Se entiende por estructuras textuales los modos de organizar
globalmente la información en un texto, tanto en cuanto a la forma
como en cuanto al contenido. En otras palabras, las estructuras
textuales hacen referencia a las partes que componen un texto, la
denominada superestructura textual, y también al tema que aborda, la
denominada macroestructura textual. La superestructura y la
macroestructura tienen una propiedad común: no se definen con
respecto a oraciones o secuencias aisladas de un texto, sino con
respecto al texto en su conjunto o a determinados fragmentos de este.
Esta es la razón por la que se habla de estructuras textuales
o globales, diferenciadas de las estructuras locales o microestructuras
en el nivel de las oraciones.
En los modelos textuales de la lingüística anglosajona, y
particularmente en el modelo desarrollado por T.A. Van Dijk (1977,
1978, 1980), el texto es descrito como una unidad
de comunicación que organiza su contenido en el plano global en dos
tipos de estructuras: la macroestructura y la superestructura textuales.
La macroestructura textual da cuenta del contenido semántico que
representa el tema del texto; por ejemplo, el título de una noticia
constituye muchas veces la macroestructura de ese texto periodístico,
si resume efectivamente la información presentada en el cuerpo de la
noticia. En cambio, la superestructura textual representa el esquema
de composición del texto, esto es, la forma como el contenido se
organiza en partes reconocibles; así, en el texto de un relato
periodístico, la superestructura estará constituida por las siguientes
partes: episodio, antecedentes, reacciones verbales y conclusiones.
La macroestructura y la superestructura, aunque son independientes
como estructuras, se superponen; es decir, las partes del esqueleto
formal o superestructura de un texto se rellenan con el contenido
semántico de las macroproposiciones que resumen el sentido del texto
o macroestructura. En el ejemplo del relato periodístico, cada una de
las partes de la superestructura (episodio, antecedentes, etc.)
adquiere sentido al relacionarse con los contenidos que conforman la
macroestructura del texto. La suma de los contenidos de cada una de
estas partes textuales da lugar a la macroestructura semántica global.
Otro enfoque sobre el trabajo con estructuras textuales es el
desarrollado desde la lingüística francesa. Tanto Adam (1992) como
Charaudeau (1992) han descrito esquemas regulares de organización
de la información en los textos. Adam distingue cinco tipos de
«secuencias textuales» o formas características de estructurar el
contenido de un texto: secuencia narrativa, descriptiva, argumentativa,
explicativa y dialogada. A diferencia de las superestructuras textuales,
las secuencias constituyen un nivel intermedio de estructuración, entre
la oración y el texto. Por ello, en un mismo texto, según Adam,
coexisten diversas secuencias, aunque siempre haya una que
predomine sobre las demás. Por su parte, Charaudeau (1992) habla
de «modos de organización del discurso», relacionados con funciones
textuales como narrar, describir, argumentar, etc.
En la didáctica de lenguas, el trabajo con estructuras textuales ha
mostrado ser muy operativo en los procesos de composición y de
interpretación de los textos, pues orientan a los interlocutores en la
construcción del significado discursivo. Además, las macroestructuras
y superestructuras tienen no solo un papel semántico o cognitivo, sino
también uno comunicativo, de interacción y, por tanto, social. Es decir,
las macroestructuras definen cuáles son los asuntos más importantes
que tratar en cada género discursivo, y las superestructuras indican
cómo organizar eficazmente en partes el contenido en una
determinada situación de comunicación y qué tipo de información se
relaciona con cada parte. Por ejemplo, conocer la superestructura de
una carta comercial y saber discriminar las macroestructuras posibles
para llenar de contenido cada una de sus partes aseguran que se
consiga el propósito perseguido. En definitiva, tener en cuenta las
estructuras textuales en la producción y comprensión ha permitido
determinar estrategias cognitivas y metacognitivas superiores para el
desarrollo de la competencia discursiva de los aprendientes.
Para leer eficientemente cualquier texto es necesario saber cómo está
construido. Un texto (artículo periodístico, ensayo o "essay") consta
generalmente de 1) un título, 2) una introducción (uno o dos párrafos
iniciales); 3) un cuerpo textual (varios párrafos dentro del texto); y 4)
un final o resumen (últimos párrafos). Los conceptos de "línea" y
"párrafo", son también importantes en la explicación de la estructura
de los textos.