Abolicionismo Penal 1
Abolicionismo Penal 1
Abolicionismo Penal 1
PRESENTADOR POR
JUAN PABLO LINERO NAZZAR
MIGUEL ANGEL DIAZ CARABALLO
JOSE ANGEL GUITERREZ PACHECO
CIELO MAR GUZMAN OSORIO
MARIA ANDREA PEÑA PERNETH
MATERIA
CRIMINOLOGIA
JORNADA DIURNA
Origen
El abolicionismo penal surge en la década del sesenta del siglo XX en países tales como
Noruega, Holanda y Alemania.
Sus inicios se corresponden con un contexto sociopolítico y cultural signado por “cierto
espíritu de época”, representado icónicamente por las revueltas estudiantiles de mayo de
1968 en Francia y otros fenómenos contemporáneos de similar trascendencia.
Es una de las principales vertientes ideológicas de la “criminología crítica”, rama de la
criminología que supuso un cambio de paradigma en relación al abordaje de “la cuestión
criminal”, prescindiendo de los clásicos enfoques etiológicos, que desde Cesare
Lombroso hasta su aparición caracterizaron esta disciplina y avocándose a planteamientos
mayormente relacionados al control social, fuertemente inspirados en las teorías críticas de
la Escuela de Fráncfort, el construccionismo social, la teoría del etiquetado,
la fenomenología, etc.
Como su propio nombre lo indica, el abolicionismo penal reconoce en los abolicionismos
de la esclavitud, la tortura y la pena de muerte, oriundos del siglo XIX, sus antecedentes
más remotos.
Principales ideas
Desde esta perspectiva se afirma que el “delito” como tal no existe, sólo existen los actos.
El “delito” carece de ontología propia y contenido esencial definitorio. Los “delitos” son
meros conflictos entre particulares. La autoridad dominante, coloca sobre determinadas
conductas la etiqueta “delito”, sólo a los fines de tener el control absoluto de su destino,
desde la potencial puesta en marcha del aparato represivo. Lo que es “delito” hoy puede
dejar de serlo mañana. Lo que es “delito” en España, puede no serlo en Argentina o
viceversa. Todo dependerá del ánimo de los poderosos de turno.
A su vez, y en estricta relación a lo anterior, se concluye que, si el “delito” no existe, los
“delincuentes” tampoco. Son simples personas en conflicto. La categoría “delincuente”
representa una construcción política estatuida maquiavélicamente desde la autoridad, con el
único propósito de generar enemigos sociales que justifiquen la vigencia del aparato
represivo del Estado. En consecuencia, se impone tomar con pinzas la visión agonal
schmittiana amigo-enemigo, víctima-delincuente. No hay buenos ni malos. Héroes ni
villanos. Normales ni anormales. Sólo sectores con mayor poder de definición que otros.
Para el abolicionismo penal, el sistema penal es segregacionista, excluyente, selectivo, y en
cuanto tal solo favorece a los “poderosos”.
Principales exponentes
Émile de Girardin, de quien cabría destacar la obra Du droit de punir, fue uno de los
máximos representantes de esta corriente. Para este periodista francés, el Estado no se halla
legitimado para imponer pena alguna. La historia sostiene, avala su postura: según él, la
pena no ha servido a más que a la opresión y a la barbarie, y ha sido objeto de abusos y
arbitrariedades. En la actualidad, los fundamentos de su pensamiento siguen estando
presentes en la corriente abolicionista, en mayor o menor medida.
Los principales referentes del abolicionismo penal son los noruegos Nils Christie y Thomas
Mathiesen y el holandés Louk Hulsman, fundamentales en el desarrollo embrionario de esta
corriente y artífices principales de sus grandes conquistas histórico-políticas. Entre ellas
cabe destacar el notable reconocimiento recibido por el abolicionismo penal a nivel
mundial a partir de lo sucedido en el Noveno Congreso de Criminología de Viena de 1983
o el impacto causado por las ideas abolicionistas en el “Informe del Comité Europeo sobre
problemas de Criminalidad” (Consejo de Europa, Estrasburgo, 1980).
En menor medida, también puede destacarse lo realizado por Hermann Bianchi, Sebastian
Scheerer, Heinz Steinert, John Blad, René Van Swaaningen.
Algunos especialistas consideran que Stanley Cohen y Michel Foucault también pueden ser
identificados con el abolicionismo penal.
Abolicionismo penal
Según Hulsman, Mathiesen, Christie (1989), La respuesta punitiva frente al delito ha sido
siempre un hecho incuestionado e incuestionable. Puede haberse pensado muchas veces en
mejorar la eficacia del sistema penal, o haberse criticado, tantas deficiencias de las
instituciones carcelarias ámbito de cumplimiento de lo que es la pena por excelencia en el
mundo actual: el encierro en prisión, pero nunca llego a pensarse o al menos a decirse que
tal vez la respuesta punitiva a los "delitos" no sea la mejor solución o, lo que es más, que tal
vez sea la peor, tal vez sea ésta idea de la "solución represiva" de los conflictos sociales, el
efecto más dañino del derecho penal, por su carácter anestesiante y paralizador de la
búsqueda de las verdaderas soluciones para las distintas situaciones problemáticas,
definidas por la ley como delitos. En este sentido, el aporte abolicionista es fructífero por
sus profundas críticas a todos y cada uno de los argumentos que por años han sido el sostén
ideológico de tal "solución".