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LIMITES 

DE LOS ORGANOS DEL ESTADO 
 
CAPITULO PRIMERO: INTRODUCCION
“El poder corrompe y el poder absoluto corrompe absolutamente”. Lord ACTON

1. GENERALIDADES

Escojo empezar el abordaje del tema con esa célebre frase de Lord
ACTON pronunciada allá por 1887, ya que entiendo bien podría resumir
lo que abarcará el presente trabajo. La doctrina enseña que cuando se
estudian los límites a los órganos estatales, en la práctica, lo que se aborda
es simple y llanamente, la manera como los ciudadanos nos relacionamos
con el estado estableciendo límites o salvaguardas frente al ejercicio del
poder estatal, de forma que no terminemos siendo tratados como objetos
sino como seres humanos con derechos y obligaciones, para ser respetados
y cumplidos.

Entonces, ¿Cómo enfocar los límites a los órganos estatales? ¿Será sólo un tema
jurídico? ¿O más bien se tratará, ante todo, de un tema político? O mejor: ¿Será
que cabe abarcar lo político y lo jurídico y viceversa?. Me inclino por esta
última postura, aunque debo advertirles que cualquiera sea a la que uno
decida adscribirse, le será imposible abstraerse de la peculiar visión que el
sujeto tenga del mundo. Me explico, el sujeto puede entenderlo a través de
visiones garantistas o las contrarias, a través de visiones arbitrarias y
despóticas o, las opuestas. O desde una postura intermedia. Depende
entonces de esa decisión primigenia.
Así que me adelanto en señalarles que la mía, que saldrá claramente
revelada a lo largo del presente trabajo,1 obedece a parte de lo que
doctrinalmente se conoce como el Garantismo, que siguiendo al máximo
exponente de esta corriente, el maestro Italiano Luigi FERRAJOLI2
distingue tres significados que servirán para explicar, creo fundadamente,
como es que les planteo que esta doctrina puede ser utilizada como método
adecuado para establecer límites al ejercicio del poder estatal a través de
sus órganos: el primer significado como modelo normativo de derecho, el
modelo de estricta legalidad propio del estado de derecho que en el plano
                                                            
1 Ruego al lector entenderla en toda su amplitud, esto es que no pretendo limitar y peor simplificar las
posturas expuestas al plano estrictamente penal y/o procesal –dada mi especialidad- sino, como se
advertirá de lo que se expone respecto del garantismo en sus diversas facetas, constituye el método al
que recurro para fundar la postura expuesta sobre los límites al ejercicio del poder estatal a través de sus
órganos que lo conforman.
2 FERRAJOLI, Luigi. “Derecho y razón. Teoría del Garantismo Penal”. 4ª edición, Trotta, Madrid,

2000, páginas 851 y sgtes. GIANFORMAGGIO, Letizia (edit) “Las razones del garantismo.
Discutiendo con Luigi Ferrajoli”. Editorial Temis S.A. Bogotá, 2008, págs. 15 y sgtes
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epistemológico se caracteriza como un sistema cognoscitivo o de poder mínimo, en
el plano político como una tutela capaz de minimizar la violencia y de maximizar
la libertad y en el plano jurídico como un sistema de vínculos impuestos a la
potestad punitiva del Estado en garantía de los derechos de los ciudadanos. En
segundo lugar, el garantismo es una teoría de la validez y de la efectividad
como categorías distintas no sólo entre sí, sino también distintas de la existencia o
vigencia de las normas. En este sentido, la palabra garantismo expresa una
aproximación teórica que mantiene separados el ser y el deber ser en el derecho e
incluso propone, como cuestión teórica central, la divergencia existente en los
ordenamientos complejos normativos (tendencialmente garantistas) y prácticas
operativas (tendencialmente antigarantistas), interpretándola mediante la
antinomia (…) que subsiste entre validez (e inefectividad) de los primeros y
efectividad (e invalidez) de las segundas. En tercer lugar, el garantismo
designa una filosofía política que impone al derecho y al estado la carga de la
justificación externa conforme a los bienes y a los intereses cuya tutela constituye
precisamente la finalidad de ambos. Como bien destaca
GIANFORMAGGIO si bien estos tres significados son distintos, no dejan por
3

eso de estar relacionados entre sí.

Por mi parte, añadiré que recurro a esas citas precedentes, precisamente


para justificar la postura a la que me adscribí para intentar responder la
pregunta acerca del enfoque con el que corresponde en mi criterio partir el
estudio de los límites de los órganos estatales.
Es más, sostengo que el presente estudio trata, eminentemente, de pensar
acerca de la manera en que el estado se relaciona –formal y también
efectivamente- con sus ciudadanos, lo cual resultará plasmado, también,
entre otros aspectos, en la ciencia del derecho y sus diversas materias que
lo integran.
Entre ellas aunque no exclusivamente, alcanza una especial posición la
penal (incluyendo la procesal) dada su innegable característica tantas veces
advertida en la doctrina, consistente en que develan la real naturaleza del
estado y sociedad en la que se aplican, al extremo que suele sostenerse que
el derecho penal puede servir para proteger bienes jurídicos de relevancia
de una sociedad en un momento histórico determinado (la vida, la libertad,
la propiedad, la libertad sexual, el libre pensamiento, etc) o, simplemente
usarse para reprimir al ciudadano en función a intereses ideológicos,
                                                            
3 Obra citada, páginas 16 y sgtes.
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partidistas, etc., posturas que si bien son extremas, podrían por eso admitir
en la práctica ciertas combinaciones o términos medios.
Actualmente, suele usarse el garantismo y mejor, el régimen político que
lo encarna – la democracia- por oposición a los regímenes autoritarios.
Siguiendo a Pablo DERMIZAKY4 se define al autoritarismo como el uso
arbitrario o ilegítimo de la autoridad, por lo que los regímenes absolutos o
autoritarios se tratarían de sistemas políticos con limitado y no responsable
pluralismo político, sin una ideología conductora elaborada (…) en los que un
líder, u ocasionalmente un pequeño grupo, ejercen el poder dentro de límites no
definidos, pero claramente predecibles.

Conforme a ese entendimiento, sus principales caracteres son la ausencia


de pluralismo social, político y cultural; el poder absoluto de las mayorías
en detrimento de las minorías, traducido en discriminación, dependencia e
injusticia; su estrechez normativa puesto que no se legisla para el conjunto
de la sociedad, sino sólo en favor de sus proyectos e intereses, llegando a
posterior a degenerar en el hecho que los autoritarismos desconocen sus
propias leyes y desacatan las decisiones judiciales cuando afectan sus
intereses; la centralización de órganos y funciones y el desmantelamiento
institucional.

2. DEL ESTADO ABSOLUTO AL ESTADO SOMETIDO AL


IMPERIO DEL DERECHO

¿Cuándo y en qué circunstancias se produce este tránsito del estado absoluto al


estado sometido al imperio del derecho?

Existen varias posturas doctrinales al respecto, que en todos los casos se


remontan hacia varios siglos atrás. Empero, la mayor parte de la doctrina
y sobre todo la más prestigiosa, está de acuerdo en que, al menos de cara a
la imperdible vinculación ya relevada entre lo político y lo jurídico y
viceversa, cabrá remontarse aproximadamente ocho siglos atrás, hasta
1215, para lo que será necesario empezar contándoles un pequeño cuento.
Había una vez… un rey, Juan II de Inglaterra apodado Juan Sin Tierra,
que durante esa época ejercía un reinado despótico para sus súbditos
ingleses, irlandeses y escoceses. Los barones, cansados de ese su ejercicio
despótico del poder, deciden plantearle lo que en nuestros términos

                                                            
4 “La Justicia Constitucional”, Plural Editores, 2010; páginas 47 y sgtes
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actuales podría ser seguramente un proyecto de ley, para que imprima su
sello real, con lo cual en la época la norma adquiría vigencia.
Déspota como era, el rey Juan Sin Tierra se opone a la propuesta
formulada puesto que implicaba limitar significativamente el ejercicio de
sus amplios poderes reales, por lo que los barones le amenazan abandonar
la obediencia a su autoridad, por lo que el rey decide huir a una ciudad
cercana a Londres llamada Runnymede, negándose a imponer el sello real.
Finalmente, luego de arduas negociaciones no le queda más remedio que
aceptar y es así que nace el documento que desde mi punto de vista,
constituye la más formidable contribución de los ingleses al Derecho
universal.

Nace entonces el “The Great Charter of the Liberties of England” (Gran


Documento de las Libertades de Inglaterra), conocido universalmente desde
entonces como Carta Magna; incluso así se dice comúnmente cuando se
alude a las Constituciones Políticas del Estado, que como ahora se explica,
tiene que ver con este momento histórico.

¿Cuál es su real trascendencia? La principal es que se trata esencialmente de un


primer pacto político legal entre el ciudadano y el estado -en ese momento entre
la Monarquía y sus súbditos- indiscutiblemente destinado a limitar los
poderes públicos y equilibrar las relaciones que hasta ese momento eran
claramente desiguales. Estamos entonces esencialmente ante un primer
pacto de convivencia, de forma que los poderes del poderoso, llámese rey,
jefe de estado, presidente, etc., queden equilibrados en lo que hace a la
relación Estado Versus ciudadanos, para fundamentalmente, limitarlos,
sometiéndolos a un parámetro prefijado: la norma.

En ese sentido, KUHNHARDT5 sostiene que la Carta Magna Inglesa de


1215, impuesta al rey inglés Juan Sin Tierra por los poderosos señores feudales,
constituyó un primer paso orientado a establecer un Estado de derecho, limitando
la libertad de acción del poder político y generando una mayor seguridad en los
procedimientos de persecución y juzgamiento de las personas.

Por tanto, a los efectos que ahora nos interesan, su principal trascendencia
es que se trata de un primer pacto político legal orientado a equiparar los

                                                            
5 KUHNHARDT LUDGER, “Derechos Humanos, protección de las minorías y Estado nacional”. En

Estado de Derecho y Democracia”, páginas 324 y sgtes


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poderes públicos y así evitar la arbitrariedad pública, esto es poner límites
efectivos al ejercicio del poder a través de sus órganos, frente al ciudadano.

La Carta Magna Inglesa como germen del Debido Proceso


A partir de la célebre Carta Magna Inglesa, el derecho celebra el
nacimiento de un conjunto de formidables institutos que perviven
sólidamente en la actualidad y lo hacen hoy prácticamente de manera
prácticamente universal. Veamos algunos de ellos, no sin antes destacar de
manera expresa, que no sólo abarcan aspectos de corte procesal sino
también material y en varias de las ramas que ahora integran el derecho
contemporáneo. Por ejemplo (mantengo la redacción original, obviamente
traducida):

- (2) Si fallece algún conde, barón u otra persona que posea tierras
directamente de la Corona, con destino al servicio militar, y a su muerte el
heredero fuese mayor de edad y debiera un "censo"(o "relief '), dicho
heredero entrara en posesión de la herencia al pagar la antigua tarifa del
"censo", es decir, el o los herederos de un conde pagaran 100 (cien) libras
por toda la baronia del conde, los herederos de un caballero (knight) 100
(cien) chelines (shillings) como máximo por todo el "feudo" ("fee") del
caballero, y cualquier hombre que deba menor cantidad pagara menos, con
arreglo a la usanza antigua de los "feudos".

- (3) Pero si el heredero de esa persona fuese menor de edad y estuviese bajo
tutela, cuando alcance la mayoría de edad entrara en posesión de su
herencia sin tener que pagar "censo" o derecho (fine) real.

- (7) A la muerte del marido toda viuda podrá entrar en posesión de su dote
y de su cuota hereditaria inmediatamente y sin impedimento alguno. No
tendrá que pagar nada por su dote, por presentes matrimoniales o por
cualquier herencia que su marido y ella poseyesen conjuntamente el día de
la muerte de aquel, y podrá permanecer en la casa de su marido cuarenta
días tras la muerte de este, asignándosele durante este plazo su dote.

- (9) No ocuparemos tierras ni rentas de la tierra en pago de deuda alguna,


mientras el deudor tenga bienes muebles (movable goods) suficientes para
satisfacer el debito. Los fiadores del deudor no serán apremiados mientras
el deudor mismo pueda pagar la deuda. Si por falta de medios el deudor
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fuese incapaz de satisfacerla, saldrán responsables sus fiadores, quienes, si
lo desean, podrán incautarse de las tierras y rentas del deudor hasta que
obtengan el reembolso del debito que le hayan pagado, a menos que el
deudor pueda probar que ha cumplido sus obligaciones frente a ellos.

- (17) Los litigios ordinarios ante los Tribunales no seguirán por doquier a
la corte real, sino que se celebraran en un lugar determinado.

- (20) Por simple falta un hombre libre será multado únicamente en


proporción a la gravedad de la infracción y de modo proporcionado por
infracciones mas graves, pero no de modo tan gravoso que se le prive de su
medio de subsistencia (livelihood) Del mismo modo, no se le confiscara al
mercader su mercancía ni al labrador los aperos de labranza, en caso de
que queden a merced de un tribunal real. Ninguna de estas multas podrá
ser impuesta sin la estimación de hombres buenos de la vecindad.

- (21) Los duques y barones serán multados únicamente por sus pares y en
proporción a la gravedad del delito.

- (24) Ningún corregidor (sheriff), capitan (constable) o alguacil (coroner) o


bailio podrá celebrar juicios que competan a los jueces reales.

- (27) Si un hombre libre muere sin haber hecho testamento (If a free man
dies intestate), sus bienes muebles serán distribuidos a sus parientes más
próximos y a sus amigos, bajo la supervisión de la Iglesia, si bien serán
salvaguardados los derechos de sus deudores (debtors).

- (30) Ningún corregidor, bailio u otra persona podrá tomar de un hombre


libre caballos o carros para el transporte sin el consentimiento de aquel.

- (34) No se expedirá en lo sucesivo a nadie el requerimiento llamado


"precipe" respecto a la posesión de tierras, cuando la expedición del mismo
implique la privación para algún hombre libre del derecho a ser juzgado
por el tribunal de su propio señor.
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- (36) En lo sucesivo no se pagara ni se aceptara nada por la expedición de
un auto de investigación de vida y bienes (writ of inquisition of life and
limbs), el cual se otorgara gratis y no podrá ser denegado.

- (38) En lo sucesivo ningún bailio llevara a los tribunales a un hombre en


virtud únicamente de acusaciones suyas, sin presentar al mismo tiempo a
testigos directos dignos de crédito sobre la veracidad de aquellas.

- (39) Ningún hombre libre podrá ser detenido o encarcelado o privado de


sus derechos o de sus bienes, ni puesto fuera de la ley ni desterrado o
privado de su rango de cualquier otra forma, ni usaremos de la fuerza
contra el ni enviaremos a otros que lo hagan, sino en virtud de sentencia
judicial de sus pares y con arreglo a la ley del reino.

- (40 )No venderemos, denegaremos ni retrasaremos a nadie su derecho ni la


justicia.

- (44 ) Las personas que vivan fuera de los bosques no estarán obligadas en
lo sucesivo a comparecer ante los jueces reales forestales en virtud de
requerimientos generales, a menos que se hallen efectivamente implicadas
en actuaciones o sean fiadores de alguien que haya sido detenido por un
delito forestal.

- (45) No nombraremos jueces, capitanes, corregidores ni bailios sino a


hombres que conozcan las leyes del Reino y tengan el propósito de
guardarlas cabalmente.

- (52). A quien hayamos privado o desposeido de tierras, castillos, libertades


o derechos sin legítimo juicio de sus pares se los devolveremos en el acto. En
casos litigiosos el asunto será resuelto por el juicio de los veinticinco
barones a que se refiere mas adelante la clausula de garantía de la paz. En
el supuesto, sin embargo, de que algún hombre haya sido privado o
desposeido de algo que este fuera del ámbito legitimo de enjuiciamiento de
sus pares por nuestro padre el Rey Enrique o nuestro hermano Ricardo, y
que permanezca en nuestras manos o este en posesión de terceros por
concesión nuestra, tendremos una moratoria por el periodo generalmente
concedido a los Cruzados, a menos que estuviese pendiente un litigio
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judicial o que se hubiese entablado una indagación por orden nuestra, antes
de que tomáramos la Cruz en calidad de Cruzados. A nuestro regreso de la
Cruzada o, si desistimos de ella, haremos inmediatamente justicia por
entero.

- (54). Nadie será detenido o encarcelado por denuncia de una mujer por
motivo de la muerte de persona alguna, salvo el mando de aquella.

- (55). Todas las multas que se nos hayan pagado injustamente y contra la
ley del reino, y todas las multas que hayamos impuesto sin razón, quedan
totalmente remitidas o bien serán resueltas por sentencia mayoritaria de los
veinticinco varones a que se refiere mas adelante la clausula de
salvaguardia de la paz, así como de Esteban, arzobispo de Canterbury, si
pudiere asistir, y cuantos otros quiera el traer consigo. Si el arzobispo no
puede asistir, continuaran las actuaciones sin el, pero si uno cualquiera de
los veinticinco barones fuere parte en el litigio, no se tendrá en cuenta su
juicio y se elegirá y tomara juramento a otro en su lugar, como suplente
para la materia en cuestión, por el resto de los veinticinco.

- (56) En caso de que hayamos privado o desposeido a algún gales de tierras,


libertades o cualquier otro bien en Inglaterra o en Gales, sin legitima
sentencia de sus pares, aquellas le serán devueltas sin demora. Todo litigio
en la materia será dirimido en las Marcas (in the Marches) mediante
sentencia de los pares de la parte. Se aplicara la ley inglesa a las tierras
que se posean en Inglaterra, la ley galesa a las que posean en Gales y la de
las Marcas a las que se posean en las Marcas. Los galeses nos trataran a
Nos y a los nuestros de la misma manera.

- (57) En caso de que un gales haya sido privado o desposeido de algo, sin
haber mediado legitima sentencia de sus pares, por nuestro padre el Rey
Enrique o nuestro hermano el Rey Ricardo y el bien en cuestión
permanezca en nuestro poder o este en posesión de terceros por concesión
nuestra, tendremos moratoria por el lapso generalmente reconocido a los
Cruzados, a menos que estuviese ya pendiente algun litigio judicial o se
hubiese entablado una indagación por orden nuestra, antes de tomar Nos
la Cruz como Cruzado, pero a nuestro regreso de la Cruzada o de modo
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inmediato si desistimos de ella, haremos plenamente justicia con arreglo a
las leyes de Gales y de dichas regiones.

- (60) Todas las franquicias y libertades que hemos otorgado serán


observadas en nuestro reino en cuanto se refiera a nuestras relaciones con
nuestros súbditos. Que todos los hombres de nuestro reino, sean clérigos o
legos, las observen de modo semejante en sus relaciones con sus propios
vasallos.

¿Cuáles son los institutos jurídicos contemporáneos que pueden reconocerse en


germen? Varios, por ejemplo el derecho al Juez Natural, competente y
predeterminado por la Ley; el derecho a los recursos; el derecho a producir
prueba, el derecho a ser juzgado por sus propios pares (juicio por jurados),
normas sobre impuestos, herencias, manejo de tierras y bienes en general
respetando la propiedad del ciudadano y muchos otros que hoy por hoy
son prácticamente universalmente indiscutibles y que desde el siglo
pasado son englobados bajo la macrogarantía del Debido Proceso (aunque
todavía no con esa denominación, que surge mucho más tarde).
Pero, en términos generales insisto con la idea que estamos ante un pacto
político jurídico entre el poder y el ciudadano, destinado a limitar el
ejercicio del poder público, a establecer límites a su ejercicio.
Se trata entonces de un documento valioso para cualquier abogado y
político que, hoy viendo con sus ojos del Siglo XXI, reconoce en este
documento de hace ocho siglos atrás, el verdadero germen, incluso para
muchos, del derecho de corte garantista orientado en definitiva a limitar el
ejercicio del poder público.

La Carta Magna Leonesa de Alfonso IX

Hasta aquí me referí a la doctrina desde el punto de vista de los ingleses,


pero en homenaje a la doctrina española, tengo también que hacerlo sobre
la Carta Magna de Alfonso IX que se sostiene por parte de la doctrina
ibérica especialmente, que data de incluso antes y que fuera también
antecedente del instituto del Debido Proceso.
En el año 1188 muere el padre del Rey Alfonso IX y le tocaba asumir el
trono a su hijo mayor Alfonso IX de 16 años, pero su madrastra llamada
Urraca pretendía que asumiera el trono su otro hijo llamado Sancho.
Entonces, Alfonso IX, convoca a una reunión extraordinaria de todas las
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comarcas, reunión que hoy es considerada como la primera de las Cortes
Europeas, donde nace esta Carta Magna Leonesa otorgada el año 1188,
que según postula la doctrina española, marcaría el nacimiento del Debido
Proceso. La Carta Magna Leonesa de Alfonso IX, refiere:

“En el nombre de Dios. Yo Don Alfonso, rey de León y Galicia, al celebrar


las Cortes en León junto con el arzobispo, los obispos, los magnates de mi
reino y los ciudadanos elegidos por cada ciudad, decreto y aseguro,
mediante juramento, que conservaré para todos los clérigos y laicos de mi
reino las buenas costumbres establecidas por mis predecesores. También
decreto y juro que si alguien hiciera o me presentara una delación contra
otro, sin demora descubriré el delator al delatado, y si (el primero) no
pudiera probar, en mi curia, la delación que hizo, sufra la pena que debería
sufrir el delatado si la delación fuera comprobada. También juro que por
la delación que se me hiciera contra alguien o por el mal que de alguien se
me dijera, no le hará mal o daño ni en su persona ni en sus bienes, antes de
llamarlo por cartas a mi curia para estar a derecho, según lo que ordenare
mi curia; y si no se comprobara (la delación o el mal) el que hizo la
delación sufra la pena sobredicha y además pague los gastos que hizo el
delatado en ir y volver. Prometo también que no haré guerra ni paz ni
tomaré acuerdos sin reunir a los obispos, nobles y hombres buenos, por cuyo
consejo debo guiarme. Establezco además que ni yo ni nadie de mi reino
destruiremos o invadiremos casa ajena ni cortaremos viñedos o árboles de
otros. El que tenga quejas contra alguien acuda a mí o al señor de la tierra
o a los justicias establecidos por mí, por el obispo, o por los señores. Y si
aquel contra quien se dirige la queja quisiera dar fiador o prenda de que
estará a derecho según su fuero, no padezca daño alguno. Pero si no
quisiera hacerlo, el señor de la tierra o los justicias oblíguenlo (a estar a
derecho), según fuere justo. Si el señor de la tierra o los jueces se negaran,
denúncieseme con el testimonio del obispo y de los buenos hombres, y yo haré
justicia. También prohíbo terminantemente que alguien haga asonadas en
mi reino; pídaseme justicia, como se ha dicho antes. Si alguien las hiciera,
pagará el doble del daño causado y perderá mi amor, el beneficio y la
tierra, si la tuviese en derecho. Ordeno también que nadie se atreva a
apoderarse por fuerza de bienes muebles o inmuebles poseídos por otro.
Quien se apoderara de ellos, restitúyalos doblados al que padeció violencia.
Dispongo además que nadie tome prenda sino por medio de los justicias o
alcaldes establecidos por mí. Ëstos y los señores de la tierra apliquen
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fielmente el derecho a todos los querellantes, en las ciudades y en los alfoces.
Si alguno tomase prenda de otro modo, sea castigado como violento
invasor, y de igual manera quien prendase bueyes o vacas que sirvan para
arar, o las cosas que el agricultor tiene consigo en el campo, o el mismo
cuerpo del campesino. Y si alguien pignorase o prendase como se ha dicho
antes, sea castigado y excomulgado. Quien negase haber hecho violencia
para librarse de la pena antedicha, dé fiador de acuerdo con el fuero y las
antiguas costumbres de su tierra, e inquiérase luego si a hecho o no
violencia y según esa averiguación satisfaga de acuerdo con la fianza
dada. Los investigadores sean designados por consentimiento del acusador
o del acusado; y si ellos no estuvieran de acuerdo, sean elegidos entre
aquellos que pusisteis en la tierra. Si los justicias y alcaldes, por consejo de
los sobredichos hombres o quienes tienen mi tierra, pusieran para hacer
justicia a los que deben tener los sellos por medio de los cuales amonestan a
los hombres, hagan derecho a los querellantes y dénme testimonio de cuáles
son las querellas de los hombres y si son verdaderas o no. Decreto también
que si algún juez negase justicia al querellante o la postergase
maliciosamente y hasta el tercer día no aplicara el derecho, aquél presente
ante alguna de las nombradas autoridades testigos por cuya declaración se
manifieste la verdad del hecho; y oblíguese a la justicia a pagar doblados al
querellante tanto la cuantía de la demanda como los gastos. Si por
casualidad todos los jueces de aquella tierra negaran justicia al querellante,
presente el testimonio de buenos hombres, por medio de los cuales pruebe
(sus derechos); y luego, sin incurrir en pena, tome prenda en lugar de los
jueces y alcaldes tanto por la cuantía de la demanda como por los gastos,
para que los justicias le paguen el doble, y también paguen el doble por el
daño que pudiera sobrevenir a aquel a quien prendara”

Substrayéndome del debate acerca de inclinarse por otorgar mayor valía a


las Cartas Magnas Inglesas o Españolas, en la práctica se advierte que a
partir de esos momentos, se han emitido sostenidamente un conjunto de
instrumentos universales que fortalecen sus razonamientos fundados
esencialmente en limitar el ejercicio del poder en favor de los ciudadanos;
por ejemplo entre algunos pocos, la Carta Germánica de 1532 y, más
adelante, en ocasión de la Revolución Francesa donde también se recogen
esos postulados.
En materia penal, varios siglos después en 1813, Anselmus VON
FEUERBACH, es el penalista Alemán que formula en el Código Penal de
LIMITES DE LOS ORGANOS DEL ESTADO 
 
Baviera, el célebre: “Nullum crimen nulla poena sine previa lege” (No hay
delito, ni pena sin ley previa), principio que actualmente es el rector
indiscutible del derecho penal contemporáneo, encontrándose recogido
prácticamente en todos los instrumentos internacionales universales y
regionales de derechos humanos. Junto con el derecho al juicio (proceso
previo), ambos institutos son –por gran parte de la doctrina- extraídos a
partir del punto 39 de la Carta Magna Inglesa.

3. EL DEBIDO PROCESO, COMO MACROGARANTIA

Esta regulación original cuya trascendencia no sólo se ha mantenido a lo


largo de todos estos ocho siglos, sino que se ha fortalecido universalmente
al ser recogido por todos los instrumentos internacionales de derechos
humanos, consiste entre otras consecuencias, en que nadie puede ser
juzgado y peor condenado, sin antes haber sido oído y vencido en juicio,
pero no con base a cualquier norma sino con arreglo a la ley preexistente
al acto y ante el juez natural, competente y predeterminado por la ley.
No obstante, sus valiosísimas consecuencias trascienden mucho más allá
de lo estrictamente penal y de lo estrictamente jurídico, para, insisto con la
idea, establecer límites ciertos al ejercicio del poder, con lo que en criterio
de muchos, surge la idea del estado de derecho o mejor todavía, del estado
sujeto al imperio del derecho.
Actualmente, la doctrina en su mayor parte, propugna la idea de
considerar el Debido Proceso como una macrogarantía, esto es como la
“madre de todas las garantías” estando por tanto integrada por un conjunto
no limitativo de derechos y garantías orientadas no sólo a lograr un
resultado justo (sentencia), sino mucho más allá: a controlar efectivamente
el ejercicio del poder público, de forma que este no sea usado
arbitrariamente, lo que deja traslucir claramente que supera lo
estrictamente jurídico.
Formalmente, nuestra actual CPE no se adscribe a tal corriente, aunque
remarco sólo de manera formal –por la limitada redacción de sus arts.
115.II y 117, que lo consideran como una más de las garantías entre
muchas otras- aunque desarrolla en sus diferentes artículos, un conjunto
significativo de las garantías que lo integran.
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4. EL ESTADO DE DERECHO Y SU REAL SIGNIFICACION

Así las cosas, cabrá entonces preguntarse ¿Cuáles son los lineamientos
esenciales del estado sujeto al imperio del derecho?. Como no podría ser de otra
manera, existen variadísimas posturas que pretenden responder dicha
interrogante, empero, sin pretensión de ser exhaustivo en el tema, les
ofrezco algunas pocas que logran concentrar sus principales elementos.

Para STERN, Klaus6 significa: “el ejercicio del poder político sobre la base de
las leyes constitucionales con el objeto de asegurar la libertad, justicia y seguridad
jurídica”; por lo que se encuentra conformado por dos componentes
esenciales: a) el Estado (como forma de organización política) y b) el
derecho (como conjunto de las normas que rigen el funcionamiento de una
sociedad), siendo así entonces relevante, que el poder del Estado se
encuentre claramente limitado por el derecho.
De ahí también sale que el Estado de derecho surge por oposición al
Estado absolutista, donde el rey se encontraba por encima de todos los
ciudadanos y las normas legales, pudiendo ordenar y mandar libremente
sin que ningún otro poder que le hiciera contrapeso, pues sólo el poder
logra frenar al poder.
El Estado de derecho, en cambio, supone que el poder surge del mismo
pueblo, cuando elige a sus representantes para ejercer el gobierno. Por eso
también se explica que con el desarrollo de la idea sobre el Estado de
derecho, aparece paralela y naturalmente la división de poderes o
funciones (entre Poder Legislativo, Poder Judicial y Poder Ejecutivo),
instancias que en el estado absolutista, se concentraban todos en la figura
del rey (en ésa época).

Con tales bases, podría sostenerse que actualmente un estado de derecho es


un estado democrático, cuya actividad se ve determinada y regulada por el
derecho, para fundamentalmente limitar el ejercicio del poder político en beneficio
de la libertad individual, pues no es el hombre el que está al servicio del
estado sino el estado en función al hombre.
Ciertamente, esta postura –de las varias posibles - se asienta en lo que
muchos autores denominan liberalismo, esto es que tiende a exigir respeto
de los derechos del ciudadano y la sociedad civil frente al estado, limitando
                                                            
6 En “Estado de derecho y democracia. Una introducción”. THESING, Josef., “Estado de derecho y

democracia” Konrad Adenauer Stiftug – CIEDLA; Buenos Aires, 1997, páginas 19 y sgtes
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entonces su poder en todos los ámbitos incluyendo especial aunque no
exclusivamente el punitivo y, aunque parezca extraño, aquí sostengo
constituye la tendencia que incluso la nueva Constitución Política del
Estado de Bolivia (NCPE en adelante) nos ofrece, a partir del no sólo
amplio, sino amplísimo catálogo de derechos –individuales y también de
otra índole- que nos franquea la misma, extremo que surgirá hasta
elementalmente, de sólo comparar los derechos y garantías que hasta el
momento cursaban en las anteriores constituciones y la actual; extremo a
ser constatado más adelante.7

La evolución del estado de derecho

En ese orden, la doctrina, especialmente la alemana enseña que el concepto


de estado de derecho fue introducido al pensamiento político europeo hacia
la primera mitad del siglo XIX, traducido esencialmente como demanda de
control jurídico y moderación política para el poder político, además del reclamo
de garantías para la libertad personal8, aunque como destaca el mismo autor,
la idea de concebir una constitución capaz de evitar una desvirtuación tiránica del
poder público, se remonta a la edad antigua, cuando durante los siglos XVII y
VIII comienzan a desarrollarse en Inglaterra y Francia, los principios en los
que se basaría más tarde la división de poderes, y cuya meta era domesticar y
controlar el poder público en beneficio de la libertad personal. Surge también en
ésas épocas la noción de la libertad natural del hombre, imponiéndole para
ello –al poder público- límites infranqueables, lo que terminó
desencadenando toda una revolución de la teoría constitucional de la edad
moderna.9
Entre los teóricos sobre el estado de derecho, se reconoce principalmente
al alemán Roberth VON MOHL a quien incluso se le atribuye haber usado
por primera vez esa denominación Rechtsstaat (aunque otros le atribuyen a
Immanuel Kant), aquél sostenía: “es, a saber, la libertad del ciudadano como
base de todo estado de derecho. El ciudadano puede y debe moverse libremente en
cualquier dirección que le permita perseguir un fin razonable, siempre que no
afecte derechos de terceros, ni perjudique a la comunidad. El único propósito del

                                                            
7 Puede ampliarse el tema, consultando por ejemplo la interesante Tabla 3 Derechos Fundamentales y

Garantías, en “Introducción al nuevo sistema constitucional boliviano” Carlos Böhrt Irahola,


MIRADAS, Nuevo Texto Constitucional; Universidad San Andrés, Vicepresidencia del Estado, IDEA;
La Paz, 2010; págs.. 38 y sgtes.
8 Wolfgang Horn, en “Rasgos básicos del estado de derechos según la ley fundamental alemana” en

“Estado de Derecho y democracia”, págs. 49 y sgtes


9 Obra citada, págs. 49 y sgtes
LIMITES DE LOS ORGANOS DEL ESTADO 
 
estado y de todas y cada una de sus instituciones es hacer posible esta libertad y
protegerla”.

Conforme a ese razonamiento, incluía fundamentalmente estos aspectos: a)


rechazaba la idea del Estado como un orden divino, superior al hombre,
interpretándolo en cambio como una institución política al servicio del individuo,
b) consideraba como objetivo primordial del estado garantizar la libertad
personal, posibilitando y salvaguardando así el libre desenvolvimiento de las
personas; y c) deducía a partir de lo anterior a determinadas ideas acerca de la
estructura del Estado, cuya organización debía asegurar la libertad personal de
todos los ciudadanos.

Naturalmente que esta idea fundada en el rol principal de la libertad del


ser humano alcanzó su máxima expresión en la Declaración de los
Derechos Humanos de la Revolución Francesa (1789) y en la Declaración
de Independencia de los Estados Unidos de Norte América (1776) y en
una serie de instrumentos posteriores; aunque nuevamente, la mayor parte
de la doctrina no puede obviar la validez de la célebre Carta Magna
Inglesa de 1215 como hito histórico sobre el tema.
Eso sí, la crítica surge señalando que en ese caso las libertades concretas
del medioevo estaban insertas en el orden estamentario (recuérdese que
fueron los nobles quienes defendieron sus derechos frente al rey Juan Sin
Tierra) y, por tanto, sólo quedaron limitadas a los miembros de
determinadas castas sociales; en cambio esta nueva definición de libertad,
considera al ser humano como individuo sin importar aquellas odiosas
disquisiciones antes formuladas, siendo su libertad interpretada como un
derecho anterior a la existencia misma del estado que el poder público no
estaba legitimado para otorgar y simplemente, debía reconocer.
La primera consecuencia de ese entendimiento sobre la libertad es la
resultante demanda de igualdad ante la ley, surgida precisamente por
oposición a la desigualdad jurídica que hasta ese momento había
caracterizado la organización de esas sociedades fuertemente clasistas.
Inmediatamente luego, surgen también reclamos sobre la organización
del estado, a partir del razonamiento consistente en que si el estado debía
garantizar las condiciones para el libre desenvolvimiento de la persona,
ésta debía dejar de ser considerada y peor tratada como mero objeto del
poder público, para ahora convertirse en sujeto activo con plena
LIMITES DE LOS ORGANOS DEL ESTADO 
 
participación en las funciones del nuevo estado así concebido, con lo que
también nace la representación popular con función legislativa.10

Así es que surge la ley como el concepto clave de la idea del estado de
derecho. Pero ¿A qué tipo de ley me estoy refiriendo a los efectos que ahora nos
interesan? A una norma cuya característica principal esté asentada en: a) su
validez o aplicación general; y, b) su fuerza vinculante para todos, es decir,
tanto para la autoridad pública como para los ciudadanos. De esa manera,
la función principal de la ley se explicaría en impedir el avasallamiento de
las libertades de los ciudadanos, en fijar límites ciertos al ejercicio del
poder público.

¿De qué manera? Facilitando que las actividades estatales sean controlables
y previsibles; o como explica HORN11 la ley tomó estado de garante de la
libertad personal, conjugando el derecho a la autodeterminación del individuo con
la voluntad política.

Más adelante, es decir hasta mediados del S. XIX surge en Alemania y


parte de Europa, todo un movimiento constitucional que afirma y fortalece
la idea del estado de derecho, pudiéndose identificar entre sus derivaciones
más importantes a las que siguen: a) el reconocimiento de las libertades
civiles; b) la igualdad de derechos; c) la participación de la representación
del pueblo en la legislación; d) la seguridad jurídica; e) la independencia
de la justicia; y f) las garantías jurídicas, especialmente las concedidas en el
ámbito del derecho penal (fundamentalmente a partir del celebrísimo nulla
poena sine previa lege).12

Puede entonces sostenerse que el estado de derecho esta esencialmente


caracterizado por un estado sujeto al imperio del derecho, entendido este
                                                            
10 Obra citada, páginas 50 y sgtes
11 Obra citada, pág 51
12 En estos dos últimos incisos, cabe destacar que la razón principal para remarcar estas garantía

consiste en que el peor ejercicio de la fuerza estatal se realiza precisamente a partir del derecho penal, de
ahí que surjan estas garantías como los mejores mecanismos contra el ejercicio arbitrario del mayor
poder que tiene el estado, al extremo que pueda –legalmente- actuar sobre la vida o la libertad de sus
ciudadanos. Por ejemplo, recuérdese lo acontecido en Alemania durante el nacionalsocialismo cuando se
dictó el “Decreto de emergencia para protección del pueblo y del estado” (28 de febrero de 1933)
suspendiendo las principales garantías consagradas en la Constitución de Weimar, como el principio de
legalidad, la libertad personal e inalienabilidad domiciliaria, la libertad de opinión y prensa, la libertad de
asociación y reunión, la libertad de la propiedad, secreto postal y de telecomunicaciones. Se eliminó
también la división de poderes mediante la “Ley de Otorgamiento de poderes” (24 de marzo de 1933)
transfiriendo al gobierno (ejecutivo) la facultad de legislar e incluso, en 1942 el Parlamento exceptuó
expresamente al Führer de la obligación de sujetar sus actos a las disposiciones legales vigentes; lo peor
fue que de esa manera se destruyó la independencia de la justicia para convertirla en un instrumento
político que permitía a los nazis perpetuarse en el ejercicio del poder y, en particular se recurrió al
derecho penal y al procesal penal para destruir las bases del estado de derecho.
LIMITES DE LOS ORGANOS DEL ESTADO 
 
de manera sumamente amplia, lo cual también obedece a un proceso
posterior determinado esencialmente por el apogeo de los estados
modernos caracterizados por la vigencia ya no sólo de leyes (en sentido
estricto) sino, por Constituciones Políticas como las verdaderas normas
supremas de aplicación preferente por encima de cualesquier otra norma
jurídica interna.
En todos los supuestos, surge una nota esencial y determinante para lo
hasta aquí expuesto: es la ley (sea la Constitución Política o la ley
ordinaria, es decir en sentido genérico) la que se constituye en la
herramienta destinada para limitar taxativamente el ejercicio del poder
público y así, tratar de equilibrar la –siempre conflictiva- relación entre los
ciudadanos y el estado, a través de sus órganos.

5. EL CASO BOLIVIANO: ¿SOLO ESTADO SOMETIDO AL


IMPERIO DE LA LEY?

¿Cuál fuera el entendimiento sobre el caso boliviano a partir de la vigencia de la


NCPE? ¿Se trata de un estado sometido al imperio de la ley, de la Constitución y
de algunas otras normas más?

Empiezo señalando que conforme al art. 1 de la NCPE, Artículo 1: Bolivia


se constituye en un Estado Unitario Social de Derecho Plurinacional
Comunitario, libre, independiente, soberano, democrático, intercultural,
descentralizado y con autonomías. Bolivia se funda en la pluralidad y el
pluralismo político, económico, jurídico, cultural y lingüístico, dentro del proceso
integrador del país.

Dejando de lado lo unitario, el término estado social de derecho surge


como consecuencia del llamado constitucionalismo social, caracterizado
entre otras, por las Constituciones de Queretaro (1917) y Weimar (1919)
que marcan el proceso de transición del estado de derecho al estado social
de derecho, a partir de las desigualdades económicas que aquél ya en su
momento no pudo superar.
Herman HELLER13 planteó este nuevo enfoque del estado de derecho
como una superación del original, añadiendo que a las anteriores
características ya remarcadas de aquél estado, en el estado social de
derecho, cabría además considerar: a) el principio de razonabilidad, por
                                                            
13 Principalmente en su obra capital TEORIA DEL ESTADO, Fondo de Cultura Económica, México,

1987
LIMITES DE LOS ORGANOS DEL ESTADO 
 
el que la organización estatal debe tender a la integración y no a la
estratificación de la sociedad; y b) el principio de equidad, por el que se
tiende a equiparar las diferencias sociales existentes. Así se pretende, entre
otros objetivos, que los beneficios de la actividad económica se extiendan a la
sociedad entera en relación a los esfuerzos personales, pero evitando extremos de
privación o injusticias.

El tratadista HORN14 enseña que, originalmente el principio del estado de


derecho estaba basado en la idea de una sociedad civil capaz de regularse a sí
misma y que sólo requería la protección del estado y la certeza de no ser invadida
en su independencia por él mismo. El principio del estado social en cambio, debió
su nacimiento precisamente al fracaso del estado de derecho en encontrar una
solución a la problemática social, por lo que el principio del estado de derecho
sostenía que el individuo era capaz de desenvolverse libremente en la
sociedad, en la medida en que el estado no interfería en su vida, mientras
que por el contrario, el principio del estado social, contiene el reclamo de
una mayor intervención del estado en el orden social en consideración a que el
individuo estaba amenazado por las relaciones de poder y dependencia existentes
en la sociedad misma.

La concepción de Bolivia como un estado social de derecho, puede


encontrar correspondencia con muchas de las normas que contiene la
NCPE, así por ejemplo, su art. 8.II: El Estado se sustenta en los valores de
unidad, igualdad, inclusión, dignidad, libertad, solidaridad, reciprocidad, respeto,
complementariedad, armonía, transparencia, equilibrio, igualdad de
oportunidades, equidad social y de género en la participación, bienestar común,
responsabilidad, justicia social, distribución y redistribución de los productos y
bienes sociales, para vivir bien.

También, su art. 9 referido a los fines y funciones esenciales del estado: 1.


Constituir una sociedad justa y armoniosa, cimentada en la descolonización, sin
discriminación ni explotación, con plena justicia social, para consolidar las
identidades plurinacionales. 2. Garantizar el bienestar, el desarrollo, la seguridad
y la protección e igual dignidad de las personas, las naciones, los pueblos y las
comunidades, y fomentar el respeto mutuo y el diálogo intracultural, intercultural
y plurilingüe. 3. Reafirmar y consolidar la unidad del país, y preservar como
patrimonio histórico y humano la diversidad plurinacional. 4. Garantizar el
cumplimiento de los principios, valores, derechos y deberes reconocidos y
                                                            
14 En “Estado de derecho y estado social” en “Estado de Derecho y democracia”, páginas 173 y sgtes.
LIMITES DE LOS ORGANOS DEL ESTADO 
 
consagrados en esta Constitución. 5. Garantizar el acceso de las personas a la
educación, a la salud y al trabajo. 6. Promover y garantizar el aprovechamiento
responsable y planificado de los recursos naturales, e impulsar su
industrialización, a través del desarrollo y del fortalecimiento de la base
productiva en sus diferentes dimensiones y niveles, así como la conservación del
medio ambiente, para el bienestar de las generaciones actuales y futuras.

Obviamente, cabría además considerar todo el amplísimo capítulo referido


a los derechos sociales y económicos, (arts. 33 y sgtes) integrados por el
derecho al medio ambiente; derecho a la salud y a la seguridad social;
derecho al trabajo y al empleo; derecho a la propiedad; derechos de la
niñez, adolescencia y juventud; derechos de las familias; derechos de las
personas adultas mayores; derechos de las personas con discapacidad;
derechos de las usuarias y los usuarios y de las consumidoras y
consumidores.
No obstante lo expuesto, estimo que las preguntas formuladas al inicio del
presente apartado no han sido todavía suficientemente respondidas, es
decir, ¿Bolivia con su NCPE es un estado sólo sometido a la ley? Sostengo que
no al menos en sentido genérico, sino que la NCPE abarca mucho más que
la propia ley como el límite del ejercicio del poder público, ya que contiene
un conjunto de disposiciones que no sólo limitan lo dicho a la norma
ordinaria, sino mucho más allá; veamos:

- El art. 410 de la NCPE sostiene que: “I. Todas las personas,


naturales y jurídicas, así como los órganos públicos, funciones públicas e
instituciones, se encuentran sometidos a la presente Constitución.
II. La Constitución es la norma suprema del ordenamiento
jurídico boliviano y goza de primacía frente a cualquier otra
disposición normativa. El bloque de constitucionalidad está integrado
por los Tratados y Convenios internacionales en materia de Derechos
Humanos y las normas de Derecho Comunitario, ratificados por el país.
La aplicación de las normas jurídicas se regirá por la siguiente jerarquía,
de acuerdo a las competencias de las entidades territoriales: 1.-
Constitución Política del Estado. 2.- Los tratados internacionales 3.- Las
leyes nacionales, los estatutos autonómicos, las cartas orgánicas y el resto de
legislación departamental, municipal e indígena. 4.- Los decretos,
reglamentos y demás resoluciones emanadas de los órganos ejecutivos
correspondientes.
LIMITES DE LOS ORGANOS DEL ESTADO 
 
De esta manera, la NCPE establece taxativamente límites al ejercicio del
poder público y también al quehacer de todos los ciudadanos, a lo previsto
por la Constitución, declarando además que esta norma goza de primacía
frente a cualesquier otra disposición normativa, estableciendo luego
incluso que la aplicación de las normas jurídicas se regirá por la jerarquía
descrita en la última parte del pfo. II del art. 410 constitucional.
Sin embargo, la propia norma constitucional establece –en criterio de
varios de manera sumamente contradictoria- claras excepciones a la
jerarquía anterior, las que planteo pueden ser clasificadas en los siguientes
dos órdenes:

- Una de corte limitado a los denominados “Estados de excepción”


que con base al art. 13-IV de la propia NCPE, proclama que: Los
tratados y convenios internacionales ratificados por la Asamblea
Legislativa Plurinacional, que reconocen los derechos humanos y que
prohíben su limitación en los Estados de Excepción prevalecen en el
orden interno. Los derechos y deberes consagrados en esta Constitución
se interpretarán de conformidad con los Tratados internacionales de
derechos humanos ratificados por Bolivia.

Se trata entonces de una remisión, en este caso limitada a situaciones de


estados de excepción, a una prevalencia de los tratados e instrumentos
internacionales que en ese caso, no sólo deben ser aplicados de esa manera
sino incluso, de otra previsión en sentido que los derechos y deberes
constitucionales serán interpretados conforme aquellos instrumentos
internacionales.

- Más importante -dada su generalidad- es la norma constitucional


del art. 256 de la NCPE: I. Los tratados e instrumentos internacionales
en materia de derechos humanos que hayan sido firmados, ratificados o a
los que se hubiera adherido el Estado, que declaren derechos más
favorables a los contenidos en la Constitución, se aplicarán de
manera preferente sobre ésta. II. Los derechos reconocidos en la
Constitución serán interpretados de acuerdo a los tratados
internacionales de derechos humanos cuando éstos prevean normas más
favorables.

De esta manera, resulta que la propia norma constitucional autoriza


expresamente la aplicación de los tratados e instrumentos internacionales
LIMITES DE LOS ORGANOS DEL ESTADO 
 
que declaren derechos más favorables que los contenidos en la misma en
materia de derechos humanos, criterio que además alcanza a su
interpretación.

Ahora bien: ¿Qué consecuencias acarrea para nuestro estudio tales normas
constitucionales? Permite sostener que el estado boliviano no sólo es un
estado sometido al imperio de la ley, sino, principalmente al imperio
de su Constitución Política e incluso, tratándose de materia de
derechos humanos, a los Tratados e Instrumentos internacionales de
esa materia, que cuando declaren derechos más favorables a los de la
propia NCPE, deben ser interpretados y aplicados por encima de la
misma NCPE.

A los efectos que aquí nos interesan y que han venido siendo destacados a
lo largo del presente capítulo, tal decisión es absolutamente relevante
puesto que permite afirmar que los límites impuestos al ejercicio del poder
público por parte de los órganos estatales no sólo están impuestos por la
ley, sino por la Constitución Política del Estado e incluso, tratándose de
derechos humanos, por los Tratados e Instrumentos Internacionales
cuando declaren derechos más favorables que hasta la misma NCPE.
En consecuencia, para desarrollar a continuación los límites impuestos por
todas esas normas legales, cabe partir fundamentalmente del anterior
entendimiento, ampliando las visiones no sólo a la ley, sino a la NCPE y a
los tratados e instrumentos internacionales, obviamente, los ratificados o
adheridos por el estado boliviano.
LIMITES DE LOS ORGANOS DEL ESTADO 
 
CAPITULO SEGUNDO: DE LOS LÍMITES GENERALES
“Es importante comprender los límites de la democracia… para ponerla a salvo
de ella misma”. Theodor ESCHENBURG

Establecidas entonces las bases doctrinales fundamentales acerca del


entendimiento sobre el estado social de derecho sometido –en el caso
boliviano- no sólo al imperio de la ley, sino al imperio de la Constitución e
incluso al de los Tratados e Instrumentos Internacionales en materia de
Derechos Humanos, cabe ahora identificar las salvaguardas o límites
generales previstos en todo ese conjunto normativo destinados a
establecer límites al ejercicio del poder público a través de los órganos
estatales, se trate del órgano judicial, ejecutivo, legislativo e, incluso ahora,
el electoral.
En función a la manera que está estructurado este trabajo, debo alertarles
que los principios generales desarrollados en este capítulo, son eso,
generales ya que resultan de aplicación universal a varios supuestos y
órganos estatales, empero, cuando desarrollemos las limitaciones
especificadas para cada órgano estatal, trataremos de referirnos a aquellas,
aunque también aplicarán las generales ya abordadas. En todo caso, en
esas oportunidades trataré de partir de limitaciones específicas para cada
órgano, aunque en varios casos acaece que son mayores desarrollos o
desarrollos puntuales de algunas identificadas como generales.
Los límites o salvaguardas son desarrollados en las normas mencionadas a
manera de principios, derechos y garantías. Aunque usualmente no suele
distinguirse entre ellos, diré con RIVERA SANTIBAÑEZ15 que los
principios son los presupuestos lógicos y las líneas rectoras o básicas del orden
constitucional (…) siendo una pauta de interpretación constitucional ineludible,
por la simple razón de que son parte de la constitución misma y están dotados de
fuerza normativa; aunque no siempre son suficientes por sí solos para determinar
la solución necesaria de un caso concreto; mientras que los derechos se trata
de prerrogativas que el ciudadano tiene frente a los órganos de poder,
destinadas a preservar su dignidad como ser humano, para evitar la
interferencia del Estado en áreas específicas de su individualidad y
asegurar la prestación de ciertos servicios por parte del estado.
Finalmente, las garantías son los mecanismos efectivos que permiten
exigir al estado el cumplimiento de los derechos proclamados por las
                                                            
15 “Temas de Derecho Procesal Constitucional”, Grupo Editorial Kipus, Cochabamba, 2007; pág. 224 
LIMITES DE LOS ORGANOS DEL ESTADO 
 
normas; de ahí que los romanos llegaron a sostener que de nada sirve tener
el derecho sino tienes la acción (garantía, entonces) destinada a lograr su
cumplimiento.
Ahora bien, en vista del objeto de estudio aquí abordado puede entonces
sostenerse que todo el conjunto de principios, derechos y garantías
contenidos en las normas antes identificadas, establecen o delimitan el
ejercicio del poder público a través de sus órganos.
Con base a tales entendimientos, a continuación se desarrollan algunas de
las principales salvaguardas o límites así establecidos, comenzando por
aquellos que los reputo como generales, dado que resultan de aplicación a
un conjunto indeterminado de supuestos y, por tanto no están
necesariamente dirigidos a un órgano en particular, sino a todos en
general. Esto sin perjuicio, reitero, que más adelante cuando se trate de
identificar limitaciones puntuales para cada órgano, se tenga que partir o
desarrollar específicamente alguna de las limitaciones generales en función
al órgano que se trate. En todo caso, no se tratará en mi criterio, de una
inútil repetición.
Como introducción cabrá anotar que la NCPE en su Capítulo Segundo
denominado precisamente PRINCIPIOS, VALORES Y FINES DEL
ESTADO contiene varias previsiones que constituirían esos principios
rectores orientados a la interpretación integral de la normativa y, también,
varios de ellos, establecen salvaguardas generales contra la acción del
propio estado. Dejo eso sí aclarado que si bien tales principios contenidos
en ese rubro pueden ser considerados como generales, eso no es exclusivo
del mismo rubro, sino también dicho entendimiento aparece en otros
temas de la propia NCPE.

Así el art. 7 señala que la soberanía reside en el pueblo boliviano, se ejerce de


forma directa y delegada. De ella emanan, por delegación, las funciones y
atribuciones de los órganos del poder público; es inalienable e imprescriptible.

Por su parte, el art. 8.I El Estado asume y promueve como principios


ético-morales de la sociedad plural: ama qhilla, ama llulla, ama suwa (no
seas flojo, no seas mentiroso ni seas ladrón), suma qamaña (vivir bien),
ñandereko (vida armoniosa), teko kavi (vida buena), ivi maraei (tierra sin
mal) y qhapaj ñan (camino o vida noble); mientras que su art. 8.II de la
NCPE señala que el Estado se sustenta en los valores de unidad, igualdad,
inclusión, dignidad, libertad, solidaridad, reciprocidad, respeto,
LIMITES DE LOS ORGANOS DEL ESTADO 
 
complementariedad, armonía, transparencia, equilibrio, igualdad de
oportunidades, equidad social y de género en la participación, bienestar común,
responsabilidad, justicia social, distribución y redistribución de los productos y
bienes sociales, para vivir bien.

Obviamente, del conjunto de esos principios no todos pueden servir para


establecer límites al ejercicio del poder público, por ejemplo, los principios
ético morales son criterios orientadores que no constituyen en sí mismos
frenos al ejercicio del poder público.
Más adelante, en el rubro de los DERECHOS FUNDAMENTALES Y
GARANTIAS (arts. 13 y sgtes.) se desarrollan un conjunto de
salvaguardas en favor del ciudadano frente al estado, que según sea el caso
–es decir, sean generales u orientadas específicamente hacia el ejercicio de
las funciones de algunos de sus órganos- serán desarrolladas a lo largo de
los siguientes capítulos del presente trabajo, declarando desde ya que no es
posible referirme a todos.

1. LA DIGNIDAD DEL SER HUMANO

Como ya se destacó, la NCPE por su art. 8.I incluye entre los valores del
estado, entre muchos otros a la dignidad del ser humano. Más adelante, en
el rubro de los Derechos Fundamentales, su art. 15.I conecta este valor
con un bien de mayor valor incluso, como es el derecho a la vida y también
el derecho a la integridad física, psicológica y sexual, prohibiendo la
tortura y los tratos crueles, inhumanos, degradantes o humillantes,
además de proscribir la pena de muerte.
Su art. 22 en el mismo sentido que su antecesora, señala que la dignidad y
la libertad de las personas son inviolables, por lo que respetarlas y
protegerlas es deber primordial del estado. Nótese que conforme a esta
redacción, la Constitución le está imponiendo al estado ese deber, lo que se
entiende en doctrina como un deber de abstención del estado y sus
órganos para intervenir sobre dicho bien jurídico así protegido.
Como enseña RIVERA SANTIBAÑEZ16 el valor supremo de la dignidad
humana es el que tiene todo hombre para que se le reconozca como un ser dotado
de un fin propio, y no cual simple medio para fines de otros, lo que equivale
merecer un trato especial que tiene toda persona por el hecho de ser tal, un trato
acorde con su condición humana.
                                                            
16 Obra citada, páginas 228 y sgtes
LIMITES DE LOS ORGANOS DEL ESTADO 
 
De ahí que se puede sostener que el derecho a la dignidad abarca también,
entre otros, el derecho al respeto de la vida y a la integridad personal,
psicológica y sexual del ser humano, con todas las consecuencias que
emergen de tal entendimiento, piénsese por ejemplo en las desarrolladas
por la propia NCPE en sentido de la prohibición de las mujeres para no
sufrir ningún tipo de violencia (art. 15.II); la prohibición de violencia
generacional (art. 15.III); la prohibición de ser sometido a desapariciones
forzadas (art. 15.IV); no ser sometida a servidumbre ni esclavitud (art.
15.V) o la prohibición de la trata y tráfico de personas (art. 15.V), entre
varias otras.
Siguiendo al autor citado, se destaca que el valor supremo de la dignidad
fue ya caracterizado por la jurisprudencia constitucional en su doble
dimensión de valor supremo y derecho fundamental mediante la SC No.
686/04-R de 6 de mayo:17 “La doctrina del Derecho Constitucional considera a
la dignidad humana como un valor supremo inherente al Estado Democrático de
Derecho, por lo mismo lo conceptúa como aquel que tiene todo hombre para que se
le reconozca como un ser dotado de un fin propio, y no cual simple medio para
fines de otros. Equivale al merecimiento de un trato especial que tiene toda
persona por el hecho de ser tal. En el sistema constitucional boliviano, la dignidad
humana tiene una doble dimensión, de un lado, se constituye en un valor supremo
sobre el que se asienta el Estado Social y Democrático de Derecho y, del otro, en
un derecho fundamental de la persona, conforme lo ha proclamado el art. 6.II de
la Constitución. En la dimensión de derecho fundamental, la dignidad humana es
la facultad que tiene toda persona de exigir de los demás un trato acorde con su
condición humana. Este Tribunal Constitucional, en su SC 0338/2003-R de 19
de marzo, lo ha definido como aquel: “que tiene toda persona por su sola condición
de 'humano', para que se la respete y reconozca como un ser dotado de un fin
propio, y no como un medio para la consecución de fines extraños, o ajenos a su
realización personal. La dignidad es la percepción de la propia condición
humana, y de las prerrogativas que de ella derivan”.

Actualmente, luego de la vigencia de la NCPE la jurisprudencia


constitucional a partir de su SC No. 78/2010 de 3 de mayo, ha venido
sosteniendo que: “Bajo la égida que el derecho a la libertad ocupa un lugar

                                                            
17Obviamente que se recurrirá frecuentemente a jurisprudencia constitucional sin discriminar la época a
la que fue emitida, esto en el entendimiento –elemental- que los institutos que desarrolla en su
generalidad no han sufrido –salvo algunos casos- cambios por las reformas constitucionales y, además
por la también comprensión –también básica- del derecho jurisprudencial caracterizado por la
construcción sostenida de líneas jurisprudenciales.
LIMITES DE LOS ORGANOS DEL ESTADO 
 
importante, junto a la dignidad humana en el catálogo de derechos civiles como
parte integrante a su vez de los derechos fundamentales, tal cual lo establece el art.
22 de la CPE al señalar que: “La dignidad y la libertad de la persona son
inviolables. Respetarlas y protegerlas es deber primordial del Estado”, norma que
debe ser interpretada en base a los valores de la misma Constitución, la cual en el
art. 8.II establece que el Estado se sustenta en los valores de dignidad y libertad,
entre muchos otros; se debe tener en cuenta que la restricción o límite al derecho a
la libertad física en materia penal, con carácter provisional o cautelar, conforme a
los requisitos constitucionales y legales, tienen naturaleza instrumental y por ende
modificable”. (SSCC Nos. 78/2010 de 3 de mayo; 896/2011 de 6 de
junio; 953/2011 de 22 de junio, entre muchas otras).
Y con alcances más generales, en la SC No. 482/2011 de 25 de abril,
que: A objeto de conocer los fundamentos constitucionales legales del justificativo
de la tutela, resulta oportuno referirnos a los principios, valores y fines del Estado
Plurinacional de Bolivia. Así, la dignidad es un valor donde se sustenta el Estado
(art. 8.II de la CPE), siendo uno de los principales fines y funciones, garantizar el
bienestar colectivo, y el acceso a la salud de sus habitantes (art. 9.2 y 5 de la
CPE); asimismo, entre los derechos civiles establecidos por la Constitución, el art.
22, establece que: “La dignidad y la libertad de la persona son inviolables.
Respetarlas y protegerlas es deber primordial del Estado”. Normas
constitucionales que necesariamente deben ser tomadas en cuenta no sólo por las
autoridades y funcionarios, sino también por los particulares, a objeto de vivir en
armonía social”.

Consecuentemente, de esta manera el derecho a la dignidad se constituye


en un primer límite del ciudadano al ejercicio del poder público, al extremo
que constitucionalmente está incluso taxativamente caracterizado como un
DEBER PRIMORDIAL a ser respetado por el mismo.

2. LA LIBERTAD COMO PRINCIPIO

Otro principio fundamental del ciudadano y que opera también como


salvaguarda contra el ejercicio del poder público, es la libertad, también
incluido en el art. 8.II de la NCP (rubro principios, valores y fines del
estado) y en otros, muchos artículos más de la NCPE, al igual que en
instrumentos y tratados internacionales.

¿Cómo entender los alcances de este principio? Es decir, debiéramos limitarlo


sólo a la libertad personal o extenderlo también hacia otros ámbitos más
LIMITES DE LOS ORGANOS DEL ESTADO 
 
generales a partir de alegar que una de las principales funciones del estado
sometido al imperio de la ley es asegurar la libertad del ser humano,
pero… en todos sus ámbitos.
En el caso boliviano sostengo este último entendimiento, resultante a
partir de vincular el art. 8.I con los arts. 14 y, especialmente con los
derechos civiles y políticos contenidos en los arts. 21 y sgtes., de la propia
NCPE, aunque también podrían bien aplicar muchos otros más.
Así por ejemplo, el Estado garantiza a todas las personas y colectividades,
sin discriminación alguna, el libre y eficaz ejercicio de los derechos
establecidos en esta Constitución, las leyes y tratados internacionales de
DDHH (art. 14.III de la NCPE); o en el ejercicio de los derechos, nadie
será obligado a hacer lo que la Constitución y las leyes no manden, ni a
privarse de lo que éstas no prohíban (art. 14.IV).
También, las bolivianas y bolivianos tienen derecho a la autoidentificación
cultural (art. 21 inc. 1); a la privacidad, intimidad, honra, honor, propia
imagen y dignidad (art. 21 inc. 2); o a la libertad de pensamiento,
espiritualidad, religión y culto (inc. 3 del mismo art.); a la libertad de
reunión y asociación en forma pública y privada (inc. 4); a expresar y
difundir libremente pensamientos y opiniones por cualquier medio de
comunicación (inc. 5); a acceder a la información, interpretarla, analizarla y
comunicarla libremente (inc. 6); a la libertad de residencia, permanencia y
circulación en todo el territorio boliviano, incluyendo la salida e ingreso
del país (inc. 7), entre muchas otras “libertades”.
Todas estas libertades que como se muestra abarcan múltiples facetas,
están caracterizadas por un elemento esencial: todas están orientadas a
garantizar el libre desarrollo de la persona, cuyo fundamento en doctrina,
como derecho, consiste en el reconocimiento de la facultad natural del
ciudadano para ser individualmente como elige o decide ser, sin ninguna
coacción, control injustificado o impedimento por parte de los demás y/o
el Estado. En eso consiste el ser libre en términos jurídicos, y su
fundamento legal se apoya en la autonomía de voluntad del ser humano.

La doble dimensión de la libertad

Conforme a este entendimiento amplio acerca de la libertad, RIVERA


SANTIBAÑEZ18 enseña que este valor supremo de la libertad -en
                                                            
18 Obra citada, págs. 230 y sgtes
LIMITES DE LOS ORGANOS DEL ESTADO 
 
términos de la doctrina del derecho constitucional- presenta esta doble
dimensión. La libertad como base fundamental del estado y organización social
(…) implica entonces la soberanía popular, legitimación de los gobernantes por
medio de elecciones periódicas por sufragio universal, sujeción de los poderes
públicos y de los ciudadanos a la ley y reconocimiento y protección de los derechos
fundamentales.

En lo que hace a la dimensión relacionada con el status de las personas, la


libertad implica básicamente los siguientes aspectos: a) la libertad –
autonomía, constituye el libre desarrollo de la persona, lo que significa la
creación de condiciones jurídicas para que la persona tenga un ámbito de
actuación social, sin interferencias de otras personas, de los grupos sociales, ni del
Estado; b) la libertad – participación, que favorece la intervención de las
personas en la organización del poder y en la fijación de los criterios generales
para el ejercicio del poder político del Estado; y, c) la libertad prestación, que
requiere del Estado la obligación de realizar un conjunto de actuaciones
encaminadas a facilitar la libertad y, en último término, a conseguir la igualdad,
con lo que esta vertiente de la libertad se conecta estrechamente con el valor
“igualdad”.

¿Cómo opera este derecho poniendo límites al ejercicio del poder?


Con base a lo antes desarrollado, especialmente las normas
constitucionales que como se sostuvo protegen el derecho de libertad en
sus amplias y diversas facetas y, en este caso, principalmente a partir de lo
ordenado por el art. 22 de la NCPE: la dignidad y la libertad de la persona
son inviolables. Respetarlas y protegerlas es un deber primordial del
Estado.
De esta manera, la norma constitucional no sólo desarrolla un amplio
catálogo de posibilidades para el ejercicio de la libertad ciudadana en
diversos ámbitos, sea desde la libertad personal hasta la libertad de
pensamiento, opinión, residencia, permanencia, etc, etc., sino que declara
que su respeto y protección constituye un deber primordial estatal, con lo
que limita e impide la vulneración de ese derecho por parte de la función
pública desplegada por los órganos estatales.

¿Se trata de un derecho absoluto? No, puesto que la propia norma


establece en los casos pertinentes limitaciones al ejercicio de ese derecho.
Por ejemplo, el derecho de libertad personal sólo podrá ser restringido en
los límites señalados por la ley, para asegurar el descubrimiento de la verdad
LIMITES DE LOS ORGANOS DEL ESTADO 
 
histórica en la averiguación de las instancias jurisdiccionales (art. 23.I); o
la persona no podrá ser detenida, aprehendida o privada de su libertad,
salvo en los casos y según las formas establecidas por la ley (art. 23.III).
También, la libertad de reunión y asociación en forma pública y privada
está condicionada a que se la ejercite con fines lícitos (art. 21 inc. 4º) al
igual que la libertad de pensamiento, espiritualidad, religión o culto (art.
21 inc. 5º). Hasta el derecho a la vida, el más operativo de los derechos,
admite limitadísimas excepciones, vinculadas con los casos de abortos
legales previstos por los arts. 265 y 266 del actual Código Penal en el que
se autoriza la práctica del aborto a ser practicada por un médico, con el
consentimiento de la mujer y autorización judicial en su caso.
En otras latitudes, hasta el ejercicio del derecho a la vida, está limitado por
la existencia de la pena extrema de muerte, la cual se encuentra en Bolivia
abolida por la propia NCPE (art. 15.I).

El Tribunal Constitucional por SC 04/2001 de 5 de enero, ha establecido


que en Bolivia la Constitución Política del Estado consagra los derechos
fundamentales, pero a la vez establece límites a su ejercicio a través de sus
propias normas: “los derechos fundamentales no son absolutos, encuentran límites
y restricciones en los derechos de los demás, la prevalencia del interés general, la
primacía del orden jurídico y los factores de seguridad, moralidad y salubridad
públicos, que no pueden verse sacrificados en aras de un ejercicio arbitrario o
abusivo de las prerrogativas individuales; es decir, que los derechos fundamentales
pueden ser limitados en función al interés social. Es en ese orden que la
Constitución ha establecido el mecanismo legal para la regulación y restricción de
los derechos fundamentales”

Sobre el derecho a la libertad y sus limitaciones, el Tribunal


Constitucional ha dicho por SC No. 051/2005 de 18 de agosto que: “se
entiende por valor libertad a la facultad natural que todo ser humano ejerce para
determinar por sí mismo cada uno de sus actos o decisiones; como la capacidad de
autodeterminarse en el espacio, el tiempo y la estructura social-política, sin
restricciones o limitaciones que no provengan de una justa causa y estén
determinadas en una ley” (línea reiterada por las SSCC Nos. 62/05 de 19 de
septiembre; 5/2006 de 5 de enero y otras ss).
Por tanto, el derecho a la libertad en todas sus facetas posibles, constituye
un formidable límite al ejercicio del poder estatal.

3. LA IGUALDAD COMO PRINCIPIO


LIMITES DE LOS ORGANOS DEL ESTADO 
 
Surge también del ya tantas veces citado art. 8.I de la NCPE e incluso,
como emergencia del mismo, de la emergente prohibición y sanción de
toda forma de discriminación fundada en razón de razón de sexo, color, edad,
orientación sexual, identidad de género, origen, cultura, nacionalidad,
ciudadanía, idioma, credo religioso, ideología, filiación política o filosófica, estado
civil, condición económica o social, tipo de ocupación, grado de instrucción,
discapacidad, embarazo, u otras que tengan por objetivo o resultado anular o
menoscabar el reconocimiento, goce o ejercicio, en condiciones de igualdad, de los
derechos de toda persona, previsto por el pfo. II de su art. 14.

Como podrá fácilmente advertirse, lo que en esencia prohíbe la


Constitución y constituye el mecanismo como debiéramos entender que
funciona este principio como salvaguarda contra el ejercicio del poder
público, consiste en otorgar trato similar al ciudadano, siempre y cuando
esté sometido a similares situaciones y diferente, a quien lo está sometido a
distintas situaciones.

De la igualdad formal a la igualdad conceptual

A estos efectos, una distinción determinante es la que formuló el siglo


pasado la doctrina alemana,19 preguntándose: ¿Qué significa realmente la
igualdad ante la ley? Proponiendo distinguir desde dos puntos de vista, uno
formalista y otro conceptual. Explica dicho autor que en la concepción del
estado de derecho del S. XIX, la igualdad ante la ley significó que las leyes
se aplicaban por igual a todos los hechos y ciudadanos involucrados,
interpretando como similares, la igualdad de derechos como la igualdad
ante la ley, esto es, sin consideración de las peculariedades de la persona y
de las situaciones fácticas (igualdad formal).
En remplazo de ese entendimiento algo rudimentario o muy mecánico de
la igualdad, se propone que las leyes no sólo deben ser aplicadas para
todos por igual, sino que además deben ajustarse al principio de igualdad
conceptual, que implica un entendimiento algo más complejo, ya que parte
de vincular un determinado hecho con su consecuencia jurídica, por lo que
su regulación difiere de la forma en que se regulan otros hechos y en
consecuencia, se debe distinguir –jurídicamente- uno de otro, pues no
existe ningún hecho que sea idéntico al otro. Para ello, será determinante
identificar las características esenciales según las cuales será posible
                                                            
19 Horn, Wolfgang. “Rasgos Básicos del Estado de Derecho” en “Estado de Derecho y Democracia”,

págs. 67 y sgtes
LIMITES DE LOS ORGANOS DEL ESTADO 
 
decidir si se trata de hechos iguales o distintos. De ahí que con base a esta
interpretación guiada por la idea de justicia, corresponde otorgar: “igual
trato a lo que es igual” y “trato diferente y adecuado a su particularidad que es
diferente”.

Por ejemplo, no fuera equitativo imponer un mismo impuesto de Bs. 100 al


mendigo que al millonario basado en el trato igualitario, ya que para aquél,
ese importe seguramente le serviría para alimentarse durante varios días o
semanas y al otro, seguramente para sus puros de unas pocas horas.
La jurisprudencia constitucional boliviana ha dicho ya al respecto:

¿De dónde se desprende el derecho y qué prohíbe en esencia? “…La


noción de igualdad se desprende directamente de la unidad de naturaleza del
género humano y es inseparable de la dignidad esencial de la persona, como
reconoce la Opinión Consultiva 4/84 de 19 de enero de 1984 de la Corte
Interamericana de Justicia. De esa manera, en función del reconocimiento de
igualdad ante la ley, se prohíbe todo tratamiento discriminatorio de origen legal,
es decir que si bien, ante la necesidad de lograr la efectividad de los valores
consagrados en la Constitución puede el legislador inicialmente, ver la necesidad o
conveniencia de establecer diferencias y dar un tratamiento diverso a las personas
en forma legítima, sin apartarse de la justicia y de la razón, no le está permitido
crear diferencias que carezcan de una justificación objetiva, razonable y
proporcional, y que persigan fines arbitrarios, caprichosos o despóticos, o que de
alguna manera desconozcan la esencial unidad y dignidad de la naturaleza
humana, dando como resultado la violación de los derechos y libertades
consagrados en la Constitución, o que en general sean contrarias a cualquier
precepto o principio reconocido por la Carta Fundamental. En definitiva, lo que
prohíbe el principio de igualdad jurídica es la discriminación, es decir que la
desigualdad de tratamiento legal sea injustificada por no ser razonable ni
proporcional…” (SSCC Nº s. 58/03 de 25 de junio RDI y 62/03 de 3 de
julio RDI)
¿En qué consiste el derecho o principio de igualdad? “…Que, según la
doctrina el derecho a la igualdad es la potestad o facultad que tiene toda persona
a recibir un trato no discriminado por parte de la sociedad civil y del Estado,
según el merecimiento común -la racionalidad y la dignidad- y los méritos
particulares; es decir, a recibir el mismo trato que otras personas que se encuentren
en idéntica situación o condición. En esa misma línea de razonamiento, este
Tribunal, en su SC 491/2001de 22 de mayo, ha definido que el derecho a la
LIMITES DE LOS ORGANOS DEL ESTADO 
 
igualdad "…se traduce en el derecho de las personas a no sufrir discriminación
jurídica alguna, esto es, a no ser tratado de manera diferente con relación a
aquellos que se encuentran en la misma situación, sin que exista una justificación
clara, objetiva y razonable que justifique esa desigualdad de trato...". (SSCC
Nºs. 1017/02 de 21 de agosto; 491/01de 22 de mayo; 69/06 de 8 de
agosto RDI y 803/06-R de 17 de agosto)
¿Cuál es el tratamiento que otorga la doctrina constitucionalidad al
principio de generalidad concreta en relación a la igualdad? “ el
derecho a la igualdad consagrado (…) exige el mismo trato para los entes y
hechos que se encuentran cobijados bajo una misma hipótesis y una distinta
regulación respecto de los que presentan características desiguales, bien por las
condiciones en medio de las cuales actúan, ya por las circunstancias particulares
que los afectan; no prohibiendo tal principio dar un tratamiento distinto a
situaciones razonablemente desiguales; siempre que ello obedezca a una causa
justificada, esencialmente apreciada desde la perspectiva del hecho y la situación
de las personas, pues unas u otras hacen imperativo que, con base en criterios
proporcionados a aquellas, el Estado procure el equilibrio, cuyo sentido en Derecho
no es otra cosa que la justicia concreta. Conforme a esto, el principio de igualdad
protege a la persona frente a discriminaciones arbitrarias, irracionales; predica la
identidad de los iguales y la diferencia entre los desiguales, superando así el
concepto de la igualdad de la ley a partir de la generalidad abstracta, por el
concepto de la generalidad concreta (…)”. (Declaración Constitucional Nº
02/01 de 8 de mayo y SC Nº 30/06 de 9 de mayo).
Entonces, cabrá indagarse: ¿En qué consiste el derecho de igualdad en
sentido genuino? “…debe tomarse en cuenta que la igualdad, en su genuino
sentido, no consiste en la ausencia de toda distinción respecto de situaciones
diferentes, sino precisamente en el adecuado trato a los fenómenos que surgen en el
seno de la sociedad, diferenciando las hipótesis que exigen una misma respuesta de
la ley y de la autoridad, pues respecto de estas, la norma razonable no debe
responder al igualitarismo ciego -lo que quebrantaría la igualdad- sino
primordialmente al equilibrio que impone un trato diferente para circunstancias
no coincidentes, lo que significa que la igualdad no consiste en la identidad
absoluta, sino en la proporcionalidad equivalente entre dos o más entes, es decir, en
dar a cada cual lo adecuado según las circunstancias de tiempo, modo y lugar. En
segundo término porque precisamente, sobre esa base de interpretación del
principio de igualdad es que se justifica una atención especial y prioritaria en el
sorteo y resolución de los expedientes de aquellos procesos penales con procesados
LIMITES DE LOS ORGANOS DEL ESTADO 
 
privados de su libertad. La Resolución impugnada instituye por tanto un trato
proporcional y adecuado a las circunstancias del tiempo y situación jurídica, a los
procesados con detención preventiva que se encuentran en desigualdad de
condiciones con relación a aquellos procesados que están libres o gozando de su
derecho a la libertad física, entre tanto concluya su proceso. Con ese objeto se ha
establecido determinados criterios de manera que no se llegue a la irracionalidad
ni la arbitrariedad, menos se distorsione el núcleo esencial del principio de la
igualdad…” (SSCC Nº s. 83/00-R de 24 de noviembre y 189/01-R de 7
de marzo).
Así las cosas, el derecho a la igualdad o mejor, a recibir un trato igualitario
y no discriminatorio de parte de los órganos estatales, constituye otro
freno al ejercicio del poder estatal.

4. EL PRINCIPIO DE LA SEPARACION DE PODERES U


ORGANOS O MEJOR, DE FUNCIONES ESTATALES

Se trata de un principio cardinal del estado sujeto al imperio del derecho y


del sistema democrático de gobierno, al extremo que según toda la
doctrina sobre el tema, partiendo del tránsito del estado absolutista al
estado sujeto al imperio del derecho, se distingue como una de las
principales características sino la más importante, dada su naturaleza
eminentemente operativa, consistente en la división del poder público en
poder legislativo, ejecutivo y judicial y la resultante separación de
funciones en legislación, administración y justicia, para así evitar
funcionalmente la arbitrariedad y el abuso de poder, garantizando a través
del control recíproco de los órganos públicos (checks and balances),
esencialmente, los derechos individuales del ciudadano, es decir, un trato
justo de parte del poder público. Incluso hoy en Bolivia se añadió a esa
distinción al poder electoral.
No en vano se ha acuñado sobre el tema la célebre frase atribuida a Barbel
BOHLEY: “Deseábamos justicia y recibimos el Estado de Derecho”. Así las
cosas: Los estados de derecho son por lo general, aunque no necesariamente,
democracias, pues no toda democracia es desde ya un Estado de derecho.20

En nuestro caso, tenemos al art. 12.1 de la NCPE: El Estado se organiza y


estructura su poder público a través de los órganos Legislativo, Ejecutivo,
Judicial y Electoral. La organización del Estado está fundamentada en la
                                                            
20 Ulrich KARPEN “Condiciones de la eficiencia del estado de derecho”. En “Estado de derecho y

democracia; páginas 207 y sgtes


LIMITES DE LOS ORGANOS DEL ESTADO 
 
independencia, separación, coordinación y cooperación de estos órganos y luego,
su pfo. III: Las funciones de los órganos públicos no pueden ser reunidas en un
solo órgano ni son delegables entre sí.

Está claro sin embargo, que la división de poderes no se agota en la simple


normativa que así lo establezca, sino cabe precisar que requiere de un
efectivo control del poder público. Urge entonces, distinguir siempre entre
lo formal declarativo y la realidad práctica, más aún en este rubro.

El propio LENIN dijo al respecto que la confianza es buena pero el control es


mejor y, HORN21 distingue para ello estos dos niveles: en el primero, la
distribución del poder entre los diferentes órganos del estado y su recíproco
interrelacionamiento proveen mecanismos de control a los efectos de un adecuado
cumplimiento de los procedimientos establecidos en el orden jurídico, reduciéndose
a sí las posibilidades de eventuales medidas arbitrarias por parte del poder. Este
autor destaca entre los mecanismos más importantes para ese propósito, la
independencia de la justicia y su facultad de control, especialmente al
órgano ejecutivo. En segundo lugar, destaca la eficacia de las reglas
destinadas a poner frenos al poder, (lo) que depende en gran medida de las fuerzas
políticas que se manifiestan en el sistema institucional. La separación original
entre parlamento y gobierno, en la actualidad ha sido remplazada por un
entrelazamiento de ambas instituciones. (…) Por lo tanto, los efectos del control
de la división de poderes están íntimamente referidos a los procesos democráticos,
garantizados en la constitución (sufragio universal, principio multipartidario,
igualdad de oportunidades de los partidos).

¿De qué manera se expresa en la norma constitucional este principio?


De muchas, aunque a los efectos del presente trabajo y dadas las
limitaciones sobre su extensión, me concentro en identificar las más
destacables que siguen:

- Su art. 12 I. El Estado se organiza y estructura su poder público a través


de los órganos Legislativo, Ejecutivo, Judicial y Electoral. La
organización del Estado está fundamentada en la independencia,
separación, coordinación y cooperación de estos órganos, por lo que –
naturalmente- surge luego la prohibición taxativamente contenida
en su pfo. III: Las funciones de los órganos públicos no pueden ser
reunidas en un solo órgano ni son delegables entre sí.

                                                            
21 Obra citada, págs. 71 y sgtes
LIMITES DE LOS ORGANOS DEL ESTADO 
 
- Como consecuencia del principio analizado o mejor aún, en
desarrollo del mismo, además de lo antes ejemplificado con motivo
del art. 12 constitucional, cabe también remitirse a su art. 140: I. Ni
la Asamblea Legislativa Plurinacional, ni ningún otro órgano o
institución, ni asociación o reunión popular de ninguna clase, podrán
conceder a órgano o persona alguna facultades extraordinarias diferentes a
las establecidas en esta Constitución. II. No podrá acumularse el Poder
Público, ni otorgarse supremacía por la que los derechos y garantías
reconocidos en esta Constitución queden a merced de órgano o persona
alguna.

- En materia procesal, cabe puntualizar que el CPP plasma también la


separación de poderes, en este caso, procesales, especialmente por su
art. 279 (Control jurisdiccional). La Fiscalía y la Policía Nacional
actuarán siempre bajo control jurisdiccional. Los fiscales no podrán
realizar actos jurisdiccionales ni los jueces actos de investigación que
comprometan su imparcialidad.

- Finalmente, señalar la consecuencia principal sentenciada por el art.


122 de la NCPE: Son nulos los actos de las personas que usurpen
funciones que no les competen, así como los actos de las que ejercen
jurisdicción o potestad que no emane de la ley.

Consecuentemente, la división de funciones así descrita, constituye otro


freno al ejercicio del poder público, que incluso en este caso, dada su
esencia, se expresa puntualmente en cada uno de sus órganos
componentes.

5. EL PRINCIPIO DE LA SUPREMACÍA CONSTITUCIONAL Y


–AHORA- SUS SALVEDADES

Llamado también principio de jerarquía normativa aunque existe doctrina


que separa esté último principio del primero, sostengo que ambas
denominaciones forman parte o expresan lo mismo, por lo que en este
trabajo procedo con ese entendimiento.
Parte de la clásica postura Kelseniana y su pirámide resultante,22 asentada
fundamentalmente a partir del siguiente razonamiento: la norma que
determina la creación de otra es superior a ésta, la creada de acuerdo con tal

                                                            
22 Teoría General del Derecho y del Estado, UNAM, 1995
LIMITES DE LOS ORGANOS DEL ESTADO 
 
regulación, es anterior a la primera. El orden jurídico, especialmente aquél cuya
personificación constituye el estado, no es un sistema de normas coordinadas entre
sí que se hallen, por así decirlo, una al lado de la otra, en un mismo nivel, sino que
se trata de una verdadera jerarquía de diferentes niveles de normas. La unidad de
estas se halla constituida por el hecho de que la creación de una norma –la del
grado más bajo-, se encuentra determinada, a su vez, por otra todavía más alta.
Lo que constituye la unidad del sistema es precisamente la circunstancia de que
tal regressus termina en la norma de grado más alto, o norma básica, que
representa la suprema razón de validez de todo el orden jurídico. La estructura
jerárquica del orden jurídico de un estado puede expresarse toscamente en los
siguientes términos: supuesta la existencia de la norma fundamental, la
Constitución representa el nivel más alto dentro del derecho nacional”.

Conforme a este entendimiento, la jurisprudencia del Tribunal


Constitucional –y aquí debo hacer esta puntualización- en vigencia de la
antigua Constitución aunque la actual no ha modificado su regulación,
sostuvo que: en un Estado Democrático de Derecho, cuyo orden jurídico y
político se sustenta sobre la base del principio fundamental de la supremacía
constitucional, las decisiones y resoluciones de todos los órganos públicos están
subordinados a las normas previstas por la Constitución, por lo mismo ningún
órgano, entidad, autoridad o funcionario público puede sustraerse al control de
constitucionalidad. (SC No. 633/02-R de 29 de mayo).

Así mismo, sobre los efectos que derivan del principio en estudio, que:
"La Constitución Política del Estado es la Ley suprema del ordenamiento
jurídico nacional. Los tribunales, jueces y autoridades la aplicarán con preferencia
a las leyes, y éstas con preferencia a cualesquiera otras resoluciones", y sienta así el
principio de supremacía constitucional, del que se derivan dos consecuencias: la
primera, que no pueden dictarse leyes contrarias a la Constitución; y la segunda,
que las autoridades públicas tienen la obligación de encuadrar su actos a las
reglas que dispone la Constitución Política del Estado”. (SC 58/2002 de 8 de
julio).

Finalmente, sobre su contenido y alcances, que: “A su vez, del principio de


supremacía constitucional, nacen los principios de interpretación de todo el
ordenamiento conforme a la Constitución, principio de jerarquía normativa y
unidad del ordenamiento (sub principios en sentido estricto). El primer principio
se proyecta en un doble sentido: de un lado, impone al legislador la obligación de
preservar, en el proceso de elaboración de las normas, que éstas guarden sujeción a
LIMITES DE LOS ORGANOS DEL ESTADO 
 
la Constitución, y de otro, obliga a todos los poderes a realizar un juicio previo de
constitucionalidad positiva de las normas a aplicar, de tal manera que si el juicio
resulta negativo, o lo que es lo mismo, si de tal labor interpretativa se entendiera
que la norma contradice a algún precepto o principio de la constitución o existen
dudas sobre su constitucionalidad, dado el carácter concentrado del sistema de
control de constitucionalidad vigente, se debe formular o promover la consulta
respectiva ante el Tribunal Constitucional (…) Consiguientemente, la falta o el
insuficiente desarrollo de una norma constitucional, que se expresa en un mandato
directo y concreto al legislador ordinario de que desarrolle determinado precepto,
constituye una lesión al principio de supremacía constitucional” (SC 0066/2005
de 22 de septiembre). En este marco, la Constitución Política del Estado es la Ley
suprema, fundamental y fundamentadora del ordenamiento jurídico, en la medida
en que establece las directrices no sólo para la elaboración de las leyes, sino
también para la interpretación de las mismas y su aplicación” (SC No.
1278/06-R de 14 de diciembre).
¿Una nueva postura resultante de la NCPE?
Sin embargo, con base a lo dispuesto por la NCPE –de 2009- cabe
preguntarse ¿sí es que dicha norma propone un nuevo entendimiento al respecto?
La que emanaría de sus siguientes disposiciones:

- En su Título Derechos Fundamentales y Garantías, surge su art.


13.IV que ordena: Los tratados y convenios internacionales ratificados
por la Asamblea Legislativa Plurinacional, que reconocen los derechos
humanos y que prohíben su limitación en los Estados de Excepción
prevalecen en el orden interno. Los tratados y convenios internacionales
ratificados por la Asamblea Legislativa Plurinacional, que reconocen los
derechos humanos y que prohíben su limitación en los Estados de Excepción
prevalecen en el orden interno.

- Más adelante, en su Título VII sobre Relaciones Internacionales,


Fronteras, Integración y Reivindicación Marítima, Capítulo
Primero acerca de Relaciones Internacionales, señala en su art. 256.
I. Los tratados e instrumentos internacionales en materia de derechos
humanos que hayan sido firmados, ratificados o a los que se hubiera
adherido el Estado, que declaren derechos más favorables a los contenidos
en la Constitución, se aplicarán de manera preferente sobre ésta. II. Los
derechos reconocidos en la Constitución serán interpretados de acuerdo a
LIMITES DE LOS ORGANOS DEL ESTADO 
 
los tratados internacionales de derechos humanos cuando éstos prevean
normas más favorables.

- Su artículo siguiente, el 257. I. Los tratados internacionales ratificados


forman parte del ordenamiento jurídico interno con rango de ley.

- Finalmente, precisamente en el rubro dedicado a la Jerarquía


Normativa y Reforma de la Constitución (arts. 410 adelante), señala:
Artículo 410. I. Todas las personas, naturales y jurídicas, así como los
órganos públicos, funciones públicas e instituciones, se encuentran sometidos
a la presente Constitución. II. La Constitución es la norma suprema del
ordenamiento jurídico boliviano y goza de primacía frente a cualquier otra
disposición normativa. El bloque de constitucionalidad está integrado por
los Tratados y Convenios internacionales en materia de Derechos
Humanos y las normas de Derecho Comunitario, ratificados por el país.
La aplicación de las normas jurídicas se regirá por la siguiente jerarquía,
de acuerdo a las competencias de las entidades territoriales: 1.-
Constitución Política del Estado. 2.- Los tratados internacionales 3.- Las
leyes nacionales, los estatutos autonómicos, las cartas orgánicas y el resto de
legislación departamental, municipal e indígena 4.- Los decretos,
reglamentos y demás resoluciones emanadas de los órganos ejecutivos
correspondientes.

Con tales bases, cabrá preguntarse: ¿Cuál es el nuevo entendimiento del


principio? o incluso: ¿Es la NCPE la norma suprema del estado plurinacional
para todos los casos? ¿En qué situaciones si y en cuáles no? ¿De dónde emergerían
tales posturas?

Convengamos para empezar, que al menos preliminarmente desde una


óptica tal vez demasiado general, la NCPE parece ser manifiestamente
contradictoria en este aspecto, dada la variedad –reitero, aparente- con la
que se ha procedido en su regulación al respecto, puesto que por un lado
mantiene al igual que en buena parte de las anteriores constituciones y,
especialmente su antecesora, el principio de jerarquía constitucional
situando en primer lugar dentro de la pirámide valorativa a la
Constitución Política del Estado (art. 410.I) declarando que todos nos
encontramos sometidos a sus disposiciones e incluso (pfo. II del mismo
artículo) declara su naturaleza de norma suprema del ordenamiento
jurídico nacional, gozando por tanto, de primacía frente a cualquier otra
norma, entrando incluso luego hasta el detalle de establecer cómo se
LIMITES DE LOS ORGANOS DEL ESTADO 
 
procederá en lo que hace a la aplicación de las normas jurídicas ofreciendo
hasta una jerarquía puntual. Sin embargo, de la interpretación integral de
la misma Constitución e incluso de la lectura puntual de otras de sus
normas, la misma norma establece claras y puntuales excepciones al
anterior entendimiento.
De esa manera puede sostenerse que si bien el principio de jerarquía
constitucional de la NCPE boliviana se mantiene vigente, queda sin
embargo sometido a excepciones taxativamente establecidas por la misma
norma constitucional.
Esta postura surge a partir de dos de sus normas, una de corte específico
para un supuesto delimitado y la otra, si bien no aplicable a todos los
casos, mucho más general dada la materia con la que se vincula:

- En el primer supuesto, su art. 13.IV condiciona la prevalencia en el


orden interno de los tratados y convenios internacionales a dos
exigencias: a) que reconozcan derechos humanos; y b) que prohíban
su limitación en estados de excepción.
Conforme a esto entonces, de producirse un estado de excepción, los
derechos humanos contenidos en dichos instrumentos internacionales
prevalecerán y serán interpretados por encima de lo que la propia NCPE
establece, por ejemplo, se mantendría el derecho a deducir una acción de
libertad con todas sus emergencias.

- Tratándose del segundo supuesto, éste surge a partir del art. 256 de
la NCPE y sostengo se trata de un caso mucho más general que el
anterior, aunque sumamente parecido. Está, también sujeto a una
condición consistente en que dichos instrumentos internacionales
declaren derechos más favorables a los contenidos en la Constitución, en
cuyo caso también se interpretarán y aplicarán de manera preferente
sobre esta.

No consigno –adviértase- como otro requisito a la referencia que hace


dicho artículo en sentido que dichos tratados e instrumentos hayan sido
ratificados o adheridos por el Estado, en razón a que es un extremo obvio
puesto que no se puede pedir el cumplimiento de alguna norma no vigente.
Como afirmé, esta última excepción es mucho más general que la anterior
y resulta consecuentemente introduciendo un conjunto muy significativo
de excepciones a la primacía normativa de la NCPE, aunque también debe
LIMITES DE LOS ORGANOS DEL ESTADO 
 
admitirse que dada la capacidad expansiva de la misma en lo que hace a
dichos derechos –consignados en cantidad bastante benigna- en muchos
casos, en la práctica, el entendimiento podrá terminar equiparado, salvo
claras y lamentables contradicciones, por ejemplo identifico ahora una
muy importante –en función, especialmente al estudio de los límites
abordados en el trabajo presente- me refiero al principio de legalidad penal
material.
El art. 123 de la NCPE aunque desde ya de manera contradictoria en sí
mismo, por un lado empieza estableciendo –como sus antecesoras- el
principio universal formulado en sentido que la ley sólo dispone para el
futuro y por tanto no tendrá efecto retroactivo, y luego pasa a desarrollar
sus excepciones –también universales- consistes en materia laboral cuando
así lo determine expresamente a favor de los trabajadores y en materia
penal, cuando beneficie al o la imputad@, pero luego de manera
contradictoria con aquellos principios rectores del instituto –que en
realidad es la favorabilidad caracterizada esencialmente por la prohibición
de aplicación de ley perjudicial- introduce una otra salvedad consistente a
que en materia de corrupción, para investigar, procesar y sancionar los delitos
cometidos por servidores públicos contra los intereses del estado y en el resto de los
casos señalados por la Constitución.23 Al margen de la eminente contradicción
entre el principio que establece la norma analizada y lo que al final
introduce, dejando al ciudadano y especialmente al legislador y juzgador
en un claro estado de duda, la que sostengo debiera resolverse de la simple
aplicación del art. 116 de la misma NCPE24 que a partir del elemental
principio contenido en su pfo. II, ante la duda sobre la norma aplicable, se
inclina –como es natural, incluso- por la aplicación de la norma más
favorable para el imputado o procesado, si lo anterior no fuera suficiente –
sostengo que lo es indiscutiblemente- cabría por ejemplo, recurrir al art. 9
de la Convención Americana sobre DDHH25 que, declara y por tanto
contiene un derecho más favorable que el contenido en la NCPE.

                                                            
23 Puede ampliarse el análisis del problema consultando mi ponencia “La retroactividad de la ley penal y

los Derechos Humanos” brindada en ocasión del “Seminario Internacional Neoconstitucionalismo,


Derechos Humanos y Pluralismo Jurídico” cuyo texto aparece publicado en el libro MEMORIAS; I.
Colegio de Abogados de Chuquisaca y Fundación Tribuna Constitucional, Sucre, marzo de 2012,
págs.197 y sgtes.
24 Art. 116. I (…) Durante el proceso, en caso de duda sobre la norma aplicable, regirá la más favorable al

imputado o procesado. II. Cualquier sanción debe fundarse en una ley anterior al hecho
punible.
25
Artículo 9. Principio de Legalidad y de Retroactividad Nadie puede ser condenado por acciones u omisiones que
en el momento de cometerse no fueran delictivos según el derecho aplicable. Tampoco se puede imponer pena más
LIMITES DE LOS ORGANOS DEL ESTADO 
 
Por tanto, conforme a lo argumentado precedentemente, puede concluirse
que actualmente, como efecto de lo que la propia NCPE ha dispuesto, el
principio de supremacía normativa constitucional, admite excepciones –
reitero- fundadas en sus propias disposiciones.

6. EL PRINCIPIO DE RESERVA LEGAL O RESERVA DE LEY

Se trata de otra clara consecuencia del principio cardinal de la división de


funciones o poderes entre los órganos que despliegan el poder público
estatal y, a los efectos que ahora nos interesan, constituye una clara
delimitación al ejercicio del poder público en un rubro que, superando lo
estrictamente jurídico, alcanza –indiscutiblemente- ribetes políticos: la
determinación efectiva de derechos y especialmente, el grave riesgo del
vaciamiento o desmontaje de los derechos constitucionales, por normas de
menor rango.

¿Cuándo resultaría vulnerado este principio? por ejemplo cuando la


Constitución prohíba la discriminación y luego en una convocatoria a
docencia de una universidad establezca que sólo valen a esos efectos los
títulos otorgados por la misma universidad y no otros emitidos por su
competencia vulnerando no sólo ese derecho sino el derecho al trabajo; o
cuando la misma norma suprema establezca el derecho al recurso y
mediante una norma de inferior rango, digamos un Decreto Supremo
declare que en un caso determinado, el juzgamiento es en única y última
instancia.
Por tanto, para evitar que en la realidad práctica, los derechos establecidos
en la norma suprema del ordenamiento jurídico de un estado queden
vaciados o menoscabados siquiera por las restantes normas -inferiores
jerárquicamente a una Ley Formal- es que opera el principio de reserva
legal, por el cual se reserva o mejor atribuye competencia puntual a una
determinada norma –la ley en este caso- para a partir de su consignación
como tales, impedir terminen anulados o menoscabados. Obviamente que
parte de un entendimiento adicional asentado en que lo que las leyes
dispongan al respecto, deben guardar estrecha correspondencia con lo que
la Constitución haya delimitado de manera macro.
Constituye, entonces, en un mecanismo operativo orientado al efectivo
respeto de los derechos constitucionales otorgados en la norma suprema
                                                                                                                                                                              
grave que la aplicable en el momento de la comisión del delito. Si con posterioridad a la comisión del delito la ley
dispone la imposición de una pena más leve, el delincuente se beneficiará de ello.
LIMITES DE LOS ORGANOS DEL ESTADO 
 
de todo ordenamiento jurídico, los que admitiendo implícitamente que no
son derechos absolutos, le atribuyen competencia para limitarlos pero sólo
a través de un mecanismo previamente identificado: la ley formal. En el
caso boliviano, el art. 109 de la NCPE parte del principio general de su
pfo. I: Todos los derechos reconocidos en la Constitución son directamente
aplicables y gozan de iguales garantías para su protección; por lo que en
consecuencia: II. Los derechos y sus garantías sólo podrán ser regulados por la
ley.

Es decir, como la Constitución no puede ingresar al desarrollo en detalle


de todos los derechos y garantías constitucionales ahí consignados, por
decisión constitucional se limita su desarrollo –además, como emergencia
de la supremacía constitucional a que no vayan en contra de ésta norma-
sólo a que esté contenido en una norma legal de mayor valor, la ley y en
un sentido claro unánimemente relievado por la doctrina, una ley formal,
esto es la emitida por el órgano al cual la norma constitucional le otorga
competencia expresa para hacerlo (usualmente el legislativo). Esto ocurre
en el caso boliviano, pues el órgano legislativo según el art. 145 de la
NCPE: la asamblea legislativa (…) es la única con facultad de aprobar y
sancionar leyes que rigen para todo el territorio boliviano, además del inciso
3.del apartado I del art. 158 de la NCPE.26
Siguiendo a RIVERA SANTIBAÑEZ27 que se remite a la doctrina
constitucional, el principio de reserva legal es la institución jurídica que
protege el principio democrático, al obligar al legislador a regular aquellas
materias que por disposición de la Constitución deben ser desarrolladas en una
Ley. (DC No. 6/2000 de 21 de diciembre)

Entonces, impone un límite tanto al legislativo como al ejecutivo, a aquél,


impidiendo que delegue sus potestades en otro órgano, y a éste, evitando que se
pronuncie sobre materias que, deben ser materia de otra ley. Añade además que
dicho principio está vinculado con el ejercicio de los derechos
fundamentales, pues éste ejercicio encuentra su límite en los derechos de otra
persona, la seguridad general, la conservación del orden democrático y la
preservación de la salud colectiva. Por lo que dicho autor concluye, el principio
de reserva legal implica que los límites al ejercicio de los derechos fundamentales

                                                            
26 Artículo 158. I. Son atribuciones de la Asamblea Legislativa Plurinacional, además de las que

determina esta Constitución y la ley: (…)Dictar leyes, interpretarlas, derogarlas, abrogarlas y


modificarlas.
27 Obra citada, páginas 249 y sgtes
LIMITES DE LOS ORGANOS DEL ESTADO 
 
sólo pueden ser establecidos mediante ley en sentido material, es decir, que sólo el
legislativo –hoy asamblea legislativa plurinacional- tiene potestad de
establecer dichos límites, estando proscrita la potestad para el ejecutivo.

¿Cuál es la explicación de esta limitación? La respuesta es de índole política,


no jurídica y se vincula con la representatividad que tienen quienes
componen los órganos o asambleas legislativas al haber sido elegidos por
el pueblo y representar a las más de las variadas tendencias existentes, lo
que les faculta -teóricamente- también para decidir acerca de nuestros
derechos fundamentales y limitarlos en casos estrictamente necesarios,
aunque dicha facultad también –sistema de pesos y contrapesos- está
sujeta a su vez a otros límites: los establecidos en la Constitución Política
del Estado, puesto que por muy representantes que sean, en ejercicio de la
función en análisis tampoco pueden ir más allá de aquél límite legal y
político.
Interesa destacar aquí la presencia de un otro límite resultante de la
aplicación del principio en cuestión y que adquiere una enorme relevancia
al terminar imponiendo límites a los derechos fundamentales, aunque sin
alterarlos en cuando a su contenido. El autor seguido lo explica en los
siguientes términos: se puede afirmar que la Constitución ha establecido que en
su ejercicio los derechos fundamentales no son absolutos, por lo tanto pueden ser
limitados en función a los intereses sociales, empero, conforme al principio de la
reserva legal, la potestad de fijar límites al ejercicio de derechos fundamentales
sólo está reconocida restrictivamente al legislativo que podrá hacerlo mediante
Ley, de manera que está proscrita la potestad de establecer límites al ejercicio de
los derechos para el órgano ejecutivo.

Adviértase que esta exigencia, además de las ejemplificaciones vertidas


sobre el fondo del tema, encuentra también –en este caso con gran
implicación- una exigencia de forma, cual es que se trate de una ley
FORMAL, reitero, debe ser una ley emitida por el órgano al cual la propia
Constitución le faculta privativamente hacerlo, usualmente el legislativo,
como acontece también en el caso boliviano.
Así surge además conforme se lo ha destacado reiteradamente, una clara
limitación al ejercicio de funciones del órgano ejecutivo, pues no tiene
facultades para intervenir mediante sus potestades normativas – Decretos
Supremos, Decretos Reglamentarios, etc- sobre los derechos
fundamentales del ciudadano.
LIMITES DE LOS ORGANOS DEL ESTADO 
 
7. OTROS PRINCIPIOS
Si seguimos la tesis hasta aquí expuesta vinculada con extraer los límites o
salvaguardas establecidas en favor del ciudadano de principal aunque no
exclusivamente, el art. 8 de la NCPE, debiéramos referirnos también en tal
calidad a los principios o valores de solidaridad, reciprocidad, respeto,
complementariedad, armonía, transparencia, equilibrio, igualdad de
oportunidades, equidad social y de género en la participación, bienestar
común, responsabilidad, justicia social, etc., etc.
LIMITES DE LOS ORGANOS DEL ESTADO 
 
CAPITULO TERCERO: DE LOS LÍMITES AL ÓRGANO
JUDICIAL Y TRIBUNAL CONSTITUCIONAL PLURINACIONAL
“En la democracia y en el estado de derecho no sé es sólo un individuo
particular, sino sobre todo un ciudadano”. Raymon ARON

Conforme a lo antes explicado, después de haber desarrollado las


salvaguardas generales más importantes dirigidas a todos los órganos
estatales y demás organismos, a partir de este capítulo se desarrollarán de
manera puntual algunos de los límites más importantes establecidos para
cada órgano que compone el estado plurinacional de Bolivia.
Precisamente, en desarrollo del principio de la separación de poderes /
funciones que, como antes se ha visto, opera como límite general al
ejercicio del poder público, la Constitución efectiviza esa limitación
mediante –entre otros- sus arts. 178 y 179 y ss.

1. LA DISTRIBUCION COMPETENCIAL COMO LIMITE


PRIMORDIAL AL EJERCICIO DEL PODER PUBLICO
Es clásico el razonamiento surgido en el ámbito del derecho procesal
formulado en sentido que todos los jueces tienes jurisdicción, más no todos
competencia. De ahí se explica que la asignación competencial es un
instituto de corte procesal destinado fundamentalmente, a evitar el caos
jurídico y consiguiente arbitrariedad que resultaría de otorgarle
competencia a todos los jueces para conocer y resolver todos los asuntos,
siendo urgente entonces proceder a delimitar su ejercicio competencial
siguiendo criterios fundados en materia, cuantía, territorio, etc, etc.
Sosteniendo que la potestad de impartir justicia emana del pueblo
boliviano, la NCPE efectiviza la distribución de funciones –fenómeno
competencial- señalando que la función judicial es única y se ejerce con
base a las limitaciones siguientes:

- Se ejerce por el Tribunal Supremo de Justicia, los Tribunales


departamentales de Justicia; los Tribunales de sentencia y los jueces

- La jurisdicción ambiental se ejerce por el Tribunal Agroambiental y


jueces agroambientales

- La jurisdicción indígena originario campesina, se ejerce por sus


propias autoridades
LIMITES DE LOS ORGANOS DEL ESTADO 
 
- E incluso, declara que existirán jurisdicciones especializadas que
serán reguladas por ley.
Esto en lo que hace a la jurisdicción ordinaria, incluyendo a la indígena
originario campesina, que por efecto de su art. 179.II gozarán ambas de
igual jerarquía, extremo finalmente deslucido por el art. 10 de la Ley del
Deslinde Jurisdiccional.
Pero además, distribuye también competencia y por tanto continúa
estableciendo limitaciones al ejercicio del poder público ahora en relación a
la justicia constitucional a través del apartado III del art. 179:

- La justicia constitucional se ejerce por el Tribunal Constitucional


Plurinacional
Y, finalmente, continúa distribuyendo competencia y consecuentemente
delimitando también los límites al ejercicio del poder público, asignando la
función disciplinaria dentro del órgano judicial, al:

- Consejo de la Magistratura, como parte del órgano judicial (Pfo. IV


del art. 179 de la NCPE).
Además, siguiendo con la asignación competencial y por tanto,
imponiendo límites efectivos al ejercicio de los órganos estatales e, incluso
en el caso del órgano judicial, delimita otro orden de actuaciones, esta vez
en lo concerniente a la justicia militar, cuando su art. 180.III, cuando
señala:

- La jurisdicción militar juzgará los delitos de naturaleza militar


regulados por la ley.
En consecuencia, estamos ante un primer límite específico al ejercicio del
poder público establecido entre los diferentes órganos del estado y en
aplicación, a su vez, de otro límite consistente en la división de funciones,
por el que operativamente –aunque en términos muy pero muy generales-
responde a la clásica concepción de asignarle al judicial la función de
juzgar, al legislativo la de legislar y al ejecutivo la de administrar, sin que
puedan ser reunidas ni delegables entre sí, e incluso dentro del mismo
órgano juzgador continúa distribuyendo competencias entre los diversos
organismos e incluso instancias constitucional, ordinaria, disciplinaria,
indígena originario campesina y militar. ¿Qué no es eso sino imponer límites
al ejercicio del poder público?
LIMITES DE LOS ORGANOS DEL ESTADO 
 
E insisto con la idea –a los efectos que nos interesan- adviértase
adicionalmente que esta limitación al ejercicio del poder público en este
rubro específico, se expresa de una manera entre los diferentes órganos
que integran el estado (judicial, legislativo, ejecutivo y electoral) y, de otra
manera entre los diversos órganos que integran el órgano judicial e,
incluso en éste ámbito general, a la justicia indígena originario campesina,
pues cada elemento integrante del estado, tiene asignadas cuasi claramente
sus competencias, repitiendo así el principio general de la división de
funciones.
Siguiendo con esa línea, los artículos siguientes efectivizan esa asignación
–general- de competencias, desarrollando las específicas para cada
elemento integrante de la administración de justicia ordinaria, indígena
originario campesina, constitucional e incluso disciplinaria. Además, la
justicia militar se deja a leyes específicas, a partir de la definición
constitucional –y limitación- que aquella abordará delitos de tal
naturaleza.
Así, las llamadas “atribuciones” por la NCPE, en realidad son
competencias, asignadas no sólo por la Ley sino por la Constitución al
ahora denominado Tribunal Supremo de Justicia que aparecen
desarrolladas por su art. 184 consistentes en: 1. Actuar como tribunal de
casación y conocer recursos de nulidad en los casos expresamente
señalados por la ley. 2. Dirimir conflictos de competencias suscitados
entre los tribunales departamentales de justicia. 3. Conocer, resolver y
solicitar en única instancia los procesos de extradición. 4. Juzgar, como
tribunal colegiado en pleno y en única instancia, a la Presidenta o al
Presidente del Estado, o a la Vicepresidenta o al Vicepresidente del
Estado, por delitos cometidos en el ejercicio de su mandato. El juicio se
llevará a cabo previa autorización de la Asamblea Legislativa
Plurinacional, por decisión de al menos dos tercios de los miembros
presentes, y a requerimiento fundado de la Fiscal o del Fiscal General del
Estado, quien formulará acusación si estima que la investigación
proporcionó fundamento para el enjuiciamiento. El proceso será oral,
público, continuo e ininterrumpido. La ley determinará el procedimiento.
5. Designar, de las ternas presentadas por el Consejo de la Magistratura, a
los vocales de los tribunales departamentales de justicia. 6. Preparar
proyectos de leyes judiciales y presentarlos a la Asamblea Legislativa
LIMITES DE LOS ORGANOS DEL ESTADO 
 
Plurinacional. 7. Conocer y resolver casos de revisión extraordinaria de
sentencia.28

Tratándose de la Jurisdicción Agroambiental, la NCPE determina su


competencia –y por tanto delimita sus funciones- señalando que es el
máximo tribunal especializado de la jurisdicción agroambiental, asignándole
entonces competencia para: 1. Resolver los recursos de casación y nulidad
en las acciones reales agrarias, forestales, ambientales, de aguas, derechos
de uso y aprovechamiento de los recursos naturales renovables, hídricos,
forestales y de la biodiversidad; demandas sobre actos que atenten contra
la fauna, la flora, el agua y el medio ambiente; y demandas sobre prácticas
que pongan en peligro el sistema ecológico y la conservación de especies o
animales. 2. Conocer y resolver en única instancia las demandas de nulidad
y anulabilidad de títulos ejecutoriales. 3. Conocer y resolver en única
instancia los procesos contencioso administrativos que resulten de los
contratos, negociaciones, autorizaciones, otorgación, distribución y
redistribución de derechos de aprovechamiento de los recursos naturales
renovables, y de los demás actos y resoluciones administrativas. 4.
Organizar los juzgados agroambientales.29

En lo concerniente a la Jurisdicción indígena originario campesina,


acontece algo similar aunque, sostengo que la distribución de
competencias en relación con la justicia ordinaria no está claramente
delimitada y podrá en el futuro causar problemas, solucionados en alguna
manera por la posterior Ley No. 073 de 29 de diciembre de 2010 del
Deslinde Jurisdiccional.
No obstante, la NCPE sienta el principio – y para lo que nos interesa,
delimita la actuación de los órganos estatales- señalando mediante su art.
190.I que: Las naciones y pueblos indígena originario campesinos ejercerán sus
funciones jurisdiccionales y de competencia a través de sus autoridades, y
aplicarán sus principios, valores culturales, normas y procedimientos propios, e
incluso luego añade –continuando con el desarrollo de los límites- en su
pfo. II que dicha jurisdicción respeta el derecho a la vida, el derecho a la
defensa y demás derechos y garantías establecidos en la presente Constitución.
                                                            
28 La Ley del Organo Judicial (Ley No. 025 de 24 de junio de 2010) reitera esas competencias y otorga

otras adicionales mediante su art. 38, además de desarrollar las competencias de sus salas especializadas
(arts. 42 y sgtes); de los Tribunales Departamentales de Justicia (arts. 50 y sgtes); de sus Salas
Especializadas (arts. 53 y sgtes); de los Tribunales de Sentencia y Juzgados Públicos (arts. 69 y sgtes) e
incluso distribuye la competencia en razón de la materia (art. 64).
29 Por su parte, la Ley No. 25 por sus artículos 140 y sgtes., desarrolla las competencias de la Sala Plena

del Tribunal Agroambiental; además de su Presidente, Salas y Juzgados Agroambientales.


LIMITES DE LOS ORGANOS DEL ESTADO 
 
Está claro que ante esta nueva postura de la NCPE que si bien proviene de
otras normas antes ya introducidas en la economía jurídica boliviana –por
ejemplo la declaración 169 de la OIT e incluso las anteriores normas
constitucionales- en la presente adquiere mucha mayor relevancia, podrá
generar principalmente problemas competenciales al momento de suscitar
en los casos concretos si su conocimiento compete a la justicia ordinaria o
a la indígena originario campesina.

Para el efecto, la NCPE determina que se fundamenta en un vínculo


particular de las personas que son miembros de la respectiva nación o pueblo
indígena originario campesino, con lo cual debiéramos entender que sólo
estarían sometidos a esa competencia quienes mantengan dicho vínculo,
aunque luego, a mi juicio contradictoriamente, señala: (art. 191.II) La
jurisdicción indígena originario campesina se ejerce en los siguientes ámbitos de
vigencia personal, material y territorial, con lo que desconoce aquello del
“vínculo particular”, para luego además añadir mediante el mismo párrafo:
Están sujetos a esta jurisdicción los miembros de la nación o pueblo indígena
originario campesino, sea que actúen como actores o demandado, denunciantes o
querellantes, denunciados o imputados, recurrentes o recurridos. Esta jurisdicción
conoce los asuntos indígena originario campesinos de conformidad a lo establecido
en una Ley de Deslinde Jurisdiccional. Esta jurisdicción se aplica a las relaciones
y hechos jurídicos que se realizan o cuyos efectos se producen dentro de la
jurisdicción de un pueblo indígena originario campesino.30

Así las cosas, estimo que no queda claro sí dicha jurisdicción sólo se aplica
a quienes mantienen un vínculo particular de las personas que son
miembros de una nación o pueblo indígena originario campesino (art.
191.I de la NCPE) o, como se ejerce en los ámbitos de vigencia ya no sólo
personal, sino también material y territorial (art. 191.II de la misma) por
lo entonces podrían quedar también sujetos a dicha jurisdicción no
solamente dichos miembros, sino todos quienes actúen en cualquier
calidad (actores o demandado, denunciantes o querellantes, denunciados o
imputados, recurrentes o recurridos). Por ejemplo, si un ciudadano que no
pertenece a ninguna nación o pueblo indígena originario campesino
demanda en la vía civil supongamos por incumplimiento de un contrato
civil a quien sí pertenece a alguno, por efecto de esa disposición
comentada, ¿este tendría derecho a que su caso sea ventilado en la jurisdicción
                                                            
30 Por su parte, la Ley del órgano Judicial No. 25 de 24 de junio de 2010, en sus arts. 159 y sgtes., reitera

lo ya establecido por la NCPE al respecto.


LIMITES DE LOS ORGANOS DEL ESTADO 
 
indígena originario campesina?. Parece un exceso, puesto que el demandante
en el ejemplo, no quedaría sujeto a su juez natural. Podría ayudar a
resolver el conflicto determinar si esas relaciones y hechos se realizaron o
sus efectos se producirían dentro de la jurisdicción indígena originario
campesina.
Sin embargo, como el punto 2 del pfo.II del mismo artículo remite la
solución sobre el conocimiento de esos asuntos a la ley, esta la Ley No.
073 de 29 de diciembre de 2010 del Deslinde Jurisdiccional, si bien parece
proponer una vía de solución a dichos problemas, es innegable que lo hace
en contra del principio de jerarquía constitucional y añade otros
parámetros competenciales que incluso van en contra del principio de
igual jerarquía entre esta jurisdicción y la ordinaria, principio que como se
ha visto es de raigambre constitucional.
En el primer caso, téngase en cuenta que el límite sentado por el art.
192.II determinaba que dicha jurisdicción se ejercía en los ámbitos de
vigencia personal, material y territorial, y luego el art. 8 de la Ley del
Deslinde soluciona el problema –aunque podría sostenerse yendo más allá
de lo que la NCPE lo permite- prescribiendo: (ÁMBITOS DE
VIGENCIA). La jurisdicción indígena originaria campesina se ejerce en los
ámbitos de vigencia personal, material y territorial, cuando concurran
simultáneamente.
De esta manera, resultaría que competencialmente, la norma legal
introduce una exigencia diferente a la que anteriormente, la NCPE lo
había hecho, de forma que ahora cabría –para decidir los ámbitos de
vigencia de aplicación de la jurisdicción que nos ocupa respecto de la
ordinaria- verificar si los tres ámbitos establecidos en función de la
persona, la materia y el territorio concurren simultáneamente.

De la misma manera, el art. 11 de la misma norma refiriéndose al ámbito


de vigencia territorial, reitera lo ya previsto por la NCPE se aplica a las
relaciones y hechos jurídicos que se realizan o cuyos efectos se producen dentro de
la jurisdicción de un pueblo indígena originario campesino, para luego aclarar:
siempre y cuando concurran los otros ámbitos de vigencia establecidos en la
Constitución Política del Estado y en la presente Ley. En nuestro anterior
ejemplo e interrogante, con base a la ley de desarrollo, cabría responder
que no, puesto que los tres criterios no coinciden.
LIMITES DE LOS ORGANOS DEL ESTADO 
 
Sobre la distribución de competencias entre la jurisdicción analizada y la
ordinaria, la Ley del Deslinde incurre a mi juicio en una otra vulneración
del principio de supremacía constitucional, aunque es innegable que
pretende sentar las bases para solucionar las contradicciones que sobre ese
particular adolecía la NCPE.
En efecto, pese a que el art. 179. II de la misma NCPE establece el tantas
veces principio igualitario: La jurisdicción ordinaria y la jurisdicción indígena
originario campesina gozarán de igual jerarquía, reiterado por el art. 4.III de
la Ley No 25 del órgano Judicial e incluso hasta por el art. 3 de la misma
Ley del Deslinde Jurisdiccional, de manera absolutamente contradictoria
con esa declaración de supuesta igualdad, luego por resultado de su art. 10
de la última norma cuando desarrolla el ámbito de vigencia material,
determina lo contrario cuando nuevamente separa las aguas entre ambas
jurisdicciones evitando que la indígena originario campesina conozca un
conjunto significativo de casos, en su mayoría aquellos en los que el
interés estatal adquiere especial interés: I. La jurisdicción indígena
originaria campesina conoce los asuntos o conflictos que histórica y
tradicionalmente conocieron bajo sus normas, procedimientos propios vigentes y
saberes, de acuerdo a su libre determinación; para luego en su pfo.II
determinar, contradictoriamente: El ámbito de vigencia material de la
jurisdicción indígena originaria campesina no alcanza a las siguientes materias:
a) En materia penal, los delitos contra el Derecho Internacional, los delitos por
crímenes de lesa humanidad, los delitos contra la seguridad interna y externa del
Estado, los delitos de terrorismo, los delitos tributarios y aduaneros, los delitos por
corrupción o cualquier otro delito cuya víctima sea el Estado, trata y tráfico de
personas, tráfico de armas y delitos de narcotráfico. Los delitos cometidos en
contra de la integridad corporal de niños, niñas y adolescentes, los delitos de
violación, asesinato u homicidio; b) En materia civil, cualquier proceso en el cual
sea parte o tercero interesado el Estado, a través de su administración central,
descentralizada, desconcentrada, autonómica y lo relacionado al derecho
propietario; c) Derecho Laboral, Derecho de la Seguridad Social, Derecho
Tributario, Derecho Administrativo, Derecho Minero, Derecho de Hidrocarburos,
Derecho Forestal, Derecho Informático, Derecho Internacional público y privado,
y Derecho Agrario, excepto la distribución interna de tierras en las comunidades
que tengan posesión legal o derecho propietario colectivo sobre las mismas; d)
Otras que estén reservadas por la Constitución Política del Estado y la Ley a las
jurisdicciones ordinaria, agroambiental y otras reconocidas legalmente.
LIMITES DE LOS ORGANOS DEL ESTADO 
 
De todas formas, más allá de lo discutible o no que sean las
contradicciones anotadas entre la misma NCPE y/o la Ley del Deslinde,
peor a partir de todo el discurso que se hizo en el ámbito político
partidario, a los efectos que nos interesan, está claro que tratándose de la
compleja asignación de competencias entre la justicia ordinaria y la
indígena originario campesina, las normas analizadas establecen efectivos
límites competenciales al ejercicio del poder público.

Sobre el ahora denominado Consejo de la Magistratura, los arts. 193 y


sgtes., de la NCPE delimita también sus funciones competenciales
empezando por definir que se trata de la instancia responsable del régimen
disciplinario de la jurisdicción ordinaria, agroambiental y de las jurisdicciones
especializadas; del control y fiscalización de su manejo administrativo y
financiero; y de la formulación de políticas de su gestión. Se determina así
claramente sus competencias y, luego más adelante en su art. 195
desarrolla sus atribuciones principales:31 1. Promover la revocatoria de
mandato de las Magistradas y de los Magistrados del Tribunal Supremo de
Justicia y del Tribunal Agroambiental, cuando, en el ejercicio de sus funciones,
cometan faltas gravísimas determinadas por la ley. 2. Ejercer el control
disciplinario de las vocales y los vocales, juezas y jueces; y personal auxiliar y
administrativo del Órgano Judicial. El ejercicio de esta facultad comprenderá la
posibilidad de cesación del cargo por faltas disciplinarias gravísimas,
expresamente establecidas en la ley. 3. Controlar y fiscalizar la administración
económica financiera y todos los bienes del Órgano Judicial. 4. Evaluar el
desempeño de funciones de las administradoras y los administradores de justicia, y
del personal auxiliar. 5. Elaborar auditorías jurídicas y de gestión financiera. 6.
Realizar estudios técnicos y estadísticos. 7. Preseleccionar a las candidatas y a los
candidatos para la conformación de los tribunales departamentales de justicia que
serán designados por el Tribunal Supremo de Justicia. 8. Designar, mediante
concurso de méritos y exámenes de competencia, a los jueces de partido y de
instrucción. 9. Designar a su personal administrativo.

De esa manera también, se asignan funciones disciplinarias y


administrativas al Consejo de la Magistratura, constituyéndose entonces,
en otros mecanismos orientados al establecimiento de límites al ejercicio
del poder público de los órganos estatales y en concreto, dentro del
judicial.
                                                            
31 También, la ley No. 25 del Organo Judicial desarrolla ampliamente sus atribuciones mediante sus arts.

183 y sgtes.
LIMITES DE LOS ORGANOS DEL ESTADO 
 
Finalmente, me refiero al Tribunal Constitucional Plurinacional.
Siguiendo lo argüido en referencia a los anteriores casos sobre la
distribución competencial y resultante limitación de los poderes estatales,
el art. 196.I de la NCPE le asigna competencia taxativa, para velar: por la
supremacía de la Constitución, ejerce el control de constitucionalidad, y precautela
el respeto y la vigencia de los derechos y las garantías constitucionales e, incluso
en referencia a su función interpretativa le dice que aplicará como criterio de
interpretación, con preferencia, la voluntad del constituyente, de acuerdo con sus
documentos, actas y resoluciones, así como el tenor literal del texto.

Es decir, no sólo le asigna competencias sino, incluso, le indica cómo las


ejercerá, al menos tratándose de su función interpretativa, lo cual si bien
pueda censurarse como una previsión excesiva del constituyente –
seguramente para preservar su labor u otros propósitos- constituye
también una clara limitación al ejercicio de los órganos estatales.
Más adelante, su art. 202 desarrolla sus competencias -llamadas
atribuciones, de la manera que sigue. Conocerá: 1. En única instancia, los
asuntos de puro derecho sobre la inconstitucionalidad de leyes, Estatutos
Autonómicos, Cartas Orgánicas, decretos y todo género de ordenanzas y
resoluciones no judiciales. Si la acción es de carácter abstracto, sólo podrán
interponerla la Presidenta o Presidente de la República, Senadoras y Senadores,
Diputadas y Diputados, Legisladores, Legisladoras y máximas autoridades
ejecutivas de las entidades territoriales autónomas, 2. Los conflictos de
competencias y atribuciones entre órganos del poder público. 3. Los conflictos de
competencias entre el gobierno plurinacional, las entidades territoriales autónomas
y descentralizadas, y entre éstas. 4. Los recursos contra tributos, impuestos, tasas,
patentes, derechos o contribuciones creados, modificados o suprimidos en
contravención a lo dispuesto en esta Constitución. 5. Los recursos contra
resoluciones del Órgano Legislativo, cuando sus resoluciones afecten a uno o más
derechos, cualesquiera sean las personas afectadas. 6. La revisión de las acciones
de Libertad, de Amparo Constitucional, de Protección de Privacidad, Popular y
de Cumplimiento. Esta revisión no impedirá la aplicación inmediata y obligatoria
de la resolución que resuelva la acción. 7. Las consultas de la Presidenta o del
Presidente de la República, de la Asamblea Legislativa Plurinacional, del
Tribunal Supremo de Justicia o del Tribunal Agroambiental sobre la
constitucionalidad de proyectos de ley. La decisión del Tribunal Constitucional es
de cumplimiento obligatorio. 8. Las consultas de las autoridades indígenas
originario campesinas sobre la aplicación de sus normas jurídicas aplicadas a un
LIMITES DE LOS ORGANOS DEL ESTADO 
 
caso concreto. La decisión del Tribunal Constitucional es obligatoria. 9. El
control previo de constitucionalidad en la ratificación de tratados internacionales.
10. La constitucionalidad del procedimiento de reforma parcial de la
Constitución. 11. Los conflictos de competencia entre la jurisdicción indígena
originaria campesina y la jurisdicción ordinaria y agroambiental. 12. Los
recursos directos de nulidad.32

Para terminar este amplio acápite en el que se ha tenido que detallar las
distintas competencias de todos los organismos que integran el sistema de
administración de justicia poniendo de relevancia sus diferentes
atribuciones competenciales, cabe reiterar que esto obedece a que a través
de ese desarrollo surge nítidamente la distribución de los limites
competenciales primero entre los distintos órganos estatales y luego, al
interior del órgano judicial, incluyendo –a estos fines- a la jurisdicción
indígena originario campesina.
En consecuencia, puede sostenerse que tratándose especialmente, del
órgano judicial dada su naturaleza específica orientada hacia la resolución
de conflictos, la necesaria distribución competencial expresa con mayor
relevancia el establecimiento efectivo de límites al ejercicio del poder
público, retiero, tanto a nivel del relacionamiento entre los distintos
órganos de poder, como entre los que componen al órgano judicial de
manera interna. Incluso, en éste último aspecto, la nueva Ley del Órgano
Judicial se refiere al principio de complementariedad en su art. 6,
prescribiendo: en el ejercicio de la función judicial, las jurisdicciones se
relacionan sobre la base del respeto mutuo entre sí y no podrán obstaculizar,
usurpar competencias o impedir su labor de impartir justicia.

La distribución competencial entonces, constituye la mayor y mejor


concretización de límites efectivos contra el ejercicio del poder público
estatal.

2. EL DEBIDO PROCESO COMO MACROGARANTIA


LIMITADORA A LAS ACTUACIONES –ENTRE OTROS-
DEL ORGANO JUDICIAL

Aunque la concepción acerca del debido proceso como macrogarantía


implica el establecimiento de límites no sólo a la actuación del órgano
                                                            
32La Ley No. 27 de 6 de julio de 2010, en sus arts. 28 especialmente, desarrolla las llamadas atribuciones
jurisdiccionales del Tribunal Constitucional Plurinacional, distinguiéndolas de las atribuciones
administrativas.
LIMITES DE LOS ORGANOS DEL ESTADO 
 
judicial sino también a todos los otros órganos e incluso otras personas e
instituciones, dada su eminente y directa vinculación con las tareas
específicas de la administración de justicia, escojo introducirla en éste
acápite, esto sin perjuicio de considerarla por lo inmediatamente antes
expuesto, como una de corte general.
Parto señalando que la doctrina33 suele concebir al debido proceso con
base a tres grandes concepciones: a) una de corte restringida,
generalmente limitada sólo a determinados derechos o garantías, por
ejemplo en el derecho español como elemento integrante del derecho
fundamental de la tutela judicial efectiva. En Bolivia, esa era la posición
usualmente aceptada hace algunos atrás cuya doctrina y jurisprudencia
acostumbró limitar el concepto sólo a los alcances del art. 16 de la antigua
CPE;34 b) otro de corte ecléctico y por ello, algo más amplia que la
anterior postura, que abarca un conjunto más amplio de garantías, por
ejemplo en el derecho español a las que se encuentran inmersas en el art.
24 de su CPE35 y que en nuestro país, podría abarcar a los arts. 1 y 16 de
la antigua CPE de 2004 o en la NCPE las garantías especialmente de
índole penal que ahora aparecen desarrolladas bajo en denominativo de
“Garantías Jurisdiccionales” por los arts. 109 y siguientes; y c) la postura o
concepción amplia que como su denominación informa, abarca un conjunto
significativo de garantías que no constituyen numerus clausus y que

                                                            
33 Por ejemplo, Iñaki ESPARZA LEIBAR “El Principio del Proceso Debido” José María Bosch Editor

S.A. Barcelona; 1995.


34 Ahora, la NCPE en el rubro “Garantías Jurisdiccionales” (arts. 109 y sgtes) refiere: art. 115.II “El

Estado garantiza el derecho al debido proceso, a la defensa y a una justicia plural, pronta, oportuna, gratuita,
transparente y sin dilaciones”. Luego su art. 117 indica: “I. Ninguna persona puede ser condenada sin haber sido
oída y juzgada previamente en un debido proceso. Nadie sufrirá sanción penal que no haya sido impuesta por
autoridad judicial competente en sentencia ejecutoriada”. Más adelante, su art. 137 inmerso en el rubro relativo al
Estado de sitio, precisa: “En caso de peligro para la seguridad del Estado, amenaza externa, conmoción interna o
desastre natural, la Presidenta o el Presidente del Estado tendrá la potestad de declarar el estado de excepción, en
todo o en la parte del territorio donde fuera necesario. La declaración del estado de excepción no podrá en ningún
caso suspender las garantías de los derechos, ni los derechos fundamentales, el derecho al debido proceso, el derecho
a la información y los derechos de las personas privadas de libertad”. En el acápite dedicado a la jurisdicción
ordinaria, se tiene el “Artículo 180. I. La jurisdicción ordinaria se fundamenta en los principios procesales de
gratuidad, publicidad, transparencia, oralidad, celeridad, probidad, honestidad, legalidad, eficacia, eficiencia,
accesibilidad, inmediatez, verdad material, debido proceso e igualdad de las partes ante el juez”.

35 El art. 24 de la CPE española, refiere: “1. Todas las personas tienen derecho a obtener tutela judicial efectiva
de los jueces y tribunales en el ejercicio de sus derechos e intereses legítimos, sin que, en ningún caso, pueda
producirse indefensión. 2. Asimismo, todos tienen derecho al juez ordinario predeterminado por la ley, a la defensa
y a la asistencia de letrado, a ser informados de de la acusación formulada contra ellos, a un proceso público sin
dilaciones indebidas y con todas las garantías, a utilizar los medios de prueba pertinentes para su defensa, a no
declarar contra si mismos, a no declararse culpables y a la presunción de inocencia. La ley regulará los casos en los
LIMITES DE LOS ORGANOS DEL ESTADO 
 
participan de la naturaleza jurídica de los principios generales del derecho.
Esta última es la que mayor aplicación ha comenzado a tener a nivel
universal y es a la que me adscribo, más aún cuando ya aparece reflejada –
desde el anterior siglo y con denominación diferente- en el Pacto de San
José de Costa Rica.36

En ese sentido RESUMIL37 sostiene que en sentido amplio significa: “el


derecho al trato justo por parte del Estado”, en sentido abstracto: “un proceso
judicial conforme a las garantías constitucionales” y en un sistema adversativo:
“garantía de equidad en el trato procesal a las partes”, poniendo de relevancia
que no se trata simplemente de una garantía solamente procedimental,
sino también obliga al legislativo para que las leyes sancionadas sean
justas y razonables en su contenido.
En similar sentido, el Magistrado del Tribunal Constitucional del Perú
Carlos MESIA38 pone de relevancia que el debido proceso alude al
concepto formal de cómo debe tramitarse un procedimiento, aunque
destacando también que implica en su aspecto substancial, el denominado
principio de razonabilidad.
Entonces, parto de la concepción del debido proceso como aquél camino
que se sigue para obtener una resolución justa sobre cualesquier derecho
de la persona en cualquier ámbito, lo que implica el respeto de un conjunto
significativo de garantías que obviamente, superan ampliamente la muy
pobre y restringida visión del art. 16 de la CPE de 2004, la que se ha
mantenido aunque ahora algo ampliada en la NCPE, cuyo art. 115.II
señala: “El Estado garantiza el derecho al debido proceso, a la defensa y a una
justicia plural, pronta, oportuna, gratuita, transparente y sin dilaciones” , para
luego en el art. 117, añadir: “Ninguna persona puede ser condenada sin haber
sido oída y juzgada previamente en un debido proceso. Nadie sufrirá sanción
penal que no haya sido impuesta por autoridad judicial competente en sentencia
ejecutoriada. II. Nadie será procesado ni condenado más de una vez por el mismo
                                                                                                                                                                              
que, por razón de parentesco o secreto profesional, no se estará obligado a declarar sobre hechos presuntamente
delictivos”.
36 Cuyo art. 8, aunque con denominación diferente, ya dijo que: Artículo 8. Garantías Judiciales 1. Toda

persona tiene derecho a ser oída, con las debidas garantías y dentro de un plazo razonable, por un juez o tribunal
competente, independiente e imparcial, establecido con anterioridad por la ley, en la sustanciación de
cualquier acusación penal formulada contra ella, o para la determinación de sus derechos y
obligaciones de orden civil, laboral, fiscal o de cualquier otro carácter.
37 En “Proceso Penal Garantista: modelo adversativo, sistema acusatorio angloamericano y debido

proceso de ley “. Centro Interamericano para la Administración de Justicia y Política Pública” disponible
en http://www.centrointeramericano.org el 20 de marzo de 2012
38 “Derechos de la Persona. Dogmática Constitucional”. Fondo Editorial del Congreso del Perú; Lima,

2004; página 329


LIMITES DE LOS ORGANOS DEL ESTADO 
 
hecho. La rehabilitación en sus derechos restringidos será inmediata al
cumplimiento de su condena. III. No se impondrá sanción privativa de libertad
por deudas u obligaciones patrimoniales, excepto en los casos establecidos por la
ley”.

Más adelante, en su art. 180, se indica: “La jurisdicción ordinaria se


fundamenta en los principios procesales de gratuidad, publicidad, transparencia,
oralidad, celeridad, probidad, honestidad, legalidad, eficacia, eficiencia,
accesibilidad, inmediatez, verdad material, debido proceso e igualdad de las
partes ante el juez”.

Sin embargo, es altamente plausible que su art. 117.I haga depender del
debido proceso o condicione el instituto del juicio (proceso) previo, al
mismísimo debido proceso, cuando afortunadamente dice:  Ninguna persona
puede ser condenada sin haber sido oída y juzgada previamente en un debido
proceso.
Se sostiene que el debido proceso antes que un simple principio procesal,
se trata de una macro garantía que alumbra el desarrollo de cualesquier
proceso donde se declare la responsabilidad del ciudadano, se determine un
derecho o se le imponga una obligación o, como parte –importante- de la
doctrina lo considera, se trata de una garantía de garantías.

Según el pensamiento de CACERES JULCA39 : “…el debido proceso es la


garantía de garantías, es el principio general que engloba todo el derecho procesal
y de todo proceso jurisdiccional. Se lo comprende como una cláusula general
residual o subsidiaria por antonomasia, porque ella permite constitucionalizar
todas las garantías orgánicas o procedimentales en tanto y cuanto contribuyan
directa o indirectamente a la dilucidación de un conflicto en sede jurisdiccional de
modo justo y equitativo”.

Se postula consecuentemente que la garantía del debido proceso no sólo


abarca lo estrictamente descrito por el art. 16 de la CPE de 2004 y las
repetidas citadas de la actual, previstas por los arts. 109 y siguientes40 de
                                                            
39“Las Nulidades en el Proceso Penal”. 1ª Edición; Jurista Editores; Lima; 2007; página 146
40 Puede considerarse entonces, la mayoría de las siguientes disposiciones de la CPE actual:
“GARANTÍAS JURISDICCIONALES Artículo 109. I. Todos los derechos reconocidos en la Constitución son
directamente aplicables y gozan de iguales garantías para su protección. II. Los derechos y sus garantías sólo
podrán ser regulados por la ley. Artículo 110. I. Las personas que vulneren derechos constitucionales quedan
sujetas a la jurisdicción y competencia de las autoridades bolivianas. II. La vulneración de los derechos
constitucionales hace responsables a sus autores intelectuales y materiales. III. Los atentados contra la seguridad
personal hacen responsables a sus autores inmediatos, sin que pueda servirles de excusa el haberlos cometido por
orden superior. Artículo 111. Los delitos de genocidio, de lesa humanidad, de traición a la patria, crímenes de
LIMITES DE LOS ORGANOS DEL ESTADO 
 
la actual sino también, por lo menos, las siguientes garantías no limitativas
que se encuentran inmersas bajo el concepto antes descrito y, puntualizo
de manera especial, emergen de varias normas positivas inmersas aunque
dispersas en nuestra economía jurídica y también emanan de la
jurisprudencia del Tribunal Constitucional al respecto:
• Derecho a la defensa inviolable (SSCC Nº s. 494/00-R de 23 de
mayo; 1627/04-R de 8 de octubre y 919/04-R de 15 de junio)
• Derecho a ser considerado y tratado como inocente hasta la emisión
de sentencia condenatoria ejecutoriada.

                                                                                                                                                                              
guerra son imprescriptibles. Artículo 112. Los delitos cometidos por servidores públicos que atenten contra el
patrimonio del Estado y causen grave daño económico, son imprescriptibles y no admiten régimen de inmunidad.
Artículo 113. I. La vulneración de los derechos concede a las víctimas el derecho a la indemnización, reparación y
resarcimiento de daños y perjuicios en forma oportuna. II. En caso de que el Estado sea condenado a la reparación
patrimonial de daños y perjuicios, deberá interponer la acción de repetición contra la autoridad o servidor público
responsable de la acción u omisión que provocó el daño. Artículo 114. I. Queda prohibida toda forma de tortura,
desaparición, confinamiento, coacción, exacción o cualquier forma de violencia física o moral. Las servidoras
públicas y los servidores públicos o las autoridades públicas que las apliquen, instiguen o consientan, serán
destituidas y destituidos, sin perjuicio de las sanciones determinadas por la ley. II. Las declaraciones, acciones u
omisiones obtenidas o realizadas mediante el empleo de tortura, coacción, exacción o cualquier forma de violencia,
son nulas de pleno derecho. Artículo 115. I. Toda persona será protegida oportuna y efectivamente por los jueces y
tribunales en el ejercicio de sus derechos e intereses legítimos. II. El Estado garantiza el derecho al debido proceso,
a la defensa y a una justicia plural, pronta, oportuna, gratuita, transparente y sin dilaciones. Artículo 116. I. Se
garantiza la presunción de inocencia. Durante el proceso, en caso de duda sobre la norma aplicable, regirá la más
favorable al imputado o procesado. II. Cualquier sanción debe fundarse en una ley anterior al hecho punible.
Artículo 117. I. Ninguna persona puede ser condenada sin haber sido oída y juzgada previamente en un debido
proceso. Nadie sufrirá sanción penal que no haya sido impuesta por autoridad judicial competente en sentencia
ejecutoriada. II. Nadie será procesado ni condenado más de una vez por el mismo hecho. La rehabilitación en sus
derechos restringidos será inmediata al cumplimiento de su condena. III. No se impondrá sanción privativa de
libertad por deudas u obligaciones patrimoniales, excepto en los casos establecidos por la ley. Artículo 118. I. Está
prohibida la infamia, la muerte civil y el confinamento. II. La máxima sanción penal será de treinta años de
privación de libertad, sin derecho a indulto. III. El cumplimiento de las sanciones privativas de libertad y las
medidas de seguridad están orientadas a la educación, habilitación e inserción social de los condenados, con respeto
a sus derechos. Artículo 119. I. Las partes en conflicto gozarán de igualdad de oportunidades para ejercer durante
el proceso las facultades y los derechos que les asistan, sea por la vía ordinaria o por la indígena originaria
campesina. II. Toda persona tiene derecho inviolable a la defensa. El Estado proporcionará a las personas
denunciadas o imputadas una defensora o un defensor gratuito, en los casos en que éstas no cuenten con los recursos
económicos necesarios. Artículo 120. I. Toda persona tiene derecho a ser oída por una autoridad jurisdiccional
competente, independiente e imparcial, y no podrá ser juzgada por comisiones especiales ni sometida a otras
autoridades jurisdiccionales que las establecidas con anterioridad al hecho de la causa. II. Toda persona sometida a
proceso debe ser juzgada en su idioma; excepcionalmente, de manera obligatoria, deberá ser asistida por traductora,
traductor o intérprete. Artículo 121. I. En materia penal, ninguna persona podrá ser obligada a declarar contra sí
misma, ni contra sus parientes consanguíneos hasta el cuarto grado o sus afines hasta el segundo grado. El derecho
de guardar silencio no será considerado como indicio de culpabilidad. II. La víctima en un proceso penal podrá
intervenir de acuerdo con la ley, y tendrá derecho a ser oída antes de cada decisión judicial. En caso de no contar
con los recursos económicos necesarios, deberá ser asistida gratuitamente por una abogada o abogado asignado por
el Estado. 47 Artículo 122. Son nulos los actos de las personas que usurpen funciones que no les competen, así como
los actos de las que ejercen jurisdicción o potestad que no emane de la ley. Artículo 123. La ley sólo dispone para lo
venidero y no tendrá efecto retroactivo, excepto en materia laboral, cuando lo determine expresamente a favor de
las trabajadoras y de los trabajadores; en materia penal, cuando beneficie a la imputada o al imputado; en materia
de corrupción, para investigar, procesar y sancionar los delitos cometidos por servidores públicos contra los intereses
del Estado; y en el resto de los casos señalados por la Constitución.
LIMITES DE LOS ORGANOS DEL ESTADO 
 
• Derecho al juez competente, imparcial, independiente y
predeterminado por la ley (SC Nº 560/02-R de 15 de mayo)
• Derecho a la aplicación de la norma más favorable como excepción a
la irretroactividad de la ley penal (SSCC Nº s. 1030/03-R de 21 de julio y
386/05-R de 15 de abril)
• Derecho a no ser juzgado ni condenado dos veces por el mismo
hecho (SSCC Nº s. 727/03-R de 3 de junio y 1764/04-R de 9 de
noviembre).
• Derecho a ser juzgado dentro de un plazo razonable (SC Nº
1070/01-R de 4 de octubre).
• Derecho a obtener una resolución debidamente fundamentada (SC
Nº 1369/01 de 19 de diciembre)
• Derecho a recurrir el fallo según lo establecido por ley.
• Derecho a ser juzgado en proceso público, salvo las excepciones
previstas por ley.
• La prohibición de utilización de prueba ilegal.

• Derechos Mínimos de los detenidos: a) que se le especifique


claramente el motivo de su privación de libertad y se le exhiba la orden
que la fundamenta, excepto en el caso de flagrancia; b) a informar por sí
mismo o a que se informe inmediatamente a su familia, a su defensor o a la
persona a quien indique, por los medios más expeditos, el hecho de su
privación de libertad; c) a entrevistarse privadamente con su abogado; d)
a que se le nombre un traductor o intérprete cuando no comprenda el
idioma en el que se desarrolla el proceso; e) a ser conducido sin demora
ante el Fiscal si éste ordenó su aprehensión; f) a no ser obligado a declarar
contra sí mismo y, en caso de consentir a prestar declaración a no hacerlo
bajo juramento; g) el derecho a no ser sometido a tortura ni a otros tratos
crueles, inhumanos o degradantes; h) a solicitar al juez que defina su
situación jurídica y califique la legalidad de la aprehensión no dispuesta
por él; i) a que se le notifique personalmente con la imputación formal (SC
Nº 826/04-R de 27 de mayo)

No obstante cabe admitir que, si bien la actual Constitución ya incluye por


lo menos el instituto del debido proceso en sus disposiciones aunque
LIMITES DE LOS ORGANOS DEL ESTADO 
 
dándole como se sostuvo un trato restringido como si se tratará de una
garantía más y no de la madre de todas las garantías, es también evidente
que gran parte de aquellas garantías integradoras del debido proceso en su
vertiente amplia, están, así sea dispersas en varios de los artículos de la
NCPE.
Así por ejemplo, podría refirme a la tutela judicial efectiva de su art. 24; al
juicio (proceso) previo del art. 117.I condicionado además al desarrollo del
debido proceso; a la prohibición de la persecución penal múltiple de su art.
117.II; al principio de igualdad procesal del art. 119.I; a la inviolabilidad de
la defensa de su art. 119.II; al derecho de audiencia y prohibición de
juzgamiento por tribunales que no sean juez competente establecido
previamente por la ley del art. 120.I; a la prohibición de declaración
compulsoria contra sí misma o parientes cercanos del art. 121.I, al derecho
de audiencia de la víctima del art. 121.II, al derecho al recurso de su art.
180; entre muchas otras que, dada esa su naturaleza no limitativa, no me
permite ser exhaustivo en su identificación, tampoco al constituyente.
Ahora bien, a los efectos que nos interesan, afirmo que ningún otro
instituto similar pueda ejemplificar de la manera como lo hacen estas
garantías, para resaltar eficazmente su naturaleza limitadora del ejercicio
del poder penal a través de sus órganos, en este caso, del judicial. Incluso,
me atrevería a sostener que si se piensa en los efectivos límites al ejercicio
del poder público, se alude en esencia, simple y llanamente al debido
proceso como macrogarantía.
En consecuencia, el debido proceso como macrogarantía e incluso con base
a entendimientos incluso reducidos, opera en todos los casos como un
límite efectivo al órgano judicial, toda vez que al estar integrado por unas
pocas o varias garantías, opera limitando efectivamente el ejercicio del
poder estatal, peor al de naturaleza arbitraria.

¿El debido proceso abarcará sólo materia penal? No, puesto que las
concepciones contemporáneas del instituto insisten en que el debido
proceso no sólo es aplicable en materia penal, sino obedecen a la elemental
aplicación del art. 8.1 de la Convención Americana sobre DDHH: Toda
persona tiene derecho a ser oída, con las debidas garantías y dentro de un plazo
razonable, por un juez o tribunal competente, independiente e imparcial,
establecido con anterioridad por la ley, en la sustanciación de cualquier acusación
penal formulada contra ella, o para la determinación de sus derechos y
LIMITES DE LOS ORGANOS DEL ESTADO 
 
obligaciones de orden civil, laboral, fiscal o de cualquier otro carácter. Sobre ese
aspecto, la jurisprudencia de la Corte Interamericana de Derechos
Humanos, vinculante además para Bolivia41, ha dicho:

"De conformidad con la separación de los poderes públicos que existe en el Estado
de Derecho, si bien la función jurisdiccional compete eminentemente al Poder
Judicial, otros órganos o autoridades públicas pueden ejercer funciones del mismo
tipo (...). Es decir, que cuando la Convención se refiere al derecho de toda persona
a ser oída por un "juez o tribunal competente" para la "determinación de sus
derechos", esta expresión se refiere a cualquier autoridad pública, sea
administrativa, legislativa o judicial, que a través de sus resoluciones determine
derechos y obligaciones de las personas. Por la razón mencionada, esta Corte
considera que cualquier órgano del Estado que ejerza funciones de carácter
materialmente jurisdiccional, tiene la obligación de adoptar resoluciones apegadas
a las garantías del debido proceso legal en los términos del artículo 8 de la
Convención Americana”. (Caso Tribunal Constitucional, Sentencia de 31
de enero de 2001).

También en parecido sentido: “Cualquier actuación u omisión de los órganos


estatales dentro de un proceso, sea administrativo sancionatorio o jurisdiccional,
debe respetar el debido proceso legal" (Caso Baena, Sentencia del 2 de
febrero de 2001).

Y finalmente: “Es un derecho humano el obtener todas las garantías que


permitan alcanzar decisiones justas, no estando la administración excluida de
cumplir con este deber. Las garantías mínimas deben respetarse en el
procedimiento administrativo y en cualquier otro procedimiento cuya decisión
pueda afectar los derechos de las personas". (Caso Baena, Sentencia del 2 de
febrero de 2001) o "(...) pese a que el artículo 8.1 de la Convención alude al
derecho de toda persona a ser oída por un "juez o tribunal competente" para la
"determinación de sus derechos", dicho artículo es igualmente aplicable a las
situaciones en que alguna autoridad pública, no judicial, dicte resoluciones que
afecten la determinación de tales derechos” (Caso Ivcher, Sentencia del 6 de
febrero de 2001).

                                                            
41 Por si acaso, la Ley No. 1430 de 11 de febrero de 1993 que aprueba y ratifica la Convención

Americana sobre DDHH o Pacto de San José de Costa Rica, reconoce la competencia de la Comisión
Interamericana de DDHH y su art. 3º reconoce como obligatoria de pleno derecho, incondicionalmente y por
plazo indefinido, la jurisdicción y competencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos.
LIMITES DE LOS ORGANOS DEL ESTADO 
 
El debido proceso entonces, resulta ser la macrogarantía limitadora por
excelencia contra el ejercicio del poder público de los órganos estatales y
de cualquier otro organismo.

3. LA GARANTÍA DE LA TUTELA JUDICIAL EFECTIVA O


TAMBIÉN EL DERECHO DE ACCESO EFECTIVO AL
SISTEMA DE ADMINISTRACION DE JUSTICIA
En términos y alcances muy generales, se encuentra prevista en la NCPE
mediante su art. 24: Toda persona tiene derecho a la petición de manera
individual o colectiva, sea oral o escrita, y a la obtención de respuesta formal y
pronta. Para el ejercicio de este derecho no se exigirá más requisito que la
identificación del peticionario y, en términos muchos más específicos en
función al rubro que nos ocupa, por su art. 115.I: Toda persona será
protegida oportuna y efectivamente por los jueces y tribunales en el ejercicio
de sus derechos e intereses legítimos.

De esta manera, el ejercicio de la función pública de los órganos estatales a


través de las funciones del órgano judicial, establece un límite consistente
en que la administración de justicia debe proteger al ciudadano en sus
pretensiones legítimas con las que acude ante dicha administración. Sin
embargo, remarco que no se trata de cualesquier tipo de protección, sino
está sujeta a dos órdenes cualificadores de extrema importancia: a) la
oportunidad, que en el caso se vincula con el derecho a ser juzgado dentro
de plazo razonable, cuyos alcances no sólo se restringen al imputado o al
actor penal, sino a la propia víctima o entonces, actor de cualquier otra
materia sea entonces demandante, etc, etc, para que se resuelva
oportunamente su situación jurídica; y b) la efectividad, esto es que la
protección se preste en términos de la capacidad para lograr un efecto
deseado, esperado o anhelado.
En ese sentido, la protección que brinda en estado a sus ciudadanos
mediante la tutela judicial, debe ser además de oportuna –dentro de un
plazo razonable o cumpliendo el principio de celeridad- y también eficaz,
esto implica que debe resolver el conflicto puesto a su consideración, lo
que huye de la idea y acostumbrada práctica forense de evitar ingresar al
fondo de los asuntos, por absurdos rigorismos asentados en la exigencia de
simples y absurdos formalismos para así evitar pronunciarse
verdaderamente sobre el derecho puesto en liza.
LIMITES DE LOS ORGANOS DEL ESTADO 
 
Para efectivizar dicho propósito, el art. 15.III de la nueva Ley del Órgano
Judicial le obliga al juez a resolver todo conflicto puesto a su
consideración, bajo el principio así formulado: la autoridad jurisdiccional no
podrá alegar falta, oscuridad, insuficiencia de la ley o desconocimiento de los
derechos humanos y garantías jurisdiccionales para justificar su vulneración.

Anteriormente, esos derechos solían deducirse del derecho a la petición del


ciudadano previsto en el art. 7 inc. h) de la antigua Constitución y, de los
instrumentos internacionales tales como el Pacto de San José de Costa
Rica o Convención Americana sobre Derechos Humanos (Ley Nº 1430 de
11 de febrero de 1993) o el Pacto Internacional de Derechos Civiles y
Políticos (Ley Nº 2119 de 11 de septiembre de 2000).

Conforme a estos entendimientos: “…el derecho de acceso a la justicia-que


forma parte del contenido del derecho de tutela judicial efectiva- no se agota en
prever mecanismos de tutela, en abstracto, sino que presupone posibilitar al
justiciable la obtención de un resultado óptimo con el mínimo de empleo de
actividad procesal, con la intención de permitirle acceder de modo real al servicio
de justicia y obtenerla en el menor tiempo y al menor costo posible…”.42

En doctrina, se enseña que el derecho a la tutela judicial efectiva según el


Tribunal Constitucional español, tiene un contenido complejo e incluye
por lo menos, los siguientes elementos: a) el derecho de acceso a los
tribunales; b) el derecho a obtener una sentencia fundada en derecho
congruente; c) el derecho a la efectividad de las resoluciones judiciales y,
d) el derecho al recurso legalmente previsto.43

La jurisprudencia constitucional boliviana sostiene lo siguiente: “El art. 24


de la CPE, establece que: “Toda persona tiene derecho a la petición de manera
individual o colectiva, sea oral o escrita, y a la obtención de respuesta formal y
pronta. Para el ejercicio de este derecho no se exigirá más requisito que la
identificación del peticionario. “Asimismo el art. 7 inc. h) de la CPEabrg,
disponía el derecho fundamental de toda persona: “A formular peticiones
individual o colectivamente”. Al respecto la jurisprudencia constitucional, ha
señalado que el derecho de petición: “… es la facultad o potestad que tiene toda
persona para dirigirse, individual o colectivamente ante las autoridades o
funcionarios públicos, lo que supone el derecho a obtener una pronta resolución, ya

                                                            
42Sentencia Nº 1087-2004-AA/TC del Tribunal Constitucional del Perú.
43JOAN PICO I JUNOY en “Las Garantías Constitucionales del Proceso”. José María Bosch Editor,
Barcelona, 1997; páginas 39 y sgtes
LIMITES DE LOS ORGANOS DEL ESTADO 
 
que sin la posibilidad de exigir una respuesta rápida y oportuna carecería de
efectividad el derecho. En consecuencia, el ejercicio del derecho supone que una vez
planteada la petición, cualquiera sea el motivo de la misma, la persona adquiere el
derecho de obtener pronta resolución, lo que significa que el Estado está obligado a
resolver la petición. Sin embargo, el sentido de la decisión dependerá de las
circunstancias de cada caso en particular y, en esa medida podrá ser positiva o
negativa. Sin embargo, la obligación del Estado no es acceder a la
petición, sino resolverla. (…) En consecuencia, solo en la situación en que
transcurridos lo términos o plazos que establece la ley, el Estado, a través del
funcionario o autoridad correspondiente, no emite respuesta alguna, el derecho de
petición resulta desconocido o vulnerado”. Así las SSCC 0189/2001-R,
1366/2004-R y 0925/2004-R, entre otras. Asimismo, este Tribunal ha
manifestado que el derecho de petición es un: “…derecho fundamental cuyo núcleo
esencial comprende la respuesta pronta oportuna, resolviendo en lo posible la
petición en si misma, es decir, resolviendo el asunto objeto de la
petición…(…)…la respuesta para que sea oportuna tiene que
comprender y resolver el fondo de lo pedido y ser comunicada al
peticionario, caso contrario se incurre en una vulneración del
derecho constitucional fundamental de petición”. Así la SC 0272/2005-
R de 30 de marzo. De igual manera, ha puntualizado que la respuesta debe ser
motivada, por cuanto el derecho de petición se puede estimar como lesionado
cuando la autoridad a quién se presenta una petición o solicitud, no la atiende, es
decir, no la tramita ni la responde en un tiempo oportuno o en el plazo previsto
por ley; de forma que cubra las pretensiones del solicitante, ya sea exponiendo las
razones del porque no se la acepta, explicando lo solicitado o dando curso a la
misma, en cualquiera de los casos donde se omita dar los motivos sustentados
legalmente o de manera razonable, se tendrá por vulnerado el derecho.
Razonamiento asumido por la SC 0025/2005-R de 10 de enero. (…) El derecho
a la tutela judicial efectiva, es el derecho de acceso a los órganos de administración
de justicia para hacer valer sus derechos e intereses ante un órgano del Estado que
se debe caracterizar por su imparcialidad, idoneidad y transparencia, mediante un
procedimiento previamente establecido en las leyes”. (SSCC Nos. 768/2010-R
de 2 de agosto; 025/2005-R de 10 de enero; 272/2005-R de 30 de
marzo; 189/2001-R de 7 de marzo; 1366/2004-R de 19 de agosto y
925/2004-R de 15 de junio).
4. EL PRINCIPIO DE INDEPENDENCIA JUDICIAL Y EL
RESULTANTE PROCEDER IMPARCIAL
LIMITES DE LOS ORGANOS DEL ESTADO 
 
En su vertiente procesal se trata de una otra garantía, ahora sí específica
que rige el proceder del órgano judicial, aunque como la práctica lo
demuestra más allá de toda dura razonable, constituye el soporte
ineludible para asegurar la efectiva vigencia de los derechos y garantías de
las personas, además de un efectivo progreso económico y social al
contribuir significativamente a dotar de seguridad jurídica. Ya
RADBRUCH lo dijo: “El que tiene a un juez por acusador, necesita a Dios por
abogado...”, denotando así la imperiosa necesidad que el juez sea
independiente, para así poder juzgar imparcialmente, asegurando
efectivamente los derechos de las personas y protegiéndolas de los abusos
que pueda sufrir de parte de sus semejantes y del propio estado.
Constituye una de las consecuencias de la garantía general de la
separación de poderes y, reitero, tratándose del órgano judicial exige que
en su actuar como tercero imparcial frente a dos partes con intereses
contrapuestos, resuelva eficazmente el conflicto con base a criterios de
independencia que, serán el soporte imprescindible para asegurar a su vez,
su proceder imparcial.
Se trata entonces, de una garantía operativa puesto que de su real
funcionamiento, depende el efectivo ejercicio de un conjunto de otros
derechos emergentes, por ejemplo la tutela judicial efectiva, juicio previo y
otros.

En esa línea, el art. 120.I de la NCPE, ordena: Toda persona tiene derecho a
ser oída por una autoridad jurisdiccional competente, independiente e
imparcial, y no podrá ser juzgada por comisiones especiales ni sometida a otras
autoridades jurisdiccionales que las establecidas con anterioridad al hecho de la
causa.

Recordemos que prácticamente lo mismo establece el art. 8. I de la


Convención Americana sobre DDHH: Toda persona tiene derecho a ser oída,
con las debidas garantías y dentro de un plazo razonable, por un juez o tribunal
competente, independiente e imparcial, establecido con anterioridad por la ley, en
la sustanciación de cualquier acusación penal formulada contra ella, o para la
determinación de sus derechos y obligaciones de orden civil, laboral, fiscal o de
cualquier otro carácter, con lo cual como ya se sostuvo, despeja toda duda
sobre los reales alcances del principio –atándolos al debido proceso,
además- a la determinación de derechos y obligaciones de cualquier índole
o naturaleza.
LIMITES DE LOS ORGANOS DEL ESTADO 
 
De similar manera, el art. 178 de la NCPE, consagra entre los principios
de los órganos encargados de impartir justicia, a los principios de
independencia e imparcialidad.
Ahora, no vamos a abundar en sus regulaciones sino, mejor, en sus
consecuencias, que las abordaremos a partir de indagarnos:

¿Por qué es tan importante para una sociedad que sus jueces sean
independientes y procedan imparcialmente? ¿Por qué al poder no le
conviene esa independencia? Podrían darse muchas y variadas
respuestas, pero ayudará partir considerando que la jurisdicción es una
función esencial del Estado que está, precisamente orientada a decidir
sobre situaciones controversiales, entre las cuales obviamente, el poder en
todas sus manifestaciones, tiene altos intereses; Montesquieu decía al
respecto: “el poder de juzgar, tan terrible para los hombres”.

De ahí también que no habiendo más alternativa que entregar la


resolución de conflictos a la judicatura, paralelamente surgen acciones
para limitar e incluso impedir ese poder, usando entre otros mecanismos,
los vinculados con la elección de quienes ejercerán esas funciones, peor si
se trata de los tribunales que eventualmente tendrán la última palabra
sobre esas controversias y/o además tendrán intervención o decidirán
sobre el nombramiento de otras autoridades que, también tienen poder de
decisión. A los mismos efectos, no debiera omitirse considerar además, que
el impartir justicia implica en realidad, un efectivo ejercicio de poder
político.
De ahí que la independencia de la función judicial en sus dos vertientes, la
externa respecto de poderes o personas ajenas al órgano y la interna
dentro del mismo, adquiere suma importancia para el efectivo
funcionamiento del estado a través del cumplimiento de sus funciones
principales.
Por ello se explica que la independencia judicial se traduce esencialmente
en la aplicación objetiva de la ley, puesto que tutela los derechos del
ciudadano, comprendiendo la aplicación de un conjunto de garantías
tendientes a preservar y asegurar la actuación del juez imparcial, tanto
frente a presiones de los demás poderes del estado, como de la proveniente
de los tribunales superiores mediante órdenes e instrucciones sobre el
sentido de cómo resolver los asuntos sometidos a su conocimiento, y de las
propias partes dado que todos los ciudadanos son iguales ante la ley y ésta,
LIMITES DE LOS ORGANOS DEL ESTADO 
 
como manifestación de voluntad general, debe ser judicialmente
individualizada sin tomar en consideración situaciones hegemónicas de las
partes o privilegios materiales. 44

De los modelos de juez, en función a su independencia

La doctrina45 enseña acerca de los tipos ideales o modelos de juez, haciendo


notar que cada modelo implica un diseño de organización, una propuesta
cultural y un perfil del operador judicial. El modelo napoleónico está
caracterizado en el plano político organizativo, por la esencial subordinación
de la administración de justicia al poder político. La magistratura aparece
vinculada al ejecutivo a través de una élite judicial, de designación política, que la
gobierna, y que actúa como longa manu del ejecutivo. En ese plano, el
superior, lo es, así, en ambos planos lo que permite asegurar el ejercicio de un
doble control, en particular ideológico (…) en el marco institucional descrito, la
independencia tiene atribuido formalmente un papel esencial de referencia. Pero lo
cierto es que su función es básicamente propagandística y de encubrimiento de la
verdadera realidad del modelo, que impide de manera eficaz la plasmación
práctica de ese valor. Desde el punto de vista externo, o de la magistratura en su
conjunto, porque ésta es un cuerpo integrado en posición subordinada en el área
del ejecutivo. Desde el punto de vista interno, porque el juez está fuertemente
mediatizado en razón de la dependencia jerárquica. Además, ha de tenerse en
cuenta que el acceso a la función judicial pasa por un cuidadoso sistema de filtros
que ya garantiza, desde el inicio, la homogeneidad político –cultural del
seleccionado con la clase del poder, y la integración subordinada en su área de
influencia. Finalmente, dicho autor concluye que el modelo napoleónico de
organización judicial y de juez ha demostrado una extraña virtud: su
extraordinaria funcionalidad y capacidad de integración en distintas experiencias
autoritarias.

Como emergencia especialmente del nuevo tratamiento constitucional de


los derechos fundamentales, se demandó el surgimiento de una autoridad
jurisdiccional independiente, llamado por el autor propio del estado
constitucional de derecho, esto es en términos de ANDRES IBAÑEZ
una autoridad ajena a la política y a los demás centros de poder, que sea
capaz de garantizar su aplicación respecto de todos, surgiendo así
                                                            
44 “Independencia Judicial, sustento del sistema democrático”. Miguel Angel CAMINOS En
“Constitucionalismo y democracia en Iberoamerica. XI Seminario Internacional. Memoria No 12, Sucre,
2008, páginas 74 y sgtes
45 “Para una ética positiva del juez” en “En torno a la jurisdicción”. Perfecto ANDRES IBAÑEZ, Editores

del Puerto, Buenos Aires, 2007, páginas 39 y sgtes


LIMITES DE LOS ORGANOS DEL ESTADO 
 
constitucionalmente el concepto de un nuevo modelo de poder judicial,
sustentado en la profunda revisión crítica del anterior modelo.

Se hace entonces evidente la necesidad de garantizar la independencia tanto en


el plano externo (de la magistratura en su conjunto) como en el plano interno (de
cada juez en particular), tratando de cumplir con la exigencia central de
extraer a la organización judicial del área de influencia del poder ejecutivo
y al juez de la sumisión a la jerarquía interna, con el objeto de hacer
posible su exclusivo sometimiento a la ley y mejor, a la Constitución. Con
ese modelo, la legitimidad del juez no es meramente formal, adquiriendo una
dimensión sustancial, por lo que conforme a este entendimiento el juez se
legitima o se deslegitima en la medida en que cumpla su función de garante de los
derechos fundamentales. No es instrumento de poder, sino, idealmente, órgano del
derecho, quizá mejor, de los derechos de los ciudadanos.

Consecuentemente, este segundo modelo propio del estado constitucional


de derecho, se orienta idealmente a asegurar al juez la capacidad de operar y
decidir de la manera más imparcial, recurriendo principal aunque no
exclusivamente, a las garantías, más aún cuando éstas ya aparecen
constitucionalizadas.
Ahora bien, si la garantía en estudio facilita entonces el establecimiento de
límites al ejercicio del poder público más aún cuando se ejerce a partir del
órgano natural dirimidor de los intereses contrapuestos, resultará
adecuado rescatar algunas de las bases contenidas en el catálogo de
deberes ético – profesionales del juez, propuesto por el autor ANDRES
IBAÑEZ46 Magistrado del Tribunal Supremo Español, dada su
inocultable vinculación directa con el ejercicio independiente y luego
imparcial de su función y en especial, al entendimiento de ese su rol como
un límite efectivo contra el ejercicio del poder.

- La función judicial debe estar fuertemente orientada a la realización


de los valores constitucionales, particularmente los de libertad,
justicia, igualdad y, en general a los derechos fundamentales y
libertades públicas.

- El juez debe estar consciente de su condición de individuo cultural,


social, religiosa y políticamente situado, y que de su concreta
ubicación en cada uno de estos ámbitos es natural fuente de
                                                            
46 Formuladas en doctrina por el español Perfecto ANDRES IBAÑEZ en su obra antes citada, páginas

54 y sgtes
LIMITES DE LOS ORGANOS DEL ESTADO 
 
condicionamientos de sus criterios de decisión, sobre todo en las
materias más sensibles; por ejemplo un juez católico tendrá una
clara posición contraria al aborto o a la pena de muerte.

- De ahí que es difícil en ciertos casos impedir que las propias


opciones morales se manifiesten de algún modo en sus decisiones.
Cuando así ocurra y resulte inevitable y legítimo, el juez deberá
presentarlas y justificarlas como tales y no, como opciones técnicas
o neutras.

- El juez debe ser celoso defensor de su ámbito constitucional de


independencia, especialmente frente a los centros de poder formal y
fáctico. De hacerlo, debe ser en la forma que corresponde a una
garantía constitucional, distinta de un mero privilegio corporativo.

- Debe estar consciente que el juez opera siempre haciendo uso de una
mayor o menor discresionalidad, debiendo por tanto desarrollar la
capacidad de autolimitar y justificar el ejercicio de esa prerrogativa.

- Durante el proceso, el juez debe adoptar metódicamente una


posición inicial de duda, que sólo abandonará paulatinamente
cuando por el resultado de la prueba, haya alcanzado convicción
sobre el objeto de conocimiento, racionalmente justificable.

- Debe respetar los derechos procesales y constitucionales de las


partes, debiendo además resolver las dudas que puedan surgir,
teniendo como norte el sentido más favorable para la plena
efectividad de los derechos.

- Debe también respetar el derecho de las partes a afirmar y


contradecir, puesto que escuchar es una exigencia de método, antes
que una simple regla de cortesía.

- También el juez debe motivar racionalmente sus decisiones, tanto


en lo que hace a los hechos como al derecho y muy particularmente,
cuando aquellas resulten restrictivas de derechos.

¿Cuáles son los mecanismos tendientes a garantizar operativamente


la independencia del juez?. Mas allá de las múltiples declaraciones sobre
la independencia de la magistratura contenidas en la NCPE y en
prácticamente todos los instrumentos internacionales sobre DDHH, me
interesa destacar los mecanismos que operativamente en la práctica,
LIMITES DE LOS ORGANOS DEL ESTADO 
 
sostienen el principio analizado. El tratadista CAMINOS47 incluye dos en
calidad de garantías fundamentales orientadas a preservar esa
independencia: a) la inamovilidad mientras dure la buena conducta del
juez e incluso su nombramiento vitalicio, ya que impiden la arbitraria
remoción por fuera de las causas que generan responsabilidad penal o
disciplinaria, permitiendo así mantener la neutralidad política de la
magistratura necesaria para el cumplimiento de sus fines y, asegura el
contenido de sus fallos; también resguarda la estabilidad de sede para
evitar que sean apartados por esa vía, de los casos que deben juzgar; b) la
intangibilidad de las remuneraciones, preserva no sólo de una injerencia
indebida por parte de los otros dos poderes, sino que resguarda al juez de
la imprescindible atmósfera de tranquilidad que debe rodear la función de
juzgar, a la vez que constituye un reconocimiento a la dignidad de su
función. Además, remarca que ambas garantías están establecidas no en
beneficio de las personas que componen el órgano, sino considerando su
institucionalidad y, fundadas en razones de bien público.

Actualmente, la NCPE en el pfo. II de su art. 178, señala que constituyen


garantías de la independencia judicial: 1. El desempeño de los jueces de acuerdo a
la carrera judicial. 2. La autonomía presupuestaria de los órganos judiciales.

No obstante, por efecto de la reforma introducida por la Ley No 07 de 18


de mayo de 2010 al actual art. 392 del CPP, se permite que el juez sea
suspendido de sus funciones por el Consejo de la Judicatura, ante la sola
imputación fiscal. También que hace algunos años atrás, antes de la
vigencia de la NCPE, como resultado de una norma del ejecutivo, los
salarios del Poder Judicial fueron rebajados por otro órgano vulnerando el
principio antes señalado.
Finalmente, me remito a lo que la Comisión Interamericana de Derechos
Humanos sostuvo al respecto: “La vigencia de los derechos y libertades en un
sistema democrático requiere de un orden jurídico e institucional en que las leyes
prevalezcan sobre la voluntad de los gobernantes y en el que exista un control
judicial de la constitucionalidad y legalidad de los actos del poder público, vale
decir, presupone el respeto del Estado de Derecho. Para que el Poder Judicial
pueda servir de manera efectiva como órgano de control, garantía y protección de

                                                            
47 Obra citada, página 75
LIMITES DE LOS ORGANOS DEL ESTADO 
 
los derechos humanos, no sólo se requiere que exista de manera formal, sino que
además el Poder Judicial debe ser independiente e imparcial”.48

                                                            
48 CIDH. Segundo Informe sobre la Situación de los Derechos Humanos en Perú, 2 de junio de 2000, Capítulo
II, párr. 1; CIDH. Informe sobre la Situación de los Derechos Humanos en Venezuela. 24 de octubre de 2003,
párr. 150.

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