Vistiendo Ropas Reales
Vistiendo Ropas Reales
Vistiendo Ropas Reales
ISAÍAS 61: 1-3 Dice: 1 El Espíritu del SEÑOR omnipotente está sobre
mí, por cuanto me ha ungido para anunciar buenas nuevas a los
pobres. Me ha enviado a sanar los corazones heridos, a proclamar
liberación a los cautivos y libertad a los prisioneros, 2 a pregonar el
año del favor del SEÑOR y el día de la venganza de nuestro Dios, a
consolar a todos los que están de duelo, 3 y a confortar a los dolientes
de *Sión. Me ha enviado a darles una corona en vez de cenizas, aceite
de alegría en vez de luto, traje de fiesta en vez de espíritu de
desaliento. Serán llamados robles de justicia, plantíos del SEÑOR ,
para mostrar su gloria.
Estas son algunas de las cosas que Jesús vino a completar. Jesucristo
vino a sanar al de corazón quebrantado. ¿Tu corazón ha sido herido,
quebrantado por algo? Puede que el dolor sea grande, pero hay alguien
que puede sanarlo, el Señor Jesucristo. Hay algunas heridas que no se
van rápidamente, sin embargo, todas las heridas necesitan a Jesús para
ser sanadas. No escondas tu herida de Él, no hagas como que no existe.
Una herida es algo real y no va a engañar más que a nosotros mismos al
considerarla como inexistente, aún estando ahí. Abre tu corazón a Jesús,
Él es el Sanador; pídele que lo visite y lo sane. Algunas heridas toman
tiempo en desaparecer pero todas son sanadas si se las entregan al Señor.
Él vino a sanar tus heridas; a abrir la prisión que te encierra y a liberarte,
a consolar a los enlutados, a darles gloria en vez de ceniza, gozo en lugar
de luto. Sí, hay alguien que puede consolarte y sanarte; hay alguien que
puede extender Su mano y ayudarte. La herida no necesariamente debe
permanecer ahí para siempre, ni tampoco estás condenado a estar
encerrado en una prisión. Extiende tu mano al Señor, acércate a Su trono
confiadamente para encontrar ayuda en tiempo de necesidad. Todos
necesitamos ayuda, todos sufrimos de heridas y todos necesitamos del
Señor para que nos libere de ellas. Él comprende nuestras debilidades y
en Él encontramos la ayuda, el aliento y la sanidad que necesitamos.
ESTER 5: 1-3 Dice: 1 Al tercer día, Ester se puso sus vestiduras reales
y fue a pararse en el patio interior del palacio, frente a la sala del rey.
El rey estaba sentado allí en su trono real, frente a la puerta de
entrada. 2 Cuando vio a la reina Ester de pie en el patio, se mostró
complacido con ella y le extendió el cetro de oro que tenía en la mano.
Entonces Ester se acercó y tocó la punta del cetro. 3 El rey le
preguntó: — ¿Qué te pasa, reina Ester? ¿Cuál es tu petición? ¡Aun
cuando fuera la mitad del reino, te lo concedería!
Este decreto está hecho para ser exactamente igual tanto en su diseño
como su distribución al de Amán. El mal diseñado para otros se les
vuelve en contra. “el día que esperaban los enemigos de los judíos
dominarlos cambió y dominaron los judíos a sus enemigos.” El decreto
es señal de alegría para la ciudad de Susa y “para los judíos fue
esplendor y alegría, gozo y honor” y hubo banquetes y días de fiestas.