Let 012 Unidad VII Ejercicios
Let 012 Unidad VII Ejercicios
Let 012 Unidad VII Ejercicios
UASD
SECCION: 229
TEMA: LA ORATORIA
SANTO DOMINGO
R.D.
Actividad de la oratoria Letras Básicas 012
Objetivo: Valorar el discurso en: Cualidades del orador, intensión del orador.
Después de leer detenidamente el texto colocado al pie del ejercicio y ver el video
TENGO UN SUEÑO de Martin Luther King trabaja lo siguiente:
En el año 1955, a raíz del arresto de Rosa Parks tras negarse a ceder su
asiento de autobús a un hombre blanco, King decidió iniciar una protesta
no violenta en contra de la segregación racial que sufría su ciudad.
Aprovechando la resonancia que tenía como pastor, sugirió a la población
negra de Montgomery no utilizar el transporte público hasta que ese tipo
de manifestaciones racistas se erradicaran por completo. Tras un año
después del comienzo del boicot contra los autobuses, se declaró ilegal
la segregación racial en los transportes públicos de la ciudad.
Tras recibir el Premio Nobel de la Paz, Luther King continuó su lucha por
la igualdad de la raza negra hasta que un 4 de abril de 1968 fuera
asesinado en un motel de Memphis por James Earl Ray.
2. ¿Cuáles son los temas relacionados en el discurso?
La violencia contra las personas de color.
La esclavitud.
Discriminación
Voluntad libre
Cimientos: Parte del edificio que está debajo de tierra y sobre la que
estriba toda la fábrica.
Angostas: Que es poco ancho o tiene menos anchura que otras cosas
del mismo tipo.
Arraigado: Hacerse muy firme una virtud, vicio, costumbre, etc. Afianzar
las resultas del juicio con bienes raíces o depósito en metálico.
Verificabilidad y precisión
Desobediencia civil y no violencia
Igualdad, libertad y orgullo racial.
Pacifismo y compromiso social
Fe, espiritualidad y amor.
«Tengo un sueño»
Por Martin Luther King
Estoy orgulloso de reunirme con ustedes hoy en la que quedará como la mayor
manifestación por la libertad en la historia de nuestra nación. Hace cien años, un
gran americano, cuya sombra simbólica nos cobija, firmó la Proclama de
Emancipación. Este importante decreto se convirtió en un gran faro de
esperanza para millones de esclavos negros que fueron cocinados en las llamas
de la injusticia. Llegó como un amanecer de alegría para terminar la larga noche
del cautiverio. Pero 100 años después debemos enfrentar el hecho trágico de
que el negro aún no es libre. Cien años después, la vida del negro es todavía
minada por los grilletes de la discriminación. Cien años después, el negro vive
en una solitaria isla de pobreza en medio de un vasto océano de prosperidad
material. Cien años después, el negro todavía languidece en los rincones de la
sociedad estadounidense y se encuentra a sí mismo exiliado en su propia tierra.
Y así hemos venido aquí hoy para dramatizar una condición extrema. En cierto
sentido, llegamos a la capital de nuestra nación para cobrar un cheque. Cuando
los arquitectos de nuestra república escribieron las magníficas palabras de la
Constitución y la Declaración de Independencia, firmaban una promisoria nota
de la que todo estadounidense sería heredero. Esa nota era una promesa de
que todos los hombres tendrían garantizados los derechos inalienables de 'vida,
libertad y búsqueda de la felicidad'. Es obvio hoy que Estados Unidos ha fallado
en su promesa en lo que respecta a sus ciudadanos de color. En vez de honrar
su obligación sagrada, Estados Unidos dio al negro un cheque sin valor que fue
devuelto con el sello de 'fondos insuficientes'. Pero nos rehusamos a creer que
el banco de la justicia está quebrado. Nos rehusamos a creer que no hay fondos
en los grandes depósitos de oportunidad en esta nación. Por eso hemos venido
a cobrar ese cheque, un cheque que nos dará las riquezas de la libertad y la
seguridad de la justicia.
También hemos venido a este lugar sagrado para recordarle a Estados Unidos
la urgencia feroz del ahora. Este no es tiempo para entrar en el lujo del
enfriamiento o para tomar la droga tranquilizadora del gradualismo. Ahora es el
tiempo de elevarnos del oscuro y desolado valle de la segregación hacia el
iluminado camino de la justicia racial. Ahora es el tiempo de elevar nuestra
nación de las arenas movedizas de la injusticia racial hacia la sólida roca de la
hermandad. Ahora es el tiempo de hacer de la justicia una realidad para todos
los hijos de Dios. Sería fatal para la nación pasar por alto la urgencia del
momento. Este sofocante verano del legítimo descontento del negro no
terminará hasta que venga un otoño revitalizador de libertad e igualdad. 1963 no
es un fin, sino un principio. Aquellos que piensan que el negro sólo necesita
evacuar su frustración y que ahora permanecerá contento, tendrán un rudo
despertar si la nación regresa a su rutina.
Hay quienes preguntan a los que luchan por los derechos civiles: '¿Cuándo
quedarán satisfechos?' Nunca estaremos satisfechos mientras el negro sea
víctima de los inimaginables horrores de la brutalidad policial. Nunca estaremos
satisfechos en tanto nuestros cuerpos, pesados por la fatiga del viaje, no puedan
acceder a un alojamiento en los moteles de las carreteras y los hoteles de las
ciudades. No estaremos satisfechos mientras la movilidad básica del negro sea
de un gueto pequeño a uno más grande. Nunca estaremos satisfechos mientras
a nuestros hijos les sea arrancado su ser y robada su dignidad con carteles que
rezan: 'Solamente para blancos'. No podemos estar satisfechos y no estaremos
satisfechos en tanto un negro de Mississippi no pueda votar y un negro en Nueva
York crea que no tiene nada por qué votar. No, no estamos satisfechos, y no
estaremos satisfechos hasta que la justicia nos caiga como una catarata y el
bien como un torrente.
No olvido que muchos de ustedes están aquí tras pasar por grandes pruebas y
tribulaciones. Algunos de ustedes acaban de salir de celdas angostas. Algunos
de ustedes llegaron desde zonas donde su búsqueda de libertad los ha dejado
golpeados por las tormentas de la persecución y sacudidos por los vientos de la
brutalidad policial. Ustedes son los veteranos del sufrimiento creativo. Continúen
su trabajo con la fe de que el sufrimiento sin recompensa asegura la redención.
Vuelvan a Mississippi, vuelvan a Alabama, regresen a Georgia, a Louisiana, a
las zonas pobres y guetos de las ciudades norteñas, con la sabiduría de que, de
alguna forma, esta situación puede ser y será cambiada. No nos deleitemos en
el valle de la desesperación. Les digo a ustedes hoy, mis amigos, que pese a
todas las dificultades y frustraciones del momento, yo todavía tengo un sueño.
Es un sueño arraigado profundamente en el sueño americano.
Yo tengo el sueño de que un día en las coloradas colinas de Georgia los hijos de
los ex esclavos y los hijos de los ex propietarios de esclavos serán capaces de
sentarse juntos en la mesa de la hermandad.
Yo tengo el sueño de que mis cuatro hijos pequeños vivirán un día en una nación
donde no serán juzgados por el color de su piel sino por el contenido de su
carácter. ¡Yo tengo un sueño hoy!
Yo tengo el sueño de que un día, allá en Alabama, con sus racistas despiadados,
con un gobernador cuyos labios gotean con las palabras de la interposición y
la anulación; un día allí mismo en Alabama, pequeños niños negros y pequeñas
niñas negras serán capaces de unir sus manos con pequeños niños blancos y
niñas blancas como hermanos y hermanas. ¡Yo tengo un sueño hoy!
Yo tengo el sueño de que un día cada valle será exaltado, cada colina y montaña
será bajada, los sitios escarpados serán aplanados y los sitios sinuosos serán
enderezados, y que la gloria del Señor será revelada y toda la carne la verá al
unísono. Esta es nuestra esperanza. Esta es la fe con la que regresaré al sur.
Con esta fe seremos capaces de esculpir en la montaña de la desesperación
una piedra de esperanza. Con esta fe seremos capaces de transformar las
discordancias de nuestra nación en una hermosa sinfonía de hermandad. Con
esta fe seremos capaces de trabajar juntos, de rezar juntos, de luchar juntos, de
ir a prisión juntos, de luchar por nuestra libertad juntos, con la certeza de que un
día seremos libres.
Este será el día, este será el día en que todos los niños de Dios serán capaces
de cantar con un nuevo significado: 'Mi país, dulce tierra de libertad, sobre ti
canto. Tierra donde mis padres murieron, tierra del orgullo del peregrino, desde
cada ladera, dejen resonar la libertad'. Y si Estados Unidos va a convertirse en
una gran nación, esto debe convertirse en realidad. Entonces dejen resonar la
libertad desde las prodigiosas cumbres de Nueva Hampshire. Dejen resonar la
libertad desde las grandes montañas de Nueva York. Dejen resonar la libertad
desde los Alleghenies de Pennsylvania. Dejen resonar la libertad desde los picos
nevados de Colorado. Dejen resonar la libertad desde los curvados picos de
California. Dejen resonar la libertad desde las montañas de piedra de Georgia.
¡Dejen resonar la libertad de la montaña Lookout de Tennessee. Dejen resonar
la libertad desde cada colina y cada montaña de Mississippi, desde cada ladera,
dejen resonar la libertad! Y cuando esto ocurra, cuando dejemos resonar la
libertad, cuando la dejemos resonar desde cada pueblo y cada caserío, desde
cada estado y cada ciudad, seremos capaces de apresurar la llegada de ese día
en que todos los hijos de Dios, hombres negros y hombres blancos, judíos y
cristianos, protestantes y católicos, serán capaces de unir sus manos y cantar
las palabras de un viejo espiritual negro: '¡Por fin somos libres! ¡Por fin somos
libres! Gracias a Dios todopoderoso, ¡por fin somos libres!'».