Estamos Prerarados para Un Solo Mundo

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¿Estamos listos para un solo mundo?

William Greider cree que la globalización de las industrias y los mercados tendrá
consecuencias involuntarias, probablemente terribles, en los próximos años. En su libro
One World, Ready or Not, Greider describe cómo la lógica del comercio y el capital en los
últimos años del siglo XX creó una revolución económica y dio inicio a grandes
transformaciones sociales. Según la perspectiva de Greider, el mensaje de la globalización
tiene buenas y malas noticias. Las buenas noticias son que la tecnología moderna y el
marketing internacional permiten a personas y países de todo el mundo avanzar hacia la
era moderna. Las malas noticias, advierte Greider, son que la tecnología moderna tiende a
ser más individualista y menos igualitaria que la tecnología de ensamble masivo que
revolucionó la producción en la primera parte del siglo XX. En consecuencia, la indiferencia
hacia los derechos humanos básicos y la explotación de los débiles en los países en
desarrollo pueden ocasionar grandes revueltas sociales y, a la larga, una ruptura del
sistema internacional.

Una cuestión que preocupa a Greider es el hecho de que la productividad y los ingresos de
muchas corporaciones internacionales han aumentado drásticamente, mientras que no ha
ocurrido lo mismo con el empleo general a nivel mundial. Por lo pronto, una dispersión de
la riqueza productiva está en camino a medida que las corporaciones globales establecen
operaciones en países en desarrollo clave, como Brasil y China.

Muchos economistas están de acuerdo en que esta dispersión reducirá la brecha entre los
países pobres y ricos. Sin embargo, de regreso a los países industrializados, hay una
sensación cada vez mayor de angustia social, ya que los trabajadores observan el cierre
de sus plantas y el traslado de sus empleos fuera del país. Greider señala que una
consecuencia de la globalización es que pone en conflicto los intereses de trabajadores
más viejos y prósperos con los intereses de los trabajadores recién reclutados y de menor
salario. Greider advierte que se avecina una inestabilidad política más grave para Estados
Unidos, Alemania, Francia y Gran Bretaña cuando los trabajadores se lancen a pelear para
salvar sus empleos. Además, la globalización de industrias como la siderúrgica, automotriz
y electrónica de consumo ha creado una capacidad de producción en exceso a una escala
masiva.

Greider señala que la economía estadounidense sirve como un tipo de válvula de seguridad
para el sistema internacional. Puesto que el mercado estadounidense impone relativamente
pocas restricciones a las importaciones, esta “apertura benevolente” significa que Estados
Unidos sirve como un “comprador de última instancia”, absorbiendo gran parte de la
producción excedente del mundo. Como consecuencia del desequilibrio crónico del sistema
comercial, Estados Unidos sigue anunciando un déficit comercial masivo que desafía al
análisis económico convencional. ¿Qué puede o debe hacerse? Greider destaca que a las
empresas internacionales con sede en Estados Unidos que crean empleos en el extranjero
a expensas de los empleos nacionales se les debe prohibir financiar acuerdos de
exportación mediante la adquisición de préstamos de agencias mantenidas con impuestos,
como el Banco de Exportaciones e Importaciones. Al mismo tiempo, Greider opina que se
podría servir mejor a los intereses del público estadounidense si la política gubernamental
dejara de respaldar y financiar los intereses de empresas internacionales y en vez de eso
se centrara en los empleos y salarios.

Mercadeo internacional
FESC
Cúcuta
Por último, Greider apoya el uso de aranceles de emergencia para reducir el déficit
comercial si los responsables de las readquisiciones en Estados Unidos son incapaces de
lograr más acceso a mercados extranjeros para las exportaciones estadounidenses.

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FESC
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