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DE LA BENEFICENCIA DE ANTAÑo
A LA AUfÉNTICA CARIDAD·
Eduardo Kingman··
• F.·na ponencia fo rma parte de una investigación mayor sobre las formas coti dianas de poder
en Quito entre 1860 y 1930. Para la realizaci6n de la misma he contado con el apoyo brindado, en
diferentes momentos, por el CONUEP (1 986) y la Fundación Ford (1 9')4). María Angcla Clfuentcs
fue una colaboradora estrecha en este trabajo. Debo agl'3decer los come ntarios .hechos a su tiempo
por Ana María GoclSchel y Andrés ,uerrero, así como por José María Comelles y Joan Joscf Pujadas
de la Universitat Rovira i Virgill de Cataluña. Quisiera reconocer, por úhimo, la l abor dcsarrollada
por el doctor Eduardo Estrella y sus colaboradores en el Archivo ¡ listórico de la Medici na, sin la cual
no sería posible este ti po de cstudios_
•• Fl acso-Scdc Ecuador
1. Boletrn Hclesiásltco, afio XXI, No 1, 192-1.
lOO
LA CAB.IDAD Y LA PR<YfECaÓN
DE LOS POBRES
2. Rosemarie Ter~n, ·Censos, capellanías y élileS, s. XV"'", Revista l:>rocesos, o. 1, Q uilO, 1991,
p.44.
101
Los POBRES
LA CARIDAD PúBLICA
6. Luis Dávila, Profilaxts de la Fiebre njoidea, Anales de la Universidad Central, tomo XXXVIII,
No. 258, 1926.
7. En una comunicación dirigida en 1864 por Juan Maldonado, Presidenle del Cabildo Quiteño,
a Don Pablo Herrera, Minislro del Inlerior, le dice que ·con el fi n de socorrer las necesidades de
los recogidos en el hospicio de esu ciudad, el (".once jo excitó la humanidad de varias personas de
este vecindario' y Obluvo"de la munificencia de CSLas" una subscripción volunlaria de setenta yocho
pesos mensualcs. En la contestaci6n que le dirige el Minislro arirma que "Ian re o mendables son
las mi ras liIa nlr6picas delllusu e Concejo, como los sentimienlos humanitarios de esle vecinclario·.
EnlIc las señoras que cnlIegan donalivos (di nero, mulas de productos de las haciendas, vacas
gordas, jerga para cobijas) conslan Doña María Cali5to, Doña María C.arcelén, Doña Mercedes Jij6n
de Fl ores, Doña Josefa Dono.~() y Doña Ma ría uijano.
104
No es Ilustrísimo seí\or la mano del grande y poderoso la que ha escrito esta carta,
ni son las voces del hombre ilustrado las que llegarán a los oídos de S.S.1. sino los
tristes ayes de un anista desgraciado que a causa de haber perdido la mano derecha
se halla en la imposibilidad de poder conseguir el pan para soportar una desgraciada
familia. Es Ilmo. Sr., tan tri te y desesperante mi siruación que como el único recurso
yel único onsuelo me dirijo a S. 1ma. uplicándole me de una caridad con la que
pueda siquiera cubrir mi uerpo o el de uno de mis hijos a quienes veo infelices y
sin poder remedia rlos. Tan cieno es esto que a una de mis hijas de 18 años ha tenido
a bien de recogerla , por pura caridad, el Sr. Dr. Canónigo Ilurralde y de evitarle su
perdición a la que estaba expue ta o Soy un anista ILmO Sr. que ha tenido algún
nombre y comprendo que debo trabajar para vivir; mas cuando me falta la ma no que
debe conseguirlo no me queda oLro amparo que el padre de la iglesia y el nombre
de Dios para recurrir a ello .. . 11
Existe preocupación por las cartas escritas por los leprosos, de modo oculto
"desde sus cuarto" olicitando amparo. Por eso se exige que las cartas sean
dictadas a uno de los celadores, "con el fin de evitar el contagio" . Esta práctica
servía además como tamiz frente al mundo exterior: permitía saber qué
pensaban los enfermos, controlar cualquier tipo de queja o in forme equ ivocado.
Un problema que existe con los leprosos es que su mente se mantiene
relativamente sana.
La situación de los hospicios, hospitales, lazaretos, de los que se ocupa la
caridad pública es desastrosa, de acuerdo a lo que alguien registra en 1902. "La
escasez actual de las rentas con que contamOS no obstante su escrupulosa
administración hace que estas no alcancen, ni con mucho, a llenar las
necesidades que requiere la beneficencia de Quito, cuyo de arrollo actual ha
traído el aumento de los necesitados que acuden a las puertas de nuestras casas,
en demandas de auxilios y protecd6n~. 12
Lo edificios no alcanzan a albergar el número creciente de mene. tero os
y los presupuestos no penniten ni siquiera ali mentar a los internos. La base de
esos presupuestos son, amo se ha dicho, los cen os, lo productos y rentas
agrarias y los donativos de particulares. Se abe, por ejemplo, que el Hospital
San Juan de Dios obtiene productos y recursos de la Hacienda El Beaterio y de
otras ti erras aledañas a la ciudad, el orige n de muchas de ella on "legados
hechos desde muy antiguo para los pobres". Desconocemos el monto global de
esos recursos y la forma cómo fueron,manejados, pero por lo que se ve no eran
suficientes para atender a los internos.
Las condiciones deplorables de los hospicios, lazaretos y hospitales,
verdaderas mazmorras "en donde los hombre permanecen en inactividad",
condenados para siempre, fueron denunciadas ya a su ti empo, por los
salubristas. El ma nicomio, por ejemplo, estaba formado por dos eries de celdas
sumamente reducidas y hú medas, construidas a lo largo de corredores
estrechos, sin luz ni ventilación:
14. José Félix Valdiviezo, Informe sobre el estado del Hospido, el Manicomio y el Lazareto,
Quito. 1902.
15. Un estudio realízado por historiadores chilenos sobre la monalidad de los niños
abandonados e n las casas de caridad en Sanliago entre 1750 y 1930, muestra cómo de cada diez
niños siete moñan en los primeros meses (Salinas: 44 y ss.).
16. MM Copiadores de correspondencia 190J - 1906: 311.
107
de amparo social, o abandonadas. Algunas de la huérfanas eran seleccionadas
para formarse como bedeles o como personal de servicio en los hospitales. Se
procuraba que la educación de las huérfanas "fuese acorde a su condición".
Distinta de la que recibían las pensionada ,también los métodos de enseñanza
di ferian aunque muchas veces compartjan espacios comunes.
Las casas de huérfanos cumplen su rol en el reclutamiento de la servidumbre
urbana. Esas casas permiten su fo rmaci6n como tale así como en actividades
de servicio a las instituciones eclesiásticas: hermanas y legos, "instructores
escolares", percherones de las casas de beneficencia.
Las niñas asimiladas en la casa de La Providencia se ocu pan en labores de
servicio y en labores de mano, "los materiales los pro porcionan las madres y los
trabajan las niñas". Las internas permanecen de diez a veinte años en la ca a,
y algunas nunca la abandonan, asimi ladas al servicio de las religiosa y a diversas
labores indu trlosa . En otros casos las monjas se encargan de enco ntrarles
ocupación entre las señoras caritativas de la ciudad o como costureras¡ alguna
pro por i6n de estas muchachas "se descarría". 17 Es posible que la preocu pación
no esté puesta tanto en las cualidades productivas del trabajo como en u fuerza
moral; no obstante s difícil d iferenciar ambos aspectos. En el Reglamento de
la Casa de Huérfanos de 1866 se dice expresamente que esta se financiará on
limosnas y subscripciones particulares, con el mensua l que se exija a los padres
e interesados de las recogidas, y con el producto de la venta de las obras que
se hagan trabajar en la ca a.
En otros casos la figura del huérfano obedece a fines de protección moral. En
el Estatuto de la Casa de Huérfanas de Quito de 1866 se dice que su objetivo "es
poner en seguridad las j6venes que por su edad, inexperiencia, aislamiento,
indigencia y otras circunstancias, corren el peligro de perderse". Ahora bien,
algunas de ellas son entregadas "por los interesados o por us padres" en calidad
de "recogidas". La Casa era administrada por la autoridad diocesana y se ocupaba
de mujeres mayores de 12 años y menores de cuarenta. En los Reglamentos de la
Casa se dice que en ella se observa rá "vida común perfecta" dentro de espacios
vigilados. Las re ogida y huérfanas no 010 que no pueden er admitidas sino que
no pueden abandonar el establecimiento sin la aprobación de los directores.
Tampoco pueden salir a la calle a no ser por alguna "gravísima causa". En el
reglamento se dice que "las huérfana o recogidas podrán dejar la ca a siempre
que se ofrezca modo de colocarlas en parte egura ".IB Exi te una especie de
fatalida d en todo esto: un paso del espacio cerrado del orfanatorio al espacio
cerrado doméstico, concebidos como espacios protegidos.
Las tasas de mortalidad infanti l en Quito son hacia las primeras década de
este siglo bastante altas. Induso después de producido el despegue demográ-
fico a inicios de este siglo, esos índices continuaban siendo bastante alarmantes.
(La tasa de mortalidad infantil registrada en Quito, en junio de 1923, es de
30,67%). Entre los factores que se apuntan como causantes de esta mortalidad
se incluye el tipo de alimentación y particularmente la falta de leche.
La utilización de nodrizas en la crianza de los niños estaba bastante
difundida. Las familias de mayores recursos tenJan la costu mbre de reclutar
nodrizas en el campo. La alimentación de los huérfanos corría a cargo de
nodrizas contratada que acudían a las Casas pero alguno niño eran criados
fuera de ellas, por personas pagadas por la Beneficencia, " in que hasta el
momento poda mas vigilar lo suficiente para u na buena atención de los ni ños". 19
A eso hay que añadir que la paga que recibían esa nodriza. era sumamente
esca a y su propia alimentación deficient . Algo que . e debe normar es el
contrato de nodrizas, se dice en una tesis de jurisprudencia realizada en 1925:
En esta materia la prescinde ncia de las autoridades de Policía ha creado una situación
de indiscutible y dolorosa inhuman idad: en las ciudades importantes que es en
donde con mayor frecuencia e celebran esos contralOS, es condición indeclinable
del mismo la de que la nodriza debe abandonar a su hijO para dedicarse por entero
a la crianza del niño que ompra la leche mercenaria, lo cual Significa , en
elevadísimo porcentaje, la sentencia de muerte del niño hijo de la nodriza al que,
el abandono de la madre y la consiguiente dencicn ia de alimentación, constituyen
en una víctima segura de la gastroenteritis. 20
Ahí donde las nodrizas estaban bajo el control de sus amas se podía
garantizar condiciones higiénicas mínimas; no sucedía lo mismo en el ca o de
los huérfanos alimentados fuera de casa. Hacia lo años treinta se desarrolló una
campaña dirigida a devolver a las madres su papel en la alimentación de su
hijos. A través de la leche materna se establece u n vínculo insustitu ible entre la
madre y el niño; in este vínculo "el niño va perdiendo nosolo el parecido moral
sino aun el físico". Algo parecido sucede con la leche de vaca, inclusive con la
proporcionada bajo condi ciones higiénicas por la Gota de Leche:
19. AAQ. Gobierno Eclesi:istico. Caja ArzobiSpo j osé María Yerovi, años 1865-1866.
20. ANJ 1M, Copiador de Corresponden ia de la Presidencia de la R pública, año 1920, L.l1I, Fs.
86-87.
109
El pueblo a veces no lo comprende ya si vemos como hay gente que se contenta
con dar a los niños la leche que reciben de esa inslilución , tomándola como nueva
madre o nodriza.
Todo esto forma parte de lo que los higienistas denominan los "errores
populare ".21
La preocupación estatal por la mortalidad infantil constituye, en realidad, un
fenómeno moderno, propio de los años veinte y treinta de este siglo. Forma parte
del proce o de control de la població n y del individuo, que toma cierta fuerza
doctrinaria en esos años. Es criterio moderno que los niños deben ser objeto de
preocupación por parte del Estado. Preocupación por la so brevivencia de los ni ños
desamparados, pero también preocupación moral, solo que de otro tipo. 22
La Junta de Beneficencia proponía en 1902 unificar los disti ntos orfanatorios
en manos de diversas órdenes religiosas e instituciones de cari dad en uno solo en
el que se les enseñe I oficio , o las labores adecuada al sexo y el papel social que
ha de desempeñar más tarde el huérfano, y con los que debe buscar su sustento .
Así "a una mujer de humilde la. y pobre, en vez de idiomas, música y flores,
enseñarle a coser, lavar y coci nar, planchar, etc., una educación práctica y útil para
el huérfano y pa ra la .;¡ociedad en la que va a vi vir". En principio su instrucción
comprendía una ra ma teórica (el silabario, la aritmética y la historia sagrada) y otra
de obras de mano "dándose naturalmente más importancia, vista la condición de
las n iñas a la obras de mano, qu e algún día pueden servirles p ara la vida ". 23 No
obstante, se presentan con tantes quejas por las deficiencias del sistema educativo
"pues ni aprenden lo que deben aprender, ni aquello que se le enseña se
compadece con la po ición socia l y las aspiraciones que el porvenir les re erva".
Por eso la educación apropiada para las huérfanas "d bía ser mas práCtica:
deberían aprender a lavar, p lanchar, cocinar, y algunas otras labores que las hagan
aptas para entra r con alguna ventaja en la lucha por la vida".24
Algunos de los niños i ngresaban a centros educativos en calidad de becarios
(el sistema de becas hcncficiaba además a hijos de artesanos, sectores medios
empobrecidos, y a los hijos de la servidumbre). Aun cuando formaban parte del
mismo establecimiento becados y pensionistas, se ubicaban dentro de estamen-
tos distintos. En algunos casos co mo el del Co legio de los Sagrados Corazones
21. M. R. Vala reso, M. B. Cueva García, Alberto Arroyo. "Veredicto sobre la tesis doctoral del
Dr. Gonzalo S:icnz Ve r~ ". Anales de l.a Universidad C.entral, lomo XXXV, o. 254, agosto-
septiembre, 1925: 73.
m
22. "Pro paganda profiláctica", en Comercio, 21 de diciembre de 1924: p. 1.
23. Existe, sin embargo un solo ce ntro de atención a los niños en Quito, en 1930 y "funciona
en tres piezas pequeñas" que las monjas conceptas entregan en arrendamiento ( AH MQ Copiador
de correspondencia de la A~istenc i a púbIica,1 930).
24 . APl. "Informe ~obre la casa de hu(:rfanos dirigida por las hermanas de la Providencia" , en
Informe del Ministro de Inslrucción Púhlica, 18<M.
110
Según el libro talonario que re posa en esle establecimiento, los njflos José Enrique
Freire, Manuel Pinlo, Jos Julio Espinoza, Isabel Freire y Luz María Muñoz, son
huérfanos de padre y madre; en consecuencia, dígnese rx,>nerlos a la vista de la Sra.
Ursulina Estrada vde MOrán, a nn de que ella pueda recoger de entre los nombrados
el varón y la hembra que juzgue mas conveniente para su servicio. 26
El Sr. Dr. Luis Calisto, patrón del menor Segundo Sandoval, enlregará a d. al menor
en referencia para que lo conserve en el Establecimiento que Ud. regenta, durante
ocho dras, como castigo correccional. Sírvase emplear suma vigilancia para evitar
la evasión del antedicho menor, pudiendo Ud, soltarlo antes del término que le
expreso, si lo solicitara el Sr. Ca listo. 27
E L H OSPIOO
y CAsA DE POBRES DEsvALIDOS
29. En 1890 se entrega ron 126 menores a los ta lleres y 92 a casas particulares, en Guayaquil.
No tenemos datos de QuilO en donde tambil!n se practicó esa medida.
30. En muchos documentos está implícita una cierta ligazón entre sistema escolar y policía. La
Intendencia de Policía mostró en varias ocasiones preocupación por la creación de centrOS de
enseñanza , pri ncipalmente nocturnos, 3 los que pudieran acudir los obreros después de su trabajo.
La educación contribuye al mejoramiento intelectual , moral y lisico de los índíviduos, ' nutriendo
su espíritu de conocimientos, haciéndolos ociables en el continuo trato de los compañeros,
acostumbr:l.ndolos a modales correctos y alejándolos de la taberna, del garito y de otros cenlros
nocturnos de corrupción, declaraba un Intendente' (El Dra, 16 XII 1929, No. 5161, p. 3).
31 . ABPL. Informe y memoria taruslica del] nLendente de Policía del Guayas, en Informe del
Ministro del Interior, 1890: 33-34.
32. BoIetin Ec/esl4stiro, Auto del Hospicio, año XVHI, mayo 1911.
112
33. Estas Ideas eran corrientes en España en el siglo XVII!, se basan en El Socorro de Pobres,
de Vives (editado en 1526) yen las de sus discípulos. El propio Jovellanos propolÚa la creación de
casas de trabajo en las que ancianos, inv<1lidos, mujeres y niños podían ganar un salario que
correspondiera a su trabajo (aL 189). Los Hospicios, Casas de corrección, Ilospilales Generales
(según las variantes nacionales) son instituciones e uropeas, exportada a América en la colonia. El
encierro fue la respuesta que dieron los estados al creciente desempleo y a la mendicidad que se
produjo en Europa desde fmales del siglo XVI.
34. Roberto Andrade, Pacho ViJlamar, Ed . Ariel , Quito, p . 88.
113
"¿Es considerado el hospicio por todos los pobres como u n beneficio que
el delo les manda? Parece imposible pero no. Véase que repugnancia tienen los
pobres que se llaman vergonzante en pedir, aun por algunos días, un asilo en
esa morada en donde se les proveerá de todo lo que necesiten, y que carecen
en su desnudo y menesteroso albergue".35
¿Cuándo comienza a modifica rse la estructura del hospicio? ¿Sobre qué
bases? Con la secularización de la beneficencia durante el liberalismo, sus
instituciones pasan a vincularse aún más con la policía: los requerimie ntos de
la ciudad son los determinantes. Eso se expresa en el informe sobre "la
situación del Hospicio o Manicomio" emitido por el "médico de la casa" en
1929. Se trata de un documento interno, tipiado a máquina, que reposa en el
Archivo de Historia de la Medicina . En el texto se da cuenta del tipo de
enfermos que ahí se asilan y las condiciones en las que se encuentran. Aun
cuando se evidencian diversos tipos ("mentales, ancianos, cancerosos") lo
común a todos ellos es su condición de marginación extrema. Llama la
atención la situación de los cancerosos y enfermos incurables, abandonados
a su suerte en el Hospicio.
El "Hospicio o Manicomio", tal como se lo describe, se asemeja a ratos más
a un centro de encierro que a una casa de salud. Encierro que se encuentra
reglamentado, de tal modo que quien entra ahí no pueda salir, o al menos no
puede salir sin sujetarse a una serie de di positivos: el que lo pida un pariente
y el que sea aceptable acceder a ese pedido, por ejempla. No obstant , en su
jnterior se realizan diversos tipos de prácticas sanitarias. Algunos médicos están
ya operando bajo los parámetros de la psiquiatría.
A los e nfermos mentales se les aplica inmersiones en agua fría y a los
cancerosos se les inocula opio. Se extrae líquido de la médula de algunos
enfermos con el fin de determinar la parálisis cerebral. Se establecen c1asifica-
dones que pretenden ser clasificaciones cicntíficas. 36 Existieron médicos con
vocación científica que se interesaron por una relación individualizada con el
paciente. Por observar y conocer al paciente, registrar sus síntomas, analizar sus
delirios, tipologizar su enfermedad y e:xperimentar. Se experi menta con los
enfermos aun cuando no siempre se confía en su cura.
En el mismo texto se evidencia que la gente no acude al Hospicio sino en
condiciones extremas. Buena parte de los internos son conducidos por la
policía. "Los pobladores de los manicomios como la sífilis, el alcoholismo y la
herencia son escasos en nuestro país, y a pesar de eso sus víctimas no son
escasas. Existe, pues un factor desconocido que influye para que el número de
asilados no érezca año tras año". n esto p sa mucho la ignorancia, se dice. "El
35. ÚI Voz del Clero, año 1, !rim o 2, No. 5, Imp de Juan Campuzano, 4 de octubre, 1872: 81.
36. !bíd: 81.
11 4
número de alienados es escaso, aunque las causas etiológicas de la locura
abundan entre nosotrOs". Yen otra parte: "los niño de diez o quince años son
esca os, no porque no existan esa clase de pacientes, sino porque lo padres
se resisten a mandarlos, mientras no constituyan verdadero peligro en su hogar
o estén en completa demencia. Hemos observado frecuentemente niños
epilépticos que pasan por las salas del hospital sin qu ninguna persona los
obligue a recluir en el asilo; mantenerlos bajo un régimen adecuado para así
determinar su grado de p eligrosidad D
•
38. Alberto Espinoza, "La edu cación del pueblo·, en Anales de la Universidad Central. lomo
11 , mayo a nov, 1888.
39. El Municipal, 9 de abril de 191 0.
40. Informes a la ación. Informe del Minislro del Interior, año 1903, p. 5.
41 . Wls Juntas de Renelicencia 5C financiaban en un 300/0 con el presupuesto del Estado y en
un 50% con el arrendamiento de las haciendas expropiada. al clero. El 200/0 restanle provenía de
diversa fuentes
116
- Diferenciar los males corporales y las anomias sociales de los aspectos morales, los mismos
que dejan de ser objeto de preocupación del Estado. La prostitución, por ejemplo, pasa a ser objeto
de profilaxis y conuol policial, no cabe, como sucedía antes, reclu ir con fi nes de regeneración moral
a las prostitutas y mu cho menos mezclarlas con otros grupos. 42
- Diferenciar pobreza de e nfermedad. Ese primer aspecto va a estar cada vez mas ligados a
criterios sociales de dasificación. 43
- Diferenciar tipos de enfermedades y ensayar tratamientos especializados para cada una de
ellas.
- Diferenciar los estados de marginalidad, ele los del mundo del trabajo, au nque en la prktica
unos y otros puedan confundirse (al interior de una fam ilia, o en etapas ele la vida de un mismo
individuo).44
- Diferenciar lo que entra dentro del campo de la beneficencia de lo que debe ser asumido
como delincuencial Aunque, del mismo modo, el paso de una a otra condición sea frecuente, en
esos años.
Todo esto era, además, importante para una posterior diferenciación de las
distintas casas asistenciales y de los enfermos al interior de ellas. Selección y
separación con el fin de facilí[ar su medicalización. Lo que empieza a gu iar el
fu ncionamiento de algunas de esas instituciones, ya no es tanto la reclusión
como el tratamiento y la corrección de los internos.
Cuando dentro del Contexto de la seguridad social, en los trein[a , se plamea
crear un asilo de mendigos para Quito, un Informe del Departamento Médico
Social de la "Caja del Seguro de Empleados Privados y Obreros" plantea que en
lugar de gastar recursos en "una basura que altera el orden estético de las
ciudades y vive a su manera, importunando al habitante, pero satisfaciendo sus
necesidades, "debe invertirse en la salvación de hombres útiles, en plena
capacidad de rra bajo" .45 El incremento de la mendicidad en esa década ha
llevado a reinrroducir la antigua distinción enrre mendigos ficticios o vagos y
42. ·EI Hospicio de esta capital es un e tablecimiento destinado al asilo de las dementes y de
los niños que por carecer de padres necesitan de la protección de l Estado, sin que exista en él un
departame nto de temperancia para recluir a los ebrios ni a mujeres de malas costumbres. Los m:is
rudimentarios principios de moralidad imponen el deber de impedir a los niños de corta edad el
contacto con aquellas personas que por sus vicios deben ser aislada del resto de la sociedad, para
no tener que lamentar la corru pción de la niñez por buscar el mejoramie nto de unas ruantas
degeneradas (. ..) Existe en esta capital el establecimiento de reclusión para mujeres conocido con
el nombre de 'Santa Mana' o 'camarOte'". (A NIIQ Comunicaciones de la Presidencia de la Junta de
Beneficencia de Q uito, 1912, f. 56).
43. De hecho la atendón hospitalaria está sujeta a criterios sociales uúlitarios. No solo existen
diferencias entre la atención privada y pública sino que al intenor de los mism os estableci mientos
públicos se van estableciendo diferencias entre grupos sociales (empleados y obreros en relación
al resto) y úpos de enfermedades, así entre enfermedades fisicas y psíquicas. El último lugar e n esta
escala lo orupa n los enfermos crónicos, los viejos y los locos.
44. En el campo de la asistencia médica esto se efectiva en las décadas del treinta y el cuarenta
con el aparedmiento de la Caja de Pensiones, La Caja del Seguro Social, y el Montepío Militar.
45. ANHM, Copiadores de correspondencia de la Asistencia Publica, año 1928: 202-203.
117
Hemos principiado por los mendigos que todas las mañanas solicitaban limosna a
los transeúntes. Ahora me permito pedir que el día sábado, en que acuden a la
capital mendigos de los campos, se sirva ordenar a los agentes de Policía que tomen
a los mendigos que aparezcan con el' fin de ir yo mismo a la Policía a clasi ficar a los
que al menos aparezcan como velrdaderos mendigos y enviarlos al Hospicio.
Repitiendo esa operación dos o tres sábados más, creo que los falsos mendigos
dejarán de fastidiar a la poblaci6n 48