Copia de 3.1 Azrak - Federalismo

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El Federalismo en la Constitución Nacional

1. Introducción1.

Es inmediata la aparición de una referencia al modelo federal y de la importancia de


las provincias, como unidades preexistentes a la nación, en la Constitución argentina.
En el preámbulo, si bien el federalismo no aparece mencionado explícitamente, se
indica que las provincias, con el objeto de constituir la unión nacional, afianzar la
justicia, consolidar la paz interior, proveer a la defensa común, promover el bienestar
general, y asegurar los beneficios de la libertad; han decidido redactar el documento
fundacional que regirá la vida en sociedad en la recientemente creada nación.2

Así, luego de declarar los principios y objetivos generales, en el primer artículo, el


constituyente declara que la Nación Argentina adopta para su gobierno la forma
representativa republicana federal. 3 Este artículo brida tres señales determinantes
para la organización de las instituciones políticas del país. En primer lugar, expresa
que se adoptará el sistema representativo de gobierno. También, que el sistema
republicano será el que rija en Argentina y por último, señala que se tendrá un sistema
de gobierno federal. En lo que sigue nos centraremos en esta última característica e
iremos precisando -como lo hace la Constitución a lo largo de su texto- las
características del federalismo adoptado.

El federalismo podría ser descrito simplemente como una forma de organización


institucional que regula la distribución territorial de poder entre las diversas esferas de
gobierno, pero también, consideramos que debe ser entendido como un proceso y por
lo tanto hay que deducir que es mutable y adaptable a circunstancias históricas
distintas y que hay que interrogarse acerca de la dirección de este4, en este apartado
nos dedicaremos a analizar los argumentos que se brindaron para adopción de dicho
diseño, en general, y en Argentina, en particular.

A tal fin, haremos un repaso por el derrotero del diseño federal, intentando no sólo dar
contenido a las implicancias de poseer este modelo-sus valores normativos- sino
también identificar las diversas facultades y obligaciones que recaen sobre las
diversas esferas estatales: la nacional, las provinciales y las municipales5.

2. El diseño federal argentino.

Al momento de la fundación nacional existía un temor fundado al centralismo de


Buenos Aires, el “Goliat regional”6. Las provincias no estaban dispuestas a entregar
todo el poder al Estado Nacional, sino que deseaban reservarse la mayor cantidad de

1 En todos los casos donde se referencie una cita cuya obra se encuentre en inglés, la
traducción es propia.
2Véase Preámbulo de la Constitución Nacional.
3Véase al respecto el texto de Roberto Gargarella que abre este volumen.
4 Caminal, Miquel, El Federalismo pluralista. Del federalismo nacional al federalismo

plurinacional, Editorial Paidós, Barcelona, 2002.


5 Sobre el régimen de la autonomía municipal en la Constitución, puede consultarse el trabajo

de Maximiliano Carrasco y Maria Veronica Tarzia, en este volumen.


6 Gibson, Edward L., y Falleti, Tulia G., "Unity by the Stick" en Gibson, Edward L., Federalism

and Democracy in Latin America, The Johns Hopkins University Press, Baltimore, 2004. p. 226-
255.
autonomía sobre el reconocimiento de los derechos, las políticas públicas y la
generación de riquezas, pero entregando a la Nación todo aquello que se requiera
para llevar adelante la empresa nacional.7 El federalismo, de esta forma, se convirtió
en una “carta de triunfo” frente a los abusos por parte poder central, que permitió que
Argentina obtuviera su primera Constitución.

Juan Bautista Alberdi sostenía que el gran principio de la adopción del federalismo se
halla en que los Estados individuales, reteniendo la parte de soberanía que necesitan
para sus negocios interiores, ceden una autoridad suprema y nacional la parte de los
negocios generales; en otros términos, para todos aquellos puntos en que deben obrar
como nación.8 Al mismo tiempo, el pensador argentino proponía, teniendo en cuenta
los conflictos territoriales entre las provincias y las condiciones existentes, la
instauración de un Poder Ejecutivo poderoso “pero de origen democrático y
representativo, de carácter constitucional y responsable”.

Edward Gibson y Tulia Falleti 9 , al analizar el proceso del federalismo argentino,


postulan que la necesidad de unión entre las provincias y la adopción de un sistema
federal no fueron instancias simultáneas, sino que cada una debe ser entendida y
analizada de forma separada. En este orden, formulan que, primero, la unión fue
causada por una necesidad económica de las provincias. Segundo, la elección del
sistema federal fue determinada por la incapacidad de una región poderosa para
imponer su dominio sobre los otros a través de un proyecto unitario.

De esta forma, bajo la clasificación que hace Alfred Stepan10, Argentina -al igual que
Estados Unidos- se convierte en un ejemplar del modelo de estado federal
denominado “come together”. Este tipo de arreglo federal tiene como característica
principal que son las unidades previamente soberanas que hacen un pacto, cediendo
su soberanía a una nueva unidad estatal y reservándose ciertas facultades para sí.11

Como nos recuerda María Angélica Gelli12, el contralor no sólo estaba pensado para el
Poder Ejecutivo: la primera constitución, previa a 1860, reservaba al Congreso
Nacional el control político de las constituciones provinciales por parte del Congreso
Nacional. El artículo 5 de la Constitución de 1853 disponía:

Cada provincia confederada dictará para sí una Constitución bajo el


sistema representativo republicano, de acuerdo con los principios,
declaraciones y garantías de la Constitución Nacional; y que asegure su
administración de justicia, su régimen municipal y la educación primaria

7 Agulla, Juan Carlos, Federalismo y Centralismo, Ediciones Líbera, Argentina, 1967 y Galletti,
Alfredo, Historia Constitucional Argentina, Editora Platense, La Plata, 1972, T. 1, pp. 118-143.
8 Alberdi, Juan Bautista, Bases y puntos de partida para la organización política de la República

Argentina, Terramar Ediciones, La Plata, 2009.


9 Gibson, Edward L., y Falleti, Tulia G., "Unity by the Stick"… obra citada.
10 Toward a New Comparative Analysis of Democracy and Federalism: Demos Constraining

and Demos Enabling Federations", en Conference on Federalism, Democracy and Public


Policy.Centro de Investigaciones y Docencia Económicas, México, 1999
11El otro modelo que desarrolla Stepan es el “hold together”, que surge de una lógica histórica

y política distinta al modelo argentino- algunas de las más importantes podrían ser India,
Bélgica y España. Estos países eran sistemas políticos con rasgos fuertemente unitarios que
llegaron a la decisión institucional de que la mejor manera de mantenerse unidos sería
transformar sus sistemas políticos en federaciones
12 Gelli, Maria Angelica, “El Federalismo en emergencia y su necesaria reconstrucción.” en

Hernández A.M., Aspectos Jurídicos e Institucionales del Federalismo Argentino. Academia


Nacional de Derecho y Ciencias Sociales de Córdoba, Córdoba, 2011.
gratuita. Las constituciones provinciales serán revisadas por el
Congreso antes de su promulgación. Bajo de estas condiciones, el
Gobierno federal garante a cada provincia el goce y ejercicio de sus
instituciones.

Este vigoroso y exhaustivo control centralista desapareció en 1860, cuando,


finalmente con la presencia de la Provincia Buenos Aires, se firmó la constitución
nacional que hoy en día reconocemos como histórica.

El sistema federal como ideal regulativo. Su justificación normativa y sus promesas.

En lo que sigue, sólo a los efectos de establecer un ideal regulativo que, luego,
permita evaluar el sistema federal argentino en su contexto actual, intentaremos
repasar algunos de los principales argumentos que se vierten en aras de convencer
que dicho diseño es el mejor de los modelos disponibles en pos de garantizar los
derechos y la participación política.

En los textos clásicos vinculados a la temática no se encuentran, en general,


argumentos normativos para adoptar un sistema federal. En cambio, las principales
producciones políticas o académicas hacen principal hincapié en argumentos de
índole consecuencialista, especialmente vinculados a una eficaz defensa militar.13

Así se sostenía, principalmente, que el federalismo prometía, al mismo tiempo, dos


objetivos: una potente defensa exterior y un necesario orden interior.14 Para ello,
resultaba necesario que unidades autónomas cediera parte de su poder a otra
unidad mayor a los efectos de dotarla de un poder suficiente para brindar la
seguridad de todos los que se han unido, controlando la violencia interna15 y capaz
de resistir a la fuerza exterior.

Por otro lado, también, se entendía que la unión federal traía consigo ventajas
comerciales, tales como la inexistencia de aduanas internas que faciliten el
comercio interior.16

Sin embargo, para que lo antes mencionado se pueda realizar en la realidad, debían
cumplirse dos condiciones: la primera, establecer claramente los límites
constitucionales a cada autoridad, estableciendo sus competencias. Segundo, que
ante una disputa entre estas unidades gubernamentales, el poder de decidir no
recaiga en ninguna de ellas sino en un arbitrio independiente. Para ello, es
indispensable la existencia de un poder judicial que resuelva dichos conflictos17. Rol
que como veremos más adelante, la Corte Suprema argentina, a través de su
jurisprudencia, asume como propio.

Ms allá de los postulados de los autores históricos y la interpretación originalista del


federalismo, este diseño institucional, desde la teoría podría tener un fuerte potencial
en el respeto de los derechos. A continuación, hacemos, brevemente, un repaso por

13 Riker, Williams, Federalism. Origin, Operation, Significance, Little, Brown and Company,

Boston, 1964.
14 Montesquieu, Charles-Louis de Secondat (Barón de), Del Espíritu de las Leyes, Alianza

Editorial, 2003.
15 Madison, James; Hamilton, Alexander y Jay, John, The Federalist Papers, soHo Books, KY,

2013.
16 Mill, John Stuart, El Gobierno Representativo, Imprenta y librería del Mercurio de S. Tornero

e Hijos, Valparaíso, 1855, p. 316.


17 ídem p. 316.
esas potencialidades.

a. El federalismo, la participación democrática y la rendición de cuentas.

Al revisar las principales contribuciones académicas sobre la temática y las


constituciones nacionales, incluso con sus variantes y diferencias, se podría decir que
existe un sistema federal cuando las funciones estatales se encuentran
descentralizadas, creando un sistema en el cual algunos asuntos son de competencia
exclusiva de algunas unidades locales y están constitucionalmente más allá del área
de competencia del gobierno nacional; y en donde algunos otros asuntos quedan
constitucionalmente fuera del área de competencia de las unidades pequeñas.18

Partiendo de ello, se debe asumir que, aunque sea en teoría -y como promesa
institucional- el federalismo debería traer consigo la descentralización19 de prácticas en
las cuales las actividades políticas y económicas se distribuyen espacialmente en todo
territorio de una nación determinada.20

Es en este contexto, que el federalismo podría ser entendido como un facilitador de la


participación pública en los asuntos públicos, pues al existir mayor cercanía entre
representantes y representados, mayores voces podrían ser escuchadas y al mismo
tiempo existiría un nivel alto de “accountability”. El autogobierno colectivo, con la
participación y cercanía de los representados, se vería más garantizado que en un
gobierno unitario donde desde la distancia y bajo una única cosmovisión se
establezcan las regulaciones locales.

Al respecto, Edward Gibson afirma que: “entre los defensores de la escuela


democrática, el Federalismo está visto íntimamente conectado a la práctica
democrática, ya sea que enriende que los gobiernos locales son más receptivos a los
intereses de la ciudadanía que los gobiernos nacionales, o sea que ve a dichos
gobiernos como baluartes democráticos frente a la invasión del estado central.”21

En el ámbito local, Gelli22 entiende que cuando el sistema federal es genuino, trae
consigo varias ventajas comparativas. Entre ellas, indica que se fortalece el ejercicio
democrático, porque al mismo tiempo que se requiere la realización de elecciones
nacionales, provinciales y municipales, se crea una red de controles en resguardo de
los derechos fundamentales de las personas. Así, el gobierno local acerca a los
gobernantes y a los gobernados y éstos tienen vías más directas de participación en la
resolución de los conflictos de las ciudades o partidos y pueden pedir cuentas con
mayor facilidad, ante los desvíos de las autoridades.

18 Entre otros, véase Dahl, Robert A., “Federalism and the Democratic Process” en Dahl,

Robert A., Democracy, Identity and Equality, Norwegian University Press, Oslo, 1986, ps. 114-
126.
19 Así, siguiendo a Falleti (en: Falleti, T.G, Decentralization and Subnational Politics in Latin
America, Cambridge University Press, New York, 2010) entenderé “descentralización” como el
conjunto de políticas públicas, reformas electorales o reformas constitucionales que transfieren
responsabilidades, recursos y autoridad política del nivel más alto de organización nacional
hasta los más “bajos” niveles gubernamentales.
20 Gibson, Edward L., “Federalism and Democracy: Theorical Connections and Cautionary

Insights, en Gibson (ed), Federalism and Democracy in Latin America, The Johns Hopkins
University Press, Maryland, 2004.
21 Gibson, “Federalism and Democracy… obra citada
22 Gelli, M.A, “El Federalismo en emergencia y su necesaria reconstrucción”…obra citada.
b. El federalismo como protección de las minorías.

El diseño institucional es, sin duda, una manera de generar un escudo que defienda
los derechos de las minorías. El modo de organizarse institucionalmente puede ser
promotor o limitador de los derechos. De esta forma, el federalismo podría ser
considerado una herramienta útil frente al temor del uso de poder desenfrenado y
violatorio de los derechos de las minorías dado que el poder no se encontraría
concentrado en manos de una sola fuerza centralista.23 También, se podría convertir
en un mecanismo fundamental del sistema de frenos y contrapesos en un sistema
gubernamental.

Al respecto, Stepan 24 enuncia que considerando que la libertad es un valor


fundamental y que en una democracia, ello implica, que las mayorías no deben
imponer políticas públicas que violen derechos de las minorías, el constitucionalismo y
el estado de derecho son importantes instituciones para lograr esos ideales. En esta
misma línea, el federalismo para muchos pensadores liberales es presentado -aunque
sea en teoría- como una pieza clave para limitar la “tiranía de la mayoría”.

c. El federalismo y el multiculturalismo.

La relación/utilidad del diseño institucional y el multiculturalismo 25 no se encuentra


como un valor determinante ni considerado en los procesos federales históricos en
casi ninguna parte del mundo.26 Sin embargo, se podría sostener que el federalismo y,
en consecuencia, las localidades, podrían ser un salvoconducto para las tradiciones
locales que tienen el peligro de quedar atrapadas en el conjunto mayoritario y que
ellas, consecuentemente, no se vean representadas ni en las legislaciones generales,
ni tampoco consideradas en el debate público. Es por ello, que se podría sostener que
sin pluralismo, el federalismo deriva en una estructura federal por fuera y uniforme por
dentro.27

Por ello, en la misma línea, al descentralizar la toma decisiones, el diseño y ejecución


de las políticas públicas, los intereses, las ópticas y valores culturales particulares de
grupos minoritarios a nivel local se deberían ver menos amenazadas por los valores
culturales mayoritarios y centrales28. Al mismo tiempo, al poder participar y tener una
esperanza real de incidir en el debate público, desde los diversos paradigmas y

23 Neumann, F.L., “Federalism and Freedom: A critique”, en Karmis, D., & Norman, W.,

Theories of Federalism: A Reader, Palgrave Macmillan, KY, 2005. Al respect, véase, también
Gonzalez Bertomeu, Juan F. “Notas sobre Federalismo” en Gargarella, Roberto (coord), Teoría
y Crítica del Derecho Constitucional, Abeledo Perrot, Buenos Aires, 2010, T. 1, pp. 440-484,
24 Stepan, Alfred, "Toward a New Comparative Analysis...”, op. cit.
25 Por multiculturalismo, siguiendo a Coleman (en: Coleman, D.L., “Individualizing Justice

Through Multiculturalism: The Liberals’ Dilemma”. Columbia Law Review, n°96, Columbia,1996,
p. 1093-1167) entiendo como la aspiración a una pluralidad de culturas donde todos los
miembros de la sociedad buscan vivir juntos en armonía y entendimiento mutuo mediante la
cooperación, pero manteniendo las distintas culturas de manera separada. El multiculturalismo
en su forma más pura sostiene que todas las culturas tienen el mismo valor y merecen el
mismo respeto, no habiendo una cultura mejor que otra.
26 Al respecto, Kymlicka, W. Federalismo, Nacionalismo y Multiculturalismo. Revista

Internacional de Filosofia Politica, 7, 1996, p. 20-54 y Karmis, D., & Norman, W., Theories of
Federalism, obra citada
27Caminal, Miquel, El Federalismo pluralista… obra citada.
28 Pildes, Richard “Ethnic Identity and the Design of Democratic Institutions: A Dynamic

Perspective” en Choudhry, Sujit (ed.), Constitutionalism in Divided Societies, Cambridge


University Press, England, 2008.
tradiciones culturales, las instituciones locales y las decisiones alcanzadas estarán
dotadas de mayor legitimidad.

Estas son algunas de las promesas y fundamentos del diseño institucional federal.
Este horizonte o concepción del mismo, debería servir como ideal regulativo para
evaluar la práctica constitucional argentina. Así, en cada una de las secciones que
siguen en esta obra, podremos evaluar cuán lejos o cerca se encuentra nuestro
federalismo de ser un garante de derechos o una herramienta de perpetuación de
desigualdades y/o concentración de poder.

3. El federalismo en la Constitución actual.

La reforma constitucional de 1994 introdujó ciertas modificaciones al régimen federal


que son interesantes repasar y evaluar si responden a las promesas que el modelo
suponía traer. En el siguiente cuadro se puede observar las modificaciones
incorporadas.
Constitución 1853/1860 Constitución 1994
Artículo 104 Sin modificaciones y receptado en el artículo 121
Artículo 105. Sin modificaciones y receptado en el art. 122
Artículo 106: Se recepta textualmente en el art. 123 y se agrega: …asegurando la
autonomía municipal y reglando su alcance y contenido en el orden
institucional, político, administrativo, económico y financiero
Artículo 107: Se recepta textualmente en el art. 125 y se agrega: Las provincias y la ciudad
de Buenos Aires pueden conservar organismos de seguridad social para los
empleados públicos y los profesionales; y promover el progreso económico,
el desarrollo humano, la generación de empleo, la educación, la ciencia, el
conocimiento y la cultura.
Artículo 108 Se recepta textualmente en el art. 126 pero se elimina la última frase que
dice: ni admitir nuevas órdenes religiosas.
Artículo 109. Sin modificaciones y receptado en el art. 127
Artículo 110: Sin modificaciones y receptado en el art. 128

Asimismo, se agregaron al cuerpo de la Constitución Nacional, los artículos 124 y 129.


Contenido que será analizado en los parágrafos subsiguientes.

Al respecto, Susana Cayuso29; afirma que “los art. 1, 5, 6, 75 inc, 12, 121 y 123 y
concordantes de la norma constitucional, proporcionan la estructura del perfil del
federalismo desde un mandato del deber ser. En tal sentido, la enunciación normativa
que transitamos establece los presupuestos mínimos y básicos que deberá satisfacer
una provincia para obtener la garantía del Estado Nacional. Un gobierno federal
conviviendo con autonomías locales. Asimismo, aquellos presupuestos tienen una
relación directa con el art. 31 del pexo jurídico base, ya que el principio de supremacía
requiere de instrumentos institucionales, de naturaleza procedimental como sustantiva,
tendientes a asegurar la preeminencia de la constitución federal y la coherencia del
sistema institucional normativo vertical”.

En lo que sigue nos adentrarnos en los distintos niveles y repartos de competencias


federales y provinciales, producto de la reforma constitucional antes mencionada.

El Gobierno Federal y los gobiernos provinciales. Relaciones y competencias.

29 Cayuso, Susana G., Constitución de la Nación Argentina: claves para el estudio inicial de la

norma fundamental, La Ley, Buenos Aires, 2007, p.50.


De manera inicial, previo a comenzar con el desarrollo de este apartado, y aunque no
las utilizaremos como propias, es útil recordar que la mayoría de la doctrina de la
dogmática constitucional utiliza una clasificación común -con alguna mínima diferencia
nominal- para analizar las relaciones entre el gobierno federal y el provincial. Al
respecto, Miguel Ángel Ekmekdjian 30 las divide en cuatro: 1. Relaciones de
subordinación (existe un ámbito federal en el cual las provincias están obligadas a
acepar la uniformidad de regulación y de ejecución impuestas por el Estado central); 2.
De participación en la formación de la voluntad federal (Las provincias se reservaron el
derecho a participar permanentemente en la formación de la voluntad federal,
mediante su presencia en el Senado, el cual está integrado por representantes de
cada provincia); 3. De exclusión (existen distintos ámbitos en los cuales, a veces el
Estado Central, a veces las provincias, tienen competencia exclusiva y excluyente, y
por ello, no pueden interferirse recíprocamente; 4. De concurrencia (la constitución
prevé ciertos ámbitos en los cuales, tanto el Estado Federal como los Estados
provinciales, pueden ejercer atribuciones al mismo tiempo).31

Supremacía constitucional y los arreglos institucionales provinciales

El artículo 5 de la Constitución Nacional determina que “cada provincia dictará para sí


una Constitución bajo el sistema representativo republicano, de acuerdo con los
principios, declaraciones y garantías de la Constitución Nacional; y que asegure su
administración de justicia, su régimen municipal, y la educación primaria. Bajo de
estas condiciones el Gobierno federal, garante a cada provincia el goce y ejercicio de
sus instituciones”. El artículo 123 va en la misma línea. Luego, el art. 121 avanza y
recuerda que las provincias conservan todo el poder no delegado por la Constitución
al Gobierno federal, y el que expresamente se hayan reservado por pactos especiales
al tiempo de su incorporación. Por lo que “se dan sus propias instituciones locales y se
rigen por ellas. Eligen sus gobernadores, sus legisladores y demás funcionarios de
provincia, sin intervención del Gobierno federal (art. 122).

En este recorte de normas podemos observar cómo desde el cuerpo legal fundante se
intenta menguar el centralismo y dotar a las unidades provinciales de la autonomía
necesaria para autorregularse y generar las políticas públicas que consideren
necesarias a nivel local. Sin embargo, las competencias provinciales no deberían ser
absolutamente discrecionales, sino que deben responder no sólo a ciertos pisos
mínimos de derechos sino a los mismos límites que establece el mismo cuerpo legal,
especialmente en el artículo 31 que determina la supremacía constitucional.

La Corte Suprema en reiteradas ocasiones se ha expresado en este sentido a lo largo


de la historia constitucional argentina. En 1865, la CSJN deja en claro su postura en el
fallo “Mendoza, Domingo y hno. c/ Provincia de San Luis s/ derechos de
exportación” 32 - fallo, también, relevante para analizar el reparto de competencias.

30 Ekmekdjian, Miguel Ángel, Manual de la Constitución Argentina, Lexis Nexis, Buenos Aires,
2008.
31 Por su parte, Gelli (en: Gelli, M.A., Constitución de la Nación Argentina Comentada y

Concordada, La Ley, Buenos Aires, 2011) las agrupa y afirma que “tres tipos de relaciones que
se establecen en la estructura federal. Relaciones de subordinación de los Estados locales-
provinciales- al Estado Federal, según define en los artículos 5 y 31 de la CN; relación de
participación, cuyo ejemplo más claro es la composición del Senado que representa el
equilibrio de los estados pequeños y grandes, defendiendo en un pié de igualdad sus intereses
y colaborando en el gobierno legislativo de la Nación; y relaciones de coordinación que hacen a
la distribución de competencias, exclusivas, delegadas, reservadas y concurrentes”

32
Fallos: 1:485, sentencia del 3 de mayo de 1865.
Luego de recordar el contenido de los artículos 31, 33 y 104 –actual art. 121- resaltó
que “que en virtud de estas disposiciones y de los más sanos principios de la razón,
los actos de la Legislatura de una provincia, no pueden ser invalidados, sino en
aquellos casos en que la Constitución concede al Congreso Nacional en términos
expresos un exclusivo poder, o en los que el ejercicio de idénticos poderes ha sido
expresamente prohibido a las provincias, o cuando hay una directa y absoluta
incompatibilidad en el ejercicio de ellos por estas últimas; fuera de cuyos casos, es
incuestionable que las provincias retienen una autoridad concurrente con el
Congreso”. 33 En consecuencia, declaró la inconstitucionalidad de una regulación
provincial vinculada con los derechos de importación por ser contraria al artículo 9 de
la Constitución Nacional.

En estos circunstancias, enfatiza la Corte en Sueldo de Posleman, Mónica R, y otra s/


acción de amparo – medida de no innovar – inconstitucionalidad34 (1987) entre otros
casos 35 , que la intervención de ese tribunal federal “no avasalla las autonomías
provinciales, sino que procura la perfección de su funcionamiento, asegurando el
acatamiento a aquellos principios superiores que las provincias han acordado respetar
al concurrir al establecimiento de la Constitución Nacional”.

La Corte Suprema también ha tenido la oportunidad de pronunciarse sobre la relación


de los artículos 5,121, 122 y 123 de la actual redacción de la Constitución Nacional.
Para trazar dicho camino interpretativo resulta necesario analizar, por lo menos, tres
casos sustanciales: Lizondo, Felipe B. s/ acción de amparo (1965), Partido Justicialista
de la Provincia de Santa Fe c/ Santa Fe, Provincia de s/ acción declarativa (1994), y
Unión Cívica Radical de la Provincia de Santiago del Estero el Santiago del Estero,
Provincia de s/ acción declarativa de certeza (2013). El Máximo Tribunal, a través de
sus sentencias, intenta congeniar ciertos compromisos que como venimos
observando, son sustanciales para la práctica constitucional argentina: sostener un
sistema republicano a nivel nacional y el autogobierno colectivo local a través de la
autonomía de las provincias para autorregularse.

En Partido Justicialista 36 la CSJN recordó que desde los inicios de la etapa


constitucional, siempre se ha preocupado por respetar la esencial autonomía y
dignidad de las entidades políticas previas al Estado Nación. Así ha sentado el
postulado de que la Constitución Federal de la República se adoptó para su gobierno
como Nación y no para el gobierno particular de las Provincias, las cuales según la
declaración del art. 105, tienen derecho a regirse por sus propias instituciones, y elegir
por sí mismas sus representantes; conservan su soberanía absoluta en todo lo relativo
a los poderes no delegados a la Nación, como lo reconoce el articulo 104. Es por ello,
que ha dejado en claro que si bien las provincias deben adecuar sus instituciones a los
principios, declaraciones y garantías de la Constitución Nacional, esto no exige, ni
puede exigir que las sean idénticas, una copia literal o mecánica, ni una reproducción
más o menos exacta e igual de aquella, cabiendo la más grande variedad, toda la que
pueda nacer de la diversidad de caracteres físicos sociales e históricos de cada región
o Provincia, o de sus particulares anhelos o aptitudes colectivas"37

33 Doctrina que reitera en los fallos 302:1181; 320:619, 331:2178; 333:2367


34
Fallos 310:804, sentencia del 22 de abril de 1987.
35 Entre otros, véase 314: 1915; 330: 4797
36 Fallos 317:1195, sentencia del 6 de octubre de 1994. En el caso, el actor pretendia la

declaracion de inconstitucionalidad del art. 64 de la Constitucion de Santa Fe, en cuanto


prohibia la reeleccion inmediata del gobernador provincial ya que, en su planteo, esto
contrariaria el regimen de reeleccion consagrado en la reforma constitucional nacional de 1994.
37Ib., cons. 3.
En UCR c/Santiago del Estero38 , recordó que la actuación de los tres poderes del
Estado provincial encuentran límite el respeto de los ideales republicanos declarados
en la Constitución Federal. Es por ello que en los casos donde los gobiernos locales
se aparten de esta premisa axiomática de forma “evidente y ostensible”, la CSJN
asume el rol de ser el “último custodio de la Ley Suprema” y, en consecuencia, su
actuación no avasalla las autonomías provinciales, sino que procura la perfección de
su funcionamiento asegurando el acatamiento a aquellos principios superiores que las
provincias han acordado respetar al concurrir al establecimiento de la Constitución
Nacional.39

Para finalizar, aunque resulte anterior al último fallo comentado, resulta interesante
repasar el voto de los jueces Lorenzetti y Zafaronni en el caso “Chiara Díaz”40. En
dicho pronunciamiento asuman una interesante reflexión a las a las posturas ya
asentadas por la CSJN en la temática. Manifiestan, en este orden, que el modelo
federal implica una unidad particular, una unidad en la diversidad en las identidades
provinciales. Sin perjuicio de que las provincias tengan la obligación de adecuar sus
diseños institucionales a las exigencias federales, la diversidad de los diseños
configuran una fuente de vitalidad para la república, en la medida en que posibilita una
pluralidad de ensayos y búsquedas por las diferentes provincias para diseñar,
mantener y perfeccionar los sistemas republicanos locales, desde su tradición,
costumbres y experiencias. Asimismo, agregan, existe una especie de relación
dialéctica entre los diseños locales y nacionales. En un primer momento, la CN fue
establecida como causa ejemplar de las instituciones locales, sin embargo, los
posteriores desarrollos del constitucionalismo provincial configuran una rica fuente
para el desarrollo y progreso aun de las instituciones nacionales.

El reparto de las competencias: las federales, las provinciales y las concurrentes.

Existen dos principios rectores que marcan la división de competencias entre los
distintos niveles estatales. En ellos se recogen las históricas intenciones
constitucionales: la preexistencia de las unidades provinciales, el respeto por la
autonomía local y la delegación expresa de competencias a los efectos de generar
una empresa nacional.
El primer principio, el de la residualidad de la competencias provinciales está
demarcado por el artículo 121 de la CN que expresa que “las provincias conservan
todo el poder no delegado por esta constitución al gobierno federal, y el que
expresamente se hayan reservado por pactos especiales al momento de su
incorporación”. Es decir, conservan todas las facultades que no hayan expresamente
delegado.
El segundo principio, relacionado con el anterior, que denominaremos el de taxatividad
de las competencias federales, se encuentra recuparado en el artículo 126 que dicta
que “las provincias no pueden ejercer el poder delegado a la Nación” y por tanto, el
Gobierno Federal, sólo podrá ejercer las taxativamente delegadas.
Así, de manera inicial, para comprender dicha delegación, deberíamos tan sólo
observar el texto de la Carta Magna. Es ahí, donde las provincias, originariamente,
han delegado sus comperencias. Sin embargo, como irémos observando a lo largo de

38
U. 58. XLIX. Originario. “Unión Cívica Radical de la Provincia de Santiago del Estero c/ Santiago del
Estero, Provincia de s/ acción declarativa de certeza”. Sentencia del 5 de noviembre de 2013.
39 Considerandos 16 y 19.
40 CSJN, “Chiara Díaz, Carlos Alberto c/ Estado provincial
s/ acción de ejecución”, Fallos: 329:385, resuelto el 7 de marzo del 2006, Considerando 9º del
voto del Dr, Lorenzetti y Zaffaroni.
esta obra, el reparto de competencias, también, hay que analizarlo a la luz de los
diversos compromisos constitucionales. La Corte Suprema, en diversos fallos, se ha
encargado de realizar dicha interpretación.

Competencias federales:

Desde el cuerpo legal, la identificación de las competencias federales resulta


relativamente sencilla de delimitar; el artículo 75 establece cuáles son las facultades
del Poder Legislativo Nacional, el artículo 99 hace lo suyo respecto al Poder Ejecutivo
Nacional, los artículos 116 y 117, mencionan las competencias del Poder Judicial
Federal, y al mismo tiempo rige el principio de taxatividad del artículo 126,
demarcando nuevamente los campos que son de sola competencia del Estado
Nacional.

Conflicto entre los códigos de fondo y las normas provinciales: El dictado de los
códigos de fondo se delegó expresamente al Congreso Nacional, con la intención de
unificar la legislación de fondo en todo el país, intentando, de esa forma, no generar
regímenes diversos a lo largo del territorio nacional. El artículo 75 inciso 12, establece
que corresponde al Congreso: “12. Dictar los Códigos Civil, Comercial, Penal, de
Minería, y del Trabajo y Seguridad Social, en cuerpos unificados o separados, sin que
tales códigos alteren las jurisdicciones locales, correspondiendo su aplicación a los
tribunales federales o provinciales, según que las cosas o las personas cayeren bajo
sus respectivas jurisdicciones; y especialmente leyes generales para toda la Nación
sobre naturalización y nacionalidad, con sujeción al principio de nacionalidad natural y
por opción en beneficio de la argentina: así como sobre bancarrotas, sobre
falsificación de la moneda corriente y documentos públicos del Estado, y las que
requiera el establecimiento del juicio por jurados”.

Sobre este asunto, la CSJN ha sostenido firmemente que en caso de conflicto entre
las normas locales y los códigos de fondo, son las primeras las que deben ceder su
constitucionalidad. Postura que se puede ver, entre otros, en dos fallos de relevancia:
Don Modesto Gonzalez contra la provincia de Santiago del Estero, por cobro de
alquileres. Inconstitucionalidad del artículo 6 de la Constitución Local (1930) 41 y en
Banco del Suquía c/ Juan Carlos Tomassini s/ P.V.E. apelación (2002). En el primer
caso, en un fallo acotado y haciendo propios los fundamentos del Procurador, el
Máximo Tribunal entendió que de acuerdo con el antiguo artículo 108, actual 126, las
provincias no ejercen el poder delegado de la Nación, y no les está permitido dictar los
códigos Civil, Penal y Comercial y de Minería, después que el Congreso los haya
sancionado, precepto que no deja lugar a duda en cuanto a que todas las leyes que
estatuyen sobre las relaciones privadas de los habitantes, siendo del dominio de la
legislación Civil o Comercial, están comprendidas entre las facultades de dictar los
códigos de fondo que la Constitución atribuye al Congreso Nacional. Asimismo,
expresa que consagrada en la Constitución Nacional, la unidad de la legislación civil
como consecuencia de la unidad política de la República, no cabe admitir que los
Estados autónomos puedan destruir aquélla, al dictar sus instituciones, concediéndose
ellos mismos privilegios o exenciones al margen de la legislación general.

41 El artículo 5 de la Constitución de Santiago del Estero del año 1930 impugnado, estipulaba
que el Estado provincial, podía ser demandado ante los jueces ordinarios sobre propiedad y
obligaciones contraídas, sin necesidad de autorización previa de la legislatura y sin que el juicio
deba gozar de privilegio alguno. Sin embargo, siendo condenada al pago de alguna deuda
no podrá ejecutarse la sentencia ni embargarse sus rentas hasta pasados seis meses
dentro de cuyo término la Legislatura debe arbitrar el modo y forma de verificar el pago.
(el resaltado me pertenece)
En “Banco del Suquía” 42 , caso donde se impugnaba tanto el artículo 58 de la
Constitución de Córdoba como la ley 8.067, reglamentaria del anterior, por entrar en
contradicción con las disposiciones del Código Civil y con la ley nacional Nro.14.394,
la Corte determinó la invalidez de las normas locales en tanto que desde sus primeros
pronunciamientos ha resuelto que las relaciones entre acreedor y deudor sólo pueden
ser objeto de la exclusiva legislación del Congreso de la Nación, en virtud de la
delegación contenida en el antiguo art. 67, inc. 11 (actual art. 75, inc. 12) de la
Constitución Nacional. Así, ello alcanza a la forma y modalidades propias de la
ejecución de los bienes del deudor. Concluye la Corte, que al atribuir la Constitución al
Congreso la facultad de dictar el Código Civil, ha querido poner en sus manos lo
referente a la organización de la familia, a los derechos reales, a las sucesiones, a las
obligaciones y a los contratos, es decir, a todo lo que constituye el derecho común de
los particulares considerados en el aspecto de sus relaciones privadas.

En materia aduanera, en el citado fallo Mendoza, Domingo y hno. c/ Provincia de San


Luis s/ derechos de exportación (1865)43, la CSJN, indicó que “el poder de establecer
aduanas o de imponer derechos a la importación y exportación de las mercaderías, ha
sido exclusivamente delegado al gobierno federal por el art. 9° de la Constitución, y
que en el interior de la República es libre de derechos la circulación de los efectos de
producción nacional, según lo dispone el art. 10 de la misma.”

Las competencias provinciales:

Sin perjuicio del principio residual y de taxatividad que mencionamos anteriormente,


en el texto constitucional, también, se encuentran las competencias exclusivas de las
provincias. Entre las que la constitución establece expresamente se encuentran la
facultad de dicta su propia constitución asegurar la administración de justicia, su
régimen municipal y el sistema educativo (art. 5 y 123 CN); se dan sus propias
instituciones locales y se rigen por ellas, eligiendo sus representantes y demás
funcionales de la provincia (art.122 CN); crear regiones para el desarrollo económico y
social, celebrar convenios internacionales que no sean incompatibles con la política
exterior de la Nación, el dominio originario de los recursos naturales (Art. 124),
celebrar tratados parciales para la administración de justicia, de intereses económicos
y trabajos de utilidad común, con conocimiento del Congreso Federal, promover su
industria, la inmigración, la construcción de ferrocarriles y canales navegables, la
colonización de tierras de propiedad provincial, la introducción y establecimiento de
nuevas industrias, la importación de capitales extranjeros y la exploración de sus ríos,
por leyes protectoras de estos fines, y con sus recursos propios, conservar
organismos de seguridad social para los empleados públicos y los profesionales; y

42El artículo 58 de la Constitución de Córdoba y de la ley local Nro. 8.067, reglamentaria del
anterior, establece la inembargabilidad de la vivienda única, sin necesidad de inscripción
registral como bien de familia.

43 Se inició una demanda contra la Provincia de San Luís, solicitando que, por un lado, se
declare inconstitucional, el artículo 18 de la Ley General de Impuestos local en cuanto dispone
que los productos que se extraigan al exterior de la provincia pagarán ciertos tributos; y por otro
lado, se condene a la provincia a restituir las sumas reclamadas. La parte actora alegó que la
norma local implicaría el establecimiento de aduanas interiores o de imponer derechos a la
importación y exportación de las mercaderías, que ha sido exclusivamente delegado al
Gobierno Federal por el artículo 9 de la Constitución, y que en el interior de la República es
libre de derechos la circulación de los efectos de la producción nacional, según lo dispone el
artículo 10 de la misma.
promover el progreso económico, el desarrollo humano, la generación de empleo, la
educación, la ciencia, el conocimiento y la cultura (Art. 125 CN)

Vale mencionar que a lo largo de la práctica constitucional argentina, nos encontramos


con fallos de la CSJN que ha interpretado el reparto de atribuciones provinciales,
siempre intentando respetar los compromisos constitucionales vinculados a la
autonomía provincial y preexistencia de las unidades locales.
Uno de los primeros fallos en los que la CSJN ha delimitado este las competencias
provinciales ha sido en D. Luis Resoagli c/ la provincia de Corrientes por cobro de
pesos (1869). El Máximo Tribunal, posteriormente a recordar el sentido de la
Constitución Federal entiende que siguiendo el principio que la provincias conservan
su soberanía absoluta en todo lo relativo a los poderes no delegados a la Nación se
deduce, que a ellas corresponden exclusivamente darse leyes y ordenanzas de
impuestos locales, de policía, higiene, y en general, todas las que juzguen
conducentes a su bienestar y prosperidad. Por consiguiente, la jurisdicción nacional es
incompetente para juzgar de la validez de las leyes provinciales, y de los actos y
procedimientos de los funcionarios encargados de su cumplimiento, a menos que una
disposición constitucional expresamente autorice el reconocimiento o se trate de una
violación de los preceptos de este código o de las leyes y tratados públicos
sancionados por el Congreso Nacional.
En lo que respecta a las cuestiones ambientales44, la Corte en 1995, en el caso
Roca, Magdalena45, siguiendo los mandatos constitucionales y retomando la idea que
son las unidades locales las que deben decidir sobre sus propios recursos de forma
autónoma, expresó claramente que las autoridades administrativas y judiciales del
Estado de la Provincia de Buenos Aires son las encargadas de valorar si la obra
proyectada afecta aspectos tan propios del derecho provincial, como lo es todo lo
concerniente a la protección del medio ambiente. En efecto, corresponde reconocer en
las autoridades locales la facultad de aplicar los criterios de protección ambiental que
consideren conducentes para el bienestar de la comunidad para la que gobiernan,
como asimismo valorar y juzgar si los actos que llevan a cabo sus autoridades, en
ejercicio de poderes propios, afectan el bienestar perseguido. Tal conclusión cabe
extraerla de la propia Constitución, la que, si bien establece que le cabe a la Nación
dictar las normas que contengan los presupuestos mínimos de protección, reconoce
expresamente las jurisdicciones locales en la materia, las que no pueden ser
alteradas.

Las competencias concurrentes:

Existe una tercera categoría de facultades distintas a las anteriores que entiende que
existen competencias comunes entre el estado federal y las provincias. Entre ellas,
encontramos las expresamente reconocidas en los artículos 41, 75 inciso 12, 17 y 18.

La Corte, fue ampliando la existencia de facultades concurrentes, en alguna medida


esta amplia interpretación lo aleja del ideal vinculado con autogobierno colectivo local,
pero lo acerca, por otro lado, al cumplimiento de ciertos estándares de derechos y con
el compromiso con una igualdad a nivel nacional. Por ejemplo en el caso “Verbitsky”
entendió que “Si bien no cabe duda de que los códigos procesales son materia de
legislación provincial en función de la cláusula residual, la existencia de disposiciones

44Unmayor desarrollo de esta cuestión en el articulo de Maria Florencia Saulino “Competencias


en materia ambiental”, en este volumen.
45CSJN, Roca, Magdalena c/Buenos Aires, Provincia de s/ inconstitucionalidad, resuelto el 16

de mayo de 1995.
procesales en el Código Penal y la facultad del Congreso Nacional para dictar las
leyes que requiera el establecimiento del juicio por jurados, parecen indicar que el
Estado Federal ejerce cierto grado de legislación y orientación en materia procesal,
con el fin de lograr un mínimo equilibrio legislativo que garantice un estándar de
igualdad ante la ley…lo cierto es que si bien no puede llevarse la simetría legislativa
hasta el extremo de exigir una completa igualdad para todos los procesados del país,
la desigualdad tampoco puede extremar las situaciones hasta hacer que el principio
federal cancele por completo el derecho a la igualdad ante la ley, pues un principio
constitucional no puede borrar o eliminar otro de igual jerarquía.”.

El vínculos entre las competencias concurrentes, el gobierno local y su relación con


los derechos, también fue analizado en “Sánchez, Norma Rosa c/ Estado Nacional y
otro s/ acción de amparo”46 (2005) y “I.C.F c/ Pcia de Buenos Aires s/ amparo"47
(2008) y en, encasos vinculados con el derecho a la salud. Afirmó el máximo
Tribunal, en el primer caso, que "el Tribunal ha dejado bien claro que las obligaciones
que incumben a la Nación en materia sanitaria no son exclusivas ni excluyentes de las
que competen a sus unidades políticas en sus esferas de actuación sino que, en
estados de estructura federal, pesan sobre ellas responsabilidades semejantes, que
también se proyectan sobre las entidades públicas y privadas que se desenvuelven en
este ámbito (doctrina de Fallos: 321:1684; 323:1339, 3229; 324:754, voto de los
jueces Belluscio y Fayt, y 3569; 328:1708). De lo contrario, las leyes sancionadas en
la materia no dejarían de ser sino enfáticas enumeraciones programáticas vacías de
operatividad”.En el segundo de los casos citados agregó que “resulta evidente que las
obligaciones emergentes del marco normativo examinado imponen a las autoridades
locales el deber de articular un mecanismo eficaz para encauzar la entrega de los
medicamentos que le fueran recetados a la actora como consecuencia de su
enfermedad psiquiátrica, sin que ello implique desconocer el deber de coordinación
con el Estado Nacional - mediante el Ministerio de Salud - el que debe acudir en forma
subsidiaria, de manera de no frustrar los derechos de la amparista”.

En este sentido, en aras de analizar la interpretación de este tipo de competencias, en


lo que sigue repasaremos dos interesantes fallos que ha dictado la CSJN en el año
2013: Obra Social Bancaria Argentina c/ Santa Fe, Provincia de s/ acción declarativa
de inconstitucionalidad y Confederación Indígena de Neuquén c/Provincia del
Neuquén s/ acción de inconstitucionalidad
En Obra Social Bancaria, el Tribunal, caso en el que se vio compelido a determinar los
alcances de las competencias nacionales y provinciales relacionadas con los
beneficios de la seguridad social, entendió que “importa el reconocimiento de
facultades concurrentes de la Nación y las provincias sin que pueda admitirse que la
Constitución las haya centralizado exclusivamente en el gobierno nacional. No cabe
desconocer la atribución de las provincias de crear, conforme al principio que emana
del articulo 105 (actual articulo 122) de la Constitución Nacional, sistemas de esa
índole para los agentes de su administración pública, sin que el inc. 11 del artículo 67
(actual inc. 12 del artículo 75) de la Ley Suprema -máxime correlacionado con el texto
no modificado del artículo 108 (actual artículo 126)- relativo al dictado de un código de
la seguridad social por el legislador nacional, signifique una delegación exclusiva y
excluyente en favor del gobierno central, dado que la armonización de las diversas
cláusulas constitucionales exige, por la igual imperatividad de sus preceptos, tener
presente lo estatuido en el artículo 14 nuevo que, en cuanto al vocablo "Estado" se
refiere a ambas órbitas de gobierno”. Asimismo, luego de enunciar el contenido de los
artículos 121 y 125 de la actual Constitución Nacional, indicó que “que el ejercicio
correcto de esas facultades no implica enervar los ámbitos de actuación de ninguna

46 Fallo 331:2135;
47 Fallo 328:4640.
órbita del gobierno, sino que importa la interrelación, cooperación y funcionalidad en
una materia común de incumbencia compartida, como es el caso de la seguridad
social. En ese marco deben preservarse seriamente las facultades inherentes de la
administración provincial, en mérito al compromiso constitucional que exige conservar
y vigorizar el federalismo; reconociendo y haciendo efectivo el poder de las provincias
para gobernarse por sí mismas, y para reglar, en todo lo no delegado a la Nación,
cuanto concierne a su régimen, progreso y bienestar”.

En Confederación Indígena de Neuquén, la CSJN al verse interpelada a analizar el


alcance de las facultad concurrentes provinciales y nacionales en relación a los
derechos de los pueblos originarios (inc. 17, art. 75 Constitución Nacional), siguió con
su línea interpretativa. En dicha oportunidad, el Máximo Tribunal asume que la división
de competencias presenta desde sus orígenes el problema de la definición de las
fronteras de la competencia, el artículo 75 inciso 17, cuyo alcance e interpretación se
cuestionaban en el caso no ofrece dudas en cuanto claramente habilita a los estados
provinciales a ejercer atribuciones concurrentes con la Nación vinculadas al
reconocimiento de la personería jurídica de las comunidades indígenas y su pertinente
inscripción registral. Agregó, que, así pues, tanto la Nación como las provincias tienen
la competencia suficiente de reglamentación en materia de derechos de los pueblos
originarios en sus respectivas jurisdicciones, siempre que ello no implique por parte de
los estados provinciales una contradicción o disminución de los estándares
establecidos en el orden normativo federal. Por último, asentó una interesante postura
en cuanto a la relación normativa entre ambas esferas al afirmar, que el adecuado
respeto al régimen federal de gobierno impone a los estados locales a la hora de
ejercer su potestad legisferante y reglamentaria reconocer y aceptar los respectivos
estándares de referencia fijados a nivel normativa federal cuyas disposiciones
constituyen una guía de contenidos mínimos a tener en cuenta por todas las
provincias que integran el Estado argentino.

d. El federalismo argentino y los compromisos asumidos


internacionalmente en materia de derechos humanos.

El artículo 28 de la Convención Americana de Derechos Humanos (en adelante, la


Convención) es claro cuando afirma que en los casos en donde el país firmante tenga
una estructura federal como Argentina, “el gobierno nacional de dicho Estado parte
cumplirá todas las disposiciones de la presente Convención relacionadas con las
materias sobre las que ejerce jurisdicción legislativa y judicial”. Pero a su vez expresa
que “(c)on respecto a las disposiciones relativas a las materias que corresponden a la
jurisdicción de las entidades componentes de la federación, el gobierno nacional debe
tomar de inmediato las medidas pertinentes, conforme a su constitución y sus leyes, a
fin de que las autoridades competentes de dichas entidades puedan adoptar las
disposiciones del caso para el cumplimiento de esta Convención”.
Repasando, de manera inicial, pareciera que la Convención sólo responsabiliza al
Estado firmante por las obligaciones asumidas que recaigan sobre su competencia
legislativa y judicial. Es decir, sobre las competencias exclusivas del Estado Nacional.
En el caso de Argentina, aquellas que han sido delegadas por las Provincias. Sin
embrago, en el inciso inmediatamente posterior, esta licencia se agota en virtud que
estipula que en los casos en donde las provincias tengan jurisdicción privativa
(recuerde la importante competencia en materia de derechos que tienen las provincias
argentinas), el Estado Nacional tiene la obligación- sí, obligación- de arbitrar
inmediatamente- sí, inmediatamente- acciones para revertir la violación del pacto
internacional y evitar la responsabilidad internacional del Estado.
Para terminar de comprender el fundamental rol del Estado Nacional en el marco del
cumplimiento de las obligaciones internacionales asumidas, “es indispensable leer
conjunta e integralmente todo el texto convencional y no de manera aislada su
cláusula federal. En particular deben considerarse los artículos 1 y 2 convencionales”48
Sintetizando, primer el artículo establece que los Estados que forman parte de la
Convención se comprometen a respetar los derechos y libertades reconocidos en ella
y a garantizar su libre y pleno ejercicio a toda persona que esté sujeta a su
jurisdicción, sin discriminación alguna. El segundo artículo prescribe que si en el
ejercicio de los derechos y libertades mencionados en el primer artículo no estuviere
ya garantizado por disposiciones legislativas o de otro carácter, los Estados partes se
comprometen a adoptar, con arreglo a sus procedimientos constitucionales y a las
disposiciones de la Convención, las medidas legislativas o de otro carácter que fueren
necesarias para hacer efectivos tales derechos y libertades.
En conclusión pareciera que es la misma Convención la que nos brinda el auxilio en el
conflicto que plantea el presente trabajo. Nuevamente una frase de Ariel Dulitzky nos
sirve para clarificar la cuestión: “(l)a cláusula federal podrá servir para deslindar
responsabilidades al interior del Estado federal, pero en modo alguno, para crear un
vacío de responsabilidad internacional”
La Corte Suprema de Justicia de la Nación 49 ha analizado esta cuestión y ha
expresado que “la ´cláusula federal´ prevista en la Convención Americana sobre
Derechos Humanos impone al gobierno nacional el cumplimiento de todas las
obligaciones relacionadas con las materias sobre las que ejerce jurisdicción legislativa
y judicial, y el deber de tomar "de inmediato" las medidas pertinentes, conforme a su
constitución y sus leyes, para que las autoridades componentes del Estado federal
puedan cumplir con las disposiciones de ese tratado (art. 28 incs. 1° y
2°)”(Campodónico de Beviacqua, Ana c/Ministerio de Salud y Acción Social s/ Recurso
de hecho, 2000).

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• Dulitzky, Ariel, “Federalismo y Derechos Humanos: el Caso de la
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48 Dulitzky, Ariel, “Federalismo y Derechos Humanos: el Caso de la Convención Americana

sobre Derechos Humanos y la República Argentina." Anuario Mexicano de Derecho


Internacional, Volumen VI, Instituto de Investigaciones Jurídicas, Universidad Nacional
Autónoma de México, 2006. p. 199-251.
49Para un análisis de la jurisprudencia de la Corte Suprema de Justicia de la Nación en relación

con la Convención Americana, en general, y respecto a la cláusula federal, en particular, véase


Dulitzky, obra citada.
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