Unidad 1. El Saber Filosófico
Unidad 1. El Saber Filosófico
Unidad 1. El Saber Filosófico
1. ¿QUÉ ES LA FILOSOFÍA?......................................................................................2
1.1. LA PREGUNTA POR EL SENTIDO DE LAS COSAS
1.2. LA RESPUESTA: LOS DISCURSOS INTERPRETATIVOS DE LA REALIDAD
1.2.1. LOS DISCURSOS DOGMÁTICOS (MÍTICO-RELIGIOSOS)
1.2.2. LOS DISCURSOS CRÍTICOS: LA FILOSOFÍA Y LA CIENCIA
A) LA CIENCIA
B) LA FILOSOFÍA
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1 ¿QUÉ ES LA FILOSOFÍA?
El ser humano ha elaborado distintos tipos de discursos interpretativos de la realidad que tienen en
común intentar explicar lo que existe, lo que ha existido o existirá, con la intención de hallarle un
sentido, predecir lo que pasará o averiguar cuál es el comportamiento correcto.
Los principales discursos interpretativos de la realidad que se han dado a lo largo de la historia son los
discursos dogmáticos (mítico-religiosos) y los discursos críticos (la filosofía y la ciencia).
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1.2.1 LOS DISCURSOS DOGMÁTICOS (MÍTICO-RELIGIOSOS)
1. Dogmático. Se presenta sin ninguna posibilidad de duda, como una historia absolutamente
verdadera. A los ojos del creyente el mito (o la religión) es indiscutible, se acepta por fe, por estar
asentado en la tradición, no por su validez racional.
2. Protagonismo de lo sobrenatural: Se intenta explicar la realidad partiendo de la idea que en los
orígenes, las relaciones y las finalidades de todo lo que pasa han intervenido o intervienen seres
sobrenaturales (dioses, espíritus, demonios…). Todo cuanto sucede en el mundo se puede
entender como el resultado de la arbitraria voluntad de las divinidades implicadas.
3. Carácter antropomórfico. Se proyectan sobre el mundo y los dioses las motivaciones y
experiencias personales de los humanos. Es decir, los dioses tienen, como los humanos, una
personalidad y una voluntad libre; unos deseos, intereses y necesidades parecidas a los humanos.
4. Divinización de las fuerzas naturales. Las fuerzas naturales (fuego, viento, etc.) son divinizadas:
son dioses cuya presencia y actos se dejan sentir continuamente en el curso de los acontecimientos.
5. Carácter mágico. Prever y conocer el futuro requiere anticipar cuáles son las intenciones de las
divinidades. Eso es posible gracias a diversas técnicas de adivinación que pretenden conocer la
voluntad de los dioses: preguntándoles a ellos directamente (por ejemplo, a través de un Oráculo),
analizando procesos azarosos que los dioses pueden modificar a su gusto (por ejemplo, lanzando
dados o cartas), mediante la búsqueda de signos especiales (por ejemplo, el vuelo de las aves o el
análisis de las vísceras de animales sacrificados), etc. El interés por influir en la voluntad de los
dioses genera un conjunto de cultos, rituales, ofrendas, plegarias, etc. en los que la magia se
convierte en un instrumento que permite ejercer poder sobre la naturaleza y las personas.
Los primeros en elaborar discursos críticos sobre la realidad fueron los primeros filósofos. La filosofía
en sus inicios aparece como una nueva visión global del mundo contrapuesta al discurso mítico
dogmático. El discurso filosófico y el científico, filosofía y ciencia, nacen juntas e indiferenciadas y se
mantienen así hasta la revolución científica de los siglos XVI-XVII.
El discurso crítico, a diferencia del dogmático (mítico-religioso):
1. No es un discurso dogmático sino crítico, es decir, se caracteriza por revisar y contrastar
constantemente sus teorías.
2. Busca justificar sus afirmaciones a través de argumentaciones o razonamientos (frente a la fe o
la creencia).
3. Abandona el intento de explicar las cosas por la acción de seres divinos o sobrenaturales.
4. Busca explicaciones naturales a los fenómenos de la naturaleza y lo hace mediante teorías que
interrelacionan conceptos. Por lo tanto,
5. No es resultado de la revelación o la inspiración divina sino de la indagación racional.
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A) LA CIENCIA
B) LA FILOSOFÍA
Pero siendo filosofía y ciencia un tipo de discurso racional: ¿Cuáles son las diferencias entre ellos?,
¿cuál es la especificidad del saber filosófico? :
a) En vez de centrarse en un área de la realidad busca dar una explicación de la realidad en su
totalidad.
b) A diferencia con lo que pasa con cualquier especialidad científica la filosofía no tiene ningún
conjunto de verdades más o menos universalmente admitidas que se puedan presentar y enseñar. El
hecho de filosofar nos ha de enseñar a dar respuestas racionales y críticas (por tanto, siempre
provisionales y abiertas) a aquellas cuestiones que, pese a ser irresolubles científicamente son
inevitables: se han presentado, y se presentarán siempre, a la mente humana.
c) Interés. La ciencia pretende sobre todo conocer la realidad para predecir acontecimientos futuros y
poder intervenir. El filósofo se mueve por el deseo de saber y de encontrar la felicidad: la
búsqueda del sentido.
d) Método. Los científicos se basan en la utilización del método hipotético-deductivo en el que tiene
un gran peso la necesidad de poder contrastar empíricamente sus enunciados. Los filósofos han
desarrollado pluralidad de métodos pero sus enunciados más que contrastación empírica exigen
argumentación y capacidad explicativa, de dar sentido a las cosas o la vida humana.
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2 TIPOS DE PREGUNTAS FILOSÓFICAS Y RAMAS DE LA FILOSOFÍA
La filosofía busca explicar racionalmente la realidad en su totalidad. Según las distintas problemáticas que
se intentan aclarar encontramos diversas preguntas a las que responden las diferentes ramas de la filosofía.
¿Cómo es? (Material, inmaterial, eterna, creada, con un principio en el tiempo, finita
o infinita, formada por un elemento o por múltiples...)
¿Qué principios la rigen? (El azar, la necesidad, tiende al orden o al desorden...)
¿Cómo funciona? (Es como un organismo vivo, o una máquina, mágicamente...)
De estas preguntas se ocupa la Metafísica, rama de la filosofía que estudia qué es la realidad, cuál
es su estructura y principios fundamentales.
Estas son las cuestiones que trata de estudiar la Antropología, rama de la filosofía que estudia qué es el
ser humano, en el sentido más amplio de la pregunta.
¿Cómo he de obrar en mi relación con los demás? (Egoísmo, altruismo, tolerancia, solidaridad, ley
del más fuerte...)
Sobre el análisis y la creación de valores se centra el estudio de la Ética, rama de la filosofía que estudia
cómo debe actuar el ser humano.
2. Cuando lo hacemos analizando la acción humana en su dimensión de producción material
encontramos otras dos disciplinas:
¿Qué es una obra de arte? (¿Qué es lo bello, lo feo, lo sublime, lo horroroso, lo siniestro, lo
ridículo, etc.?)
El análisis de los conceptos ligados a las obras de arte y la reflexión sobre ciertos problemas que
surgen cuando las contemplamos se realiza desde la Estética.
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3 LA FILOSOFÍA Y SU HISTORIA
Hacemos aquí un breve repaso de la historia de la filosofía en Occidente:
En el siglo V a. C. la ciudad de Atenas se convierte en la polis que reúne mayor poder político y
económico. Pericles amplía la democracia a todos los que poseen el estatus ciudadanos y la convierte
en la forma de gobierno donde el poder de la palabra cobra la mayor importancia. Reunidos en
asamblea en la plaza pública (ágora) los ciudadanos debaten los asuntos de la ciudad sintiéndose
plenamente implicados en su gestión e identificados con ella. De esta manera la filosofía da un giro
antropológico pasando de la investigación natural a centrar su reflexión sobre el ser humano y su vida
en sociedad (ética y política).
En todos los ámbitos del saber y de las artes Atenas alcanza su máximo esplendor cultural y se
convierte en centro de atracción para los intelectuales de todas las polis de Grecia. Estos recién
llegados, a los que se les denominará sofistas, se convertirán en los primeros profesionales de la
enseñanza de la filosofía. Poseedores de un saber enciclopédico ofrecen aquellos conocimientos de
carácter humanístico y práctico que necesitaban los ciudadanos para poder intervenir en la asamblea
con garantías de éxito.
Opuesto a su pensamiento aparece un ateniense carismático,
Sócrates (470-399 a. C.), que frente a las ideas relativistas y
convencionalistas que defendían los sofistas en ética y
política busca encontrar las definiciones de conceptos
universalmente válidas sobre las que fundar la moralidad y
la vida propia. Su intención no es convencer mediante
discursos grandilocuentes como hacían los sofistas, sino
que, a través de un diálogo personal, intenta ayudar a sus
interlocutores a que descubran las verdades por sí mismos.
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En esta época aparecen los dos filósofos con mayor peso en la
antigüedad y que más influencia tienen en toda la filosofía posterior:
Platón (427-347 a. C.), que fue discípulo de Sócrates, vive desde
muy joven la inestabilidad política de las Guerras del Peloponeso
que enfrentaban la democrática Atenas y la militarista Esparta. De
familia aristocrática critica la democracia convertida en el siglo IV
a. C. en demagogia por acción de la segunda generación de sofistas,
especialistas en argumentar persuasivamente cualquier punto de
vista, al margen de la ética y la verdad. Buscando unos principios
inmutables sobre los que asentar un orden político estable para la polis, desarrolla su Teoría de las
Ideas que sirve de base para el primer gran sistema filosófico de la antigüedad.
Aristóteles (384-322 a. C.), discípulo de Platón y preceptor de Alejandro Magno, parte de la crítica a
la teoría de las Ideas de su maestro para construir su propia propuesta filosófica, que se constituye en
el segundo gran sistema de la antigüedad y proporciona las principales teorías de la ciencia que se
mantendrán hasta la revolución científica de los siglos XVI-XVII.
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3.3 FILOSOFÍA RENACENTISTA
El pensamiento renacentista se ve enmarcado por la crisis del sistema
escolástico y el intento de recuperar el pensamiento antiguo. En él, el ser
humano ocupa el centro de reflexión e interés, lo que hace que se considere al
renacimiento un período antropocéntrico. Además ofrecerá nuevos
planteamientos en el terreno de la política, la religión y la ciencia.
El Renacimiento humanista ve en el medievo una Edad de Tinieblas y, su admiración hacia la cultura
greco-romana, le lleva al intento de volver al universo cultural de la antigüedad clásica. Se trata de
recuperar sus obras y traducirlas lo más fielmente posible. No solo las menos conocidas de Platón o
Aristóteles, sino también las de otros autores y corrientes, como las del helenismo o la ciencia
alejandrina, que habían estado olvidadas o censuradas. Sin embargo, se acabará rompiendo con toda
autoridad, sea Platón, Aristóteles o los pensadores cristianos.
En el terreno de la política, sobresale Maquiavelo (1469-1527), quien funda el pensamiento político
moderno al describir la conducta efectiva de los reyes y príncipes renacentistas, mostrando como hay
gobernantes que no tienen escrúpulos y usan cualquier medio para garantizar la finalidad que les
conviene. El interés por la organización y el funcionamiento de la sociedad hace resurgir la literatura
utópica, es decir, las descripciones de sociedades imaginarias más o menos felices y sin
discriminaciones.
En el terreno de la religión, el hecho fundamental es la Reforma protestante y la aparición de
diversas confesiones cristianas enfrentadas. Frente a la jerarquización y unidad eclesiástica de épocas
anteriores se plantea la necesidad de retornar a los orígenes del cristianismo.
En el terreno de la ciencia, se produce la revolución científica de los siglos XVI-XVII, que llevará al
abandono de la visión del universo basado en las teorías de Aristóteles y a una progresiva separación
de ciencia y filosofía. En astronomía, Nicolás de Copérnico (1473-1543) propone el heliocentrismo
frente al geocentrismo aristotélico. Galileo Galilei (1564-1642) desarrolla una nueva física
caracterizada por el valor de los datos empíricos y la formulación matemática. Al final del siglo XVII
la física de Isaac Newton (1642-1714) completa la revolución científica y consolida la ciencia
moderna.
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Como contrapunto a esta visión racionalista aparece el empirismo moderno, que afirma que la fuente
de todo conocimiento es la experiencia. La mente, al nacer, es como una hoja en blanco que, poco a
poco, se va llenando con la información que nos proporcionan los sentidos. Su representante más
radical, David Hume (1711-1776), afirma que el conocimiento no puede ir más allá de las impresiones
de los sentidos, reduciendo así el conocimiento científico a una mera creencia basada en la costumbre.
Immanuel Kant (1724-1804) (idealismo trascendental) da un paso más allá y consigue superar
ambas tendencias afirmando que el conocimiento es una síntesis entre la información que nos
proporcionan los sentidos y las formas innatas que para ordenarla le aplica el ser humano. De esta
manera no podemos saber como es el mundo independientemente de estas formas que empleamos para
procesar el material que recibimos de los sentidos.
Por último, G.W.F. Hegel (1770-1831) (idealismo absoluto) nos proporciona el último gran sistema
filosófico. Su mérito consiste en situar una razón, que hasta ahora había sido abstracta, en su devenir
histórico. El conocimiento humano se sitúa en la historia y avanza en la medida que intenta superar las
contradicciones que se va encontrando, es la razón dialéctica, que avanza negándose y superándose a sí
misma.
Paralelamente a esta reflexión sobre el conocimiento, el pensamiento ilustrado, finales del siglo XVII
y siglo XVIII (el siglo de las Luces), establece la autonomía de la razón, su carácter crítico y tolerante
que, asociada a la idea de progreso, impulsa y hace avanzar espectacularmente las reflexiones que
sobre la religión, la política y la ciencia se iniciaron en el Renacimiento. John Locke (1632-1704)
establece los conceptos básicos del futuro liberalismo. En Francia se publica la Enciclopedia siendo el
objetivo que los seres humanos salgan de las tinieblas de la ignorancia y empiecen a pensar por ellos
mismos. Jean Jacques Rousseau (1712-1778) a través de su idea de la soberanía representativa y
Montesquieu (1689-1755) a través de su idea sobre la división de poderes establecen las bases de las
democracias modernas. Estas serán las ideas en la que se base la Revolución francesa y la Declaración
Universal de los Derechos Humanos (1789).
TEXTO 1:
Pues los hombres comienzan y comenzaron siempre a filosofar movidos por la admiración: al
principio, admirados por los fenómenos sorprendentes más comunes: luego, avanzando poco a poco y
planteándose problemas mayores, como los cambios de la Luna y los relativos al Sol y a las estrellas, y
la generación del Universo. Pero el que se plantea un problema o se admira, reconoce su ignorancia.
(Por eso también el que ama los mitos es en cierto modo filósofo; pues el mito se compone de
elementos maravillosos.) De suerte que, si filosofaron para huir de la ignorancia, es claro que buscaban
el saber en vista del conocimiento, y no por utilidad alguna. Y así lo atestigua lo ocurrido. Pues esta
disciplina comenzó a buscarse cuando ya existían casi todas las cosas necesarias y relativas al
descanso y al ornato de la vida.
Aristóteles: Metafísica.
TEXTO 2:
Pues he aquí lo que sucede: ninguno de los dioses filosofa ni desea hacerse sabio, porque ya lo es, ni
filosofa todo aquel que sea sabio. Pero a su vez los ignorantes ni filosofan ni desean hacerse sabios,
pues en esto estriba el mal de la ignorancia: en no ser ni noble, ni bueno, ni sabio y tener la ilusión de
serlo en grado suficiente. Así, el que no cree estar falto de nada no siente deseo de lo que no cree
necesitar.
Platón: El Banquete.
TEXTO 3:
Se trata, en primer lugar, de la cuestión de la apreciación justa de todo afán filosófico en el transcurso
de la historia. Con demasiada frecuencia se suele menospreciar su alcance: la filosofía, se afirma, no es
más que un conglomerado de especulaciones abstractas sin significación alguna para la vida; lo que
hace falta es estudiar las ciencias prácticas que nos suministran la base de la técnica en todos los
campos (no sólo la técnica del ingeniero, sino la del pedagogo y la del psicólogo), también en la
ciencia social, la economía y la política. Porque “Primum vivere, deinde philosophari” y el
“philosophari” no tiene importancia mayor para la vida. Otros consideran en cambio que esta idea, hoy
tan extendida, es fundamentalmente falsa y que, además, representa un error espiritual peligroso. Y
defienden que si se pretende limitar el saber y el conocimiento a su aspecto técnico-práctico, entonces
bastará con saber cada vez cómo hay que hacer esto o aquello. Pero con anterioridad a la cuestión del
“cómo”, se plantea la cuestión del “porqué”. Ahora bien, la respuesta al último porqué sólo la religión
y la filosofía nos la pueden ofrecer. Como ya sabemos ambos son saberes muy distintos, el primero
nos da una respuesta irracional mientras que el segundo nos da una respuesta racional. El hombre
siempre utilizará su razón y, cuando no lo hace de forma consciente y filosófica, lo hace, sin duda, en
forma inconsciente y con diletantismo. Esto se aplica también, sin excepción, a todos los que se creen
emancipados de cualquier filosofía. La filosofía es un saber inevitable y necesario; las cuestiones
filosóficas están muy ligadas a la existencia y a la vida del hombre.
L. Kolakovski: El hombre sin alternativa.
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TEXTO 4:
Alrededor de los catorce años mucha gente comienza a pensar por su cuenta en problemas filosóficos:
sobre aquello que realmente existe, si podemos saber algo, si una cosa es realmente buena o mala, si la
vida tiene algún significado, si la muerte es el final. Se ha escrito mucho sobre estos temas durante
miles de años, pero la materia prima filosófica proviene directamente del mundo y de la relación que
tenemos con él, no de los escritos del pasado. Esta es la razón de que estos problemas se los planteen
aquellos que nunca han leído nada.
Thomas Ángel: ¿Qué significa todo esto?
TEXTO 5:
Todos los hombres y todas las mujeres son filósofos; o, permitirnos decir, si ellos no son conscientes
de tener problemas filosóficos, tienen, en cualquier caso, prejuicios filosóficos. La mayor parte de
estos prejuicios son teorías que inconscientemente dan por sentadas, o que han absorbido de su
ambiente intelectual o de la tradición.
Puesto que pocas de estas teorías son conscientemente sostenidas, constituyen prejuicios en el sentido
de que son sostenidas sin examen crítico, incluso a pesar de que puedan ser de gran importancia para
las acciones prácticas de la gente y para su vida entera.
Una justificación de la existencia de la filosofía profesional reside en el hecho de que los hombres
necesitan que haya quien examine críticamente estas extendidas e influyentes teorías.
Este es el inseguro punto de partida de toda ciencia y toda filosofía. Toda filosofía debe partir de las
dudosas y a menudo perniciosas concepciones del sentido común acrítico. Su objetivo es el sentido
crítico e ilustrado: una concepción más próxima a la verdad y con una influencia menos perniciosa
sobre la vida humana.
[…] Todos los seres humanos son filósofos porque, de una manera u otra, todos adoptan una actitud
ante la vida y la muerte.
Karl Popper: Cómo veo la filosofía.
TEXTO 6:
De hecho, el valor de la filosofía debe ser buscado en una larga medida en su real incertidumbre. El
hombre que no tiene ningún barniz de filosofía, va por la vida prisionero de los prejuicios que derivan
del sentido común, de las creencias habituales en su tiempo y en su país, y de las que se han
desarrollado en su espíritu sin la cooperación ni el consentimiento deliberado de su razón. Para este
hombre el mundo tiende a hacerse preciso, definido, obvio, los objetos habituales no suscitan problema
alguno, y las posibilidades no familiares son desdeñosamente rechazadas. Desde el momento en que
empezamos a filosofar, hallamos, por el contrario, como hemos visto en nuestros primeros capítulos,
que aun los objetos más ordinarios conducen a problemas a los cuales sólo podemos dar respuestas
muy incompletas. La filosofía, aunque incapaz de decirnos con certeza cuál es la verdadera respuesta a
las dudas que suscita, es capaz de sugerir diversas posibilidades que amplían nuestros pensamientos y
nos liberan de la tiranía de la costumbre. Así, al disminuir nuestro sentimiento de certeza sobre lo que
las cosas son, aumenta en alto grado nuestro conocimiento de lo que pueden ser; rechaza el
dogmatismo algo arrogante de los que no se han introducido jamás en la región de la duda liberadora y
guarda vivaz nuestro sentido de la admiración, presentando los objetos familiares en un aspecto no
familiar.
B. Russell: Los problemas de la filosofía.
2. ¿Crees que todos somos filósofos o solo algunos de nosotros? Justifica tu respuesta.
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3. El siguiente texto es un fragmento del libro El Banquete de Platón. Aunque Platón es un
filósofo, utilizaba mitos con frecuencia en sus escritos, en este caso, hay que matizar, no para exponer
sus propias ideas de manera explícita.
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que si se encontraba hombre con hombre, hubiera al menos plenitud del contacto, descansaran, prestaran
atención a sus labores y se ocuparan de las demás cosas de la vida.
Desde hace tanto tiempo, pues, es el amor de unos a otros innato en los humanos y aglutinador de la antigua
naturaleza, y trata de hacer un solo individuo de dos y de curar la naturaleza humana. Cada uno de nosotros, es,
por tanto, una mitad de ser humano, al haber quedado seccionados, como los lenguados, en dos de uno que
éramos. Por eso busca continuamente cada uno su propia mitad. En consecuencia, cuantos hombres son sección
del ser común que en aquel tiempo se llamaba andrógino, son aficionados a las mujeres, y la mayoría de los
adúlteros proceden de este sexo; y, a su vez, cuantas mujeres son aficionadas a los hombres y las adúlteras
proceden también de este sexo. Pero cuantas mujeres son sección de mujer no prestan mucha atención a los
hombres, sino que se interesan más bien por las mujeres, y las lesbianas proceden de este sexo. En cambio,
cuantos son sección de varón, persiguen a los varones, y, mientras son niños, como son rodajitas de varón, aman
a los hombres y disfrutan estando acostados y abrazados con los hombres, y son éstos los mejores de los niños y
muchachos, por ser los más viriles por naturaleza. Hay quienes, en cambio, afirman que son unos
desvergonzados, pero se equivocan, pues no hacen esto por desvergüenza, sino por audacia, hombría y virilidad,
porque desean abrazarse a lo que es semejante a ellos. Y una clarísima prueba de ello es que, cuando llegan a su
completo desarrollo, los de tal naturaleza son los únicos que resultan viriles en los asuntos políticos. Y cuando
se hacen hombres, aman a los muchachos y no se preocupan del matrimonio ni de la procreación de hijos por
inclinación natural, sino obligados por la ley, pues les basta pasarse la vida unos con otros sin casarse. En
consecuencia, la persona de tal naturaleza sin duda se hace amante de los muchachos y amigo de su amante, ya
que siempre siente predilección por lo que le es connatural.
Así pues, cuando se tropiezan con aquella verdadera mitad de sí mismos, tanto el amante de los muchachos
como cualquier otro, entonces siente un maravilloso impacto de amistad, de afinidad y de amor, de manera que
no están dispuestos, por así decirlo, a separarse unos de otros ni siquiera un instante. Y los que pasan la vida
entera en mutua compañía son éstos, que ni siquiera sabrían decir lo que quieren obtener unos de otros. Nadie,
en efecto, podría creer que lo que pretenden es la unión de los placeres sexuales, y que es ese precisamente el
motivo por el que el uno se complace en la compañía del otro con gran empeño. Al contrario, el alma de cada
uno es evidente que desea otra cosa que no puede decir con palabras, sino que adivina lo que desea y lo expresa
enigmáticamente. Y si cuando están acostados juntos se les presentara Hefesto con sus instrumentos y les
preguntara: “¿Qué es lo que deseáis, hombres, obtener el uno del otro?”; y si, al no saber ellos, qué contestar, les
volviera a preguntar: “¿Acaso lo que anheláis es estar juntos lo más posible el uno del otro, de suerte que ni de
noche ni de día os faltéis el uno al otro? Porque si es eso lo que anheláis, estoy dispuesto a fundiros y a unir
vuestras naturalezas en una misma, de forma que siendo dos lleguéis a ser uno solo y, mientras viváis, como si
fuerais uno solo, viváis los dos en común, y, cuando hayáis muerto, allí también, en el Hades, en lugar de dos
seáis uno, muertos ambos en común. ¡Ea!, mirad si es esto lo que ansiáis y si os dais por satisfechos con
conseguirlo”. Al oír esto sabemos que ni siquiera uno solo se negaría ni dejaría ver que desea otra cosa, sino que
sencillamente creería haber escuchado lo que anhelaba desde hacía tiempo, es decir, unirse y fundirse con el
amado y llegar a ser uno solo de dos que eran.
Pues la causa de esto es que nuestra antigua naturaleza era esa que se ha dicho y éramos un todo; en
consecuencia, el anhelo y la persecución de ese todo recibe el nombre de amor.
Cuestiones:
1- Señala el tema principal del relato
2- Señala las características de los mitos que aparecen en este relato.
3- ¿Qué podemos aprender de la lectura de este relato?, elabora tus propias conclusiones.
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4. Realiza una síntesis del siguiente texto:
La ciencia es una compleja actividad social, que se lleva a cabo por parte de las comunidades científicas
establecidas en las universidades y centros de investigación, los resultados de la cual se presentan en congresos,
revistas especializadas y libros de texto. Estos resultados son, por un lado, descripciones o historias detalladas
de ciertas áreas de la realidad observadas con minuciosidad o provocadas en los laboratorios, y, por otra, teorías
abstractas que pueden ser utilizadas como instrumentos intelectuales en la explicación de los datos registrados
en las historias o en la predicción de futuras observaciones o de los resultados de futuros experimentos o en el
diseño de nuevas tecnologías o aparatos. Los resultados expuestos por los científicos son públicos y están
sometidos al análisis, la crítica y el control de todo el mundo y en especial de los colegas, deseosos de refutar
los resultados de sus compañeros para aumentar, de esta manera, su propio prestigio dentro de la comunidad
científica.
Jesús Mosterín: Grandes temas de la filosofía actual.
5. ¿Cuáles son las similitudes y las diferencias del discurso mítico-religioso con respecto al
filosófico?
6. En esta actividad vamos a ensayar una técnica de estudio, especialmente útil cuando se tiene
que memorizar un temario extenso. Ponla en práctica aplicándola al apartado 3: La filosofía y su
historia.
a) Primera lectura del texto a estudiar, pausada y atentamente, tratando de entenderlo todo y
buscando en el diccionario el significado de las palabras desconocidas.
c) Elaboración de un resumen, reordenando y expresando con mis propias palabras las ideas del texto
original de la manera en que me sea más fácil memorizarlo. Este resumen debe contener exactamente
lo que me gustaría escribir en el examen si me “cayese” esta pregunta.
d) Elaboración de un esquema que reúna dos condiciones: primera, ser lo más breve y visual posible,
evitando usar frases largas y, en la medida de lo posible, utilizando solo conceptos clave; y segunda,
que esos conceptos clave sean todos los necesarios para recordar los apartados que debe incluir mi
respuesta, evitando así olvidar alguno de ellos o incluso “quedarme en blanco”.
e) Releer mi resumen y mi esquema las veces que sea necesario y proceder al autoexamen escrito.
Aquí se trata de simular un examen real: dejando de lado los apuntes, intento poner por escrito mi
esquema. Si no lo consigo, miro el original y vuelvo a intentarlo hasta que pueda reproducirlo sin
mirar. Entonces, lo utilizo de guión para desarrollar la respuesta completa (mi resumen) y,
nuevamente, si no lo consigo, miro el original y vuelvo a intentarlo hasta que pueda reproducirlo sin
mirar.
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7. Aquí se recoge lo más destacable de algunos artículos sobre el sentido y la “utilidad” de la filosofía
aparecidos en los diarios y escritos por filósofos actuales. Elabora un escrito expresando tu valoración
personal sobre cada uno de ellos por separado.
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dividendos que argumentar. Con los ojos pegados a la pantalla, el aprendiz de matón y su
servil acompañante aprenden, paso a paso, el camino del porvenir.
Cuando despegan los ojos de la pantalla, lo cual a menudo sucede muy poco, el lenguaje que
llega a sus oídos también les señala el camino: pocas palabras -y cuanto más reiteradas,
mejor- con la suficiente dosis de bronca y zafiedad. Son las que escuchan por todos lados y
corroboran que son las "únicas", no sólo porque nadie se atreve a corregirles, sino porque la
publicidad las adopta como consignas. ¿Para qué buscar un lenguaje más complejo y que
describa mejor la complejidad del mundo si el triunfo social está equiparado al mayor de los
simplismos? ¿Para qué la cultura si los adultos acogen y aconsejan la necedad?
El aprendiz de matón se siente seguro del camino escogido porque no ve indicio alguno de
que las cosas vayan en otra dirección. Poseedor de todos los derechos e ignorante de
cualquier deber, se convierte en un maestro del chantaje. Nada es más útil que infundir temor
en un mundo en que los padres tienen miedo de los hijos, y los profesores, de los alumnos.
¿Y qué decir de la vida pública? En el supuesto de que el matón llegara a interesarse por la
vida pública percibiría que tampoco allí la ley es distinta y que con tranquilizadora
frecuencia -para él- en el escenario político conviven también la coacción y el servilismo. El
aprendiz, ya muy avanzado su aprendizaje, podría identificarse fácilmente con algunos de los
personajes que pueblan los foros y las tertulias y convencerse de que la autoridad moral se
expresa por la boca de gritones, maldicientes y analfabetos.
¿Cómo no va haber matones en las escuelas o en las calles o en las casas si los hay en los
parlamentos, y con tantos siervos dispuestos a reírles las gracias?
Rafael Argullol, El País - Opinión (06-06-2005)
…
Dejarse de filosofías
Está muy bien ocuparse de la filosofía en la medida en que sirve para la educación; pero, si
cuando uno es ya hombre de edad aún filosofa, el hecho resulta ridículo...". Así le espetaba a
Sócrates el sofista Calicles, convencido de que la madurez se demuestra en el abandono de
las ensoñaciones para entregarse al negocio, pero también de que la filosofía tenía al menos
cabida en el bachillerato ateniense. Cien años más tarde, la recomendación de Epicuro va
más a fondo: "Nadie por ser joven dude en filosofar ni por ser viejo de filosofar se hastíe.
Pues nadie es joven o viejo para la salud de su alma". La salud del alma, ¿se fijan?: eran
otros tiempos. En estos actuales, y en nuestro país, los nuevos sofistas y epicúreos de andar
por casa se inclinan a creer que el estudio de la filosofía está de más incluso en el periodo
juvenil. No se nos vayan a estropear los chicos de tanto pensar.
[…] El caso es que aquí no se denuncia un hecho imprevisto; al contrario, estamos ante algo
que los mejores pensadores de la modernidad ya pronosticaron hace siglo y medio. La
universalización de las relaciones mercantiles, el ascenso del igualitarismo democrático, el
predominio del espíritu técnico..., todos estos fenómenos principales habían de confluir en
idéntico resultado: primacía del saber científico-técnico sobre el humanístico, de la razón
instrumental sobre la razón crítica, de la instrucción sobre la educación; en suma, el ingreso
en el reino satisfecho de la mediocridad rampante. Es un dictado de la época. No tenemos ya
más cultura que la cultura de masas, esa que fija el nivel de sus contenidos según la talla del
más torpe y hace de lo espectacular su formato adecuado. […]
Así que nunca habíamos mentado tanto a la Filosofía, pues sabido es que no hay
departamento de ventas o entrenador de fútbol que carezcan de una; pero se vuelve a plantear
reducir su estudio en la enseñanza media. Todos se hacen cruces de la llamada crisis de
valores, aunque a nadie parece importarle que la Ética desaparezca de los "diseños
curriculares" (y hacer hueco, por fas o por nefas, a la Religión). Cada nueva encuesta sobre
actitudes pone de manifiesto la creciente apatía de la gente joven hacia el espacio público y
cuanto allí ocurre, su carencia del mínimo bagaje democrático. Bueno, pero la prometedora
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Educación para la Ciudadanía -tan largo tiempo esperada- podría quedar a cargo de
cualesquiera profesores que la requieran para completar su dedicación docente.
Al fin y al cabo, parece pensarse, si cada cual tiene sus propias convicciones, o sea, unos
prejuicios que han de ser respetados, por Dios; y si hay que guardarse de emitir juicios de
valor, porque se supone que todos ellos valen lo mismo; y si en estos saberes, a diferencia de
los matemáticos, no podemos confiar en descubrir verdades sino tan sólo en alcanzar
opiniones; y si ya no es preciso esforzarse en fundar esas opiniones, puesto que nadie tiene
derecho a pedirnos tal fundamento y además nos basta con ejercer nuestra libertad de
expresión; y si nada hay que argumentar, pues no existe intolerancia mayor que el propósito
de persuadir con razones al vecino... Si así están las cosas, ¿para qué cursar asignaturas de
Filosofía, Ética o Política, quieren decirme? […]
Vivimos en democracia y muchos creen que, en democracia como en el comercio, el
ciudadano-cliente siempre tiene razón. Al menos, cuando son la mayoría. Pues bien, el
grueso de esos clientes repite hasta la saciedad que vamos a dejarnos de filosofías para dar a
entender que en nuestros tratos sobran las monsergas y cualesquiera especulaciones, como
no sean las referidas al lucro personal. Y, por si no está claro, añadirá que conviene desechar
las abstracciones para ir a lo concreto, como si fuera posible aproximarse a eso que llaman
concreto sin pasar por los conceptos; o como si la realidad se dejara captar tan ricamente, sin
poner antes a prueba nuestros presupuestos o creencias. Son legión -licenciados
universitarios incluidos- esos a los que elevarse un palmo por encima del suelo les da vértigo
y para quienes lo abstracto es sinónimo de abstruso.
Y que levante la mano quien, en el clima antintelectualista que nos envuelve, no haya
sentenciado cien veces por hora que una cosa es la teoría y otra la práctica. Con lo que suelen
expresarse muchas barbaridades juntas o por separado. Verbigracia, que la conducta poco
tiene que ver con el pensamiento, cuando es éste por lo común el que produce, guía o influye
en aquélla, o como si las costumbres pudieran ser las mismas en caso de cambiar las ideas
que las inducen o justifican. Pero también que, como la realidad -la naturaleza humana, el
estado de cosas- no va a permitir la plasmación de ningún ideal, vale más renunciar de
antemano a cualquier ilusión para quedarnos con lo que hay. Y en aquel lugar común se
viene a decir asimismo que sobra todo deliberar acerca de la legitimidad de los fines, para
concentrarse tan sólo en la eficacia o legalidad de sus medios. Resulta entonces que la
actividad pública -por ejemplo- se reduce a simple trasiego de intereses, a un juego de
astucia y amenazas, pero en todo caso a algo en lo que nada cuenta la discusión acerca de
principios y en último término el sentido de la justicia.
[…] Algún día se pedirán responsabilidades del daño causado por tanta estupidez.
Será el mismo día (lejano, ay) en que a lo mejor se comprende que la filosofía resulta tanto
más necesaria precisamente cuanto más inútil parezca. Que, donde ella falta, allí florece con
seguridad la superstición en sus varios ropajes; o simplemente la banalidad más roma y
tediosa, como resuena en la mayor parte de nuestras conversaciones. Y es que no hay
educación digna de tal nombre sin acercarse a las preguntas esenciales formuladas por los
humanos acerca del cómo vivir y cómo morir; sin esa visión última y radical a la que -desde
una conciencia laica- sólo la filosofía aspira. Desprovista de ella, la educación no pasa de ser
un aprendizaje de ciertas destrezas (las llaman, como en inglés, "habilidades"), una
adquisición de saberes parciales y sin fundamento suficiente, un entrenamiento en los hábitos
que el mercado exige para ganarse la vida. ¿Alguien piensa de veras que así se aprende a ser
libre o, en nuestra medida, a eso que llamamos ser feliz?
Pero no es fácil mantenerse en pugna continua con el entorno y la época. Mientras la
filosofía nos inculca llegar a ser excelentes, la consigna universal manda hacernos normales.
Y sólo a un ser anormal como al pensador contemporáneo Adorno se le ocurre sentenciar
que "la normalidad es la enfermedad de nuestro siglo". Cosas de la filosofía, ya ven.
Aurelio Arteta, El País (27-06-2005)
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