Tema 6 .Los Géneros Literarios. La Poesía.
Tema 6 .Los Géneros Literarios. La Poesía.
Tema 6 .Los Géneros Literarios. La Poesía.
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juegos de movimiento –pídola, comba, chinas, tabas…– y de ingenio van acompañados
de recitados de fórmulas o de canciones. Su cultivo supone un estímulo natural para la
memorización. El juego es además una actividad participativa y socializadora, y los
juegos populares se adentran en el alma del pueblo.
Hay un campo amplio de actividades creativas agrupables bajo el nombre
genérico de composición. En realidad, se trata de sencillos ejercicios de versificación
consistentes en:
• Completar versos y estrofas inacabados, siguiendo el juego marcado por el metro y la
rima.
• Cambiar palabras en posición estratégica.
• Prolongar series por el procedimiento de cambios.
• Crear juegos de palabras y poemas análogos a otros propuestos.
• Crear retahílas y recuentillos.
• Componer adivinanzas.
• Sustituir el texto de una canción por otro…
Los niños han intervenido en la aceptación y perpetuación de la obra folklórica,
y lo han hecho no solo como componentes de una comunidad, sino también como
colectivo con intereses, prácticas y gustos propios. El hecho mismo de la transmisión
oral aporta a esta lírica una notoria riqueza, ya que las variantes de una misma
composición pueden ser múltiples, al tiempo que el cambio y la recreación -posibles- de
los textos que se reciben oralmente, permiten nuevos procesos creativos, casi siempre
parciales, pero que aportan elementos nuevos a la composición.
Pedro Cerrillo cree que, por tratarse de composiciones transmitidas oralmente,
son mayores las posibilidades de entender como obra popular de tradición infantil lo que
ha sido creación apasionada o inconsciente de algunos adultos.
Igual que ocurre con la literatura infantil en general, el hecho de que los
destinatarios de los textos poéticos sean niños y niñas no significa que su calidad deba
ser inferior ni sus temas deban estar limitados, tal como señala Heriberto Tejo (2006: 2),
“[…] la auténtica poesía para niños no es una poesía fácil, llena de cursilerías y
didactismos, sino esencialmente poesía. Reducir la vivencia poética a una enumeración
de virtudes, exaltación patriótica o enseñanza de temas escolares es desvirtuar la
esencia poética”. Este mismo autor sostiene que los mejores críticos de la poesía infantil
pueden ser los propios menores, siempre que los adultos procuremos que se vayan
formando poco a poco en el buen gusto hacia la poesía.
Pero ¿cómo se consigue esa formación en el buen gusto poético? Sobre todo
facilitando a los menores experiencias de lectura y disfrute de buena poesía; cuantas
más experiencias, mejor; y cuanto mayor sea la calidad de la poesía, más formación
poética recibirán. Para poder apreciar la calidad de la poesía que vamos a ofrecer al
público infantil, los adultos debemos tener en cuenta algunos criterios básicos. Cuatro
son las características esenciales que debe reunir la poesía infantil de calidad (Tejo,
2006: 2-3):
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1. Musicalidad. Tanto el ritmo como la melodía provocan en los menores una
sensacion agradable, de seguridad, tranquilidad y alegría. Un poema que transmita un
ritmo fluido –a través de la adecuada distribución espacial y temporal de sonidos y
acentos– se asemeja a una canción y se acerca en mayor medida a la esencia del
lenguaje poético. Por ello, con niños muy pequeños o que se acercan por primera vez a
la poesía, conviene usar textos con rima en lugar de versos libres. La repetición de
sonidos (aliteración) o de estrofas (estribillo) también contribuye a dotar al poema de
mayor musicalidad.
2. Brevedad. Los primeros poemas infantiles deben ser breves. A medida que
los menores se vayan habituando al disfrute del género poético, podemos presentarle
composiciones con un mayor número de versos. Esto no significa que no pueda haber
excepciones, siempre que los poemas largos cuenten una pequeña historia que logre
mantener el interés de los niños hasta su conclusión.
3. Sencillez. La reacción emocional que debe provocar la poesía en la infancia
no viene determinada únicamente por los conceptos transmitidos, sino también por la
forma de comunicarlos. Por ello, tanto el vocabulario como la sintaxis y las ideas deben
ser sencillas y claras. No se trata de simplificar o vulgarizar el fondo o la forma, sino de
procurar que el texto pueda ser interpretado por su destinatario con la mayor libertad
posible.
4. Estética literaria. Un texto poético eficaz es el que consigue divertir,
sorprender, entristecer, asombrar al niño a través de palabras evocadoras, connotativas,
precisas y vigorosas. Esas palabras deben combinarse de tal manera que resulten
agradables al oído y también estimulen la imaginación de los menores, que son capaces
de captan antes el valor afectivo y sensorial que el significado de los textos. El lenguaje
poético debe dirigirse más a los sentidos y a la imaginación del niño que a su intelecto
o a su comportamiento.
Más allá de las características principales expuestas, la poesía infantil de calidad
se puede calificar de generosa y gratuita, ya que no persigue ningún fin concreto ni
espera ningún tipo de recompensa. No trata de moralizar ni de enseñar, solo consigue
el disfrute estético de los lectores.
Recursos estilísticos más frecuentes.
En la poesía infantil se utilizan numerosos y variados recursos estilísticos, pero
son tres los más frecuentes: la personificación, la comparación o símil y la metáfora
(Cerrillo, 2013: 161-162).
1. La personificación: consiste en la atribución de cualidades humanas a
animales, cosas o acontecimientos. En el género de la fábula, que siempre
ha fascinado al público infantil, la personificación despempeña un papel
esencial ya que los animales poseen el don de la palabra.
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poesía puede explorar la realidad desde distintas perspectivas gracias a la
relación de semejanza que se ponga de manifiesto.
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Tipos de poesía infantil.
Poesía de tradición oral
Podemos definir la tradición oral como las manifestaciones culturales que se
han ido transmitiendo de padres a hijos o de maestros a discípulos a lo largo de los
siglos a través de cualquier tipo de expresión oral, como las leyendas, cuentos, relatos
verídicos, canciones, poemas, oraciones, juegos, etc. En la mayoría de los casos la
autoría original de estas producciones es desconocida.
Las nanas.
Uno de los géneros más rico es el de las nanas y, sin embargo, no hay otro
género en que más intervenga el adulto. Las nanas se cantan ejerciendo el emotivo
papel de arrulladores y transmitiendo casi las primeras palabras que se le dicen al niño
pequeño. La frecuente presencia de la madre, las citas al padre, el constante recuerdo
al amor que los padres sienten por su niño, y a pesar del tono imperativo con que, a
veces, se induce al niño a que concilie el sueño, confieren a la nana un especial tono
afectivo, muy familiar, que las identifica: Duérmete, niño, que tengo que dar la vuelta al
puchero, que se va a quemar.
Canta pajarillo,
de color añil,
que mi niño pequeño
no quiere dormir.
Canta pajarillo,
de color añil,
que mi niño pequeño
se quiere dormir.
Canciones infantiles escenificadas.
Son canciones tradicionales recitadas por los niños –sin la participación de los
adultos– que suelen ir asociadas a gestos, bailes o juegos. Por ello pueden ser
clasificadas en distintos subgéneros, como canciones de comba, de rueda, de columpio,
de corro, de filas, de grupos, etc. En muchos casos, las primeras versiones de estas
canciones tenían un autor individual (normalmente desconocido) pero con su uso
colectivo en distintos tiempos y lugares han ido sufriendo transformaciones y se han
convertido en anónimas o populares. Este tipo de canciones (y sus juegos
correspondientes) supone un primer acercamiento informal y libre de los niños a la
práctica del ritmo, la entonación y la psicomotricidad.
Las adivinanzas y acertijos.
Este tipo de composiciones incita al descubrimiento de un elemento no presente
literalmente en el texto mediante un ejercicio deductivo para el que se requiere atención
y concentración. Existen diversos subgéneros: animales, naturaleza, oficios, objetos,
actividades, partes del cuerpo, etcétera.
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De todos los tipos propuestos, el de las adivinanzas es, sin ninguna duda, el que
menos específicamente podríamos entender como de tradición infantil; no obstante,
sostiene Cerrillo que la intervención del mundo infantil, en su transmisión y recreación,
ha sido determinante para su pervivencia.
La adivinanza es una especie de juego intelectual, por el que el un participante
comunica al que escucha su lectura o su dicción un mensaje que no explicita, porque
es el que escucha el encargado de adivinar su significado, gracias a las pistas que la
cantinela encierra.
Los trabalenguas.
Los trabalenguas entrañan cierta dificultad en su recitado debido a la repetición
de palaras o a la combinación poco habitual de sonidos. Esa dificultad suele dar lugar a
equivocaciones en los primeros intentos de lectura o repetición, lo cual crea un clima
distendido y de confianza en el intercambio lingüístico de este tipo de textos.
Es un juego lingüístico y literario que intenta que un oyente repita el texto,
construído con expresiones carentes de lógica -auténticos disparates, a veces-, de gran
complejidad sonora, que, quien la propone, domina perfectamente con anterioridad, con
el fin de que se confunda, que es lo más probable: Lado, ledo, lido, lodo, ludo, decirlo al
revés lo dudo. Ludo, lodo, lido, ledo, lado, ¡Qué trabajo me ha costado!
Las retahílas.
Las retahílas son similares a los trabalenguas, pero con una estructura más
simple. En estos pequeños poemas no es prioritario el significado conceptual sino el
ritmo, el gesto y la sonoridad. Un tipo frecuente de retahílas se forman con una
secuencia repetida que va añadiendo o eliminando un elemento. Cuando las retahílas
sirven para echar a suertes el orden, la función o la agrupación en un juego, también se
llaman suertes. Ejemplo: Pito, pito gorgorito. ¿Adónde vas tú tan bonito? A la era de mi
abuela. Pim, pam, fuera.
El niño recita y canta para echar suertes, para lanzar la pelota, para el juego de
prendas, para saltar a pídola, para jugar a corro, para columpiarse o para saltar a la
cuerda. Al igual que los cuentos y fábulas, las canciones infantiles significan o
significaron hechos concretos y decisivos. “Al pasar la barca” es un desplante amoroso,
un aviso contra mozos y donjuanes, es aprendizaje social, en definitiva. La niña expresa
que “ni es bonita ni lo quiere ser”, aprendizaje moral contra la apariencia física. Muchas
de estas canciones de corro y de comba provienen de antiguos romances o recogen
sucesos históricos. Es una manera de recuperar los juegos y maneras de jugar que
forman parte del mundo infantil y que inician a los niños en múltiples aprendizajes:
habilidades motrices, destrezas corporales, comportamientos sociales. Al continuar ese
proceso de trasmisión de la memoria colectiva, al recrear, se adueñan de las voces que,
a través del tiempo, conforman la identidad cultural de un país.
Los palíndromos.
Del griego “palin” (otra vez) y “dromos” (carrera). Palabra o frase que se lee igual
de izquierda a derecha que de derecha a izquierda. Los primeros palíndromos se
atribuyen al poeta griego Sótades (III a. C.) Allí ves Sevilla. A mí me mima. Amor,
¿broma? Luz azul. ¡Ojo! Corre poco perro cojo.
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Los juegos mímicos.
Se trata de textos breves que suscitan el movimiento, por parte del receptor, de
alguna parte de su cuerpo. Con ellos se ejercita la psicomotricidad fina y gruesa.
Ejemplo:
A la una vuela la luna.
A las dos, diciéndote adiós.
A las tres doy vueltas al revés.
A las cuatro ya somos patos.
A las cinco yo pego un brinco.
A las seis un beso te dará.
A las siete pago un billete.
A las ocho como un bizcocho.
A las nueve esto se mueve.
A las diez ya me duelen los pies.
Disparates.
Son poemas o canciones que presentan situaciones surrealistas, imposibles y
divertidas. Es una forma literaria de dar la vuelta a la realidad para “hacer posible” lo
imposible. Ejemplo:
¿Podrá ser?
¿Podrá ser
que Andrés se acueste
en una nuez?
Oraciones.
Son composiciones religiosas transmitidas de forma oral de una generación a
otra que versan sobre los principios aprendidos y practicados durante la infancia.
Normalmente se refieren a fundamentos y personajes de la fe cristina. Ejemplo:
Jesusito de mi vida,
Tú eres niño como yo,
por eso te quiero tanto
y te doy mi corazón.
Tómalo, tómalo,
Tuyo es, mío no.
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El romancero infantil.
Los romances son poemas medievales de tradición oral que narran historias y
hazañas de todo tipo y se solían cantar con el acompañamiento de un instrumento
musical, como se narra en las Andanzas y viajes de Pedro Tafur (Pérez Priego, 2009).
Los primeros romances datan de finales del siglo XIV y eran principalmente de contenido
histórico, pero luego se fueron enriqueciendo con narraciones maravillosas e incluso
mágicas, con personajes que fascinaban al público infantil, como hadas y príncipes. A
lo largo de los siglos posteriores, se han ido adaptando muchos de estos romances al
público infantil, con tal éxito que han perdurado en el tiempo en mayor medida que los
romances para adultos. Es un tipo de composición que puede ser utilizada para trabajar
en la escuela, ya que se encuentra entre la narración, la poesía y el teatro.
Ejemplo:
–Coro: Esta es la bola del mundo, la bola del mundo es.
–Dama: ¿Ha visto usted a mi marido en la puerta del cuartel?
–Soldado: No señora, no lo he visto y tampoco sé quién es.
–Dama: Mi marido es un buen mozo, alto, rubio y coronel. Y en la punta de la espada
lleva un pañuelo francés. Uno que le estoy bordando y otro que le bordaré.
–Coro: la princesita lloraba y el principito también, pero la que más lloraba era la Reina
Isabel.
Otros ejemplos de romances conocidos son: “Romance de la mano muerte”, “El señor
Don Gato”, “Mambrú se fue a la guerra”, “La doncella guerrera”, “El piojo y la pulga”, etc.
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‒Analizar elementos del poema, estructura y organización partiendo del tema que el
autor ha querido comunicar. Esto no es para infantil, con ellos se le puede pedir que
saquen la idea principal.
‒Estudio más minucioso del lenguaje: metáforas, comparaciones, repeticiones. Esto no
es para infantil, ellos pueden realizar alguna comparación o imágenes semejantes.
‒Jugar, recrear y crear poesía. Prolongar series, cambiar adjetivos, cambiar el tono del
poema.
‒Utilizar fichas, móviles, pintar, etc.
‒Reflexión global sobre el poema. ¿Qué les ha parecido?, les gustó o no, cuál le gustó
más, qué parte le gustó más, etc.
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son de los siete colores; (…)
El color de los oficios, Gianni Rodari.
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4) Favorecer las aptitudes poéticas en el alumno. Desarrollar posibilidades.
5) Introducirlos en el conocimiento de los recursos poéticos. Familiarizar al niño con todo
tipo de estilos y formas literarias.
6) Mejorar la articulación, entonación y pronunciación. El poema está completo cuando
lo leemos en alto.
7) Enriquecer el lenguaje de los alumnos Los contactos del niño con la poesía. El
contacto del niño con la poesía formal se realiza a través de las rimas, trabalenguas,
poemas y canciones, manifestaciones cada una con características distintas y con
posibilidades distintas también.
Poesía y creatividad infantil.
El pedagogo y escritor italiano Gianni Rodari (1920-1980) fue un firme defensor,
tanto en sus teorías como en su práctica docente, de la importancia de potenciar la
creatividad infantil en las aulas. De este modo finaliza el primer capítulo introductorio de
su libro Gramática de la fantasía. Introducción al arte de inventar historias:
Espero que este pequeño libro sea igualmente útil a quien cree en la necesidad
de que la imaginación tenga un puesto en el proceso educativo; a quien tiene
confianza en la creatividad infantil; a quien sabe el valor liberador que puede
tener la palabra. «Todos los usos de las palabras para todos» me parece un buen
lema, tiene un bello sonido democrático. No para que todos seamos artistas, sino
para que ninguno sea esclavo (Rodari 2008: 4).
¿De qué manera se puede potenciar esta creatividad en el caso concreto de la poesía
infantil? Ceballos (2013), (apud Jiménez Fernández, 2015: 133), propone lo que
denomina “ejercicios pre-poéticos”, con el objetivo esencial de acercar la poesía al
alumnado y motivarlo para la generación de expectativas positivas. Entre estos
ejercicios pre-poéticos podemos destacar los siguientes:
- Clasificación de palabras según impresiones, sensaciones, aspecto, connotaciones u
otros criterios: felices, mágicas, dulces, agrias, tristes…
- Deformación e invención de palabras para que sean percibidas como materia dúctil
con la que jugar y disfrutar a través de la poesía. Por ejemplo, desnavaja, antiparaguas,
niñó, casisonreír, rojazul.
- Encontrar pareja rítmica de un término: flor / color, ruido / salido, tapa / lapa… Esas
asociaciones sonoras pueden provocar relaciones conceptuales sorprendentes e
inspiradores.
- Hacer a padres, abuelos, hermanos… protagonistas de las poesías.
- Construir unos versos partiendo de un refrán o frase hecha.
- Terminar poemas de otros autores que hemos recortado a propósito.
- Construir un poema nuevo partiendo de la combinación de los versos de varios poemas
dados. El resultado puede ser extraño o surrealista pero los niños disfrutarán jugando
con el lenguaje y desmitificando poemas “serios”.
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Además, para crear poesía se deberían tener en cuenta algunas ideas ofrecidos
por Luis García Montero en su libro Lecciones de poesía para niños inquietos (2000).
Entre ellos se pueden destacar:
– Aprender a mirar todo lo que nos rodea. De manera discreta, un poeta está atento a
todo lo que le rodea y, una vez que ha observado, puede sacar sus propias
conclusiones.
– La poesía puede servirnos para expresar lo que vemos y a la vez el sentimiento que
tenemos mientras lo miramos. Por ejemplo, si una mañana fría de invierno miramos por
la ventana y observamos la escarcha sobre las flores y la tierra, podemos utilizar
distintas metáforas para describirla según nuestro propio estado de ánimo.
- Los poetas no necesitan demasiadas palabras para expresar lo que ven y lo que
sienten, ya que saben resumir o nombrar solo una parte para referirse a todo (por
ejemplo: Estoy enamorado / de aquellos ojos verdes), pero deben ser palabras muy bien
pensadas, que tengan fuerza y sentido. Mediante las comparaciones también se pueden
expresar muchas ideas con pocas palabras.
– Leer poemas en voz alta fijándonos bien en las palabras y en las imágenes que
expresan. También podemos buscar un público real (padres o hermanos) o imaginario
(los juguetes o muñecos), e incluso el propio niño lector puede convertirse en su público,
si graba la lectura de poemas y la escucha después.
– Todos podemos disfrutar con la poesía, no importa nuestra edad ni nuestra
experiencia previa. Lo importante es que tengamos la mente abierta. Cuanto más
poemas leamos o cuanto más escribamos, más disfrutaremos creando o leyendo
poesía.
– No debemos tener miedo o desconfianza ante la poesía, porque escribir un poema no
hace falta ser un sabio, ya que no es algo tan difícil o extraordinario.
– Cuando escribamos poesía para niños no debemos abusar de diminutivos y
cursilerías, ya que el universo infantil tiene su propia estética, pero no se puede
confundir la sencillez con la jibarización o infantilización del lenguaje: “Yo creo que la
gente piensa que los niños y los poetas somos tontos. Por eso todo el mundo espera
que escribamos tonterías sobre perritos, patitos, osazos y lobazos” (García Montero,
2000: 10).
La poesía en la escuela.
A pesar de su gran importancia para la formación estética, lingüística y literaria
de los niños, la poesía infantil está mucho menos presente en las aulas que la narrativa.
Uno de los motivos podría ser la dificultad que encuentran los docentes para preparar y
llevar a cabo actividades con texos poéticos que resulten a la vez motivadoras e
instructivas, que procuren el goce estético y también el desarrollo de competencias de
su alumnado. Pero esta dificultad no debe llevarnos al desánimo ni a la marginación del
género poético en el trabajo escolar cotidiano, ya que la poesía “educa la sensibilidad,
desarrolla la creatividad y fomenta el espíritu crítico desde las primeras edades” (Cerrillo,
2013: 164).
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Actividades con poesía.
Veamos algunas de las actividades que plantea Heriberto Tejo (2006: 4-6) –en un
extracto adaptado de su texto original– para trabajar la poesía infantil en la escuela:
1. Lectura coral. Ciertos poemas son más adecuados para su lectura coral en el aula.
Una de las ventajas principales de este tipo de lectura es que destaca la parte melódica
de los textos, es decir, su ritmo y musicalidad. ¿Cómo llevarlo a cabo? Lo importante es
que todos empiecen a la vez y estén atentos para que todas las voces suenen como
una sola. Se puede hacer también en grupos más pequeños, repartiéndose las distintas
partes del poema. La lectura coral en pequeños grupos suele atraer la atención de los
niños ante cada nuevo verso o estrofa, bien porque les toca leer, bien porque deban
escuchar para comenzar su parte en el momento adecuado.
2. Ilustración de poemas. La ilustración de poemas es una actividad que puede ayudar
a los niños a ser creativos al expresar cómo “ven” el poema y también a “mirar” de otro
modo el texto. Pueden dibujar teniendo en cuenta la idea general o la historia global del
poema o bien concretar alguno de los detalles que encuentren en sus versos. Podemos
encontrarnos con niños o grupos que no encuentren inspiración ilustrativa en el poema,
en ese caso es conveniente realizar una exploración previa del texto en grupo. Tras una
lectura individual los escolares podrán poner en común aquellas ideas que les han
surgido para ilustrar el poema. Se trata de otra manera de leer el poema, poniendo
atención en las imágenes que sugiere. En la misma hoja donde realicen el dibujo deben
incluir el texto del poema o los versos que lo inspiraron. Una forma de compartir la poesía
es exponer en un lugar público (el aula o el centro escolar) el resultado de sus
ilustraciones.
3. Recital de poesía. La organización de recitales ofrecidos por los propios alumnos
tiene muchas ventajas. En primer lugar, ejercitan la memoria de un modo sencillo y
agradable. La pronunciación de un poema en público supone otorgar una nueva vida a
las palabras, de algún modo es una recuperación del acto de su creación literaria.
Cuando hablamos de recitación no nos referimos a la declamación con mímica, sino
solo a su adecuada pronunciación y entonación. Lo importante no es que recuerden de
memoria palabra por palabra (pueden tener el texto en la mano por si se olvidan de
alguna parte) sino actualizar de manera efímera el espíritu del poema. Si los demás
compañeros ya conocen el poema, el efecto positivo y placentero puede ser aun mayor,
ya que, al igual que nos ocurre con las canciones, no nos cansamos de repetir una
melodía con una letra inspiradora, sino que siempre le encontramos nuevos matices.
4. Escenificación de poemas. Esta actividad consiste en representar de manera muy
sencilla escenas contenidas en un poema. Obviamente no todos los poemas se prestan
para ello, pero hay muchos que ofrecen variadas posibilidades, sobre todo los que
narran un hecho o contienen diálogos. Para llevar a cabo la escenificación de un poema
debe intervenir un locutor, que recitará el poema a medida que transcurren los hechos.
El locutor puede ser un alumno o el propio docente. Los actores deberán ejecutan las
acciones de manera expresiva al mismo tiempo que van apareciendo en el poema.
5. Edición de poemarios manuscritos. La realización de un libro de poemas propios o
ajenos puede ser una actividad muy productiva en el acercamiento y disfrute de la
poesía. Se puede combinar con la ilustración, de tal manera que el libro resultante
contenga dibujos realizados por los propios alumnos. Es importante que el libro
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contenga una cubierta también ilustrada, una página de créditos (miembros del grupo,
tareas realizadas por cada uno), un índice y una contracubierta. Los poemas deben
estar escritos con una letra muy cuidada. Una vez que el libro está terminado, se pueden
realizar fotocopias con un sistema sencillo de encuadernación con grapas y distribuirlo
a toda la clase o al colegio a través de la biblioteca escolar.
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