Dialnet LoQueNuncaDijoElJefeSeattle 2900028

Descargar como pdf o txt
Descargar como pdf o txt
Está en la página 1de 12

¿F ue el jefe Seattle una especie de ecologista primigenio, un crítico

“primitivo” de nuestra civilización industrial? Más aún, ¿dijo “Todas las cosas
están conectadas”?¿Afirmó alguna vez: “La Tierra no le pertenece al hom-
bre; el hombre pertenece a la Tierra”? ¿Llamó a la Tierra nuestra madre, a
los ríos nuestros hermanos o a las flores perfumadas nuestras hermanas?
Este texto presenta la historia que siguieron las palabras que pronuncia-
ra el líder indígena en diciembre de 1854 y que se convirtieron en un
símbolo destacado para los movimientos que desde la década de 1970
buscan la protección al ambiente.

* Director de Publicaciones de la Dirección Ejecutiva de Participación Social, Enlace y Comunica-


ción del INE. Correo-e: [email protected].

Número 57 61
Tras trescientos o cuatrocientos años durante los cuales Los ejemplos y los autores abundan. Como mues-
los habitantes de Europa han inundado las otras partes
del mundo y publicado sin cesar nuevos libros de viajes tra baste esta afirmación del filósofo francés La
y relatos, estoy convencido que los únicos hombres Bruyère: “Con una lengua tan pura, un refinamiento
que conocemos son los europeos.
tan grande en nuestra vestimenta, costumbres tan
J.J. Rousseau. Discursos sobre el origen
de la desigualdad
cultivadas, leyes tan bellas y una cara blanca, para
algunos pueblos somos bárbaros” (ibid: 26).
La segunda, en buena medida una reacción a
NOSOTROS Y LOS OTROS la anterior, da lugar a una imagen más bien espe-
cular de aquélla. El resultado es no menos impre-
Acercarse a otros pueblos, a culturas distintas, ciso: los otros no padecen ninguna de nuestras
puede resultar una experiencia compleja, llena de pesadas incapacidades y taras y se acercan inex-
trampas, de confusiones, a la que alimentan los plicablemente a la perfección. El noble salvaje es
sentimientos encontrados a que dan lugar la nos- la figura arquetípica de esta perspectiva y J.J.
talgia por lo exótico y la inseguridad frente a lo Rousseau su autor más destacado.2
diferente. Estos patrones, que en múltiples ocasiones
En este proceso, en el que uno tiene que hacer modelan nuestra percepción de los demás, permean
frente a una multiplicidad de estructuras, que nos todos los ámbitos del mundo social desde la pro-
son al mismo tiempo extrañas, irregulares, y no ex- ducción hasta la religión, pasando por los rituales,
plícitas, el aparato conceptual para abordarlas re- la gastronomía o las prácticas médicas. No son los
sulta a veces poco confiable y da lugar a una com- únicos, claro está, pero sí son las estructuras
prensión borrosa de los otros, como lo demuestran perceptuales más persistentes y socorridas.
miles de páginas de viajeros, colonizadores e in- Y el caso del medio ambiente, y en particular el
cluso científicos sociales bien entrenados. del saber ecológico tradicional, difícilmente podía
Dos de las modalidades extremas más recu- quedar fuera.Como resultado de la postura
rrentes que se derivan de este tipo de experien- etnocéntrica se ha creado y recreado un mito en
cias son el etnocentrismo y el relativismo cultural. donde los pueblos originales y sus descendientes
Su importancia —y más aún sus consecuencias— son (per se, sin importar su propia historia —antes
no pueden menospreciarse: las dos comparten una y después de la colonización—, su estructura
fuerte carga ideológica, dan lugar a posiciones mo- socioeconómica, su inserción dentro de la socie-
rales diferentes y nos aseguran un sitio firme en la dad nacional, para mencionar sólo algunos aspec-
trinchera de los enfrentamientos en el campo polí- tos) derrochadores de recursos, desconocedores
tico.1 de la dinámica de su entorno, supersticiosos y, por
La primera de estas posiciones puede definirse consiguiente, poco cuidadosos del entorno. Este
como aquélla que “... eleva de manera indebida a molde tal vez sea el más difundido y constituye
la categoría de universales los valores de la so- parte medular del sentido común que existe en re-
ciedad a la que pertenezco” (Todorov, 1991:21). lación con el tema. Berkes (2000:145) etiqueta este
mito como el del «intruso derrochador». Según este
autor, dicha perspectiva considera que las cultu-
1
Como dice Todorov (1991) las doctrinas filosóficas tienen
2
consecuencias prácticas ya que “... los discursos son acontecimientos, Aunque es el más famoso no es el primero en adoptar esta postura.
motores de la historia, y no solamente sus representaciones.” o como El concepto de noble salvaje puede rastrearse mucho antes que la
lo expone Geertz: “Se trata del argumento de que la razón por la cual aparición de las reflexiones del filósofo francés. En Grecia, Homero,
el pensar es serio es porque éste es un acto social y de que uno es Plinio y Jenofonte idealizaron a los arcadios y a otros grupos con los
responsable de éste como de cualquier otro acto social. Acaso más que entraron en contacto o que imaginaron. Lor romanos Horacio,
incluso, pues es, a la larga, el acto social de mayores consecuencias.” Virgilio y Ovidio hicieron un ejercicio comparable con lo escitas
(1996:39) (véase Bartra, R., 1998 y J. Stagl, 1995).

62 Gaceta Ecológica
ras tradicionales han vivido hasta hace poco como (1997) llama tradiciones inventadas, esto es prác-
«poblaciones biológicas limitadas a sus recursos, ticas y discursos que buscan inculcar, mediante
a merced de las fuerzas naturales y de las creen- la repetición, valores y normas de conducta que
cias sobrenaturales, y ciertamente no como comu- implican automáticamente continuidad con un pa-
nidades organizadas con su propio complejo de sado (ficticio), cuanto más remoto, mejor.
conocimientos-prácticas-creencias a fin de adap-
tarse y manejar el ambiente. Su impacto pudo ha- DE DISCURSOS INDIOS Y TRADICIONES INVENTADAS
ber sido pequeño en una época en la que su nú-
mero era pequeño y su tecnología lo suficiente- Convertidas en uno de los símbolos del movimiento
mente simple como para ser benigna para el me- ecologista que se desarrolló a partir de la década
dio. Pero tiene una tendencia, incluso como los de 1970, las palabras que pronunciara hace más
primitivos cazadores hace miles de años, a provo- de 150 años el jefe Seattle ante los colonizadores
car daño ambiental, como lo atestiguan las anti- del noroeste americano son una especie de evan-
guas extinciones.» gelio para quienes se dicen genuinamente preocu-
Pero el mito también corre en el sentido opues- pados por la conservación del ambiente.
to. Los pueblos originales y sus descendientes pue- Muestra decantada de la profunda sabiduría y
den ser concebidos como intrínsecamente ligados de la relación estrecha, diferente y cuidadosa que
a su entorno, lo que les permite vivir —no siem- los indígenas tenían hacia sus recursos antes de
pre resulta claro cómo— en armonía con el me- la llegada de los blancos; espejo que nos devuel-
dio. Esto sirva para la representación del «otro ve a los occidentales nuestra propia figura defor-
exótico» o «noble salavaje ecológico»3 del que tam- mada, permanentemente insatisfecha y devora-
bién deriva un corpus de mitología considerable. dora de recursos, incapaz de comprender la
En esta perspectiva los habitantes originales y sus profunda relación de estos seres humanos con su
descendientes actuales pasan a ser los guardia- entorno, el discurso del líder indígena norteameri-
nes celoso de arcanos desconocidos, o como dice cano es uno de los textos más citado y reconoci-
Bartra (1998:189) con respecto al salvaje: «posee dos del ambientalismo mundial.4
las claves de la tregedia, oculta los misterios del Sin embargo, ¿fue el jefe Seattle una especie de
cosmos, sabe escuchar el silencio y puede desci- ecologista primigenio, un crítico “primitivo” de nues-
frar el fragor de la naturaleza.» tra civilización industrial? Más aún, ¿dijo “Todas las
A continuación revisaremos los pasos que ha cosas están conectadas”?¿Afirmó alguna vez: “La
seguido una caso, el del famoso discurso del jefe Tierra no le pertenece al hombre; el hombre perte-
Seattle, vinculado claramente con este segundo nece a la Tierra”? ¿Llamó a la Tierra nuestra madre,
grupo, el del noble salvaje. La reconstrucción a los ríos nuestros hermanos o a las flores perfuma-
historiográfica nos pone ante un ejemplo poco co- das nuestras hermanas? Hoy la respuesta, aunque
mún, el de poder reconstruir con cierta precisión pudiera resultar sorprendente, es no.
el camino seguido por lo que Eric Hobsbawn Desde hace unos años este epígrafe inevitable
de los artículos sobre medio ambiente fue puesto
3
en duda. Y la minuciosidad historiográfica demos-
Alcorn señala además la existencia de otro mito, el de la dupla noble
salvaje/ángel caído: «[los conservacionistas de los países del Norte] tró que lo que repetimos hasta la saciedad como
desean mantener la biodiversidad de los áreas naturales que no han perlas de conocimiento tradicional es, en realidad,
sufrido alteración, libres de cualquier presencia humana. Consideran
a quienes allí habitan y trabajan como amenazas... Por el otro lado, el texto que un guionista de la Universidad de Texas
los conservacionistas culturales septentrionales quieren ver a los
pueblos exóticos preservados como culturas superiores idealizadas que
4
vivien en ‘armonía con la naturaleza’, sin que la economía de mercado Para quienes pudieran creen que el texto del jefe Seattle está pasado
los corrompa.» (Berkes, op. cit.: 145-146). de moda, cfr. la Presentación de Semarnap, et al., 2000: 2.

Número 57 63
llamado Ted Perry escribió a inicios de la década cado en lograr la cooperación entre los más de cua-
de 1970 para una película con tema ambiental renta grupos salish, uno de los cuales era su propio
titulada Home, recreando con grandes licencias pueblo, los suquamish. 6
literarias el discurso original del jefe Seattle. Y por Corpulento y bien parecido, sería recordado por
si esto no fuera suficiente, habrá que mencionar su poderosa voz y sus elocuentes frases. En 1832
que tampoco podemos estar seguros, como se un tal Dr. Fraser Tolmie, agente de la Hudson Bay7
verá más adelante, de cuáles fueron las palabras lo describió como “el indígena más guapo que he
que pronunciara el líder indio. Para ubicar esta conocido” (Stekel, 1996). Seis años después fue
cuestión hemos incluido unos breves apuntes so- bautizado con el nombre de Noé por el padre
bre su biografía y, a manera de comparación, tanto Modest Demers, hecho que algunos consideran
el “texto original”, esto es, el discurso de Seattle como la forma de ascenso que el tyee encontró
como fue recogido por un asistente a la reunión dentro de la estructura jerárquica de los conquista-
con las autoridades blancas y una de las múlti- dores blancos.
ples versiones conocida en español como la Car- Hacia mediados de 1800 ya existían múltiples
ta del jefe Seattle. asentamientos en los valles occidentales de la re-
gión conocida como Pacífico Noroccidental, y los
DOMINACIÓN BLANCA, DISCURSOS INDIOS poblados comenzaban a crecer. Las poblaciones
indígenas originales habían visto reducir su núme-
Conocemos más del entorno en el que el jefe jefe ro de manera alarmante desde 1830 y eran expul-
Sealth (se debería pronunciar See-elth, con un sadas constantemente de sus territorios por los nue-
alto gutural al final del nombre) dio su discurso vos dueños, lo que se lograba a través de
que detalles de su vida. Sin embargo, he aquí expropiaciones, cortando las cadenas de intercam-
algunos detalles de su biografía y de los perso- bio que les aseguraban el sustento o por el simple
najes que lo rodearon.5 asesinato. La madurez del jefe Seattle se da en un
Nacido, según se cree, en 1786, ostentaba el ambiente de resentimiento generalizado entre los
título de tyee o jefe, como lo portaba su padre, pueblos indígenas norteamericanos que se consi-
Schweabe, de quien lo heredó. Dos esposas, va- deraban traicionados porque los blancos no habían
rias concubinas y una hija, Angeline, conforma- cumplido con los múltiples acuerdos firmados.
ron su familia. En 1853 se crea el Territorio de Washington y
Su primer encuentro con los conquistadores su primer gobernador, Isaac Ingalls Stevens, fue
blancos lo tuvo alrededor de los seis años. En
1792, el capitán George Vancouver desembarcó 6
Una de las áreas culturales de Norteamérica nativa es la Costa
en Restoration Point, en la isla de Bainbridge en Noroocidental. Cubierta de coníferas y abetos, con una fauna
abundante y una más amplia variedad de vida rivereña y costera,
el Puget Sound, muy cerca del actual Seattle, en
resultó la base para el sustento de mútiples pueblos, algunos de los
el occidental estado norteamericano de Wa- cuales han pasado a la historia por lo enigmático de sus hábitos
shington. El jefe recordaría toda su vida la impre- culturales, entre los que destacan los kwakiutl y su potlach, donación o
destrucción masiva de riqueza, y por la construcción de grandes tótem
sión que le causó el ver el barco, las armas y el colocados a la entrada de las casas de los personajes más destacados de
acero de los europeos. la comunidad. Además de los suquamish la región estaba ocupada por
los salish, los bella coola, los tlingit, los haida, los tsimshian, los
Ya adulto, este líder indígena sería reconoci- nootka, entre muchos otros.
do como guerrero orador y diplomático, enfras-
7
Una de las corporaciones más importante de la historia política y
económica de Canadá. Esta corporación se encargó desde principios
5
Algunas de las fuentes más importantes para esto son: D. Buerge, de 1670 de establecer vías de comunicación desde el noroeste de dicha
1991; E. Gifford y M. Cook, 1993; V. Hilbert, 1990; R. Kaiser, nación hacia el Pacífico y de comerciar, principalmente con pieles
1987. (Wolf, E., 1987).

64 Gaceta Ecológica
responsable, entre otras cosas, de establecer re- con la pronunciación más cercana que pudo al
laciones con los pueblos allí asentados y de ce- nombre indígena). 9
rrar acuerdos con ellos, lo cual parece haber lo- En diciembre de 1854, el gobernador Stevens
grado rápida y agresivamente entre 1854 y 1855. visita al viejo Seattle, quien pronuncia un discurso
En un ambiente de creciente encono entre po- lamentándose de que los mejores días para los
bladores originales y conquistadores blancos, indios habían pasado y que el futuro le pertenecía
agrupó a las tribus de la zona en una serie de al hombre blanco. Entre los asistentes a esta re-
consejos y los obligó a firmar tratado muy simila- unión destaca el Dr. Henry J. Smith, un cirujano
res. También compró tierras, expulsó a sus mo- con inclinación por la florida poesía victoriana (es-
radores o los aisló en reservaciones. Todo ello cribía bajo el seudónimo de Paul Garland) quien
fue formalizado a través de una serie conocida al parecer fue el único de los asistentes que tomó
como los Tratados Stevens que sentaron juris- notas datalladas del encuentro y resultó muy im-
prudencia en la zona y que aún tienen efectos presionado por el porte y por el discurso del ora-
legales. 8 dor indígena. De lo que este médico publicara
Para preparar el camino hacia la firma del tra- muchos años después nacería el discurso —y el
tado más importante de la región, el de Puget mito—del jefe Seattle.
Sound, en diciembre de 1854 se llamó a reunión a Sin embargo, esa no fue la única alocución.
los duwamish. El Dr. Davis S. (“Doc”) Maynard, uno En 1855, Sealth habló otra vez, brevemente, du-
de los primeros pobladores de Seattle fue el en- rante la firma del tratado portuario de Madison,
cargado de concertarla. que puso a los suquamish en una reservación
Maynard había dejado en 1950 a su mujer de en la zona de Seattle. Sus observaciones en este
20 años en Ohio para irse al oeste y hacer fortuna. caso, a diferencia de las que nos han quedado
Cruzó las planicies y realizó su primer negocio cor- como resultado del registro del Dr. Smith, son
tando madera en Olympia (a unos 80 km al su- poco elaboradas, lo que nos habla de que los
roeste del actual Seattle) y enviándola a San Fran- discursos indios que nos han llegado reflejan,
cisco. De las ganancias que obtuvo puso una en buena medida, las aspiraciones literarias de
pequeña tienda. Allí conoció a Sealth, uno de sus quien lo registraba más que el propio dicho in-
primeros clientes, quien le contó de un mejor lugar dio.
que Olympia, con un puerto más adecuado. Tres años después, un Sealth viejo y empo-
“Maynard le tomó la palabra, vendió todo lo que brecido habló por última vez, preguntándose por-
pudo, el resto lo puso en una lancha, y con una qué el tratado no había sido ratificado por el Con-
tripulación india y Seattle como piloto, se dirigió a greso de los Estados Unidos de América, lo que
la tierra prometida. Esto sucedió a finales de mar- dejaba que los indios languidecieran en la po-
zo de 1852...” (Stekel, 1996). Seattle y el colono breza: «He sido muy pobre y he tenido hambre
se volvieron tan buenos amigos que este último todo el invierno y estoy muy enfermo ahora. En
bautizó al poblado con el nombre del jefe indio (o muy poco tiempo más moriré. Cuando lo hago,
mi gente será muy pobre; no tendrá ninguna pro-

8
Los «méritos», al perecer indiscutibles, del gobernador Stevens
resultan ser dos: por una parte, haber establecido normas relacionadas
con la división de la captura de salmón para los pueblos indígenas y la 9
Stekel (1996) dice que al jefe suquamish esta noticia le pareció muy
protección de las corrientes que usan estos peces contra actividades poco alentadora ya que consideraba que su sueño eterno se vería
que pudieran afectarlos negativamente y, por la otra, haber diezmado perturbado cada vez que se se mencionara su nombre. Y la Enciclope-
y reducido a su mínima expresión a los habitantes originales de estas dia Británica (1999) presenta la extraña anécdota de que este
tierras. Véase una breve pero ilustrativa descripción de este personaje conflicto se resolvió cobrando un pequeño impuesto a los pobladores
en Brown, 1979: 301. del lugar como comprensación adelantada por tales molestias.

Número 57 65
piedad, ningún jefe y nadie que hable por tros nos parece eterno, puede cambiar. Hoy está despeja-
ellos.» 10 El jefe murió en 1866. do, mañana podría estar lleno de nubes. Mis palabras son
como estrellas que nunca se ponen...
DEMANDAS INDIAS, ESTEREOTIPOS BLANCOS
A partir de entonces, las palabras del jefe
El discurso del jefe Seattle parece haber pasado suquamish aparecerían con cierta regularidad en
por tres etapas claramente identificables. La primera historias de la conquista norteamericana y sufri-
es la aparición del relato que da pie al resto de la rían pocos cambios. Las transformaciones de fon-
historia, nacido de la pluma del Dr. Smith y publica- do son una labor reciente.
do en el periódico Seattle Star el domingo 29 de La segunda versión resulta más actual. En
octubre de 1887, treinta y tres años después de que 1969, el poeta norteamericano William Ayers
el galeno lo hubiera oído. Ese relato es la base para Arrowsmith12 realizó una interpretación del texto
las siguientes versiones o variaciones, aunque, pa- del Dr. Smith que mantenía el espíritu de lo dicho
radójicamente, es el menos conocido. por Sealth pero no las frases exactas, en un inten-
Desde este momento el registro resulta com- to por presentarlo en una lenguaje más coloquial.
plicado por varias razones, no sólo por el lapso Su versión inicia así:
entre lo oído y lo publicado. El diario de Smith, del
Hermanos: Este cielo encima nuestro se ha compade-
cual fueron tomadas las notas que aparecen en el
cido de nuestros padres durante cientos de años. A noso-
periódico de Seattle, nunca apareció, por lo que
tros nos parece el mismo, pero puede cambiar. Hoy está
es imposible confrontar la fuente y cotejar lo publi-
despejado, mañana podría estar cubierto de nubes.
cado con lo registrado por el galeno. Po otra par-
te, Seattle habló en su propia lengua por lo que Durante el invierno de 1970-1971, Ted Perry,
debió haber sido traducido para Smith, dando un un escritor, y Arrowsmith dieron clases en la Uni-
largo rodeo: del duhuamish o suquamish de Sealth versidad de Texas. Perry había sido contactado
a la jerga chinook —especie de lingua franca de la por la Southern Baptists Convention para escribir
región—11 y de ahí al inglés, (lengua que, por cier- los guiones de varias películas, entre ellas una
to, Seattle nunca aprendió a hablar). A esto debe- sobre la contaminación. Oyó la versión de
mos sumarle la propia perspectiva literaria del Dr. Arrowsmith durante los festejos del Día de la Tie-
Smith, de sobra aparente como lo podrá constatar rra y le preguntó si la podía usar como base para
quien revise el texto que incluimos más adelante. un guión. El producto fue una versión del discurso
Esta versión se identifica claramente desde el co- del jefe Seattle, filtrado por el sedazo de Arrowsmith
mienzo: y el imaginario ecológico de la época. Los últimos
toques fueron los cambios realizados por los bau-
Allí, a la vista, el cielo que ha llorado lágrimas de com-
tistas (en torno a la visión que Seattle debía haber
pasión sobre nuestros padres durante siglos, y que a noso-
tenido de Dios). El resultado: el guión de una pelí-
cula llamada Home (Hogar) y la más famosa de
las versiones del discurso de Seattle.
10
Stekel (ibid.) señala que este texto, así como los comentarios de
Sealth de 1855, se conservan en los archivos nacionales de los Estados El “discurso indígena” resultante fue amplia-
Unidos de América. mente difundido por las organizaciones ecologistas

11
La jerga chinook se convirtió en la lengua comercial de la costa
noroeste. Combinaba el chinook y el nootka con otros términos
12
indígenas, ingleses y franceses. Se llegó a usar desde California hasta Arrowsmith (1924-1994) enfant terrible de las letras norteamerica-
Alaska después del contacto de los pobladores originales de la zona nas, reconcido como maestro, poeta, traductor, latinista, crítico,
con los comerciantes de pieles americanos e ingleses. especialista en cine y autoridad en literatura italiana.

66 Gaceta Ecológica
e incluso impreso en la revista de viajes de la hoy profesor en la Universidad de Middlebury en
Northwestern Oriental Airlines en 1974 (Wilson, Vermont dijo en un artículo publicado por
1992:12). Y como caja de resonacia mayor, allí Newsweek en 1992, que una vez terminado el
estaba la Expo Spokane de 1974. Los visitantes guión los productores de la película, sin su cono-
del pabellón norteamericano en esta Feria Mun- cimiento, quitaron su nombre de los créditos y re-
dial eran sorprendidos con una variación del viejo produjeron 18.000 carteles con el discurso de
discurso, ecológicamente poético, basado en el Seattle para los espectadores que lo solicitaron.
guión de la película. Nadie pensó que tal hecho sería la base de una
Las diferencias entre las dos versiones mo- nueva tradición ni una nueva romantización de los
dernas y la de Smith son evidentes. Como lo afir- indígenas americanos. Perry comenta su descon-
ma Stekel “en la versión 1887 de Smith, el mun- cierto por el hecho de que «estemos tan dispues-
do natural es el lienzo sobre el cual se trazan las tos a validar un texto por que se le atribuye a un
palabras del jefe Seattle. En la de los años 70, el americano nativo» y no a un caucásico. (Jones,
ambiente es toda la pintura.” Se quita la frase ori- 1992: 68). 13
ginal “Su Dios ama a su pueblo y odia al mio” y Pasados los años, su papel de poner palabras
en su lugar aparece “Nuestor Dios es el mismo” y en la boca de jefe Seattle lo ha desconcertado:
se imaginan algunas de los párrafos más citados «nunca hubiera permitido que alguien creyera que
posteriormente: “¿Cómo pueden comprar o ven- era todo menos un relato ficticio escrito por mí»
der el cielo, el afecto de la Tierra? La idea es ex- (ibid.). Apócrifa o no, la versión de Perry tocó fi-
traña para nosotros... Los ríos son nuestros her- bras íntimas de la conciencia ambiental... Y el mito
manos... El aire es precioso... porque todas las (y el discurso) cobraron (¿o continuaron tenien-
cosas comparten el mismo aliento” y una de las do?) vida propia.
más citadas: “Esto es lo que sabemos. La Tierra
no le pertenece al hombre. El hombre pertenece LO QUE TAL VEZ DIJO EL JEFE S EATTLE
a la Tierra. Esto es lo que sabemos. Todas las
cosas están conectadas como la sangre que une Presentamos a continuación tanto el texto que pu-
a una familia.” blicó el Dr. Smith en el Seattle Star el domingo 29
Y en este esfuerzo de «ecologizar» las pala- de octubre de 1887 como la versión de Ted Perry
bras de Seattle se incurrió en una serie de inexac- de 1974. Abrimos con la introducción del propio
titudes históricas. En el guión de Home se ponen Smith por que la consideramos una necesaria
en boca de Sealth referencias a búfalos, cóndores, ambientación para el lector en torno al peculiar
chotacabras ninguno nativo de la zona. Erróneo estilo de este galeno cronista, y que permea el
resultó también mencionar la matanza de búfalos conjunto de las palabras “originales” que dijo
desde los trenes, suceso que se presentaría diez Seattle.
años después de que se construyera el ferrocarril Un último apunte. Por alguna extraña razón las
transcontinental, algo que sucedió mucho después versiones en español hablan de la carta del jefe
de la muerte de Seattle. Seattle. Sobra decir que jamás hubo tal escrito ya
A pesar de las dudas sobre la fidelidad el texto que el jefe suquamish no sabía leer ni escribir.
fue hasta finales de la década de 1980 que un
antropólogo alemán, Rudolf Kaiser, reveló la his- 13
Berkes (1999:148) cita un comentario sobre el particular en el
toria en una conferencia internacional en 1984 y mismo sentido: Para Rick Caldwell, bibliotecario del Museo Seattle
la historia llamó la atención de los especialistas de Historia e Industria lo que se dice en Home y que luego se le
atribuyó al jefe Seattle sólo resulta tener una resonancia real si es algo
(Knudtson y Susuki en Berkes, 2000). En la decada que fue pronunciado por una persona nativa sabia. “No sería igual si
de los 90, Ted Perry trató de aclarar el entuerto. El hubiera sido dicho por un fulano llamado Guy”.

Número 57 67
SU ELOCUENCIA NATIVA, ETC., ETC. POR HENRY A. SMITH. EXTRACTOS DE UN DIARIO : EL JEFE SEATTLE.
UN CABALLERO POR INSTINTO. DÉCIMO ARTÍCULO DE LA SERIE RECUERDOS TEMPRANOS

«El viejo jefe Seattle era el indio más grande que estaba asentado a sus mesas, situaciones ocasio-
haya visto, y con mucho el de mayor garbo. Medía nales en las que manifestaba más que en cualquier
seis pies con sus mocasines, tenía hombros an- otro lugar los instintos genuinos de un caballero.»
chos, un pecho profundo, y estaba adecuadamente «Cuando el gobernador Stevens llegó a Seattle
proporcionado. Sus ojos eran grandes, inteligen- y le dijo a los naturales que lo habían designado
tes, expresivos y amistosos cuando descansaban, comisionado para los asuntos indios en el territo-
y reflejaban fielmente los diferentes humores que rio de Washington, le dieron una recepción delan-
pasaban por la gran alma que miraba a través de te de la oficina del Dr. Maynard, cerca del malecón
ellos. Era generalmente solemne, silencioso y dig- sobre Main Street. La bahía bullía de canoas y la
no, pero en las grandes ocasiones se comportaba orilla fue cubierta por una masa oscilante, angus-
entre las multitudes como un Titán entre enanos, tiada, triste, hasta que la voz retumbante del jefe
y la más ligera de sus palabras era ley. Seattle resonó en la inmensa multitud, como la
«Al levantarse para hablar ante el Consejo o para asombrosa diana de un tambor bajo, haciéndose
dar una guía cariñosa, todos los ojos se posaban un silencio tan instantáneo y perfecto como el que
en él, y las frases profundas, sonoras, y elocuentes sigue a un trueno en un cielo claro.»
salían de sus labios como los incesantes truenos «El Dr. Maynar fue quien presenta al goberna-
de las cataratas que fluyen de fuentes intermina- dor a la multitud nativa, e inmediatamente comen-
bles, y su magnífico comportamiento era tan noble zó, en un estilo coloquial, llano y directo, una ex-
como el del jefe militar más cultivado que dirigiera plicación de su misión entre ellos, la cual es
las fuerzas de un continente. Ni su elocuencia, ni demasiado conocida como para que necesite ser
su dignidad, ni su tolerancia eran adquiridas. Eran recapitulada aquí.»
tan propias de su hombría como las hojas y las flo- «Cuando él se sentó, el jefe Seattle se levantó
res de una almendra floreciente.» con toda la dignidad de un senador que lleva las
«Su influencia era maravillosa. Podía haber sido responsabilidades de una gran nación sobre sus
un emperador pero todos sus instintos eran de- hombros. Poniendo una mano sobre la cabeza del
mocráticos, y gobernó a sus leales súbditos con gobernador y señalando lentamente hacia el cielo
amabilidad y paternal benevolencia.» con el dedo índice de la otra, comenzó su memo-
«Siempre fue adulado por la destacada atención rable alocución en un tono solemne e impresio-
de los hombres blancos, y nunca más que cuando nante.»

DOS VERSIONES DE LO QUE TAL VEZ NUNCA DIJO EL JEFE SEATTLE

LA VERSIÓN DEL D R. S MITH (1854) LA VERSIÓN DE TOM PERRY (1974)


Allí, a la vista, el cielo que ha llorado lágrimas ¿Cómo pueden comprar o vender el cielo,
de compasión sobre nuestros padres durante si- el calor de la tierra? La idea nos parece extraña.
glos, y aunque a nosotros nos parece eterno, No somos dueños de la frescura del aire ni
puede cambiar. Hoy está despajeado, mañana
podría estar cubierto de nubes. Mis palabras son
del centelleo del agua. ¿Cómo podrían com-
como estrellas que nunca se ponen. Lo que dice prárnoslo?
Seattle, el gran jefe, Washington [Seattle, como Deben saber que cada partícula de esta tie-
muchos otros indígenas norteamericanos, aún rra es sagrada para mi pueblo. Cada hoja res-

68 Gaceta Ecológica
creía que Washington estaba vivo] en él se pue- plandeciente, cada playa arenosa, o la neblina en
de confiar, con tanta certeza como nuestros her- el oscuro bosque, cada insecto con su zumbido
manos carapálidas pueden confiar en el regre-
son sagrados para la memoria y la experiencia de
so de las estaciones.
El hijo del jefe blanco dice que su padre nos mi pueblo. La savia que circula en los árboles
envía saludos de amistad y buena voluntad. Esto porta los recuerdos del hombre de piel roja.
es bueno porque sabemos que necesita poco de Los muertos del hombre blanco dejan su tie-
nuestra amistad, porque sus gentes son muchas. rra natal cuando se van a caminar por entre las
Son como la hierba que cubre las extensas prade-
estrellas. Nuestros muertos jamás olvidan esta her-
ras, mientras que los míos son pocos, y se ase-
mejan a los árboles dipersos en una planicie barri- mosa tierra, porque ella es la madre del hombre
da por la tormenta. de piel roja. Somos parte de la tierra y ella es par-
El gran, y supongo también, buen jefe blanco, te de nosotros. Las fragantes flores son nuestras
nos envía la palabra de que desea comprar nues- hermanas, el venado, el caballo, el águila majes-
tras tierras pero está dispuesto a permitir que re-
tuosa son nuestros hermanos. Las crestas roco-
servemos lo suficiente como para vivir conforta-
blemente. Esto parece en verdad generoso, ya que sas, las savias de las praderas, el calor corporal del
los pieles roja ya no tiene derechos que respetar, potrillo y el hombre, todos pertenecen a la mis-
y la oferta puede ser también sabia, ya que noso- ma familia.
tros ya no necesitamos una gran nación. Por eso, cuando el Gran Jefe en Washington
Hubo un tiempo en el que nuestra gente ocupa- manda a decir que desea comprar nuestras tie-
ba toda la tierra, como las ondas de un mar rizado
por el viento cubren su suelo cubierto de conchas.
rras, es mucho lo que pide. El Gran Jefe manda a
Pero esa época ha pasado hace tiempo junto con la decir que nos reservarán un lugar para que poda-
grandeza de tribus ahora casi olvidadas. No estaré mos vivir cómodamente. El será nuestro padre y
de luto por nuestra decadencia final, ni repruebo a nosotros seremos sus hijos. Consideraremos vues-
mis hermanos carapálidas por haberla acelerado, ya tra oferta de comprar nuestra tierra. Pero no será
que nosotros también tenemos algo de culpa.
fácil, pues esta tierra es sagrada para nosotros.
Cuando nuestros hombres jóvenes crecen eno-
jados por un cierto mal verdadero o imaginario, y El agua centelleante, que corre por los ríos y
desfiguran sus caras con pintura negra, sus cora- esteros no es sólo agua, sino la sangre de nuestros
zones también se desfiguran y se vuelven negros, antepasados. Si les vendemos estas tierras tendrán
y después su crueldad es implacable y no conoce que recordar que son sagradas y deberán enseñar
límite alguno, y nuestros hombres viejos no pue-
a nuestros hijos que lo son, y que cada reflejo
den frenarlos.
Pero esperemos que las hostilidades entre el hom- fantasmal en las aguas claras de los lagos habla de
bre rojo y sus hermanos carapálidas no vuelvan nun- acontecimientos y recuerdos de la vida de mi pue-
ca. Tendríamos todo que perder y nada que ganar. blo. El murmullo del agua es la voz del padre de
Es verdad que esa venganza, con nuestros jó- mi padre.
venes bravos, se considera un triunfo, incluso a
Los ríos son nuestros hermanos, ellos calman
costa de sus propias vidas. Pero los viejos hom-
bres que permanecen en el territorio en épocas de
nuestra sed. Los ríos llevan nuestras canoas y ali-
guerra, y las mujeres viejas, que tienen hijos que mentan a nuestros hijos. Si los vendemos nues-
perder, conocen esto bien. tras tierras, deberán recordar y enseñarle a sus hi-
Nuestro gran padre Washington, porque supon- jos que los ríos son sus hermanos y hermanos, en
go que ahora es nuestro padre tanto como el suyo, adelante deberán dar a los ríos el trato bondado-
ya que George ha movido sus fronteras hacia el nor- so que le darían a cualquier hermano.

Número 57 69
te; nuestro grande y buen padre, digo, nos envía Sabemos que el hombre blanco no compren-
palabras a través de su hijo, que, ninguna duda cabe, de nuestra manera de ser. Le da lo mismo un pe-
es un gran jefe entre su gente, de que si hacemos lo dazo de tierra que el otro, porque él es un extra-
que nos pide, nos protegerá. Sus ejércitos valientes
ño que llega en la noche a sacar de la tierra lo que
serán para nosotros como una poderosa pared er-
guida, y sus grandes naves de la guerra llenarán necesita. La tierra no es su hermana, sino su ene-
nuestros puertos de modo que nuestros viejos ene- miga. Cuando la ha conquistado, la abandona y
migos del lejano norte, los simshian y los haida, ya sigue su camino. Deja trás de sí las sepulturas de
no asustaran a nuestras mujeres y viejos. Entonces sus padres, sin que le importen. Olvida la sepul-
él será nuestro padre y nosotros sus hijos.
tura de su padre y los derechos de sus hijos. Trata
¿Pero puede esto durar para siempre? Su Dios
ama a su pueblo y odia al mío; él extiende sus a su madre, la tierra, y a su hermano, el cielo,
brazos fuertes cariñosamente alrededor del hom- como si fueran cosas que se puedan comprar, sa-
bre blanco y lo conduce como un padre lo hace quear y vender, como si fueran corderos y cuen-
con su pequeño, pero él ha abandonado a sus tas de vidrios. Su insaciable apetito devorará la
niños rojos; él hace que su gente se vuelva más
tierra y dejará tras sí sólo un desierto.
fuerte cada día, y pronto llenarán la tierra; mien-
tras que mi gente está menguando como una No sé. Nuestra manera de ser es diferente a la
marea retirándose rápidamente, y que no volverá suya. La vista de sus ciudades hace doler los ojos
a fluir. El Dios del hombre blanco no puede amar al hombre de piel roja. Pero quizá sea así porque
a sus niños rojos o los protegería. Parecen huér- el hombre de piel roja es un salvaje y no com-
fanos y no encuentran ayuda en ninguna parte.
prende las cosas.
¿Cómo, entonces, podemos convertirnos en her-
manos? ¿Cómo puede su padre volverse nuestro No hay ningún lugar tranquilo en las ciudades
padre, traernos prosperidad y despertar en noso- del hombre blanco, ningún lugar donde pueda es-
tros sueños de regreso a la grandeza? cucharse el desplegarse de las hojas en primavera o
Su Dios nos parece parcial. Se le presentó al el rozar de las alas de un insecto. Pero quizás sea así
hombre blanco. Nosotros nunca lo vimos; incluso, porque soy un salvaje y no puedo comprender las
nunca oimos su voz. Le dio al hombre blanco leyes
cosas. El ruido de la ciudad parece insultar los oí-
pero no tenía ninguna palabra para sus niños rojos
cuyos millones llenaron este continente extenso dos, y qué clase de vida es cuando el hombre no es
como las estrellas cubren el firmamento. No, somos capaz de escuchar el solitario grito de la chatacabra
dos razas distintas y debemos permanecer así. Te- o la discusión nocturna de las ranas alrededor de
nemos poco en común. Las cenizas de nuestros la laguna. Soy un hombre de piel roja y no lo com-
antepasados son sagradas y la tierra donde llevan prendo. Los indios preferimos el suave sonido del
a cabo su descanso final es tierra santa, mientras
viento que acaricia la cara del lago y el olor del
que ustedes vagan lejos de las tumbas de sus pa-
dres aparentemente sin sentir ningún pesar. mismo viento, purificado por la lluvia o perfuma-
Su religión fue escrita sobre tablas de piedra do por la fragancia de pinos.
por el dedo de hierro de un dios enojado, para El aire es algo precioso para el hombre de piel
que nunca lo olvidaran. El hombre rojo nunca po- roja porque todas las cosas comparten el mismo
dría recordar ni comprender esto. alimento: el animal, el hombre y el árbol. El hom-
Nuestra religión son las tradiciones de nues-
tros antepasados, los sueños de nuestros viejos,
bre blanco parece no sentir el aire que respira. Al
dados por el Gran Espíritu, y por las visiones de igual que el hombre muchos días agonizante, se
nuestros caciques, y se escribe en los corazones ha vuelto insensible al hedor. Mas, si se lo vende-
de nuestra gente. mos, deberán recordar que el aire es precioso para

70 Gaceta Ecológica
Sus muertos dejan de amarlos a ustedes y a sus nosotros, que el aire comparte su espíritu con
hogares natales tan pronto como pasan los portales toda la vida que sustenta. Y si les vendemos nues-
de la tumba. Yerran lejos, más allá de las estrellas, y
pronto se olvidan, y nunca regresan. Nuestros muer-
tras tierras deberán dejarlas aparte y mantener-
tos nunca se olvidan del mundo hermoso que los dio las como un lugar al cual podrá llegar incluso el
su existencia. Todavía aman sus ríos sinuosos, sus hombre blanco a saborear el viento dulcificado
grandes montañas y sus valles secuestrados, y an- por las flores de la pradera.
helan siempre el mullido afecto de los solitarios a Consideraremos su oferta de comprar nues-
quienes visitan a menudo y reconfortan.
tras tierras. Si decidimos aceptarla, pondré una
El día y la noche no pueden vivir juntos. El hom-
bre blanco siempre ha huído del acercamiento del condición: que el hombre blanco deberá tratar a
hombre blanco, como las nieblas cambiantes de los animales de estas tierras como hermanos.
las laderas de las montañas se alejan una vez que Soy un salvaje y no comprendo otro modo de
llega el quemante sol de la mañana. conducta. He visto miles de búfalos pudriéndo-
Sin embargo, su propuesta me parece justa, y
se sobre las praderas, abandonados allí por el
creo que mis amigos la aceptarán y se retirarán a
la reservación que les ofrece, y viviremos separa- hombre blanco que les disparó desde un tren de
dos y en paz, ya que las palabras del gran jefe marcha. Soy un hombre salvaje y no comprendo
blanco me parecen la voz de la naturaleza hablán- cómo el humeante caballo de vapor puede ser
dole a mi gente desde la densa oscuridad que rá- más importante que el búfalo al que sólo mata-
pidamente los rodea como la densa niebla que flo-
mos para poder vivir.
ta tierra adentro des un mar de medianoche.
Lo único que importa es dónde pasemos el resto ¿Qué es el hombre sin los animales? Si todos
de nuestros días, que no son muchos. La noche los animales hubiesen desaparecido, el hombre
india promete ser oscura. No habrá estrellas aso- moriría de una gran soledad de espíritu. Porque
mándose por el horizonte. Vientos que soplan con todo lo que ocurre a los animales pronto habrá
voces tristes gimen a la distancia. Una némesis
de ocurrir también al hombre. Todas las cosas
severa de nuestra raza se halla en el juicio del hom-
bre rojo, y donde quiera que vaya oirá las seguras están relacionadas entre sí.
pisadas aproximándose del cruel destructor y se Ustedes deberán enseñarle a vuestros hijos que
prepara para su juicio final, como lo hace el ciervo el suelo bajo sus pies es la ceniza de sus abuelos.
herido que oye aproximarse al cazador. Unas po- Para que respeten la tierra, deberán decirle a sus
cas lunas más, unos pocos inviernos más, y nin- hijos que la tierra está plena de vida de nuestros
guno de los poderosos huéspedes que una vez
antepasados. Deberán enseñarle a sus hijos lo que
llenaron esta extensa tierra y por donde ahora
vagabundeanen como bandas fragmentadas por nosotros hemos enseñado a los nuestros: que la Tie-
estas vastas soledades permancerán para llorar rra es nuestra madre. Todo lo que afecta a la tierra,
sobre la tumba de un pueblo que una vez fue tan afecta a los hijos de la tierra. Cuando los hombres
poderoso y esperanzado como el suyo. escupen en el suelo, se escupen a sí mismos.
Pero, ¿por qué deberíamos afligirnos? ¿Por qué
Esto lo sabemos: la tierra no pertenece al hom-
debería quejarme del destino de mi gente? Las tibus
están compuestas de individuos y no hay mejores
bre, sino que el hombre le pertenece a la tierra.
que ellos. Los hombres van y vienen como las olas El hombre no ha tejido la red de la vida: es sólo
del mar. Un lágrima, un tamanawus, un canto fúne- una hebra de ella. Todo lo que haga a la red se lo
bre, y se habrán ido para siempre de nuestros ojos hará a sí mismo.
suspirantes. Incluso el hombre blanco, cuyo Dios Lo que ocurre a la tierra ocurrirá a los hijos
camina y habla con él, de amigo a amigo, no está de la tierra. Lo sabemos. Todas las cosas están

Número 57 71
exento del destino normal. Podemos ser hermanos, relacionadas como la sangre que une a una fami-
después de todo. Ya lo veremos. lia.
Valoraremos su propuesta, y cuando hayamos
tomado una decisión se lo diremos. Pero para acep-
tarla, hago aquí y ahora de esto la primera condi- BIBLIOGRAFÍA
ción: que no nos sea negado el privilegio, sin ser
Bartra, R., 1998. El salvaje en el espejo. UNAM-Ed.
molestados, de visitar cuando así lo deseemos la
ERA, México.
tumba de nuestros ancestros y amigos. Cada parte Brown, D., 1979. Bury my earth at Wounded Knee. An
de esta nación es sagrada para mi gente. Cada la- indian history of the American West. Bantam Books.
dera, cada valle, cada planicie y cada bosque han Buerge, David M., 1991: Seattle’s King Arthur. Seattle
sido sacralizados con algunos recuerdos cariñosos Weekly, 17 de julio.
Berkes, F., 2000. Sacred Ecology. Traditional
o con alguna experiencia triste para mi tribu. Ecological Knowledge and Resource Management.
Incluso las rocas que parecen yacer silencio- Taylor and Francis,Filadelfia.
sas mientras son sofocadas por el sol a lo largo de Gifford, E. y R. Michael Cook (ed.), 1993. How can
la costa con una solemnidad magnificente estre- one sell the air? Chief Seattle’s Vision.
Summertown,Tennessee
mecen los recuerdos de antiguos sucesos conec-
Hilbert, V., 1990: When Chief Seattle Spoke . En
tados con el sino de mi pueblo, y el mismísimo Robert K. Wrigth (ed.). A Time of Gathering: Native
polvo bajo sus pies responde más cariñosamente Heritage in Washinton State. Unniversity of
a nuestras pisadas que a las suyas porque lo for- Wahington Press.
man las cenizas de nuestros antepasados, y nues- Hobsbawn, E y T. Ranger (eds.), 1997.The Invention
of Tradition. Cambridge University Press.
tros pies desnudos son conscientes del toque be-
Johansson, Per-Olof. Chief Seattle Speech?
névolo ya que el suelo está enriqueceido con la www.geocities.com/Athens/2344/chiefs4.htm.
vida de nuestros parientes. Jones, M., 1992. Another reason to beware of false
Los bravos pintados de negro, y las madres ca- eco-prophets. Newsweek, 4 de mayo, pp. 68 ss.
riñosas, y las doncellas de corazón alegre, y los Kaiser, Rudolf, 1987. Chief Seattle‘s Speech(es):
American Origins and European Reception. En
pequeños que vivieron y gozaron aquí, y cuyos Brian Swann y Arnold Krupat (ed.). Recovering the
nombres ahora han sido olvidados aún aman es- Word. Essays on Native American Literature.
tas soledades y la profunda velocidad con la que University of Calinfornia Press.
crece el atardecer sombreado por la presencia e Semarnap, Espacios naturales y Desarrollo Sustenta-
ble A.C., 2000. Áreas naturales protegidas de
los espíritus oscuros. Y cuando el últimos de los
México. México.
hombres rojos haya desaparecido de la faz de la Smith, Henry A., 1887. Early Reminiscences. Seattle
tierra y su memoria entre los blancos se haya con- Sunday Star, 29 de octubre.
vertido en un mito, estas costas estarán colmadas Stagl, J., 1995. A history of curiosity . Harwood
por los muertos invisibles de mi tribu, y cuando los Stekel, P., 1996. Warriors and chiefs. Did Seattle really
say The earth does not belong to man; man
hijos de sus hijos piensen por ellos mismos sólos belongs to the earth. Wild West, número 2, febrero.
en el campo, en el depósito, en la tienda, en el Todorov, T., 1991. Nosotros y los otros. Siglo XXI.
camino o en el silencio del bosque, no estarán so- Eds., México.
los. En toda la Tierra no hay un lugar de dedicado Washington Historical Quarterly, vol. 22, #4. Octubre
a la soledad. De noche, cuando las calles de sus de 1931. Washington University State Historical
Society, Seattle.
ciudades y sus pueblos estén en silencio, y uste- Wilson, P., 1992. What Chief Seattle Said. NRLINews,
des crean que están desiertas, habrá un gentió volumen 3, número 2: 1, 12-15.
con los espíritus que vuelven y que una vez llena- Wolf, E., 1987. Europa y los pueblos sin historia. FCE,
ron y aún aman esta hermosa tierra. El hombre México.
blanco jamás estará solo. Dejémoslo que sea jus-
to y amable con mi pueblo, porque los muertos no
carecen completamente de poder.

72 Gaceta Ecológica

También podría gustarte