La Intervención Del Trabajo Social Feminista

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La intervención del trabajo social feminista

¿Qué significa el feminismo?

El feminismo como movimiento social y político surge de las filas de una corriente de pensamiento que aún incipiente
marcaría radicalmente una diferencia en el modo de ver la vida y la sociedad en la época moderna: la Ilustración. Este
movimiento se fue gestando a partir de un proceso de reflexión en torno a la resignificación de la idea ilustrada de la
igualdad (Flores, 2004).

Esta corriente propugna un cambio en las relaciones sociales que conduzca a la liberación de la mujer y también del
hombre a través de eliminar las jerarquías y desigualdades entre los sexos. También puede decirse que el feminismo es
un sistema de ideas que, a partir del estudio y análisis de la condición de la mujer en todos los órdenes familia,
educación, política, trabajo, entre otros pretende transformar las relaciones basadas en la asimetría y opresión sexual,
mediante una acción movilizadora. La teoría feminista se refiere al estudio sistemático de la condición de las mujeres,
su papel en la sociedad y las vías para lograr su emancipación.

De acuerdo con Castells (1996), entendemos por feminismo lo relativo a todas aquellas personas y grupos, reflexiones
y actuaciones orientadas a acabar con la subordinación, desigualdad, y opresión de las mujeres y lograr, por tanto, su
emancipación y la construcción de una sociedad en la que ya no tenga cabida las discriminaciones por razón de sexo y
género. Es una ideología plural y diversa con un solo objetivo político: transformar la situación de subordinación de
las mujeres de todo el mundo.

En la actualidad el feminismo es considerado una ideología y un conjunto de movimientos políticos, culturales y


económicos que tienen como objetivo la igualdad de los derechos de las mujeres y de los hombres. Con ello el
movimiento feminista crea un amplio conjunto de teorías sociales, entre algunas de ellas: la teoría feminista que ha
dado lugar a la aparición de disciplinas como la geografía feminista, la crítica literaria feminista, la historia feminista;
así como una amplia variedad de tendencias como el feminismo cultural, liberal, radical, el anarcofeminismo, el
feminismo de la diferencia, el ecofeminismo, el feminismo marxista, el separatista, el feminismo filosófico, el
cristiano, el feminismo lésbico, el feminismo islámico, el feminismo post-colonial, o el feminismo crítico.

Simone de Beauvoir en su texto “El segundo sexo” presenta una teoría que explica la subalternidad femenina desde
pautas culturales de la civilización y no en términos de la naturaleza biológica. Tuvo una visión de futuro al considerar
que era necesario un cambio en el orden social, que las mujeres transformaran su pasividad por un rol más activo,
siendo protagonistas de su propia historia y de su libertad (Albertini, 2008).

Una de las principales características del feminismo, en particular de los feminismos que se construyen desde el Sur,
es que profundizan su reflexión desde lo concreto; es decir, desde las condiciones específicas de subordinación de las
mujeres, en particular desde las más excluidas. En ese sentido, se reconoce que las mujeres no son un grupo
homogéneo o estable en el tiempo y en el espacio. En el sujeto “mujeres”, como categoría política, se articulan
localizaciones específicas, materialidades concretas, así como memorias e historias diversas de subordinación, pero
también múltiples experiencias de resistencias y luchas. Es desde esa diversidad de experiencias que los feminismos
aportan visiones emancipadoras que trascienden el simple marco liberal de derechos. Estas visiones dan cuenta,
justamente, de la multiplicidad de opresiones que viven las mujeres, así como de matrices de opresión en las que se
entrecruzan la opresión patriarcal con la opresión racista, clasista, heterosexista, entre otras. Los feminismos con
raigambre en el Sur producen así nuevas interpretaciones que analizan la constitución del poder desde el punto de
vista de la subalteridad.

El feminismo, como movimiento social y como pensamiento crítico, ha hecho importantes aportes a estos procesos de
deconstrucción y confrontación con los saberes y poderes hegemónicos, al constituirse, desde su surgimiento, como un
espacio de resistencia, de prácticas cuestionadoras y de alternativas éticas a los modelos dominantes. Como propuesta
política, el feminismo ha tenido una destacada participación en la configuración de las sociedades latinoamericanas de
las últimas décadas.

Intervención del Trabajo Social

Al hablar de la metodología en Trabajo Social, es adentrarse al tema de la intervención social, de los cambios en los
problemas así como de la transformación de los sujetos sociales que participan en dicho proceso, sobre todo de
aquellos individuos que viven situaciones difíciles y, que por el simple hecho de vivir alejados y marginados de los
bienes, productos y servicios que se generan en la sociedad, son catalogados como sujetos vulnerables, entre ellos
podemos mencionar a los niños, mujeres, adultos mayores, indígenas y población con discapacidad.

Si bien el Trabajo Social surge como una práctica paliativa de beneficencia y caridad, y con la llegada de la
reconceptualización en los 60s esta visión endogenista terminó, dando paso al Trabajo Social científico, crítico y
fundamentado, que ya no sería un accionar vacío, sino que tendría un corpus teórico cimentado que lo respaldaría. Si
concebimos una teoría sin la práctica, ésta será una teoría muda. Por consiguiente, una práctica sin teoría será una
práctica ciega. Es así que, a mayor medida que conozcamos y dominemos las teorías sociales, conoceremos las
conductas de los usuarios e incidiremos determinantemente en sus realidades sociales de manera positiva’’. (Ávila,
2017).

Lo que dotará de cientificidad nuestra praxis será situarnos en un paradigma adecuado de la realidad social,
determinando el objeto de estudio y los sujetos participantes y beneficiarios, así como el uso adecuado de modelos,
instrumentos y técnicas que enriquecerán las acciones que generemos en el terreno institucional, familiar o
comunitario, en el esquema siguiente se muestra como la investigación social sumada a la intervención permite la
resignificación de los sujetos.

Desde otra perspectiva teórica Martin Castro, Julia Chávez y Alejandra Arellano mencionan en su obra Modelos de
intervención en trabajo social, una propuesta metodológica para su construcción ‘‘En relación teoría-práctica se
observa una auto-reproducción y verificación de la teoría, no obstante, los procesos para elaborar teoría son inversos,
es decir, la práctica es la fuente de la teoría. Por su parte, la teoría es el cúmulo de conocimientos de una determinada
área, la abstracción es el proceso de integración de la experiencia con la teoría para elaborar un razonamiento’’
(Castro, M., Chávez, J., Arrellano, A ,2018) tal y como señalan los autores, en trabajo social la práctica a través de la
sistematización y comunicación escrita de experiencias es como se comunica la teoría. Así mismo, ‘‘la teoría es
conceptualizada, como el conjunto de conceptos, categorías, indicadores analíticos que reflejan, describen y explican
objetivamente la realidad; ésta se basa en estructuras complejas del conocimiento que se encuentran ligadas a la
práctica; de esta manera, la teoría explica la realidad y se orienta hacia el conocimiento y solución de problemas’’
(Castro, M., Chávez, J., Arrellano, A ,2018).
Entonces los modelos de intervención en trabajo social son un arquetipo metodológico para el análisis,
acompañamiento e intervención social con los usuarios y sus diversas demandas/problemas, el cual está conformado
por un corpus teórico, instrumental, y valores propios acorde a la institución o sector vulnerable en el que se aplica, y
así a través de sus diversas acciones y estrategias transformará y empoderará a los sujetos sociales.

Trabajo social Feminista


Creemos que es necesario problematizar la fuerte impronta “femenina” que tiene el Trabajo Social como disciplina.
Algunas autoras feministas plantean que “esto es consecuencia de la problematización del trabajo social oficial como
institución social que refuerza la posición subordinada de las mujeres” (Dominelli y Mac Leod, 1999). El motivo
dominante en la práctica institucional ha sido el de reforzar el rol de las mujeres como proveedoras de asistencia.

La división sexual del trabajo ubica a las mujeres como responsables de las tareas de cuidado (en el mundo privado),
asumiendo que “se debe estar a disposición del bienestar de los demás”. Es que, al fin y al cabo, eso es lo que el
sistema-sexo género nos ha impuesto: las mujeres y todos los cuerpos feminizados deben estar al servicio de los
demás, de las infancias, de las personas ancianas, de las enfermes, de todas las personas que necesiten asistencia y/o
algún cuidado en particular. Y a su vez, tal como explica Murillo (2006), es en este espacio privado donde la actividad
doméstica devalúa a quien la ejerce, ya que la importancia de esta es negada por la irracionabilidad social.   En este
sentido, no resulta casual que el Trabajo Social esté inherentemente relacionado con atributos femeninos, y con esta
condición de género que feminiza constantemente la profesión y reproduce los estereotipos de carácter “asistencial”,
subalternizándola en tanto disciplina científica, subestimándola y relegándola a una profesión auxiliar respecto de
otras profesiones.

Es necesaria una constante interpelación a nivel simbólico de nuestra perspectiva para analizar el campo social y las
relaciones de poder que lo componen y sobre el cual se interviene. En este sentido, las intervenciones sociales son
imposibles de ser pensadas si no es a la luz de la historicidad de las relaciones de poder. Intervención que debe incluir
en su aproximación diagnóstica inicial la lectura de los procesos sociales y las construcciones de subalternidades que
de allí devienen.

Olga Vélez Restrepo (2003), señala que lxs profesionales intervinientes deben ser quienes construyan un instrumento
que recoja los sentidos y necesidades de lxs actorxs involucradxs y aporten a la construcción del conocimiento y
configuración de lxs sujetos sociales. En este sentido, es que planteamos que trabajar en torno a las desigualdades
estructurales de género al interior de las dinámicas grupales, es una tarea que se ve enriquecida por la acción de
equipos interdisciplinarios.

La interdisciplina, es entendida como un campo compartido con otrxs profesionales y como una herramienta
fundamental para intervenir en lo social que permite dar respuestas a la multiplicidad de demandas y las problemáticas
sociales actuales (Cazzaniga, 2002).

Es necesario buscar incorporar a los equipos de trabajo interdisciplinarios herramientas y conceptos de las teorías
feministas, para tender a crear nuevos desafíos en lo que respecta a las formas de vincularse, jerarquizarse e intervenir.
Y desde este análisis teórico, proponer la generación de singularidades con sentido propio a partir de los universos de
significaciones de cada disciplina. Desnaturalizar y deconstruir las lógicas de formación y ordenamiento de cada
campo de conocimiento, sin invalidar los recorridos y los aportes, es un desafío que busca un salto cualitativo para
pensar las intervenciones.
La tarea de descentrar los objetos de estudios, conectar las problemáticas sociales e interconectar teorías y conceptos
que operen articuladamente, nos permitirá abordar esos escenarios complejos de intervención con una multiplicidad de
miradas y saberes; entre estas, las del feminismo. Asimismo, este desarrollo nos permitirá elaborar herramientas
metodológicas que encuentren una relación entre las dimensiones sociales, culturales, económicas, políticas e
ideológicas. La importancia de reconocer esta multiplicidad de aspectos presentes en una situación de intervención, es
posible con el análisis de una mirada multidimensional e interdisciplinaria en el sentido que proponemos. Se trata de
pensar desde la problematización permanente y la pregunta constante sobre las prácticas, entendiendo a las
experiencias no como instituidas sino como posibilidades.

Los aportes de trabajo social al trabajo interdisciplinario, implica brindar nuestros conocimientos acerca de la
elaboración de una primera aproximación diagnóstica inicial que incluya el análisis de la demanda desde donde
partimos para elaborar conjuntamente una estrategia de intervención. Estos aportes deben partir de los principios de
los derechos de las personas, entendidas como parte de un entramado social, y sobre el cual hay que definir acciones.
El trabajo social, aporta una lectura sobre los procesos sociales recuperando las trayectorias singulares, que nutren los
análisis de las situaciones problemáticas en torno a las políticas públicas.

En este sentido, consideramos al feminismo/los feminismos, como proyecto político, que tiene como horizonte la
creación de relaciones horizontales y transversales, tanto al interior de los equipos interdisciplinarios, como al
momento de la intervención mediante relaciones de paridad.

Finalmente, todos los aportes del feminismo y los feminismos no podrían llevarse a cabo sino mediante una
construcción colectiva del conocimiento. La lucha por la liberación de lxs oprimidxs requiere de un proceso de
reflexión que produzca conciencia de la opresión, mediante su inserción crítica en esta realidad. El reconocimiento de
la realidad, no significa una acción transformadora en sí misma, sino que requiere de un reconocimiento reflexivo. En
tanto, desde el rol profesional necesariamente las personas son “cuerpos conscientes” con posibilidades potenciales de
problematizar su relación con el mundo.

Los equipos interdisciplinarios deben presentar un contenido disponible de ser admirado, y reconfigurar nociones
acerca de esa realidad. Las mujeres y los cuerpos feminizados, como principales oprimidas de la sociedad patriarcal,
se presentan como protagonistas de la lucha liberadora a través de los momentos de reflexividad y acción y de acción
y reflexividad.

Es por todo esto que entendemos que el trabajo social feminista es una propuesta de visibilización de los límites
profesionales invisibilizados, de ruptura con relaciones disciplinares desiguales y de enriquecimiento de las
intervenciones sociales que, en su complejidad, requieren de la incorporación de una perspectiva que reconozca y
busque desnaturalizar la desigualdad de género mediante esfuerzos colectivos.

¿Qué implica un Trabajo Social feminista?

Desarticular como se nos ha ido enseñando el Trabajo Social durante mucho tiempo e ir poniendo en práctica lo que
hace la teoría feminista, que como ya lo hemos mencionado, es una crítica constante al sistema, al sistema patriarcal,
al sistema del androcentrismo, machismo, luchar con las violencias de género, buscar una igualdad y eliminar brechas
sociales, entonces un Trabajo Social desde una mirada feminista va implicar generar un análisis y hacer aportes. Una
de las grandes funciones que tenemos lxs Trabajadorxs Sociales es intervenir y poner en práctica, no solamente
analizar desde afuera de la problemática social, sino poner en marcha una intervención, generar un diagnóstico con
crítica y con perspectiva de género, además con un enfoque de derechos humanos donde pongamos al centro a las
mujeres y a partir de ahí hacer acciones de intervención, pero con un marco más construido desde una práctica y
análisis feminista, lo que nos implica mirar en conjunto estas desigualdades y estas brechas que se dan en las
problemáticas a los que nos enfrentamos como Trabajadorxs Sociales. El trabajo Social Feminista también implica
lograr el empoderamiento de toda la sociedad y sobre todo aumentar esta concientización para llevar todo a un nivel
reflexivo.

Hacer Trabajo Social feminista implica hacer de manera diferenciada, cuáles son los problemas que tienen las mujeres
y hombres y también mirarlos con estas desigualdades que vivimos, ya que, muchas de las desigualdades son
estructurales, pero también son de género.

Aportes del feminismo al Trabajo Social


Ha sido clave en la interpelación de la realidad social, la producción de conocimiento teórico sobre las desigualdades
de género, y la movilización de apoyo a acciones concretas para la modificación de las condiciones sociales de
producción y reproducción de la vida.

El feminismo aportado al Trabajo Social esa mirada crítica y analizar de manera constructiva, en donde se ha podido
generar una crítica dentro del mismo gremio desde la formación de nosotrxs como estudiantes, para poder tomar otro
tipo de conciencia.

Además, ha permitido que haya un Trabajo social interseccional y comunitario puesto que un trabajador/a nunca va a
trabajar solo, siempre va a trabajar con grupo, caso o comunidad y el Trabajo Social desde estas otras perspectivas nos
ayuda mucho a fortalecer esas miradas de cómo trabajar las problemáticas con las poblaciones.

CONCLUSIÓN

El mundo social está lleno de significaciones. Como seres sociales estamos inmersos en culturas que nos transmiten
constantemente toda una serie de sentimientos, ideas y conocimientos de la realidad; además, de forma cotidiana se
categorizan a las personas y sus acciones en grupos específicos en los que aprendemos a conducirnos según reglas y
normas establecidas socialmente. Posteriormente transmitimos a las nuevas generaciones todo este bagaje cultural.
Cada sociedad establece entonces un orden basado por lo general en la dicotomía de lo masculino y lo femenino; es
sobre esta base genérica que cada grupo social elabora sus reglas y normas, así se va respondiendo a la manera de
pensar, de ser y de sentir. La sociedad sexista es un claro ejemplo de ello. Existe una sociedad sexista que se ha
expandido a todos los ámbitos de nuestra vida, una vida que es identificada por muchas personas como desigual. La
intervención del Trabajo Social feminista significa tomar conciencia y transformar la posición de desigualdad y
subordinación que las mujeres han vivenciado a través de siglos de historia en relación a los hombres en la esfera
familiar, económica, social, política, cultural y en la misma historia, teniendo presente las circunstancias de clase
social, edad, etnicidad, orientación sexual o identificación religiosa que pueden agravar o acentuar estas
desigualdades. La intervención implica el estudio de las desigualdades entre los géneros, señalando las causas que las
producen. Ahora bien, no se trata solo de constatar las desigualdades y discriminaciones en los grupos humanos, sino
que debe actuarse en los distintos niveles para conseguir equidad e igualdad.

Finalmente podemos decir que la redefinición del Trabajo Social feminista, los preceptos procedentes de esta teoría
son coherentes con los valores y principios por los que, apuesta el Trabajo Social, tales como; el reconocimiento de la
singularidad de los individuos en su contexto social, la necesidad de compromiso del usuario con respecto a su auto
autodeterminación, la participación de éstos en su propio proceso y la lucha contra la desigualdad y la injusticia social.
En base a ello las relaciones sociales des igualitarias y las muestras sexistas no deben ser únicamente sometidas a
escrutinio sino también transformadas hacia un marco igualitario, puesto que, este es el punto de partida de la
necesidad de la red de redefinición de nuestra profesión. Como futuros Trabajadores/as Sociales deberíamos
adentrarnos de una manera más profunda en la investigación y la denuncia de los discursos y estructuras que sostienen
la injusticia social, no debemos olvidar que la denominación Trabajo Social feminista hace referencia directa a un
planteamiento transformador en la cual debemos conocer cuál es la realidad imperante retomando las premisas que
ofrece el Trabajo Social feminista, también hay que recordar que éstas promueven el fin de la opresión de las mujeres
canalizada a través de una estructura pública y privada patriarcal que obliga a esta profesión para definirse en todos
los aspectos relativos a su ideología y práctica profesional y como parte del compromiso de transformar de manera
integrada las relaciones sociales.

Así, el papel como futuros profesionales deberá responder a las necesidades reales de la mujer para mejorar su
bienestar mediante la comprensión de la opresión de género socialmente estructurada y apostar por la promoción de
los derechos humanos, la justicia social y la igualdad de oportunidades.

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