Análisis Del Libro Infantil "El León Que No Sabía Escribir"

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Análisis de libro de literatura infantil

El libro que voy a analizar se titula “El león que no sabía escribir”. Fue escrito e ilustrado por
Martín Baltscheit. Su versión original se publicó en alemán, en el 2002. La edición que leí es
mexicana y fue publicada en 2007 por la editorial ADYSO S.A.

Martín Baltscheit es un autor y director de cine alemán, que ha obtenido, entre otros, el premio de
literatura de la capital del estado de Düsseldorf, el premio de literatura Pied Piper y el premio de
literatura infantil del Estado de Renania del Norte. Ha escrito e ilustrado obras infantiles como
“Zarah, no tienes miedo, ¿verdad?”, “Felline, el profesor Paul y el kit químico”, “La historia del
zorro que perdió la cabeza” y “Las aventuras del señor Benedict”. En septiembre cumple 57 años.

“El león que no sabía escribir” tiene 40 páginas, contando la portada, la contraportada y la
información editorial. Para este análisis, seleccioné las páginas 9 y 11, y como apoyo para la
interpretación utilizaré el libro “Siete llaves para valorar las historias infantiles”, dirigido por
Teresa Colomer.

1. Lo primero que noto, respecto a la relación entre texto e imagen, es que las ilustraciones
de estas dos páginas son prescindibles. Es decir, el texto que allí leemos se vale por sí
mismo, y podría leerse sin el acompañamiento de las imágenes. Esto significa que el libro
no podría considerarse como “libro álbum”.
2. Las imágenes se ubican en la parte izquierda de la página, y el texto en la derecha. Ya que
leemos de izquierda a derecha, esto quiere decir que el autor nos invita a ver primero la
ilustración y después el texto.
3. Sí, el texto puede valerse por sí mismo, pero es indudable que las ilustraciones lo
refuerzan. Por ejemplo, la parte que dice “Eso lo había aprendido de un misionero que se
había comido” es mucho más cómica cuando vemos la ilustración del león con el
misionero en su boca.
4. Las ilustraciones del libro, como bien plantea Colomer, también son importantes porque
contribuyen a que el texto sea más ligero, más corto, evitándole al escritor el trabajo de
describir minuciosamente a los personajes. Por ejemplo, decir “la leona leía un libro y era
muy guapa” se considera como insuficiente en una obra literaria sin imágenes: “¿qué es
guapa?” “¿Cómo es una leona guapa?” “Lo que tú consideras “guapa”, para otros podría
no serlo”. Pero en este libro, las ilustraciones cumplen el papel de la descripción: nos
muestran la leona y cada uno de sus rasgos.
5. Respecto a la voz que nos cuenta la historia, diré que es un narrador omnisciente en
tercera persona. Esto significa que lo sabe todo, que no tiene ningún velo, que puede ver y
escuchar todo lo que el protagonista hace y dice, pero también que es la voz de alguien
que no podemos identificar o reconocer, que no es un personaje dentro de la historia.
Vale la pena preguntarse ¿cómo sería esta historia narrada desde otro punto de vista? Una
narración en primera persona desde el punto de vista del león sería muy aburrida, porque
el león habla todo el tiempo y entonces se repetiría la misma voz. En cambio, suena
mucho más interesante el punto de vista de la leona: ¿desde qué momento nota al león?
¿Qué impresión tiene de él al notarlo y cómo va cambiando esta con el transcurso de la
trama? ¿Qué libro está leyendo?
6. En cuanto a la escritura, identifico un estilo yuxtapuesto: oraciones cortas, muy cortas,
algunas de tres o cuatro palabras. En esto, la redacción de la literatura infantil se asemeja
a la del periodismo y la de los textos expositivos: la escritura yuxtapuesta facilita la
comprensión. Entre más larga es una frase más difícil le resulta al lector entenderla. Por lo
tanto, en un libro pensado para personas que por su corta edad no tienen una experiencia
lectora amplia, es natural que las frases sean diminutas.
7. Una de las funciones que Teresa Colomer le atribuye a la literatura infantil es la de
permitirnos “ser otro sin dejar de ser uno mismo”. Veamos cómo se refleja en el texto
escogido:
“Un día, se encontró con una leona. La leona leía un libro y era muy guapa. El león se
acercó y quiso besarla”. Metiéndonos en el cuerpo de león, tenemos la oportunidad de
estar en una situación de conquista: vemos a alguien y nos llama la atención, ¿qué
hacemos? La experiencia ficcional del león nos permite vivir esta situación y aprender de
ella sin correr los riesgos que asumimos en la vida real, como el rechazo. En ese sentido, la
literatura infantil cumple un papel similar al de los simuladores.
8. Otra función que le atribuye Colomer a la literatura infantil es la de ampliar la experiencia
del mundo propio. En el texto escogido, por ejemplo, el león se percata de que para
conquistar a la leona guapa tiene que escribir una carta, porque es una leona que lee y es
una dama. Probablemente, muchos de los niños que leen este libro por primera vez no
han tenido la experiencia de escribir una carta de amor, y la obra les sirve como una
ampliación de su vivencia, al ofrecerles una experiencia que no han tenido. No solo eso,
sino que además estimula y genera nuevas experiencias a partir de la lectura: es más
plausible que un niño se anime a escribir cartas de amor si ha leído este libro.

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