Poder y Conflicto
Poder y Conflicto
Poder y Conflicto
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Partiendo de los humildes conocimiento que la autora de éstas lineas
posee de la palabra conflicto y poder; entendiendo la primera como la
divergencia que mantienen dos o más personas sobre un asunto, idea, y/o
pensamiento determinado y la segunda como la capacidad que poseen las
personas de llevar a cabo lo que se proponen, bien por sus propios medios y
mecanismos, o usando y/o abusando de los medios y mecanismos de otras
personas; se puede decir que ambos conceptos son interdependientes entre sí;
ya que generalmente los conflictos surgen cuando ese poder lo excede una de
las partes y sobrepasa los limites de tolerancia de la otra.
En lineas generales, para que uno exista, necesita de la existencia del otro, y
ambos paradójicamente requieren de las personas; ya que las personas les dan
vida; pues en la mayoria de relaciones donde intervienen las personas ;
(económicas, sociales, politicas y culturales) se encuentran entretejidas por
relaciones de jerarquía, competencia, autoridad, conocimientos, comunicación,
funciones y estatus económico, político, social, que si bien es cierto no
necesariamente deben generar conflictos; no es menos cierto que la
probabilidad de que se generen conflictos, es alta.
Todo lo anteriormente explayado se puede evidenciar a través de lo
explicado por Montbrun A. (2010), cuando determina que muchos autores
coinciden en caracterizar las relaciones de poder como:
a) la de ser una relación social o una relación entre personas, es decir el
poder es siempre un fenómeno relacional, y b) la relación de poder es
asimétrica, es decir hay una persona que manda y otra que obedece y en tal
sentido la relación tiene una fuerte unidireccionalidad.
Es decir, así como el poder, el conflicto se establece en relaciones
sociales, minimo entre dos personas por lo que es también una relación de
semejanza los que los une tan intimamente; ya que mientras los seres humanos
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y humanas continúen poblando el planeta; el poder y por ende el conflicto;
continuarán tambien existiendo; ya que éstos y éstas nacen con la capacidad de
poder de decisión y de acción sobre los recursos disponibles bien sean
materiales, físicos, económicos y/o financieros, sin embargo (y es aquí donde el
conflicto puede comenzar a gestarse) muchos de esos recursos son limitados,
y por ende son demandados por todos y todas para lograr los objetivos que se
proponen, de tal forma que cuando no existe convergencia sobre los usos de
éstos o cuando se desea imponer una decisión sobre sus usos, el conflicto
tiende a aparecer, bien sea de forma sutil o abrupta.
Cuando el poder de hacer las cosas se basa en relaciones de dominio, de
opresión, de represión de forma pasiva o activa, en menor o mayor intensidad; el
conflicto se tornará de igual forma, y tendrá como es evidente consecuencias o
efectos negativos ya que las personas más tarde o más temprano buscarán
retornar a su amada libertad, porque sencillamente nadie es feliz siendo
sometido o presionado, manipulado o influenciado u obligado a hacer o dejar de
hacer algo y/o de pensar de una forma impuesta.
En cambio cuando esas relaciones sociales, son llevadas a cabo
considerando las necesidades y deseos de los demás, cuando se respetan sus
derechos, cuando el diálogo y la comunicación efectiva las circundan, el uso del
poder no tiene porqué generar conflictos, ya que como es conocido, las
relaciones sociales en cualquier esfera (formal o informal) se rigen por valores,
de organización, de normas, de políticas y procedimientos, y que siempre y en
todo momento las personas en algún momento de sus vidas son influenciados
o influyen sobre otros u otras.
Por lo tanto se puede decir que otra relación existente entre poder y
conflicto es la de causa y efecto, ya que dependiendo de la forma y manera en
que el poder se gestiona, y de cómo los mecanismos y herramientas a su
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disposición se usan en las relaciones sociales, dependerá el efecto que
emergerá de las mismas, osea, en la medida en que el poder sea excesivo en
esa misma medida será el conflicto causado, en cambio si el poder se gestiona
respetando los derechos del otro, no causará conflictos graves o irreparables;
por lo que vale la pena destacar que en oder y conflicto existe una relación
directamente proporcional.
Es así que cuando surgen los conflictos y éstos se manejan de forma
racional y objetiva, la resolución del mismo se gestiona de manera tal que las
diferencias y los obstáculos que le dieron pie se disipan, especialmente las
basadas en relaciones de poder; cuando a través del diálogo, la conciliación, la
negociación, la mediación y hasta el arbitraje las partes deciden transformar el
conflicto, éste se convierte en una herramienta de aprendizaje y desarrollo,
observándose de ésta forma y de acuerdo a lo anteriormente explayado, que
tanto el poder como el conflicto, conforman las dos caras de una misma
moneda, ya que ambos nacen de forma inherente a la persona humana.
Definitivamente, sin lugar a dudas, en lo racional está la capacidad de
convivir con la diversidad de pensamientos, ideas y concepciones de la vida que
cada persona tiene de acuerdo a su cultura, idiosincrasia, sistema de valores,
educación, estatus, formación y por supuesto la de gestionar los niveles de
poder en las relaciones sociales y el papel que éste protagoniza en el conflicto,
considerar los distintos niveles de intensidad que el primero inyecta al segundo
para que éste se geste, se desarrolle, se intensifique, evolucione y se transforme
o simplemente, desaparezca; es lo que distingue a los seres humanos y
humanas de otros seres vivientes, por lo que es una responsabilidad que se
debe tener siempre presente.
Haciendo conciencia con lo aquí expuesto, y considerando las
experiencias personales cercanas de la vida cotidiana, una buena referencia
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para entender y comprender la relación existente entre poder y conflicto, que se
pueden presentar en diferentes áreas de la vida, en el trabajo, en las relaciones
entre amigos, con los vecinos, es la que se lleva a cabo en las relaciones de
pareja entre un hombre y una mujer.
Éstos últimos conflictos que dependiendo de la intensidad y la presencia
de violencia; son estipulados por la ley como delitos en contra del derecho que
tienen las mujeres a una vida libre de violencia, y que a pesar que en los mismos
no se admite ningún tipo de conciliación o negociación; es un buen ejemplo de
una relación social que se basa en el exceso de poder, y que lamentablemente
para muchas mujeres es muy cotidiano.
Los conflictos de violencia contra la mujer están definidos como
situaciones que vienen dadas por una posición de poder y dominio que muchas
veces impone el hombre sobre la mujer a través de la fuerza física, verbal,
psicológica y mental, sometiéndola, amenazándola, disminuyéndola, violándola
sexualmente, obligándola a obedecerle a través del poder económico que pueda
tener como proveedor de la relación; lo que hoy en día se ha demostrado que es
consecuencia de un odio y rechazo hacia lo femenino debido a una crianza
patriarcal y machista que ha reinado desde tiempos remotos; donde se inculca
que el hombre es el que manda, el que tiene el poder y la mujer es la sumisa, la
débil y además propiedad del hombre.
Cuando el conflicto viene dirigido y encausado por una necesidad de
poder, y ese poder se expresa y manifiesta a través de la opresión, de la
represión, de la violencia física y/o verbal; las posibilidades de resolverlo son
mínimas, sin embargo siempre debe existir la buena voluntad de enmendar los
errores cometidos, y de retomar el respeto de los derechos de los demás, y una
buena forma de comenzar, es conociendo los limites del poder y las
consecuencias que el conflicto mal gestionado puede generar.
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Referencia Bibliográfica
Montbrut, Alberto.(2010). Notas para una revisión crítica del concepto de poder.
Polis. Revista de la Universidad Bolivariana. Volumen 9. Nro.25. Recuperado de :
https://scielo.conicyt.cl/pdf/polis/v9n25/art22.pdf