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P.OCESOS. Revisla Ecuatoriana de Hlstoria, No. 8.

© 1996. Corporación Edlora Nacional. Quio.

DE LA BENEFICENCIA DE ANTAÑo
A LA AUfÉNTICA CARIDAD·

Eduardo Kingman··

El objetivo de este estudio es exam inar el tránsito que se produjo, hacia


inicios de siglo, en Q uito, en las llamadas Instituciones de Amparo Social: el paso
de la Caridad a la Beneficencia Pública y la Seguridad acial. No nos interesan
estas instituciones en cuanto tales sin o en la medida en q ue nos p ermiten mirar,
desde otro ángulo, las relaciones socia les y de poder, los desp lazamiento q ue
a su interior se producen ; relaciones que en O[ro tipo de prácticas no ap arecen,
tienden a d iluirse, o no resultan completamente claras.
"V rdadera Caridad" o "Verdadera Beneficencia" son términos que entran en
juego indistimamente en algunas de las discusion' que mantienen libera les y
conservadores en el Ecuador hacia finales del siglo XIX. Así por ejemplo, el clero
uti li7.3 un término acuñado por los liberales, el de Beneficencia, para reco rdar "las
hermosas páginas escritas por la igle ia" en momentos (los de la di puta de los
bienes de manos muertas) en los cuales la corriente de animadversión, "fruto del
odio sistemático, de ingratitu d contra la iglesia desconoce, falsea u oculta las obras
sociales emprendidas por ella en bien de nuestra nación". 1
Ejemplos de "verdadera beneficencia ", o más p rcci amente de "caridad"
serían el hospicio, los orfanato rios, el sistema escolar o rga nizado para los
pobres .

• F.·na ponencia fo rma parte de una investigación mayor sobre las formas coti dianas de poder
en Quito entre 1860 y 1930. Para la realizaci6n de la misma he contado con el apoyo brindado, en
diferentes momentos, por el CONUEP (1 986) y la Fundación Ford (1 9')4). María Angcla Clfuentcs
fue una colaboradora estrecha en este trabajo. Debo agl'3decer los come ntarios .hechos a su tiempo
por Ana María GoclSchel y Andrés ,uerrero, así como por José María Comelles y Joan Joscf Pujadas
de la Universitat Rovira i Virgill de Cataluña. Quisiera reconocer, por úhimo, la l abor dcsarrollada
por el doctor Eduardo Estrella y sus colaboradores en el Archivo ¡ listórico de la Medici na, sin la cual
no sería posible este ti po de cstudios_
•• Fl acso-Scdc Ecuador
1. Boletrn Hclesiásltco, afio XXI, No 1, 192-1.
lOO

LA CAB.IDAD Y LA PR<YfECaÓN
DE LOS POBRES

¿Cómo funci ona esta institución? En los escritos de la Iglesia se presenta


como una vocación de servicio al prójimo, aplicable al conjunto de la vida social
y particularmente a los pobres; como una acción espiritua l cuyos mejores
ejemplos puede encontrarse en la vida de los santos. No obstante, su ejercicio
se encuentra sujeto a reglas y dispositivos materiales y a una Economía Política.
La caridad depende en gran medida de rentas agrarias, y se ve influida por
los vaivenes que en el agro se producen (la afluencia de pobres en épocas de
hambruna, por ejemplo) pero se ejercita en la ciudad, como una institución
urbana, distinta a la p ráctica de dlstribución de socorros y suplidos que se realiza
en el espacio rural. Su constitución como tal tiene antecedentes en Europa, en
el Medievo y está relacionada con el tipo de vínculos y problemas sodales que
genera el agrupamiento de la población en un espacio concentrado. La vida de
las ciudades genera una amplia capa de población desocupada o sin ocupación
fija, generalmente desprotegida.
La Iglesia cumplió un papel importante en la canalización de recursos
destinados a su ejercicio, a través de cofraclias, hermandades, y órdenes
religiosas especializadas. También los particulares intervinieron, por iniciati va
propia, en la creación de fondos censuales destinados a "obras pías", los mismos
que podían cubrir necesidad s del culto o servir de auxilio al "prójimo
necesitado") Aunque el auxilio de los pobres contribuye a acrecentar el poder
material y espiritual de la Iglesia, esto no siempre es explícito.
Órdenes como la de los Franciscanos y la de los Dominicos asumieron
distintas formas de relación con el pueblo. Organizaron internados para
huérfanos y desvalidos, escuela de oficios, hospitales y hospicios. Se preocuparon
por su bienestar y por su adiestrami nto; por la conservación de su alma y el
alivio de su cuerpo así como por su amonestación, castigo y encierro.
La caridad no solo permite al clero actuar como depo itario de recu rsos
públicos y privados destinados a la protección de los pobres y acumular sobre
esa base nuevas riquezas, sino mantener una influencia permanente sobre su
vida material y espiritual.
No existe -hasta el proce o liberal de 1895- una separación clara entre el
manejo estatal y eclesiástico de estos a untos (lo que no significa ausencia de
conflictos ya que desde un inicio el Estado está interesadO en crear sus propios
aparatos). Las ba es de su funcionamiento son, en todo ca , d iversas formas

2. Rosemarie Ter~n, ·Censos, capellanías y élileS, s. XV"'", Revista l:>rocesos, o. 1, Q uilO, 1991,
p.44.
101

de redistribución de las rentas asumida bajo la forma de limo na; de obligación


moral y no como acción social del Estado.
Junto a la caridad pública, está la practicada directamente por los particu-
lares: todo un juego de acciones dirigido a garantizar la reproducción de
vínculos y relaciones recíprocas.
En pri mer lugar están las relaciones con el Otro, como relaciones natu rales
que obedecen a un Orden prefijado . Este Orden Católico por el cual al mismo
tiempo que se ocupa un lugar en el espacio sociaJ, se tiene un conjunto de
obligaciones que cu mplir con el resto y particulannente con los desposeídos,
no siempre es explícito, a túa al modo casi natural , como una fe implícita, forma
parte de lo que Bourdieau denomi na el "sentido práctico".3
En segundo lugar está el proceso de constitución de un capital de prestigio.
La capacidad para este tipo de juego constitu ye una forma de ser aristocrática
adquirida desde la infancia, al participar e n las actividades ocia les propias de
su status, y funciona de modo espontáneo, natural, más acá de la conciencia y
el discurso. La caridad a la vez que contribuye a cohesiona rvínculos y relaciones
con otros grupos sociales, forma parte de los consumos de prestigio necesarios
a la reproducción del propio grupo (de ahí que esté rodeada de ceremoniales
incluso en los casos en que se presenta de modo no oste ntoso, como acción
beatificadora, como renuncia).
La participación de un status social supone disponer de una serie de
recursos materiales y simbólicos (rentas, haciendas, "gente a cargo") y el
ejercicio de formas de redistribución de esos recursos. El rango co nstituye un
tipo de "capital simbólico" que está permanentemente en juego: existe el deber
de comportarse de acuerdo a este, de frecuentar sus espacios, de asumir sus
estilos munda nos y sus formas de generosidad. "Quien no pueda omportarse
de acuerdo a su rango pierde l respeto de su sociedad".'!
Este funcionamiento solo s percibi ble dentro de un habitus relativamente
estable, de un campo "de normas y valoracione " al cual los individuos no
pueden escapar a no ser que "renuncien al trato de su círculo social y a su
pertenencia a su grupo social".
Se trata de normas de comportamjento incorporadas, entendibles única-
mente "en su relación con la configuración específica que muchos individuos
fonnan entre sí, y con la e pecíficas interdependencias que Jos vinculan
redprocamente".5
La Caridad se presenta como renuncia miento, como lo opuesto a lo
mundano, no obstante juega un rol equiparable a ste en la re producción social.

3. Ver Picrrc Bourdieau, Casas Dichas, Gedisa, Buenos Aires, 1987.


4. Norbert Elias, El Proceso CfVtltzatorio. Fondo de Cultura Económico, México, 1993. p. 93.
5. Elias, ibíd, p. 91.
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Supone una gran inversión de tiempo y recursos dirigidos a una acumulación


en términos morales. La mayor parte de las acciones son económicas objetiva-
mente sin ser económicas subjetivamente, sin ser el producto de un cálculo
económico racional (en términos de Bourdieau).

Los POBRES

En la periferia de las familias aristocráticas o que se precian de serlo existen


hombres y mujeres pobres, más o menos all gados, a la espera de donativos,
ayudas, reconocimientos y apoyo moral. Del pobre no se espera nada a no ser
servicios ocasionales y "la gratitud". Entre lo pobre exi ten también jerarquías
a las que corresponde distintos tipos de Carid~d . En la ca lificación de lo pobres
entran no solo factores económicos y sociales, sino también étnicos, así como
elementos de valoración moral.
Existen vergonzantes: viudas, artesanos y clérigos envejecidos, sectores medios
empobrecidos, miembros de la aristocracia caídos en desgracia, que reciben favores
y limo nas de manera oculta, en el espacio privado de la Familia o de la Iglesia.
Particular preocupación se tiene por las d ncellas in dote, por su protección.
Buena parte de ellos no e tán en condiciones de ocuparse en actividades
ajenas a su origen yaunque ufren las mismas condjdones miserables del resto
de pobres no participan de su cultura.
Las llamadas "vergonzantas" constituyen un per.ionajc típico de Quito hasta
inicios de este siglo, irrumpen de golpe en las casas, envu eltas en una manta,
atemorizando con sus rezos y sus suplicas a los niños.
Existe además la pobreza de solemnidad, una in titución jurídica heredada
de España, que permite acceder a la acción benéfica del Estado: la exoneración
de cargas fjscales y del pago de servicio como el arrendamiento de aguas, el
alumbrado y el aseo d las calles. También ofrece a sus beneficiarios un espacio
en lo ho pita les y en los planteles de educación gratuitos (así en la Escuela de
Artes y Oficios). No se descarta la po ibiJidad de que muchos de los petitorios
de declaración de pobreza de solemnidad hayan sido hechas con el fin de evadir
a los acreedores o de evitar las cargas testamenta le .
Sirvientes, artesanos, jornalero, todo. se ven obligados a acudir alguna vez
al sistema de ca ridad. Este complejo . i tema de 1 alt des constituye una de la
claves del tipo de cultura políti ca que se ejercita en la ciudad. Al mismo tiempo
forma parte del inmenso pe o muerto que la caracteriza.
l.os patrones acostumbran entregar sobras de su comida a los criados,
también mantas y vestidos vicjos. Algunos higienistas veían en el tipo de relación
que se establecía entre los criados y los señores que sufría n enre rmedades
contagiosas como el tifus o la tuberculosis, una de las causas de la propagación
de las mismas. "Exi te entre nosOtros la ca. tumhre de dar a los criados los resto.
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alimenticios de los patrones, esa costumbre intolerable ya cuando se trata de
persona sana, resulta peligrosa cuando estos p roceden de enfermos".
Las órdenes religiosas, por su parte, organizan la repartici ón de vituallas y
alimentos entre los pobres. Para acceder a estos repartos se necesita cumplir con
algu nas condiciones: ser recomendado por alguien, por un cura o por una
señora caritativa. Entre las vitualla repartidas se cuentan Iiencillos, anacos y
otras prendas propias de indíos. Los indígenas de los asentamientos circu nquiteños
están interesados e n acceder a esto recursos; todo eso forma parte de sus
estrategias de vida , a medio camino entre el campo y la ciudad.
Hay que diferenciar, por último, la pobreza como identidad popular de lo
que constituye la condición de exclusión o de marginalidad, de pobreza
extrema . El último luga r en la escala lo ocupan lodos aquellos que habiendo
llegado a un alto grado de "degradación física o espiritual", han quedado fuera
de cualquier red así. t ncial familiar o privada. Es el caso de los lázaros, los locos,
los dementes seniles que requieren un tipo de atención e pecial, y se convierten
en asunto público de instituciones de Caridad Pública.

LA CARIDAD PúBLICA

El financiamiento de los centros de caridad corre a cargo tanto de las órdenes


religiosas, como de las municipalidades y los particulares. Ahora bien, entre el
espacio público y la e fera privada, cntre la admini tración de los asuntos del
. Estado y la administración de las almas existe una erie de vasos comunicantes.
El aporte de las municipalidades proviene, de impuestos, de capitales y réditos
vencidos de censos y capella nías sin poseedor conocido, de legados dejados "en
beneficio del alma del tcstador" sin que se pecifiq u su fi n. Una fuente
importante (aunque ocasional) de financiam iento es, en el caso de la contri bución
de las munici palidades, el producto de la venta o del arrendamiento de los
llamados "terrenos de resguardo". En cuanto a los particulares, la riqueza obliga. 6
Algunos r ligiosos asumen las veces de mendíca ntes, acuden al gobierno o a los
particulares para poder auxiliar a los pobres.7

6. Luis Dávila, Profilaxts de la Fiebre njoidea, Anales de la Universidad Central, tomo XXXVIII,
No. 258, 1926.
7. En una comunicación dirigida en 1864 por Juan Maldonado, Presidenle del Cabildo Quiteño,
a Don Pablo Herrera, Minislro del Inlerior, le dice que ·con el fi n de socorrer las necesidades de
los recogidos en el hospicio de esu ciudad, el (".once jo excitó la humanidad de varias personas de
este vecindario' y Obluvo"de la munificencia de CSLas" una subscripción volunlaria de setenta yocho
pesos mensualcs. En la contestaci6n que le dirige el Minislro arirma que "Ian re o mendables son
las mi ras liIa nlr6picas delllusu e Concejo, como los sentimienlos humanitarios de esle vecinclario·.
EnlIc las señoras que cnlIegan donalivos (di nero, mulas de productos de las haciendas, vacas
gordas, jerga para cobijas) conslan Doña María Cali5to, Doña María C.arcelén, Doña Mercedes Jij6n
de Fl ores, Doña Josefa Dono.~() y Doña Ma ría uijano.
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En condiciones de calamidad pública, co mo las provocadas por pestes y


hambrunas, son las instituciones de caridad las que se movilizan. 8 Es difícil
descubrir detra.s de sus acciones y el ritual que las acompaña, la figura del
Estado. No obsta nte, gran parte de sus recursos tienen un origen en el gobierno
central o en los municipios.
Los fondos son escasos y continuas las lamentaciones. Es como si las propias
instituciones de caridad se vieran contagiadas por ese tono lastimero. 9 Se trata de
comunicaciones lastimeras, llenas de epítetos piadosos. 10 Los pelitorios de caridad
suponen el uso de códigos prefijados: la conmiseración de s1 mismo y la
humillación, el reconocimiento de las instituciones. Toda una gesrualidad acompaña
esos pelitorios. En las peticiones de limosna, y particulanneme en las que se dirige
a las autoridades eclesiásticas, se hace uso continuo de imágenes bíblicas. Se habla
de la caída, de vestir al desnudo, de rescatar de las perversiones que acechan al
pobre (a la mujer, sobre todo, dada su naturaleza débil). En la petición que hace
aJ Gobierno EcleSiástico el pintor Ramón Salas se d ice:

No es Ilustrísimo seí\or la mano del grande y poderoso la que ha escrito esta carta,
ni son las voces del hombre ilustrado las que llegarán a los oídos de S.S.1. sino los
tristes ayes de un anista desgraciado que a causa de haber perdido la mano derecha
se halla en la imposibilidad de poder conseguir el pan para soportar una desgraciada
familia. Es Ilmo. Sr., tan tri te y desesperante mi siruación que como el único recurso
yel único onsuelo me dirijo a S. 1ma. uplicándole me de una caridad con la que
pueda siquiera cubrir mi uerpo o el de uno de mis hijos a quienes veo infelices y
sin poder remedia rlos. Tan cieno es esto que a una de mis hijas de 18 años ha tenido
a bien de recogerla , por pura caridad, el Sr. Dr. Canónigo Ilurralde y de evitarle su
perdición a la que estaba expue ta o Soy un anista ILmO Sr. que ha tenido algún
nombre y comprendo que debo trabajar para vivir; mas cuando me falta la ma no que
debe conseguirlo no me queda oLro amparo que el padre de la iglesia y el nombre
de Dios para recurrir a ello .. . 11

Existe preocupación por las cartas escritas por los leprosos, de modo oculto
"desde sus cuarto" olicitando amparo. Por eso se exige que las cartas sean
dictadas a uno de los celadores, "con el fin de evitar el contagio" . Esta práctica

8. El Nacional, 20 de Febrero 18M, No. 1~6: 8


9. Así la Sociedad Filantr6pica del Guayas, o rgan ismo integrado por notables, que d lStribui3
granos entre los necesilados de las provincias de la ierra. En el caso de la provincia del Azuay fueron
el cura y el teniente político los encargados para entregar las ·ca ridades".
10. la escasez de fondos se desprende de co municaciones como las que dirigen al gobierno
los enfennos del lazareto de Quito "manifestando el estado de miseria y abandono a que se
encuentran reducidos por la escasez de rentas y las necesidades y privaciones que sucesivamente
les rodean".
11. Así u na de las ca rlas d irigida al Obispo por un leproso: "respctadlsimo, vene rado, amable
yel verdadero Padre no solo d esta DiO esis de los seres m1s infortunados e infelices que ab rigan
este Establecimiento de San Lá zaro". AHM, Miscelánea.
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servía además como tamiz frente al mundo exterior: permitía saber qué
pensaban los enfermos, controlar cualquier tipo de queja o in forme equ ivocado.
Un problema que existe con los leprosos es que su mente se mantiene
relativamente sana.
La situación de los hospicios, hospitales, lazaretos, de los que se ocupa la
caridad pública es desastrosa, de acuerdo a lo que alguien registra en 1902. "La
escasez actual de las rentas con que contamOS no obstante su escrupulosa
administración hace que estas no alcancen, ni con mucho, a llenar las
necesidades que requiere la beneficencia de Quito, cuyo de arrollo actual ha
traído el aumento de los necesitados que acuden a las puertas de nuestras casas,
en demandas de auxilios y protecd6n~. 12
Lo edificios no alcanzan a albergar el número creciente de mene. tero os
y los presupuestos no penniten ni siquiera ali mentar a los internos. La base de
esos presupuestos son, amo se ha dicho, los cen os, lo productos y rentas
agrarias y los donativos de particulares. Se abe, por ejemplo, que el Hospital
San Juan de Dios obtiene productos y recursos de la Hacienda El Beaterio y de
otras ti erras aledañas a la ciudad, el orige n de muchas de ella on "legados
hechos desde muy antiguo para los pobres". Desconocemos el monto global de
esos recursos y la forma cómo fueron,manejados, pero por lo que se ve no eran
suficientes para atender a los internos.
Las condiciones deplorables de los hospicios, lazaretos y hospitales,
verdaderas mazmorras "en donde los hombre permanecen en inactividad",
condenados para siempre, fueron denunciadas ya a su ti empo, por los
salubristas. El ma nicomio, por ejemplo, estaba formado por dos eries de celdas
sumamente reducidas y hú medas, construidas a lo largo de corredores
estrechos, sin luz ni ventilación:

No hay quien no se entristezca al considerar que en esta especie de penitenciaría


eslán obligados a pasar sus días, personas que deberían gozar de aire puro, luz
abundante y calor para procurarles así algú n alivio a sus dolencias.

Las celdas que servían de lazareto difícilmente eran reparadas o, incluso,


aseadas, "dada la natural repugnancia que tienen los jorna (eros". 13
En esta ponencia, de por sí extensa, nos limitaremos a examinar las
modificaciones que sufren dos de estas instituciones: las que se ocupan de los
huérfanos y el hospicio.

12. AAQ. Gbno Eclesiáslico. Cja Arl.. J. M. YcrovL Anos 1865-1866.


13. ANH , Junta de Beneficencia, Inrorme, junio 24, 1902, QuilO.
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CAsAS DE HlJtRFANOS y TRABAJO INFANTIL

El abandono de niños en las puertas de las iglesias y los hospidos constituía


una práctica corriente en nuestros países durante la colonia y el siglo XIX. Este
tipo de práctica constituía un recurso extremo en condiciones de miseria,
también un medio socorrido frente a la vergüenza moral, por parte de madres
adúlteras y solteras. De hecho, el abandono era asumido como alternativa frente
al infanticidio o como medio para evitar la muerte por hambre o inanición. Esto
no significaba que la suerte del infante en el orfanatorlo estuviese asegurada. 14
Se trataba de una práctica urbana, asumida en condiciones de condena
social. Expresión perversa de un istema que al mismo tiempo que propiciaba
las uniones ilegítimas entre individuos de distinta condición social , condenaba
sus frutos. La ilegitimidad colocaba a los niños e n situación de interdictos.
Muchos niños se concebían en pecado ' y se gestaban en secreto, se
abandonaban en los orfanatorlos o en las puertas de las ca a e iglesias. En los
registros parroquiale se apWlta e e origen, el de expósitos o abandonados. El
Inspector del San Carlos proponía instalar un tomo para que sean depositados
los niños en lugar de que sean abandonados -"como de costumbre"- en los
alrededores.15
La casa de San Carlos penenecía a las Hermanas de la Caridad: ahí eran
"entregados por la Policía los niñitos tiernos que son abandonados por sus
madres; o que quedan huérfanos y aquí es donde les preparan la ropa y se vigila
por su conservación y bienestar".16 Existla además otra ca a regentada por la
madres de La Providencia.
La casa de huérfanos de la Providencia se hallaba incrustada en el laberinto
de depanamentos que formaban el Colegio de La Provi dencia y que "constituido
por un cúmulo de pequeños patios, pasadizos y piezas, sin orden ni disposición
alguna, hacían dificil el orientarse". La localidad era pequeña, estrecha, sin
ventilación, "metlfica por la vecindad de la quebrada", de la que la separaba un
muro "que amenaza ruina", sus pisos húmedos y las cubiertas averiadas, llenas -
de goteras, falta de patios y huertos en donde las internas pudIeran expandirse.
En ella habitaban unas 70 asiladas provenientes de distintas partes de la
República, parte de las cuale no eran huérfanas en el sentido más estricto del
término, sino niñas entregadas por sus madres o sus padres a las instituciones

14. José Félix Valdiviezo, Informe sobre el estado del Hospido, el Manicomio y el Lazareto,
Quito. 1902.
15. Un estudio realízado por historiadores chilenos sobre la monalidad de los niños
abandonados e n las casas de caridad en Sanliago entre 1750 y 1930, muestra cómo de cada diez
niños siete moñan en los primeros meses (Salinas: 44 y ss.).
16. MM Copiadores de correspondencia 190J - 1906: 311.
107
de amparo social, o abandonadas. Algunas de la huérfanas eran seleccionadas
para formarse como bedeles o como personal de servicio en los hospitales. Se
procuraba que la educación de las huérfanas "fuese acorde a su condición".
Distinta de la que recibían las pensionada ,también los métodos de enseñanza
di ferian aunque muchas veces compartjan espacios comunes.
Las casas de huérfanos cumplen su rol en el reclutamiento de la servidumbre
urbana. Esas casas permiten su fo rmaci6n como tale así como en actividades
de servicio a las instituciones eclesiásticas: hermanas y legos, "instructores
escolares", percherones de las casas de beneficencia.
Las niñas asimiladas en la casa de La Providencia se ocu pan en labores de
servicio y en labores de mano, "los materiales los pro porcionan las madres y los
trabajan las niñas". Las internas permanecen de diez a veinte años en la ca a,
y algunas nunca la abandonan, asimi ladas al servicio de las religiosa y a diversas
labores indu trlosa . En otros casos las monjas se encargan de enco ntrarles
ocupación entre las señoras caritativas de la ciudad o como costureras¡ alguna
pro por i6n de estas muchachas "se descarría". 17 Es posible que la preocu pación
no esté puesta tanto en las cualidades productivas del trabajo como en u fuerza
moral; no obstante s difícil d iferenciar ambos aspectos. En el Reglamento de
la Casa de Huérfanos de 1866 se dice expresamente que esta se financiará on
limosnas y subscripciones particulares, con el mensua l que se exija a los padres
e interesados de las recogidas, y con el producto de la venta de las obras que
se hagan trabajar en la ca a.
En otros casos la figura del huérfano obedece a fines de protección moral. En
el Estatuto de la Casa de Huérfanas de Quito de 1866 se dice que su objetivo "es
poner en seguridad las j6venes que por su edad, inexperiencia, aislamiento,
indigencia y otras circunstancias, corren el peligro de perderse". Ahora bien,
algunas de ellas son entregadas "por los interesados o por us padres" en calidad
de "recogidas". La Casa era administrada por la autoridad diocesana y se ocupaba
de mujeres mayores de 12 años y menores de cuarenta. En los Reglamentos de la
Casa se dice que en ella se observa rá "vida común perfecta" dentro de espacios
vigilados. Las re ogida y huérfanas no 010 que no pueden er admitidas sino que
no pueden abandonar el establecimiento sin la aprobación de los directores.
Tampoco pueden salir a la calle a no ser por alguna "gravísima causa". En el
reglamento se dice que "las huérfana o recogidas podrán dejar la ca a siempre
que se ofrezca modo de colocarlas en parte egura ".IB Exi te una especie de
fatalida d en todo esto: un paso del espacio cerrado del orfanatorio al espacio
cerrado doméstico, concebidos como espacios protegidos.

17. ANlI. Q . Copiadores de Comunicaciones de la Presidencia , año 1918.


18. AHM, Informe de la Casa de Huérfanas, en Informe de la Junta de Beneficencia, QuilO, 1902.
108

LA PREOCUPACIÓN POR LA INFANCIA

Las tasas de mortalidad infanti l en Quito son hacia las primeras década de
este siglo bastante altas. Induso después de producido el despegue demográ-
fico a inicios de este siglo, esos índices continuaban siendo bastante alarmantes.
(La tasa de mortalidad infantil registrada en Quito, en junio de 1923, es de
30,67%). Entre los factores que se apuntan como causantes de esta mortalidad
se incluye el tipo de alimentación y particularmente la falta de leche.
La utilización de nodrizas en la crianza de los niños estaba bastante
difundida. Las familias de mayores recursos tenJan la costu mbre de reclutar
nodrizas en el campo. La alimentación de los huérfanos corría a cargo de
nodrizas contratada que acudían a las Casas pero alguno niño eran criados
fuera de ellas, por personas pagadas por la Beneficencia, " in que hasta el
momento poda mas vigilar lo suficiente para u na buena atención de los ni ños". 19
A eso hay que añadir que la paga que recibían esa nodriza. era sumamente
esca a y su propia alimentación deficient . Algo que . e debe normar es el
contrato de nodrizas, se dice en una tesis de jurisprudencia realizada en 1925:

En esta materia la prescinde ncia de las autoridades de Policía ha creado una situación
de indiscutible y dolorosa inhuman idad: en las ciudades importantes que es en
donde con mayor frecuencia e celebran esos contralOS, es condición indeclinable
del mismo la de que la nodriza debe abandonar a su hijO para dedicarse por entero
a la crianza del niño que ompra la leche mercenaria, lo cual Significa , en
elevadísimo porcentaje, la sentencia de muerte del niño hijo de la nodriza al que,
el abandono de la madre y la consiguiente dencicn ia de alimentación, constituyen
en una víctima segura de la gastroenteritis. 20

Ahí donde las nodrizas estaban bajo el control de sus amas se podía
garantizar condiciones higiénicas mínimas; no sucedía lo mismo en el ca o de
los huérfanos alimentados fuera de casa. Hacia lo años treinta se desarrolló una
campaña dirigida a devolver a las madres su papel en la alimentación de su
hijos. A través de la leche materna se establece u n vínculo insustitu ible entre la
madre y el niño; in este vínculo "el niño va perdiendo nosolo el parecido moral
sino aun el físico". Algo parecido sucede con la leche de vaca, inclusive con la
proporcionada bajo condi ciones higiénicas por la Gota de Leche:

19. AAQ. Gobierno Eclesi:istico. Caja ArzobiSpo j osé María Yerovi, años 1865-1866.
20. ANJ 1M, Copiador de Corresponden ia de la Presidencia de la R pública, año 1920, L.l1I, Fs.
86-87.
109
El pueblo a veces no lo comprende ya si vemos como hay gente que se contenta
con dar a los niños la leche que reciben de esa inslilución , tomándola como nueva
madre o nodriza.

Todo esto forma parte de lo que los higienistas denominan los "errores
populare ".21
La preocupación estatal por la mortalidad infantil constituye, en realidad, un
fenómeno moderno, propio de los años veinte y treinta de este siglo. Forma parte
del proce o de control de la població n y del individuo, que toma cierta fuerza
doctrinaria en esos años. Es criterio moderno que los niños deben ser objeto de
preocupación por parte del Estado. Preocupación por la so brevivencia de los ni ños
desamparados, pero también preocupación moral, solo que de otro tipo. 22
La Junta de Beneficencia proponía en 1902 unificar los disti ntos orfanatorios
en manos de diversas órdenes religiosas e instituciones de cari dad en uno solo en
el que se les enseñe I oficio , o las labores adecuada al sexo y el papel social que
ha de desempeñar más tarde el huérfano, y con los que debe buscar su sustento .
Así "a una mujer de humilde la. y pobre, en vez de idiomas, música y flores,
enseñarle a coser, lavar y coci nar, planchar, etc., una educación práctica y útil para
el huérfano y pa ra la .;¡ociedad en la que va a vi vir". En principio su instrucción
comprendía una ra ma teórica (el silabario, la aritmética y la historia sagrada) y otra
de obras de mano "dándose naturalmente más importancia, vista la condición de
las n iñas a la obras de mano, qu e algún día pueden servirles p ara la vida ". 23 No
obstante, se presentan con tantes quejas por las deficiencias del sistema educativo
"pues ni aprenden lo que deben aprender, ni aquello que se le enseña se
compadece con la po ición socia l y las aspiraciones que el porvenir les re erva".
Por eso la educación apropiada para las huérfanas "d bía ser mas práCtica:
deberían aprender a lavar, p lanchar, cocinar, y algunas otras labores que las hagan
aptas para entra r con alguna ventaja en la lucha por la vida".24
Algunos de los niños i ngresaban a centros educativos en calidad de becarios
(el sistema de becas hcncficiaba además a hijos de artesanos, sectores medios
empobrecidos, y a los hijos de la servidumbre). Aun cuando formaban parte del
mismo establecimiento becados y pensionistas, se ubicaban dentro de estamen-
tos distintos. En algunos casos co mo el del Co legio de los Sagrados Corazones

21. M. R. Vala reso, M. B. Cueva García, Alberto Arroyo. "Veredicto sobre la tesis doctoral del
Dr. Gonzalo S:icnz Ve r~ ". Anales de l.a Universidad C.entral, lomo XXXV, o. 254, agosto-
septiembre, 1925: 73.
m
22. "Pro paganda profiláctica", en Comercio, 21 de diciembre de 1924: p. 1.
23. Existe, sin embargo un solo ce ntro de atención a los niños en Quito, en 1930 y "funciona
en tres piezas pequeñas" que las monjas conceptas entregan en arrendamiento ( AH MQ Copiador
de correspondencia de la A~istenc i a púbIica,1 930).
24 . APl. "Informe ~obre la casa de hu(:rfanos dirigida por las hermanas de la Providencia" , en
Informe del Ministro de Inslrucción Púhlica, 18<M.
110

se mantenían clases gratuitas para pobres. El objetivo principal de esas clases


era la formación moral y religiosa. El liberalismo trató de nivelar esta situación
entregando sus prop ias becas de estudio . Los mecanismos de asignación de esas
becas no coincidían con los de la iglesia, ni con sus redes clientelares y
generaban necesariamente conflictos.
La "colocación doméstica de los huérfanos que hubieran cumplido los
nueve o diez años" era vi to por algunas autoridades como una solución una
vez que las casas no hallaban la forma de atender a la creciente demanda . 25
La Presidencia de la Junta de Beneficencia de Quito lleva un registro de los
niños y niñas que permanecen en esas casas asistenciales, un ~talonario", eso
le permite disponer de algunos de ellos:

Según el libro talonario que re posa en esle establecimiento, los njflos José Enrique
Freire, Manuel Pinlo, Jos Julio Espinoza, Isabel Freire y Luz María Muñoz, son
huérfanos de padre y madre; en consecuencia, dígnese rx,>nerlos a la vista de la Sra.
Ursulina Estrada vde MOrán, a nn de que ella pueda recoger de entre los nombrados
el varón y la hembra que juzgue mas conveniente para su servicio. 26

Entre e l "espacio doméstico" y el orfanatorio no existe aún una línea


demarcatoria clara. Se trata de espacios cerrados, relativamente autóno mos, e n
donde se desarrollan diversas formas de control y de castigo. Así como muchos
huérfanos pasaban a servir e n casas particulares, un huérfa no podía ser devuelto
al orfanatorio O un si rviente niño o adolescente podía ser col ocado temporal-
mente en el orfanatorio, como escarmiento. Las instituciones estatales se
lim itaban a hacer las veces de mediadores entre estos espacios:

El Sr. Dr. Luis Calisto, patrón del menor Segundo Sandoval, enlregará a d. al menor
en referencia para que lo conserve en el Establecimiento que Ud. regenta, durante
ocho dras, como castigo correccional. Sírvase emplear suma vigilancia para evitar
la evasión del antedicho menor, pudiendo Ud, soltarlo antes del término que le
expreso, si lo solicitara el Sr. Ca listo. 27

Un recur o utilizado tempranamente po r la policía fue el de la "entrega de


menores". Menores huérfanos o descarriados e ntregados a maestros de taller y
a "personas particulares de notable honorabilidad".28 Muchos particulares

25. AII M/ Q. Copiador de correspondencia de la Juma de Beneficencia de Quito, años 1901-


1905; 335).
26. A M/QuilO. Copiador de la Correspondencia Oficial de l Sr. Presidente de la Juma. años
1906-1908.
27. AIIM/Q Comunicaciones de la Presidencia de la Junta de Bencfic ncia de Quilo, año 1911.
16 de Sepl (fs 123)
28. ANM/Q. Copiador de RegisLro de Oispo.~iciones administrativas del Ol rectorio-l9Q9.
111

acudían en busca de esos menores y la poHcía debía poner el mayor celo en


conocer sus antecedentes. Las entregas se justificaban en la ausencia de recursos
fisca les para formarles en centros de enseñanza, se deda. Se trataba de uno de
los asuntos "más delicados y trascendentes en los que ha intervenido la Policía n,
decíase entonces. 29 El trabajo y la educación actuañan "como un buril que
perfecciona la obra, fo rma una segunda natu raleza en el hombre". 30 Un modelo
similar es descrito por Dickens.

E L H OSPIOO
y CAsA DE POBRES DEsvALIDOS

El "Hospicio y Casa de Pobres Desvalidos" había sido fundado por el obispo


Bias Sobrino Moyana en 1785 para recluír no solo a los "pobres mendigos que
abundan en la ciudad de Quito y viven como vagabundos sin parroquia alguna",
sino a los innumerables falsos mendigos, "verdaderos holgazanes que perjudi-
can al público, ya en la falta de servicios y artesanos, ya e n tomar el sustento
que no se les debe")}
Varias cosas se peísiguen con esa institución, según se declara. En cuanto
a los verdaderos mendigos lo que se busca principalmente es que cumplan con
sus preceptos católicos "ya que se conoce su vida desordenada, su falta de
instrucción en la doctrina cristiana, sus costu mbres abandonadas". En segundo
lugar se busca evitar a la gente de la dudad a una situación embarazosa
"quitándoles de la vista estos sujetos que importunan la compasión con su
clamor falso, a deshora y en ¡tios inapropiados". Se busca, por último, el
escarmiento y la corrección. En el Hospicio se reduce a los internos al ejercicio
de u na "vida racional y honesta, doctrina cristiana , frecuencia de sacramentos,
policía, traba jo corporal y d emás entretenimientos que ocupándolos en el
cuerpo y en el ánimo, lo hagan útile a sí mismos y al público".32

29. En 1890 se entrega ron 126 menores a los ta lleres y 92 a casas particulares, en Guayaquil.
No tenemos datos de QuilO en donde tambil!n se practicó esa medida.
30. En muchos documentos está implícita una cierta ligazón entre sistema escolar y policía. La
Intendencia de Policía mostró en varias ocasiones preocupación por la creación de centrOS de
enseñanza , pri ncipalmente nocturnos, 3 los que pudieran acudir los obreros después de su trabajo.
La educación contribuye al mejoramiento intelectual , moral y lisico de los índíviduos, ' nutriendo
su espíritu de conocimientos, haciéndolos ociables en el continuo trato de los compañeros,
acostumbr:l.ndolos a modales correctos y alejándolos de la taberna, del garito y de otros cenlros
nocturnos de corrupción, declaraba un Intendente' (El Dra, 16 XII 1929, No. 5161, p. 3).
31 . ABPL. Informe y memoria taruslica del] nLendente de Policía del Guayas, en Informe del
Ministro del Interior, 1890: 33-34.
32. BoIetin Ec/esl4stiro, Auto del Hospicio, año XVHI, mayo 1911.
112

Con el tiempo el Hospicio sirvió de asilo a toda clase de infelices y


menesterosos de caridad como los varilosos, lazarinos, sifilíticos , dementes,.
contrahechos y huélfanos. Los internos tienden a ser recluidos en espacios
distintos dentro del mismo edificio, con el fin de evitar el contagio mutuo y
facilitar su control, pero no están sujetos a trato especiaJizado, cosa que sucede
con el desarrolJo de la medicalización. Lazarinos, sifilíticos, dementes, contra-
hechos, ancianos y huérfanos forman parte de un mismo universo marginal,
hasta cierto punto indiferenciado. Hacia 1900, en la sección destinada al llamado
Hospicio de Pobres se asilaban 235 ancianos y ancianas, en el manicomio 129
locos, en el lazareto 78 elefanciacos, y en la casa de huérfanos 107 niños y 123
niñas. También algunas mujeres pérfidas fueran encerradas ahí (así como en el
Buen Pastor). De hecho muchas mujeres fueron llevadas por sus maridos al
hospicio, amparados por una normatividad que los favoreda. Los ancianos eran
recogidos en las calles o llevados por sus familiares; la mayoría de ellos hubieran
preferido las incertidumbres de la mendicidad callejera a la reducción dentro de
la institución hospiciana. Los hospicios eran casas de encierro aunque se veían
encubiertas por el ropaje de la protección (el proporcionar abrigo y sustento).
También algunos políticos fueron a parar ahí, sobre todo durante el garcianismo.
Algo de esto se puede leer en el "Pacho Víllamar"de Roberto Andrade:

El Hospido es el lugar de reclusión de los elefanciacos y los locos y está situado a


un extremo de Quito, en las faldas de la colina llamada Panecillo. Es un sitio de horror
para todo el vecindario y a las habitaciones interiores nadie entra sin permiso de la
autoridad eclesiástica ya que la política está subordinada a aquella . Anos han
recibido am seres con salud, bondadosos y completamente inocentes, solo porque
su libertad era perjudidal a intereses de malvados ... 33

El principio en que parece basarse esta institución es el de la separación


rigurosa que es "exclusión social pero r integración espiritual" (como apunta
Foucault). Lugar donde almas escogidas "se han consagrado, por un voto
solemne y sagrado al alivio de los males, de las enfermedades, de que puede
haJlarse atacado su cuerpo y su alma".34 ¿Por qué se resistían entonces los pobres
y los enfermos a habitarlo? Es como si lejos de ver en él un espacio de
misericordia lo encontraran turbio, sombrio, una prisión. Cosa que no alcanza n
a entender las autoridades eclesiásticas:

33. Estas Ideas eran corrientes en España en el siglo XVII!, se basan en El Socorro de Pobres,
de Vives (editado en 1526) yen las de sus discípulos. El propio Jovellanos propolÚa la creación de
casas de trabajo en las que ancianos, inv<1lidos, mujeres y niños podían ganar un salario que
correspondiera a su trabajo (aL 189). Los Hospicios, Casas de corrección, Ilospilales Generales
(según las variantes nacionales) son instituciones e uropeas, exportada a América en la colonia. El
encierro fue la respuesta que dieron los estados al creciente desempleo y a la mendicidad que se
produjo en Europa desde fmales del siglo XVI.
34. Roberto Andrade, Pacho ViJlamar, Ed . Ariel , Quito, p . 88.
113
"¿Es considerado el hospicio por todos los pobres como u n beneficio que
el delo les manda? Parece imposible pero no. Véase que repugnancia tienen los
pobres que se llaman vergonzante en pedir, aun por algunos días, un asilo en
esa morada en donde se les proveerá de todo lo que necesiten, y que carecen
en su desnudo y menesteroso albergue".35
¿Cuándo comienza a modifica rse la estructura del hospicio? ¿Sobre qué
bases? Con la secularización de la beneficencia durante el liberalismo, sus
instituciones pasan a vincularse aún más con la policía: los requerimie ntos de
la ciudad son los determinantes. Eso se expresa en el informe sobre "la
situación del Hospicio o Manicomio" emitido por el "médico de la casa" en
1929. Se trata de un documento interno, tipiado a máquina, que reposa en el
Archivo de Historia de la Medicina . En el texto se da cuenta del tipo de
enfermos que ahí se asilan y las condiciones en las que se encuentran. Aun
cuando se evidencian diversos tipos ("mentales, ancianos, cancerosos") lo
común a todos ellos es su condición de marginación extrema. Llama la
atención la situación de los cancerosos y enfermos incurables, abandonados
a su suerte en el Hospicio.
El "Hospicio o Manicomio", tal como se lo describe, se asemeja a ratos más
a un centro de encierro que a una casa de salud. Encierro que se encuentra
reglamentado, de tal modo que quien entra ahí no pueda salir, o al menos no
puede salir sin sujetarse a una serie de di positivos: el que lo pida un pariente
y el que sea aceptable acceder a ese pedido, por ejempla. No obstant , en su
jnterior se realizan diversos tipos de prácticas sanitarias. Algunos médicos están
ya operando bajo los parámetros de la psiquiatría.
A los e nfermos mentales se les aplica inmersiones en agua fría y a los
cancerosos se les inocula opio. Se extrae líquido de la médula de algunos
enfermos con el fin de determinar la parálisis cerebral. Se establecen c1asifica-
dones que pretenden ser clasificaciones cicntíficas. 36 Existieron médicos con
vocación científica que se interesaron por una relación individualizada con el
paciente. Por observar y conocer al paciente, registrar sus síntomas, analizar sus
delirios, tipologizar su enfermedad y e:xperimentar. Se experi menta con los
enfermos aun cuando no siempre se confía en su cura.
En el mismo texto se evidencia que la gente no acude al Hospicio sino en
condiciones extremas. Buena parte de los internos son conducidos por la
policía. "Los pobladores de los manicomios como la sífilis, el alcoholismo y la
herencia son escasos en nuestro país, y a pesar de eso sus víctimas no son
escasas. Existe, pues un factor desconocido que influye para que el número de
asilados no érezca año tras año". n esto p sa mucho la ignorancia, se dice. "El

35. ÚI Voz del Clero, año 1, !rim o 2, No. 5, Imp de Juan Campuzano, 4 de octubre, 1872: 81.
36. !bíd: 81.
11 4
número de alienados es escaso, aunque las causas etiológicas de la locura
abundan entre nosotrOs". Yen otra parte: "los niño de diez o quince años son
esca os, no porque no existan esa clase de pacientes, sino porque lo padres
se resisten a mandarlos, mientras no constituyan verdadero peligro en su hogar
o estén en completa demencia. Hemos observado frecuentemente niños
epilépticos que pasan por las salas del hospital sin qu ninguna persona los
obligue a recluir en el asilo; mantenerlos bajo un régimen adecuado para así
determinar su grado de p eligrosidad D

LAs NUEVAS FORMAS DE LA CAlUDAD

El incremento de la población urbana y el desarrollo del mercantillsmo y de


las relaciones salariales, contribuyen a modificar los vínculos que mantienen
entre sí los distintos sectores sociales. Del mismo modo se van modificando las
formas cómo esos sectores se conciben a sí mismos y a los otros, y particular-
mente las formas de representación de la pobreza y de las condidones extremas
de marginalidad.
Aun cuando de hecho existe un incremento del pau perismo durante las
primeras décadas del siglo XX (los años treinta, en particular, son años de
profundas alteraciones en la vida SOCia!), lo más importante e el cambio que
se produce en la forma de percibirlo.
Al interior de los propios catól icos se pone en duda la conveniencia de
mantener a seres improductivo y degradado ; ¿por qué no pensar, por ejemplo,
en invertir estos recursos en propagar entre los pobres conocimientos útiles y
amor al trabajo? "el di nero empleado en ello ahorraría lo que se gasta en
limosnas y el hombre pobre, acostumbrado a laborar, lejos de ser una ca rga para
la sociedad, aumentaría con los bienes de la industria la suma de recursos que
forman el bienestar de todos. Sostener al mendigo y con él la embriaguez y otros
vidos de su clase, es el empleo de la beneficencia mal dirigida; la verdadera
caridad evita, desde luego, la pobreza, instruyendo o mejorando a la clase
necesitada, haciéndole cobrar amor al trabajo y acabando por transformar a un
ente inútil y perjudicial en un hombre virtuo o y ordenado".37
También la persecución de vagos y VicIOSOS es asumida de modo velado.
Exisre cierta idea vergonzante con respeclo a e la práctica necesaria al desarrollo
de nuevas relaciones . Velar por los menesteroso , apoyarlo en la lucha por la
vida "proporcionándoles trabajo que evite la vagancia y la propagación de los

37. Se di ferencia entre maníaco deprcsivos y esquizofrénicos y se remarca la imponancia que


tiene hacer cste tipo de diferenciación. Olro tipo de sistema clas ificatorio utilizado para las
enfermedades mentales es el que diferencia las originadas por el alcoholismo, la sífilis y la herencia.
115
VIOOS que le son consiguientes" (la nueva caridad) antes de pensar en
perseguirlos. Brindar a los menesterosos asistencia para el trabajo. "El Proyecto
de asistencia para el trabajo no suprime la caridad, por el contrario, necesita más
que nunca llamar a la generosidad y altruismo de los pudientes, para ayudar y
aliviar a los desgraciados. Lo único que pide es la transformación del modo con
que se ha ejercido la caridad en Quito".38
Se trata, por otra parte, de difundir el sentido del progreso también entre
las clases Inferiores, ni la pobreza ni la riqueza constituyen , de acuerdo a esta
mentalidad, realidades inamovibles. Es cierto que este tipo de discurso no iba
muy lejos pero denotaba un cambio en las bases de la sociedad que iría tomando
forma en los decenios siguientes.
Con el li beralismo las formas cotidianas de relación con los pobres son
puestas en discusión. El liberalismo aquí como en otros lugares, se caracteriza
por su descubrimiento del hombre y sus potencialidades Cy de manera particular
sus potencialidades productivas). Sus representantes se quejan de la multipli-
cidad de conventos y monasterios "con prácticas depresivas para la dignidad del
hombre, como son los repartos públicos de alimentos que propagan la
ociosidad y la indolencia".39 La caridad, tal como se había venido ejerciendo,
alimenta el "quemeirnportismo" y la ociosidad y aleja al hombre de lo
elementos que lo dignifican.
La Ley de Manos Muertas no solo busca desamortizar una parte de los bienes
de la iglesia y transferirlos a manos estatales (y privadas), sino debilitar el poder
material y espiritual del clero y de manera muy particular su influencia sobre el
pueblo.
La Beneficencia buscaba , de acuerdo a E/oy Alfaro, "devolver al pueblo lo
que es del pueblo".40 Contribuía, de hecho, a un fortalecimienro del Estado y
a una secularización de las formas de relación con los pobres; contribuía a
centraliza r los recursos destinados a su auxilio, decidir las formas de djstribu-
ción; pedir cuenras y reglamentar a las instituciones, administrarlas a base de
nociones técnicas. 41
Esto permitía ir incorporando criterios contemporáneos en la administra-
ción de la marginalidad social:

38. Alberto Espinoza, "La edu cación del pueblo·, en Anales de la Universidad Central. lomo
11 , mayo a nov, 1888.
39. El Municipal, 9 de abril de 191 0.
40. Informes a la ación. Informe del Minislro del Interior, año 1903, p. 5.
41 . Wls Juntas de Renelicencia 5C financiaban en un 300/0 con el presupuesto del Estado y en
un 50% con el arrendamiento de las haciendas expropiada. al clero. El 200/0 restanle provenía de
diversa fuentes
116
- Diferenciar los males corporales y las anomias sociales de los aspectos morales, los mismos
que dejan de ser objeto de preocupación del Estado. La prostitución, por ejemplo, pasa a ser objeto
de profilaxis y conuol policial, no cabe, como sucedía antes, reclu ir con fi nes de regeneración moral
a las prostitutas y mu cho menos mezclarlas con otros grupos. 42
- Diferenciar pobreza de e nfermedad. Ese primer aspecto va a estar cada vez mas ligados a
criterios sociales de dasificación. 43
- Diferenciar tipos de enfermedades y ensayar tratamientos especializados para cada una de
ellas.
- Diferenciar los estados de marginalidad, ele los del mundo del trabajo, au nque en la prktica
unos y otros puedan confundirse (al interior de una fam ilia, o en etapas ele la vida de un mismo
individuo).44
- Diferenciar lo que entra dentro del campo de la beneficencia de lo que debe ser asumido
como delincuencial Aunque, del mismo modo, el paso de una a otra condición sea frecuente, en
esos años.

Todo esto era, además, importante para una posterior diferenciación de las
distintas casas asistenciales y de los enfermos al interior de ellas. Selección y
separación con el fin de facilí[ar su medicalización. Lo que empieza a gu iar el
fu ncionamiento de algunas de esas instituciones, ya no es tanto la reclusión
como el tratamiento y la corrección de los internos.
Cuando dentro del Contexto de la seguridad social, en los trein[a , se plamea
crear un asilo de mendigos para Quito, un Informe del Departamento Médico
Social de la "Caja del Seguro de Empleados Privados y Obreros" plantea que en
lugar de gastar recursos en "una basura que altera el orden estético de las
ciudades y vive a su manera, importunando al habitante, pero satisfaciendo sus
necesidades, "debe invertirse en la salvación de hombres útiles, en plena
capacidad de rra bajo" .45 El incremento de la mendicidad en esa década ha
llevado a reinrroducir la antigua distinción enrre mendigos ficticios o vagos y

42. ·EI Hospicio de esta capital es un e tablecimiento destinado al asilo de las dementes y de
los niños que por carecer de padres necesitan de la protección de l Estado, sin que exista en él un
departame nto de temperancia para recluir a los ebrios ni a mujeres de malas costumbres. Los m:is
rudimentarios principios de moralidad imponen el deber de impedir a los niños de corta edad el
contacto con aquellas personas que por sus vicios deben ser aislada del resto de la sociedad, para
no tener que lamentar la corru pción de la niñez por buscar el mejoramie nto de unas ruantas
degeneradas (. ..) Existe en esta capital el establecimiento de reclusión para mujeres conocido con
el nombre de 'Santa Mana' o 'camarOte'". (A NIIQ Comunicaciones de la Presidencia de la Junta de
Beneficencia de Q uito, 1912, f. 56).
43. De hecho la atendón hospitalaria está sujeta a criterios sociales uúlitarios. No solo existen
diferencias entre la atención privada y pública sino que al intenor de los mism os estableci mientos
públicos se van estableciendo diferencias entre grupos sociales (empleados y obreros en relación
al resto) y úpos de enfermedades, así entre enfermedades fisicas y psíquicas. El último lugar e n esta
escala lo orupa n los enfermos crónicos, los viejos y los locos.
44. En el campo de la asistencia médica esto se efectiva en las décadas del treinta y el cuarenta
con el aparedmiento de la Caja de Pensiones, La Caja del Seguro Social, y el Montepío Militar.
45. ANHM, Copiadores de correspondencia de la Asistencia Publica, año 1928: 202-203.
117

"pobres que junto a la ca renda de recursos carecen de salud para trabajar o de


medios de trabajo".46
El tercer piso del Hospicio fue adecuado pa.ra servir de albergue a los
mendigos y a los ancianos que "de modo volu nw.rio" se acogían aJ asilo. 47 El
plan incluía el "reclutamiento forzoso" de mendigos y vagos, de los que
perma necían todo el tiempo en la ciudad, y de los que acudían los fines de
semana desde el campo: .

Hemos principiado por los mendigos que todas las mañanas solicitaban limosna a
los transeúntes. Ahora me permito pedir que el día sábado, en que acuden a la
capital mendigos de los campos, se sirva ordenar a los agentes de Policía que tomen
a los mendigos que aparezcan con el' fin de ir yo mismo a la Policía a clasi ficar a los
que al menos aparezcan como velrdaderos mendigos y enviarlos al Hospicio.
Repitiendo esa operación dos o tres sábados más, creo que los falsos mendigos
dejarán de fastidiar a la poblaci6n 48

Se trata de población campesi na o de origen campesino, buena parte de la


cual no vive en la ciudad pero acude :a ella. Todo esto tiene que ver con las
transformaci ones que se p roducen en el sistema de hacienda yen las e traregias
de vida de la población campesina. En O'tros trabajos hemos mostrado el proceso
de diferenciación social que se produce: en Quito en esos año . No solo se trata
de cambios económico y socialc sino mentales. Au n cuando Quito continúa
siendo una ciudad estamental , las viejas solidaridades entre órdenes sociales
distintas en las que este tipo de e tructura se su tenta, sus ceremoniales y
rituales, su ideología y su economía pol ítica, tienden a desmoronarse, a tomar
la forma ruinosa que ahora presentan los antiguos edificios señoriales. Lo que
a partir de ahí se inicia es confuso: un~l mezcl a de intereses y sentimientos
diversos y en conflicto, un juego ent re los requerimientos del p resente y los
comportamientos heredados, lo cual pasa a forma r parte de ese modo de ser
complejo que ca racteriza (o caracterizaba) a los quiteños.

46. ANHM, Copiadores de correspondencia de la Asistencia Publica, año 1928: 202-203.


47. Refiriéndose a e llo el Presidente de la Asistencia Pública se quejaba : · ojalá que cuando ellos
vayan a ocupar ese lugar no pasen en una vida vegetativa y de consumo· , Consumo: lo que ignoraba
el señor Presidente es que el propio DlreClor de l Ilospicio e vería obligado a e nviar a los internos
a que mendiguen, con el fin de cubrir sus nece.sidades.
48. ANHM, Copiador de Correspondencia de la Presidencia de la Ju nta. años 1925-1926. 14 de
mayo, 1925, fs. 163.

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