Unidad 3

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ACTUANDO FRENTE A LA SEGUNDA OLA DEL COVID-19

Formación
Docente en Servicio

Curso Virtual
Actuando frente a la
segunda ola del COVID-19
Unidad 3: Compromiso ciudadano y
liderazgo docente en la segunda
ola del COVID-19

Dirigido a docentes de Instituciones


Unidad 3:Educativas públicas
Compromiso ciudadano y privadas
y liderazgo 1
docente en la segunda ola del COVID-19
ACTUANDO FRENTE A LA SEGUNDA OLA DEL COVID-19

CURSO
ACTUANDO FRENTE A LA
SEGUNDA OLA DEL COVID-19

Presentación
Estimada/o docente:

Bienvenida/o a la unidad 3, “Compromiso ciudadano y liderazgo docente en la segunda


ola del COVID-19”.

Como es sabido, actualmente estamos enfrentando el incremento del número de


personas contagiadas por el coronavirus. Dada la rapidez de su expansión, el virus sigue
cobrando vidas y extendiéndose también a la población joven y ya no solo entre los
adultos mayores. La amenaza de las mutaciones, la falta de oxígeno y de camas UCI,
así como la esperanza de la vacuna de emergencia, son algunas de las características
de esta segunda ola del COVID-19. En medio de todo esto, las medidas sanitarias para
protegernos a nosotros, a las familias y a la comunidad en general no están siendo
acatadas por todos, lo que pone en riesgo nuestra vida y la de las personas de nuestro
entorno.

En ese sentido, la necesidad de cuidar nuestra vida frente a la segunda ola del COVID-19
nos lleva a pensar sobre la influencia que tiene la profesión docente en la sociedad,
a reflexionar sobre el liderazgo y la función social que cumplen los y las docentes en
la promoción de conductas saludables en sus estudiantes y familias, considerando
además que, en un contexto como el actual, todos y todas tenemos el compromiso
ciudadano de desarrollar acciones urgentes para prevenir contagios y evitar la pérdida
de vidas.

En esta unidad reflexionaremos sobre ello, y el marco en que el compromiso ciudadano


y liderazgo del docente puede adquiere mayor relevancia para contribuir desde la
escuela ante esta alarmante problemática sanitaria.

2 Unidad 3: Compromiso ciudadano y liderazgo


docente en la segunda ola del COVID-19
ACTUANDO FRENTE A LA SEGUNDA OLA DEL COVID-19

Unidad 3
Compromiso ciudadano y liderazgo docente en
la segunda ola del COVID-19

Ganadores 2020 de buenas prácticas docentes


en relación con la prevención del COVID-19

¿CÓMO NOS PODEMOS CUIDAR APRENDO Y EMPRENDO


PARA PREVENIR EL COVID-19 ELABORANDO PROTECTORES
EN NUESTRA FAMILIA? FACIALES PARA CUIDARNOS
IE: 464 DEL COVID-19
PAULA PATRICIA LUKSIC GIBAJA IE: 1070 MELITÓN CARVAJAL
Región: Cuzco Docentes ciclo VII
Región: Lima Metropolitana

ESTADÍSTICA PARA LA
CONCIENTIZACIÓN DE INNOVANDO EN ESCENARIOS
ESTUDIANTES INCLUSIVOS DE EDUCACIÓN REMOTA Y
SOBRE EL COVID-19 COVID-19
IE: 20037 IE: 14328
YOLANDA MEDALY JAIME ROJAS Docentes zona VRAEM
Región: Lima Provincias Región: Piura

Reflexiona
1. En relación con estas buenas prácticas docentes durante el 2020, ¿qué
mensajes transmiten respecto al compromiso y liderazgo docente frente al
COVID-19?

2. Durante el 2020, ¿de qué manera te has involucrado desde tu rol docente en
la prevención del COVID-19?

3. ¿Qué te propones lograr con tus estudiantes frente a la segunda ola del
COVID-19 durante el 2021?

Unidad 3: Compromiso ciudadano y liderazgo 3


docente en la segunda ola del COVID-19
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1. Compromiso ciudadano y ética docente desde


el MBDD frente a la segunda ola del COVID-19

La segunda ola del COVID-19 nos coloca nuevamente ante la cruda realidad de la
enfermedad y, con ella, las pérdidas de vidas. Resulta evidente que esta crisis sanitaria
tiene también efectos en las economías de los hogares, en la dinámica familiar, así
como en el desarrollo económico del país; sin embargo, la salud física y socioemocional
se ha visto aún más vulnerada, lo que nos lleva a pensar en la necesidad de desarrollar
nuevas estrategias para el cuidado responsable de nuestra salud y la de las personas de
nuestro entorno.

Junto a esta compleja situación, también la educación se ha visto afectada, de modo


que urge fortalecer las acciones emprendidas el año pasado con la estrategia Aprendo
en Casa, priorizando y fortaleciendo aquellas competencias que el docente requiere
para el ejercicio de su rol mediador en la modalidad a distancia.

Ahora, la realidad de la segunda ola nos invita a reflexionar sobre nuestra manera
de pensar y actuar y a establecer vínculos de soporte socioemocional con las y los
estudiantes y la comunidad educativa, tratando de privilegiar acciones solidarias,
responsables, respetuosas y empáticas, propias del compromiso ciudadano y la ética
de la profesión docente.

En relación con la salud, la Constitución Política del Perú señala lo siguiente en su


artículo 7: “todos tienen derecho a la protección de su salud, la del medio familiar
y la de la comunidad, así como el deber de contribuir a su promoción y defensa”. No
obstante, pese a las medidas adoptadas y difundidas por el Gobierno en cumplimiento
de la promoción y defensa de la salud, encontramos que las conductas y actitudes
constituyen uno de los factores más importantes y esperanzadores para evitar la
propagación del virus, considerando que asumir la pandemia no es solo un tema de
responsabilidad individual sino también colectiva.

El contexto de la segunda ola del COVID-19 nos desafía a todas y todos los involucrados
a brindar el servicio educativo, en especial a las y los docentes, por ser los más cercanos
a nuestros estudiantes y sus familias; nos convoca a reflexionar y desplegar una práctica
basada en los principios éticos, los cuales se convierten en orientadores para emprender
acciones de cuidado de la salud, de la vida propia y la de las personas del entorno.

Para ello, el MBDD brinda orientaciones acerca de cómo situar la ética de la profesión
docente y su ejercicio en un contexto como el actual.

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La ética del docente en el MBDD


El Marco de Buen Desempeño Docente – MBDD (MINEDU, 2012) plantea la necesidad
de revalorar la profesión docente, concibiéndola como un nuevo tipo de docencia que
dialoga con una educación y una escuela transformadas en espacios de aprendizaje
de valores democráticos, de respeto y convivencia intercultural, de relación crítica y
creativa con emprendimiento, de una ciudadanía basada en derechos.

La ética planteada por el MBDD incluye el respeto de los derechos y de la dignidad de


las niñas, niños y adolescentes. Exige del profesor o profesora idoneidad profesional,
comportamiento moral y la búsqueda sistemática de medios y estrategias que
promuevan el aprendizaje de cada una y cada uno de los estudiantes. La complejidad
del ejercicio docente demanda una visión de la diversidad que reconozca la pluralidad
étnica, lingüística, cultural y biológica que caracteriza a nuestro país, y pensar en la
manera cómo la escuela puede canalizar sus aportes hacia la construcción de sociedades
más democráticas.

El docente ejerce la enseñanza prestando un servicio público cuyos principales


beneficiarios son sus estudiantes. Se trata de una actividad profesional regulada por el
Estado que vincula su desempeño laboral con los procesos y resultados que derivan de
ella, y, por ende, le confieren responsabilidad social ante sus estudiantes y sus familias,
la comunidad y la sociedad. (MINEDU, 2012, p. 19)

En tal sentido, la competencia 9 del MBDD señala que el docente: “Ejerce su profesión
docente desde una ética de respeto de los derechos fundamentales de las personas,
demostrando honestidad, justicia, responsabilidad y compromiso en su función social”
(p. 28).

Esto implica:

El docente preserva siempre el bienestar de las y los estudiantes, así como el


de otras personas, y actúa frente a situaciones que son atentatorias contra
sus derechos, libertades fundamentales o contra su desarrollo integral. Así
mismo, para garantizar el derecho de las y los estudiantes a la educación,
promueve una cultura de respeto del bien común en el ámbito institucional y
afronta reflexivamente dilemas morales que se le presentan en él, poniendo
siempre por delante el interés y bienestar del estudiantado.

Apelando a la ética profesional docente en un contexto de amenaza de


nuestras vidas debido a la segunda ola del COVID-19, es indispensable seguir
garantizando el derecho a la educación de los niños, niñas y adolescentes
del país. Ello supone el cumplimiento de las metas educativas de acuerdo
con la modalidad en que se brinde el servicio educativo y con la realidad de
las y los estudiantes y sus contextos. La realidad ha cambiado radicalmente,

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el mundo ya no es ni será el mismo. Nuestros estudiantes deben seguir


aprendiendo, y es nuestra responsabilidad promover el desarrollo de sus
competencias para responder a este complejo contexto, siendo la necesidad
y demanda más relevante el cuidado de la salud y la vida.

Finalmente, algunas preguntas concretas para iniciar la reflexión sobre la


ética en el trabajo docente frente a sus estudiantes pueden ser: ¿qué hacer
y cómo sostenerlos en su actual situación?, ¿cómo ser y estar cada vez más
atento y solidario a la realidad de tus estudiantes?, ¿qué expectativas se
tiene acerca de lo que los estudiantes puedan lograr?, ¿qué desafíos plantea
la competencia 9 del MBDD en el compromiso profesional del docente?

La dimensión ética de la profesión docente, en concordancia con la competencia 9


del MBDD, se hace visible cuando en su práctica se observan situaciones como las
siguientes:

El o la docente asume que en su grupo de estudiantes existe una


diversidad de estilos y ritmos de aprendizaje, frente a lo cual se
plantea como propósito identificar aquellas peculiaridades para
ofrecerles también diversas oportunidades de aprender, considera la
perspectiva de cada estudiante y sus familias. En el contexto actual
de la segunda ola del COVID-19, conoce la situación de salud física y
socioemocional de sus estudiantes y familias y, en esa condición, es
flexible y tiene capacidad de tomar decisiones sobre lo más pertinente
en cada caso, brindando soporte socioemocional según se requiera y
de acuerdo a sus posibilidades.

El o la docente adapta su enseñanza para atender a todas y todos


sus estudiantes sin discriminación, parte de las necesidades de las
familias, es inclusivo y promueve la corresponsabilidad de las familias
y la autonomía. Fortalece en sus alumnos y alumnas la capacidad de
resiliencia, ayudando a reconocer o potenciar sus recursos personales
frente a situaciones dolorosas como, por ejemplo, las pérdidas de
seres queridos, el temor al contagio, entre otras.

Propicia entre sus estudiantes y familias redes de soporte y solidaridad


para apoyar a quienes se encuentran ante situaciones críticas debido
a la segunda ola del COVID-19. Por ejemplo, motiva a las familias
para que emprendan iniciativas de colaboración ante un estudiante
o miembro de la familia que está internado en un hospital o frente a
la pérdida de un ser querido.

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Planifica proyectos o actividades de aprendizaje priorizando


competencias y experiencias vinculadas con el cuidado de la salud
ante el COVID-19: uso correcto de la mascarilla y del pulsioxímetro,
lavado constante de las manos, entre otros; además, impulsa la
búsqueda y selección de información basada en fuentes confiables
para prevenir el contagio del COVID-19, como medidas de protección
y respecto de la importancia de las vacunas.

Por otro lado, el Currículo Nacional de Educación Básica (CNEB) nos presenta el enfoque
de orientación al bien común en el que se establecen valores que contribuyen con
la consecución de este fin. Este enfoque se caracteriza por su transversalidad en los
aprendizajes de las y los estudiantes; de acuerdo con ello y en el contexto de la segunda
ola del COVID-19, las prácticas del docente adquieren relevancia cuando propician
actitudes de cuidado de la salud individual, pero también hacia el cuidado colectivo.
Es en este ámbito donde adquiere mayor sentido la práctica de los valores como la
equidad y la justicia, la solidaridad, la empatía y la responsabilidad.

A continuación, reflexionamos sobre estos valores, considerando que es importante


comprenderlos para poder contextualizarlos en la práctica misma del docente frente a
sus estudiantes y las familias de estos.

Tratamiento del enfoque orientación al bien común

Valores Actitudes que suponen Se demuestra, por ejemplo, cuando:

Equidad y justicia Disposición a reconocer • L os estudiantes comparten


a que ante situaciones siempre los bienes disponibles
de inicio diferentes, se para ellos en los espacios
requieren compensaciones educativos (recursos, materiales,
a aquellos con mayores instalaciones, tiempo, actividades,
dificultades. conocimientos) con sentido de
equidad y justicia.

Solidaridad Disposición a apoyar • L os estudiantes demuestran


incondicionalmentea solidaridad con sus compañeros
personas en situaciones en toda situación en la que
comprometidas o difíciles. padecen dificultades que rebasan
sus posibilidades de afrontarlas.

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Valores Actitudes que suponen Se demuestra, por ejemplo, cuando:

Empatía Identificación afectiva • L os docentes identifican, valoran


con los sentimientos del y destacan continuamente actos
otro y disposición para espontáneos de los estudiantes
apoyar y comprender sus en beneficio de otros, dirigidos a
circunstancias. procurar o restaurar su bienestar
en situaciones que lo requieran.

Responsabilidad Disposición a valorar • L os docentes promueven


y proteger los bienes oportunidades para que las
comunes y compartidos de y los estudiantes asuman
un colectivo. responsabilidades diversas y
los estudiantes las aprovechan,
tomando en cuentan su propio
bienestar y el de la colectividad.

Fuente: MINEDU (2016, p. 26).

¿Qué es la equidad y qué es la justicia?

La equidad, entendida como el valor que consiste en dar a cada uno lo que se merece
en función de sus condiciones, está íntimamente relacionada con otros valores como
la honestidad, el respeto, el compromiso, la responsabilidad, el esfuerzo, el diálogo,
la amistad, la paz, entre otros muchos que es necesario trabajar todos los días. La
equidad no se logra con las buenas intenciones: hace falta promover acciones que se
encaminen hacia este concepto (Lara, 2010).

El maestro o maestra que educa en equidad y justicia social tiene la responsabilidad de


ayudar a sus estudiantes a tomar conciencia de sí mismos, a ver el sentido de su propia
unidad como una persona, su valor y su dignidad como tal, a desarrollar la capacidad de
pensar a través de un problema, a perseverar cuando las cosas se ponen difíciles, a ejercitar
sus valores y creencias para que puedan ejercer algún control sobre su propio destino.

Villegas y Lucas (2002, citado García-Peinado, 2011) creen que el trabajo por la justicia
social es desarrollado por docentes que:

• Son socialmente conscientes y reconocen que hay múltiples caminos para percibir la
realidad, la cual está influenciada por la localización del orden social.

• Tienen una firme visión de los y las estudiantes y sus diversos antecedentes, y ven
los recursos y las diferencias de todos ellos y ellas para aprender como un problema
que se debe superar.

• Se ven a sí mismos/as como responsables y capaces de producir el cambio educativo,


que hará que la escuela responda a todas y todos los estudiantes.

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• Comprenden cómo las y los estudiantes construyen el conocimiento y son capaces


de promover la construcción del aprendizaje.

• Conocen la vida de sus estudiantes, incluyendo el conocimiento profundo de las


comunidades en que viven.

• Usan el conocimiento sobre la vida de sus estudiantes para el diseño de la enseñanza


basándose en lo que ya saben, extendiéndose más allá de lo familiar.

Para que esto ocurra es necesario además contar con profesionales docentes críticos y
transformadores que se hagan cargo de la responsabilidad personal y profesional que
les compete en el desarrollo de sociedades más justas (Chapman y West-Burnham,
2010, citado en García-Peinado, 2011).

La práctica de la equidad y justicia social en el docente, por ejemplo, se hace visible en


situaciones como estas:

Es responsable del cuidado de su salud; está convencido de que


aplicando los protocolos para el cuidado de la salud está cuidando
su vida. Por ello, practica y promueve acciones para que las personas
de su entorno, especialmente sus estudiantes, también se informen
y los practiquen.

Impulsa acciones para recoger mitos y rumores que manejan sus


estudiantes y familias respecto a la prevención y tratamiento del
COVID-19, para ponerlos en discusión; les da la oportunidad de
contrastarlos con información basada en evidencia. Como resultado
de ello, motiva el compromiso con acciones concretas para el cuidado
de la vida propia y la de los demás.

¿Qué es la empatía?

La empatía es la capacidad de situarse en la emoción que experimenta el otro. Ser


capaz de comunicar una comprensión empática hace que los demás perciban que sus
sentimientos son comprendidos. La empatía no significa pensar igual o estar de acuerdo
con el otro, sino comprender su estado emocional y ser capaz de ponerse en su lugar.
Es comprensión, no justificación. Cuando nos sentimos comprendidos, la solución del
conflicto es más fácil (Bisquerra, 2009).

El COVID-19 es una enfermedad que puede afectar a cualquiera; podrías ser tú o un


miembro de tu familia. Por ello, el MINSA recomienda ser empático y solidario con
los que han padecido o aún tienen el virus. No los discrimines o estigmatices. Hacerlo
puede afectar de manera negativa su salud física y mental y podría llevarlos a ocultar
los síntomas o evitar la atención médica. Es importante considerar que frente a

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situaciones como estas debe prevalecer la persona y sus derechos, así como la defensa
de su bienestar.

La doctora Sonia Zevallos, directora de la Dirección de Adultos y Adultos Mayores del


INSM, indicó que: “en el inicio de la emergencia sanitaria por el COVID-19 la emoción
principal era el miedo, pero en el transcurso de los meses han surgido otros sentimientos
como la frustración y la cólera, que pueden llevar a conductas desadaptativas y difíciles
de controlar. Algunas de estas conductas desadaptativas se manifiestan en el rechazo al
uso de la mascarilla, la falta de empatía y la negativa al cumplimiento de las normas, que
reflejan rabia y frustración y ponen en riesgo la salud individual y colectiva” (MINSA,
2021). De ahí la necesidad de aprender cómo cuidarnos permanentemente poniendo
también en práctica protocolos personales, familiares y comunitarios que prioricen la
autorregulación de emociones, la apropiación de reglas comunitarias y culturales y la
convivencia saludable. Urge, al mismo tiempo, desaprender algunas actitudes como
la resistencia al cambio y estar siempre a la defensiva, que generan distanciamiento y
ausencia de empatía.

Fuente: MINSA (2021).

La práctica de la empatía en el docente, por ejemplo, se hace visible en situaciones


como estas:

El o la docente, antes de priorizar sus actividades planificadas, se


toma un tiempo para indagar y conocer la situación de salud física
y socioemocional de sus estudiantes y familias en medio de esta
segunda ola del COVID-19.

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La o el docente, al conocer el estado de salud de un colega contagiado,


y dentro de sus posibilidades, brinda tiempo para escucharlo y
escribirle, mostrando disposición para que exprese sus emociones.
Además, le pregunta en qué lo podría ayudar (por ejemplo, conseguir
un pulsioxímetro, recomendarle un lugar para atenderse, etcétera).

¿Qué es la solidaridad?

El Currículo Nacional de Educación Básica, en el Enfoque del Bien Común, señala que
la solidaridad: “[…] es una disposición a apoyar incondicionalmente a personas en
situaciones comprometidas o difíciles” (MINEDU, 2016, p. 19).

Solidaridad es un concepto que proviene del latín solidus, que significa solidario. Para
la sociología, la solidaridad es un sentimiento de unidad que tiene como objetivo una
meta común. Se puede definir la solidaridad como un sentimiento que genera en la
persona una conducta o acción positiva de ayuda o adhesión a otros, especialmente
cuando se encuentran en situaciones difíciles (MINEDU, 2016).

Como suele suceder en el Perú en tiempos de crisis, la solidaridad se ha potenciado,


y se manifiesta dejando de lado prejuicios de raza, sexo, origen, edad, nacionalidad,
religión, ideas políticas o cualquier otra característica.

Frente a la emergencia sanitaria, respuestas solidarias han emergido en nuestro país.


Conocemos de varias iniciativas que desde las poblaciones urbano marginales, rurales
y amazónicas se han organizado para responder a situaciones de desastre, mediante la
organización de ollas comunes y la conformación de agentes comunitarios y promotores
de salud con la finalidad de vigilar el cumplimiento de las medidas sanitarias para
enfrentar el COVID-19.

La práctica de la solidaridad en el docente, por ejemplo, se hace visible en situaciones


como estas:

El o la docente comparte información confiable con sus colegas,


ayudando a comprender las disposiciones establecidas en las
normativas referidas a la modalidad a distancia.

El o la docente ayuda a colegas y/o padres de familia en el manejo de


las tecnologías de información (uso de zoom, envío de imágenes por
Whatsapp, uso del drive, etcétera).

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¿Qué es la responsabilidad?

Bisquerra (2009) refiere que “la responsabilidad es la intención de implicarse en


comportamientos seguros, saludables y éticos. Asumir la responsabilidad en la toma
de decisiones. Ante la decisión de ¿qué actitudes (positivas o negativas) voy a adoptar
ante la vida?, en virtud de la autonomía y la libertad, decidir con responsabilidad,
sabiendo que en general lo más efectivo es adoptar una actitud positiva” (Bisquerra,
2009, p. 150).

Con estas definiciones como punto de partida, el COVID-19 nos confronta como
ciudadanos para medir cuán capaces somos de ejercer nuestra responsabilidad
individual y social al formar parte de un grupo social más amplio. Siendo la pandemia
un fenómeno que afecta la salud individual, familiar y de todo un país, la lucha contra
ella pasa a ser una responsabilidad de todos y todas. Esta experiencia nos lleva a valorar
la implicación individual y colectiva frente a la pandemia.

Naciones Unidas (s.f) señala que:

“Debemos asegurarnos de que aprendemos la lección y que esta crisis sea un punto
de inflexión para las preparaciones frente a emergencias sanitarias, las inversiones en
servicios públicos esenciales en el s. XXI y el suministro de bienes públicos globales.
Tenemos un marco dentro del que actuar – la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible
y el Acuerdo de París contra el cambio climático. Debemos cumplir las promesas que
hicimos a las personas y al planeta.

• Afrontar la emergencia sanitaria

• Centrarse en el impacto social, la respuesta económica y la recuperación

• La responsabilidad global para una mejor recuperación”

La práctica de la responsabilidad en el docente, por ejemplo, se hace visible en


situaciones como estas:

El o la docente considera que la información difundida a través


de sus redes y compartida con sus estudiantes y familias en las
actividades de aprendizaje sea confiable y esté basada en evidencia,
en correspondencia a los protocolos establecidos por el MINSA.

La o el docente promueve acciones para el involucramiento de sus


estudiantes y familias en el cuidado de la vida y los sensibiliza para
que asuman responsabilidades colectivas. Los ayuda a reflexionar
sobre el impacto que generan las acciones personales en la salud
de los demás. A partir de esto, sus estudiantes proponen proyectos
participativos para el cuidado de la salud.

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2. Liderazgo y función social del docente en el


cuidado de la salud

Cuando nos preguntan por líderes, pensamos en cualidades personales; sin embargo,
con el paso del tiempo este término se ha ido redefiniendo, pues está pasando de ser
asociado a un puesto o cargo para referirse más bien a aquella capacidad de influir,
motivar, involucrar a otros en un proyecto compartido, como señala Leithwood (2009,
citado en Contreras, 2016, p. 245).

Una de las características del liderazgo docente es su capacidad de influir de manera


positiva en los procesos de aprendizaje, en el logro de los objetivos pedagógicos de
cada una y cada uno de sus estudiantes, para que nadie se quede atrás.

El efecto movilizador que este liderazgo ejerce en las y los colegas y en los padres y
madres de familia para que el servicio educativo no se detenga, también lo es para el
cuidado de la salud en el entorno inmediato de la comunidad educativa.

El liderazgo docente consiste en responder a un compromiso ético por aportar a la


educación, servir a los demás y que las y los estudiantes aprendan incluso en condiciones
adversas y desafiantes en medio de la segunda ola del COVID-19.

Liderazgo y comunidad educativa


El liderazgo docente se vincula con el fortalecimiento de su rol político en la comunidad
educativa y en la sociedad. El o la docente tiene el reto de promover y movilizar el
cuidado de la vida en medio de esta crisis de la segunda ola del COVID-19, y maestras
y maestros lo realizan a partir de la interacción con su grupo de estudiantes y sus

Unidad 3: Compromiso ciudadano y liderazgo 13


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familias, en los espacios de colaboración con sus colegas y directivos y con otros actores
de la comunidad local y regional. Para ello, promueven el compromiso con el actuar
responsable y la autonomía para concretar la visión compartida expresa en el lema “Te
cuido, te cuidas y nos cuidamos”.

A partir de este análisis, es fundamental el empoderamiento de tus estudiantes y sus


familias. Es así que al concluir esta unidad te invitamos a reflexionar: ¿Cómo ejerces tu
liderazgo para promover el análisis, la crítica y el diálogo en tus estudiantes y sus familias
a partir de la compleja situación sanitaria en la que nos está poniendo la segunda ola
del COVID-19?, ¿qué iniciativas son posibles de emprender desde tu práctica docente
en este año 2021 y como parte de tu compromiso ciudadano para concientizar a tus
estudiantes y familias sobre la responsabilidad compartida ante el cuidado de la salud
y la vida?, ¿Qué valores consideras prioritarios de practicar en este contexto?

Ideas fuerza

La situación generada por la segunda ola del COVID-19 nos lleva


a reflexionar sobre la implicancia del compromiso ciudadano del
docente, los valores y la práctica de la justicia, la equidad, la empatía,
la responsabilidad y la solidaridad frente al individualismo, el egoísmo
y la falta de sensibilidad ante el dolor del otro y el cuidado de la vida.

La ética profesional docente garantiza en este contexto el derecho


a la educación de los niños, niñas y adolescentes del país; ello
implica el cumplimiento de las metas educativas de acuerdo con la
modalidad en que se brinde el servicio educativo y con la realidad de
las y los estudiantes y sus contextos. Nuestras y nuestros estudiantes
deben seguir aprendiendo, y es nuestra responsabilidad promover
el desarrollo de sus competencias para responder a la complejidad
del contexto actual, siendo la necesidad y demanda más relevante el
cuidado de la salud y la vida.

La equidad entre nosotros, con las y los estudiantes y sus familiares


es un valor que demanda ser practicado y fortalecido. Este valor se
vivencia en la interacción con los otros y se relaciona con la honestidad,
el respeto, el compromiso, la responsabilidad, el esfuerzo, entre
otros. La justicia social es practicada por el docente que se ve a sí
mismo/a como responsable y capaz de producir el cambio educativo,
para que la escuela responda a todas y todos los estudiantes. Con tal
fin, es necesario ser docentes críticos y transformadores, que asumen

14 Unidad 3: Compromiso ciudadano y liderazgo


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su responsabilidad personal y profesional además de cumplir su rol


social para la construcción de una sociedad más justa.

La empatía es entendida como la capacidad de comprender lo que


siente el otro (“ponerse en sus zapatos”), entendiendo que somos
distintos y que no necesariamente pensamos igual, y que todas y todos
estamos viviendo una situación —la pandemia del COVID-19— que
puede afectar gravemente a cualquiera; por lo tanto, es importante
desarrollar nuestra empatía con todos y todas aquellas que vivencian
en su cuerpo una lucha contra el virus, afirmando la defensa de sus
derechos contra la discriminación y la estigmatización.

La solidaridad se define, desde el CNEB, como una disposición a apoyar


incondicionalmente a personas en situaciones comprometidas o
difíciles, para hacerle frente a la crisis sanitaria por la que atravesamos
debido a la segunda ola del COVID-19. Esto debe demostrarse a través
de acciones solidarias cotidianas que puedan ser impulsadas desde
los actores educativos en pro del bien común.

La responsabilidad es entendida como la intención de implicarse


en comportamientos seguros, saludables y éticos. Asumir la
responsabilidad en la toma de decisiones; conlleva, como ciudadanos,
a valorar la responsabilidad individual y colectiva frente a la segunda
ola del COVID-19.

El liderazgo docente se plantea como una pieza clave para la


consecución y promoción del cuidado de la vida, influyendo de forma
positiva en el cumplimiento de los protocolos brindados por las
autoridades sanitarias. Así mismo, se vincula con el fortalecimiento
del rol político del docente en la comunidad educativa y la sociedad,
en su búsqueda por empoderar a las y los estudiantes y familias en
favor de un actuar responsable y autónomo.

Unidad 3: Compromiso ciudadano y liderazgo 15


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Lee atentamente las preguntas que se te presentan a continuación y marca la alternativa


que contenga la respuesta correcta.

Referencias bibliográficas
Bisquerra, R. (2009). Psicopedagogía de las emociones. Editorial Síntesis S.A. https://
www.sintesis.com/data/indices/9788497566261.pdf

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Contreras, T. (2016). Liderazgo pedagógico, liderazgo docente y su papel en la mejora


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Ministerio de Educación (2020) Fascículo. Unidad 2 El rol del docente frente al COVID
19. Lima: MINEDU

16 Unidad 3: Compromiso ciudadano y liderazgo


docente en la segunda ola del COVID-19
ACTUANDO FRENTE A LA SEGUNDA OLA DEL COVID-19

Ministerio de Educación (2016). Currículo Nacional de Educación Básica (CNEB). Lima-


Perú. http://www.minedu.gob.pe/curriculo/pdf/curriculo-nacional-2016.pdf

Ministerio de Educación (2012) Marco del Buen Desempeño Docente. Lima: Perú.
http://www.minedu.gob.pe/pdf/ed/marco-de-buen-desempeno-docente.pdf

Ministerio de Salud (2021). Practicar la resiliencia ayuda a calmar emociones y


adaptarse a la nueva realidad por la COVID-19. https://www.gob.pe/institucion/
minsa/noticias/325505-practicar-la-resiliencia-ayuda-a-calmar-emociones-y-
adaptarse-a-la-nueva-realidad-por-la-covid-19

Ministerio de salud (s.f.). Empatía y solidaridad con personas con COVID-19. https://
www.gob.pe/institucion/inpe/campa%C3%B1as/2203-empatia-y-solidaridad-
con-personas-con-covid-19

Naciones Unidas (s.f.). https://www.un.org/es/coronavirus/articles/lucha-contra-


coronavirus-responsabilidad-de-todos

Unidad 3: Compromiso ciudadano y liderazgo 17


docente en la segunda ola del COVID-19

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