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Apolíneo y Dionisíaco

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Apolíneo y

dionisíaco

Estética

1
Lo dionisíaco en la sociedad de
masas
Nietzsche (como se cita en Oliveras, 2013), al proponerse revisar la
tragedia griega, encuentra que en esa expresión artística se encontraban
representados no solo los valores del dios Apolo, como se creía hasta ese
momento, encarnizados en la figura del héroe, sino que también estaban
en escena las fuerzas del dios Dionisio, aquel que representa la embriaguez
y los excesos. Analizando estas dos fuerzas, llega a una conclusión que,
partiendo de la Estética, las extrapola a la humanidad misma. Para
Nietzsche, no es la fuerza apolínea la que rige, sino la fuerza que proviene
de Dioniso. Un estudio de las sociedades actuales permitirá visualizar más
claramente estos conceptos debido a la preponderancia que el arte y los
medios masivos de comunicación hacen de las características dionisíacas.

Actualidad de lo dionisíaco
Nietzsche se propone entender, a partir de la tragedia griega, el sentido
trágico de la existencia. Inspirado por Wagner y Schopenhauer venía
elaborando una interpretación de la cultura griega que contradecía la
visión unívoca dominante en el siglo XIX. Hasta ese momento, todo lo que
tenía que ver con lo griego era considerado como un paradigma y
expresión de pura racionalidad y optimismo.

Tomando a los dioses griegos Apolo y Dionisio, Nietzsche elabora una


teoría que excede el arte para aplicarse a los principios de la vida misma.
Según lo planteado, la vida se desarrolla en el juego de atracciones y de
opuestos de lo apolíneo y lo dionisíaco, siendo esta última la fuerza
dominante. Lo apolíneo será la encarnación de aquello que se regula por la
forma, por lo que tiene límite y está sometido a número y proporción, cuya
máxima expresión artística es la escultura clásica. La tragedia surge,
entonces, del doble juego de lo apolíneo, representado en la individualidad
de los personajes, y lo dionisíaco, presente a su vez en la pluralidad del
coro. El mismo Nietzsche hace una descripción de las actitudes del héroe
en la tragedia:

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Como sobre el mar embravecido, que, ilimitado por todos
lados, levanta y abate rugiendo montañas de olas, un
navegante está en una barca, confiando en la débil
embarcación; ahí está tranquilo, en medio de un mundo de
tormentos, el hombre individual, apoyado y confiando en el
principio de la individuación. (Nietzsche, 2005, p. 44).

Es así cómo, frente a lo trágico de la vida, se aferra a este principio, el de la


individuación, pero, opuesto, se encuentra el que encarna el verdadero
sentido de la existencia: Dionisio, como dios de la embriaguez y del fluir
vital, capaz de metamorfosearse en animal y que enlaza todo lo viviente sin
entender de individuación alguna, sino que su lugar es lo colectivo. Su
dominio es el del exceso, el de la fiesta, donde se pierden los límites de la
identidad individual, su expresión artística privilegiada, la música y las
danzas del éxtasis. De esta forma, encarna lo ilimitado, lo informe y, en
última instancia, la vida misma, que se desgaja en individuaciones que
inevitablemente volverán al seno de donde surgieron. La compresión de
este sentido de la vida provocará un profundo sentimiento mezcla de
espanto y alegría que es a la vez aterrador y liberador. La cultura griega
reconoció en estos dos dioses fuerzas complementarias y de la confluencia
de ambos cultos da cuenta la tragedia griega tal como lo plantea Nietzsche.
Esto era algo impensado hasta el momento.

Dionisos, dios de sucesivos nacimientos, de muerte y resurrección, es a la


vez liberador de la verdadera naturaleza de cada uno y destructor de
aquellos que lo niegan. El rito de Dioniso consiste en cantos y danzas
frenéticos con la culminación en el despedazamiento de una víctima viva,
realizado por los celebrantes con sus propias manos y la ingestión de los
restos sangrantes. Nietzsche ingresa esos términos en el mundo del arte,
siendo las expresiones artísticas las que tendrán que encarnar esta tensión
apolíneo-dionisíaca (Oliveras, 2013, p 178).

Las innumerables versiones de temas dionisíacos por parte de pintores


simbolistas y victorianos mantuvieron viva la referencia en la cultura
occidental, pero es justamente en el siglo XX en el que se asistirá a un
resurgimiento de lo dionisíaco sobre todo en los fenómenos de la cultura
de masas, ya que el cine y el teatro, con su recepción colectiva, serían el
vehículo apropiado para la expresión de la fuerza de lo dionisíaco que, por
definición, solo puede experimentarse en comunidad. Tal como lo dice
Michel Maffesoli:

Un retorno al dionisismo en las sociedades marcadas por la


hipertrofia de lo político, del trabajo, de la ley, de la moral,

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se encontraría corroborada por la orgía multiforme que lleva
a los individuos a fusionarse en sus experiencias grupales, a
intensificar emociones, en particular sexuales, a jugar con la
vida y la muerte sobre el fondo de lo trágico estetizado.
(Como se cita en Wunenburger, 2004, p. 13).

El mito de Dionisio llegaría ya filtrado por la organización política de


Atenas, ya que nunca había significado para los griegos más que el quiebre
momentáneo de un orden cívico permanentemente reconstituido. No se
trataría de instaurar el reinado de Dionisio, sino de regenerar el equilibrio
con su contrapartida apolínea en permanente juego. Es decir que el ritual
dionisíaco no constituyó una oposición cerrada al mundo de la norma
apolínea, sino su obligada alternancia y contracara. Los eventos de masa,
signados por el anonimato, serían una realización pervertida de lo
dionisíaco que no ofrece el sentido comunitario de las arcaicas
celebraciones, sino más bien destaca la vivencia de alienación del mundo.
Un ejemplo de esto serían las festividades de carnaval. Sin embargo, hay un
aspecto de lo dionisíaco que las artes plásticas contemporáneas toman con
insistencia: la pérdida de la individuación, pero en un contexto de crisis de
la subjetividad, de un yo que se disuelve en otros, que se superpone con
otras identidades. Utilizar nuevamente la idea de lo plural es para la cultura
contemporánea la posibilidad de inventar nuevos modos de estar juntos
(Oliveras, 2013). Tal es el caso del arte relacional, tal como se lo estudió en
otro módulo.

“La cultura griega reconoció en Apolo y Dionisio dos fuerzas complementarias y


de la confluencia de ambos cultos da cuenta la tragedia griega” (Oliveras,
2013, p 175)

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Figura 1: Mitología griega (Apolo)

Fuente: [Imagen sin título sobre Apolo]. (s. f.). Recuperada de https://goo.gl/wfGibk

5
Figura 2: Mitología griega (Dionisio)

Fuente: [Imagen sin título sobre Dionisio]. (s. f.). Recuperada de https://goo.gl/N9DxmN

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Tabla 1: Apolíneo y dionisíaco (Características)

Apolíneo Dionisíaco

Principio de Ilimitado
individuación
Forma Informe

Equilibrio Carácter ritual

Contenido Canibalismo

7
Referencias

[Imagen sin título sobre Apolo]. (s. f.). Recuperada de


http://portalmitologia.com/sites/default/files/styles/node-
left/public/mitologiaimgs/apolo.jpg?itok=qx-Q2xsZ

[Imagen sin título sobre Dionisio]. (s. f.). Recuperada de https://s-media-cache-


ak0.pinimg.com/736x/0f/9b/d4/0f9bd4707a81fcbd1ca6483bfa14e892--greek-
gods-greek-men.jpg

Nietzsche, F. (2005). El nacimiento de la tragedia o Grecia y el pesimismo. Madrid:


Alianza.

Oliveras, E. (2013) Actualidad de lo dionisíaco, Sarti, G, Cuestiones de arte


contemporáneo: hacia un nuevo espectador en el siglo XXI (2.a ed.). Emecé.
Capítulo 5.

Wunenburger, J. Las figuras de Dioniso. Renovación y obstáculos hermenéuticos


contemporáneos, en El imaginario del mito clásico. IV Jornada (Hugo Bauzá,
comp.) Buenos Aires, Academia Nacional de Ciencias de Buenos Aires (2004)

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