llaves porque la
puerta se abrió. Agarrándome, me arrastró contra él con brusquedad. Con esa
sonrisa de hoyuelos que había visto tantas veces antes, supe lo que quería. Miró mis
labios con hambre y luego acercó su boca a la mía. Su lengua me acarició el labio
inferior, rogando entrar, y la abrí, dándole la bienvenida. El beso fue profundo y
apasionado. Mientras me abrazaba con fuerza, nuestras manos exploraban al otro.

El restaurante donde habíamos hecho la reservación para la cena estaba a solo poco
más de una hora, así que supe que estábamos cortos de tiempo.

Repentinamente, aterricé en la cama con su cuerpo presionado sobre el mío.


Sintiendo, anhelando y sufriendo por su toque. Me miró con un deseo salvaje mientras
alzaba mis brazos. Quitó mi camisa, manteniendo mis brazos sobre mi cabeza, y
luego sus labios viajaron lentamente por mi cuerpo altamente sensibilizado.
Liberando mis pechos de mi sujetador, su boca encontró mis pezones endurecidos.
Mordisqueó uno mientras su pulgar y su índice apretaban el otro.

El calor se acumuló entre mis piernas cuando mi deseo alcanzó su punto máximo. Lo
necesitaba. No podía esperar. No quería esperar.

—Por favor —le supliqué.

Él amaba cómo le respondía mi cuerpo.

—Cariño, voy a soltar tus manos, pero no las muevas, quiero un aperitivo antes de la
cena —dijo. Sonriendo, se movió por mi cuerpo y luego se perdió entre mis piernas.
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Mientras chupaba mi clítoris, metió un dedo y luego dos dentro de mí—. Me encanta
lo húmeda y caliente que estás para mí. Estás goteando.

Cuando encontró mi punto, la presión aumentó. No pude aguantar más, y las


convulsiones me atravesaron.

—Eso es. Vente para mí. —me animó con una voz ronca.

La mirada de lujuria y calor en sus ojos era erótica. Él sabía cuánto lo deseaba.

—Joder, me vuelves loco cuando mueves tu culo así —gruñó.

Él amaba el poder que tenía sobre mí. Sabía cómo mi cuerpo respondía a su toque y
cómo podía complacerme. Le encantaba lo mucho que lo deseaba.

Después de que bajara sus pantalones, sentí su punta tanteándome.

—¿Me quieres dentro de ti?

—Sabes que sí —jadeé.

Con hambre, entró en mí. El movimiento fue fluido y perfecto. Mientras se empujaba
dentro y fuera de mí, bajé mis brazos, aferrándome a él, mientras envolvía mis
piernas alrededor de su espalda. Sintiéndolo profundamente dentro de mí, la presión
comenzó a construirse de nuevo.

—Puedo sentirte, cariño, eres tan jodidamente caliente cuando te estás viniendo —
gruñó sensualmente.

Con ese impulso, ambos llegamos al clímax juntos. Sonreímos, sabiendo lo que sería el
postre en el menú de más tarde.

El sonido de su voz me devolvió a la realidad.

—Fue bueno hablar contigo, Ely. Te veré por ahí. —Deslizó sus brazos alrededor
de mi cintura y me llevó hasta la pista de baile. Inclinándose, susurró
seductoramente—: ¿En qué estabas pensando allí?

Presionando mi cuerpo contra el suyo, puse mi cabeza contra su pecho.

—Tu aperitivo.

Inclinó mi barbilla y pasó sus labios por los míos.

—Espera hasta que veas lo que tengo preparado para tu plato principal. Puede que
no llegues al postre.
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—Tengo un gran apetito. —Sonreí mientras bajaba su boca sobre la mía y me
besaba.

Se echó hacia atrás y me llevó a la pista de baile donde bailamos presionados uno
contra el otro por lo menos una hora.

Necesitando bebidas, salimos fuera de la concurrida pista de baile, Rick fue a la


barra para conseguirnos bebidas mientras yo encontraba una mesa pequeña.

Cuando volvió, me dio mi Cosmo y puso su bebida sobre la mesa.

—Volveré enseguida. Tengo que ir a ver a alguien —dijo.

Con un trago en la mano y lujuria en mis ojos, lo observé mientras caminaba hacia
la multitud. Esto era típico de nosotros. Él siempre hablaba con personas. Estando
en ventas, conocía a todos, incluyendo a la mitad de la población femenina. No
estaba celosa. Se iría a casa conmigo, y sabía muy bien lo que estaríamos haciendo
en cuestión de horas. Mientras llevaba la copa a mi boca, mis labios se curvaron,
descansando en esa realidad. Era tan simple como eso.

Entonces, mi deliciosa sonrisa decayó. Observé a medida que iba hacia ella y la
llevaba hacia la pista de baile. ¿Qué carajos? Todo sucedió en cámara lenta. Celos, la
ira, traición y humillación inundaron mi cabeza. De repente, no pude respirar. ¿Qué
pasó con el aire en la habitación? Quería moverme, pero estaba atascada.

La copa se resbaló de mi mano y se estrelló en el suelo mientras el Cosmo salpicaba


mis zapatos. Mis piernas estaban paralizadas mientras mis ojos estaban pegados a
ellos bailando música rápida. Sonriendo y riendo, se miraban el uno al otro de una
manera muy íntima. Su agarre sobre ella era demasiado familiar.

Atrapada en un mar de gente, observé este intercambio. De repente, fui la extraña.


Sudor corrió alrededor de mis sienes. Necesitaba recomponerme. Necesitaba salir
de aquí. Se me llenaron los ojos de lágrimas. Estaba muriendo una muerte lenta,
sintiendo la humillación ahogar mi corazón, mientras el resto del mundo era ajeno.

La canción terminó en menos de cuatro minutos. Fueron los cuatro minutos más
largos de mi vida. Incluso si tuviera la energía, me negaba a hacer una escena. No
iba a darle esa satisfacción. Ella me miró y sonrió victoriosa mientras se apretaba
contra él. Puse una sonrisa falsa, pero mis ojos me traicionaron. Quería arrancarle
las extensiones y desgarrarle los ojos. La odiaba, y estaba furiosa con él.

Se apartó de ella y se dirigió hacia mí, evitando mis ojos. Una vez que llegó a la
mesa, se acercó a tomar su bebida. Puse mi mano sobre la suya. Inclinándome
hacia él, dije:
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—Nos vamos… ahora.

Tragó su usual Black Label de un trago y volvió a colocar la copa sobre la mesa.

—No, no lo vamos a hacer. Estoy celebrando esta noche.

Poniéndome de pie y fulminándome con la mirada, le exigí:

—Haz lo que quieras, dame las llaves porque me voy.

Resopló.

—Deja de ser ridícula.

¿Yo? ¿Ridícula? Mi labio inferior tembló, y pude sentir las lágrimas brotando en mis
ojos. Estaba a punto de enloquecer, pero me mantuve firme.

—Esta era mi noche, Daniela —espetó, agarrando mi mano mientras salíamos del
club—. Tienes que ir y jodidamente arruinarlo.

Cuando finalmente estuvimos solos, todo salió, y peleamos un rato.

Aunque terminé en su cama al final de la noche, no tuvimos sexo caliente, húmedo


e intenso. No hubo orgasmos para calmar el resentimiento y la ira. Por primera vez
en los seis meses que habíamos estado viviendo juntos, estábamos acostados de
espaldas al otro en silencio con un muro alto y grueso que parecía impenetrable.

Cuando llegó la mañana, el silencio continuó todo el día hasta que se rompió con su
declaración inesperada de que esto no estaba funcionando para él.

Sus ojos estaban dolidos, pero su decisión era firme. Se puso de pie, pasándose las
manos por el cabello.

—Sé que no te mereces esto, pero es lo mejor. Tal vez deberías ir a casa de Macy o
Candace esta noche. Estaré fuera la mayor parte del día mañana, puedes llevarte
tus cosas cuando quieras. —Extendió la mano para tocar mi brazo.

—No me toques. —Tiré de mi brazo. Mi mente estaba dando vueltas. La ira se


convirtió en traición y rechazo mientras mi corazón se destrozada, rompiéndose
en un millón de pedazos. Me alejé, tratando de aferrarme a cualquier orgullo y
dignidad que me quedara. ¿Qué opción tengo? Tomé mis pertenencias y empecé a
tirarlas en bolsas de basura.
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—No tienes que hacer esto ahora —dijo, observándome en mi estado maníaco
mientras se encontraba en la puerta de nuestro dormitorio—. Daniela, vamos,
puedes regresar mañana con tus amigas.

—Vete a la mierda, Rick —dije, hirviendo de ira. Estaba devastada—. Jódete. Voy a
agarrar todas mis cosas ahora. Mirarás este día con pesar, te lo prometo. Fui lo
mejor que te pasó en la vida.

Sin otra palabra, empaqué el resto de mis cosas e hice varios viajes desde el
apartamento a mi auto, ignorándolo todo el tiempo. Cuando no quedó rastro de mí
en su apartamento, saqué la llave de mi llavero y se la tiré.

Saliendo por última vez, me senté en el estacionamiento, mirando mi reflejo en el


espejo retrovisor. Me aseguré de guardar este dolor en mi memoria mientras mi
corazón golpeaba salvajemente en mi pecho. Volviendo los ojos hacia adelante,
agarré el volante firmemente mientras me alejaba. Contuve las lágrimas que sabía
que llegarían pronto. Esto duele malditamente demasiado. Tomando la decisión de
terminar oficialmente con las molestias de una relación, cerré mi corazón.
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Capítulo 1
Dani
El presente

E
l sol estaba brillando en un día otoñal perfectamente hermoso al sur de
Florida. Bajo el cielo azul, sentí una ligera brisa mientras caminaba por
Lincoln Road para encontrar una agradable mesa exterior en Café Van Dyke.
Como de costumbre, iba temprano.

Me encantaba reunirme con mis amigas. Éramos más como hermanas, y las
adoraba. Nos habíamos conocido desde la universidad y habíamos sido amigas
desde entonces. No podían ser más diferentes. Candace trabajaba para la fiscalía
del Estado y era la seguidora de las reglas. Macy era otra historia. Rompiendo las
reglas como un hábito, era una invitación a los problemas. Había un poquito de
ambas en mí.

Nuestro brunch era obligatorio, una ordenanza establecida por Candace. A veces,
sin embargo, yo me envolvía en mi libro y resentía la intrusión en mi tiempo de
lectura. Siempre había sido una lectora, pero durante los últimos años, me había
vuelto una voraz. Me sumergía en mis historias y me distraía en sus dramas,
enamorándome de los héroes románticos todas y cada una de las veces. Mis
aventuras amorosas con mis novios literarios eran de corta duración. Era una
zorra de libros. Realmente no había otra palabra para ello. Aunque había algunos
novios literarios que habían dejado una marca permanente en mi corazón. Me
sonrojaba cuando pensaba en algunos de ellos. Los libros eran mi distracción de la
vida. Me había vuelto distante de todo lo que estaba pasando alrededor de mí
mientras me perdía en el mundo de la ficción. Imaginaba que mi afición no estaba
haciéndole daño a nadie. Si no hay daño, no hay falta.
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Al llegar una hora temprano, aseguré nuestra mesa y saqué mi Kindle. El clima era
perfecto, y Lincoln Road se estaba abarrotando. Escogimos Lincoln Road por sus
restaurantes, tiendas y entretenimiento. Era el sueño hecho realidad de un
observador de gente. Entre los modelos y los frikis, nunca había un momento
aburrido. Sin embargo, por el momento, estaba entretenida con el drama en las
páginas de mi libro. Coloqué mi bolso sobre la silla a mi lado y relajé mis pies.
Cuando comenzaba a leer, fui emboscada.

—¡Oh. Dios. mío! Daniela Ruiz. No puedo creer que estés aquí en un día glorioso
con tu cabeza atascada en esa… esa cosa —reprendió Candace.

De pie a su lado, Macy estaba sacudiendo la cabeza con las manos en sus caderas.
Me estaban mirando como si hubiera cometido un crimen.

—Solo estoy aquí para apoyar —intercedió Macy, encogiéndose de hombros,


mientras lanzaba su cabello hacia atrás.

—Traidora —murmuré suavemente.

Ciertamente me habían sorprendido. Este enfrentamiento era lo último que había


esperado.

—¿De qué están hablando? ¿Cuál es la gran cosa? ¿Y por qué están aquí temprano?
—cuestioné. Honestamente, estaba más irritada que curiosa. Estaba llegando a una
parte realmente buena en mi libro, y resentía su interrupción. Lanzando hacia
atrás mis lentes de sol, les di una mirada maligna. Esperaba que la sola acción
transmitiera mi irritación, así retrocederían.

—Sabes que te amamos, Dani, pero esto se ha salido de las manos —continuó
Candace.

Era la líder de nuestro grupo variado. Siendo alta, rubia y hermosa, Candace
llamaba la atención cuando entraba a una habitación, o en este caso, durante
nuestro espectáculo de mesa lateral.

Candace era una líder nata. Cada vez que abría su boca, nos ponía en nuestro lugar.
No era forzado, pero era lo que Cesar Millan llamaría nuestra líder de la manada.
Había habido ocasiones en las que había esperado que ella nos pegara en la nuca
para callarnos, pero nunca había recurrido a nada de eso. Actuando como nuestra
conciencia moral, era la dictadora de todas las cosas socialmente aceptables y
correctas. Si no fuera por el hecho de que era tan sincera y mi mejor amiga en el
mundo, probablemente la habría odiado, especialmente en este momento.

Me enderecé, mis pies ya no más apoyados sobre la silla frente a mí.


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—¿Y qué exactamente se ha salido de las manos? —pregunté, arqueando una ceja.
Esperaba que esto fuera a ser más interesante que la historia que estaba leyendo
actualmente. Sabía que estaba siendo defensiva, pero honestamente no sabía qué
se había salido de las manos.

—Tú y ese Kindle. Es como si estuvieras teniendo una aventura amorosa con tus
malditos libros —dijo Candace con una voz controlada.

Sería imposible para Candace comportarse de una manera que fuera cualquier
cosa menos apropiada. De pie delante de mí era la imagen de la perfección.
Luciendo como si recién hubiera salido del salón de belleza, tenía la apariencia
perfectamente arreglada. Su blusa turquesa cruzada de seda con volantes
perfectamente coordinada con sus pantalones capri de seda blanca que eran
acentuados por estampados turquesa y naranja. Su gargantilla coral, grueso
brazalete, y maquillaje perfectamente aplicado completaban su conjunto. Todo el
tiempo lucía así. Resultaba sin esfuerzo para ella.

Yo no estaba en contra de la apariencia bien cuidada. Ciertamente, no era una vaga.


Solo que no me veía como si tuviera un equipo de estilistas para ocuparse de mí
después de que salía de la cama. Estaba llevando un par de pantalones cortos y una
camiseta blanca colgando de mi hombro con un top sin mangas negro por debajo.
Mi elección de zapatos eran un par de Toms. Mi largo cabello castaño estaba
metido en un moño en lo alto de mi cabeza. Era práctica. Sí, este era la apariencia
que resultaba sin esfuerzo para mí.

Mientras Candace estaba de pie allí en su perfección, apuntaba un dedo hacia mi


Kindle y yo como si nos hubiera sorprendido teniendo sexo. Bajé la mirada,
intentando encontrar la respuesta apropiada para esa acusación. Sinceramente, no
estaba teniendo una, sino muchas —ciertamente hasta la cuenta de dos o tres por
semana— aventuras amorosas con mis libros. Mi Kindle, tristemente, era el blanco
de la ira de Candace. Algunos de mis novios literarios despertaban cosas dentro de
mí. Traían emociones a la superficie y sazonaban mis noches. Con esa admisión
interna y visualización, puse mi Kindle sobre mi boca para ocultar una pequeña
sonrisa. Simplemente no lo entendían. No eran lectoras, pero no las juzgaba por su
falta de lectura.

—Está bien —dije—. En serio, ¿cuál es el gran problema? Leo libros. Me ayudan a,
mmm… relajarme. Ya saben cuán loca es mi jefe. Está teniendo la crisis de la
mediana edad que comenzó antes de la mediana edad y se ha desarrollado bien
más allá de la mediana edad. —Leer es una manera aceptable de descompresión—.
Mis libros me ofrecen una distracción, y nadie sale herido ni roto. —La última
parte solo era una verdad a medias. No estaba dispuesta a confesar exactamente
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cuán devastada había estado cuando había terminado The Opportunist de Tarryn
Fisher, o Crow’s Row de Julie Hockley. Casi me había tomado un día de permiso
para asuntos personales para recuperarme de esos libros. Ese era mi pequeño
secreto.

—Tienes que dejar de esconderte detrás de tus libros y comenzar a vivir tu vida —
razonó Candace—. No sabes cómo se siente cada vez que hablamos contigo.
Apenas nos prestas atención. Te deshaces de nosotras para leer. —Candace sonaba
como una amante despechada, una esposa desatendida, o peor, una pareja celosa—
. Cargas ese maldito Kindle a todos los lugares adonde vas. Puedes dejarlo en casa,
¿lo sabes? —Candace seguía y seguía. Su lenguaje corporal y gestos se veían como
si estuviera defendiendo un caso ante un juez mientras hablaba con convicción y
determinación—. Y no es como si solo tuvieras un Kindle. Tienes tres Kindle. ¿Por
qué en la tierra una persona necesita tres Kindle? Estás obsesionada.

Esta conversación sería cómica si no me estuviera molestando tanto. Candace se


paró delante de mí mientras Macy se sentó junto a mí con sus manos sobre mis
hombros, ofreciéndome consuelo. Fulminé a Macy con la mirada para que
retrocediera, y lo hizo rápidamente.

—Bueno, primero que nada, leer es un pasatiempo muy saludable. Es genial para el
cerebro. Lo disfruto, y no estoy lastimando a nadie. Si quiero tener tres Kindle,
entonces así será. Tengo múltiples Kindle porque cada una sirve para su propio
propósito. Francamente, no veo la necesidad de justificar la compra de mis Kindle
cuando yo no cuestiono cuánto dinero y tiempo pasas en tu proceso de
embellecimiento —espeté, fulminándola con la mirada.

Esto se estaba volviendo personal. ¿Por qué está siendo tan perra? ¿A quién le
importa si paso mi vida leyendo? ¿Y qué? No tiene que ser tan mala.

—¡Se acabó! Dámelo —exigió Candace.

Cuando extendió su mano para agarrar mi Kindle, sentí una oleada de posesividad.
Tiré de mi Kindle hacia atrás, sosteniéndolo contra mi pecho. ¿Qué infiernos? Me
rehusaba a dejar que cualquiera, mucho menos ella, pusiera sus mugrosas manos
sobre mi Kindle. Esto era guerra.

—¿Te estás volviendo loca? ¿Qué te pasa? ¿Y qué si me gusta leer? Ya déjame en
paz de una vez —dije, mi voz levantándose. Nunca me había gustado ser acorralada
en una esquina. Mi respuesta en esas situaciones había sido salir tirando golpes.
Aunque sabía que no era la manera más saludable para lidiar con la confrontación,
era mi instinto.
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No entendía cuál era su problema. Estaba comenzando a hartarme. Podía sentir la
adrenalina bombeando a través de mis venas mientras las lágrimas pinchaban mis
ojos con una cruda emoción. Su ataque hacia mí estaba tocando las fibras sensibles.
No le encontraba nada de malo a lo que estaba haciendo. Tenía una vida muy feliz y
satisfactoria con una maravillosa familia, estupendas amigas, y a pesar de mi
inestable jefe, un trabajo fantástico. De modo que me gustaba leer. ¿Cuál es el gran
problema?

Candace retrocedió, sentándose en su silla.

—Dani, vamos. —Macy se sentó en su silla, negando con la cabeza—. Ya dale un


descanso. Mírate. Estás por tener un ataque de pánico en toda regla por esa tablet.
Es tiempo de que te enfrentes cara a cara con el porqué te estás escondiendo
detrás de esta.

Tanto Macy como yo éramos la segunda generación de cubanos americanos.


Nacimos y fuimos criadas en Miami, Florida. Incluso nos parecíamos un poco.
Éramos parecidas en estatura, aunque Macy afirmaba ser más alta. Bueno, bien,
ella era una pizca más alta que mi altura de un metro sesenta y tres. Yo era esbelta
pero agradablemente rellena donde importaba, mientras que Macy tenía una figura
de reloj de arena más curvilínea.

Macy tenía un grueso y largo cabello castaño que nunca se rizaba, incluso en la
peor humedad. No llevaba su cabello recogido a menos que estuviera trabajando.
Entonces lo tiraba hacia atrás en una linda cola de caballo. Mi cabello era
ligeramente más claro con unos pocos reflejos naturales, y a veces poco naturales.
Había adquirido el hábito de siempre tenerlo en alto. Solo era más fácil.

Nuestras familias se habían vuelto cercanas durante los últimos años. A menudo
habíamos pasado las fiestas juntas, así como la ocasional vacación familiar. Fue así
cómo aprendí la historia detrás del nombre de Macy. Cada verano, su abuela y
madre iban a la ciudad de Nueva York para ver las vidrieras —es correcto— de
Macy. El nombre se adaptaba a ella perfectamente, considerando que podía
comprar como nadie. No había una historia especial detrás de mi nombre. A mi
mamá le gustaba el nombre Daniela, pero a veces se refería a mí cariñosamente
como Dani, como hacían todos los demás. Solo utilizaba Daniela profesionalmente,
y… bueno, Rick siempre me había llamado Daniela o cariño, queriendo decir su
corazón. Honestamente, prefería no pensar nunca más en él o en cómo se refería a
mí.

Macy y yo nos habíamos quedado en casa para ir a la universidad. Consolidando


nuestro vínculo hacia la anatomía y la psicología, ambas perseguimos la carrera de
19

enfermería. Entendíamos la cultura, el lenguaje, y las expectativas de nuestras


familias. Ella también había sostenido mi mano mientras había cuidado varios
corazones rotos, y cuando ella perseguía a algún idiota temerariamente, la había
cubierto con su familia en más de una ocasión.

Macy se movió en su silla, inclinando su cabeza a un lado, mientras continuaba su


explicación de lo que pensaba que era mi problema.

—Rick. Todos sabemos que es un imbécil. Lo que te hizo y cómo te lo hizo estuvo
tan jodidamente mal. Si alguna vez veo a ese idiota de nuevo, lo patearé hasta la
muerte. Pero eso fue… ¿qué? ¿Hace una vida? —Hizo una pausa por un momento.

Estirando una mano, la colocó sobre mi brazo mientras fijaba sus ojos en los míos.

—Es tiempo de seguir adelante. No necesitas un novio literario. Necesitas un novio


real. Necesitas algo de sexo real. No quiero ser cruel ni nada, pero el profesor como
sea que se llame que describes como Henry Cavill no es real.

Retiró el Kindle de mis manos y luego lo puso a salvo delante de mí. Colocando sus
manos sobre las mías, dijo:

—Te amo, Dani. Amo nuestra amistad. Enójate conmigo si quieres, pero tienes que
dejar de vivir en una fantasía. No vamos a sentarnos y observarte seguir haciendo
esto solo para que no lastimemos tus sentimientos. Lo siento, chica. Vamos a tomar
acciones.

En estado de shock, realmente no sabía cómo procesar nada de lo que estaban


diciendo, pero Macy tenía una manera de asegurarse de dejar su punto claro. No
podía creer que hubiera mencionado a Rick, pero lanzar al enigmático profesor —
mi novio favorito de todos los tiempos— en mi rostro fue innecesario y cruel. Él ha
arruinado a todos los hombres para mí. Sabía que parecía un poco loco, pero
también era seguro porque había jurado que nunca saldría herida de nuevo.

Con una purificadora respiración profunda, recogí mi Kindle y lo guardé de manera


segura en mi bolso. Alzando los ojos, dije lentamente:

—Primero que nada, no quiero hablar de Rick, así que no lo mencionemos otra vez,
muchas gracias.

Asintieron en acuerdo.

—Mi lectura no tiene absolutamente nada, nada, que ver con él, por cierto —mentí.
Tenía todo que ver con él. No era tanto la lectura, sino el hecho de que me sentía
más segura al pasar tiempo con un novio imaginario que, en efecto, abriéndome a
20

uno real. Nuestra ruptura me había aplastado.


»En segundo lugar, sé que las distracciones de mi novio literario son tonterías —
dije. No estaba delirante. Sabía que no eran reales—. Pero una cosa es verdad:
ninguno de ellos me romperá el corazón.

En ese momento, en realidad sentí que estaba caracterizando a uno de mis


personajes. Mi voz era firme y controlada. Doblando mis manos sobre la mesa,
continué exponiendo mi caso calmadamente.

—Me gusta relajarme leyendo un libro. No tengo tiempo para ser distraída por un
hombre. Perdón, déjenme corregir eso. No tengo tiempo para que algún tipo entre
en mi vida, la vuelva al revés, y me aleje de las cosas que son importantes, solo para
que pueda dejarme tirada porque no está sucediendo para él. —Golpeé mi mano
sobre mi corazón para hacer énfasis. Sentí fuertemente que había hecho un buen
caso.

Con una voz reconfortante y calmante, Candace dijo:

—Ahí es donde te equivocas. No todos los chicos son él. Mírate. Eres una mujer
hermosa, inteligente, divertida y cariñosa. Te lo mereces todo. —Sentándose de
nuevo, golpeteó su dedo sobre su labio, como si estuviera reflexionando sobre
cómo proceder—. Entonces, déjame preguntarte algo. Tienes que ser honesta, y
luego dejaremos que esto pase.

—Dispara. —Quería terminar con esto.

—¿Cuándo fue la última vez que tuviste, mm… sexo? —preguntó Candace,
inclinando la cabeza hacia un lado.

Me sorprendió escuchar la pregunta. Esto es una invasión a la privacidad. Durante


casi dos años, había evitado este tema a toda costa.

—¿Disculpa? —Resoplé. Me sentía insultada.

—Solo responde la pregunta —dijo Candace inexpresiva.

Aunque Macy parecía un poco sorprendida, ciertamente estaba intrigada. Por


supuesto, esto le interesaría mucho más que discusiones de novios literarios.

—No voy a responder esa pregunta. No es asunto tuyo. —Crucé mis brazos y las
miré fijamente.

—Entonces entrégalo —dijo Candace.

Estaba jugando sucio. Esta era su versión de amor duro.


21

—No entregaré mi Kindle —protesté.


A pesar de que tenía dos más en casa, no iba a hacerlo. Me mantenía firme en mis
derechos inalienables a la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad. Mantener
mi Kindle era mi derecho constitucional.

Sin embargo, porque no quería alejarme de mis amigas, cedí.

—¡Bien! ¿Te importaría reformular tu pregunta? Y baja la voz. —Mis ojos se


movieron hacia las mesas vecinas—. No creo que los modelos y los frikis de Lincoln
Road necesiten oír hablar de mi vida sexual.

—Es una pregunta muy sencilla, solo respóndela ¿Cuándo fue la última vez que
tuviste sexo? —preguntó Candace.

Inclinándose hacia adelante, Macy prácticamente estaba salivando. Quería oír las
jugosas jugadas de mi vida sexual. Sabía que estaba convencida de que tenía a
algún amante secreto escondido de ellas. No había manera en su agenda de que
pudiera pasar tanto tiempo sin un verdadero pene. Iban a estar rápidamente
decepcionadas con mi falta de vida sexual.

—Bueno, todo depende de lo que consideres… —Hice una pausa, mirando a una,
luego a la otra—. Sexo. Creo que necesitas ser más específica.

—En serio, Dani, puedes responder a la pregunta. No eres Bill Clinton, ¿Cuándo fue
la última vez que tuviste relaciones sexuales? —Los ojos de Candace brillaron
mientras frotaba sus manos—. Oh, lo entiendo. Déjame aclarar. ¿Cuándo fue la
última vez que tuviste sexo con un hombre?

Macy había estado apoyando la cabeza en su brazo, pero en ese momento se cayó.
Sabía que tenía que estar luciendo una mirada de shock y horror absoluto en mi
rostro. No era una puritana. No era como si nunca hubiera hablado de mi vida
sexual. Lo hacía. Solo que no había hablado de ello en mucho tiempo.

Candace mantuvo su posición.

—¿Te importaría mantener tu voz baja? En verdad, Candace, esto es tan raro de ti
—dije a través de dientes apretados.

No me gustaba adónde se estaba dirigiendo esto. Mientras miraba a mi alrededor,


noté que los clientes de las mesas vecinas nos estaban mirando. Genial. No solo mis
amigas iban a estar al tanto de los detalles de mi vida sexual, sino que los extraños
también iban a enterarse.

Negué en derrota.
22

—Es, um… —Hice una pausa, suspirando—. Ha pasado un tiempo.


Saltando, Macy gritó:

—¡Santo cielo, Dani! ¿Cuánto es un tiempo?

—Macy, mantén la voz baja. Me están matando, chicas —dije, fulminándola con la
mirada—. Bueno, les diré lo que quieren oír, pero mantengan ya sus malditas voces
bajas. —Traté de mantener mi compostura. Aunque estaba sometiéndome a la
vergüenza por el al Equipo Kindle, no quería que todo el mundo conociera mi
asunto.

»Está bien, miren, ha pasado… —Con una pausa, hice un gesto hacia un lado con mi
cabeza, esperando que pudieran leer la expresión en mi rostro. Aparentemente,
mis habilidades de telepatía eran escasas—. Ya saben, un tiempo. —Comencé a
girar la servilleta en mis manos mientras sentía una mirada de angustia y malestar
cruzar mi rostro—. Ya saben, desde… ya saben, um… él —confesé finalmente.

—¡De ninguna maldita manera! —gritó Macy ruidosamente.

La miré con horror. Parecía estar demasiado sorprendida y fuera de sí para


recuperar la compostura.

—¿Quieres decir que ha pasado una eternidad desde que tuviste un poco de acción
en el sur? No es de extrañar que sigas cambiando de tema cada vez que hablamos
de eso. ¿Sabes lo que significa? —preguntó Macy.

Casi tenía miedo de averiguarlo porque sabía que no estaría preparada para lo que
saliera de la boca de Macy.

—Esto significa que eres una virgen nuevamente. —Macy agitó el dedo en el aire—.
Esto es mucho más grave que tu problema de Kindle. Esta es una condición que
debe ser remediada. ¿Me escuchas? En serio, tienes un pequeño regalo allá abajo
para ofrecer al siguiente que visite las tierras allá abajo —dijo, disfrutando un poco
demasiado. Entonces, me dio una mirada muy seria—. Solo asegúrate de tener un
montón de lubricante. Le encantará la estrechez, pero es posible que no puedas
caminar durante una semana. Es por eso hablamos de estas cosas. Si hubiera
sabido cuán seria era tu obsesión por el Kindle, entonces habríamos hecho una
intervención hace mucho tiempo.

Mi cabeza cayó en la mesa mientras enterraba mi rostro en mis brazos. En este


momento, quería que la tierra me tragara por completo.

—Dani, ya sabes que solo te estoy tomando el pelo, ¿verdad? Bueno, no


completamente, pero un poco. —Macy frotó mi espalda, tratando de consolarme de
23

vuelta a la tierra de la conversación civilizada.


Me recompuse.

—¿Terminamos? He respondido a tu pregunta. Mi Kindle está a salvo y también lo


está mi virtud aparentemente. Ahora estoy completamente avergonzada.

—Cariño, no necesitas estar avergonzada. Aquí todas somos amigas. En realidad,


sabes que somos más como hermanas. Todas pasamos por una época de sequía.
Sucede —dijo Candace.

—Habla por ti, Candace —interrumpió Macy. Con labios fruncidos, negó con la
cabeza mientras agitaba sus manos—. Pobre Jeremy. ¿Lo rechazas?

Por supuesto, Macy había sido más clavada que un alfiletero, así que no tenía idea
de lo que era una época de sequía. Por otro lado, Candace y Jeremy habían estado
juntos desde nuestro segundo semestre de primer año. Él era el chico perfecto para
Candace. Aunque a veces pensaba que era un poco aburrido y que tal vez Candace
estaba muriendo en secreto por soltar su friki interior.

Candace le dirigió una mirada severa a Macy antes de que se volviera hacia mí.

—En serio, creo que Macy tiene razón. Has sido revirginizada.

—Chicas, esto es ridículo. No soy virgen —grité y noté que las cabezas se lanzaban
a nuestro alrededor y me miraban directamente—. No es que haya nada de malo
en ser virgen. De hecho, las chicas deberían guardarse para alguien especial —les
dije a los clientes que estaban sentados a mi alrededor. Sacudiendo mi cabeza, puse
una falsa sonrisa en el rostro. Una muerte lenta y dolorosa no podía haber sido
peor que este momento.

—Primero lo primero, tenemos que ocuparnos de tu condición actual —dijo Macy.

Siempre había pensado que a la hora de la verdad, Macy estaría en el Equipo Dani,
pero no, estaba equivocada. Tenía curiosidad acerca de lo que se suponía que
hiciera para curar mi “condición” actual, pero luego decidí que no era el momento
ni el lugar para discutir esto. Francamente, solo prefería no discutir esto en
absoluto. Es hora de tomar el control y cambiar de tema.

—Las quiero, chicas. Son las mejores. Sé lo que están diciendo, y lo tomaré en
consideración. Démonos prisa y comamos —dije, señalando al camarero—. No
tengo mucho tiempo ya que mi jefe me está haciendo tomar otra clase de RCP1. —
Puse mis ojos en blanco antes de que ordenáramos nuestra comida.
24

1 RCP: Reanimación cardiovascular.


Como enfermera practicante, prácticamente podía enseñar a la clase, pero mi jefe
era compulsiva y quería que todos tomaran la clase con su instructor. Por razones
ajenas a mí, su instructor tenía la capacidad de enseñar la valoración primaria de
RCP mejor que nadie. Aparentemente, mi certificación de la Cruz Roja no era
suficiente.

Macy siempre trataba de encontrar lo positivo en la situación.

—Oye, Dani, nunca sabes —dijo, guiñando un ojo—, tal vez conseguirás un
instructor caliente.

—Um, no cuentes con eso. Vi su foto en el volante. Es un vejestorio. Confía en mí,


considerarías a mis novios literarios una mejor opción —dije antes de empujar
tostadas francesas en mi boca.

Había respondido a su humillante pregunta, por lo que decidieron darme un


descanso sobre mi Kindle con la estipulación de que tendríamos una noche de
chicas. El nuevo amigo y enamorado secreto de Macy, Chris Giordano, era
promotor de un nuevo club de lujo en South Beach. La había invitado al club y
quería que trajera a sus amigas. Cedí, sabiendo que tendría el domingo para
ponerme al día con mi lectura.

Sabía que mis amigas tenían las mejores intenciones, y en el fondo, de alguna
manera sabía que lo merecía todo. A los veintiocho años, mi vida no era la que yo
había imaginado, pero tampoco lo fue la de mi madre cuando se encontró criando a
tres chicas solas después de que su matrimonio con mi papá fracasara. Mi padre
era genial, y todo había parecido perfecto, pero aparentemente, perfecto no había
sido suficiente. Tal vez era por eso que tenía mala suerte con los hombres.

Había pasado casi dos años recuperando el equilibrio en mi vida. Estaba asustada
de salir herida. Temía que mis viejos patrones regresarían si me abría. Aunque me
escondía detrás de mí exigente trabajo y tórridas novelas, por lo que a mí
respectaba, estaba perfectamente bien, y nada tenía que cambiar.
25
Capítulo 2
Dani

M
irando por mi parabrisas, el pintoresco paseo oeste en el MacArthur
Causeway desde South Beach hasta el continente parecía como una
imagen retocada. Aparté mis gafas de sol para obtener una mejor vista. El
cielo era de un nítido azul, y el paisaje era verde brillante salpicado con naranja
brillante y exóticas flores rosas. Estaba asombrada con todos los colores. Como una
nativa del sur de Florida, tomaba el cálido clima tropical y la belleza que me
rodeaba por sentado.

Por mucho que quisiera apreciar el paraíso, tenía prisa por llegar a mi clase de
RCP. Zigzagueé a través del tráfico, tratando de evadir carriles que me retrasarían.
Necesitaba llegar lo suficientemente temprano para encontrar un asiento en la
parte de atrás. El libro que estaba leyendo actualmente estaba poniéndose
realmente bueno, y tenía que terminar el capítulo que mis queridas amigas
interrumpieron. Sacudí mi cabeza, pensando en cómo organizaron una
intervención.

Tenía que admitir que me perdía en mis historias. Sentía el dolor, angustia, y
anhelos de cada personaje. Este libro en particular estaba lleno de todo lo que hace
a una novela impresionante. Incluía a la típica chica —la que me da toda la
esperanza de que yo también puedo tenerlo todo— con un par de calientes chicos
malos que la deseaban. ¿A quién elegirá? Estaba en una parte realmente húmeda y
caliente de la novela, donde la química entre los personajes era fuera de serie.

Había experimentado mi propio drama de relación. Tal vez mi drama era más
decepcionante ya que mis relaciones nunca habían parecido durar. Había
empezado a notar un patrón. Al principio, había pensado que era atraída por el
chico malo, el tipo que haría maldecir en español a mi papá y llevaría a mi mamá a
26

las lágrimas. Habían cuestionado su crianza y culpado al divorcio. Se habían


preguntado qué habían hecho mal y por qué no podía encontrar un buen chico
como mis hermanas. Después de todo, era una buena chica. Mi mamá había dicho
que era codependiente y necesitaba terapia. Había leído muchos libros de
autoayuda. Después, me había dado cuenta de que todos tenían la misma cosa en
común. Él podía ser un chico malo en una motocicleta con un par de tatuajes, que le
daría taquicardia a mi padre, o podía ser un buen chico en un BMW, vistiendo
pantalones caqui y un polo, que haría desmayar a mi mamá. Todos estaban
muertos de miedo por el compromiso.

No importaba el tipo de chico, estaría enamorada. El novio apuesto y encantador


que me prometería el mundo, diciendo todo lo que alguna vez había querido
escuchar, pero tan pronto como estuviera perdidamente enamorada de él, se iría.
Estaba enferma y cansada de escuchar la misma excusa.

“Dani, eres una mujer maravillosa. No eres tú. Soy yo. Eres el tipo de chica con quien
un chico se casa y tiene hijos, pero la verdad es que aún no estoy listo para casarme”.

Con eso, todo se derrumbaría para mí.

Eso nunca pasaba en los libros. La heroína siempre tiene a dos chicos luchando por
ella. Encontré la trama del triángulo amoroso apasionante y emocionante. La vida
real nunca tenía ese tipo de drama, al menos no para mí. Solo tenía el corazón roto
sin la angustia del triángulo. Ese había sido el caso con Rick Marin. Gracias a él,
estaba en un período de sequía autoimpuesta. Francamente, había terminado con
todos los dolores de cabeza que venían con las citas.

Mi mente estaba tan envuelta en el libro que no noté que ya me había estacionado
en el centro de capacitación. Con solo el tiempo suficiente, corrí al salón de clases y
agarré un asiento. El instructor aún no había llegado. El folleto había mostrado su
foto con todas sus credenciales. Era capitán del departamento de bomberos del
condado de Miami-Dade. Lucía como un hombre mayor y distinguido, similar a mi
papá, lo cual estaba perfectamente bien. No estaba buscando nada más. Solo que no
podía sacar de mi cabeza el comentario del instructor caliente de Macy. La estrecha
mente de Macy siempre la conducía directamente a los barrios bajos. Quería que
esta clase terminara dado que ya estaba certificada en RCP, y honestamente, me
estaba manteniendo alejada de mi libro.

Me convencí de que podía terminar el capítulo antes de que empezara la clase, y


entonces prestaría atención a la capacitación, o al menos actuaría como si lo
hiciera. Después de todo, era increíblemente grosero leer mientras estaba en clase.
No podía evitarlo, no obstante. Solo tenía que seguir leyendo, así que empecé el
siguiente capítulo.
27
Me preocupaba que mis amigas tuvieran razón. Tal vez mi pasatiempo de lectura
se estaba convirtiendo un poco en una adicción. Tal vez sí que tenía un problema.
Pensé en asistir a algún programa de doce pasos donde me presentaría: “Hola, soy
Dani. Soy una adicta al Kindle, y acumulo libros electrónicos”. En el momento
presente, sin embargo, estaba más preocupada sobre lo que iba a hacer la
protagonista del libro. Después de que lo supiera, podría prestar atención a la clase
en paz.

Me di cuenta cuando el instructor entró a la habitación, pasando junto a mí dado


que estaba sentada en el rincón junto a la puerta. La habitación en sí no era tan
grande, pero la clase estaba llena casi hasta su capacidad. Esto funcionaba en mi
beneficio, así podía pasar desapercibida y desvanecerme por un tiempo.

Por el rabillo de mi ojo, podía decir que el instructor era alto y delgado. No lucía
tan mal para un tipo mayor. Todavía estaba pegada a mi Kindle, luchando para
lidiar con la angustia en el libro, mientras mantenía mi compostura en clase. Tengo
que terminar este capítulo. No podía creer lo que estaba a punto de hacer la
heroína. Tenía un fuerte deseo de gritar y lanzar mi Kindle contra la pared.
Sintiendo una urgente necesidad de caminar de un lado a otro, en su lugar reboté
mi pierna nerviosamente mientras mordía mi pulgar. Sabía que esto no era bueno.
Estaba teniendo un colapso por el libro, sentada en una clase de capacitación,
cuando el instructor comenzó a hablar.

El instructor se presentó. Espera. ¿Lo escuché decir Lucas? ¿Estoy en la clase


correcta? Se suponía que el instructor fuera el Capitán Rafael Santos. Sintiendo un
incremento de pánico crecer dentro de mí, mi rostro enrojeció cuando arranqué mi
mirada dolorosamente de mi novela.

Lentamente, levanté la mirada a través de mis pestañas para ver que estaba
caminando en mi dirección. Se detuvo justo delante de mí. Estaba vistiendo
pantalones cargo negros que se ajustaban bastante bien en lo que solo podría ser
un cuerpo alto. Mis ojos siguieron subiendo hasta que alcancé su polo gris
estándar, el cual solo parecía mostrar que se ejercitaba. Sonreí tímidamente
mientras el calor subía a mis mejillas. Quería morir de pura vergüenza.

Mientras un brillante rubor calentaba mi rostro, me miraba directamente a mis


ojos. Tenía los ojos más azules que había visto alguna vez. Con ojos justo como el
cielo de Miami y su cabello rubio oscuro corto, era impresionante. Mi visión
periférica era correcta. Era alto, delgado, y sí, musculoso. Así que no era el tipo
viejo. Era una muda paralítica. Tomó toda mi voluntad impedir que mi boca colgara
abierta.
28
Agachándose, se inclinó cerca de mi oreja. Mientras su rostro sin afeitar rozaba mi
cuello, susurró:

—Soy un tonto celoso, y no comparto. ¿Te importaría guardarlo? —Su tono me


decía que no estaba preguntando, sino diciéndome qué hacer. Hizo una pausa
brevemente mientras se inclinaba incluso más cerca—. ¿Nombre?

Me puse muy nerviosa.

—Daniela Ruiz —balbuceé.

Mientras se erguía lentamente, guiñó el ojo. Se movió para cerrar la puerta y luego
caminó de vuelta al frente de la clase.

En ese momento, me di cuenta de que había estado conteniendo mi respiración con


mis piernas presionadas con fuerza. Que alguien grite un código azul2. No me
importaría si él tuviera que administrarme RCP. Mmm, tal vez fui un poco
prematura en mi postura en relación a los hombres. Por primera vez en un muy
largo tiempo, me sentí esperanzada y un poco excitada. Bien, estaba muy excitada.
29

2 Código Azul: Pacientes en paro cardiorrespiratorio.


Capítulo 3
Liam

N
o quería avergonzarla. Sabía que nadie, incluyéndome, quería estar aquí
un sábado por la tarde. Debido a que había salido de un turno duro, estaba
cansado e irritable. Pero cuando el capitán llamó por un raro favor,
pidiéndome que lo cubriera, no pude decir que no. Había sido como un papá para
mí durante los pasados diez años.

Encima de estar rendido, estaba llegando tarde, así que me retrasé para preparar la
clase. Odiaba llegar tarde. Era una de mis manías. Solo quería hacer mi trabajo y
luego relajarme. Ya había sido un día muy largo, y todavía era temprano. Además,
tenía planes para más tarde esa noche, y no podía escaparme de estos. Todo eso
me puso de malhumor, y odiaba eso incluso más que llegar tarde. Tomando una
respiración profunda, me centré en mis prioridades y decidí que iba a hacer un
maldito buen trabajo.

Cuando escudriñé a la clase, vi que todos los ojos estaban en mí a excepción de un


solo par. ¿Qué demonios está haciendo? Caminé alrededor de la mesa, inclinando mi
cabeza hacia un lado para tener una mejor vista. Estaba mirando algo en su regazo.
Cuando la curiosidad me ganó, me dirigí en su dirección para ver que estaba
mirando una tablet fijamente. Me preguntaba si estaba en Facebook, YouTube, o tal
vez incluso en Netflix.

Sopesé mis opciones. ¿La dejaré sentarse durante toda la clase y luego no le daré el
certificado? ¿O solo debería ponerle un alto ahora? No estaba interesado en juegos,
así que tomar el control era la única opción. A medida que me acercaba, tenía una
expresión de desesperación en su rostro mientras se aferraba a su camisa con
fuerza. Tal vez estaba leyendo algo importante. Ahora, me sentía mal por ella.
Viendo su vulnerabilidad, moderé mi acercamiento.
30
Cuando me paré en frente de ella, me miró a través de sus largas pestañas. Sus ojos
eran de un color ámbar oscuro con manchas marrones más oscuras. Su piel era
perfecta, y su cabello castaño estaba levantado en la cima de su cabeza.

Mientras me inclinaba para susurrar en su oído, ella jadeó, haciendo que mi labio
se curvara en una media sonrisa. No estuve seguro de lo que me invadió, pero
necesitaba recuperar la compostura y enfocarme. Estaba aquí para enseñar una
clase, no para ligar con chicas. Así que me puse de pie y lo hice lucir como si
estuviera camino a cerrar la puerta.

En mi camino de regreso al frente de la clase, le lancé una mirada y sonreí. Tuve


que recordarme que era un profesional. Por el resto de la clase, traté de distraerme
centrándome en los otros estudiantes. Tenía un trabajo importante que hacer.
Aunque no fue fácil. Mis ojos eran atraídos hacia ella. Noté que ahora estaba
definitivamente prestando atención.

Como teniente en el equipo técnico del departamento de bomberos de Miami-


Dade, me enorgullecía de siempre ser profesional en cada escenario. Siempre había
querido seguir los pasos de mi papá y convertirme en bombero, y me volví aún más
apasionado sobre mi elección después del 9/11. Antes de que entrara a la
academia, obtuve un título en Gestión de Emergencias de la Universidad de Miami.
Me encantaba lo que hacía, me sentía orgulloso de la manera en que conducía mi
vida. Estaba dedicado y comprometido con mi carrera.

Ahora, estaba dirigiendo una clase de capacitación donde no podía sacar a una
participante de mi cabeza. Mientras me mantenía lanzándole miradas, me encontré
deseando oler su dulce perfume otra vez. Estaba esperando con ansias llegar a esta
parte de la clase donde los estudiantes tenían que venir para el entrenamiento
práctico.

—Ahora, vamos a poner en práctica lo que hablamos. ¿Quién quiere ir primero? —


le pregunté a la clase, mirando alrededor para ver quién sería mi primero.

Unos pocos estudiantes demasiado ansiosos levantaron sus manos, y tuve que
admitir que estuve un poco decepcionado. Uno a la vez, subieron y repasamos los
movimientos. Aunque precipitaba las demostraciones, me aseguré de que no
estuviera comprometiendo el objetivo. Mirándola de nuevo, me di cuenta de que
no estaba mostrando interés en esta parte de la clase. Era mi trabajo asegurarme
de que cada estudiante fuera capacitado adecuadamente en soporte vital avanzado.
Se lo debía el involucrarla en esta actividad de la clase.

—Sra. Ruiz —llamé, haciéndole señas para que viniera al frente.


31
Se enderezó, como si estuviera sobresaltada. Mierda, espero no haberla asustada.

Después de pasar al frente de la clase, se puso en posición. Claramente, sabía lo que


estaba haciendo, pero eso no me detuvo para ayudarla. No sabía qué me había
poseído. Estaba atraído por ella. Me paré detrás de ella cuando colocó sus manos
en el maniquí. Era de la altura perfecta. Podría haber puesto mi barbilla en su
cabeza fácilmente. Me acerqué, casi apoyándome en ella. Puse mis manos sobre las
suyas mientras empujábamos al maniquí.

Asegurándome de que aplicara la presión correcta, le dije en una voz tranquila:

—Asegúrate de que sea profundo, duro y constante. Sí, eso está bien. Lo estás
haciendo perfectamente.

Quería saber si el resto de ella era tan suave como lo eran sus manos, pero luché
contra el impulso, impidiéndole a mis manos que subieran por su brazo. Su suave
perfume llenó el aire que me rodeaba. Todo lo que quería hacer era enterrar mi
cabeza en su cuello.

Inclinándome, le di las órdenes. Juntos, contamos:

—Y uno, y dos, y tres, y… —Mi voz era más ronca de lo que quería que fuera.

Era la profesional consumada. No se estremeció a través de todo el ejercicio.


Quería decir lo mismo de mí. Al menos lo intenté mientras íbamos repasábamos
todo el proceso prácticamente unidos el uno al otro. El capitán patearía mi trasero
por esto. Me sentí como todo un imbécil. Prácticamente estaba follándola en seco.
Si se inclinaba hacia atrás tanto como centímetro y medio, sabría lo excitado que
estaba.

Necesitaba pensar en el béisbol. Sí, mucho de béisbol. ¿Qué tal ese juego de la UM?
Me preguntaba si ella estaba excitada. Solo quería presionar mi cuerpo contra el
suyo, acariciar su piel suavemente, y besar su cuello. Necesitaba dejar de pensar en
eso. Deportes, Sports Center, ESPN, fútbol, béisbol, abuelas. Eso era en lo que tenía
que pensar. Tenía que despejar mi cabeza de todos los otros pensamientos. Casi
terminábamos con la demostración. Contrólate. Pensé en la mirada decepcionada
en el rostro del capitán. Síp, eso definitivamente funcionó.

Al final de la clase, ella fue una de los últimos participantes en subir por su tarjeta
de RCP.
32

Viendo una oportunidad de tenerla un poco más de tiempo, dije:


—Um, Daniela, ¿te importaría ayudarme a guardar el equipo? —Soné como un
idiota, pero me tenía aturdido.

Sobraba decir que estaba en conflicto. Este era mi trabajo y reputación. Tenía que
disculparme antes de que presentara una queja formal. No era solo eso, no
obstante. No quería que se fuera. Quería llegar a conocerla un poco mejor.
Rápidamente le eché un vistazo a su mano izquierda y noté que no tenía un anillo
en su dedo. Ahora, necesitaba saber si estaba disponible, con un poco de suerte sin
espantarla y sin arriesgar mi trabajo.

—Claro, y es Dani —dijo, sonriendo mientras miraba mi camisa—. Y eres el


teniente Lucas.

—Liam, pero podemos mantenerlo formal, y puedes referirte a mí como teniente.


—Le guiñé.

—Absolutamente, Teniente. —Se rio.

Cuando empezamos a guardar las provisiones, pregunté:

—Entonces, Dani, ¿has hecho esto antes?

—¿Hacer qué? ¿Ayudar a limpiar o RCP? —preguntó, su voz suave y dulce,


mientras inclinaba su cabeza a un lado.

Maldita sea, está coqueteando conmigo.

—¿Qué? —respondí, mi voz baja y ronca—. ¿Quieres decir que no soy tu primero?
Maldita sea, no puedo creer que hayas ayudado a otros a limpiar. Estoy celoso.

—Oh, no estés celoso. —Fue a poner algo en el armario. Mirando por encima de su
hombro, dijo—: Eres el primer instructor de RCP al que he ayudado, y he tenido
muchos. Va con el territorio.

Me recosté contra la mesa con mis brazos cruzados frente a mí.

—Oh, así que han habido otros instructores. No estoy seguro de que pueda
manejar eso.

—Síp, pero ninguno al que haya ayudado. —Revoloteando sus pestañas, se encogió
de hombros.

—Me siento un poco mejor, pero todavía estoy celoso.


33
Mierda. Quería arrastrarla hacia mí y acercarla. Su carácter juguetón era sexy como
el infierno. Tenía la sonrisa más increíble. Se mantenía mirándome, sacudiendo su
cabeza ligeramente. Quería saber en qué estaba pensando.

Inesperadamente, confesó:

—Lamento mucho estar leyendo más temprano. Estuvo mal y fue muy grosero de
mi parte. —Tenía esa mirada de angustia otra vez—. Estaba en una parte
realmente buena del libro, y me era difícil dejarlo. Sé en lo que estás pensando… —
Colgó su cabeza en vergüenza—. Mis amigas organizaron una intervención, y soy
consciente de que necesito ir a rehabilitación de Kindle para encontrar el
equilibrio, pero es tan difícil cuando soy del equipo Kindle hasta el final.

Me reí suavemente y sonreí. Me gusta.

—En realidad, necesito disculparme contigo. Yo…

—Por favor. —Sacudió su cabeza y sonrió.

No estaba listo para que se fuera.

—Hemos terminado aquí, pero me encantaría escuchar sobre el libro que te tiene
cautivada. ¿Quizás podríamos tomar café en el Starbucks a la vuelta de la esquina,
así podrías informarme?

Comprobó la hora y pareció decepcionada.

—Realmente me encantaría, pero mis amigas me están esperando. Tenemos noche


de chicas. Ya sabes, chicas antes que pollas. —Sus ojos se abrieron de par en par, y
se sonrojó cuando se dio cuenta de que me había dicho “pollas”.

Es adorable, absolutamente adorable.

—Um, ¿quizás en otro momento? —añadió con una sonrisa y un destello en sus
ojos.

—Seguro. Suena bien. —Asentí. Mi teléfono sonó entonces, y me volteé para


agarrarlo. Respondí instintivamente, apartando la mirada.

Cuando me di la vuelta, la observé mientras agarraba sus cosas antes de que saliera
de la habitación.

Demonios, soy un imbécil.

—Chris, escucha, tengo que dejarte. Ha surgido algo.


34
—Espera, no cuelgues. Solo quiero asegurarme de que no me vas a plantar esta
noche —continuó Chris.

—Estaré ahí. Me tengo que ir —dije, apresurándome en colgar el teléfono. Agarré


las llaves y me dirigí hacia la puerta.

¿Por qué respondí el maldito teléfono? Salí al estacionamiento para ver si todavía
estaba cerca, y entonces vi que su auto se retiraba. ¡Mierda! No conseguí su número.
35
Capítulo 4
Dani

C
uando me había pedido que fuera a Starbucks, casi había gritado de
emoción. Había querido hacer un baile feliz, pero tuve la suficiente cordura
para calmarme. Tuve que recordarme que Macy estaba esperando por mí.
Todavía no podía creer que hubiera dicho “Chicas antes que pollas”. Quería que la
tierra me tragara entera. Soy tan boba. Había sido tan suave y coqueta, y entonces
tuve que decir eso. Sabía que mi rostro tenía que haberse vuelto una oscura
sombra de rojo.

Entonces, su teléfono había sonado, y lo respondió. ¡Uf! Me sentí incómoda


esperando por ahí, así que me fui. Nunca había tenido una clase de RCP como esa, y
dudaba que alguna vez tuviera otra.

Mi corazón todavía estaba latiendo rápidamente, y no podía dejar de sonreír. La


sola idea de él parado detrás de mí durante esa demostración era suficiente para
hacerme morder mi labio inferior. Anhelando sentirlo cerca de mí otra vez, dejé
escapar un profundo suspiro. Eso no iba a pasar. Desastre.

Creía que todas las cosas en la vida pasaban por una razón. Combinado con la
intervención en el momento perfecto de Candace y Macy, conocer al guapo
teniente Liam Lucas actuó como un catalizador para mí. Con su broma coqueta, me
demostró lo que mis amigas estaban tratando de decirme. Era una mujer con
necesidades y deseos. Tal vez tenían razón, y necesitaba volver al juego. Con esa
esperanzadora epifanía, sonreí con una confianza interior. Estaba lista para mi
reingreso en el mundo de las citas. ¿A quién estoy engañando con la palabrería
filosófica? Solo estaba emocionada de que un chico caliente coqueteara conmigo.
Sorprendentemente, me gustó… mucho.
36
Mientras conducía, el sol se estaba poniendo. Los rayos naranjas estaban
atravesando las nubes contra el fondo azul desvaneciendo, creando una artística
obra maestra. Había vivido aquí toda mi vida, y nunca había notado los tonos
vibrantes. A veces, fallaba en ver la belleza a mi alrededor porque estaba muy
enfocada en el dolor que había en mí. Necesitaba dejar ir la amargura con Rick y
hacer espacio para lo que podría ser. Liam Lucas era un recordatorio de que
todavía había mucha vida y amor para que yo experimentara.

Por supuesto, esto solo probaba que mis amigas tenían razón. Macy era mi más
querida y cercana amiga. Ella y yo nos habíamos unido por corazones rotos. Le
debía mi cordura después del drama con Rick. No había amor perdido entre ellos.
Era bastante elocuente sobre su desdén, y sus sentimientos eran obvios con poner
sus ojos en blanco. Incluso lo apodó “Rick el Imbécil”.

Candace no lo aprobaba él ni a nuestra relación. Lo toleraba porque no tenía otra


opción, pero no tenía ningún tipo de problema en hacer una situación incómoda
completamente insoportable.

No hacía falta decir que cuando dejé el apartamento de Rick esa fatídica noche,
conduje directo a casa de Macy. Ella tenía el vino listo y los pañuelos fuera.
Bebimos y lloramos el corazón roto.

Estaba ansiando nuestra noche de chicas esta noche. Desde la ruptura, habíamos
salido, solo las tres, pero usualmente salíamos a cenar o al cine. Teníamos la
ocasional cena donde trataban de emparejarme descaradamente con diferentes
chicos.

La más incómoda había sido cuando Macy había tratado de emparejarme con Ryan
Martinez, como en el Dr. Martinez con el que trabajaba en la ER3. Ryan y yo éramos
solo amigos. No tenía interés romántico en él. Solo nos llevamos realmente bien y
trabajábamos genial juntos. De acuerdo, había causado fricción con una enfermera
en particular, Colleen McFadden. Gracias a Dios ya no tenía que lidiar con ella.

Esta noche era diferente, sin embargo. Estaba emocionada de que íbamos a la
apertura de un nuevo club en South Beach. Nunca había sido un tipo de chica de
bar en bar, de club, así que mi armario estaba limitado a pantalones de yoga,
vaqueros, y batas en su mayoría.

Cuando Rick y yo habíamos estado juntos, mi armario tuvo una transformación


masiva. Habíamos salido varias veces a la semana, y quería lucir bien para él. Él era
37

3 ER: Sala de Emergencias, por su sigla en inglés.


increíblemente guapo. A menudo pensaba que podría estar en la portada de una
revista. Con una tez oliva que le daba ese perfecto aspecto bronceado todo el año,
medía metro ochenta y cinco, tenía complexión media, y era agradablemente
cincelado. Podía perderme en sus ojos avellana. Tenía los labios más besables, pero
su mejor rasgo era su sonrisa con hoyuelos. Entonces, ahí estaba su carisma. Rick
podía seducir a cualquiera, y me hizo eso en muchas ocasiones.

Rick se vestía para el éxito con sus trajes de diseñador. Aunque me enseñó un
montón sobre estilo y moda, todavía me sentía más cómoda en un par de jeans,
camiseta, y chancletas. Después de que hubiéramos roto, había llevado toda mi
ropa de fiesta a una tienda de segunda mano. Era así de dramática.

Mientras estacionaba en el espacio de estacionamiento, me preparé para ser hecha


y desecha, y sabía que Macy vendría a mi rescate. Con un salto en mi paso y una
sonrisa en mi rostro, saqué la llave que Macy había hecho para mí mientras decidía
abrazar esta nueva etapa en la vida.

—¡Hola! Estoy aquí. —Lancé mis llaves en el mostrador y dejé caer mi cartera
junto a estas.

—Estaré afuera enseguida. Siéntete como en casa —dijo Macy, gritando desde la
otra habitación.

Abrí una botella de vino antes de revisar las bolsas de comida para llevar en la
cocina. Alcancé el control remoto y encendí su televisión para ver que la maratón
de The Real Housewives of Miami estaba ahí.

Cada vez que veía este programa, lo cual no era a menudo, pensaba en la mamá de
Rick. Era la única vez que me permitía pensar en ellos. Su mamá y yo nos habíamos
llevado bastante bien. Tenía que admitir que era un personaje. Ella, uno podía
decir, era algo dramática y exagerada. Definitivamente, era la única tomando las
decisiones en esa casa aunque su papá claramente trataría de oponerse. Esa era
una de las razones por las que sería tan perfecta para el programa. A pesar de que
Rick no podía hacer nada malo ante sus ojos, siempre me había hecho sentir como
si se pusiera de mi lado. En retrospectiva, sabía que solo retorcería las cosas para
hacerme sentir mejor, así superaría mis complejos. Considerando sus muchos
eventos de caridad y opiniones fuertes, no estaría sorprendida de verla en el
programa un día.

—¿Qué estás mirando? —preguntó Macy mientras entraba en la habitación.

—The Real Housewives of Miami —dije, poniendo platos en el mostrador.


38
—Sabes que ese programa es horrible, y esas mujeres son malditamente raras. Sé
que no se supone que lo mencionemos, pero su mamá sería perfecta para el
programa. Realmente esquivaste una bala ahí.

Puse nuestra comida en los platos.

—Sí, lo hice, pero su mamá no era tan mala.

—Um, lo era, y sus hermanas definitivamente lo eran. —Macy puso sus ojos en
blanco.

Odiaba a sus hermanas, y tampoco se llevaba bien con su familia. No importaba


ahora, pero hacía las cosas incómodas en aquel entonces.

—Lo que sea. No me importa. Eso era en aquel entonces, y esto es ahora —dije en
un tono cantarín.

Mientras servía el vino y le sonreía, ella arrugó sus ojos y me miró con una mirada
confundida en su rostro.

—¿Qué? Si sigues haciendo expresiones faciales así, vas a necesitar Botox más
pronto que tarde —dije, mirando a Macy.

Solo se paró ahí, mirándome extrañamente.

—Está bien, ¿quién eres? ¿Qué le has hecho con mi amiga? —preguntó Macy con
una ceja levantada—. Escúpelo.

—¿Escupir qué? —respondí con un poco de sarcasmo. Estaba molesta con esta
línea de cuestionamiento.

Suspiró.

—Entonces, estás de buen humor. Ni siquiera entraste en un episodio depresivo


ante la mención de la familia Marin. ¿Qué pasó en tu libro? ¿Había un felices para
siempre? ¿La chica buena consiguió al sexy tipo rudo después de horas de
asombroso sexo y ninguna infección del tracto urinario?

Debería haberme sentido insultada, pero no lo estaba. Sabía que tenía buenas
intenciones. A menudo se comprometía a hablar de libros conmigo. Incluso me
complacía y pretendía estar interesada. Dejándome entrar en detalles de la trama,
se reía. Cuando le contaba algo desgarrador que había leído, sus ojos se
humedecían. Más a menudo que no, estaba interesada en las escenas de sexo. A
veces, tenía que resaltarle las partes buenas para cuando tomaba prestado uno de
39

mis Kindle.
—No, no está pasando nada en mi libro. No fui capaz de leer mucho hoy. Seguía
siendo interrumpida —dije con un poco de actitud y una sonrisa plana.

—Sobre toda la cosa de la intervención… sabes que es con buena intención.


Estamos preocupadas por ti. Ha pasado una eternidad, Dani, y solo no queremos
que pierdas tu vida porque te estás escondiendo en tus libros. Sigue adelante y lee,
pero no dejes de vivir. Has estado en un maldito modo de espera. Ya es tiempo. No
quiero que me hables de tu fantasía audicionando para algún multimillonario
pervertido. Bueno, todavía puedes hacer eso porque me gusta, pero el punto es que
quiero que me cuentes sobre el sexo caliente que realmente estás teniendo.

Después de mi clase de RCP, no podría estar más de acuerdo con ella. Solo que no
estaba segura de cómo iba a pasar, pero me imaginaba que lo haría.

—Está bien. Sé que tus intenciones son buenas —respondí.

A medida que seguía comiendo, noté que todavía estaba mirándome con una
expresión extraña.

—¿Tengo algo en mis dientes? —Los verifiqué a través del reflejo del cuchillo.

—No, no es eso. Luces diferente. Quiero decir, en una buena forma. —Bebió más
vino—. Después de los eventos de hoy, pensaría que estarías un poco irritada, pero
es lo opuesto. ¿Qué pasa?

Mientras tragaba mi comida, traté de decidir si quería decir algo. Pensé en cómo
explicar lo que pasó más temprano, pero no me dio una oportunidad.

—Sé que no fue el almuerzo. Dijiste que no es tu libro, y… —se detuvo, tratando de
averiguar qué podría ser.

Cuando comencé a pensar en mi clase de RCP, suspiré. La idea de Liam Lucas —


esos ojos, esa sonrisa, su cercanía, su calidez— puso una sonrisa en mi rostro
mientras un cosquilleo se disparaba a través de mi cuerpo.

Macy me miró sospechosamente.

—Mmmm, tuviste clase de RCP. Espera. Ahí está esa sonrisa otra vez. ¿Qué pasó en
clase?

—No pasó nada en clase —medio mentí.

Realmente no pasó nada. Mi mundo solo fue sacudido por ese Adonis con una gran
personalidad, una cálida sonrisa, y los ojos más azules en los que podría ahogarme.
40

Sintiéndome esperanzada, decidí que aún no estaba lista para compartir.


—Si no me dices lo que está pasando, voy a llamar refuerzos. Ya sabes cómo
terminará eso —amenazó. Bajando su cubierto, se sentó otra vez en su silla.

Dejé escapar un largo suspiro.

—Bien. No pasó nada realmente. Solo estoy atraída por mi instructor. Era caliente.

No sentí la necesidad de entrar en más detalles. Eran personales, y estaba


convencida de que mi hiperactiva imaginación literaria estaba haciéndolo parecer
más de lo que realmente era.

—Estoy confundida. Dijiste que el instructor era un viejo —dijo con una perpleja y
ligeramente asustada mirada en su rostro—. ¿Era caliente como en George Clooney
caliente? ¿Estás teniendo problemas de papi otra vez?

—Entiendo por qué estás confundida. No, no era como George Clooney. —Me reí
mientras una mirada de horror absoluta cruzaba su rostro. Antes de que pudiera
decir nada, añadí rápidamente—: Y no, tampoco tengo ningún problema de papi,
así que deja de decir que lo hago.

Dejó escapar un gran suspiro de alivio.

—Tuvimos un suplente, pero antes de que te cuente nada más —dije, mirándola a
los ojos—, tienes que jurarme que no vas a decir nada. Esto es solo entre tú y yo,
¿cierto?

No estaba segura por qué, pero no quería que Candace lo supiera ahora mismo. No
había procesado las cosas realmente, y quería mantener esto para mí hasta que
estuviera lista para compartir. Suponía que una parte de mí pensaba que era tonto.

—Por supuesto. No hace falta decirlo. Sabes que puedes confiar en mí. Lo que sea
que me digas, se queda conmigo —prometió Macy, asintiendo en total acuerdo.

Me incliné con una risa.

—El instructor era joven y caliente. Quiero decir, realmente era caliente, como
para la prensa, quita tu respiración, llama al novecientos once caliente.

—Quiero detalles, y no te atrevas a dejar nada por fuera.

—Bueno, vino hacia mí y susurró en mi oído. Me dijo que estaba celoso y luego me
pidió que guardara mi Kindle.

—¡Santa mierda! Espera. ¿Tenías tu estúpido Kindle afuera? Lo juro, Dani,


realmente necesitas ayuda.
41
—Gracias a mi Kindle, me notó. Así que es un punto para el Equipo Kindle.

—Te concederé eso. ¿Cuán cerca estuvo de ti cuando susurró?

—Estuvo lo suficientemente cerca que sentí su barba incipiente en mi cuello —dije


con una gran sonrisa—. Pero se pone mejor.

—No hay forma de que se ponga mejor.

—Macy, me llamó en clase y me pidió hacer la demostración. Cuando se paró


detrás de mí, olía tan malditamente bien. Estaba enfrentando la clase, así que tuve
que mantenerlo cuerda. Seriamente, sin embargo, casi comencé a apretar mis
piernas y retorcerme cuando se acercó y puso sus manos en las mías.

—¡De ninguna manera! Oh Dios mío, eso suena caliente —dijo Macy con ojos muy
amplios.

—Caliente ni siquiera comienza a describirlo. Entonces, se inclinó y me dijo que me


asegurara de que la presión fuera profunda, dura, y estable. No bromeo. Mi cuerpo
tembló. Solo digamos que estaba muy encendida. Si hubiera seguido, habría tenido
un orgasmo. Lo juro, pensé que estaba cerca.

Macy solo me miró con su boca colgando abierta.

Asentí.

—Así que, ya ves, por eso tengo una sonrisa en mi rostro. Oh, y entonces me pidió
quedarme después de clase para ayudarlo a limpiar.

—¡De ninguna manera! Le gustas. Oh Dios mío, apuesto a que quería probar un
poco de ese lindo trasero que tienes.

Sacudí mi cabeza hacia ella.

—Macy, ¿tienes que ser tan grotesca? Me gusta mucho más mi imagen mental.
Cuando terminamos, me invitó a tomar un café. Sabes que no bebo café, pero
habría fingido que me gusta por él.

—Estás matándome aquí, Dani. Dime que vas a verlo otra vez. Por favor, dime que
vas a remediar tu condición en profundos, duros, y estables golpes —dijo con una
risa.

—Bueno, mira, aquí está el problema…

—No, no, no, ningún problema. Ah, Dani —dijo, frustrada.


42
—Recibió una llamada telefónica. No iba solo a quedarme cerca como alguna
fanática desesperada, así que me fui. —Me encogí de hombros.

—No, no, no. No solo te fuiste, ¿verdad? ¡Uf! ¿Qué voy a hacer contigo? —
preguntó—. Maldita sea, quiero inscribirme a esa clase de RCP.

Cuando escuchamos a Candace abriendo la puerta, dejamos de hablar.

—Oye, Candace, ven aquí y toma tu ensalada —dije.

Candace se sentó junto a nosotras.

—¿De qué están hablando? —Se detuvo por un breve momento, tomando un sorbo
de su vino, mientras me miraba inquisitivamente—. Dani, estás radiante.

Ahí fue cuando Macy la interrumpió. Estaba preocupada de que rompería nuestra
confianza y se lo contaría a Candace.

En cambio, Macy dijo:

—Cuando noté ese brillo, me pregunté si había jugado con B.O.B antes de que
llegara a aquí. Ya sabes, preparando el camino y limpiando las telarañas.

No tenía palabras, ninguna en absoluto. Le di un mero gruñido y ojos en blanco.

Candace nos miró a ambas en completa y absoluta sorpresa.

—Sabes, Macy, estoy comiendo. No me interesa escuchar sobre Dani


potencialmente, como dijiste, “limpiando las telarañas”. Pero estoy curiosa sobre
por qué estás radiante. ¿Te hiciste un tratamiento facial?

Macy no pudo contener la emoción. Soltó:

—Tratamiento facial mi trasero. Fue molestada por su instructor de RCP. Eso ahí
es brillo casi postcoital.

¿Qué voy a hacer con ella? ¿No hay nada sagrado?

Candace tenía una mirada dolorosa en su rostro.

—¿Estás teniendo problemas de papi otra vez? Dijiste que el instructor era
anciano. —Se detuvo, tratando de encontrar las palabras correctas—. Eso es
asqueroso. Sé que tienes que volver al ruedo, pero puedes ser un poco selectiva. No
tienes que caer por la ruta de la pequeña píldora azul. Al menos, no todavía.
43
La arrugada y disgustada expresión en su rostro mientras compartía este pequeño
consejo fue invaluable. La dejé sufrir. Quería que se preocupara de que me había
empujado en los brazos de un hombre lo suficientemente viejo para ser mi papá.

Me levanté, puse mi plato en el lavabo, y rellené mi copa de vino. Trayendo la


botella, también llené las copas de Candace y Macy.

—¿Qué pasa con ustedes dos diciendo que tengo problemas de papi? No tengo
problemas de papi. Solo he salido con hombres de edad apropiada.

Sacudieron sus cabezas en desacuerdo.

Macy dijo:

—Sí, tienes problemas de papi. Siempre estás tratando de domar a los hombres
que no se comprometen. Prefieres vivir en la tierra de la negación. Hemos hablado
de eso. Necesitas vender tu propiedad ahí.

—Bien, tengo algunos problemas de abandono, pero estoy curada —dije,


exasperada con ellas. Un rápido pensamiento de Liam, y lo superé.

Entonces, puse a Candace al tanto de Liam. Macy se puso de pie y caminó alrededor
de la habitación, abanicándose mientras compartía mi sensual encuentro.

—Ooh, definitivamente puedo ver por qué estás radiante —dijo Candace. Saltó de
su asiento y me abrazó como si hubiera ganado la lotería.

Macy interrumpió.

—Necesito un momento para procesar esto y reducir mi propia calentura, y ni


siquiera estaba ahí.

Tan vertiginosa como estaba, tenía que señalar lo obvio.

—Oye, estoy tan emocionada como ustedes lo están. Creo que tal vez incluso más.
Pero mantengámoslo real. No tiene mi número, y es altamente improbable que lo
vea otra vez.

—¿Por qué eres tan negativa? —preguntó Macy, levantando una ceja—. Tres
palabras: acoso por Google. —Sacó su computadora portátil.

—Candace, ayúdame aquí. No quiero acosar a este chico. Detenla, por favor —
rogué—. Solo digamos que estoy muy feliz de que lo conocí. Me ha dado una
sensación de esperanza. Probablemente, no tiene nada que ver con él. Es más
acerca de la posibilidad de lo que hay por ahí. Él es solo el catalizador para abrir
44

mis ojos.
—Eres tan linda. ¿Eso es lo que lees en tus libros? —dijo Macy. Abrió el
navegador—. Ahora, dime su nombre completo.

—No te voy a decir nada. Déjame tener mi momento —dije, reteniendo esa pieza
vital de información y me dirigí al baño para alistarme para nuestra noche.

Nuestra charla de chicas continuó mientras Macy sacaba su bolsa de maquillaje y


rizadora. Las dos fueron con todo. Había llegado a la casa de Macy en un par de
pantalones cortos, una camiseta que colgaba de un hombro, y un par de Toms con
mi cabello levantando en un moño.

Cuando salí a la sala de estar, la boca de Candace cayó al suelo. Estaba usando un
minivestido ciruela con tiras delgadas y espalda baja. Mostrando escote, apenas
cubría nada. De su arsenal, Candace sacó un par de sandalias de plataformas de
tiras negras y un bolso a juego. Macy me dio ojos ahumados mientras Candace
retorcía la rizadora alrededor de mi cabello, dejando largos rizos marrones para
que cayeran en cascada por mi espalda. Tuve dificultades para describir cómo me
sentí cuando me miré en el espejo. Era pura magia, como Cenicienta.

Las tres salimos por la puerta mientras Macy le escribía un mensaje de texto a
Chris para dejarle saber que estábamos en camino. Dejando mi Kindle atrás, subí
en el asiento trasero del auto de Candace.
45
Capítulo 5
Rick

M
e encantó la sensación y la energía de la escena del club. Nunca tenía
suficiente de eso. La gran inauguración de Breathe era jodidamente fuera
de este mundo. Situado justo en la playa en la Avenida Collins, el club
atraía a los ricos y famosos. Con ventanas de piso al techo a lo largo de la pared
trasera, los suelos de mármol negro y elegantes detalles de acero inoxidable con
accesorios modernos daban al lugar una sensación de South Beach Chic. Era el tipo
de club donde una persona solo podía entrar si él o ella conocía a alguien.

Conocía a las personas. Estaba en ventas, recientemente promovido a director


regional, pero mis conexiones venían de mi familia que eran constructores bien
conocidos en el sur de Florida y muy activos en la comunidad. Tenía algunos años
más antes de que me forzaran a entrar en el negocio familiar. No importaba que me
encantara mi trabajo y que fuera jodidamente fantástico en ello. Como mis padres
me decían, tenía responsabilidades, y se esperaba que siguiera el legado de mi
padre. Hasta que llegara ese día, estaba montando la ola y festejando fuerte. Tenía
que admitir que había veces en que me aburría, pero me deshacía de esos
sentimientos rápidamente.

La última vez que fui promovido, tenía a la chica más dulce en mi brazo y en mi
cama. Maldita sea, era increíble. Nunca había estado con alguien que pudiera
volverme loco en la cama como lo hizo ella. Nadie se acercaba. Su culo y sus tetas
eran el sueño hecho jodidamente realidad de cada hombre. Me encantaba oír su
gemido cuando chupaba sus pezones, endureciéndolos. Con suficiente preparación,
me habría dado casi cualquier cosa que yo quisiera. De hecho, me lo habría rogado.
Maldición, ella podía rogar. Era jodidamente caliente. Era el pequeño paquete
perfecto. Era una chica buena en el exterior, pero tenía una racha salvaje de un
kilómetro de ancho cuando estaba excitada. Mierda. Mi polla se estaba poniendo
46

dura de solo pensar en ella.


No la había visto desde aquella noche en mi apartamento. Había habido un par de
veces en que había querido llamarla, pero siempre me había detenido algo. Dios,
odié romperle el corazón. Nunca me había gustado un caótico drama, pero había
hecho lo que había necesitado hacer. Y esa mierda fue un caótico drama. Había
intentado darle una salida, pero en su lugar había apretado el gatillo.

Era una niña tan dulce, pero había querido esa mierda de sueño americano. Solo
que yo no estaba allí. Había querido estarlo. Podría haber tenido una buena vida
con ella. Podría haberme arrastrado por más tiempo. Ya había estado viviendo
conmigo, y eso era algo que yo nunca había hecho. Había estado con ella durante
un jodido año. Esa era otra cosa inaceptable en mi libro. No había estado cansado
ni aburrido con ella, lo cual me había sorprendido. Había estado bien con la forma
en que eran las cosas, pero entonces había comenzado a sentir esa vibra de que
quería más. Infiernos, no. No iba a ir por ese camino en ningún momento pronto.

Esa noche, ella había estado en el maldito cielo. Solo habíamos follado, y maldita
sea, no podía esperar a volver a casa para follarla un poco más. Tenía el coño más
delicioso. En la cena, me dijo lo orgullosa que estaba de mi promoción y cuán
emocionada estaba por nuestros planes de irnos para Año Nuevo. Todo en ella era
tan malditamente perfecto. Me había vuelto loco y no de la manera que había
querido.

A mi madre incluso le había gustado. Eso era casi imposible. Cuando habíamos
roto, mi madre había lanzado un ataque verbal, balanceando los brazos en el aire.

—¿Qué hiciste? Dame el teléfono, voy a arreglar esto.

La verdad era que todos la habían amado, y tal vez yo también. Solo que no podía
permitirme ir allí. No estaba listo.

Así que cuando había visto a Ely en el club, mi sonrisa se había extendido de oreja a
oreja. Ely la había jodido cuando estuvimos juntos, así que no podría haberme
importado una mierda esa perra. Era una mentirosa, y le gustaba su ocasional
dosis de cocaína. Asqueroso. No la había visto en mucho tiempo, pero su tiempo no
podía haber sido más perfecto.

Cuando Ely me había devuelto la sonrisa, había sabido exactamente cómo enfadar
a Daniela. Sí, había soportado mucho de mí, pero tenía sus límites, y sabía cómo
empujarlos. Ella y su maldita pequeña regla. Puse mis ojos en blanco cuando pensé
en ella aconsejándome su regla, pero era la munición que había necesitado para
terminar con esta fantasía que ella había tenido de jugar a la casita.
47
Pensé en la forma en que esas mujeres se habían evaluado. Tenía que admitir que
me había excitado. Durante un minuto allí, me había preguntado cómo sería tener a
ambas al mismo tiempo. Joder, eso habría sido caliente. Daniela no habría ido por
ese camino, pero a Ely, por otro lado, le gustaba experimentar. Habría estado
jugando.

Daniela había lucido tan jodidamente caliente mientras estaba sentada en su


taburete, sorbiendo su bebida. Y fue entonces cuando había hecho mi movimiento.
Agarrando la mano de Ely, la había llevado a la pista de baile. Ely se lo había
tragado como si hubiera ganado un jodido premio. Maldición. Recordé sonreír y
reír porque me había sentido libre. Me había soltado.

Al ver el rostro de Daniela cuando volví, había sabido lo que iba a venir. Mi
pequeña fierabrás explosiva había sido tan apasionada en la cama como lo había
sido las pocas veces que había discutido. Apenas habíamos peleado. Yo era más un
amante que un luchador, y ella era esta romántica sin esperanza con su cabeza en
sus libros. Acostado junto a ella en el sofá, mientras ella leía y yo veía Band of
Brothers, había sido realmente agradable. Yo era un adicto a la Segunda Guerra
Mundial. Por supuesto, realmente me había gustado cuando estaba leyendo uno de
sus libros porno porque se excitaba tanto, y yo lograba cosechar los beneficios del
juego previo de algún tipo imaginario. Mierda, eso era sexo caliente.

No la había visto desde aquella noche. Todavía no podía creer que ella hubiera
pensado que hablaríamos y lo resolveríamos. Honestamente, me había sentido mal
por ella cuando había entendido la mentira que había querido que creyera. No
esperando para nada que terminara su pequeña fantasía, había sido aplastada. Me
había estirado para tocarla, sabiendo que había ido demasiado lejos. No se había
merecido esa mierda, pero yo había entrado en pánico. Entonces, prácticamente la
había echado. Eso fue bajo, incluso para mí. Siempre había sido tan malditamente
buena conmigo. Nunca nadie había, ni pasado ni presente, cuidado de mí, y yo
había idiota egoísta y tirado todo. Cuando había tirado su brazo de mí, metido toda
su mierda en bolsas de basura, y salido furiosa por la puerta principal, había sabido
que estábamos terminando.

Eso fue entonces, y esto era ahora. Ella había tenido razón. Esta escena se volvía
aburrida. Tuve mi parte justa de mujeres, y ahora, las comparaba a todas con ella.
Ella era única y nadie podía tocarla.

Me recliné contra la mesa alta. Vine aquí con Lise. Supongo que podría decir que
era mi novia en el sentido de que la follaba exclusivamente. Era un modelo típico
de South Beach. Lise tenía un cuerpo caliente, pero nada entre sus orejas. No tenía
48

sentido tener una conversación significativa con ella. Con su acento francés, no
entendía la mitad de la mierda que decía de todos modos, pero podía chupar mi
polla durante toda la noche, así que no me quejaba.

Lise estaba colgada de mí, y odiaba cuando hacía eso.

—Estás arrugando mi camisa, necesitas retroceder —dije, sacudiéndola de mí.


Necesitaba espacio personal.

Moviéndome, noté a tres mujeres, una rubia y dos morenas, pavoneando sus
atributos. Me encantaba mirar a las mujeres. No tenía que tocarlas para apreciar su
belleza y sensualidad. En ese momento, mi estómago cayó. Casi jodidamente
derramé mi bebida en mi camisa Hugo Boss de cien dólares. ¡Santa jodida mierda!
Hablando del jodido diablo. Allí estaba ella. Malditamente caliente.

No podía creer lo jodidamente caliente que lucía. Sus largas piernas estaban en
exhibición en ese pequeño vestido. Mi polla comenzó a ponerse dura mientras
pensaba en lo bien que se sentía. Lamí mis labios, queriendo probarla. La imaginé
inclinándola sobre la barandilla y deslizando mis manos por la parte trasera de ese
vestido. Jugando con sus tetas, sus pezones se endurecerían, y comenzaría a gemir.
Me encantan los sonidos que hacía. Su coño estaría empapado, y deslizaría mi polla
directo en ella. Tenía el cabello rizado y más largo, llegando a la mitad de su
espalda. Quería tirar de este y escuchar su gemido mientras arrastraba mi lengua
por su cuello, lamiéndola lentamente. Mierda. Estaba duro como una piedra y a
punto de estallar en mis pantalones.

Mirándola fijamente, me sentí como un jodido voyeur. Me acercaría a ella si no


estuviera rodeada por su pandilla. Esas chicas probablemente cortarían mi polla si
me acercaba a ella. Si supieran que tenía una furiosa erección, me castrarían con
una sonrisa. Necesito ser inteligente sobre esto.

No podía apartar mis ojos de ella. Era tan hermosa. Había algo diferente en ella, no
obstante. Era su sonrisa. Quería que sonriera para mí. Tenía que hablar con ella. No
podía permanecer lejos.

Cuando estaba a punto de ir hacia ella, vi su rostro iluminado como el sol, su


sonrisa tocando sus ojos. bajando mi bebida, me puse de pie para obtener una
mejor vista.

¡Joder! ¡Joder! ¡Joder! ¿Quién carajos es ese?


49
Capítulo 6
Dani

E
ntramos al club, y no podía superar cuán impresionante era el lugar. Había
estado en clubes antes, pero este estaba en un nuevo nivel. El club era de
vanguardia, y todo era de la mejor calidad.

—Este lugar es increíble. Nunca he visto tanta gente hermosa en una habitación —
le dije a Macy.

Ella estaba enviando mensajes a Chris para hacerle saber que habíamos llegado.

—Dani, eres una de esas personas hermosas. Relájate y diviértete —respondió. Se


movía como si fuera la dueña del lugar.

—¿Cómo sabes que no estoy relajada? —le pregunté, preocupada de que mi


angustiosa ansiedad fuera obvia.

—Te conozco. Tus hombros están un poco tensos en este momento, y estás pegada
a mí como un perrito perdido. Nada de preocupaciones, sin embargo. Después de
un Cosmo, estarás bien.

Cosmos y el sexo eran siempre la solución de Macy a la mayoría de los problemas


en la vida.

—¿Y si él está aquí? Ya sabes, este es su escenario —dije, exponiéndolo.

—¿Realmente vas a dejar que ese idiota arruine tu resplandor y la noche? Chica,
cuidamos tu espalda. ¿Y qué si está aquí? No se atrevería a acercarse a ti.

—¡Tienes razón! No voy a dejar que arruine nuestra noche —dije con convicción.

Tiene razón. Sacudí la torpeza y recibí con brazos abiertos el empoderamiento.


50

Después de soltar mi miedo, me sentí energizada.


Chris le envió un mensaje con instrucciones para ir a la sala VIP y dijo que se
encontraría con ella pronto. Atravesamos la multitud y nos dirigimos hasta el
salón. La música estaba bombeando, y la pista de baile estaba llena. La última vez
que había estado en un club fue con Rick, y había sido la peor noche de mi vida.
Esta noche, había una energía completamente diferente. No pude evitar sonreír.
Me sentía viva.

Miré a mi alrededor, apreciando la maravilla de todo, mientras nos dirigíamos a la


zona privada. La música estaba silenciada aquí, así que realmente podíamos oírnos
hablar.

—Candace, ¿puedes ir a buscar nuestra mesa? Quiero que Dani conozca a alguien
—dijo Macy, agarrando mi mano y tirándome lejos con ella.

—Macy, más despacio. No he caminado en plataformas de diez centímetros en


mucho tiempo. No quiero caer y romperme el cuello —me quejé mientras me
conducía a través del espeso laberinto de cuerpos—. ¿Cuál es la prisa? ¿Adónde
vamos?

—Te llevo a Chris. Quiero que lo conozcas. Sé genial, y luego dime qué piensas.

—¿Ser genial? ¿En serio? —La detuve y puse una mano en mi cadera—. ¿Cómo voy
a ser genial si estoy sin aliento? O peor aún, ¿y si caigo sobre mi trasero, rompo un
tacón, y tengo un fallo de vestuario? Más despacio. Espera un segundo… oh, Dios
mío… estás nerviosa.

Macy me miró con una sonrisa traviesa en el rostro.

—Bienvenida de regreso, Dani. Vamos a cuidar de tu condición esta noche. Vamos


a pavonear nuestros atributos.

Macy estaba en su elemento, y ella lo poseía. Ladeó su cabeza y sonrió mientras


pasábamos junto a varios chicos que ciertamente calificarían para material de
casting de novio literario. Tenía que admitir que estaba disfrutando de la atención.
Macy estaba en una misión. Mientras lanzaba sus guiños y miradas de lado, tenía
su ojo en un hombre en particular, Chris Giordano. Definitivamente era un regalo
para los ojos. Era alto, de cabello oscuro y ojos claros, tal vez verdes.

Macy había estado secretamente, o no tan secretamente, enamorada de Chris.


Cuando lo divisó a través de la multitud, su lenguaje corporal cambió
completamente. Suavizándose, se deslizó hacia él. La mirada en sus ojos fue de
buscar y agarrar para capturar y devorar. Era fascinante verlo.
51
Mientras me conducía a su encuentro, sucedió. Cuando giré un poco la cabeza, mis
ojos se fijaron en los ojos azules más hermosos que había visto jamás. De pie junto
a Chris había un hombre de metro ochenta y siete que llevaba una chaqueta carbón
a medida sobre una camisa negra abotonada con jeans de tiro bajo. Todavía no se
había afeitado. Era un estilo contrastante —GQ mezclado con me importa una
mierda— y era ardientemente caliente.

Mi sonrisa tocó mis ojos. Tirando de Macy hacia atrás, susurré:

—Es él.

Me miró y me dirigió una sonrisa sucia.

—Hola, Macy. ¿No luces comestible esta noche? —dijo Chris con una sonrisa
diabólica, lamiendo sus labios.

Rápidamente, me di cuenta de que estos dos fueron cortados de la misma tela.

—Lo tomaré como un cumplido… solo si me dices que tienes hambre —respondió
ella con un guiño.

Mientras sacudía la cabeza, soltando una risita, noté que él me estaba mirando
directamente. Cuando nuestros ojos se encontraron, mi sonrisa se ensanchó. Traté
de apartar mis ojos para contener mi sonrisa, pero no podía apartar la mirada.
Nunca había sonreído de esa manera, y estaba haciendo muy difícil fingir
indiferencia. ¿Cuáles son las posibilidades de que me encontrara con él aquí?
Repentinamente, todos los sonidos a mi alrededor se tranquilizaron, y parecía que
no había nadie más.

No quería hacerme ver como tonta. Necesitaba mantener los pies en el suelo y mi
cabeza fuera de las nubes. Relájate. Él solo seguía mirándome con una sonrisa sexy.
¡Relájate! No sacaba los ojos de encima de mí.

Estaba a punto de ir al novio literario loco aquí, pero no podía hacer eso. Había
pasado mucho tiempo desde que me había permitido ser atraída por un hombre
que no fuera el producto de la increíble imaginación de un autor. Necesitaba medir
mis pasos antes de dar un nuevo nombre a la humillación.

—Um, perdón, ¿ustedes dos se conocen? —preguntó Chris, sus ojos moviéndose
entre nosotros.

—De hecho, conocí a esta hermosa dama esta tarde. —Liam sonrió—. Es un placer
volver a verte, Sra. Ruiz. —Mirándome directamente a los ojos, me tendió la mano.
52
Estaba perdida. Se necesitaría todo en mí para mantener la cordura. No estaba
segura de tenerlo en mí. ¡Maldita Macy por no venir a mi rescate! Aunque en
realidad no la quería, debería haberlo intentado. Estaba aturdida. Me llamó
hermosa. Tuve que recordarme una vez más relajarme. ¿Qué tiene este hombre?

Necesitaba encontrar mi voz tranquila, fresca y serena. Extendí mi mano a la suya.

—Hola, teniente Lucas, es tan agradable verte de nuevo.

Cuando nuestras manos se tocaron, un cosquilleo subió por mi brazo. Sostuvo mi


mano un poco más de lo necesario. Nunca rompiendo el contacto visual, la levantó
mientras inclinaba un poco la cabeza. Besó el dorso de mi mano suavemente con
los ojos fijos en los míos. Estaba segura de que él escuchó cuando contuve mi
aliento, pero al menos no sabía nada de la acumulación de calor entre mis piernas.

Cuando se enderezó, soltó mi mano.

—El placer es todo mío. Asegúrate de guardar un baile para mí. —Sonrió y guiñó
un ojo.

Había estado conteniendo la respiración. Cuando me soltó, solté un pequeño


gemido. Traté de fingirlo al hacer un ruido como si tuviera algo en mi garganta,
pero la única cosa en mi garganta era mi corazón palpitante. Por supuesto, su
sonrisa se hizo aún más grande. ¡Uf! Acaricié su ego. Necesitaba calmarme y tener
cuidado con este hombre.

Mientras Liam se inclinaba, su mano rodeó mi cintura. Susurró:

—No voy a dejar que te alejes esta vez. —Su mano se deslizó a través de mi espalda
baja antes de alejarse con Chris.

—Oh, Dios mío, Dani. ¿Qué diablos fue eso? —preguntó Macy.

—Dame un minuto. Creo que estoy a punto de desmayarme —dije, allí de pie,
aturdida.

—Sabes, es seriamente caliente, y definitivamente le gustas. ¿Qué te parece Chris?

—¿Chris? No lo noté.

Agarrando mi brazo, Macy me llevó de regreso a la sección VIP.

—La próxima vez traeré a Candace. Apestas.

Haciendo pucheros, me encontré decepcionada de que no se quedara. En el lado


53

positivo, las bebidas eran por parte la casa, gracias al esperanzador ligue de Macy
con Chris. La próxima vez, le agradecería por las bebidas y tal vez haría algún
trabajo de reconocimiento para Macy.

Nos reunimos con Candace y luego ordenamos nuestros tradicionales Cosmos.


Teníamos un ritual de ordenar Cosmos, a la Sex in the City, y brindar por nuevos
comienzos y finales felices.
54
Capítulo 7
Liam

S
in ni siquiera intentarlo o saberlo, Chris hizo algo por mí esa noche. Quería
chocar los cinco con él. Incluso llegaría tan lejos como para decir que quería
abrazarlo. Mientras caminábamos hacia la barra, lo golpeé en la espalda. Sí,
esto es bueno. Esto le daba un nuevo comienzo desde cero a Chris. Aunque siempre
me estaba invitando a estas aperturas, difícilmente venía, pero fue insistente sobre
esta. Ya que seguía rechazándolo, pensé que se lo debía. Al principio, mi plan era
hacer una aparición y marcharme temprano, pero eso cambió. El plan B estaba en
su lugar. Me iba a quedar, y esta vez no la iba a dejar escapar.

¿Cuáles son las probabilidades de que estuviera aquí? Lucía mortalmente preciosa.
Su rostro se iluminó, y su sonrisa tocó sus ojos, los cuales eran su mejor
característica por lejos. Quería tomarla en mis brazos, secuestrarla, y conocerla. Sí,
chicas antes que las pollas. Me reí, recordando su rostro cuando había dicho eso.
Estaba esperando mi turno. Le daría tiempo con sus amigas, y entonces sería mi
turno. No había manera de que me estuviera yendo sin su número y sin planes para
verla de nuevo.

Chris me condujo a través de un laberinto de gente mientras caminábamos hacia la


barra.

—Entonces, Lucas, ¿qué diablos fue esa mierda de Príncipe Encantador?

Le dirigí una mirada que decía: No seas imbécil. Chris y yo habíamos sido amigos
desde que éramos niños. Había pasado más tiempo sacándolo de problemas que
cualquier otra cosa. Con los años, esa mirada había sido perfeccionada. Sin
importar nada, él siempre había sido un buen amigo y había hecho lo necesario
cuando había importado más.
55

—No me mires así. No estoy siendo un idiota. —Chris sacudió su cabeza.


Esa era la prueba de que mi mirada había comunicado exactamente lo que había
pretendido. Ni siquiera tuve que abrir la boca.

—Permíteme reformular. Entonces, pareces estar enamorado de la amiga de Macy.


¿Quién es? —preguntó Chris.

No era una chica. No compartía, pero dado que había querido abrazarlo antes,
imaginé que lo haría más sutilmente.

—Es una chica que conocí hoy. Se marchó antes de que pudiera conseguir su
número.

—¿Se fue porque pensó que eras un fenómeno? ¿Y ahora la estás acosando? —
preguntó Chris.

Tuve que darle la mirada de nuevo.

—No, imbécil. Llamaste. Respondí. Se fue. No va a volver a ocurrir.

Chris me dio unas palmaditas en la espalda y me compró una cerveza.

—¿Estabas hablando con esa nena y respondiste a mi llamada? Caray, no sé si eres


un idiota o si soy especial.

—Fue la estúpida fuerza de la costumbre. Por suerte para mí, tengo otra
oportunidad. Esta vez, no cometeré el mismo tonto error. Ahora muévete. Estás en
mi camino.

Apoyándome contra la barra, encontré la vista perfecta de ella. Estaba arriba,


hablando con sus amigas. Riendo, echó la cabeza hacia atrás, exponiendo su cuello.
Quería sentir mis labios en su cuello, pasar mis dedos a través de su cabello, y
acariciar su cuerpo con mis manos. Solo quería verla sonreír.

Chris recorrió la habitación.

—La noche es joven, mi buen compañero. A las tres en punto4 te están revisando.
No te limites a un solo culo esta noche. Podrías anotar en grande.

La mesera se acercó.

—Hola, caballeros, las damas de esa mesa quieren comprarles una copa. —Señaló a
las tres en punto—. ¿Qué será?

4A las tres en punto: A la derecha. Terminología que normalmente se utiliza en el lenguaje militar
56

y/o fuerzas del orden.


Chris saludó a las rubias blanqueadas con tetas falsas. Puse los ojos en blanco. Se
estaba convirtiendo rápidamente en una carga.

—Tomaré un… —comenzó Chris.

Le di un codazo, sacudiendo la cabeza.

—Gracias, pero no, gracias —lo interrumpí, manteniendo mi mirada en la única


mujer que estaba interesado en conocer.

—Amigo, me estás matando.

Me di vuelta y pedí dos cervezas. Entregándole una a Chris, le dije:

—Sobrevivirás.
57
Capítulo 8
Rick

M
ientras Lise estaba socializando con sus amigas, encontré el lugar
perfecto en la barra para mantener un ojo en Daniela. Vi a Chris
caminando en mi dirección con ese hijo de perra. Durante el año pasado,
Chris y yo nos habíamos reunido por un par de bebidas y para hablar sobre clubes
nocturnos y mujeres. Sabía que solo era cuestión de tiempo antes de que viniera a
hacer charla y obtener mi opinión sobre el club. Tenía un don cuando se trataba de
estas cosas. Sabía si un club iba a lograrlo o caer. Este definitivamente estaba en el
camino de lograrlo.

—Oye, Rick, es bueno verte. —Chris me palmeó en el hombro antes de sacudir mi


mano. En general, era un buen chico que era genial con las personas, haciéndolo un
astuto hombre de negocios—. Este es mi amigo, Liam Lucas. Liam, este es Rick
Marin. —Entonces Chris cantó mis alabanzas al club.

Era verdad, así que no era como si estuviera besando mi culo ni nada por el estilo.
Solo estaba afirmando un hecho. No podría haber planeado las cosas mejor si
hubiera tratado. Necesitaba saber cómo este idiota conocía a Daniela y cuáles eran
sus intenciones con ella. No estaba a punto de permitir que nadie se metiera en el
camino de nuestra reconciliación. Necesitaba evaluar la competencia, si incluso era
una competencia.

—Entonces, Liam, ¿verdad?

Asintió.

Quería conseguir algunos datos históricos.

—Nunca te he visto por aquí. ¿Eres nuevo en la ciudad?


58
—Nop, he vivido en Florida del Sur toda mi vida. Esta escena solo no es realmente
lo mío —respondió antes de tomar un trago de su cerveza.

—Vamos, te gusta salir de fiesta. —Agité mi bebida—. Estoy seguro de que podrías
tener a cualquier mujer en este club si quisieras.

—Ya rechazó una bebida de un bombón despampanante —reprendió Chris.

—Superficial, vacía, y aburrida. Su bebida gratis realmente no vale el dolor de


cabeza, y no es en quien estoy interesado. —Los ojos de Liam estaban enfocados.

Podía ver que era un hombre en una jodida misión.

—Amigo, pero la mamada habría valido la pena el parloteo —señaló Chris—. Y


podrías haber cabalgado en tu caballo hacia tu princesa después. No limites tus
opciones.

Liam fulminó a Chris con la mirada antes de volverse hacia mí.

—Rick, esto es lo tuyo. Según Chris, eres el rey de los clubes. Respeto eso. Solo no
es lo mío.

Daniela tampoco era una fiestera. Esta pequeña pieza de información podría
trabajar en su favor, y el hijo de perra estaba esencialmente interesado. Mierda.

Después de terminar su cerveza, Chris intervino.

—Lo de Lucas es su trabajo, su carrera, su empleo, su vocación, su misión en la


vida. ¿Cuál es el nombre apropiado para eso estos días?

—Si no te molesta que pregunte, ¿qué haces? —pregunté.

Mientras terminaba lo último de mi whisky, se tensó. Esperaba que no pensara que


estaba coqueteando con él. Las preguntas estaban sonando como líneas para ligar,
y esto era South Beach, después de todo.

Chris respondió antes de que Liam pudiera incluso abrir su boca.

—Mi amigo aquí es el consumado niño explorador. Si tu gatito está atrapado en un


árbol, Lucas es tu hombre.

Los ojos de Liam se estrecharon, y su ceño se frunció.

Chris sacudió su cabeza.

—Relájate, hermano. Solo estoy bromeando. —Golpeó el brazo de su amigo—.


59

Primero que nada, el teniente Lucas es un miembro del departamento de


bomberos del condado de Miami-Dade. ¿Eso está mejor? —Me miró—. Tengo que
darle crédito porque ha hecho algunas mierdas impresionantes. —Entonces Chris
dirigió su atención a Liam—. Solo relájate. No estás en el trabajo las veinticuatro
horas.

Genial, así que el idiota también es un maldito héroe. Las chicas se comían esa
mierda. Daniela, con sus jodidos libros, dejaría que su imaginación corriera salvaje
con él. Necesito neutralizarlo. Rápido.

Chris y Liam tocaron sus bebidas.

—En segundo lugar —dijo Chris, mirando a Liam—, tengo una gran tarjeta de dale
toda la mierda que quiera a Lucas hoy. Me debe en grande.

Liam solo sacudió su cabeza y se rio.

—Dame tu mejor golpe. Te es imposible arruinarme mi noche —dijo.

Noté que apenas podía quitar sus ojos de donde Daniela estaba sentada.

Quería saber cómo lo ayudó Chris, pero entonces Daniela y sus amigas comenzaron
a bajar las escaleras. Mientras hacían su camino a la pista de baile, Liam y yo nos
enderezamos para conseguir una mejor vista. Daniela siempre había sido una
bailarina increíble. Mi polla pulsaba mientras observaba sus manos subir por su
cuerpo y a través de su cabello. Por la forma en que estaba moviéndose, sabía que
había tenido unas cuantas bebidas. Sus inhibiciones eran bajas, y estaba lista para
follar. Por el rabillo del ojo, miré a Liam. Tenía esta ridícula sonrisa en su rostro. No
podía dejar de mirarla. Daniela no hacía lo de dominado. Esto podría trabajar a mi
favor.

Tenía la urgencia increíble de ver si podía molestarlo un poco. Me incliné más


cerca de él.

—Maldición, mírala. Es un incendio de nueve alarmas. No me importaría obtener


una probada de eso. —Tomé un trago de mi Black Label en las rocas.

—¿Qué dijiste? —preguntó Liam. Su estúpida sonrisa fue reemplazada por una
mirada de muerte.

—Oye, tranquilízate. Solo estoy admirando. —Levanté mis manos en redención—.


¿Está contigo o algo? ¿Pensé que estabas evitando lo de vacía y superficial? Pero
puedo decirte por la forma en que se mueve, seguro como el infierno que no es
aburrida.
60

Apretó su mandíbula y enderezó sus hombros.


—Sí… la conozco. No hables de ella así de nuevo. —Sacudiendo su cabeza, tomó
otro trago de su cerveza y luego puso la botella en la barra.

—Cálmate, Rambo. Tengo mi propia pieza de culo.

El hijo de perra realmente se puso en mi jodido rostro.

—Hablo en serio. Nunca más hables así de ella —dijo Liam.

Bajé mi bebida, fulminándolo con la mirada. No estaba a punto de meterme en una


pelea, pero no sé qué demonios estaba pensando al enfrentarme de esa manera. Yo
tampoco era un marica.

Chris se metió entre nosotros inmediatamente.

—Oigan, chicos, cálmense. Hay suficiente acción aquí para todos.

Liam estaba enojado, pero retrocedió. Tenía la información que necesitaba. Ella
estaba bajo su piel. Bien podría haber anunciado que venía con el ideal de una
familia normal con la cerca blanca, los niños, y probablemente metería un perro
por si acaso.

Girándome para enfrentar la barra, chasqueé mis dedos para obtener la atención
del barman.

—Tendré un Blue Label, puro. —Esta va a ser una larga noche.


61
Capítulo 9
Dani

R
ecosté los codos sobre la mesa y apoyé mi barbilla en mis manos. Con una
gran vista desde la sala VIP, podíamos ver la pista de baile en el nivel
inferior. Aunque no tenía ninguna intención de convertirme en esa clase de
chica de clubes, tenía que admitir que me estaba divirtiendo mucho. Nos reíamos,
bailábamos y bebíamos.

Macy encontró la primera oportunidad de contarle a Candace sobre mi reciente


encuentro y saludo con mi instructor de RCP. Me senté, pensando en él
soñadoramente. Pensé que nunca volvería a verlo, y luego me encontré con él por
casualidad. ¿O es el destino? Este mismo hombre me dejó anhelando y queriendo su
toque. Síp, fue él quien hizo eso, no uno de mis novios literarios. Ahora estaba
obsesionada con un hombre real. Con la ayuda de varios Cosmos, mi imaginación
estaba empezando a divagar.

Macy sorbió su Cosmo.

—Dani, voy a ir a buscarlo y arrastrarlo hasta aquí.

A pesar de saber que estaba aturdida y en mi propia pequeña euforia pensando en


él, no había manera en la tierra de que le permitiera hacer eso. No estaba tan
borracha.

—Sobre mi cadáver. Macy, prométeme que no harás nada que me avergüence. —La
miré, sabiendo que no se podía confiar en ella.

—Vamos, eres tan desdichada. Estás aquí. Él está aquí. Tuvieron una conexión.
¿Cuáles son las probabilidades? Sabes que quieres que lo haga.
62
—No soy una desdichada. Solo estoy siendo agradable. No estoy desesperada. si
me quiere, sabe dónde estoy —dije con presunción. Mientras seguía tomando mi
bebida, traté de echar un vistazo para ver él estaba abajo. No tuve suerte.

—Dani, este no es uno de tus libros. Esta es la vida nocturna de Miami. Eres una
mujer moderna. Deja de pensar en la fantasía del novio literario. Esa cosa no existe
en el mundo real. A veces solo tenemos que hacer las cosas. No olvidemos que
tienes una condición que necesita ser remediada.

Sentada a nuestro lado, Candace sacudió la cabeza y puso los ojos en blanco.
Desearía haberlo capturado en la cámara.

—Macy, deja a Dani en paz. Fue un gran paso para ella venir aquí esta noche, y fue
un enorme salto de fe para ella tener la idea de un pequeño romance con nuestro
hermoso instructor de RCP. Por cierto, necesito conocerlo para determinar si
merece mi aprobación. —Candace sonrió—. Además, no hay nada malo en querer
un poco de romance.

Asentí.

—Sí, Candace, como siempre, estás exactamente en lo correcto. Quiero romance.


¿Por qué no? Tengo nuevos estándares. Hagámosle frente, el profesor, el
extraordinario novio literario, me arruinó para todos los hombres.

—Dani, me tuviste con lo de los estándares y luego me perdiste cuando


mencionaste a tu novio literario. Chica, no es real. —Macy se rio en su bebida—.
Siento que soy Woody diciéndole a Buzz que es un juguete.

Juré que sonó igual que Woody. O tal vez son las bebidas.

Candace trató de sorber su Cosmo con gracia, pero terminó escupiendo la bebida
mientras se reía. La histeria me ganó. Amo a estas chicas.

Macy se puso de pie.

—Como quieran. Voy abajo a bailar. Con toda sinceridad prometo que no
perseguiré a tu instructor, así puedas relajarte. De todos modos, quiero ver si
puedo alentar las cosas con Chris. Ese tipo me está volviendo loca. Oh, las cosas que
quiero hacerle… —ronroneó Macy antes de empezar a dirigirse hacia las escaleras.

Me volví hacia Candace. La verdad era que siempre me sentía más cómoda
hablando con Macy sobre la mayoría de las cosas porque era Macy. Cuando
necesitaba un buen consejo u honestidad, Candace era en quien confiaba. Nunca
me conduciría por un mal camino.
63
—¿Crees que estoy tomando la decisión correcta sentándome aquí mientras él está
ahí abajo? —le pregunté a Candace, esperando que pudiera tranquilizarme.

—¿Por qué estás dudando de ti misma? Por un momento, estuve impresionada de


la confiada Daniela que sabe lo que quiere y no tiene miedo de esperarlo. Tienes
razón, Dani. No estás desesperada. Solo porque no me guste cuando te escondes
detrás de tus libros no significa que quiera que te aferres al primer chico que cruce
tu camino.

—Es solo que… bueno, me emocioné tanto cuando lo vi aquí y luego se fue. Eso me
descolocó. ¿Y si se fue del club? O peor aún, ¿y si está coqueteando con alguien
más?

—Cariño, sería su pérdida. Es tan simple como eso. No te menosprecies. Si tiene


algún sentido, te encontrará. Y si no lo hace, entonces está bien. No estaba
destinado a ser.

—Tienes razón. ¿Te equivocas alguna vez?

—Nop. —Sonrió—. Mira, nunca te guiaré mal intencionalmente. Tampoco estoy


bromeando. Va a tener que conseguir mi aprobación.

—Sí, mamá.

—Ja, ja, ja. No soy tu mamá. También sé cuando tú y Macy actúan como si lo fuera.
Para ser honesta, hiere mis sentimientos. Las quiero, chicas, no quiero que nadie
las lastime. —Candace hizo un puchero.

Igualé su puchero.

—Candace, cariño, lamento haber herido tus sentimientos. Lamento mi adicción al


Kindle y cómo interfiere con nuestra amistad. Te aprecio. Gracias por obligarme a
venir aquí esta noche y por asegurarte de hacerme sentir como Cenicienta.

Candace bebió un sorbo de su Cosmo.

—¿Estás pasándolo bien?

—De hecho, lo estoy haciendo. Aunque se está haciendo tarde, y mis pies me están
matando. ¿Cómo demonios lo haces? —Me quité un zapato y me froté el pie antes
de volver a ponérmelo.

—Creo que has cumplido tu cuota de clubes y Cosmos. le daremos un poco más de
tiempo a Macy y luego nos iremos.
64
Candace terminó su bebida y sonrió. Luego, hizo algo muy extraño. Se levantó, me
dio un abrazo y luego se alejó.

—Está bien… eso fue realmente extraño —le dije a nadie en particular. Entonces,
por el rabillo del ojo, noté que colocaban una bebida en mi mesa. Traté de detener
al mesero—. Oh, espera, no pedí otra copa. —Cuando levanté la vista, mi rostro se
iluminó al ver a Liam.

Sonriendo, se deslizó a mi lado.

—Hola.

El baile feliz y raro estaba en proceso. No estaba segura de cuán seguro sería esto.
Era bastante difícil actuar agradable mientras estaba sobria. ¿Cuáles son mis
probabilidades estando medio borracha? ¿Cuántos Cosmos he tenido de todos modos?
Parecían seguir viniendo, y había perdido la cuenta un rato atrás. Traté de
mantener mi sonrisa contenida, pero fracasé miserablemente.

—¿Bailamos? —preguntó.

Le devolví el coqueteo.

—Tendré que revisar mi tarjeta de baile. —Me negaba a mirarlo. Era mi única
arma de autodefensa. Manteniendo mi mirada hacia adelante, solo lo miré por el
rabillo del ojo.

Sonrió, se levantó, y extendió su mano para mí.

—Creo que veo mi nombre en la parte superior de la tarjeta de baile, Sra. Ruiz.

Levanté la mirada hacia él mientras colocaba mi mano en la suya. Sus ojos


sonrientes se encontraron con los míos. Ayudándome a levantarme, me condujo
hasta la concurrida pista de baile. Hicimos nuestro camino hasta el centro de la
habitación con su mano apoyada en la parte baja de mi espalda. Sentí una corriente
eléctrica recorriendo todo mi cuerpo por su contacto. Santo infierno. Eso fue
caliente e increíblemente sexy.

Era difícil moverse en la concurrida pista de baile. Mientras nos presionábamos


uno contra el otro, mi pulso se aceleró, y mi respiración se volvió superficial.
Envolvió sus brazos alrededor de mi espalda y me abrazó. Cuando sus dedos
bailaron en mi espalda, escalofríos recorrieron mis piernas mientras soltaba un
gemido. Instintivamente, me aferré a él, acurrucando mi cabeza contra su pecho.
Olía bien, y se sentía aún mejor.
65

Bajó la cabeza y sopló suavemente en mi cabello.


—Salgamos de aquí.

Los latidos de mi corazón estaban fuera de control, y mi respiración era rápida.


¿Qué quiere decir con eso? No pude detenerme cuando puso sus manos en mi
cintura y me maniobró hacia la salida. A medida que nos acercábamos a la puerta,
bajó la mano y entrelazó sus dedos con los míos. Apretando mi mano, me llevó
fuera. Oh. Dios. Mío. Sus manos eran fuertes, y su agarre era posesivo. Estaba a
punto de hiperventilar.

¿Esto es simplemente atracción mutua, alcohol, o mi tensión sexual reprimida?


Probablemente era una combinación de las tres. No podía entenderlo, pero había
algo muy diferente acerca de Liam Lucas. Me gustaba demasiado, y esa idea me
asustaba. Mientras lo seguía afuera, tomé la decisión consciente de no irme a casa
con él, al menos no esta noche.

Comenzamos a caminar hacia el paseo marítimo. Las olas se estrellaban


suavemente contra la playa. Aunque la brisa era suave, todavía había un frío en el
aire.

—Luces friolenta —dijo mientras se quitaba la chaqueta. Sus ojos brillaban


mientras la envolvía alrededor de mí.

Me acurruqué en esta. Estaba caliente y olía a él.

—Gracias.

—Es más tranquilo aquí fuera. Hablaba en serio cuando dije que no iba a dejarte
escapar. —Me condujo hasta los escalones que daban a la arena y al oleaje.

Nos sentamos tranquilamente por un momento. Cuando me rodeó con el brazo,


apoyé la cabeza en su hombro.

Rompió el silencio.

—He estado preguntándome toda la noche qué aspecto luce más hermoso en ti.

Cuando retrocedió un poco su cabeza para mirarme bien, mordí mi labio para
contener la sonrisa, pero sabía que no había nada que pudiera hacer para esconder
el rubor.

—¿Es el look glamuroso de una estrella de cine? —Hizo señas a mi atuendo


actual—. ¿O es la camiseta con tu cabello apilado encima de la cabeza? —Siguió
adelante con la mirada.
66
Echándole un vistazo, intenté no mirarlo fijamente con asombro sin éxito. Lo había
conocido por menos de un día, y había sonreído más con él que con cualquier otro
hombre.

—Bueno, ¿cuál es el veredicto?

Por un momento más, se quedó inmóvil como si estuviera juntando sus


pensamientos.

Era una noche hermosa. Mientras la marea crecía, la luna se reflejaba en el agua,
emitiendo un suave resplandor. Cuando me miró, nuestros ojos se encontraron.

En voz baja, respondió:

—Supongo, si soy honesto, no importa. Solo quiero ver tu sonrisa.

Inclinándose más cerca, miró mis labios y levantó sus manos para acunar mi
rostro. Cuando presionó sus suaves labios contra los míos suavemente, fue tierno y
profundamente íntimo. Me quitó el aliento, y mi boca se abrió ligeramente. Me lamí
el labio inferior. Su boca apenas se había movido, y el solo acto fue una invitación
para un beso más profundo. Su lengua provocó mi labio inferior, forzando una
sonrisa en nuestros rostros, mientras el beso se convertía en algo juguetón.
Bordeando en una explosión de pasión, me estiré y lo empujé más cerca mientras
el beso se llenaba de deseo. Fue embriagador.

Retrocediendo suavemente, apoyó su frente contra la mía. Mis ojos estaban


cerrados. No podía abrirlos. La fiebre que sentía era irreal y nueva. No podía
explicarlo, y no quería hacerlo. Estaba dividida entre rendirme y huir tan rápido
como pudiera. Mi experiencia con los hombres me había dejado desgastada. Dado
que había tenido tanta mala suerte en el amor, estaba segura de que tenía que
haber algo mal con Liam Lucas.

Mientras acariciaba mi rostro con sus pulgares, mis temores parecieron


desaparecer. Me había prometido no permitir que otro hombre rompiera mi
corazón. Era una promesa que pretendía mantener, pero quería esto, fuera lo que
fuera esto.

Me besó la frente y luego retrocedió. Cuando levante la mirada hacia él, me sonrió.
Colocó mi cabello detrás de mis orejas y me tocó el rostro suavemente con el dorso
de la mano. No quitaba sus ojos de mí. Se echó hacia atrás un poco más y sacó su
celular.

—Te voy a llamar, y quiero conocer todo lo que hay para saber sobre ti.
67
Agarré su teléfono y escribí mi número.

Cuando llamó, saqué mi teléfono cuando empezó a sonar.

—Bien. No llamé a Domino's.

—No me hagas arrepentirme de habértelo dado —advertí juguetonamente.

Metió el teléfono en el bolsillo, se inclinó, y dijo una palabra llena de promesas y


esperanza.

—Nunca.

Sonriendo, no pude evitar creerle. Mirando mi teléfono, me di cuenta de algunas


llamadas perdidas y mensajes de texto.

—Oh… mis amigas me están buscando. —Como siempre, su momento era horrible.

—¿Cuáles son las posibilidades de convencerte de que te quedes un poco más?


Quiero mostrarte algo.

Cuando puso sus manos en mis brazos, lo miré con recelo.

Rio.

—No estoy seguro de querer saber lo que estás pensando. Bueno, tal vez lo haga.
Por esta noche, te prometo que te llevaré a casa a salvo. Puedes confiar en mí.

—Dame un segundo. —Empecé a escribir en mi teléfono.

Dani: Hola, chicas. Todo está bien. Váyanse adelante sin mí. Les contaré más
tarde. ;)

Macy: Dime que vas a tener sexo.

Candace: ¿Seguro que estás bien? Podemos esperar.

Dani: Vayan. Nada de sexo. Estoy genial. ¡Mejor que genial! Me llevará a casa.
MI casa.

Macy: Dame un adelanto.

Dani: Ahhh, está bien. ¡El tipo puede besar! ¡Guau!

Macy: ¡Me debes detalles!

Candace: ¡Diviértete! Sí, ¡quiero detalles!


68
Dani: Buenas noches. Ahhh, ¡es tan caliente!

—Entonces, ¿qué le estás diciendo a tus amigas? —me preguntó, sonriendo.

—Nada, solo les digo que me vas a llevar a casa —le dije inocentemente.

—¿Siempre te iluminas así cuando envías mensajes de texto a tus amigas? Si lo


haces, me encantaría sentarme aquí y observarte hacerlo toda la noche.

—¿Estás burlándote de mí? —pregunté, mordiéndome el labio inferior.

Él guiñó un ojo.

—Solo un poco.

Miré los hermosos ojos de Liam.

—Entonces, ¿qué me vas a mostrar?


69
Capítulo 10
Rick

O
bservé cuando Liam se alejó de la barra y se dirigió escaleras arriba a la
sala VIP. Se sentó y comenzó a hablar con ella. Ella se levantó y luego bajó
las escaleras con él. El hijo de perra tenía su mano en su espalda. La pista
de baile estaba llena, así que no podía ver nada más. Miré alrededor y localicé a sus
amigas. Sabía que no se irían sin ella.

La había jodido con ella. Ella había estado en lo cierto acerca de tantas cosas.
Deslicé mis dedos a través de mi cabello. Lamentaba la manera en que la había
tratado. Extrañaba nuestra vida. ¿Por qué la deje escapar? Haría lo que fuera para
recuperarla. La amo. Tal vez siempre lo hice.

—Me estás ignorando —se quejó Lise—. Sé cómo puedo conseguir tu atención.

Deslizando su mano dentro de mi chaqueta, comenzó a arrastrar sus manos arriba


y abajo por mi pecho. Su otra mano sacó mi camisa y luego se deslizó por mi
espalda. Sabía lo que estaba haciendo. Estaba trabajando en mi atención, y mi polla
estaba respondiendo.

Vi a Candace y Macy dirigiéndose fuera del club. No vi a Daniela con ellas. ¿Dónde
está? Empecé a buscarla.

—Te gusta desafiarme, ¿cierto? —preguntó Lise cuando comenzó a mover su mano
al sur.

Le di una mirada de reojo.

—Préstame atención y deja de mirar por ahí. Odio cuando haces eso —se quejó.
70
—Corta la mierda de necesitada. Es jodidamente desagradable. —Me encogí de
hombros, alejándola de mí—. Agarra tu mierda. Nos vamos. Nos vemos en el
estacionamiento. —No estaba de humor para sus tonterías exigentes.

Cuando pasé por la puerta, vi a Daniela de pie sola en el estacionamiento. Esto es


bueno.

Trotando hacia ella, estaba a punto de gritar su nombre, pero en cambio salió como
un susurro.

—Daniela…

La observé mientras se daba la vuelta en cámara lenta. No podía respirar. Me


detuve, quedándome a una distancia segura. Sus ojos se iluminaron cuando sonrió.
Entonces, miré mientras él la besaba antes de entrar a su auto.

¡Joder!

Me lo merecía. Pasando mis manos por mi cabello, me enfurecí conmigo mismo y


con ese hijo de perra. Nada por preocuparse, iba a compensarla.

Juro que voy a hacer esto bien.


71
Capítulo 11
Liam

L
a llevé a mi lugar favorito en la playa que estaba fuera de la carretera
principal. Siempre me encantaba venir aquí. Algunas olas se estrellaban
contra el muelle mientras otras rodaban sobre la arena. La combinación de
los rítmicos sonidos era relajante.

Casi cambié de opinión y fui a otro lugar. No traía chicas aquí, especialmente no
una que recién había conocido. Este era mi santuario. Quería culpar al hecho de
que no había dormido en casi veinticuatro horas, y había bebido un par de
cervezas, pero sabía que no era eso. Había algo acerca de ella que me hacía querer
mostrarle todos mis tesoros. ¿Por qué es eso? No lo sabía, pero quería descubrirlo.

Cuando estacioné el auto, al apagarlo, dije:

—Dame un segundo.

Salí, fui al maletero, y saqué una toalla playera. Abrí su puerta, y tan pronto como
salió, enlacé nuestras manos y la llevé hacia la arena.

Me miró con sospecha.

—Entonces, ¿dejamos una playa para venir a otra playa? Pareces preparado.

—Esta no es cualquier playa. Esta es mi playa favorita. Cuando las olas son
perfectas, vengo con mis amigos, y surfeamos. Otras veces, solo me gusta venir
aquí. Es pacífico.

Se sujetó a mi hombro para equilibrarse y se sacó sus zapatos.

—¿Surfeas? Cómo no. De ninguna manera. —Enarcó una ceja en sorpresa.


72

—¿Por qué dudas de mí? Mi papá me enseñó cómo surfear. Si quieres, te enseñaré.
—¿Qué más te enseñó tu papá? —me preguntó con una suave sonrisa.

Había algo en su tono que era muy dulce, y me hizo extrañar a mi papá.

—Oye, ¿qué sucedió? Te pusiste raro conmigo. ¿Dije algo malo? —preguntó.

—Nah. Es solo que mi papá murió cuando tenía dieciséis años. No sé. Solo lo
extraño. —Al encontrar el lugar que me encantaba, extendí la toalla sobre la arena.
Parándome cerca de ella, la acerqué a mí—. Me gustas. —Me incliné y la besé.
Realmente me gustaba.

Dejó caer sus zapatos y envolvió sus brazos alrededor de mi espalda.

—Lamento lo de tu papá. Y podrías gustarme solo un poco. —Juntó sus dedos.

Seguía alejando la mirada, y pensé que era lo más lindo en la vida.

—¿Solo un poco? Vas a hacerme trabajar duro, ¿cierto? —pregunté.

Asintió con una sonrisa pícara.

—Síp, ese es el plan.

—Tienes un plan, ¿verdad?

—Solo es uno preliminar. No he tenido mucho tiempo de pensar en las distintas


cosas que necesitarás para ganarte el derecho de honrar mi presencia.

—Ven aquí, nena. —Me senté y la invité a sentarse a mi lado.

Apoyó su cabeza en mi hombro.

—Realmente lamento lo de tu papá. Eso debió haber sido muy duro para ti.

—Lo fue. —La empujé en el hombro—. Oye, ¿no quieres hablar sobre algo
divertido?

Había pasado un largo tiempo desde que había hablado de esto. Realmente no
tenía la necesidad de discutirlo. Aquellos cercanos a mí sabían al respecto, y los
otros no necesitaban saber.

—Tal vez, pero me gusta la idea de llegar a conocerte, y no en la manera típica de


cuál es tu color favorito y si prefieres una hamburguesa o una salchicha. —Me
empujó de regreso alegremente—. Pero lo entiendo. Es personal.

No podía creer que estuviera por hacer esto. Recostándome, contemplé las
73

estrellas.
—Era mi héroe. Cuando era un niño, lo seguía dondequiera que iba. Copiaba
cualquier cosa que hiciera. Me enseñó todo lo que sé acerca de ser un hombre.
Inculcó en mí un amor por el océano. Íbamos a pescar y a surfear, y era su primer
compañero. Para cuando tenía cinco años, puso un balón de básquetbol en mi
mano y me enseñó a driblar y lanzar. Amábamos el juego. Fue un bombero
respetado, un esposo amoroso, y el mejor papá que un niño podría haber tenido
alguna vez. Así que, adelantando rápidamente hasta mi primer año de secundaria,
era el base titular de mi equipo de básquetbol. Fue un gran juego, y nunca llegó. —
Frotando mi rostro, traté de sacar de mi cabeza las imágenes inundando mi
memoria.

Sus manos se apoderaron de las mías mientras las sacaban de mi rostro


suavemente.

—Oye —susurró—, no tienes que hacer esto. —Colocó un tierno beso sobre mis
labios—. Gracias.

No sabía qué se apoderó de mí, pero quería contarle más. Apoyándome sobre mi
costado, mis dedos dibujaron círculos en sus brazos mientras miraba mi diseño
invisible fijamente.

—No manejé bien las cosas. Estaba enojado, y me metí en un montón de peleas. Mi
mamá tenía suficiente sufrimiento, así que mi entrenador se metió y empezó a
trabajar conmigo. Me estaba diciendo constantemente que tenía que recomponer
mi vida y cuidar de mi mamá en lugar de herirla portándome mal. Era mucho con
lo que lidiar. En un minuto, era un niño sin una preocupación en el mundo, excepto
jugar básquetbol y hacer el lanzamiento ganador. Entonces, al siguiente minuto,
era el hombre de la casa, cuidando de mi mamá y mi hermano. Así que cada vez
que me metía en una pelea, el entrenador me hacía pasar la práctica en la línea de
tiro libre. No tenía permitido jugar hasta que hiciera cien lanzamientos.

Inclinó su cabeza.

—¿Tiros libres como castigo?

Se veía hermosa bajo la luz de la luna, y por un momento, olvidé sobre qué
estábamos hablando.

—Era más una lección de vida que cualquier otra cosa. Tenía que bloquear las
distracciones y controlar lo que fuera que estuviera sintiendo para concentrarme
en la meta.

—Entonces, ¿fue efectivo?


74
—Solo digamos que puedo hacer un tiro libre con mis ojos cerrados. —La envolví
con mis brazos, tirando de ella hacia mí—. He hablado de mí toda la noche. ¿Quién
eres tú, Dani Ruiz?

—Mmm, es por eso que tienes mi número de teléfono. Vas a llamarme y aprender
todo lo que hay que saber sobre mí. Hasta entonces, permaneceré como un
misterio mientras me cuentas más acerca de ti.

Sus ojos se estaban poniendo pesados, y me di cuenta de que debía estar cansada.

—¿Crees que puedes hacerlo hasta que el sol salga? ¿O quieres que te lleve a tu
casa ahora?

—Veamos el sol ahuyentar a la oscuridad de la noche —dijo ella poéticamente.

Mientras la marea retrocedía y las gaviotas acudían en masa para su desayuno en


la fría mañana, ella estaba en mis brazos, acurrucada cálidamente, con su cabeza
presionada contra mi pecho mientras éramos testigos de un nuevo día. Sin saberlo,
era un nuevo amanecer para ambos. Nunca supe que podría sentirme de esta
manera otra vez.

La besé en la parte superior de su cabeza. Con mi corazón latiendo debajo del suyo,
nuestras respiraciones se sincronizaron. Cuando vi sus ojos levantarse para
mirarme por primera vez, ella fue una sorpresa inesperada. Ahora, con ella en mis
brazos, sabía que era un regalo, y no tenía intenciones de dejarla ir.
75
Capítulo 12
Dani

E
staba enterrada bajo mis almohadas haciendo todo lo que estaba en mi
poder para bloquear la luz que brillaba a través de mis persianas. Las
sábanas envueltas en mí creaban un lindo capullo de reconfortante calor.

Pensamientos de esos ojos azules mirándome, dentro de mí, a través de mí,


inundaron mi mente. Sentí la suavidad de su toque amable acariciando mi piel. Con
sus manos corriendo por mi cabello, su calor presionando contra mí estaba
sensibilizando mi cuerpo. Sus besos —tiernos, profundos y apasionados— me
excitaron. Gemí. Quería sentirlo más cerca. No podía estar lo suficientemente cerca.
Estaba jadeando, deseando por él.

—Liam —susurré—. Por favor, Liam —rogué.

De repente, un martillo estaba golpeando afuera, o eso pensé. Sonaba cerca. Había
más ruidos. Eran muy ruidosos. No podía distinguirlos. Mi cabeza estaba
palpitando. Necesitaba que se detuviera. Estaba desorientada. Me di la vuelta, mi
brazo cayendo de mi cama.

Una luz brillante causó que un agudo dolor atravesara mi cabeza. Despertando, me
estiré, palmeando el colchón, para encontrar que además de mí, mis almohadas
eran las únicas cosas en mi cama. Me senté abruptamente, haciendo que mi cabeza
girara y pulsara con dolor. Estaba impactada mientras miraba alrededor a través
de mis párpados pesados. Necesitaba recuperar mi equilibrio. Estaba confundida.

—Oh. Dios. Mío. ¿Cuánto de anoche fue real? ¿Cuánto fue un… sueño?

Con mi cabeza colgando, deje salir un suspiro profundo. Ay, eso dolió. Salí de la
cama y me dirigí lentamente alrededor de mi dormitorio. Tratando de silenciar los
76

ruidos y aliviar el dolor, pasé mis dedos a través de mi cabello. Bajé la mirada para
ver que tenía puesta una camiseta. El vestido que había llevado anoche estaba
doblado en mi vestidor. No tenía idea de cómo había sucedido. Mientras caminaba
hacia mi vestidor, me golpeé la rodilla contra este. Esto va a dejar un moretón.

Caminando a ciegas a través de mi casa, me dirigí a la cocina y luego me balanceé


contra el mostrador. Necesitaba agua y una dosis doble de Advil. Escuché
débilmente que me llamaban. Traté de localizar de dónde venía el sonido. Echando
un vistazo hacia mi ventana lentamente, encontré un par de mujeres golpeándola.
Las reconocí. Lucían igual que mis mejores amigas, excepto que eran más ruidosas
de lo usual. Miré por un momento o dos hasta que me di cuenta de que debería
abrir la puerta.

—Oh, cariño, es por esto que necesitamos una llave —canturreó Candace mientras
entraba y me abrazaba. Su toque y su voz eran reconfortantes—. Hemos estado
tratando de llamarte por horas. Incluso te mandamos varios mensajes de texto —
dijo, preocupada—. Cuando no respondiste, vinimos inmediatamente.

No tenía idea de qué hora era. Mencionó que estuvo llamándome por horas. ¿Por
cuánto tiempo estuve dormida?

—Después de que nos dieras luz verde anoche o esta mañana, como quieras verlo,
nos fuimos a casa. Vinimos para asegurarnos de que estabas bien. —Hizo una
pausa brevemente mientras cepillaba mi cabello enredado gentilmente detrás de
mis orejas, sonriendo con compasión—. Entonces, ¿quieres darnos los detalles?

Sabía que esa era la verdadera razón por la que estaban aquí. No estaban
preocupadas por mi bienestar y seguridad. Querían la exclusiva, pero aún estaba
tratando de entender cómo podían verse tan perfectas después de una noche de
fiesta. Juré que algún día descubriría su secreto.

En ese momento, no podía recordar por qué no les había dado la llave de mi casa.
Estaba segura de que cuando volviera a estar lúcida, mi razonamiento sería más
sensato.

Finalmente, mi cerebro procesó su pregunta. Una sonrisa tonta se encontró con mi


rostro mientras pensaba en mi velada con Liam. Mi única preocupación era que no
podía recordar exactamente cuánto de eso fue real y cuánto fue un sueño.

—Está bien, en este momento veo que estamos con resaca. —Macy sacó una larga
botella de agua y un remedio para la resaca en el que la abuela de su prima,
Concha, de Cuba, confiaba ciegamente. Nos referíamos a esta como poción de la
Abuela Concha. No teníamos idea de qué tenía. Funcionaba, así que nunca
77

habíamos preguntado. Era mejor de esa manera.


Macy sirvió la mezcla en un vaso y me lo entregó junto con el agua para usarlo
como un trago. Era desagradable, pero sabía que funcionaría.

Mientras la poción estaba viajando a través de mi cuerpo, empecé a sentirme como


yo lentamente. Me llevaron al sofá donde me senté lentamente con mis piernas
debajo de mí mientras agarraba una almohada. Macy se sentó junto a mí con una
pequeña sucia sonrisa en su rostro, como si fuera la guardiana de algunos secretos.

—Dani, estamos muriendo aquí. El chico es guapo fuera de este mundo. Por favor,
dime que ya no eres virgen —rogó Macy.

Tomé una profunda respiración y me recosté. Comencé contándoles todo, al menos


lo que recordaba que fuera. La idea de nosotros viendo el atardecer me calentó
mientras una sonrisa desde lo profundo cubría mi rostro. Entonces, de la nada,
tuve un serio pensamiento. ¿Y si todo es muy bueno para ser verdad? Tal vez estaba
romantizando todo. Tal vez después de leer muchos libros, quería que Liam fuera
mi héroe romántico. ¿Y si en realidad no es para mí? No podía arriesgarme
dejándome llevar.

Mientras estaba en medio de mi locura, Macy se levantó y se dirigió a mi


dormitorio. Me pregunté si iba a ser un amor y hacer la cama por mí. Lo dudaba,
pero era una idea agradable. Unos minutos después, la observé mientras caminaba
hacia mí con mi teléfono en sus manos. Ahora recordaba por qué no tenían la llave
de mi casa. No tenían límites.

—¿Qué estás haciendo con mí teléfono? —pregunté irritada.

—Oh, nada. Solo estaba leyendo tus mensajes de texto —respondió casualmente,
como si estuviera indicando lo obvio.

Puse mis ojos en blanco.

—¿Se te ha ocurrido que para algunos puede ser considerado como invasión a la
privacidad?

—Umm, no realmente —murmuró mientras continuaba desplazándose por mis


mensajes.

Lentamente, sacudí mi cabeza en desacuerdo. No sabía por qué me molestaba en


hacer ese tipo de preguntas.

Se rio, levantándome una ceja.

—Entonces, señora, ¿te importaría rectificar un poco tu historia?


78
No tenía idea de qué estaba hablando. El último recuerdo lucido que tenía antes de
que empezaran los golpes era mirar el amanecer con Liam. Al menos pensaba que
era eso. Todo entre el amanecer hasta los golpes era borroso.

—Dame eso —insistí, alcanzando mi teléfono.

Macy lo puso contra su cuerpo, burlándose de mi con este. La poción de la Abuela


Concha había funcionado como esperaba. Tuve la nueva habilidad de levantarme y
perseguir a Macy por mi sala de estar.

—Dame mi teléfono —supliqué a Macy mientras continuaba burlándose de mí—.


Me voy a vengar por esto.

Finalmente, Candace habló, usando su voz calma y firme de Cesar Millan.

—Macy…

Nos congelamos en el lugar.

—Entrégale su teléfono a Dani.

Siendo una obediente seguidora, Macy me entregó el teléfono. Bajé la mirada para
leer el mensaje de texto en la pantalla.

Liam: La pasé de maravilla contigo. Después te explicaré la camiseta.

Reaccioné como lo haría cualquier mujer sana y equilibrada. Salté de arriba abajo,
gritando como una colegiala. Mi emoción era contagiosa. Antes de que lo supiera,
todas estábamos saltando de arriba abajo, gritando y aplaudiendo con nuestras
manos.

Cuando nos calmamos, empecé a ensayar mi respuesta al mensaje de texto de


Liam. Después de varios intentos, finalmente decidí lo que consideraba una
respuesta inteligente y aceptable:

Dani: Yo igual. Por favor, explícame lo de la camiseta.

Está bien, eso no es tan inteligente. Era lo mejor que podía hacer. No había tenido
bromas de texto en años. Necesitaba fluir mi magia. Macy trató de ayudar, pero
todo lo que sugería era pervertido. Mientras miraba mi teléfono fijamente,
esperando una respuesta, un pánico dentro de mí comenzó a crecer. Tomé una
profunda respiración mientras dejaba mi teléfono a un lado. Me senté en la mesa y
froté mi rostro con mis manos. Mis amigas notaron el cambio abrupto en mi
humor.
79

Candace colocó sus manos en mis hombros.


—Dani, ¿cuál es el problema?

Tomé otra profunda respiración y luego exhalé lentamente.

—No sé si pueda hacer esto —admití—. Hay muchos “y si”.

—Dani, no puedes pensar así —dijo Candace, tratando de consolarme—. Solo


disfruta del momento. Nadie dijo que tiene que ser el único. —Frotó mi espalda
mientras hablaba suavemente—. Tal vez lo es. Tal vez no lo es. De cualquier
manera, no hace daño emocionarse y solo disfrutar del momento. —Se inclinó,
abrazándome.

—Sé que todo está en mi cabeza, pero mi corazón… —Hice una pausa—. Mi
corazón es otra historia.

Macy sacudió su cabeza en desaprobación o incredulidad. Con Macy, no lo sabía.

—Nadie te está diciendo que te enamores o te cases con el hombre.

Candace intervino.

—Solo no entregues tu corazón tan fácilmente

Macy terminó el pensamiento.

—Especialmente cuando le diste ese regalo especial entre tus piernas.

La golpeé y me reí. Macy tenía una manera de aligerar el ambiente mientras


Candace tenía una manera de traer las cosas en perspectiva.

—Este es el asunto, mis amigas, no es del tipo con el que tienes una aventura. Es el
verdadero negocio —admití.

—¿En serio conseguiste eso besuqueándote con el chico? ¿Qué tiene, como una
lengua mágica? ¿O conseguiste otras cosas? —preguntó Macy incrédulamente.

—Sí, lo hice, y no, no es solo por su dotada lengua. También fue la forma en la que
me miró, tomó mi mano, me tocó, y me habló. No puedo describirlo. Aunque suene
cursi, fue mágico.

—¿Cómo hizo…? —comenzó a decir Macy.

Candace levantó su brazo para interrumpirla.

—¿Mágico? Bueno, sería una lástima perder la magia solo porque en el pasado
fuiste herida.
80
Mi teléfono vibró, alertándome de un nuevo mensaje de texto. Sonriendo como una
niña, miré mi teléfono.

Liam: Hola, sol. Espero hayas dormido bien.

Dani: Hola, tú. ¿Cómo estás? Dormí bien. Gracias. Así que ¿vas a contarme
sobre la camiseta?

Liam: Absolutamente, pero no a través de un mensaje.

Dani: Mmm, eso debe ser muy interesante. Estoy intrigada.

Liam: Es muy interesante.

Dani: Muy bien, no me gusta que me hagan esperar.

Liam: Corriendo. Te llamo en una hora.

Dani: Hablamos entonces.


81
Capítulo 13
Liam

N
o podía dejar de pensar en ella a pesar de que solo habían pasado unas
pocas horas desde que la había dejado en su casa. Aunque apenas había
dormido, me desperté temprano para terminar de prepararme para
algunos ejercicios que tenía en poco tiempo. Traté de concentrarme en lo que
estaba haciendo, pero tenía a Dani en mente.

Esperando que ya estuviera levantada, le envié un mensaje de texto. En realidad,


era mi segundo mensaje. No quería dar la impresión de desesperado, pero
realmente quería saber de ella. Sí, estoy desesperado. Mierda.

Entre la madrugada y el alcohol, estaba bastante seguro de que se sentiría horrible


cuando se levantara. Pensé en la noche anterior.

Cuando la dejé en la casa, quería hacer más por ella. Como que se desmayó mientras
mirábamos el amanecer, así que la cargué a mi auto. Envolvió sus brazos alrededor
de mí y luego enterró su cabeza en mi pecho.

Traté de darle toquecitos para que despertara, pero ella estaba fuera de sí. No sabía
si debería llevarla a mi casa o a su casa. Sabía adónde quería llevarla, pero pensé que
era más inteligente llevarla a su casa. El único problema era que no sabía dónde
vivía. Traté de obtener algo de cooperación de ella, pero solo murmuró algo mientras
señalaba hacia su bolso. Miré en su bolso para encontrar su teléfono, lápiz de labios,
llaves y —gracias Dios— su licencia.

Por la calle de la Universidad de Miami, su casa era una pequeña casa rosa en los
Gables. Cuando me detuve en su casa, estaba muerta para el mundo. Salí de mi auto,
dejándola adentro por ahora, y fui a abrir su puerta principal. El estilo y la
decoración parecían sentarle. Al menos se ajustaba a mi percepción de ella. Volví a
82

mi auto y entonces la llevé adentro.


Llevando todavía mi chaqueta, su vestido se movió, subiendo por su cuerpo, mientras
la llevaba a través de su casa. Encontrando su dormitorio, la acosté suavemente en la
cama.

Después de besar su frente, susurré:

—Nena, realmente deberías cambiarte a algo cómodo.

Mientras se retorcía y giraba para quitarse mi chaqueta, su cabeza apenas


quitándose de la almohada, encontré su cajón de camisetas. Cuando la senté, sus
brazos me rodearon. Enterró su cabeza contra mi pecho. Su mano subió para
apoyarse justo debajo de mi corazón.

—De acuerdo, tenemos que terminar de cambiarte —dije—. ¿Puedes hacer el resto?

Murmuró incoherentemente, así que le quité el vestido cuidadosamente. Levantó los


brazos para mí y luego volvió a caer sobre la cama. Realmente esperaba que no se
molestara conmigo por tomarme todas esas libertades. Maldita sea, ¿y si se enoja?
Solo quería cuidar de ella.

Vistiendo nada más que bragas sexys y esos zapatos, con su cabello revuelto sobre sus
sábanas blancas, se veía increíble. No llevaba un sujetador puesto. Supuse que habría
sido imposible con ese vestido. Me gustaba el vestido, pero no me gustó cuando todos
los hombres del club la habían mirado, especialmente ese imbécil de Rick. Quise
golpearlo en el trasero cuando había hablado de ella. No estaba seguro de querer que
alguna vez volviera a usar ese vestido en público.

Mientras estaba acostada en la cama, le puse la camiseta por la cabeza y luego al


arropé. Más que cualquier otra cosa, solo quería subir a su lado para sentirla cerca
de mí. Quería acariciarla y abrazarla. Maldición, quería amarla. Coloqué un beso
casto en sus labios, y luego le retiré el cabello de su rostro.

Acariciando su rostro suavemente, le dije:

—Dulces sueños, nena.

Cerré las persianas y luego la dejé dormir. Realmente tenía que salir de aquí antes de
que hiciera algo estúpido.

Mi teléfono sonó, sacándome de mis pensamientos.

Chris: Amigo, ¿te enredaste con esa chica caliente?

Liam: Eres un idiota. No hables así de ella.


83

Chris: Mierda, lo tienes mal.


Liam: Vete al infierno.

Chris: Coño mágico.

Liam: Voy a patear tu trasero la próxima vez que te vea.

Miré mi reloj para ver si había pasado una hora. Me estaba convirtiendo en una
chica y una desesperada por esto. Marqué su número. Maldita sea, estoy nervioso.
Mientras esperaba que contestara, caminé alrededor de la habitación.
84
Capítulo 14
Dani

S
alté cuando mi teléfono sonó, y Macy flotaba sobre mí mientras respondía.
Realmente odiaba el hecho de que mis amigas no respetaran mi espacio
personal. Necesitaba tener una intervención con ellas al respecto.

Cuando respondí, intenté contener mi emoción y sonar calmada. No quería que


supiera que estaba comprobando el teléfono cada cierto tiempo para asegurarme
de que estaba encendido y tuviera suficiente carga. Incluso puse el volumen en
alto, así me aseguraba de escucharlo.

Macy y Candace realmente me estaban fastidiando, así que entré a mi dormitorio y


aseguré la puerta para hablar en privado. No había estado al teléfono con un
hombre en tanto tiempo que estaba segura de que sonaba como una tonta
colegiala.

—Sé que es con muy poca antelación, pero me estaba preguntando si ya has
comido. Realmente me gustaría verte otra vez, así que tal vez podríamos comer
algo —dijo.

Cayendo hacia atrás en mi cama, comencé a patear mi pie en vertiginoso deleite.


Tenía que sacarlo todo antes de que respondiera y me avergonzara a mí misma.

—Sabes, no he comido, y estoy famélica —dije, tratando con todas mis fuerzas de
sonar confiada y no como si fuera a explotar con emoción juvenil.

Por alguna extraña razón, sugerí comer hamburguesas. No era que hubiera algo
malo con comer hamburguesas. No era vegetariana. Solo que nunca pensé que
hamburguesas y primeras citas fueran de la mano. Luego, la parte más
absolutamente loca fue cuando me preguntó cuándo estaría lista, y le dije treinta
85

minutos.
Cuando abrí la puerta de mi dormitorio, Macy y Candace prácticamente cayeron
sobre mí. Estaba más allá de emocionada y les dije que tenía treinta minutos para
estar lista. Fue entonces cuando la realidad se estableció. La pócima de la Abuela
Concha era poderosa, pero no era una hacedora de milagros. Me di cuenta de que
tomaría más de treinta minutos bañarme, encontrar un atuendo adecuado, domar
mis salvajes rizos, maquillarme, y luego tomarme algunos momentos purificadores
para sintonizarme. ¿En qué demonios estaba pensando?

El pánico se estableció. Salté a la ducha y trabajé tan rápido como pude para
desenredar mi cabello.

Macy gritó:

—No olvides afeitar tus piernas.

Duchándome en tiempo récord, me precipité y lancé cosas de mi armario a mi


cama. Oh, no, ¡no tengo nada para usar! Candace armó un conjunto, pero cuando me
lo probé, pensé que mi trasero se veía muy grande. Después de probarme cinco
pares de jeans, encontré un par que hacía que mi trasero se viera bien. Entonces,
descubrí que odiaba todas mis blusas. No tenía absolutamente nada en mi armario.
No me importaba que Candace y Macy siguieran sacando las cosas. No tenía nada.

Tenía menos de diez minutos, y estaba medio vestida. Finalmente, Macy sacó un
top que debió haber estado escondido en alguna esquina de mi armario, porque
juraba que nunca lo había visto. Me lo puse y las eché.

Me apliqué algo de rímel y me di unos toques de brillo labial. Al mirarme en el


espejo, estuve satisfecha con el resultado. Tomé una respiración purificadora. Creo
que lo logré, lo cual era realmente genial, considerando que lo hice en menos de
treinta minutos.

Mientras me comprobaba en el espejo una última vez, el timbre de la puerta sonó.


Liam estaba justo a tiempo. Miré a través de mi mirilla e hice el baile feliz. Estaba
de pie fuera de mi puerta con las manos en los bolsillos de sus jeans. Su camisa
polo azul claro ponía de manifiesto el color de sus ojos y exhibía un juego de brazos
agradablemente definidos. Su cabeza estaba inclinada hacia abajo, pero sus ojos
estaban mirando directo hacia la puerta.

Tomé una profunda respiración y abrí la puerta. La incomodidad duró por


alrededor de dos segundos cuando ambos sonreímos.

—Te ves hermosa —dijo con una sonrisa sexy como el pecado.
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Me derretí. Dio un paso hacia mí, sostuvo mis manos, y colocó un beso en mi frente.
Entonces, morí. Olía bien, y estar tan cerca de él estaba haciéndole cosas locas a mi
cuerpo.

—¿Hambrienta?

—Peor. Famélica. No he comido en todo el día —respondí.

Me metió el cabello detrás de mí oreja.

—No podemos permitir eso. Vamos.

Shake Shack se convirtió en mi nuevo lugar favorito. Había pedido hamburguesas,


así que me llevó al mejor lugar de hamburguesas en la ciudad. Reímos, y me
escuchó hablar sin parar sobre mis libros.

Me preguntó:

—¿Qué estabas leyendo durante la capacitación? Te veías angustiada.

Me sonrojé cuando recordé no solo ser atrapada, sino también el efecto que tuvo
en mí cuando nuestros ojos se trabaron por primera vez.

—Bueno —comencé—, es un triángulo amoroso, y siempre que hay un triángulo,


hay angustia. Y allí era en donde estaba… en ansiedad extrema. Era intenso. No he
podido leer últimamente, así que no sé qué sucede, y eso me está volviendo loca.

No podía evitarlo. Me encantaba hablar sobre mis libros. Tuve que reírme. Cuando
hablaba sobre todos mis diferentes libros, me emocionaba. No profundicé en el
detalle de mis aventuras amorosas con mis novios ficticios. Después de todo, era
nuestra primera cita.

Se sentó allí, mirándome intensamente.

Con la manera en que hablaba acerca de mis libros, la mayoría de las personas
pensaban que estaba loca. Me preguntaba si él querría verme otra vez.

Entonces, se rio. No fue una risa estrepitosa, pero no sabía qué significaba.

Todavía estaba un poco neurótica por mi frustrada intervención.

—¿Te estás riendo de mí? —pregunté a la defensiva.


87

Sonrió.
—No, no de ti.

—¿Estás seguro? Porque suena como si te estuvieras riendo de mí —acusé,


entrecerrando mis ojos.

—Te prometo que no me estoy riendo de ti —aseguró con una sonrisa.

Hice un mohín.

—Mmmm, no estoy convencida.

—Ahora, no te pongas así. Por favor. Solo me encantó observarte hablar sobre tu
libro. Te veías muy feliz y emocionada. Tu rostro se iluminó, y lucías tan adorable
—dijo con una voz muy sincera con suave mirada.

Le di una sonrisa tímida. Me gustaba cómo me sentía cuando me miraba y decía


esas cosas.

Queriendo cambiar el tema, pensé acerca de cómo le debía a Macy el hacer un


trabajo de reconocimiento.

—Entonces, ¿Chris y tú han sido amigos por mucho tiempo? —Balanceando una
patata frita ondulada en mi mano, noté que sus ojos me estaban observando
mientras la ponía en la boca. Esto podía ser divertido.

—Por tanto tiempo como puedo recordar. ¿Realmente quieres hablar de Chris?

Batí mis pestañas mientras sorbía mi soda dietética.

—Dios los cría y ellos se juntan.

—Eso no es exactamente preciso. Eso sería más bien Chris y mi hermano, Wyatt.
Verás, Chris y yo en realidad comenzamos como archienemigos, probablemente
como las cosas escritas en esos libros que tanto amas. —Sus ojos brillaban
mientras sus labios se curvaban en una deliciosa sonrisa.

—Ahora tienes que contarme la historia. ¿Eso involucró un triángulo amoroso?

—Fue brutal. Ambos estábamos locamente enamorados de la misma mujer. —Sus


ojos se movieron mientras se recostaba en su asiento.

Sentí una punzada de celos.

—Continúa —lo alenté—. No puedes decir eso y dejarme colgando. —Estaba


literalmente al borde de mi asiento, mirando sus ojos fijamente.
88
—Teníamos cinco años. Mi mamá era su maestra en el jardín de niños. Ahora,
tienes que entender que mi hermano, Wyatt, es un niño de mamá, pero yo siempre
fui su hombrecito. Imagina mi horror cuando Chris, junto con otros nueve niños
pequeños en la clase, se enamoraron de su cabello dorado y sus brillantes ojos
azules. —Sacudió su cabeza y apretó sus labios en una línea recta.

Nunca había estado más atraída por un hombre en mi vida.

—Bueno, ¿qué pasó? —lo incité, ondeando mis manos por más.

—En el patio de recreo, Chris se quedaba con mi mamá como un perrito enfermo
de amor. Era patético. Incluso a esa edad, coqueteaba. Le decía lo hermosa que era,
y siempre necesitaba tomarla de la mano. Me volvía loco. Mi mamá me
tranquilizaba con su amor eterno e incondicional, pero la idea de Chris dándole
pequeños regalos me irritaba. Estaba al borde de una delgada línea, y entonces la
cruzó.

—El suspenso está matándome. Dime qué pasó.

—Un día se acercó a mí en el patio de recreo y me dijo que cuando creciera iba a
casarse con mi mamá. —Entrelazó sus dedos y estiró sus brazos.

Nunca había visto este lado en un hombre, y encontré que era la experiencia más
reconfortante.

—Entonces, lo golpeé en el rostro y le puse fin a esas tonterías. —Se encogió de


hombros—. Desde entonces, hemos sido mejores amigos.

Me reí.

—Así que has sido un idiota celoso toda tu vida.

—No comparto. —Sus ojos eran tiernos, pero estaba haciendo un punto muy claro.

—Bien. Yo tampoco. —Me moví en mi silla—. Está bien, tienes algunas cosas que
explicar, ¿no?

Arrugó su rostro y asintió.

—Oh-oh —dije, sonriendo.

Parecía realmente torturado, pero como si era posible, al mismo tiempo era tierno.

Enderezándose, dijo nerviosamente:

—Soy lo suficientemente hombre como para decirte la verdad.


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Con esa primera línea, mis ojos se abrieron de par en par. Estaba en guerra por lo
que debería sentir —aprensión— contra lo que sentía. Me sentía cómoda.

Tenía que admitir que era extraño escuchar a este hombre decirme cómo rebuscó
en mi bolso, encontró mi dirección, me llevó a casa, me cambió y me arropó.
Solamente lo había conocido por veinticuatro horas. ¡Malditos esos Cosmos! Si
hubiera sido alguien más, habría estado escandalizada por la violación de mis
límites.

Por otro lado, tuve que darle crédito. Trató de tener mi cooperación, pero debería
haberse esforzado más. ¿Cuántos Cosmos bebí? Aunque tenía una cosa con el
espacio personal y los límites, a medida que me contaba lo que sucedió, puse saber
por la expresión de su rostro y el tono de su voz que me cuidó.

—Así que, la próxima vez, ¿quieres que me esfuerce más por despertarte? —
preguntó con una sonrisa

Le sonreí.

—¿Qué te hace pensar que habrá una segunda vez?

—Oh, no creo que haya una —dijo.

Mi estómago cayó.

Guiñó.

—Sé que la habrá.

Sabiendo que podía jugar su pequeño juego, sentí la necesidad de burlarme de él.
No lo podía evitar. Pregunté:

—Entonces, ¿me metiste mano?

No sabía qué quería que fuera su respuesta. Aunque estaba siendo juguetona,
necesitaba saber si tomó ventaja de mí. Estaba confundida. Quería que fuera
diferente a los otros hombres con los que había salido.

Sus ojos azules miraron directamente a los míos. Con toda la seriedad, dijo:

—No te mentiré. Quería.

Su tono era tan malditamente sexy e impotente que no pude evitarlo, pero contuve
la respiración mientras hablaba.
90
—Pero no, no lo hice. —Se inclinó más cerca de mí—. Digamos que te acordarás
cuando lo haga.

Sentí un aumento de calor dentro de mí. Escondiendo mi rubor detrás de mí vaso,


bebí mi refresco de dieta.

—Confiado, ¿verdad? —Le devolví el coqueteo.

Miró hacia un lado y luego me miró fijamente y sonrió.

No pude controlar la sonrisa que se expandió por mi rostro. Estuve condenada al


acariciar su ego en todo momento. Tal vez no sea una cosa mala.

Después de que terminamos de comer, extendió su mano hacia mí y salimos a su


auto. Liam fue un completo caballero en la cena. Estuve un poco decepcionada de
que nuestra velada estuviera llegando a su final. Pasé un gran momento con él, y
disfruté de su compañía. Mientras nos acercábamos a mi puerta principal, busqué
mis llaves a tientas. Estaba nerviosa. A pesar de que ya sabía cómo se sentían sus
suaves labios contra los míos por nuestros besos de antes, este realmente se sentía
como nuestro primer beso. Tal vez tenía algo que ver con el hecho de que no estaba
bajo la influencia de mis Cosmos. La verdad era que realmente quería besarlo.

Cuando estábamos despidiendo, se inclinó y me arrastró a un abrazo. Me aferré a él


como si se me fuera la vida en ello. Sus brazos se sentían cálidos y acogedores
mientras se envolvían a mi alrededor. Mi corazón latía en mi pecho. Se apartó muy
ligeramente y levantó mi barbilla con su mano. Agachándose, presionó sus labios
contra los míos. Cuando su lengua probó mi labio inferior, abrí mi boca para él.

Entonces, me perdí en su beso delicado pero sensual mientras un estremecimiento


corría por mi cuerpo entero. Apenas pude recuperar el aliento mientras mi corazón
latía febrilmente. Cada célula de mi cuerpo estaba anhelándolo. Retrocediendo,
presionó su frente contra la mía. Podría haberme tomado ahí y en ese momento.

Dijo:

—Quiero verte de nuevo. —Me besó la frente y me abrazó de nuevo.

—Me gustaría mucho eso —respondí, suspirando.

Abrí la puerta, de mala gana, no queriendo que la velada terminara. Esperó hasta
que estuve dentro antes de dirigirse a su auto. Dentro de mi oscura sala de estar,
hice tontamente un baile feliz para avergonzar todos los bailes felices.
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Mientras me dirigía a mi dormitorio, me saqué mis zapatos, lanzándolos hacia el
armario, y enchufé mi teléfono para cargarlo. Fue solo cuestión de tiempo antes de
que un par de amigas entrometidas quisieran detalles.

Preparándome para la cama, saqué mi camiseta del equipo Kindle con la que
amaba dormir. Estaba demasiado emocionada para dormir realmente. Me arrastré
dentro de la cama y saqué mi Kindle, así podía continuar leyendo mi libro. Nunca
me había tomado tanto tiempo terminar una novela. Por otra parte, había estado
un poco ocupada este fin de semana. Cuando mi teléfono sonó, lo agarré para leer
el mensaje de texto entrante:

Macy: ¿Y bien? ¿Hizo el acto?

Dani: Nada de tu incumbencia.

Macy: Eso es un no.

Dani: Cállate y déjame en paz.

Macy: Ni hablar.

Dani: Hice un poco de reconocimiento para ti.

Macy: ¿Detalles?

Dani: Chris estaba enamorado de la mamá de Liam.

Macy: Eso es asqueroso.

Dani: Tenía cinco. Liam lo golpeó por eso.

Macy: Entonces, le gustan las mujeres mayores.

Otro mensaje de texto llegó.

Liam: Gracias por cenar conmigo. Pasé genial.

Dani: Igual yo.

Liam: Quiero verte de nuevo. Pronto.

Dani: Más te vale.

Liam: Absolutamente. Dulces sueños. Besos.

Dani: Buenas noches. Besos.


92
Una sonrisa aturdida cruzó mi rostro. Incapaz de concentrarme en la lectura,
guardé mi Kindle. Lo único que podía hacer era pensar en Liam. Recordé la
sensación de sus labios sobre los míos. Los pensamientos me emocionaban y
aterraban.
93
Capítulo 15
Liam

S
entado en mi auto, miré los mensajes de texto que habíamos intercambiado.
Me la pasé muy bien esta noche.

Me encantó verla hablar sobre sus libros. Había capturado toda mi atención.
La mirada en su rostro era invaluable. Se había incorporado con una expresión
llena de entusiasmo. No me gustó que hubiera pensado que me estaba riendo de
ella. ¿Qué tipo de idiota sería si hiciera eso? Al momento en que se había permitido
bajar la guardia, sus ojos brillaron. No podía obtener lo suficiente de su sonrisa. La
escucharía hablar sobre sus libros toda la noche si eso significaba que podía ver su
rostro iluminarse.

Había pasado un tiempo realmente largo desde que le había permitido a alguien
acercarse a mí. Nunca se había sentido bien. Sin embargo, en menos de
veinticuatro horas, había compartido una parte de mí que había guardado muy en
privado. Había algo acerca de Dani que era diferente. Apenas la conocía, pero era
como si la hubiera conocido de toda la vida. Era la manera en que caminó hasta el
frente del aula el día que la conocí. Eran sus ojos, su sonrisa, y la forma en que
inclinaba su cabeza a un lado mientras mordía su labio inferior. Era la forma en
que se sentía en mis brazos. Era el aroma de su cabello y su perfume persistente en
mi camisa. Era la manera en que coqueteaba.

Era inteligente, atrevida y sexy como el infierno. Podría pasar una eternidad
lamiendo sus labios, saboreando su boca, y succionando su lengua. Aun así era más
que todo eso. Era la forma en que me sentía cerca de ella. No tenía palabras para
describirlo en absoluto, aparte de decir que mi corazón comenzó a latir de nuevo
debido a ella.
94
Cuando salí de mi auto y entré a mi oscuro apartamento, arrojé las llaves en la
encimera y luego me dirigí a mi escritorio. Mientras encendía la computadora, miré
mi reflejo en el monitor. No era impulsivo por naturaleza. Generalmente, planeaba
las cosas y las sopesaba detenidamente, incluso si era una decisión de fracción de
segundos. Siempre había una razón y un método.

Una brillante idea había venido a mí mientras estábamos comiendo. Nunca había
hecho algo así antes. Solo quería saber qué la hacía vibrar. Necesitaba descubrir un
poco más sobre ella.

Mientras el Internet llegaba, pensé en lo que estaba a punto de hacer. Cuanto más
pensaba en ello, más comenzaba a cuestionarme. ¿Qué voy a ganar realmente de
esto? Me preguntaba si esto podría explotarme en el rostro. ¿Pensaría que soy un
acosador? O peor, ¿creería que estoy enamorado?

Me senté y miré la pantalla. Entonces, escuché un ping de la videollamada en línea.


Me recosté en mi silla, enlazando mis manos detrás de mi cabeza, mientras abría la
ventana de la conversación.

—Hola, cariño —dijo, sonriendo a la cámara de la computadora—. ¿No eres un


deleite para la vista?

—Bueno, hola a ti, belleza. ¿Cómo te va en esta hermosa noche?

—Considerando este trato, estoy fantástica. Entonces, ¿vas a decirme por qué ha
sido tan difícil ponerse en contacto contigo? —preguntó en un relajante tono no
acusatorio.

Sacudiendo mi cabeza, sonreí.

—Eso no es verdad, y lo sabes. Siempre tengo tiempo para ti.

—¿Es así? —Frunció sus labios y puso sus ojos en blanco—. Oh, ¿estoy siendo un
fastidio? No quiero serlo. Solo te echo de menos. Cuéntame, ¿cómo has estado?

—Cálmate. Es tarde, y estas haciendo demasiadas preguntas. —Reí entre dientes


suavemente—. Sabes que es verdad. Nunca estoy demasiado ocupado para ti. Y no
eres un fastidio. —Me incliné hacia adelante—. El trabajo es asombroso. Sabes que
me encanta. Aunque el viernes fue difícil. Malditos conductores ebrios. Suficiente
de eso. Cuéntame algo nuevo.

—Pregunté por ti, no por el trabajo.

Siempre veía a través de mí. Sabía que tenía que contarle sobre Dani. Solo que no
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quería estropearlo. Ya era bastante malo que estuviera cuestionando lo que iba a
hacer unos minutos atrás. Necesitaba mantener algo de perspectiva cuando se
trataba de Dani. Generalmente, no era conquistado tan rápidamente. Pero,
maldición, ella tenía ese factor. Definitivamente tenía a Dani en mente y bajo mi
piel. Tal vez esta conversación me detendría de hacerme lucir como un completo
idiota.

—Estoy bien. De hecho, mejor que bien. —Eso debería tranquilizarla por al menos
un par de días. Rápidamente, cambié la conversación—. Ahora, ¿cómo estás tú?

—Bien —dijo inexpresivamente—. Aquí siempre es hermoso en octubre. Deberías


venir a Asheville a visitarme y verlo por ti mismo. O puedes contarme acerca de la
chica. —Sonrió con satisfacción.

Suspiré, frunciendo el ceño. ¿Cómo diablos lo sabe?

Lo admitió:

—Conozco esa mirada, y te ahorraré la molestia. Estaba hablando con tu hermano


hoy, y mencionó que estás “locamente enamorado”… esa fue la expresión que usó…
de una “chica hermosa”… de nuevo, esas fueron sus palabras.

—Eso es interesante. No lo he visto esta semana. Nuestros turnos no coinciden —


dije, elevando una ceja—. ¿Chris estaba pasando el rato con Wyatt cuando
llamaste?

Esto era simplemente incómodo por todas partes. Tan cierto como era, no quería
hablar con ella sobre estar locamente enamorado de Dani. Mi vacilación no tenía
nada que ver con Dani o en cómo me hacía sentir. Cuando pensé en ella en la playa,
mirando el amanecer, mi corazón comenzó a latir más rápido. Tal vez tenía que ver
con cuán reales eran mis sentimientos por ella.

—Liam, te quiero mucho. —Su mirada se suavizó, haciendo que el giro en esta
conversación fuera aún más extraño—. Y espero que sea cierto. Me encantaría que
estés enamorado.

Las palabras simplemente salieron de mi boca sin pensar mucho.

—Su nombre es Dani. La conocí ayer. Es hermosa, inteligente, y divertida. Es dulce


y sensible. La llevé a la playa y le hablé sobre papá. Sabes que no hablo de él con
cualquiera, pero se sintió bien contárselo. Esta noche fuimos a cenar, pero tengo
que tomármelo con calma porque en verdad estoy disfrutando su compañía. Estoy
descubriendo que quiero saber todo sobre ella.

Su rostro rompió en una enorme sonrisa.


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—Debe ser muy especial si le contaste sobre tu papá. Aprovecha el momento. El
amor no siempre sucede…

—Espera. Detente ahora mismo. —Tenía que poner los frenos a esta conversación
con rapidez—. Nunca dije nada sobre amor. Me gusta. —Me detuve por un
momento—. Bueno, realmente me gusta mucho, pero solo la he conocido por un
día.

Sacudió su cabeza de lado a lado.

—Olvidas que te conozco mejor de lo que te conoces a ti mismo. Está escrito en


todo tu rostro. Confía en tu corazón. Por cierto, quiero algunos nietos para
malcriar, así que adáptate.

—Mamá, esta conversación ha pasado a la zona prohibida —interrumpí, apartando


la mirada del monitor.

—¿Cuándo vas a verla de nuevo? —preguntó implacablemente.

—No lo suficientemente pronto —dije, sonriendo como un bobo.

Cuando nuestra conversación llegó al final, tenía toda la motivación que


necesitaba. Tecleé en Amazon.com, abriendo el portal para descubrir solo un poco
más del misterio de Dani Ruiz. Sacudiendo mi cabeza con incredulidad, ordené un
Kindle Fire HD. Soy tan tonto. Bien podría haberle entregado mis pelotas en
bandeja de plata.
97
Capítulo 16
Rick

H
abían pasado dos semanas desde que había visto a Daniela en Breathe, y
todavía no podía sacarla de mi cabeza. Estaba tan determinado a cambiar
y hacer las cosas bien que ni siquiera pude follar a Lise esa noche.
Pensándolo bien, sabía que merecía algunos puntos por eso porque tenía sus tetas
en mi rostro y sus manos en mis pantalones.

Maldita sea, quería un coño, y Lise lo sabía. Mi polla estaba dura y palpitante. Era un
egoísta hijo de perra. No podía follarla si estaba pensando en Daniela. ¿O puedo? Lo
había hecho antes. ¿Por qué es diferente esta vez?

La diferencia era Daniela y mi misión de ganarla de vuelta. Necesitaba cambiar mis


métodos y demostrarme digno de ella. Era difícil concentrarse mientras sopesaba mis
opciones.

Lise podía chupar pollas como nadie que hubiera conocido, y estaba jugando con la
mía. ¡Mierda! Lise estaba jodidamente desnuda y encima de mí. Se inclinó y me besó
en la boca. Yo era un perro. En automático, metí la lengua en su boca, pero todo en lo
que podía pensar era en besar a Daniela.

Lise retrocedió con una sonrisa en su rostro.

—Tienes hambre esta noche. Déjame darte algo de comer.

No tenía ni idea de lo hambriento que estaba. Volteándose encima de mí, me clavó el


coño en el rostro mientras ponía mi polla en su boca. ¡Mierda y más mierda!
Necesitaba un jodido premio por empujarla fuera de mí.

Al principio, estuvo confundida. Entonces, estuvo jodidamente enojada. Me gritó en


cualquier idioma que hablara. Demonios si sabía lo que estaba diciendo. Estaba
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jodidamente horrorizado por lo que había hecho. No sabía que lo tenía en mí. Me
gustaba follar, y me gustaba follar a Lise de todas las maneras posibles, pero ya no.
Quería a Daniela. La quería en mi cama y en mi vida.

Esa fue la última vez que vi a Lise.

Decir que estaba frustrado era un eufemismo. Me encantaba tener sexo todo el
tiempo. Era mi manera de sacarme el estrés después de un largo día. Ahora, en mi
misión por recuperar a Daniela, estaba falto de coño. Mierda. Estaba incómodo.
Como un jodido drogadicto, necesitaba una dosis.

Por encima de todo, no tenía idea de cómo acercarme a Daniela. Además, ni


siquiera sabía cómo encontrarla. Hice una búsqueda en Google y encontré que su
dirección e información estaban bloqueadas. Maldita ella y su necesidad de
privacidad y toda esa mierda de los límites. ¿Cómo voy a encontrarla? Estaba a punto
de volverme loco mientras estos pensamientos frustrados jodían con mi cabeza.

Más temprano hoy, había recibido un mensaje de texto de Chris para encontrarme
con él para tomar unas copas. Sabía que quería hablar sobre Breathe. Había hecho
esto con él antes. Conocía la rutina, pero por el momento, no estaba de humor.
Necesitaba echar un jodido polvo antes de enloquecer. Por otro lado, pensé que
quizás una bebida me haría algo bien, así que acordé encontrarlo en Houston en
Miracle Mile a las cinco y media.

Estacioné junto al valet y le lancé las llaves. Como de costumbre, el lugar estaba
lleno, y el bar estaba repleto de mujeres muriendo por ser folladas. Me pregunté si
eran siempre tan obvias con su ropa corta y ajustada.

Mis feromonas debían haber estado desprendiendo la vibración de necesito-follar-


duro-y-ahora. Mientras me dirigía a Chris, unas cuantas mujeres sonrieron y me
ofrecieron una copa mientras me daban servilletas con sus números. Necesitaba un
jodido premio. Si no estuviera en una misión, habría sacado provecho de dos de
ellas en el baño al mismo tiempo. Solo pensar en acción chica-a-chica me estaba
poniendo duro. Necesitaba un trago rápido.

Tuve que atravesar un mar de cuerpos presionándose contra mí antes de


encontrarme con Chris.

—Rick, es bueno verte. —Chris me extendió la mano y llamó a la camarera.

Ella se inclinó sobre la barra mientras tomaba mi pedido. Era fácilmente una doble
D. Sus tetas estaban rogando ser tocadas, mordisqueadas y succionadas. Le pedí un
doble y le dije que siguiera viniendo mientras pensaba en sus dobles y en ella
corriéndose. Necesitaba descargarme antes de volverme loco. ¡Mierda! Me estaba
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deshaciendo.
Chris y yo comenzamos una pequeña charla, y entonces le conté mis impresiones
sobre Breathe. Estaba siendo parcial. Después de todo este tiempo, Breathe fue
donde vi a Daniela, así que para mí sería memorable. Independientemente de eso,
no había nada realmente negativo que pudiera decir. No creía que Chris estuviera
convencido porque yo parecía distraído.

Sudor comenzó a formarse en mi frente. La camarera seguía viniendo e


inclinándose sobre la barra a mi lado. Sexualmente frustrado hasta la enésima
potencia, tomé mi Johnny Walker como si fuera agua. Esta cosa de la abstinencia
estaba afectándome de verdad. No podía manejarlo.

—¿Estás bien? —preguntó Chris.

No iba a decirle exactamente a Chris que había visto a mi ex —quien se había ido
con su amigo—, que la quería de vuelta y que ahora estaba en una misión para
convertirme en un hombre digno de sus afectos. Por no mencionar que esto
significaba que no había echado un polvo en dos semanas, así que iba a explotar.
Nada de lo que estaba haciendo estaba ayudando.

Después de tomarme el resto de mi bebida, simplemente dije:

—He estado estresado en el trabajo.

Chris me dio unas palmaditas en la espalda.

—Sé exactamente lo que necesitas: baloncesto.

—¿Baloncesto? ¿Cómo demonios se supone que eso alivie mi estrés? —le pregunté,
señalando a la camarera por otra bebida.

Chris tomó un trago de su cerveza antes de decir:

—Ejercicio y endorfinas, la cosa de sentirse bien. Mis amigos y yo nos reunimos los
jueves.

Lo miré y consideré la oferta. Chris es un buen tipo.

Añadió:

—Los chicos son geniales. No les importaría que te unieras a nuestro juego. Ya has
conocido a Lucas.

Bingo.
100

—Tal vez te haga caso en esto. Necesito hacer algo.


Esta tenía que ser una señal de Dios. Este era el premio que estaba recibiendo por
convertirme en un jodido sacerdote honorario. Por primera vez en dos semanas, vi
la luz al final del túnel. Iba a averiguar si Liam todavía estaba hablando con
Daniela. Era mi única pista viable ahora mismo. Estaba tan jodidamente
emocionado que podría haber besado a Chris aquí mismo. Sí, estoy un paso más
cerca de Daniela.
101
Capítulo 17
Liam

M
e encantaba el baloncesto. Representaba vida. Tenía que trabajar en un
equipo, pensar en mis pies rápidamente, y confiar en mis instintos.
Además, había algo especial en estar sobre la línea de tiro libre.

Me paré en la cancha, esperando a que llegaran los chicos. Siempre y cuando


nuestros horarios lo permitieran, Chris, Wyatt, mi compañero Josh y yo veníamos
cada jueves. Jugábamos un implacable juego de dos a dos. Chris y Wyatt siempre
formaban equipo. No eran nada para el equipo de ensueño Lucas-Josh.

Con sus techos altos y pisos de madera encerada, el gimnasio era increíble. Estaba
rebotando el balón, mirando la canasta, mientras comenzaba a driblarlo. Había
momentos en la vida donde no era sobre ser parte de un equipo. Todo estaba solo
en tus hombros. En la línea de tiro libre, tenía que bloquear a las personas y al otro
equipo. Mi único enfoque estaba en la meta: encestar. Reboté la pelota un par de
veces y lancé. Zas.

Moviéndome sobre un carro lleno de balones, volví a la línea de tiro libre,


pensando en Dani. Nos habíamos estado viendo por un par de semanas. Después
de limpiar el sudor de mi frente, reboté el balón un par de veces mientras pensaba
en la increíble mujer que era. Lancé. Zas.

Reboté el balón un par de veces más. No había pasado mucho tiempo con ella
desde el fin de semana. Tomó todo de mí mantenerme alejado, especialmente
considerando que mi estación se encontraba cerca de su oficina. A pesar de que
ambos teníamos horarios ocupados, quería verla todo el tiempo. Mientras miraba a
la canasta, no podía creer lo rápido que se metió bajo mi piel. Lancé. Zas.
102

Rebotando el balón, pensé en cómo había algo único en Dani. Sobresalía de entre
cada mujer que había conocido alguna vez. Cuando imaginé su sonrisa, sonreí.
Chris gritó:

—Oye, Lucas, estamos aquí.

Volteé para verlo contoneándose con el idiota del club.

Dando la vuelta, lancé. Zas.

Observé a Rick entrando a nuestro gimnasio como si fuera el dueño del lugar, y eso
me trajo de vuelta al presente.

No me gustaba Rick. Era un arrogante hijo de perra, y odiaba la forma en que había
mirado a Dani boquiabierto la otra noche. Era indeseable, y no confiaba en él. Esas
eran razones suficientes para que no me gustara, pero confiaba en Chris con mi
vida. Si Chris pensaba que era una buena idea traer a ese idiota, entonces sería de
mente abierta por el bien de Chris.

Chris saludó:

—Hola, Lucas.

Troté hacia Chris y Rick. Después de limpiar mis manos en una toalla limpia, los
saludé a ambos. Wyatt y Josh entraron detrás de ellos.

Después de un breve calentamiento, nos dividimos en equipos. Rick jugó en el


equipo de Wyatt y Chris. Sin embargo, no hizo diferencia porque limpiamos el
suelo con ellos. Tan intenso como jugábamos normalmente, este juego era más
agresivo. Parecía personal entre Rick y yo. No sabía cuál demonios era su
problema, pero necesitaba solucionar esa mierda antes de que no me importara
que fuera amigo de Chris.

—Buen juego, chicos —dijo Josh, dando palmaditas en la espalda a los perdedores
cuando salimos de la cancha.

—Oye —dijo Wyatt, viniendo a mi lado—. Oh, enamorado, escuché que conociste a
alguien el sábado por la noche.

Wyatt, Chris, y yo éramos cercanos, pero no éramos tan cercanos.

Solo sacudí mi cabeza.

—Mamá lo escuchó también. —Lo fulminé con la mirada—. ¿Por qué es noticia que
conocí a una chica?
103
—Oye, desapareciste, y ella estaba preocupada. —Wyatt abrió la puerta del
vestuario—. A nadie le importa una mierda si conociste a una chica, pero esto es
diferente. Estás locamente enamorado —dijo con un acento británico muy malo.

Riendo, le di un golpe en la parte trasera de la cabeza cuando entramos en el


vestuario.

—Chris es un idiota, pero sí, me gusta mucho Dani. Así que más vale que te
comportes de la mejor manera.

Mientras nos estábamos preparando para salir, estaba guardando mis cosas en mi
bolsa.

Chris observó algo.

—Amigo, ¿qué mierda es eso? —preguntó muy elocuentemente.

—¿Qué? —respondí, continuando con lo que estaba haciendo.

—Eso. —Apuntó mi bolsa de lona.

—¿Cuál es tu problema?

¡Mierda! Estaba atrapado. Nunca escucharía el final de esto. Ya era el locamente


enamorado. Ahora, mis amigos me iban a llamar marica oficialmente. Traté de ser
un hombre tanto como pude.

Confiadamente, dije:

—Es un Kindle, listillo. Las personas usan libros electrónicos todo el tiempo. Es
una manera eficiente de manejar tu material de lectura.

Chris no se lo creyó.

—¿Desde cuándo lees? —Me conocía—. Jodida mierda, te estás convirtiendo en


una chica. —Chris se rio mientras sacaba mi Kindle—. Veamos qué material de
lectura tienes en este lector electrónico.

Lo agarré de su mano y lo fulminé con la mirada. Se calló, pero siguió burlándose.


Lo último que Chris necesitaba ver era que había descargado el libro que Dani
estaba leyendo. Había intentado leerlo, pero no pude hacerlo. Me había quedado
dormido cuando había llegado a la segunda página.

—Chris, sabes que eres un idiota.


104
—Negativo, amigo. No soy un idiota porque te han dominado. —Chris decidió
informar a Rick y a los otros el significado del Kindle—. Qué coincidencia que
empieces a salir con una chica a quien resulta que le gustan los libros. —Se volteó
hacia los chicos—. Escuchen esto. Se encuentra con sus amigas para el desayuno en
Van Dyke los sábados por la mañana, pero llega allí alrededor de una hora antes
solo para poder leer. Ahora, eso es dedicación. Es tan malo que sus amigas
montaron una intervención. —Se rio un poco más.

Lo empujé contra los casilleros, mirándolo fijamente.

—Retrocede, Rambo —se burló Chris.

—¿Dónde diablos escuchaste todos estos detalles sobre Dani? —le pregunté,
alejándome de él.

Chris respondió:

—Charla de almohadas. —Se encogió de hombros y salió del vestuario como si


nada fuera de lo normal ocurriera.

Atacaría a Chris cuando menos lo esperara. Esto no ha terminado.

Saqué mi teléfono.

Liam: Necesito verte.

Dani: ¿Todo bien?

Liam: Lo estará cuando vea tu sonrisa.

Dani: Estoy sonriendo. Puedo enviarte una foto.

Liam: En persona. Estaré ahí en diez minutos.

Wyatt salió conmigo.

—Escucha, apoyo plenamente que estés locamente enamorado. No dejes que Chris
te afecte.

—Jamás.

Ambos reímos.

—Entonces, ¿sabes cómo he estado saliendo con Jennifer? —preguntó, frotándose


el rostro.
105
—Es una amiga con beneficios. No creo que califique como salir. —Abrí la puerta
de mi auto y tiré mi bolsa de lona en el asiento.

—Le compré la cena. Eso cuenta —argumentó. Miró a su alrededor como si


estuviera a punto de compartir información ultrasecreta—. Bueno, me gusta, y
creo que voy a llevarlo al siguiente nivel, pero no se lo digas a mamá. Solo te lo
estoy dejando saber, así que si desaparezco en acción, ya sabes lo que está
sucediendo.

Me reí cuando mientras me metía en el auto.

—No lo escuchará de mí, pero buena suerte ocultándole eso.

Mientras Wyatt caminaba hacia su auto, salí del estacionamiento y giré en Bulevar
Ponce de León. Desde el Wellness Center, era un viaje rápido a casa de Dani.
Cuando abrió la puerta, sus ojos estaban hinchados, y su nariz estaba roja. La atraje
hacia mí inmediatamente.

—Nena, ¿estás bien? ¿Qué pasó? —pregunté, acunando su cabeza con mis manos.

Sorbió y se secó las lágrimas de sus ojos.

—No puedo creer que la engañó y embarazó a la zorra.

Confundido, traté de mantener el control.

—¿Quién engaño a quién? Y ¿quién está embarazada? —¿De qué carajos está
hablando? Tal vez era una de sus amigas. Pero ¿por qué está tan alterada?—. ¿Por
qué no empiezas desde el principio? —pregunté con el mayor control que pude
conseguir.

Dejó salir un gran suspiro y se acercó a su Kindle.

—No sé por qué me hago esto. —Lo tiró en el sofá. Bajó la cabeza en vergüenza por
su reacción a un libro.

Me sentí aliviado de que solo fuera uno de sus libros. Mierda. Odiaba pensar que
podría estar hablando de sí misma. Envolví mis brazos alrededor de ella,
sosteniéndola posesivamente. Bajando mi boca sobre la suya, besé la tragedia que
había leído.

Alejándose, sus ojos brillaban mientras su rostro se iluminaba.

—Ahí está —dije con una sonrisa—. Acabas de alegrarme el día.


106
Nunca podía tener suficiente de ella. Sosteniendo a esta hermosa mujer en mis
brazos, la besé de nuevo. No quería dejarla ir.
107
Capítulo 18
Dani

D
ani: ODM, Liam pasó por aquí solo porque sí. ¡Ahhh!

Macy: Sal de aquí. ¿Pasó algo?

Dani: Demonios, ese chico puede besar.

Macy: ¿Eso es todo lo que puede hacer?

Dani: Sal de la miseria.

Candace: ¿Vino durante la semana?

Dani: ¿Macy está contando chismes?

Candace: ¡JAJA! Sabes que no puede quedarse callada. Detalles.

Dani: El chico puede besar. Quería que se propasara conmigo. ¿Satisfecha?

Macy: ¿¿¿Hola??? No me hagas esperar.

Dani: No voy a hablar contigo, bocona.

Macy: Fue Candace. Eso no es hablar.

Hice el baile feliz. No podía recordar la última vez, si alguna vez, que estuve tan
emocionada. Salté a mi dormitorio y volví a caer en mi cama, pataleando
tontamente.

Mientras me arrastraba bajo mis sábanas, le envié un mensaje a Liam.

Dani: Buenas noches.


108

Liam: No puedo dejar de pensar en ti.


Grité con un placer vertiginoso.

Dani: Yo tampoco.

Liam: ¿Qué voy hacer contigo?

Dani: Lo que quieras.

Me mordí el labio, esperando que no fuera demasiado lejos, pero queriéndolo de


todos modos.

Liam: Mejor ten cuidado. Podría tomarlo en serio.

Dani: Espero que lo hagas.

Dios, deseaba a este hombre.

Liam: Me estás volviendo loco.

Dani: Bien.

Me alegraba no ser la única. Grité como una colegiala.

Liam: Te gusta eso, ¿verdad?

Dani: Síp.

Más como infiernos que sí, pensé.

Liam: Besos.

Dani: Besos.

Yendo a la cama en las nubes, pensé sobre lo mucho que me gustaba este hombre.
109
Capítulo 19
Dani

E
l termostato de mi auto leía diecinueve grados. Frotando mis manos, me
preparé para las duras condiciones antes de salir del auto. La temperatura
se había reducido a lo que la mayoría de los nativos de Florida del sur
consideraría frío. Llevaba mi ropa de invierno: jeans, una camiseta de manga larga
y una chaqueta. Mi cabello estaba recogido encima de mi cabeza. Sin duda
necesitaría pedir una bebida caliente para calentarme.

El aire era fresco mientras caminaba por Lincoln Road, pensando en Liam. Estaba
muy emocionada por nuestra noche juntos. Iba a terminar su turno pronto, y luego
se dirigiría a casa. Saqué mi teléfono y le envié un mensaje.

Dani: Buenos días.

Liam: Estaba pensando en ti.

Dani: Siempre dices eso.

Liam: Es la verdad.

Dani: Me estás malcriando.

Liam: Lo estoy intentando.

Dani: Estás haciendo un buen trabajo.

Liam: Ese es el objetivo.

El aire frío tocó mis labios. Incliné mi cabeza para proteger mi rostro de su toque
desconocido. Después de encontrar una mesa, me senté y me acomodé. Miré
alrededor.
110
Dani: Acabo de llegar a mi mesa. Bichos raros por todas partes.

Liam: Estoy celoso.

Dani: No lo estés. Hace frío.

Liam: ¿Puedo mantenerte caliente?

Como de costumbre, era increíble observar a la gente que me rodeaba. Un par de


travestis, vestidos como Barbara Streisand y Diana Ross, estaban paseando
poodles.

Dani: Hasta la noche. Besos. ODM, deberías ver las drags Queens. JAJA

Liam: Toma una foto. Te veo esta noche. Besos.

Como siempre, cada vez que le estaba escribiendo a Liam, tenía la sonrisa más
tonta en mi rostro. Tenía un fuerte efecto en mí. Cuando pensaba en él o cuando
estaba con él, este calor explotaba dentro de mí, estallando en una sonrisa en mi
rostro. Me consumía, pero no me destruía.

Mientras seguía observando a la gente que me rodeaba, me deleité en la emoción


causada por Liam. Entonces, vi a este hombre asombroso cerca de pie. Me quedé
boquiabierta. Sus ojos daban vueltas, buscando a alguien. Era alto, con cabello
oscuro desordenado. Era impresionantemente hermoso. Por supuesto, mi
momento de acecho fue arruinado cuando su novio se acercó y le dio un beso
francés. Al menos observar a la gente nunca es aburrido.

Mi tiempo era limitado, y quería ponerme al día con mi lectura. Me acurruqué en


mi asiento. Mi bolso estaba en la silla junto a mí. Apoyé mis pies en la silla frente a
mí con mi Kindle en mano.

Le pedí al camarero que me trajera un refresco de dieta y un chocolate caliente con


crema batida extra. Sonrió ante mi orden, pero podía decir por sus ojos que
pensaba que era raro. Me hundí en mi silla, tratando de encontrar calor en el frío,
mientras empezaba a leer. Estaba un poco retrasada, así que quería pasar la
siguiente hora perdiéndome en mi libro.

—Daniela.

Mi corazón se detuvo y mi estómago cayó al reconocer esa voz. Por supuesto, la


conocía bien. No la había escuchado durante mucho tiempo, veintidós meses para
ser precisa. El sonido trajo recuerdos de la invasión de Normandía. ¿Por qué estoy
escuchando esa voz ahora? ¿Y por qué está llamando mi nombre?
111
Levantando los ojos de mi Kindle lentamente, me enderecé y dejé caer mis pies al
piso. Nuestros ojos se encontraron, y sostuvo mi mirada. Su cabeza estaba
inclinada hacia un lado mientras sostenía auriculares en sus manos. La adrenalina
me atravesó mientras mi corazón se aceleraba. Estaba ansiosa. Rompí su mirada,
bajando la mirada otra vez. Mi corazón estaba palpitando en mi pecho. Mi
mandíbula comenzó a temblar suavemente. Si finjo que no está allí, tal vez solo se
vaya.

No captó la indirecta

—Hola, qué sorpresa —dijo suavemente.

No quería hablar con él. No quería mirarlo. Quería que se fuera. En su lugar, se
quedó allí, mirándome fijamente.

Respiré profundamente y lo dejé salir lentamente.

—Rick, ¿qué quieres?

No lo había visto desde esa noche. Desgraciadamente, se veía increíble. Su cabello


estaba despeinado, como si se hubiera despertado y pasado sus dedos a través de
su cabello antes de salir por la puerta. Por supuesto, también tenía esa suave barba
incipiente que había amado. Lo que sea.

—Estaba corriendo, y te vi —respondió con naturalidad—. ¿Por qué crees que


quiero algo? ¿No es obvio? Te vi y me detuve para saludar. —Enderezó sus
hombros mientras su mandíbula se tensaba.

—Bueno, me viste. Ahora vete —respondí inexpresivamente.

Estaba a punto de ahuyentarlo físicamente, pero pensé que sería increíblemente


grosero. Lo ignoré y seguí leyendo, pensando que eso lo haría marcharse, pero no
se movió, aparte de cambiar su peso.

Levantando mi mirada, en un tono claramente molesto, le pregunté:

—¿Qué?

No respondió. Solo me miró con ojos lamentablemente tristes. Siempre me había


preguntado si alguna vez se había sentido mal por cómo me había tratado.
Mantuve esos pensamientos a raya. No iba a contemplar eso ahora ni nunca.

Pasó sus manos a través de su cabello. Su voz se redujo a casi un susurro.

—Lamento haberte hecho daño.


112
Detrás de mis gafas de sol ligeramente teñidas, cerré mis ojos, reteniendo el ardor
de sus palabras.

—Rick, realmente deberías irte ahora —prácticamente gimoteé.

Esto no es bueno. Mi corazón dolía mientras el dolor, la traición, la pérdida, e


incluso el amor que una vez sentí me estrangulaban. No quería ponerme emocional
delante de él. No se merecía mis lágrimas. Ojalá hubiera usado mis gafas de sol
oscuras. Necesitaba que se fuera.

Sin embargo, Rick nunca fue una persona que escuchara. Acercándose, se agachó
junto a mi silla. Luché contra el reflejo de mirarlo mientras mi cuerpo giraba
naturalmente hacia él. Ligeramente por instinto, mi mano quería alcanzar su rostro
para acariciarlo a lo largo de su mandíbula. En su lugar, agarré mi Kindle. Aunque
me negaba a mirarlo, podía sentir su presencia. Su aroma me rodeó mientras
recuerdos se apoderaban de mí. Fui instantáneamente transportada a un tiempo
en que creía en él y en nosotros.

—Por favor, Daniela —suplicó, inclinando su cabeza—. Por favor, no me odies.


Dime qué hacer.

—Rick, solo vete. —Estaba al borde de las lágrimas.

No podía hacer esto. Tenía que irse.

—Está bien, Daniela, me iré —dijo, derrotado. Se incorporó, agarrando mi silla por
apoyo.

Giré mi rostro en dirección contraria. Estaba demasiado cerca, y esto era


demasiado duro. Se fue, pero su olor permaneció.

Tan pronto como Rick se fue, solté el aliento que estaba conteniendo. No sabía
cómo sentirme sobre todo el asunto. Quería gritar y lanzar algo. Me preguntaba
cómo sería volver a encontrarlo después de todo el tiempo. De hecho, un par de
semanas antes había estado preocupada de encontrarme con él en Breathe.
Hubiera sido diferente allí. Había estado preparada con apoyo a mi alrededor. Esta
vez, estaba sola y fui tomada desprevenida. Me sentí emboscada. Nunca había
esperado verlo aquí. Había estado viniendo aquí durante más de un año y no lo vi
ni una vez.

Era como si una vieja herida se hubiera abierto. Era vulnerable y expuesta.
Ninguna de las cosas que había pensado que diría salió de mi boca. Ni siquiera
sentía las cosas que había pensado que sentiría. Estaba por todas partes, y lo
113

odiaba. No había pasado todo este tiempo escondida de él. No tenía miedo de
volver a verlo. Simplemente no quería hacerlo. Su recuerdo casi se había
desvanecido. Ahora, de tan solo verlo, todo —su voz, sus ojos y su olor— era
vívido. Quería gritar.

Como si me hubieran golpeado en el estómago, sacándome todo el aire, sentí el


dolor y el rechazo de nuevo. No podía quedarme quieta. Me levanté y caminé
mientras la adrenalina bombeaba rápidamente a través de mi cuerpo. Sentía como
si de verdad estuviera arrastrándome de mi piel. Paseando alrededor de la mesa,
pasé mis manos por mi cabello, prácticamente deshaciendo mi moño. Mis ojos se
llenaron de lágrimas mientras entraba en conflicto. Abaniqué la zona para
deshacerme de su olor. Moví las sillas, así no tocaría el lugar en que puso sus
manos. Estaba segura de que cualquiera que me mirara consideraría mi
comportamiento típico del espectáculo de locos de South Beach.

Cuanto más pensaba en él, más la tristeza y el dolor eran reemplazados por la ira.
No podía creer que el hijo de perra realmente se acercara a mí. ¿Está jodidamente
arrepentido por lastimarme? ¿El maldito imbécil realmente quiere que no lo odie?
Exhalé, sacudiendo mi cabeza. ¿Por qué diablos me está sucediendo esto ahora? Con
mis manos en mi cintura, continué caminando mientras tomaba algunas
purificadoras respiraciones para calmarme. No estaba funcionando.

—¿Qué te sacó de quicio? —preguntó Macy mientras se acercaba a mí.

Me giré hacia ella mientras el calor irradiaba de mi rostro.

—No me sacaron de quicio.

Macy no parecía convencida mientras echaba un vistazo a mi Kindle.

—Por favor, dime que no estás caminando y desordenando tu cabello por un novio
literario.

Dejé de moverme y me coloqué delante de ella. Estaba preparada para saltar. Me


preguntaba si eso me ayudaría a sentirme mejor. Necesitaba herir a alguien.
Parecía una probable candidata. Cuando estaba a punto de arrojar algo de veneno
sobre ella y explicar por qué estaba molesta, Candace nos saludó.

En un tono perfectamente molesto, dijo:

—Hola, chicas.

Quería gritar y arrojarles algo. Ahora que eran los nuevos objetivos, reanudé mi
ritmo para contener mi rabia. Macy estaba siendo Macy mientras me molestaba, y
114
Candace estaba siendo Candace mientras actuaba jodidamente alegre. Más allá de
molestarme, estaba a punto de explotar.

—¿Qué le pasa a Dani? —le preguntó Candace a Macy.

—No tengo idea —respondió Macy—. Estaba a punto de averiguarlo antes de que
te aparecieras con tus besos al aire.

Odiaba que estuvieran hablando de mí como si ni siquiera estuviera allí. Les gruñí.

—Dani, cariño… —dijo Candace. Tomó el mando como era costumbre en este tipo
de situaciones—. ¿Cuál es el problema? ¿Por qué estás tan enojada?

Me detuve.

—¿Aparte del hecho de que Macy está molestándome, y que son demasiado
extrañamente alegres y felices? ¿Realmente quieren saber?

—Obviamente, quiero saber, Dani —dijo Candace en un tono casi dulce. No estaba
afectada por mis insultos. Sí, estaba usando su tranquilo y asertivo poder de
encanta perros.

Estaba tratando de entrar en mi papel de sumisa, pero desafortunadamente, estaba


en la zona roja.

—Una palabra: ¡Rick! —grité y dejé de pasear mientras colocaba mis manos sobre
la mesa.

Me quedé mirando directamente a los ojos perfectamente maquillados de Candace.


Brevemente, me impresionó el color de la sombra de ojos que había elegido,
haciendo que sus ojos azules se vieran vibrantes. Esta distracción menor me
permitió orientarme.

—Rick es suficiente para molestar a todos. Cuéntanos qué hizo e iremos a cortar su
polla —dijo Macy objetivamente.

—Me estaba ocupando de mis propios asuntos y preparándome para leer. Me vio,
se detuvo, y tuvo la audacia de hablar conmigo. Eso hizo. —Coloqué mis manos en
mis caderas y fruncí mis labios—. Debería haber seguido avanzando, pero no, no le
importaba una mierda que quisiera que me dejara en paz. Quería que no lo odiara.
Como de costumbre, todo estaba relacionado con él y lo que él quería. No pareció
importarle lo que yo pensaba o sentía cuando tenía sus manos encima de Ely en la
pista de baile o cuando me echó de su apartamento. Pero, oh no, ahora importa
porque es lo que quiere.
115
Dejé escapar un profundo suspiro mientras cerraba mis ojos. Ahora estaba triste
otra vez. Me dejé caer en la silla y dejé caer mi cabeza sobre la mesa.

—Soy una perdedora. ¡Casi jodidamente toqué el hijo de perra! —Estaba enojada
con él y conmigo misma—. No puedo creer que esté tan molesta por ese pedazo de
mierda. Mi vida es buena, y he conocido a un hombre increíble que me hace
sonreír. Liam es increíble. —Hice una pausa y luego pregunté—: ¿Cierto?

Rick me recordó lo inevitable: todos se van. Ahora, estaba dudando de Liam. Mi


historial con los hombres era horrible. Aparentemente, tenía un imán de mierda
pegado a mi corazón.

—Dani, Rick es un idiota. —Macy se sentó y recogió el menú—. Siempre lo fue y


siempre lo será. Chris me dio información. Hice intercambio de favores, pero valió
la pena. La conclusión es que Liam es un buen chico. Según Chris, no vienen
mejores que él.

Mi relación con Liam, a diferencia de todas las otras, era saludable. No tenía que
ser otra persona. No necesitaba justificar y racionalizar la relación. Me trataba con
respeto y bondad, como un hombre debería tratar a una mujer. Era amoroso,
cariñoso y maravilloso. Nuestra química estaba fuera de las listas, y nuestra charla
era juguetona. Nunca podría negar la forma en que me hacía sentir. Mi sonrisa era
suya. A pesar de lo que pensaba que sabía o sentía, ver a Rick me hizo preguntarme
si me estaba engañando a mí misma.

—Sé que es un buen chico. Es el tipo de quien me puedo enamorar fácilmente y


soñar con hacer bebés. Es perfecto. —Me detuve—. Rick me rompió, pero Liam
puede destrozarme. Es solo cuestión de tiempo.

Repentinamente, odiaba a Rick más de lo que lo había odiado nunca antes. Nunca
había tenido tanto miedo de perder a Liam.

Candace se inclinó hacia mí. Con una voz suave pero dominante, dijo:

—No te atrevas a permitir que ese hijo de perra traiga dudas a lo que tienes con
Liam. Liam no es Rick. Deberías hablar con Liam sobre esto, pero no, bajo cualquier
circunstancia, consideres que Rick es el estándar por el cual todos los hombres
deberían ser calificados. ¿Me entiendes?

Mi chocolate caliente estaba frío, y mi soda dietética estaba sin gas. Sentada en mi
asiento, me quedé mirando mis bebidas sin tocar.

—Candace, mi cabeza sabe lo que estás diciendo, pero mi corazón es una historia
116

diferente. Honestamente, ni siquiera sé qué le diría a Liam.


—Dani —intervino Macy—, estás complicando las cosas. Solo fóllalo.

Lancé mi cabeza hacia atrás. Exasperada, dije:

—Con todo respeto, pero el sexo no es la respuesta a todo.

—Eso viene de la mujer que tuvo sexo con Rick en la primera cita. Solías usar el
sexo para todo. Si, el burro hablando de orejas. Sé que tu diosa del sexo interior se
está muriendo por saltar sobre él.

Puse mis ojos en blanco mientras Candace le dirigía una mirada severa a Macy.

Candace colocó su mano con perfecta manicura suavemente sobre mi brazo.

—Repite después de mí: Liam es Liam. Liam no es Rick. Necesitas recordar que
Liam es Liam, y no ha hecho otra cosa que mostrarte que está muy enamorado de
ti.

—Lo ha hecho. —Mis labios se curvaron en una sonrisa—. Realmente me gusta. —


Ahora sabiendo lo que tenía que hacer, saqué mi teléfono de mi bolso—. Regresaré
enseguida. —Ni siquiera las miré el tiempo suficiente para que reconocieran.

Di la vuelta a la esquina y me incliné contra el edificio. Tecleé la pantalla de mi


teléfono y lo coloqué en mi oído.

—Hola, ¿cómo está mi hermosa chica? —contestó Liam.

—Hola. —Solo escuchar su voz era como un bálsamo calmante para mi alma—.
Estoy bien. ¿Cómo estuvo tu turno?

—Fue una noche tranquila. Gracias por preguntar. —Hizo una pausa—. Entonces,
solo bien, ¿eh?

—Eso es lo que sucede cuando estás ahí, y yo estoy aquí. —Solté una risita—.
Estaba llamando porque quería… —Hice una pausa. Quería oír su voz. Quería estar
segura de que no lo estaba inventando. Necesitaba que me recordaran que tuvimos
el comienzo de algo grandioso—. Estoy terminando aquí con las chicas, y quería
confirmar la hora que me recogerías esta noche.

—¿Estabas llamando por la hora? Realmente, no te creo. Creo que me extrañabas.

—Uf, eres tan arrogante —dije juguetonamente—. Sí, estaba llamando por el plan,
el cual, por cierto, no me has dado. ¿Cómo sabré si tendré tiempo suficiente para
prepararme? —Puse los ojos en blanco, preguntándome si estaba siendo obvia.
117

Rio.
—No soy arrogante. Solo sé estas cosas. Para que lo sepas, te recojo a las seis y
media, y también te extraño.

—¿Solo sé estas cosas? ¿Eso no es arrogante? No sé qué voy a hacer contigo.

—Nena, puedes hacer lo que quieras conmigo. Ahora, dime si soy arrogante o si
solo lo sé. Te estoy imaginando ahora mismo mientras muerdes tu labio e intentas
mantenerte seria.

¿Cómo lo sabía?

—Eres imposible.

—No puedo esperar a verte esta noche.

—Bien. Deberías ser consumido por la anticipación —dije, sonriendo—. Tengo que
volver a mis amigas. Nos vemos luego.

—Te veré pronto.

Liam es Liam. Liam no es Rick. Candace siempre tenía razón. Sintiéndome tranquila
por mi llamada telefónica, volví a la mesa.
118
Capítulo 20
Rick

M
e dijo que me fuera, así que lo hice. ¿Qué se suponía que hiciera? Nunca
antes había intentado recuperar a una mujer. Ninguna mujer me había
importado lo suficiente para molestarme. Caí jodidamente de rodillas
por ella y me disculpé. Lo dije en serio. Estaba apenado por herirla. Había sido un
imbécil y un tonto.

La caminata de regreso a mi auto fue la cuadra más larga que hube transitado
alguna vez. Arrojé mis auriculares en el asiento del pasajero mientras entraba al
auto. Joder. Sintiéndome como un idiota, lancé mi cabeza hacia atrás, contra el
reposacabezas, pensando sobre lo que había sucedido.

Cuando estuve junto a su silla, por un breve momento, pensé que iba a tocarme. Vi su
mano moverse un poquitito, y por esa fracción de segundo, vi que no se había
terminado. Su voz y su labio tembloroso me contaban otra historia. Sonaba
derrotada y herida. Trató de apartar la mirada y esconderse detrás de sus gafas, pero
vi en sus ojos el dolor que causé. Fue como una jodida patada en las pelotas. Le hice
eso a ella. La eché a perder majestuosamente. No estaba a punto de renunciar, pero
la mirada en sus ojos me mató.

Había tocado fondo oficialmente. Por primera vez desde que tuve dieciséis años, no
me apetecía follar.
119
Capítulo 21
Dani

R
evolví mi armario, buscando mi par de jeans ajustados favoritos. Eran los
únicos que me hacían lucir como si tomara clases diarias de levantamiento
de trasero brasileño. Liam y yo teníamos reservaciones para cenar en uno
de mis restaurantes favoritos, Joe’s Stone Crabs en South Beach. Liam ganó puntos
por escuchar. Dado que estaba haciendo una gran impresión, quería deslumbrarlo
con mi agudo sentido del humor, sonrisa radiante, y trasero apretado.

Solo nos habíamos estado viendo por un par de semanas, pero se sentía como si
nos hubiéramos conocido toda nuestra vida. Suspiré, pensando en él. Encontré los
jeans, saqué la blusa perfecta, y agarré mi par de botas negras favoritas.

Todavía seguía alterada por el encuentro con Rick de esta mañana, pero estaba
tratando de sacarlo de mi mente. Rick despertó tantas emociones, mayormente
inseguridades. Decidí que no pensar en eso reduciría su poder sobre mí. Liam no es
Rick se convirtió en mi mantra para la tarde y la noche.

Sabía que Liam y yo teníamos algo muy prometedor, y no quería que Rick lo
envenenara. Ya había malgastado casi dos años de mi vida viviendo
cautelosamente y cerrada. Ya era suficiente. Liam no es Rick. Liam era un hombre
increíble que sacudió mi mundo. Pensamientos de él calentaban mi corazón
mientras llenaba mis fantasías.

Siempre estaba haciendo las cosas más bonitas. Un día, me había quejado de estar
tan ocupada en el trabajo que no había tenido oportunidad de comer. A la hora,
apareció allí con comida. Había sido el emparedado más delicioso que había
comido. Cuando se hubo ido, tuve un feliz baile grupal con el personal de la oficina.
120

Liam es Liam. Se encontraba bajo mi piel y trabajando su camino dentro de los


rincones profundos de mi corazón.
De pie frente al espejo, admiré el hecho de que estos jeans valieran cada centavo
que costaron. Pasé mis dedos por mi cabello, consiguiendo que cayera
perfectamente. Entonces, me puse un poco de rímel, un toque de delineador, y un
toque de brillo labial.

Sabía que ver a Liam disiparía mis preocupaciones. Como siempre, estaba
exagerando. Liam es Liam. Liam no es Rick. Liam no es un idiota que me romperá el
corazón.

Dado que la temperatura había bajado a veintiún grados en tierra adentro y


dieciocho grados en la playa, saqué mi chaqueta de cuero estructurada y la puse en
la puerta. Paseaba nerviosamente por mi pequeña sala de estar, sacudiendo los
cojines, y haciendo una parada frente al espejo para retocar el brillo labial.

Liam no es Rick. Traté de convencerme de que estaba siendo tonta. Liam es Liam.
Empujé mis inseguridades a la parte más lejana de mi cerebro, queriendo que
desaparecieran. Me negaba a arruinar mi noche con Liam porque me sentía
condenada a ser aplastada. Liam no es un idiota que me romperá el corazón.

Cuando sonó el timbre, mi corazón se agitó.

Abrí la puerta y asomé mi cabeza coquetamente.

—Lo siento, señor. Ya tengo un juego de enciclopedias.

—Maldición, esa es mi suerte. —Sacudiendo su cabeza, chasqueó sus dedos y


frunció los labios—. ¿No puedes ayudar a un pobre hombre tratando de ganar
dinero? Por favor.

—Tal vez. ¿Tienes algo más en esa bolsa de trucos? —Estiré la cabeza un poco más.
Se ve increíble.

Sostuvo mi mirada.

—Te prometo que si me das una oportunidad, serás mi cliente más satisfecha.

—Bueno, cuando lo pones de esa manera, sería una tonta al no ver la mercancía. —
Abrí la puerta un poco más amplia.

Mientras entraba, envolvió sus brazos a mi alrededor y rozó sus labios sobre los
míos.

—Hola, nena.

Mis pensamientos ansiosos se disiparon mientras me sentía segura, acurrucada en


121

sus brazos.
—Mmmm, me gusta esta poción mágica que estás vendiendo. Me gustaría
embotellarla y sacarla cada vez que el deseo me golpea.

Su mano dibujó círculos en mi espalda.

—Tengo un suministro interminable, pero no te confundas con imitaciones. Solo


llevo la cosa real.

Liam es Liam. Estaba enamorándome duro.

Tomando mi mano, dijo:

—Vamos, hermosa.

Nuestra charla juguetona continuó mientras nos dirigíamos a Miami Beach. Las
luces de la ciudad brillaban contra el fondo negro del cielo despejado de la tarde. A
lo largo de la calzada, las palmeras bailaban con la suave brisa mientras el
resplandor de South Beach nos daba la bienvenida.

En el restaurante, la comida y el servicio fueron impecables. Nuestra conversación


fluyó naturalmente. Me aferraba a cada palabra de Liam, y él escuchaba
atentamente mientras compartía mis propias historias. Reía en todos los
momentos adecuados. Me envolví en el momento, bajé mí guardia. Todo era
perfecto.

Cuando el camarero trajo nuestra tarta de lima, mi postre favorito de todos los
tiempos, cada uno tenía un tenedor en la mano. Había algo íntimo sobre compartir
el postre con otra persona. A medida que empezábamos a picotear en las esquinas,
mi comportamiento cambió. Rick y yo habíamos compartido tarta de lima en
nuestra última noche juntos. Cuando había recogido toda la crema batida, empujé
el plato hacia mí, negándome a compartir con él. Fue la última vez que fuimos
juguetones. Liam no es Rick. Había comido tarta de lima muchas veces desde
entonces y nunca pensado en Rick. Verlo era tóxico. Me sentía vulnerable cuando
me abría a Liam. ¿Y si hace lo mismo que hizo Rick? Liam es Liam. Liam no es Rick.
Sin éxito, traté de salir de eso.

—Oye, ¿adónde fuiste? ¿Estás bien? —preguntó Liam, sus ojos fruncidos con
preocupación.

—Coma de azúcar —mentí. No quería hablar de eso en la cena o nunca. Esperaba


que si lo ignoraba, todo desaparecería, así podríamos reanudar la noche perfecta—
. No sé qué me ocurrió. Estoy muy cansada. —Forcé una sonrisa. Mientras mi culpa
se agravaba con mi negación y mentiras, comencé a reorganizar el salero y la
122

pimienta.
Liam vio justo a través de mí.

—¿Qué pasa en tu cabeza?

No quería hablar de ello, así que le di la respuesta estándar.

—Nada.

No podía lidiar con las mentiras. Tenía que salir de esto. Vino, buena comida, y
tarta de lima mezclado con carga emocional no era una buena combinación para
mantener la calma. Liam era un gran hombre. Dudaba que quisiera lidiar con esta
mierda. Ciertamente, yo no. Me sentía entrando en una espiral descendente.

—Necesito usar el baño —le dije. Después de levantarme, me dirigí al baño.

Sentada en un cubículo, saqué mi teléfono. Con los codos en mis rodillas, toqué la
pantalla, esperando sabias palabras.

Dani: Estoy en una crisis.

Macy: Mierda, ¿qué pasó?

Dani: No lo sé. Acabo de empezar a tener ataque de pánico.

Macy: ¿Llamaste a Candace? Ella es mejor calmándote.

Dani: Tenía una función esta noche. Depende de ti.

Macy: ¿Dónde estás?

Dani: Baño en Joe's.

Macy: ¡Guau! ¿Joe’s? ¿Pediste la tarta de lima?

Dani: ¡Sí!

Macy: ¿Cuál es el problema?

Dani: ¡Rick!

Macy: Mierda, ¿está ahí? Le patearé el trasero.

Dani: No. ¿Y si Liam es como Rick?

Macy: No podemos tener terapia por mensaje de texto.

Dani: Tengo que irme.


123

Macy: Habla con él. Es un buen tipo. No es un idiota.


Volviendo a nuestra mesa, giré en la esquina y vislumbré a Liam. Estaba jugando
con su copa, pero no pude distinguir su expresión. Cuando levantó la mirada,
nuestros ojos se encontraron. Su labio se curvó mientras sus ojos brillaban. Sus
ojos eran las ventanas de su alma. Consiguieron mi atención primero y tocaron mi
corazón. Eran confiados y seguros. Sabía que si me dejaba ir, me atraparía, pero
eso era lo que hacía que la eventual caída fuera más dolorosa.

Después de pedir la cuenta, se volvió hacia mí.

—¿Te sientes mejor?

Sacudí mi cabeza. No quería mentirle otra vez, pero tampoco podía hablar con él.
Lo que teníamos era demasiado bueno para ser verdad, así que tenía que estar
condenado. Rick había sido pura disfunción, y eso no había funcionado. Liam era la
impecable perfección, así que era solo cuestión de tiempo antes de que terminara.
¿Y luego qué? No me gustan los gatos.

—Nena, mírame. ¿Qué sucede? —preguntó

No podía sostener su mirada. Me dolía el corazón. Tenía mucho que perder.

Pagó la cuenta y tomó mi mano. Aunque estaba arruinando esta maravillosa


velada, estaba siendo increíblemente paciente conmigo. Sostuvo mi mano mientras
esperábamos a que el valet trajera su auto.

Quería huir, pero al mismo tiempo quería estar en sus brazos. Sin tener que decir
nada, quería que me asegurara que no me lastimaría. Me apoyé en su brazo, y me
sostuvo.

—Háblame —instó.

—No puedo —susurré.

El valet trajo el auto hasta la acera y abrió la puerta para mí. Me deslicé en el
asiento mientras Liam lo rodeaba y se sentaba.

—No me dejes fuera.

—Es solo que no puedo —murmuré.

Mientras salíamos, Liam estiró su mano hacia mí. Deslicé mi mano en la suya,
entrelazando nuestros dedos.

El viaje a casa fue en silencio. Miraba por la ventana del pasajero, observando las
124

luces de la calle pasar en un borrón.


Liam no me había dado una razón para dudar de él, pero Rick tampoco lo hizo
cuando nos conocimos. Salí un poco. No era como que fuera una monja o algo como
eso. No había tenido más que una cita o dos con alguien en particular. Solo que no
podía permitirme ir allí, y francamente, nadie parecía valer el problema. Liam era
el primer hombre al cual me había acercado. Apenas lo conocía, pero ya me
encontraba enamorándome. La presencia de Rick durante el almuerzo me había
recordado cuán rápidamente eso podría voltearse. Tal vez encontrarme con él
había sido una señal de que me dirigía por el mismo camino de nuevo. Liam no es
Rick. Quizás es peor. No tenía pruebas, pero mis inseguridades se estaban
rápidamente desenvolviendo en autocompasión.

Liam no hizo ningún otro intento de hablar conmigo. Le eché un vistazo para ver
que su mandíbula se encontraba rígida. Por todo lo que sabía, estaba pensando en
la mejor forma de desilusionarme fácilmente, o tal vez sería cruel y solo me
echaría. Todavía estaba sosteniendo mi mano, pero ese podría ser su intento de
botarme. Ante la primera señal de problemas, Liam escaparía. Era genial, pero no
necesitaba lidiar con mi mierda. Era guapo, encantadoramente divertido,
comprensivo y sexy como el infierno. Podría tener a cualquiera. Probablemente
estaba pensando en todas sus opciones. Mi corazón dolió ante la idea de que
seguiría adelante.

Mientras nos acercábamos a mi casa, me estaba preparando para que dejara el


auto encendido. En su lugar, apagó el motor y giró su cuerpo hacia mí. Esperaba
que no fuera a ser sádico.

—¿Vas a hablar conmigo? —Su voz era suave, casi adolorida.

Mientras miraba por el parabrisas, me pregunté si debería plantar algunas flores


bajo la ventana. Quería pensar en cualquier otra cosa que en lo que estaba a punto
de pasar.

—No sé qué decir o cómo decirlo. —Eso era lo más honesto que pude sacar.

Todavía no había soltado mi mano. Con nuestras manos conectadas, no sabía


dónde comenzaba la suya y terminaba la mía. Cuando se alejó, el momento cambió.
Salió del auto y dio la vuelta hasta el lado del pasajero mientras sacaba mis llaves.
Abrió la puerta del auto, siendo el caballero que era, y por supuesto, pensé que esto
era malicioso de su parte. Me estaba torturando con amabilidad.

Abrí la puerta principal, y me siguió dentro. Entonces, todo el infierno se desató.


Me atrajo en un abrazo. Bajando la mirada hacia mí, me besó. Al principio, fue
gentil y suave, pero escaló a apasionado e intenso. Apartándose, retrocedió.
125
Embelesada por su mirada, confié y lo anhelé.

Acunó mi rostro.

—¿Qué está pasando contigo?

Cerrando mis ojos, esperé que todo se arreglara mágicamente. Cuando abrí mis
ojos, esa expresión interrogante todavía se hallaba en su rostro. Hice lo único que
sabía. Perdiéndome, lo besé con todo lo que tenía, y respondió. La pasión entre
nosotros se volvió insoportable. Lo deseaba. Lo necesitaba. Mis emociones eran
erráticas. Mi corazón latía por él mientras el miedo corría por mis venas.

Me quité la chaqueta. Mis dedos rápidamente desabotonaron su camisa. Sus manos


permanecieron fijas en mi rostro suavemente mientras las mías viajaban bajo su
camisa, sintiendo sus tentadores músculos. Traté de llevarlo a mi dormitorio, pero
se resistió.

—Necesitas hablar conmigo.

Lo distraje con besos.

Me apartó de él.

—Así no.

Me alejé de él, sintiéndome rechazada.

—¿No me deseas? —pregunté, mi voz temblorosa. Mi corazón se hundió cuando la


desesperación alimentando mi locura fue a una sobremarcha.

Estiró una mano hacia mí.

—Ni siquiera vayas ahí. No tienes ni idea de cuánto te deseo. —De nuevo, me
preguntó—: ¿Qué pasó? Háblame, por el amor de Cristo.

—Bien, pero no va a gustarte. —Mi voz y corazón se encontraban vencidos y


frustrados. Alejándome, me incliné contra la parte trasera del sofá y me volteé para
enfrentarlo de nuevo—. Me encontré con mi ex hoy, y eso jodió mi cabeza —
espeté.

Su expresión cambió de preocupación a una de dolor o celos. Quizás era ambas. Su


mandíbula se tensó. No había esperado esa admisión. Esto no iba a ser bueno.

—¿No crees que deberíamos hablar sobre eso? —preguntó, cruzando sus brazos.
126

Sabía la respuesta a eso.


—No —respondí rápidamente. Después de la décima vez que me había
preguntado, pensaba que era evidente que no quería hablar de esto.

Inclinó su cabeza a un lado, estrechando su mirada.

—¿Quieres estar con él?

—No. Es un imbécil egoísta. Solo es toda la otra cosa. —Agité mis manos.

—¿Cuál es la otra cosa? —preguntó tranquilamente mientras agitaba sus manos de


una manera menos animada.

Brillando en un naranja oscuro, la habitación se hallaba iluminada por una


pequeña lámpara de mesa cerca de la puerta. Prefería esconderme en la oscuridad.

—No quiero hablar de eso.

—No siempre logramos hacer lo que queremos. Algunas veces lo haces porque lo
necesitas —dijo, tomando el control.

Sabía que su paciencia se estaba agotando. El lenguaje de su cuerpo cambió cuando


frotó su cuello e inclinó su cabeza hacia atrás. Yo no estaba haciendo esto fácil,
pero él no comprendía. Comenzó a pasearse en la pequeña área de mi sala de estar.
Probablemente yo lo estaba haciendo mucho peor, pero no podía detenerme. Como
conducir un tren fuera de control, estaba convencida de que estaba viviendo la
profecía destinada a cumplirse. Liam había terminado conmigo. Eso era todo. Ese
pensamiento me congeló hasta mi núcleo.

—Por favor… —Me detuve y me moví más cerca de él—. Abrázame.

Quería sentir su abrazo. Me envolvió en sus brazos y besó mi cabeza. Cuando


levanté la mirada hacia él, sostuvo mi mirada. Levantándome sobre la punta de mis
dedos, mis labios se deslizaron en los suyos.

—Estoy teniendo una batalla interna en este momento —dijo, dando un paso lejos
de mí—, entre darte lo que necesitas y…

Antes de que pudiera terminar, retrocedí a la defensiva.

—O salir por esa puerta —le solté, apuntando a la puerta principal.

Me preparé para su respuesta. Tenía una botella de vino, algo de Häagen-Dazs, y


masa de galletas preparada para el período de recuperación posterior al descarte.
Esto es todo. Pensé que le había dado su salida.
127

En lugar de ello, estaba molesto.


—¿De qué demonios estás hablando? —preguntó, levantando su voz mientras
arrugaba su ceño. Se detuvo, frotando su sien—. ¿En verdad crees que quiero salir
por esa puerta?

No iba a permitir ser gritada en mi propia casa, así que defendí mi territorio.

—¡Es lo que todos hacen! —grité—. Y esta es mi casa, así que no me grites. De
hecho, nunca me levantes la voz.

Se inclinó contra el mostrador, agarrándose, mientras sacudía su cabeza.

—No soy todos ellos. Entiendo que hayas sido jodida por imbéciles. Lo entiendo.
¿He hecho algo que te haga pensar que soy como ellos? —preguntó, manteniendo
su voz baja y controlada. Su mandíbula apretada.

—¡Sé que no eres ellos! —Caminé de un lado al otro por la diminuta habitación—.
Crees que lo entiendes, pero no lo haces. No entiendes lo que significas para mí o
cuánto me importas. No entiendes cuán asustada estoy de ser lastimada de nuevo.
Así que, no, no lo entiendes.

Mientras me miraba con incredulidad, pensé que le iba a brotar otra cabeza.

—¿No lo entiendo? —preguntó con ojos centelleantes—. ¿En serio? ¿No lo


entiendo? En primer lugar, ¿cómo sabes que no lo entenderé si ni siquiera me
hablas? En segundo lugar, no asumas que soy ajeno a tus sentimientos. ¿Siquiera
sabes lo que tú significas para mí? ¿Tienes alguna idea de lo mucho que me
importas? ¿Tienes una noción de cuánto pienso en ti o lo mucho que quiero estar
contigo? ¿Tú entiendes eso en absoluto?

No pude retener las lágrimas. Mientras permanecía en la habitación oscura, Liam


caminaba de un lado a otro, se detenía, levantaba la mirada al techo, y entonces
caminaba un poco más. Iba de pasar sus manos a través de su cabello a sostener el
puente de su nariz.

Dejó de caminar de un lado al otro.

—No batallaba con esa puerta —dijo, señalando a la puerta principal—. Sino con
esa. —Señaló hacia mi dormitorio. Cerró sus ojos y dejó escapar un profundo
suspiro.

—Me importas mucho —gemí—. Estoy muy vulnerable, y eso me asusta hasta la
muerte.

Se acercó a mí, inclinó mi rostro hacia arriba, y entonces presionó sus labios contra
128

los míos.
—Nena, lo eres todo para mí. No tienes idea de cuánto te deseo. No me voy a
ningún lugar. —Me abrazó fuerte—. Lamento que perdiera mi temperamento.

Cuando me besó suavemente, mi cuerpo se sumergió en sus brazos.

Me eché hacia atrás ligeramente.

—No tienes nada de qué lamentarte. Arruiné nuestra noche. Detesto que ver a mi
ex trajera mis inseguridades a la superficie. Comencé a pensar en los peores
escenarios. Pensé que estabas planeando nuestra ruptura en el auto y siendo muy
malvado y sádico acerca de ello. Lo lamento todo.

—¿Cuándo creíste que fui malvado y sádico? —preguntó.

—Cuando estuve orquestando tu ruptura conmigo.

—¿En serio pensabas que iba a romper contigo?

—Tan serio como un ataque al corazón.

—Es bueno que sepa RCP —dijo, arrastrándome más cerca de él.

—Lo siento tanto. —Mientras las lágrimas llenaban mis ojos, me hundí en sus
brazos y apreté mi agarre alrededor de él. Liam no es Rick. Liam es Liam.

Frotó círculos en mi espalda.

—Estamos bien.

—Detesto cuando me asusto. Me convierto en esta persona loca que no me gusta.


¿Cómo puedo gustarte si no puedo soportarme a mí misma en este momento?
Honestamente, no sé por qué estás aquí todavía. —Levanté la mirada por consuelo.

—Estoy tan loco por ti —dijo, sonriendo suavemente—. ¿Me crees?

—Sí —murmuré, asintiendo.

—No tengo control sobre el pasado. Quiero una oportunidad de mostrarte que
puedes confiar en mí. No te lastimaré, al menos no a propósito. Probablemente
haré cosas estúpidas, pero no soy un imbécil, y no tengo planes de convertirme en
uno.

—Sé que no eres un imbécil. Eso es lo que te hace incluso más letal.

Acarició mi rostro con el dorso de su mano.


129

—Eres linda cuando estás siendo dramática. Entonces, ¿qué pasó hoy?
—Estaba sentada en la mesa, alistándome para leer, cuando apareció de la nada.
Fue surrealista. Fue como si todo el dolor resurgiera y mi corazón se rompiera una
vez más. Le dije que se fuera, y lo hizo. Se veía triste, y eso hizo que me enojara.
Entonces, pensé en cuán genial es todo entre nosotros, y entré en pánico.

—Lamento que tuvieras que atravesar eso. —Metió un mechón de cabello detrás
de mi oreja—. Honestamente, no quiero oír hablar sobre antiguos novios, pero sí
quiero saber cuando algo te lastima. Puedes hablar conmigo, y te escucharé. No
estás sola.

Absorbiendo sus palabras, puse mi cabeza contra su pecho. No estaba sola. Liam es
Liam.

Con emotiva y agotadora la noche, se me escapó un bostezo.

—Alguien está cansada. —Me besó en la coronilla—. Debería irme.

Ansiaba su consuelo. Todavía no se había quedado a dormir, pero no quería que se


fuera.

—Por favor, quédate. —Mis brazos se apretaron alrededor de él—. No quiero


soltarte.

Agarré su mano y lo llevé hacia mi dormitorio. Parándome frente a la puerta, su


mirada encontró la mía, paralizada. Sus ojos miraron mi boca. Mis labios se
separaron mientras mis ojos se cerraban en respuesta. Cuando su boca encontró la
mía, su lengua se deslizó a lo largo de mi labio inferior. Envolví mis brazos
alrededor de su cuello y pasé mis manos a través de su cabello. Me acercó más,
profundizando el beso. Mis manos se deslizaron hacia abajo, mis dedos acariciando
su rostro ligeramente. Se inclinó hacia mi toque.

Por mucho que lo deseaba, me sentía nerviosa. Había pasado demasiado tiempo.

Sintió mi aprehensión.

—Solo voy a abrazarte esta noche —dijo en una voz seductoramente ronca.

Mi respiración se volvió superficial mientras mi corazón revoloteaba.

Se inclinó y me besó suavemente de nuevo con sus manos a los lados de mi rostro.

—Voy a mostrarte lo que significas para mí.

Cuando sus labios rozaron mi oído, gemí suavemente.


130

—Voy a probarte quién soy.


Cuando besó mi cuello, mi corazón se llenó y se desbordó. Cuando una lágrima
escapó de mi ojo, la limpió con su pulgar. Cuando metió mi cabello detrás de mis
orejas, nuestros ojos se trabaron, sus ojos penetrando hasta las profundidades de
mi alma. Nunca había sentido esto antes. Esto no era sexo. Esto era pasión
desenfrenada.

Mantuvo sus ojos fijos en los míos mientras sus manos se deslizaban debajo del
dobladillo de mi camisa. La sensación de su toque contra mi piel desnuda enviaba
escalofríos a través de todo mi cuerpo. Después de que sacó mi top, me besó
mientras sus manos exploraban mi cuerpo cuidadosamente, su toque suave y
sensual.

—Eres la mujer más hermosa que he visto en mi vida —dijo, sus ojos
admirándome.

Después de que lo ayudara a quitar su camisa, mis manos se movieron a través de


su cincelado pecho. Me llevó hacia la cama y me recostó en esta. Sosteniendo mis
manos sobre mi cabeza, hizo un camino de besos a lo largo de mi cuello expuesto y
a través de mi clavícula.

Se arrodilló a un lado de la cama y sacó mis botas. Mientras frotaba mis pies, sus
movimientos tiernos, mis sentidos se fueron en sobrecarga. Cuando levantó la
mirada, sus ojos y la expresión de su rostro abrazaron mi corazón.

—La primera vez que miré tus ojos, quise consolarte y sostenerte —dijo mientras
se posicionaba sobre mí.

Aflojó mis ajustados jeans.

—Cuando miramos el amanecer, sabía que no iba a dejarte ir. —Hizo un camino de
besos bajando por mis piernas.

Estaba jadeando, por sus besos y su toque.

Se movió a mi lado y acarició mi rostro.

—Significas todo para mí. —Me besó con pasión, deseo, y algo más que era nuevo
para mí.

Cuando recostó su cabeza contra mi frente, apenas podía respirar.

Mi mano descansaba en su pecho, sintiendo su corazón latir salvajemente.

—Esta noche se trata de ti, ¿está bien? —susurró.


131

Asentí en acuerdo.
Hizo un camino de besos bajando por mi cuello mientras sus manos cubrían mi
cuerpo sin titubeos. Desabrochó mi sujetador y lo sacó, revelando mis pechos
llenos. Su boca encontró un pezón y su mano provocó el otro. La sensación causó
que una ola corriera a través de mi cuerpo. Pasé mis dedos a través de su cabello y
envolví mis piernas alrededor de él. Continuó asaltando mis sentidos con su boca y
manos, dirigiéndome a mi primer orgasmo. Apretando mi pezón, se abrió camino
hacia abajo, mordisqueando y besando hasta que alcanzó mis bragas. Sus palabras
y toque mezclados con mis sentidos agudizados enviaban estremecimientos a
través de mi cuerpo.

Besó el interior de mis muslos mientras sus manos se deslizaban hacia abajo por
mi cuerpo, parándose para jugar con la banda de mis bragas. Cuando levanté mis
caderas, él aflojo las suyas.

—Eres todo en lo que pienso —dijo, deslizando su mano hacia abajo, entre mis
piernas.

Excitada no podía comenzar a expresar el estado en el que estaba. Mientras sus


dedos comenzaban a explorar mis pliegues, apenas podía controlarme. Sus dedos
me rodearon suavemente hasta que dos me penetraron. Mis caderas se mecían
rítmicamente con el movimiento. La presión era intensa, y el orgasmo me alcanzó.

—Liam —grité con mi liberación.

Antes de que pudiera recuperarme, enterró la cabeza entre mis piernas. Su lengua
lamía y hacía círculos en mí. No podía controlarme. Aferrándome a su cabeza, mis
dedos se enlazaron a través de su cabello mientras succionaba ligeramente sobre
mi clítoris. Su boca me traía placer expertamente de una manera indescriptible. Me
arqueé, lanzando mi cabeza hacia atrás, mientras gritaba su nombre otra vez en
éxtasis.

Levantándose, me arrastró hasta su pecho, besándome con pasión y corazón.

—Todo tuyo, nena. Soy todo tuyo —dijo, acariciando mi cuello con su cabeza.

Se incorporó y volvió con una camiseta para ponerme. Se metió en la cama, usando
únicamente bóxers.

—Barrera —dijo.

Cuando me tiró más cerca de él, sentí su calidez y su corazón. Enterró su cabeza en
mi cabello y me apretó fuertemente.
132

¿Así se siente ser amada?


133
Capítulo 22
Liam

E
l sol estaba brillando a través de sus persianas. Definitivamente tenía que
conseguir algo de Home Depot para bloquear esa luz. No sabía cómo podía
dormir con el brillo que llenaba su dormitorio. Debía estar acostumbrada.
Se veía tan tranquila, durmiendo profundamente. Me encantaba despertar a su
lado, pero no me gustaba… está bien, bien, odiaba pelear con ella. No quería volver
a hacerlo otra vez. Sabía que todas las parejas peleaban. Simplemente no quería
tener la pelea donde ella pensaba que irse por la puerta era una opción. La verdad
era que estaba profundamente bajo mi piel.

Lo bueno de nuestra pelea fue que habíamos conseguido airear un montón de


cosas, y nos dio un empujón hacia adelante. Dios, me encanta besarla y tocar su
cuerpo. Anoche, me había recordado constantemente que quería que se tratara de
ella. Había necesitado ser apreciada más de lo que había necesitado mi polla. Mi
polla no había estado de acuerdo. Honestamente, casi había explotado en mis
pantalones un par de veces. Aun así, había sabido que no se trataba de mí.
Tampoco lo había hecho sobre mí, aunque a veces había querido que fuera sobre
mí, sobre todo cuando ella había gemido y se había movido contra mi mano. Eso
había sido extraordinariamente caliente.

No debería haber pensado en su cuerpo desnudo mientras estaba acostada a mi


lado. Ahora, tenía una erección matinal. Tenía que vestirme antes de hacer lo que
realmente quería hacer. La besé ligeramente y salí de la cama.

Tomé una ducha rápida. Mis opciones fueron Japanese Cherry Blossom o Dream
Angels Desire de Victoria's Secret. Maldición. Iba a oler como una chica, pero al
menos olería como mi chica. Después de esto, Chris definitivamente me pondría en
la categoría de nena. No me importaba una mierda. Había despertado junto a ella, y
134

eso era todo lo que me importaba.


Después de mi ducha, escuché un golpe en la puerta principal. Dani todavía estaba
durmiendo, así que me vestí rápidamente y me dirigí a contestar la puerta. De pie
al otro lado estaba Macy. Estaba paseándose y enviando mensajes de texto en su
teléfono.

Abrí la puerta.

—Buenos días, Macy. ¿Qué estás haciendo aquí, a las, eh… ocho un domingo por la
mañana?

Ella me miró con la boca abierta.

—Um, ¿qué estás haciendo tú aquí a las ocho de la mañana… con el cabello
mojado? —preguntó en un tono astuto. Rápidamente, empezó a enviar mensajes
de texto de nuevo, y luego empezó a hablar muy rápido—. No sabía que estabas
aquí. Si lo hubiera sabido, no habría tocado. Oh, eso no suena bien. ¿Cómo se
suponía que supiera que estabas aquí?

—Macy, más despacio. Está bien. Dani todavía está durmiendo, estoy seguro de que
se levantará pronto. Y mira ahí… —Señalé el auto estacionado junto al de Dani—.
Ese es mi auto.

—Pensé que era la vecina grosera de Dani que siempre estaciona en su espacio y la
saca de sus casillas. Sabes que ella tiene una cosa sobre límites, ¿verdad?

Entró y me dio el habitual beso en la mejilla. Mientras me abrazaba, colocó su


mano en mi pecho y la dejó allí un poco más de lo que me sentí cómodo.

—Guau, Dani no estaba bromeando. ¿Te ejercitas? Y maldita sea, hueles muy bien.

—Me estas poniendo incómodo, Mace. —Retrocedí un paso.

Me palmeó el pecho.

—Oh, por favor. Dani es mi mejor amiga, y soy amiga de tu amigo. Solo quería
comprobarlo un poco. Sí, es cierto, Dani no exageró en absoluto.

Acomodándose, Macy dejó caer sus cosas en el sofá y entró a la cocina. Sacó un
yogur y se sentó en el taburete de la barra cerca del mostrador, mirándome. Me
estaba asustando con la forma en que me estaba mirando.

Le pregunté:

—¿Siempre vienes temprano un domingo en la mañana?


135

Empujó su cabello hacia atrás y se enderezó.


—No, solo tuve un presentimiento cuando no me envió un mensaje de texto
después de que llegó a casa anoche de que me necesitaría hoy, así que vine. Eso es
lo que hacen las mejores amigas. Le escribí a Candace. Tiene una cosa familiar a la
que ir, pero está en espera si la necesito —dijo Macy. Entonces, maliciosamente,
preguntó—: Supongo que es bueno que te tenga aquí todo para mí. Deberíamos
discutir algunos asuntos. ¿Dani te lo dijo?

—¿Decirme qué? Y lo que sea que Dani tenga que decirme, es entre nosotros dos —
dije, sabiendo que estaba pisando hielo muy fino aquí.

Mierda, no puedo hablar de Dani con su amiga. Eso es una locura. ¿Por qué las chicas
hacen esta mierda?

—¿No te habló de su, um… condición? —preguntó Macy, casi decepcionada—. Le


dije que necesitaba hacerlo. Es lo correcto.

Todo lo que escuché fue condición. Mierda, espero que Dani esté bien. La idea de que
algo estuviera mal con ella me preocupaba.

—¿De qué condición estás hablando? ¿Está bien? Quiero decir, debería hablar con
ella sobre esto. Solo dime, por favor, está bien, ¿verdad? —le pregunté con
aprensión.

—No puedo creerlo —dijo ella, sacudiendo la cabeza—. ¿Por lo menos tomó un
Advil? No puedo creer lo irresponsable que es.

—Macy, me estás asustando de nuevo, y ahora, estoy jodidamente preocupado


aquí. ¿De qué diablos estás hablando? ¿Qué le pasa a Dani? —Estaba empezando a
entrar en pánico.

Ella empezó a abrir los armarios, y luego sacó el Advil y una botella de agua.

—Dani me mataría por decírtelo, pero teniendo en cuenta que estás aquí esta
mañana, creo que su condición podría estar remediada. —Me guiñó el ojo.

En este punto, me senté en un taburete de la barra cerca del mostrador. Estaba


cayendo muy fuerte por Dani. Mierda, ni siquiera puedo sacarla de mi mente. Macy
me estaba confundiendo y no tenía ni idea de qué diablos estaba hablando. De
repente, mi boca estaba muy seca y necesitaba agua. Me levanté y abrí la nevera,
buscando una botella.

—Solo dime que está bien o que va a estar bien —le supliqué—. ¿Qué está
pasando?
136
—Liam, me estás confundiendo completamente con tu línea de preguntas —dijo
Macy, sacudiendo su cabeza mientras lamía yogur de su cuchara—. ¿Está bien?
Está en el camino de la recuperación, y eres extremadamente bueno para ella. No la
he visto tan feliz en años. Espera, nunca la he visto tan feliz con un hombre. ¿Cuáles
son tus intenciones con ella, de todos modos?

—Macy, maldita sea, solo dime —le espeté.

Me miró con ojos desaprobadores.

—Lo siento, Macy. Estoy muy preocupado ahora mismo. Mis intenciones con Dani
son honorables. Me gusta mucho. Me importa. ¿Está bien? Y la idea de que algo este
mal con ella me aterra. Por lo tanto, por favor…

Macy se echó a reír. Las mujeres pueden ser tan crueles. Creía que era la mejor
amiga de Dani. ¿Cómo puede estar riéndose de una situación como esta?

—¿Pensaste que había algo malo con ella? Oh, eso es tan gracioso. No, no hay nada
malo con ella… bueno, excepto por su condición, de la cual espero que te hayas
encargado anoche. Por favor, dime que te encargaste de su condición anoche.

—Macy, ¿de qué carajos estás hablando? ¿Dani está bien? No está enferma,
¿verdad? —pregunté, frustrado y aliviado.

—Relájate. No está enferma. Está bien, excepto por el hecho de que claramente no
te habló de su condición —dijo Macy, poniendo los ojos en blanco.

Todavía era temprano en la mañana. Todavía no había tomado cafeína. Sentado en


la cocina de mi novia mientras ella estaba dormida, estaba hablando con su mejor
amiga que no tenía sentido en absoluto.

—Macy, querida, soy un chico. No hablo la jerga de chicas. Inglés, por favor. ¿De
qué diablos estás hablando? ¿Y Dani va a estar disgustada si descubre que me estás
diciendo esto? Si es así, entonces no quiero saberlo. Si tiene algo que decirme,
entonces puede decírmelo ella —le dije tan calmadamente como pude.

—Eres tan lindo —dijo. Terminó su yogur y tiró el recipiente a la basura—. Por
supuesto, estamos hablando de Daniela Ruiz. ¿Hola? Estaría histérica si
descubriera de lo que estábamos hablando, así que ya no hablaremos de eso. Ahora
que te tengo aquí, y dijiste que tus intenciones con ella son honorables, tenemos
que tener otra pequeña charla.
137
No podía seguirle el ritmo. Hablaba rápido y en enigmas. No tenía ni idea de lo que
estaba diciendo. Me había distraído después de haber escuchado que “está bien”.
Realmente no había escuchado nada más.

—De nuevo, ¿Dani va a estar disgustada contigo? Demonios, ¿se enfadará conmigo
por tener esta conversación? —Me froté el rostro, esperando que me prepararía
para la próxima ronda de hablar rápido con Macy. ¿Cómo diablos lo hace Chris?

Suspiró pesadamente.

—Mira, no sé si Dani estará molesta. Estoy esperando que no. Lo más importante
es que sé que dices que tus intenciones con ella son honorables, y espero por Dios
que tengas razón. Dani es una gran chica, y es mi mejor amiga. Al final del día, mi
lealtad siempre estará con ella. Lastímala, y te mataré.

El intento de Macy de inculcarme miedo era innecesario e infructuoso. No me


parecía del tipo homicida.

—Macy, no tengo ninguna intención de lastimar a Dani. Eres una buena amiga.
Entonces, ¿eres realmente violenta?

—Soy mortal. Deberías estar muy asustado de mí. Estoy convencida de que su ex
todavía se esconde de mí. Sabe que si lo veo, le cortaría su polla por ser el hijo de
perra que fue, por la forma en que la lastimó, y por la forma en que la trató
horriblemente durante un miserable año. Por no mencionar lo de ayer. Si hubiera
estado allí, habría sabido que era mejor no acercarse a ella.

—Macy, vamos a entrar en un área peligrosa aquí. Esto es algo de Dani para
compartir —dije. Pero sí que quería saber más sobre este idiota. Sabía lo de ayer,
pero parecía haber más en la historia. ¿Qué demonios hizo? Estaba teniendo un
fuerte deseo de patear algunos traseros por mi cuenta.

—Bien, Liam. —Puso los ojos en blanco—. Quería decirte la verdad sobre el hijo de
perra y el hecho de que es responsable de su condición. Jugó verdaderamente con
su cabeza y le rompió el corazón. Solo no quiero volver a verla herida de esa
manera.

—Está bien, ahora que estamos de vuelta a su condición. ¿Cómo es responsable


este idiota? —pregunté, preocupado y frustrado.

—Entonces, ¿estás de acuerdo en que es un idiota? —preguntó—. Volvamos a tus


intenciones con Dani. Deberías apreciar el hecho de que me las explicas a mí y no a
su papá. ¿Alguna vez has salido con una chica cubana y lidiado con un papá
138

cubano? Siempre será su niña —dijo, alzando la ceja.


Antes de que pudiera decir algo, continuó hablando. Maldita sea, es una habladora.

—Pensándolo bien, no me digas. Si no le has hablado de las citas de tu pasado,


entonces estaré obligada por las reglas de la hermandad a contarle todo lo que me
digas. Si me entero primero que ella, estará herida y trastornada, así que no me lo
digas. Solo le preguntaré a Chris. Entonces está bien porque no viene de ti.

Simplemente sacudí la cabeza con incredulidad. ¿Qué demonios acaba de pasar?

—Bien, porque quiero a Dani y me agradas… y el hecho de que no me has dicho


que me callara todavía está funcionando a tu favor… Sé que estoy hablando muy
rápido, pero Dani va a despertar pronto, y entonces no voy a hablar tanto.
Generalmente, Candace es quien maneja las confrontaciones. Yo solo apoyo, así
que soy nueva en esto. Nunca hemos intervenido de esta manera antes, pero
después de él, sentimos que es nuestra responsabilidad estar más involucradas y
proactivas en la protección de Dani. Por lo tanto, por favor entiende… tal vez
debería llamar por respaldo… Candace debería ser realmente quien explique todo
esto. —Hizo una pausa y respiró hondo—. Oh, no me mires así. Estoy nerviosa.
¿Qué puedo decir? El caliente novio de mi mejor amiga está sentado frente a mí.
Mientras estoy haciendo todo el asunto de la confrontación, mientras todo lo que
puedo imaginar es la demostración de RCP con los golpes profundos, duros y
constantes que la dejaron cerca del orgasmo y a mí en celo.

Mis labios se curvaron en una sonrisa.

—Cerca del orgasmo, ¿eh?

Macy puso los ojos en blanco y empezó a enviar mensajes de texto.


139
Capítulo 23
Dani

E
stiré mis brazos y encontré que mi cama estaba vacía. Sentándome, miré
alrededor, y mi estómago cayó. ¿Se fue en medio de la noche? No pude evitar
sentir gran decepción. Me levanté cuando escuché voces. Agarré un par de
pantalones cortos de mi cajón, me los puse, y corrí al baño.

Entrando a mi sala de estar, me paré en el umbral, observando un intercambio


entre Liam y Macy en la cocina. No tenía idea de qué estaban hablando, pero Liam
sin duda lucía confundido, igual que cualquier hombre intentando mantenerse al
día con Macy y sus divagaciones. Oh mierda, Macy y sus divagaciones. Tenía que
detener esto antes de que fuera demasiado tarde.

—Hola, buenos días —dije, entrando a la cocina.

Me incliné hacia Liam y le di un abrazo. Se giró y me dio un dulce beso. Dios, puede
besar. Sus labios eran tan deliciosos. Envolvió su brazo alrededor de mi cintura
mientras Macy nos miraba. No tenía idea de por qué estaba aquí, y no quería saber.
Solo le disparé una pequeña sonrisa y disfruté la sensación de estar en los brazos
de Liam.

—Buenos días, nena. ¿Dormiste bien anoche? —preguntó, mirándome.

Me perdía en sus ojos en cada momento. Eran tan hermosos. No pude evitar
sonreír.

—El mejor sueño de todos —dije, mi sonrisa ampliándose. Olvidé completamente


de que Macy aún estaba aquí.

—Ya era hora. Aquí está el Advil y algo de agua. Ahora que tu condición ha sido
140

remediada, estoy segura de que necesitarás algo de esto —dejó escapar Macy.
Nuestras cabezas se dispararon hacia Macy. Solo nos miró inocentemente.

—Oh Dios mío, Macy. Voy a matarte. —dije a través de dientes apretados.

Liam me miró, confundido.

—¿Jerga de chicas de nuevo? No puedo seguirles el ritmo. Macy me ha estado


hablando en código. No tengo idea sobre qué estaba hablando, a excepción de que
tienes alguna condición que pensé era una enfermedad. Encontró eso graciosísimo.
Nena, por favor dime que estás bien, así podemos estar enojados con Macy juntos
—me pidió.

Tiró de mí para un dulce beso. Nuestras bocas se separaron ligeramente, y


entonces el beso se profundizó. Puedo besar a este hombre todo el día. Nos
apartamos. Sintiéndome mareada, el deseo corría a través de mi cuerpo. Lamí mis
labios y luego me mordí el inferior, intentando contenerme. Anoche rompió la
presa, y lo deseaba. Quería sentirlo dentro de mí. Sus ojos se volvieron de un tono
más oscuro de azul mientras sus manos comenzaban a acariciar mi espalda baja.

—Em, chicos, observarlos a ustedes dos prácticamente devorarse el uno al otro es


realmente caliente, pero Chris no está aquí aún para, um, atender el efecto en mí.
Así que, ¿les importaría bajarlo a apto para todo público? —dijo Macy. Se giró hacia
mí—. Dani, ¿no es mucho mejor que esos novios literarios?

Liam me arrastró más cerca de él y enterró su cabeza en mi cuello. Susurró en mi


oído:

—Me encantó despertar junto a ti hoy.

Mi corazón se hinchó, y dejé pasar las divagaciones de Macy.

Entonces hubo un golpe en la puerta principal.

—¿Quién diablos podría ser? —pregunté. Negando con la cabeza, me preparé para
caminar hacia la puerta.

Macy saltó y se dirigió a abrir la puerta.

—Oh, es Chris. Yo atiendo.

Mi casa estaba convirtiéndose rápidamente en la Gran Estación Central. Liam se


levantó del taburete cuando Chris se acercó para saludarnos. Me dio un cálido
abrazo.

Entonces, Chris se acercó a Liam y le dio un abrazo de hombre, dándole palmadas


141

en la espalda. Se apartó, riendo.


—De ninguna jodida manera, amigo. Ahora incluso hueles como una chica.
142
Capítulo 24
Rick

H
oy me iba a reunir con Chris en el Martini Bar. Se había convertido en mi
amigo honorario, y necesitaba uno.

Entré en el estacionamiento y dejé mi chaqueta en el auto. Había estado en


reuniones todo el día, así que necesitaba un trago fuerte. Atravesé las puertas y me
abrí paso a través de la multitud de la hora feliz. Aflojando mi corbata, encontré un
asiento junto al bar. Hice una seña al camarero, quien se estaba tomando su
tiempo.

—Tomaré un Black Label en las rocas. —Apoyé los codos contra el bar, esperando
mi trago. Cuando finalmente llegó con una mala actitud del camarero, sonreí—.
Gracias.

No podía quitarme de la cabeza la imagen de la forma en que Daniela me había


mirado la última vez que la había visto.

—Joder —murmuré mientras revolvía mi trago.

Habían pasado casi tres semanas desde la última vez que había follado.
Honestamente, después de ver a Daniela, estaba teniendo problemas para
conseguir una erección, lo cual no era una cosa buena. No me importaba, y eso
decía mucho. La única mujer con la que quería estar era Daniela, y ahora mismo,
ella no quería nada conmigo. Fui por el camino equivocado, pero no tenía un mejor
plan. Decir que estaba en un mal lugar era un eufemismo.

Estaba tan envuelto en mi propia miseria que no me di cuenta cuando Chris entró.

Me dio una palmadita en la espalda.


143
—Rick, ¿cómo te va? No te he visto últimamente —preguntó Chris, mirándome
como si me estuviera muriendo.

Solo sacudí mi cabeza. No estaba de humor para hablar de ello. La verdad era que
no había estado saliendo. En mi misión por recuperar a Daniela, comencé a reducir
mis salidas a los clubs. Ella lo había odiado, así que estaba tratando de vivir sin ello.
Los clubs también me hicieron perderla. A pesar de que había pasado un tiempo,
no podía sacarme la idea de todas esas noches que llegábamos a casa y follábamos
durante toda la noche. Tenía el coño más impaciente que se empapaba,
suplicándome sumergir mi polla en este. Estaba tan jodido ahora mismo que no
estaba poniéndome duro mientras pensaba en su coño. Era miserable sin ella.

Chris se estaba preocupando. No creía que alguien me hubiera visto lucir así de
desastroso antes.

Así que le dije la verdad.

—La jodí a lo grande. Tuve a la mujer más asombrosa, y la jodí. Ahora, la quiero de
vuelta, y no me da ni la hora. ¡Jodí mi vida!

Chris solo me miró, y luego ordenó otra ronda de tragos.

—Nunca supe que tú y Lise fueran tan cercanos —dijo.

Por supuesto, no iba a contarle a Chris quién era esa persona o qué había hecho
para joder más las cosas. Todavía tenía que andar con cuidado. Lo último que
necesitaba ahora era que me patearan el culo. Sabía que me lo merecía, pero no
estaba a punto de inscribirme.

Con un par de tragos a mi cuenta, me sentí un poco menos miserable. Tenía que ser
cuidadoso. No quería convertirme en un alcohólico. Necesitaba encontrar una
mejor salida que no incluyera alcohol ni sexo. Le había contado a Chris tanto como
podía sin sonar como un marica ni dar demasiada información.

Una mujer vino y se apoyó en el hombro de Chris. Él levantó la vista y la saludó. Era
rubia con lindos pechos. Cuando me miró, simplemente me aparté y miré mi trago.

—Entonces, Chris, ¿vas a presentarme a tu amigo? —preguntó ella.

—Claro. Madison Stuart, este es Rick Marin. Rick, esta es Madison. Ella es la
encargada —dijo Chris.

Levantando la mirada de mi trago, incliné mi cabeza hacia ella.


144

—Madison.
—Sí, Madison como la avenida —dijo con un guiño.

Dejé escapar una risita. Sabía lo que quería.

—Madison, como la Avenida, no voy a comprar lo que estás vendiendo. —Sonreí.

—¿Quién dijo que vendía algo? —respondió defensivamente.

En circunstancias normales, su actitud defensiva sería sexy como el infierno, pero


en este caso, no estaba haciendo nada por mí.

—Maddy —dije, recostándome y mirándola—, sé lo que quieres. —Tomando mi


vaso, tragué un sorbo de mi trago y me incliné hacia ella.

Conocía a las mujeres. Conocía sus cuerpos, y conocía sus señales. Y Madison
estaba enviándolas.

—Oh, ¿de verdad? ¿Crees que sabes lo que quiero? —Madison respondió con un
pequeño resoplido—. Y no me llames Maddy.

Este era un desafío. Ya que ahora tenía algunos tragos en mí, tenía la oportunidad
perfecta para sacar algunas de mis frustraciones.

—Maddy, sé exactamente lo que quieres —dije, evaluándola. La miré directamente


a los ojos—. Estás ahí de pie con tus tetas, rogándome que las alcance y las frote,
las lama, y las pellizque. —Podía decir que estaba jodidamente encendiéndola—.
Quieres que pegue la mano en tus pantalones justo ahora y sienta tu coño. Sé que
está mojado.

Cuando terminé mi trago, noté sus ahora endurecidos pezones a través de su blusa
sedosa.

—Y sabes que puedo encontrar tu punto G y hacerte venir justo aquí delante de
todo el mundo —terminé, observando mientras lamía su labio inferior.

—Eres un imbécil —respondió. Retrocediendo, soltó una risita con una sonrisa de
gatita sexy—. Pero me gustas. Bruce, tráele otro trago a Rick, la casa invita.

Miré a Chris.

Se quedó inmóvil como una estatua.

—Chicos, eso fue como mirar una jodida porno, me largo de aquí. Tengo que llamar
a Macy. Te veré el jueves, ¿verdad?
145
Asentí en acuerdo, y entonces Chris se fue. Acepté el trago que Bruce me entregó.
Madison merodeaba. Aparentemente, no había aprendido su lección. Sacudí mi
cabeza. Fue entonces cuando un brazo me rodeo, girándome para enfrentarla.
Joder. Como siempre, la maldita perra parecía haber salido de una pasarela.

—Candace, ¿a qué debo el honor? —pregunté impasiblemente.

Me miró ferozmente a los ojos.

—Quédate lejos de ella. ¿Me oyes?

Suspiré.

—Candace, no sé de qué estás hablando —mentí. Por supuesto, sabía exactamente


de lo que estaba hablando.

—Rick, no me trates como una tonta. Déjala en paz. Está en un buen lugar —dijo,
haciendo su defensa.

—Realmente no sé de qué estás hablando. Me encontré con ella. ¡Gran jodido


asunto! No sé cuál es tu maldito problema —contrarresté.

Joder, joder, y más joder. Ahora estaba en el radar de Candace. Aunque era formal,
apropiada, y perfecta en apariencia, era como una hija de perra de tiburón cuando
se trataba de sus amigos.

—Rick… —Se inclinó hacia mí de una manera extrañamente caliente e


inesperada—. Te vi en Breathe. La viste. La deseas. No vas a conseguirla. Solo
mantente lejos de ella o verás.

—Sí, estuve allí, junto con mucha gente. No te vi. Qué vergüenza. Deberías haber
dicho hola. Te habría comprado un trago… —La miré de la cabeza hasta la punta de
los pies y luego regresé a sus ojos—. Para ayudarte a relajarte un poco. —Le guiñé
y regresé a mi propio trago.

Candace se acercó a mí y jodidamente agarró mi entrepierna. No podía creer que


Candace, la mojigata, tuviera sus manos en mi polla.

—Esto es lo único que te importa. Déjala en paz. Se merece mucho más que a ti —
advirtió.

—No estoy en desacuerdo contigo ahí —respondí, sintiendo un poco de alivio. A mi


polla le gustó este ataque. ¿Quién habría pensado que Candace lo tenía en ella?
146

—Uf, Rick, me das asco —gruñó Candace.


Su respuesta probablemente tuvo algo que ver con el endurecimiento de mi polla
en sus manos. Esta noche iba de mal a catastróficamente horrible. Sabía que
Daniela se merecía algo mejor, y estaba tratando de ser esa persona.

Antes de que Candace se girara para irse, dijo:

—Por cierto, Rick, realmente luces como una mierda. Recupera la compostura.

A la mierda mi vida.

Entonces, Madison se acercó, puso su brazo en mi hombro, y se apoyó contra mí.

—Necesitas lo que estoy vendiendo, pero no es lo que crees.

—¿De verdad? —dije, dudando de ella.

—Te dije que me gustas. Voy a ayudarte con esta chica que te tiene en tan
desagradable carácter —ofreció.

Intrigado, me giré hacia ella.

—¿Y por qué harías eso?

Ella rio.

—Ya te lo dije. Me gustas. Y, bueno, luces como si necesitaras algo de ayuda.

Incliné mi vaso hacia ella. Sí, necesitaba ayuda y tal vez Madison podría darme
alguna perspectiva femenina en el asunto.

Un par de días más tarde, entré en el Wellness Center. Tenía que dar crédito a
Chris. El gimnasio era realmente un establecimiento increíble. El servicio era
fenomenal.

Una alegre, y podría añadir, pequeña diosa me saludó.

—Buenas noches, Sr. Marin. Me alegra que nos acompañe esta noche.

—Hola, Stephanie —respondí. ¿Cómo podría no ver su nombre en su enorme pecho?

Apoyó sus tetas sobre el mostrador, rogándome probarlas.

—Si necesita algo, y me refiero a cualquier cosa, por favor déjeme saberlo. El
servicio es nuestra prioridad número uno. —Me guiñó mientras me alejaba hacia el
147

vestidor para cambiarme.


No estaba interesado en ninguna mujer aparte de Daniela, así que su oferta no hizo
nada en mí.

Nunca había sido un mujeriego, y no estaba a punto de comenzar. Hoy en día, con
todas las enfermedades por ahí, no podía ser demasiado cuidadoso. Esa era una
lección que mi padre había puesto en mi cabeza. Necesitaba mantener mi polla
limpia. Era importante conocer a la mujer a la que estaba follando. Lo tomaba muy
en serio. Siempre había sido monógamo. Esta virtud no significaba que no
disfrutara un poco de coqueteo. Tenía que admitir que me gustaba encender a las
mujeres. Me gustaba coquetear con ellas. Me gustaba ver las pupilas dilatadas de
una mujer, acelerar su pulso, y endurecer sus pezones. Mierda, ni siquiera tenía
que ponerles un dedo encima. Me iba a casa con una erección y conseguía follar.
Era ganar-ganar por todos lados.

Según Madison, este comportamiento era desagradable para las mujeres. Le rogué
diferir, teniendo en cuenta que ni una sola vez había tenido ninguna queja de
ninguna mujer. Claro, algunas me llamaban idiota, pero aceptémoslo, estaban
calientes y molestas y obtenían placer de eso. Entonces, ¿por qué soy un idiota?
¿Porque no quería follar a una perra en un baño público ya que ella había hecho
papilla sus bragas de algo que podría haber dicho o de alguna mirada que podría
haberle dado? Creo que Madison necesitaba trabajar en su teoría con las mujeres
en general. Ella, sin embargo, tenía un punto cuando se trataba de Daniela. Estaba
en una liga completamente diferente.

Eso me recordó cómo nos habíamos conocido Daniela y yo. Tenía una reunión de
ventas en el hospital en el que ella trabajaba como enfermera. Llegué temprano, así
que decidí tomar un bocadillo en la cafetería mientras esperaba. Cuando entré,
noté a esta morena con el cabello recogido en una cola de caballo, leyendo en una
tablet. La había visto antes, pero siempre me ignoraba. Me acerqué a su mesa y me
senté. Me miró y luego bajó la mirada de nuevo a lo que fuera que estuviera
leyendo. Era un desafío.

Antes de que terminara su descanso, supe su nombre, conseguí que riera y soltara
la tablet. Me había encantado coquetear con ella, y sabía que a ella también le había
encantado. Era esa cosa de protesta demasiado. Eventualmente, la había
desgastado. El resto era historia.

Esa era la estrategia de Madison. Tenía que desgastar a Daniela hasta que se diera
cuenta de lo que había sabido desde el principio: que pertenecíamos juntos.

Una toalla me golpeó en la espalda, interrumpiendo mis pensamientos.


148

—Joder —grité.
—Solo estaba trayéndote de vuelta a este planeta —dijo Chris, chasqueando la
toalla otra vez.

—Tranquilízate, imbécil. Estaba meditando. Madison me sugirió que tomara yoga.


Dice que ayudará a relajarme. —Jodidamente mentí como un experto a Chris.

—No me digas eso. Por favor. No puedo manejar a dos de mis amigos
convirtiéndose en maricas.

—Estoy muy seguro de mi masculinidad. Confía en mí, nunca he tenido ninguna


queja.

—¿Qué pasa con Madison? ¿Primero el espectáculo con clasificación X en el


Martini Bar y ahora el yoga?

—Chris, ¿alguien te ha dicho alguna vez que eres un imbécil?

—De hecho, sí, pero solo mis amigos cercanos.

—Entonces, ¿quién es el otro marica? —pregunté.

—Estoy listo para comprarle una caja de tampones a Lucas.

Podría decir que Chris estaba celoso. Demonios, también estaba celoso. Ese hijo de
perra no era un marica. Solo tenía acceso a lo mío, y estaba empezando a
jodidamente molestarme.

Después del partido, los chicos sugirieron que nos dirigiéramos a Titanic por una
cerveza. Aunque no había obtenido ninguna nueva información sobre Daniela,
estaba dispuesto a un trago de celebración. Había encontrado un enorme placer en
bloquear a Liam y golpear su culo en el suelo. Después de la segunda vez, Chris y
Wyatt tuvieron que retener a Liam. Yo había actuado como si no supiera por qué
estaba tan enojado. Después de todo, no había jugado en años. Me había encantado
cada segundo de ello. Ese hijo de perra tenía a mi chica, así que esto era guerra.
Solo que él no lo sabía.

Cuando estábamos saliendo del gimnasio, escuché a Liam hablando por teléfono.

—Oye, nena —dijo Liam—. Sí, recién terminamos. Vamos por una cerveza.
Terminaré como en una hora. Está bien, te veo luego.

Vi rojo. Quería darle una paliza. ¡Joder! Odiaba que estuviera hablándole y que
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fuera a jodidamente verla. ¡Joder!


Necesitaba recomponerme. Esto era exactamente lo que Madison me dijo que no
podía hacer. Caminé fuera para poner cierta distancia entre ese hijo de perra y yo,
y sorprendentemente, el aire fresco de la noche fue relajante.

Todo el mundo salió, y nos reunimos en la calle de Titanic. Encontramos una mesa
en la parte de atrás. Ordené la primera ronda de tragos. Pensé que sería mi ofrenda
de paz. Sí, ni siquiera creo eso. Iba a beber solo una cerveza. Esa era otra cosa en la
que me había estado insistiendo Madison. Había dicho que tenía que reducir mi
ingesta de licor. Este consejo había venido del gerente de un bar. Era ridículo.
Según Madison, mi exceso con el alcohol no era atractivo. Iba a tener que revisar
sus referencias.

Estaba tratando de convertirme en un jodido chico de coro. No estaba seguro de si


podía confiar en ella. Esta podría ser su forma de devolvérmela por jodidamente
rechazarla el otro día. Sabía que no me lo admitiría, pero estaba bastante seguro de
que había jugado con ella misma cuando regresó a su oficina. Realmente tenía que
ser cuidadoso con ella. La venganza era una perra, o tal vez en este caso, venía en
forma de Madison Stuart. No podía discutir con el hecho de que había estado
durmiendo mejor desde que comencé a reducir mi consumo de alcohol. Aunque
aún estaba de un jodido malhumor.

Culpaba a una persona por mi estado de ánimo, y era el imbécil con una maldita
sonrisa en su jodido rostro sentado frente a mí. ¿Qué ve en él? Yo lo suficiente
hombre como para admitir que si Daniela no estaba cegada por su enamoramiento
con el hijo de perra, lo consideraría un buen tipo. A fin de cuentas, era una persona
justa y un buen juez de carácter. Liam Lucas no era un mal chico. Solo estaba en mi
jodido camino, así de simple.

Las únicas cosas que había aprendido durante el juego de baloncesto de esta noche
era que Liam se había enojado después de dos bloqueos y que no me había
conectado con Daniela. Mientras estaba reflexionando sobre todas estas cosas, se
levantó. Esa era mi señal. Sabía hacia dónde se dirigía.

—Hasta luego —le dije.

—Tómalo con calma —respondió.

La única cosa que iba a tomar con calma era a Daniela lejos de él. Lo seguí fuera del
estacionamiento. Esto era más fácil de lo que había pensado. Apenas estuvo en el
auto durante cinco minutos.

Mierda, no puedo jodidamente creer dónde vive Daniela. Por supuesto, vive en estas
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pequeñas casas de pueblo. La maldita cosa es rosa.


Seguí conduciendo en Boulevard Ponce De León, luego giré en Suarez, y di la
vuelta. Me senté en la oscuridad. Había caído más bajo todavía. Era un acosador.
Solo quería verla y luego me iría.

Verla saltar en sus brazos fue como una puñalada en mi corazón. ¡Joder!

Saqué mi celular y marqué.

—Madison —dije antes de que siquiera pudiera decir algo—. Tenemos que poner
esto a toda marcha. —Estaba desesperado. Necesitaba tenerla de regreso—. Joder,
¡él tiene mi jodida vida! —grité, frustrado.

—Cariño, recuperaremos a tu chica. Escupe —dijo ella.

Así que, lo hice. Tal vez fue un error. No lo sabía. Ver a Daniela el sábado pasado y
después observarla saltar —jodidamente saltó— en los brazos del hijo de perra se
convirtió en más de lo que podía manejar.

Se suponía que saltara a mis brazos. Se suponía que se acostara sobre el sofá a mi
lado mientras leía su porno, poniéndose caliente, mientras yo veía mis películas y
jugaba con sus tetas. Se suponía que se riera de mis chistes y fuera mi más grande
animadora. Se suponía que estuviera conmigo, no con él. Golpeé mi volante,
encendí mi auto, y manejé a casa.

No pude dormir. Cada vez que cerraba mis ojos, la veía. Veía la forma en que
inclinaba su cabeza a un lado mientras me escuchaba. Veía la manera en que se reía
de mis chistes. Estaba jodidamente persiguiéndome.

Apenas conocía a Madison, pero me encontraba acudiendo a ella en mis crisis.


Estaba desesperado, y necesitaba su consejo y ayuda. Sentía un poco de culpa por
ser tan hijo de perra con ella cuando nos habíamos conocido. Consideré ser amable
con ella. Después de todo, estaba aguantando mi mierda.

Una vez, le había preguntado por qué estaba siendo tan buena conmigo. Su
respuesta había sido clásica.

—Rick, tienes que ser el más grande idiota que haya conocido. Lo considero mi
deber cívico y un privilegio meter un poco de sentido en ti. El hecho de que seas
voluntario solo lo hace más dulce.

La perra de verdad disfrutaba observarme tener un colapso. Sin embargo, no tenía


151

otras opciones, así que Madison tendría que servir.


La hora feliz en un viernes no era el mejor momento para insistir en hablar con
Madison, pero realmente necesitaba ordenar mi cabeza y averiguar mi siguiente
paso. El bar estaba lleno, pero ya habíamos establecido que era un bastardo
egoísta.

Saqué mi teléfono, y le envié un mensaje de texto.

Rick: Estoy aquí.

Maddy: ¿Entonces?

Rick: Necesito verte.

Maddy: Estoy ocupada.

Rick: Esto es importante.

Maddy: Toma un número.

Rick: Soy el número 1.

Maddy: No.

Entré al bar y vi a Bruce. Estaba por ordenar un trago, pero entonces la voz quejosa
de Madison apareció dentro de mi cabeza, recordándome reducir mi bebida.
Estaba siendo un idiota. Madison no tenía una voz quejosa, pero cuando aparecía
en mi cabeza, era quejosa y molesta.

En cambio, le pregunté a Bruce dónde estaba. Bruce no fue de mucha ayuda.

Solo dijo:

—Está por ahí.

Puse mis ojos en blanco y me aparté del bar. Madison definitivamente necesita
enviar a este imbécil a un seminario de servicio al cliente.

Le envié otro mensaje de texto.

Rick: Deja de ignorarme.

Maddy: Eso significaría que eres importante.

Rick: Sabes que no puedes dejar de pensar en mí.


152
Maddy: Sigue diciéndote eso.

Rick: Estoy en el bar. No me hagas esperar.

Maddy: Estoy en el trabajo. Vete al infierno.

Rick: Bruce está sirviéndome. Ya estoy allí.

No sabía si esto era un pequeño juego del gato y el ratón o si realmente estaba
ocupada. Llamé a Bruce y ordené una cerveza light. Imaginaba que cualquier cosa
que tuviera light en el nombre no contaba como una bebida real. Me senté de
nuevo y me puse cómodo.

Después de un rato, supe que estaba jugando. No había manera de que no estuviera
en el piso o cerca del bar. Tenía lo que yo necesitaba, y estaba lo suficientemente
desesperado como para esperar.

Sentado en el bar, estaba planeando mi siguiente paso cuando sentí un brazo


rodear mi hombro.

—Me hiciste esperar —dije, mirando hacia adelante.

—Estaba ocupada. Necesitas aprender respeto —respondió con un rápido apretón.


Tiró de mí—. Ven, vamos a hablar a mi oficina.

Me levanté y le di una mirada de jódete a Bruce. Coloqué mi mano sobre la pequeña


espalda de Madison mientras la seguía a su oficina. Inmediatamente se sentó
detrás de su escritorio y empezó a escribir en su computadora.

Mirándome directamente, se reclinó, girando sus dedos.

—Pensé que sería importante hacer una pequeña investigación para ver qué estás
enfrentando —dijo, casi como si hiciera este tipo de cosas regularmente—. Hice
algunas búsquedas en internet y encontré a tu competencia, Liam Lucas. Estoy
buscando una foto de él —dijo con una sonrisa lujuriosa—. ¿Sabías que estuvo en
el calendario de bomberos el año pasado? Mierda, me encantaría que me trepara
como a una escalera y le diera con la manguera a mi fuego.

—Maddy, ¿en qué equipo estás aquí? —pregunté impacientemente.

—Ricky, soy del equipo Rick hasta el final. No dejes que tu chica interior salga a la
superficie ahora mismo, ¿está bien? Eres alto y bien construido con un trasero que
grita “agárrame”. Tienes un hoyuelo que es encantador, ojos que son seductores,
una voz que es sensual, y labios que están hechos para lamer. Solo puedo imaginar
153

que estás dotado cuando se trata de dar placer a una mujer.


No pude evitar sonreír. Me había catalogado perfectamente.

Levanté mis cejas.

—Me deseas, ¿verdad?

—No te hagas ilusiones —dijo sin expresión, tomando un tono muy serio—. Ahora,
mírame. Tenemos una seria competencia. ¿Estás realmente seguro de que quieres
hacer esto?

—Por supuesto, estoy realmente seguro de que quiero hacer esto. En primer lugar,
apenas conoce al tipo. En segundo lugar, estaba enamorada de mí. Sé que la jodí,
¿está bien? —Me levanté de la silla y comencé a pasearme alrededor de su
oficina—. Estoy asumiendo la responsabilidad aquí. No he follado en casi un mes.
¿Te das cuenta de cuán serio es eso? —Haciendo una pausa, la miré para
asegurarme de que entendía el esfuerzo que estaba poniendo en esto. Iba en
serio—. Maddy, tengo treinta años. Este escenario es viejo. —Pasé mis manos a
través de mi cabello mientras continuaba paseando—. Cuando la vi la semana
pasada, me dejó sin aliento. Apenas podía hablar. ¿Entiendes lo mucho que me
mató ver lo triste que estaba cuando me vio?

—Rick, ¿cuánta de esa mierda crees realmente? —me preguntó impasiblemente—.


Apostaré dinero a que cuando la viste, querías seducirla de vuelta a tu cama.

—Maddy, ¿nunca te han dicho que eres una perra? —pregunté, ofendido.

Sonrió.

—Todo el jodido tiempo. Sin embargo tengo razón, y lo sé.

—Antes de que la viera, estaba soñando con follarla. Sí, lo admito. Admito que
cuando la vi sentada allí, quise agarrar su cabello y tirar de este, así podría chupar
su cuello. Sí, cuando vi sus labios, quise probar su boca. Quise escucharla gemir y
rogarme que la follara. Soy el más grande hijo de perra que jamás caminó sobre la
tierra. Sé eso. Estoy tratando de ser un mejor hombre —argumenté. Parándome
frente a ella, me incliné, colocando mis manos sobre el escritorio. Con tanta
honestidad como era capaz, dije—: Cuando me acerqué a ella y vi el dolor que
causé, me mató. Me mató tanto que incluso he perdido el deseo de follar. Si eso no
es lo suficientemente serio, entonces no sé qué lo es.

—Bien, no podemos permitir que pierdas tu deseo de follar. Eso sería una
verdadera tragedia —se burló Madison.
154

No podía engañarme. Sabía que me deseaba.


Se nos ocurrió una estrategia, y Madison me dio tarea que incluía comer sano y
ejercicio. Con Acción de Gracias acercándose, dijo que incluso tenía que ayudar a
alimentar a las personas sin hogar. Oh sí, Madison Stuart era una perra real
tratando de cortar mi jodida polla. Pero, infiernos, si me ayudaba con Daniela, no
me importa una mierda.
155
Capítulo 25
Dani

L
incoln Road estaba sorprendentemente tranquila esta mañana. El clima era
glorioso. Por supuesto, nuestro frente frío había durado dos días, pero
ahora, estábamos de vuelta a temperaturas de treinta grados. Eso era
maravilloso porque Liam y yo nos íbamos a ir a los Cayos de la Florida para el resto
del fin de semana. Estaba tocando el cielo con las manos de emocionada. No podía
esperar a pasar la noche con él de nuevo. Solo pensar en ello hacía que mi corazón
revoloteara y mis entrañas se apretaran de una manera deliciosa.

No había palabras para describir a Liam y la forma en que me hacía sentir. Era tan
bueno para mí, pero tampoco toleraba mi mierda. Cuando había tenido mi colapso,
estuve seguro de que se iba a ir. ¿Qué chico quiere lidiar con ese lío emocional? Un
hombre que realmente se preocupaba por mí… ese.

Pensé en cómo me había sentido cuando Liam había luchado por mí y por nosotros.
Luego, se había ocupado de mí. Después de que lo había hecho pasar por el
infierno, me había dado la noche más increíble de mi vida. La mejor parte fue
cuando me acercó, y nos habíamos dormido juntos. Sí, los tres orgasmos también
habían sido increíbles.

Caminé a lo largo de Lincoln Road con la misma sonrisa torpe que tenía cada vez
que pensaba en él. Realmente le estaba dando competencia a mi extraordinario
novio literario. Nada podría arruinar este día. Con mi smartphone en mano,
enchufé mis auriculares y abrí mi lista de reproducción favorita mientras caminaba
hacia Van Dyke con un pequeño salto y baile a mi paso.

Entonces, alguien me asustó de mi ensueño.

—¿Me estás acosando? —preguntó, golpeándome el hombro.


156
Bajé la mirada y negué.

Rick frenó el paso para caminar junto a mí. Por supuesto, está corriendo por Lincoln
Road. Nunca lo había visto correr aquí antes, y ahora, parecía que no podía
deshacerme de él.

—¿Yo acosándote? ¿De verdad? —Puse mis ojos en blanco—. Creo que es al revés.

Rio suavemente mientras su respiración volvía a la normalidad. Sudor brillaba en


su piel. Obviamente, había estado corriendo por un rato. Se veía bien. ¿Cuándo no lo
hace? Francamente, no quería observar nada relacionado con él, especialmente sus
músculos en su camiseta sin mangas. Me obligué a seguir mirando hacia adelante.

—Creo que estás siendo paranoica, Daniela —respondió.

Por el rabillo del ojo, pude verlo sonriendo.

Mi ritmo cardíaco aumentó a medida que aumentaba mi paso. ¿O es debido a la


presencia de Rick? No quería volver a tratar con Rick Marin.

—Rick, no quiero ser grosera, pero vete —dije, espantándolo físicamente esta vez.

Rio de nuevo.

Tenía una risa contagiosa que siempre había sido mi perdición. Cuando estuvimos
juntos, nunca podía estar enojada con él. Decía o hacía algo estúpido y luego reía.
Lo siguiente que supe, pensamientos enojados se habían alejado con la risa.

Efectivamente, mis reflejos me traicionaron, y le devolví la risa. Me detuve y giré de


frente hacia él.

—Rick, ¿qué quieres?

Su expresión cayó mientras sus ojos caían a la acera. Apoyé mi peso en mi pierna
derecha y puse mi mano en mi cintura mientras esperaba su respuesta. Levantó la
mirada a través de sus pestañas y me dirigió una pequeña sonrisa con hoyuelos.
Esa mirada solía persuadirme todo el tiempo. Maldito sea.

—Cariño, estaba corriendo, y entonces te vi —dijo como si yo estuviera siendo


duro con él.

—Necesitas seguir corriendo entonces —espeté, fulminándolo con la mirada, y


noté que un mechón de cabello caía sobre su frente. Luché contra el impulso de los
viejos hábitos. Por Dios, quiero meterlo en su lugar.
157

Me miró con una mirada penetrante.


—Tienes razón, Daniela. Debería seguir corriendo, pero no puedo —murmuró.
Desvió la mirada, pasando sus manos a través de su cabello.

Volví a tropezar ante su admisión mientras mis ojos seguían sus manos,
observando sus dedos peinando el mechón que ansiaba. Volví a orientarme.
Sacudiendo mi cabeza hacia él, grité:

—No, no me estás haciendo esto. ¡No! ¿Me oyes?

Cuando se acercó a mí, retrocedí.

—Daniela, no quiero hacerte daño. Sé que no merezco compartir tu aire. —Hizo


una pausa, levantando la vista y luego girándose hacia mí—. Pero, después de
verte, he…

—¡Detente! —Le grité. Abrí mis manos para asegurarme de que no se acercara a
mí—. Déjame jodidamente en paz. —Mirando hacia otro lado, luché contra las
lágrimas.

No quería hacer esto. Sus ojos suplicantes y su voz profunda me transportaron a un


momento diferente, un momento en que había esperado que esto fuera real. Me
llevó a un lugar donde había creído que se convertiría en el hombre que yo quería
que fuera. Fue un momento en que había esperado su llamada telefónica para pedir
perdón, diciéndome que quería que regresara. Era la llamada que nunca había
recibido. Todo había sido una mentira entonces, y era una mentira ahora. No iba a
dejar que me manipulara.

—Daniela, por favor, por favor… —suplicó.

Di la vuelta y empecé a alejarme. Me obligué a pensar en momentos felices. Me


siguió. Solo lo iba a ignorar. Esperaba que se fuera, pero no lo hizo.

Cuando llegué a Van Dyke’s, me senté en mi mesa, fingiendo que no estaba allí.
Seguí mi rutina habitual de organizar mis cosas. Saqué mi Kindle, puse mi bolso en
la silla a mi lado, y apoyé mis pies en la silla frente a mí. Entonces, hice señas al
camarero y ordené mi refresco de dieta. Cuando dejé caer mis ojos en mi Kindle,
mis pies cayeron al suelo. Tiró de la silla y se sentó. Le disparé dagas con mis ojos.

—Déjame terminar lo que estaba diciendo —dijo con una voz dominante. Luego se
giró hacia al camarero y pidió agua.

Puse mis ojos en blanco y negué.

—Rick, no hay nada que decir. —Hice una pausa—. Mira, tengo un novio, y soy
158

realmente feliz con él. Eso no va a cambiar.


Cerró sus ojos y luego los abrió lentamente, tomando una profunda respiración.

—Mira, he pasado por algunas cosas últimamente, y me he dado cuenta de lo que


es importante. Estoy arreglando mi mierda. Entonces, sí, corro, como sano, y voy a
alimentar a las personas sin hogar el Día de Acción de Gracias —dijo muy
seriamente.

No pude evitarlo, pero solté una risita.

—Estoy siendo víctima de una broma, ¿no? —Reí—. Eso tiene que ser la carga más
grande de mierda que he escuchado, y has contado algunas mentiras.

Se enderezó, como si estuviera casi ofendido, y tomó un gran trago de agua.

Señalé su botella y sonreí.

—Sabes que pagas por eso, ¿verdad?

Me dirigió una sonrisa torcida mientras ponía la botella sobre la mesa. Él preguntó:

—¿Eres feliz?

Asentí y sonreí. ¡Esa es la verdad honesta de Dios!

—Mientras seas feliz, eso es todo lo que me importa. Pero…

Empecé a moverme en mi asiento. Sabía que estaba cerrando la venta.

Dijo:

—Estoy convencido de que nuestro encuentro no fue un accidente.

Puse mis ojos en blanco y solté un suspiro.

—No hagas eso. No es atractivo en ti. Solo creo que tal vez podamos ser amigos. Si
te veo, puedo parar y saludar o viceversa —dijo.

Comencé a mirar alrededor para ver si podía encontrar cámaras ocultas. Sabía que
tenía que haber más cosas de las que estaba diciendo.

—¿Cuál es la trampa?

Rápidamente respondió:

—¿Por qué tiene que haber la trampa? No hay ninguno. Tal vez solo quiero la
oportunidad de cambiar tu percepción de mí.
159

Me moví en mi asiento, porque allí estaba: la trampa.


—Mira, crees que soy un idiota, y tienes razón. Lo soy. Pero estoy tratando de ser
un hombre mejor. No quiero que me odies, pero no puedo decirte que no lo hagas.
No merezco tu perdón. Pero, mierda, es bueno verte después de todo este tiempo,
especialmente ahora que me estoy reinventando a mí mismo. Tienes novio, y estoy
feliz por ti. No soy una amenaza para él.

Mirándolo, no creí una sola palabra de lo que estaba diciendo.

Con una sonrisa, agregó:

—Pero si la jode y rompe tu corazón, lo moleré a golpes. —Se apoyó contra la


mesa—. Puedes estar malditamente segura de que moveré cielo y tierra para
ganarte de regreso. —Se levantó, tiró cinco dólares sobre la mesa y me guiñó un
ojo.

Eso no sucedió. No sabía cómo procesar este encuentro con Rick. Era bizarro y
familiar. Al mismo tiempo, era desagradable y extrañamente no amenazante. No
confiaba en él, pero sorprendentemente, no tuvo el mismo efecto que la última vez.
Tal vez la sorpresa había desaparecido. No quería pensar más en ello.

Mi teléfono vibró. Lo recogí y vi que tenía un mensaje de Liam. Mi tonta sonrisa


volvió. No podía esperar a verlo.
160
Capítulo 26
Rick

C
orrí de vuelta a mi auto, sintiéndome como un hombre nuevo. El consejo de
Madison era brillante. Necesitaba limpiar mi imagen, lo cual estaba
haciendo. Tenía que ser mi yo apuesto y dinámico, no el chico deprimido y
desesperado en el que había estado sumergido. Necesitaba ser el hombre seguro
del que Daniela se había enamorado. Necesitaba sacar lo que siempre funcionaba,
lo cual era mi encanto. Estaba en ventas. Esto era seguro.

Sabía que Daniela no podría resistirse. Honestamente, cuando me había contado


que tenía novio y que era feliz, pensé que iba a enloquecer, pero había mantenido
la compostura. Además había reído y gritado cuando le había dicho que estaba
yendo a alimentar a indigentes. Esa era la verdad, sin embargo, y había dolido un
poco, solo un poquitín, que realmente hubiera dudado de que yo haría algo
desinteresado. De nuevo, fue un golpe de genialidad de Madison. Había dejado un
aspecto positivo en Daniela.

Me metí en mi auto y agarré la toalla del asiento del pasajero, secando el sudor que
Daniela había estado mirando. Sentía la misma euforia que cuando cerraba una
gran venta. Llamé a Madison, necesitando regodearme en la gloria.

—Hola —respondió, respirando con dificultad.

—Maddy, ¿estoy interrumpiendo algo? —pregunté con una ligera risa.

—Uh… sí… oh… sí… uh… estás… —gimió—. Estoy un… poco ocupada… ahora
mismo.

Salí por la avenida Collins.

—De verdad estoy bastante halagado de que respondieras mi llamada mientras


161

estás teniendo sexo.


Jadeó.

—Siéntete halagado… si me detenía… pero esto se siente demasiado bien… para


hacer eso.

—Bueno, estaba llamando para invitarte a almorzar temprano para celebrar tu


genialidad, pero veo que estás entreteniéndote de otro modo.

Estaba decepcionado de no poder compartir mi victoria con ella. Era lo menos que
podía hacer. Me había soportado por lo que probablemente se sintió como una
semana muy larga.

—Dame una hora. —Gimió de nuevo, fuerte esta vez.

Sonaba como si estuviera cerca.

—Nena, ¿sabes que podría ayudarte allí? —Sonreí. Es tan fácil provocarla.

—Rick… joder… oh Dios mío… esto se siente tan… jodidamente bien. —Gimió—.
Dos horas… ¿está bien?

—Maddy, eres jodidamente caliente. Me encanta la manera en que dices mi


nombre en el calor de la pasión —añadí con una risa—. Te veo en dos horas.

Joder. Mi polla estaba dura como una piedra. Necesitaba tener sexo de una mala
manera.

Me detuve en el condominio de Madison y la esperé escaleras abajo. Le di dos


horas para ser bonitamente follada. Esperaba que el chico hubiera hecho un buen
trabajo. Ella merecía un buen orgasmo o dos, y la quería de buen humor.
Necesitábamos celebrar y planear mi siguiente paso.

Bajando mis gafas de sol, comprobé a Madison mientras caminaba hacia mi auto,
usando un sexy minivestido con su rubio cabello de acabo de follar. Deslizándose
derecho en mi auto, se acomodó y descansó su cabeza en el asiento con una
enorme sonrisa en su rostro.

—¿Estás feliz de verme? —pregunté, moviendo mi cejas.

No podía evitarlo. Siempre me la hacía difícil, y a cambio, la provocaba hasta el


límite.
162

Rio, cruzando sus piernas.


—Sí, claro, lo que quieras creer.

—Sabes, fue realmente caliente cuando gritaste mi nombre mientras estabas


teniendo sexo —dije en una voz ronca, sofocando una risa.

No estaba bromeando. Maldita sea, me dio una gran erección. Pensé que tendría
que detenerme a un lado de la carretera para hacerme cargo del asunto. Solo
pensar en eso de nuevo me dio una semierección.

—Teóricamente, estuve teniendo un trío durante dos minutos. No puedo evitarlo si


era caliente —dijo con total naturalidad. Se dio vuelta en su asiento para
enfrentarme—. Más importante aún, cuéntame, ¿cómo fue todo con Daniela?

Tenía una buena sensación sobre esta alianza. Le conté todo lo que había pasado, y
luego comenzamos nuestra sesión de estrategia para la próxima semana. En
definitiva, fue un sábado muy productivo y exitoso.
163
Capítulo 27
Liam

E
staba rendido. Anoche apenas había dormido algo. Había sido una noche
difícil en el trabajo. Nunca era fácil, pero tampoco nunca era aburrido.
Necesitaba quitármelo de encima y dormir un poco antes de recoger a Dani.
Íbamos a ir a los Cayos, y no podía esperar para salir y relajarme con ella.

Entré en mi lugar de estacionamiento y agarré mi bolsa de lona del asiento trasero


antes de salir del auto. Saqué mi teléfono mientras buscaba las llaves de mi casa.

Liam: Oye, recién estoy llegando a casa.

Dani: ¿Cómo estuvo tu turno?

Liam: Duro.

Dani: ¿Hay algo que pueda hacer?

Liam: Ya lo hiciste. ¿Nos vemos pronto?

Dani: ¡No puedo esperar!

Mientras rodaba mis hombros para aliviar la tensión, entré a mi muy oscuro
apartamento. Espera. Esto es muy extraño. No recordaba haber dejado las persianas
cerradas para que estuviera tan oscuro. Algo no se sentía bien. Podía sentir la
tensión arrastrándose por mis hombros y mi cuello. Mientras miraba a mí
alrededor, tiré mi bolsa de lona en el sofá. Entonces escuché un ruido proviniendo
desde detrás de mí. No me encontraba solo. Mi adrenalina se incrementó mientras
me daba la vuelta lentamente.

—¡Oye, amigo! Necesitas más champú —dijo Chris, caminando dentro de mi sala
164

de estar. No usaba nada más que una toalla de baño.


Quería estrangularlo.

—¿Qué carajos? Mierda, Chris, estoy a punto de matar tu patético trasero —dije,
tratando de calmarme.

—Lucas, realmente necesitas relajarte. Deberías hablar con Rick sobre esas clases
de yoga que ha estado tomando. Parecen que están haciendo milagros por él. —Se
pavoneó a través de mi sala de estar y recogió su ropa del suelo.

—Pensé que eras un jodido intruso. ¿Qué estás haciendo aquí? —Me paseaba, aun
tratando de bajar la descarga de adrenalina antes de que envolviera mis manos
alrededor de su cuello.

Caminé hacia las ventanas para dejar entrar la luz. Conté hasta diez varias veces
porque, cada vez que abría su boca, tenía que empezar de nuevo.

—Lucas, ¿no revisas tus mensajes de texto? Te mandé un mensaje, diciéndote que
iba a quedarme aquí —dijo Chris como si pensara que eso excusara y explicara
todo.

No tenía idea de qué diablos hablaba. Por supuesto que revisé mis mensajes de
texto. Recién estuve mirando mensajes de texto. No recibí un mensaje de Chris.

—Intenta de nuevo. No hay mensajes de texto. ¿Cómo diablos entraste? ¿Y por qué
estás aquí en primer lugar? —pregunté frustrado, mayormente porque me asustó.
¡Joder!

Mientras estaba sacando su teléfono para mostrarme el mensaje de texto, dijo:

—Necesitaba un lugar para dormir. Era muy tarde. Estaba cansado. Bebí
demasiado y no me sentía como para conducir todo el camino a casa.
Honestamente, mis sentimientos están heridos. ¿Desde cuándo me das la espalda
en mi momento de necesidad?

Chris estaba realmente exagerando. Esto solo significaba una cosa. Estaba
intentando salir de un problema.

—¿Por qué no llamaste a Macy? Estoy seguro de que estaría más que feliz de
alojarte por una noche. —Abriendo mis cajones, empecé a sacar la ropa que
necesitaba empacar para mi fin de semana con Dani.

—Macy, Macy, Macy. Ves, Dani y tú como que han arruinado las cosas para mí. —Se
veía confundido mientras se vestía—. Y ¿qué diablos estás haciendo? Acabas de
llegar a casa.
165
Solo sacudí mi cabeza.

—¿Cómo arruinamos las cosas para ti?

—Mira eso. Ni siquiera me estás prestando atención. —Resopló.

Puse los ojos en blanco.

—Suenas como una chica. ¿Debería ir a comprarte a ti una caja de tampones? Y


dado que estás siendo una chica, vayamos al grano. Dime qué hice mal y qué tengo
que hacer para mejorarlo. Realmente no tengo tiempo para tu drama. Necesito
terminar de empacar. Por si quieres saberlo, iremos a los Cayos. Ahora, vamos,
necesito terminar con esto y dormir un poco antes de ir a ver a mi chica.

Resopló, ofendido. Clásico de Chris.

—No le digas nada a Dani —dijo.

Asentí.

—Macy es genial, realmente me gusta. Solo tengo una sensación de que quiere lo
que ustedes tienen, y no estoy listo para esa mierda.

Chris realmente captó mi atención, y detuve lo que estaba haciendo.

—¿De qué mierda estás hablando?

Chris rio y lanzó su toalla hacia mí mientras se sentaba en el borde de mi cama.

—No puedo creer que me vas a hacer decir eso. Vamos, Dani y tú están haciendo
toda la cosa del amor. —Empezó a tirar de la ropa que estaba empacando en mi
bolso. Inspeccionándola, sacudió su cabeza—. ¿De verdad piensas que necesitas
toda esta ropa? Todo lo que necesitas es una caja de condones.

Lo golpeé en la cabeza y me senté junto a él.

—Las manos fuera de mis cosas. —Empecé a devolver todo a mi bolso—. Dani es
realmente especial, y me preocupo por ella.

No habíamos estado juntos demasiado tiempo, pero sabía que mis sentimientos
eran profundos. Mierda, no podía dejar de pensar en ella. No podía tener suficiente
de ella. Pero, ¿amor? ¿No es muy pronto para eso? Pensé en ello mientras me
levantaba y caminaba al baño para conseguir el resto de mis cosas.

Recostado en mi cama, Chris cubrió sus ojos con su brazo.


166
—Estás tan jodidamente loco por ella. Solo admítelo. Estás más allá de ser
dominado. Esa mujer te posee. Estás tan enamorado que es vergonzoso para el
resto de nosotros los hombres. No te veía así desde… tú sabes.

Dejó de hablar. No habíamos ido ahí en mucho tiempo.

Parado en la puerta del baño, pregunté:

—Bueno, ¿qué si lo estoy?

—Creo que sería genial. Solo deja de hacer que el resto de nosotros quedemos
como idiotas. —Se levantó y me golpeó en la espalda.

Mi teléfono vibré, y lo agarré.

Dani: Estoy lista cuando tú lo estés.

Liam: Puedo estar en tu casa en un par de horas.

Dani: ¿Qué tal si voy a ti?

Liam: ¿No puedes estar lejos de mí?

Dani: Nop.

Liam: Trae tu sexy trasero aquí.

Dani: Amo cuando me hablas así.

Liam: Sigue así, y no voy a ser capaz de controlarme.

Dani: ¿Quién dijo que quería que lo hicieras?

Liam: ¡Date prisa!

Dani: Paciencia.

Liam: Me estás volviendo loco.

Dani: Estaré ahí en treinta minutos.

Liam: Besos.

Miré a Chris poniéndome los ojos en blanco.

—No se hable más. Solo disfrútalo. Te mereces esto. Y esta es toda la charla de
chicas que tendré contigo. —Se inclinó y se reacomodó—. Síp, mi hombría está
167

intacta. Mis bolas están donde pertenecen. ¿Las tuyas? —Levantó una ceja.
—Asegúrate de dejar la llave cuando salgas —dije.

Mientras me preparaba para saltar dentro de la ducha, escuché que Chris


murmuraba algo en voz baja, pero no me importaba realmente.

Dormir tendría que esperar. Dani estaría aquí pronto, y no podía esperar para
verla. ¿A quién estoy engañando? No podía esperar para poner mis manos sobre
ella. Toda la semana, había pensado en cómo se había sentido su suave y sedoso
cuerpo bajo mis dedos. Los sonidos que había hecho y la forma en que se había
movido me habían enloquecido. Maldición. Me estaba poniendo duro de solo
pensar en ella. Sabía lo mucho que la deseaba. Podía decirlo por la forma en que se
intensificaban sus bromas.

Este viaje con Dani a los Cayos era importante para mí. Después de que mi padre
falleciera, mi mamá había asumido el papel de criar a dos adolescentes. No había
sido una tarea fácil. Había metido en nuestras cabezas que debíamos tratar a todas
las mujeres con respeto porque llegaría el momento en que una mujer se
destacaría. A esa importante dama, teníamos que tratarla como a una reina, pero
nunca olvidar que éramos hombres. A los dieciséis, no lo había entendido, pero
había hecho lo mejor que podía para un torpe adolescente. Había llevado ese
consejo durante toda mi vida.

Dani era única, y quería hacer inolvidable para ella la primera vez que
estuviéramos juntos. La iba a llevar a un lugar tranquilo y apartado que conocía en
la costa atlántica de los Cayos. Se merecía lo mejor, e iba a hacer todo lo que
pudiera para dárselo.

La escuché golpear mientras estaba a punto de vestirme. Rápidamente me puse


una camiseta y un par de pantalones cortos y me dirigí a la puerta principal.

—Bienvenida a mi humilde morada —dije, abriendo la puerta para ella.

Dios, se ve hermosa. Llevaba puesta una camiseta ajustada y unos pantalones muy
cortos. Su cabello estaba suelto, cayendo suavemente en su rostro. Lo que me
atrapaba cada vez era su sonrisa. Me acerqué y la arrastré hacia mí mientras la
llevaba dentro. Enterré mi cabeza en su cuello. Era como un gran vaso de agua en
el desierto caliente. Sosteniéndola, toda mi tensión desapareció.

—Hola. —Me miró hipnóticamente a través de sus pestañas largas—. ¿Feliz de


verme?

En ese mismo momento, su sensualidad se hallaba por las nubes, y tomó todo en
168

mi poder no ir todo cavernícola hacia ella. Quería lanzarla sobre mi hombro y


llevarla a mi cama. Esbozó una sonrisa y entonces mordió su labio suavemente,
dejando escapar un suave suspiro. Me encontraba a punto de enloquecer. Mi polla
estaba definitivamente despierta.

Me aparté de ella y sonreí.

—Feliz no comienza a describirlo. Te vez impresionante como siempre.

—¿Qué hay de mi beso? —Hizo un mohín con una mano en sus caderas.

Mis ojos estaban fijos en sus labios. Rogaban mi atención, y quería dársela.

—Nena… —Tomé una profunda respiración—. Si te beso ahora, no seré capaz de


detenerme.

La deseaba. No había duda de eso. Me volvía loco y me excitaba. No quería nada


más que estar con ella. Desde el momento en que la vi hasta probablemente el día
en que tomara mi último respiro, mi deseo ardería por ella.

Se movió hacia mí con una mirada exótica en sus ojos, casi como un tigre a punto
de atrapar a su presa.

—Quiero mi beso de bienvenida.

A mi chica le gustaba jugar con fuego. Lo bueno es que era mi especialidad.

—Te lo advertí —dije, manteniendo mis ojos enfocados en los suyos.

Podía sentir mi corazón latiendo más rápido en mi pecho. Tenía que despejar mi
cabeza. Podía darle un beso de bienvenida. Podía hacer esto. Aunque no podía dejar
de pensar en la otra noche, sintiéndola retorcerse bajo mi toque, me recordé que
merecía que nuestra primera vez fuera especial.

Lamiendo sus labios, sonrió y dejó salir una risa sexy.

Estaba perdido. Necesitaba recomponerme. Tenía que amarla más de lo que amaba
a mi polla. Mierda, ¿de dónde vino eso?

Me acerqué a ella, inclinándome, y rocé mis labios contra los suyos suavemente.
Sus labios se separaron en una sonrisa, y dejó escapar un suave gemido. Joder, eso
fue caliente. Mi boca se puso pícara en la suya. Acuné su rostro con mis manos para
tratar de mantenerlas ocupadas porque tenían órdenes de mi polla para tocar cada
centímetro de su cuerpo. Me recordé amarla más que a mi polla. Mierda, ahí estaba
de nuevo. Tenía que mantener mi cabeza en el juego porque mi polla estaba
tomando las decisiones, y merecía más que esto. Quería lo mejor para ella, para
169

nosotros.
Me retiré, respirando pesadamente. Cuando mis dedos acariciaron su rostro, se
inclinó hacia estas con un gemido.

—Nena —dije con voz ronca—, necesito detenerme. Te deseo demasiado. —Traté
de mantener la cabeza tanto como pude—. Quiero darte algo especial, y ahora
mismo, no creo que sea especial.

Necesitaba su ayuda aquí. Envolvió su mano alrededor de mi cuello y atrajo mi


cabeza a la suya. Llevando sus labios a los míos, me provocó con su lengua.

Con su boca todavía en la mía, canturreó:

—Liam, te deseo. Ahora. No te detengas. —Se puso de puntillas, corriendo sus


manos a través de mi cabello.

Cuando la levanté, envolvió sus piernas apretadamente alrededor de mi cintura.


Después de colocarla en el mostrador de la cocina, sus dedos se engancharon en el
dobladillo de su camiseta. Mis ojos siguieron sus manos mientras deslizaban la
camiseta fuera de su cuerpo suavemente.

Tracé su cuerpo con mi boca, soplando suavemente mientras me movía para seguir
el camino de su camiseta descartada.

—Dime lo que te gusta —le susurré al oído, mordiendo su lóbulo.

Presionó su cuerpo contra el mío mientras ladeaba la cabeza.

—Todo lo que estás haciendo —dijo, su voz dulcemente seductora—. No he podido


dejar de pensar en cómo me tocaste la otra noche.

Su cuerpo se movió seductoramente mientras mis manos trazaban el sedoso


contorno de su sostén.

Mientras mis manos jugaban con sus pezones, murmuré en su cabello:

—Sabía que mi toque sería inolvidable.

Sus manos se deslizaron por mi pecho y descansaron sobre mis pantalones cortos.

—Sin duda —jadeó, apretando mi polla—. Muy arrogante.

Mis labios se curvaron en una sonrisa mientras rozaban suyos, y entonces la besé
con todo lo que tenía. La necesitaba más que al aire. Quería sentir su cuerpo bajo
mi toque. Cuando la acaricié, su cuerpo se estremeció, y mi polla palpitó.
170
Sus tetas estaban hinchadas y sobresalían de su sujetador. Desabroché su sostén y
las liberé. Amasando su pezón con una mano, llevé mi boca sobre el otro mientras
lo succionaba suavemente, girando mi lengua y mordiendo con mis dientes. Su
cabeza cayó hacia atrás mientras ronroneaba.

—¿Qué hay de eso? ¿Te gustó eso? —pregunté. Apretando sus tetas, lamí cada
pezón.

—Nop, no del todo. Creo que estás perdiendo tu toque. Tienes que trabajar duro —
dijo jadeante mientras deslizaba sus manos bajo mi camisa.

Deslicé mis manos en sus pantalones cortos.

—Oh, te daré más duro.

Mis dedos provocaban a su coño mojado. Sus gemidos me estaban volviendo loco,
haciendo que me deshiciera. Se encontraba caliente y jadeante, y mi polla estaba
palpitando. Me hallaba listo para golpes profundos y constantes.

—Nena, te necesito tan jodidamente —dije, respirando con dificultad.

Sus manos viajaron por mi pecho y alrededor de mi espalda, acercándome a ella.


Llevó sus labios a mi cuello, lamiendo y mordiendo hasta que llegó a mi oreja.

—Liam —susurró—, hazme el amor.

Mi ritmo cardíaco aumentó. La llevé a mi dormitorio y la tendí en la cama. Me


quedé allí y la admiré. Estaba enloquecido, anhelando estar dentro de ella.

Sonreí.

—Eres tan hermosa.

Repentinamente, algo en mí cambió. Tenía que ir más despacio. Tal vez todo se
volvió más claro. Quería que fuera mía en más que una forma física. Me pertenecía.
Si tenía una duda antes, ahora se había ido. Mirándola, sabía que la amaba.

—¿Estas segura? —pregunté.


171
Capítulo 28
Dani

M
e recosté en su cama, mordiendo mi labio inferior. Sus oscurecidos ojos
azules ardían con deseo. Mi corazón estaba rebosando con anhelo. No
podía definir lo que estaba sintiendo claramente. Era intenso, profundo y
consumidor. Doliendo físicamente por su toque, necesitaba estar cerca de él y
sentir su cuerpo contra mí, dentro de mí. Estaba hambrienta por él. No podía evitar
sonreír. Estaba más que segura.

Con mis ojos fijos en los suyos, dije con una voz entrecortada:

—Sí.

Desabotoné mis pantalones cortos y me los quité de una sacudida mientras él


miraba con una sonrisa torcida. Se sacó su camisa, y mis labios se separaron
cuando vi sus abdominales agradablemente cincelados. Sus dedos provocaban mi
piel delicadamente mientras sus manos hacían una lenta progresión hacia arriba
por mis piernas. Estas se abrieron naturalmente de par en par para él. Su toque
causaba una explosión sensorial en mí, mientras pasaba sus dedos debajo de la
costura de mis bragas. Cuando mis caderas se levantaron para encontrar sus
manos, deslizó uno y luego dos dedos dentro de mí. Con un jadeo, mis ojos se
cerraron mientras me relajaba hacia su movimiento, dejando mi cuerpo irse para
solo sentirlo.

Sacó sus dedos lentamente, dejando que me desesperara por él. Retiró mis bragas
y acarició mis piernas hacia abajo con sus manos y luego hacia arriba otra vez.
Extendió suaves besos a lo largo del interior de mi muslo hasta que encontró mi
clítoris. Mientras chupaba lentamente, girando su lengua, pasé mis dedos abiertos
a través de su cabello. Retorciéndome debajo de él y su toque, podía sentirme
172

acercándome. Deslizó sus dedos de regreso dentro de mí, persuadiéndome,


mientras me venía y gritaba mi liberación. Tirando de él cerca de mí, traje su boca
sobre la mía y lo besé fervientemente.

Froté mis piernas a lo largo de la parte posterior de sus piernas hasta su firme
trasero. Él se posicionó entre estas. Presionó su erección contra mí, enviando
escalofríos a través de mi cuerpo. Mientras me besaba a lo largo de mi cuello y
clavícula, mis manos viajaron hasta sus pantalones cortos, desabrochando su
cinturón. Él los deslizó el resto del camino hasta abajo.

Cuando se inclinó sobre mí, nuestras bocas conectaron. No podía aguantar mucho
más.

—Por favor, Liam, te necesito —jadeé.

Estirándome hacia atrás, agarré la base de la cabecera mientras levantaba mis


caderas contra su erección para incitarlo. Se detuvo, y nuestros ojos se trabaron. Su
mirada estaba llena de calor y ternura.

—Te quiero, todo de ti —dijo, bajando sus labios para besarme—. Necesito que
seas mía.

No quería nada más en el mundo que ser suya.

—Tuya, toda tuya. —No podía arrancar mis ojos de él.

Se estiró y sacó un condón de la gaveta. Sacándolo de su mano, abrí el envoltorio.


Agarrando el anillo con mis dedos, lo posicioné sobre su punta y luego lo rodé
hacia abajo por la entera longitud de su polla. Gruñía mientras lo tocaba y
apretaba.

Inclinándose sobre mí, me provocó con su punta.

—No tienes idea de cuánto yo… soy tuyo —dijo, entrando lentamente en mí—.
Nena, estás tan apretada. —Salió lentamente y entró en mí de nuevo, empujando
más profundo—. Te sientes tan bien.

Él se mecía entrando y saliendo —lento, firme y profundo con cada estocada—


mientras mi cuerpo se estiraba, recibiéndolo con felicidad. Mis brazos y piernas se
enroscaron fuertemente a su alrededor, manteniéndolo cerca. Gemí cuando
estableció nuestro ritmo. Me poseía mientras yacía debajo de él. Cada parte de mí
era suya. La conexión que sentía con Liam era indescriptible. Éramos uno, y era
perfecto.

—Quiero observarte. Abre tus ojos y mírame —dijo.


173
Mientras la presión se construía, él embestía más duro y más rápido,
estimulándome hasta mi orgasmo, y entonces nos vinimos juntos.

Saliendo lentamente, susurró:

—Nena, eres asombrosa. —Me besó, arrastrando sus labios por mi barbilla hasta
que su cabeza estuvo enterrada en mi cuello.

Quería que este momento, tendidos allí con nuestros cuerpos desnudos
entrelazados, durara para siempre.

Cuando escuché que su respiración se profundizaba, pregunté:

—¿Estás durmiendo?

—Necesito una siesta. Apenas dormí anoche, y acabas de patear mi trasero —


murmuró, bostezando.

No teníamos que estar en los Cayos hasta más tarde esta noche, así que teníamos
tiempo. Traté de arrastrarme de la cama, pero me atrajo más cerca de él.

—Quédate aquí —susurró.

Lo besé en la coronilla.

—Volveré enseguida. Tengo que ir al baño.

Cuando regresé, vi su cuerpo extendido en la cama. Se veía tan pacífico. Admiré su


cuerpo desnudo. Maldición, tiene un trasero asombroso. Sabía que probablemente
era inapropiado, pero tenía que tener una foto suya, así que saqué mi teléfono y
tomé una.

Me puse su camisa y agarré mi Kindle. Imaginaba que podía leer mientras él


dormía. Me subí de nuevo en la cama y me acurruqué a su lado. Mientras leía, tracé
mis dedos suavemente de arriba abajo por el brazo que estaba enroscado sobre mí.
Estaba en el cielo.
174
Capítulo 29
Liam

D
esperté sintiéndome como un hombre nuevo. Dani me estaba mirando,
sonriendo. Debería acostumbrarse a despertar conmigo porque me
gustaba mucho esto. Me estiré y la agarré, atrayéndola hacia mí. Chilló y
comenzó a reírse. Rodó encima de mí y se sentó a horcajadas en mis caderas.
Maldita sea, es hermosa. Sentada encima de mí, llevaba puesta mi camisa con una
sonrisa maliciosa. Le devolví la sonrisa, trazando mis manos suavemente por sus
piernas, y las apoyé alrededor de su cintura. Se lamió sus labios mientras
empezaba a frotarse seductoramente contra mi ansiosa polla. Joder, es caliente.

—Crees que me posees, ¿verdad? —Le sonreí, pasando las yemas de mis dedos
cautelosamente sobre sus muslos.

—Oh, no lo creo. Lo sé.

Se instaló más abajo y se presionó en mi traicionera polla. Mis manos se deslizaron


debajo de la camiseta y acunaron sus pechos. Sus pezones se pusieron duros bajo
mi toque. Por mucho que me poseyera —y lo hacía—, no iba a superarme. Le
sonreí y luego fui al ataque. Mientras le hacía cosquillas, la rodé debajo de mí y
luego la besé profundamente. La vida es definitivamente muy buena. No podía
recordar haber sido tan feliz.

La levanté conmigo.

—Por mucho que me encantaría pasar el resto del día en la cama contigo, tenemos
que irnos.

Después de que cargáramos el auto, empezamos nuestro viaje de dos horas hasta
Keys. El clima estaba hermoso. Miré hacia el Atlántico a mi izquierda y el Golfo a mi
175

derecha.
—Tienes una sonrisa tonta en tu rostro. Será mejor que me digas en qué estás
pensando —dijo. Intentó muy duro, sin éxito, ser mandona.

—Disculpe, Sra. Mandona… —Me reí—. Si debes saberlo, estaba pensando en


llevarte a bordo de mi barco. No te mareas en el mar, ¿verdad?

Sus ojos brillaron mientras mordía su labio inferior suavemente.

—Me encantaría ir en un barco contigo. En realidad sé una cosa o dos. Solía salir
con mi papá y hermanas todo el tiempo. Puedo ser tu Gilligan. Aye, aye, Skipper. —
Me saludó.

—Ah, Little Buddy5, no puedo esperar —le dije.

Realmente no podía. Le eché un vistazo para ver que estaba mirando por la
ventana con una sonrisa en su rostro. Asentí. Sí, esto está bien. Estamos bien.

Just the Way You Are de Bruno Mars comenzó en la radio. Esta canción siempre me
hacía pensar en ella. Cuando empecé a tararear las letras suavemente, se giró y me
sonrió. Lo tomé como un estímulo. Iba a darle una serenata a mi chica. No había
nada que cambiaría de ella. Era increíble.

Comencé a realmente disfrutarlo. Quizás me deje llevar un poco. El micrófono de


aire podría haber sido un poco demasiado. Pero, honestamente, realmente creía en
esas palabras. Las sentía.

Su sonrisa se hizo más grande. Sí, era increíble, y su sonrisa era mi rasgo favorito.
Subí de nivel, como si estuviera haciendo mi presentación en una audición de
American Idol. Pensé que iría a Hollywood. Todas las dudas fueron eliminadas. Sí
que me dejaba llevar.

Riendo, sacó su teléfono y comenzó a grabarme. No era una risita, era como si
estuviera disfrutándolo por completo. Era una risa que salía desde el vientre.

Echándole un vistazo, dije dramáticamente:

—Me estás matando. Te estoy dando una serenata, derramando mi corazón y mi


alma en una canción, y te estás retorciendo de risa. Estoy destrozado.

Se acercó, inclinando mi barbilla hacia ella, y me besó.

5 Little Buddy: Es el apodo afectuoso que se le da a Gilligan, un personaje ficticio de “Gilligan’s


176

Island” al que hace referencia Dani previamente.


—Cariño, por favor, no te enojes. Me encanta esto, pero seamos realistas. Sonabas
como un gato en celo. —Me besó de nuevo, tratando de ablandar el golpe a mi ego
destrozado.

—¿Gato en celo? —Me reí, sacudiendo mi cabeza—. Bueno, no estoy de acuerdo


con tu opinión, y tengo la sospecha de que estarás viendo ese video todo el tiempo.

—Nene, lo voy a subir a YouTube. Te vas a volver viral. —Rio.

Nunca subestimes el poder de una mujer para matar un momento romántico. Solo
esperaba que no me etiquetara. Haría el tonto por ella cualquier día, pero nunca
escucharía el final de ello si Chris lo veía.

—Sabes que esta es tu canción. Aunque no te guste la forma en que canto… —


Apreté mi corazón—. Cada palabra es en serio. Eres increíble.

—Liam… —Sonrió y se giró. Luego me miró de nuevo—. Creo que esa tiene que ser
la cosa más dulce que me haya dicho alguien.

Dios, la amo. Me estaba mirando fijamente con una sonrisa que tocaba sus ojos.

—Si sigues mirándome así, voy a tener que detenerme.

—¿Oh, sí? —preguntó coquetamente—. ¿Y qué vas a hacer? —Se estaba mordiendo
el labio inferior, mirando a otro lado, mientras sonreía.

—Solo sigue, y te lo mostraré.

Mientras bajaba la velocidad del auto, la expresión en su rostro no tenía precio.


Estaba mostrando una mirada de emoción y desafío. Entonces, vino a matar.
Sonrió. Era una sonrisa diferente por completo.

—¿Me estás retando? —Joder, estaba excitado.

Teníamos unos treinta minutos antes de llegar a nuestro destino.

Inclinándose, me susurró al oído:

—Soy tuya. Toda tuya. —Luego, empezó a chuparme la oreja. Su mano viajó a
través de mi pecho y hasta la cintura de mis pantalones cortos.

Joder y santa mierda.

—Quiero darte esto —dijo seductoramente.

Tratando de mantener el único control que tenía, agarré el volante.


177
—Nena, estás… —Comencé a decir.

Entonces, presioné mi boca en la suya. Joder. La estaba besando y manteniendo los


ojos en el camino. Estaba manejando mucho más lento, pero aun así, estaba
manejando. Jaló mi labio inferior mientras sus manos empezaban a desabrocharme
los pantalones cortos. Mi polla quería salir y jugar con Dani. No estaba seguro de
que la vida pudiera ser mejor. Cuando empezaba a acariciar mi polla, me di cuenta
de que la vida podía ser mejor, mucho mejor.

—Nena, eso se siente tan jodidamente bien, pero estoy manejando en una
carretera de dos carriles.

Me ignoró. Mi polla no tenía ninguna objeción cuando la sacó de su escondite.


Joder. Inclinándose, envolvió su boca alrededor de mi punta, agarrando mi polla
firmemente en su mano. Mi respiración y mi pulso estaban acelerados.

Lo que estaba haciendo con su lengua y sus manos debería haber sido ilegal.
Probablemente lo era, pero eso era parte de la emoción. Santa mierda. Se sentía tan
increíble que tuve que estacionarme. No podía ver jodidamente bien. Mientras
apoyaba mi cabeza en el reposacabezas, pasé mi mano por sus pantalones cortos.
Soltó un suave gemido cuando empecé a jugar con ella. Estaba empapada.

—Nena, estás tan mojada —murmuré con voz ronca.

Comenzó a restregarse en mi mano. Joder. Iba a enloquecer.

—Me encanta tener tu polla en mi boca y tu mano en mis pantalones —dijo,


alzando la vista con ojos entrecerrados.

Lamiendo sus labios, reanudó dándome la mejor jodida mamada de mi vida. No iba
a durar. Froté su clítoris y luego introduje mis dedos dentro de ella. Lanzando su
cabeza hacia atrás, abrió la boca, y soltó el gemido más erótico que hubiera
escuchado jamás. Luego bajó la cabeza mientras su lengua empezaba a dar vueltas
alrededor de mi punta y su boca se abrió, para trabajar en mí. Jodidamente
asombroso.

—Voy a correrme. Ah… ¡Dani!

Tragó mi carga, y luego se retiró, sentándose en mi mano. Su cabeza cayó hacia


atrás mientras gemía. Nunca había visto nada más sexy en mi vida.

—Eso es, nena —la animé.

Mientras su cuerpo temblaba, soltó otro gemido.


178
—Oh, Dios mío, Liam. Ah, Liam. Ah, sí. Sí. Ah…

Santa mierda. No había palabras. Ninguna palabra podía describir exactamente el


estar con ella.

—Nena, eso fue increíble. Me siento como una estrella de rock. Voy a seguir
cantándote.

Se rio.

—Más te vale. Ahora, vamos. Apenas estamos empezando. —Se sentó en su asiento
con una sonrisa en su rostro.

Puse el auto en marcha y seguí adelante. Al alcanzarla, le tomé la mano y la llevé a


mis labios, besándola.
179
Capítulo 30
Dani

M
i corazón todavía estaba latiendo rápidamente por la mamada que le
había dado y el orgasmo que me había dado. No sabía qué me pasó.
Bueno, sí, lo sabía. No podía tener suficiente de él. Cuando había
empezado a cantar… bueno, esa palabra era muy amable… más como aullarme, mi
corazón se había derretido. Había sido maravillosamente divertido. Había
acertado. Vería ese video una y otra vez. Nunca nadie había hecho algo así por mí.
Tenía la capacidad de provocar tantas emociones y deseos en mí.

Nos detuvimos en la villa, y rápidamente salí del auto para mirar alrededor. Era
encantador y pintoresco. No había nada particularmente especial en la fachada de
la casita.

Después de que abriera la puerta, Liam agarró mi mano, mientras me llevaba hacia
atrás.

—Tienes que ver esto.

Era espectacular. Extendido en toda la parte trasera de la casa, un porche se abría


paso a una pequeña playa privada con palmeras, arena blanca, y una prístina vista
del océano.

—¡Guau! Este lugar es fantástico. ¿Cómo lo encontraste? —le pregunté a Liam.


Caminé y admiré los pequeños detalles y decoración de playa encontrados a lo
largo del porche.

Sonrió y vino detrás de mí. Envolviendo los brazos a mi alrededor, miramos la


vista.
180

—Me alegra que te guste. Solía venir aquí cuando era niño. Aquí es donde mi papá
me enseñó todo lo que sé sobre el agua. Es un lugar muy especial para mí, y quería
compartirlo contigo. —Envolvió sus brazos con más fuerza alrededor de mi cintura
mientras enterraba su cabeza en mi cuello.

Apoyé mis manos sobre sus brazos, inclinándome hacía él. Mi corazón se hinchó
mientras disfrutaba del momento. Estaba enamorándome irremediablemente de
él.

Después de la cena, nos sentamos en el porche trasero, mirando hacia el agua. Una
agradable brisa estaba proviniendo desde el océano, y las estrellas estaban
brillando intensamente. Mis piernas estaban tumbadas sobre las suyas mientras
las frotaba con sus manos. Estaba terminando un libro mientras Liam estaba
comprobando el pronóstico meteorológico de mañana en su teléfono. Cuando
llegué al último capítulo, mis lágrimas empezaron a fluir.

Mirándome, me empujó hacia él y presionó su boca contra la mía.

—Nena, dime que la historia valía tus lágrimas.

—Las valió. ¡Oh Dios mío! —Sentándome, me metí en mi posición de narración—.


Así que, el protagonista del libro… —Hice una pausa, llevando mi Kindle a mi
pecho—. Era increíble. También era bombero. El protagonista odiaba su elección
de carrera por el peligro que conllevaba. Aunque siempre he sabido que tu trabajo
es peligroso, nunca antes he dejado que mi mente vaya allí. Ahora no estoy segura
de que seré capaz de descansar hasta que sepa que estás en casa después de una
guardia.

Metió mi cabello detrás de mis orejas. Amaba cuando hacía eso.

—¿Eso es por eso que estabas llorando? ¿Le pasó algo en el cumplimiento de su
deber?

—No, no fue nada de eso. Me puse sentimental por la profundidad del amor que el
hombre tenía por esta mujer. Fue increíble —dije. Suspiré, pensando en su gran
amor.

Fue entonces cuando sucedió. En cámara lenta, oí las palabras saliendo de mi boca.
Quería aspirarlas de nuevo, pero era demasiado tarde.

—¿Has estado enamorado antes?

No podía creer que le hubiera preguntado eso. Estuvo sentado en silencio por lo
181

que pareció una eternidad, pero fue más como un segundo.


Tomó una profunda respiración y lució solo un poco incómodo. Volviéndose hacia
mí, me dijo:

—En primer lugar, estoy realmente conmovido de que te preocupes por mí. Eso es
muy dulce de tu parte. —Se inclinó y colocó un casto beso en mis labios—. Sí, el
peligro es real. No quiero minimizarlo, pero mi misión en la vida es asegurarme de
que mi equipo y yo estemos tan seguros como pueda, de modo que nadie salga
herido. Es personal. Lo que me lleva a tu siguiente pregunta.

Me arrepentí de esa pregunta ahora más que antes.

—Sabes, no tienes que decir nada más. Realmente no es de mi incumbencia —dije


nerviosamente.

Odiaba cuando me ponía así. ¿Por qué no puedo ser tan segura en todos los demás
aspectos de mi vida? Cuando se trataba de mis relaciones con hombres, me volvía
tontamente insegura. Me las había arreglado para tenderme una trampa y hacer
una pregunta de la que no sabía la respuesta, o peor, realmente no quería saber la
respuesta. Bueno, sí, sí quería saberlo, pero estaba asustada de la respuesta.

—Por supuesto, es de tu incumbencia. —Agarró mis manos y besó la parte


superior de estas—. Mereces saberlo todo. Es solo una de esas conversaciones por
las que no sabía realmente cómo empezar. Supongo que podemos darle las gracias
a tus libros. —Sonrió—. Sí, estuve enamorado antes.

Me desinflé. ¿Qué estaba esperando? Tenía treinta años. Si no hubiera estado


enamorado, habría tenido que preocuparme de que tuviera problemas de pareja.
Esto era solo una indicación de que era capaz de tener una relación, pero que solo
no había funcionado. Nah, esa línea de razonamiento no funcionaba para mí.
Estaba celosa. No quería que hubiera amado a ninguna otra mujer. Lo quería para
mí, y no quería compartir con nadie, ni siquiera con alguien de su pasado. Qué
bueno que quería ser madura en mis relaciones. Al menos lo mantenía real.

—Oye, nada de eso, ¿está bien? Soy tuyo —prometió. Me besó suavemente y luego
presionó su frente contra la mía—. Todo tuyo. —Se apartó—. La conocí en la
academia, y estuvimos juntos por cinco años.

Fui un poco tranquilizada por su afecto, pero su admisión me hizo sentir aún más
insegura. Eso fue mucho tiempo para estar juntos. Ahora, tenía preguntas.

—Entonces, ¿qué pasó? —Comencé a correr por un millón de posibilidades


diferentes. Leer de dos a tres libros a la semana me había dado un montón de
182

escenarios por pintar. ¿La dejó, o lo dejó? ¿Uno de ellos engañó al otro? ¿Había una
traición? ¿Solo se aburrieron? ¿Drama? ¿Era ella el amor de su vida? ¿Amaría o
podría alguna vez amar a alguien otra vez? Suspiré fuertemente. ¿Por qué tuve que
arruinar un día hermoso?

—Oye, no vayas ahí ahora mismo. Está bien. Puedes preguntarme lo que sea. No
tienes que preocuparte por Natalie —dijo, sacudiendo su cabeza. Suspiró—. Conocí
a Natalie en la academia. Era la hija de mi capitán. Nos llevamos bien, y nos
comprometimos.

Creí que iba a vomitar. ¿Comprometidos? Odiaba esto.

—Oh, guau. Bueno, gracias por compartir. ¿Podemos volver a lo que estábamos
haciendo antes de que abriera mi boca? —pregunté. Realmente quería recuperar el
momento que habíamos compartido antes de esta temida conversación.

—Nena, mírame —dijo.

Me volví y lo miré.

—El recuerdo de Natalie no es una amenaza para nosotros.

—¿Qué quieres decir con recuerdo? —pregunté confundida, poniendo comillas en


el aire alrededor de recuerdo.

—¿Puedo solo contarte la historia sin interrupciones? —preguntó.

Asentí en acuerdo.

—Como dije, conocí a Natalie en la academia. Nos llevamos bien, salimos, y nos
comprometimos. Ella contestó una llamada por una herida de bala. Los policías
pensaron que despejaron el área. Natalie y Josh fueron a la escena, y el tirador salió
y tomó una víctima más. —Frotando sus sienes, cerró los ojos brevemente y dejó
salir un profundo suspiro—. Eso fue hace poco más de cinco años. Mi vida habría
sido muy diferente si ella hubiera sobrevivido. —Hizo una pausa, mirándome.

Mi corazón se rompió por él.

—Pero no lo hizo. Era su tiempo, y es trágico. Todo el mundo tiene su tiempo.


Aprendí eso con mi papá, y me lo fue recordado con ella. Mi vida no terminó,
aunque en ese momento deseé que hubiera sido así. Fue un momento muy oscuro
para mí. Realmente no sabía cómo iba a sobrevivir, pero lo hice. Al principio, solo
existía. Entonces, comencé a vivir de nuevo. —Frotó sus manos sobre su rostro y
cuello.

»Natalie siempre será parte de mi vida. Influenció al hombre en el que me he


183

convertido. Aquí es donde se pone difícil. —Sostuvo mis manos y me miró


cuidadosamente—. Mira, desearía que hubiera habido otra manera donde no
hubiera habido pérdida y dolor. Pero, y esto es muy importante que me escuches,
sé que mi vida es exactamente de la manera en que se suponía que fuera, y eso es
justo aquí contigo. —Besó mi frente y me sostuvo fuerte.

—Siento mucho tu pérdida. Realmente. Debe ser maravilloso tener ese tipo de
amor. He tenido trozos y piezas pero nada tan épico, y nada como este personaje
en mi libro. Creo que me conformaría con el diez por ciento de eso —dije
sinceramente, acurrucando mi cabeza en su pecho.

Me empujó un poco hacia atrás.

—Espera. ¿Qué?

Aparté la mirada.

Inclinando mi rostro hacia él, dijo:

—Quizás, necesito aclararte algo. No sé a qué te refieres con amor épico y cómo lo
mides. Natalie era una parte de mi pasado, y apreciaré ese tiempo. Pero esto aquí
—dijo, sosteniendo mi mano sobre su corazón—, esto es tuyo. Me encanta que leas
tus libros, pero la verdad es que nunca podré competir con tus novios literarios.
Nunca seré ese personaje profesor. Aunque siga haciéndote una serenata, nunca
me convertiré en uno de esos tipos estrellas de rock de los libros. Solo soy yo, pero
soy tuyo. Todo de mí es tuyo. Mi corazón, todo, todo es tuyo. Te amo, Daniela Ruiz.

A medida que las lágrimas caían por mi rostro, las limpió con sus pulgares. Me
incliné y lo besé, ahuecando su rostro en mis manos.

Levanté la mirada hacia él.

—Liam —dije suavemente—, también te amo. Me asusta hasta la muerte, pero es


la verdad honesta de Dios. Te amo.

La noche era joven con la luna llena reflejándose en el océano. Liam me llevó
adentro.

Mientras abría la puerta del dormitorio, acariciaba mi rostro y arrastraba besos


por mi mandíbula y por mi cuello.

—Esta noche, voy a terminar lo que empecé más temprano. Ahora, dime que me
amas otra vez.

—Te amo, Liam. —Lo besé.


184
Y lo hacía. Lo amo. Realmente lo hago, pero me sentía aprensiva dado mi historial.
Por muy irrazonable que fuera, realmente no me gustaba la idea de que él hubiera
amado a alguien antes. Pero tenía razón. Esto era exactamente donde se suponía
que estuviera ahora mismo en mi vida. Se suponía que estuviera con él, y nada iba
a cambiar eso.

—Te amo. Con todo lo que soy, te amo —dijo.

—Me encanta la manera en que suena —dije, mordiendo mi labio inferior.

—Ahora, te voy a mostrar cómo se siente.

Tenía razón. No era un novio literario. Era mucho más.


185
Capítulo 31
Dani

S
aboreamos cada último minuto que tuvimos en nuestras minivacaciones
juntos. El sol ya se había puesto cuando condujimos de regreso en el estrecho
tramo de A1A hacia tierra firme. La luna estaba brillando contra el telón de
fondo de un cielo negro sin nubes intercalado con los destellos de las brillantes
luces de la ciudad reflejadas en la distancia. Música estaba reproduciéndose
suavemente en el fondo. Me preguntaba si me volvería a dar una serenata. Me echó
un vistazo, sonrió, y puso su mano sobre mi muslo. Saqué mi teléfono. Quería
reportarme con mis amigas y hacerles saber que estábamos de regreso.

Dani: De regreso. Tuvimos un gran fin de semana.

Macy: Dime que tu condición fue remediada.

Dani: ¿Es todo en lo que piensas? ¿Dónde está Candace? ¿Por qué no está
interviniendo?

Macy: Bastante. Revisa tus mensajes. Tenía que salir de la ciudad.

Revisé mis viejos mensajes, y en efecto, Candace había ido a Jacksonville. Aun así,
me sorprendía que no hubiera respondido. No era como si estuviera en Afganistán.
Esto era muy inusual en ella.

Dani: El clima fue genial. Fuimos a bucear y nos tendimos al sol.

Macy: Suena aburrido para mí a menos que tu condición fuera remediada.

Dani: Tal vez.

Macy: Ahora estamos hablando.


186

Dani: ¡Cállate!
Macy: Así de bueno, ¿eh?

Dani: Profundo, duro, y firme.


187
Capítulo 32
Liam

D
ani guardó su teléfono en su bolso y puso su mano sobre la mía. Girando mi
mano, entrelacé mis dedos con los de ella.

Finalmente le había hablado de Natalie. ¿Quién habría pensado que uno de


sus libros sería una apertura? Decir que lo que le había sucedido a Natalie me había
jodido era un eufemismo. Me había tomado mucho tiempo llegar a un lugar donde
estuviera en paz con lo que le había sucedido. Me había tomado aún más tiempo
seguir adelante. Al principio, me había sentido culpable. ¿Por qué ella y no yo? ¿Y
cómo podría siquiera pensar en estar con alguien más? Sabiendo que Nat me habría
pateado el trasero, o que habría tontamente intentado, por revolcarme en mi
propia miseria había ayudado a sanar. ¿Cómo podría explicarle a Dani que pensaba
que Natalie estaría apoyándonos? Querría que fuera feliz, y Dani me hacía feliz, más
feliz de lo que había sido jamás. No podía lanzarle todo eso. No quería que pensara
que tenía que competir con un fantasma. Le había contado lo que necesitaba saber.
La amaba. Nunca pensé que jodidamente amaría a alguien de nuevo, pero lo hacía.

Ambos estábamos perdidos en nuestros pensamientos.

La miré.

—¿En qué estás pensando?

—Te amo —dijo con una sonrisa—. Estoy sentada aquí, tratando de averiguar qué
te pasa.

—¿Por qué tendría algún problema? Y, para que conste, también te amo.

Dani siempre estaba tratando de encontrar la falla o un problema que no existía.


188

Sabía que había salido con idiotas, y el último era un perdedor total. Realmente
estaba tratando de ser paciente y comprensivo. A veces, era casi malditamente
imposible. Había intentado tranquilizarla antes.

Ahora tenía que haber algún problema conmigo. Esto debería ser interesante.

—La cosa es… bueno, sabes que he tenido un historial horrible con los hombres,
pero realmente no he hablado contigo sobre lo que sucedió con mi ex. Tal vez eso
aclarará algo del por qué amo amarte y por qué también me aterra.

Llevé su mano a mis labios y le di un suave beso. Solo quería que supiera que
estaba en esto a largo plazo. Frustrado o no, la amaba.

—Salí con él por un año. Vivimos juntos por la mitad de ese tiempo. Pensé que era
él.

Ya no me gustaba este tipo. La idea de que ella viviera con otra persona me
molestaba demasiado.

—Como sea, las cosas parecían estar muy bien entre nosotros. Él había recibido un
ascenso, y yo había terminado mi maestría. Era muy cercana a su familia.
Estábamos planeando unas vacaciones. Esa era nuestra vida.

Escuché, tratando de mantener la mente abierta. Estaba jodidamente celoso de un


idiota que rompió su corazón. Esto era irreal.

Dijo:

—La vida era buena. Pensé que estábamos enamorados, pero estaba equivocada.
Verás, después de un año de estar juntos, me dijo que era perfecta en teoría, pero
que solo no estaba funcionando para él.

¿Quién demonios dijo esa mierda? ¿Especialmente a la chica con la que estaba
viviendo? Este tipo era un personaje.

Su historia continuaba.

—En realidad se pone mejor.

Me resultaba difícil de creer.

—Mi ex no hace nada solo. Había preparado mi reemplazo. La noche antes de que
rompiéramos, la alardeó delante de mí mientras estábamos celebrando su ascenso.

Mi sangre estaba hirviendo. Era un idiota hijo de perra. Mi agarre se apretó en el


volante. La miré mientras miraba por la ventana. Estaba furioso. Había confiado en
189

ese imbécil, y le había roto el corazón.


—Así que ahí lo tienes. Sí, sé que mis inseguridades pueden ser molestas. —Me
echó un vistazo, alzando una ceja.

Mierda, no fui tan discreto como pensaba que era.

—Solo está esa parte de mí que está esperando que pase algo malo. Sé que no es
justo para ti. Solo quería que comprendieras de dónde viene mi locura.

Todavía estaba tratando de recuperar mi compostura. Sacudí la cabeza y solté un


fuerte suspiro.

—Nena, siento mucho lo que te sucedió. Si alguna vez lo veo, le arrancaré la cabeza.

—Ponte en la fila. Macy y Candace quieren cortar su polla.

—Estoy al principio de la fila. Rompió el corazón de mi chica. Ahora, tienes mi


palabra, nunca dejaré que nadie vuelva a hacerte algo así.

—Me encanta cuando te pones como hombre de las cavernas, pero no era tu chica
entonces.

—No importa. Cualquiera que te haga daño, pasado o presente, trata conmigo.

—Pero ¿y si yo hago algo estúpido? No lo sé. Me he preguntado algunas veces si tal


vez soy yo quien hace algo para poner en marcha esas cosas. ¿Cuál es tu punto de
quiebre?

—Soy un tipo. No pienso en esas cosas. Tu ex era un imbécil. No soy un imbécil. Lo


que te hizo estuvo mal. Puede que cante como un gato en celo, lo cual no
comparto…

Ella interrumpió.

—Nunca vas a dejar que me olvide de eso, ¿verdad?

—Nop. Le guardo rencor. —Guiñé un ojo.

—Está bien, lo admitiré. No cantas como un gato en celo. Al menos, no


completamente. Está bien, tal vez un poco. Pero fue la cosa más dulce del mundo.
Te amo hasta la luna y de regreso. Y sé que no eres un imbécil.

—No canto como un gato en celo en absoluto. Volviendo a lo que estaba diciendo,
tengo un trabajo peligroso que es estresante y demandante para mí y los que amo.
No tengo intenciones de engañarte o jugar con tu corazón. Cuando te digo que te
amo, es porque lo hago. —Besé su mano.
190
—Lo sé, pero no me dijiste cuál es tu punto de quiebre.

Esto era importante para ella. Honestamente, no me sentaba a pensar en lo que


odiaba o qué sería lo que me quebraría, esperando que ella nunca lo hiciera. Mi
mente no iba allí. Cuando pensaba en ella, quería estar enterrada dentro de ella,
tocarla, y verla venirse. Cuando no estaba pensando en eso, estaba pensando en
verla, tocarla y estar dentro de ella. Era bastante simple. Pensaba en meter su
cabello detrás de sus orejas y sentir su cabeza inclinada ante mi toque. Pensaba en
la forma en que sonreía, sintiéndome como el hijo de perra más afortunado porque
esa era mi sonrisa. Siempre estaba en mi mente. Los pensamientos más
predominantes eran sobre ella sonriendo y de cuándo podría tocarla. Ahora, no
podía dejar de pensar en estar dentro de ella.

—No pienso en los términos de lo que podrías hacer que no pudiera soportar. Mis
pensamientos son buenos pensamientos. —Sonreí y meneé las cejas—. Pero me
conozco. No te compartiré. Lisa y llanamente. No miento ni engaño. Si estás
buscando motivos para romper, ahí están. Siempre puedo trabajar con la verdad.
Confío en ti. Así que no estoy pensando en esto. Prefiero concentrarme en las cosas
que amo de ti. No debería decirte esto, pero mi debilidad es tu sonrisa.

Su rostro se iluminó. Me había envuelto alrededor de su meñique.

—Haces que todo suene tan simple. Todo lo que tengo que hacer es sonreír, decir
la verdad, y no engañar. ¿Eso es todo? Bueno, por el bien de una comunicación
abierta, voy a pedirte una cosa. Si alguna vez quieres una salida, se honesto
conmigo, pero se amable.

—No tenemos que ser tan complicados. No tengo intenciones de dejarte ir. Lo que
quiero hacer es acercarte más. Solo déjame amarte.

—Quieres acercarme más, ¿no es así? —Sonrió mientras se apoyaba contra la


puerta del auto. Empezó a jugar con un mechón de cabello, girándolo entre sus
dedos.

—Te amo. Me encanta quedarme dormido contigo. Me encanta despertar junto a ti.
Me encanta la forma en que tus ojos se iluminan cuando estás leyendo tus libros.
Me encanta la forma en que muerdes tu labio inferior cuando estás enviando
mensajes de texto a tus amigas sobre mí. Podría seguir. La lista es larga.

Y así era. Chris tenía razón. Ella me poseía. Era un controlado por mi novia, y me
importaba una mierda. No podía tener suficiente de ella.

—¿Y cómo sabes que estoy enviando mensajes de texto a mis amigas sobre ti? —
191

Fingió indignación.
—Pfff, estás bromeando, ¿verdad? Tendría un serio problema si te vieras así y
estuvieras enviando mensajes de texto sobre alguien o algo más que yo. —No había
forma en el infierno de que fuera a tener ese brillo en sus ojos y esa apariencia
como si estuviera a punto de entrar en combustión por hablar de cualquier otra
cosa.

—Me encanta cuando te pones celoso. Me encanta casi tanto como tu larga lista
sentimental de cosas que amas de mí. ¿Siempre eres tan cursi? No me
malinterpretes. Me encanta. Solo que no estoy acostumbrada a este tipo de cosas
de corazones y flores.

Sus palabras se sintieron como un puñetazo.

—Nena, estás matando mi confianza aquí. En primer lugar, derribas totalmente mi


serenata, y ahora, te estás burlando de mi profunda demostración de amor. —Tuve
que recordar que estaba acostumbrada a los idiotas. Estuve a punto de decir una
cosa estúpida, pero me retuve porque no era uno. En su lugar, simplemente sacudí
la cabeza—. No, no siempre soy tan cursi. Antes de ti, no creo que nadie nunca me
hubiera acusado de ser cursi ni de corazones y flores. ¿Y qué demonios es eso de
todos modos? ¿Corazones y flores?

Cubrió su rostro con sus manos.

—Soy horrible. Eres maravilloso, y te lo estoy haciendo difícil. Lo siento. Solo que
hay una parte de mí que está siendo ridícula, pensando que este maravilloso
festival de abundancia y desborde de amor terminará una vez que lleguemos a
casa. Estoy actuando mal. Te doy permiso para castigarme.

—No sé qué tengo que hacer para demostrarte que soy sincero, pero lo haré. Si eso
significa azotarte, nena, también estoy a favor de eso.

Este era claramente un momento Kodak porque sus ojos casi se salieron de su
cabeza. Pensé que los míos estaban a punto de hacerlo cuando puso la sonrisa más
sexy que había visto jamás. Luego, lamió sus labios. Malditamente caliente.

—¿Quieres azotarme? —preguntó con voz juguetona.

La imaginé con los ojos vendados y extendida en mi cama con las manos atadas por
encima de su cabeza. Mi polla estaba en alerta y lista para la acción. Teníamos
otros treinta minutos antes de llegar a mi casa. Miré el reloj del tablero. Eran las
nueve y media. Aunque ambos teníamos que levantarnos temprano mañana, no
había forma de que se fuera a casa esta noche.
192
—He visto algunos de esos libros que lees. ¿Alguna vez has querido probar algunas
de esas cosas? —le pregunté mientras la miraba.

Se sentó allí, congelada.

—Nena, estás muda —dije.

—Por supuesto que no estoy muda. Yo, eh… solo, eh… no estaba esperando que tú,
eh… sugirieras eso. No lo sé. Nunca he pensado en eso.

—No puedes sentarte aquí y decirme que has leído esos libros, y nunca lo has
pensado ni una sola vez.

Ella levantó la cabeza y la sacudió suavemente. Me miró fijamente.

—Sí, he pensado en eso. No estoy interesada en todas esas cosas pervertidas, pero
no lo sé. ¿Tal vez?

Oh, sí, había pensado en ello, y estaba pensando en ello ahora.

Se movió en su asiento y cambió el tema.

—Quiero que cantes para mí.

—Cuando escuche la canción correcta, lo haré, y te gustará.

—Veremos eso, Sr. Confianza. —Coqueteó.

Me encantaba la Dani juguetona. Iba a agregar eso a mi lista.

Cuando llegamos a la ciudad de Florida, me detuve a cargar combustible. Volviendo


al auto, revisé mis mensajes y encontré que tenía un mensaje de texto de Chris.

Chris: Bien hecho, amigo. Escuché que te encargaste de la condición.

No tenía ni idea de lo que estaba hablando.

—Chris es tarado —dije a Dani.

Liam: ¿WTF?

Chris: Jaja.

Liam: ¿Estás borracho?

Chris: JAJAJA.
193

Solo sacudí la cabeza.


—¿De verdad? ¿Qué dijo? —preguntó.

—Algo acerca de que me encargué de una condición. Es mejor que no sea su


manera de decirme que está quedándose en mi casa.

Sacó su teléfono e inmediatamente comenzó a enviar mensajes de texto. No podía


haber estado enviando mensajes sobre mí porque su frente estaba fruncida, y sus
labios estaban apretados fuertemente mientras sus dedos golpeaban su pantalla
febrilmente.

—Nena, ¿estás bien? Te fuiste de Dani juguetona a Dani aterradora.

Me miró, echando humos.

—¿Cuál es el problema? ¿Qué paso? —pregunté, preocupado.

—Voy a matar a Macy. ¿Puedes ayudarme a deshacerme del cuerpo? Podemos


dejarla en Everglades. Tal vez cortarla en trozos pequeños y darla de comer a los
cocodrilos.

—Nadie va a matar a nadie. No eres homicida. ¿Verdad? —Hice una pausa,


tratando de aligerar el momento—. ¿Qué pasó?

Entonces, se me ocurrió. Al parecer, era lento. Mi mente y mi polla estaban


pensando en atar a Dani. No había hecho la conexión. Chris… condición… Macy…
Dani molesta.

—Esto tiene algo que ver con esa condición sobre la que Macy estaba parloteando
el fin de semana pasado. ¿Necesito golpear a alguien por ti?

Su mandíbula estaba apretada mientras sacudía su cabeza.

—No puedo creer esto de Macy. La mujer tiene un serio problema respecto a mi
privacidad. Necesita aprender a callarse. Ya no voy a decirle nada. —Se giró y miró
por la ventana.

—Nop, eso no va a suceder —dije, estirándome por su mano.

Se giró hacia mí.

—¿Qué no va a suceder?

—No vas a encerrarte en tu cabeza sin dejarme entrar. ¿Qué es esa cosa de la
condición? ¿Por qué estás tan molesta por eso?
194
—Liam, por favor, no me hagas hablar de ello —dijo con ojos suplicantes—.
Prometo que sonreiré. Eso debería hacer que todo esté bien. —Fingió una sonrisa.

—La sonrisa solamente funciona cuando es real —dije. Levanté su mano y besé la
parte posterior, pasando mis labios sobre sus nudillos—. Puedes decirme
cualquier cosa.

—Me has visto desnuda…

—Sí, lo he hecho, y tienes un cuerpo precioso. —Apoyé nuestras manos en su


muslo.

Pensé en su cuerpo extendido debajo de mí. Mmm, una venda y ella retorciéndose
cuando la tocaba. Sí, la había visto desnuda, y quería ver más de ese cuerpo sexy y
apretado.

—No me interrumpas cuando estoy tratando de decir algo que no quiero decir —
dijo.

Solo asentí en acuerdo. Estaba siendo enérgica, y era sexy. ¿Tengo cuerda en casa?
Tal vez pueda atarla esta noche. Maldita sea, mi polla se estaba poniendo dura.
Tuve que moverme en mi asiento.

—Sabes que mi ex y yo rompimos hace un par de años. —Puso sus ojos en blanco y
soltó mi mano.

Fui sacado de mi fantasía cuando me recordó a ese hijo de perra.

—Bueno, en realidad no he salido con nadie desde entonces. No más que una cita o
dos. No soy Macy. No me acuesto con todo lo que se mueva. Así que ha pasado un
tiempo. —Resopló—. Macy me calificó como una revirgen, y dijo que era una
condición que necesitaba ser atendida inmediatamente. —Lanzó sus manos al aire
y luego las cruzó frente a ella.

Sabía que estaba enojada con Macy. Necesitábamos tener una pequeña
conversación sobre no discutir nuestra vida sexual con sus amigas. Aun así, no
podía evitarlo. Seguía pensando en las cosas que quería hacerle.

—¿Eso me hace… tu primera vez? —Inclinando mi cabeza hacia ella, le guiñé un


ojo.

Me golpeó y se rio.

—Tienes una mente unidireccional. Supongo, según el razonamiento de Macy, eres


195

mi primera vez, y no hay nadie más que hubiera querido para ser mi primera vez.
—Me siento honrado y privilegiado por ser el primero. —Besé su mano—. Y el
último.

Cuando entramos en mi estacionamiento, miré a Dani. No quería que nuestro fin de


semana terminara. Todavía era demasiado pronto. Salí del coche, lo rodeé, y abrí la
puerta. Cuando salió, la enjaulé y coloqué mis manos en sus caderas. Apoyándose
en mi agarre, llevó sus manos a mi pecho, colocándolas sobre mi corazón latiendo.

—Mmm, teniente Lucas, ¿no me vas a dejar salir del auto? —preguntó,
mordiéndose el labio inferior.

—Este auto tiene tantos buenos recuerdos —dije, rozando mis labios contra los
suyos.

—Sí, los tiene.

Envolvió sus brazos alrededor de mí y apoyó su cabeza contra mi pecho. Estaba


segura de que podía sentir mi corazón acelerado.

Coloqué su cabello detrás de sus orejas y acaricié su rostro con mi mano. Pasé mis
labios sobre los suyos.

—Quédate conmigo esta noche.

—Quiero, pero…

No la dejé terminar su pensamiento mientras mi lengua jugueteaba con su labio


inferior.

—Quédate conmigo.

Abrió su boca para mí.

Cuando la llevé a mi apartamento, me retiré lo suficiente de ella para abrir la


puerta.

—¿Vas a dejarme dormir? Sabes que tengo pacientes mañana —protestó.

Cuando entramos en mi apartamento, su boca estuvo en la mía mientras sus manos


trabajaban en desenredar mi camisa.

—Me aseguraré de que duermas muy bien —le aseguré.


196
Comencé a desnudarla, dejando un rastro de ropa en el suelo. No tenía nada más
que su sujetador y su tanga.

—Lo dudo —dijo, empujando un poco hacia atrás—. No quiero irme, pero…

—Pero nada. Quédate conmigo.

Cuando la levanté, envolvió sus piernas alrededor de mí. Cuando golpeé su culo,
estuve seguro de que dejó una leve picadura. Jadeó, sus ojos se iluminaron, y su
sonrisa hizo que mi corazón dejara de latir. Mientras la llevaba a mi dormitorio,
agarró mi rostro con sus manos mientras sus labios provocaban mi boca. Tenía
hambre del sabor de sus labios y de su lengua en mi boca. Cuando me incliné, retiró
la boca.

—Dime que me amas —jadeó.

—Te amo, nena.

Entonces, me apoderé de su boca. La tendí en mi cama debajo de mí. Le sostuve las


manos sobre su cabeza mientras comenzaba a besar sus brazos. Se retorció bajo mi
toque, arqueando su espalda. Le mordí la concha de la oreja mientras arrastraba
mis manos suavemente por sus brazos. Apoyándolas sobre sus pechos, mis dedos
movieron y amasaron sus pezones. Soltó un suave gemido, y mi polla palpitó al
escuchar su sonido. Mis pantalones estaban demasiado apretados. Me presioné
contra ella, tratando de encontrar algún alivio. Necesitaba estar dentro de ella.

—Liam, te necesito… por favor… —murmuró. Sus ojos estaban cerrados, y sus
caderas estaban pidiendo atención.

Lentamente, llevé mis labios por su cuello y tracé su barbilla, siguiendo un camino
hacia su pezón. Mi mano se deslizó por su estómago, y pasé mis dedos bajo la
costura de su tanga mientras la bajaba por sus piernas. Mientras su cuerpo
temblaba, mi polla palpitó y suplicó por ella. En ese momento, estaba bastante
seguro de que Dani, mi polla, y yo nos amábamos en las proporciones correctas.
Nos necesitábamos.

Inclinándome hacia mi mesa de noche, abrí el cajón con una mano mientras la otra
se deslizaba entre sus piernas.

—Nena, me encanta lo excitada que estás. —Saqué un condón.

Se apoyó en sus codos y observó mientras abría el condón con los dientes.

—Dame eso. Quiero ponértelo —dijo con una sonrisa seductora. Se sentó y tiró de
197

mis bóxers. Me miró con los ojos entrecerrados, mordiéndose el labio inferior,
mientras comenzaba a desenrollar el condón sobre mi polla lentamente. Me agarró
con ambas manos y apretó suavemente.

Apenas podía mantener la calma.

—Nena, eso se siente tan bien.

Empezó a reclinarse lentamente mientras extendía sus piernas para mí.

—Muéstrame cuánto me amas —murmuró entre cortas respiraciones.

Presioné mi polla contra ella, y luego jodidamente me deslicé dentro. Mierda, se


siente increíble. Estaba tan caliente y húmeda.

—Te amo… nena… oh Dios, te sientes tan bien.

Empezamos a movernos juntos, profundo y firme al principio. Estaba envuelta tan


apretada a mi alrededor.

—Te sientes como un guante hecho solo para mí. Eres perfecta.

—Rápido y duro, Liam. Te quiero rápido y duro.

Acelerando el ritmo, empujé mi polla dentro de ella, rápido y duro. Los sonidos que
estaba haciendo estaban volviéndome jodidamente loco. Mierda. Mi polla estaba
palpitando, y podía sentirla contrayéndose.

Gemí.

—Vente para mí. Eso es, nena.

Su cuerpo empezó a temblar mientras gemía. No podía detenerme. Sus uñas se


clavaron en mi espalda. Se arqueó contra mí y echó la cabeza hacia atrás. Lo perdí y
me corrí, gritando su nombre y quizás también una blasfemia. Joder. Se sentía
increíble.

La besé en la boca y me desplomé junto a ella. Mi rostro acarició su cuello. Me giré


mientras tratábamos de recuperar el aliento. Entrelacé mis dedos alrededor de los
suyos y sostuve su mano antes de limpiarla.

Me puse un par de pantalones cortos y una camiseta y corrí hasta mi auto para
recoger las maletas que habíamos dejado en la parte de atrás. Cuando volví a subir
las escaleras, cerré la puerta detrás de mí. Tiré mis llaves sobre el mostrador y
entré a mi dormitorio. Estaba acurrucada perfectamente debajo de mis sábanas.
Me senté a su lado en la cama, pasando mis dedos por su cabello. Ronroneó.
198
—Nena, tengo instrucción mañana, así que tengo que salir temprano, pero quiero
que duermas. Voy a dejar la llave aquí en la mesita de noche.

—Está bien, ¿dónde quieres que la coloque después de irme? —preguntó aturdida.

—Quiero que la dejes en tu llavero. Quiero que la tengas.

Se movió y se sentó como si le hubiera arrojado un cubo de agua fría.

—Liam, ¿qué? Esto es demasiado rápido.

—Deja de complicar las cosas. Es solo una llave. La voy a poner en tu llavero.

Besé sus labios, y se recostó. Me arrastré bajo las sábanas y la abracé mientras
ambos caíamos dormidos.
199
Capítulo 33
Rick

B
eep, beep, beep, beep. Me di la vuelta, tendiéndome en un lugar fresco en la
cama, y agarré mi teléfono de la mesita de noche. Eran las cinco de la jodida
mañana. ¿Qué demonios me poseyó para beber esta parte del Kool-Aid de
Madison-Stuart-Castra-Rick? Si, sabía por qué estaba haciendo esto. Mi cabeza se
estrelló de vuelta contra la almohada. Pasé mi mano a lo largo de la extensión vacía
de mi cama. Era para tener esos malditos ojos café y dulce culo junto a mí. Mis
mañanas deberían incluir un rapidito mañanero, no una desolada carrera. Mi polla
estaba de acuerdo conmigo.

Soñaba con el día en que realmente me despertaría con Daniela en lugar de


pensando en ella. Había perdido la cuenta de cuántas veces me había masturbado
con el recuerdo del maldito cuerpo de Daniela —su boca, sus tetas, y su dulce
coño— temblando debajo del mío mientras se venía. Ahora mismo, quería deslizar
mi polla dentro de su boca. Siempre había dado las más asombrosas mamadas.
Maldita sea. Necesitaba follarla y follarla duro.

Deslicé mi mano bajo las cobijas. Mierda. Mi polla estaba jodidamente dura. Cerré
mis ojos mientras me acariciaba. La imaginé de rodillas, observando mi polla con
sus ojos salvajes, mientras tiraba de su cabello hacia atrás antes de lamer sus
labios y bajarlos hacia mí. ¿Qué tiene esa jodida manera en que se lamía los labios?
Balanceé mis caderas mientras agarraba mi polla más fuerte, deslizando mi mano…

Beep, beep, beep, beep. Joder. Odiaba a Madison más de lo que nunca había odiado a
nadie en mi vida. Antes de que pudiera volver a mi fantasía, mi teléfono sonó. ¿Qué
carajos? Mi polla estaba palpitando, mi teléfono estaba sonando, y estaba enfadado.
200

—Será mejor que tengas una jodida buena razón para llamarme en este momento
—dije, contestando la maldita llamada.
—Buenos días. También te quiero. Ahora, dime, ¿fuiste criado por lobos o algo así?
Los modales ayudan mucho. Cuando alguien que te está ayudando llama en la
mañana, dices buenos días.

—Buenos días. Te odio —dije, mi voz pesada con sueño y frustración. Me senté en
el borde de la cama en mi oscuro dormitorio. Agachándome, froté mi mano libre a
través de mis ojos—. Eres jodidamente afortunada de que siquiera contestara el
teléfono.

—Mmmm, te detuviste para contestar el teléfono —dijo, sonando satisfecha y tal


vez un poco victoriosa.

¿Cómo lo sabe?

—Nene, no tengo que hacer nada de esto. Puedes volver a dormir o a masturbarte
en la cama, la ducha, o donde infiernos quieras. Pienso que los dos estamos de
acuerdo en que tu polla no pertenece a tu mano. Puedo colgar y continuar con mi
vida. No necesito cargar por ahí con tu lamentable trasero, tratando de ayudarte
con tus metas. Estoy centrada. ¿Tú lo estás? Tienes veinte minutos para llegar aquí,
o me voy sin ti.

—Maddy, nena, cálmate un poco. Acabo de jodidamente despertarme. Dame un


respiro. —Me estiré y sentí mi polla—. Confía en mí, si estuvieras aquí ahora
mismo, no estaríamos teniendo esta conversación. Cuando mis ojos estén
completamente abiertos y no esté medio comatoso con una palpitante polla en mi
mano, entonces estaré concentrado.

—Toma una ducha fría. El reloj está corriendo. —Colgó.

Solo miré mi teléfono. Esperaba que Daniela apreciaría el esfuerzo que estaba
haciendo por ella.

Después de una rápida ducha fría y un corto viaje más tarde, me detuve en el
edificio de Madison cuando ella estaba saliendo. Se subió al auto, arrojó su bolso en
el asiento trasero, y no dijo ni una palabra mientras cruzaba sus brazos sobre su
sujetador deportivo.

—Um, buenos días —dije sarcásticamente—. Mira quién fue criada por lobos.

Me echó un vistazo con una mirada mortal y luego miró directamente al frente.

—Considérate afortunado de que me agrades. Si no, no me molestaría con tu


mierda.
201

Sacudí mí cabeza. Madison llevaba los cambios de humor al siguiente nivel.


Le di un codazo.

—Soy un bastardo afortunado por agradarte. Me considero honrado y privilegiado


de ser un estudiante de la Escuela de Etiqueta Madison Stuart. Eres mi gurú, y
busco tu sabiduría. Por favor, concédeme los secretos de la felicidad, para que
pueda ganar el corazón de la mujer que amo.

Bajó las gafas de sol que estaban apoyadas en lo alto de su cabeza.

—Eso está mejor. Deberías concederme el respeto que merezco. Ahora, vámonos.
Tenemos mucho por hacer. De ahora en adelante, ve a dormir más temprano. La
próxima vez, quiero que me estés esperando. No quiero tener que llamarte. ¿Me
escuchas?

Esta era una actitud que Madison podía llevar estando completamente vestida con
su cabello cayendo suavemente a los lados de su rostro. Estaba seguro de que
cuando estaba desnuda, probablemente azotaba a los hombres hasta la completa
sumisión. Ahora, mostrando ese caliente cuerpo sexy suyo en una cola de caballo,
sujetador deportivo, y diminutos pantalones cortos, Madison tenía que trabajar
para ser convincente.

—¿Siempre eres así de exigente?

Se movió en su asiento mientras subía sus cejas.

—¿Alguna vez viste la película The Karate Kid? No la versión de Jaden Smith. ¿La
original con el Sr. Miyagi?

—No me digas que parte de tu plan me involucra lavando tu auto y pintando una
cerca.

—Rick, por favor.

Se acercó y agarró la mano que tenía apoyada sobre la palanca de cambios.


Dándola vuelta, trazó su dedo a lo largo de mi palma. La miré a los ojos por un
breve momento y sonreí.

Bajando la mirada, dijo:

—Sé que estas lindas manos tuyas nunca vieron un día de trabajo duro. Hay ciertas
lecciones que necesitas aprender en la vida, especialmente cuando se trata de una
mujer. Para el momento en que te gradúes, te habré separado de tus maneras
egoístas. —Dejando caer mi mano, enderezó sus hombros mientras descansaba en
202

el asiento.
La miré.

—¿Puedo tener una cosa egoísta?

Cuando ladeó su cabeza en mi dirección, no pude evitar sonreír. Me gustaba su


pequeña actitud sádica. Se estaba convirtiendo en ella.

—Odio levantarme a las jodidas cinco de la mañana con ese maldito sonido de
pitido. Necesito una llamada para despertar. Ya que tú estás despierta, y
aparentemente eres una persona mañanera, llámame. ¿Trato?

—Siempre puedes cambiar tu tono, pero lo que sea. Soy razonable. Llamaré. Mejor
ten un mayor ajuste de actitud y di buenos días.

Madison había pateado mi trasero corriendo, no que yo lo demostrara. Aunque le


se la hice difícil a Madison, al final del día, la mujer hizo todo por mí. Incluso trajo
una botella extra de agua para mí. Esas pequeñas cosas me hacían sentir como un
egoísta pedazo de mierda. Necesitaba hacer algo lindo por ella para darle las
gracias. Mi madre me había criado bien, contrario a lo que Madison creía.

En el viaje de regreso a su apartamento, discutimos el siguiente paso, el cual incluía


más salidas matutinas para correr y recortar los alimentos procesados. ¿Qué
carajos? Aunque no podía entender el método de Madison o su locura, hasta ahora,
estaba funcionando.

Me duché, afeité, y saqué mi traje Dolce & Gabbana estilo martini de lana y seda
carbón, camisa blanca con botones Kiton, y mis mocasines negros favoritos de
Hugo Boss. Había decidido saltarme la corbata hoy. Mirándome en el espejo,
exprimí un poco de gel en mis manos y lo pasé a través de mi cabello. Me veía y
sentía como de un millón de dólares. Maddy tal vez tenía razón acerca de esta
mierda de carrera matutina.

Cuando entré al auto, llamé a Jorge. Era el florista que mi familia había estado
utilizando por años.

—Jorge, buenos días. —Me aseguré de decir buenos días. Madison estaría muy
orgullosa—. Soy Rick Marin. Necesito un arreglo. Algo que diga gracias.
203

—Buenos días, señor Marin. ¿Es esto personal o negocios?


—Un poco de ambos, pero mantenlo simple. La tarjeta debe decir: “Maddy,
permíteme agradecerte adecuadamente. Cena en Perricone’s. Te recogeré a
las siete. Rick”. Entrégalo a Madison Stuart en el Martini Bar en Brickell antes del
mediodía.

Cuando mi teléfono vibra un par de horas más tarde, veo que tengo un mensaje de
texto de Madison.

Maddy: Veo que estás aprendido algunos modales. Gracias por las flores.

Rick: Aprendo de la mejor.

Maddy: Trabajo hasta tarde esta noche.

Rick: Tienes que comer.

Maddy: Con poca antelación. En otro momento.

Rick: Te lo llevaré. Dime qué quieres, u ordeno por ti.

Maddy: Sorpréndeme.

Ordené el Fiocchi Gorgonzola para Maddy y un filete miñón término medio con un
hongo Portobello marinado para mí. Cuando les dije que lo entregaran a las siete,
el idiota en el teléfono me dio dificultades para la entrega. Sabía que ofrecían el
servicio porque les había ordenado a menudo y lo habían entregado en mi
apartamento. Aparentemente, si tenían que cruzar la jodida calle, era un problema.
¿Jodidamente esperan que pague ochenta dólares y lleve la maldita comida yo
mismo? El servicio en esta ciudad era horrible. Después de que hablara con el
gerente, el problema fue resuelto.

Entré al estacionamiento del Martini Bar más temprano. Como de costumbre, me


imaginé que tendría que tomar un trago para relajarme mientras ella me hacía
esperar. Cuando subí al bar, el imbécil de Bruce me sonrió. ¿Cuál carajos es su
problema?

—Hola, Bruce. Tendré un…

Se dio la vuelta y se alejó antes de que pudiera ordenar. Otra vez, este era otro
ejemplo del horrible servicio en esta ciudad. Saqué mi teléfono y envié un mensaje
de texto a Maddy.
204

Rick: Estoy aquí. Necesitas despedir a Bruce.


Maddy: Llegas temprano.

Rick: No podía permanecer lejos.

Maddy: Detén la mierda. No soy Daniela.

Rick: Estoy practicando.

Maddy: Jódete.

Rick: Te encantaría eso, ¿verdad?

Maddy: En tus sueños.

Rick: Y te encantaría.

Bruce regresó con una botella de agua.

—Madison dijo que solo puedes beber agua. Si tienes algún problema con eso,
háblalo con ella.

Esperaba que no estuviera esperando una propina.

Rick: ¿Agua?

Maddy: Bueno para ti.

Rick: Despide a Bruce.

Maddy: Sigue órdenes. Se queda. Tú puedes irte.

Rick: Eres caliente cuando te pones luchadora.

Me senté en el taburete y solo miré la botella fijamente. Bruce ni siquiera me trajo


una Perrier o Pellegrino. No, me trajo una botella plástica corriente. Si la tapa no
estuviera sellada, habría apostado dinero a que solo la llenaba con agua del grifo y
me cobraba una botella.

Madison estaba fuera de control. Le permitiría tener esto porque fui un idiota con
ella hoy, pero de alguna manera tenía que detener su necesidad de llevarme por
ahí como si tuviera una jodida correa.

Bebí un sorbo de mi agua. Mirando hacia mi derecha, vi a Chris entrar en el bar con
nada menos que mi mejor amigo, Liam. Hijo de perra. Me preguntaba qué estaba
haciendo fuera este jodido boy scout un martes por la noche. Chris me vio a través
205

de la multitud y se dirigió en mi dirección.


—Oye, ¿cómo te va? —dije mientras Chris y yo estrechábamos las manos.
Entonces, estreché la de Liam. Mientras caminábamos hacia una mesa vacía,
pregunté—: ¿Qué los trae aquí esta noche, chicos?

—Lucas, aquí, va a leerme la cartilla sobre respetar su privacidad y no hablar


acerca de su vida sexual —dijo Chris.

Cuando Liam lo fulminó con la mirada, Chris se calló.

—¿Qué estás bebiendo? —preguntó Liam.

Sabía que me veía como un coño con mi maldita botella plástica de agua en un
jodido bar. Consideré que Liam me pasara una bebida a hurtadillas, pero de algún
modo temía enojar a Madison. Decidí jugar con sus jodidas reglas. Esta noche.

—Estoy bien —dije antes de tragarme mi agua.

—Tomaré una cerveza —dijo Chris.

Cuando Liam se marchó para hablar con Bruce, Chris me enfrentó.

—Lo amo como a un hermano, pero realmente tiene que tomárselo con calma.

—Esto suena interesante.

Realmente lo hacía. Nunca había estado interesado en chismes, mucho menos de


adulto, pero esto era diferente. Cualquier información que pudiera robar de Chris
sería invaluable para mí. Quité la etiqueta de la botella plástica mientras Chris
comenzaba a hablar con entusiasmo.

—Mi chica, Macy… bueno, no es mi chica oficialmente. Tenemos un entendimiento.


De todos modos, es mejor amiga de la chica de Liam.

—Chris, ve al punto. No se necesita genealogía. Avanza. —Tenía tolerancia cero


para el parloteo. Levanté mi botella plástica de agua para terminarla.

—Liam y Dani finalmente tuvieron sexo —dijo Chris, encogiéndose de hombros.

Me ahogué con el agua bajando por mi tráquea.

—Oye, ¿estás bien?

—Sí —dije entre jadeos y toses—. Solo bajó por el conducto equivocado. ¿A qué te
refieres con finalmente?
206
—Aparentemente, Dani salía con este verdadero hijo de perra antes de Liam. Le
dio una patada como basura de ayer, y no había tenido sexo desde entonces.
¿Puedes creer eso?

Mientras Liam regresaba con un par de cervezas y otra jodida botella plástica de
agua, Chris se silenció rápidamente, y tranquilicé mi ataque de tos.

—Oye, ¿estás bien? Intenta levantar los brazos —dijo Liam mientras distribuía las
bebidas.

Lo rechacé con la mano, dejándole saber que estaba bien. Solo quería arrancar su
hija de perra cabeza por follar a Daniela. No sabía qué había pensado que estaban
haciendo. Por supuesto, están teniendo sexo. Aunque no quería saber al respecto,
había algo dulce acerca de descubrir que no se había acostado con nadie por un
muy largo tiempo después de mí.

Recogiendo mi botella plástica de agua, bebí un trago. Estaba desarrollando una


relación de amor/odio con Madison. Con ese pensamiento, sentí manos deslizarse
alrededor de mi cintura mientras una cabeza se apoyaba sobre mi hombro.

—¿Dónde está mi cena? Estoy hambrienta —dijo Madison.

Todavía estaba molesto por el agua. Aunque típicamente detestaba ser manipulado
mientras estaba usando ciertas camisas, por alguna peculiar y desconocida razón,
no me importaba la violación de Madison a mi espacio personal. Bajé la vista a mi
reloj. Todavía no eran las siete, y ella lo sabía.

—Hola, Chris —dijo. Lentamente, deslizó las manos fuera de mí y entonces caminó
hasta su lado de la mesa—. ¿Y quién es este?

Madison era genial. Sabía quién carajos era él. Estaba ganando la posición de mi
persona favorita rápidamente. Podría perdonar su maldita botella plástica de agua.

—Liam Lucas. Es un placer conocerte. —Extendió su mano—. Y, ¿tú eres?

Joder, el imbécil también tiene modales. Nunca iba a superar esto.

—¿Puedo llamarte Liam? —preguntó tímidamente mientras él asentía—. Madison


Stuart, pero puedes llamarme Maddy.

Estaba tratando de jodidamente enojarme. Nadie la llamaba Maddy sino yo, y ese
hijo de perra seguro como el infierno que no iba a llamarla así.
207

—Entonces, Liam, nunca te había visto por aquí.


—Solo bebiendo un trago con mi amigo, um… amigos aquí. —Sonrió y bebió un
trago de su cerveza.

No me importaba la cerveza. No era mi bebida, pero en este momento, la quería.


Ese hijo de perra tenía el coño de Daniela, la jodida atención de Madison, y una
cerveza. Cuando aplasté mi botella plástica vacía, los ojos de Madison destellaron
hacia los míos.

Entonces, desplazó su atención de vuelta a su presa.

—Si hay algo que necesites, por favor, déjame saber. Quiero asegurarme de que
estés bien atendido. —Me miró de nuevo—. Estaré en mi oficina. Cuando llegue la
cena, solo tráela.

Definitivamente íbamos a tener una conversación.

Liam se sentó al lado de Chris. Ambos estaban bebiendo cerveza. Me senté frente a
ellos, todavía agarrando mi botella plástica aplastada. Supuse que Liam podría ser
considerado un hombre atractivo, eso es, si a una persona le gustaban los hombres.
¿Quién infiernos viste al hombre? Lucía como si comprara en Gap o algo genérico del
estilo. Aunque nunca había estado en una de esas tiendas realmente, había visto los
comerciales.

No tenía idea de qué carajos estaban hablando Chris y Liam. No estaban hablando
bajo o ignorándome. Solo estaba jodidamente molesto por Madison. Mientras más
pensaba en ello, más molesto me ponía. Esta era una oportunidad de oro para mí
para descubrir información. En lugar de eso, tenía una jodida botella plástica de
agua vacía y su pequeño jodido juego mental en mi cabeza.

Cuando llegó nuestra cena, me excusé. Zigzagueé a través de la multitud y entonces


me dirigí por el corredor hacia la oficina de Madison. Mientras permanecía de pie
afuera en la puerta, aclaré mi cabeza. Mi único propósito en este momento era
hacer lo que fuera necesario para recuperar a Daniela. Si eso significaba saltar a
través de los aros de Madison, lo haría. Ahora recordando mi meta, toqué.

—Pase.

Cuando abrí la puerta, levantó la vista hacia mí desde detrás de su escritorio.


Frotando su barbilla con sus dedos, me hizo señas hacia su escritorio.

—Puedes colocar la comida aquí y sacar una silla.

Nunca quitando mis ojos de ella, hice lo que me dijo. Este era un jodido
208

enfrentamiento para ver cuál de nosotros ganaría. Entonces, vi las flores situadas
en la esquina de su escritorio. Jorge hizo un gran trabajo. No era un arreglo
exagerado. Era perfecto con una combinación de rosas y otras flores en discretos
colores de otoño. Me recordaba cuánto había hecho ella por mí hasta ahora, así que
decidí que le dejaría tener esto… esta vez.

Me senté en la silla frente a ella.

—La comida huele genial. ¿Qué me trajiste? —dijo, incorporándose. Hurgó con
curiosidad a través de las bolsas y entonces se sentó de nuevo.

—Pasta para ti y bistec para mí —dije, mirando las bolsas.

¿Espera que desempaque las bolsas y le sirva? Me miró, divertida. Sí, esperaba eso.
Vacilé por un momento. Cediendo, me levanté y expuse los contenedores. Cuando
sacó dos copas de vino y una botella de Merlot, sonreí.

—Tienes que confiar en mí —dijo mientras vertía el vino—. Cuán inesperado que
el desprevenido enemigo se mostrara aquí esta noche. —Colocó la botella sobre el
escritorio y se sentó en su silla—. Lo follaría en un instante.

Contuve mi respuesta, tratando de ignorar la sensación estrangulando mis


entrañas. Cuando coloqué la comida delante de nosotros, dije:

—Bon appétit.

Miró mi plato, lamiendo sus labios. Mientras jugaba con su pasta, miró mi plato
otra vez.

—Eso huele realmente genial.

—Lo tuyo también se ve bien.

Corté mi bistec y lo llevé hacia mi boca mientras ella miraba la pieza de carne
fijamente. Mirándola, jugué con la porción de filete en mi tenedor. Esto es casi
demasiado fácil.

—Maddy —dije con una voz ronca—, ¿quieres probar mi carne?

Su boca se abrió, y entonces sonrió, mordiendo su labio inferior. Mis pantalones se


pusieron tensos cuando observé sus ojos ir de un azul cristalino a un gris ardiente.

—Sí. —Lamió su labio inferior, sin sacar sus ojos de la carne en el extremo de mi
tenedor.
209

—Ven y agárrala. —Manteniendo el tenedor frente a mí, eché un vistazo al bistec y


luego la miré.
Empujando su silla hacia atrás, movió su plato a un lado y entonces se inclinó sobre
el escritorio. Sus ojos miraron la carne y luego encontraron los míos. Bajó su boca,
inhaló el olor, y sacó el bistec de mi tenedor con sus dientes. Cuando se deslizó de
regreso a su silla, se limpió la boca con su servilleta.

Sí, tenía una completa erección.

—Entonces, cuéntame, ¿aprendiste algo de Chris? —preguntó mientras llevaba la


pasta a su boca.

La concentración de Madison era asombrosa. La observé cuando abrió su boca


lentamente y envolvió sus labios alrededor de la pasta. Mi polla palpitó en mis
pantalones. Ella era tan provocadora, una concentrada provocadora hija de perra.

—Daniela está follando a Liam, pero conseguí esto… —Bebí un sorbo del vino—.
Mmm, muy bueno. —Incliné mi copa hacia ella—. Fui el último de Daniela.

—Así que, o estar contigo la dejó en la estacada o fuiste jodidamente asombroso en


la cama.

—Probablemente es una combinación de los dos, pero me aventuraría a decir que


tiene que ver más con lo último.

—Por supuesto que lo harías. Es buena información con la que podemos trabajar.

—Y, para que conste, nadie te llama Maddy sino yo.


210
Capítulo 34
Dani

E
l estacionamiento estaba vacío como lo estaba normalmente tan temprano
un sábado por la mañana. Sentada en mi auto, saqué la llave. La acerqué a
mis ojos, mirándola cuidadosamente.

Después de una meticulosa inspección, no había nada diferente o inusual en esta.


Una llave era solo una llave, excepto que esta llave era la llave de Liam. Había
tenido su llave en mi llavero durante casi una semana, y la había utilizado
solamente una vez cuando había cerrado la puerta el lunes por la mañana. Todavía
no estaba segura de cómo me sentía por tenerla. Sabía lo mucho que me había
encantado quedarme dormida con él y despertarme en su cama esa mañana. solo
porque no estaba segura de la llave no significaba que tuviera intenciones de
devolverla. Era mía. Solo estaba tratando de averiguar si era una bendición o una
maldición. Más que probablemente, no era nada emocionante o dramático.
Probablemente era algo aburrido, como una llave. Ese pensamiento,
sorprendentemente, me decepcionaba.

Revisé mi reflejo en mi espejo retrovisor y apliqué un brillo de labios. Sacando mi


teléfono, me mordí el labio inferior cuando le envié a Liam un mensaje de texto de
buenos días.

Dani: Buenos días. Estoy en llamas por ti.

Liam: Quiero apagar ese fuego. Ahora, esa es la forma en que me gusta
comenzar mi día.

Dani: Acabas de hacer mi fuego más caliente. Puede que tenga que usar tu
manguera.
211

Oh, Dios mío, no fui allí.


Liam: Mi manguera está en alerta y lista para manejar cualquier nivel de
calor.

Dani: Seré la jueza de eso.

Liam: La pondremos a prueba, y tú me lo harás saber.

Dani: Dios, te quiero ahora mismo.

Liam: Yo también. Te amo.

Dani: ¡Te amo mucho!

Dani: No puedo esperar para poner mis manos en esa manguera.

Liam: ¡Me estás volviendo loco! Quiero tus manos en mi manguera AHORA.

Dani: Besos.

Liam: Besos.

Agarré mi bolso y salí del auto. Cuando comencé a caminar hacia Lincoln Road,
enganché mi dedo en mi llavero, sosteniendo su llave entre mi dedo índice y
pulgar. Pensé en el lunes por la mañana.

El peso de Liam se levantó de la cama mientras se levantaba. Me moví en mi sueño.


Estaba demasiado cansada para hacer más que eso. Cuando sentí un beso en mi
frente, sonreí.

Cuando la alarma en mi teléfono zumbó, me tocó remolonear. Acostada en mi


almohada, me acurruqué bajo las sábanas. Su olor estaba sobre mí y alrededor de mí.
Estaba contenta y enamorada. Estirándome, agarré su almohada y la traje a mi
pecho, sosteniéndola firmemente. Luego me estiré y me levanté de la cama. Cuando
mi teléfono chirrió, lo recogí para ver que tenía un mensaje de texto de Liam.

Liam: Buenos días. Me encantó despertar junto a ti.

Dani: Buenos días. Te amo.

Quería quedarme en su cama toda la mañana. El sonido de mi alarma resonó de


nuevo, y supe que tenía que prepararme para irme. Mañana por la noche sería lo más
pronto que podría verlo, y ya lo echaba de menos. Antes de irme, vi el video de su
serenata. Caray, ahora yo era la sensiblera de corazones y flores. Me encantaba.

Cuando llegué a Lincoln Road, noté a los frikis y modelos que me rodeaban. Hoy,
212

había una pareja que caminaba con sus caniches. No había nada inusual en eso,
excepto que uno de los caniches era de color rosa y el otro era azul. Era un
espectáculo dulce si no tenías en cuenta que el cabello de los propietarios
coincidían con el de sus perros.

Me dirigí hacia Van Dyke. Encontré mi mesa habitual, pero había un nuevo
servidor. Uff. Tendría que entrenarlo.

Françoise vino y me trajo un menú.

—Mademoiselle, ¿puedo traerle algo?

Pensándolo bien, Françoise era un poco lindo, y tenía un acento. Suspiré.

—Tendré un refresco de dieta por ahora. Ordenaré cuando lleguen mis amigas.

Miré el menú que había memorizado mucho tiempo atrás. Bajándolo, agarré mi
Kindle, pero entonces recogí mi llavero en su lugar. Una vez más, toqué la llave.
Incliné mi cabeza hacia un lado y la examiné. Estaba esperando hablar con Candace
sobre esto. Sabía que me ayudaría a despejar mis pensamientos, pero
definitivamente no íbamos a discutir esto durante el brunch. Había terminado con
los labios sueltos de Macy. Entonces, mi trance fue roto.

—Así que nos encontramos de nuevo.

Dejé escapar un profundo suspiro y eché la cabeza hacia atrás, sacudiéndola.

—Rick. —Me enderecé y continué sacudiendo mi cabeza—. ¿Qué estás haciendo


aquí? —Lo fulminé con la mirada con una ceja levantada.

Mientras se paraba frente a mí, mi ojo se fijó en el sudor corriendo por sus brazos y
un sendero rodando por el lado de su rostro. Agarró una servilleta de mi mesa para
limpiar su rostro. El hombre hacía que el sudor se viera sexy. Cerré mis ojos para
apartar ese pensamiento.

—Primero que nada, buenos días.

Sacó la silla frente a mí y se sentó. Françoise corrió y le trajo un menú.

—Gracias, y por favor, tráeme una botella de Evian —dijo al mesero—. Puedo
preguntarte lo mismo —dijo presuntuosamente.

—¿De verdad? Esto debería ser muy interesante. —Crucé mis brazos delante de
mí.

—Si piensas en ello, la primera vez que nos encontramos podría ser culpa de la
213

casualidad. La segunda vez fue quizás una coincidencia. Pero ahora… Daniela,
vamos, te dije que corro de esta manera todos los sábados, y aquí estás de nuevo. —
Sonrió, mostrando sus hoyuelos.

Françoise trajo su agua.

—Gracias. Ahora esto es agua.

Eso era ambiguo. Me senté, mirándolo fijamente, y luego me reí.

—¿Qué? Tienes que estar bromeando. —Mis codos estaban sobre la mesa mientras
todavía sostenía mis llaves en mis manos.

—¿Estás sosteniendo las llaves de mi corazón en tus manos? —preguntó con voz
profunda.

Cuando sus labios se curvaron en una sonrisa, nuestros ojos se conectaron, y mi


corazón latió más rápido. Aparté la mirada y dejé las llaves.

—No, no son las llaves de tu corazón —dije con una pizca de sarcasmo. Apoyé mi
barbilla en mis manos, recuperando la mayor parte de mi compostura—. Ahora,
dime, ¿qué estás haciendo aquí?

Sus ojos se encontraron con los míos mientras replicaba mi postura.

—Entonces, ¿el corazón de quién abren esas llaves?

Miré hacia otro lado. Me sentía extraña y muy incómoda. Eso era personal y golpeó
demasiado cerca de casa. Me enderecé y me moví en mi asiento.

—No has respondido mi pregunta. ¿Qué estás haciendo aquí? —pregunté de


nuevo.

Recostándose, recogió el menú.

—Voy a desayunar. Eso es lo que hago aquí. ¿Qué me recomiendas?

—Recomiendo que saques tu culo de esa silla y salgas de aquí. ¡No puedes
desayunar!

Cuando se echó a reír, lo fulminé con la mirada.

—Cariño, el desayuno es la comida más importante del día. He estado corriendo, y


necesito recargar energías. Creo que tendré las bayas de temporada y el yogur. —
Señaló a Françoise, quien se apresuró a nuestra mesa—. Voy a tener…
214

Lo interrumpí.
—Todavía no está listo. —Sonreí a Françoise y luego devolví mi mueca a Rick—.
Macy y Candace estarán aquí pronto. No es una buena idea. Come tu comida del día
más importante, pero no aquí.

—Está bien —dijo, encogiéndose de hombros—. ¿Adónde quieres ir? —Bajó el


menú y tiró algo de dinero.

—No, yo me quedo. Tú te vas. —Sonreí llanamente y luego enterré mi rostro en


mis manos.

—Sabes que no me gusta comer solo. Si no quieres ir conmigo, entonces comeré


rápidamente antes de que vengan tus amigas. ¿Eso te hará sentir más cómoda?

—Definitivamente puedo ver que mi comodidad es de tu mayor preocupación —


dije sarcásticamente.

—Uff —dijo, agarrando su corazón—, eso hirió mis sentimientos, Daniela. ¿Cuál es
el gran problema? ¿Qué pasa si tus amigos me ven en la mesa? —Sus ojos eran
suplicantes.

—No eres exactamente su persona favorita —dije inexpresiva.

—No, pero he cambiado. Soy suficientemente hombre para enfrentarme a ellas y


hacerme cargo de cómo te traté.

—No vas a dejar pasar esto, ¿verdad?

Sacudió su cabeza.

Cedí.

—Bien, pero necesito estar de vuelta en media hora, y no puedo perder la mesa.

Sus ojos bailaron con entusiasmo como si hubiera ganado la lotería. Rick tenía la
habilidad de desgastar a alguien. Nunca tomaba un no como respuesta. Era genial
en las ventas, como evidenciaba el hecho de que estaba a punto de hacer algo que
ni siquiera quería hacer.

—Sin problemas. —Guiñó un ojo y luego fue a hablar con Françoise. La siguiente
cosa que supe, estaba de vuelta y tirando de mi silla por mí—. Después de ti.

Agarré mi bolso, recogí mis llaves, y me levanté.

—¿Estás seguro de que mi mesa va a estar aquí? —Estaba nerviosa. De alguna


manera, me había convencido de que este era el menor de los dos males.
215
—Relájate. Me ocupé de todo. —Volvió a guiñar el ojo.

Cuando empezamos a caminar por Lincoln Road, dijo:

—Por cierto, estás hermosa. Sabes cuánto me ha gustado siempre cuando tu


cabello está así.

—Gracias, creo. Y ¿de qué estás hablando?

Me volví rápidamente autoconsciente. Era cierto. Mi mirada sin esfuerzo


generalmente significaba que tenía el cabello levantado. Nah. Me deshice de los
pensamientos de que él tenía razón. No lo estaba esperando. Solo me había soltado
el cabello. No significaba nada.

Me echó un vistazo mientras continuábamos caminando.

—Acepta el cumplido y deja de buscar segundas intenciones Luce bien. Siempre


deberías llevarlo así.

¿Qué demonios estoy haciendo? No debería estar caminando por Lincoln Road con
Rick de todas las personas.

—Gracias. Escucha, no quiero que tengas una idea equivocada.

—¿Qué idea tendría? —Se detuvo.

Miré hacia otro lado.

—Eso… No sé, Rick. Tengo un novio —tartamudeé.

—Mírame.

Cuando volvía a mirarlo, sus ojos atraparon los míos y sostuvieron mi mirada. No
había estado tan cerca de él en años. Cuando se agachó, agarrándome las manos,
un escalofrío recorrió mis brazos. Miré hacia otro lado.

—Cariño, relájate ¿Por qué no podemos ser viejos amigos teniendo un bocado para
comer?

Retiré mis manos gentilmente.

—Porque no somos viejos amigos —dije suavemente. Mientras me metía el cabello


detrás de mis orejas, podía sentir el latido de mi corazón en mi garganta. No
debería tener este efecto en mí.
216

—Entonces seamos nuevos amigos. —Ladeó la cabeza y me dio su sonrisa de


hoyuelos.
Por un breve momento, quería eso.

—Vamos, aquí hay una librería que vende desayunos —dijo, guiando el camino.

Cuando llegamos, ordenó en el mostrador mientras me aseguraba una pequeña


mesa bistró fuera. Me acomodé en mi silla y contemplé los alrededores. Era un día
hermoso. Las palmeras se balanceaban con la brisa suave contra el telón de fondo
del cielo azul brillante. El color de los ojos de Liam. Suspiré cuando mi estómago
cayó.

Rick se acercó con su comida y nuestras bebidas. Dejó la bandeja sobre la mesa,
abrió mi lata, y la vertió en una taza. Me miró y sonrió. No sabía qué interpretar de
él. Siempre supe que lo tenía en él ser ese tipo.

Bebí mi soda, mirándolo a través de mis pestañas.

—Gracias por la bebida.

—¿Estás segura de que no quieres comer algo?

Sacudí la cabeza.

—Esto es agradable. Echo de menos esto. —Tenía los ojos tristes.

Una parte de mí también lo echaba de menos.

—Por favor, no podemos ir allí. Tengo un novio. —Llevando la pajita a mi boca,


sorbí mi bebida.

—Tienes un novio. Sigues diciendo eso. ¿A quién estás intentando convencer? Ya te


dije que no soy una amenaza. ¿O lo soy? —Sus ojos bailaron mientras se clavaban
en los míos.

—No, no lo eres. No quiero que pienses que lo eres solo porque estoy sentada aquí.
No lo eres. Es que no creo que Liam lo aprecie. De hecho, yo no lo haría. —Comencé
a apartarme de la mesa.

—Espera, no te vayas. —Empezó a levantarse cuando agarró mi brazo para


detenerme—. Por favor, te doy mi palabra. No hay nada inapropiado aquí. Solo
quiero comer mi granola y yogur y ponernos al tanto todo lo que podamos en los
próximos quince minutos.

—Mientras tengamos todo claro, ¿está bien? Lo amo, y no quiero herirlo. —Miré a
Rick con ojos suplicantes—. Supongo que no podemos realmente hacer nada
217

inapropiado en quince minutos.


—No es cierto. Hay mucho que puedo hacer en quince minutos. —Tenía una
sonrisa maliciosa y un brillo en sus ojos.

—¡Detente! —dije, poniendo mis ojos en blanco—. ¿Y cuándo en la tierra


empezaste a correr y comer yogur? ¿En serio? ¿Bayas silvestres? ¿Granola? ¿Tú?

—Corro todas las mañanas y como sano. No mentiré. En ocasiones puedo hacer
trampa y tener un pastelito de guayaba y queso. Recuerdo que a alguien le
encantaban.

No podía creer que lo recordara. Por otro lado, ¿quién no los ama? Podría haber
sido una conjetura.

—Ya te dije que me estoy reinventando. Ahora es tu turno. Cuéntame algo —dijo
mientras miraba su reloj.

Normalmente, me habría sentido ofendida, pero algo en sus ojos me decía que era
consciente de cuánto tiempo nos quedaba.

—Todavía estoy tratando de descifrar esta coincidencia que no se siente como una.
He estado viniendo a esta zona cada sábado durante más de un año, y nunca te he
visto aquí antes. Ahora, sorprendentemente, te veo tres semanas seguidas. Eso
parece sospechoso.

—Déjame ver si sigo tu lógica. Solo porque nunca me hayas notado antes, piensas
que te estoy acosando. —Recostándose, puso los brazos detrás de su cabeza
mientras reía.

Lo estaba divirtiendo. Caímos rápidamente en el viejo patrón de su risa que me


desarmaba.

—No dije eso exactamente. Cuando lo expresas así, suena espeluznante y patético
—le dije.

—Me alegra encontrarme contigo. Quizás esto no se siente como una coincidencia
porque es el destino. ¿Por qué complicar las cosas? Solo disfruta el momento.
¿Quién sabe? Tal vez esta sea la última vez que nos veamos. Tenemos este
momento, así que disfrutémoslo.

Algo acerca de la potencial finalidad me entristeció. Tan loco como sonaba, pasar
tiempo con Rick se sentía terapéutico.

—No lo compro. ¿Destino? No, estás acosándome. Solo para que lo sepas, estoy
aquí cada sábado. —Mierda. No dije eso.
218
—Qué coincidencia, corro todos los sábados. Vamos, Cenicienta, nuestro tiempo
terminó.

Tiró de mi silla y me llevó de regreso a Van Dyke, y fiel a su palabra, mi mesa


estaba esperando por mí.

—Fue genial verte. Gracias por el desayuno —dijo.

Se inclinó y rozó mi mejilla con un ligero beso, enviando hormigueos por todo mi
cuerpo. Me quedé allí, atónita. Se dio la vuelta, colocó los auriculares, y corrió hacia
la multitud.

Seguía siendo el hombre que había conocido, pero había un vistazo del hombre que
había esperado que sería. Liberé esos pensamientos rápidamente. Solo no podía
permitirme ir allí.
219
Capítulo 35
Dani

T
an pronto como me senté, Françoise regresó con un refresco dietético muy
frío y un menú. Me acomodé en mi silla, mirando el vaso sudoroso. Una gota
bajó y cayó sobre la mesa. Me hizo recordar la gota que recorrió el costado
del rostro de Rick. Rápidamente, expulsé esa imagen. No tenía el lujo de
permanecer en este aturdimiento por Rick. Ya era bastante malo que hubiera ido y
le hubiera hecho compañía. Eso no sucedería de nuevo. No iba a permitir que
también invadiera mis pensamientos. Ese tren había dejado la estación. Había
tenido su oportunidad. No sabía qué se traía entre manos, pero si era tan sincero
como afirmaba ser, entonces imaginaba que esto era inofensivo.

Tenía asuntos más importantes con los cuales lidiar, concretamente la morena que
estaba caminando en mi dirección. Estaba usando un maxi vestido y llevaba sus
Louis Vuitton. Macy había intentado disculparse esta semana. Básicamente, me
había dicho que lo superara porque no era la gran cosa. En el pasado, esta
estrategia habría funcionado porque siempre había sabido que sus intenciones
eran ya sea buenas o benévolas. Había cruzado la línea esta vez, y estaba cansada
de aceptarlo.

Candace estaba caminando junto a ella. Era una visión de perfección. El atuendo de
Candace de minivestido, su cinturón de cuero marrón, y las sandalias más
sorprendentes destacaban su look de pasarela. Echando un vistazo a mi muy
sencillo look, estaba agradecida por el esfuerzo que había hecho al dejar mi cabello
suelto, especialmente porque el brillo labial ya había desaparecido.

Hice señas a Françoise mientras las chicas se aproximaban a la mesa. Rápidamente


les trajo los menús. Macy se sentó frente a mí mientras Candace se sentaba a mi
220

lado. La tensión entre Macy y yo era densa. Apenas nos saludamos. Ambas
llevábamos nuestras gafas de sol intencionalmente para evitar hacer contacto
visual. Tal vez había llevado las cosas demasiado lejos. Aunque echaba de menos a
mi compañera, no confiaba en ella. Esto claramente iba a ser una batalla de
voluntades. Cuando cerramos nuestros menús, Françoise regresó. Volvió a llenar
mi refresco dietético y luego tomó nuestras órdenes. Tenía que admitir que no
necesitaba entrenamiento.

Obviamente, Candace llegó con un plan cuando rápidamente trajo orden a nuestra
reunión.

—Odio cuando alguna de nosotras pelea, así que ambas realmente necesitan
detener esto. Me niego a tomar partido. —Llevando su cabello rubio hacia un
costado de su hombro, empezó a jugar con los extremos.

Esta era la primera vez. Candace estaba siendo neutral. Siempre era enérgicamente
obstinada, incluso si se presentaba a sí misma de la forma más refinada. Su
comportamiento estaba fuera de lugar. Primero, no había respondido a mi mensaje
de texto cuando estaba regresando de los Cayos con Liam, y ahora, no estaba
tomando partido.

—Candace, ¿qué está pasando contigo? ¿La mujer que realizó una intervención
Kindle y me confrontó sobre mi falta de vida sexual ahora no está tomando el
control de la situación? —Levanté una ceja, aunque estaba escondida detrás de mis
gafas de sol. Pensaba que hubiera sido más efectivo si me las quitaba, pero el
momento se había perdido.

Macy solo estaba sentada en su silla, jugando con su pendiente.

—Necesitan aprender a hablar de ello sin mi arbitraje. He estado mediando entre


ustedes por demasiado tiempo. Enumeren sus quejas, discútanlo y hagan que
funcione. No pueden contar conmigo para arreglarlo todo.

—Oh Dios mío, Candace, ¿te estás muriendo o algo así? —preguntó Macy,
colocando su mano en el brazo de Candace.

—No estoy muriendo —dijo Candace, mirando a Macy sorprendida—, pero gracias
por tu preocupación.

Macy se recostó mientras Candace se movía en su asiento. Me quedé inmóvil. No


estaba muriendo, pero definitivamente estaba pasando algo.

—¿Qué se necesita para que ustedes se arreglen?


221
—Bien —comenzó Macy—, no debería haberle dicho nada a Chris. No sé cuál es el
gran problema. Ya no le contaré nada más de tu mierda. —Macy puso los ojos en
blanco.

No sabía qué me dolía más, el hecho de que no respetaba mis límites o que no le
importaba que me hiciera daño.

—¿Quieres saber cuál es el gran problema? Te lo diré. —Me enderecé en mi asiento


mientras ponía mis gafas de sol en la parte superior de mi cabeza—. Se supone que
seas mi mejor amiga. Se supone que pueda contarte lo que sea y saber que
mantendrás tu maldita boca cerrada. Se supone que cuides mi espalda. En vez de
eso, fuiste y le contaste lo mejor del mes, a quien resulta ser el mejor amigo de mi
novio, sobre mi condición.

—¿Lo mejor del jodido mes? —Macy resopló, sacudiendo la cabeza—. Lamento que
estuviera emocionada de que después de una eternidad, realmente estuvieras
echando un polvo. Ese imbécil de Rick jodió con tu cabeza y rompió tu corazón.
Finalmente estás viviendo de nuevo. ¿Y qué? Le dije a Chris porque estaba allí. No
estaba tratando de hacerte daño.

—¡Ambas dejen esto ya! —gritó Candace.

—No, estoy cansada de parar cada vez que las cosas se ponen incómodas —dije, mi
voz quebrándose.

Macy y Candace parecían sorprendidas. No había caído bajo el mando de nuestro


calmado y asertivo líder de manada.

Miré hacia un lado para controlar mi intensidad.

—Macy violó el código de hermandad. Siempre soy tranquila. Ustedes organizan


una maldita intervención delante de todo el mundo, y yo escucho y busco lo
positivo. No les guardo rencor. Pero cuando llevo a cabo una confrontación, me
dicen que la detenga. No lo creo. Macy, déjame preguntarte algo ¿Qué información
personal te ha contado Chris sobre Liam? Tengo curiosidad porque le cuenta a
Liam las cositas que compartes con él. Entonces, ¿qué es lo que tú no me estás
contando?

Macy solo me miró con lágrimas agrupándose en sus ojos. Candace sacudió la
cabeza. Françoise trajo nuestra comida y salió corriendo rápidamente.

Continué, mi voz temblando.


222
—¿Chris te contó que Liam me ama? ¿O qué hay sobre el pasado de Liam con
Natalie? Tu sabes, ¿su prometida muerta?

Sus bocas cayeron.

—¿Chris te contó que Liam me dio una llave de su apartamento? Me pregunto


cuánto te está contando Chris ya que sientes la necesidad de darle información.
Para que conste, Chris protege la espalda de Liam. Quizás la próxima vez que estés
de espalda, mirándolo, podrías tomar notas sobre lo que es ser un verdadero
amigo. Ahora mismo, necesito alguien con quien hablar, alguien en quien pueda
confiar, y, Macy… no eres tú.

Sentada allí, Macy batió los ojos, tratando de evitar que sus lágrimas escaparan.

—No puedo creer que dijeras eso. Eres mi mejor amiga. Haría cualquier cosa por ti.
Tienes razón. Debería haber mantenido mi boca cerrada. Metí la pata. No tuve buen
criterio. Lo siento. Estaba emocionada, y a veces cuando me emociono, empiezo a
balbucear. No puedo controlarlo, pero nunca diría nada que fuera una verdadera
violación. Caray, no dejé que Liam me contara nada de su pasado, no que pensara
que lo haría, pero lo detuve, solo porque habría estado mal. Mira, incluso cuando
divago y me pongo nerviosa, ejercito el buen criterio. Cometí un error. No pensé
que estarías tan enfadada. Dios mío, Dani, vamos. Dejaré de ver a Chris. De esta
forma no tendrás que preocuparte de que le cuente algo más.

—No te estoy pidiendo que dejes de ver a Chris. Te gusta. No quiero hacerte daño.
Solo no sé si pueda confiar en ti con las cosas importantes. —Cerré mis ojos antes
de apartar la mirada.

—Sé que no estás pidiéndome hacer eso, pero lo haré. Sí, me gusta… mucho. Tal
vez hablo de ti porque es más fácil hablar de ti que de hablar de mí. A veces, creo
que me gusta más de lo que yo le gustó a él. Luego, otras veces, no lo sé. Quizás
necesito dejarlo ir, pero el sexo es tan bueno. Juro que los orgasmos son fuera de
este mundo. Solo el pensar en las cosas que puede hacer con su lengua está
haciendo que me excite justo ahora. ¿Es horrible que quiera terminar esta
conversación e ir a tener sexo? No me importa dónde está. Lo encontraré en la
esquina. Soy adicta a su polla. Sin embargo, quiero el paquete completo. Su paquete
y su corazón. Pero, Dani, te escogeré antes que a Chris. Lo haré. Los penes se
consiguen a un centavo una docena, incluso si Chris es especial.

—Macy, quédate con tu polla. Solo vas a tener que ganar tu camino de regreso al
círculo de confianza. Pero no quiero que peleemos más. —No quería. Me di cuenta
223

de que había exagerado un poco. Había alcanzado mi punto de ebullición, y como


era típico en mí, fui demasiado lejos y salí balanceándome.
—Extraño a mi amiga, Dani. Juro que encontraré una manera de compensarte esto.
Lo siento mucho.

Todas nos levantamos y tuvimos un abrazo de grupo. Realmente amaba a mis


amigas.

Macy me miró con esperanzada expectación.

—Sé que esto probablemente está fuera de límites, pero por favor dime que eres
adicta a la polla de Liam.

Volviéndome de un brillante tono rojo, lancé mis brazos al aire. Públicamente,


admití:

—Sí, estoy completa, total, y perdidamente enamorada de Liam y su polla.

Justo allí en Lincoln Road, tres mujeres adultas procedieron a gritar como
colegialas con alegría vertiginosa.

—¿Ya estamos mejor? —preguntó Candace.

Macy y yo asentimos en acuerdo. La perdoné, pero no iba a compartir todas mis


profundas preocupaciones ciegamente con ella durante un tiempo.

Mientras nos sentábamos de nuevo, Candace dijo:

—Ahora que eso está resuelto, tengo algunas noticias que compartir con ustedes.

—¿Estas embarazada? —preguntó Macy mientras comenzaba a comer su


desayuno.

Casi dejé caer el jarabe sobre la mesa.

—No, no estoy embarazada. —Candace rio nerviosamente.

No se oponía a la idea del embarazo y la familia. Ella y Jeremy habían estado


saliendo por años. Sin embargo, su carrera era su prioridad número uno, y
funcionaba para ellos.

Candace dijo:

—Aunque sería una noticia emocionante en dos o tres años, tengo noticias
sensacionales ahora. Me han pedido que participe en un caso muy importante. Es
una oportunidad increíble para mi carrera. La única desventaja es que va a ser
juzgado en Jacksonville. Así que mientras estoy fuera, necesito saber que mis
224

mejores amigas van a estar bien.


Candace había sido parte de toda mi vida adulta. Egoístamente, quería que se
quedara. Tuve que decirme que era solo por un caso. Tal vez no duraría mucho
tiempo. Considerando todo lo que necesitaba procesar, el momento de esta
oportunidad en su carrera era horrible. Debería haber estado feliz por ella. En vez
de eso, se sentía como un puñetazo en el estómago. Perdí mi apetito. Bajé mi
tenedor y empujé mi plato a un lado.

—¿Cuándo va a suceder todo esto? —pregunté. Mientras pasaba mi dedo por la


condensación en el vaso, mis ojos se fijaron en los diseños de fusión.

—Me voy dentro de una semana desde el lunes. Estaré de vuelta la semana de
Navidad. De hecho, hagamos una cita. —Sacó su teléfono y revisó su aplicación de
calendario—. El viernes 28 de diciembre, tengamos una noche de chicas. —Estaba
tratando de ser optimista.

Asentí mientras Macy se encogía de hombros.

Nos sentamos tranquilamente allí. Macy jugó con su comida, moviéndola a un lado
de su plato y luego de vuelta al otro lado. Candace giraba su cabello mientras su
comida se enfriaba. Françoise vino una vez más para llevarse nuestros platos.

Después de que pagáramos por comida que no comimos, caminamos por Lincoln
Road. Cuando nos acercábamos al estacionamiento, le pregunté a Candace si
podíamos hablar.

Macy protestó un poco.

—Te dejaré tener esto hoy. Tengo planes de todos modos. No pienses que voy a
pasar a segundo plano. Voy de guardia. Te demostraré que puedes confiar en mí,
así que lidia con eso. —Macy se inclinó para un rápido abrazo antes de dirigirse a
su auto y a Dios sabe qué con Chris.

Candace y yo continuamos caminando. La había dado por sentado. Macy y yo


habíamos pasado innumerables noches, poniendo nuestros ojos en blanco ante la
forma en que Candace nos había mandoneado. La permitíamos hacerlo, pero como
chicas malcriadas, nos fastidiábamos. Debido a Candace, me habían sacado de mi
zona de confort la noche en que Liam y yo habíamos reconectado en el club
nocturno. Siempre había cuidado mi espalda, y nunca me había guiado mal.
Siempre podía contar con ella.

—Un centavo por tus pensamientos —dijo Candace.

Nos detuvimos en una boutique y empezamos a mirar la ropa. Sacando blusas, las
225

sostuvimos delante de nosotras.


—Estoy pensando que soy una amiga de mierda, y que necesito actualizar mi
armario. —Devolví la blusa y seguí mirando alrededor de la tienda.

—Eres una gran amiga, y creo que solo necesitamos encontrarte algunas prendas
con bonito calce. —Por supuesto, Candace sacó la blusa perfecta—. Cuéntame
sobre la prometida y la llave.

—No, soy una mocosa egoísta, pero gracias por conocerme tan bien y seguir
amándome. —Saqué un par de blusas más antes de ir a probármelas—. La
prometida murió. Fue una historia muy trágica. Es extraño. De alguna forma, estoy
completamente bien con ello emocionalmente, pero por otro lado, estoy celosa. —
Suspirando, la miré con estrellas en los ojos—. Estoy tan enamorada de él. No
quiero arruinarlo.

—Esa blusa se devuelve, esta se queda, y me gusta esta de aquí para ti. Tenemos
que encontrar un vestido o dos para mostrar tus piernas. —Me entregó la ropa que
estaba recogiendo de los estantes como si fuera una asistente de compras—. Has
estado enamorada de él desde el principio. Es obvio. Nunca te he visto de esta
manera, y estoy tan emocionada por ti. Por supuesto que no quieres pensar en que
ame a alguien más. No sé si eso es egoísmo o celos. Solo es natural. Lo positivo es
que sabe cómo amar. Amó a alguien y estaba listo para comprometerse. Enfócate
en eso. Ahora, lo único que vas a arruinar es este traje con ese cinturón.

Entré al probador. Empecé a probarme la ropa que Candace había seleccionado


para mí. Era perfecta.

—Candace… —dije a través de la puerta. Necesitaba contarle sobre mis encuentros


con Rick. Podía contar con ella para darme alguna perspectiva. Solo tenía que
encontrar una manera de decirle—. Le conté a Liam sobre mi ruptura con Rick. —
Salí y modelé el atuendo.

Asintió con aprobación.

—¿Y qué dijo Liam? —Candace se recostó en la silla que estaba fuera del probador.

—Quiere golpearlo.

—Me gusta cuán protector es contigo. Es algo bueno, pero realmente necesitas
dejar de lado esta cosa de Rick. Has agotado la cantidad de tiempo aceptable para
llorar una relación, Dani. Liam no debería tener que pagar por los crímenes de
Rick.
226

Volví a entrar al probador.


—Tienes razón. No es justo. —Por detrás de la cortina, dije—: Sabes, ya no odio a
Rick tanto como antes. —Cerré los ojos fuertemente, preparándome para la
respuesta de Candace, pero hubo silencio.

Me cambié rápidamente al último atuendo y salí, desfilando frente al espejo.


Candace estudió mi expresión. Solo sonreí y me encogí de hombros.

—¿Qué opinas de este look?

—Es un buen look. Y creo que es bueno que odies menos a Rick. De hecho, creo que
no deberías odiarlo en absoluto. No se merece tus apasionadas emociones. Más
importantemente, dime que eres cada vez más indiferente y no más blanda.

Me encogí de hombros otra vez y regresé detrás de la cortina para vestirme.

—No lo sé. No lo he pensado realmente. Supongo que solo se siente bien no


odiarlo. —Y esa era la verdad, al menos tanto como podía compartir.

Había pasado cerca de dos años con una herida abierta. A causa de él, tenía miedo
de amar de nuevo. No quería ser prisionero de ese miedo. Quería amar a Liam con
insensato abandono. Tal vez si estuviera en paz con Rick, sería capaz de hacer eso.

Llevé la ropa aprobada por Candace a la registradora y revitalicé mi armario. Con


bolsas en mis manos y una nueva perspectiva, me sentía más empoderada y
confiada. Mi mente fue a pensamientos de Liam, y mis ojos bailaron con
anticipación, sabiendo que lo vería pronto. Mi corazón se agitó cuando una sonrisa
se abrió paso en mi rostro. Estaba enamorado de él.

—Oh, y ella piensa en él. —Candace me dio un codazo, riendo—. Sí, Dani, esa es la
mirada que has estado poniendo en tu rostro desde que conociste a Liam. Te sienta
a la perfección. —Entrelazó su brazo con el mío mientras caminábamos—. Ahora,
háblame sobre esta llave.

—Eres increíble. Voy a extrañarte malditamente mucho. Me has facilitado las cosas
todo este tiempo. Te amo por eso. De verdad. No puedo hablar con Macy sobre esto
todavía. La amo, pero esa boca la ha metido en más problemas de los que le gusta
admitir.

Ambas reímos.

—Concéntrate, Dani, la llave. ¿Hubo un gran gesto? ¿Está esperando una llave tuya?
Quiero decir, vamos, detalles. Necesito analizar la evidencia antes de hacer un
veredicto.
227
—No, no hubo un gran gesto. Después de que hiciéramos el amor, bueno esa vez,
solo follamos, se levantó de la cama. Cuando volvió, me dio la llave y me dijo que la
pusiera en mi llavero. Eso fue todo.

Simplemente concluyó:

—Es una llave, Dani. Habla con el hombre y dile lo que estás sintiendo. Podrías
estar sorprendida por lo que aprendes.
228
Capítulo 36
Rick

E
ntré a mi auto y sentí como si hubiera anotado el jodido touchdown
ganador. Daniela era masilla en mis manos. Confiaba que en Navidad, tal vez
Año Nuevo, estaría de vuelta adonde pertenecía: a mi lado y en mi cama. No
había manera de que pudiera resistirse. Podía negar sus sentimientos todo lo que
quisiera, pero vi la mirada en sus ojos. Todavía estaban allí, e iba a tomar lo qué era
mío.

Me senté en mi auto y le envié un mensaje de texto a Madison.

Rick: Eres un genio. Celebremos.

Maddy: No jodas. Estoy ocupada.

Rick: Esta noche.

Maddy: Ocupada.

Rick: Cancela.

Maddy: Jódete. No.

Rick: Jodidamente cancela y deja de ser un real dolor en culo.

Maddy: Muérdeme, idiota.

Rick: Te encantaría si lo hiciera. Te recogeré a las 7.

Maddy: Vete al infierno.

Rick: Te veo a las 7.


229
Madison y su mierda. Nunca había conocido a una mujer más complicada y difícil.
Íbamos a celebrar y reportar esta noche. No lo iba a posponer solo porque tenía
una jodida cita. Demonios, no. Probablemente estaba follando cuando le mandé el
mensaje de texto. Podría posponer su siguiente orgasmo por unas horas.

Siempre me daba jodidas dificultades. Hijo de perra dolor en mi trasero. Pero volvía
a por más. Principalmente, lidiaba con ello porque era brillante y estaba viendo
resultados con Daniela. Tenía que admitir que estaba llegando a mí. Debajo de esa
fría y cruel perra exterior, realmente era bastante genial. Me gustaba salir con ella.
Supuse que hasta podría decirse que nos estábamos volviendo amigos.
230
Capítulo 37
Dani

D
espués de tirar mis llaves en el mostrador, me dirigí a mi dormitorio con
las bolsas de mercancías en mano. Candace y yo habíamos pasado la mayor
parte de la tarde de compras. ¿Quién diría que las compras podían ser tan
agotadoras?

Nuestra conversación cambió naturalmente de mi monopolización a un interés


compartido en la vida de la otra. Estaba orgullosa de ella. Sabía que sus largas
horas y dedicación darían sus frutos. Otra vez, egoístamente, deseé que no se fuera
tan lejos. Volvería en un mes, y luego con suerte, el juicio terminaría a mediados de
enero. Hasta entonces, fui animada a dejar de ser tan dura con Macy. Me dijo que
necesitaba aligerar. Como siempre, Candace tenía razón, pero imaginé que haría
que Macy sudara un poco más.

Comencé a desempacar las bolsas, poniendo los diversos atuendos en mi cama.


Retrocedí, y con mi mano bajo mi barbilla, los inspeccioné para ver cuál sería el
seleccionado para la cita de esta noche con Liam. Había sido elusivo acerca de
nuestros planes. Había dicho casual y cómodo. Ya que no iba a usar pantalones de
yoga y una camiseta de gran tamaño, me decidí por uno de mis nuevos vestidos, el
esmeralda sin tirantes que caía hasta medio muslo, con un cinturón de cuentas y
una chaqueta ligera. La belleza del vestido era que podía vestirlo arriba o abajo.
Había aprendido mucho de ver a Candace y varias temporadas de What Not to
Wear.

Estaba emocionada por ver a Liam esta noche. No lo había visto desde el jueves por
la noche. Mi corazón se agitó, y una sonrisa adornó mi rostro mientras pensaba en
esa noche.
231
Llegó justo después de su partido de baloncesto. Yo estaba jugando sucio, llevando
una musculosa y un par de bragas, cuando abrí la puerta. Él llevaba una sonrisa
tímida. Su único propósito era enmascarar el deseo en sus ojos.

No pasó mucho tiempo antes de que no lleváramos nada más, sino el uno al otro.

Pospuse hablar de la llave porque estar con él, en ese momento, era mucho más
importante que cualquier ansiedad que tuviera. Los brazos de Liam se envolvieron a
mi alrededor, envolviéndome con su calor. Su agarre tenía un poder mágico que
aliviaba todas mis preocupaciones y se convertía en mi lugar seguro.

Suspiré mientras pensaba en lo que no estaba esperando. Tenía que encontrar una
manera de decirle sobre mi visita con Rick. El momento tenía que ser perfecto.
Candace había estado en lo correcto. Liam estaba pagando por los errores de Rick,
y eso estaba mal. Necesitaba arreglar las cosas, pero no podía explicar cómo una
visita con el chico que Liam quería golpear por romper mi corazón realmente me
hiciera sentir mejor sobre todo. Tenía que resolver esto porque sabía que no me
gustaría si los papeles estuvieran invertidos. Habría pocas palabras, si algunas, que
me harían estar bien con ello. ¿Y si Rick tenía razón? ¿Y si nunca nos volvíamos a
ver? ¿Realmente quiero estresar a Liam por esto? Pero Liam quería honestidad, así
que le diría cuando el momento fuera correcto.

Alejé todo lo demás. Había pasado mucho tiempo pensando en estas cosas y no
tiempo suficiente preparándome. Liam estaría aquí pronto, y quería lucir
irresistible. Como si fuera una señal, oí mi teléfono chirriando en mi tocador.

Liam: Preparada o no, allá voy.

Dani: Date prisa.

Liam: En camino.

Dani: ¿No puedes mantenerte alejado?

Liam: Imposible.

Dani: ¿Adónde me llevas?

Liam: Sorpresa.

Dani: Odio las sorpresas.

Liam: No, no lo haces.


232

Dani: Cierto. Dame una pista.


Liam: Nop.

Dani: Ya no hablo más contigo. Grrr.

Liam: Te amo.

Dani: Con todo mi corazón

Efectivamente, Liam llegó mientras me estaba metiendo en mi vestido.

—Me niego a hablarte hasta que me digas adónde me vas a llevar —dije
juguetonamente cuando abrí la puerta.

Entró y me rodeó con sus brazos.

—Empecemos con un hola, adelante. —Bajó su boca y colocó sus labios sobre los
míos—. Se llama sorpresa.

Mis labios se extendieron en una sonrisa mientras decía tímidamente:

—Se llama secuestro.

—¿Eso significa que puedo atarte? —dijo mientras pasaba sus manos por mi
espalda y por mi cabello.

—Nene, puedes hacerme lo que sea que quieras —ronroneé mientras inclinaba mi
cabeza hacia atrás—. ¿Me vas a contar sobre mi sorpresa?

—No voy a contarte —dijo antes de que su boca rozara mi barbilla—. Te lo voy a
mostrar, pero mejor nos vamos antes de que se haga demasiado tarde.

Me aparté del tierno abrazo y agarré mi bolso. Cerrando, nos dirigimos a un


destino desconocido.

Mientras estábamos conduciendo, Liam se estiró y entrelazó sus dedos con los
míos.

Me miró.

—Realmente te ves hermosa. —Me guiñó y besó el dorso de mi mano.

—Me estás malcriando. Voy a esperar que me llenes de elogios todo el tiempo. —
Moví mis ojos hacia él y luego volví a mirar hacia adelante. Mis labios se curvaron
233

mientras trabajaba para ahogar la sonrisa que estaba suplicando explotar.


—Mmmm, puedo ser creativo y encontrar maneras de mantenerte alerta, pero
definitivamente puedes contar con que te diga lo hermosa que eres.

—¿Creativo? ¿Como con mi sorpresa?

—Un pequeño misterio siempre es bueno, nena. —Hizo una pausa—. Entonces,
¿cómo estuvo tu día? ¿Te reconciliaste con Macy?

—Genial. ¿Chris te llamó para contarte cómo organicé una confrontación? Fui una
real perra con Macy. Incluso la hice llorar.

—Eh, no. No hablé con Chris hoy. ¿Una confrontación que provocó lágrimas?

—Estamos bien ahora, pero está en libertad condicional por cuestiones sensibles.
Sí, fui dura. —Fruncí el ceño.

No me gustaba ser tan mala con Macy. Cuanto más pensaba en ello, más me
arrepentía de haber arremetido contra ella. Era mi mejor amiga, y había
reaccionado exageradamente. Sin incluir secretos jugosos, encontraría una manera
de recompensárselo.

—Oh, tengo una buena noticia que apesta totalmente. Candace se va por un mes
para trabajar en un caso de alto perfil. Sabes lo que significa, ¿cierto?

Lo miré para ver que estaba despistado. Típico hombre. No tenía idea de cómo
estaba a punto de cambiar su vida.

—Esto significa —dije—, que ahora eres mi nuevo mejor amigo.

—¿Pensé que ya era tu mejor amigo?

Era tan ingenuo con los caminos de las mujeres. No era como si yo fuera a llevarlo
de compras o algo remotamente similar a eso, pero iba a recurrir a él con mis
problemas, sin filtro, y solucionarlos con él.

Como si leyera mi mente, dijo:

—Sabes que estoy aquí para ti. Puedes hablarme de cualquier cosa. Quiero ser la
persona a la que siempre recurras. Lo digo en serio. —Me miró, esperando mi
reconocimiento.

—Sé que lo estás. Ahora sé que puedo ejercer ese derecho y tener el privilegio de
ser un dolor en tu trasero. De todas formas, dime adónde me llevas.
234

Sacudió la cabeza y no dijo nada. Estaba disfrutando de este pequeño juego. Tenía
que admitir que la anticipación era parte de la emoción.
—Te encanta torturarme, ¿cierto?

—Vivo para ello —dijo con una sonrisa.

Le di una mirada insultada.

—Y no pienses ni por un segundo que a ti no te encanta hacerme sufrir —añadió.

—¿Yo? Bueno, ¡nunca! —Resoplé con justa indignación, pero sabía exactamente de
qué estaba hablando. Reprimí una risita.

—Oh, ¿de verdad? Dice la mujer que me envió mensajes de texto acerca de usar mi
manguera en ella.

Ninguno de los dos pudo contener la risa con eso.

—Y, nena, tengo intención de apagar ese fuego.

—Estoy contando con eso porque estoy ardiendo por ti —dije juguetonamente.

Bajó por una carretera y entró a un puerto deportivo. Pasaría otra hora antes de
que se pusiera el sol. El cielo azul servía como lienzo para el agua aguamarina y
barcos moviéndose en sus resbalones. ¿Qué demonios ha planeado?

Salió del auto, lo rodeó, y abrió mi puerta. Tranquilamente, me acompañó hasta el


muelle. Mi anticipación estaba creciendo aun más. La brisa sopló suavemente por
mi cabello mientras el olor a sal llenaba el aire. Le agarré la mano y me acurruqué
en su cuerpo.

Cuando se detuvo delante de Blazing Fire, mordí mi labio inferior para contener mi
sonrisa y emoción. Este era su barco.

Me miró con una sonrisa infantil.

—Entonces, ¿qué tal si tomamos un tour de tres horas? —Saltó a bordo y me


extendió el brazo.

Sonreí brillantemente.

—¡Esto es genial!

Abordé y envolví mis brazos alrededor de su cintura. Mientras levantaba la mirada,


me besó en la frente antes de mirarme amorosamente a los ojos. Momentos como
estos eran abrumadores. Me estaba llevando en su barco, haciéndolo especial y
memorable. Entendido. Estaba compartiendo conmigo todo lo que más le
235

importaba.
—Te amo mucho —dije.

De alguna manera, esas palabras no fueron suficientes para expresar lo que sentía
por él. Apretando su agarre sobre mí, me dio un casto beso en los labios.

—Eres todo para mí. —Me guiñó y luego me golpeó en el trasero—. Vamos,
Gilligan, quiero llevarte a un lugar.

Agarrando una banda de cabello de mi bolso, me aparté el cabello. Mientras miraba


alrededor de su barco Wellcraft de pesca deportiva, divisé una cesta y una gran
bolsa de lona. Me moví para estar detrás de él, envolviendo mis brazos alrededor
de su cintura, mientras salíamos del puerto deportivo.

Nos pilotó a través de la bahía.

—Agárrate, nena —dijo, sonriendo.

Cuando presionó el acelerador, volamos hacia el Atlántico, y grité de placer.

Después de veinte minutos, nos acercamos a una pequeña isla y desaceleró. Nos
detuvimos en un muelle. Ató el barco y descargó la cesta y la bolsa.

—¿Dónde estamos? —pregunté, mirando a mi alrededor. Estábamos en una


pequeña isla en su mayoría habitada por manglares. Podía ver una playa de arena a
corta distancia del muelle.

—Es una isla sin nombre en medio de la nada. No es lo suficientemente especial,


supongo, para ser digna de nombre, o tal vez es demasiado único para ser
etiquetada. Solo los navegantes más duros saben de esta.

—Parece que te gustan estos lugares en el medio de la nada.

Caminamos por el muelle hacia la playa.

—Sí, me gustan, especialmente cuando se trata de lugares que me importan.

Me quité las sandalias mientras caminábamos por la arena. La naturaleza estaba


tocando su sinfonía mientras las olas lamían suavemente contra la playa con grillos
cantando de fondo. La suave brisa enfrió lo que hubiera sido una noche de otro
modo caliente.

—¿Y qué hay aquí? Es hermoso. Puedo ver por qué te gusta, pero ¿qué hace que
esta isla sea más especial que cualquier otra?
236
Desempacó la bolsa de lona, la cual tenía una mesa pequeña, un par de sillas, y un
conjunto de antorchas tiki. Me sorprendió lo compactas que podrían ser esas
bolsas.

Tenía una mirada pensativa en su rostro antes de sonreír.

—Mi trabajo es intenso. Me he metido en hogares y edificios incendiados. Me he


arrastrado a través de escombros de construcción caídos. He sacado a gente de
metal destrozado que solía ser un auto. He visto mierda mala. Es quien soy, pero
también necesito equilibrar esa intensidad con la serenidad de lugares como este.
Lo suficientemente cerca de casa como para poder venir cuando sea necesario,
pero lo suficientemente lejos como para que los turistas y lugareños locos no estén
interesados.

—¿Entonces aquí es donde vienes para escapar? —Estaba pendiente de cada una
de sus palabras. Sentía como si estuviera echándole un vistazo a su corazón,
aprendiendo sobre una parte de que aún tenía que descubrir.

—Claro. —Rio entre dientes—. Además de que la pesca es impresionante, y esta


playa tiene las mejores olas. La mejor parte es que no tengo que lidiar con idiotas.
Es el jodido paraíso.

—¿Estás bromeando? —Me quedé allí con mis manos en las caderas mientras mis
labios se apretaban.

—No completamente. Pero, vamos, ¿cuándo uso palabras como equilibrio y


serenidad en una oración?

Le di un puñetazo de chica, no que hiciera un impacto, considerando que sus


abdominales eran sólidos.

—Nena, no te enojes conmigo. Todo es cierto. Vengo aquí a descomprimir. La


última que cosa que necesito hacer cuando tengo que escapar es tratar con idiotas.
—Me arrastró hacia él mientras metía mi cabello detrás de mis orejas. Sus ojos
brillaban mientras se centraban en los míos—. Y te traje aquí porque quiero
compartir todo lo que amo contigo.

Mi corazón se agitó, y mi cuerpo se estremeció ante sus palabras. Su mano


izquierda bajó y me acarició el rostro mientras su pulgar rozaba mi labio inferior
suavemente. Lo mordí suavemente. Sus ojos se oscurecieron con deseo. Cuando
sus manos acunaron mi rostro, envolví mis brazos alrededor de él mientras me
empujaba hacia un profundo beso.
237
—Sabes, tengo algunas ideas sobre cómo podría ayudarte a relajarte —dije,
provocando su labio con mi lengua.

Gimió en mi boca. Sus manos se deslizaron cautelosamente por mi cuerpo. Sus


pulgares rozaron mis pechos suavemente, poniendo mis pezones duros. Un
escalofrío me atravesó, y deseo se acumuló entre mis piernas mientras un gemido
escapaba de mi boca.

—Siempre supe que eras una mujer inteligente e ingeniosa —dijo. Mientras
recuperaba el aliento, apoyó su frente contra la mía.

—Todavía no has visto nada. —No podía tener suficiente de él.

En ese momento, estaba luchando por recordar qué era lo que necesitaba hablar
con él porque nada más era importante. Él era todo lo que importaba.

Arregló la mesa con un mantel y velas. Estaba impresionada. La cena era sencilla
con una variedad de quesos, panes, algunas frutas, y vino. Hizo todo esto por mí. Y
apostaría cualquier cantidad de dinero a que había comido antes de que me
hubiera recogido.

Sirvió el vino, y luego con sus ojos fijos en los míos, levantamos nuestras copas.

—Por nosotros. Te amo más de lo que nunca sabrás.

Tuvimos una noche encantada. Las estrellas brillaban intensamente contra el telón
de fondo del cielo negro. La luna plateada proyectaba su reflejo contra el oscuro
océano. Los tikis y las velas brillaban, irradiando suave luz ámbar.

—Nunca dejas de sorprenderme —dije antes de beber mi vino—. Eres un


romántico.

Se extendió a través de la mesa por mi mano.

—Si ser romántico es querer hacer tus sueños realidad, entonces supongo que lo
soy.

Mi cabeza estaba nublada y embriagada por Liam, no por la copa de vino que
estaba bebiendo. Incliné la cabeza a un lado y miré a lo lejos, tratando de recordar
algo de lo que tenía que hablarle. Fuera lo que fuera, ya no parecía importar.

Mientras Liam empezaba a empacar la mesa y las sillas, me puse de pie, mirando
por encima del vasto océano, mientras el agua caliente rozaba mis pies. Había
insistido en hacer todo él solo, así que lo había complacido. Cada vez que miraba
238
por encima de mi hombro, lo atrapaba mirándome a hurtadillas. Entré más al agua,
sintiendo que me caía sobre los tobillos.

Repentinamente, tuve una idea loca. Miré por encima de mi hombro una vez más
para ver a Liam mirándome. Cuando nuestros ojos se encontraron, sonreí,
arrugando mi nariz. Sacudió su cabeza con diversión antes de continuar con sus
tareas. Tiré la precaución al viento y mi ropa a la arena mientras me abría paso en
la ensenada. Cuando estuve a nivel de la cintura, pateé y salpiqué a mi alrededor.

—Oye, teniente.

Levantó la mirada, y su mandíbula cayó. Empezó a quitarse la ropa mientras se


dirigía a la orilla.

—Nena, tienes que ser la mujer más caliente, más jodidamente increíble en el
planeta.

—Tengo que decirte algo, y creo que me acobardaré si estoy demasiado cerca de ti.

—¿Este es tu brillante plan para mantenerme alejado? ¿Desnuda en el agua? Habla


rápido. —Se paró en la playa, quitándose los calzoncillos.

Me reí. Rápidamente, convoqué mi coraje ya que la visión de él desnudo me había


puesto nerviosa.

—Tu llave me asustó.

Se frotó la nuca.

—Estoy entrando. —Se acercó a mí—. Lamento asustarte. —Arrastró besos a lo


largo de mi cuello—. Dime qué sucede —susurró.

Incliné la cabeza hacia atrás, alargando mi cuello. Cuando su barba incipiente me


hizo cosquillas detrás de la oreja, me estremecí ante la sensación.

—Cuando haces esto, me olvido de lo que voy a decir.

Cuando se detuvo, hice un mohín.

—La llave. Habla conmigo.

—¿Qué significa? —Quería que me diera una explicación rápida porque mi


determinación de mantenerme enfocada estaba llegando a un final abrupto.

Se inclinó y rozó mis labios.


239

—Es una llave. Estaba allí. Quería que durmieras.


—Vamos, tiene que significar más que eso si querías que la mantuviera.

—Honestamente, fue una decisión espontánea. Se sentía correcto. Si pienso en


ello… —Alzó la vista y luego volvió a mirarme—. Si tiene que significar algo,
significa que confío en ti.

Asentí.

—Aceptaré eso.

Mientras me envolvía alrededor de él, su mano viajó por mi pierna. Pasé los dedos
por su cabello.

—Gracias por esta maravillosa noche… y gracias por amarme y todo lo que
conlleva.

Jugueteamos en el agua. Entre salpicaduras y risas, nos besamos y provocamos.


Nunca me había sentido tan viva.

Liam me llevó fuera del agua y luego nos envolvió en el mantel. De pie tan cerca de
él en nuestra toalla improvisada, lo anhelé. Mi anhelo era tan intenso que apenas
podía soportarlo.

—Liam, necesito que me hagas el amor ahora —murmuré. Mis manos recorrieron
su espalda mientras me frotaba contra él.

Me besó en la frente, y nuestra respiración se volvió laboriosa.

—Mi billetera… está… en… el barco.

Me puse su camiseta mientras él se ponía sus bóxers. El resto de nuestra ropa fue
dejada en un montón mezclado. La corta caminata hasta el barco fue eterna. Decidí
que iba a tomar la píldora lo antes posible.

Después de que estuvimos en el barco, encontró su billetera y sacó el codiciado


condón. Se lo quité de sus manos y abrí la envoltura. Sus ojos estaban
ensombrecidos mientras gemía cuando puse el condón sobre él. Lo guié al frente
del barco y lo senté en el asiento.

Cuando desabroché mi camiseta, sus manos alcanzaron mis pechos. Subí sobre él y
bajé lentamente. Me estiré mientras me llenaba. Mi cabeza cayó hacia atrás, y gemí
de placer.

El bote se balanceaba a nuestro ritmo mientras hacíamos el amor.


240

Sentí la presión subir.


—Nena, quiero verte.

Cuando las convulsiones comenzaron a ondular a través de mí, me aferré a sus


hombros, enterrando mis uñas en él.

—Liam… oh… sí… sí… ahhh… te amo tanto —jadeé en completo y total éxtasis.

Me bajó y luego comenzó a empujar rápido y duro. La presión comenzó a


construirse de nuevo, y luego encontramos el placer juntos.

Enterrando su cabeza en mi cuello, trazó besos a lo largo de la concha de mi oreja.

—Te amo, nena.

—También te amo.

Bajo la noche estrellada, navegamos de regreso al puerto. Mi corazón rebosaba de


amor por él. Tenía algo más para hablar con él, pero sinceramente no podía
recordar lo que era.
241
Capítulo 38
Rick

—B
uenos días, Walter —saludé con un gesto de la mano mientras
entraba al vestíbulo del apartamento de Madison a las jodidas
seis de la mañana—. Y feliz Acción de Gracias. —Sonreí. No era
su culpa que Madison fuera una lunática.

Walter era un buen hombre de familia. Suponía que a mediados de sus cuarentas.
Cuando Madison había decidido que esperar por ella en mi auto ya no era
aceptable, tuve el placer de conocerlo. Era parte de su mierda encerar/pulir. Había
dejado de intentar entenderla. Era energía desperdiciada. Necesitaba
concentrarme en aprender esas jodidas estúpidas lecciones, así podría pasar al
siguiente nivel. Quien dijo que se hacía más fácil era un mentiroso hijo de perra.

—Buenos días y feliz Acción de Gracias para usted, Sr. Marin. La Sra. Stuart bajará
en cualquier momento.

Walter me daba esperanzas de que el servicio en esta ciudad no se había ido a la


mierda. No podía pensar en una mañana en que no estuviera aquí, y cada vez que
lo veía, era cortés. Tenía que concedérselo. Tenía buenos modales. Madison debería
contratarlo y despedir a ese cretino de Bruce. No sabía si Walter podía mezclar un
trago, pero no tenía reservas de que podía traerme una jodida botella de agua.

Me incliné contra el mostrador de granito, golpeteando mis dedos, mientras


esperaba a Madison. Hacerme esperar era su parte favorita del entrenamiento. En
este punto, decidí que la dejaría creer que me tenía bajo algún trance jode-mentes.
Era pura mierda.

—Sabes cómo son las mujeres, Walter. Madison insiste en que esté aquí a tiempo,
242

pero me hace esperar. —Sacudí mi cabeza.


Mientras Walter reía, las puertas del ascensor se abrieron. Vestida con un
sujetador deportivo y pantalones de correr, Madison salió como si fuera la jodida
reina de Inglaterra.

Miró a Walter y le lanzó una dulce sonrisa.

—Buenos días, Walter. Feliz Acción de Gracias.

Entonces, me lanzó una mirada furiosa. Este era un acto a través del que veía.
Amaba la atención. Tenía que admitir que su actitud era divertida cuando no era
irritante como el infierno. Esta mañana, estaba siendo un dolor en el trasero.

Walter dijo:

—Lo mismo para usted, Sra. Stuart. Déjeme abrir la puerta para usted. —Se
precipitó y abrió la puerta para nosotros.

Se volvió para mirarme.

—Rick, ¿estás tomando notas?

Cuando salió, corrí a su alrededor para abrir la puerta del auto para ella.

Sonrió, impresionada.

—Eres un rápido aprendiz.

Pasé su jodida prueba. Mientras me movía alrededor del auto a mi lugar, no pude
evitar sentir un enorme sentido de logro. Me dio un jodido cumplido.

Me instalé en el asiento del conductor. Cuando miré hacia ella antes de encender el
auto, miraba en mi dirección.

Frotando mi barbilla, decidí que Madison necesitaba ser educada en el arte de


tratar a un hombre con respeto.

—Estás jodidamente disfrutando esto un poco demasiado. ¿Y qué tal un “buenos


días, Rick, feliz Acción de Gracias” para mí? ¿Dónde están tus modales?

—Rick, eres malditamente lindo cuando te irritas. Haces esa cosita con tu boca que
es adorable. —Puso los ojos en blanco—. Dije buenos días cuando desperté tu
lamentable trasero. ¿Lo olvidaste? Eres de tan alto mantenimiento. Voy a tener que
curarte de eso. —Cruzó sus brazos y frunció sus labios.

Al principio pensé que Madison quería follarme. Si no fuera por mi plan de


243

recuperar a Daniela, podría haberlo hecho. Madison tenía un dulce trasero, y sabía
cómo moverlo. Trataba de no pensar demasiado en su trasero, pero era difícil
ignorarlo cuando lo rozaba contra mí. Por supuesto, lo hacía accidentalmente… sí,
claro. Ahora, no estaba seguro de lo que quería.

—Madison, para tu información, tengo una polla, y me gusta. ¿Por qué demonios
estás jodidamente tratando de cortarla?

—No estoy haciendo nada por el estilo. Estoy trabajando muy duro en conseguir
que tu polla esté en servicio de nuevo. Es una lástima que esté al margen. Dime,
¿algo que he hecho no ha funcionado para ti? Antes de que lo sepas, esa polla tuya
estará follando como si no hubiera un mañana. —Acarició mi rostro con su mano—
. Equipo Rick, hasta el final.

Tenía un punto. Todo estaba bien en el universo. Por un minuto ahí, pensé que ella
odiaba a los hombres y estaba haciendo a una metafórica Lorena Bobbitt6.

—Te está volviendo loca, ¿verdad? —pregunté.

—¿Qué? —Bajó el visor para enderezar su cola de caballo en el espejo.

La cola de caballo realmente lucía bien en ella. Prefería que una mujer llevara su
cabello suelto, pero Madison era capaz de llevar el estilo.

—Estás muriendo por follarme, ¿no es así? —Levanté mi ceja y le lancé una sonrisa
con hoyuelos.

Siempre lo negaba, pero sabía la verdad. Había querido follarme desde que puso
sus ojos en mí por primera vez. Debería haberlo dejado pasar, pero no lo hice.

Encendí el auto y salí del estacionamiento.

—Eres un imbécil. ¿De verdad crees que cada mujer quiere follarte?

—Sin lugar a dudas. Al igual que cada hombre cae bajo tu hechizo y quiere probar
tu coño.

—No discutiré con esa última parte. Sin embargo, si quisiera follarte, lo habría
hecho. Obviamente, no quiero. Ahora, ¿te importaría no ser un arrogante hijo de
perra? Es repugnante.

Maldición, me desea tanto.


244

6Lorena Bobbitt: Se hizo famosa en 1993 y se convirtió en la heroína del feminismo tras cortarle el
pene a su marido por violación, humillación y maltrato continuo.
—Lo que digas, amor. Ahora, ¿qué mierda es Turkey Trot?

Déjale a Madison arrastrarme a Tropical Park en la mañana de Acción de Gracias


para correr con literalmente otras mil personas. Esta era una venganza por cada
jodida mala cosa que había hecho en mi vida. Después de esto, mi deuda
definitivamente se encontraba saldada en su totalidad con intereses. ¿Quién
demonios es lo suficientemente loco como para querer inscribirse en esta mierda?
Madison Jodida Stuart, ella.

No podía creer que realmente estuviera tratando de vencerme. ¡Joder con esa
mierda! Era competitivo. Lo loco fue que se había enojado y dicho que se suponía
que la dejara ganar. Aparentemente, no le llegó el memo que declaraba claramente
que no perdía con nadie.

—Aparte de ser el mayor imbécil del mundo, haces trampa —resopló Madison
mientras caminaba de regreso al auto.

—Gané con todas las de la ley. Maddy, soy más grande, más fuerte, y más rápido.
Lidia con ello.

Golpeé su trasero y troté delante de ella. Con risa, canté mi propia versión de We
Are the Champions.

—Soy el campeón, no hay tiempo para perdedores, porque soy el campeón del
mundo.

Aparentemente, esas eran palabras de pelea. En medio de mi juerga, Madison


corrió detrás de mí y saltó sobre mi espalda, prácticamente derribándome.

—Eres un idiota.

Recuperé mi equilibrio mientras se aferraba a mí. Cuando apretó sus piernas


alrededor de mi cintura, me puso en una llave de cabeza.

Le respondí:

—Sí, lo soy, y sé cómo usarla7.

Corrí el resto del camino al auto con Madison montando a cuestas. Todo el tiempo,
estuvo haciendo un sonido del que no sabía que era capaz: risa.
245

7 Juego de palabras. “Dick” se traduce como “idiota” y también como “polla”.


Después de que dejara a Madison en su apartamento, fui de compras. En un par de
horas, la recogería de nuevo, así podríamos dirigirnos al refugio de personas sin
hogar. Esta sería una primera vez. Cuando le había dicho a mi madre que era
voluntario, no me había creído. Eso dolió. Daniela se había reído cuando se lo había
contado. Eso escoció. Me conocían bien. Madison fue la única con las pelotas para
decirme que iba a hacerlo. Cuando hube accedido, me había encontrado en un
estado desesperado, y ella había tomado total ventaja sobre mí.

No era que tuviera una aversión a la caridad. Mi familia era muy filantrópica.
Participábamos en eventos todo el tiempo, pero eran del tipo de etiqueta. En esos,
estaba en la zona, llevando un esmoquin de Armani a medida. Ahora, estaba
mirando una jodida bolsa azul con letras blancas que decía GAP.

Después de alimentar a las personas sin hogar, tenía planes de cena de Acción de
Gracias con mi familia. No había sido atento con mi madre últimamente. Esta
misión de recuperar a Daniela y el trabajo que implicaba habían tomado el lugar de
ciertas responsabilidades familiares, como consentir a mi madre. Ella no lo estaba
tomando bien. Sacudí mi cabeza y suspiré. Encima de lidiar con la Escuela de
Castración de Rick de Madison y la lenta seducción de Daniela, ahora tenía que
lidiar con mi madre. Iba a necesitar grandes dosis de alcohol esta noche.

Pero, una cosa a la vez. Ahora, me estaba sometiendo al siguiente nivel de castigo
de Madison. Vistiendo un par de jeans y una camisa a cuadros con las mangas
enrolladas, entré al vestíbulo de su edificio. Imaginé que sería seguro vestir ropa
tipo Liam. Para mi sorpresa, Madison ya me estaba esperando abajo y Walter no se
encontraba sentado detrás del mostrador. Esta era la primera vez para ambos.

—Guau, Rick, estoy impresionada. Luces como una persona normal y no un


pomposo hijo de perra. Estás madurando. Me gusta.

Cuando me negué a conducir mi auto al refugio, las alabanzas de Madison pronto


fueron remplazadas con un ascenso al Imbécil Supremo del Mundo. No había
manera de que fuera a conducir mi BMW 640i Coupe. No iba a arriesgarme a que
fuera vandalizado o robado mientras estaba realizando una buena acción. Fue una
decisión que lamenté cuando nos metimos en su diminuto Audi TTS Roadster rojo,
el cual condujo como si fuera un maldito go-kart.

—Creo que estás exagerando. No me estaba comportando como un imbécil. Estaba


siendo un hombre inteligente —dije, agarrando la manija de la puerta. Me sentía
246

como si estuviera montando una maldita montaña rusa.


—Probablemente tengas razón, pero ahora me estoy divirtiendo contigo. —Se rio y
continuó conduciendo como una maníaca.

Llegamos a un edificio color canela que parecía un típico complejo de


apartamentos. Cuando entramos en un estacionamiento cerrado, me di cuenta de
que mi auto habría estado seguro, y podría haber evitado esta experiencia cercana
a la muerte. Salimos del auto y nos dirigimos al edificio.

Cuando estábamos entrando, Madison se acercó, quitó mis gafas de sol, y las puso
en su bolso.

—Estoy orgullosa de ti. Has llegado tan lejos en tan corto tiempo. —Guiñó y me
llevó a la cocina, agitando la mano y saludando personas mientras pasábamos.

—Maddy, caminas alrededor del lugar como si fuera tuyo.

—Aparentemente, crees que soy superficial y mezquina. Creo en retribuir a la


comunidad.

—¿Dije que eras superficial y mezquina? No tenía ninguna duda sobre tu


generosidad. Imaginé que era solo para mantener a los hombres felices, pero estoy
muy impresionado con tu servicio a la comunidad.

—Retiro todo lo que dije sobre estar orgullosa de ti. Has mantenido tu título de
Imbécil Extraordinario.

Joder. Odiaba cuando retorcía mis palabras. Pasé mis manos a través de mi cabello
mientras trataba de encontrar la cosa correcta para decir.

—Ven aquí. —Agarré su mano y la miré con la mirada de mayor sinceridad que
pude reunir—. Has sido genial conmigo. Es Acción de Gracias, así que voy a
contarte por lo que estoy agradecido. —Cuando toqué su nariz con mi otra mano,
guiñé—. Eres un dolor en el trasero y la perra más grande que conozco, pero no
solo me toleras, también me ayudas.

Aparté la mirada, buscando inspiración en los azulejos manchados del techo. No


hacía esta mierda agradable a menos que estuviera trabajando un coño, y casi
nunca lo decía en serio. Aunque Madison era diferente. No era una follada. Estaba
encariñándome, y de una sádica manera, como que me gustaba. No era tan mala, y
podía ser realmente divertida.

—Eres mi amiga, quizás incluso mi mejor amiga —admití.


247

Sonrió.
—Rick, no soy Daniela. No necesitas exagerar. Estoy en esto a largo plazo hasta que
ya no lo esté.

Bien podría haberme pateado en las bolas.

—¿Qué? —preguntó, confundida.

—Nada, Maddy, olvídalo. Soy un imbécil, y eres una perra.

Menos mal que era la Maddy genial esta mañana. Esta jodida Maddy era un real
maldito dolor en el trasero, y odiaba sus entrañas. No podía esperar a largarme de
aquí.

—Hagamos esto. Tengo personas que ver y lugares a los cuales ir —dije
impasiblemente, mirando por encima de ella.

Sacó algo de una caja y suspiró profundamente.

—Detente. No quiero que estés enojado, no hoy. Mañana, puedes estarlo, y


entonces te azotaré el trasero. —Tiró de mi camisa y alcanzó mi brazo—. Hoy no,
Rick.

Mirándola, pensé por un segundo que realmente podría ser humana. Era esa
fracción de segundo la que siempre llegaba a mí. Cedí.

Fue de corta duración. Rápidamente, sacó un gorro de ducha hecho de alguna


mierda y me dijo que tenía que usarlo. Mis sentimientos por ella crecieron de odio
a vigorosa aversión. Hacía esto a propósito.

—No hay una jodida manera de que me ponga esa mierda en mi cabeza —dije.

—Tienes que hacerlo. Vamos a servir comida. Mira, también voy a hacerlo.

Personas comenzaron a sacar grandes bandejas de comida. ¿Qué demonios están


sirviendo aquí?

—No voy a usar esa mierda. ¿Qué carajos es eso?

—Deja de ser tan difícil. Usa la maldita cosa. Y eso es relleno. ¿Nunca has visto
relleno antes? —Se puso de pie con una mano en su cadera mientras con la otra
retorcía ese falso gorro de ducha—. Créeme, Rick. Perseverancia.

—Tú primero. —Parado ahí con los brazos cruzados, le disparé dagas letales.

Sin vacilar, se puso el gorro. Se veía como una jodida tonta. No pude mantener el
248

rostro serio mientras trataba de sofocar mi risa. Me entregó el otro gorro, y me lo


puse, uniéndome a las filas de idiotas luciendo tontos que comenzaron a circular
alrededor de nosotros.

—¿Qué crees? ¿Me veo tan certificablemente ridículo como tú? —pregunté.

Madison sacó su celular y me tomó una foto.

—¡Me encanta! —Girando alrededor, estalló en risas.

Fui insultado, pero algo en su risa lo hizo casi soportable.

—Dame eso.

Cuando alcancé su celular, lo alejó. Dándome la espalda, se metió el teléfono en el


sujetador.

—¿Realmente crees que está seguro ahí? —Con su espalda presionada en mi


pecho, la rodeé—. No tengo ningún problema de cavar por mi tesoro.

Se recostó en mí, su trasero presionándose contra mi polla. Mi mano izquierda


rodeó su cintura mientras enterraba mi cabeza en su cuello. Olía mucho mejor que
lo que fuera que cocinaran aquí. Mi polla se encontraba en el jodido cielo.

Susurré en su oído:

—Esta es tu última oportunidad, o voy a entrar.

Su mano se posó en mi brazo.

—Es mío. Necesitas confiar en mí.

Su cabeza se reclinó en mi pecho. Se movió contra mi cuerpo con tanta facilidad y


confianza. Era jodidamente excitante, y ella podía sentirlo. Le encantaba tener
poder y control sobre mí.

—Ustedes dos deberían conseguir una habitación.

Ambos nos enderezamos rápidamente, sobresaltados de lo que demonios fuera


eso. ¿Dónde carajos estaba mi cabeza?

—Alex, ha pasado un tiempo —dijo Madison—. Rick, este es Alex, un, um… viejo
amigo.

Viejo amigo, mi trasero. Era un jodido amigo con derechos. Ese hijo de perra
salivaba mientras la miraba de pies a cabeza.
249

Extendí mi mano.
—Rick Marin, nuevo amigo.

Yo no era un jodido amigo con derechos, y no tenía planes de serlo nunca. Podría
meter mano aquí y allá, pero eso era todo. Este chico era un imbécil. Yo debería
saberlo. Era el Imbécil Extraordinario.

—Alex Santana. Te veré luego, Madison. —Le guiñó y se alejó.

Fue entonces que me di cuenta que mi brazo todavía se hallaba envuelto alrededor
de su cintura. La solté. Pasé mis manos por mi gorro de ducha en la cabeza y
maldije esa maldita cosa.

Madison sacó su celular y tocó la pantalla.

—Te envié la foto. Tienes que aprender a confiar en mí. Ahora, tienes algo para
mostrarle a Daniela.

De vuelta a los negocios. No podía mantener el ritmo de sus cambios de humor o


múltiples personalidades. La próxima vez que me encontrara con una de sus
simpáticas personalidades, iba a sugerirle medicación.

Se volvió sobre sus talones.

—Vamos, Rick. Las personas sin hogar tienen hambre.

La seguí hasta el puesto donde me entregó unos guantes de goma y una cuchara
gigantesca. Esto se estaba convirtiendo rápidamente peor que Turkey Trot. ¿Dónde
carajos se le ocurrían estas actividades? Entonces, las puertas se abrieron, y vi una
fila realmente larga de personas y algunos niños. No podía describir en palabras
cómo se sentía esto. Miré a Madison, quien me miró y sonrió. Supongo que la mejor
manera para describirlo era… bien.

Después de poner cucharadas de comida en bandejas de cartón por más de una


hora, me sentí agotado. Fue un día emocionalmente agotador. Había lidiado con
varias de las personalidades de Madison, conocido a uno de sus amigos con
derechos, y fui humillado a estar alrededor de personas que realmente pensaban
que les daba algo bueno para comer.

Le envié un mensaje de texto a mi madre.

Rick: Increíble día con las personas sin hogar.

Mamá: Estoy tan orgullosa de ti.


250

Rick: Añade esto a tus organizaciones benéficas. Incluso ayudaré.


Mamá: Cualquier cosa por ti.

Rick: El próximo año, consiguen comida de verdad. Esa mierda era asquerosa.

Mamá: Lenguaje. Me encanta ver tu entusiasmo.

Rick: Hablaremos más esta noche. Me tengo que ir.

Caminé hacia Madison, quien me estaba esperando junto a la puerta.

—Maddy, voy a involucrar a mi madre en esta causa. Tan pronto como llegue a
casa, también voy a donar esta ropa. Verás que voy a hacer que las cosas sucedan.

—Tu entusiasmo es excelente. —Sonrió y sacó las llaves de su auto—. Aquí. —Me
las entregó y luego metió su cabello detrás de su oreja—. ¿Te importaría conducir
de regreso? Puedes dejar las llaves con el portero.

Sacudí mi cabeza. No podía mirarla.

—Madison, solo puedo tomarte en pequeñas dosis. He llegado a mi jodido límite.

Pasé mis manos a través de mi cabello y luego agarré las llaves de sus manos.
Mientras caminaba hacia el maldito auto, vino detrás de mí.

—¿Cuál es tu problema? Solo eres un desagradecido hijo de perra.

—¿Desagradecido? Tú eres mi jodido problema. Todo lo que haces es cortar mi


jodida polla. Viniste conmigo, entonces te vas jodidamente conmigo. Terminé,
Madison. ¡Jodidamente terminé!

Era más de lo que podía soportar. Entre la falta de coño y la tortura de Madison, me
rompí.

—Y no, no soy un desagradecido. Hago todo lo que puedo para mostrarte


constantemente lo mucho que te aprecio. ¿Qué más quieres? Todo lo que quiero es
una pequeña cosa llamada respeto.

Madison se recompuso, enderezando sus hombros. En una voz amenazadora, dijo:

—¿Terminaste? —Se encogió de hombros—. Entonces, terminaste. Sin sudor en mi


espalda. Ten en cuenta, sin embargo, que hoy todo era sobre ti. No pensaste en ella
durante todo el día. Te di un descanso de tu obsesión y tu búsqueda por recuperar
a Daniela. Realmente hiciste algo que iba más allá de ti mismo de lo que puedes
estar orgulloso. Cómo corté tu jodida polla está más allá de mí. Confía en mí… —
Guiñó—. Tu polla está viva y bien. Detén tu viaje de ego. Él sabe que tú y yo solo
251
somos amigos. —Sonrió y se encogió de hombros de nuevo—. Ahora es mi turno
de olvidar. Esto es sobre mí.

Puse mis manos suavemente sobre sus hombros con mi cabeza colgando en
derrota.

—Maddy, ¿qué tienes que olvidar? —Mis ojos le suplicaron—. Joder, nena, mírame.
¿Qué necesitas olvidar? Solo dime.

Rápidamente, apartó la mirada, sacudiendo su cabeza. Tomó una profunda


respiración y luego me miró sin expresión.

—Cuando Daniela vuelva a tu lado, me agradecerás por esto.

Pasé mis manos a través de mi cabello y las apreté detrás de mi cabeza.

—Maldita sea, Maddy. Deja a Daniela fuera de esto. Esto es sobre ti. —No podía
seguirle el ritmo—. Solo entra al auto.

Por una fracción de segundo, lo vi. Hubo un destello de su humanidad —como esa
chica sobre mi espalda, riendo— y entonces se fue.

—Concéntrate, Rick. Te llamaré en la mañana. No me hagas esperar. —Se giró y


caminó hacia ese hijo de perra.

Necesitaba una jodida bebida.


252
Capítulo 39
Liam

D
ani estaba sentada en el asiento del pasajero, aferrándose a mi mano
mientras rebotaba su pierna nerviosamente. Este era un gran día. Wyatt
voló para pasar las fiestas con mamá. Ya que me había comprometido a
trabajar este viernes, no podía escaparme, así que iba a pasar Acción de Gracias
con la familia de Dani. Bajo circunstancias normales, no habría sido un problema,
pero ya que iba me reuniría con sus padres por primera vez, era un evento
monumental. No estaba preocupado por eso. Por supuesto, quería dar una buena
impresión. No tenía ninguna duda de que así sería. No que fuera un arrogante hijo
de perra. Solo sabía lo que sentía por Dani. Confiaba en que su familia vería eso,
pero mi confianza no la convencía. Mientras conducíamos, le eché un vistazo
rápidamente antes de recordar la noche del martes pasado.

Macy pensó que era lindo que estuviera tan tranquilo. Esto solo puso más nerviosa a
Dani mientras se paseaba por su sala de estar. Cualquier resentimiento que hubiera
existido entre ellas se había disipado. Hablaban sin parar sobre los detalles. Me
recosté en el sofá, cambiando canales entre juegos de basquetbol y las mejores
jugadas de fútbol, mientras ellas se obsesionaban sobre lo que me preguntaría el
papá de Dani o si su madre la avergonzaría.

Dani me arrojó una esponjosa almohada.

—Disculpa, pero tienes que poner atención. Esto te afecta.

Esto era importante para ella. Tenía que admitir que hubiera sido más fácil poner
atención si estuviera sentada desnuda sobre mí. La amaba más que a mi polla y
ESPN, así que apagué la televisión, me puse de pie, y caminé hacia ella.
253

—Dime qué necesito saber para prepararme para el final de la vida tal como la
conozco —dije, envolviendo mis brazos alrededor de ella.
Levantó su mirada hacia mí, sus ojos brillando. Nuestras frentes se tocaron, y
nuestros cuerpos se balancearon.

—Nena, estamos juntos en esto. Todo estará bien. Confía en mí —la tranquilicé.

Dani mantuvo sus ojos centrados en los míos.

—Macy, él tiene razón. Va a estar bien. Gracias por escucharme, pero puedes irte
ahora.

—Grandioso, Dani. Tienes a Liam en coma. —Macy puso sus ojos en blanco—. Liam,
espero que sepas en lo que te estás metiendo.

—Demasiado tarde, Macy. Ya estoy en lo hondo. —Y lo estaba. La única cosa que


importaba era la chica balanceándose en mis brazos. La amaba con todo lo que
tenía.

Fui sacado de mis pensamientos cuando Dani bajó el volumen de la radio. Afirmó
que la música estaba distrayéndola de su ataque de pánico. Golpeteé mis dedos
sobre el volante con las apenas audibles melodías.

Su agarre se apretó mientras clavaba sus uñas en mi mano.

—Liam, ¿por qué estás tan callado? Estoy muriendo aquí, y estás haciendo
absolutamente nada para calmar mis nervios.

—Nena, te amo. Todo va a estar bien. —Mi pulgar dibujó círculos sobre su palma,
esperando que eso relajaría su agarre—. ¿Estás preocupada de que no vaya a
gustarles? Porqué yo no. ¿Cómo no les gustaría?

—¿Qué? ¿Crees que estoy fuera de mis casillas porque no les gustarás? Oh, no, van
a amarte. Tú, por otra parte, podrías querer correr tan rápido y tan lejos como
puedas.

—Dudo eso seriamente. No vas a deshacerte de mí tan fácilmente.

Cuando le guiñé, su sonrisa se iluminó, y la tensión dejó sus ojos.

—Sabes que Macy y su familia también van a estar allí. También debería advertirte
sobre su hermano, Marco.

—¿Qué quieres decir con advertir?

—Marco es inofensivo. Solo es muy juguetón y coqueto. No saques ninguna


254

conclusión porque no hay nada ahí. Solo es la forma en que interactuamos desde
que éramos niños. Así que, por favor mantén tu Pedro Picapiedra bajo control.
—Yabba daba doo. Mejor que no cruce la línea. Te prometo que estaré en mi mejor
comportamiento.

Esperaba que este chico no fuera un idiota. Dani tenía la tendencia de descartar el
comportamiento de un imbécil hasta que le mordía el trasero. No iba a tolerar esa
mierda.

—Soy un hombre de palabra. Puedes relajarte. —Este tipo Marco mejor que
coopere.

—Es hora del espectáculo. ¿Estás listo? No estás nervioso o algo así, ¿verdad?
¿Estás seguro de esto? Está realmente bien si has cambiado de opinión. —La
sonrisa de Dani fue remplazada por una arrugada frente y temor en sus ojos.

Me reí. Además de ser divertida e inteligente, también era la más confiada y


hermosa mujer que conocía. Era subjetivo, pero aun así era verdad. Su locura
interior, como la llamaba ella, casi parecía graciosa en comparación.

—Nena… —Hice una pausa—. Estoy muy seguro de ti. Esto es nada. Estoy
realmente deseando conocer a tu familia. Ahora, vamos.

Estacionamos en la entrada de la casa de su madre en una bonita zona suburbana


de la ciudad. El paisaje estaba alineado con palmeras y buganvilias. Las historias de
la niñez de Dani cobraron vida. Podía imaginarla creciendo aquí, montando su
bicicleta alrededor de la calle sin salida, y jugando al escondite en los patios de los
vecinos.

Cuando la puerta principal se abrió, un chico, que parecía como la versión


masculina de Macy, salió. Asumí que era Marco. Instintivamente, sostuve la mano
de Dani posesivamente mientras enderezaba mis hombros.

Ella se inclinó hacia mí.

—Cálmate. Es inofensivo.

—Ven aquí, futura mamá de mi bebé. Maldición, te ves tan jodidamente caliente.
Dame algo de amor —dijo Marco, mientras pavoneaba su hijo de perra trasero
hacia nosotros.

Mi mandíbula se tensó. Quería arrancar su cabeza y patearla a través del patio.

Dani apretó mi mano. Susurró:

—Nene, solo ignóralo. Está jugando, y si sabe que te está afectando, solo va a
255

seguirlo.
No me importaba qué mierda estuviera haciendo. Tenía que detenerse
inmediatamente. No había conseguido atravesar la puerta principal, y ya estaba
luchando por mantener mi promesa.

Dani se giró hacía él.

—Marco, détente y sé bueno. Este es Liam.

—¿Te estás haciendo la difícil? Sabes cómo me enciende eso —gruñó—. Déjame
sentir ese lindo trasero tuyo. —Sonrío, extendiéndose por su trasero.

Ahora, sabía que él tenía un deseo de morir. Ella se rio, golpeando su mano. Mi
cuello se retorció mientras mi puño se apretaba. Ella se rio más. Tomé una decisión
en una fracción de segundo para hacerme cargo de la situación. Esta mierda
necesitaba detenerse.

Le tendí mi mano.

—Liam Lucas. Es un gusto conocerte.

—Oye, sí, amigo. Marco Alonso. —Estrechó mi mano y entonces se dirigió a Dani
otra vez—. Entonces, Macy me dice que estás fuera del mercado, pero me conoces.
Estoy esperando ese milagro cuando me dejes hacerte mía.

Vi rojo.

—Marco, necesito una cerveza. Muéstrame el camino —dije.

Solté la mano de Dani y palmeé el hombro de Marco. Dani tenía una mirada de
horror en su rostro y alcanzó mi brazo. Le guiñé un ojo. Llevaba las riendas ahora.
No estaba a punto de romper mi promesa o arruinar su día. También quería dar
una buena impresión a su familia, y darle una patada en el trasero a este chico no
era la mejor forma de conseguirlo.

Tomaba el control en situaciones peligrosas cada vez que me uniformaba. Esto no


era diferente. Al final del día, era un hombre. Dani tenía que entender eso acerca de
mí, y este imbécil también lo haría.

—Vamos por esa cerveza. Nos vemos más tarde, pastelito. —Después de que le
soplara un beso al aire, me dirigió a la parte trasera de la casa.

El patio trasero estaba lleno de mesas y sillas. Música salsa estaba resonando por
los altavoces, y el reflejo de la piscina era deslumbrante. En una esquina lejana,
había una cabaña tiki con una parrilla incorporada.
256

Marco abrió una de las neveras.


—¿Qué vas a tomar? Tengo Yuengling, Becks, Heineken, Miller Lite, Samuel Adams,
y una buena y tradicional Budweiser.

Aparentemente, tomaban su cerveza con seriedad.

—Yuengling está bien —dije.

Marco buscó dentro de la nevera y entonces me entregó una cerveza.

—Gracias. —Abrí la botella y tomé un trago—. Escucha, no quiero ningún


problema. Este es el día de Dani. Estemos de acuerdo en que necesitas detener la
mierda. Hoy es día de Acción de Gracias, pero mañana puede ser un viernes negro
para ti. ¿Estamos claros? —dije inexpresivamente.

Marco agarró su propia cerveza.

—Ya era hora de que trajera a casa a alguien que tuviera pelotas. Gusto en
conocerte. Es como mi hermanita, así que voy a emitir la misma advertencia. —Me
miró directamente a los ojos—. Rompe su corazón, y no solamente tratarás con mi
psicópata hermana, también tratarás conmigo. Bienvenido a la familia.

Chocamos nuestras cervezas.

—¡Gracias! Y me alegra que nos entendamos.

—No puedo creer que me dejara hacerlo por tanto tiempo. ¿Qué demonios pasa
con eso? —Rio, sacudiendo su cabeza.

Tenía un punto. Dani siempre subestimaba a los hombres. Quería creer lo bueno de
las personas, y confiaba en que sus intenciones eran nobles. Era como si pensara
que éramos esos personajes de sus libros. Era tan ingenua cuando se trataba de la
manera en que los hombres funcionaban en la vida real. Éramos bastante simples.
Comíamos, dormíamos, y queríamos tener sexo. Pocos hombres querían ser solo
amigos.

Macy y Dani se dirigieron a nosotros, zigzagueando dentro y fuera de las personas


amontonadas en la terraza del patio trasero. Mientras Dani se deslizaba debajo de
mi brazo, envolvió su brazo alrededor de mi cintura.

Macy golpeó a Marco en la cabeza.

—Seriamente, Marco, Dani estaba teniendo un infarto. Buena cosa que su hombre
pueda hacer un increíble RCP. —Macy me guiñó.
257

—Así he oído. —Marco rio entre dientes.


Dani disparó una mirada malvada a Macy.

Marco dijo:

—Dani, él es un buen chico. Tiene mi voto.

—Sí —dijo Dani, apoyando su cabeza contra mi pecho—. Es un muy buen hombre,
incluso si algunas veces va como hombre de las cavernas.

—Estoy de su lado aquí. —Marco me palmeó el hombro—. Habría hecho la misma


cosa o probablemente peor. Tiene autocontrol. Yo no. Me habría puesto como loco
si algún imbécil le hubiera hablado así a mi mujer.

Dani puso sus ojos en blanco, levantando sus manos en rendición.

—Vamos, solo conociste la punta del iceberg.

Dani agarró mi mano y procedió a presentarme al resto de su familia. No estaba


seguro de qué había estado tan preocupada Dani. Aunque un poco colorida, su
familia era genial. La familia de Dani consistía de sus padres, hermanas, primos,
tías, tíos, y abuelos de ambos lados de la familia. Macy, Marco, y sus padres estaban
allí también. Fui besado, abrazado, y pellizcado.

Manos voladoras y expresiones faciales remplazaron la mayoría de las palabras, y


cuando hablaban, sus palabras eran mayormente una combinación de inglés y
español. Afortunadamente, era versado en el Spanglish. No podía hablarlo, pero
podía seguirlo.

Su abuela se acercó e insistió en tomarse una foto conmigo. No era la típica abuela.

—Me gustan los hombres más jóvenes —dijo con un pesado acento. Me guiñó
mientras colocaba su mano sobre mis abdominales, posando para la cámara—. Voy
a poner esto en Facebook.

Vimos el primer juego de futbol y luego tuvimos una increíble comida

Después, los padres de Dani nos llamarón aparte y su rostro palideció. No estaba
seguro de cuál era el gran problema. Macy ya me había preparado para la discusión
de declaración de intenciones. Amaba a Dani, y apreciaba las preocupaciones de
sus padres.

—Nena, está bien. —Coloqué un casto beso en su frente antes de que entráramos
en el estudio.
258

Su papá nos hizo señas para que nos sentáramos. Era alto con patillas grisáceas. Se
movía con autoridad, pero su amor por sus hijas era claramente visible. Aunque no
vivía aquí, se sentó detrás del escritorio cereza oscura mientras su madre estaba
parada detrás de él con sus manos sobre sus hombros. Ella medía metro y medio.
Podía ver de dónde Dani obtuvo su belleza y porte. Estaban presentando un frente
unido. Eran casi como una escena de “El Padrino”.

—Liam, es estupendo finalmente conocerte —dijo su padre, doblando sus manos—


. Tienes que entender que mis chicas son mi vida. Haré cualquier cosa por ellas. Iré
al grano. ¿Cuáles son tus intenciones con Dani?

Sacudiendo su cabeza, Dani enterró su rostro en sus manos.

—Mátame ahora.

—Señor, es un gusto finalmente conocerlo también. Amo a su hija. Mis intenciones


son honorables. Quiero llegar a conocerla y pasar tanto tiempo con ella como
pueda. —Cuando enlacé mis dedos con los de Dani, le guiñé un ojo—. Dani es…

—¿Estas teniendo sexo con ella? —interrumpió su madre.

Me quedé sin palabras.

—Si lo estás, espero que estén usando protección. Si quedara embarazada, ¿cuáles
serían tus intenciones entonces?

—Bien hecho, mamá. No tengo dieciséis. Tengo veintiocho años. Contestaré esta
pregunta. Sí, estoy teniendo sexo con él. Lo amo. Quiero estar con él. Quiero llevar
esto —dijo Dani, señalando entre nosotros—, tan lejos como pueda ir. Si quedo
embarazada, nos ocuparemos de eso. No es el plan, pero ¿saben qué? Sería
bienvenido para mí. En realidad, estaría encantada. Eso es lo mucho que lo amo.

—Liam, sabes que no tienes que casarte con ella si quedara embarazada, pero
esperaría completamente que asumieras tu responsabilidad —intervino su padre.

La mamá de Dani golpeó a su papá en la nuca.

—Ciertamente se casará con ella si es lo suficientemente irresponsable para


dejarla embarazada. No tendré un nieto nacido fuera del matrimonio.

Macy no me había preparado para esto, y ahora entendía el ataque de ansiedad de


Dani. Si hubiera sido cualquier otra mujer, podría haber huido. Pero era Dani, así
que no me importaba. Podían llevarlo adelante. No estaba seguro de si me estaban
probando o si realmente hablaban en serio. Hice la única cosa que sabía hacer.

—Con todo el debido respeto —dije, poniéndome de pie y colocando mis manos en
259

los hombros de Dani—, amo a Dani con todo mi corazón. No voy a hacer una gran
declaración aquí porque no es el momento ni el lugar. Pero entiendan, sin una
sombra de duda, que sé que no puedo imaginar mi vida sin ella. Es la única. Lo he
sabido todo el tiempo. Adonde quiera que nos lleven nuestras vidas, sé que lo
resolveremos. Pertenecemos juntos. Contra viento y marea, ella es mía, y yo soy
suyo.

—¿Esa no fue una gran declaración? —susurró Dani cuando nuestras miradas se
encontraron.

—No, el día en que te pida que seas mi esposa, haré una gran declaración. Por
ahora, estoy diciendo que estas atascada conmigo.

Cuando su papá se puso de pie, me extendió su mano.

—Bienvenido a la familia.

Su mamá se acercó, mirándome fijamente a los ojos.

—Será mejor que haya acción detrás de esas palabras. Hablar no cuesta nada. Pero
me gusta que tomaras esa decisión. Sigue así. Podrías ganarme. —Me guiñó y me
palmeó en la espalda antes de salir de la habitación.

Después de que la inquisición de la familia Ruiz hubiera terminado, sus padres se


transformaron en personas normales, y me gustaron. El resto de la tarde siguió sin
ningún problema.

Dani se acurrucó junto a mí en el sofá mientras veíamos futbol y hablábamos


acerca de pasear en bote con su papá. Su mamá nos trajo algunos sándwiches de
pavo y unos diez álbumes de fotos llenos de imágenes de Dani creciendo.
Definitivamente era parte de la familia, y se sentía bien.
260
Capítulo 40
Dani

L
os platos del postre estaban apilados en el fregadero cuando el último de
mis amigos se fue. Liam sopló las velas sobre la mesa. El postre de Acción de
Gracias en mi casa era una tradición de toda la vida con mis amigos. Nos
reuníamos para relajarnos y reírnos de las locuras que de seguro habían sucedido
en nuestro Acción de Gracias familiar.

Tenía mucho que agradecer en este día, incluyendo buenos amigos, mi salud, y lo
más significativo, el hombre caminando hacia mí. Un cálido sentimiento fluyó a
través de mí. Todavía estaba procesando todo lo que les había dicho a mis padres.
Su no grandiosa declaración fue grandiosa. Me quedé allí, abrazando el trapo a mi
pecho. Maravilloso no comenzaba a expresar el cómo me habían hecho sentir sus
palabras. Dios, lo amo.

Cuando nuestros ojos se encontraron, mordí mi labio inferior. Agarró el trapo de


mis manos y luego lo envolvió alrededor de mi cintura, tirándome hacia él.
Inclinado mi barbilla, bajó su boca y provocó mi labio inferior con su lengua. Sonreí
y separé mis labios.

Besar a Liam era mi pasatiempo favorito. Cada célula en mi cuerpo se estremecía,


dejándome con ganas de más. Efectivamente, mi corazón corría de prisa, mi
respiración se aceleró, y mi mente se despejó de cualquier otra cosa que no fuera el
hombre cuyos brazos estaban envueltos a mi alrededor.

—Finalmente te tengo toda para mí —dijo con voz ronca.

Apartándome de él, con una ceja levantada, pregunté:

—¿No te gustó pasar el rato con mis amigos?


261

Giró el trapo en sus manos.


—Tus amigos son geniales, y me alegra que tú y Macy hayan arreglado las cosas.

—Oh, ¿en serio? —dije juguetonamente—. ¿Cuentas con aprender mis secretitos
sucios de ella? Casi imposible ya que aún está en periodo de prueba.

Me arrojó el trapo, y grité.

—Nena, soy tú número uno. No guardamos secretos. No tengo nada que aprender
de Macy.

Había planeado contarle a Liam sobre Rick en varias ocasiones, pero siempre había
parecido un mal momento. Ahora era un buen ejemplo. Todo con Liam era
perfecto, y no quería agitar las aguas. Mientras más lo pensaba, más me daba
cuenta que la visita de Rick fue inofensiva. Estaría molestado a Liam por nada. Lo
había arrastrado a través de suficiente mierda postruptura con Rick que no quería
hablar sobre él nunca más. Iba a soltar todo eso, así podría seguir adelante con
Liam.

—Tengo algo para ti —dije.

Mientras lo guiaba a mi dormitorio, envolvió sus brazos a mi alrededor. Ronroneé


mientras me recostaba contra su pecho. Enterró su rostro en mi cuello,
haciéndome cosquillas con su barba incipiente.

Con sus labios contra mi oreja, susurró:

—También tengo algo que quiero darte.

Un escalofrío recorrió mi cuerpo mientras presionaba su creciente erección contra


mí. Olvide qué tenía para él. Recordaba que era especial, pero la abrumadora
pasión y deseo que sentía era todo en lo que podía pensar. Mi cuerpo lo anhelaba y
vibraba con anticipación a su toque. Sus manos se deslizaron bajo mi blusa y se
acomodaron en mis pezones. Su respiración contra mi oreja hizo cosquillas a mis
sentidos.

Susurró:

—He querido tocarte todo el día.

Gemí cuando mis piernas se detuvieron a mitad del camino a mi dormitorio.


Mientras sus dedos amasaban mis pezones, jadeé y me retorcí contra su cuerpo.

—¿Te gusta eso? —preguntó.


262

Asentí en respuesta.
Todavía de pie detrás de mí, desabotonó mi blusa, y se deslizó al piso. Sus manos
alcanzaron las mías, y luego llevó mis dedos a mis pezones.

—Nena, juega con ellos —murmuró en mi oído.

Temblé, mis piernas debilitándose. Sus manos recorrían a lo largo del costado de
mi cuerpo mientras él bajaba, arrastrando besos por mi espalda. Amplié mi
postura y me apoyé contra la pared con una mano mientras mantenía la otra en mi
pezón. Después de que bajara mi falda, sus dedos rozaron cuidadosamente mis
piernas. Gemí de placer cuando comenzó a acariciar mis pliegues. Introdujo sus
dedos dentro de mí.

—Nena, estás tan mojada.

Besó a lo largo de mis piernas y mordió suavemente con sus dientes. Me estremecí
ante su toque. Mis dos manos estaban presionadas contra la pared ahora. Me puse
de puntillas, cerrando mis ojos, mientras me balanceaba contra su mano. Entonces,
se apartó.

—¿Qué? No… te… detengas.

Estaba desesperada por su toque. Cuando lo escuché desabrocharse los pantalones


y abrir un envoltorio de condón, una ola de anticipación atravesó mi cuerpo.

—No voy a detenerme. Nunca voy a dejar de amarte —dijo.

Se provocó con su punta, frotándola sobre mi abertura. Mi corazón se agitó,


golpeando incontrolablemente.

—Por favor… Liam.

Dándome lo que necesitaba, entró en mí. Sus brazos se extendieron a mi alrededor,


y sus manos se apoyaron junto a las mías. Mi espalda se arqueó en su pecho
mientras me llevaba a una completa y total euforia. La presión aumentó, mis
piernas se debilitaron, y me hice añicos, gimiendo y gritando su nombre.

Sosteniéndome, aumentó el ritmo. Con cada embestida, la presión se construía de


nuevo. A medida que se movía más rápido y más duro, no pude aguantar. Me
presionó contra la pared, apoyándose en mi cuerpo, mientras me dejaba llevar.
Encontramos un satisfactorio placer mientras llegamos al clímax juntos.

—Feliz Día de Gracias, nena —jadeó.

Levanté mi mano hacia él, pidiendo un minuto.


263

—Sí… feliz… sí.


Sus manos corrieron el costado de mi cuerpo altamente sensibilizado. Estaba a
punto de desmayarme por la falta de sangre fluyendo a mi cabeza. Me recogió y me
llevó a mi dormitorio.

—Tengo algo para ti. Dame un minuto mientras trato de recordar qué es —dije.

Cuando me dejó en la cama, mi cabello se dispersó en las sábanas blancas.

—Eres tan hermosa, nena. Así es como te veías la primera vez que te traje a casa.

—¿Ah, sí? ¿Cuándo quisiste meter mano? —bromeé.

—Quería hacer más que meter mano. Tuve que darme prisa y salir como el infierno
de aquí. Siempre me has vuelto loco.

Le lancé una almohada.

—¿Qué? Sabes que es cierto, y te encanta.

Liam vino a la cama y me arrastró hacia él.

—Hoy fue genial. Gracias por hacerlo especial —susurró, peinando mi cabello con
sus dedos—. Siempre me estás sorprendiendo. Fue caliente ver fútbol y el ESPN
contigo. Nena, eso fue una completa excitación. —Besó mi cuello y me abrazó con
fuerza.

—Siempre estás excitado, no es que me esté quejando —dije, apretando sus


brazos—. Veré el fútbol contigo en cualquier momento, especialmente si ese Cole
Murphy está en SportsCenter.

—¿Cole Murphy? Nena, cuando estoy en la cama contigo, no hables nunca sobre
otro hombre. ¿Entiendes?

—Solo estoy bromeando. —Besé su brazo—. Sabes que soy tuya.

Liam no había estado bromeando en la clase de RCP cuando me dijo que era un
tonto celoso. La mayoría del tiempo, su actitud de alfa cavernícola era sexi.
Entonces, estuvo el intercambio con el hermano de Macy, Marco, quien había
estado coqueteando conmigo desde la secundaria. No quería que Liam interfiriera
con cómo Marco y yo tonteábamos. Realmente pensé que Marco habría igualado mi
irritación, pero en vez de eso, estuvo impresionado por la estrategia de Liam.
Habían formado una alianza, y fui superada en número.

Cuando me aleje de él, las sábanas se deslizaron de mi cuerpo.


264

—Oye, ¿adónde vas? —preguntó.


—Tengo algo para ti. Cuando estás cerca de mí, mi cerebro se vuelve papilla, así
que necesito un poco de distancia, por favor. —Le hice un gesto antes de ponerme
una camiseta.

Se apoyó en sus codos mientras me observaba preparar mi presentación. Abrí un


cajón y tomé la pequeña caja envuelta. Respiré profundamente. Esto era
importante para mí.

—Esto es para ti. —Le extendí la caja y la retiré rápidamente—. Te amo, Liam.
Nunca nadie se había preocupado por mí como tú. Has conocido a mi familia y
sobrevivido su interrogatorio. Y todavía estás aquí. Sé que amarme no siempre es
fácil. Tengo mis estúpidos complejos. En el futuro, prometo que no te haré pagar
por lo que hizo otra persona. Estoy confiando en ti con mi corazón. —Le entregué
la caja y di un paso atrás.

Sonrió y empezó a desenvolverlo lentamente. Entonces me di cuenta de que verlo


abrir los regalos en Navidad sería doloroso. No era del tipo que rasgaba para abrir.
Era del tipo pelando la cinta adhesiva cuidadosamente. Antes de que pudiera
arrancarle la caja y abrirla yo misma, sacó la llave de mi casa.

—Como mi corazón, no comparto esto fácilmente. Quiero que la tengas. Quiero


más contigo. Quiero más para nosotros.

Se sentó en la cama, enganchando el llavero alrededor de su dedo.

—¿Todavía necesitas tu distancia? —Sus ojos eran hambrientos. Estaba listo para
abalanzarse sobre mí.

—Espera. No te acerques demasiado. Tengo algo más que mostrarte.

Mientras caminaba hacia el baño, se sentó en el borde de la cama, estirando su


cuello.

—Eh, no puedo ver. ¿Qué te parece si prometo mantener mis manos quietas?

—Eso funcionará. —Sonreí—. En noches como esta, no quiero que te vayas. —Miré
sus tiernos ojos y sonreí. Le mostré el cajón que había preparado para él. El otro
día, había retirado mis cosas y llenado con las suyas.

—Nena, te amo —dijo, arrastrándome hacia él. Sus manos ahuecaron mi rostro
mientras sus pulgares me acariciaban—. Te amo tanto.

—¿Estás bien con todo esto? —pregunté tímidamente mientras nuestros cuerpos
265

se movían juntos.
Estaba aliviada. Me llevó de regreso a la cama. Acostado a mi lado, entrelazó sus
manos con las mías.

—¿No fue demasiado? ¿No fue excesivo?

—Nop. Fue perfecto, como tú.

Sus labios rozaron los míos, enviando un escalofrió a través de mi cuerpo.

—Hagamos más. Dije en serio cada palabra que les dije a tus padres.

Tomé un gran salto con él, y no podría haberse sentido más correcto. El momento,
como todo lo concerniente a nosotros, era perfecto. Nuestros individuales grandes
gestos pavimentaban el camino para más.
266
Capítulo 41
Dani

E
l sol golpeaba en el pavimento, y el calor era sofocante para una mañana de
noviembre. Contaba con una brisa, pero fui decepcionada cuando las
palmeras permanecían tranquilas sin movimiento como soldados vigilando
sus puestos. Aparte del potencial fresco del aire acondicionado, no había prórroga
a la vista.

Me trencé el cabello mientras caminaba hacia Van Dyke’s. El vestido de verano que
estaba usando ofrecía poca comodidad. Quizás las sombrillas que cubrían las
mesas de afuera proporcionarían el respiro que buscaba. Dudoso. Suspiré cuando
llegué a la conclusión de que tendríamos que comer adentro.

No quería admitir por qué quería comer en la acera. Me preguntaba si corría hoy. A
una parte de mí le gustaba verlo. Me convencí de que eso no significaba nada. Solo
éramos dos viejos amigos. Me sentía mejor sobre lo que había sucedido o no había
sucedido entre nosotros. Me detuve a medio paso y sacudí la cabeza. Tenía que
parar esta tontería.

¿En qué demonios estoy pensando? Era mucho más fácil cuando odiaba a Rick.
Ahora, se sentía complicado. No sabía cómo explicarlo. Había disfrutado de su
compañía. Por un breve momento, había parecido que habíamos regresado en el
tiempo a cuando estuvimos juntos. Había olvidado cómo me había causado tanto
dolor. Era una locura, pero no era diferente de todos los amoríos que tenía con mis
novios literarios. No estaba actuando sin evidencia. Unos pocos momentos robados
no significaban nada, y nunca lo harían.

De todos modos, todo había sido coincidencia, justo como había dicho Rick. Dudaba
que fuera a correr hoy. Hacía demasiado calor. El clima tenía que ser una señal de
267

que tenía que dejarlo ir.


Miré dentro de una tienda y revisé mi reflejo en el cristal. Mientras metía unos
mechones de cabello que habían caído de mi trenza, mi teléfono sonó. Sonreí.

Liam: Hola, nena.

Dani: ¿Me extrañas?

Liam: Todo el tiempo.

Dani: Te amo.

Liam: Te amo.

Amaba a Liam. Era lo mejor que me había pasado. Cerré mis ojos, saboreando mis
pensamientos sobre él. Mi corazón se agitó, y mi sonrisa se ensanchó.

Mientras abría los ojos lentamente, atrapé algo en el reflejo del cristal. No, no podía
ser. Me di la vuelta, y allí estaba. Tendido en el borde de la fuente, aferraba su
teléfono contra su pecho. Lucía patéticamente delicioso.

Caminé y me detuve sobre él, proyectando una sombra. Sus ojos estaban cerrados.
Debió haber sentido mi presencia cuando abrió un ojo para mirarme.

Mirándolo fijamente, le dije:

—¿Esto es parte de tu reinvención? ¿Te has convertido en un vagabundo,


durmiendo cerca de la fuente? —Me reí.

Rio entre dientes. Su labio superior se curvó en una sonrisa, mostrando el hoyuelo
en su mejilla.

—Debes saber que soy muchas cosas, pero un vagabundo no es una de ellas. —Usó
su mano para proteger sus ojos del sol—. Estoy muriendo.

—¿Estás muriendo? —Levanté mi ceja y reí un poco más. Puede ser tan
dramático—. ¿Y por qué eso?

—Preferiría no decirlo. Solo sé que se cumplió mi último deseo antes de morir.


Estás aquí de pie. Que te rieras de mí en mi desesperación no era parte de eso, pero
tomaré todo lo que pueda.

—Al menos te estoy dando un poco de sombra. Hace un calor infernal. Vamos,
levántate. Vamos a conseguirte un poco de agua. —Le tendí la mano para ayudarlo
a levantarse.
268
—Tengo agua aquí. —Metió su mano en la fuente—. No te rías. Desgarré mi
tendón, y ahora mismo, esta es la posición más cómoda. Estoy esperando a que se
arregle.

—¿Qué clase de corredor eres? —Puse mis manos en mis caderas—. ¿No estiras?

No podía creer que iba a hacer esto, pero se hallaba lesionado. No tenía otra
opción. Era enfermera, y tenía un deber.

—Está bien, mira, te voy a ayudar a estirar.

—Creo que he muerto he ido al cielo. —Suspiró y guiñó un ojo—. No me hagas


daño.

—Eres como un bebé. Ahora, ¿qué pierna es?

Después de bajar mi bolso, me arrodillé en el borde de la fuente delante de él.


Mientras movía su pierna adolorida para llevarla sobre mi hombro, apretó su
mandíbula y cerró los ojos fuertemente. Realmente estaba adolorido.

—Prometo ser amable —dije.

—Cariño, tienes tus manos en mi pierna. Puedes hacer lo que quieras.

Su piel brillaba a la luz del sol mientras sudor corría por su rostro. Su cabello
estaba echado hacia atrás. Cuando me incliné ligeramente, sus manos se alzaron y
rozaron las mías. Abrió sus ojos y se encontraron con los míos.

Sonrió perversamente.

—Siempre me gustó que estuvieras arriba.

—Compórtate —lo regañé.

Me recordé que era una profesional. Sin embargo, eso no detuvo los golpes en mi
pecho o el rubor que besó mis mejillas. El calor tampoco estaba ayudando a la
situación.

—¿Por qué? Ser malo es mucho más divertido.

Me obligué a apartar la mirada. Solo estoy ayudando a un viejo amigo. Solté la


presión de su pierna, permitiendo que se apoyara sobre mi hombro y luego
presioné mi cuerpo hacia adelante, moviendo su pierna hacia él. Necesitaba
distraer mi mente y rápido. ¿Qué estoy haciendo?
269

—Entonces, ¿cómo estuvo tu día de Acción de Gracias? —pregunté.


—En su mayoría, estuvo genial. Corrí en Turkey Trot, alimenté a las personas sin
hogar y terminé la noche con la familia. —Se apoyó en sus codos—. Eso ayudó.
Gracias.

—Mentiroso. No alimentaste a las personas sin hogar.

—Primero, soy un vagabundo, y ahora, soy un mentiroso. Tu opinión de mí es muy


baja y… equivocada.

—Nop. No te creo.

Balanceó sus piernas lentamente y se irguió. Me moví para sentarme junto a él.

Su rostro se iluminó, y su perfecta sonrisa estalló ampliamente.

—De hecho, tengo pruebas.

Tecleó en su teléfono y sacó una foto de él. Estaba usando una gorra de ducha y
haciendo el tonto con los brazos estirados de par en par mientras sacaba la lengua.
Parecía un completo payaso. Rick era juguetón, pero nunca lo había visto tan feliz.

—Fue toda una experiencia. Creo que soy un hombre mejor debido a esto —dijo.

Le di un codazo en el hombro.

—Estoy orgullosa de ti. —Siempre supe que en el fondo, este hombre se estaba
escondiendo y esperando el momento adecuado para salir. Una parte de mí se
sentía reivindicada. No había estado alucinando cuando supe que existía más para
él. Siempre tuvo tanto potencial.

—A veces me sorprendo. No podía creer que algo que me humillaba podía ser
gratificante. Me sentí tan entusiasmado que ahora voy a involucrar a mi mamá. —
Asintió con un gesto de satisfacción.

—¿Quién eres? ¿Qué has hecho con el idiota egocéntrico y arrogante que me
rompió el corazón? —pregunté, medio bromeando, mientras me inclinaba hacia él.

Estaba loca por siquiera hablar con él. Era completamente loco participar en este
juego. Mis amigas romperían mi cuello, y sabía que Liam no lo entendería. Se
convertiría en un hombre de las cavernas. La verdad era que Rick me hizo daño,
pero esto me hacía sentir mejor. No tenía sentido, pero por una vez, decidí no
analizarlo en exceso.

Sus hombros se desmoronaron, y las esquinas de sus ojos cayeron ligeramente.


270
—Estaba esperando que lo mencionaras. —Dejó escapar un profundo suspiro y me
miró—. Sé que te hice daño, y decir que lo siento no parece ser suficiente. Todo lo
que puedo hacer es tratar de ser un hombre mejor y esperar que me perdones
algún día.

Me encogí de hombros y sonreí suavemente.

—Sinceramente, no sé cómo me siento, excepto que ya no te odio. Esto —dije,


haciendo gestos entre nosotros—, ha ayudado. —Sentía la necesidad de aligerar el
momento—. No pienses que te estoy dejando en libertad. Un día, tendrás que
darme una explicación aceptable, pero por ahora, hace demasiado calor. Me estoy
derritiendo.

Reclinándome, sumergí mi mano en la fuente y luego lo salpiqué. Por unos


momentos, volvimos a ese lugar donde la alegría era familiar, y el dolor empezó a
desvanecerse.

—Probablemente debería moverme, así mis músculos isquiotibiales no se


endurecen de nuevo. —Se puso de pie e hizo una mueca—. Gracias por el
estiramiento y el enfriamiento.

—¿Estarás bien?

—¿Yo? Por supuesto. Soy Superman. Va a llevar mucho más que un isquiotibial
desgarrado para acabar conmigo. —Cojeó en un círculo.

—Superman. —Resoplé—. Dice el hombre que estaba llorando en su lecho de


muerte hace un rato. —Me reí cuando le ofrecí mi hombro para usarlo como una
muleta—. Vamos, te llevaré a tu auto. Por favor, dime que no te estacionaste lejos.

Colocó su brazo alrededor de mi hombro mientras el mío se envolvía alrededor de


su cintura. Podía sentir su abdomen apretado debajo de mis manos.

—¿Has estado ejercitando? —pregunté, acariciando su estómago. ¿Por qué fui allí?

Tuve que recordarme que lo estaba ayudando. Era una buena samaritana. Cuando
incliné la cabeza, me sonrió. Maldito hoyuelo.

—Corro, levanto pesas, y hago un poco de yoga ahora.

—¿Tú y yoga? No puedo imaginarlo, pero aceptaré tu palabra. —Reí entre


dientes—. Me encanta el yoga.

—Gracias por preocuparte de mí. Eres un ángel y normal. Es refrescante —dijo,


271

abriéndose paso hacia su auto. ¿Por qué Madison no puede ser así?
—De nada, y gracias, creo.

Eso era lo más extraño que me habían dicho. Miré mi reloj para ver que tenía unos
quince minutos antes de que Macy y Candace llegaran para nuestro último brunch
juntas. Se me acababa el tiempo. Busqué posibles excusas en mi cabeza. La más
convincente era que había dejado algo en mi auto y tuve que volver por ello, pero
sabía que no funcionaría. Finalmente, decidí decirles que hacía demasiado calor
afuera, así que había decidido leer en la cama y encontrarme con ellas a tiempo.
Esa parecía una buena excusa. Tenía que ensayarlo unas cuantas veces hasta que lo
creyera. No quería que sonara como una mentira.

—Estoy impresionada con esta transformación tuya.

Enderezó los hombros y sonrió orgullosamente.

—No has usado tu pintoresco lenguaje, especialmente cuando estabas muriendo —


agregué.

—Con tantas palabras en los idiomas inglés y en español, he descubierto que no


tengo que recurrir a la vulgaridad al expresar mis pensamientos o sentimientos —
dijo, mirando al cielo con una mirada de angustia en su rostro. Parecía que tenía
mucho dolor.

Me reí y sacudí la cabeza.

—Estás tan lleno de mierda. Te olvidas que sé que eres el maestro de todos los
vendedores. La pregunta es, ¿qué estás vendiendo?

Se estiró y jugó con mi trenza.

—No estoy lleno de nada más que querer ser un hombre mejor. Lo juro. He
cometido muchos errores en mi vida porque era un idiota. Estoy tratando de hacer
mejores elecciones y cometer menos errores.

—Quiero creer eso. Si lo que he visto es un indicio, entonces creo que te estás
moviendo en la dirección correcta. Eres un buen hombre, Rick. —Metí un mechón
de cabello que se había aflojado de mi trenza—. Será mejor que me vaya.

—Daniela, gracias por todo. Si no fuera por ti, todavía estaría paralizado y
muriendo junto a la fuente. Me salvaste.

Puse los ojos en blanco y me eché a reír.

—Rick, estás exagerando un poco allí. Es dulce, pero innecesario.


272
—Me estás matando. Estoy siendo sincero. En serio, significa mucho para mí que
veas que ya no soy quien solía ser. —Cerró el espacio entre nosotros y frunció sus
labios en una traviesa sonrisa. Sus ojos se oscurecieron, bloqueándose en los míos,
mientras colocaba un beso en mi frente—. Te debo una Coca-Cola. Te veré la
próxima semana.

La culpa comenzó a comerme. Esto está mal. No quería darle esperanzas.

—Rick… —Lo miré con un dolor sordo construyéndose en mi pecho—. Lo amo.


Necesitas saberlo. Realmente lo amo. —Miré hacia otro lado, mi labio ligeramente
tembloroso.

Inclinó mi cabeza hacia él.

—Mírame. Sé cómo te sientes. Me lo recuerdas cada vez que te veo. Te he dicho una
y otra vez que no soy una amenaza. Menos de una hora atrás, estaba muriendo al
sol, y ahora aquí estoy, caminando. Eres una hacedora de milagro. Así que, sí, te voy
a comprar una Coca-Cola la próxima semana. Es un pequeño precio a pagar por mi
salud.

—Estoy hablando en serio.

—También yo. Cariño, eres una hacedora de milagro. Pusiste tus manos en mis
piernas, y podría empezar a bailar aquí mismo. —Mientras se mordía el labio
inferior, comenzó a mover la parte superior de su cuerpo y haciendo círculos con
sus manos en el más ridículo intento de baile—. De hecho, creo que puedes ganar
algo de dinero. Podemos poner una carpa aquí en Lincoln Road. Todos los bichos
raros vendrán y querrán que los toques. Eso es algo seguro.

Sus ojos brillaron, y su juego me desarmó.

—Eres un idiota. —Reí, sacudiendo mi cabeza.

Y así como así, los viejos patrones resurgieron. Era inofensivo. Sabía que podía
manejar esto.

Volví corriendo. No quería contar una mentira descarada a mis amigas. No era mi
manera de ser. No estaba haciendo nada malo. En cierto momento, mientras
entraba en un ligero trote, pensé en lo irónico que sería si me daba un tirón por
regresar corriendo. Sacudí el pensamiento, pero sabía que si eso sucedía, lo
273

merecería. Tenía unos cinco minutos para llegar a Van Dyke’s.


Macy era la persona más puntual que conocía. Tenía un reloj interno mágico.
Probablemente ya había estacionado su auto. En este momento, apostaría a que
estaba revisando su maquillaje en el espejo retrovisor, esponjándose el cabello y
sonriéndose a sí misma.

Mientras cruzaba la calle, pude ver Van Dyke’s. Vi que Françoise estaba trabajando
en el servicio de mesas al aire libre. Cuando me vio, me saludó. Me sentí
esperanzada de que todo saldría bien.

Llegué, jadeando, mientras trataba de recuperar el aliento. Françoise me llevó a


nuestra mesa habitual, y mi refresco dietético me estaba esperando. Era un
servidor increíble; un regalo de Dios, un ángel, un hada madrina y un duende
envuelto en uno. Definitivamente recibiría una gran propina.

Con dos minutos de sobra, me desplomé en mi silla y succioné la mitad de mi


refresco dietético de un sorbo. Saqué mi loción corporal y me rocíe. Mientras me
refrescaba, cerré los ojos e hice algunos ejercicios de respiración con yoga. Levanté
la mirada, y efectivamente, vi a Macy pavoneándose hacia aquí. Me abaniqué con el
menú. Lo logré.

—¡Hola! —Macy llevó su cabello hacia atrás mientras se sentaba—. ¿Qué diablos te
pasa?

—¿De qué estás hablando? —Bebí el resto de mi refresco de dieta. Le sonreí a


Françoise y levanté mi vaso vacío—. Hace calor.

—¿Estás como en la menopausia o algo así? ¿Tienes un sofoco? El clima está


agradable. —Empezó a mirar el menú.

Examinar el menú pero ordenar exactamente la misma cosa cada vez era parte de
nuestro ritual.

—Oh, por favor, es una sauna aquí. Tiene que haber por lo menos cuarenta grados,
y mis hormonas están bien. —Resoplé—. Comencé con la píldora la semana
pasada. ¿Sabes lo que significa?

—Chica, revisa tus hormonas. Habla con tu médico. Esa píldora está jugando con tu
termostato. Hay veintiséis grados. —Luego, se inclinó hacia mí, apoyando los codos
sobre la mesa—. ¿Vas a contarme algo jugoso? ¿Por favor? Estoy muriendo en esta
zona muerta.

—Todavía estás a prueba.


274
No podía contarle nada personal sobre Liam, y no había manera de que hablara
sobre Rick con ella. No solo odiaba sus entrañas, sino que también sabía que
rompería el código de silencio para protegerme de lastimarme. No lo entendería.

Tenía que lidiar con esto yo misma, y me sentía segura de poder manejarlo. No era
tan malo. Si Rick realmente era peligroso, ya habría hecho su movimiento. Lo que
había dicho era cierto. No era una amenaza. Lo peor que podría pasar sería que
Liam se enojara porque no se lo contara antes. Pero, en realidad, Rick y yo no
hicimos nada malo, y ya no estaba desquitando mi mierda de Rick en Liam. Era
beneficioso para todos los involucrados. Todo esto fue conciliado en mi cabeza en
cuestión de segundos.

—Lánzame maldito hueso. He sido muy buena. Te prometo que no diré nada. Por
favor. Pruébame —suplicó Macy.

—Nop. —Estiré el cuello, mirando el camino—. ¿Dónde está Candace? Está


retrasada.

Macy recogió el té helado que le trajo Françoise.

—Este tipo es increíble. Realmente recordó lo que ordené la semana pasada.


Lástima que no regresemos mientras Candace esté de viaje.

—¿Qué quieres decir? Vamos a seguir viniendo. Es una tradición —insistí.

—Dani, te veo todo el tiempo, así que no necesito seguir levantándome temprano
solo para arrastrar mi culo hasta aquí. Podría estar en la cama con Chris ahora
mismo. —Hizo malabarismos con sus manos de arriba abajo cuando dijo—: Tú.
Chris. Tú. Chris. —Rio—. Conozco todo el asunto de las chicas antes de las pollas,
pero en serio, tiene una polla fabulosa. Recuerda, soy adicta a ella. Por cierto,
¿cómo es la polla de Liam?

—Vamos a seguir viniendo —espeté y luego bebí mi refrescante refresco


dietético—. Sin doble sentido. Y la polla de Liam es a-dic-ti-va. Ahora que estoy
tomando la píldora, podemos ser todavía más espontáneos.

—No me digas que es aburrido en la cama —dijo Macy inexpresivamente—. Ese


hombre es demasiado guapo para tener una polla flácida. Después de ese orgasmo
cercano a la resucitación, estaría muy decepcionada si no supiera cómo usarla.

—Macy, si esta es tu manera de pescar información, no has tenido suerte. —


Levanté la ceja antes de beber mi segundo refresco dietético y señalar a Françoise
para que lo rellenara—. Liam es un buen partido. Cuando Candace llegue, te haré
275
saber cómo fue la inquisición, y entonces podría compartir otro pequeño progreso
que lo involucra.

—Tienes que reducir la velocidad con ese refresco. —Igualó mi ceja levantada—.
Estás bebiendo ese veneno como si fuera agua. Tus riñones realmente deben
odiarte. Sé que lo hago ahora mismo ya que estás siendo tan fastidiosa.

—Ahora, esto es lo que me encanta ver —dijo Candace mientras dejaba caer su
bolso sobre la mesa y retiraba su silla. Enderezó la mesa mientras Françoise se
acercaba con su agua y un tazón con limón—. Mis dos mejores amigas se están
llevando bien como las hermanas que son. Puedo ir a Jacksonville en paz ahora.
Necesito detalles, y entrégame el menú.

Françoise nos trajo nuestros pedidos y repuso nuestras bebidas incluso antes de
que bajáramos nuestros menús. Se aseguraba de que nuestro tiempo juntas fuera
sutilmente perfecto.

Sorprendentemente, la temperatura estaba disminuyendo dramáticamente.


Levanté la mirada y noté que las palmeras se estaban balanceando contra el cielo
azul brillante bañado con nubes blancas. El alivio y la comodidad que había
buscado fueron encontrados mientras comíamos en la acera de Lincoln Road. Era
un agradable sábado por la mañana en Van Dyke’s con mis amigas. Sí, la vida era
buena, y todo estaba cayendo perfectamente en su lugar.
276
Capítulo 42
Rick

E
ntre al vestíbulo cojeando con mi maldita pierna doliendo como el
infierno. Joder.

—Buenos días, Walter.

—Buenos días, Sr. Marin. ¿Está bien?

Asentí. Si hacía algo más, iba a explotar con cada palabrota vulgar que había
retenido mientras Daniela me había torturado con ese maldito estiramiento. La
única cosa que me había hecho superar ese castigo era el hecho de que mi pierna
se había rozado contra su teta mientras sus manos habían estado aferrándose a mí
con mucho esfuerzo. Joder. Había lucido caliente encima de mí. Podía imaginarla
montando mi polla mientras mis manos se estiraban para apretar sus tetas. Pronto.

—La Sra. Stuart está esperándolo junto a la piscina. Tome el ascensor hasta el
cuarto piso, y siga el pasillo hasta el final. Verá la entrada hacia el deck de la piscina
—me informó Walter.

Nunca me había aventurado más allá del vestíbulo. Esta podría ser la rama de oliva
de Madison. Apenas habíamos hablado ayer. Esperé por el obligatorio saludo de
buenos días, habíamos pasado en completo silencio. Todavía estaba jodidamente
enojado con ella. No sabía por qué me molestaba lo que había hecho. ¿Por qué
demonios me importa a quien se folla? Quizás estaba celoso de que estuviera
teniendo sexo mientras yo me estaba masturbando. No tenía que restregarlo en mi
rostro.

Esta mañana, había comenzado a correr con sprint. Cuando había sentido el agudo
dolor en la parte posterior de mi pierna, apenas capaz de poner mi peso en esta,
277

había llamado a Madison automáticamente. Si hubiera llamado a mi mamá, habría


enviado a los paramédicos. En un buen e inesperado giro de los acontecimientos,
Daniela había aparecido y cuidado de mí hasta que me recompuse. Le debía mi
vida. Madison, era una jodida perra.

Había llamado a Madison porque era un masoquista.

—Maddy, estoy muriendo. Necesito tu ayuda —dije adolorido y en sufrimiento.

Suspiró fuertemente.

—¿Qué hiciste ahora?

—Me dio un tirón en el jodido isquiotibial. Muestra algo de compasión. —Hice una
mueca—. Me arrastré a la fuente. Estoy aquí tumbado y no puedo moverme. Necesito
que me rescates.

—Rick, por lo que más quieras. Esta es una oportunidad de oro. Sé un hombre y
aguanta, úsalo a tu favor. Luego ven a verme.

Entonces, aquí estaba, montando el ascensor para ir a verla. Como un idiota hijo de
perra, estaba siguiendo sus órdenes. Más le valía que no tuviera a algún imbécil
con ella. Por lo que a mí respectaba, me había graduado de la Escuela de Madison
Stuart de Castrar a Rick con una A+.

Abrí la puerta que conducía a la piscina. El sol estaba brillante, y el deck tenía
vistas a la bahía. Tumbonas rodeaban la piscina, y allí estaba, la solitaria persona
tomando sol en su diminuto bikini. Con cada debilitante paso que tomaba, la
odiaba más.

Me paré frente a ella. Bloqueando su exposición a los dañinos rayos ultravioletas,


pensé que debería estar agradecida de que habría una jodida arruga menos con la
cual tratar. A la derecha de ella, había un balde con hielo, un par de botellas de
agua, y Advil en una pequeña mesa.

—Buenos días, Madison. —Mis palabras estaban mezcladas con veneno.

—Buenos días, Rick. Toma esto —dijo, apuntando a la mesa. Ni siquiera se molestó
en abrir sus ojos—. Luego, entra en la piscina.

Hice lo que me dijo porque me había convertido en su jodido perrito faldero. Me


senté lentamente en una tumbona junto a ella, sofocando el gruñido de dolor que
rogó por escapar. Mientras me quitaba mis zapatos y calcetines, me echó un
vistazo.
278

Meneé mis cejas.


—¿Quieres verme quitarme mi ropa?

Puso sus ojos en blanco y los cerró de nuevo.

—Deja tus pantalones cortos. Esta no es una piscina privada.

Aunque la odiaba, tenía que admitir que tenía el pequeño cuerpo más caliente. Su
bikini dejaba poco a la imaginación.

Me quité la camiseta y me giré para mirarla cuando entré en la cristalina agua azul
fría como la mierda. Madison vino y se sentó a un lado de la piscina, mojando sus
pies.

Caminé hacia ella.

—Estoy enojado contigo, y sé que esto va a hacerme el idiota más grande, pero te
odio la mitad del tiempo.

—Sí, lo sé —dijo rotundamente, mirando más allá de mí—. El sentimiento es


mutuo. Tienes que dejarlo ir y concentrarte en lo que es importante. Solo dos cosas
importan ahora: tu pierna y cómo te fue con Daniela.

Me paré entre sus piernas y puse mis manos sobre estas. Inclinó su cabeza y sonrió
suavemente.

—Me lastimé la pierna porque no calenté. Daniela me cuidó. Ni siquiera tuve que
pedirle que hiciera nada. Está en su naturaleza cuidar de mí. Es solo cuestión de
tiempo. Tiene que superar su fijación de que está enamorada de ese idiota. Está
enamorada de él, pero lo que teníamos era intenso y profundo.

La sonrisa de Madison desapareció cuando apartó la mirada.

—El Advil debería ayudar a tu pierna. Le pondré hielo cuando salgas de la piscina.
—Me echó otro vistazo, sin mostrar emociones—. Me alegra que Daniela esté
cayendo en su lugar. Pronto, tendrás todo lo que querías.

Comenzó a levantarse, pero la sostuve abajo.

—Maddy, ¿por qué me odias?

Pasé mis dedos de arriba hacia abajo por sus muslos, dibujando diseños. Fue la
cosa más natural de hacer. Sus piernas eran suaves y tonificadas con un bronceado.
Encogió sus hombros y apartó la mirada.
279

Incliné su rostro hacía mí.


—Eres mi mejor amiga. Cuando estaba muriendo, fuiste la primera persona en la
que pensé aunque te odiaba a morir y te culpaba de mi lesión.

Se rio.

—Entonces, ¿todo es mi culpa? Oh, Rick. —Lanzó su cabeza atrás, sacudiéndola.

Cuando su cuello se alargó, me pregunté cuántas bocas lo habían lamido,


pellizcado, y mordido. Joder. Me pregunté cómo sabía. Su cabello se agitó de lado a
lado, rogando por ser jalado.

—Odio tu incapacidad de mantenerte concentrado, y esos berrinches se tienen que


ir. No confías en mí aunque todo lo que he hecho por ti ha funcionado. No te he
cortado la polla. Le he dado una segunda oportunidad. ¿Y las gracias que recibo?
Un desagradecido, titulado y malcriado imbécil. ¿Cuándo vas a meterte en esa
preciosa cabeza gruesa tuya que soy Equipo Rick? —Se estiró, despeinando mi
cabello.

Mis ojos siguieron el camino que mis manos estaban haciendo por sus muslos.
Cuando llegaron a descansar en su cintura, levanté la mirada, y jodidamente sonreí.
No era una gran sonrisa ni nada como eso. Solo se sentía bien tocar el cuerpo de
una mujer. Era incluso mejor porque la estaba tocando a ella. Quería seguir
moviendo mis manos hasta bajar el diminuto triangulo sobre su teta. Quería sentir
su pezón endurecerse entre mis dedos. Joder. Mi polla estaba dura. Tenía que parar
porque mis manos se movían lentamente hacia su espalda y mis dedos estaban
empezando a juguetear con la cuerda colgando en la parte superior.

Movió sus ojos a un lado antes de colocarlos en los míos. Me dio una mirada tímida
mientras sus labios se separaban en un puchero juguetón. Si no la conociera mejor,
habría pensado que lucía inocente. Esto era una broma, por supuesto, porque sabía
que debajo de mis manos había una zorra, sirena, y puta come hombres. Pero, por
un breve momento, la vi, y ya no podía seguir enojado.

—Maddy, no quiero pelear contigo. —No quería que supiera que había llegado a
mí. Enderecé mis hombros y aclaré mi cabeza de las imágenes del cuerpo de Maddy
debajo del mío. Me puse serio—. Entonces, acordemos en que no me vas a hacer
enojar de nuevo.

—Eres imposible. —Estrechó sus ojos sobre mí—. Vamos, así puedo enfriar tu
pierna. —Se levantó, sacudiendo su trasero mientras caminaba hacia su tumbona.

Cuando salí de la piscina y me acerqué, la atrapé comprobándome. Sí, Maddy me


280

desea de la peor manera.


—Tienes que compensarme esto. Tengo acceso limitado a Daniela, y pasé este
último tiempo en dolor y sufrimiento.

Mientras estaba tumbado boca abajo, puso el hielo en mi pierna.

—Joder, eso está frío.

—No te debo nada. El saldo de la cuenta es al revés —dijo.

—Lo haces, y harás lo que te pida que hagas. —Mientras giraba mi rostro al lado,
grité cuando Madison presionó mi isquiotibial. Es una maldita sádica—. Te
necesito, nena. Quiero que me ayudes a empujar a Daniela sobre el borde.

—Rick, eres un imbécil. No haré nada que no quiera hacer. Daniela estuvo un poco
Florence Nightingale8, viniendo a tu rescate y cuidando de ti. Fue poético y
perfecto. Deberías agradecerme y quizás incluso construir un santuario en mi
honor. Digamos que estoy lo suficientemente loca para comprar tu mierda. No
funcionaría. No me muevo en los círculos de Daniela. Ni siquiera hago la cosa de
novia. Es para mujeres débiles que no pueden valerse por sí mismas ya que confían
en la camaradería de otros para atravesar la vida.

—Maldita sea, eres amargada. Quizás te beneficiarías de conocerla. Podría calentar


el hielo en tus venas.

Enterré mi cabeza en mis brazos cuando colocó más presión en mi isquiotibial.


Entre el Advil, la piscina, y el hielo, mi pierna se estaba sintiendo mejor. La odiaba,
pero cuidaba bien de mí.

—Ayúdame a llevarla a tu clase de yoga, y lo tomas desde ahí. Piensa en Daniela


como una de tus obras benéficas. Se esa dinámica, enérgica, y determinada mujer
que quiere corregir los males hechos en la sociedad. Lo llamaremos Operación
Escalada —sugerí.

—¿Y por qué demonios haría eso?

Cuando me enderecé, se puso de pie con sus brazos cruzados y sus labios
fruncidos.

8Florence Nightingale: Considerada precursora de la enfermería profesional moderna y creadora


del primer modelo conceptual de enfermería. Alcanzó fama mundial por sus trabajos precursores
281

de enfermería en la asistencia a los heridos.


—Tu actitud es jodidamente caliente. —Levanté una ceja y sonreí—. Y harás esto
por mí porque cuando no me estás odiando a morir, me amas y quieres que sea
feliz.

—Pensaré en ello.

Cuando entró en una prenda sin tirantes, mi polla estaba en máxima alerta. Maldita
sea. Observé mientras se movía y se deslizaba en ese vestido.

Me tiró una toalla.

—Sécate. ¿Tu pierna se está sintiendo mejor?

—Maddy, gracias —dije, secándome con la toalla—. Sí, mi pierna está mejor. Eres
la mejor. Te recogeré en un par de horas. Tenemos cosas que hacer.

—Estoy ocupada —dijo impasiblemente.

—Sé que estás ocupada. Vas a hacer compras de Navidad conmigo. Hice una cita
con Daisy para ver algunas de sus joyas.

Estaba vacilando. Podía decir que estaba a punto de decir algo.

Me puse de pie, elevándome sobre su estructura descalza.

—Te veré en dos horas. No me discutas.

Finalmente, cedió. Poniendo dos dedos en el aire, se alejó.

Madison y yo reanudamos nuestro entrenamiento diario. Según ella, todavía tenía


mucho que aprender. Aparentemente, darle órdenes estaba en la lista de las cosas
que necesitaban ser tratadas inmediatamente. La verdad era que me gustaba
decirle qué hacer, y secretamente, pensaba que también le gustaba. Podía intentar
remediarlo todo lo que quisiera, pero no iba a cambiar.

También tomé el papel de Protector del Coño de Madison. No había manera de que
algún hijo de perra se acercara a ella si yo estaba cerca. Entonces, estaba cerca tan
a menudo y tanto como podía estar. Después de que tuviera a Daniela donde
necesitaba estar, lo cual era en mi jodida polla, iba a someter a Madison a la
Escuela de Rick Marin de Reforma de Maddy.

El entrenamiento de Madison estaba demostrando ser beneficioso en todas las


282

áreas de mi vida. Los chicos volvieron a jugar básquetbol los jueves. Jugábamos
ferozmente en la cancha, y Liam ya no era el único chico maravilla tirando al aro.
Las probabilidades se estaban igualando. De hecho, se estaban apilando en mi
dirección. No sabría que lo golpeó, y no me importaba una mierda. Daniela fue mía
antes de conocerlo, y por el aspecto de su labio tembloroso, todavía lo era. Solo se
le tenía que recordar.

Cuando entré en el vestuario, vi a Chris.

—Oye, Chris —dije—, antes de que lo olvide, Madison quería que te diera estos. Es
para su clase de yoga. —Saqué los certificados que Madison me había dado como
parte de la Operación Escalda.

Mi objetivo era recuperar a Daniela antes de Año Nuevo. Había decidido que
Madison tenía que intervenir. No había mejor manera de hacer eso a que Daniela y
Madison pasaran el rato. Le debía mi bola izquierda a Maddy y quizás también la
derecha.

—Amigo, no hago yoga. Eso es para chicas —dijo Chris rotundamente, mirándome
como si me hubiera crecido una vagina.

Chris era increíble. Lo miré fijamente, sacudiendo mi cabeza.

—No, idiota, es una clase para mujeres. Maddy, um… Madison quería que te los
diera para tu novia y sus amigas.

—¿Maddy? —Chris se rio entre dientes—. ¿Qué está pasando contigo y Maddy
Stuart? La última vez que pregunté, cambiaste de tema. Has estado pasando mucho
tiempo con ella últimamente.

—Somos amigos —dije impasiblemente.

Realmente odiaba cuando Chris se movía de idiota a hijo de perra. Por su tono y
expresión, había hecho la transición en un abrir y cerrar de ojos.

—Madison Stuart no hace la cosa de amigos, y tú tampoco, a menos que vengan


beneficios con ello. —Chris sonrió engreído.

Su suposición no podría estar más lejos de la verdad. Aunque incluso lo


cuestionaba a veces, éramos, de hecho, solo amigos.

—Entonces, ¿es tan buena como dicen? —preguntó.

Ira surgió cuando me imaginé a ese imbécil de Alex, Chris, y una gran cantidad de
otros hombres que la miraban como una jodida comida. Fui consumido y estuve
283

listo para patear su jodido trasero. Mi sangre hirvió, y mi mandíbula se apretó.


Madison me había llegado. Podía contar con ella para casi cualquier cosa. Este
imbécil no iba a hablar mierda sobre ella. Ese era exclusivamente mi trabajo.

—Jódete, Chris. —Me puse en su rostro—. Es mi amiga, así que jodidamente cuida
lo que dices antes de que te patee.

Chris se puso de regreso en mi rostro y me fulminó con la mirada.

—¿Cuál carajos es tu problema? ¿Por qué estás tan a la defensiva? Madison no es


un ángel, y será la primera en decírtelo. Mierda, viste la verdad al segundo en que
la conociste. Seguro como el infierno no te necesita para proteger su virtud cuando
se la estaba regalando a cualquiera con una polla.

La tensión en la habitación se intensificó.

—Chris, detente —dijo Liam severamente, mirándolo.

Mierda. No necesitaba o quería que Liam peleara mis jodidas batallas.

Chris estaba hablando la verdad del evangelio. A Madison le gustaba follar. La


había llamado mientras estaba follando. La había observado alejarse con un amigo
con beneficios. Lo había jodidamente odiado, pero ¿qué se suponía que hiciera? No
podía culparla. También amaba follar. Estaba esperando a que Daniela prestara
atención, así finalmente podía follar de nuevo. Mierda, extraño follar.
Personalmente, detestaba que Madison estuviera de puta por ahí, pero era un
adulto consciente. Ella sabía que se merecía algo mucho mejor, pero Chris no era
nadie para estar hablando mierda sobre ella. ¿Quién carajos cree que es?

No reconocí a Liam. No tenía nada que ver con esto.

—Jodidamente no hables así de Madison. —Acercándome a Chris, apreté mis


puños. Sentí un feroz sentido de lealtad y una necesidad de protegerla.

Chris sacudió su cabeza.

—Entonces, no estás fallándola, pero no quieres que hable acerca de lo que


cualquier otro chico que se la folla habla… su dulce coño. ¿Cuál es el problema? No
eres un jodido santo.

Era ajeno a la patada de trasero que estaba viniendo a por él.

Liam se puso entre nosotros, conteniéndome.

—Chris, es suficiente. Deja de ser un imbécil —dijo, asegurándose de que Chris


284

entendiera.
Chris miró a Liam.

—Amigo, relájate. Me retiraré. —Cuando se volvió hacia mí, dijo sinceramente—:


Solo es extraño. No sé por qué estás tan jodidamente enojado. —Estaba claramente
pasmado por mi reacción.

Di un paso atrás y comencé a pasearme. Mientras abría y cerraba mis puños, sacudí
la tensión de mis brazos y cabeza, estirando mi cuello de lado a lado. Yo mismo
estaba confundido. Nunca había perdido el control o me había vuelto físico. Era un
amante, no un luchador.

—¿Sabes qué? No sé qué se apoderó de mí —le dije a Chris.

Me sentía poseído por una fuerza poderosa. Ella ni siquiera estaba aquí, y aun así
me estaba jodidamente molestando. ¿Por qué demonios tiene que ser tan puta esta
hija de perra? La recordaba diciendo que era su turno de olvidar. ¿De qué carajos se
trata todo eso?

Había estado cerca de golpear tanto a Chris porque la había llamado por lo que era.
No tenía nada que perder explicando mi relación con Madison. Quizás podrían
arrojar alguna idea de por qué jodidamente me enojaba todo el tiempo.

—Madison me está dando consejos de cómo recuperar a mi chica. Ya saben,


ayudándome a entender a las mujeres —admití.

Chris estaba atando su zapato cuando me miró. Sacudiendo su cabeza, preguntó:

—¿Y cómo está funcionando esa mierda para ti?

—Para ser honesto contigo, es brillante. —Asintiendo, me senté en el banco junto a


él—. Pero, la mayoría del tiempo, creo que está tratando de jodidamente cortar mi
polla.

Liam se quedó de pie ahí, lanzando el balón de básquet entre sus manos.

—Entre Lucas y tú, siento como que si estuviera viendo uno de esos comerciales de
control de natalidad. Joder. Los dos necesitan que les crezcan algunas bolas. —
Después de que las palabras salieran naturalmente de su boca, protegió su rostro
cuando Liam se giró y apunto el balón hacia él.

Liam sacudió su cabeza con incredulidad.

—Chris, eres realmente un personaje. ¿Por qué demonios te tolera Macy?


285

Chris sonrió y meneó sus cejas.


—Por su admisión, es adicta a esto justo aquí. —Agarró su polla—. Mira, soy un
jodido hombre. —Chris me arrojó una toalla—. Rick, ¿le estás pidiendo ayuda a
una chica para conseguir a otra chica? ¿Cómo no estás preocupado de que te crezca
una vagina? Eres el hombre, amigo. Háblanos, y nos aseguraremos de que tu
hombría permanezca intacta.

Después de que mi masculinidad fuera retada, fuimos por bebidas, y así comenzó
mi educación con la primera jarra, la segunda jarra, y luego la tercera, o quizás era
la cuarta. ¿Quién sabe? Perdimos la cuenta.

Liam nos miró, sacudiendo su cabeza. Se inclinó hacia mí. Como si estuviera
compartiendo el secreto de la vida, dijo:

—Tienes que amarla más de lo que amas a tu polla.

—Amigo, estás borracho —dijo Chris arrastrando las palabras.

—Eso es realmente profundo, pero ¿qué carajos significa eso? —pregunté,


confundido.

Liam estaba siendo un jodido filósofo, y con mucho gusto tomaría consejos
prácticos del imbécil que estaba follando a Daniela. Obviamente sabía lo que
funcionaba con ella.

—Tienes que amarla más de lo que amas a tu polla —dijo en un tono que parecía
estar haciendo un punto obvio.

Estaba perdido. Eso sonaba como la misma mierda que dijo antes.

—¿No estás follando a Dani? —Las cejas de Chris se dispararon en sorpresa—.


Pensé que te habías encargado de la condición.

—Jódete. —Liam sacudió su cabeza y luego terminó su cerveza—. No necesito esta


mierda. Tengo alguien esperando por mí en casa.

—Yoda, espera. Necesito que impartas tu sabiduría. —Tenía que mantenerlo


hablando. Tenía que entender—. Habla en inglés, amigo. No te ofendas, pero estás
hablando en chica.

Chris solo asintió en acuerdo mientras miraba su cerveza con ojos vidriosos.

—Ustedes dos son una causa perdida. Déjame embrutecer esto para ti. —Liam
puso sus ojos en blanco—. Ella tiene que importarte más de lo que tu polla lo hace.
En pocas palabras, follar no crea una relación duradera. No me malinterpretes. Es
286

una gran parte de la relación. Me encanta. No puedo conseguir suficiente de ello,


pero no es todo. Habla de otra cosa aparte de ti, como cosas que le interesan.
Tienes que conocer a tu mujer, sus gustos y disgustos. Dani habla sobre sus amigas
y sus libros. Sé cuándo tengo que apagar la televisión y darle toda mi atención. Y
cuando envuelve sus brazos alrededor de mí y sonríe, sé que no hay otro lugar en
la tierra en el que quiera estar. El mensaje para llevarse es que dejes de ser un
egoísta come polla.

—Espera un segundo. No como pollas. Como coños, y maldición, estoy hambriento


de alguno ahora mismo. —Bebí otro trago y bajé mi vaso con fuerza, causando que
un poco de cerveza salpicara. Necesitaba que ambos entendieran. Estaba tras coño,
no polla.

Chris escupió la cerveza de su boca.

—Rick, hermano, ¿cuándo fue la última vez que tuviste sexo?

—Ha pasado un largo tiempo. Entonces, sí, pienso que podría amar a esta chica
más que a mi polla. Mi polla está jodidamente enojada conmigo justo ahora. ¿Sabes
que jodidamente eché a Lise mientras tenía su coño en mi rostro y mi polla en su
boca?

Los ojos de ambos casi se salieron de sus cabezas mientras sus bocas caían a la
mesa. Merecía un trofeo. Lise era un modelo caliente con un cuerpo fenomenal.

—Puedo ver que no has estado escuchándome en absoluto. Amigo, deja de pensar
con tu jodida polla. Tienes que amarla más de lo que amas a tu polla. Confía en mí,
es una cosa maravillosa —dijo Liam.

Lo miré. Sonaba como si hubiera sido inyectado con estrógeno.

—¿Esta conferencia viene con un presentación de PowerPoint? —preguntó Chris


antes de enterrar su borracha cabeza en sus brazos.

—Jódete, Chris. Puedo detenerme —dijo Liam, encogiendo sus hombros. Apartó su
vaso.

—Cállate, Chris. Esto es bueno. Continúa. —Hice señas con mis manos para que
Liam continuara. Esto era información valiosa.

—Tu polla es secundaria para su corazón. Simple y llano. —Liam sacó su celular—.
Estas son fotos de mi chica. Es hermosa. Mira esa sonrisa de un millón de dólares.
La primera vez que la vi, actué como un adolescente cachondo. Joder, la deseaba.
Podría haber enterrado mi polla en ella frente a toda la clase de RCP. Me excita
287

como nadie más, pero no lo presioné porque me importaba más ella que mi polla.
—Se incorporó y me miró fijamente a los ojos—. Cuando encuentres a la única, la
amarás más de lo que amas a tu polla. No es sobre ti. Es todo sobre ella.

Chris miró a Liam.

—Amigo, ¿es la única?

—Creo que sí —respondió Liam, asintiendo, mientras miraba su jodido celular.

Qué marica.

No quería escuchar lo mucho que la deseaba, o cómo lo encendía, o que era la


única. Una parte de mí quería decirle cuánto la había excitado una vez, cómo había
gemido cuando la había tocado, y la manera en que su cuerpo había reaccionado a
mi jodida voz. Entonces, le diría que no era la única para él porque iba a ser mía
otra vez. Pero no dije nada porque me estaba convirtiendo en un mejor hombre, o
uno peor, por participar en esta discusión.

Estaba jodidamente borracho, así que llamé a Madison para que me recogiera.
Escuché por casualidad a Liam llamando a Daniela por un aventón. Estaría ahí en
cuestión de minutos.

—Oye, Dani viene a buscarme. ¿Necesitas un aventón? —preguntó Liam.

Joder. ¿Por qué tiene que ser un chico tan decente?

—Nah, está bien. Madison está en camino —dije. Me levanté al baño y a


esconderme hasta que llegara Madison.

—Oh, sí, sobre esa clase de yoga. Dani realmente amaría eso. ¿Ves? Esto me ganará
puntos porque la conozco y sé lo que le gusta.

Cuando Liam me tendió la mano por los certificados, realmente sentí pena por él.

—Toma esto por lo que quiera que sea. Tu amiga es más que una amiga. No vas
contra tu hermano por una chica a menos que te tenga loco, y si no estás
durmiendo con ella, entonces estás mal.

—No es así. Realmente somos solo amigos. Seguro, me preocupo por ella, pero no,
la odio la mayoría del tiempo —dije.

Envié un mensaje de texto a Maddy para ver cuándo estaría aquí para recogerme.
Él estaba equivocado. Debió presentir que estaba sucediendo algo, y solo estaba
tratando de quitarme del camino de Daniela.
288
—Solo asegúrate de que la única a quien estas persiguiendo vale la pena dejar ir a
esta. —Me dio una palmada en el hombro antes de salir.

Daniela valía la pena todo, y Madison era solo mi amiga. Siempre lo sería, así que
no estaría renunciando a nada.

Cuando la costa estuvo despejada, regresé y bebí otro trago. Había pasado un largo
tiempo desde que estuve intoxicado y no podía recordar cuándo había estado
ebrio. Me senté atrás y esperé, y esperé, y esperé un poco más. Cuarenta y cinco
minutos más tarde, Madison entró, girando cabezas. Vi el espectáculo desde mi
mesa. Había una razón por la que podía ser follada por casi cualquiera que ella
quisiera. Madison no era solo preciosa. Lucía jodidamente lamible. Se pavoneó
hacia mí con su ceja alzada en desprecio. Estaba molesta.

—Marin —dijo en una sensual voz, inclinándose en mi rostro—. Me debes una


grande.

No podía evitar amar cuando hacía mierda sexy ruda como esa.

Llevando una enorme sonrisa en mi rostro, la seguí con mis manos en sus caderas.

—¿Interrumpí algo? —Casi me había metido en una pelea por su maldito coño, así
que esperaba haber arruinado su revolcada.

Se giró, siseándome.

—Rick, te dije que redujeras el alcohol. No te dije que te emborracharas.

Cuando abrió la puerta, el aire fresco de la noche me despejó solo un poquito.

—Tienes que dejar de ser un jodido bloquea polla. Estoy más molesta sobre eso
porque estoy caliente, y ahora, tengo que contar con mi maldito vibrador.

La acerqué y envolví mis brazos alrededor de su cintura. Mi cuerpo se presionó en


el suyo cuando ella se inclinó al mío. Acaricié mi rostro en su cuello. Maldición.
Siempre olía tan jodidamente bien.

Respiré cálidamente en su oído.

—¿Sabes cuán caliente eres cuando te enojas conmigo?

Pasé mis labios por su cuello. Sabía tan bien como había imaginado. Inclinó su
cabeza a un lado, queriendo más.
289

—Esta noche, cuando estés follando tu vibrador, llámame. Quiero escucharte venir.
—Golpeé su culo y entré en el auto.
Se instaló en el asiento del conductor.

—Eres un imbécil —dijo, sus ojos disparándome dagas.

Me estiré por su mano, la llevé a mi boca, y la rocé con mis labios.

—Gracias, Maddy. Eres mi mejor amiga. Te debo una grande. Lo que sea que
quieras, es tuyo.

Apoyé mi cabeza en el reposacabezas, y entonces dormí una siesta hasta que se


detuvo en mi apartamento. Me despertó, me empujó fuera del auto sin un adiós, y
luego me observó entrar en mi edificio.

Sabía que iba a tener una jodida resaca mañana.


290
Capítulo 43
Dani

L
as luces centelleantes en el árbol de Navidad brillaban en la sala de estar
oscurecida. El aroma del bálsamo de abeto llenaba el aire. Las vacaciones se
nos vinieron encima, y antes de saberlo, la Navidad estaba a solo un par de
días.

Me acurruqué debajo de una manta con una taza de té caliente y mi Kindle. Había
estado yendo a una clase de yoga donde había conocido a mi nueva amiga,
Madison. Resultaba ser una gurú de la salud y mi último proyecto. Había estado
ayudándome a eliminar mi consumo de soda de dieta, por ello mi taza de té en
lugar de mi preferida botella de seiscientos mililitros de soda de dieta, y estaba
tratando de romper su cáscara exterior. Ella era mucho más exitosa que yo.

No había hecho yoga en un largo tiempo, y lo extrañaba. Era raro cómo Rick y yo
habíamos hablado de eso, y entonces Liam había llegado a casa con un certificado
de regalo para una clase. Lo tomé como una señal para volver al balance. El
momento era realmente genial. Con Candace lejos en Jacksonville y Macy en
período de prueba, necesitaba a alguien con quien congeniar. Liam era mi mejor
amigo, y sí que le iba con mis problemas, tal vez un poco demasiado seguido. Era
tan bueno y paciente conmigo, pero era un hombre. Necesitaba a alguien que me
escuchara desahogarme. Necesitaba a alguien que pudiera trabajar en mis
problemas conmigo, tan absurdos como fueran, sin decirme cómo arreglarlos.
Parte del proceso era el viaje, no siempre el destino. Liam no entendía eso, y estaba
perfectamente contenta teniéndolo como mi hombre y no mi mejor amiga.

Madison era genial. Era una combinación de la putería de Macy con un poco de la
actitud ruda de Candace sin la parte formal y correcta. Podía vivir con eso. La
mejor parte era que no estaba asociada a mi pasado o mi presente, así que podía
291
hablarle sin preocuparme de que me juzgaría. Después de todo, aprendí
rápidamente que sería la última persona en lanzar una piedra.

Madison y yo nos volvimos amigas cercanas. Después de yoga, comenzamos a


hablar sobre salud y fitness. La siguiente cosa que supe, estábamos bebiendo
tragos de germen de trigo con copas de jugo de mango en la tienda de batidos
cruzando la calle. Me encogí ante el recuerdo del primer trago.

Miré el vaso de chupitos con el líquido verde pantano sospechosamente. Le eché un


vistazo a Madison mientras levantaba su vaso y lo llevaba a su boca. Yo no era de las
que retrocedían ante un reto. De alguna manera, esto se sentía como una iniciación
de algún tipo.

Levanté mi chupito y bebí el germen de trigo. Mi rostro se arrugó por el sabor.

—Esa es la cosa más repugnante que he consumido alguna vez en mi vida. Asqueroso.

—Te acostumbras a ello. —Madison bebió un trago doble y luego golpeó el vaso en el
mostrador—. Si empiezas a comer sano y recortas toda la basura procesada de tu
dieta, verás una diferencia considerable. Después de un tiempo, comenzarás a
anhelar jugo de germen de trigo.

—No estoy segura de esto. El germen de trigo sabe a culo. Ahora mismo, mi cuerpo
está anhelando una soda de dieta congelada. —Me encogí de hombros y me reí—.
Pero esta clase de yoga es perfecta. Puedo hacerlo antes de ir a trabajar,
especialmente dado que Liam generalmente está levantado y afuera para este
momento.

Madison nos ordenó batidos verdes. Me dijo que confiara en ella, y no tenía razón
para no hacerlo. Fuimos a una pequeña mesa cerca de la ventana.

Mientras levantábamos nuestros vasos, brindó:

—Por la buena salud.

El brebaje verde era bastante bueno.

Sorbió su batido.

—Entonces, ¿quién es Liam?

Bajé mi bebida e irrumpí en una gran sonrisa.

—Liam lo es todo. —Calidez me llenó, y mis mejillas se sonrojaron suavemente—.


292

Podrías pensar que estoy loca. No es nada personal, pero tú no pareces del tipo
romántico. Sin embargo, yo lo soy. También leo novelas de romance. Me encantan,
pero enloquecen a mis amigas. —Con un meneo vertiginoso, saqué mi teléfono para
mostrarle mi álbum de Liam—. Este es el hombre que hace que mi corazón deje de
latir. —Casi utilicé una expresión más gráfica tomada de mi vasto arsenal literario
para explicar los sentimientos que Liam provocaba en mí. De alguna forma, no creí
que apreciaría los muslos ardientes y respiraciones entrecortadas, así que lo mantuve
limpio.

Le entregué mi teléfono, y le echó un vistazo a las fotos. Sonreí. Estaba enamorada, y


parte de estar enamorada era molestar mucho a otras personas. Aunque sus labios se
curvaron en una suave sonrisa, sus ojos eran abatidos. Conocía esa expresión. La
había usado por demasiado tiempo después de mi propio corazón roto. Era difícil
mirar a alguien más tan enamorado. Asumí que su corazón estaba roto.

Me pasó el teléfono de vuelta.

—Ambos lucen muy felices. Bien por ti.

Después de ese día, había comenzado a ir a yoga tres veces a la semana. Después de
la segunda semana, Madison y yo nos habíamos metido en una rutina de beber
chupitos de germen de trigo después del yoga. Básicamente, hablábamos sobre
salud y nutrición. Todos los intentos de discutir su vida personal fueron
derribados. Se volvió mi misión ayudarla. Si nada más, claramente necesitaba una
amiga.

Ahora, bebía mi té chai orgánico que me había presentado Madison. Golpeó el


lugar, y apenas extrañaba mi soda de dieta. Solté una risita, recordando cómo había
sorprendido a Françoise cuando había rechazado la soda de dieta con la cual me
había estado esperando en Van Dyke’s. Le había pedido reemplazarla con una taza
de agua caliente y una selección de tés.

Abrí mi Kindle para leer, pero las luces en el árbol de Navidad estaban
distrayéndome. Mientras Liam estaba trabajando esta noche, me senté en su sofá
con su camiseta bajo su manta. Mientras más lo amaba, más me inquietaban los
riesgos de su trabajo. Me quedaba aquí para sentirme cerca de él y de alguna forma
hacer que se mantuviera a salvo. Amaba tenerme en su cama, y le complacía mucho
mostrarme cuánto. Me apoderé de la mitad de su armario, la mayoría de su baño, y
un par de cajones. Apenas dormía en mi casa, excepto los jueves por la noche
cuando él jugaba al básquetbol. Técnicamente, no me había mudado, pero esto se
sentía como casa para mí.

Las luces se atraparon en uno de los adornos, proyectando una imagen en la pared.
293

No era nada específico, solo un juego de luces y vidrio, pero me recordó algo que
había dicho Madison.
Recién terminábamos una intensa clase de yoga, así que estábamos cruzando la calle
hacia el bar de jugos para nuestras tradicionales bebidas después de clase. Madison
era una persona interesante. Ella nunca había mencionado mi relación otra vez. Me
sentía mal por ella. Vivía detrás de una gran pared. Era cerrada y en desesperada
necesidad de una hermandad.

Le había hablado a Liam al respecto. Me había dicho que no me acercara a ese tema
ni a tres metros con un palo. Había dicho que ellos tenían que resolver las cosas por sí
mismos. Por supuesto, ese había sido todo el estímulo que había necesitado.

Después de beber nuestros chupitos, sorbimos nuestros batidos verdes.

—Por favor no me pidas que te de mi diario de comidas. He estado comiendo bien y


haciendo mi ejercicio y yoga —Me reí—. Dios, sueno como Rick. —Cuando eso se
deslizó, me congelé momentáneamente.

Los ojos de Madison se dispararon de su bebida.

—¿Rick? —preguntó—. ¿Has estado dejándome fuera?

—¿Crees que las personas pueden cambiar?

No había planeado hacerlo, pero esto me dio una oportunidad para hablar de algo
personal con ella. Tal vez podría averiguar sobre esa torre detrás de la cual se
escondía y aprender algo sobre el él en “ellos” al que se había referido Liam.

—Creo que las personas pueden evolucionar. Si maduran a través del proceso, están
abiertos a convertirse en una mejor persona, pero al final del día, somos quienes
somos. ¿Por qué preguntas? —Comenzó a jugar con sus manos, mirando sus uñas,
mientras enlazaba y desenlazaba sus dedos.

—Ojo por ojo. —Mis ojos bailaban con diversión—. Te conté sobre Liam y dejé caer el
nombre de Rick. —Me incliné hacia adelante, apoyando mi barbilla en mis manos—.
Ahora, es tu turno.

—¿Mi turno para qué? No hago la cosa de compartir con amigas, pero porque me
gustas, te daré solo esto. Tampoco hago la cosa del novio, así que no hay nada que
contar. Puedes contarme sobre Rick si quieres o no. —Su expresión estaba en blanco,
y su muro era alto como el cielo—. No hace una diferencia para mí… a menos que
haya problemas en el paraíso. Entonces, podría estar dispuesta a lanzarte un hueso.
—Madison se recostó en su silla, pareciendo lista para el desafío.

Incliné mi cabeza hacia el lado.


294

—Ojo por ojo, querida. No me dijiste nada. Es tu turno


Su mirada era firme, y su rostro estaba desprovisto de emoción.

—El amor es una ilusión. Vemos lo que queremos hasta que el reflejo cambia. —Se
encogió de hombros sutilmente—. Al menos esa ha sido mi experiencia. Es frágil
como un castillo de naipes. Cualquier cosa puede derribarlo, y luego todo lo que
tienes es un desastre. Preferiría controlar mi ambiente. El contacto humano es
esencial. El sexo es una cosa maravillosa, así que lo tengo en mis términos. Sin
ataduras, sin cariño, y sin ilusiones. —La comisura de su boca se levantó en una
sonrisa—. ¿Quién es Rick? —preguntó Madison, su tono tranquilo y suave.

Me recosté en mi silla. Había querido darle la bienvenida a la hermandad. En cambio,


esto se sentía como un desafío y una batalla de voluntades. Había algo más en juego,
e iba a averiguar qué era.

—Rick es mi ex.

Nos miramos en una forma casi contradictoria.

—Lo amaba, pero rompió mi corazón. No dejé entrar a nadie hasta que conocí a
Liam, y entonces nos enamoramos. El amor es real. Conquista todo y dura toda una
vida. —Me enderecé—. ¿Quién es él?

—No hay un él —dijo impasiblemente.

Levanté mi ceja en sospecha.

—Oh, ¿mi bloquea pollas?

—¿Bloquea pollas? Esto debería ser muy interesante. —Sonreí, asintiendo.

Ahora, estábamos llegando a algún lado. Tenía razón en una cosa. Madison no era
una romántica. Su visión del amor y su referencia al hombre que estaba claramente
bajo su piel era solo era dura y amarga.

—Es solo un inconveniente temporal. Es un proyecto que está llegando a un fin, lo


cual es bueno dado que no he tenido sexo en casi un mes. —Inclinó su cabeza a un
lado—. ¿Estás enamorada de Rick?

Estuve sorprendida por su pregunta.

—Estás mintiendo. No es un inconveniente para ti. —Mi corazón se aceleró mientras


un destello de ansiedad me recorría—. Te dije que estoy enamorada de Liam. Para
responder a tu pregunta, aunque odié a Rick por un largo tiempo, una parte de mí
podría amarlo siempre. Cuando estoy con él ahora, es el hombre que sabía que podía
295

ser, no el que rompió mi corazón. Es muy inocente, como adolescentes acompañados


caminando por la calle Lincoln. —Incliné mi cabeza, imitando su postura—. Para
alguien que tiene sexo en sus términos, encuentro fascinante que dejaras que un
hombre te bloquee. Conozco la negación, y estás en ese estado.

Se encogió de hombros.

—Sí, pareces ser una experta en la negación. Haz lo que tengas que hacer. Como dije,
el amor es solo una ilusión. Se cuidadosa. Ahora, enfoquémonos en lo que es
importante. ¿Cómo está tu nutrición?

Con esa acusación, me agité inquietamente en mi silla. ¿Qué quiere decir?

Desafortunadamente, cambió el tema a salud y fitness, desestimando efectivamente


mis intentos de volver a su comentario. Madison claramente no entendía las gracias
sociales de la hermandad. Era como un gato callejero que necesitaba ser
domesticado y despojado de garras, y estaba dispuesta al desafío.

Me puse de pie para ver qué adorno era culpable de la luz mostrada en la pared.
Admiré el hermoso árbol.

Pobre Liam. Lo hice ir a tres lotes diferentes antes de haber elegido el árbol
perfecto. Siempre me consentía. Estaba segura de que había pensado que los tres
árboles lucían igual, pero ni una vez se había quejado o me había hecho pensar que
estaba siendo tonta. Después de que hubiéramos llegado a casa y puesto el árbol,
me había asegurado de mostrarle mi máxima gratitud.

Una sonrisa calentó mi corazón mientras pensaba en ese día. Ahí está el culpable.
Era un adorno enmarcado en plateado con una foto de Liam y yo en nuestra
primera Navidad juntos. Liam no era una ilusión. Lo que teníamos era real.

Mi teléfono sonó.

Macy: ¿Qué estás haciendo?

Dani: Leyendo.

Macy: Aburrido. Voy hacia ahí.

Dani: Leyendo un buen libro.

Macy: Casi ahí.

Dani: Ignorándote.
296

Macy: Crisis de regalos de Navidad.


Dani: ¿Procrastinando?

Macy: Abre la puerta.

Sostuve la puerta abierta mientras Macy irrumpía como un demonio de Tasmania.

—Realmente no estoy procrastinando. Solo no estoy segura de si debería


conseguirle un regalo a Chris o no. No hemos hablado sobre intercambiar regalos.
No somos oficiales, y solo no sé qué debería hacer. ¿Debería conseguirle algo y
guardar el recibo? Si no me da nada, entonces puedo solo devolverlo. Si sí me da
algo, entonces puedo evadir el momento incómodo teniendo un regalo para él.
Entonces, ¿qué crees que debería conseguirle? —Macy lanzó su bolso en la
encimera y dejó caer su trasero en el sofá—. Está oscuro aquí. Deberías encender
una luz. —Me miró de arriba abajo, reconociéndome por primera vez—. Awww,
mírate usando la camiseta de Liam. Tan linda.

—Seguro, entra, no hay problema. Solo soy la sostenedora de puertas. —Cerré la


puerta y encendí la luz de camino al sofá—. La habitación estaba iluminada por el
árbol de Navidad. Es romántico. —Crucé mis piernas y jalé la cobija sobre mí—. No
tengo idea de lo que deberías conseguirle a Chris como el regalo de solo-en-caso.
Necesita hacerlo ahora o retirarse. Y, solo para que sepas, le conté a Liam. —Bufé.

Macy me dio una doble toma mientras su boca se abría.

—Eso es peor que cuando le conté a Chris sobre tu condición. No puedo creerte.
Voy a ponerte en período de prueba. —Lanzó su brazo sobre su rostro—. Entonces,
¿qué dijo Liam? —preguntó con curiosidad.

—No es lo mismo. Liam dijo que no iba a involucrarse y que es entre ustedes dos,
así que debería meterme en mis propios asuntos. Traté de educarlo. Le dije que
como mi mejor amigo, necesitaba entender el código de hermandad. Por supuesto,
necesito intervenir. Él y yo no estaríamos juntos si tú y Candace no me obligaran a
ir a Breathe. Él falló en ver la similitud.

Sintiendo la necesidad de terapia por parte de Macy, me levanté y saqué una


botella de vino. Después de llenar nuestras copas, regresé a mi cómodo lugar en el
sofá. Macy revolvió su vino, sorbió un trago, y lo revolvió otra vez. Se veía como si
fuera a decir algo, pero entonces tomó otro sorbo, revolvió la copa, se puso de pie,
y entonces comenzó a caminar alrededor de la habitación.

—Sé que estoy en período de prueba, pero estás actuando raro. Necesito saber qué
demonios está pasando —dijo.
297
—¿De qué estás hablando? ¿Cómo estoy actuando raro? —Mientras comenzaba a
revolver mi vino, me pregunté por qué pensaría eso.

Mi teléfono sonó, interrumpiendo nuestra conversación.

—Tengo que tomar esto —dije mientras me estiraba por mi teléfono.

Liam: Pensando en ti.

Dani: Te amo. Vino Macy.

Liam: Mantente fuera de problemas.

Dani: No hay diversión en eso.

Liam: ¿Siendo mi chica mala?

Dani: ¿Qué vas a hacer al respecto?

Liam: Mucho.

Dani: No puedo esperar. Besos.

Liam: Besos.

Macy se paró sobre mí, leyendo mis mensajes. La fulminé con la mirada.

—Dani, dime qué está pasando. Cuando estás con Liam, estás feliz y enamorada.
Vengo aquí y veo que estás completamente en casa, usando su ropa. Nunca te he
visto así antes. Es genial. Estoy feliz por ti, pero algo está mal. Estás bebiendo té y
haciendo yoga con esa zorra, Madison. Chris me contó sobre ella. —Macy presionó
sus labios, levantando una ceja.

—¿En serio? —Estaba intrigada. Liam no hablaba, pero Chris era otra historia—.
¿Qué dijo? Ella no es fácil de llegar a conocer.

—No es una santa, y tiene una reputación por ello. Aparentemente, sabe lo que está
haciendo en el dormitorio.

—Macy, no me importa eso. Estoy interesada en su bloquea pollas. Estoy


asumiendo que es el amigo de Chris, el que le dio el certificado a Liam. Algo está
pasando ahí.

—Dice que no lo conozco. Francamente, no me importa una mierda el tipo


mientras mantenga a esa puta lejos de mi Chris.
298

—Mmm, tal vez deberíamos ir a verlos jugar básquetbol.


Con esa idea, me emocioné mucho. Madison estaba equivocada sobre que yo
estuviera en negación. Ella, por otro lado, era otra historia, e iba a llegar al fondo.

—¿Por qué demonios haría eso? No podría preocuparme menos por Madison. No
voy a atestar a Chris, y no voy a aparecer necesitada acosando a esa puta —dijo,
arrugando su rostro.

Estaba actuando como si pensara que había perdido la cabeza.

—Porque amas acosar, y me debes. —Sonreí suficientemente.

Macy puso sus ojos en blanco.

—Ese fue un intento muy inteligente de tu parte de cambiar de tema. De vuelta a lo


que estaba diciendo, eres feliz con Liam. No me importa que seas amiga de
Madison. No estoy celosa, aunque eso es lo que dice Chris. Te prometo que no lo
estoy. No me importa si quieres beber culo líquido.

Me reí. El germen de trigo era repugnante. Madison había estado equivocada. Mi


cuerpo no lo anhelaba. Mi cuerpo lo repelía.

—Macy, no te estoy siguiendo. Todo lo que has dicho está bien. Así que, ¿por qué
estás montando una confrontación? —Sorbí mi bebida. Estaba tan confundida—.
Por cierto, no tienes que preocuparte de que Madison tome tu codiciado lugar
como mi mejor amiga.

—Desde que Candace se fue, has estado rara los sábados. Cuando llego a Van
Dyke’s, estás diferente, como si estuvieras escondiendo algo. Veamos. No estás
comiendo, estás teniendo bochornos, estás nerviosa, y estás distraída.

Bebí un largo sorbo de mi vino, enterrando mi rostro en mi copa, mientras trataba


de esconder mi sorpresa.

Instantáneamente, recuerdos de pasar tiempo con Rick con su sonrisa con


hoyuelos y su penetrante mirada destellaron en mi mente. Pensé en su mano en la
parte baja de mi espalda mientras caminábamos hacia la cafetería para desayunar,
lo cual se estaba volviendo un suceso regular, y luego apresurándome para llegar a
Van Dyke’s sin ser atrapada. No podía contárselo. Aunque no le contara nada a
Chris, no entendería que mi tiempo con él estaba de hecho ayudándome. Ella
odiaba a Rick. A pesar de todo, Macy estaba totalmente equivocada. Estaba
perfectamente bien y completamente en control.

Algo más estaba molestándola, y estaba convencida de que tenía que ver con mi
299

creciente amistad con Madison.


—No sé de qué estás hablando. —Volví a llenar mi copa y luego incliné la botella
hacia Macy, ofreciéndole más—. Primero, me acusas de tener un desequilibrio
hormonal, y ahora, dices que está pasando algo. Macy, ambas estamos
ajustándonos a no tener a Candace cerca. Todas hemos estado juntas por tanto
tiempo que el que no esté aquí es antinatural y extraño para nosotras. Tengo que
estar de acuerdo con Chris. —Chasqueé mis dedos mientras decía—: Creo que solo
estás un poco celosa de mi nueva amiga, Madison.

—Te amo como una hermana. —Macy bajó su vaso—. Lo que sea que esté pasando
entre el viernes en la noche y el sábado en la mañana, puedes contármelo.

—No está pasando nada. Lo prometo —confirmé.

Estaba segura de que Macy estaba exagerando. Sí, estaba un poco nerviosa y
distraída después de mis encuentros con Rick. Eso tenía más que ver con
apresurarme que nada más. Todo estaba perfectamente bien.

Mientras continuábamos bebiendo la botella de vino, miramos Sweet Home


Alabama por centésima vez.

—Melanie Carmichael o Smooter. —Macy se rio en su copa—. Lo tuvo complicado


con esos dos chicos calientes, Jake y Andrew. —Se abanicó a sí misma—.
Obviamente no había superado a su ex mientras mentía y se asociaba con
McDreamy.

—Mace, estás completamente simplificando el problema entero. Melanie tenía


muchas capas —espeté—. Melanie huyó porque estaba avergonzada de su pasado
y necesitaba un comienzo limpio. Andrew era su presente, y no lo quería
contaminado por lo que ella solía ser. No estaba fingiendo con él, y ella no estaba
realmente mintiendo mintiendo. Solo no le contó todo porque sabía que no
entendería la verdad. ¿Quién era la Melanie real? Jake no era el ex. Él todavía era su
esposo. Andrew solo era la distracción —razoné—. ¿Crees que Liam es Jake o
Andrew? ¿Quién sería Rick?

—Voy a interrumpirte. No tienes sentido. Puedo ver totalmente a Liam como Jake.
Liam cavaría ese vaso fuera de la arena, y santa mierda, tiene los ojos azules para
combinar. En cuanto a Rick, es la mierda del perro. No vayas insultando a Patrick
Dempsey comparándolo con Rick. —Se detuvo mientras sus ojos se estrechaban
con sospecha—. Espera un segundo. ¿Rick todavía está molestándote? Si lo está,
patearé su culo.
300

—Nop. No está molestándome para nada —dije, viendo los créditos rodar por la
televisión. Le dije la verdad. No estaba molestándome.
—Me dirías si lo estuviera, ¿verdad?

Le eché un vistazo. Estaba sentada en sus rodillas, mirándome.

—Sí, por supuesto. Vamos, casi te comí viva la última vez que lo vi.

Iba a arder en el infierno por mentirle. Solo lo exageraría todo. Madison incluso
había llegado a las conclusiones erróneas.

Rick y yo teníamos un pasado. Ahí era donde estaba. Y qué, teníamos encuentros
espontáneos que nos llevaban de vuelta allí. Era lindo, inocente, y no era un gran
asunto. No estaba pasando nada.

Macy agarró mi copa de vino y la puso en el lavabo.

—Te has vuelto un gran peso ligero desde que comenzaste a beber esa mierda de
trigo.

—No lo he hecho. —Bostecé, estirando mis brazos.

—Lo que sea. Peso ligero —dijo sarcásticamente. Cuando volvió de la cocina,
continuó su análisis de la película—. La moraleja de la historia es que no juegues
con barras de metal en una tormenta y esperes no ser golpeado por un rayo.
Bueno, eso, y siempre hay un final feliz. —Macy se encogió de hombros—. Y tú, mi
querida amiga, definitivamente vas a conseguir tu final feliz.

—Espero que tengas razón siempre y cuando no se haga matar o se aburra de mí.
—La abracé—. Y no fueron golpeados por un rayo, tonta. Se besaron, y fue uno de
los mejores besos de la historia de Hollywood.

—Peso ligero. Eres tan dramática y negativa. He visto la forma en que ese hombre
te besa. Creo que calificaría como uno de los besos más calientes de la historia. Ve a
dormir. Te veré mañana. —Agarró sus cosas y se dirigió a la puerta.

Macy tenía razón. Era un peso ligero. Mi cabeza estaba girando. No podía sacarme
de arriba las observaciones de Macy. Madison había estado equivocada. El amor no
era una ilusión, y yo no estaba en negación, si eso había sido lo que había querido
decir. Miré alrededor del dormitorio bien iluminado. No había sombras jugando en
la pared. No había ilusiones enmascarándose como verdades. Este era el lugar al
que llamaba hogar. Todo estaba bien en mi vida. Tenía todo bajo control.
301
Capítulo 44
Liam

D
ani y yo nos habíamos tomado un tiempo fuera del trabajo esta semana. El
plan era sorprender a mi mamá para Navidad. Había estado rogándome
que la visitara durante meses. Dani ya la había conocido a través de un
videochat en línea, pero ambas estaban emocionadas por conocerse en persona.
Sacudí la cabeza, pensando en algunas de sus conversaciones. Nunca supe que mi
mamá fuera una lectora. Todo habría funcionado perfectamente si ella y mi
padrastro no hubieran decidido romper con la tradición y planear una escapada
romántica, así que nuestro viaje fue pospuesto para una fecha posterior.

En secreto, me sentí aliviado. Quería tener a Dani para mí durante unos días, así
que todo había funcionado perfectamente. Íbamos a pasar la víspera de Navidad, o
Nochebuena, con su familia, y entonces ella sería toda mía.

A diferencia del Día de Acción de Gracias, no hubo interrogatorio. Su madre estuvo


momentáneamente satisfecha con mi devoción hacia su hija, y su padre me trató
como el hijo que no tenía. Compartimos cervezas y asamos el cerdo contando
historias de tiempos pasados. A su papá le encantaba escuchar mis historias de
rescate. Dani, por el contrario, se abatía y trataba sin éxito de cambiar el tema. El
resto de su familia me dio la bienvenida con los brazos abiertos, especialmente su
abuela. Aparentemente, necesitaba otra foto para sus amigos de Facebook.

Las festividades estaban llegando a un fin, y era casi medianoche cuando nos
marchamos. Las calles estaban tranquilas mientras regresábamos a casa. Hogar era
mi casa. Dani había empezado a quedarse allí más a menudo. Había dicho que
necesitaba sentirse cerca de mí mientras estaba de servicio. Había admitido que mi
casa le traía consuelo, y no se preocupaba tanto cuando estaba allí. Me encantaba
302

entrar, oler su dulce perfume, y ver sus cosas de chica por todo el lugar. Más que
nada, me encantaba encontrarla acurrucada bajo mis sábanas. Me metía detrás de
ella y envolvía mis brazos alrededor de su cintura. Lo que odiaba era estresarla.

Me encantaba ser bombero. Era quien yo era. Cada turno ofrecía una aventura. Era
una oportunidad para hacer algo grande y superar el desafío delante de mí. No
había nada más satisfactorio que salvar la vida de alguien, marcar la diferencia, y
golpear a la muerte en su juego despiadado. Algunos días, perderíamos, y esos
serían tiempos difíciles. Otros días, nos sentaríamos y jugaríamos a las cartas,
veríamos deportes, o ejercitaríamos. Eran mi familia, y esa era mi casa.

Después de que Natalie hubiera muerto, el trabajo se había convertido en mi


mecanismo de supervivencia. Se había convertido en mi norma. Había trabajado
mucho. Había necesitado estar cerca de lo que me hacía sentir vivo.

No era justo para Dani, no obstante. No merecía dormir sola. Llevaba mi camiseta y
abrazaba mi almohada para sentirme cerca. Esas cosas eran jodidamente sexy,
pero la prefería en mis brazos, sintiéndose segura y tranquila.

Había hablado con el capitán acerca de hacer algunos cambios en el horario. A


partir del viernes, volvería a trabajar un turno de veinticuatro horas con setenta y
dos horas de descanso. Comprendía la necesidad de tiempo de inactividad, pero no
había manera de que pudiera abandonar completamente por setenta y dos horas.
Entonces, solo para alejarme del intenso horario de trabajo al que me había
acostumbrado, estaría dirigiendo instrucciones en la academia. También haría algo
de mierda administrativa aburrida, como inspecciones de incendios, un par de días
a la semana durante algunas horas.

Si eso significaba darle a Dani un poco más de tranquilidad, estaba dispuesto a


comprometerme. Haría cualquier cosa por ella.

Como de costumbre, nuestras manos estaban entrelazadas, pero esta noche, Dani
también estaba abrazando mi brazo. Había estado un poco pegajosa durante todo
el día. No me habría importado, pero la conocía mejor. Además, mi brazo se había
quedado dormido y se sentía entumecido. Algo estaba pesando en su mente.
Hablaría cuando estuviera lista. Tomó todo de mí para darle el espacio que
necesitaba para procesar sus cosas. Después de todo, era Navidad. Lo último que
quería hacer era pelear con ella. En este momento, el plan era tranquilizarla tanto
como fuera posible.

Me incliné y besé la parte superior de su cabeza.

—Estás callada esta noche.


303

—No sé qué me pasa. —Suspiró—. Debo haber atrapado la fobia a la Navidad.


Me reí mientras me detenía en el estacionamiento. Me giré hacia ella, liberándome
de su apretón. Le levanté la barbilla.

—¿Fobia a la Navidad? Oh, mi pequeña Scrooge. ¿Cómo podría la mujer que me


hizo ir a veinte sitios a buscar el árbol perfecto, decoró nuestra sala de estar para
que parezca el Bosque Encantado de Santa, y se hurgó intentando encontrar sus
regalos tener fobia a la Navidad?

—Estás equivocado, solo fueron tres sitios, y no he estado mirando. —Cruzó los
brazos. Trató de contener su sonrisa, pero sus ojos brillaron, traicionándola.

Atrapada. Sacudí la cabeza y me eché a reír. Sabía que había estado husmeando.
Mantenía mis cajones bastante ordenados, pero si bien todo estaba perfecto, sabía
que había pequeños dedos buscando por ahí.

Cuando abrí la puerta delantera y encendí el interruptor de las luces del árbol de
Navidad, fui momentáneamente cegado. Era algo así como las Christmas Vacation
de Chevy Chase. De acuerdo, exageraba. El árbol era hermoso, y Dani había hecho
un trabajo increíble decorándolo y haciéndolo perfecto. Inhalé profundamente,
absorbiendo el refrescante aroma. Nuestra sala de estar olía a pino. Sí, este era
nuestro hogar, y me encantaba pensar en ello de esa manera. Cuando llegara el
momento, lo haríamos oficial.

Por ahora, la estaba dejando tomar la iniciativa. Sabía adónde nos dirigíamos.
Siempre lo había sabido, pero Dani necesitaba hacer las cosas a su propio tiempo.
Cuando estuviera lista, sabía que se zambulliría sin ningún remordimiento y sin
mirar hacia atrás. Hasta entonces, solo metería los dedos de los pies en el agua,
contemplando cada uno de los obstáculos —que usualmente eran sus temores e
inseguridades— de pie entre ella y lo que quería.

Tiré las llaves sobre la encimera. Dejando mi teléfono, vi la hora. Cuando me di la


vuelta, Dani envolvió sus brazos alrededor de mi cintura y puso su cabeza en mi
pecho.

Jalándola más fuerte, le susurré al oído:

—Feliz Navidad, nena.

Levantó la vista hacia mí con sus ojos brillantes, y pude sentir su corazón
acelerado. Su rostro se iluminó. Ahí estaba, la sonrisa que me había robado el
corazón y lo había mantenido en cautiverio.
304

—Feliz Navidad —dijo suavemente—. Este es mi lugar favorito en el mundo.


—¿La sala de estar es tu lugar favorito? Y yo que pensaba que podíamos viajar a
lugares exóticos —bromeé, acariciándole el cabello.

—Bueno, de hecho, sí me encanta esta habitación con toda su decoración


masculina. Dame otro mes, y la haré más femenina. —Me apretó—. En serio, estar
contigo es mi lugar favorito. En cualquier lugar. No importa. Nada más importa. No
tomes eso como un desaliento para viajar a lugares exóticos. Estoy dispuesta a
hacerlo también siempre y cuando esté contigo.

Me tenía envuelto alrededor de su dedo meñique. La miré con adoración.

—Eso es porque aquí mismo, dondequiera que estemos, es hogar. —Me balanceé
con ella en mis brazos, balanceándonos con la melodía en mi corazón—. Creo que
necesitas mirar hacia arriba. —Señalé—. Parece que un pequeño elfo con fobia a la
Navidad colocó muérdago estratégicamente justo encima de tu cabeza.

Levantó la vista, arrugando la más linda nariz de conejito.

—El descaro de ese pequeño elfo. Creo que lo pagaste. Esta debe ser la única
manera de que puedas conseguir un beso.

Podía decir que mi chica juguetona se sentía segura. Subió sus manos por mi
pecho, envolviéndolas alrededor de mi cuello, mientras bajaba mi boca hacia la
suya. Su lengua jugueteó con mi labio inferior. Llevé las manos a su rostro,
acariciando suavemente sus mejillas con mis pulgares. Sus labios se separaron, y
metí mi lengua en su boca y la besé con todo lo que tenía en mí para dar. Me
encontró caricia a caricia. El calor entre nosotros era combustible, y la pasión era
intensa. Necesitaba empezar a deshacerme de algo de mi ropa rápidamente. Tan
cursi como sonaba, el amor entre nosotros era poderoso.

Cuando me separé de ella, mis labios la extrañaron. Mi polla estaba doliendo por
ella, y quería hacerle el amor. Estaba sin aliento mientras mi corazón latía en mi
pecho. Era mi dueña.

—El mejor regalo de Navidad —jadeé.

—Guau, eres barato —dijo, tratando de recuperar el aliento—. Debo devolver los
regalos que te compré. —Soltó una risita mientras tejía sus dedos dentro de mi
camisa.

A este ritmo, nunca intercambiaríamos nuestros regalos. Estaba a unos veinte


segundos de tirarla en el sofá y aprovecharme de ella.
305
—¿Barato? Ni siquiera cerca. Ese beso no tenía precio. La pasión, el corazón, la
mujer. Daría mi vida por ti. —Ahora, estaba a unos quince segundos de ponerla
sobre el mostrador. Era la superficie más cercana.

Entonces me miró con esos grandes ojos marrones que decían “Fóllame”. Podrían
haber estado diciendo: “Te amo, por favor hazme el amor apasionadamente”. Todo
lo que sabía era que mi polla estaba en estado de alerta. Las alarmas estaban
sonando, y la necesitaba.

La besé como un hombre hambriento por su próxima comida. Mis manos estaban
en su cabello mientras las suyas estaban en mi camisa. Toda mi sangre fue al sur.

Se apartó y me guió al árbol de Navidad.

—Por aquí, Romeo.

No tenía problema de hacerle el amor en el piso frente al árbol. La imaginé


desnuda con las lucecitas reflejándose en su cuerpo. Lamería cada punto que
parpadeara.

Agarró el control remoto y rápidamente encendió la música de ambiente navideño.


Era agradable, pero innecesario. Ya estaba de humor. Envolví mi brazo alrededor
de su cintura y la arrastré de regreso a mí. Cayó en mi pecho, soltando risitas,
mientras arrojaba su cabeza a un lado.

Era como uno de esos vampiros, concentrándome en mi fuente de vida. Lamí,


succioné, y mordí su cuello. Gimoteó, y su cuerpo tembló. Mis pantalones estaban a
punto de desgarrarse como los del Increíble Hulk.

Se dio la vuelta, enganchando su mano en mi cuello.

La acuné en mis brazos.

—Te amo, nena. —Apoyé mi frente contra la suya—. Vamos a abrir los regalos más
tarde, ¿cierto?

Me volvía loco. No era la forma en que el Sr. Hurst lo había explicado en la clase de
salud en sexto grado. Bueno, lo era, pero era más que eso. Mi polla y corazón
chocarían, y mi deseo por ella se convertiría en más que solo un dolor físico y
palpitante. Cuando la miraba a los ojos, me alcanzaba y se sujetaba a mí. Anhelaba
sus labios como alguien que necesitaba un gran vaso de agua en el desierto. Pero el
momento más increíble fuera de este mundo era cuando estaba dentro de ella.
Literalmente nos convertíamos en uno. No sabía que no era una persona completa
306

hasta que estuve con ella.


Colocó un beso extremadamente ligero en mis labios.

—Nop. Abriendo regalos ahora.

Mi cerebro falló en calcular. Mis manos se estiraron y jugaron con el dobladillo de


su vestido mientras acariciaba su muslo. Mis labios rozaron su mandíbula mientras
sus manos temblorosas sostenían mi rostro.

Respirando fuertemente, dijo:

—Liam, mírame. —Sus ojos era salvajes—. Regalos ahora.

Sosteniéndola en un fuerte abrazo, besé la cima de su cabeza. Quería besar otras


partes de su cuerpo, principalmente entre sus piernas, pero amaba a mi chica más
de lo que amaba a mi polla. Mi polla iba a sacrificarse por el equipo. Cerré mis ojos
y ralenticé mi respiración. Deseé pensar en otras cosas. ESPN. Sus ojos en llamas.
Desempates de la NFL. Sus suspiros. SportsCenter. La amo más que a mi polla.

—Está bien, abriremos los regalos ahora, pero no garantizo tu seguridad después
de los regalos.

—¿Quién dijo que quería estar a salvo? —Sus ojos bailaron juguetonamente—.
Peligro es mi segundo nombre —respondió con atrevimiento—. Pero primero,
quiero darte mis regalos, así que siéntate.

Mientras la música tocaba suavemente de fondo, el destello de las luces de Navidad


casi la hacían lucir angelical. Tirando su cabello a un lado, Dani se arrodilló junto al
árbol y recogió una caja grande.

—No creo que te haya visto tan hermosa antes.

—¿Más hermosa que en la clase de RCP? —preguntó, tímidamente.

Sonreí, asintiendo. Era asombrosa. Sus ojos atraparon mi mirada.

—Te amo —dijo mientras una dulce sonrisa tocaba sus ojos.

En ese instante, me enamoré de ella de nuevo.

Cuando llegó la mañana, me deslicé fuera de la cama, dejando a Dani


profundamente dormida. El piso de la sala de estar estaba cubierto de papel de
regalo. No habíamos tenido tiempo para limpiar. Había estado ocupado
307

disfrutando mi regalo favorito de todos: amándola. Los boletos Heat versus Lakers
fueron un segundo cercano, pero nada se comparaba al sentimiento de ser uno con
ella. Cuando encontré lo que estaba buscando, volví a meterme en la cama.

Lo que fuera que hubiera estado en su mente ayer se había desvanecido después
de haber llegado a casa. Mientras dormía pacíficamente, doblé mi codo, apoyando
mi cabeza en mi mano, mientras observaba su espalda subir y bajar lentamente.
Tiré su cabello fuera de su rostro suavemente y la miré. Hoy, no estaba siendo solo
un tonto. Quería ver su reacción cuando lo viera.

Después de espera unos buenos veinte minutos pacientemente, sentí justo el


despertarla. Froté mi rostro contra su cuello.

—Buenos días, nena. —La besé suavemente, mi lengua viajando por su mentón.

Su cuerpo se inclinó hacia atrás en mi pecho.

—Cinco minutos más —susurró.

¡Me pausó! Eché mi cabeza atrás en incredulidad. No aceptaría la derrota. Era la


mañana de Navidad, y todavía tenía un regalo que no había abierto. Mientras
mordisqueaba su oreja, llevé mi mano alrededor de su cintura. Mis dedos trazaron
diseños sobre su vientre y luego ascendieron entre sus tetas. Se retorció bajo mi
toque, frotándose contra mí.

—Feliz navidad, Bella Durmiente. Hora de despertar —susurré en su oído.

—Buenos días —murmuró, estirándose.

Cuando sus ojos revolotearon hasta abrirse, se concentró en el moño dorado en la


cima de la caja roja. Frotó sus ojos, y una amplia sonrisa se extendió a través de su
rostro. Agarrándolo, se dio la vuelta, y miré dentro de sus hermosos ojos marrones.

—Mmmmm, ¿qué podrá ser esto? —Mordiendo su labio inferior, se esforzó en


suprimir la emoción que bailaba en sus ojos.

—Parece que Santa pensó que fuiste realmente buena este año. —Besé la cima de
su cabeza.

Como una niña pequeña, comenzó a sacudir la caja, llevándola a su oreja.


Observaba mis ojos por una reacción.

—Ábrelo.

Tiró y jaló del moño. Frustrada, arrancó el papel y liberó la caja de su


308

confinamiento. Cuando sus delicados dedos la abrieron, su boca cayó, y sus ojos se
llenaron con lágrimas. Chilló.
—Oh Dios mío, esto es hermoso, Liam. Oh Dios mío. —Sus brazos vinieron
alrededor de mi cuello y me besó desesperadamente—. Gracias. Oh Dios mío.

—¿Recuerdas que me preguntaste si la llave que te di era la llave de mi corazón? —


No podía apartar mis ojos de ella.

Estaba sonriendo de oreja a oreja.

—Sí. —Asintió. Sus grandes ojos marrones se pegaron a los míos—. Esa fue una
noche increíble.

Cuando sus mejillas se volvieron de un bonito tono de rojo, coloqué un suave beso
en sus labios.

—Te amo, nena. No necesitas una llave porque tienes mi corazón. —Pasé mis
dedos sobre el colgante de diamante en forma de corazón—. Quiero que lo uses, así
siempre sabré que mi corazón pertenece junto al tuyo.

Una lágrima escapó de su ojo.

—¿Por qué eres tan bueno para mí?

Llevé mis labios a su rostro y besé su lágrima.

—¿Por qué siquiera tienes que preguntar? —Sacudí mi cabeza.

Sabía que Dani había sido herida. Hacía mucho que nos habíamos movido de su
pensamiento de que iba a ser un imbécil hacia su sensación de que no me merecía.
Momentos como estos me hacían querer patear a ese idiota de aquí al más allá.
Maldito sea por hacerle esto a ella.

—Podría preguntarte lo mismo —dije.

Cuando se enderezó, agarré el collar de sus manos mientras tiraba de su cabello a


un lado.

—Estás bromeando, ¿cierto? Eres el hombre más asombroso que he conocido.


Nadie me ha amado de la manera en que tú lo haces. No hay duda de eso. —Giró
para enfrentarme, tomando mi rostro con sus manos—. Nunca he amado a nadie
de la forma en que te amo. Necesitas saber eso. Te amo.

—Sé que lo haces. —Le di un rápido beso en los labios—. No me voy a ninguna
parte. —Enganché el collar, y el corazón cayó perfectamente en su pecho. Mis
dedos jugaron con el colgante—. Esta es la prueba. Cada vez que te preocupes, solo
309

recuerda eso que está yaciendo justo aquí junto a tu corazón es mío.
Colocó su mano sobre la mía, llevándola más cerca de su corazón. Clavó la vista en
mis ojos.

—Feliz Navidad. Gracias, nene.

—Esto justo aquí —dije, presionando mi mano gentilmente contra su pecho—, esto
es mío. Tu corazón está a salvo conmigo. Puedes confiar en mí. Nunca dejaré que
nadie, incluyéndome, rompa esto de nuevo.

Puso sus brazos alrededor de mi cuello, su rostro a solo centímetros del mío.

—¿Cómo es posible… —Respiró suavemente—, que el hombre que dejó que me


irme sin mi número de teléfono diga las cosas más poéticamente hermosas?

—Me inspiras. —Mis labios rozaron su sonrisa—. Feliz Navidad.


310
Capítulo 45
Dani

M
i cabeza descansaba en la curva del brazo de Liam. Con mi pierna
extendida sobre la suya, mi brazo estirado sobre su pecho mientras
yacíamos en el dormitorio oscuro. Esta era mi posición favorita para
dormir. Podía sentir su corazón latiendo mientras su calor me envolvía. Deslicé mi
otra pierna debajo de las sábanas para encontrar un lugar fresco en la cama.
Escuché el zumbido de la alarma, pero mi cuerpo estaba en un estado completo de
relajación. Se apartó cuidadosamente de debajo de mí. Giré sobre mi costado y
envolví su almohada con mis brazos, inhalando su aroma. En cuestión de minutos,
escuché la ducha corriendo.

Liam y yo habíamos pasado los últimos tres días juntos acurrucados. Era
exactamente lo que había necesitado. Lo que teníamos no era una ilusión.

Mis ojos estaban pesados por el sueño, pero mis oídos estaban sintonizados con
todo a mi alrededor. La ducha se detuvo. Podía escuchar a Liam moviéndose, y mi
cuerpo sintió su presencia. El aroma a café llenaba el dormitorio. Sabía que se iría
pronto. Dormiría cinco minutos más mientras él terminaba de prepararse. Siempre
y cuando estuviera durmiendo, todavía estábamos en nuestra gloria post-Navidad.

—Mmm —tarareé, sintiendo los labios de Liam contra mi frente. Me sacaron de mi


neblina matinal. Abrí mis ojos—. ¿Pensabas salir de aquí al estilo ninja?

Se sentó a mi lado.

—No estoy escapando. Solo estoy despertando a mi Bella Durmiente con un beso.

Usando su camisa polo gris de uniforme y pantalones cargo negro, estaba listo para
trabajar. Bajó la mirada hacia mí con los ojos llenos de amor. Sus labios se
311

curvaron en una sonrisa mientras sus dedos peinaban mi cabello.


—Entonces, esto te convierte en el Príncipe Encantador, ¿eh? Me gusta. Es mucho
mejor a que uses tus habilidades para escabullirte —dije, levantándome.

Envolvió sus brazos alrededor de mí, arrastrándome a su cuerpo.

—De todos modos, hubieras fallado. Siempre siento cuando no estás a mi lado. Es
uno de mis superpoderes.

—¿En serio? Una bomba podría explotar aquí, y dormirías a través de ello.

Se rio mientras me sentaba a horcajadas sobre él, causando que mi camiseta se


levantara.

—Una bomba, dormiría. —Entrelacé mis brazos alrededor de su cuello—. Tú


escabullendo, lo siento.

Sus ojos se oscurecieron de deseo mientras sus manos se deslizaban bajo mi


camisa, apoyándose en mi cintura.

—¿Estás segura que son superpoderes? ¿O solo es el hecho de que no puedes tener
suficiente de mí? —preguntó, su voz ronca.

Mi corazón se agitó ante su toque y sus palabras. Era una potente mezcla que me
volvía indefensa.

—Es una combinación —susurré en su oído—. Mis superpoderes son alimentados


por mi insaciable hambre por ti. —Mis dientes mordieron su lóbulo suavemente—.
Voy a extrañarte. Me has malcriado estos últimos días.

—¿Solo estos últimos días? Mierda, me estoy aflojando. —Levantó una ceja—. ¿Qué
planes tienes para hoy? —Sus brillantes ojos azules me cautivaron mientras sus
manos se deslizaban hacia arriba por mi camisa. Sus dedos empezaron a apretar y
pellizcar mis pezones.

Gemí suavemente mientras sentía el calor y el palpitar entre mis piernas. Mis
caderas se estaban moliendo contra su creciente erección.

—Estoy pensando en ir a yoga en un rato, pasar por mi casa para asegurarme de


que mis plantas están vivas, y luego tener mi salida de noche de chicas —jadeé,
extendiendo mis brazos alrededor de su cuello—. Prométeme que estarás a salvo.

Cuando me colocó sobre mi espalda, susurró:

—Lo prometo. —Después bajó sus pantalones, su punta me provocó—. Soy todo
312

tuyo, nena. Por siempre y para siempre, soy tuyo. —Sus labios rozaron los míos
cuando entró en mí.
—Me gusta cómo suena eso. —Lo besé, rozando mis labios cuidadosamente a lo
largo de su rostro.

El sexo con Liam —ya fuera hacer el amor lento y apasionado, o una follada
caliente y húmeda, o el rapidito antes del trabajo— tenían una cosa en común.
Estábamos conectados y completos mientras nos convertíamos en uno con el otro.

Nos sostuvimos por los pocos minutos que nos quedaban antes de que tuviera que
irse.

—Me siento mal de que estés renunciando a tanto porque soy neurótica. Al mismo
tiempo me encanta, pero no quiero que te resientas conmigo por ello —admití.

Su lengua humedeció su labio inferior.

—No estoy renunciando a nada. Estoy ganando todo. Tengo lo mejor de ambos
mundos. —Inclinó su boca hacia la mía y succionó mi labio inferior suavemente—.
No quiero que te preocupes por mí. No voy a ir a ninguna parte.

—¿Y sabes eso a ciencia cierta? —dije, medio burlándome. Enterré mi rostro en su
cuello, así no podría ver la preocupación en mis ojos. Tenía que olvidar esta
sensación perturbadora que tenía en mis entrañas.

—Tengo habilidades psíquicas. —Sus dedos trazaron el contorno de mi collar—.


Lo que yo veo es a ti y a mí por un muy largo tiempo. Vamos a tener una vida llena
de amor, familia y media docena de niños. La última cosa que voy a ver antes de
dejar esta tierra es tu hermosa sonrisa.

—No quiero pensar en que dejes esta tierra ahora o después, y realmente
necesitamos hablar sobre tus expectativas. Media docena de niños no van a
suceder, amigo.

No pude evitar sonreír. Habló sobre una larga vida y una familia. Ambas eran cosas
que quería con él.
313
Capítulo 46
Dani

D
espués de que caminé con Liam hasta la puerta, deseándole un buen y
seguro turno con un beso, miré alrededor de la sala de estar. Mi sello había
quedado por todo el lugar. En su mayoría eran sutiles toques, como el
arreglo de cojines en el sofá o la manta acomodada sobre la esquina del brazo. Era
también mi Kindle conectado en el enchufe y las revistas extendidas a través de la
mesita auxiliar. Me di cuenta de que estaba jugando a la casita otra vez. Aunque,
esta vez, era diferente. Ahora, estaba en casa.

Tenía un día ocupado por delante, y estaba emocionada de tener algún tiempo de
amigas.

Mi primera parada fue yoga. Metiéndome en el estacionamiento, vi el auto de


Madison. No había hecho yoga en casi una semana, y realmente estaba deseando
verla. Aun cuando era tosca, había algo acerca de ella que realmente me gustaba.

Entré y encontré un lugar vacío junto al tapete de Madison. Después de instalarme,


comencé a estirarme. La clase era intensa. Me maravillaba la flexibilidad y
tonificación de Madison. Hacía cosas maravillosas con su cuerpo. Sus movimientos
eran fluidos, fuertes, y enfocados, pero más que nada, era elegante. Trataba de
imitar sus posturas, pero sin importar cuán flexible me hubiera vuelto en las
últimas semanas, aún tenía un largo camino por recorrer antes de estar a su nivel.

Cuando la clase finalizó, pensé que iba a desmayarme. Me senté en el piso, mirando
hacia el espacio, cuando una mano apareció delante de mí. En su muñeca había un
hermoso brazalete que nunca la había visto usar antes. Madison sonrió
314
ligeramente. Se veía inusualmente delicada. Agarré su pequeña mano mientras me
ayudaba a levantarme.

—Gracias. Me sentí como una anciana. —Me reí.

—Ven, vayamos a buscar algo de germen de trigo. Te sentirás joven en poco


tiempo. —Después de que agarrara su bolso, apretó su cola de caballo. Ajustando la
correa de su bolso en su hombro, sacudió su muñeca, causando que su brazalete se
deslizara un poco en su brazo.

Mientras cruzábamos la calle, el humor de Madison cambió, y la delicada mujer que


se había inclinado para ayudarme a levantar se había ido. Ahora era remplazada
por una fuerte tipa dura que caminaba con la cabeza en alto, su mirada inflexible, y
su corazón escondido detrás de una fortaleza. Miré alrededor, preguntándome si
había algo que la hubiera provocado, pero no había nada fuera de lo ordinario.

Entramos en el familiar bar de jugos. Eché un vistazo a nuestra mesa que se


encontraba junto a la ventana de cristal.

—Amo tu brazalete. ¿Es nuevo? —pregunté, tratando de entablar una


conversación.

—Fue un regalo —dijo, mirando el tan bien conocido menú en la brillante pared
verde—. Solo déjalo ser. —Era impasible y distante.

Nunca había tenido que trabajar tan duro para hacer un amigo, y tuve que
preguntarme por qué me molestaba. Podíamos simplemente ser conocidas,
discutir de salud y nutrición, y seguir nuestros caminos felices. Yo era gran fanática
de un proyecto. Ella solo lucía como si necesitara un amigo.

Le di una palmadita en su hombro.

—Está bien, lo haré.

Después de que ordenara mi germen de trigo con un trago de mango y un batido


verde, nos dirigimos a la mesa. Organicé mis bebidas, preparándome mentalmente
para estas. Cuando levanté la mirada hacia ella, vi una diminuta brecha. Estaba allí
sentada con sus ojos ligeramente abatidos. Inclinó su cabeza con tanta suavidad.

Ofrecí mi último esfuerzo para darle la bienvenida dentro de la hermandad.

—Mis amigas y yo tendremos una noche de chicas. Vamos a Breathe. Me encantaría


que te nos unieras. —Apuré el trago e hice una mueca. Nunca era fácil—. Eh,
asqueroso.
315
—Dale tiempo. —Sacudió su cabeza y rio—. Tengo que trabajar esta noche, pero
gracias por pensar en mí —contestó educadamente.

Con eso, admití la derrota. Madison era un hueso duro de roer.

—Tal vez en alguna otra ocasión. —Sonreí rotundamente—. Um, sabes, ge estado
reflexionando sobre algo que dijiste recientemente. Tal vez podrías darme tu idea.
—Había reproducido esa conversación en un eterno circuito en mi cabeza.
Necesitaba sacarlo antes de que me volviera loca.

Se recostó en su silla, sorbiendo su batido verde.

—¿Esto va a llevarnos a uno de tus ojo por ojo?

—No estoy intercambiando información. Simplemente quiero entender a qué te


referías.

—Seguro, continúa. —Masticó su pajilla.

Apoyé mis codos contra la mesa.

—Dijiste que el amor era una ilusión, y luego insinuaste que estaba en negación.
¿Qué quisiste decir con eso?

Sus ojos revolotearon hasta el techo. Luego, los estabilizó sobre mí.

—¿Por qué importa lo que piense? —Encogió sus hombros y colocó su batido en la
mesa.

—Solo tengo curiosidad del por qué dices eso. Si no significaba nada, no lo habrías
mencionado. No me pareces el tipo de persona que dice cosas al azar. Parece que
seleccionas tus palabras con mucho cuidado, así que estoy curiosa de por qué me
dices esas cosas a mí.

—Sí, te dije esas palabras, pero no eran necesariamente acerca de ti. —Se
enderezó—. Daniela, eres inteligente, hermosa, y una muy buena persona.
También tienes a dos hombres compitiendo por tus afectos. Estás usando un collar
que asumo es de Liam.

Asentí mientras frotaba el colgante entre mis dedos.

—Y después tienes a Rick, quien resulta estar en Lincoln Road cada sábado,
cortejándote con nostalgia y esperanza. —Se inclinó contra la mesa—. Tienes que
decidir a quién mantener y a quién dejar ir. No creo que seas el tipo de persona
316

para tener una aventura. Esta no es una de tus novelas de romance. Estas son
personas reales, así que deja de vivir en una fantasía y decide.
Si fuera posible, mis ojos habrían salido de mi cabeza mientras mi boca caía y
golpeaba la mesa. Al menos, así era como se sentía. En cambio, la miré fijamente,
sin palabras. Parpadeé rápidamente.

—No puedo creer que esté teniendo esta conversación. ¿Por qué tengo que elegir?
No hay nada que elegir. Estoy con Liam, y así es como se queda. Rick sabe eso. Él y
yo solo somos amigos. Es inocente.

Negó con la cabeza, riendo.

—¿Eres realmente tan ingenua? —Su tono era duro y condescendiente—. ¿O


prefieres esconderte detrás de la racionalización y la negación? Mencionaste que
era inocente. ¿Crees que Liam lo vería de esa manera? ¿Cómo te sentirías si Liam
tuviera múltiples citas inocentes con un antiguo amor? Si lo que tienes con Liam es
real, entonces ¿por qué estás viviendo en el pasado con Rick? Dudo que ames a
Liam tanto como dices hacerlo. Solo es un comodín hasta que tengas agallas para ir
con quien realmente quieres: Rick. Ves, el amor es una ilusión.

La gata salvaje salió a jugar, y sus garras estaban afiladas. Arañó, masticó, y me
destruyó. La miré, traumatizada. Llevé mis temblorosas manos a mi regazo. Mordí
mi labio tembloroso y batí mis ojos para evitar que las lágrimas brotaran. No había
nada que pudiera hacer para aliviar el dolor causado por mi corazón palpitante.

—¿Ya terminaste? —pregunté, estabilizando mi mirada—. Estás tan fuera de lugar.


Estás equivocada. Fue un error discutir esto contigo. Obviamente estás
proyectando tus propias hostilidades en mí. Tal vez necesites dejar de negar lo que
estás sintiendo y ceder a lo que está pasando con tu maldito inconveniente
bloqueador de pollas. Puedes engañarte, pero no me engañas a mí.

Inclinó su cabeza a un lado, pasando su mano a través de la base de la línea de su


cabello

—Lamento si te molesto. Querías saber. Daniela, vives en la negación. Decídete. —


Cuando su teléfono sonó, le echó un vistazo, poniendo los ojos en blanco. Dejó
escapar una profunda respiración—. Tengo que irme. Diviértete con tus amigas. Si
no te veo, ten un feliz Año Nuevo. —Recogió su bolso—. Para que conste, estoy
perfectamente en contacto con la realidad. Él está enamorado de alguien más. —Se
alejó.

—Madison.

Se detuvo con la mano en la puerta, pero no se dio vuelta.


317

—Lamento ser una perra.


Asintió, abrió la puerta, y se fue.

Una cosa era cierta. Madison seguiría siendo un enigma. Debería haber escuchado
a Liam y no haber tocado eso con un poste de tres metros.

Enterré mi cabeza en mis manos. Sentía como si hubiera sido golpeada por un
camión Mack. Reproduje la conversación una y otra vez. Estaba segura de que
permanecería en una espiral. Está equivocada. Por supuesto, lo estaba. Lo que tenía
con Liam era real. Lo que Rick y yo teníamos era inocente. Tenía todo bajo control.
¿Por qué me llamó Daniela? Nadie me llamaba así excepto Rick.

Me enderecé. Me reusaba a permitir que las palabras de Madison me afectaran.


Estaba obviamente amargada y enojada. Definitivamente no estaba hecha para la
hermandad. Ninguna mierda. No hacía cosas de amiga, y ahora, entendía por qué.
Saqué mi teléfono y golpeé la pantalla porque yo sí hacía cosas de amigas.

Dani: Oye. ¿Qué estás haciendo?

Macy: Durmiendo.

Dani: Oh, sí. Levántate. Quiero pasar el rato contigo.

Macy: Acabo de salir de un turno de doce horas. Déjame en paz.

Dani: ¿Por qué estás trabajando en las noches?

Macy: Cállate. Ven aquí, pero estoy durmiendo.

Sabía que si iba a casa solo me obsesionaría con esas atrocidades que me arrojó
Madison. La única solución era pasar el día con Macy. Podríamos obtener
manicuras y pedicuras, nuestro cabello exagerado, y tal vez también añadir
masajes. Ya teníamos planes para la cena y salida nocturna De chicas de todas
formas. Podríamos tener un día de spa y hacerlo un evento de día completo. Esta
sería la distracción perfecta para borrar las palabras de Madison.

Al conducir hacia lo de Macy, decidí que tenía que hacer una parada importante.
Me detuve en la gasolinera, entré al mini supermercado, abrí el refrigerador, y
saqué una botella de seiscientos mililitros de refresco dietético. La condensación
fuera de la botella se sentía gloriosa contra mi mano. Desenrosqué la tapa.
Inclinando la cabeza hacia atrás, cerré mis ojos mientras llevaba la botella a mi
boca. Dejé que la efervescencia fluyera suavemente por mi garganta mientras me
llenaba una oleada de euforia.
318
—Ahhh, delicioso. —Dejé que la efervescencia y el néctar de los dioses endulzado
artificialmente calmaran mis nervios alterados—. Que se jodan Madison y el
germen de trigo.
319
Capítulo 47
Dani

E
ntré silenciosamente en el apartamento de Macy, poniendo mi bolso y mis
llaves en la encimera. Abrí la nevera y guardé la botella extra de refresco de
dieta que compré para más tarde. Mientras Macy dormía, me acurruqué en
su sofá. Esto me dio la oportunidad perfecta para relajarme, sacar mi Kindle, y
ponerme al día con mi última lectura. Era muy reminiscente de los días en que
había vivido con Macy durante mi drama postruptura con Rick. Legítimamente, me
mataría si supiera que estaba hablando con él ahora. Eso solo debería ser
motivación para detener mi tontería.

Las palabras de Madison me perseguían mientras imágenes de mi tiempo con Rick


se reproducían en mi cabeza. No había nada malo con lo que estábamos haciendo.
Todo era una coincidencia. Nadie estaba siendo lastimado. No se estaban cruzando
líneas. Solo habíamos tenido algunos momentos robados. Rick se aburriría
eventualmente. No había ninguna garantía de que estaría allí el próximo sábado. ¿A
quién estoy engañando? Estaría allí, al igual que había estado allí cada sábado
durante las últimas seis semanas. Tenía que estar con alguien. No había manera de
que no lo estuviera. No hacía la cosa de estar solo. No quería pensar en él con nadie.

Decidí que ya no iba a verlo, aunque quería hacerlo. Tal vez solo una vez más.
Quería ese tiempo con Rick. Hacía que el dolor desapareciera. Lo tengo todo bajo
control. Sabía que él quería más. Podía verlo en sus ojos, y podía sentirlo en su
tacto. No, está bien con lo que tenemos. Todo está bien.

Amaba a Liam. Sabía que no le gustaría nada de esto. ¿Es por eso que
convenientemente me olvidé de decirle? Lo odiaría. No sería Madison quien me
dijera que tomara una elección. Sería él.
320
Me sentía atrapada en dos direcciones: el pasado y el presente. ¿Por qué le dije a
Madison que puede que siempre amara a Rick? Estaba enamorada de Liam.

Fui sacada de mi ciclo de pensamiento destructivo cuando Macy me golpeó en el


hombro. Me volví, levantando la mirada.

Se paró frente a mí con los brazos cruzados, arrugando su frente.

—Tierra llamando a Dani.

—Eres una idiota. —Me enderecé, sacudiendo mis inquietantes pensamientos de


mi cabeza—. Estaba atrapada en mi libro. —Cuando cerré mi Kindle, no estaba
segura de si siquiera había abierto un libro—. Ahora que estás levantada, vayamos
por manicuras y pedicuras y tal vez un masaje. —Hablé en su idioma.

El semblante de Macy se iluminó.

—Debes querer algo si vas a cortejarme con un día de spa, no que fuera a negarme.
—Recogió su teléfono y empezó a hacer citas.

Miré mis manos. Necesitaba una manicura desesperadamente.

—Dispárenme por querer pasar tiempo con mi mejor amiga en el mundo entero
cuando estoy de vacaciones en casa. Vuelvo al trabajo el lunes, así que tómalo o
déjalo.

—Sí, inténtalo de nuevo. Soy tu mejor amiga en todo el mundo que está en período
de prueba. —Puso sus ojos en blanco, frunciendo sus labios.

—Bien, estás fuera de período de prueba, pero estarás muy decepcionada. No hay
nada que contar —mentí. Tenía muchas cosas de las que necesitaba hablar, como
la avalancha de pensamientos que me estaban ahogando.

Todo se reprodujo en mi cabeza una vez más. Miré a Macy sin saber qué hacer,
sabiendo exactamente lo que tenía que hacer.

Después de un día acicalándonos mientras evitaba las preguntas de sondaje de


Macy, me paré frente al espejo del baño. Ambas estábamos aplicándonos nuestro
maquillaje.

—No puedo creer que invitaras a esa zorra a nuestra noche de chicas. —Macy
resopló. Colocó el rímel en el mostrador—. Mira, sé que tienes este complejo de
321
salvadora, y te gustan tus gatos callejeros. Pero ¿siquiera consideraste que tal vez
no queramos salir con ella?

Puse mis ojos en blanco.

—Mace, relájate. Dijo que no podía. No me estás dejando terminar la historia. Por
cierto, deberías ver el brazalete que recibió por Navidad. Cuando le pregunté sobre
este, sus muros se levantaron. Esa mujer podría trabajar para la CIA. No creo que
nadie pueda romperla en un interrogatorio.

—Como sea. Estoy segura de que uno de sus papichulos se lo consiguió. —Macy se
miró al espejo, delineando sus labios.

—No tengo ni idea, pero ese no es el punto. No vas a creer lo que me dijo. —Dejé
mi maquillaje en el mostrador y me volví hacia Macy—. Está bien, entonces, ya que
estás oficialmente fuera de período de prueba, necesito hacerte una pregunta.
Realmente no me importa si hablas con Chris sobre eso… bueno, preferiría que no
lo hicieras, pero aquí va. ¿Crees que estoy jugando a la casa con Liam?

—Sí —respondió rápidamente. Sacó una muy bonita tonalidad rosa pálida de brillo
de labios para compensar sus ojos ahumados—. ¿Esa perra dijo que estabas
jugando con Liam?

—No, fue peor. Dijo que no lo amaba, que lo que teníamos no era real, y que estaba
viviendo en un mundo de fantasía. —Me apoyé contra el mostrador, preparándome
para la respuesta de Macy.

Me miró a través del espejo.

—Hablas con ella sobre tu relación con Liam, pero ¿estoy en período de prueba?

—Enfócate, Macy. No le hablé de mi relación en sí. Mencioné algo cuando estaba


tratando de sacar información de ella, y se equivocó totalmente. De todos modos,
ahora dice que lo estoy usando y que no lo amo. Incluso tú; rápidamente, podría
añadir; dijiste que estaba jugando a la casa. La última vez que hice eso, no salió
bien.

—Dani, hay muchas cosas pasando aquí. Gracias a Dios estoy fuera de período de
prueba, pero todavía no puedo creer que hayas hablado con esa puta. —Resopló,
mirando mi reflejo en el espejo—. Primero que nada, lo más importante para que
te pongas en esa cabeza dura tuya es que Liam no es Rick, ¿cuántas veces tengo que
decirte eso? —Cruzó los brazos e inclinó la cabeza hacia un lado—. Esa diabla está
equivocada con ustedes, chicos. Y solo estás jugando a la casa porque tienes miedo
322

de que te lastimará, lo cual creo que es estúpido ya que el hombre caminaría sobre
fuego por ti. Se ocupó de tu segunda tarjeta V, pasó la inquisición con gran éxito, y
te dio joyería para Navidad.

—Sí, soy un poco prudente, pero ¿hola? Me he abierto a él. Estoy prácticamente
viviendo con él, le di una llave de mi casa, y como tú tan elocuentemente lo pusiste,
le di mi segunda tarjeta V. —Me preguntaba si eso era suficiente. ¿Por qué no me he
mudado oficialmente? Tal vez yo me estaba conteniendo. ¿Tengo dudas
subconscientes? ¿Estoy perdiendo tiempo por melancolía por Rick? Eso era absurdo.

—Caray, escoges el momento más extraño para tener una sesión de terapia con el
Dr. Phil, de lo cual estoy tan emocionada ya que solo confías en Candace con estos
momentos. Sabía que mi momento llegaría eventualmente, y aquí está. —Agarró
mis manos—. Sí, no solo estoy fuera del período de prueba, sino que he sido
promovida.

—Macy, estás a punto de ser despedida. Candace está de vuelta, así que podría
tener esta conversación con ella. Guardaré mi conversación sexual para ti. —
Retrocedí, apoyándome en el lavabo.

—Voy a ignorar eso. —Guardó su maquillaje meticulosamente—. Déjame hacerte


una pregunta. —Se llevó el dedo a su barbilla, levantando una ceja.

Casi me reí. Se veía ridícula.

—Si Liam te pidiera que te casaras con él, ¿cuál sería tu respuesta?

—Sí —exclamé, sonriendo. Me casaría con Liam y tendría sus bebés. Por otra parte,
no me parecía que hubiera pasado tanto tiempo desde que pensé que iba a
casarme con Rick. ¿Por qué estoy repentinamente confundida?

—Entonces, dime, ¿es esto lo que te ha estado carcomiendo? ¿O hay algo más? No
se lo diré a Chris. —Entrecerró sus ojos, mirándome con recelo.

—¿No crees que esto es suficiente? —pregunté, sacudiendo mi cabeza.

Quería gritar, ¡Sí, hay más! Pero no había manera de que fuera a contárselo. Por
ahora, esto era más que suficiente.

—Si hay más, entonces la respuesta es no. —Me miró fijamente, implorándome que
me abriera.

Le devolví la mirada, encogiéndome de hombros.

—Bueno, ahora que estoy oficialmente fuera del período de prueba, dime… ¿es
323

bueno en la cama?
—Macy, eres imposible, pero está bien. —Levanté la mirada, recordando cada vez
que Liam y yo habíamos hecho el amor—. Es genial en la cama, en el auto, en el
suelo, bajo el árbol de Navidad, en el sofá, en la encimera, en la silla, en la ducha,
contra la pared, y en el barco. —Sonreí, pensando en cómo me tocaba, me besaba, y
me sostenía. No podía negar lo que sentía por él.

—Guau —dijo ella, abanicándose—. Eso es más de lo que puedo manejar. Estaba
en una hambruna, y ahora, me estás lanzando todo esto. Estoy sobrecargada de
información visual.

Dejen a Macy y sus teatros para hacerme reír cuando estaba al borde de un
colapso.

La acaricié en la espalda, riéndome y entré en su armario, el cual era casi como


entrar en una tienda departamental. La mujer sabía comprar. Revisé sus vestidos,
buscando el vestido perfecto para la noche.

—Macy, ¿qué crees que debo usar? Liam vetó el vestido que usé la última vez. —
Saqué algunos vestidos y los puse en la cama.

—Digo que no al vestido que usaste la última vez pero por diferentes razones. Liam
necesita relajarse. Te veías caliente —gritó Macy desde el baño.

—Creo que voy a ir con este sencillo vestido negro de una manga. Liam es solo
protector. Déjalo en paz. Me gustan sus maneras de hombre de las cavernas —dije,
sosteniendo el vestido delante de mí—. No te puedes equivocar con un pequeño
vestido negro.

—¿Recuerdas la última vez que estuvimos listas para salir? —preguntó Macy al
entrar en el dormitorio. Agarró un vestido pequeño y se metió en este—. Estuviste
hiperventilando, pensando en un bombero caliente que quería practicar RCP.

Sentí el calor subir a mi rostro mientras mi sonrisa se ensanchaba.

—Oh, sí, quería sentir ese movimiento lento, constante y profundo. —Llevé mi
mano a mi collar y jugué con el corazón—. Fue el día en que Liam tocó mi corazón
y me devolvió a la vida.

Macy puso sus brazos sobre mis hombros. Colocando su cabeza junto a la mía,
susurró:

—Nadie merece esto más que tú. —Me apretó los hombros—. Él es el trato real.
Creo que los dos hicieron clic en la forma en que lo hicieron porque el tiempo era
324

perfecto. Ustedes están destinados a estar juntos.


—Mace, eso fue hermoso. Gracias. —Estaba ahogada de emoción—. Honestamente
lo amo.

—Bueno, tengo mis momentos. Ahora, pon tu culo en marcha. Necesito mi dosis de
Chris. —Me golpeó el trasero y agarró su teléfono—. Le escribiré a Candace y le
haré saber que estamos listas para irnos.

Saqué mi teléfono de mi bolso.

Dani: Oye, guapo.

Liam: Estaba pensando en ti.

Dani: Esa línea se está haciendo vieja.

Liam: No puedes equivocarte con la verdad.

Dani: No discutiré con eso. A punto de salir.

Liam: Envíame una foto.

Dani: ¿No confías en mí?

Liam: Confía en ti. Solo quiero verte.

Estiré el brazo y sonreí a mi teléfono. Cuando presioné el botón, el flash se disparó.


Le envié la foto.

Dani: ¿Qué te parece?

Liam: Impresionante.

Dani: Me estás haciendo sonrojar.

Liam: Voy a hacer que hagas más que eso cuando llegue a casa.

Dani: Lo estoy imaginando.

Liam: Lo haré mejor de lo que puedas imaginar.

Dani: ¿Nos estamos poniendo un poco arrogantes?

Liam: No hay nada pequeño sobre mi polla9.


325

9Juego de palabras. Dani escribe: “Are we getting a little cocky?”. “Little cocky” puede ser “un poco
arrogante”, pero a la vez puede referirse a un pene pequeño.
Dani: Eso es malditamente seguro.

Liam: Diez horas.

Dani: Te amo.

Liam: Besos.

Macy se paró sobre mí, leyendo mis mensajes.

—Ustedes son tan lindos. Es realmente desagradable de una manera demasiado


indulgente y dulce.

Llevé mi teléfono a mi pecho y sacudí mi cabeza.

—Limites, Macy. Shh.

La cerradura se sacudió, y la puerta se abrió. La hermosa y perfecta Candace entró.


Su cabello rubio fluía perfectamente. Con su maquillaje impecablemente aplicado,
estaba usando un impresionante vestido sin mangas.

—Estoy de vuelta —anunció Candace, llevando sus brazos alrededor de nosotras.

Tres mujeres crecidas chillaban en deleite vertiginoso.

—Vamos, chicas. Tengo información de que hay Cosmos con nuestros nombres en
estos.
326
Capítulo 48
Dani

B
reathe era exactamente como lo recordaba. Gente hermosa se alineaba a lo
largo de la entrada acordonada. Cuando le dimos al musculoso portero
nuestros nombres, fuimos introducidas rápidamente, evitando la multitud.
La música pulsaba, y la emoción se hallaba en el aire, pero la energía era diferente,
casi hedonista.

Volví a la fatídica noche en que todo cambió para mí. Macy me había arrastrado a
través de hordas de gente mientras se había centrado en Chris, y entonces mi vida
había cambiado cuando había mirado esos ojos azules. Mi corazón se agitó ante el
recuerdo. Lo único que faltaba esta noche era la posibilidad de ese encuentro
casual que alteraba la vida.

Saqué mi teléfono.

Dani: Breathe no es lo mismo sin ti.

Liam: Hice una impresión duradera, ¿eh?

Dani: El tipo que dura para siempre.

—Dame eso —dijo Macy, tirando del teléfono de mi mano—. Estás en un club,
enviando mensajes a tu novio en una noche de chicas. —Metió el teléfono en su
bolso.

—Oye, ¿por qué hiciste eso? Puede que se preocupe si no respondo. —Me estiré
por su bolso.

—Me encargaré de esto. —Macy sacó mi teléfono y comenzó a tocar la pantalla.


327

Esta vez, yo estaba mirando por encima de su hombro.


Liam: No te diviertas demasiado. Besos.

Dani: Chicas antes que pollas. Con amor, Macy.

—Ahora relájate y diviértete —dijo con un vigorizante asentimiento.

Caminamos a través de la multitud, fuimos llevadas a la sección VIP, y nuestras


bebidas llegaron rápidamente. Levantamos nuestros Cosmos y bebimos por la
hermandad.

—Entonces, díganme, ¿de qué me perdí? —preguntó Candace. Bebió su Cosmo


elegantemente.

—Veamos —dijo Macy—, te has perdido los cambios de humor de Dani, los
sofocos, pérdida de apetito, aumento de la libido, arreglos de vivienda, y lo mejor
de todo, su nueva amiga, Madison la Piraña.

Puse mis ojos en blanco. Macy es tan dramática. Exhalé audiblemente.

—Ignórala. Me alegra que hayas vuelto. Te extrañamos mucho.

Candace sonrió, colocando su mano en mi brazo.

—Entendido. Cambios de humor, sofocos, pérdida del apetito y aumento de la


libido. Pero ¿cuáles son tus arreglos de vivienda? ¿Y quién es Madison?

—Efectos secundarios de mi píldora anticonceptiva —resoplé—. He estado


pasando mucho tiempo en casa de Liam.

—Está viviendo allí en una capacidad no oficial —aclaró Macy—. Se detiene en su


casa para recoger el correo y luego vuelve a la suya. Incluso está decorando.

—Te odio, Macy.

Me sentía expuesta. No quería tener que defender mi relación con Liam, no con
Macy, Candace o Madison. Solo quería que me dejaran en paz. Terminé mi bebida y
pedí otra.

—Oh, vamos —dijo Candace, dirigiéndose hacia mí graciosamente—, no odias a


Macy, y me encanta que las cosas contigo y Liam se muevan tan bien. —Envolvió su
brazo libre alrededor de mí mientras su cabeza descansaba sobre mi hombro—. Te
lo mereces todo, Dani. Es tu turno. Ahora, cuéntame sobre tu nueva amiga,
Madison. ¿Crees que la odiaré tanto como Macy?
328

—Dani, ¿por qué no le cuentas a Candace por qué Madison no está aquí? —Macy
sonrió.
—Lo declararé de nuevo. Te odio. —Tomé un largo sorbo de mi Cosmo. Podía
sentir los efectos del alcohol en mi cuerpo—. Odiaras sus entrañas, Candace. Es
una zorra. Tiene sexo por deporte, no tiene relaciones, y no tiene amistades. —Bebí
un poco más—. Y me dijo que estaba usando a Liam como un marcador de posición
hasta que tenga la agallas de… —Tomé otro sorbo—. Estar con el hombre que
realmente quiero. Pero para su crédito, es inteligente y puede contorsionar su
cuerpo de maneras que a Liam le encantaría que yo hiciera.

—Tienes razón. No me caería bien —dijo Candace, metiendo su cabello detrás de


su oreja.

Cuando terminó su primer Cosmo, me encontraba lista para mi tercero.

—Y, ya sabes, está equivocada acerca de ti y Liam. Los he visto a los dos, y esa
lujosa joyería alrededor de tu cuello me dice que cierto bombero está caliente por
ti. —Se rio de su propio juego de palabras.

¿Por qué Macy tuvo que nombrar a Madison? Ahora, tenía pensamientos de mi cita
con Rick reproduciéndose en mi cabeza. Imágenes de su sonrisa con hoyuelos, la
forma en que había colocado su mano sobre mi espalda mientras habíamos
caminado, y la forma en que me había mirado destellaba en mi mente. Me estaba
cortejando. La voz condescendiente de Madison me estaba gritando que escogiera.
Cuando cerré los ojos, vi la mirada cariñosa de Liam, y pude sentirlo cerca de mí.
Lo amo. Madison estaba equivocada. Pero si tuviera que elegir, elegiría a Liam. Era
tan simple como eso. Sabía lo que tenía que hacer, y no había momento como el
presente.

—Oye, estaba pensando que deberíamos mover nuestro brunch más cerca de casa
—dije indiferentemente. Bebí a sorbos mi trago mientras mi corazón martilleaba
en mi pecho.

La cabeza de Macy giró de golpe y sus ojos se entrecerraron.

—¿Qué demonios?

—Dani… —Los ojos de Candace se agitaron—. ¿Qué te trajo a esto? Amas ir a


Lincoln Road, así puedes ver tus espectáculos de raritos. ¿Qué hay de Françoise? Lo
amas.

—No pensé que fuera un gran problema. —Terminé mi tercera bebida—. Amo más
a Liam. Macy, si estuviéramos más cerca de casa, tendrías más tiempo con la polla
de Chris. —Me giré hacia Candace—. Nunca te ha importado dónde nos
329

encontremos mientras lo hagamos. Es lo más inteligente que podemos hacer.


Podemos encontrarnos en el Gables o South Miami. ¿Por qué ir hasta la playa?
Esta era la única manera. Tenía que alejarme de la fuente de la tentación. Ya no
podía ver a Rick. Había hablado del destino. Bueno, dejemos que el destino lo cruce
en mi camino de nuevo. Me odiaba por querer verlo una última vez, pero Liam no se
merecía esto. No podía seguir haciéndolo. Tenía que detenerme, y luego estaría
terminado.

—Vamos a interrumpir tus bebidas. —Macy agarró mi vaso de mi mano—. Estás


hablando tonterías.

Tenía coraje líquido. No tenían ni idea de que esto era lo más cuerda que había
estado alguna vez. Mi cabeza comenzó a girar. Estaban hablando demasiado
rápido. Quería tener media docena de bebés con Liam.

—Tengo que estar de acuerdo con Macy aquí —dijo Candace.

Estupendo. Me estaban atacando en grupo.

—¿Qué significa amar más a Liam y qué tiene que ver con esto? —añadió Candace.

Mierda, se dio cuenta de eso.

—Y Macy tiene suficiente exposición al pene de Chris. —Hizo una pausa—. Por lo
que a mí respecta, me gusta ir a Van Dyke’s. Me gusta la tradición. Así que explica
qué tiene que ver con Liam.

—Esto no tiene nada que ver con Liam —mentí, diciendo mis palabras muy
lentamente. Señalé al camarero por otro Cosmo—. Solo quiero hacer algo
diferente. —Hice una pausa—. Hemos estado yendo a Lincoln Road por casi dos
años. —Levanté dos dedos—. Uno. Dos. —Los conté—. La vida ha cambiado desde
que empezamos a ir allí. Quiero hacer cosas de otra manera. Necesitamos un
comienzo limpio.

—¿Comienzo limpio? —Candace levantó una ceja en confusión.

Sí, quería limpiarme porque me sentía sucia.

—Candace… —dije lentamente. Mierda, esos Cosmos me golpearon fuerte—. Es el


tiempo de propósitos de Año Nuevo. —Solté una risita—. Fuera lo viejo, y entra lo
nuevo.

—Esta es la mierda loca de la que he estado hablando —dijo Macy, señalándome—.


Ves, Candace, te dije que le sucedía algo.

Dejé escapar un profundo suspiro.


330
—No ocurre nada. Solo pensé que podíamos hacer las cosas de otra manera ya que
tú —dije, mirando a Macy—, ni siquiera querías seguir con el brunch mientras
Candace se fue. Solo estoy sugiriendo un lugar más cercano. Lo que sea. Me rindo.
Que sea Van Dyke’s. —Me puse de pie sobre mis piernas tambaleantes mientras mi
cabeza giraba—. Si me disculpan, por favor, voy al baño.

—Iré contigo —dijo Candace, saliendo de su asiento.

—Por favor. —La despedí—. Volveré enseguida.

Bajé la escalera, aferrándome a la barandilla. La multitud era espesa. Cuerpos se


presionaron contra mí mientras me dirigía al pasillo cerca de la barra. Me sentí
aliviada al ver la entrada que conducía al baño vacía. Necesitaba espacio.

El pasillo se hallaba tenuemente iluminado. Pasé mi mano contra la pared negra


para equilibrarme, balanceándose de lado a lado. Una luz parpadeó cuando la
puerta del baño se abrió y dos chicas salieron. Parpadeé, ajustándome al cambio.
Me detuve por un momento, respirando despacio, mientras deseaba estar sobria.

—Dios, te ves increíble —susurró en mí oído detrás de mí.

Mi pulso se aceleró.

—Rick, ¿qué estás haciendo aquí? —pregunté, dándome la vuelta. Fui sorprendida
porque no lo esperaba y porque me gustaba que estuviera aquí.

—Cariño, ¿por qué no estaría aquí? Una mejor pregunta es, ¿qué estás haciendo
aquí? ¿No deberías estar acurrucada con un libro junto a tu novio? —Se acercó más
a mí—. El destino debe estar diciéndonos algo. —Sus labios se curvaron en una
sonrisa con hoyuelos.

No sabía qué era más embriagador, su aroma o los Cosmos que había bebido. Pensé
en Liam. Lo amaba, honesta y verdaderamente. Pero, en ese momento, solo veía
esos ardientes ojos y esa sonrisa con hoyuelos, llevándome a otro tiempo. Más allá
de mi mejor juicio, me encontré deseando este momento. No significaría nada.
Terminaría antes de empezar.

¿Es el destino, casualidad o coincidencia? ¿Qué está haciendo aquí? Esto no era parte
de mi plan. No podía escapar de él a pesar de que estaba tratando de hacerlo. El
destino estaba haciendo esto imposible. Cualquier resolución que me hubiera
quedado se estaba desvaneciendo rápidamente. El zumbido del licor mezclado con
mi curiosidad y el misterio detrás de estos encuentros creó un anhelo
desenfrenado. No estaba pensando en el pasado, el presente, o el futuro. Me
331
encontraba en el momento, y quería lo que fuera esto. Sería solo un minuto, un
breve resplandor en el tiempo. Nada iba a suceder.

Parpadeé, tratando de recobrar mi compostura.

—Estoy aquí con las chicas. Mi novio, a quien amo mucho, está trabajando.

La brecha entre nosotros desapareció, y sus ojos se encontraban enfocados en mi


boca. Instintivamente, lamí mi labio inferior y lo mordí. Rio seductoramente,
causando que un temblor vibrara en mi pecho. Cuando rozó mi rostro con el dorso
de su mano, un escalofrío recorrió mi cuerpo. Mis ojos se cerraron ante la
sensación. Cuando los abrí, su penetrante mirada estaba centrada en mí.

Con voz baja y ronca, dijo:

—Aún no soy una amenaza… a menos que quieras que lo sea.

La energía entre nosotros era eléctrica. Cuando mis ojos bajaron a sus labios, mi
boca se abrió ligeramente. Necesitaba alejarme. Esto se estaba poniendo
demasiado intenso.

Su otro brazo se envolvió alrededor de mi cintura mientras me acercaba a él.

—Daniela, dime que me detenga. Dime que me vaya, y lo haré. Solo dilo. Haré lo
que quieras.

Pasión y deseo ardían dentro de mí mientras apretaba mis piernas suavemente, mi


cuerpo ansiando sentir su toque.

—Dime lo que quieres. Quiero que dejes de negar lo que ambos sabemos que
sientes. Deja de ignorar lo que quieres… lo que ambos queremos.

Este era el momento que pensé que podía manejar. La pasión erótica que fluía
entre nosotros era abrumadora. Quería que me tomara allí mismo. Sabía que podía.
Podría levantar mi vestido y follarme contra la pared. Recordé lo que se sentía
tener su cabeza enterrada en mi cuello mientras su polla entraba en mí. Mientras
pensaba en que me tocara, mis ojos se agitaron, y jadeé. Esto estaba tan mal.

Cerré los ojos y lo empujé. Mirando hacia otro lado, enderecé mi vestido.
Temblando, dije:

—Rick, ambos hemos bebido mucho. Por favor. No podemos hacer esto. Amo a
Liam. Nunca haría nada que lo lastimara. Tienes que detenerte.
332

Se inclinó y besó mi mejilla, rozando la comisura de mis labios.


—Tienes razón. Lo siento mucho. Me dejé llevar. Perdóname, por favor. —Sonaba
sincero. Pasó sus manos por su cabello mientras miraba hacia otro lado.
Mirándome de nuevo, dijo—: Valoro nuestra amistad. Fue un error. Lo siento.
Cuando te vi aquí, recordé otros tiempos. Por favor, no te enojes conmigo. —Bajó la
cabeza e hizo un puchero. Deslizó sus manos en las mías.

—No estoy enojada contigo. —Mi corazón latía audiblemente—. Pero esto no
puede suceder.

—Cuando te veo, es como lo que solíamos ser. —Entrelazó sus dedos en los míos—
. ¿No lo sientes también?

Cuando desvié la mirada, se acercó más, presionando su cuerpo contra el mío.

—Esto está mal —murmuré.

—Cariño, hagámoslo bien. Haré lo que quieras —susurró en mi oído—. Piensa en


ello. El destino nos juntó de nuevo. Deja de luchar contra esto.

El momento se convirtió rápidamente en un error. Soltando sus manos, acuné su


rostro, mirándolo a los ojos.

—¿Por qué estás haciendo esto? —No quería saberlo. Mi cabeza estaba girando, y
mi cuerpo estaba ansiando su toque. Tenía que escapar—. Mis amigas se van a
preguntar qué me está tomando tanto tiempo. —Cerré mis ojos y luego los abrí
lentamente—. Lo amo.

—Ve. —Llevó mis manos a su boca y las besó.

Mis piernas se sentían tambaleantes mientras me alejaba de él lentamente.

—Daniela.

Miré hacia atrás por encima de mi hombro.

—Solo piensa en ello.

Me alejé y me escondí en el baño. Detrás de la puerta cerrada de un


compartimento, mi cuerpo se sacudía mientras palpitaba, deseando su toque. No
podía sacarme la sensación de la presencia de Rick. Lo sentía sobre mí y en mí. Su
olor persistía en mí, causando que un escalofrío de deseo se disparara a través de
mí. Estaba desesperada por liberación. Mis piernas estaban fuertemente apretadas
mientras mi corazón latía salvajemente.
333

Cuando cerré los ojos, vi el rostro de adoración de Liam. Mi cabeza cayó en mis
manos. Esto estaba tan mal. Tenía que detenerme. Pensé que había querido ese
momento con Rick, pero luego no lo hice. ¿Estoy luchando contra lo inevitable?
¿Cómo puedo amar tanto a Liam, pero desear tanto a Rick? Mi cabeza estaba
girando.

—Dani, ¿estás aquí? —preguntó Candace.

—Estoy aquí —dije, abriendo la puerta—. Tengo que irme a casa. No me siento
bien.

Se acercó a mí y me ayudó en el lavabo. Salpiqué un poco de agua en mi rostro y


luego permanecí allí, mirando el reflejo. El colgante que Liam me había dado se
hallaba perfectamente sobre mi corazón.

—Hablaba en serio cuando dije que regresé. Estoy aquí para ti. —Candace frotó mi
espalda.

Sonreí completamente.

—Gracias. Necesito ir a casa.

Me giró gentilmente hacia ella. Sus delicadas manos se apoyaron en mis brazos.

—¿Liam ha hecho algo? —Sus ojos estaban buscando la verdad que yo estaba
ocultando.

—Liam es demasiado bueno para mí. —Me di la vuelta y caminé hacia la puerta—.
Te encontraré al frente. ¿Puedes traer mi bolso? Necesito un poco de aire fresco.

—¿Dani?

—Candace, Liam es maravilloso y perfecto. He bebido demasiado. Estoy teniendo


un momento de baja autoestima. Deja de tratar de ser mi madre. Todo volverá a
ser maravilloso por la mañana.

Me quité los zapatos mientras atravesaba la puerta, dirigiéndome directamente al


dormitorio. No tenía la energía para sacarme el vestido. Me senté en el piso del
dormitorio, abrazando mis rodillas, mientras me balanceaba de un lado a otro.
Bebí demasiado.

Oh, Dios mío, ¿en qué estaba pensando? Estuve a cinco segundos de convertirme en
una puta mentirosa y tramposa. Mientras miraba alrededor del dormitorio
334

débilmente iluminado, mi estómago se revolvió. Después de agarrar mi teléfono,


me arrastré hasta el baño y apoyé mi cabeza en el inodoro.
¿A qué me he reducido? Cuando mi cuerpo vomitó, probé la infamia de mis acciones.
Las lágrimas fluían por mi rostro mientras los secretos salían de mi cuerpo. Las
mentiras por omisión me ahogaron. Jadeé mientras mi cuerpo se convulsionaba, el
reflejo contrayendo mi estómago. No podía soportarlo más.

¿Y si Madison tenía razón? No podía estar en lo correcto. Se equivocaba. Amaba a


Liam, pero tal vez no había terminado con Rick.

Me puse de pie y contemplé mi pálido reflejo. Mi rímel había manchado mi rostro.


Enjuagué mi boca y lavé mi rostro.

Mi teléfono sonó, sorprendiéndome. La emoción que asaltaba mi alma erupcionó


en un torrente de lágrimas. Limpié mi rostro con el dorso de mi mano.

—¿Hola? —respondí, dirigiéndome a la cama.

—Nena, ¿estás bien? Suenas como si estuvieras llorando —dijo Liam con
preocupación—. Chris me envió un mensaje de texto para que te revisara. Algo
sobre estar enferma.

—Estoy bien. Solo bebí demasiado —mentí de nuevo, algo así—. Por favor, no te
preocupes por mí. Deberías estar durmiendo.

—¿Por qué estás llorando? —preguntó cariñosamente.

—Tuve un día difícil. Madison dijo algunas cosas hirientes. Macy y Candace se
unieron en mi contra. Estoy a punto de tener mi período. Mézclalo con cuatro
Cosmos, y soy un lío emocionalmente hormonal. Solo ignóralo y ve a dormir.

—Te amo. Odio cuando lloras. Tu sonrisa es demasiado hermosa para esconderse
detrás de lágrimas. —Hizo una pausa—. Hablaremos de lo que pasó con tus amigas
cuando llegue a casa.

—Liam, te amo tanto. De verdad. Realmente lo hago. —Apreté su almohada contra


mi pecho.

—Lo sé. Yo también te amo. Puedo quedarme al teléfono contigo hasta que te
duermas. Quiero que tengas dulces sueños.

—Eres mi sueño hecho realidad, Liam. Ahora no te preocupes por mí y vete a


dormir. Estoy bien. Te veré por la mañana.

—Buenas noches. Te amo.


335

—También te amo.
Me sentía emocionalmente agotada. Me arrastré bajo las sábanas y me quedé
dormida.

A la mañana siguiente, me desperté cuando sentí el hundimiento de la cama. Sus


amorosos brazos me rodearon. Rodé hacia él, mirando sus hermosos ojos azules.

Acarició mi rostro, sonriendo.

—Buenos días, preciosa.

Extendiendo mis brazos alrededor de él, lo abracé con todas mis fuerzas.

—¿Preciosa? Tengo el cabello despeinado de dormir y aliento mañanero.

Se apartó, metiendo mi cabello detrás de mis orejas. Llevó sus labios a mi boca.

—No te atrevas a hablar mierda sobre la mujer que amo. Eres hermosa.

Cuando mis labios se separaron en una sonrisa, me besó con amor, pasión, deseo, y
posesión.

Su amor era tan real, tan profundo, y tan apasionado.

Me estaba asfixiando en mi engaño.


336
Capítulo 49
Rick

M
artini Bar estaba repleto para la víspera de Año Nuevo. Cuando vi a
Bruce en la barra, hizo señas con la cabeza de que Madison estaba en la
parte de atrás. Íbamos a celebrar esta noche. Conocerla fue una
bendición. Había creado la cantidad correcta de duda en la cabeza de Daniela y
luego me dijo dónde estaría la otra noche. Estaba un poco retrasado, pero
considerando la perspectiva, no podía quejarme. Todo estaba cayendo en su lugar.

Zigzagueé a través de la multitud y caminé por el familiar y extenso corredor. La


puerta de Madison estaba ligeramente abierta y terminé de empujarlo. Usando mí
traje Hugo Boss negro y una camisa blanca lisa abotonada, me recosté contra el
umbral mientras la observaba. Estaba parada detrás de su escritorio, revolviendo
papeles. Maddy estaba balanceándose en un pequeño vestido de lentejuelas negro.
Cuando incliné mi cabeza a un lado, vi que su vestido no iba mucho más abajo que
su trasero. Maddy estaba al acecho esta noche.

Cuando levantó su mirada hacia mí, su expresión cambió totalmente.

—¿Qué estás haciendo aquí, Rick? —preguntó, colocando sus manos sobre el
escritorio por apoyo.

El brazalete que le había dado por Navidad colgaba de su muñeca mientras su


rubio cabello caía en cascada al frente de su vestido.

—Bueno, Maddy, es Año Nuevo. Estás aquí, así que estoy aquí —dije, señalando lo
evidente—. Por cierto, te ves hermosa esta noche. —Guiñé un ojo.

Caminando alrededor de su escritorio, me hizo un gesto para que entrara a su


oficina y cerré la puerta detrás de mí. Se reclinó contra este. Sí, ese vestido es
337

demasiado corto.
—Cariño, ¿sabes cómo celebro en Año Nuevo? —cuestionó Madison tímidamente.

Me senté en la silla de cuero justo frente a ella y admiré la vista.

—Ilumíname. La mayoría de la gente lo hace con champán. Veo que tienes eso justo
aquí —afirmé, apuntando hacia su escritorio—. Y un beso de medianoche.

Lanzó su cabeza hacia atrás, alargando su cuello, y rio. Luego se enderezó y me


miró.

—Bueno, no soy muy tradicional. Me gusta tener una polla dentro de mí, así puedo
celebrar Año Nuevo con un orgasmo.

Toda esta discusión estaba molestándome demasiado. Ella merecía algo mejor que
eso, y había estado trabajando malditamente duro para proteger su coño.

—Hagamos que Año Nuevo sea diferente este año —sugerí.

Inclinó su cabeza a un lado y frunció los labios.

—Mmm, ¿y por qué?

Madison era mi mejor amiga y me preocupaba por ella. Me puse de pie, me


acerqué, y sostuve sus manos. Mirándola a los ojos, dije:

—Hagamos resoluciones de año nuevo. Mereces algo mejor que tus aventuras de
una noche.

Arrancó sus manos fuera de las mías. Frunció el ceño, y sus ojos azules se nublaron
con intensidad.

—Maddy —dije, acariciando su rostro con el dorso de mi mano—, mereces más.

—¡Jódete! —gritó. Caminó detrás de su escritorio, poniendo algo de distancia entre


nosotros—. ¿Merezco lo que tiene Daniela? Porque la última vez que revisé, su
mente estaba siendo jodida por ti. Está siendo manipulada y engañada. ¿Para qué?
¿Para que pueda jodidamente perder a un hombre que la adora con todo su
corazón? ¿Para que se pueda convertir en tu follada garantida? Sí, eso es
exactamente lo que quiero. Entonces, ¿cuál es tu maldita resolución de Año Nuevo?
¿No ser tan imbécil?

Esas eran palabras de pelea. ¿De dónde infiernos venía todo esto?

—¿Cuál es tu jodido problema, Madison? —grité—. Daniela no va a ser mi follada


garantida. Tal vez eso es lo que necesites en lugar de prostituirte con cada Tom,
338

Dick y Harry.
Se puso violenta y lanzó su grapadora hacia mí. La esquivé, y golpeó la pared

—¿Estás jodidamente loca, lanzándome esa mierda? Podrías haberme hecho daño.

—Jódete, Rick, por llamarme una jodida puta. Al menos no estoy delirando. Sé
quién soy. Follo con quien quiero cuando quiero. Soy quien toma las decisiones. No
soy como las Daniela del mundo que tienen la ilusión de que su follada garantida
sea algo más que eso. Realmente piensan que tu tipo da una mierda por ellas, pero
es una mentira. Abandonaste su lamentable trasero porque estaba volviéndose
demasiado real para ti, y ahora, la quieres porque está con alguien más.

—Eres una jodida perra amargada. No soy el mismo hombre que era entonces —
dije, vomitando el mismo veneno que ella—. Quiero estar con ella y tener la vida
que estábamos destinados a vivir. Jódete por decir esa mierda. —Me pasé las
manos por el cabello. Estaba tan jodidamente enojado. Mierda. Estaba listo para
lanzarle algo. Solo quería que cerrara su jodida boca.

—Todavía eres el mismo viejo Rick. Eres el loco que piensa que es diferente. Eres
un bastardo egoísta y un imbécil. Ese hecho, mi querido, no ha cambiado. Cuando
descubra lo que has hecho, ¿realmente piensas que te verá como el hombre que le
vendiste? ¿Entonces qué? Se habrá quedado con nada. Has jodido la vida de todos
aquí. ¿Y sabes qué? —Hizo una pausa y tomó un trago de champán directo de la
botella—. Soy una jodida cómplice por ayudarte. Ahora, vete a la mierda. —Hizo un
gesto a la puerta con una mano mientras sostenía la botella de champán en la
otra—. Es casi medianoche, y quiero echar un jodido polvo.

Era un hombre poseído. Escuché la cuenta regresiva mientras caminaba detrás de


su escritorio. Parado a centímetros de ella, estaba lo bastante cerca que podía
sentir su corazón latiendo. Alcé su mentón. En una voz de mando, dije:

—Jodidamente no apartes tus ojos de mí.

Cuando el reloj golpeó las doce, le quité la botella de su mano y bebí de esta. Luego,
dirigí la punta sobre su boca, provocándola, hasta que envolvió sus labios
alrededor de esta seductoramente. Inclinó su cabeza hacia atrás mientras el
champán se derramaba en su boca y goteaba hacia su mentón.

Coloqué la botella detrás de ella, y luego me estiré hacia ella. Mientras aplastaba mi
boca furiosamente en la suya, sus labios se separaron, abriéndose para mí.
Nuestras lenguas exploraron y bailaron juntas. Arrastré su cuerpo hacia el mío,
presionando mi jodida erección contra ella. Sus dedos rastrillaban y jalaban a
través de mi cabello. Pasé mi lengua a lo largo de su mentón, lamiendo los restos
339

de champaña. Joder, sabe deliciosa.


Zigzagueé mis manos a través de su cabello, tirando su cabeza hacia atrás, mientras
mordisqueaba detrás de su oreja. Mis labios descendieron, soplando en su cuello
suavemente. Ronroneando, pasó su lengua a lo largo de la concha de mi oreja y
luego succionó. Mis manos se deslizaron a su pecho. Agarré sus tetas y amasé sus
pezones hasta que se endurecieron por mí, justo como me gustan.

Retrocediendo, la miré con deseo enloquecido. Nuestras respiraciones eran


rápidas y frenéticas. Bajé su vestido, exponiendo sus hinchadas tetas. Joder. Sus
pezones eran rosas y estaban duros. Lamí mis labios y los envolví alrededor de
uno. Sintiéndola dentro de mi boca, mi lengua se arremolinaba y succionaba. Gimió
mientras mi pulgar e índice pellizcaban su otro pezón. Me sentía jodidamente vivo.

La empujé sobre el escritorio, observando mientras sus ojos se oscurecían con


intensa pasión. Su pequeño vestido negro se subió a su cintura, exponiendo su
tanga de encaje negro, mientras sus piernas se envolvían alrededor de mis caderas.
Tenía que tocarla. Extendí mi mano entre sus piernas. Cuando ahuequé su coño, mi
polla palpitó.

Gimió.

—Ahhh, Rick, eso se siente tan bien… Rick.

Se sentía jodidamente increíble. Quería devorar su coño con mi boca, saboreando,


lamiendo, y comiéndomela.

Mis ojos se enfocaron en sus sensuales labios. Esa boca que me había insultado y
vuelto loco. Era la que odiaba y amaba. Lamí su labio inferior y lo succioné.
Pasando mis dientes sobre este, la mordí, y gimió en mi boca. Joder. Casi me corrí
en mis pantalones. Jaló de mi chaqueta, y la dejé caer al suelo. Desabotonó mi
camisa, la sacó de mis pantalones, y comenzó a pasar sus manos sobre mi pecho.
Cuando alcanzó mis pantalones, sostuve sus manos, inmovilizándolas detrás de su
espalda.

—No las muevas. —Yo estaba tomando las decisiones.

Con sus ojos todavía enfocados en los míos, mis dedos comenzaron a provocar la
costura de su tanga. Empujando la tela a un lado, deslicé mi dedo sobre su coño
mojado, apretando su clítoris. Deslicé dos dedos dentro, doblándolos, mientras
encontraba su punto G. Su boca estaba abierta mientras sus ojos brillaban. Joder.
Estaba moliéndose contra mi mano.

En una voz ronca y baja, le pregunté:


340

—¿Te gusta cuando te toco?


Los sonidos proviniendo de su boca eran jodidamente calientes.

—Sí —jadeó. Se inclinó hacia atrás y gimió—: Por favor, no pares. Oh Dios, esto se
siente tan jodidamente bien.

—Ruégame, Maddy —gemí en su oído. Lamí a lo largo de su clavícula antes de


trasladarme a sus tetas. Joder. No podía conseguir suficiente de sus tetas. Quería mi
polla apretada entre estas.

—Jódete —siseó entre gemidos, todavía moliéndose contra mi mano.

—¿Quieres que te folle? —Froté mi polla dura como piedra contra su pierna—.
Ruégame.

—Estoy casi allí, Rick… sí.

Deslicé mis dedos fuera lentamente y abrí su coño de par en par. Agachándome,
lamí mis labios y luego pasé mi lengua por el interior de su muslo. Colocó sus
talones en mis hombros. Su coño estaba llamándome. Necesitaba saborearla y
sentirla contra mi boca.

En cambio, me retiré y me puse de pie, mirándole. Sus piernas se deslizaron a lo


largo de mi cintura. Mi polla palpitó. Joder. Estaba tan enojado con ella, pero al
mismo tiempo, estaba hambriento por ella. La odiaba, pero no podía conseguir lo
suficiente de ella. Era tan hermosa, y sabía que sería mi fin. ¿Qué carajos me está
haciendo? Rocé mi mentón contra su cuello mientras cerraba mis ojos e inhalaba su
perfume.

Con mis dedos aún acariciando su coño, susurré:

—Piensa en mí cuando estés follando esta noche. —Los saqué y los lamí. Joder,
sabe fenomenal.

Salí y estrellé la puerta detrás de mí.

¡Me cago en mi jodida vida!


341
Capítulo 50
Rick

H
abía salido hecho una furia sin siquiera molestarme en abotonarme mi
camisa, y había dejado mi chaqueta en el suelo. Conociendo a Maddy, la
desgarró en pedazos con sus tijeras. Me encantaba esa chaqueta, pero de
alguna manera, sabía que merecía esa mierda. Mis pelotas estaban apretadas y
estaban jodidamente matándome.

Llegué a casa y fui directo a la ducha. El agua caía en cascada sobre mi cuerpo
mientras el vapor nublaba la puerta de la ducha. Con una mano presionada contra
la pared, bajé la cabeza para tratar de calmar la furia que estaba sintiendo. Envolví
la otra mano alrededor de mi polla y comencé a acariciarme.

Traté de alejar los pensamientos de Maddy de mi cabeza, pero no pude. Cerrando


mis ojos, me esforcé por imaginarme follando a Daniela. Ella era la única a la que
quería. Dulce, hermosa y perfecta Daniela. Su apretado coño siempre me había
vuelto loco, pero cuando me dejé ir, vi a Madison. Quería follarla fuertemente.
Podía sentir mi polla dentro de su coño apretado y húmedo mientras me apretaba
a mí mismo, acariciándome más fuerte y rápido. Podía escuchar su voz ronca
gimiendo, lloriqueando y gritando mi nombre. Mi polla pulsó y palpitó en mi mano.
Gemí, corriéndome fuerte. ¡Joder! El agua caía sobre mí mientras recuperaba el
aliento.

Abrí la puerta de la ducha y agarré la toalla, envolviéndola alrededor de mi cintura.


Me paré frente al espejo empañado y me sequé. ¿Qué carajos me ha hecho?

Mientras caminaba hacia mi cama, no podía sacar la imagen de las tetas de


Madison o el sabor de su coño de mi boca; una lamida fue todo lo que tomó. Es solo
mi amiga, mi muy mejor amiga. No podía dejar de escuchar sus jodidos insultos.
342

Dios, ¡odio sus jodidas agallas!


Tumbado en la cama, miré el techo fijamente durante horas. No podía dormir.
Todavía estaba enfadado con Madison, pero ahora estaba enojado conmigo mismo.
¿En qué estaba pensando? Lo había jodido magníficamente. Necesitaba hacer lo
correcto. Me pasaba la vida jodidamente tratando de arreglar mis errores. Miré el
reloj en mi mesita de noche. Todavía era demasiado temprano para llamarla, o tal
vez estaba despierta, siendo follada, lo que significaba que era el momento
perfecto para llamarla. La idea de alguien tocando sus tetas y hundiendo su polla
en su coño me molestaba como la mierda. Ya no quería enfadarla, así que esperé
unas horas. Me estaba volviendo loco, solo esperando una hora apropiada para
Madison. Entonces, le envié un mensaje.

Rick: Tenemos que hablar.

Silencio.

Rick: Maddy, llámame.

Silencio.

Rick: Si no me contestas, iré para ahí.

Madison: Vete a la mierda.

Rick: Estaré ahí en treinta minutos.

Salté a la ducha y me vestí rápidamente y conduje hasta su casa. Tengo que arreglar
esto.

Había sido un total idiota con ella. Siempre predispuesto a ser un imbécil. Madison
era buena conmigo y me cuidaba mejor que lo hacía mi mamá. No quería perder lo
que teníamos. Sacudí mi cabeza mientras pensaba en mis manos por todo su sexy
cuerpo. Mierda. Estaba listo para enterrar mi polla en su coño mojado. No debería
haberla tocado, pero maldita sea, se sentía jodidamente fantástica. Quería follarla
duro por mucho tiempo. Podría haberme pateado a mí mismo por no permitirle
tener su orgasmo, pero había estado tan furioso con ella. Mierda. Mi maldita polla
estaba palpitando, pensando en su coño y lo mucho que quería verla venirse.

Pasé las manos por mi cabello, tratando de controlarme. Iba de camino a verla, y no
quería repetir lo de anoche. ¿A quién estoy engañando? Eso era exactamente lo que
quería, pero no podía dejarme llevar.

Pensé en lo que había dicho sobre mí. ¿Estaba diciendo la verdad sobre mí?
Necesitaba hablar de eso con ella. Había pasado la noche entera preocupado por
343

todo lo que había hecho en los últimos meses, lo cual culminó con mi actuación
estelar como un completo hijo de perra. Y, sí, mi polla estaba jodidamente enojada
conmigo otra vez. Necesitaba un mojado y caliente coño. Esta abstinencia
simplemente no era natural. No podía estar pensando en mi polla justo ahora. Mi
prioridad era Madison. Sin la amenaza de grapadoras volando, tenía que llegar al
fondo de lo que ella había querido decir. Estaba dispuesto a postrarme ya que
habitualmente funcionaba, y sabía que la hacía sentir como si tuviera el control.

Atravesé puertas corredizas del edificio de Madison. Walter estaba sentado detrás
de la mesa como lo había hecho cada mañana que venía.

—Buenos días, Walter. Feliz Año Nuevo.

—Feliz Año Nuevo, Sr. Marin —dijo, levantándose—. Lo siento, pero la Sra. Stuart
ha declarado específicamente que no quiere que se le permita entrar.

¡Joder! Caminé en círculos, pasando mis manos por mi cabello. Me volví para
enfrentarlo. Suplicando, dije:

—Walter, por favor, hombre, necesito tu ayuda. Tuvimos una gran pelea. Solo
necesito hablar con ella. Por favor.

Me miró con compasión en sus ojos. Los hombres nos entendíamos. Vio mi
desesperación.

—No puedo perder mi empleo. Tengo una familia que mantener. Realmente lo
siento —dijo.

Déjale a Madison ser un jodido dolor en el culo. Solo necesitaba hablar con ella, y
ella estaba haciendo lo suyo complicando las cosas como siempre.

Tamborileé las manos contra el escritorio de Walter, rogándole con mis ojos.

Walter suspiró.

—Tengo que ir a revisar la puerta trasera, así que no estaré vigilando el escritorio
durante unos diez minutos.

Exhalé lentamente un suspiro de alivio. Gané la primera batalla. Le di a Walter un


minuto para salir de la vista antes de tomar el ascensor hasta el piso quince.
Después de golpear, miré la puerta blanca fijamente, pasándome las manos por el
cabello. Podía escucharla moverse del otro lado.

—Por favor, Madison, abre la puerta —supliqué. Esperé unos minutos.


344

Joder. Odiaba cuando hacía eso. Era como su jodida prueba para ver si podía
controlarme. Siempre hacía lo mismo.
Me tranquilicé. Apoyándome en la puerta, rogué:

—Maddy, nena, no voy a ir a ninguna parte. Me sentaré aquí hasta que abras esta
puerta.

—Vete, Rick. Y Walter está despedido.

—Walter hizo su trabajo. Me escabullí cuando se fue a chequear algo. —Pasé las
manos por mi cabello. Humillándome, dije—: Solo abre la puerta, Maddy. Por favor.
Necesito hablar contigo.

Esperé otros cinco minutos.

Finalmente, abrió la puerta.

—¿Qué quieres?

—Déjame entrar. —Suspiré.

—Abrí la puerta. No dijiste nada acerca de dejarte entrar. Ahora, vete —dijo,
cerrando la puerta.

Mantuve la puerta abierta con la mano.

—Maddy, por favor. Déjame entrar.

Era una batalla de voluntades. Yo no iba a retroceder. Iba a conseguir respuestas, e


íbamos a estar bien. Era mi jodida mejor amiga, y no tenía muchas.

Finalmente cedió y abrió la puerta.

—Para que conste, te odio.

—Lo sé —susurré—. Gracias por dejarme entrar. —Mientras la seguía adentro,


pasé mis manos por mi cabello de nuevo. Esto se estaba convirtiendo en una
peligrosa costumbre. Estaba preocupado de que mi cabello empezara a caerse. Lo
último en lo que necesitaba pensar cuando estaba luchando para salvar nuestra
jodida amistad era en que podría quedarme calvo.

Madison estaba usando unos pantalones color turquesa con una sudadera con
capucha a juego. Noté que no estaba usando sujetador. Mis ojos se posaron en sus
tetas, y tuve que dejar de pensar en lo bien que se habían sentido en mis manos.
Habían sabido deliciosas mientras mi lengua se arremolinaba alrededor de ellas y
mi boca succionaba sus duros pezones. Si seguí así, iba a tener un problema,
345

llamado mi polla deseando su coño.


Se sentó en el sofá, cruzó sus piernas, y plegó sus brazos frente a ella. Me pidió que
me sentara en una silla frente a ella. Comenzó a hablar.

—¿Qué quieres, Rick? Creo que básicamente nos dijimos todo lo que había que
decir.

—Maddy, ya no quiero ser un jodido idiota. Más que nada, no quiero que estés
enojada conmigo —dije honestamente.

Puso sus ojos en blanco, resoplando.

—Entonces, veo que quieres saber si estoy en lo cierto sobre lo que dije. No te
importa una mierda sobre el resto de lo que sucedió. Muy bonito, Rick, muy bonito.

—¿Entendiste lo que dije? Ves, ahí es donde estás equivocada. Maddy, eres mi
mejor amiga. Por favor, dime cómo arreglar esto. —Me levanté, caminé hacia ella, y
me arrodillé frente a ella—. No debería haberte tocado. Al menos debería haberte
dado un orgasmo. Solo que estaba tan jodidamente enojado contigo. Sabes cuánto
me excitas con esa actitud tuya. —Cuando incliné mi cabeza, nuestros ojos se
encontraron—. Es caliente. No sé qué me ocurrió. Simplemente no pude
controlarlo esta vez. Por favor, Maddy, perdóname —le rogué.

Estaba sentada tranquilamente, mirando hacia adelante.

Me senté junto a ella. Tenía miedo de tocarla.

—Fui un imbécil al llamarte puta. —Froté las manos en mis piernas. Está haciendo
esto tan difícil—. Sabes, es irónico porque casi pateé el trasero de Chris cuando se
refirió a tu dudosa reputación.

Cuando se giró para enfrentarme, sus ojos se abrieron ampliamente mientras


jadeaba.

—¿Qué? ¿Hiciste qué?

Reí suavemente, asintiendo.

—Sí, lo hice. ¿Puedes creer que Lucas lo cortó? Si una palabra más salía de la boca
de Chris, iba a darle una paliza.

—¿Por qué harías eso? —murmuró, mirando sus manos.

Sonreí mientras mi mano cepillaba el cabello en sus hombros.


346

—Porque eres mi Maddy, y no dejaré que nadie diga mierdas sobre ti. Eres mi
mejor amiga.
Una pequeña sonrisa asomó en sus labios mientras se encogía de hombros.

—Pero es la verdad.

—No, no lo es. Eso es lo que dejas que la gente crea, pero sé quién eres realmente.

Cuando se recogió el cabello en una cola de caballo, vi que todavía tenía el


brazalete que le había regalado por Navidad. Mis labios se curvaron en una sonrisa.

Envolví su muñeca con mi mano suavemente.

—Esta es quien realmente eres.

—¿Me diste esto como regalo de agradecimiento por ayudarte con tu asunto de
destruir la vida de Daniela? —preguntó seriamente.

—No, lo compré para ti porque lo querías. Cuando lo viste, lucías feliz. Quería
hacerte feliz. —Apoyé mis manos sobre las suyas—. Por favor, quiero que sepas
que este brazalete no tiene nada que ver con Daniela. —Esperaba que
comprendiera la verdad—. ¿Por qué de repente eres tan anti-Daniela?

Se enderezó y se alejó un poco de mí.

—¿Realmente has pensado en esto? Quiero decir, la quieres de vuelta, pero


honestamente no sé si eso vaya a suceder. Está enamorada de Liam. Este tipo
literalmente se meterá en un edificio en llamas para salvarla. —Hizo una pausa,
cambiando su mirada—. ¿Por qué haces esto?

No me gustaba esta línea de cuestionamiento. Había variables que no había tenido


en cuenta en mis cálculos, llámese la cantidad de tiempo y el factor Lucas. Se
suponía que Daniela se volviera a enamorar de mí rápidamente, y no se suponía
que se encariñara con Lucas. No había tenido en cuenta que él sería un tipo
decente, y que me sentiría mal por él. Me recosté, pasando mis manos por mi
cabeza. Me detuve y miré mis dedos, asegurándome de que no había cabello caído.

—Primero que nada, es un bombero. Ese es su trabajo. Segundo, bueno, imaginé


que todo funcionaría por sí solo. Extraño la vida que tuve con ella, y durante los
últimos meses, he llegado a conocerla de nuevo. Es aun mejor de lo que recordaba.
No pensé que realmente pudiera disfrutar de tener una relación con una mujer sin
que hubiera sexo involucrado. —Hice una pausa—. Excluyendo la compañía
presente. Sabes que me gusta mucho pasar el rato contigo, ¿verdad? Y obviamente
no tenemos sexo. Bueno, casi lo hicimos, pero eso no cuenta. El punto es que nunca
he pasado tiempo con una mujer, que no sea un miembro de la familia, y no follarla.
347

Es diferente… En una buena manera.


Me levanté y paseé por la habitación. Mirando alrededor, vi que tenía buenas obras
de arte y una fantástica vista a la bahía. Todo estaba en armonía en la habitación.

Pasé las manos por mi nuca, asegurándome de no tocar mi cabello.

—Me gusta quien cree que soy. Cuando estoy con ella, soy el hombre que ha
cambiado y madurado. Me hace desear ser ese hombre todo el tiempo. —Me
convencía de que estaba justificado por todo lo que había hecho.

Madison se quedó quieta, observándome pasear por la habitación.

—¿Has pensado en lo que significará esto para ella?

Sentí que me estaba acorralando en un rincón. ¿Qué significaría para Daniela estar
conmigo? Bueno, sería feliz. Me había amado una vez, y ahora, no podía negar que
estaba sintiendo algo otra vez. Solamente estaba confundida a causa de Liam. Lo
que ella y yo tuvimos todavía persistía después de todo este tiempo. Ella estaría
bien. Seríamos felices juntos.

—Maddy, ¿qué pasa con ese tipo de preguntas? ¿Pensé que eras del equipo Rick?

Sonrió y luego suspiró.

—Siempre seré del equipo de Rick… hasta que ya no. No hago la cosa de ataduras
debido a esta razón precisamente. Ella no va a estar bien. No has visto sus fotos. No
has visto su rostro iluminado como un jodido árbol de Navidad cuando habla de él.
Solo que no creo que vaya suceder como tú quieres.

Se levantó del sofá y se paró junto a mí. Ambos miramos la pared de cristal que
daba a la bahía.

Pregunté:

—¿Cómo mantienes esto tan limpio?

Rotundamente, dijo:

—Señora de la limpieza.

—¿Por qué no haces ataduras?

Caminó de regreso al sofá.

—¿Por qué debería hacerlas? La gente siempre te decepciona o te deja o ambas


cosas. Si no creo ataduras, entonces… bueno, no saldré herida. Y ese es todo el
348

psicoanálisis que vas a sacar de mí.


—No puedes decir que no haces ataduras. Yo soy una atadura. Somos amigos. —
Sonreí engreídamente y caminé de vuelta al sofá.

Ella echó la cabeza hacia atrás y miró hacia el techo.

—Bueno, déjame preguntarte algo. Cuando tú y Daniela resuelvan sus asuntos,


¿dónde crees que me deja, a tu mejor amiga?

Me preguntaba si podría tirarme del balcón. Por esto basaba mis relaciones en el
sexo. Toda esta mierda parlante era agotadora. Joder. Solo quería que estuviéramos
bien, así las cosas podrían volver a ser como eran. No pedí esta jodida sesión de
terapia. Mierda, las mujeres son tan complicadas. Era un tipo práctico. Quería
comer, dormir, y follar. Era bastante sencillo. Los chicos no hacían esta mierda
sensible a no ser que estuviésemos tocando y sintiendo tetas, culo, y coño.

Debió haber sentido que estaba por alcanzar mi punto de quiebre porque se
acomodó y reanudó con la mirada en blanco hacia el frente.

—Joder, Maddy, ¿qué quieres que te diga? No tengo intenciones de no seguir


siendo tu amigo. Eres mi amiga. Me preocupo por ti. No voy a alejarme de ti. ¿De
dónde carajos viene todo esto? —Mierda. Estaba pasando mis jodidas manos por
mi cabello de nuevo. Joder, me voy a quedar calvo—. No entiendo esta mierda de
inseguridad por la que pasan las chicas. No sé cómo hacer esta mierda. Realmente
estoy tratando, pero necesito esto resumido en algo corto, dulce, y directo al punto.

—Rick, ¡eres un imbécil! —Puso sus ojos en blanco.

Suspiré profundamente.

—Ese hecho ya se ha establecido una y otra vez.

—Bien. Permíteme resumirlo en el lenguaje masculino. Esto va a estallar en tu


rostro.

—¿Por qué estás siendo tan negativa?

—Daniela se va a enterar. Ni siquiera quiero pensar en cuando Liam se entere. Me


preocupo por ti cada vez que vas a jugar al básquetbol con él. Mierda, creo que te
mataría.

—¿De verdad te preocupas por mí? Ves, sabía que me amabas. —Hice un guiño.

—Vete a la mierda, Rick. Enfócate en el punto. Esto va a explotar en el rostro de


alguien. No tengo nada que perder, pero tú y Daniela tienen un montón que perder.
349
—Daniela nunca lo sabrá. —Hice una pausa—. No puede saberlo. Y hace solo un
minuto, estabas hablando acerca de perderme, cosa que no vas a hacer. Solo estoy
devolviéndote tus palabras.

—Si ella realmente te importa, tienes que terminar con esto.

—Detén tus jodidas inseguridades. No te voy a abandonar. Todo estará bien.

Gritó, lanzando sus brazos en el aire.

—¡Esto no se trata de mí! ¿Qué fue lo que te dijo Liam? Necesitas amarla más de lo
que amas a tu polla. Tienes que hacer lo correcto. Tienes que ser el Rick que ella
cree que eres. Él haría lo correcto.

—Maddy, ¿por qué me estás diciendo esto ahora? ¿Por qué me dejarías llegar tan
lejos si pensabas que era un error?

—No era mi decisión. Francamente, no pensé que llegarías tan lejos. Sobreestimé
tu obsesión y determinación. Solo contéstame una pregunta. ¿Por qué estás
haciendo esto?

Joder. Sentía como si un tren me hubiera atropellado. Necesitaba un trago. Joder.


Necesitaba aclarar mi mente. Necesitaba echar un polvo.

—Pensé que estaba haciendo las cosas bien entre nosotros. Hay algo ahí. —Cuando
mis ojos se encontraron con los de ella, vi algo en ellos. Me sentí como un imbécil
hijo de perra—. No sé cómo detener esto o incluso si quiero detenerlo. Quiero que
ella me elija.

Madison se levantó, caminó por el pasillo, y cerró su puerta de golpe. Me recosté en


el sofá y cubrí mi rostro con uno de sus cojines con volantes.

Al carajo con mi jodida vida. ¿Qué carajos voy a hacer ahora?


350
Capítulo 51
Dani

E
l aire estaba frío y la noche era oscura. Un frente frío se estaba acercando.
No podía ver una sola estrella en el cielo. Me paré frente a su puerta,
tratando de encontrar el coraje para llamar. Odiaba lo que estaba a punto de
hacer, pero sabía que tenía que ser completamente honesta con Liam. Él necesitaba
saberlo. Le debía tanto. Su única cosa era la honestidad, y tenía que darle eso.

Mi corazón martilleaba en mi pecho mientras lágrimas brotaban de mis ojos. En


pocos meses, este hombre me había enseñado a sentir, a reír, y a vivir. Era todo lo
que había soñado y deseado en un hombre. Era paciente y amable, cariñoso y
gentil. Era apasionado y atento a todas mis necesidades. Era increíblemente guapo
por dentro y por fuera. Mi corazón se estaba rompiendo. Sabía que lo aplastaría.
Sabía que no se lo merecía, pero tenía que hacerlo.

No tenía a nadie más a quien culpar que a mí misma. ¿En qué estaba pensando?
Estaba jugando con fuego cuando había pensado que podría manejar el coqueteo
con Rick. No sabía en lo que me había metido. Era como una mariposa nocturna
que acude a la luz. No pude evitarlo. Había comenzado de manera inocente. Había
pensado que no era nada, pero entonces había comenzado a realmente disfrutar de
nuestras conversaciones al azar y el poco tiempo juntos. No era como si hubiera
pasado mis días pensando en Rick o que hubiera pensado en él cuando estaba con
Liam. No era así. Durante ese breve tiempo, tuve la fantasía de lo que se suponía
que fuera mi vida con Rick. Había querido reemplazar los recuerdos amargos por
otros nuevos en los que tenía un feliz para siempre y no un corazón roto.

Rick se convirtió en mi novio de libro en carne. Era el imbécil que se reinventaba


para la chica. Era divertido, atento, nervioso, y sexy como el infierno. Como con
todos mis otros novios literarios, podía apagar mi Kindle y seguir con mi vida, sin
351
alteraciones. El único problema era que las cosas habían comenzado a cambiar, y ni
siquiera me di cuenta hasta que fue demasiado tarde.

Durante esos momentos robados con él, fui transportada a otro momento. Me
sentía como si el reloj hubiera vuelto atrás. La única diferencia era que Rick había
evolucionado al hombre que había soñado que podría ser en lugar del que había
sido. Regresar allí era peligroso. Estaba loca por pensar que podía jugar ese juego
con él. Mi cordura me había salvado de cometer un terrible error la otra noche,
pero la culpa me estaba comiendo viva.

¿Por qué haría algo tan ridículo? La primera señal de advertencia debería haber
sido que no le conté a mis amigos sobre él, y todavía no lo había hecho. No quería
que me disuadieran de verlo o criticarme por ello. Pero ¿por qué tendrían que
hacerlo si fuera sano y saludable? Tenía que detener esta locura.

No quería seguir cometiendo los mismos errores idiotas que había cometido toda
mi vida. Esos errores me habían aterrizado en relaciones disfuncionales con
hombres que me habían plantado sin causa ni advertencia. Esta vez, sin duda había
hecho las cosas de manera diferente. Le había dado a Liam el motivo para patear
mi trasero a la acera. Me había dicho que fuera honesta sin importar qué. Él solo
quería la verdad. Aunque Rick y yo nunca habíamos hecho nada inapropiado, nos
habíamos acercado a hacerlo. Sabía que odiaría si Liam hubiera hecho algo
remotamente así. Era tan hipócrita.

Quería desesperadamente ser la mujer que merecía. Nunca me había sentido de


esta manera antes, y me asustaba. Sabía lo que tenía con él. Era sólido y digno de
confianza. Era mi roca.

Mirando a la puerta, estaba perdiendo las agallas para hacer lo correcto, pero
entonces busqué el valor que me había dado con su amor. Enterré mis manos en
mis bolsillos, tratando de mantenerme caliente, mientras olfateaba y tiritaba por
estar afuera en el aire frío.

Dentro estaba mi calidez y comodidad. Liam me había dado el amor y aceptación


de los que siempre había leído. No era un novio literario. Era el verdadero. Sabía
que no podía abrazar el calor hasta que aprendiera a dejar ir el frío. Respiré
profundamente, y con mis manos temblorosas, golpeé.

Liam abrió la puerta con entusiasmo. Se quedó allí, vestido con una camiseta y
jeans que le quedaban perfectamente, mientras sostenía la puerta con una sonrisa
de bienvenida.
352
—Oye, nena. ¿Te olvidaste de tu llave? Ven aquí. Luces como si estuvieras
congelada —dijo, empujándome hacia un cálido abrazo—. Déjame calentarte.

Enterré mi cabeza en su pecho y me agarré firmemente. No quería dejarlo ir. No


quería que este momento terminara. Quería recordarlo, para poder sentirlo
siempre. No sabía si volvería a sentir sus brazos alrededor de mí. ¿Comprenderá?
Estaba asustada.

Las lágrimas brotaron en mis ojos mientras él besaba la parte superior de mi


cabeza, sin saber lo que estaba por venir. Acunó mi rosto en sus manos. Cerré mis
ojos mientras me besaba suavemente. Cuando mis labios se separaron, nuestro
beso se profundizó, y mi corazón se rompió.

Me acarició la espalda.

—¿Día difícil?

No respondí.

Sintiéndome rígida, se echó hacia atrás.

—Nena, ¿qué pasa?

Me miró con preocupación en sus ojos mientras limpiaba la lágrima que estaba
rodando por mi rostro. Se inclinó y me besó suavemente.

—Está bien. Sea lo que sea, está bien —reconoció.

Las lágrimas se derramaron. Otra parte de mi corazón se rompió cuando abracé el


hecho de que era mi mejor amigo y un amante increíble.

—Me estás asustando. ¿Qué pasa? Habla conmigo.

Estaba siendo tan amable conmigo. Esto se sentía extrañamente similar a nuestra
primera pelea. La diferencia era que sabía que esta noche no iba a terminar con los
orgasmos y él amándome. Me llevó hasta el sofá y apagó el televisor. No tenía ni
idea de lo que había estado mirando. Probablemente era un juego. Me cubrió con
una manta y luego fue a buscarme una taza de té caliente. No podía dejar que
siguiera haciendo todo esto por mí. No me merecía nada de eso.

La habitación era cálida y acogedora, y las luces eran tenues. Me encantaba esta
habitación. Siempre me sentía como en casa aquí con él. Podía ser egoísta. Podía
pensar en lo que yo quería. Quería esto. Quería lo que teníamos. Lo quería a él, todo
de él. Ese nunca fue el problema. Solo no sabía si él podría tener todo de mí hasta
353
que yo dejara ir el pasado. No podía pensar en mí misma ahora mismo. Tenía que
hacer lo que era correcto para Liam.

Volvió con una taza de té caliente. Sin decir una palabra, se sentó a mi lado en el
sofá. Estaba siendo tan paciente conmigo.

Agarré el té de sus manos.

—Gracias. —Esas eran las primeras palabras que había pronunciado desde que
había llegado. Sorbí un trago de té y luego bajé la taza. Las lágrimas se habían
detenido, pero era solo cuestión de tiempo antes de que comenzaran de nuevo.
Necesitaba ser valiente. Tenía que hacer esto. Tenía que hacer esto por él.

La expresión de preocupación en su rostro era desgarradora.

—Nena, dime qué está pasando —dijo suavemente. Me colocó el pelo detrás de las
orejas, acariciándome el rostro suavemente, mientras sus cejas se arrugaban de
preocupación.

Respiré profundamente y me alejé. Mi corazón latía con fuerza mientras la


adrenalina subía.

Hizo una mueca.

—Háblame.

Percibió que algo estaba seriamente mal. Por supuesto que sí. Era muy perspicaz y
penetrante.

La atmósfera en la habitación se volvió tensa.

Cuando me quité la manta, me giré hacia él y miré esos hermosos ojos azules que
siempre me habían hecho sonreír. Esta noche, me hicieron llorar.

—Háblame —dijo firmemente.

Tomé sus manos en las mías.

—Te amo, Liam —dije suavemente, mirándolo a los ojos.

—Nena, yo también te amo —dijo. Sus pulgares estaban dibujando círculos en la


parte posterior de mis manos—. Me estás asustando. ¿Qué está pasando?

Apartando la mirada, respiré profundamente mientras las lágrimas comenzaban a


fluir. Cuando un sollozo escapó de mí, me tiró hacia su pecho y me sostuvo.
354
—Ayúdame aquí —insistió—. No podemos hacer nada sobre lo que te está
molestando a menos que sepa lo que está pasando. —Me besó mi cabeza y me
apretó más fuerte—. Te amo. Sabes que te amo, ¿verdad? —me preguntó
suavemente al oído—. No voy a ninguna parte.

No podía oírlo decir estas cosas.

—Nena, ¿te preocupa que algo me vaya a suceder a mí o a nosotros? —preguntó


gentilmente. Tratando de tranquilizarme, añadí—: Me tienes. Tienes mi corazón.
Soy tuyo.

Cerré mis ojos mientras lágrimas corrían por mi rostro, y el resto de mi corazón se
rompió en un millón de pedazos. Ya no podía soportarlo. Me odiaría en cuestión de
minutos. Me había convertido en la protagonista que odiaba, la que rompía el
corazón de un hombre maravilloso porque era una idiota. No podía creer que le
hubiera hecho esto.

Necesitaba darle exactamente lo que me estaba dando. Apartándome de su cálido


abrazo, lo miré a los ojos y equilibré mi respiración. Con voz controlada, dije:

—Lo siento mucho. —Hice una pausa, respirando hondo—. No puedo darte lo que
te mereces ahora mismo.

La mirada en sus ojos cambió, pero permaneció tranquilo. Me acarició el rostro y


me habló suavemente.

—¿De qué estás hablando?

Tomé otra profunda respiración. Necesitaba hacer esto antes de que perdiera el
coraje. Me puse de pie, poniendo cierta distancia entre nosotros. No podía estar tan
cerca de él. Ni siquiera podía mirarlo. Era una persona horrible.

—Yo, em… —tartamudeé.

Frunció las cejas.

Tenía que hacer esto y hacerlo como una tirita.

—Necesito decir esto. Por favor, déjame decir lo que tengo que decir.

—Está bien —dijo, asintiendo. Se movió en el sofá y se sentó encorvado con sus
codos sobre sus rodillas, mirándome.

—Realmente te amo. Realmente lo hago —dije, mi voz entrecortada. Tomé otra


355

respiración—. Nada de esto es sobre ti. Eres un hombre maravilloso. Eres…


Me detuvo.

—Ve al grano, Daniela —dijo severamente.

Nunca me llamaba Daniela. La forma en que dijo mi nombre con la mirada


fulminante en sus ojos estranguló mi corazón.

—¿Sabes lo de mi ex y cómo me aplastó nuestra ruptura?

Se reclinó y puso sus ojos en blanco mientras se pasaba las manos por su cabello.

Me detuve un momento antes de continuar.

—Ha estado por aquí —confesé.

Liam se puso de pie y comenzó a caminar mientras sacudía su cabeza.

—Prosigue —dijo llanamente.

—Te conté la primera vez que lo encontré en Lincoln Road. Lo que no te he dicho
es que seguíamos cruzándonos… cada sábado. Solo necesito resolver las cosas y no
quiero lastimarte —dije, suplicando.

Se volvió y me miró a la cara. Sus ojos estaban vidriosos, y su expresión era tensa.

—¿Lastimarme? —preguntó—. ¿Estás enamorada de él?

Sacudí la cabeza, pero luego dije:

—No lo sé. No lo creo. —Lloré. Estaba tan confundida.

Siguió caminando mientras le contaba todo.

—Te lo prometo… Te juro por todo lo que me importa que no hice nada con él. Lo
juro. Tienes que creerme. Nunca te haría eso. Sé que la jodí. Pensaba que podíamos
ser amigos o ser amistosos —dije con desesperación en mi voz.

Se puso de pie, apoyándose en la mesa del comedor, con la cabeza baja.

—Por favor, Liam, te lo ruego. Tienes que entender. Cuando él y yo rompimos, algo
dentro de mí murió. No sé cómo explicarlo. Solo quería que ese tiempo de mi vida
no hubiera sido tan horrible, y pensé que podría reemplazar esos malos recuerdos
por buenos. No lo sé. No estaba pensando. Era que como cuando estaba con él,
estábamos de vuelta en aquel entonces y no el ahora. Fue loco y erróneo. Sabía que
estaba mal, muy mal. No pretendía que esto sucediera. Ojalá pudiera volver atrás y
356

hacer todo diferentemente. Estoy tratando de ser honesta contigo. Dijiste que
podrías trabajar con honestidad.
—Tienes que estar jodidamente bromeando conmigo, Daniela —gruñó Liam. Sus
ojos estaban llenos de ira y dolor—. ¿Esto es honestidad? Has estado ocultándome
esto durante meses. Una mentira por omisión es aun así una mentira. Te puse
primera sobre todos y todo. He hecho todo lo que está a mi alcance para hacerte
feliz. Me he inclinado sobre el pasado para tranquilizarte. Incluso he compartido
tus afectos por personajes ficticios. Joder, te he amado con todo lo que tengo en mí.

—Si hubiera sabido que esto sucedería, nunca, jamás me hubiera permitido bajar
la guardia. No sabía que esto iba a suceder. Desearía poder hacerlo de nuevo.
Desearía poder haberlo manejado diferentemente —dije con preocupación en mi
voz—. Por favor… tienes que saber que nunca quise que esto sucediera. Estoy
tratando de hacer lo correcto ahora.

—¿Qué es exactamente lo que quieres que haga con esta “cosa correcta” que estás
haciendo ahora? Porque lo que estoy escuchando es que no sabes lo que sientes o
lo que quieres conmigo. ¿Estás diciéndome que “simplemente no está sucediendo
para ti”? Definitivamente me sorprendiste. Estaba totalmente cegado. Oh, espera…
no, eso es lo que te hizo tu ex. Puedo decirte ahora mismo que sé exactamente
cómo te sentiste cuando fuiste cegada, y me estás dejando por el imbécil que te
rompió el corazón.

Sus palabras me cortaron como un cuchillo.

—Nunca dije eso —susurré—. Solo necesito un tiempo para resolver las cosas.

Empezó a pasearse de nuevo. Podía decir que necesitaba soltar algo de vapor. Sus
brazos estaban apoyados sobre su cabeza. No podía soportar mirarlo a los ojos, así
que aparté la mirada. ¿Cómo pude hacerle esto? Cuando me volví, su espalda estaba
temblando mientras lloraba suavemente. Cuando puse mi mano en él, rechazó mi
toque.

—Solo vete —dijo, con el corazón roto.

—Lo siento. Lo siento, te amo…

Se volvió y miró profundamente en mis ojos llenos de lágrimas. Sus ojos estaban
adoloridos y angustiados. Dijo:

—Ni siquiera lo digas. Sal de aquí. —Luego, se alejó y cerró la puerta de su


dormitorio con un golpe.

Agarré mi llavero y desabroché la llave que me había dado y la dejé en el


mostrador junto a su llavero. Salí del calor, cerré la puerta principal detrás de mí,
357
hacia la fría noche. Caí al suelo, llorando, mientras me aferraba al pomo de la
puerta.
358
Capítulo 52
Liam

C
erré la puerta del dormitorio después de que lera dije que saliera de mi
apartamento… nuestro hogar. No podía creer lo que había sucedido. Todavía
no entendía nada de esto. Solo necesitaba alejarme de ella. Necesitaba
pensar.

¿Por qué demonios está haciendo esto? Me pasé las manos por el cabello, tratando
de calmarme. Cuando miré a mi alrededor, vi un par de fotos de nosotros junto a la
cama. Su cepillo junto con algunas de sus cosas de chicas se burlaban de mí. Tenían
que irse rápidamente.

Cuando escuché la puerta principal cerrarse, supe que se había marchado. Me


sentía tan enojado y frustrado. Empujé todo lo que se encontraba sobre la cómoda
al suelo. Necesitaba recuperar mi compostura y recuperar el control de mí mismo.
Necesitaba un plan de acción.

Me enamoré de ella. Recogí el Kindle que había guardado junto a la cama. Mientras
lo sostenía en mis manos, los recuerdos que compartimos me inundaron. Sentía
como si me estuviera ahogando en estos. Mi corazón fue arrancado de mi pecho. El
dolor punzante era insoportable. Desde esa primera noche con ella, supe que
nunca la dejaría ir. Solo no sabía cómo aguantar más. La herida se sentía
demasiado fresca. Necesitaba recuperarme y reorganizarme, y no podía hacerlo
con los recuerdos constantes que provenían al ver sus cosas a mi alrededor.

Metódicamente, empecé a guardar sus pertenencias en una caja vacía. Abrí los
cajones, repasé el armario, y vacié el baño. Salí a la sala de estar, y luego miré la
caja antes de cerrarla. Todo se estaba moviendo en cámara lenta. Mientras miraba
alrededor de la habitación, parecía extrañamente vacía, como si la alegría hubiera
359
sido absorbida. Recogí la manta que la había mantenido caliente. Cuando la sostuve
cerca de mí, un profundo dolor atravesó mi corazón.

Dejé escapar un profundo suspiro mientras seguía examinando la habitación.


Recogí su taza de té y la tiré al fregadero. Cuando vi su llave en la encimera, el
cuchillo se hundió más profundo en mi corazón. Mi llavero se encontraba en su
lugar habitual, cerca de donde había dejado su llave. Era lo único que no me atrevía
a hacer. No podía quitar la llave que me había dado de mi llavero. Era la única
manera de poder mantenerme conectado con ella.

Volví a la sala de estar y me senté en el sofá, mirando la pared. Cada vez que
cerraba mis ojos, o veía su sonrisa o sus lágrimas, así que permanecí despierto.
Nada de esto tenía sentido. Solo dolía malditamente mucho. Las horas pasaron.

Antes de que lo supiera, eran las siete de la mañana, saqué mi teléfono y le envié un
mensaje a Chris.

Liam: Te necesito para darle a Macy una caja de mi parte tan pronto como
puedas.

Chris: Seguro, amigo. ¿Qué pasa?

Liam: Solo necesito el favor.

Chris: Está bien.

Puse mi teléfono en la mesa y me quedé dormido un momento hasta que un golpe


en la puerta me despertó. Sabía que era Chris. No esperaba que viniera tan pronto,
pero estaba agradecido de que lo hiciera. Chris era un buen amigo. Era un dolor en
el culo la mayor parte del tiempo, pero sin duda, el hombre siempre hacía todo por
mí y siempre cuidaba mi espalda.

Cuando abrí la puerta y me hice a un lado, dije:

—Oye, hermano, entra.

Chris entró con Macy.

No la estaba esperando. Solo quería que viniera él, recogiera la caja, y la sacara de
aquí.

—No tenías que venir enseguida.

—Lucas, ¿cuál es la emergencia? Nunca me envías un mensaje de texto a esta


360

ridícula hora a menos que sea importante. ¿Realmente crees que no vendría
enseguida? —dijo Chris mientras miraba a su alrededor. Cuando se volvió hacia mí,
me dijo—: Joder. Amigo, ¿qué diablos pasó? Luces como la mierda.

—Chris, ahora no —dije, conteniendo todo. No iba a desmoronarme como la chica


que dijo que era, sobre todo no frente a Macy.

Solo necesitaba que Macy le diera sus cosas a Dani. Se encontraba en la esquina,
enviando mensajes de texto. Ocasionalmente, levantaba la mirada y me dirigía una
pequeña sonrisa, pero sus ojos decían otra cosa. Macy se acercó. Parecía
sorprendentemente tranquila.

—Liam, no puedo contactar a Dani. He reclutado a Candace para que vaya a su


casa. Así que depende de mí llegar al fondo de lo que pasó. —Inclinó la cabeza para
mirarme a los ojos—. ¿Se pelearon? ¿Por qué tengo que darle esta caja?

Con mis ojos cerrados, sostuve el puente de mi nariz, tratando de encontrar las
mejores palabras para decir las cosas sin enloquecer. Decirlo en voz alta lo iba a
hacer real. Cuando abrí los ojos, dejé escapar un profundo suspiro. Reuní todo el
control que pude.

—Dani tiene que resolver sus cosas. Su ex ha estado cerca, y quiere reemplazar los
malos recuerdos por buenos. No sabe cómo se siente.

Comencé a caminar en círculos con mis manos encima de mi cabeza, respirando


profundamente solo para mantener mi compostura. Me sentía herido y enojado.

Cuando miré a Macy, su lenguaje corporal cambió. Mierda. Nunca la había visto
como algo más que torpe. Ahora era una fuerza para tener en cuenta.

—¿Qué ha hecho ahora ese maldito hijo de perra, Rick Jodido Marin? —preguntó
Macy.

Repentinamente, un nuevo nivel de rabia emergió en mí.

Tanto Chris como yo giramos la cabeza bruscamente en su dirección.

—¿Qué dijiste? —pregunté a Macy. Necesitaba asegurarme de que escuché


correctamente. ¿Puede que posiblemente haya más de un Rick Marin en Miami?

—¿Qué ha hecho Rick ahora? —dijo, su teléfono listo para enviar un mensaje de
texto.

Saqué el teléfono de sus manos y se lo di a Chris.


361

—Nena, mírame. Tienes que hablarnos de Rick —dijo Chris.


—Estoy confundida. Dani dijo que te habló de su relación con Rick, y la desilusión,
y el bla, bla, bla, la mierda de es un imbécil —dijo Macy, divagando.

Bajé la cabeza para que Macy y yo estuviéramos enfrentados.

—Enfócate, Macy. Necesitas decirme exactamente quién es Rick Jodido Marin —


dije enojado.

—Liam, cálmate. Me estás asustando. ¿Qué quieres saber de Rick el imbécil,


excepto que es un idiota egoísta y arrogante? Voy a jodidamente patearle el culo, y
juro que Candace va a cortar su apéndice masculino. Joder, supe cuando lo vimos la
semana pasada que era una mala noticia, pero no, Dani me dijo que lo superara.

Todo lo que podía ver era rojo. Mi presión arterial se hallaba por el techo. Me
encontraba listo para explotar. En este momento, necesitaba que Macy me hablara
de manera coherente.

—Macy, ¡solo ve al jodido grano! ¿Quién carajos es Rick? ¿Y qué sabes?

—No mates a la mensajera —dijo muy seriamente.

Joder. No tenía tiempo para lidiar con esta lucha de poderes. Necesitaba
información.

Chris intervino y dijo:

—Nena, solo necesitamos confirmar la identidad de Rick. Necesito saber si el Rick


que conocemos es el mismo hijo de perra que tú conoces.

—No creo que haya tantos Rick Marin en Miami. Veamos. ¿Su Rick Marin es un
imbécil hijo de perra? Si es así, ding, ding, ding. Por cierto, ¿cómo diablos conoces a
Rick? —preguntó Macy.

—Chris, voy a matar a ese hijo de perra —dije, apretando mis puños.

Chris puso sus manos en mis hombros.

—Lucas, cálmate. No vale la pena.

—Ese hijo de perra ha estado jodidamente jugando conmigo desde el primer día.
Mierda, esa noche en el club, me encontraba listo para patearle el culo cuando la
miró morbosamente e hizo un comentario estúpido sobre acostarse con ella. —Me
alejé de Chris y comencé a pasearme—. Durante todos esos partidos de básquetbol,
hablaba de recuperar a su ex. Su ex es Dani. Le di jodidos consejos sobre cómo
362

robar a mi chica. Soy un jodido idiota.


—¿Alguien puede decirme de qué están hablando? ¿Cómo conocen a Rick? —
preguntó Macy audiblemente. Agarró a Chris—. Oh mierda, no es el rollo de
Madison, ¿verdad?

—Conozco a Rick de los clubes —dijo Chris—. Le presenté a Lucas esa noche que
tú y las chicas vinieron a Breathe. —Se detuvo y luego me miró—. No lo sabía,
Lucas. Joder, lo siento, hermano. Esto es mi culpa.

—Dani no vio a Rick por un par de semanas después de eso —dijo Macy, acunando
su rostro—. Chris, no es tu culpa. Confía en mí. Rick es un idiota manipulador. Es el
único culpable aquí. Además, no lo vimos allí. Tal vez sea una coincidencia. Siempre
pensé que era extraño que se encontrara con ella en Van Dyke’s, pero todo es
posible, ¿cierto?

—¿Es una coincidencia si sabía dónde iba a estar porque fui un imbécil y lo dejé
escapar? —dijo Chris, sacudiendo la cabeza—. Joder, voy a matarlo. Hermano, lo
siento. Mierda.

Me encontraba harto de escuchar todo esto. Necesitaba salir de aquí. Iba a matarlo.
Ese hijo de perra jugó conmigo durante meses. Todos los bloqueos, preguntas, y
comentarios sarcásticos tenían sentido ahora. Sabía que no me había caído bien.
Siempre había tenido la sensación de que era un idiota. No podía ver bien. Recogí
las llaves y me dirigí a la puerta.

—¿Adónde diablos crees que vas? —preguntó Macy. De pie con el brazo estirado,
trató de impedirme que saliera por la puerta.

—Macy, quítate del camino. ¿Adónde voy, preguntas? Voy a tener una pequeña
charla con ese imbécil —dije, tratando de hacerla a un lado.

Estaba determinada a no dejarme pasar. Para ser una cosita pequeña, era fuerte
cuando quería serlo.

—Ya que estamos todos aquí, ¿hace cuánto tiempo que has sabido todo esto? —
pregunté a Macy.

Chris bajó la cabeza, sacudiéndola.

—No vas a ninguna parte. Candace y yo nos ocuparemos de esto. Y, para que
conste, ¿realmente crees que sabíamos esto? Si lo hubiéramos sabido, esto nunca
habría sucedido —dijo.

Actuaba como si tuviera algún tipo de opinión en el asunto. Esta era mi batalla, e
363

iba a lucharla.
—Macy, sal del camino —dije severamente.

—No. Vas a ir a patear el trasero de Rick porque estás enfadado con él. De hecho,
realmente me gustaría mirar eso, pero ese no es el punto. Voy a ir a cuidar a mi
amiga. No se trata de ti. Se trata de lo que le ha hecho a ella.

—Macy, dejemos algo claro como el cristal —dije, con fuego brillando de mis
ojos—. Dani y yo somos uno. No sé dónde comienza ella y termino yo. Mi jodido
corazón fue arrancado de mi pecho a causa de ese imbécil. No me sermonees por
mis intenciones. Nos hizo esto. Se metió con ella; se metió conmigo. La amo más de
lo que amo mi propia vida. Así que apártate de mi jodido camino.

—Sabes que ella te ama —dijo.

—Sí —dije—, solo que no de la misma manera.

—Eso no es cierto.

—Macy, ahórratelo. Eres una buena amiga. Tengo que irme.

—Nena, dale espacio —dijo Chris—. ¿Por qué no llamas a Candace y esperas a que
te llamemos?

—No, voy con ustedes, chicos —insistió Macy, mientras caminaba hacia la puerta y
la abría para nosotros.

La caminata hasta mi auto fue apresurada, pero tranquila. Subimos a mi auto y


condujimos a Lincoln Road ya que Dani me dijo que ella y Rick se encontraban allí
cada sábado. Macy pasó todo el viaje tratando de convencerme de que estaba
equivocado.

—Sé que estás enojado, y tienes todo el derecho de estarlo. Estoy bastante segura
de que Rick jodió con tu cabeza. Es un maestro de la manipulación. Por favor, Liam,
no te alejes de ella. No sabe lo que está haciendo. Solo ten la mente abierta.

Dejé de reconocer sus divagaciones. No era trabajo de Macy convencerme de nada.


Era de Dani. Por el momento, ella no tenía idea de lo que quería. No podía pensar
en nada de eso. Solo tenía una cosa en mente, y eso era Marin.

—Macy, vamos, nena. Déjalo en paz —dijo Chris.

—Uf, no puedo creer que me estés diciendo que me calle —dijo Macy,
recostándose en su asiento. Vi a través del espejo retrovisor que tenía sus brazos
cruzados y estaba haciendo pucheros. Chris la miró unas cuantas veces, y ella lo
364

fulminó con la mirada.


—Amigo, tienes que calmarte —trató de razonar Chris.

Le lancé una mirada antes de volver los ojos hacia la carretera, agarrando el
volante mientras conducía hacia Miami Beach, agradecido de que no hubiera
tráfico.

Conduje por Alton Road hacia Lincoln Road y encontré un lugar. Después de que
nos detuviéramos, salté de mi auto.

Chris corrió para retenerme.

—Lucas, mírame. No lo hagas. No vale la pena.

—Es un pedazo de mierda, Chris. Ella no, y ella vale mucho la pena —respondí con
determinación. No sabía qué iba a hacerle cuando lo viera, pero no iba a dejarlo ir.

Dimos vuelta a la esquina y empezamos nuestro camino por Lincoln Road. Estaba
caminando, pero Macy estaba trotando, diciéndome que bajara la velocidad. Me
hallaba en modo de supervivencia. No escuchaba nada a mi alrededor. Evalué mi
entorno, calculando mentalmente los peligros, el ambiente, y cómo reducir el
riesgo.

Me encontraba en un incendio para salvarla. Y entonces me congelé.


365
Capítulo 53
Dani

M
e senté en mi auto, mirando fijamente a la luz en su ventana. Cuando
encendí mi auto, la radio empezó a sonar suavemente en el fondo. No
podía poner mi auto en marcha. Quería correr de vuelta a su puerta y
rogarle que me perdonara. No podía hacer eso hasta que lidiara con Rick y lo que
fuera esto entre nosotros dos. Le debía a Liam eso al menos. Había sido egoísta
ocultarle esto y arrastrarlo por el infierno mientras descifraba las cosas solo
porque no podía soportar estar sin él. Tenía que dejar de ser egoísta. Puse mi auto
en marcha y conduje a casa.

El camino a casa fue oscuro y solitario, coincidiendo con mi estado emocional. Con
cada semáforo que pasaba en el ligero tráfico, mi corazón se hundía más en
desesperación.

Me detuve en mi camino de entrada y miré por el parabrisas. Me obligué a salir del


auto y atravesar la puerta de mi oscura casa. Dejé caer mi bolso y llaves en la mesa
y luego fui directa a mi dormitorio. No tenía la energía para cambiarme.
Arrastrándome dentro de la cama y yaciendo bajo las sábanas, traté de buscar
consuelo en esta fría noche de enero, pero no podía calentar el frío que había
entrado en mi corazón. Mis lágrimas fueron remplazadas por adormecimiento.

En la oscuridad, enloquecí a través de las fotos de Liam y yo en mi teléfono. Vi el


video de cuando me había dado una serenata. Mi corazón dolió con el recuerdo de
cuando me había declarado su amor durante ese fin de semana.

Él era mi aire. ¿Cómo aprendería a respirar sin él? Nunca había experimentado este
tipo de dolor. Mi corazón se rompió en un millón de pedazos. La comprensión se
filtró en mí. Él era mi corazón, y ahora, se había ido. Todo esto era mi culpa. ¿Qué he
366
hecho? ¿Por qué no podía solo dejar ir lo que podría haber sido con Rick y recibir con
los brazos abiertos lo que ya tenía con Liam?

La mañana vendría suficientemente rápido. Me encontraría con Rick, según


nuestro implícito ritual, una hora antes del brunch en Lincoln Road. Hasta
entonces, me tumbé en lo oscuridad mientras veía fotos de Liam, acariciando
gentilmente la imagen de su rostro.

Susurré:

—Lo siento tanto. Te amo.

Bajé mi teléfono sobre mi pecho. Eventualmente, el agotamiento casi sacó lo mejor


de mí, pero estaba lejos de una satisfactoria paz. Giré y di vuelta toda la noche,
nunca quedándome verdaderamente dormida. Yaciendo de costado, miré fijamente
a la nada, esperando que de alguna manera tal vez se convertiría en algo. ¿Podría
todo esto haber sido una pesadilla? Mi terrible dolor de cabeza y el rímel corrido
que manchaba mi almohada me decían que no era así.

Mi dormitorio todavía estaba a oscuras aunque podía ver los pequeños rayos de sol
apenas atravesando la esquina de mis persianas. Mi corazón dolía ante el recuerdo
de cuando Liam había ido a Home Depot para hacerse cargo de mi problema de
mañanas demasiado brillantes. Siempre estaba preocupándose por mí. ¿Cómo se lo
pagué? Rompí su corazón.

Me compuse. Tenía que salir de aquí. No estaba segura de cómo iba a manejar las
cosas con Rick. Ese era el mayor problema. Tenía que dejar de vivir en la fantasía
del pasado. No era estúpida. Sabía que Rick estaba mostrándome su mejor
comportamiento. Por mucho que creyera que había cambiado, había algo
inherentemente Rick en él. Era esa combinación que era tan seductora. Necesitaba
distancia de la droga que era Rick Marin. Solo no sabía cómo alejarme de él.

Mientras me hallaba frente al espejo de mi baño, me estiré por mi cepillo de


dientes, pero agarré el de Liam en su lugar. Recuerdos de la mañana en que él
había usado mi cepillo de dientes se precipitaron sobre mí. Lágrimas brotaron de
mis ojos mientras recordaba su toque y la forma en la que me había mirado. Lo
amaba. Sentí arrepentimiento atravesar mi cuerpo y succionar el aire de mis
pulmones mientras apretaba mi corazón.

Tenía que terminar lo que había empezado. Yo no era un personaje ficticio a quien
el autor podía redimir en unos cuantos tecleos. La verdad era que yo era un
personaje detestable en la historia de mi vida. Había hecho un gran desastre, y
367

necesitaba limpiarlo. La única esperanza de redención que tenía era admitirlo y de


alguna manera encontrar la capacidad para perdonarme por destruir el amor que
había compartido con el hombre que adoraba.

Me puse un par de pantalones negros de yoga y una sudadera con capucha de


Miami Heat. Retorcí mi cabello y lo até en lo alto. Me deslicé en mis zapatos
deportivos y salí por la puerta. Mientras alcanzaba mis lentes de sol que se
encontraban sobre la cómoda, vi que tenía un mensaje de texto de Macy, pero no
estaba de humor para hablar con ella. La ignoré y salí por la puerta y entré en mi
auto.

Mientras salía y viajaba hacia Miami Beach, escuché mi teléfono vibrar de nuevo.
Bajando la mirada, vi que tenía unos cuantos mensajes de parte de Candace y Macy.
Lidiaría con ellas más tarde por lo que se convertiría en una extensa discusión de
las peores veinticuatro horas de mi vida. No estaba segura de cómo siquiera
empezar a manejar las consecuencias de ello. Si fuera alguien distinto a Rick, ellas
habrían sido completamente leales a mí. Pero me lo propicié. Debería haber
hablado con Candace ese día que salimos de compras, pero sabía que no lo
aprobaría ni lo entendería. Me habría sermoneado y dicho que si continuaba por
ese camino, me arrepentiría de ello. Habría tenido razón, y odiaba eso de ella. Macy
estaría enojada porque no le conté nada, pero no podía confiar en que ella
mantuviera su gran boca cerrada. Le habría dicho algo a Candace y a Chris. Sonaba
como una loca drogadicta escondiendo mi adicción.

Mi teléfono continúo vibrando mientras manejaba, y estuve tentada de apagarlo. Di


vuelta en el lugar del estacionamiento y salí del auto.

El cielo era gris, y soplaba una brisa fría alrededor de mí mientras caminaba por
Lincoln Road. No estaríamos comiendo afuera hoy. El tiempo mantenía a los frikis
y a los modelos dentro. Los floridanos del sur eran tan cobardes. Estaba bien para
mí. La triste y solitaria calle parecía muy apropiada. Todo lo que necesitaba era un
poco de lluvia para hacerlo perfecto, pero no había nubes en el cielo. Mierda, tenía
que dejar mi autocompasiva actitud. Necesitaba controlarme.

Me senté en el borde de la fuente donde Rick y yo nos habíamos sentado tantas


veces antes. Cuando mi teléfono vibró otra vez, vi que tenía un mensaje de texto de
Candace, pero no lo leí. Metí mi teléfono en mi bolso y luego enterré mis manos en
mi sudadera para mantenerlas calientes. Metí la cabeza en mi pecho para proteger
mi rostro del frío. Mirando mis pies fijamente, esperé en completo
entumecimiento, congelada.

—Buenos días, rayo de sol —dijo Rick mientras caminaba hacia mí.
368
Estaba llevando lo que solo podía asumir era una taza de café para él y una de
chocolate caliente para mí. Estuve impresionada de que recordara qué era lo que
bebíamos en las mañanas frías. Aunque no debería haber estado sorprendida de
que se luciera como si recién hubiera salido de una sesión fotográfica. Estaba
usando jeans negros que lo abrazaban perfectamente y una chaqueta negra de
cuero que estaba abrochada. Me disparó esa sonrisa con hoyuelos registrada de
Rick que podía conseguir que cualquier mujer hiciera lo que él quisiera.

Incliné mi cabeza para agradecerle con una media sonrisa.

—Oye.

—Daniela —dijo con preocupación en sus ojos mientras se sentaba junto a mí—.
¿Estás bien? —Se sacó la chaqueta y la puso alrededor de mí—. Aquí, toma esto.
Estás congelada. Toma tu chocolate caliente. Te sentirás mejor.

Su aroma y calor me abrumaron. Era una adicta en una casa de crack. Era casi
como si me estuviera sujetando. Cerré mis ojos, abrazando la sensación. La disfruté
por un breve momento antes de abrir los ojos y mirarlo.

—No, no estoy bien —contesté.

En el camino hasta acá, había ensayado la conversación en mi cabeza. De algún


modo, mi mente quedó en blanco. ¿Cómo le digo que estoy enamorada de otro
hombre, pero que al mismo tiempo extraño lo que tuvimos o lo que pudimos haber
tenido?

Podía decir que él estaba buscando lo correcto por decir.

—Mírame. Dime, cariño, ¿qué sucede? —preguntó con preocupación.

En todo el tiempo en el que Rick y yo habíamos estado juntos, nunca había sabido
que estuviera preocupado. Siempre había arreglado las cosas con una sonrisa o
sexo, o lo había descartado por completo. Su defecto, como lo era el mío tan a
menudo, había sido la negación. Pero aquí estaba ahora, siendo gentil, amable, y
atento. Esto estaba confundiéndome hasta los huesos. ¿Por qué no puede solo ser el
imbécil que conocía? Eso habría hecho todo mucho más fácil, pero no, tenía que
venir y ser dulce. Mientras estaba usando su chaqueta que olía a delicioso Rick,
dulce Rick estaba haciéndome alucinar. Necesitaba concentrarme.

—Le dije a Liam la verdad y rompí su corazón —dije.

Escuché las palabras salir en alto por primera vez. Tenían el poder de serenarme
369

de mi euforia por Rick. Un lloriqueo se me escapó, y una lágrima la siguió.


Mi realidad se estrelló con mi fantasía, y fue una horrible colisión.
370
Capítulo 54
Rick

C
uando la vi por primera vez sentada junto a la fuente, pensé que solo tenía
frío. Me alegré de haberme detenido para recoger su chocolate caliente con
crema extra, justo de la manera en que le gustaba.

Sabía que esta sería la última vez que la vería. Madison había tenido razón. No
podía seguir haciéndole esto. Necesitaba ser el hombre que pensaba que era, no el
hombre que realmente era. Ni siquiera fingí estar corriendo. Esta vez, vine vestido
como yo, ya no me disfrazaba.

Había logrado conocer a Daniela de otra manera. Realmente era una mujer
increíble que merecía ser verdaderamente amada. Nunca podría darle lo que le
daba Liam. Había tenido razón. Necesitaba amarla más de lo que amaba mi polla.

A medida que me acercaba, me di cuenta de que no solo tenía frío. Tenía los ojos
hinchados y la nariz roja.

—Daniela —le dije, entregándole el chocolate caliente—. ¿Qué pasa?

Con apenas un murmullo, contestó:

—Le dije la verdad.

Esto era inesperado y no parte de mi plan. Se suponía que tuviéramos esa mierda
de cierre del que siempre estaban hablando las mujeres. Se suponía que
siguiéramos con nuestras vidas a pesar de que realmente iba a extrañarla. Ahora,
necesitaba evaluar el daño de esta confesión.

Limpié las lágrimas de su rostro gentilmente.


371
—¿Qué le dijiste exactamente? —Joder. Cuanto más lo pensaba, sabía que no era
bueno. ¿Por qué nada podía ir de acuerdo a mis planes? Realmente estaba tratando
de hacer lo correcto.

—Todo —dijo, mirando hacia el cielo con ojos tristes.

Maldita sea, está hablando en lenguaje de chicas. Todo podía significar todo, o no
podía ser nada, o podía significar algo. Un millón de escenarios pasaron por mi
cabeza, pero con la mirada en sus ojos, podía decir que debería imaginar lo peor.
Madison había estado en lo correcto. Había arruinado la vida de todos. No podía
creer que le hubiera contado todo. Estaba desgarrado entre salvarme el culo y
reconfortarla.

—¿Por qué hiciste eso? —pregunté finalmente, imaginando que esa pregunta
cubría los intereses de ambos.

Se volvió hacia mí.

—Ya no podía mentirle a él ni a mí.

¿Qué pasa con las mujeres y su incapacidad de llegar al punto? ¿En qué le estaba
mintiendo? ¿En qué se estaba mintiendo? ¡Oh, joder!

Energía nerviosa comenzó a recorrer mi cuerpo. Realmente necesitaba levantarme


y empezar a moverme, pero estaba sentada en silencio. En su lugar, reboté mi
pierna y pasé mis manos por mi cabello. Aceptaba el hecho de que el precio que
estaba pagando por ser un maldito hijo de perra era que me quedaría calvo.

—Cariño, mírame. ¿Qué quieres decir con mentirte a ti misma? ¿Sobre qué?
¿Quieres estar conmigo? —pregunté.

Una parte de mí quería que dijera que sí. Había sido mi obsesión durante meses.
Pero la otra parte de mí quería que dijera que no. Sabía la verdad, y si se quedaba
conmigo, saldría a la luz. Madison había estado en lo correcto. La verdad siempre
salía a la luz. Daniela era inteligente. La verdad era que no sabía cuánto tiempo
podría mantener esta charada, y no merecía el aceite de serpiente que le vendí. Ella
tenía la cosa real. ¿Por qué tuvo que contarle algo? Debería haber hablado conmigo
primero.

—Rick, no sé cómo decir esto. Amo a Liam —dijo, cerrando sus ojos. Entonces, los
abrió, mirando a los míos directamente—. Pero cuando estoy contigo, no puedo
negar que siento una conexión. —Suspiró profundamente mientras bajaba la
cabeza.
372
—No, Daniela, no soy bueno para ti. Tienes que volver y hablar con él. Te tomará
de vuelta. Te ama.

Mierda. Esto no estaba sucediendo. ¿Por qué tenía que ir y hacer eso? Finalmente
estaba haciendo lo correcto. Maldita sea, mi jodido momento apestaba.

—No es tan simple. Me dijo que me fuera —susurró mientras un torrente de


lágrimas fluía.

Mierda. Esto era justo como había predicho Madison. Joder. ¿Cómo diablos arreglo
esto ahora? Necesitaba calmarla y hacer esto bien. Soy tal imbécil.

—Lo amas. Debería haberme alejado de ti cuando me dijiste que tenías un novio.
Lo siento. Fui un egoísta imbécil.

—¿Por qué no te mantuviste alejado? —preguntó, luciendo tan triste.

Definitivamente me iba al infierno. Sabía que merecía cierto grado de verdad.

—Mmmm… porque no podía. Cuando te vi, me arrepentí de todo lo que hice,


especialmente cómo te traté. Quería hacer todo bien con nosotros. Te quería de
vuelta. No te merecía entonces, y ciertamente no te merezco ahora.

—Traté de deshacerme de ti, pero eras persistente. La verdad es que debería haber
permanecido alejado, pero no quería hacerlo. Pensé que eras inofensivo.

—¿Inofensivo? ¿En serio? —cuestioné con una ceja levantada.

—Está bien, tienes razón. No creo que nadie pueda decir que eres inofensivo. Solo
pensé que podría manejarte —contestó, encogiéndose de hombros.

Joder. Había perfeccionado el arte de ser un imbécil cuando le hice pensar que
podía manejar cualquier cosa que yo estuviera trayendo a la mesa. Luché entre el
control de daños y el sincerarme con ella. Tenía que pensar rápidamente y
recordar los consejos de Madison. Necesitaba ser el hombre que Daniela pensaba
que era. Necesitaba hacerme la psique para esto porque estaba al borde del pánico.
Elegí el control de daños.

—Daniela, no pasó nada. Puedes regresar con Lucas con la consciencia limpia.

—Rick, ¿cómo lo llamaste? Olvídalo. No sé lo que estoy escuchando. De todos


modos, esa noche… —dijo, mirándome.

Cerré los ojos, sabiendo exactamente de qué estaba hablando.


373

Exhaló lentamente.
—Te deseaba. Podrías haberme tomado contra esa pared. Estaba lista para ti.

Eso era exactamente lo que había querido hacerle. Joder. Mi polla estaba semidura.
No estaba totalmente dura probablemente debido a mi nivel de estrés y el hecho
de que estaba congelando mi culo. Había querido follarla tan duro contra esa
pared. Me di cuenta de que me había deseado. Sus ojos se habían dilatado. Su pulso
se había acelerado, y sus pezones habían lucido duros. Joder. Me había masturbado
en la ducha esa misma noche, pensando en cómo se habría sentido deslizar mi
polla dentro de ella allí mismo en público. Mierda. Necesitaba concentrarme.
Necesitaba amarla más que a mi polla. Iba a ser un héroe aquí y tratar de deshacer
algunos de los daños al asumir la responsabilidad. Lo que carajos significara eso.

—Sé que lo estabas… pero no lo hiciste. Todo eso fue mi culpa. No hiciste nada
malo. Estuviste en control todo el tiempo. Me detuviste porque lo amas. Nunca lo
traicionarías —dije, pasando mis manos por mi cabello. La miré—. Nunca me
amaste de la manera en que lo amas. Desearía que lo hubieras hecho. Desearía que
fuera digno de ello de alguna manera. Pero tú no, y no lo soy.

Madison habría estado orgullosa de mí. Lo hice. Era la verdad… bueno, al menos la
mayor parte. Lo importante era ser honesto. Había deseado que me hubiera amado
como amaba a Lucas, pero no lo hacía. Una parte de mí se sentía como una mierda
por eso. La otra parte de mí se sentía orgulloso de que pudiera hacer una cosa sin
cagarla.

—Lo amo. Realmente lo amo. Siento como si tuviera un agujero en el medio de mi


pecho ahora mismo. Pero ¿cómo explico que te deseo? —preguntó, sin dejarlo ir.

¿Por qué demonios las mujeres son así? ¿Por qué tienen que analizar todo a muerte?
Entre Maddy y Daniela, iban a volverme loco. Esto era demasiado trabajo.
Realmente era un bastardo egoísta para hacer esto todo el tiempo.

—Lo que tuvimos fue intenso, cariño. Cuando te miro, veo a una mujer hermosa y
sensual. Te seduje para desearme porque sé cómo responde tu cuerpo a mí; a mi
voz, mi tacto y mi mirada. Te deseaba, pero fue erróneo de mi parte. Perteneces a
otra persona. Fui egoísta —dije, confesándole mis pecados.

Sus ojos comenzaron a ponerse acuosos mientras su nariz se ponía roja.

—Ensayé en mi cabeza tantas maneras diferentes de decir todo esto, y nada está
saliendo bien. Si conocieras a Liam, sabrías el tipo de hombre que es. Es un hombre
tan bueno, y es maravilloso conmigo. Esas palabras ni siquiera empiezan a
describirlo. Solo tienes que conocerlo. Si lo conocieras, sabrías de lo que estoy
374

hablando. Es el mejor, y siempre me pone primero. Su corazón me pertenecía. Su


amigo Chris se burlaría de él por ser un coño azotado y convertirse en toda una
chica. Oh, Dios mío, era tan cómico. Pero no le importaba porque amaba a su chica.

Cuando hizo una pausa, pensé que iba a vomitar mi café con leche. Mi lista de
pecados era cada vez más larga. Estaba plagado de culpa, remordimiento y un poco
de vómito.

—Suena como un gran tipo —dije.

—Sí, lo es. La jodí —dijo tristemente.

Sabía que sus amigas llegarían pronto, por lo que no estaría sola. Necesitaba hacer
lo que había venido a hacer, y necesitaba hacerlo bien.

Me puse de pie por un momento para estirarme, y luego me agaché frente a ella.
Agarrando sus manos en las mías, la miré a los ojos.

—Daniela, eres una mujer maravillosa y hermosa. Mi vida es mejor porque te he


conocido. Quiero ser el hombre que crees que soy, pero no lo soy. Te mereces todo.
No perteneces a mi lado. No creo que lo hubiera hecho alguna vez. Liam es digno
de tu amor. Hoy vine a despedirme.

Joder. Tuve que detenerme y mirar hacia otro lado cuando empezó a llorar. Tuve
que contener mis propias lágrimas. Joder, joder, joder. Me había convertido
oficialmente en una chica.

—Daniela, no llores. Por favor, deja de llorar. No me he ganado tus lágrimas. Lo


siento mucho por todo. Ya no puedo hacerte esto. Ve con Lucas. Te ama, y sabe que
lo amas —le imploré—. Por favor… no subestimes su amor por ti.

Antes de que pudiera decir algo, oí una voz que no esperaba.

—Marin.

Al carajo mi jodida vida.


375
Capítulo 55
Liam

M
e congelé, tal vez a unos diez metros de ellos. Chris y Macy se
encontraban en algún lugar detrás de mí, sin decir una palabra. Dani
estaba sentada junto a la fuente, usando lo que parecía la chaqueta de
Rick. Vi cuando él se agachó y sostuvo sus manos. Todo lo que podía ver era que
ella estaba llorando. Quería arrancarle la cabeza, pero todo el aire me dejó. Verlo
con ella se sentía como si alguien me hubiera golpeado en las bolas.

—Marin —dije, obteniendo su atención.

Dani me miró. Sus ojos lucían tristes y su rostro manchado de lágrimas. Le había
dicho que se fuera anoche. La idea de perderla para siempre causaba un dolor en
mi corazón. Me tragué el bulto en mi garganta.

Rick se inclinó y le dijo algo. Ella se levantó, se quitó su chaqueta, y se la regresó.


Me miró y luego de vuelta a él. Lo abrazó.

Me estaba volviendo loco, apretando mis puños. Estaba listo para abordarlo por
tocarla. Quería jodidamente matarlo. Chris y Macy comenzaron a decir algo, pero
no pude escucharlos.

Dani se alejó de él, agarró su bolso del suelo, y comenzó a caminar hacia nosotros.
No podía quitar mis ojos de ella. Sin importar cuán herido estuviera, la amaba con
todo mi corazón. Odiaba que esto nos estuviera pasando a nosotros. Como la chica
que Chris dijo que era, mi corazón se había roto. Pero como el hombre que era, me
encontraba jodidamente enfadado con Rick, y necesitaba pagar por lo que hizo.

Empecé a caminar hacia Dani. Podría haber estado viniendo a decirme que me
perdiera. No lo sabía, pero no me importaba. Solo necesitaba estar cerca de ella.
376

Estos eran los tres metros más largos que había caminado alguna vez. Finalmente
nos paramos en frente del otro. Agachó su cabeza, llorando, mientras enterraba su
rostro en sus manos. Cuando levanté su rostro, mantuvo los ojos cerrados.

—Mírame, nena —dije suavemente.

Sus ojos aletearon para encontrar los míos, y entonces los cerró otra vez.
Envolviéndola en mis brazos, la sostuve como lo hice tantas veces antes. Apoyó su
cabeza en mi pecho y envolvió sus brazos a mi alrededor.

Acurrucando mi cabeza en el hueco de su cuello, susurré en su oído:

—Te amo, nena, sin importar qué.

Mientras besaba la cima de su cabeza, miré a Rick intercambiando palabras con


Candace, quien solo podía asumir que recibió la llamada de Macy. Candace podría
tener su conversación con él después. Tenía asuntos pendientes que atender. Dani
y yo no seríamos capaces de reconstruir nada, si eso era lo que ella quería, hasta
que lidiara con un pequeño problema llamado Rick Marin.

Me retiré, ahuecando su rostro en mis manos.

—Necesitas ir allí con Macy. Necesito tener unas palabras con mi amigo.

Quería patear su culo. Me sentía tan enojado por lo que le hizo a ella, a mí, a
nosotros.

—Liam, por favor. Esto es entre tú y yo. Rick y yo solo estábamos diciendo
nuestros adioses. Si necesitas estar molesto con alguien, es conmigo —dijo.

Sabía que me rogaba que no confrontara a ese imbécil.

—Dani, no tienes idea de lo que estás hablando. Ve con Macy ahora —ordené.

No sabía si lo entendió o no. Como hombre, no podía dejar ir esto. No dejaría a ese
idiota alejarse con todo lo que había hecho.

—Hermano, solo dejémoslo así. Aléjate, Lucas —dijo Chris, poniendo su brazo en
mi hombro.

No podía. Necesitaba lidiar con este hijo de perra. No se iba a escapar de esto.
Mientras más pensaba en las mentiras, la manipulación, y solo Dios sabía qué
juegos había jugado con Dani, más listo me encontraba para descuartizarlo.

—Marin, ¡eres jodidamente mío! —le gruñí a Rick.


377

—Por favor, Liam, déjalo ir. Vamos, por favor. —Dani jaló mi brazo.
Obviamente no entendía. Probablemente pensaba que tenía alguna clase de juego
de poder de ego. Si solamente fuera así de simple, podría haberme alejado, pero
esto era mucho más personal.

Me giré hacia ella.

—Dani, por favor solo ve allí.

Necesitaba enfocarme en el idiota frente a mí.

—Lucas, vamos. Sé que estás jodidamente molesto. Es tuya. Ganaste. Estoy


jodidamente tratando de hacer lo correcto —dijo Rick.

Estaba tratando de escabullirse. Estaba muy equivocado si pensaba que iba a


negociar su camino fuera de esto.

—Hijo de perra —dije, apretando mis puños—. ¿Lo correcto? Quiero jodidamente
matarte por todo lo que hiciste.

—Liam, ¡no! —gritó Dani. Se movió para pararse entre nosotros, presionándose
contra mí—. Por favor mírame. Nene, mírame.

La miré mientras suplicaba con lágrimas en los ojos.

—Por favor, enfádate conmigo. Fui quien te hirió. Todo esto es mi culpa. Soy quien
lo dejó salirse de control. Moléstate conmigo. Sí, debería haberse quedado lejos
cuando le dije que tenía un novio. Sé que eso es realmente malo, pero con quien
necesitas estar molesto es conmigo, no con él. Debería haber sido más directa con
él.

No podía creer que estuviera tomando la culpa por lo que hizo ese idiota. Pensé
que iba a explotarme un vaso sanguíneo mientras la rabia corría por mi cuerpo. No
sabía que realmente fuera posible odiar más las entrañas de Rick.

Resoplé entre respiraciones.

—Nena, vete. Esto definitivamente tiene que ver conmigo. —La moví fuera del
camino y luego comencé a apretar mis puños otra vez.

Todo pasó rápidamente. Rick enderezó sus hombros mientras sus ojos se
estrechaban. Afortunadamente para él, Chris agarró mi brazo y estaba
conteniéndome. La tensión entre nosotros era aterradora.

—No puedo jodidamente creer que permitieras que asuma la culpa por tu mierda.
378

Eres un inútil pedazo de mierda —dije mientras Chris luchaba por contenerme. Me
giré hacia Dani—. Solo escúchame. Ve con Macy y Candace. No tienes idea de lo que
ha hecho.

Se paró ahí, como un ciervo atrapado en las luces, con lágrimas bajando por su
rostro. Que se joda. Todo esto era su culpa. Me encontraba dividido, luchando entre
la abrumadora rabia que tenía y mi deseo de cuidar de ella.

—Daniela, por favor, solo jodidamente escúchalo —dijo Rick fuertemente.

Lo perdí. Esa fue la gota que colmó el vaso.

—¡Jodidamente no le hables! —grité, cargando contra él.

—Retrocede. No hagas esto. Mira, conseguiste a la chica. Eso es todo lo que


importa. Te ama, no a mí. Nunca jodidamente me amó. ¡Me voy jodidamente de
aquí! —gritó con un ceño.

Chris se paró entre nosotros. Dani trató de empujarme hacia atrás, pero no podía
dejarlo alejarse. No podía dejarla pensar que sostenía el peso de esto.

—No solo eres un imbécil. También eres un cobarde —le gruñí—. Vas a alejarte de
aquí, dejándola pensar que tomaste el jodido camino fácil cuando todos los demás
saben lo que hiciste. Le dices la verdad o lo haré yo, y entonces jodidamente
arrancaré tu corazón con mis propias manos.

Cada vena en mi cuerpo se hallaba hinchada. Estaba funcionando con pura


adrenalina, y estaba bastante seguro de que podría hacer exactamente lo que
amenacé con hacer. Dani dejó caer el agarre que tenía en mi brazo.

Rick se giró y comenzó a pasar sus manos por su cabello. Siguió mirándola y luego
a mí.

Miré de regreso a Dani, y nuestros ojos se encontraron. Se encontraba congelada,


rota.

Tal vez esta no era la forma correcta ni el momento correcto. Mierda. Podría solo
haberla jodido tremendamente.
379
Capítulo 56
Dani

S
olté el brazo de Liam mientras le gritaba a Rick que me dijera la verdad. ¿De
qué diablos está hablando? Miré alrededor, y Lincoln Road todavía estaba
relativamente vacía con solo unos pocos peatones paseando, bebiendo sus
lattes, o paseando a sus perros. Éramos el show inusual del sábado por la mañana.

Miré a Macy y Candace. Estaban acurrucadas juntas, aparentemente


conmocionadas, mientras probablemente estaban tratando de mantener el calor.
Chris todavía estaba parado entre Liam y Rick.

—Rick, ¿de qué está hablando? —pregunté.

Necesitaba saber qué demonios estaba pasando. Macy y Candace se acercaron y


permanecieron detrás de mí. Literalmente cubrían mi espalda. No habría dudado
de Rick bajo circunstancias normales, pero estaba confundida de por qué fueron
tan rápidas en hacerlo ahora.

Rick inclinó la cabeza hacia atrás, mirando al cielo. Quizás pensaba que las
respuestas vendrían a él a través de una inspiración divina. No tenía idea. Sentía
como si estuviera estancado, y cuando se trataba de Rick, el estancamiento nunca
era bueno.

La primera vez que había escuchado a Liam llamarlo por su nombre, me


sorprendió la familiaridad. Rick había pasado las manos por su cabello, algo que
noté que estaba haciendo mucho, y luego había reconocido a Liam. Era como si se
conocieran, pero era imposible.

Entonces, Rick se volvió hacia mí.


380

—Adiós, cariño. Ve con él.


Salí de mi ensoñación.

—Rick, dime de qué está hablando Liam. —Me acerqué a él. Miré a Liam. Ahora
tenía los brazos en su cabeza y una mirada en sus ojos que no podía descifrar.

»Alguien dígame qué demonios está pasando aquí —dije, mirando a cada uno.

Ambos lucían como si temieran contármelo.

—¿Liam? ¿Sabes qué? Olvídalo. Macy, tú dime qué está sucediendo.

—Dani. No puedo. No aquí. No así —dijo Macy, negando con la cabeza—. Ven,
vámonos de aquí. Iremos a casa y hablaremos de esto. Por favor, Dani. Recién lo
descubrimos.

Si Macy no estaba divagando, esto era malo. Estaba con una sobrecarga emocional.
No podía procesar mucho más, y tenía miedo de que todos a mi alrededor supieran
de que todo lo que estuviera a punto de saber sería catastrófico.

Rick dejó de mirar al cielo y se volvió hacia mí.

—Daniela, todo lo que dije antes era verdad. Tienes que creer eso. Debería haberte
dejado en paz.

Tenía un muy mal presentimiento sobre esto. Rick tenía algo en su mirada que
nunca antes había visto. Podría haber sido arrepentimiento.

—Lucas, no te enojes con ella. Chris y tú saben que me estaba resultando difícil
reconquistarla. Es tuya. Siempre lo fue.

Liam dejó caer sus manos de su cabeza y cubrió su rostro con estas. Tenía que
estar en medio de una conmoción cerebral porque no entendía nada de lo que
estaba pasando. Me estaba volviendo loca. Miré a Liam y luego a Rick otra vez.

—Debo estar volviéndome loca porque juro haberte escuchado referirte a Liam
como Lucas, y solo sus amigos lo llaman así. Y ¿cómo sabría que estaba resultando
difícil reconquistarme? ¿Qué está sucediendo? ¿Lo conoces? —dije, tratando de
entender.

No sabía de dónde estaba proviniendo mi energía. Quizás me someterían a una


evaluación mental porque tenía que estar perdiendo el juicio.

—Nena, olvidemos que forcé esta situación. Vámonos por favor, como dijiste. Macy
y Candace van a explicártelo todo en casa —dijo Liam.
381
Quería que fuera a casa con mis amigas y no con él. No sabía lo que estaba
esperando de Liam. Dios, le rompí el corazón, aun así asumí que él querría arreglar
las cosas. En vez de eso, sentí el dolor del rechazo.

—No, quiero saberlo ahora. Rick, solo dime la verdad —dije. Enderecé mis
hombros, preparándome para recibir las noticias.

—Daniela, todo lo que dije antes era verdad —dijo. Cambió su mirada, dejándome
saber que había más en la historia—. Lo que no te dije, y esperaba que nunca lo
supieras, era que te vi en Breathe esa noche. Fue la misma noche en la que conocí a
Lucas. Te quería de vuelta, Daniela. Quería la vida que teníamos, y me sentí como la
mierda por cómo te traté. Necesitaba arreglar las cosas entre nosotros.

—No te vi allí —dije, impresionada ante esta admisión.

—No, no lo hiciste, pero yo sí te vi. Lucas y yo te estuvimos observando toda la


noche. Iba a ir contigo, pero luego te vi salir con él. Tenía que encontrarte. Tenías
razón. No pude dejarte en paz. La única cosa que lamento más que lo que te he
hecho ahora es lo que te hice entonces.

—Espera, ¿estás diciéndome que eres amigo de Liam? ¿Cómo podría ser eso? He
conocido a sus amigos, y nunca te mencionó. ¿Qué está sucediendo aquí?

Liam se defendió.

—Es amigo de Chris. Comenzó a jugar básquetbol con nosotros. Nunca me cayó
bien, y ahora sé por qué. —Fulminó a Rick con la mirada.

Si las miradas mataran…

—¿Por qué no me dijiste que era tu amigo? Sabes lo molesta que estaba la primera
vez que lo vi. Te conté la historia de nuestra ruptura y cuánto me dolió eso. ¿Fue un
juego para ver a cuál de ustedes dos elegiría? —pregunté, acusando a Liam de ser
parte de una conspiración en mi contra—. Después de todo, ambos estuvieron
observándome en el club. ¿Fue alguna clase de competencia? Sigue diciendo que
ganaste. ¿Yo era el premio? Oh, Dios mío. No puedo creerlo. Pensé que me amabas.

—Nena, te juro que no sabía quién era él. Nunca mencionaste su nombre. No lo
sabía hasta esta mañana cuando Macy comenzó a divagar. Cuando lo descubrí,
quise matarlo. Él nos hizo esto. Nos mintió a ti y a mí. —Se acercó a mí y sostuvo mi
rostro en sus manos, como lo había hecho tantas veces antes—. Nena, te amo.
Tienes que creerme. Nunca te mentiría.
382

Sus manos se movieron para descansar en mis brazos. Se volvió y miró a Rick.
—Eres un imbécil. ¿Por qué nos harías esto? —preguntó, su voz quebrándose.

—Daniela, por favor. Estás llegando a la conclusión equivocada. Lucas no sabía


nada. Descubrí dónde ibas a estar porque Chris hizo un comentario inocente, y usé
esa información para mi beneficio. Sabía que estarías aquí, así que inventé la
historia de correr para toparme contigo —dijo Rick.

Mis piernas se debilitaron ante esa admisión. Liam me equilibró y no me dejó caer.
Miré a Rick. Pensé que iba a desmayarme. Tal vez estaba entrando en shock.

Le pregunté a Rick:

—¿Hay algo más?

—Daniela, ¿no es suficiente? —preguntó.

Sacudí la cabeza porque este era el Rick que conocía. Pensé que iba a enfermarme.

Liam me miró.

—¿Estás bien? ¿Necesitas sentarte?

Comencé a reproducir todo desde la primera vez que me encontré con Rick hasta el
final de nuestro adiós. Sacudí la cabeza, disgustada.

Me volví hacia Rick.

—No, no es suficiente si no lo es todo.

Necesitaba saberlo todo. Alimentada con rabia, mi mente se despejó, permitiendo


salir a la superficie otra variable que había descartado —clases de yoga, germen
del trigo, y confusión mental—, Rick era el obstáculo bloquea polla.

—Madison también fue parte de esto. —Resoplé—. ¿Qué otra cosa no me has
dicho?

—Déjala fuera de esto —dijo, moviendo la cabeza.

—¿Por qué? Eres quien la trajo con toda su mierda. ¿Le dijiste que me dijera todas
esas cosas horribles? Cuéntamelo todo.

—Al carajo mi jodida vida. Daniela, ¿qué más quieres saber? —preguntó Rick,
pareciendo agotado—. ¿Cuánto más de esta maldita mierda necesitas?

Sonreí y comencé a caminar hacia él.


383
—Ahí estás. Me estaba preguntando cuándo iba a verte. Todo este tiempo, pensé
que eras el hombre en quien esperé que te hubieras convertido. Ahora veo que
eres el mismo viejo Rick que conocía tan bien. Todavía eres el mismo que me
rompió el corazón y ni siquiera pestañeó. Sí, te conozco muy bien. Eres el Rick al
que se le entrega todo en una bandeja de plata, que no experimenta consecuencias,
y que usa a la gente para su deleite. ¿Cómo has estado? Ha pasado un tiempo.

—Daniela, sé que estás enfadada, y tienes todo el derecho de estarlo. Pero no todo
es blanco o negro. Es como ese libro que estoy seguro que lees, algo de sombras de
grises o algo así —dijo Rick, mirándome fijamente a los ojos.

Sabía que estaba tratando de salir del hoyo.

—Oh, no, no vas a compararte con Christian Grey. Oh Dios, no eres Christian Grey.
Aunque supongo que podría decir que eres cincuenta sombras de mierda, pero
aquí, entre nosotros, esto es muy blanco y negro. Te pedí que me dejaras en paz. Te
dije que tenía novio. Jodidamente lo conocías. Solo unos minutos atrás, te estuve
hablando sobre el tipo de hombre que es cuando lo sabías muy bien. Sabías todo
esto, pero no te importó una mierda ni pensaste en lo que me haría esto —le dije.

Con mi metro sesenta y cinco de estatura, empujé su pecho. Si este era su intento
de traer una referencia de libro para trabajar a su favor, era un épico fracaso.

—Daniela, no tienes que ser tan severa. No es tan simple. ¿Por qué no puedes ver
eso? Sí, soy un imbécil. Estoy seguro de que Wikipedia tiene una foto mía al lado de
esa definición. Soy un imbécil hijo de perra. Estás muy en lo correcto con respecto
a eso. Soy un bastardo egoísta. Pero te quiero a mi propia forma, y pensé que
estaba haciendo las cosas bien para nosotros. Cuando te dije que quería ser el
hombre que creías que era, no estaba mintiéndote. Joder, quiero ser ese hombre,
pero no lo soy. Desearía serlo.

»Joder, vine aquí hoy para ponerle fin a todo esto. Finalmente estaba haciendo bien
la jodida cosa. Entonces, por favor perdóname por no tener tus estándares
morales. Me arrepentí de haberte perdido, y te quise de vuelta. Hice cosas que
sabía que no te gustarían. Lastimé a gente en el proceso. Te lastimé. No tienes idea
de lo horrible que me siento ahora mismo.

»Eras la cosa buena en mi vida y te dejé ir. Quería una segunda oportunidad
contigo. Estoy seguro de que ahora entiendes el valor de una segunda oportunidad.
La jodí. Lo hice mal. Debería haberte dejado en paz cuando me dijiste que me fuera
ese primer día. Si pudiera hacerlo todo de nuevo, habría hecho lo correcto —dijo.
384
Me miró fijamente por lo que solo pude asumir era su intento de hacerme ver la
sinceridad en sus ojos mentirosos.

Entonces, sucedió. No era propensa a la violencia, pero sin pensar, mi mano voló a
su rostro, duro y rápido.

Sin siquiera darme cuenta de lo que había hecho y antes de que la picazón pudiera
establecerse, le grité:

—¡Cómo te atreves a justificar que has mentido, manipulado y destruido mi vida


porque me querías! ¿Qué pasa con lo que yo quería?

Comencé a empujarlo. El movimiento de las sacudidas era tan fuerte que mi cabello
salió de mi broche. Rabia impregnaba todas las células de mi cuerpo.

—Has destruido todo lo que me importaba. Te odio. Si nunca te vuelvo a ver, será
muy pronto. Soy tan estúpida. No puedo creer que pensara que habías cambiado.
Eres el mismo imbécil que siempre fuiste. Te odio. Te odio. Te odio —le dije,
empujándolo más fuerte.

Me miró con ojos tristes.

—Lo arruiné, Daniela. Lo siento —dijo Rick con desesperación en su voz. Cerrando
los ojos, desvió la mirada—. Realmente estoy tratando de hacer lo correcto ahora.

Lo había perdido todo. Me imaginé que si también perdía mi mente, sería parte del
proceso.

—¿Lo sientes? Disculparse no mejora la situación. Lo siento no hace desaparecer la


culpa que siento. ¡No hace desaparecer el dolor que le causé! —grité a través de
mis lágrimas mientras señalaba a Liam—. Y no me hace sentir mejor. Te irás de
aquí y seguirás con tu vida. ¿Y yo? Te lo llevaste todo. Me tomó todo este tiempo
finalmente abrirme a alguien que realmente me amara. Esto no es kickball. No
puedo empezar de nuevo solo porque jodidamente lo sientes. —Golpeé mis puños
en su pecho.

—Vamos, nena, vamos a casa. —Los brazos de Liam me jalaron para alejarme de
Rick.

—Daniela, lo siento. Realmente lo estoy intentando. Lo siento —dijo Rick, pasando


sus manos a través de su cabello.

—¿Sabes qué? Me has quitado todo, pero te daré esto, no es que te lo merezcas. El
385

Rick que conocía nunca lo lamentaría, y estoy segura como el infierno de que no lo
intentaría. Tal vez todavía hay esperanza para ti, Rick —le dije, alejándome.
386
Capítulo 57
Liam

T
odo este enfrentamiento era surrealista. Cuando había llegado aquí, quería
arrancar la cabeza de Rick y tirarla como un balón. Ahora, solo quería tomar
a Dani en mis brazos y hacer que todo este dolor se fuera. Joder. Odiaba lo
que nos hizo este imbécil.

Cuando empezamos a alejarnos, comprendí la realidad repentinamente. Pude


sentir mi cuerpo tenso mientras mis ojos se congelaban. Dani y yo habíamos roto la
noche anterior. Ella nos había abandonado, me había dejado, porque había
necesitado tiempo para resolver las cosas con ese imbécil. Solo pensar en ello era
como hurgar una herida fresca y luego arrojar alcohol sobre esta.

—Dani, ¿dónde está tu auto? Te llevaré a casa —dijo Macy compasivamente.

Dani parecía un zombi. Definitivamente no estaba en condiciones de conducir.


Mierda, no debería estar sola ahora mismo. No podía quitarle los ojos de encima. La
amaba tan jodidamente tanto, y me estaba matando verla rota. ¿Cómo demonios
arreglo esto?

Empezó a buscar sus llaves. En serio, nunca entendía por qué las mujeres tenían
bolsos tan grandes. En buenas circunstancias, nunca podía encontrar nada ahí.
Cuando parecía que estaba a punto de lanzar su bolso a través del estacionamiento,
Candace se acercó y le quitó la maldita cosa de sus manos.

Dani me miró, y nuestros ojos de bloquearon. Pensé que sonreí. Realmente no lo


sabía. No me sentía feliz. Joder. Estaba destrozado. Mientras la miraba con sus
grandes ojos tristes, supe que no podía dejar de amarla. Mientras se acercaba a mí,
juré que pensé que mi corazón iba a explotar en mi pecho. Cuando solo se enterró
387

en mi pecho, tragué con fuerza, y envolví mis brazos a su alrededor. Acaricié mi


rostro en su cuello, perdiéndome en su dulce aroma. Me enderecé y metí su cabello
detrás de sus orejas.

—Déjame llevarte a casa —susurré.

Asintió y me abrazó más fuerte. Tuve que recomponerme, o empezaría a llorar


como una niñita.

Llamé a Macy.

—Oye, Mace, voy a llevar a Dani a casa. ¿Puedes tomar su auto?

—Claro, si eso está bien con Dani —dijo Macy mientras Candace le entregaba las
llaves del auto.

Candace se acercó para limpiar las lágrimas del rostro de Dani.

—Cariño, estaremos ahí pronto.

Agarrando su mano, caminamos juntos a mi auto. Abrí la puerta para ella antes de
rodearlo y subí. Después de que arrancara, me estiré por su mano y comencé a
dibujar círculos en esta. Sin lugar a dudas, mi amor por ella lo consumía todo. En
este momento, se sentía como si me estuviera matando.

El viaje fue tranquilo. Sabía que su pequeña mente iba a un kilómetro por minuto.
Dani tenía una imaginación increíble. Tenía la habilidad de crear escenarios en su
cabeza que eran mucho más coloridos de lo que realmente estaba ocurriendo. En
este viaje, sin embargo, no creía que estuviera demasiado lejos del objetivo.
Normalmente trataría de disuadirla. Querría que hablara. Esta vez, no podía. No
estaba en mí hacerlo. Solo seguía imaginándola, sentada cerca de la fuente, usando
la chaqueta de ese hijo de perra. Seguía repitiendo la noche anterior en mi cabeza.
No sabía cómo jodidamente hacer esto bien porque dolía demasiado. Fui sacudido
de mis pensamientos.

Repentinamente, Dani dijo:

—No quiero ir a casa.

—¿Adónde quieres ir? —pregunté, mirándola. Quería huir con ella e ir adonde no
hubiera recordatorios de nada de esta porquería.

—No me importa, siempre y cuando esté contigo, y no sea mi casa —susurró.

Conocía a mi chica, y sabía exactamente lo que quería. Le sonreí.


388

—Dani, estás cansada. Ha sido una mañana emotiva. Necesito llevarte a casa.
—Entonces llévame a tu casa —dijo, hablando más intensamente con un poco de
desesperación en su voz.

Sabía que quería que la tranquilizara y le dijera que todo iba a estar bien entre
nosotros. Nunca le había mentido, y no estaba a punto de empezar ahora. Sabía que
Rick había dicho que era mía y que me amaba. Sabía que ese imbécil tenía
problemas en reconquistar a su ex mientras la había entregado a él con una
maldita reverencia. ¿Por qué simplemente no pudo amarme más?

—No creo que sea una buena idea —dije, mirando hacia la carretera.

—Macy tiene mis llaves. No seré capaz de abrir la puerta —dijo, apretando su
agarre en mi mano.

—Afortunadamente para ti, todavía tengo mi juego de llaves —dije con un tono de
sarcasmo. Todavía me dolía porque había dejado la llave de mi casa en la encimera.
Tenía que detener esto porque no quería amargarme con ella.

Encendí la radio para ahogar el ensordecedor silencio. Cuando me metí en su


entrada, nos sentamos en silencio por lo que pareció una eternidad, pero fueron
más como unos pocos segundos. Entonces, salí y le abrí la puerta para ella.

Se veía tan pequeña a mi lado. Su nariz estaba roja, y sus ojos estaban hinchados,
pero todo lo que podía ver era lo hermosa que era. Quería ver su sonrisa, pero
estaba oculta detrás de toda la locura reciente. Recordé la primera vez que la llevé
a casa y la llevé dentro. Había querido cuidarla y protegerla.

—Dani, vas a estar bien —dije, abrumado con el mismo deseo mientras la llevaba a
su dormitorio—. Vamos, deberías acostarte.

—Acuéstate conmigo, por favor. Necesito que me abraces, por favor —imploró.

Pensé de nuevo en esa noche cuando habíamos peleado, y había hecho


precisamente eso. había querido abrazarla, y amarla, y mostrarle exactamente
quién era yo y quién era ella para mí. Fui traído de vuelta a la realidad cuando me
di cuenta de que no sabía si alguna vez había llegado a ella. Con ese pensamiento,
fui herido un poco más.

—Vas a estar bien —dije. Tirando de ella en un abrazo, besé la parte superior de su
cabeza.

—Te amo, Liam. De verdad lo hago. Por favor, acuéstate conmigo. Abrázame —dijo
mientras trataba de arrastrarme hacia su cama.
389
—Nena… —Miré sus ojos mientras ahuecaba su rostro con mis manos. Me incliné y
la besé suavemente.

Su boca era suave y dulce. Nunca había amado a nadie tan profundamente como la
amaba a ella. Mientras provocaba su labio inferior con mi lengua, su boca se abrió
para mí. Cuando nuestro beso se profundizó, quise estar con ella, hacerle el amor,
poseerla, y reclamarla más que cualquier otra cosa en el mundo. Mientras me
acercaba a ella, intentó llevarme a su cama de nuevo.

Le dije:

—No puedo.

—Lo siento mucho. Sé que te lastimé. Lo arruiné. Tienes todo el derecho de estar
enojado conmigo. Por favor, Liam, te necesito ahora mismo —rogó. Sus ojos se
llenaron de lágrimas—. Te amo.

Sabía que me amaba. Solo no sabía si me amaba de la misma forma en que yo la


amaba.

Apoyé mi frente contra la suya.

—Sabes que te amo. Dios, te amo tanto. —Me aparté y di un paso atrás—. Esta no
es una de tus novelas. No soy un novio literario que puede pasar por alto todo en
nombre del amor. No podemos cabalgar hacia el atardecer como si nada hubiera
pasado. Soy un hombre de verdad. Esto —dije, poniendo su mano sobre mi
corazón—, mi corazón, late por ti. Estuve listo para matar por ti hoy. Te amo con
todo lo que soy. Mi amor por ti no es la pregunta aquí.

—Liam, nunca dije que no te amara. Te amo. Real y desesperadamente, te amo. No


estoy diciendo que olvides lo que dije o hice. Te estoy pidiendo que me abraces por
ahora, y podemos resolver las cosas más tarde.

—Anoche, necesitabas tiempo para resolver las cosas. ¿Qué ha cambiado en las
últimas veinticuatro horas? La única diferencia es que aprendiste que Rick es un
imbécil hijo de perra y no la fantasía que lo hiciste ser.

—Por favor, Liam. —Sollozó.

Odiaba verla llorar. Tuve que ahogar mis propias lágrimas. Si me rindiera, ¿cómo
sabría si realmente me ama tanto como yo la amo?

—Hoy puede que haya cambiado cómo piensas y te sientes por él, pero no cambia
390

el hecho de que nos cuestionaste. Dudaste de tus sentimientos por mí. No me


elegiste. —Tuve que detenerme y cerrar los ojos antes de enloquecer y llorar mi
propio río de lágrimas.

—No, no dudé de mi amor por ti. Solo no entendía cómo podía amarte y estar en
conflicto con él. No lo escogí. No sé cómo explicarlo. Te amo. Lo hago. Por favor.
Nos elijo a nosotros. Nos quiero a nosotros. Te quiero. Te amo.

—¿Tienes idea de lo mucho que quiero arrastrarme a la cama contigo ahora


mismo? Te amo, Dani. Quiero hacerte el amor y dejar todo esto atrás. Te deseo.
Quiero que volvamos. ¿No entiendes lo mucho que te amo? Pero no puedo. ¿Cómo
sé que no soy la segunda opción? ¿Y si Rick no resultara ser el hijo de perra
manipulador y mentiroso que es? ¿Entonces qué? No puedo ser tu defecto.
Necesitas amarme de la misma manera en que te amo. Me lo merezco. Lo
merecemos. Necesitabas tu tiempo, así que tómalo. Resuelve lo que necesites
resolver.

—No hagas esto. Por favor. No —dijo, enterrando Su cabeza en sus manos. Se sentó
en el borde de su cama.

Odiaba sentirme de esta manera. Quería olvidar las últimas horas. Realmente lo
hacía, pero no me escogió. ¿Cómo podía pasar eso por alto?

Me arrodillé delante de ella y sostuve sus manos mientras la miraba a los ojos.

—Te amo, nena. Con todo lo que soy, te amo. Siempre te amaré. Haz lo que tengas
que hacer.

—Siento haberte lastimado. Perdóname, por favor. Quiero estar contigo. Te amo.

—Tómate tu tiempo. Hazme saber si todavía te sientes de esa manera después de


que el polvo se asiente —dije.

Me levanté y besé la parte superior de su cabeza. Comencé a caminar hacia la


puerta, y luego me detuve y miré hacia atrás.

—Te amo lo suficiente como para darte lo que necesitas. Espero que vuelvas a mí.
391
Capítulo 58
Rick

O
bservé mientras se alejaban. ¡Qué jodida mañana! había venido aquí con
cada buena intención de poner fin a mi búsqueda. No tenía más juegos,
pretensiones, o mierdas. Había dado la verdad directa de la mejor manera
en que pude contarla.

Me froté la mejilla, calmando el ardor de la bofetada de Daniela. Maldición. Su


palma abierta contra mi rostro había dolido como el infierno. Me merecía la mierda
que me había dicho. Acepté el título de imbécil. Madison me había recordado mi
posición de Imbécil Extraordinario sobre una base regular. Era su jodida culpa por
esa maldita mierda de profecía autocumplida. Había llenado las expectativas de mi
título. Me merecía todo eso. había tenido razón, por supuesto. Siempre estaba
jodidamente en lo correcto, y odiaba eso. ¿Por qué no intentó detenerme antes? Si
alguien podría haberlo hecho, era ella.

Había observado a Daniela salir de mi vida después de romperle el corazón de


nuevo, pero no me importaba realmente. Había hecho lo que pensaba que
necesitaba hacer. Era parte de ser un imbécil. Hacía mierda, y seguía adelante.
Ahora, me sentía como una mierda. Esta vez, la había jodido peor. Era un maldito
hijo de perra. Joder. No tenía ni idea de dónde viene esa mierda de Karate Kid aquí.
¿Qué carajos se supone que encere y pula? Desearía que Madison hablara inglés.

Cerré los ojos e incliné la cabeza hacia atrás, tratando de darle sentido al desorden
que había creado. Me pasé las manos por el cabello y maldije. Necesitaba dejar de
hacer esto. Me encantaba mi cabello.

Tenían que estar bien. Liam lo resolvería con ella. Era el hijo de perra más
sometido que había visto alguna vez. Daniela se lo merecía. Él también mataría por
392

ella, y esa era una ventaja adicional por la que las chicas se volvían locas. Liam
estaba listo para despedazarme, y si Chris no hubiera estado aquí, habría estado en
un montón de problemas. Madison había tenido razón al preocuparse. Una vez
más, se hallaba jodidamente en lo correcto.

Mientras caminaba hacia mi auto, pensé que el único consuelo que tenía era que
había hecho lo mejor que pude para hacer las cosas bien. No estaba seguro de si
Madison estaría orgullosa de mí por cómo había ejecutado las cosas, pero lo había
hecho. Había hecho lo correcto por primera vez en mi vida. Había tomado la
responsabilidad. Incluso dije la verdad.

No me arrepentía de pasar estos últimos meses con Daniela. Se había convertido en


el patrón para el tipo de mujer con la que me quería establecer. Mierda, mi madre
la adoraba. Realmente quería convertirme en el hombre que ella pensaba que era y
tener esa vida con ella. Esperaba que un día, vería más allá de las mentiras y
manipulaciones y supiera que mis intenciones habían sido buenas. Había sido un
imbécil que había querido a su chica de vuelta. La había amado de la única manera
en que había sabido cómo. Tenía que dejarla ir. No era mía, y yo no era suyo.

Metí mi mano en el bolsillo y saqué mis llaves. Haciendo clic en la alarma, abrí la
puerta y me senté en mi auto. Bajé el espejo para comprobar mi mejilla. Tal como
sospechaba, se encontraba roja. Necesitaba parar en la farmacia y conseguir una
crema antimagulladuras. Salí del estacionamiento y conduje. Ni siquiera eran las
diez de la mañana, y ya había sido fácilmente el día más intenso de mi vida. Sabía
adónde me estaba dirigiendo. Necesitaba verla. Joder, solo la necesitaba.

Quería decir que había hecho lo correcto porque se lo había debido a Daniela, pero
no fue por eso. Ni siquiera lo hice por mí. Lo hice por ella, por mi animadora y mi
maldito dolor en el trasero. Era la única mujer que me toleraba y no se comía mi
mierda. Había pasado cada día con ella sin follarla ni una vez. Aunque, bueno, nos
habíamos acercado, y debería haberme aprovechado, pero no lo hice. Hice todo
esto por Madison. Le dije anoche que iba a demostrarle a ella y a Daniela que no
era el mismo hombre que conoció.

No sé cuándo ocurrió o qué sucedió exactamente. Es la primera mujer a la que he


llegado a conocer. Fue divertido cómo me daba cuenta de las cosas cuando
realmente hablaba con alguien, incluso si se trataba principalmente de mí, o de
simplemente verla.

Después del desastre de mi isquiotibial, le había dicho a Madison que fuera de


compras de Navidad conmigo. Había atrapado a Madison mirando el brazalete. Sus
ojos brillaron mientras su cabeza se inclinaba ligeramente a un lado. Esa mirada
393

que tuvo en ese breve momento, me atrapó para siempre. Lucía feliz. Quería darle
eso. Quería hacerla feliz.
Por supuesto, esos momentos eran tan pocos y lejanos. La mayor parte del tiempo,
quería estrangularla. Joder. La odiaba malditamente tanto. No sabía si había pasado
o fallado en la Escuela de Madison Stuart para castrar a Rick. Solo necesitaba verla
y averiguar qué carajos era esto porque yo seguro como el infierno que no lo sabía.

Me detuve en el edificio de Madison. No me había molestado en llamarla o enviarle


mensajes de texto. Eso solo me pondría en la cárcel de Madison, pero no me
importaba una mierda, no hoy. De hecho, podría usar un poco de su actitud ruda
para ponerme en mi lugar justo ahora. Era jodidamente excitante. Mañana, haría lo
de los modales y la mierda de paciencia… tal vez. Pero, si algún hijo de perra
pasaba mi plan de protección de coño, iba a patear algunos traseros. No estaba de
humor para esa mierda.

—Buenos días, Walter —saludé como lo hacía cada mañana—. Voy a subir. No me
importa. Dile que voy para allá lo quieras o no. No estoy de humor para sus
mierdas.

—Buenos días, Sr. Marin. —Walter se levantó rápidamente—. Lo siento, pero la


Sra. Stuart no está aquí.

Saqué mi teléfono.

Rick: Necesito verte.

—¿Te dijo adónde iba? —pregunté, colocando mi teléfono en el mostrador.

—Se fue. —Los ojos de Walter se lanzaron de un lado a otro.

Rick: Maddy, ¿dónde estás? Necesito verte.

—No me responde. ¿Dijo algo? —pregunté, poniendo mi teléfono en mi bolsillo.

—Sr. Marin. Se fue. —Me empujó hacia un lado—. Escuche, podría perder mi
trabajo, pero usted me agrada. Uno de los servicios de taxis la recogió esta mañana.
Tenía sus maletas con ella.

—¿Qué carajos? La vi anoche. No me dijo una mierda. —Mi cuerpo se tensó


mientras me apoyaba contra el mostrador para mantener mi compostura. Estaba
echando humo—. ¿Quién iba en el auto con ella? —pregunté con la mandíbula
apretada, fulminando a Walter con la mirada. Este era un jodido drama típico de
Maddy. Dios, me vuelve jodidamente loco.

—No había nadie más en el auto. —Walter se encogió de hombros—. Lo siento, Sr.
394

Marin. Puedo llamarlo cuando vuelva.


—¿Te puso a hacer esta mierda? ¿Está enfadada conmigo por Dios sabe qué hice
para merecer esta jodida mierda justo hoy? —Me restregué el rostro, evitando mi
cabello. Joder. Mi mejilla ardía. Hoy no podía tomar un jodido descanso.

Walter sacudió su cabeza, moviendo sus ojos.

—No está aquí. Le prometo que si estuviera y me dijera que le mintiera, se lo haría
saber. Lo juro. Pero no está aquí. Lo llamaré tan pronto como atraviese esas
puertas.

Le di unas palmaditas en la espalda a Walter. Era un buen hombre. Maddy, por otra
parte, se encontraba en un buen lío.

Cuando salí por la puerta, saqué mi teléfono. Me paré frente a mi auto y marqué su
número. La llamada fue directamente al correo de voz.

—Maddy, ¿dónde estás? Necesito hablar contigo. Llámame.

Volví a entrar.

Walter se puso de pie inmediatamente.

—Se lo prometo. No ha vuelto en los últimos dos minutos.

—Walter, estoy teniendo un día de mierda. Corta el rollo. Sé que no ha vuelto. —


Me froté las sienes con ambas manos, evitando mi cabello a toda costa—. Tengo un
trabajo para ti. Necesito que llames a todos los taxis y averigües quién la recogió y
adónde la han llevado. Dime el precio.

—Está bien, pero no tiene que pagarme. Me agradan usted y la Sra. Stuart. Usted es
bueno para ella.

Di una palmadita en el hombro de Walter, y luego salí hacia mi auto. Cuando salí a
la calle, la llamé de nuevo. Iba a seguir sus jodidas reglas. Con mi voz un poco más
suave, le dije:

—Nena, cariño, ¿dónde estás? Necesito verte.

Joder, ¿por qué no me devuelve la llamada?

Si alguien sabía dónde se encontraba, era ese hijo de perra chupapollas, Bruce. Así
que hice un giro en U y me dirigí directamente a Martini Bar.

Era un hombre en una misión. Saqué mi teléfono nuevamente y traté de llamarla.


¿Por qué carajos se hallaba apagado su teléfono? Siempre lo tiene encendido.
395
Tiré mi teléfono en el asiento del pasajero mientras llegaba a la calle donde se
encontraba Martini Bar. Joder, sin valet. Conduje alrededor buscando un lugar
hasta que finalmente encontré uno por la cuadra. Es mejor que esto no sea uno de
los jodidos juegos del gato y el ratón de Madison. Pasé mi tarjeta de crédito por el
parquímetro y me aseguré de que el volumen de mi teléfono estuviera alto. No
existía una jodida manera de que me fuera a perder su jodida llamada. En
momentos como estos me preguntaba por qué carajos me importaba una mierda
por ella. Maldita sea, Madison.

Mientras trotaba por los escalones que conducían al bar, mi teléfono sonó. Me
detuve a medio paso y miré la pantalla. Mi madre. Puse mi teléfono en mi bolsillo.
No me encontraba de humor para su mierda en este momento. De pie frente a las
puertas, miré hacia la barra. He aquí, allí estaba él, secando las malditas copas. Lo
odiaba, pero si pude engañar a Daniela durante meses, podría actuar agradable con
mi archienemigo. Abriendo la puerta con un empujón, entré.

—Oye, Bruce —dije casualmente—. ¿Está Madison aquí?

El chupapollas se rio y me sirvió una copa. Era un maldito Black Label. Esto era
jodidamente malo.

—Amigo, ha terminado con tu mierda. Toma tu bebida y sal de aquí.

El imbécil no tenía idea de que hoy no era el día para presionarme. Le devolví el
trago. Había recorrido un largo camino. Podría haber arrojado eso en un instante,
pero necesitaba la cabeza clara.

—Saldré de aquí cuando me digas dónde está.

El hijo de perra se rio. Estirándome hacia la barra, agarré su camisa y lo tiré hacia
mí. Estaba a un par de centímetros de mi rostro.

Sonrió.

—Vete a la mierda, imbécil.

Gran. Maldito. Error. Con una mano en su camisa, alejé la otra, cerré mi puño, y
golpeé su mandíbula. Me dolían los nudillos como el infierno, pero se lo merecía. Su
cabeza voló a un lado a medida que tropezaba, mientras lo soltaba.

—No. ¡Tú vete a la mierda! —grité.

Mi mejilla se encontraba adolorida, y ahora, mis nudillos se hallaban rojos y


396

ardientes. Mierda. Esperaba no haberme roto algo. ¿Qué diablos pasaba hoy? Había
intentado hacer lo correcto, pero todo se estaba desmoronando.
Mientras mi mano palpitaba, encendí mi auto y llamé a Madison por Bluetooth. No
había manera de que pudiera tocar los números en mi teléfono. De nuevo, me
contestó el jodido correo de voz.

—Maddy. Por favor. Me estoy volviendo loco. Recién le di un puñetazo a Bruce.


Estoy enloqueciendo. ¿Dónde estás?

Apoyé la cabeza contra el volante. Esto no podía estar sucediendo. ¿Dónde está?

Al instante en que mi teléfono sonó, me levanté. No reconocí el número.

—¿Hola?

—Jefe —dijo—. La encontré.

Walter. Amo a este jodido tipo.


397
Capítulo 59
Dani

N
o tenía ni idea de cuánto tiempo había estado acostada en la cama. Había
estropeado todo. Todavía no podía creer que se hubiera ido. Poco después,
Candace había llegado. No tenía ni idea de cómo había entrado. Por lo que
sabía, ella y Macy habían conseguido de alguna manera las llaves de mi casa sin
que me diera cuenta. Realmente no me importaba. Me había dormido después de
un rato.

Cuando desperté, todo estaba oscuro. Candace estaba sentada a un lado de mi


cama, leyendo mi Kindle. Si no estuviera tan deprimida, habría sacado una
fotografía.

Me vio mirándola.

—Sabes, Dani, este libro es realmente bueno. Creo que podría tener que
conseguirme uno de estos para mí. —Se levantó y encendió la luz—. Vamos, amiga,
tienes que levantarte, tomar una ducha, y comer algo.

—Candace, déjame en paz. —Solo quería estar aquí en la oscuridad y sentir pena
de mí misma. No tenía energías para hacer otra cosa. Merecía un respiro por salud
mental, considerando que habían sido veinticuatro agitadas horas.

—No tienes tanta suerte, querida mía. No vas a revolcarte aquí. Absolutamente no.
Tuviste un día difícil ayer, así que puedes tener un pequeño descanso hoy, pero
mañana cualquier cosa puede pasar. Así que, sí, vamos a tener la fiesta de
autocompasión más grande y fabulosa de todos los tiempos, y seré tu invitada.

—Vete, Candace —murmuré, tapándome la cabeza con la almohada.


398

—Dani, eso no va a suceder —dijo mientras me quitaba la almohada—. La última


vez que Macy y yo te dejamos manejar las cosas a tu manera, no funcionó. Así que,
como tus mejores amigas, no vamos a mantenernos al margen y permitir que la
vida te pase por arriba. Puedes sentir pena por ti misma hoy, pero mañana, vas a
recomponerte.

—Candace, estás siendo realmente molesta en este momento.

—Voy a ver si puedo ayudarte con tu fiesta de autocompasión. Está bien, aquí va.
Oh, Dani, tienes todo el derecho en el mundo de sentirte miserable y horrible. Liam
Lucas es, y lo digo porque él es un presente y no un pasado, lo mejor que te ha
pasado, y te equivocaste enormemente. Deberías haber confiado y hablado con tus
mejores amigas. No te habríamos juzgado por mantener conversaciones con ese
imbécil inmaduro con el que habías estado en una relación disfuncional durante un
año entero de tu vida.

—No estás ayudando, Candace —dije, poniendo mis ojos en blanco, mientras me
sentaba—. Simplemente no entiendes. Nunca dejé de amar a Liam. Jamás pensé en
Rick cuando estaba con Liam. Rick había causado un gran impacto en mi vida, y
supongo que no lo había dejado ir del todo. Todavía no puedo creer que fui tan
crédula y me enamoré de sus mentiras. Realmente pensé que había cambiado. Una
parte de mí estaba haciendo las paces con la forma en que habían terminado las
cosas entre nosotros. Cuando nos estábamos despidiéndonos, estaba consiguiendo
un cierre. Pero no puedo negar que cuando estuvimos en el club esa noche, quería
tener sexo con él, y antes de este espectáculo de circo, había una parte de mí que
todavía estaba intoxicada con él.

—Dani, siempre negaré haber dicho esto porque detesto al hombre. Rick es sexy y
encantador, y esa maldita sonrisa suya le ha dado acceso a más bragas de las que
nos gustaría pensar. Cuando lo vi en Martini Bar, le dije que se mantuviera alejado
de ti, y yo, eh… —Se movió incómodamente—. Agarré su pene y lo amenacé.

Cuando hice una imagen mental de eso, tuve que reír.

—Candace, estás mintiendo. No hay manera de que le hubieras hecho eso a ningún
hombre en público, mucho menos a Rick.

—Juro por Dios, lo hice. Fue repugnante porque Rick es asqueroso. Sin embargo,
creo que le gustó. Lo sentí, ya sabes… reaccionar un poco. De todos modos, por un
breve momento, fue un poco caliente, y odio al hombre. Tienes un pasado con el
idiota, y estaba chorreando encanto y manipulándote. Vamos, es guapísimo. ¿Y tú
estabas bajo la influencia de cuántos Cosmos? Date un respiro. No dormiste con él.
¿O sí? —preguntó, levantando una ceja.
399
—No, no tuve sexo con él. No le hablé, ni le envié mensajes de texto, ni lo vi sino
por casualidad. Solo tenía las farsas en Lincoln Road. No sé lo que quería con él.
Solo sé que sí quería algo.

—Estás enamorada de Liam. Nunca amaste a Rick como amas a Liam. La primera
vez que te vi con Liam, pude ver la diferencia. Sí, Rick es delicioso, pero Liam lo es
mucho más. Creo que estás asustada de lo mucho que amas a Liam, y estás incluso
más asustada de lo mucho que él te ama. Personalmente, en mi opinión no tan
humilde, estabas en una misión de autodestrucción, así que saboteaste cosas con
Liam.

—Candace, no podrías estar más lejos de la verdad. Sí, amo a Liam. No tienes ni
idea de cuánto. Solo que no podía entender mi atracción por Rick. Madison… las
palabras de esa puta me atormentaban. ¿Cómo podía amar a Liam pero estar tan
atraída por Rick? Quiero decir, el Rick que pensaba que era. No puedo creer que me
tragara sus mentiras.

—Número uno, Madison debería estar avergonzada de sí misma. Voy a asegurarme


de que sepa que se metió con la chica equivocada.

—Déjame a Madison a mí —interrumpí.

—Está bien, si insistes. De vuelta a lo que estaba diciendo, estás llena de mierda.
Cada mujer que se encuentre dentro de un radio de ocho kilómetros de Rick lo
desea. Es deseable. Aunque lo odio, lo he deseado. Lo sé, es asqueroso, pero estoy
divagando. Tú y Liam están locamente enamorados el uno del otro. El hombre
estaba amenazando la vida de Rick en mi presencia. ¿Hola? Soy una oficial en los
tribunales. Tienes que dejar de estar asustada de amarlo y dejarte ser
completamente amada por él.

—Piensa que él es mi descarte o mi plato de segunda mesa.

—Está herido. Dale un poco de tiempo. Si lo amas tanto como sé que lo haces, vas a
recuperar a tu hombre.

—¿Crees que hay esperanza? Le hice muchísimo daño. ¿Y si sigue adelante y me


olvida?

—Cariño, realmente necesitamos lidiar con tus problemas de papá. No hay forma
en que este hombre te vaya a olvidar y siga adelante. Está loco por ti. Solo vas a
tener que demostrarle lo loca que estás por él. Ahora, necesitas una ducha y algo
de comida.
400
Candace hacía que todo sonara tan simple. Tal vez tenía razón. Esperaba que la
tuviera. Nunca se había equivocado. Me aferré a esa pequeña pepita. Liam es Liam.

Mientras suspiraba, la realidad me golpeó en el rostro. Dani es Dani. Y no tenía idea


de cómo hacer bien esto.
401
Capítulo 60
Liam

H
abía pasado dos semanas en total y completa miseria. Lo único que había
parecido ayudar era pasar tiempo en el trabajo, así que había tomado
tantas guardias como podía.

La verdad era que no había querido entrar en el apartamento que había llamado
nuestro hogar o dormir en la cama donde le había hecho el amor. Esa maldita caja,
no que todas sus cosas encajaran en ella, me había perseguido. Chris se había
negado a llevarla, y Macy se había alejado de esta como si estuviera llena de
serpientes venenosas.

Por lo tanto, me había estado escondiendo en la estación, bloqueando todos los


pensamientos de ella, ya que me había centrado en las emergencias, instrucciones,
y todo lo que podía para tratar de adormecer el dolor del agujero en mi pecho.

Wyatt había estado allí para mí. Se había ofrecido a matar a Rick, pero lo había
rechazado. Por mucho que hubiera querido infligirle dolor a Marin, sabía que no
me haría sentir mejor. Comprometidos, Wyatt y yo acordamos ocultarle esta
mierda a nuestra mamá. La había mantenido a raya con mensajes porque podía
fingir mis sentimientos en esos.

Chris había sido un gran amigo. Durante la primera semana, no había dicho nada.
Con excepción de rápidos saludos, había estado en completo silencio. Había sido un
alivio bienvenido a la basura y tonterías para las que no había estado de humor.
Había venido cuando no estaba trabajando, lo cual no había sido a menudo, pero
sería lo suficiente para distraerme. Mirábamos básquetbol o mejores jugadas en
ESPN con algo de cerveza y un tazón de papas entre nosotros. Lanzábamos tiros o
íbamos a pescar. Había sido vinculación masculina en su mejor expresión. En el
402
silencio, habíamos dicho todo lo que había que decir. Había demostrado que
cuidaba de mí.

Aunque Chris había mantenido su boca cerrada, había sido un implacable


mensajero. Todos los días me pedía que almorzara, cenara, fuera al club o
parrandeara de bar en bar, y no estaba interesado. Cuando me había invitado por
unas alitas para ver el partido del Campeonato de la NFC, finalmente cedí a su
persistencia, y ahora, me encontraba sentado en mi auto al otro lado de la calle del
bar, mirando a la gente que se apilaba la puerta. Me preguntaba si estaban a exceso
de capacidad. Siempre estaba en el trabajo, de una forma u otra.

Repentinamente, esta parecía una mala idea, pero Chris ya me había enviado cinco
mensajes de texto haciéndome saber que estaba allí, donde estaba sentado, y que
había ordenado una jarra y alitas. Saqué las llaves de la ignición y abrí la puerta
mientras cruzaba la calle. Tenía que ser un hombre y acabar con esto.

Después de abrirme camino entre la multitud, encontré a Chris sentado en una


mesa rodeada de televisores. El show del prejuego había comenzado justo cuando
me senté y acomodé en mi lado de la mesa. Antes de que siquiera pudiera abrir el
menú, nuestra camarera, una muy alegre Megan, nos trajo una jarra y nos sirvió a
cada uno nuestra primera bebida en un vaso con hielo. Después de que nos dejara
saber que estaría de regreso con nuestras alitas, se contoneó alejándose en sus
pantalones cortos extremadamente cortos y su camisa dos tallas demasiado
pequeña. Entonces, de la nada, armado con una cerveza en territorio neutral, Chris
comenzó a compartir su versión distorsionada de sabiduría.

—Hermano, es suficiente. —Tomó un largo trago de cerveza—. Este no es el


momento para que te crezca una polla con un conjunto complementario de
gigantescas bolas. La amas. Te ama. Macy me dijo que encontró folletos de
adopción de gatos de la Sociedad Humana en la casa de Dani, y ahora, su adicción al
Kindle está en plena fuerza. Está claramente deprimida, y eres un adicto al trabajo.
La única razón por la que te he visto es porque Santos no te dejará trabajar
veinticuatro/siete.

El silencio era dorado y lo extrañaba mucho. Bebí mi cerveza, esperando que


ahogara a Chris. No quería escuchar que Dani estuviera deprimida o triste. Nunca
quise nada de esto. No era el que necesitaba tiempo. No estaba confundido. Mis
sentimientos por ella y lo que significaba para mí nunca fueron cuestionados. La
idea de que yo fuera una variable desconocida para ella era una verdad aplastante
en la que no quería pensar. La conclusión era que estaba buscando a los gatos en
403

lugar de buscarme a mí.

Recogió un muslo, agitándolo en el aire.


—Cuando se trata de Dani, abraza tu mangina. Ahora no es el momento de apagar
tu coño dominado, tu necesidad de tampones, el comercial de control de natalidad
para chicas. Amigo, sopórtalo y ve por ella.

Terminé mi cerveza.

—Chris —respondí—, eres un imbécil, y te prefiero como un amigo mudo.

—Estás lleno de mierda. No es a menudo que estoy en lo cierto, y te mata que lo


esté.

—Sabe dónde estoy. Dijo que necesitaba tiempo. Siendo un caballero, se lo estoy
dando. Tiene que averiguar qué diablos quiere, y no voy a hacerlo fácil para ella,
como lo he hecho todo el tiempo. —Miré mi vaso fijamente, trazando mi dedo a lo
largo de la condensación—. La tranquilicé a cada paso del camino. Sostuve su
mano, le prometí que estaba allí para ella, y le mostré que lo decía en serio.
Mientras tanto, ella estaba desayunando con Marin los sábados por la mañana y
luego convenientemente omitía ese pequeño hecho.

Cuando levanté la mirada, tuvimos ese momento torpe de chicos. El chico de


respuestas ingeniosas se quedó sin palabras. Esta era una táctica bastante buena
para callarlo.

—No voy a mentirte. Estoy enamorado de ella, pero no voy a perseguirla. La pelota
está en su cancha —dije.

—Estoy de acuerdo contigo. Era lo correcto de hacer entonces por ti y todos los
hombres, pasado, presente y futuro. Voy a decir esto con todo el bromance que
siento por ti. Eres mi mejor amigo. —Tomó un momento, llevando su dedo a su
barbilla—. Es bueno que tengamos una mesa muy gruesa y grande que nos separe
porque no te va a gustar lo que estoy a punto de decir, pero tienes que escuchar
esta mierda. —Chris limpió su boca y luego terminó su cerveza.

—Con una introducción como esa, esto debería ser bueno. —Sonreí, poniendo mis
ojos en blanco ante su mierda.

—Eres quien es un tonto obstinado. No te he visto así en mucho tiempo. La única


diferencia es que Dani no está muerta —dijo, cruzando sus brazos sobre su
pecho—. Pero estás desanimado como ella.

Lo fulminé con la mirada.


404

—Ahora estás patinando sobre hielo muy fino. —Sacudí la cabeza, hirviendo—. De
hecho, creo que deberías cerrar la boca.
—Digo la verdad, amigo mío. —Se encogió de hombros—. Tal vez podría haber
sido ligeramente más delicado, pero ya que ya no eres una chica, pensé que podrías
manejarlo.

—No tienes ni idea de lo que estás hablando —dije, apoyándome en la mesa—. Soy
muy consciente del hecho de que Dani está viva. Tengo experiencia de primera
mano en la diferencia. Ese hecho hace que esto sea aún más difícil, lo creas o no,
porque sé que está a solo una llamada telefónica. No es que nunca pueda ver su
rostro ni escuchar su voz otra vez porque se ha ido. Es que está tan cerca que la
siento, pero al mismo tiempo, está tan lejos que no puedo tocarla.

—Sabes lo rápido que puede cambiar todo. Con Dani, puedes tener lo que no
puedes tener con Nat, la oportunidad de volver a tenerla en tus brazos y tener la
vida que te mereces. —Miró a Megan mientras nos traía una nueva jarra con vasos
recién llenados de hielo.

—Entonces, dime, ¿qué se supone que haga exactamente?

—Llámala. Si ha terminado, déjalo estar. —Chris miró alrededor de la habitación—


. Mira a tu alrededor, mi querido Watson. Estás en Miami, donde hay un montón de
mujeres con grandes tetas y bajas expectativas. Haz tu elección, ve a revolcarte, y
sigue adelante. Pero si no ha terminado, estás perdiendo tiempo cuando puedes
estar con quien amas.

Sacudí la cabeza. Chris no lo entendía.

—Ni siquiera intentó o confió en mí lo suficiente como para decirme la verdad


hasta que no tuvo más remedio. Dejó la llave. La dejó sobre el mostrador y se fue,
necesitando resolver las cosas por su cuenta —dije. Frotando mi rostro, traté de
calmarme—. Necesito saber que le importo yo y nosotros. Necesita hacer esto bien.

—Los dos son imposibles. —Hizo gestos por la cuenta—. Estás siendo orgulloso, y
ella una idiota. Son perfectos el uno para el otro. —Chris echó un vistazo a Megan
de la cabeza a los pies, pasando más tiempo sobre las enormes tetas mirándolo a la
cara—. Esto concluye nuestro momento de estrógeno de Hallmark Channel. Ahora,
es tiempo de regresar a nuestra dosis de testosterona programa regularmente con
Spike TV. —Pagó la cuenta, y al mirar el recibo, sonrió—. Mira, hermano, tengo un
número de teléfono. Si no estuviera interesado en Macy, iría por esto. —En el
camino, arrojó el número a la basura.
405
Las palabras de Chris habían estado clavadas en mi cabeza por días, haciendo que
cuestionara mi postura. Extrañaba a Dani. Extrañaba el sonido de su risa y la
sensación de sus manos tocándome. Más que nada, dolía por el brillo en sus ojos
cuando ella había sonreído.

Empecé a trabajar más y más. Cuando recibía una llamada preguntando si podía
tomar media guarda, había accedido, pero primero, necesitaba recomponerme. A
pesar de que había estado deprimido cerca de Chris, ciertamente nunca había
permitido que mis hombres vieran nada más que un líder concentrado y confiado.

Estaba de camino al trabajo, pero entonces di la vuelta, dirigiéndome hacia el único


lugar al que podía ir para aclarar mi cabeza. Necesitaba sentir el viento contra mi
rostro y escuchar las olas rugiendo contra la playa. Era mi santuario, y estaba
buscando algo de paz.
406
Capítulo 61
Dani

D
espués de estacionar mi auto, deslicé mi tarjeta de crédito en el
parquímetro. Agarré la toalla de playa del asiento del pasajero y luego
caminé hacia la arena. Venía aquí todos los días en diferentes momentos.
Los días se habían convertido en semanas, y mi corazón aún dolía por él.

No tenía idea de qué era lo que necesitaba Liam de mí. ¿Qué clase de garantías
podría darle, para que supiera que no era mi error o mi segunda opción? Odiaba
haberlo hecho sentirse de esa manera. Me sentía desesperada. Las únicas cosas que
me daban un poco de paz eran el sonido de las olas y la sensación de la arena
cubriendo mis dedos enterrados. Había tenido razón sobre esta playa. Como estaba
fuera de la carretera principal, solo intransigentes venían aquí, así que era
impecable y tranquila.

Candace y Macy se habían turnado para cuidarme como si fuera una inválida. La
mayor parte del tiempo, solo había querido que me dejaran sola. Había pasado la
mayor parte de mi tiempo trabajando o leyendo. Había estado recuperando el
tiempo perdido mientras me había puesto al día con mi lista para ser leída. Mis
libros me habían ofrecido consuelo porque tenían la idea de que un felices para
siempre era posible incluso después de un desastre. También había buscado
respuestas ocultas en mis libros. Había tratado de encontrar una fórmula de
reconciliación utilizada en ficción, así podría aplicarla en la vida real. Mis queridas
amigas me habían amenazado con otra intervención. Las había fulminado con la
mirada, pensando que mis Kindle eran mejores que una casa llena de gatos.

Cuando llegué a la playa, me saqué los zapatos y enrollé mis pantalones. La arena
estaba fría esta tarde.
407
Me dirigí hasta el lugar donde Liam y yo habíamos visto el primer amanecer. Nadie
sabía que venía aquí. No quería explicárselo a nadie. Además de dormir con sus
camisetas, era una de las cosas que hacía para sentirme cerca de él. Estaba enojada
y dolida, pero sobre todo, estaba destrozada. Lo amaba, y una parte de mí nunca
estaría completa sin él. Había querido disculparme con él muchas veces, pero un lo
siento no me había parecido suficiente. Esperaba que de alguna manera el viento,
las olas, y la arena me dieran la respuesta.

Me senté, abrazando mis rodillas, mientras observaba las olas ir y venir. Ninguna
respuesta apareció con la marea. Quería hace las paces con todo. Quería darle
sentido a esto. En cierto modo, solo quería dejar ir la mayor parte de ello.

Madison, Madison, Madison. Sacudí mi cabeza mientras pensaba en su


inconveniente bloque pollas. ¿Sentir lastima por ella u odiarla? Esa era la pregunta.
Las veces que me había dirigido al centro de yoga, su auto nunca estaba allí. Había
querido dar rienda suelta a mi ira en ella por su contribución a todo esto. Al final,
me había dado cuenta de que era inútil.

Detestaba lo que había hecho Rick, pero estaba encontrando un camino para
dejarlo ir ya que finalmente le había dicho adiós. Tuve el cierre que nunca había
tenido antes. Me sentía una tonta por cómo había caído en sus manos. Una semana
después, me había sorprendido cuando me había despertado ya sin odiarlo. Había
dejado ir de todo el dolor, decepción, ira, y amargura. Lo había perdonado, no que
él lo supiera. Algunas cosas era mejor dejarlas en paz.

El viento soplaba, azotando mi cabello por todos lados. Saqué mi Kindle y teléfono.
Cada día, miraba mi teléfono, tocaba mi pantalla, y me detenía en su información
de contacto. Diariamente, escribía un mensaje de texto que nunca enviaba. No
sabía que decir. ¿Cómo diablos podía hacer las cosas bien? ¿Qué le diría? ¿Por qué
tiene que ser tan difícil cuando antes siempre fue tan fácil? ¿Y si no quiere saber nada
de mí? ¿Y si siguió adelante? ¿Y si esto? ¿Y si aquello? Odiaba la inseguridad y la
autocompasión. Ambos eran rasgos impropios de una mujer segura, así que no
tenían lugar en mi vida.

Siempre había sido la amante despechada, a la que dejaban atrás, así que no sabía
cómo arreglar este desastre que había hecho en nuestras vidas. No tenía ningún
punto de referencia. Estaba perdida aquí. Necesitaba ayuda. Candace y Jeremy
habían estado juntos desde la universidad, así que ella era inútil. Aunque Chris
parecía ser un accesorio semipermanente, Macy generalmente tenía una puerta
giratoria de hombres, por lo que no entendía la maestría de la recuperación. Ella
408

solo lo había superado. Mi mamá también era inútil. Lo que había pasado con mi
padre continuaba siendo un misterio hasta el día de hoy.
Dejé de reproducir los acontecimientos de ese terrible día y las malas decisiones
que me habían llevado hasta ello. No iba a revolcarme en la autocompasión. ¿Qué se
supone que haga para arreglar esto? Pasé mis manos por la arena, dejando que los
granos cayeran entre mis dedos lentamente. Mis ojos estaban fijos en el horizonte,
y mis pensamientos estaban perdidos en el agujero negro de las divagaciones
obsesivas. Entonces, algo me despertó del trance.

—Oye —dijo, sentándose a mi lado—. ¿Qué estás haciendo aquí?

Mantuve la mirada al frente, tenía miedo de mirarlo.

—Hola. Alguien especial me trajo aquí una vez para mirar el amanecer. Me dijo que
era un lugar tranquilo —contesté.

—Oh, entonces era un él, ¿no es así? Debió haber causado una muy buena
impresión si estás aquí en una tarde fría.

Mi corazón dolió al escuchar el sonido de su tierna y profunda voz tan cerca de mí.
Quería tocarlo y poner mi mano encima de él.

—Podrías decir que me dejó una impresión monumentalmente gigantesca. —


Bajando la cabeza, suspiré mientras miraba mis pies enterrados.

—¿Por qué estás aquí, Dani? —preguntó Liam con un tono más directo.

Se giró hacia mí, pero aún no podía mirarlo a los ojos. Estaba asustada de lo que
pudieran decirme ahora que había vuelto a la calma. ¿Es demasiado tarde? ¿Puede
perdonarme?

—Quería sentirme cerca de ti —susurré, cerrando los ojos para contener la oleada
de lágrimas.

—¿Viniste aquí para sentirte cerca de mí? —Apartó la mirada—. ¿Por qué Dani?
Estoy justo aquí. Durante las dos semanas más jodidamente largas de mi vida, he
estado justo aquí, y en vez de eso vienes a la playa para sentirte cerca de mí. ¿Qué
estás esperando? ¿Que de alguna u otra manera apareciera aquí un día y
montáramos hacia la puesta de sol?

Mi rostro estaba enterrado en mis manos. La oleada de lágrimas se derramó,


corriendo por mi rostro.

—Realmente me gustaría eso, ver la puesta de sol contigo —gimoteé—. Nunca


pensé que aparecerías, pero sí, ahora que estás aquí, montemos hacia la puesta de
409

sol. Dejemos todo esto atrás. Por favor, Liam. No sé cómo hacer esto bien.
Miró su reloj.

—Tengo que irme. Voy a cubrir una guardia.

Cuando le eché un vistazo, vi que llevaba puesto su polo gris y los pantalones cargo
negros.

—Necesitaba despejar mi cabeza antes de entrar. —Se puso de pie, sacando la


arena de sus pantalones—. Dani… —Hizo una pausa—. El sol se pone en el oeste.
Estás mirando hacia la dirección equivocada. —Se inclinó y besó la parte superior
de mi cabeza—. Lucha por mí, Dani. Lucha por nosotros. No te escondas en playas
ni en libros. Maldita sea, no te rindas y lucha por lo que te importa.

Se puso de pie y comenzó a alejarse hacia la puesta del sol.

Me levanté rápidamente y corrí hacia él.

—Teniente —grité.

Se dio la vuelta para enfrentarme.

Envolví mis brazos alrededor suyo, enterrando mi cabeza en su pecho, mientras


sus brazos me abrazaban firmemente.

—Pelearé. Haré lo que sea que tenga que hacer.

Cuando me aparté, nuestros ojos finalmente se encontraron. El dolor, el daño, la


pérdida —tal vez incluso el amor— y todo lo demás que yo sentía estaba
devolviéndome la mirada.

Sus ojos bajaron y se centraron en mi collar. Sus dedos rozaron el colgante.

—Todavía estas usándolo.

—Nunca me lo quité —le dije, mi voz entrecortada. Coloqué mi mano sobre la


suya—. ¿Aún está aquí tu corazón? ¿Aún está con el mío?

Los bordes de sus ojos estaban rojos. Susurró:

—¿Por qué dejaste la llave?

No respondió a mi pregunta. Mi corazón latía rápidamente en mi pecho. ¿Hay una


respuesta correcta o incorrecta? ¿Era la llave el punto de quiebre? ¿Habría sido
capaz de lidiar con todo lo demás si no hubiera dejado la llave? Aparté la mirada. El
cielo se estaba transformando de naranja a púrpura mientras el sol hacía su
410

descenso.
Inclinó mi barbilla para que lo enfrentara.

—Dime, Dani.

—No lo sé. Realmente no pensé en eso. Tal vez fue por la misma razón por la que
no me atreví a usarla para abrir la puerta. Violé tu confianza, y la llave simbolizaba
la confianza. Hay tantas cosas de las que desearía retractarme y hacerlo todo otra
vez.

Dejando escapar un profundo suspiro, juntó las manos detrás de su cuello mientras
inclinaba la cabeza hacia atrás.

—¿Puedes perdonarme? Lucharé, pero si no puedes perdonarme, entonces estaré


luchando contra el viento. Necesito que me perdones —supliqué—. Le dijiste a mis
padres —dije, poniendo mis manos sobre su pecho—, que no importaba dónde nos
llevara la vida, encontraríamos nuestro camino. Contra viento y marea, lo haríamos
porque era tuya y tú eras mío. Bueno, Liam, nos estamos ahogando. Estoy de pie
frente a ti ahora mismo, pidiéndote que me perdones. Por favor, perdóname.

Bajó su cabeza, y sus ojos se fijaron en los míos. Sus ojos azules se oscurecieron
hasta un hermoso zafiro con una chispa en la esquina. Por primera vez en semanas,
lo sentí: la esperanza. Mientras calor me llenaba, mis labios se curvaron y se
convirtieron en una sonrisa.

—Luchas sucio —dijo, acunando mi rostro con las manos—, no puedo creer que
lanzaste mis palabras en mi rostro y que luego sonrieras.

—No tienes idea de cuán sucio puedo luchar.

Me aparté de él. Mi sonrisa creció cuando tuve una idea. Estaba ganando, y hablaba
en serio sobre luchar por él. Quería saber si me importaba. Iba a mostrarle cuánto
me importaba.

—Espera aquí —dije, mordiéndome el labio inferior.

—¿Adónde vas? —preguntó con el ceño fruncido.

Tiré mi teléfono en mi bolso y recogí mis cosas. Cuando regresé a él, vi que estaba
al teléfono. No tenía ni idea de lo que iba a decir. Tenía que improvisar.

Cuando sus ojos se encontraron con los míos, me pidió que esperara. Esperé
ansiosamente, inquieta, mientras esperaba a que terminara. Estaba un poco
molesta de que estuviera al teléfono durante un momento tan crítico en un
potencial momento de recuperación de nuestra relación. Cerré los ojos y respiré
411
hondo. Este es Liam. No tenía que estar nerviosa. Tenía que concentrarme y luchar.
Metió el teléfono en el bolsillo, y tomé eso como mi señal.

—¿Qué vas a hacer? ¿Estoy perdonada? Me importas más que nada ni nadie. De
verdad. Aquí —dije, entregándole mi Kindle. Mi mano vaciló al principio, y liberé el
agarre despacio, pero lo hice. Lo miré—. Te amo. Por favor, perdóname.

Me miró con una chispa en los ojos.

—Nena, tienes dos más de estos en casa.

—Sí, pero este es mi favorito, y mira, la portada ha sido autografiada por todos mis
autores favoritos. Es realmente valioso para mí.

—¿Qué pasó con el equipo Kindle? —preguntó suavemente, metiendo un mechón


de cabello detrás de mi oreja—. No quiero que dejes de ser quien eres. Eres
adorable con tus libros.

—Soy equipo Liam. —Coloqué mis manos en su cintura—. Además, hasta que
estuve buscando algunas referencias sobre recuperación de relaciones, nunca me
di cuenta de que muchos finales eran apresurados o terminaban en suspenso. ¿Te
puedes imaginar mi frustración?

El sonido de su suave risa calentó mi alma.

Se inclinó hacia mí, su rostro sin afeitar rozó mi mejilla, y susurró:

—Tengo curiosidad por saber cómo sería eso.

—Me habrías encontrado en la playa, te habrías sentado a mi lado, y acercado a mí.


Nos habríamos mirado a los ojos, y todo lo que necesitaba ser dicho habría sido
dicho.

—¿Con solo una mirada? Esa es una mirada bastante poderosa.

Se rio mientras envolvía mis brazos alrededor de él.

—Obviamente, eso no funcionaría. Está aquel donde me verías, y pelearíamos, nos


reconciliaríamos y luego miraríamos la puesta de sol. Parecida a este. —Suspiré—.
Y luego tendríamos un alucinante sexo de reconciliación.

—Sabes que el problema con ese escenario es que estás apuntando a la dirección
equivocada. —Besó la parte superior de mi cabeza, poniendo sus brazos alrededor
de mí—. Aunque me gusta la idea del sexo alucinante.
412
—Estás arruinando un final perfecto de un buen libro. —Apoyé mi cabeza en su
pecho, respirando su aroma—. Bueno, hay otra opción. Puedes tener una lesión y
estar inconsciente. Sentada junto a tu lecho de muerte, juraría mi amor eterno por
ti y te rogaría tu perdón. Entonces, abrirías los ojos, todo sería perdonado, y
viviríamos felices para siempre. Fin.

—Eso suena realmente doloroso. —Negó con su cabeza—. ¿Alguna otra opción?

—Mis libros no ofrecen soluciones. —Me aparté y rogué con mis ojos—. Liam,
necesito que me perdones. Lucharé. Por favor. Sé que tienes que ir a trabajar. No
nos dejes en un suspenso. Apenas puedo tolerar eso en los libros. No sé si puedo
sobrevivir a uno contigo.

Los segundos se sintieron como horas. Mientras nos abrazábamos, esperé su


respuesta. ¿Estamos más allá del punto muerto? Mi corazón latía nerviosamente. Un
millón de pensamientos brillaron en mi mente, pero ninguno se transformó en
palabras que podría decir. Sabía que decir lo siento no sería suficiente. Tenía que
pensar rápido. Él había estado de camino al trabajo, y ya lo estaba reteniendo. No
podía dejar que se fuera sin al menos saber que su perdón era posible.

Nuestros ojos se encontraron, y sostuvo mi mirada. El momento juguetón se había


ido, y estábamos serios de nuevo. Contuve mi aliento, y entonces habló.

—Estaba al teléfono con Josh. Le pedí que me cubriera. —Suspiró profundamente


mientras metía mi Kindle en el bolsillo de sus pantalones cargo—. Quiero darte tu
felices por siempre. —Suavemente, apretó sus labios contra mi frente—. Es solo
que no es tan simple.

Envolví mis brazos alrededor de él y apoyé mi cabeza contra su pecho, sintiendo el


palpitar de su corazón. El atardecer se había puesto, y las olas se estrellaban contra
la orilla mientras la brisa nos alcanzaba. Apenas notaba algo de eso.

—¿Por qué no? Estoy locamente enamorada de ti, Liam. Solo de ti. No eres mi
escape o mi segunda opción. Nunca lo fuiste. Puedo rehacer las cosas por ti.
Necesitaba dejar ir todo eso, incluyendo el dolor. Sé que debería haber manejado
las cosas de otra manera, pero no lo hice. Cometí un error, y mientras estoy aquí de
pie ahora mismo, estoy luchando por ti y por nosotros. Haré lo que sea necesario
para ganarme tu confianza de nuevo.

Me paré de punta de pies. Envolviendo mis brazos alrededor de su cuello, me estiré


y puse mis labios sobre los suyos.
413

—Te amo, y lucharé por ti —susurré.


Jugué con su labio inferior, chupándolo, y luego pasé mi lengua por este. Su boca se
abrió, y nuestro beso se profundizó. Mientras nos reclamábamos el uno al otro, mi
corazón casi estalló por estar tan cerca de él. Con su boca en la mía, sus manos me
recorrieron, agarrándome el cabello. Tiró suavemente, enviando escalofríos por mi
cuerpo. Cuando me apoyé en él, sentí su creciente erección. Deseo y anhelo me
recorrió y se agrupó entre mis piernas.

Con mis labios revoloteando sobre su boca, le pregunté:

—¿Tu corazón es mío todavía?

El cielo se estaba oscureciendo. Se retiró, y sus ojos nublados se concentraron en


mis labios. Ambos estábamos sin aliento. Mi cuerpo despertó con su toque. Ansiaba
más. Necesitaba estar cerca de él. No había vuelta atrás. Teníamos que seguir
adelante. No podía imaginar ningún otro camino. La pasión entre nosotros era
combustible.

Metió el cabello detrás de mi oreja y me sostuvo cerca.

—Nena, podría estar indefenso en tu lucha.

Miré a sus ojos mientras me mordía el labio inferior lentamente.

—Te voy a mostrar lo que siento por ti. —Hice una pausa, poniendo mi mano sobre
su corazón latiendo rápidamente—. Sé que me amas. Puedo verlo en tus ojos y
sentirlo en tu beso. No te estoy pidiendo que finjas que lo arruiné
catastróficamente. No tienes idea de cuánto me odio por herirte. Te estoy pidiendo
que me perdones. Dime qué necesitas que haga. Dame una pista o algo.

Sus labios se curvaron en una suave sonrisa.

—Paracaidismo. —Hizo un guiño—. Tengo hambre. Ven, vayamos a comer algo.

Cuando empezó a caminar hacia el auto, me quedé paralizada. ¿Qué diablos pasó?
414
Capítulo 62
Liam

M
e alejé, sabiendo muy bien que la había dejado atónita. Dani había
querido saber qué podía hacer, y le había dicho paracaidismo. Estaba
esperando su reacción.

Cuando la había visto sentada en la playa, había estado dispuesto a darle un final
de libro. Había parecido perdida, mirando hacia el océano, y todo lo que había
querido hacer era acercarme y asegurarle que todo estaría bien. Había querido
decirle que la amaba, que estar lejos de ella era pura tortura, pero sobre todo, que
la vida era demasiado corta y preciosa para desperdiciarla en amargura y
resentimiento. Necesitábamos lidiar con la raíz del problema, no con la
manifestación de este, y necesitábamos hacerlo juntos, no separados.

Di pasos lentos, caminando por la suave arena. Sonreí mientras pensaba en ella
como una princesa guerrera. Cuando me había entregado su Kindle, supe que había
estado hablando en serio sobre luchar. Me encantaba besarla, sentirla cerca de mí.
La necesitaba. Teníamos que resolver esto y encontrar nuestro camino.

Cuando miré por encima de mi hombro, la vi parada inmóvil, mirando en mi


dirección fijamente.

—Nena, ¿qué estás esperando? Vamos —le dije.

—No —dijo rotundamente mientras su cabello se azotaba con el viento—. Lo haré.


Si eso es lo que se necesitará, estoy lo suficientemente loca como para saltar de un
avión, pero primero tienes que perdonarme.

—Se está haciendo tarde, Dani. Sé que tienes hambre y me muero de hambre.
Vayamos a conseguir una hamburguesa en Shake Shack.
415
Al principio, lucía un poco triste, allí de pie, pero cuanto más firme se mantenía en
su posición, más sexy se ponía.

—No quiero comida —gimoteó, secándose las lágrimas de los ojos—. Por favor,
dame lo que necesito.

Necesitaba mi perdón, y yo necesitaba su tranquilidad. Como pareja,


necesitábamos confiar el uno en el otro.

Temprano una mañana, la había traído a esta playa para ver el amanecer. Nunca
olvidaría lo que había dicho: “Veamos cómo el sol espanta la oscuridad de la noche”.
Había empezado a enamorarme de ella mientras la tenía en mis brazos.

Ahora, estaba a pocos metros de mí en esta misma playa. Estábamos destrozados y


anhelando sanar. El sol ya se había puesto, dejando un cielo oscuro salpicado con
diminutas luces y una luna plateada.

Estaba siendo un orgulloso hijo de perra, haciendo que se preocupara. Conocía a


mi chica y su corazón. Sus palabras habían sido sinceras. Tenía que dejar mi ego a
un lado. Se estaba interponiendo en lo que ambos ansiábamos desesperadamente.
Nos pertenecíamos el uno al otro, para bien o para mal, en todas las circunstancias,
pasara lo que pasara. Era mía, y era suyo.

—Dani —le grité, abriendo mis brazos—. Te amo, nena. Todo está perdonado…

Antes de que pudiera decir algo más, corrió hacia mí y saltó a mis brazos. Los
envolví alrededor de ella en un dulce abrazo. Se aferró a mí mientras la hacía girar
lentamente. Con sus manos entrelazadas detrás de mi cuello, llevó su boca sobre la
mía, provocándome y tentándome.

—Te amo —dijo sin aliento. Pasó su lengua por mis labios—. Te amo muchísimo.

Mi boca se abrió, y sonreí mientras continuaba con su asalto.

—De ahora en adelante, voy a mostrarte lo que significas para mí —dijo.

Absorbí el momento. Mis brazos la acunaron mientras la besaba. Podía sentir el


calor de su cuerpo presionando contra el mío. Cuando inclinó la cabeza hacia un
lado, mordí a lo largo de su mandíbula, lamiendo un camino hasta su cuello. Gemía
seductoramente mientras su pulso latía salvajemente. La necesitaba.

—Si no te llevo a casa ahora mismo, voy a hacerte el amor en esta playa —le
susurré al oído.
416

Se recostó en mis brazos con una sonrisa traviesa.


—¿Qué te hace pensar que no quiero eso? —Su mano rozó mi rostro
cuidadosamente.

—Una vez que empiece, no voy a detenerme.

La bajé lentamente hasta sus pies. Me tentaba mientras sacaba mi camisa del
pantalón y pasaba sus manos contra mi piel desnuda.

Gemí. Mi polla hinchada estaba dura y lista para salir.

—Voy a hacerte el amor toda la noche en nuestra cama.


417
Capítulo 63
Dani

C
uando había dicho “nuestra cama”, mi corazón dejó de latir.

Nuestros ojos se trabaron mientras sus manos acariciaban mi rostro.


Bajó su boca a la mía y me besó gentilmente.

—Lamento que me tomara tanto tiempo dejarlo ir —susurró—.


Realmente quería darte tu momento de puesta del sol, pero era demasiado tarde.

Cada célula en mi cuerpo temblaba hasta mi núcleo. Podría tomarme justo aquí en
la playa. Sentí el calor y la humedad entre mis piernas. No tenía reservas en
absoluto, pero la idea de nuestra cama creaba una anticipación en mí que nunca
antes había sentido. Una sonrisa estalló en mi rostro. Él era verdaderamente
asombroso, y lo amaba.

—Creo que funcionó perfectamente. Verás, resolví el problema con el escenario de


la puesta del sol.

—¿Ah, sí? —preguntó, envolviendo sus brazos alrededor de mi cintura—.


Cuéntame.

Regresamos al lugar donde había dejado caer todo antes de correr a sus brazos.

—Fácil. Estamos a favor del amanecer: inicios, un nuevo comienzo, y un nuevo día.

Colgué mi bolso sobre mi hombro y entonces enlacé mis manos en las suyas.
Caminamos hacia nuestros autos.

—No hablabas en serio acerca de toda la cosa del paracaidismo, ¿cierto?


418

—En realidad, lo hacía —respondió casualmente.


—Liam. ¿En serio? Vamos. ¿Quieres que salte de un avión? ¿Qué persona cuerda
hace eso? Me subo a un avión y abrocho el cinturón para asegurarme de que
permanezco a salvo en mi asiento.

—Accediste. Eres una mujer de palabra. ¿O esto es un gato por liebre?

Me detuve en seco.

—Sabes que no haría eso, pero sé que dirías algo como eso, jugando. Pero sí accedí
a hacerlo. —Suspiré profundamente—. Vamos, sabes que le temo a las alturas.

—Le temes a muchas cosas. —Se volvió hacia mí, inclinando mi barbilla hacia
arriba—. Quiero que confíes en mí, que realmente confíes en mí, con todo. —Su voz
era suave, y sus ojos tiernos. Trajo nuestras manos enlazadas entre nosotros—.
Hacemos todo juntos, incluyendo el saltar de un avión.

—Realmente crees que lanzándome de un avión directo a mi muerte es la manera


más efectiva de alcanzar tu meta.

—Estaré contigo, y tengo cada intención de mantenerte con vida durante un muy
largo tiempo.

—Gracias por darme una segunda oportunidad, incluso si quieres matarme. Te das
cuenta de que si la caída no lo hace, mi ataque al corazón lo hará.

Su mano acarició mi clavícula gentilmente. Entonces, sus dedos bajaron rozando


mi collar, siguiendo por la cadena, hasta el colgante. La sensación envió un
escalofrío a través de mí.

—Sé de RCP, nena. Voy a cuidar de tu corazón, y asegurarme de que sepas que mi
corazón te pertenece. Siempre lo hizo y siempre lo hará. Vamos a hacer las cosas
bien esta vez. Supongo que puedes llamarlo una nueva oportunidad.
419
Epílogo
Dani
Seis meses después

M
e recosté en la puerta, observándolo en la habitación tenuemente
iluminada. Incluso en la oscuridad, podía distinguir las facciones que
conocía tan bien. Su cabello rubio estaba recortado muy corto, y su
rostro sin rasurar tenía justo la sombra perfecta. Apoyó su cabeza contra su brazo
y extendió sus largas piernas fuera de la otomana. No podía quitar mis ojos de él.
Estaba sonriendo de oreja a oreja, El juego que él estaba viendo ofrecía la única luz
en la habitación.

Anoche había sido la más maravillosa y memorable noche de mi vida. Habíamos


pasado la mayor parte del día juntos en la cama, haciendo el amor y
acurrucándonos. Estaba locamente enamorada de él.

Se movió en el sofá y me miró con una sonrisa juvenil. Cuando extendió sus brazos
como invitación, fui hasta él y me arrastré en su regazo.

—Nena, ¿qué estabas haciendo de pie en la oscuridad? —preguntó, envolviendo


sus brazos alrededor de mí.

—Solo observándote —respondí tímidamente—. Y tal vez estaba pensando sobre


anoche.

Sus manos dibujaron círculos en mi espalda.

—Sabes que ya no tienes que acosarme. Soy una cosa segura.

—Pfff, nunca te acosé. —Puse mis ojos en blanco burlonamente—. Lo que he


420

estado haciendo es luchar por ti. ¿Me dices esto después de que me he convertido
en una experta guerrera del amor?
Sus labios rozaron los míos suavemente.

—Fue luchar por mí, no conmigo. —Sonrió suavemente entre dientes.

Los últimos seis meses habían sido maravillosos, pero no siempre fáciles.

Esa noche en la playa, me dijo que luchara por él, así que lo hice. Peleábamos todo el
tiempo. Él pensaba que estábamos peleando por las cosas más estúpidas, pero estaba
equivocado. Había una explicación para mi locura. Con cada pelea, aprendíamos a
cómo reconciliarnos, y chico, éramos buenos en ello.

Nuestra reconciliación era tanto amarga como muy dulce. Me enjauló contra la
puerta mientras la estaba cerrando y besándome al mismo tiempo. Ambos estábamos
jadeando mientras la puerta se abría, y tropezábamos al entrar.

Cuando me giré para encender la luz, vi una caja al otro lado de la habitación,
situada en la mesa del comedor. Tenía mi nombre en esta. Me alejé de Liam, pero me
acercó de nuevo y enterró su cabeza en mi cuello. Me liberó para bloquear la puerta
mientras caminaba hasta la mesa. Repentinamente, me sentí abrumada con
vergüenza y arrepentimiento.

Había estado perdida momentáneamente en la fantasía de que el perdón significaba


olvido, pero eso era imposible cuando el dolor y la traición me estaban mirando
fijamente al rostro. Mientras lo veía, me sentí mareada y con un poco de náuseas.
Pasé mis dedos sobre mi nombre escrito con un rotulador negro.

Después de asegurar la puerta del frente, a Liam le tomó apenas unos segundos darse
la vuelta y encontrarme paralizada en una pose estoica. Me rehusaba a sentir pena
por mí misma. No me importaba nada sobre él y nosotros. Esto no se trataba de una
fiesta de autocompasión. No iba a dar vueltas las cosas como si yo fuera una víctima.

Cuando sus brazos me rodearon, susurró por lo bajo:

—Joder, me olvidé de la caja.

Conforme pasaban los meses, lo habíamos enfrentado juntos, y habíamos encontrado


el perdón, la paz y el amor que ambos habíamos necesitado.

—Aún tengo que escuchar que te quejes cuando nos estamos reconciliando. —
421

Arrugué mis labios, dándole golpecitos a su nariz con mi dedo suavemente.


Curvó sus labios en una traviesa sonrisa.

—Silencio. Exactamente. Sé lo que estoy haciendo. —Me dio la vuelta sobre el sofá,
fijándome debajo de él—. Siento una pelea gestándose —dijo.

Bajó su rostro y rozó sus labios sobre los míos. Mi boca se estiró, tratando de
profundizar el beso, pero se retiró, provocándome.

—¿Vas a hacérmela difícil? —preguntó, sus ojos azules centelleando.

Froté mi pierna lentamente contra su creciente erección.

—¿Yo? —pregunté inocentemente—. En absoluto. Sin embargo, no puedo decir lo


mismo de ti. —Mi rostro estalló en una amplia sonrisa tonta.

Tenía una manera de sacar esa sonrisa, y francamente, se sentía asombroso.

Sin embargo, al frente de mis pensamientos, estaba la noche anterior.

Estaba preparándome en el baño. Teníamos planes para tomar el bote hasta la isla
sin nombre donde íbamos a cenar.

Había sido una semana estresante. Le dimos la bienvenida a la oportunidad de


escapar a una pequeña porción de paraíso. Estaba deseando relajarme bajo las
estrellas mientras escuchábamos las olas chocando y el canto de los grillos.

Mientras estaba pasando el cepillo a través de mi cabello en una mano con la otra
sosteniendo el secador de cabello, por el rabillo del ojo atrapé a Liam aferrándose al
marco de la puerta. Bajando el secador de cabello al lavabo, me di la vuelta hacia él y
sonreí.

—Te ves hermosa —dijo. Sus ojos brillaban como zafiros, calentando mi corazón—.
Ahora, vamos, nena. ¿Puedes apresurarte un poco?

Negué con la cabeza y suspiré suavemente.

—Paciencia. Casi termino.

No se inmutó.

—Lárgate y déjame terminar. —Juguetonamente, lo alejé agitando la mano—. Si


solo permaneces allí, nunca nos iremos. —Le soplé un beso y entonces levanté el
422

secador de cabello para seguir domando mis salvajes rizos.


Vino detrás de mí y envolvió sus brazos alrededor de mi cintura. Nuestros ojos se
encontraron en el reflejo del espejo.

—¿Que me largue? Nunca. —Retiró mi cabello hacia atrás y besó mi cuello.

Mi corazón revoloteó, y la carne de gallina hormigueó por mi piel.

—Pero esperaré por ti todo el tiempo que sea necesario. —Retrocedió y le dio una
palmada a mi trasero—. Sin embargo, no me hagas esperar demasiado. Quiero
navegar antes de que oscurezca.

Sabía que me irritaba cuando me apresuraba, no que lo hubiera hecho con frecuencia
ya que generalmente llegaba temprano o a tiempo. Pero había contrarrestado su
ofensa con el más dulce gesto de cariño, de modo que no pude permanecer enfadada
por mucho tiempo. Era verdad. Nadie rivalizaba con la puntualidad de Liam, ni
siquiera Macy con su reloj interno. Detestaba llegar tarde más de lo que a mí me
desagradaba ser apurada. Pero esta noche se trataba de relajarnos después de una
semana difícil, así que no entendía cuál era el gran problema.

Cuando terminé con mi cabello, me cambié su camiseta.

Gritó:

—Dani, ¿cuánto tiempo más?

—Cinco minutos —resoplé.

Estaba convencida de que quería pelear. ¿Por qué más me estaría presionando?
Rápidamente, me cambié a unos pantalones cortos y un lindo top y me deslicé en mis
sandalias. Me dirigí a la sala de estar, lista para pelear, cuando lo vi sentado en el
sofá. Estaba murmurando algo mientras contemplaba un CD. Mi corazón se derritió,
rindiéndose antes de que el primer tiro fuera disparado.

—¿Qué estás mirando, teniente? —pregunté en una voz sensual.

Inclinó su cabeza hacia atrás, sonriendo, y agitó el disco en el aire.

—Estoy tan orgulloso de ti por hacer esto. Durante un tiempo pensé que ibas a usar
un resquicio legal para escaparte del paracaidismo.

Hice el recorrido hacia él y me senté en su regazo. Llevé mis brazos alrededor de su


cuello.

—¿Y cuál resquicio legal sería ese? No que importe porque soy una mujer de palabra.
423

—Rocé mis labios sobre los suyos.


—Ese en el que sabes que no te haría hacer nada con lo que te sintieras incómoda.

—No me hiciste hacer esto. Esto era importante para ambos. Tenías razón acerca de
que necesitaba confiar en ti completamente. Quiero que me saques gentilmente de mi
zona de comodidad. —Mis dedos jugaban con los flequillos de su cabello—. Estaba
contigo, así que ¿de qué había que tener miedo allí?

Ambos sabíamos que era un poco mentirosa. Había estado muerta de miedo, pero le
había dado mi palabra. Cuando todo hubo sido dicho y hecho, había sabido que él
nunca me pondría en riesgo, y ese había sido el factor decisivo. Había confiado en él.
Eso no quería decir que mi mano no hubiera estado temblando mientras había
firmado por mi vida. Mi imaginación había conseguido lo mejor de mí, y me había
preocupado por todos los posibles escenarios que podrían suceder. No había querido
convertirme en un animal muerto en carretera. Desparramada no era mi mejor
apariencia. Había desechado esos pensamientos y me había concentrado en mi
hombre estando a mi lado. Y lo había hecho. Había enfrentado mis miedos esa tarde,
y maldición, había sido la experiencia más emocionante de mi vida.

—Eso es correcto, nena. Estabas conmigo y te sentiste segura. —Me dio un suave
beso en los labios—. Eres una sexy tipa dura. —Me apretó fuerte—. Ahora, vámonos.

Se apartó y me dirigió hacia la puerta con la mano. Mi bolso estaba mágicamente


esperándome, sin duda consecuencia de un Sr. Apurado. Agarrando mi mano, me
dirigió al auto, y nos dirigimos hasta el muelle.

El sol estaba brillando intensamente en esta tarde de julio. Protegí mis ojos del
resplandor cuando salí del auto. El muelle estaba lleno, y había mucho tráfico en la
bahía con los navegantes regresando de un día en el mar. ¿Quién podría haberlos
culpado por estar aquí hoy? El día estaba magnífico sin una nube en el brillante cielo
azul, y el mar parecía un cristal de aguamarina.

Busqué un lazo para el cabello en mi bolso, y luego tiré mi cabello en la parte


superior de mi cabeza. Liam cruzó los brazos, sacudiendo su cabeza, mientras reía.
Después de todo, lo había hecho esperar mientras me había secado el cabello.

Estaba ligeramente ofendida.

—Disculpa, pero nada de eso —dije poniendo mis ojos en blanco. Cuando atrapé su
mirada, una sonrisa se extendió por mi rostro.

—Nena —dijo afectuosamente, extendiéndose hacia mí y jalándome en un cálido


abrazo—, así tenías tu cabello el día en que te conocí. Todavía no estoy seguro sobre
424

cuál apariencia prefiero.


Estallé en una sonrisa tonta, recordando esa primera noche en la playa.

—Me encanta tu sonrisa —dijo.

Sus labios se posaron sobre los míos mientras su lengua provocaba suavemente mi
labio inferior. Nuestro beso se profundizó en la panorámica del muelle.

Apoyó su frente contra la mía.

—Eres increíble. Ahora, vamos antes de que sea tarde.

No sabía por qué estaba tan apurado, pero agarré la mano fuerte que me extendió y
entrelazó mis dedos con los suyos. Caminamos hasta Blazing Fire y salimos en
nuestro crucero por la noche.

Cuando nos acercamos a nuestro destino, Liam disminuyó la velocidad y atracó en el


lado sureste de la isla. Una ligera brisa del sur enfrió la calurosa tarde. El sol
comenzó su lento descenso en el cielo de la tarde.

Liam desembarcó primero. Extendió su mano hacia mí, y la agarré. De la mano,


empezamos a caminar por el muelle.

Inclinó la cabeza hacia mí, sonriendo.

—Quiero mostrarte algo.

Nunca habíamos explorado esta pequeña isla realmente. Típicamente, habíamos


pasado nuestro tiempo en la playa, la que estaba a corta distancia caminando desde
el muelle. Había un brillo en sus ojos y una pizca de emoción en sus pasos.

—Mmmm, la última vez que me dijiste eso, me llevaste de una playa a otra. Por lo que
aparenta, vas a hacer lo mismo ahora. —Lo miré con recelo—. ¿Me estás llevando a
un escondite secreto?

Se detuvo abruptamente y se paró frente a mí. Con su mano libre, inclinó mi barbilla.
Sus ojos se calmaron, trabándose en los míos.

—Esa noche, te abrí mi corazón, y ha sido tuyo desde entonces. Puse mis tesoros a tus
pies.

Mi corazón comenzó a latir violentamente por la naturaleza sincera y deliberada de


sus palabras. Bajó su boca sobre la mía y me besó hambrientamente, debilitándome
las rodillas. Se apartó y me miró fijamente. El momento era intenso y abrumador.
Curvó sus labios y guiñó un ojo.
425

—Vamos, hay más.


No estoy segura de poder manejar más. Estoy a punto de entrar en un paro
cardíaco.

Mientras seguíamos por el sendero bordeado de árboles con las manos entrelazadas
juntas, desaceleró cuando estábamos acercándonos al final. Los colores del cielo se
estaban desvaneciendo de un azul brillante a un resplandor ámbar.

—Casi no te traje aquí —dijo amorosamente—. Este lugar es mi santuario. De hecho,


nada de lo que ocurrió ese día se suponía que pasara. Tuve una guardia muy dura, así
que quise venir aquí. En lugar de eso, cubrí una clase de RCP donde esta bella chica
estaba sentada en la parte de atrás, ignorándome porque estaba leyendo un libro.
Tan rápido como entró en mi vida, se había ido, y me pateé en el culo por dejarla
escapar. Casi le cancelé a Chris esa noche, pero fue implacable. Y entonces, en un club
nocturno lleno de gente, la volví a ver y conseguí mi segunda oportunidad.

—Fue el mejor día de mi vida —susurré, mirándolo tiernamente.

Liam y yo ahora hablamos de todo. Tenía sus momentos cuando era un tonto o, como
le gustaba decir, romántico. Pero esto era diferente, y me sentí sobrecogida de
emoción a medida que mis ojos se llenaban de lágrimas mientras mi corazón se
detenía.

—Cuando mi papá murió —dijo, su voz entrecortándose ligeramente—, estaba


enojado y herido. Entonces, conocí a mi entrenador y mi capitán. Han sido como
padres para mí. Fue como si mi papá se asegurara de que hubiera personas en mi
vida, no para reemplazarlo, sino para intervenir por él. Nunca he hablado de mi
padre con gente que no lo conocía… hasta ti. —Hizo una pausa.

Solté su mano, y mis brazos lo rodearon, envolviéndolo en mi abrazo.

—No hablaba sobre él con Natalie. Obviamente, ella sabía que había fallecido, pero
era un asunto de no te metas ahí. Entonces, de la nada, allí estabas bajo la luz de la
luna, y las palabras solo empezaron a salir. No soy ajeno a la pérdida. —Sacudió su
cabeza—. Natalie fue mi mejor amiga y mi primer amor, y su muerte fue
devastadora. Mi madre y yo nos unimos por la pérdida del amor. Me dijo que la gente
entra en nuestras vidas por una temporada o para toda la vida, pero siempre por una
razón. Fui el para toda la vida de Natalie, pero ella fue mi temporal. Cuando llegara
el momento, mi para toda la vida llegaría.

Sus brazos se apretaron alrededor de mí mientras lágrimas brotaban de mis ojos.


Había tantas cosas que quería decirle durante su gran declaración. Cuando levanté
mi mirada hacia él, sus labios se curvaron suavemente. Agarrando mi mano, me sacó
426
del sendero y nos llevó directamente a una explosión de tonos naranjas del sol
poniente.

—Dani, eres mi para toda la vida. —Cuando se arrodilló, sacó una caja de su
bolsillo—. Te amo con todo lo que soy. Déjame ser tu felices para siempre. Cásate
conmigo y se mi esposa.

Asentí, llevando mis manos sobre mi boca mientras lágrimas corrían por mi rostro.

—Sí. Sí, seré tu esposa —grité—. Sí. Sí.

Agarró mi mano temblorosa y deslizó el anillo en mi dedo. Cuando envolví mis brazos
alrededor de su cuello, me recogió y me hizo girar mientras gritaba.

—Te amo —dije.

Durante nueve meses, había estado besando a mi príncipe. Era un hombre


increíble y un compañero amoroso. Ninguno de los dos era perfecto, pero éramos
perfectos el uno para el otro. Juntos, teníamos una conexión profunda y eléctrica.

Después de agarrar el control remoto y apagar el televisor, se volvió hacia mí, y


nuestros ojos se encontraron.

—Planeo darte el mundo —prometió.

Cuando su lengua barrió mi clavícula lentamente, jadeé, y gemí suavemente.

—Fuiste hecha para mí, y fui hecho para ti.

Mi cuerpo se relajó ante el sonido de sus palabras, y un escalofrío recorrió mi


cuerpo.

—Anoche fue solo el comienzo —dijo.

Toda nuestra relación destelló ante mis ojos, lo bueno y lo doloroso. Habíamos
elegido luchar el uno por el otro. Habíamos estado indispuestos a renunciar. Nos
amábamos. No era solo el amor empalagoso de la tarjeta Hallmark. También era
del tipo real que superaba nuestras insuficiencias e imperfecciones.

Saboreando los recuerdos de anoche, cerré los ojos, atrapada bajo él. Me había
dado un amanecer y una puesta de sol. Era el amor de mi vida, el hombre de mis
sueños, y cada uno de mis novios de libro envuelto en uno.
427
Después de que abriera mis ojos lentamente, me quedé mirando sus ojos azules
mientras sellaba este amor en mi recuerdo. Mi corazón latía salvajemente en mi
pecho. Cuando empuñé su camisa, admiré mi anillo brillante mientras lo acercaba a
mí.

—Es solo el comienzo. —Mordí mi labio inferior—. Te amo, Liam, por siempre y
para siempre.
428
It’s Not Over

É
l había querido que ella lo ayudara a reconquistar a su
exnovia. Ella había querido enseñarle algunas
lecciones de cómo tratar a una mujer. Ninguno
planeó lo inesperado.

Madison Stuart se nutre de autodisciplina y control.


Es impulsada por sus ambiciones profesionales y
no está a punto de dejar que alguien la descarrile
de sus objetivos. A lo largo de los años, Madison usa
el sexo como deporte, creyendo que el amor es una
ilusión.

Durante meses, se sentó al margen siendo tutora de


su estudiante, Rick Marin, en el arte de cortejar el
corazón de una mujer. No esperaba que sería su corazón
el que lograría ganarse.

Incapaz de observar al hombre del que se ha enamorado amar a otra mujer, toma
la decisión espontánea de abandonar la ciudad y poner algo de distancia entre
ellos. Lo que necesita más que nada es distancia y olvidar.

Justo cuando piensa que ha conseguido una escapada limpia, el pasado golpea su
puerta, y sus aspiraciones futuras están en juego. Madison se hunde más en modo
de supervivencia para asegurar su legado y sus secretos. Es Madison Suart. Vive la
vida bajo sus reglas, y nada va a interponerse en su camino.

Rick Marin es impulsivo, apasionado, y un hombre en una misión. Usando su


encanto y buena apariencia, Rick manipula a las mujeres día tras día para su propia
ventaja. Cuando finalmente descifra que ha estado persiguiendo a la mujer
equivocada, intenta corregir el error. Poco a poco, se da cuenta de cuán profundos
son sus sentimientos por Madison. Listo para enfrentarla y llevar su relación al
siguiente nivel, ella no aparece por ninguna parte. Incapaz de contactarla por
teléfono, la desesperación lo posee. Rick cambia a piloto automático. Preferiría
429

tragarse su orgullo que la amarga píldora del arrepentimiento.


Pero cuando los celos se vuelven rampantes, ¿puede mirar más allá de la fachada y
ver lo que ha estado justo frente a él todo el tiempo?

El pasado es implacable, el presente es poco comprensivo, y el futuro es incierto.

¿Pueden estos dos difíciles y obstinados individuos superarlo cuando todo está
contra ellos?

The Do Over #2
430
Capítulo 1
Madison

T
enía que salir de Miami y alejarme de los constantes recuerdos. Rompí mi
única regla: nada de vínculos. ¿En qué infiernos estaba pensando? Las
puertas del ascensor se abrieron, y por una fracción de segundo, pensé que
lo había visto parado junto al escritorio, golpeteando sus dedos sobre la encimera
mientras me esperaba. Mi corazón latió con anticipación, pero forcé ese
pensamiento fuera de mi cabeza rápidamente. Eso era ridículo, de todos modos.

Era sábado por la mañana, su día para cortejar y manipular a Daniela para volverse
a enamorar de él. Probablemente, estaba sellando el trato en este mismo momento
después de meses de derribar la resolución de ella.

En lugar de ello, con mi cabeza en alto, llevando lentes de sol oscuros, salí al
vestíbulo. Mi cabello rubio estaba recogido hacia atrás en un moño. Iba vestida
apropiadamente para la ocasión con mi blusa blanca de botones y mis pantalones
de lana azul marino a medida.

Mi equipaje de mano descansaba sobre mi hombro mientras sostenía mi abrigo de


cachemira beige en la curva de mi brazo. Tiré de mi maleta rodante detrás de mí y
me dirigí a la puerta, dejando atrás los recuerdos, y de camino a borrarlos
permanentemente.

Walter, el mejor portero que hubiera conocido alguna vez, se levantó detrás de su
escritorio, apresurándose para ayudarme, y agarró mi equipaje.

—Buenos días, Sra. Stuart —dijo entusiastamente—. Puedo llamar al valet y hacer
que le traiga el auto, si lo desea.

Asentí ligeramente y respondí llanamente:


431
—Gracias, Walter, pero no será necesario. —Mantuve mi mirada hacia adelante,
tratando de estabilizar mi acelerado corazón.

Normalmente, Walter y yo habríamos emprendido una pequeña charla amistosa,


pero hoy no estaba de humor. Necesitaba escapar, y sorpresivamente, había
encontrado esto más difícil de lo que había esperado.

Se hizo a un lado, permitiéndome salir primero. La limosina estaba en la acera,


esperando para llevarme al aeropuerto.

—Sra. Stuart, usted, eh, ¿se va de viaje? —preguntó, llegando rápidamente a mi


lado—. Haré los arreglos para vigilar sus cosas mientras esté lejos. —Le entregó mi
equipaje al conductor—. ¿Cuándo estará de regreso?

Walter siempre había sido educado, profesional y eficiente, excepto cuando se


trataba de Rick Marin. Uno de mis errores de cálculo había sido que Rick me
esperara en el vestíbulo antes de nuestras carreras matutinas. Por supuesto, el
hombre, quien era capaz de mantener una conversación con una planta, se haría
amigo de Walter y se congraciaría con él por favores. Por lo tanto, no podía
confiarle la verdad a Walter.

Dudaba que Rick se molestara en pasar mientras estuviera fuera, pero en el


improbable caso de que sucediera, no quería que supiera dónde estaba o si alguna
vez estaría de regreso. En lo que a mí concernía, mi inconveniente temporal expiró,
y había llegado el momento de seguir adelante. Había sido del Equipo Rick hasta
que ya no lo fui, y eso era ahora.

Levanté la mirada, mirando a Walter mientras estaba entrando al auto.

—Estaré fuera indefinidamente —mentí, desplazándome en mi asiento, y miré


hacia adelante. Entrelacé mis manos para evitar que temblaran—. He hecho los
arreglos, así que no tendrás que preocuparte por nada. Gracias por todo, Walter.
Ha sido un placer.

—Sra. Stuart, espero que cambie de opinión, y el placer ha sido mío. —Cerró la
puerta, y el auto se alejó de la acera. No miré hacia atrás. En lugar de ello, tragué el
nudo que me estaba sofocando mientras cerraba los ojos, sofocando ese dolor en
mi pecho. Los abrí lentamente y miré por la ventana mientras recuperaba la calma.

—Buenos días, señora —dijo el indescriptible conductor—. ¿Solo necesito


confirmar que está en el vuelo 1137 de American Airlines hasta La Guardia?
432

—Sí —respondí ausentemente, apenas reconociéndolo. No sería capaz de


identificarlo en una línea de sospechosos, y por mi vida que no podía recordar su
nombre. No era como si no supiera esas cosas. Mi vida estaba girando fuera de
control, y necesitaba detenerla desesperadamente.

Este era un viaje improvisado. No había hecho un solo arreglo aparte de reservar
mi vuelo y el servicio de auto para que me recogiera. Me había convertido en una
de esas mujeres ridículamente débiles que me molestaban hasta los huesos.

No estaba huyendo. Iba a casa por una visita atrasada. Saqué mi teléfono y marqué
el familiar número. Sonó, tal vez dos veces antes de que escuchara la profunda voz
áspera que me había consolado toda mi vida. Cualquier determinación que tenía se
terminó. Una solitaria lágrima se dirigió hacia abajo por mi rostro. Parpadeé mis
ojos rápidamente mientras la limpiaba.

—Cariño, es tan bueno escuchar de ti —dijo.

Exhalé lentamente, calmando mis emociones.

—Buenos días —gimoteé involuntariamente. Estabilicé mi mirada y me concentré.


Podía hacer esto. Era Madison Stuart. Tengo el mundo agarrado por las pelotas y no
iba a permitir que un imbécil me descarrilara.

—Maddy, cariño, ¿estás bien? —Sus palabras estaban llenas de preocupación.

—Sí, lo siento. Solo que es tan bueno escuchar tu voz que me puse un poco llorona.
De verdad te extraño.

Su tono se suavizó cuando rio cálidamente.

—Mi querida, cariño, Maddy, cómo te he extrañado. Tu asiento estuvo vacío en


Acción de Gracias y Navidad. Acordamos que vendrías a casa para las fiestas. Se te
echó mucho de menos.

Él era maravilloso, poniendo la culpabilidad en su propia dirección, así no se sentía


como un reproche a pesar de que lo era. Puse mis ojos en blanco.

—Lamento disentir contigo en eso. Dudo que alguien aparte de ti notara que no
estuve allí. La única llamada que recibí ese día en particular fue tuya, y como te
expliqué en ese entonces y repito ahora, estaba trabajando en un proyecto que
requería mi atención. Se acabó, así que, ¿adivina qué? En este momento estoy en
camino a pasar algunos días contigo.

Dejé afuera la parte donde planeaba pasar algunos días en la Ciudad de Nueva York
haciendo cualquier cosa que se necesitara para sacar a Rick Marin de mi sistema.
433
—Quiero escuchar acerca de ese proyecto que te mantuvo alejada. He hecho un
poco de investigación sobre ti con la empresa, y están muy emocionados con tu
desempeño, como debería ser. Eres una Stuart.

—Aprendí del mejor. Ahora, por favor, estoy yendo a casa por placer, no por
negocios. Nada de hablar de trabajo. Estoy llegando al aeropuerto ahora y tengo
que dejarte. Te veré en unas horas.

—Cena en Mark’s, siete en punto —declaró. No era una petición y eso estaba bien.
Confiaba en él. Sabía cuánto presionar—. Enviaré a Nelson para que te recoja en el
aeropuerto.

—Perfecto. Te veré pronto. —Mis ojos estaban cerrados mientras me mecía


gentilmente.

—¿Maddy? —preguntó.

Tranquilizándome, respondí:

—¿Sí, abuelo? —Mi corazón golpeaba en el pecho.

—Te quiero, cariño —dijo, suavemente—. No puedo esperar a verte.

—También te quiero. —Me ahogué, limpiando las lágrimas que se rebelaban en


contra de mi resolución—. Le enviaré un mensaje de texto a Nelson con los
detalles.

»Contrólate —me murmuré a mí misma mientras colocaba el teléfono en mi regazo


y pasaba mis manos por mi cabello, asegurándome de que estaba perfectamente en
su lugar. Tomé algunas respiraciones reparadoras para estabilizar mi agitado
pecho mientras trataba de aclarar mi cabeza desesperadamente—. Eres Madison
Stuart. Tienes el control. Sabes lo que quieres y vives la vida en tus términos.

Mientras estábamos estacionando en la terminal, agarré mi teléfono para hacer


una llamada más. Me enderecé en mi asiento y marqué su número antes de llevar
el teléfono hasta mi oreja.

—¿Hola? —respondió aturdido—. Madison, ¿qué pasa?

—Buenos días, Bruce. Lamento despertarte, pero estoy llamando para pedir un
favor. —Mis palabras salieron disparadas rápido y directo al grano. Era todo
negocios.
434

—¿Qué? Está bien —tartamudeó—. Quiero decir, ¿todo está bien?


—Bruce, necesito que me cubras por los próximos días. Lamento el corto plazo
para avisar, pero estoy en el aeropuerto a punto de salir de la ciudad.

Bruce Miller era mi barman número uno en Martini Bar, donde yo era la
administradora. El hombre era un genio mezclando bebidas, siguiendo órdenes, y
haciendo que las cosas sucedieran. Era agradable a la vista y las mujeres lo
amaban.

En sus noches solo, habíamos promediado fácilmente treinta por ciento más en las
ventas. Podía leer a la gente mejor que cualquiera que hubiera conocido, y usaba
esa habilidad detrás de la barra. No era el único con ese talento. Se había
convertido en un juego que jugaríamos, observando a los clientes mientras
mezclaba o agitaba sus bebidas. Él los había llamado como los veía. Debería
haberlo escuchado el día en que Rick entró a Martini Bar, luciendo como un tren
descarrilado. Había visto al imbécil mientras yo había previsto un desafío.

Generalmente no trabajaba los lunes, pero en ese en particular, tuve que ir para una
reunión con Roger, el director regional y Mason, mi hermano, el extraordinario
heredero. Vestida con un conservador traje azul marino con mi cabello recogido
hacia atrás, asombré sus pantalones. Sí, pensaban que solo era un lindo rostro que
iba a hacer una completa tonta de sí misma, manejando un bar en una economía en
crisis en una ciudad que estaba saturada de bares y clubs fallidos. Me recosté en mi
silla con la mano debajo de mi barbilla, disfrutando la mirada de derrota en el rostro
de Mason. No podía esperar a que saltaran al próximo avión de regreso a Nueva
York.

Tan pronto como salieron de mi oficina, cerré la puerta. Dejé caer mi cabello y sacudí
mi cabeza. Me quité el blazer y desabotoné mi blusa para revelar la cantidad perfecta
de escote. Estaba de ánimo para celebrar.

Salí hacia la pista cuando Rick atravesó la puerta. Mis ojos fueron a él mientras se
dirigí a la barra. Su cabello estaba despeinado, y tenía esta mirada de algo en su
rostro, derrota mezclada con desenfrenado calor. Estaba de pie con sus brazos
extendidos sobre la barra, esperando a Bruce. Estaba de tan buen humor que ni
siquiera me importó que Bruce estuviera ignorándolo. De hecho, me dio una
oportunidad de estudiarlo por un momento.

Bruce finalmente tomó su orden e regresó a mí.

—Dime, Bruce, ¿por qué estás haciendo esperar a un cliente a propósito? —pregunté,
apoyándome en la barra.
435
—¿Ese imbécil? Puede esperar. —Bruce sonrió, frunciendo su ceño—. Entonces,
¿cómo fue tu reunión? Por el aspecto de tu escote y ese pequeño brillo en tu mirada,
diría que fue bien.

—Fue mejor que bien, y voy a celebrar —dije con mis ojos fijos en el imbécil
despeinado—. Ve a proporcionar un buen servicio al cliente. Parece que ha tenido un
mal día.

—Lo estás mirando como si estuvieras a punto de devorarlo —dijo, guiñando el ojo—
. Madison al acecho es caliente. No tendrá una oportunidad, pero déjame decir, para
que conste, que lo declaré imbécil.

—Dale su bebida —dije, alejándome de la barra—. Ah… —Me di la vuelta, mirándolo


fijamente a los ojos—. No me hagas sacar el organigrama otra vez. Menciona mi
escote de nuevo y te despediré, o peor, te haré hacer el inventario con Arnie el
disléxico.

Bruce y yo teníamos una muy buena relación de trabajo. Nos entendíamos en su


mayor parte. Bruce, ocasionalmente, necesitaba algún recordatorio de quién estaba
dirigiendo el show.

Me tomé mi tiempo, echando un vistazo al misterioso hombre con el peso del mundo
sobre sus hombros. Nunca me limitaba. Caminé alrededor, leyendo detenidamente a
la multitud y asegurándome de que todo estuviera marchando perfectamente. Sí,
Martini Bar era una máquina bien aceitada. Estaba malditamente orgullosa de lo
que había logrado aquí. Estábamos localizados en las afueras de Brickell, prestando
servicio a un público profesional. Venían después del trabajo, hambrientos y
sedientos, y me aseguraba de satisfacer sus necesidades. No podía esperar a
compartir las buenas nuevas con el abuelo, así que regresé de inmediato a mi oficina
para hacer la llamada.

Cuando estaba terminando con el teléfono, noté en el monitor que Chris Giordano
estaba hablándole a mi cliente solitario. Esto era perfecto. Chris estaba en marketing,
prestándole servicio fundamentalmente a la industria de los clubs nocturnos.
Habíamos trabajado juntos en algunos eventos. Era un buen chico con una
reputación de ser un poco mujeriego. Le gustaba follar y a mí también. Eso nunca me
molestó y nunca se cruzaron las líneas. No cagaba donde comía. Al menos, ya no.

Deambulé alrededor de la barra hasta que llegué y me posé sobre el hombro de Chris
y saludé. Miré a nuestro cachorro perdido y atrapé una mirada en sus ojos avellana
antes de que se volviera para contemplar su bebida.
436

—Entonces, Chris, ¿vas a presentarme a tu amigo? —pregunté.


—Claro. Madison Stuart, este es Rick Marin. Rick, esta es Madison. Ella es la
encargada —dijo Chris.

Levantó la mirada hacia mí, inclinando su cabeza a un lado.

—Madison —dijo impasiblemente.

—Sí, Madison —dije, guiñando el ojo—, como la avenida.

Se rio rudamente con una sonrisita.

—Madison, como la avenida, no voy a comprar lo que estás vendiendo.

—¿Quién dijo que vendía algo? —Bruce tenía razón: era un imbécil, pero rezumaba
atracción sexual desde cada célula de su cuerpo.

Recostándose en su taburete, dijo:

—Maddy, sé lo que quieres. —Agarró su bebida, sacándole brillo a su vaso, y se


inclinó hacia mí.

—Oh, ¿de verdad? ¿Crees que sabes lo que quiero? —resoplé. Era grosero y
arrogante—. Y no me llames Maddy.

—Maddy —dijo lentamente—, sé exactamente lo que quieres. —Sus ojos viajaron


eróticamente por mi cuerpo como si estuvieran trazando el camino que sus manos,
tal vez su lengua, tomarían. Podía sentir la sensación de su toque visual, y mi corazón
comenzó a latir más rápido.

»Estás ahí de pie con tus tetas, rogándome que las alcance y las frote, las lama, y las
pellizque. —Mantuve mi mirada en él neutra, pero por muy hijo de perra arrogante
que estuviera siendo, era jodidamente caliente. Podía ignorar esta basura solo para
sentir su polla dentro de mí. Nunca le daría ni la hora después.

»Quieres que pegue la mano en tus pantalones justo ahora y sienta tu coño. Sé que
está mojado. —Terminó su bebida—. Y sabes que puedo encontrar tu punto G y
hacerte venir justo aquí delante de todo el mundo.

Lamí mi labio inferior, mordiéndolo más suave que nunca. No valía la pena la follada,
pero había algo en sus ojos que atrapó mi atención.

—Eres un imbécil. —Lo miré directo a los ojos, sonriendo—. Pero me gustas. Bruce,
tráele otro trago a Rick, la casa invita.
437

Tuvo suerte de que estuviera de buen humor. De otra manera, lo hubiera puesto en su
lugar. Seguí con lo mío cuando vi a una rubia aproximarse a él. Esto era bueno.
Estaba enfadada y despotricando contra él. Sí, eso era exactamente lo que se merecía.
Lo único que atrapé de su conversación fue que él tenía que mantenerse alejado de
una mujer.

Bruce caminó hacia donde yo estaba.

—Estás bromeando. ¿No conseguiste suficiente de alto, oscuro y estúpido?

—Es un imbécil. Tienes un punto por eso, pero hay algo sobre sus ojos. No lo sé
realmente. Tal vez sea el color.

—Sus ojos son del color del agua del lago estancado. No es un perro extraviado, y si lo
fuera, por favor, llévalo directo a control de animales. —Puso los ojos en blanco y
lanzó la toalla de la barra sobre su hombro.

—Necesita ayuda, y disfruto del trabajo de caridad. —No podía evitarlo. Sentía pena
por el bastardo.

—No me digas que vas a follarlo —dijo Bruce, negando con la cabeza.

—Ni la más mínima oportunidad en el infierno, pero me encantaría enseñarle una


lección sobre respeto, límites, y la manera apropiada de tratar a una mujer.

Caminé hacia él, recostándome en su hombro.

—Necesitas lo que estoy vendiendo, pero no es lo que crees.

—¿De verdad? —preguntó, pasando su dedo por el borde del vaso vacío.

—Te dije que me gustas. Voy a ayudarte con esta chica que te tiene en tan
desagradable carácter.

Se volvió hacia mí mientras sus labios se curvaban en un lado.

—¿Y por qué harías eso?

—Ya te lo dije. Me gustas. Y, bueno, luces como si necesitaras algo de ayuda. —No
estaba segura de si era capaz de rehabilitación, pero sabía que iba a disfrutar de
golpearlo fuera del pedestal en el que estaba elevado.

Bruce me sobresaltó del camino de mis recuerdos.

—Sí, Madison. Cualquier cosa que necesites. —Podía escucharlo moviéndose por
ahí—. Solo corta la mierda y dime qué está pasando.
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Aclaré mi garganta.
—Como dije, necesito que me cubras. Si es un problema, llamaré a Jamie. Siempre
está ansiosa ante la oportunidad de demostrar sus habilidades. Lo más
importante, sabe quién manda. Entonces, ¿cómo va a ser?

—Sí, Sra. Stuart. La cubriré —respondió, sarcásticamente.

—Cuida tu actitud. Es algo bueno que me gustes. —Hice una pausa—. Una cosa
más, si alguien va por ahí buscándome, no estoy.

—Haz mi día y dime que estás hablando de ese molesto hijo de perra. Porque si lo
es —dijo riendo—, estaré más que feliz de entregarle el mensaje.

El conductor rodeó el auto y abrió la puerta.

—Tengo que irme. Estaré de regreso el miércoles. Mientras tanto, si necesitas algo,
solo llama. Gracias. —Antes de que pudiera decir otra palabra, colgué.

Mientras miraba la hora en el teléfono, mi corazón se hundió. Como un relojito,


Rick me llamaba cada sábado en la mañana a las diez en punto.

Al principio, sus llamadas habían sido una intrusión en mi tiempo personal, pero a
medida que el tiempo pasaba, había comenzado a esperarlas tontamente. Había
estado emocionada por cómo funcionaba mi estrategia y por decirme que era
asombrosa. Entonces me recogía, y almorzábamos mientras yo continuaba su
entrenamiento. Nos habíamos odiado durante la mayor parte. Nunca había
conocido a alguien más egocéntrico y egoísta que él. Me había desafiado en cada
parada y agotado con su implacable falta de habilidad para tomar un no por
respuesta.

Suspiré. Aparte del hecho de que el hombre rezumaba atractivo sexual, no era tan
horrible una vez que llegabas a conocerlo. Era raro con su obsesión por la Segunda
Guerra Mundial, pero era divertido y a veces un poco dulce. Y… nada. Era un
imbécil.

Patético, Madison. Realmente, estás siendo absolutamente patética, dándole a este


idiota una segunda oportunidad. Controla esto.

Miré mi teléfono una vez más y lo apagué. Si llamaba, no quería hablar con él. Si no
lo hacía, preferiría no saber. Lidiaría con ello cuando tuviera algo de distancia. Soy
lamentable.

Metí mi teléfono en mi bolso y estaba determinada a poner todo eso detrás de mí.
Por el amor de Dios, no hacía esto, jamás.
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Me dirigí a través del aeropuerto. La prisa de la multitud y el maratón hasta la
puerta era justo el antídoto para mi pensamiento pobre de espíritu. Esto era
perfecto, exactamente lo que necesitaba. El alivio me inundó.

Cuando alcancé mi puerta, mis hombros cayeron. Mi equipaje de mano cayó al piso
y mi cabeza se agachó cuando grité:

—¡NO!

Abatida, caminé penosamente a través de la masa de pasajeros desplazados y


busqué refugio en el American Airlines Admiral’s Club. Era mi suerte que el vuelo
hubiera sido retrasado debido al inclemente clima. No había cantidad de lujo o
servicio de primera clase para revertir mi frustración. Impacientemente, golpeteé
mis dedos con manicura en las piernas de mis pantalones mientras miraba
fijamente por la ventana en esta nublada y monótona mañana de enero.

Mi taza vacía, cuchara y bolsa de té estaban perfectamente colocadas en la mesa


frente a mí.

—¿Le gustaría un poco más de té? —preguntó Tiffany, la alegre y amistosa


asistente al consumidor.

Levanté la mirada hacia ella con una sonrisa llana.

—Sí, por favor. —Reemplazó la pequeña tetera, una selección de tés, y una taza.

Realmente no quería té. Necesitaba una bebida fuerte. Joder, necesitaba un polvo.
Cerré mis ojos, relajándome y dejándome ir a mi lugar feliz.

Necesitaba sentir el calor del cuerpo de un hombre contra el mío. Anhelaba que sus
manos me tocaran, acariciaran, y toquetearan. Quería sentir su polla presionada
contra mí.

La idea de agarrar su dura polla y jugar con esta, lamerla y chuparla, y luego
deslizarme hacia abajo sobre esta y montarla ocasionó que un suave temblor me
atravesara e hiciera mi coño palpitar. Podía sentir un cálido calor irradiar fuera de
mí, y mordí mi labio fruncido. Dejé caer mi cabeza a un lado mientras juntaba y
presionaba mis piernas, mi cuerpo relajándose. Sí, esto fue exactamente lo que me
recetó el doctor.

Al sentir su cálido aliento rozar mi cuello, fui sacudida de mi fantasía. La sensación


envió un escalofrío a través de mi ya excitado cuerpo.
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—Espero que estés pensando en lo que voy a hacerte esta noche.


Mis ojos se abrieron de repente.

—Alex…
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