Niccoló Paganini
Niccoló Paganini
Niccoló Paganini
Niccolo Paganini
Casa de Paganini.
Niccolo Paganini era flaco, alto, erguido, con las manos que parecían llegarle
hasta las rodillas; de trajes deshilvanados en jirones, muchas veces, su larga
melena revoloteaba al mismo tiempo que su arco describía parábolas en el
aire. Era sorprendente contemplar cómo podía tocar tal genialmente.
Su rutina de práctica duraba 15 horas al día y su técnica en el violín se hizo
tan increíble que comenzó a componer su propia música para demostrarlo.
Llego a poseer cinco violines Stradivarius, dos Amati y un Guarneis (su violín
favorito).
Tuvo como maestro a Giovanni Servetto. Con 16 años ya era conocido, pero
no dirigió bien el éxito y se emborrachaba continuamente. Una dama
desconocida lo salvo de esa vida para llevarlo a su villa donde aprendió a tocar
la guitarra y el piano. En 1801 compuso más de veinte obras en las que
combina guitarra con otros instrumentos.
Fue tan virtuoso en el manejo de este instrumento que pronto empezó a correr
una leyenda a su alrededor, la cual decía que había matado a un rival y que fue
condenado por ello a presidio, de manera tal que él había pactado con el
diablo entregándole su alma a cambio de la libertad y de adquirir esa
maravillosa técnica con el violín. Muchos aseguraban haber visto al diablo
junto al violinista ayudándolo en los momentos difíciles. Su técnica
asombraba tanto al público de la época que llegaron a pensar que existía algún
influjo diabólico sobre él, porque a su vez su apariencia se notaba algo extraña
y sus adelantos musicales eran una verdadera obra de arte. Se decía que en la
mayoría de sus apuntes aparecía una nota extraña la cual decía "nota 13".
Todos habían oído hablar de él, no solo los cultos; hasta los mendigos y las
prostitutas compraban sus entradas a penas se anunciaba que tocaría Niccolo
Paganini.
Algunos Romances
A Paganini la vida le sonreía por donde pasaba, su presencia impactaba a las
mujeres al punto de arrojarse a sus pies, y si no bastaba con su glamour, ahí
estaba su manera de tocar el violín.
Una dama que se resistía a amarlo, se enceraba en su habitación dio órdenes
de que bajo ninguna circunstancia se dejara entrar a Paganini en su casa, el
virtuoso se las ingenió para llegar hasta el balcón de la alcoba e improvisar
una sonata para una sola cuerda, cuando la dama se percató de la hazaña con
el violín, le hizo un lugar en su cama al genio.
Así transcurrían esos años, de mujer en mujer, de cama en cama. Era lo que
más le atraía, junto con el dinero para gastarlo, para jugarlo.
Tal vez porque durante su niñez había padecido pobreza y miseria, dinero que
caía en sus manos dinero que gastaba, y con la misma rapidez volvía a gastar
más, con la única ventaja de que a veces ni en violines gastaba.
Tenía muchas amantes, entre ellas Elisa y Paulina, hermanas de Napoleón
Bonaparte; pero finalmente se casó con la bailarina Antonia Bianchi, con
quien se fue a vivir y tuvo un hijo: Aquiles. La gente veía a Paganini como un
avaricioso que sólo le importaba el dinero y gastarlo en sus caprichos, pero
con el paso del tiempo cambió su ideal del dinero.
De su vida personal se sabe poca cosa más, pues fue muy desorganizada y
sólo mostraba su vida musical. Como tenía una formación biológica algo
diferente, tenía varias enfermedades serias. Éstas empezaron a desarrollarse
gravemente cuando Paganini tenía 38 años.
Avance Musical
De 1805 a 1813 fue director musical en la corte de María Anna Elisa
Bacciochi, princesa de Lucca y Piombio y hermana de Napoleón. En 1813
abandono Lucca y comenzó a hacer giras por Italia, donde se forma de
interpretar atrajo la atención de quienes le escuchaban. Podía interpretar obras
de gran dificultad únicamente con una de las cuatro cuerdas del violín
(retirando primero las otras tres, de manera que éstas no se rompieran durante
su actuación), y continuar tocando a dos o tres voces, de forma que parecían
varios los violines que sonaban. Además en la mayoría de sus espectáculos
usaba la improvisación.
En 1827 realizó un concierto bastante importante para su carrera. Fue un
concierto propio, compuesto por él en Nápoles. Tuvo gran éxito y ahí
realmente demostró su talento al ser él el autor e incluir nuevas técnicas que
parecían imposibles hasta el momento.
En 1828 fue a Viena, y dio 14 conciertos, donde debutó marcando un antes y
un después en su carrera. Siguió preparando conciertos y en 1829 y 1831 se
reunió con Goethe, Heine y Schumann. Paganini tuvo gran influencia sobre
estos artistas, quienes vieron inspiración en él. Después empezó a viajar por
Inglaterra, pero ya empezaba a sentir demasiado la fama y el coste de las
entradas era muy elevado, excesivo, por lo que el público estaba descontento.
Aun así la gente hacía todo lo posible por verle tocar, pues aparte de ser un
violinista prodigioso, tenía una forma muy peculiar de tocar por su
conformación biológica especial y por su tal distinta manera de interpretar la
música.
Heinrich Heine (1797-1856), el gran poeta alemán con quien se reunió en
1829, se ocupó de plasmar en 1830la manera de interpretar de Paganini:
"...Por lo que a mí se refiere, ya conoce usted el otro lado de mi afición
musical, la capacidad que tengo de ver la figura adecuada de cada nota que
oigo sonar; y así sucedió que, con cada movimiento de su arco, Paganini ponía
ante mis ojos imágenes y situaciones visibles, y en una escritura plástica de
sonidos me contaba todo género de historias estridentes, que desfilaban ante
mí como un fuego coloreado de sombras, en el que él mismo, con su música,
era el protagonista..."
Finalmente apareció en escena una figura oscura, que parecía haber salido del
infierno; era Paganini con su traje negro de etiqueta, frac negro y chaleco
negro, de hechura horrible, como quizás lo prescribía la etiqueta infernal en la
corte de Proserpina, unos pantalones negros que caían temerosos por las
piernas flacas. Los largos brazos parecían alargarse más aún cuando, con el
violín en una mano y en la otra el arco -con el que tocaba casi la tierra- hacía
el artista al público sus inverosímiles reverencias. En los esquinados contornos
de su cuerpo había una rigidez terrible, y al propio tiempo algo cómicamente
animal, que inducía a reírse; pero su cara, más cadavérica aún por la chillona
iluminación de las candilejas, tenía una expresión suplicante, tan
estúpidamente humilde, que una compasión tremenda sofocaba nuestro deseo
de reír.
Estos fueron los conciertos que realmente marcaron su carrera, después de
viajar a Inglaterra ya era un supremo del violín y siguió viajando por toda
Europa.
En París conoció al pianista y compositor húngaro Franz Liszt, quien
fascinado por su técnica, desarrollo un correlato pianístico inspirado en lo que
Paganini había hecho con el violín.