Artículo Vera Libertas
Artículo Vera Libertas
Artículo Vera Libertas
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Cuadernos de Teología Responsable legal:
Revista semestral Dr. Misael Camus Ibacache
Departamento de Teología
Universidad Católica del Norte Director – Editor:
Antofagasta – Chile Dr. Andrés Hubert Robinet, S.J.
Domicilio legal
Av. Angamos 0610
Antofagasta – Chile.
e-mail: cuadernosteo@ucn.cl
Diseño:
Nelson Torres S.
Revista Mensaje
Impresión:
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Juan Pablo MOYANO SJ
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Hna. María Francisca OVALLE osu
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Claudio Daniels M.
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Cristián GOMEZ sj
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Oscar GAYOSO DONZÉ
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Sergio ROMERO
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María Adriana GONZÁLEZ FORD
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Resumen
Este artículo aborda el significado teológico de la libertad en la Constitución Pastoral Gaudium
et Spes del Concilio Vaticano II, en la introducción da cuenta de la pertinencia del tema de la liber-
tad como tópico teológico y de la autoridad de la GS como fuente de estudio, además de indicar
las presupuestos metodológicos seguidos. En el primer capítulo toca la cuestión fundamental del
sujeto de la Libertad, enfatizando la tensión tanto histórica como nocional que supone adjudicar la
característica de libre tanto al hombre como a Dios y la presentación de esto en la GS. En el segun-
do Capítulo desarrolla la Valoración de la libertad y el concepto de la misma en la GS, siguiendo el ya
clásico esquema de libertad de y libertad para. El tercer y último capítulo propone una teología de la
libertad, que sitúa la libertad en horizontes teológicos propuestos por la GS. Concluye este artículo
con una reflexión que recoge las principales constataciones de este estudio.
Palabras claves: Libertad - Concilio Vaticano II - Creación - Escatología - Antropología Teoló-
gica.
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Abstract
This article reflects about the theological meaning of freedom in the Pastoral Constitution
Gaudium et Spes, of Vatican II. In the introduction the document talks about the importance of free-
dom as a theological topic, and also defends the authority of GS in order to study it. The introduction
also indicates the method followed in the study.
The first chapter takes the fundamental question about who is the subject of freedom. It also
emphasizes the historic and notional tension between the freedom of God and the human being. The
second chapter develops the value of freedom and the concept of itself in GS, following the clas-
sic scheme of freedom of and freedom for. The third and final chapter proposes theology of liberty,
which places liberty into the theological horizons proposed by GS. This article concludes reflecting
on the major conclusions of the study.
Keywords: Liberty – Council Vatican II – Creation – Eschatology – Theological Anthropology.
* Este artículo recoge lo esencial de la tesis “Vera Libertas, Significado Teológico de la Libertad,
en la Constitución Pastoral Gaudium et Spes, del Concilio Vaticano II”, presentado a la Facultad
de Teología de la Pontificia Universidad Católica de Chile para optar al grado de Licenciado en
Teología Dogmática.
Introducción
1. La centralidad de la Libertad
Nos planteamos la libertad por ser un concepto que es por un lado un núcleo de la
antropología1 tanto filosófica2 como teológica3, y por otro, representa un aspecto cla-
1 “En la definición del ser humano entra, como elemento esencial, la cualidad de la libertad. La
persona tiene una estructura de libertad” (VIDAL M., Libertad, en FLORISTÁN C. y TAMAYO J.
- S. (dir), Conceptos Fundamentales del Cristianismo, Editorial Trotta, Madrid, 1993, p. 710). “Il
problema della l. [libertà] implica […] tutti gli altri problemi umani” (GAROFALO S. (dir), Dizionario
del Concilio Ecumenico Vaticano Secondo, Unedi-Unione Editoriale, Roma, 1969, Libertà, p. 1277).
2 “Una de las evidencias textuales más sorprendentes que nos entrega la historia de la filosofía
occidental, es el hecho, cada vez más admitido, de que el problema de la libertad humana es posta-
ristotélico [1]. Esto significa desde luego que ninguno de los presocráticos, ni Platón ni Aristóteles,
advirtieron en sus escritos que la libertad humana era un problema filosófico primero y primordial,
tal como la filosofía medieval y moderna posteriormente evidenciarían [2]. Las evidencias textuales
nos muestran que Epicuro (341-270 a. C.) es el primero en poner en cuestión el hecho de si el hom-
bre es o no libre, y el primero en poner la dilucidación de esta cuestión como fundamental para el
éxito de toda filosofía del hombre y de la naturaleza [3] […]. Después de Epicuro la cuestión de la
libertad humana se convierte en un tema obligado de la filosofía occidental […] tanto la conciencia
de la dificultad del problema de la libertad humana como la profundidad de los intentos de solución
comienzan un desarrollo en la filosofía postaristotélica, especialmente cristiana, en que paulatina-
mente se va delimitando y conociendo mejor la naturaleza de la razón humana. En palabras simples
puede decirse que mientras más profunda y convincente es la solución al problema de la libertad
humana tanto más profunda y convincente es su noción de razón” (CORREIA M., Libertad humana
y presciencia divina en Boecio, en Teología y Vida, Vol. XLIII (2002), pp. 175s. 178). En las corrientes
de pensamiento contemporáneas, “parece haber fraguado un amplio consenso en torno a la com-
prensión de la libertad como factor fundacional del ser humano” (CASALE C., La libertad regalada:
oferta de verdadera libertad, en Teología y Vida, Vol. XL (1999), p. 92).
3 “La libertad del hombre es necesariamente objeto de la antropología, tanto de la filosófica como
de la teológica […]. Como concepto teológico en sentido estricto y dentro de la antropología
teológica, la «libertad de los hijos de Dios» es el kerigma fundamental del mensaje de Cristo (Rom
8, 15). En él se trata de la libertad como fruto de la redención en Jesucristo y como desarrollo del
espíritu dado por Él” (RAHNER K., y VORGRIMLER H., Diccionario Teológico, Herder, Barcelona,
1966, pp. 387-388).
295
ANTROPOLOGÍA TEOLÓGICA
4 “A pesar de las ilusiones racionalistas, e incluso marxistas, toda la historia del mundo es la histo-
ria de la libertad” (CAMUS A. En: http://es.wikiquote.org/w/index.php?title=Libertad&oldid=34304.
5 “El valor de la libertad. Este es (junto a otras ideas características de la modernidad) el valor
clave de la manera cómo el hombre moderno se entiende a sí mismo -o de su autocomprensión”
(MERKS K. - W., Curso de Teología Moral, en Tópicos ’90, Nº 9 (1999), Centro Ecuménico Diego de
Medellín, Santiago, 14). Y: “a pesar de todos los abusos demagógicos de que ha sido y es objeto
[el término libertad], despierta todavía la atracción y mantiene la fuerza que ha tenido a través de
la época moderno contemporánea. La libertad es un gran leitmotiv desde la ilustración [1] que, a
pesar de las desilusiones consecuentes a las revoluciones burguesas y socialistas, sigue moti-
vando y despertando la conciencia del hombre occidental” (NOEMI J., ¿Es la esperanza cristiana
liberadora?, Paulinas, Santiago, 1990, p. 53).
6 VIDAL M., o. c. p. 723.
7 CERVANTES M. DE, El ingenioso caballero don Quijote de la Mancha, capítulo LVIII.
8 “Cuando la teología cristiana acepta el reto de la temática de la libertad, no abandona su terreno.
Se convierte de esta forma totalmente en teología de la libertad, o mejor del amor, de cuya posi-
bilidad y definición se hace responsable como teología de la libertad. Y ello porque el amor es el
acontecimiento en que las libertades se juntan y diferencian, y el hombre es él mismo en el otro
y por el otro, las personas se comunican y alcanzan a ‘sí mismas’ al tiempo que se definen como
mundanas y reales” (CASALE C., o. c. p. 108).
9 Ver HOUTART F., Los aspectos sociológicos de los “signos de los tiempos”, en CONGAR Y. M. y
PEUCHMAURD M. (dir), La Iglesia en el Mundo de Hoy. Constitución Pastoral ‘Gaudium et Spes’,
Taurus, Madrid, 1970, Tomo 2, p. 225.
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CUADERNOS DE TEOLOGÍA - Vol. II, Nº2
En respuesta a este llamado del hombre la fe cristiana echa mano de uno sus
contenidos más centrales10, pues, “la libertad es una estructura fundamental del cris-
tianismo. Pablo define la existencia cristiana como un vivir en libertad: «Vosotros,
hermanos, habéis sido llamados a la libertad» (Gál 5, 13)”, de ahí que ésta “es uno
de los temas básicos que han de entrar en el contenido de la denuncia y del anuncio
cristianos”11, para Rahner, “la «libertad de los hijos de Dios» es el kerigma fundamen-
tal del mensaje de Cristo (Rom 8, 15)”12.
Esta centralidad no excluye el carácter problemático13 de nuestro tópico, proble-
mático en cuanto a la dificultad de su comprensión y precisión de su contenido en la
cultura contemporánea14, problemático también por su difícil aceptación histórica por
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ANTROPOLOGÍA TEOLÓGICA
parte de los cristianos y la Iglesia15 , y por lo mismo encierra también una oportunidad
y un desafío para la presentación del Evangelio16 .
Apuntada la centralidad de la libertad y su problematicidad, pasaremos a indicar
la fuente que hemos elegido para nuestra investigación.
15 “Durante los últimos siglos ni los cristianos ni la Iglesia se han distinguido por ser los forjadores
de la historia de la libertad, en la que se ha luchado por lograr una sociedad más libre. La mayoría
de los cristianos resueltos y la Iglesia jerárquica en general se han mostrado desconfiados frente
a esa historia de libertad. […] Como quiera que sea, y pese a toda la confusión reinante en el
mundo y en la Iglesia, a ésta y al cristiano se le impone hoy la tarea de colaborar resueltamente en
esa historia de la libertad. Con ello no se quiere decir en modo alguno que el cristiano y la Iglesia
deban entrar en una relación de asentimiento y aproximación acríticos frente al «mundo» y a la
sociedad, tal como son de hecho. Pues justamente esa sociedad amenaza hoy bajo nuevas for-
mas la libertad del hombre, por lo cual una lucha por esa libertad sitúa precisamente al cristiano
en una distancia crítica frente al mundo” (RAHNER K., Tolerancia Libertad Manipulación, Herder,
Barcelona, 1978, pp. 112-113).
16 “De muchos modos se ha llamado a la salvación cristiana: redención, iluminación, justificación,
reconciliación, etc. Llamarla libertad o liberación tiene antigua tradición teológica y facilita su in-
teligibilidad en el presente. Hoy, como antaño, entre las ofertas de salvación trascendentes unas
oxigenan la vida terrena, otras la asfixian. La pregunta por la vigencia de Jesucristo proviene de
la convicción de que sí, de que hay un tipo de salvación tan buena, la libertad cristiana, que se
la puede compartir a lo largo de los siglos. El asunto es cómo. ¿Cómo Jesucristo es concepto de
libertad y no de opresión? Segundo, ¿cómo es posible verificar la libertad de Cristo en una época
cada vez más liberal y cada vez menos solidaria?” (COSTADOAT Un futuro para el cristianismo, en
Revista Rocinante, año IV, N˚ 29, Marzo 2000, p. 28).
17 Ver GS 1 - 3. 11.
18 MEIS A., Desafíos de la Constitución Pastoral Gaudium et Spes a la Iglesia chilena y a la Universi-
dad católica, en Teología y Vida, Vol. XXX (1989), pp. 1-2, 38.
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CUADERNOS DE TEOLOGÍA - Vol. II, Nº2
19 “Il Vat. II, solenne celebrazione della dignità dell’uomo, è per ciò stesso una solenne celebrazione
della l. [libertà] umana. […] Il concetto della l. è sempre presente, in modo implicito o esplicito, in
tutti i documenti conciliari ed ha riflessi importanti nelle sue decisioni e nei suoi decreti, sia per
i rapporti all’interno della Chiesa, sia in riferimento alle dottrine sociali, politiche ed economiche
sotto il profilo cristiano. In modo grandioso il significato umanistico del Conc. e la dottrina della
libertà sono contenuti nella GS. Nessun Conc. si è occupato della l. con maggiore ampiezza e
impegno. Sta qui senza dubbio una chiave per l’esatta interpretazione dei decreti conciliari; da
questa visuale si può dire che il Conc. interpreta l’intera storia del pensiero moderno e contempo-
raneo sia come itinerario di sviluppo della libertà in tutti i suoi aspetti: storico, teoretico e sociale,
sia come epica esegesi biblica del capolavoro della creazione che è appunto l’uomo, scopo primo
e immediato di tutte le opere di Dio” (GAROFALO, S., o. c. p. 1275).
20 MEIS A., o. c. p. 39.
21 Ver GS 11.
22 Ver MCGRATH M., Presentación de la Constitución La Iglesia en el Mundo de Hoy, en CONGAR
Y. M. – PEUCHMAURD M. (dir), La Iglesia en el Mundo de Hoy. Constitución Pastoral ‘Gaudium et
Spes’, Taurus, Madrid, 1970, Tomo 2, p. 19.
23 Peculiaridad que se deja ver desde el título: “El título latino ‘De Ecclesia in mundo huius temporis’
es el resultado de una elección deliberada. No emplea la expresión ‘mundo moderno’ porque
puede aplicarse también a los siglos recientes; aquella, en cambio, se refiere al mundo hic et
nunc. Por tanto, este título tiene que traducirse por ‘La iglesia en el mundo de hoy’ o por ‘La iglesia
en el mundo, hoy’. No deja de tener importancia, porque refleja la actualidad o, podría decirse, la
cualidad existencial del desarrollo del documento” (MCGRATH M., o. c. p. 17, nota 1).
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26 Para este paso nos servimos del siguiente diccionario: GARCÍA V., Diccionario Ilustrado Latino -
Español Español - Latino, Spes, Barcelona 19605.
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El Sujeto de la Libertad
En este capítulo intentaremos dar cuenta del sujeto agente de la libertad, a
quién se le predica el concepto, se trataría, desde un punto de vista superficial,
de una cuestión meramente descriptiva, sin embargo, desde el punto de vista teo-
lógico reviste una importancia crucial, pues aunque Dios y el Hombre no son de
la misma manera sujetos de libertad -Dios es sujeto de una libertad infinita, de
creador, el hombre de una libertad finita, de criatura- ambos son verdaderamente
sujetos, ello constituye la paradoja que posibilita la historia no tan sólo como his-
toria simplemente sino especialmente como historia de salvación, como aconteci-
miento dialogal, libre. Dadas las posibilidades de la libertad el problema consiste
en el encuentro de libertades, la libertad de Dios y la libertad del hombre27.
La reflexión sobre este problema es de larga data en la reflexión teológica, ya
para la Patrística “la distinción entre el creador y la criatura, supone una clara
distinción entre la absoluta libertad del creador y la libertad del hombre condicio-
nado por la materia”28. San Agustín argumenta “a favor de la libertad apelando a la
gloria de Dios: si no fuéramos libres la gloria de Dios no sería esa superlativa que
le atribuimos. Dios en efecto prefiere a un hombre que peca libremente a uno que
no peca por necesidad y determinación impuesta, del mismo modo que para él es
más valioso una criatura libre que puede pecar que una que es buena porque no
puede pecar”29.
27 Ver BALTHASAR H. U., VON, Teodramática, Encuentro, Madrid, 1992, Vol. II, p. 22. Otro enfoque a
nuestro parecer convergente lo ofrece Noemi: “En la historia el sujeto protagónico es Dios, quien
dirige, interviene, orienta y establece su designio definitivo en Jesús. El hombre es sujeto hipagó-
nico, es decir, real sujeto histórico, pero dependiente de Dios. […] La libertad no es otra cosa que
la radical dimensión agónica de todo hombre en la historia, la gracia apunta al carácter subordi-
nado y dependiente de dicha agonía. Si atendemos así a las coordenadas gracia y libertad, en el
anuncio evangélico el reino de Dios se establece como don de la libertad, el futuro como el don
que plenifica la libertad del hombre” (NOEMI J., o. c., p. 50).
28 PELLEGRINO U., Libertad. Aspecto histórico - filosófico, en PACOMIO L. et al. (dir), Diccionario
Teológico Interdisciplinar, Sígueme, Salamanca, 1986, p. 324.
29 CORREIA M., o. c., p. 179.
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44 “Experimentar la realidad como pasado presente y futuro equivale a experimentar la libertad, esto
es, a experimentarse uno mismo como realidad libre, como sujeto que en el presente es capaz de
mediar entre un pasado sustraído y conservado y un futuro que se me propone. Historia y libertad
son conceptos correlativos al interior de la racionalidad moderna” (NOEMI J., o. c., p. 423).
45 “Por tanto, en cierto modo hemos de decir siempre: porque y en tanto me experimento como per-
sona, como sujeto, me experimento también como libre, y en concreto como libre en una libertad
que primariamente no se refiere a un aislado suceso psíquico particular como tal, sino en una
libertad que se refiere al único sujeto entero en la unidad de toda la realización de la existencia
como una” (RAHNER K., Curso Fundamental sobre la Fe, Introducción al Concepto de Cristianis-
mo, Herder, Barcelona, 1989, p. 58).
46 “El hombre descubre el drama de su libertad al sentirse interpelado por una llamada que lo decla-
ra responsable de su destino: «mira. Hoy os pongo delante bendición y maldición; la bendición si
acatáis los preceptos del Señor, vuestro Dios, que yo os mando hoy; la maldición si no acatáis los
preceptos del Señor…» (Dt 11, 26-28)” (GATTI G., Libertad. Aspecto teológico moral, en PACOMIO
L. et al. (dir), Diccionario Teológico Interdisciplinar, Sígueme, Salamanca, 1986, p. 333).
47 “El sí y el no del hombre a Dios no consisten tanto en la ejecución material vacía del precepto
como en el obsequio interior de la voluntad a la verdad y el amor. El bien y el mal moral nacen del
corazón del hombre, esto es, del núcleo profundo de su libertad (Mt 15, 20 - 30)” (GATTI G., o. c.,
p. 334). Y: At nonnisi libere homo ad bonum se convertere potest, quam libertatem coaevi nostri
magni faciunt ardenterque prosequuntur: et recte sane. Saepe tamen eam pravo modo fovent,
tamquam licentiam quidquid faciendi dummodo delectet, etiam malum (GS 17).
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CUADERNOS DE TEOLOGÍA - Vol. II, Nº2
(GS 17), sin el libre reconocimiento del amor del Creador y sin confiarse a Él, no
vive propiamente en la verdad (GS 19), ya que Dios ha creado al hombre libre, el re-
conocimiento de Dios no se puede oponer a su dignidad, nos dice al tratar el tema
del ateísmo (GS 21). La Libertad es requisito de su dignidad, pues sin ella al hombre
actuaría por mero impulso interior o coacción externa (GS 17). Analizando GS 14,
Mouroux nos dice que “El hombre se descubre a sí mismo como ‘alma espiritual
e inmortal’ [20], no en una proyección imaginaria y condicionada por elementos
exteriores, sino, al contrario, en la exigencia más concreta y la significación más
radical de su libertad”48, sin embargo nos parece que esta exigencia y significa-
ción de la libertad, que Mouroux desprende del alma espiritual, abarca más bien
la integridad del hombre, “corpore et anima unus”, como se desprende del análisis
terminológico, que pone la libertad en la alabanza que el hombre, como síntesis
del universo en su cuerpo rinde al Creador (GS 14).
Sin embargo, el hombre, creado en la justicia de Dios, sujeto de libertad, abusa
de la misma al pecar, por consejo del Maligno, en el exordio de la historia (GS 13).
Por ello el hombre recupera su dignidad cuando liberado de las pasiones tiende
a su fin mediante libre elección (GS 17). Sin la Gracia de Dios, la libertad del hom-
bre, herida por el pecado, no logra su ordenación a Dios (GS 17). La libertad “se
ejercita incluso en la aceptación creyente y amorosa de la justificación y en todo
acto salutífero”49.
Todo esto se expresa en la comunidad humana, no sólo por los derechos, como
la creación de vínculos sociales (GS 25), la libertad de elegir estado y fundar una
familia, o la libertad religiosa (GS 26), sino que, por sobre todo, es en la libertad
donde el orden social encontrará un equilibrio cada día más humano (GS 26). Se
trata de una afirmación de la mayor importancia, no podemos llamar humano a un
orden social que no se apoye en la libertad.
Una observación sabia del concilio nos recuerda aquello que favorece el cre-
cimiento de la libertad en el hombre y la importancia de la responsabilidad social.
En efecto, la extrema necesidad debilita la libertad del hombre, una vida dema-
siado fácil la envilece, la responsabilidad social y el servicio la fortalecen (GS 31).
Cuando trata de la actividad humana en el mundo, tenemos dos citas sobre la
libertad, la primera nos habla de la libertad de espíritu en el uso y goce de los bie-
nes recibidos de Dios, se ubica al concluir el número que aborda la problemática
309
ANTROPOLOGÍA TEOLÓGICA
del pecado que acecha la búsqueda del progreso por parte del hombre al trasto-
car la jerarquía de valores, la superación de la miseria que conlleva este desorden
sólo se supera en la redención de Cristo, y en la renovación que opera el Espíritu
Santo, sólo en este supuesto el hombre puede entrar en una verdadera posesión
del mundo, caracterizada por la libertad de espíritu (GS 37).
La segunda cita se ubica en el número conclusivo del capítulo donde nos ha-
bla de la plenitud escatológica, la libertad y la comunión fraterna como bienes
eminentes de la dignidad humana, la humanidad los volverá a encontrar, esta vez
purificados en el reino eterno y universal que Cristo entregará al Padre (GS 39).
Concluyendo, para la GS el hombre como sujeto de libertad lo es verdadera-
mente sólo en relación con Dios que lo ha creado libre, por cuya gracia recupera
su dignidad después del pecado y por cuyo Espíritu es renovado para ejercer un
verdadero dominio del mundo y es conducido a la Plenitud escatológica. Esta es la
verdadera articulación de la libertad de Dios y la del hombre, en “la historia el su-
jeto protagónico es Dios, quien dirige, interviene, orienta y establece su designio
definitivo en Jesús. El hombre es sujeto hipagónico, es decir, real sujeto histórico,
pero dependiente de Dios. […] La libertad no es otra cosa que la radical dimensión
agónica de todo hombre en la historia, la gracia apunta al carácter subordinado
y dependiente de dicha agonía. Si atendemos así a las coordenadas gracia y li-
bertad, en el anuncio evangélico el reino de Dios se establece como don de la
libertad, el futuro como el don que plenifica la libertad del hombre”50.
Para efectos de esta presentación nos saltamos la exposición del hombre en
cuanto ciudadano y los pueblos como sujeto de libertad.
III. El Mundo como Sujeto de Libertad
En primer lugar nuestro documento lleva en su título la palabra Mundo51, la
Iglesia pretende aquí decir a los fieles y a todos los hombres cómo concibe (con-
cipiat) su presencia y acción en el Mundo de hoy52, pero ¿Qué entiende por Mundo
la Constitución?, esto lo encontramos en GS 2, § 2:
50 NOEMI J., ¿Es la esperanza cristiana liberadora?, Paulinas, Santiago, 1990, p. 50.
51 A este respecto resulta pertinente ver la nota al título de la Constitución: «Pastoralis» autem dici-
tur Constitutio ex eo quod, principiis doctrinalibus innixa, habitudinem Ecclesiae ad mundum et ad
homines hodiernos exprimere intendit.
52 Ideo Concilium Vaticanum Secundum, mysterio Ecclesiae penitius investigato, iam non ad solos
Ecclesiae filios omnes que Christi nomen invocantes, sed ad universos homines incunctanter ser-
310
CUADERNOS DE TEOLOGÍA - Vol. II, Nº2
“Tiene pues, ante sí la Iglesia al mundo, esto es, la entera familia humana con
el conjunto universal de las realidades entre las que ésta vive; el mundo, teatro
de la historia humana, con sus afanes, fracasos y victorias; el mundo, que los
cristianos creen fundado y conservado por el amor del Creador, esclavizado
bajo la servidumbre del pecado, pero liberado por Cristo, crucificado y resu-
citado, roto el poder del demonio, para que el mundo se transforme según el
propósito divino y llegue a su consumación.”
Tenemos aquí una consideración integral del mundo que se estructura en tres
niveles. En un primer nivel se considera el mundo en un plano de observación
directa: el mundo entendido como el hombre y la realidad en la que está inserto.
En un segundo nivel se entiende el mundo en su dimensión histórica que alude al
hombre, sus victorias y fracasos. Finalmente se considera al mundo en su dimen-
sión teologal, visto desde la fe el mundo es puesto en tres horizontes fundamenta-
les, el horizonte creacional, el horizonte salvífico y el horizonte escatológico. El eje
de esta visión teologal es la liberación del mundo operada por Cristo. El Mundo es
sujeto de libertad en estos niveles, si nos atenemos a las citas estudiadas.
En el plano de la historia presente (“mundus hodiernus”), el mundo tiene abier-
to el camino para optar por la libertad o la esclavitud (GS 9), se trata se una encru-
cijada dramática que es consecuencia de las aspiraciones de la humanidad, bajo
las cuales se oculta esa fundamental aspiración de plenitud y libertad (GS 9). Una
concreción de esto se observa en el contexto de la carrera armamentista, donde
el mundo debe ser liberado de la ansiedad que lo oprime (GS 81), pues la providen-
cia nos pide que nos liberemos de la servidumbre de la guerra (GS 81).
En un nivel teológico se encuentran las siguientes consideraciones, la primera
la podemos ubicar en un horizonte creacional, y la segunda en el escatológico. En
primer lugar el mundo en su dimensión material (“elementa mundi materialis”) en-
cuentra en el hombre la voz para la libre alabanza al creador (GS 14). En segundo
lugar se afirma que las criaturas de este mundo cuya figura ha sido afeada por el
pecado, serán liberadas de la servidumbre de la vanidad cuando los hijos de Dios
resuciten (GS 39).
El mundo es sujeto de libertad dentro de una visión integral que comporta una
valoración fundamental del mismo y un atento discernimiento de su situación his-
311
ANTROPOLOGÍA TEOLÓGICA
tórica, humana, no sólo como mero espacio de diálogo de Dios con el hombre, sino
como dimensión del hombre mismo y de su salvación.
IV. La Iglesia como Sujeto de Libertad
La Iglesia es sujeto de Libertad en primer lugar porque su anuncio es liberador
para el hombre, en efecto este anuncio difunde luz, vida y libertad (GS 21), en el
Evangelio de Cristo confiado a la Iglesia encontramos el más sólido fundamento
para afirmar la libertad y la dignidad del hombre (GS 41). Como bien anota Noemi
“En la historia, a la Iglesia no le corresponde otra función que ser portadora de
la verdad de Jesús-Cristo. Es precisamente por esto que ella está exigida a ser
garante de la libertad del hombre”53.
En segundo lugar, la Iglesia, consecuentemente, sirve al hombre respetando
(GS 41) y promoviendo su libertad (GS 76); cooperando en la edificación del orden
internacional con la observancia de las legítimas libertades (GS 88); dando ejem-
plo de tal libertad en la comunidad política (GS 75) y educando al hombre hacia la
libertad interior (GS 58).
En tercer lugar la Iglesia pide el reconocimiento de su propia libertad en el
mundo (GS 21) para el cumplimiento de su misión en pro de la unidad de la humani-
dad y servicio a todos (GS 42), ella requiere de libertad para predicar la fe, enseñar
su doctrina social, ejercer su misión entre los hombres y ofrecer su juicio moral
incluso en materias políticas.
Y por último, no podría ser de otro modo, esa libertad debe vivirse al interior de
la Iglesia, se reconoce a los fieles, clérigos y laicos su justa libertad de investiga-
ción, de pensamiento y de dar a conocer su mente con humildad y fortaleza en lo
que es de su competencia (GS 62). Esta libertad es necesaria para que los fieles
puedan realizar su función (GS 62) e imprescindible para que la Iglesia sea ante el
mundo un signo de fraternidad (GS 92).
312
CUADERNOS DE TEOLOGÍA - Vol. II, Nº2
54 Ver GS 3.
313
ANTROPOLOGÍA TEOLÓGICA
En este punto es claro que el Concilio no elude las graves distancias entre la
concepción cristiana de libertad y las ópticas en boga, “La cultura moderna se
ha situado a menudo en antítesis contra la concepción cristiana de libertad. En la
lucha por la liberación de la humanidad de la miseria y de la tiranía hay muchos
convencidos de que el cristianismo no tiene ya nada que decir”55. Debemos indi-
car la vigencia de las afirmaciones conciliares, pues tales concepciones siguen
presentes y peor aun “renovados discursos sobre la libertad esconden y reciclan
la esclavitud bajo nuevas figuras”56.
Los que profesan el ateísmo sistemático57 consideran que la esencia de la li-
bertad es que el hombre sea fin de sí mismo, y el solo conductor de su historia,
ello hace incompatible o superflua la afirmación de Dios (GS 20). Estos mismos
entienden la liberación en términos exclusivamente económico sociales, donde
la religión conlleva necesariamente un obstáculo para tal liberación y en conse-
cuencia la atacan (GS 20). Por último hay quienes usando un errado concepto de
libertad obstaculizan las necesarias reformas sociales, otros en nombre de tales
reformas pretenden sacrificar los derechos fundamentales de la persona humana
(GS 65), ambas posturas están erradas58.
La libertad aparece distorsionada en los hombres de hoy, en las constatacio-
nes anteriores, pero la distorsión fundamental de la libertad la constituye el pe-
cado, el cual consiste en un abuso de la misma, por consejo del Maligno, para
erigirse en contra de Dios y desear alcanzar el propio fin al fuera de Dios (GS 13).
Una verdadera concepción de libertad del hombre nos remite por tanto a la orde-
nación a Dios de la misma.
II. Concepto de Libertad
55 PELLEGRINO U., Libertad. Aspecto histórico - filosófico, en PACOMIO L. et al. (dir), Diccionario
Teológico Interdisciplinar, Sígueme, Salamanca, 1986, p. 327.
56 COSTADOAT o. c., p. 27. Y también: “habrá que contar que con el término ‘libertad’ se designan
conceptos diversos e incluso contrarios; que el antiguo Leviatán hace gala en la nueva era del
liberalismo económico, político y moral; que la nueva bestia, el Anticristo no invoca la libertad
como solidaridad sino como individualismo y capricho de los que quieren hacer lo que se les dé
la gana, y lo pueden, expropiando al resto de sus posibilidades” (COSTADOAT o. c., p. 30)
57 “El ateísmo contemporáneo (sobre todo en Marx, Nietzsche, N. Hartmann y Sartre) quiere ser
una defensa del hombre, de su libertad en contra de Dios. Se trata de preguntarse si semejante
defensa vale contra Dios o contra la alienación religiosa” (PELLEGRINO U., o. c., p. 319).
58 “La sociedad necesita un cambio profundo; pero ese cambio no puede ser «impuesto». Toda ac-
ción política que pretenda realizarlo a costa de la libertad social está llamada al fracaso. El autén-
tico cambio se hace desde la libertad y para la libertad” (VIDAL, M., o. c,. p. 718).
314
CUADERNOS DE TEOLOGÍA - Vol. II, Nº2
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ANTROPOLOGÍA TEOLÓGICA
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CUADERNOS DE TEOLOGÍA - Vol. II, Nº2
esa cultura nueva en que Dios será todo en todos, cuando nuestra libertad pueda
descansar unívocamente en su sentido y fin, en Dios”66.
b. La Libertad del Pecado
La libertad del demonio está en función de la libertad del pecado, en efecto,
las citas conciliares anteriores se encuentran en referencia directa al pecado,
que consiste justamente en abuso de la libertad (GS 13) y es la fuente de todas
las esclavitudes (GS 41) de las cuales el mundo y el hombre han de ser liberados.
Ahora bien, es importante aludir nuevamente aquí al carácter paradojal de la
libertad del hombre, pues el hombre ha de ser liberado del pecado, el cual, como
se ha dicho es abuso de la libertad, la libertad aunque pervirtiéndose posibilita el
pecado, quedando ella misma requerida de liberación, como anota Rahner “La
«libertad de elección» dada con la personalidad espiritual del hombre, es tam-
bién el presupuesto de la esencia de la culpa (Pecado), ratificado por la misma
revelación”67.
La dignidad del hombre requiere que se libere de la cautividad de las pasiones,
para esto, su libertad, herida por el pecado, necesita apoyarse en la gracia de Dios
(GS 17). Esta liberación -ya iniciada en la historia- alcanzará a todas las criaturas
que se verán libres de la servidumbre de la vanidad cuando los hijos de Dios resu-
citen -en el futuro definitivo-, pues fueron creadas por causa del hombre (GS 39).
c. La Libertad de la Muerte
La libertad del demonio está en relación a la libertad del pecado y la libertad
del pecado nos abre a la libertad de la muerte, todo esto en el marco de la acción
liberadora que el Padre manifiesta en Jesús y a la que el hombre se incorpora
desde su libertad y apoyado necesariamente por la Gracia, cuando reconoce en
Jesús al verdadero Dios, y al mismo tiempo reconoce en su propia libertad crea-
tural un don liberado del pecado y de la muerte, que posibilita en la aceptación de
Cristo la apertura a la Resurrección68. Y esto porque el mismo Cristo ha asumido en
317
ANTROPOLOGÍA TEOLÓGICA
abre a la gracia, vale decir, el sentido que proviene de la apertura y la entrega a ese Otro más
grande, que ha asumido nuestra muerte, permitiéndonos por eso, y sólo por eso, ser re-cogidos
de la no-vida y acogidos en Su vida” (NOEMI J., El mundo, creación y Promesa de Dios, San Pablo,
Santiago, 1996, pp. 405-406).
69 “Jesús es el hombre que rompe el fracaso de la libertad humana: muere y sufre el abandono de
Dios como consecuencia de una entrega sin condiciones, vale decir, por el peso de su pro-exis-
tencia. Por lo mismo, para Jesús la muerte no significó separarse de Dios, sino, por el contrario,
entregarse definitivamente a Él y a nosotros, aunque en la paradójica y contradictoria oscuridad
que implica el morir experimentando el abandono del Padre. Pero es precisamente, de este modo
que Dios recupera para sí la libertad del hombre: arrebatándole a la muerte su irreversible y uní-
voca eficacia, y su carácter de umbral definitivo hacia la oscuridad del pecado” (NOEMI J., o. c.,
p. 404).
70 Mors insuper corporalis, a qua homo si non peccasset subtractus fuisset (GS 18, § 2).
71 Ver GS 21.
72 “La biología, pues, sólo logra dar razón de la inevitabilidad de la muerte como proceso natural. Sin
embargo, lo decisivo en el caso del hombre, y que la biología no alcanza, es dar razón del tener
que morir en cuanto hecho ‘necesario’, para un sujeto que logra experimentarse como libre; en
otras palabras, dar razón de la aporía que surge en la contradicción implicada, para un sujeto que
experimenta la vida como ser-en-libertad, con el hecho de tener que morir, es decir, de tener que
desembocar -‘necesariamente’, aunque en un momento ignoto- en el no-ser” (NOEMI J., o. c., p.
318
CUADERNOS DE TEOLOGÍA - Vol. II, Nº2
361). Y también: “Al hablar del ‘tener que morir’, nos referimos a la aporía que se da entre muerte y
libertad. La muerte no puede ser natural para el hombre en la medida que él se experimenta como
‘naturaleza libre’. El rechazo de la muerte no proviene de un apego meramente animalesco a la
vida en cuanto proceso vegetativo y sensitivo, sino que se funda en la experiencia que el hombre
hace de sí como ser libre. Siendo la libertad un momento necesario y fundante del ser del hombre,
la muerte, entonces, no cabe. Morir equivale a no ser, a dejar de ser, y la libertad -en cuanto di-
mensión propia de la existencia humana- consiste en estar abierto infinitamente y sin límites en el
ser. Al experimentarse como libre el hombre trasciende la necesidad natural de morir. Al pensar,
‘se hace todas las cosas’, dice Tomás de Aquino. Es la experiencia de ‘caña pensante’ [190], es
apertura sin límites a la realidad. Al hacer la experiencia de la libertad como dinamismo del amor, la
incongruencia es todavía más nítida. Recordemos una vez más aquella reflexión de Gabriel Marcel:
‘Amar a un ser es decirle: ‘tú no morirás’ [191]. Porque piensa y ama, el hombre se experimenta en
el ser con una conveniencia a la que repugna el definitivo dejar de ser: la muerte.
La aporía entre libertad y muerte no se resuelve mitigando o disolviendo la polaridad ontológica
de ser y no-ser que en ella se declara. La libertad debe afirmarse como pasión definitiva de ser; la
muerte, como fin y acabamiento del ser. No se trata, sin embargo, de simplificar la muerte como
‘fin de ser’, ni a la libertad como ‘apertura al ser’. El que muere es un ser que al morir deja de ser,
habiéndose experimentado con una posibilidad infinita de vida y con una apertura definitiva y per-
manente a ella” (NOEMI J., o. c., pp. 370-371).
73 “toda la dimensión de sentido que es posible articular a partir del hombre, en cuanto libertad
que se abre en esperanza a la gracia de la resurrección, es dependiente y relativa al sentido que
la muerte recibe al ser asumida por Dios y transformada por Él mismo. La muerte hace patente,
por encima del horror de nuestro pecado, la inefable ternura de Dios: en lugar de responder a la
separación con separación, responde con una proximidad que es escándalo o desconcierto para
toda lógica humana” (NOEMI J., o. c., p. 407).
74 Ver GS 20.
319
ANTROPOLOGÍA TEOLÓGICA
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CUADERNOS DE TEOLOGÍA - Vol. II, Nº2
miedo al mundo y de la soledad. Esta libertad proporciona una ‘fuerza’ interior que
hace libres para Dios, el prójimo, y con ello para sí mismo”76.
a. La Libertad para la relación
La relación es una categoría de vasta raigambre en la filosofía antigua y medie-
val y que encuentra eco en el personalismo contemporáneo, aquí no pretendemos
profundizar esta noción de manera exhaustiva, sino sólo recordar su importancia
en la reflexión trinitaria y apuntar al sentido de la libertad en la relación en la cual y
para la cual Dios ha creado al hombre. En efecto, la “virtud cristiana de la libertad
dona -como una forma de la virtud divina del amor- una participación inicial en el
diálogo intratrinitario, el cual repercute en las acciones del creyente. Sin embargo
se trata de una oferta (Ap 3, 20). En la aceptación del llamado de amor de Dios y
en el abrazar su perdón, el cristiano es capaz de concretizar en libertad el legado
del Señor, el nuevo ‘mandamiento del amor’ (Jn 13, 34). De esta forma, la ‘lex nova’
se realiza a través de la ayuda de la gracia (62) (1 Cor 15, 10). […] De esta manera
el mensaje cristiano de la libertad caracteriza el valor y la dignidad de la libertad
como liberación para el amor, para respuesta al amor, a la permanente llamada
divina de amor”77.
La Libertad, en la afirmaciones de la GS, se nos muestra destinada -en un nivel
antropológico- a la relación del hombre con la creación (1]), con sus semejantes
(2]) y con Dios (3]); y -en un nivel eclesiológico- a las relaciones al interior de la
Iglesia (4]) y a las relaciones de la Iglesia y el Mundo (5]). Pasaremos a describir
esto a continuación.
i. La Libertad para la relación con la Creación
En la libertad del hombre la creación es también liberada y puede alabar al
Señor (GS 14), además la libertad de los hijos de Dios se verifica en la libertad de
espíritu en el uso y goce de las cosas creadas por Dios en orden a una verdadera
posesión del mundo (GS 37).
ii. La Libertad para la relación entre los hombres
Hoy en día la libertad se afirma a menudo sin referencia a los otros, ni siquiera
a Dios, la GS valora las distintas relaciones humanas, desde la socialización hasta
la esponsalidad y las relaciona con libertad, pues la “libertad de la persona se
realiza cuando los hombres se tratan como fines en sí. Únicamente puede sentirse
321
ANTROPOLOGÍA TEOLÓGICA
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CUADERNOS DE TEOLOGÍA - Vol. II, Nº2
80 Ver BARTH K., Ensayos Teológicos, Herder, Barcelona 1978, pp. 119-123.
81 NOEMI J., ¿Es la esperanza cristiana liberadora?, Paulinas, Santiago, 1990, p. 23. Y también de
la misma obra en la página 36: “El fin está precontenido en la forma, decían sabiamente los es-
colásticos, lo cual aplicado a este caso significa: la libertad es la precontención de Dios en el
hombre. Tenemos, pues, que la afirmación de Dios como único futuro definitivo del hombre cuya
actualización ha inaugurado Jesús, comporta una afirmación radical del hombre como ser libre”.
82 “Dios mismo se revela y se desvela como un ser trascendente sobre el conjunto del cosmos, y al
mismo tiempo es principio de vida al nivel de libertad y de realización humana: es un Dios capaz y
anheloso de relación.
En esta concepción, el hombre es más que un elemento del gran cosmos, es más que toda la na-
turaleza externa. La persona humana, por lo tanto, se presenta como un ser inmerso en el mundo
material, pero al mismo tiempo se desvela como un ser en relación de dependencia profunda, una
relación de filiación, con Dios: el hombre no se encuentra sometido al cosmos” (LORENZ D., La
libertad humana como valor primordial en Tomás de Aquino, en Teología y Vida, Vol. XLV (2004), p.
531).
83 STANCATI T., Libertad, en Diccionario Teológico Enciclopédico, Verbo Divino, Navarra, 1995, p.
571.
323
ANTROPOLOGÍA TEOLÓGICA
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CUADERNOS DE TEOLOGÍA - Vol. II, Nº2
vida digna del hombre y la meta profunda y universal de todas sus aspiraciones
(GS 9).
En relación a su propia naturaleza el hombre sólo puede orientarse al bien
gracias a la libertad (GS 17), Dios quiere que el hombre “puesto en manos de su
propio consejo”88 se adhiera libremente a Él y alcance así una plena y feliz per-
fección (GS 17), la dignidad humana exige la libertad del hombre y el hombre la
alcanza mediante un proceso de liberación (GS 17). En decir de Balthasar incluso
en el mismo seno de la libertad finita está la libertad infinita como la fuente de la
cual mana y en la cual está su imagen: “Así, esa constante autoconcepción de la
libertad finita desencadena en ella un movimiento infinito, a saber: realizarse a sí
misma no desprendiéndose de esa fuente sino asemejándose a ella. Por tanto, la
libertad de elección encierra una doble faceta: «Se asemeja a lo que no está su-
jeto (adespotos) y es soberano (autokrates), ya que (semejante) libertad es la que
nos a ha sido concedida por Dios desde el principio […]»”89.
Rahner comprende la relación entre libertad y naturaleza en el hombre de un
modo muy profundo “en realidad la libertad es ante todo la entrega del sujeto a sí
mismo, de modo que la libertad en su esencia fundamental tiende al sujeto como
tal y como un todo. En la libertad real, el sujeto se refiere a sí mismo, se entiende y
pone a sí mismo, a la postre no hace algo, sino que se hace a sí mismo”90.
Se trata por lo tanto de un núcleo fundamental de la antropología cristiana, ya
que “teológicamente hablando, la libertad es la condición en que Dios ha creado
al hombre (DS 685; 1521; 1555). […] Ésta es la razón por la que el Magisterio ecle-
sial ha defendido siempre la libertad (DS 3245), rechazando los determinismos an-
tropológicos o, peor aún, los fatalismos, tanto en sentido positivo como negativo.
[…] En resumen, la gracia divina lleva a cabo una liberación objetiva y misteriosa
88 Esta cita de Eclesiástico 15, 14, a la que se recurre a menudo “para sostener la doctrina de la
libertad” (Ver nota a este versículo en la Biblia de Jerusalén), tiene gran familiaridad con la si-
guiente afirmación de Rahner: “Por la apertura en que lo sitúa su trascendencia, el hombre está
en sus propias manos, se halla encomendado y confiado a sí mismo tanto en el conocer como en
el actuar y, en este estar confiado a sí mismo, se descubre como responsable y libre” (RAFFELT
A., y RAHNER K., Antropología y Teología, en ÁLVAREZ A. (dir), Fe Cristiana y Sociedad Moderna,
Ediciones SM, Madrid, Vol. 24, p. 27.).
89 BALTHASAR H. U., VON, o. c., Volumen II: Las personas del drama, el hombre en Dios, p. 217.
90 RAHNER K., Curso Fundamental sobre la Fe, Introducción al Concepto de Cristianismo, Herder,
Barcelona, 1989, p. 121. La misma idea se encuentra más adelante en las páginas 59 y 122 de
esta misma obra y en RAFFELT A., y RAHNER K., Antropología y Teología, en ÁLVAREZ A. (dir), Fe
Cristiana y Sociedad Moderna, Ediciones SM, Madrid, Vol. 24, p. 29.
325
ANTROPOLOGÍA TEOLÓGICA
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CUADERNOS DE TEOLOGÍA - Vol. II, Nº2
horizontes han sido elegidos a partir de GS 294, que, a nuestro entender, nos da
una clave de lectura particularmente iluminadora para una teología del mundo y
especialmente para nuestro concepto:
“[…]el mundo, que los cristianos creen fundado y conservado por el amor del
Creador, esclavizado bajo la servidumbre del pecado, pero liberado por Cris-
to, crucificado y resucitado, roto el poder del demonio, para que el mundo se
transforme según el propósito divino y llegue a su consumación” (GS 2).
Como hemos desarrollado anteriormente, al tratar al mundo como sujeto de
libertad, estas líneas del concilio corresponden al tercer nivel de una considera-
ción integral del mundo, nivel en el cual se considera al mundo en su dimensión
teologal, visto desde la fe el mundo es puesto en tres horizontes fundamentales,
el horizonte creacional, el horizonte salvífico y el horizonte escatológico. El eje de
esta visión teologal es la liberación del mundo operada por Cristo. En este punto
el concilio se hace eco de la revelación histórico-salvífica “ligada a cuatro ele-
mentos fundamentales (monoteísmo creacionista, pacto, mesianismo, escatolo-
gía) que cualifican el concepto de libertad del hebraísmo”95. Consecuentemente
el mundo es más que un mero escenario relativamente indiferente a la trama de
la historia de salvación, éste “es experimentado como una realidad a la que lo
remite su libertad y que, para el creyente, se encuentra dinamizada por la promesa
escatológica”96.
I. Horizonte Creacional
Como ya hemos citado “teológicamente hablando, la libertad es la condición
en que Dios ha creado al hombre”97. Esto a partir de la unidad anímico-corpórea,
a través de la cual el mundo material puede alabar al Creador (GS 14). En la ver-
dadera libertad encontramos un excelso signo de la imagen de Dios en el hombre,
gracias a la cual el hombre puede buscar a su Creador y permaneciendo en Él
alcanzar plenitud y felicidad (GS 17). Pues el sentido de esta libertad creacional es
el diálogo con Dios al cual el hombre ha sido convidado desde su origen, la verdad
más profunda que constituye la vida plena del hombre, brota del reconocimiento
94 Nos llama la atención que RUIZ dela PEÑA, no lo considere en su manual entre los aportes del
Vaticano II a la teología de la creación (ver RUIZ de la PEÑA J. L., Teología de la Creación, Sal
Terrae, Santander, 1986).
95 PELLEGRINO U., o. c., p. 322.
96 NOEMI J., El mundo, creación y Promesa de Dios, San Pablo, Santiago, 1996, p. 13.
97 STANCATI T., o. c., p. 572.
327
ANTROPOLOGÍA TEOLÓGICA
y unión al Creador98 desde cuyo amor ha sido creado y en cuyo amor se conserva
(GS 19). El hombre creado inteligente y libre está llamado como hijo a la comunión
de Dios y a la participación de su felicidad (GS 21). De ahí que todos los actos ofen-
sivos a la dignidad humana, que implican desconocer en los hechos la condición
de personas libres y responsables a los hombres, contradicen enormemente el
honor debido al Creador (GS 27).
Existe en estos textos una íntima relación entre la libertad en la que hemos
sido creados y la filiación a la que hemos sido llamados99, filiación que se opone
a servidumbre.
Finalmente podemos decir que el mismo horizonte creacional supone una rela-
ción nueva con las criaturas, marcada por la pobreza y la libertad, que lleva a una
verdadera posesión del mundo:
“[El hombre] Dándole gracias por ellas [las cosas creadas por Dios] al Bien-
hechor y usando y gozando de las criaturas en pobreza y con libertad de
espíritu, entra de veras en posesión del mundo como quien nada tiene y es
dueño de todo [9] Todo es vuestro; vosotros sois de Cristo, y Cristo es de
Dios (I Cor 3,22-23)” (GS 37).
II. Horizonte Salvífico
Como hemos dicho, en el proemio de la Constitución, el Concilio afirma, ante
toda la familia humana, que considera el mundo como liberado por Cristo, la visión
del Concilio sobre el mundo, pues, no abstrae la obra salvífica y liberadora de
Cristo, ésta no se puede callar en una palabra que pretende a la humanidad como
interlocutora (GS 2). La liberación operada por Cristo en su Pascua, libera de la
esclavitud del pecado y rompe la potestad del Maligno, a estas dos realidades
íntimamente ligadas pecado y Maligno, se alude en el número 13, al indicarnos
que el pecado consiste en un abuso de la libertad bajo el consejo del Maligno, que
lleva a una ruptura (“contra eum erigens”) con Dios y separación (“finem suum
extra Deum attingere cupiens”) de Dios (GS 13). Estas realidades requieren que el
98 A este respecto es interesante una mirada desde el arte la siguiente frase de Debray comentada
por Voionmaa, en la que destaca la idea estética renacentista del arte como don de Dios Creador
y no la idea más bien moderna del hombre como creador autónomo por su propio talento: “La
libertad que se manifiesta en el arte no es la de una intención con respecto al instinto, sino la de
la criatura frente al Creador [1]” (VOIONMAA L. F., La libertad en el arte, en Teología y Vida, XL
(1999), p. 69).
99 Ver Juan 15, 15.
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CUADERNOS DE TEOLOGÍA - Vol. II, Nº2
100 Nos parece ver en este verbo cierta familiaridad con el verbo hebreo yasa utilizado en la Sagrada
Escritura para indicar la acción liberadora de Dios (ver NOEMI J., ¿Es la esperanza cristiana
liberadora?, Paulinas, Santiago, 1990, pp. 59-64).
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ANTROPOLOGÍA TEOLÓGICA
101 “De la libertad, por lo tanto, no se habla como de una facultad neutra del hombre, sino como una
dimensión antropológica que es correlativa al designio liberador de Dios que queda sellado y se
encuentra garantizado definitivamente en la persona y acción liberadora de Jesús […]. Dicha
libertad se actualiza históricamente en el amor” (NOEMI J., o. c., pp. 68-69).
102 RAHNER K., Curso Fundamental sobre la Fe, Introducción al Concepto de Cristianismo, Herder,
Barcelona, 1989, pp. 123s.
103 “La escatología habla de un futuro prometido por Dios que es una invitación y una propuesta a
la libertad del hombre. La escatología se refiere al designio definitivo de Dios sobre la historia
de la humanidad y sobre la libertad de cada uno de nosotros” (NOEMI, J., El mundo, creación y
Promesa de Dios, San Pablo, Santiago, 1996, pp. 299-300).
104 NOEMI J., o. c., p. 96.
330
CUADERNOS DE TEOLOGÍA - Vol. II, Nº2
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ANTROPOLOGÍA TEOLÓGICA
Nos parece que el siguiente texto de Noemi expresa con belleza y precisión
el sentido escatológico de la libertad del hombre: “Tenemos, pues, que la venida
y el Juicio definitivos de Dios en Jesús glorioso, que espera el cristiano, siendo
un acto de soberanía divina, de ninguna manera se contrapone al ejercicio de
la libertad del hombre en la historia, sino que más bien lo requieren. No es una
irrupción exógena, mecanicista o mágica de salvación, sino que implica más bien
la confrontación definitiva del hombre ante la verdad de la historia y del sentido de
su propia libertad. De este modo, quedan determinadas, dirimidas, enjuiciadas y
discernidas la verdad de la gracia, la mentira del pecado, la verdad resplandecien-
te del amor de Dios como salvación para el hombre, y la mentira del pecado como
la autocondenación que el hombre puede hacerse. El agente y criterio de juicio
es Jesucristo, que se manifestará plenamente como sentido de la historia y de la
libertad con que Dios creó al hombre para que, libre, se salve”109.
La GS, en el bello texto que citamos a continuación, sintetiza el contenido de la
esperanza cristiana, desde de la ignorancia del tiempo hasta la certeza de lo que
creemos y enseñamos, mostrándonos a Dios respondiendo desmesuradamente
a los deseos del corazón del hombre, uniéndonos a la resurrección de Cristo, li-
berando a toda criatura, y recordándonos el origen creacional del mundo y del
hombre y del mundo para el hombre, o mejor por causa del hombre (“propter”):
“Ignoramos [15] el tiempo en que se hará la consumación de la tierra y de la
humanidad. Tampoco conocemos de qué manera se transformará el universo.
La figura de este mundo, afeada por el pecado [16], pasa, pero Dios nos enseña
que nos prepara una nueva morada y una nueva tierra donde habita la justicia
[17], y cuya bienaventuranza es capaz de saciar y rebasar todos los anhelos
de paz que surgen en el corazón humano [18]. Entonces, vencida la muerte,
los hijos de Dios resucitarán en Cristo, y lo que fue sembrado bajo el signo de
la debilidad y de la corrupción, se revestirá de incorruptibilidad [19], y, perma-
neciendo la caridad y sus obras [20], se verán libres de la servidumbre de la
vanidad todas las criaturas[21], que Dios creó pensando en el hombre” (GS 39).
Conclusión
moralizante o timorata del cristianismo, sino que ponen de manifiesto, por contraste, la gracia y el
don de la libertad como privilegio del hombre” (NOEMI J., o. c., p. 322).
109 NOEMI J., o. c., pp. 98-99.
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CUADERNOS DE TEOLOGÍA - Vol. II, Nº2
110 “Ainsi entendue la liberté est à la fois la conquête de l’homogénéité intérieure et de l’adaptation
totale, le sibi constare et le toti et mundo et Deo inserire” (cita de Maurice Blondel en LALANDE A.
(dir), Vocabulaire Technique et critique de la Philosophie, Presses Universitaire de France, Paris,
1956. Liberté, p. 559).
111 CASALE C., o. c., pp. 106-107.
112 RAHNER K., o. c., p. 56.
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ANTROPOLOGÍA TEOLÓGICA
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CUADERNOS DE TEOLOGÍA - Vol. II, Nº2
flexión que supone GS 17 cuyo centro es sin duda “La verdadera libertad es signo
eminente de la imagen divina en el hombre”, aquí el concilio asume una larga
tradición “que podemos encontrar entre otros en Ireneo [17] y Juan Damasceno
[18], se expresa en las primeras páginas del Antiguo Testamento, en donde se
narra el acto cúspide de la ‘pirámide’ (von Rad) creacional: ‘Y dijo Dios: hagamos
al ser humano a nuestra imagen, como semejanza nuestra, y manden en los peces
del mar y en las aves de los cielos, y en las bestias y en todas las alimañas terres-
tres, y en todas las sierpes que serpean por la tierra’ (Gen 1, 26). El Creador hace
participar así a los hombres de su señorío y de su función ordenadora. De esta
manera, el hombre, como ‘gobernador’ y ‘abogado’ (Máximo el Confesor) puede y
debe representar vicariamente la voluntad de Dios en el mundo”114. No escapa al
tema de la imagen la paradoja del pecado115, y el mismo designio escatológico que
como se ha visto exige la libertad del hombre, confirma el carácter constitutivo de
la libertad que otorga al hombre la imagen divina116.
114 CASALE C., o. c., p. 95. Destacamos también la siguiente cita de Bossuet: “Plus je recherche
en moi-même la raison qui me détermine, plus je sens que je n’en ai aucune autre que ma seule
volonté: je sens par là clairement ma liberté, qui consiste uniquement dans un tel choix. C’est ce
qui me fait comprendre que je suis fait à l’image de Dieu” (Bossuet citado en LALANDE A. o. c., p.
563).
115 “Al crear al hombre «a su imagen» (Gén 1, 27), Dios le otorga el bien supremo de la libertad, y no
le falta razón a Satán cuando, al incitar a Eva a elegir mal, la embauca diciendo: «seréis como
dioses» (Gén 3, 5)” (MERCIER J., o. c., p. 912).
116 “El designio escatológico de plenitud que Dios promete al hombre no se instaura mecánica o
mágicamente, sino que interpela al hombre como ser libre, por cuanto así ha sido creado y así es
objeto del amor divino. Como éschaton del hombre, Dios no implica una aniquilación o supresión
de la criatura humana, sino, por el contrario, una confirmación de su libertad como realidad defini-
toria de su ser ‘imagen de Dios’. Dios promete y se regala a Sí mismo a cada hombre y a todos los
hombres, no como a esclavos sino como a hijos. El Don de plenitud de Dios no destruye ni aplasta
al hombre sino que lo reafirma como ser libre” (NOEMI J., El mundo, creación y Promesa de Dios,
San Pablo, Santiago, 1996, p. 322).
335
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Participaron en este número:
Jorge COSTADOAT
Doctor en Teología
Pontificia Universidad Católica de Chile
jcostado@uc.cl
Claudio DANIELS M. PP. de Sch.
Pontificia Universidad Católica de Chile
Bachiller en teología.
Oscar GAYOSO DONZÉ
Magíster en Teología
Universidad Católica del Norte – Antofagasta.
ogayoso@ucn.cl
Eliezer GOMES DO AMARAL, scv
Pontificia Universidad Católica de Chile
Bachiller en teología.
Cristián GOMEZ sj
Pontificia Universidad Católica de Chile
Bachiller en teología.
cristiangomezsj@gmail.com
María Adriana GONZÁLEZ FORD
Doctora en Ciencias de la Educación
Universidad Católica del Norte –Antofagasta
mgonzale@ucn.cl
Charles HALLET COLLARD SJ
Doctor en Teología,
Profesor emérito de la Universidad Católica del Norte.
challet4@gmail.cl
Hna. María Francisca osu
Pontificia Universidad Católica de Chile
Bachiller en teología.
sorfrancisca@gmail.com
Juan Pablo MOYANO SJ
Pontificia Universidad Católica de Chile
Bachiller en teología.
jpmoyanosj@gmail.com
Sergio ROMERO
Mag. En Filosofía
Departamento de Teología – Coquimbo
Universidad Católica del Norte
sromero@ucn.cl