Poemas Sobre El Agua
Poemas Sobre El Agua
Poemas Sobre El Agua
Tu cuerpo, en tres cuartas partes compuesto de agua, más un poco de minerales terrestres, apenas un
puñado. Y esta gran llama en ti, cuya naturaleza desconoces. Y en tus pulmones, en el interior de la caja
torácica tomas y retomas el aire, ese bello extranjero sin el cual no puedes vivir.
José Raúl Jaramillo, Colombia
VIII
Níobe
CONFESIÓN
mi memoria te enciende
y al tú aparecer pienso:
‘nunca digas
de esta agua no he de escribir.’
Anabel Torres, Colombia
Oceanus
H.P Lovecraft
A veces me detengo en la orilla,
Donde las penas vierten sus flujos,
Y las aguas turbulentas suspiran y se quejan
De secretos incontables.
Monumento al mar
Vicente Huidobro
Mañana
Níobe
Gautier
Tristeza en mar
Gautier
Vuelan como jugando las gaviotas;
y los blancos corceles de la mar,
encabritados sobre el oleaje,
sus despeinadas crines dan al aire.
Cae la tarde y una fina lluvia
apaga las hogueras de la noche;
a su paso el vapor escupe hollín
y abate su penacho largo y negro.
Más pálido que el cielo sin color,
me dirijo a la tierra del carbón,
donde reinan la niebla y el suicidio.
⸻Hace un tiempo ideal para matarse.
Siento ahogarse mis ávidos deseos
en el abismo amargo que blanquea;
se arremolina el agua, danza el barco,
el viento cada vez se hace más fresco.
¡Esta tan dolorida el alma mía!
El océano se hincha, suspirando,
y su desesperado pecho me parece
como un amigo fiel que me comprende.
¡Penas de amor perdidas, adelante,
esperanzas truncadas, ilusiones
apeadas de alturas ideales,
podéis saltar hasta los surcos húmedos!
¡Id al mar, sufrimientos del pasado
que volvéis nuevamente para hurgar
en vuestras cicatrices mal cerradas
intentando otra vez que lloren sangre!
Id al mar los fantasmas de mis sueños,
congojas de mortales palideces
en este corazón con siete espadas
como lleva la Madre dolorosa.
Cada fantasma se sumerge y lucha
durante unos momentos con el agua
que lo cubre al final de su voluta
y lo engulle lanzando un gran sollozo.
¡Oh, pesado equipaje, lastre de alma,
tesoros miserables y queridos,
hundíos y después de este naufragio
yo mismo os seguiré al fondo del mar!
Lívido, hinchado e irreconocible,
mecido por las olas que susurran,
en la húmeda almohada de la arena
sé que voy a dormir bien esta noche.
….Pero hay una mujer que con su capa,
en el puente sentada y solitaria,
una mujer encantadora y joven,
de repente me mira desde lejos.
En su mirada, a mi desolación
la Simpatía de brazos abiertos
habla y sonríe, hermana o bien amante.
!Qué ojos azules! ¡Agua verde, adiós!
Vuelan como jugando las gaviotas;
y los blancos corceles de la mar,
encabritados sobre el oleaje,
sus despeinadas crinas dan al viento.