La Quinta Columna en Cartagena
La Quinta Columna en Cartagena
La Quinta Columna en Cartagena
Trayectoria de la Quinta
Columna en Cartagena
Pedro M.ª Egea Bruno
Autor:
Pedro M.ª Egea Bruno
Edita:
Fundación Centro de Estudios Históricos
e Investigaciones Locales Región de Murcia
Colección:
Murcianos para el recuerdo
Consejo Editorial:
Juan Roca Guillamón
Antonio Montoro Fraguas
Francisco Chacón Jiménez
Rafael Fresneda Collado
Miguel López Bachero
José Jesús García Hourcade
Cristina Roda Alcantud
Coord. Editorial: Agustín Bermúdez
© De la obra:
Pedro M.ª Egea Bruno
© De esta edición:
Fundación Centro de Estudios Históricos
e Investigaciones Locales de la Región de Murcia
Colaboran:
Pág.
PRESENTACIÓN . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 11
PRÓLOGO . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 13
INTRODUCCIÓN . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 17
ABREVIATURAS . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 23
CONCLUSIONES . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 237
BIBLIOGRAFÍA . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 255
PRESENTACIÓN
PRÓLOGO
Estimados lectores:
Tienen en sus manos un libro importante cuya lectura recomiendo a todos los afi-
cionados y profesionales de la Historia y, sobre todo, del período de la Guerra Civil
española. Aunque son innumerables las publicaciones sobre este apasionante tema, en
estas páginas se estudia una temática muy concreta y novedosa, como la Quinta Colum-
na, en uno de los escenarios más importantes de la guerra como el de Cartagena, por
albergar la Base Naval de la flota republicana. Todo ello se hace a partir del análisis de
la vida y obra de una persona singular, como fue Arturo Espa Ruiz, del que sólo conocía-
mos algunas breves referencias y que ahora se nos presenta como todo un personaje del
momento.
En los últimos años, las investigaciones sobre la organización clandestina de la
Quinta Columna, que operó en el frente y retaguardia del bando republicano en primer
lugar de forma espontánea y con posterioridad dirigida desde los servicios secretos del
bando franquista, han ido desarrollándose tanto en cantidad como en calidad. La inte-
resante documentación que nos ha dejado en los archivos una organización de embos-
cados y secreta, a pesar de que intentaba no dejar rastro en su difícil existencia para
evitar su persecución, ha permitido a los historiadores ir reconstruyendo sus actividades y
confirmando la importancia que tuvo en el desgaste de las autoridades civiles y militares
de la República y en el resquebrajamiento de la moral ciudadana del bando republicano.
En suma, cada vez los investigadores coincidimos más en sumar las múltiples actividades
de esta organización a los factores que más contribuyeron a la lenta agonía y a la pérdida
de la guerra por parte del régimen republicano.
Conocemos algunas de las actividades de sabotaje y espionaje de los quintaco-
lumnistas infiltrados en los cuarteles generales de los principales ejércitos del Ejército
Popular de la República, como el del Centro y de Extremadura. También de las variadas
14 • Francisco Alía Miranda
3 Archivo General de la Marina “Álvaro de Bazán”, Leg. 9046. “Boletín de Información Roja”.
16 • Francisco Alía Miranda
Además del apasionante asunto del libro, que explica mejor que otros muchos
cómo fue en realidad la guerra, tengo que destacar que la obra está escrita de una forma
amena y, a la vez, científica, pues el autor es uno de los principales especialistas de la
historia de nuestra guerra civil, sobre todo de los múltiples acontecimientos por lo que
atravesó Cartagena durante los casi tres años de conflicto bélico. El profesor Egea ha for-
mado su investigación sobre una abundante y pertinente bibliografía, una cuidada lectura
de la prensa de la época y un amplio elenco de fuentes documentales, para lo que ha
tenido que consultar durante un vasto período de tiempo numerosos archivos repartidos
por todo el país, en busca de nuevos documentos que han contribuido a revisar y ampliar
los conocimientos sobre la Quinta Columna, la guerra en Cartagena y, en consecuencia,
la guerra de España en su conjunto.
Los ciudadanos de Cartagena y los estudiosos de la Guerra Civil española podemos
estar de enhorabuena por esta nueva aportación historiográfica. Muchas gracias al autor
por su esfuerzo y buen hacer, que ha querido ofrecernos generosamente, y al editor por
confiar en un trabajo de investigación serio, atractivo, detallado, riguroso e innovador.
Amigos lectores, lean y disfruten, pues estas páginas son un ejemplo de cómo la Historia
puede resultar amena, entretenida y, a la vez, científica.
ejemplos de aquellos militares que dentro del bando republicano sirvieron a los intereses
del enemigo. La secuencia de su actuación puede seguirse en el consejo de guerra a que
fue sometido el 12 de abril de 1939, acusado de auxilio a la rebelión, donde blasonó de
sus actos de sabotaje, espionaje y alta traición.
Frente a la despersonalización de la historia, abordamos al personaje en su condi-
ción más extensa, lo que la historia sociocultural llama el espacio de experiencia: familia,
relaciones sociales, trabajo, mentalidad y ámbitos militar y político, tratando de descifrar
los fundamentos de su actuación en el doble plano de lo acontecido y de lo reconstruido,
queriendo profundizar en sus inquietudes y en las claves de su comportamiento. En las
razones materiales y en los valores simbólicos.
No se trata de una vuelta al sujeto, sino de la construcción de una identidad plural,
marcada por el contexto social, político, económico y cultural de la Cartagena que le
tocó vivir, especialmente convulsa. Años a los que podía aplicarse el título de una obra
de Aminb Maalouf: Identidades asesinas. Subrayamos la tensión entre lo individual y lo
colectivo. Una historia coral, levantada con testimonios de sus coetáneos, tratando de
vincular su trayectoria personal con las características generales de una situación históri-
camente dada. Como nos recuerda Marc Bloch: “Los hombres son más hijos de su tiempo
que de sus padres”.
Contemplamos el espacio en el que se desenvolvió, la Base naval de Cartagena
–uno de los enclaves militares más importantes de España–, donde estuvo adscrito al
Regimiento de Artillería de Costa nº 3, tan concluyente en los hechos afrontados. Com-
ponemos su perfil de leal geográfico, desde su participación en tareas contrarrevolucio-
narias a su decidida intervención en la serie de conspiraciones que se fueron articulando,
hasta ocupar un lugar preeminente en la de 4 de marzo de 1939, de consecuencias
insalvables.
Desbrozamos los factores que hicieron posible el desarrollo de la Quinta Colum-
na. Nos adentramos en los círculos de la conspiración, en la peculiar mentalidad de los
militares, en su mundo de valores, en las tramas del golpismo. Exploramos los hilos de
aquel laberinto, analizando objetivos, alianzas y estrategias de las fuerzas en presencia:
gubernamentales, casadistas y quintacolumnistas.
Estudiamos las jornadas de marzo de 1939, la huída de la Escuadra republicana,
la ofensiva comunista en el intento gubernamental de conservar la Base de Cartagena,
el hundimiento del Castillo de Olite, los días en los que Cartagena permaneció bajo el
régimen del coronel Casado, el final de la guerra y el destino de los quintacolumnistas
tras la ocupación nacionalista.
La consulta de los consejos de guerra –hasta no hace mucho clausurada a cal y
canto–, permite revisar hipótesis e iluminar comportamientos individuales y colectivos
Arturo Espa Ruiz • 19
guerra consultados se han sumado los expedientes de carácter informativo sobre los
hechos más destacados acaecidos en la Base, instruidos a instancias de la Fiscalía del
Tribunal Supremo. Son de interés las notas elaboradas por el Servicio de Información
Policial, que no descuidaban ni las cuestiones más íntimas de los investigados.
La información generada por el Partido Comunista de España adquiere también
una elevada significación en las páginas que siguen. Deviene fundamental para dilucidar
tanto el estado de la Marina como los sucesos de marzo de 1939 y los últimos días de la
guerra. Informes, tesis, manuscritos y memorias de militantes locales y dirigentes nacio-
nales, políticos y militares: S. Antor, J. Conde Paliñanes, P. Checa, M. Espadas, R. Farré, F.
Galán, B. García, I. García, J. Hernández, A. Precioso, J. Rodríguez y E. Rodríguez Sierra.
Algunos aspectos han sido matizados por la aportación documental emanada del
Servicio Histórico del Estado Mayor de la Armada sobre el levantamiento de Cartagena
en marzo de 1939, custodiada en el Archivo General de la Marina Álvaro de Bazán. Sobre
igual cuestión se destaca la atestación del comandante Manuel Lombardero, jefe de E.M.
de los sublevados, conservada por al autor.
Hemos consultado las piezas de la Causa General relacionadas con el presente
estudio, depositadas en el Archivo Histórico Nacional dentro de los fondos correspon-
dientes a la Fiscalía del Tribunal Supremo. De la misma procedencia son los expedientes
de los Tribunales Populares y Jurados de Urgencia y de Guardia de Madrid, del Tribunal
Supremo y del fondo Margarita Nelken, utilizados puntualmente.
Entre los recursos del Centro Documental de la Memoria Histórica destaca el Archi-
vo de Bruno Alonso, donde ocupa un lugar de relieve la correspondencia con Indalecio
Prieto, ministro de Marina y Aire y luego de Defensa Nacional, que alerta sobre la situa-
ción de la Base de Cartagena. De carácter complementario pueden citarse los sumarios
del Tribunal Especial para la Represión de la Masonería y el Comunismo.
De interés son los documentos consultados en el Archivo de la Fundación Pablo
Iglesias, en particular la contribución de Eustaquio Cañas, gobernador civil de Murcia en
la crítica encrucijada de marzo de 1939, Notas históricas sobre los últimos momentos de
la guerra civil de España, consignadas por un testigo presencial, París, marzo de 1948.
También el Informe de la visita efectuada a Cartagena por los ministros de Justicia, Ins-
trucción Pública y sin cartera, González Peña, Blanco y Bilbao, respectivamente (Madrid,
20 de febrero de 1939). La Fundación conserva los informes sobre la Marina del anarquis-
ta César Zayuelos y diversa correspondencia con Indalecio Prieto, En el mismo nivel, la
documentación de la CNT (Fundación Anselmo Lorenzo) sobre la Marina republicana y los
papeles de Juan Negrín (Archivo del Ministerio de Asuntos Exteriores).
El expediente personal de Arturo Espa se ha localizado en el Archivo General Mili-
tar de Segovia. Concluyente es el procedimiento sumarísimo del general Carlos Bernal
Arturo Espa Ruiz • 21
García –en el Archivo General e Histórico de la Defensa–, jefe de la Base naval de Car-
tagena entre el 24 de enero y el 4 de marzo de 1939, cuando fue relevado por el comu-
nista Francisco Galán en un último intento por parte del Gobierno de conservar aquella
posición estratégica.
Las tramas de espionaje pueden seguirse en el Expediente informativo de la red
Hataca, custodiado en el Archivo General Militar de Álava, donde también se conservan
las primeras operaciones de la ocupación nacionalista de Cartagena. Sobre la vida en
retaguardia ha sido útil la aportación proveniente del Archivo Municipal de Cartagena,
donde se han consultado Actas Capitulares, legajos de Orden Público, expedientes de
depuración de funcionarios e informes del Frente Popular.
Deben mencionarse los materiales depositados en el Archivo Naval del Cantábrico
(Ferrol), así como determinados registros privados, orales y escritos, como el expediente
procesal de Manuel Chillón Cabrera, conservado en el Archivo General de la Región de
Murcia, donde salen a relucir algunas cuestiones sobre la Quinta Columna.
La prensa ha sido utilizada en extenso, abarcando el arco temporal del estudio, fun-
damentalmente la de carácter local y regional, buscando las cabeceras emergentes del
momento y de las militancias en presencia. Por citar las más repetidas: Cartagena Nueva,
El Noticiero, El Porvenir, La Tierra, Nuestra Lucha y Venceremos. La voz de los marinos
está representada por La Armada, dirigida por Bruno Alonso. Las referencias a nombra-
mientos, normativas, leyes y decretos han sido tomadas del Boletín Oficial del Estado,
Boletín Oficial de la Junta de Defensa Nacional, Diario Oficial del Ministerio de la Guerra,
Gaceta de Madrid y Gaceta de la República.
La bibliografía ha sido revisada en muchas de sus afirmaciones, consecuencia de la
documentación manejada. Una relación ajustada a la temática abordada, en cuya inclu-
sión hemos cribado la extensísima literatura existente y recurrido a las memorias de los
coetáneos de uno y otro lado y a las sucesivas interpretaciones historiográficas.
Arturo Espa Ruiz es hijo de Arturo Espa Basset (1855) y Josefa Ruiz Ullate (1887).
Una familia paterna de raíces cartageneras. Son sus abuelos unos conocidos propietarios
locales: Bernardo Espa Algori (1814) y Carmen Basset Castillo (1824). Los maternos pro-
ceden de Fontellas (Navarra): Rufino Ruiz y Ciriaca Ullate. Los Espa forman tres grupos de
familia: Los Espa Manzano, los Espa Mora y los Espa Ruiz.
Arturo Espa Ruiz, hijo único, nació en Cartagena el 10 de octubre de 1905. A partir
de su padre los varones formaron en la Milicia. Su progenitor fue subintendente de la
Armada y su tío –el teniente coronel Rodolfo Espa–, participó en la Guerra de Marruecos
como comandante del Batallón de Cartagena1. La saga se prolongó en él, en un primo
Rodolfo Espa Manzano y en su sobrino Rodolfo Espa Mora. A la afección contribuyó el
Preparatorio López-Roldán-Espa, dedicado a la “Enseñanza especial para ingreso en las
Academias Militares”2.
Una familia de buen pasar, cuyos miembros habitaban en el barrio de Peral, lugar
de residencia –en villas y chalets– de una clase burguesa y militar, que desde finales de
siglo XIX busca horizontes más saludables al agobiante caserío de una ciudad amuralla-
da. Allí se censan conocidos apellidos de la buena sociedad: Berizo, Carlos-Roca, Vial,
Álvarez, Guardiola, Lombardero, Madrona, Prefumo y Dodero, Tapia, Matz, Ordóñez,
Delgado, Frigard, Albalá, Pelayo, Teulón, Gil, Aznar, Bárcena, Angosto, Lizana, Villalba
Moltó o Alcantud3.
Alternan con lo más granado de la sociedad, acuden como socios al exclusivo
casino de la ciudad, comparten la filantropía propia de aquellas clases, de carácter
devoto y patriótico. Participan de su religiosidad de ostentación. Figuran en la organi-
zación de los desfiles pasionarios, de honda tradición local, cuyos cofrades gozan de
gran prestigio social4.
Son los que dan donativos para terminar las obras de la iglesia del lugar. Los que
rivalizan con sus iguales en cuantas suscripciones se abren en la prensa para los fines más
diversos, pero siempre religiosos y patrióticos, desde la bandera del Somatén a las col-
chonetas del batallón expedicionario en África5. No dudan en personalizar los óbolos, lo
que permite conocer sus relaciones de parentesco: Carmen Mora de Espa, Tudela Espa
Mora, Rodolfo Espa Manzano, Fidela Manzano de Espa, Fidela Espa y Mora, Josefa Ruiz
de Espa, Rodolfo Espa Basset y Carlitos Espa Mora.
En su sociabilidad median otros actos benéficos, como la intervención en funciones
teatrales organizadas a favor de las cofradías de Semana Santa, representando zarzuelas
como El dúo de la africana6. Unas actividades que alivian las horas de tedio de aquellas
clases, especialmente de las mujeres, que alternan su tiempo con fiestas privadas, peti-
ciones de mano, puestas de largo y bodas exclusivas, en las que no faltan cortes de amor
y pajes7. Algunas, como Fidela Espa, protagonizan portadas de la prensa ilustrada, remar-
cando la notoriedad social de la familia8. El fundador de la saga es socio del exclusivo
Casino de Cartagena9.
Aquel mundo no tardará en desmoronarse. Tal vez el primero en presentirlo fue
Arturo Espa, huérfano de padre desde el 28 de enero de 1920, lo que debió trastocar
su plácido acontecer, aunque sus valores sociales –como se verá– permanecieron inmu-
tables.
Inició la carrera militar el 27 de agosto de 1921 como alumno de Artillería en la Aca-
demia General de Segovia, en la que ingresó sin haber cumplido los 16 años, por debajo
de la edad mínima exigida. Lo hizo con el número 3. Su expediente fue el esperado. El 8
de agosto de 1923 ascendió a alférez alumno por reglamento y el 25 de mayo de 1925 a
teniente por promoción, recibió además –como todos los oficiales que cursaban sus estu-
dios en la Academia de Artillería– el título de Ingeniero Industrial del Ejército.
El 5 de junio de 1925 fue destinado al Regimiento de Artillería de Costa nº. 3 de
Cartagena, donde ejerció de habilitado. Como el resto de sus compañeros sufrió las con-
4 El Porvenir (Cartagena), 10 de abril de 1919. Vid. EGEA BRUNO, P.M.ª, “El siglo XIX. Hacia la institucionalización”,
en FERRÁNDIZ ARAUJO, C y GARCÍA BRAVO, A.J. (ed.), Las cofradías pasionarias de Cartagena, Murcia, Asamblea
Regional de Murcia, 1990, Vol I, pp. 241-369. VICTORIA MORENO, D. “Siglo XX”, en FERRÁNDIZ ARAUJO, C. y
GARCÍA BRAVO, A. J. (ed.), op. cit., pp. 371-582.
5 El Eco de Cartagena, 29 de octubre y 11 de noviembre de 1924.
6 Cartagena Nueva, 23 de marzo de 1926.
7 El Porvenir (Cartagena), 16 de agosto de 1926.
8 Cartagena Ilustrada, 31 de octubre de 1926.
9 El Porvenir (Cartagena), 10 de abril de 1919.
Arturo Espa Ruiz • 27
secuencias del conflicto artillero suscitado por Primo de Rivera, que supuso la disolución
del Arma el 5 de septiembre de 1926, quedando suspenso de empleo, fuero, atribucio-
nes, uso de uniforme y sueldo10. Reingresó al amparo del decreto de 17 de noviembre del
mismo año, volviendo a su destino con efectos administrativos desde el 1º de diciembre.
Bien parecido y con una talla considerable para la época –casi 1,80–, gustaba de
lucirse en los desfiles militares. Desde 1926 suele mandar el piquete del Regimiento de
Artillería que da escolta a las procesiones de Semana Santa, tanto a la del Santísimo
como a las del Miércoles Santo11. El 1º de septiembre de 1930 consolidará sus relaciones
sociales y profesionales al contraer matrimonio con María de los Desamparados Butigieg
Romero [Nené], la hija del coronel Antonio Butigieg Montero, miembro de una dinastía
de dilatada presencia en la capital departamental. Como testigos firmarán el goberna-
dor militar de Almería –donde se celebró el enlace–, el capitán de ingenieros Hidalgo,
el comandante Tamayo y Antonio Jiménez Butigieg. El círculo militar se cerraba con su
concuñado, el capitán de Intendencia Augusto Aguilar Crespo. La noticia fue recogida en
el ABC12.
10 Vid. VICTORIA MORENO, D., Cartagena y la actual Región de Murcia durante la Dictadura de Primo de Rivera (1923-
1930), Cartagena, Ediciones Mediterráneo – Ayuntamiento de Cartagena, 2002, pp. 126-128. GÓMEZ NAVARRO,
J.L., El régimen de Primo de Rivera, Madrid, Cátedra, 1991, p. 381.
11 Cartagena Nueva, 31 de marzo de 1926 y 24 de mayo de 1927.
12 ABC (Madrid), 6 de septiembre de 1930.
28 • Pedro M.ª Egea Bruno
Siguió la tradición familiar y abrió un centro de enseñanza –el Instituto Juris–, dedi-
cado al ingreso en la carrera militar. Allí impartirá clase junto con su tío, el capitán de
Infantería Rodolfo Espa, el teniente de Artillería Rafael Latorre y el abogado y perito
mercantil Isidro Juan13. Previsor como pocos, todos los meses ingresa en la Delegación de
Hacienda el 5% de su sueldo íntegro para mejora de sus derechos pasivos.
Tuvo contados destinos fuera de Cartagena. Hombre de raíces, estuvo siempre
movido por el deseo de permanecer en su tierra. El 30 de junio de 1927 fue asignado
mediante concurso a la 2ª Sección –Artillería Montada– de la Escuela Central de Tiro del
Ejército (Madrid), encargándose de las funciones de ayudante y juez instructor de la mis-
ma, siendo felicitada toda la sección por las maniobras realizadas en Palma de Mallorca
entre el 12 de agosto y el 20 de noviembre de aquel año.
Como fue habitual en su generación pasó por Marruecos. El 27 de enero de 1928
fue enviado a la Comandancia de Artillería del Rif, con empleos en Villa Sanjurjo, Cam-
pamento de Targuist y Grupo Móvil. Un año más tarde fue adscrito a la Comandancia de
Artillería de Melilla, encargándose del mando y la administración de la 3ª Batería desta-
cada en Tensaman.
y Marín Ordóñez, José Esteban Palero, Alberto Meca Motilla, Eduardo Roldán Lafuente,
Emilio Hernández Angosto y Antonio Bonet Molina. No tardarán en militar en bandos
contrarios. Recibió la cruz del Mérito Militar, con distintivo blanco, sin pensión14. Otros la
obtuvieron con asignación económica.
Testigo excepcional del acto institucional de la proclamación de la II República. En
la tarde del 14 de abril formó parte del séquito que acompañó al Gobernador Militar en
su visita oficial al Gobernador Civil para proceder a la necesaria transición dentro de la
normalidad política. Todos los militares vestían de paisano15.
Aceptó el régimen republicano, seguramente como mero trámite, para no tener
que abandonar el Ejército al que se sentía unido por tradición familiar. El 25 de abril de
1931 firmó la promesa de adhesión y fidelidad a la República, conforme al decreto de 22
del mismo mes. Quiso dar imagen de militar liberal. En mayo de 1931 aparecía en las lis-
tas de suscripción para mitigar la crisis del trabajo. Lo hizo con 50 pesetas, una cifra nada
desdeñable para la época16.
El 18 de agosto de 1932 ascendió a capitán por antigüedad. El 29 de septiembre
de 1933 tomó el mando de la Batería 12ª, hasta que el 12 de enero de 1933 se encargó
de la Caja del Regimiento. Participó en algunas comisiones de revisión de armamentos y
el 12 de enero de 1934 –tras cesar como cajero– se hizo cargo del mando de la Batería
14ª.
Asumió el decreto de 19 de julio de 1934 que prohibía a los militares pertenecer
a partido político alguno, presentando la correspondiente declaración jurada17. El 1º de
enero de 1935 marchó a Los Alcázares como secretario de actuaciones judiciales y del 17
al 20 del mismo mes asistió como vocal a dos consejos de guerra en Albacete, ecos tal
vez de los sucesos de octubre de 1934.
Según sus superiores sobresalía en aplicación, capacidad, conducta y puntualidad
en el servicio. Tampoco andaba mal en ordenanzas, táctica y procedimientos militares.
Destacaba en labores administrativas y contabilidad, teoría y práctica del tiro y arte mili-
tar. Traducía francés e inglés. El valor se le suponía. En enero de 1936 su jefe directo –el
coronel Bartolomé Feliú Fons– lo informaba de forma favorable: “Lo considero muy apto
para los destinos de su empleo, trabajador, inteligente y muy celoso en el cumplimiento
de su deber, desempeñando con acierto cuantas comisiones se le han conferido”18.
Pudo sortear las consecuencias más dramáticas de la Guerra Civil y aunque su signi-
ficación política despertó sospechas, consiguió mantenerse a salvo y alcanzar puestos de
confianza, lo que alerta sobre la eficacia de los servicios de inteligencia de la República o
sus dotes de persuasión. En junio de 1937 ascendió a comandante. A mediados de 1938
fue nombrado jefe de Instrucción de su Regimiento y en agosto, primer jefe accidental
del mismo. Participó en actos de sabotaje, espionaje y alta traición. Su intervención más
19 Archivo Naval de Cartagena [ANC]. Causa 894/1939. Instruida contra el capitán de Artillería Arturo Espa Ruiz, fol. 4.
Arturo Espa Ruiz • 31
20 EGEA BRUNO, P. M.ª, “Vencedores y vencidos: la represión franquista sobre la Quinta Columna. El proceso de Arturo
Espa”, Revista Murciana de Antropología, 23 (2016), pp, 17-46.
Arturo Espa Ruiz • 33
Arturo Espa vivió los años de la II República en una Cartagena convulsa, super-
visada por el poder militar, asumiendo un papel directo en aquella trama censora, a
las órdenes del general José López Pinto, colaborando en los servicios secretos de la
Marina.
Cartagena fue durante la II República uno de los enclaves militares de mayor enver-
gadura de España. Cabecera del Departamento Marítimo del Mediterráneo, dependía de
la III Región Militar, con capital en Valencia. Destacaba por su Base naval, sede operativa
de las flotillas de destructores, submarinos y torpederos, con diversos barcos de trans-
porte y salvamento. Albergaba complejas instalaciones militares, desde el Arsenal a cuar-
teles de Marinería e Infantería de Marina, pasando por los servicios de Ingeniería Naval e
Intendencia, Hospital y Escuela de Buzos y Submarinistas de la Armada. Disponía de una
estación de radiotelegrafía e importantes depósitos de municiones y combustibles. Su
valor trascendía la mera realidad local. Para Benavides era el puesto “más importante de
la Marina en el orden del poder y la fuerza”21.
En la guarnición de tierra se encuadraba el Regimiento de Infantería nº 34 (Sevi-
lla) –luego denominado 7º Batallón de Retaguardia–, y, sobre todo, el Regimiento de
Artillería de Costa nº 3, responsable de un formidable despliegue artillero a lo largo del
litoral la Base. El dispositivo estaba defendido por dos aeródromos militares enclavados
en el Mar Menor: Los Alcázares y San Javier, pertenecientes, respectivamente, al Ejército
y la Marina. Los efectivos totales superaban con holgura los diez mil hombres, en una
población de poco más de cien mil habitantes22. Una plaza prácticamente inexpugnable,
21 BENAVIDES, M. D., La Escuadra la mandan los cabos, México D.F., Ediciones Roca, 1976, p. 319.
22 Vid. CEREZO, R., Armada española siglo XX, Madrid, Poniente, 1983, T. II, pp. 112-113. EGEA BRUNO, P.M.ª, “Los
siglos XIX y XX”, en TORNEL COBACHO, C. (coord.), Manual de Historia de Cartagena, Murcia, Ayuntamiento de
Cartagena – Universidad de Murcia – Caja de Ahorros del Mediterráneo, 1996, p. 307.
34 • Pedro M.ª Egea Bruno
que tan sólo podía ser tomada desde dentro, por la actuación de los enemigos internos,
como ocurrió en marzo de 193923.
La Base naval, con su inmenso poder y su inapelable trascendencia social y política,
estuvo en manos de dos militares decantados de manera inequívoca contra el régimen
republicano. El contralmirante Juan Cervera Valderrama –su jefe desde el 1 de septiem-
bre de 1931– y el general José López-Pinto Berizo, gobernador militar de la plaza, desti-
no para el que fue designado el 25 de septiembre de 1933.
23 EGEA BRUNO, P.M.ª, “Cultura de resistencia y guerra civil en la Base naval principal de la República. Cartagena
(1936-1939)”, Diacronie. Studi di Storia Contemporanea, 7 (2011), pp. 1-2.
24 Gaceta de Madrid, 17 de junio de 1931, pp. 1.433-1.435. Vid. BORDEJÉ Y MORENCOS, F. de, Vicisitudes de una
política naval, Madrid, Editorial San Martín, 1978, p. 569., ALPERT, M., La Guerra civil española en el mar, Barcelona,
Crítica, 2007, p. 21.
25 ROLDÁN CAÑIZARES, E., “Las reformas militares durante la II República: un asunto político”, Revista Internacional
de de Pensamiento Político, 11 (2016), pp. 409-410. HUERTA BARAJAS, J.A., Gobierno y administración militar en la
Arturo Espa Ruiz • 35
Aguilar Olivencia al reseñar que predominaban sobre las autoridades civiles y judiciales,
interviniendo en política y en los conflictos sociales26.
Nunca ocultó su rechazo ni su desprecio por el régimen republicano. Lo puso de
manifiesto el 29 de marzo de 1932 con ocasión de la recepción ofrecida a Niceto Alcalá
Zamora, frustrando –contra el deseo de la corporación municipal–, la parada de la Escua-
dra para que fuese revistada por el Jefe del Estado27. No fue el único desplante: “Las
palabras presidenciales enardecedoras de la Marina fueron recibidas con bulla y broma
por los mandos. Llegada la ocasión, arrastró a la oficialidad a un acto de insubordinación.
Ocurrió con ocasión de la función de gala ofrecida el día 30 a la memoria del capitán
García Hernández, a la que asistieron su viuda e hija:
Con esta finalidad ordenó que los marinos vistieran frac de uniforme. A Cervera,
que fingía guardar las deferencias debidas al Presidente, le constaba que casi ninguno
de sus subordinados poseía tal atuendo […] Por esta causa, muy pocos marinos concu-
rrieron a la fiesta y de esos pocos, unos no se levantaron al interpretarse el Himno de
Riego y otros se levantaron con la espalda vuelta hacia el presidente28.
II República española (14 de abril de 1931/18 de julio de 1936), Agencia Estatal Boletín Oficial del Estado, Madrid,
2016, pp. 241-243.
26 AGUILAR OLIVENCIA, M., 1986, El Ejército Español durante la II.ª República (Claves de su actuación posterior),
Madrid, Econorte, p. 471.
27 EGEA BRUNO, P.M.ª, “Festividad religiosa y festividad laica durante la Segunda República (Cartagena, 1932)”, Estu-
dios Románicos, 16-17 (2007-2008), pp. 111-126.
28 BENAVIDES, M.D., op. cit., pp. 323-324.
29 VIÑAS, Á., ¿Quien quiso la guerra civil? Historia de una conspiración, Barcelona, Planeta, 2019, p. 55.
30 GONZÁLEZ CALLEJA, E. y DEL REY REGUILLO, F., “Una iniciativa complementaria de ‘defensa social’: el Secretaria-
do español de la Entente Internacional contra la Tercera Internacional”, en La defensa armada contra la revolución:
una historia de las guardias cívicas en la España del siglo XX, Madrid, CSIC (Biblioteca de Historia), 1995, pp. 221-
234.
36 • Pedro M.ª Egea Bruno
31 EGEA BRUNO, P.M.ª, “La Marina contra la República (1931-1936): estrategia y conspiración (aportación documental
de la Causa General)”, Alcores, 20 (2016), pp. 119-144.
32 ANC. Causa 162/1942. Causa General de Murcia. Hechos ocurridos en este Departamento antes y durante el glorio-
so Alzamiento Nacional, fol. 81r.
33 Ibidem, fol. 121v.
34 Vid. FRANCO, F.J., “El cónsul Fricke y los intereses del III Reich en Cartagena”, Cartagena Histórica, 16 (2005), p. 12.
EGEA BRUNO, P.M.ª, “La Marina contra la República…, p. 128. MARTÍNEZ RUIZ-FUNES, M.ªJ. y CERDÁ MONDÉ-
JAR, V.M.ª, El colegio alemán de Cartagena (1931-1944). Élites e ideología”, Foro de Educación, 16 (25), (2018), pp.
Arturo Espa Ruiz • 37
27-47. MEYER, E., The factual list of nazis protected by Spain, 2014, https://archive.org/details/THEFACTUA-
LLISTOFNAZISPROTECTEDBYSPAIN.
35 ANC. Causa 162/1942…, fol. 137r.
36 Vid. EGEA BRUNO, P. M.ª, La represión franquista en Cartagena (1939-1945), 2ª ed., Murcia, Memoria Histórica de
Cartagena - Ministerio de la Presidencia, 2011, p. 47.
37 ANC. Causa 604/1939. Instruida contra el cabo de 1ª buzo Gregorio García Tomás por el supuesto delito de adhesión
a la rebelión, (s.f).
38 ANC. Causa 162/1942…, fols. 121r, 122r y 123v.
39 Ibidem, fol. 122r.
38 • Pedro M.ª Egea Bruno
al llegar la hora crítica del alzamiento estaban las estaciones en manos de auxiliares que
dieron el nefasto resultado de todos conocidos”48.
Tampoco consiguieron conjurar la amenaza que representaba para sus intereses la
Base aérea de Los Alcázares, ganada por la izquierda, con jefes como Ricardo Burguete y
Juan Ortiz. Su actuación fue crucial para que la República conservase Cartagena49.
6. Instalaciones militares.
se estaba jugando a los complots y a las novelas policiacas…”50. Era cuestión de tiem-
po. Una serie de acontecimientos, magnificados de forma interesada, irían extendiendo
la desconfianza y el recelo sobre un número cada vez mayor de oficiales, creando un
ambiente propicio para el levantamiento de julio de 1936.
El descubrimiento en mayo de 1932 de una célula anarquista en la Base de Sub-
marinos permitió a Cervera contagiar sus temores al ministro de Marina –José Giral–,
hasta el punto de embarcarlo en su propia guerra sucia contra la izquierda revolucionaria,
ordenando la organización de un servicio secreto para combatir las actividades conside-
radas sectarias, “… que no tuvieran cabida legal en la República”51. Ese fue el origen del
Servicio Especial Antiextremista de la Marina (S.E.A.E.M.). Para dirigirlo se nombró a Juan
Cervera que, sin conocimiento del Gobierno, mantuvo su propia organización52.
por los barcos y los aeródromos de Los Alcázares y San Javier, adscritos respectivamente
al Ejército y la Marina. El movimiento debía estallar entre el 15 y el 20 de septiembre,
anticipándose a la acción que preveían iban a realizar los socialistas a principios de octu-
bre. Una fantasía apenas hilvanada por el cabo Atienza y respaldada por algunos de
sus compañeros. En el consejo de guerra –celebrado el 2 de noviembre de 1934 por el
supuesto delito de rebelión– se demostró el carácter novelesco del proyecto58. Aun así, el
sumario se cerró con una pena de muerte –luego conmutada– y varias condenas a cadena
perpetua59. El propio Tribunal Supremo se refería a su instigador como a “… un individuo
de verdadero delirio y megalomanía”60.
La prensa socialista basó la rebelión en las extralimitaciones de unos superiores de
incontestable inclinación monárquica, sin réplica por parte del Gobierno:
filiación de cada cual. De eso podrían decir algo muchos marineros que lo saben por
experiencia»61.
Sacaba a la luz los métodos empleados en las pesquisas, alejados de toda legali-
dad, como la requisa de taquillas, en lo que coincidían los diarios locales62. La conclusión
iba más allá. Convenía el perverso uso de la acción malograda para estrechar y desmovi-
lizar voluntades:
… tienen ahora el pretexto que les hacía falta para justificar una represión que
siembre el pánico entre la marinería y acalle violentamente el descontento que en ella
pudiera existir. Ya que no a la justicia –esperanza que inútilmente abrigan desde hace
muchos años los subalternos de las Marina–, se acude al castigo. Política del palo, con
la cual se pretende pacificar espíritus63.
que la cuota para contribuir a ello era de cinco pesetas mensuales y que el declarante
debía recaudar dicha cantidad de otras tres personas y estas a su vez cada uno a otras
tres, estableciéndose así una cadena73.
En los inicios de 1936 la estrategia de la tensión había dado sus frutos. En la cam-
paña electoral de febrero la oficialidad estaba perfectamente delimitada, decantada la
mayoría por las propuestas más reaccionarias y marcadamente antirrepublicanas, la CEDA
en particular. El decreto de 2 de agosto de 1934 que prohibía las actividades sindicales y
políticas de los marinos parecía no afectarles74. Según Pascual Cervera: “La oficialidad de
Marina, sana casi en su totalidad, dentro de lo que permitían ordenanzas, se unió a la pro-
paganda y medidas en favor de saldar la situación para un triunfo de las derechas”75. Lo
confirmará Julián Zugazagoitia, que desde abril de 1938 ocupaba la Secretaría General
de Defensa Nacional76. Lo corroboran las fuentes comunistas y los informes del Servicio
de Investigación Policial franquista77.
Unos pocos se manifestaron de izquierdas. Según los servicios secretos fueron los
mismos que en julio defendieron la legalidad republicana. Un tercer grupo estuvo forma-
do por los tibios, los que intentaron capear el temporal, a los que igualmente se culpó del
fracaso del golpe militar.
Las clases de tropa –suboficiales, brigadas y sargentos– se decidieron por las pro-
puestas más avanzadas, llegando a emplear el coche del jefe de la flotilla de destructores
en menesteres electorales. Las confidencias señalaban que los auxiliares asistían a la Casa
del Pueblo y a los mítines del Frente Popular. A ellos sí se les aplicó la prohibición dicta-
da: “Nuestro servicio localizó y sacó fotografías a varios asistentes que pertenecían a la
Armada y el almirante los sancionó con energía”78.
82 Archivo Municipal de Cartagena [AMC]. Caja 1.668. Exp. 22. Informe del Frente Popular de Izquierdas sobre la mani-
festación del pueblo de Cartagena del 12 de abril de 1936 [sic]. Cfr. EGEA BRUNO, P.M.ª, “La amnistía de febrero de
1936 en Cartagena: Verdad y versión. Aproximación a las claves de un proceso de mixtificación política”, Espacio,
Tiempo y Forma. Serie V. Historia Contemporánea, 23 (2011), p. 234. Del mismo autor: “17 de febrero de 1936.
Motín en el Penal de Cartagena. Simbologías y estrategia política”, Cartagena Histórica, 27 (2009), p. 59.
83 Diario Oficial del Ministerio de la Guerra, 1 de marzo de 1936, p. 623.
84 Gaceta de Madrid, 5 de marzo de 1936, p. 1.845.
85 Gaceta de Madrid, 10 de marzo de 1936, p. 1.956.
86 La Época (Madrid), 10 de marzo de 1936.
87 Cartagena Nueva, 10 de marzo de 1936.
88 ANC. Causa 162/1942…, fol. 124r.
89 CERVERA VALDERRAMA, J., Memorias de guerra, Madrid, Editora Nacional, 1968, p. 6.
90 PIÑEIRO BLANCA, J.: “Revolución y contrarrevolución: militares y republicanos en la ciudad de Cádiz durante la gue-
rra civil española, 1936-1939”, Trocadero, 8-9 (1997), pp. 277-290. ESPINOSA MAESTRE, F., “Apuntes para la historia
de la sublevación de julio de 1936 en Cádiz”, en Contra el olvido. Historia y memoria de la guerra civil, Barcelona,
Crítica, 2006, pp. 35-42. GIL HONDUVILLA, J., Militares y sublevación: Cádiz y provincia, 1936; Causas, personajes,
preparación y desarrollo, Sevilla, Muñoz Moya Editores, 2013.
Arturo Espa Ruiz • 49
Que al empezar el año treinta y seis el ambiente general entre los jefes y oficiales
de la Base era que no se podía continuar más en esta forma y había que tomar una
determinación, no pasando de comentarios y conversaciones. Esto se agudizó al triun-
far las izquierdas en las elecciones de febrero y hubo un contacto más íntimo entre jefes
y oficiales empezando a hablarse de un alzamiento…98.
96 CERVERA PERY, J., Alzamiento y revolución en la Marina, Madrid, ed. San Martín, 1978. y MORENO DE ALBORÁN
Y DE REYNA, F. y S., La guerra silenciosa y silenciada. Historia de la campaña naval durante de 1936-39, IV (segunda
parte), Madrid, Gráficas Lormo, 1998,
97 ANC. Causa 162/1942…, fol. 46r.
98 Ibidem, fol. 49r.
52 • Pedro M.ª Egea Bruno
…que había que adelantarse al golpe comunista […] que estando las Juventudes
Socialistas y Comunistas instruyéndose militarmente con objeto de que los próximos
reemplazos llamados a filas fueran de ideología y al nutrir con ellos los distintos insti-
tutos armados, éstos llegado el momento, obedeciendo consignas del Frente Popular,
anularían toda reacción derechista de los mandos que no les fueran afectos e implanta-
rían el comunismo en España.
9. Regimiento de Artillería.
Los dudosos fueron cambiados de destino, “… mandando fuerzas con las que no
habían tenido ningún contacto antes de aquel momento y todos ellos bastante alejados
entre sí”107. La salida de los barcos para evitar el paso de las tropas de África diezmó las
filas de los comprometidos.
Jugó en su contra la indecisión de los mandos superiores –Márquez y Molíns–, de
los que ahora podemos afirmar que estaban dispuestos a incorporarse al alzamiento. A
juicio de los golpistas su actuación no fue suficientemente enérgica. Vacilaron a la hora de
sacar las tropas a la calle, dieron tiempo a que los ánimos de la marinería se soliviantasen
y acabaron colaborando en la detención de los oficiales. Los dos serían destituidos el 24
de julio. El primero fue asesinado en una saca de presos en Madrid, el segundo fusilado
en Cartagena por los sediciosos al término de la guerra108.
Pesó sobremanera el fracaso del golpe en Valencia, cabecera de la III División Orgá-
nica de la que dependía Cartagena109. Devino decisiva la actitud enérgica de los oficiales
defensores de la legalidad, que contaron con la determinación de los subordinados de
los tres ejércitos y la intervención de la Base aérea de Los Alcázares.
Medió la disposición del Ayuntamiento y del Frente Popular, entregando armas
a la población civil. Así aparece en la confesión del capitán de corbeta José M.ª de la
Puerta: “Estas autoridades el día 18 por la tarde entregaron armas en el Ayuntamiento a
las distintas organizaciones del Frente Popular y permitieron el asalto de la armería del
Callejón de Campos, habiendo llegado noticias al Arsenal que ese mismo día 18 salieron
en camiones desde la misma Plaza del Ayuntamiento personal con armas para unirse a
las fuerzas de Aviación de Los Alcázares con objeto de asaltar el aeródromo de Marina
de San Javier”110.
A destacar la intervención de militantes de partidos y sindicatos obreros, capaces
de movilizar a las clases inferiores del Ejército frente a la amenaza común: “… supieron
aprovechar el espíritu de rebelión de las dotaciones que estaban cansadas del látigo
opresor, encauzando esta enorme fuerza y logrando apoderarse de los mandos rebeldes
y de los barcos…”111.
Fue concluyente el papel desempeñado por el general Martínez Cabrera, que había
sido nombrado gobernador militar de la plaza el 1 de marzo de 1936112. A juicio de los
sublevados tomó partido desde su incorporación: “… el citado general era masón y de
ideas de un matiz izquierdista que le hicieron ponerse en contacto con los componentes
del Frente Popular desde el momento de su toma de posesión de mando”. Sus gestos
públicos eran bien conocidos: “En cuanto a manifestaciones callejeras, despedidas a
organizaciones obreras, no tuvo inconveniente de saludar puño en alto”113.
Su actuación permitió abortar el levantamiento militar. Se apoyó en el Regimiento
de Artillería de Costa nº 3, al que se encontraba adscrito Arturo Espa. Allí se daba cita
una oficialidad republicana en su conjunto, empezando por su superior, el teniente coro-
nel José Brandaris de la Cuesta, que en septiembre de 1936 sería nombrado gobernador
militar de Menorca; los comandantes Julián Orcajo Vázquez y Gerardo Armentia Palacios,
que en marzo de 1939 cambiaría de bando; los capitanes Alberto Calderón, Francisco
Ávila Zapata y Fernando Souza; los tenientes Carlos Mira Mula, Ambrosio Mena Ferrer,
110 ANC. Causa 162/1942…, fol. 30v. Vid. EGEA BRUNO, P.M.ª, “La Segunda República” y “La Guerra Civil”, en Historia
de Los Alcázares, II…, pp. 174-183 y 215-220. Del mismo autor: “Los Alcázares: un enclave republicano…, pp. 36-62.
111 La Armada (Cartagena), 27 de marzo de 1937.
112 Gaceta de Madrid, 1 de marzo de 1936, pp. 1.756-1.757.
113 AHN. Fiscalía del Tribunal Supremo. FC-Causa General, 1.067. Exp. 1. Pieza segunda de Murcia. Del Alzamiento
Nacional. Antecedentes, Ejército Rojo y Liberación, fols. 31-32. Toribio Martínez Cabrera ostentaba el grado de
general desde 1934. Gobernador Militar de Cartagena, defenderá la plaza en beneficio de la República. El 20 de
noviembre de 1936 fue nombrado Jefe de Estado Mayor del Ejército, cargo del que fue relevado poco después por
presión del PCE, que recelaba de su comportamiento. Destinado en el frente norte, el fracaso de las operaciones
militares y las represalias dentro del Ejército Popular por parte de los comunistas le llevarán a prisión hasta que
en 1938, bajo el gobierno de Juan Negrín, sea liberado y destinado como Comandante Militar en Madrid. Dio su
apoyo al golpe de estado del coronel Casado. Posteriormente consiguió llegar hasta Valencia donde, apresado
por las tropas franquistas, fue fusilado. CABELLO CARRO, P. y GARCÍA FERNÁNDEZ, J., “Toribio Martínez Cabre-
ra. General de Brigada, en GARCÍA FERNÁNDEZ, J. (coord.), 25 militares de la República, Ministerio de Defensa,
Madrid, 2011, pp. 632-645.
Arturo Espa Ruiz • 57
Estrada y Rubio Flórez y el alférez Valeriano Linares Alajarín. En los testimonios vertidos
en la Causa General, se les cita como “francamente rojos”. La mayoría –al igual que
Martínez Cabrera– militaba en la masonería, algunos con grados elevados, como Orcajo,
Ávila, Souza y Linares114.
Se distinguía a Julián Orcajo Vázquez, principal enlace del gobernador militar:
Terció la actuación del Cuerpo Auxiliar Subalterno del Ejército, cuyo posiciona-
miento fue también decisivo: “… hay que añadir los individuos del C.A.S.E., en que casi
la totalidad era roja o afecta a la nefasta política de Azaña”119. Según la Causa General,
sus miembros –tachados de conflictivos–, contaban con la protección de la oficialidad
republicana:
116 AHN. Fiscalía del Tribunal Supremo. FC-Causa General, 1.067. Exp. 1. Pieza segunda de Murcia…, fols. 28-41.
117 Gaceta de Madrid, 5 de diciembre de 1931, pp. 1.443-1.444.
118 AHN. Fiscalía del Tribunal Supremo. FC-Causa General, 1.067. Exp. 1. Pieza segunda de Murcia…, fol. 28.
119 Idem. El C.A.S.E se había creado el 13 de mayo de 1932 con la intención de regular la situación de los empleados
civiles del Ejército –conserjes, mecanógrafos, mecánicos o delineantes–, otorgándoles muchos de los derechos que
tenían los miembros del cuerpo de suboficiales. Vid. Gaceta de Madrid, 15 de mayo de 1932, pp. 1.202-1.204.
Arturo Espa Ruiz • 59
viduos del C.A.S.E. por parte del primer jefe teniente coronel Brandaris de la Cuesta,
comandantes Orcajo y Armentia, capitán Fernando Souza, tenientes Carlos Mira, Mena
y otros, que eran los verdaderos promotores de estos incidentes120.
120 AHN. Fiscalía del Tribunal Supremo. FC-Causa General, 1.067. Exp. 1. Pieza segunda de Murcia…, fols. 28-29.
121 Idem.
122 Idem.
123 Ibidem, fol. 30.
60 • Pedro M.ª Egea Bruno
El día 29 de junio de 1936, con el pretexto de que había varios oficiales fascistas
(capitán Palero, de la Iglesia, Lombarte y otros oficiales) reunidos en el Cuartel y en el
Parque, los elementos rojos acaudillados por clases del Regimiento de Artillería y direc-
tivos de las organizaciones sindicales obreras, rodearon el Cuartel y Parque, provistos
de cartuchos de dinamita124.
En última instancia a los golpistas –como ellos mismos reconocían– les sobró con-
fianza y les faltó la necesaria coordinación:
Las disposiciones adoptadas por los mandos leales desbarataron sus planes. Todo
encaraba a dejarlos aislados:
125 Idem.
126 Ibidem, fols. 32-33.
127 Idem.
128 Archivo Fundación Pablo Iglesias [AFPI]. AH-50-33. Correspondencia con Indalecio Prieto [CIP], Valencia, 21-01-1937
/ 25-04-1937. Sobre su vertiente profesional Cartagena Nueva, 27 de agosto de 1938.
62 • Pedro M.ª Egea Bruno
por el Tribunal Popular de Cartagena sobre aquellos sucesos, que subrayaba la trascen-
dente actuación de la tropa129. Según la calificación del Ministerio Fiscal:
129 En la causa fueron incursos el capitán Ángel de la Iglesia y los tenientes Gaspar Mira Martínez y Rafael de la Torre
Con ellos fueron imputados los tenientes José Manuel Carreras Bosch, Mauricio Fraile Méndez y el capitán José
Esteban Palero. Todos tuvieron un trágico final. Vid. AHN. Fiscalía del Tribunal Supremo. FC-Causa General, 1.161.
Exp. 2. Pieza quinta de Almería. Justicia roja, fols. 653-660.
130 AHN. Fiscalía del Tribunal Supremo. FC-Causa General, 1.067. Exp. 4. Pieza quinta de Murcia. Justicia roja, fol. 156.
131 EGEA BRUNO, P.M.ª, “La Marina contra la República…, p. 142. La mayoría encontró la muerte a bordo del buque
prisión España Núm. 3. Vid. HERNÁNDEZ CONESA, R., “Muerte en la Marina. 14-15 de agosto de 1936, los sucesos
del Río Sil y del España número 3”, Cartagena Histórica, Extra 1, (2002). BAYONA FERNÁNDEZ, G., “El ajuste de
cuentas con los oficiales y suboficiales de la Armada republicana”, en SÁNCHEZ RECIO, G. y MORENO FONSERET,
R. (eds.), Aniquilación de la República y castigo a la lealtad, Alicante, Universidad de Alicante, 2015, pp. 280-286.
Arturo Espa Ruiz • 63
El concepto de leal geográfico viene siendo utilizado para referirse a los militares
que se encontraban en el territorio que permaneció fiel a la República al producirse el
golpe de Estado de julio de 1936. Un grupo heterogéneo. Desde los que se mantuvieron
leales a los que actuaron como agentes de los rebeldes, pasando por los indiferentes.
Tantos como sus motivaciones132. En una de aquellas situaciones se encontró nuestro
protagonista. El informe que el gobernador militar de Cartagena –Ricardo Marzo Pelli-
cer– remitió el 29 de noviembre de 1941 al fiscal de la Causa General sobre el compor-
tamiento durante la guerra de su unidad –el Regimiento de Artillería de Costa nº 3– lo
incluye en una relación de “… jefes y oficiales que por su apatía, indiferencia o coacciones
prestaron servicios a los rojos”133. Durante todo el proceso trató de buscar justificación a
sus actos. No parece que lo consiguiera, ni siquiera con su máximo acto exculpatorio, la
sublevación de marzo de 1939.
Quedó al margen de la intriga que desembocó en el levantamiento de julio de
1936, tal vez por no ofrecer las garantías suficientes en unas circunstancias extremas,
dado el sigilo con que se llevaba el complot y la desconfianza que generaba la amplia-
ción del círculo de iniciados. Procuró acreditarlo, atribuyéndolo a una desconexión
fortuita, a su estancia en Madrid entre el 1 de junio y el 16 de julio de 1936, preparando
el ingreso en la Escuela Superior de Guerra. El alegato, de ser cierto, traduce la precipi-
tación de última hora de los conspiradores y la consiguiente inmadurez de su proyecto:
“Durante ese plazo de mes y medio calculo que fue durante el que aquí [en Cartagena]
se fraguó todo”134.
132 Vid. ALPERT, M., El ejército republicano en la Guerra Civil, Madrid, Siglo XXI, 1989, pp. 103-105. NAVAJAS ZUBEL-
DIA, C., Leales y rebeldes. La tragedia de los militares republicanos, Madrid, Síntesis, 2011, p. 141.
133 AHN. Fiscalía del Tribunal Supremo. FC-Causa General, 1.067. Exp. 1. Pieza segunda de Murcia…, fol. 40.
134 ANC. Causa 894/1939…, fol. 4.
64 • Pedro M.ª Egea Bruno
… recuerdo el detalle de cierto día que al salir de casa del comandante Vega
y yendo por la calle de Claudio Coello, en donde vivía el capitán de Ingenieros Salas
Gavarret, destinado en el Regimiento de Transmisiones y también partícipe de las opo-
siciones a que yo acudía, dijo: siento entrar en la Escuela Superior de Guerra sin haber
salido con mi Compañía, sublevado, a la calle, lo que me dio a entender que aún no
había fijado nada sobre ello.
Espa no pudo ir más lejos de los gestos y las palabras. Un compromiso de difícil
comprobación:
135 Ibidem, fol. 5. Sobre Amancio Muñoz de Zafra vid. EGEA BRUNO, P.M.ª, “El socialismo español desde las bases: la
agrupación de Cartagena en los años de formación (1910-1923)”, en CERVERA SALINAS, V. y ADSUAR FERNÁNDEZ,
Arturo Espa Ruiz • 65
… al paso, el teniente don Rafael Sánchez de León me dice: aquí hay mucha
gente mala, conviene que estés, esto, no obstante, como era para mí la demostración
clara de la participación del Regimiento y a ello quería ir con mi batería, marcho al cuar-
tel –que es donde estaba [mi unidad]– poniéndome en contacto al llegar con el capitán
don Antonio Lombarte, que me pareció jefe de lo que allí se fuese a hacer136.
Los golpistas ya habían sido sobrepasados por la determinación de los oficiales lea-
les, aunque él insistirá en su predisposición: “Este capitán me habló de la imposibilidad,
dada la situación, de echar las fuerzas a la calle; le pregunté noticias sobre el Alzamiento,
diciéndome tenía conocimiento del desembarco de fuerzas en Algeciras, quedando en
contacto con él, después de decirle que esperaba sus órdenes”137.
Leales y desleales, desinformación y recelo. Los partidarios de la insubordinación
aparecen como meros espectadores de unos hechos que se precipitan en su contra:
Y así transcurrió la noche. Durante ella fue extraño el ver armarse a los sargentos,
así como el de tomar medidas de defensa en el cuartel sólo por la guardia, el retén y los
jefes y oficiales; fueron tomadas éstas ante la idea de que Infantería de Marina nos ata-
case, si bien se convino en, antes de nada, preguntar el nombre del mando que traían
para –si era simpatizante del glorioso Alzamiento– unirnos a ellos…
M.ªD. (coords.), Alma de América: in honorem Victorino Polo, Murcia, Universidad de Murcia, 2008, Vol. 1, pp. 215-
231. MARTÍN NÁJERA, A., El Grupo Parlamentario Socialista en la Segunda República, Madrid, Fundación Pablo
Iglesias, 2000, pp. 1.390-1.391. MARTÍN NÁJERA, A. (dir.), Diccionario biográfico del socialismo español (1879-
1939), Madrid, Fundación Pablo Iglesias, 2010, pp. 575-576.
136 ANC. Causa 894/1939…, fol. 5.
137 Idem.
138 Idem.
66 • Pedro M.ª Egea Bruno
139 Vid. AHPCE. GARCÍA, B., Cartagena en el período de nuestra guerra. Tesis, manuscritos y memorias. Sig. 38/2.
Vid. ARRARÁS, J., Historia de la cruzada española, Madrid, Ediciones Españolas, 1942, VI, pp. 37-38. OLIVER, A.,
Los canes andan sueltos, Madrid, Círculo de Amigos de la Historia, 1976, p. 45. PLAZAS ESPINOSA, R., El Chipé,
Cartagena, Aries, 1999, pp. 22-23. RODA ALCANTUD, C., “Memoria y violencia colectiva en el prólogo de la Guerra
Civil española: El linchamiento de El Chipé en Cartagena”, en TRUJILLANO SÁNCHEZ, J.M. y GAGO GONZÁLEZ,
J.M. (eds.), Historia y fuentes orales. Las fuentes orales entre la memoria y la historia. La complementariedad con
otras fuentes, Actas VIIIas Jornadas, El Barco de Ávila, 2007, pp. 444-454. EGEA BRUNO, P. M.ª, “Violencia de clase
y construcción simbólica (Cartagena, 19 de julio de 1936)”, Stvdivm, 19 (2013), pp. 141-174. Del mismo autor, La
prostitución en la Cartagena contemporánea. En preparación.
140 Vid. HERNÁNDEZ CONESA, R., op. cit. HERNÁNDEZ CONESA, R. e IBÁÑEZ RUBIO, S., “Muerte en la Marina (II)”,
en Cartagena Histórica, Cuaderno Monográfico 36 (2008). MARTÍNEZ LEAL, J., op. cit., pp. 203-211. GONZÁLEZ
MARTÍNEZ, C., op. cit. pp. 160-161.
141 ANC. Causa 894/1939…, fol. 6.
Arturo Espa Ruiz • 67
… que dicho señor Espa tenía antes del 18 de julio de 1936 una clara significa-
ción derechista y que, escondido en su domicilio hubo de correr durante siete meses
el riesgo y peligros a que, como persona decente, de derechas y por añadidura militar
estaba expuesto, sólo creemos que la afabilidad, simpatía y demás dotes personales de
su carácter se debe, quizá, el que el Sr. Espa no sufriera un daño irreparable143.
142 AHN. FC-Causa General, 1.067. Exp. 2. Pieza tercera de Murcia. Cárceles y sacas. Prisión de partido de Cartagena.
Relación de reclusos de esta prisión desde el 19 de julio de 1936 al 29 de marzo de 1939.
143 ANC. Causa 894/1939…, fol. 41r.
68 • Pedro M.ª Egea Bruno
Sorprende el respaldo de los que debían encontrarse lejos de su credo político. Tampoco
aporta nombres.
Quedar a salvo de la vesania roja no era la mejor carta de presentación. Prestar
servicio a aquella causa era concluyente. Hubo de explicarse, como la inmensa mayoría
de los que se vieron en idéntica situación144. Comparado con el sacrificio de muchos de
sus compañeros de armas, su contribución a la causa nacional era, por el momento, pau-
pérrima. Debía buscar nuevos merecimientos.
144 ANC. Causa 250/1939. Instruida contra el teniente coronel de Intendencia de la Armada D. José Cabrerizo y otros
ocho jefes y oficiales más.
Arturo Espa Ruiz • 69
Las brigadas mixtas marcaron el nacimiento del Ejército Popular Republicano, reor-
ganizando sus fuerzas, tanto regulares como milicianas. De este modo, la labor empren-
dida a finales de 1936 por el Gobierno de Largo Caballero puso fin a la presencia de
pequeñas formaciones de combatientes arbitrariamente organizadas145. Llamadas a con-
vertirse en el núcleo básico del nuevo Ejército, estuvieron integradas por cuatro batallo-
nes y una compañía de reserva de Infantería, apoyados por un pelotón de caballería, una
patrulla de blindados, una batería con tres cañones, secciones de transmisiones, inten-
dencia, sanidad, zapadores y una columna de municionamiento. Sus efectivos debían
reunir 134 oficiales, 323 comisarios y 4.029 hombres, si bien sólo pudieron dotarse de
forma completa las primeras seis brigadas. No existían ni armas ni oficiales suficientes
para cubrir las necesidades previstas, a lo que se añadía la precipitación con que fueron
organizadas, lo que ha puesto en tela de juicio su operatividad146. No obstante, su actua-
ción fue decisiva en la defensa de Madrid y, en consecuencia, de la República.
La 23 Brigada Mixta se formó en Cartagena en octubre de 1936, con los bata-
llones Triana, Milicias de Cartagena, Fernando Condés y Comandante Ortiz, donde
previamente se habían integrado las milicias locales de la Juventud Socialista Unificada
[J.S.U.] y del P.C.E.147. Aquellas fuerzas estaban nutridas por trabajadores, algunos de
ellos menores de edad, como José Mateo Martínez de 16 años, huérfano de padre y
madre, “… que de la Casa de Misericordia en que se encontraba pasó a las milicias de
voluntario”148. Su organización corrió a cargo de Carlos Alberto Calderón Martínez,
capitán del Regimiento de Infantería de Sevilla núm. 34, con sede en la plaza. Durante
145 ROJO, V., Así fue la defensa de Madrid, Madrid, Asociación Libreros de Lance de Madrid, 2006.
146 ALPERT, M., El Ejército Popular de la República, 1936-1939, Barcelona, Crítica, 2007.
147 Venceremos (Cartagena), 15 de junio de 1937.
148 AHN. Tribunales Populares y Jurados de Urgencia y de Guardia de Madrid. Expte. nº. 910/937 instruido contra Bata-
llón Triana de la 23 Brigada (y ciento cincuenta y seis más), por abandono del servicio, desobediencia y negligencia,
fol. 156.
70 • Pedro M.ª Egea Bruno
El 20 de enero de 1937 Arturo Espa fue destinado a aquella unidad. Fiel a su línea
de defensa, negó su incorporación voluntaria, subrayando el sentido punitivo de la misma:
Hubo con esto, motivo de disgusto en el sector sano del Regimiento, pues
habían pedido mi permanencia aquí, por lo que yo atribuyo mi destino a que conocien-
do mis ideas, quisieran por ellas que saliese al frente. Nueva presión de los elementos
antes dichos motivó mi nuevo destino al Regimiento de Costa nº 3 con fecha 28 de
enero, pero cuando yo ya había salido para Chinchón con la citada brigada.
149 ENGEL MASOLIVER, C., Historia de las Brigadas Mixtas del Ejército Popular de la República, 1936-1939,
Madrid, Almena Ediciones, 2005, pp. 51 y 52.
150 AHN. Tribunales Populares y Jurados de Urgencia y de Guardia de Madrid. Expte. nº. 910 instruido contra Cristóbal
Hernández Peña, Isidoro Martínez García y Tomás Medrano Izquierdo por el delito de Rebelión Militar, fols. 41 y 57.
151 Cartagena Nueva, 6 de abril de 1937.
Arturo Espa Ruiz • 71
que declara, entre los elementos sanitarios de la unidad, a que pertenecíamos. / Esta
actuación de apartamiento del capitán Espa era voluntaria.
… por aquellos días contó la brigada con una batería de artillería de diez y
medio, que la mandaba un capitán no técnico, siendo objeto de comentarios jocosos
entre el capitán Espa y el declarante la escasa eficiencia de esta batería, a la cual me
dijo que no quería cooperar en su tiro ni acercarse por donde estaba el Estado Mayor
para evitarse una orden que suponía que le darían de tomar el mando de esa batería156.
Desde las inmediaciones del pueblo [San Martín de la Vega] veo el avance fácil y
rápido de la caballería nacional y vuelvo al mismo, donde ya se había dado la orden de
evacuación, mandando el jefe de la batería marcharse a la margen izquierda del Jarama,
orden que no esperó, pues yendo el que suscribe por la carretera vio venir a las piezas en
franca huída, análoga a la de los milicianos del batallón que tenía por delante158.
La retirada de esa fuerza –el batallón Triana– dejó al descubierto el flanco derecho
del primer batallón de la Brigada, que se vio obligado a replegarse, contraviniendo una
exigencia ineludible:
159 AHN. Tribunales Populares y Jurados de Urgencia y de Guardia de Madrid. Expte. nº. 910…, fols. 37, 86 y 98.
160 Ibidem, fol. 218.
161 AHN. Tribunales Populares y Jurados de Urgencia y de Guardia de Madrid. Expte. nº. 910/937…, fols. 208-209.
162 AHN. Tribunales Populares y Jurados de Urgencia y de Guardia de Madrid. Expte. nº. 910…, fol. 41.
163 AHN. Tribunales Populares y Jurados de Urgencia y de Guardia de Madrid. Expte. nº. 910/937…, fol. 110.
164 AHN. Tribunales Populares y Jurados de Urgencia y de Guardia de Madrid. Expte. nº. 910…, fol. 96.
74 • Pedro M.ª Egea Bruno
165 AHN. Tribunales Populares y Jurados de Urgencia y de Guardia de Madrid. Expte. nº. 910/937…, fols. 83-84 y 88.
166 Ibidem, fols. 214-216.
167 Vid. La Tierra (Cartagena), 21 de julio de 1936 y El Noticiero (Cartagena), 27 de julio de 1936.
168 AHN. Tribunales Populares y Jurados de Urgencia y de Guardia de Madrid. Expte. nº. 910/937…, fols. 89-92.
Arturo Espa Ruiz • 75
172 AHN. Tribunales Populares y Jurados de Urgencia y de Guardia de Madrid. Expte. nº. 910/937…, fols. 98 y 102.
173 AHN. Tribunales Populares y Jurados de Urgencia y de Guardia de Madrid. Expte. nº. 910…, fols. 189-191.
174 Gaceta de la República, 10 de agosto de 1937, p. 562.
175 ANC. Causa 894/1939…, fols. 7-8.
Arturo Espa Ruiz • 77
Que el mando de las dos baterías de once cuarenta y tres lo tuvo desde el trece
o catorce de febrero hasta el cinco de abril del año mil novecientos treinta y siete. Que
durante este mando no tuvo observatorio ni puesto de mando con vistas al enemigo.
Que no visitó las baterías más que una vez. Que procuró evitar todo lo posible que las
baterías hicieran fuego. Que el tiro lo dirigían los oficiales de las baterías conforme a las
instrucciones que recibían de la brigada por conducto del declarante176.
La Base naval de Cartagena fue durante la Guerra Civil el principal enclave marí-
timo de la España republicana, por no decir el único. El Gobierno de Largo Caballero
–por decreto de 2 de enero de 1937– potenció su preeminencia, segregándola de la III
Región Militar y convirtiéndola en un poder autónomo. Sus límites territoriales queda-
ron definidos: Al Norte, el río Segura; al Oeste, el ferrocarril de Orihuela a Murcia, lle-
gando al empalme con el de Cartagena, y las sierras de Carrascoy y Almenara, hasta el
Cabo de Cope; al Sur y al Este, el Mar Mediterráneo, bordeando el límite de las aguas
jurisdiccionales. Se le anexionaron 21 localidades de las provincias de Murcia y Alicante.
Su jefe –que podía pertenecer a cualquiera de las tres armas– dependerá directamente
80 • Pedro M.ª Egea Bruno
del ministro de la Guerra, actuando como delegado del Gobierno y centralizando todos
los resortes del mando, tanto en el orden civil, como político y militar179.
A su poder militar sumó la capacidad industrial del área, que permitió sustentar
una relevante producción de guerra, la segunda en importancia tras la catalana, sobre-
saliendo la Sociedad Española de Construcción Naval con 3.000 obreros, el Arsenal
Militar con 1.500 y la Fábrica Nacional de Cartuchería –desplazada desde Toledo e
instalada en el Parque de Artillería– con 1.200. Contaba con una fábrica de productos
químicos en la diputación del Hondón –convertida en factoría de explosivos–, un taller
de cargas de proyectiles en la de Alumbres y la Maquinista de Levante en la inmediata
localidad de La Unión, reorientada hacia la producción bélica. Detrás un formidable
complejo minero y metalúrgico, que venía respaldando la economía regional desde
tiempo atrás, que fue sindicalizado y luego nacionalizado. Por su puerto se desembar-
cará el grueso de las armas rusas, que hará posible la defensa de Madrid y el manteni-
miento de la resistencia republicana. De aquí partirá el conocido como oro de Moscú,
el tesoro del Banco de España, que permitió financiar la compra de armamento180. Todo
ello explica que estuviese en el punto de mira de los nacionalistas, tanto de las agresio-
nes de su aviación como de la actividad de la Quinta Columna.
La retaguardia republicana, al igual que los frentes de batalla, tuvo su propia
evolución. En el caso de Cartagena lo pondrá de relieve el jefe de los servicios de
investigación franquista –el Servicio de Investigación Policial [S.I.P.]– del Departamento
Marítimo, en su afán de ofrecer a los tribunales franquistas un marco de interpretación
que facilitase la depuración de las conductas de los que habían permanecido en territo-
rio republicano y que ahora querían pasar factura por los servicios prestados o por los
sufrimientos padecidos181.
Según sus referencias, al igual que en el resto de la zona republicana, los meses
iniciales de la guerra estuvieron marcados por la atomización del poder del Estado, que
perdió el control de la violencia a manos de partidos y sindicatos obreros:
bre de la F.A.I. o del comunismo. Nadie obedece, nadie acata; un fusil y un carnet
sindical son elementos sobrados para el ejercicio sin responsabilidad alguna de los
hechos más inhumanos y más monstruosos. Todos los poderes están encerrados en el
cargador de una pistola182.
cia del lujo y la miseria, del esplendor y la suciedad, de los automóviles Hispano-Suiza y
los carros tirados por débiles pollinos, de la residencia del almirante y el pequeño cuerpo
de guardia donde se hacinaban los marineros con su catre y su capote-manta, de los
salones de la oficialidad a bordo de los buques y los angostos sollados de la marinería,
de los emolumentos de los oficiales y la mísera soldada y el pobre rancho de marineros
y subalternos189.
La violencia también remitió. La última gran saca de presos tuvo lugar el 18 de
octubre de 1936: 49 fusilados en el cementerio de Santa Lucía, como represalia al primer
bombardeo con víctimas de la ciudad. Hasta marzo de 1939 –con ocasión de la subleva-
ción nacionalista– no volvió a reactivarse una represión de este calibre190.
La crisis de mayo de 1937, con la caída del Gobierno de Largo Caballero y el fin
de la hegemonía anarquista, marcaron un punto de no retorno191. Se asistió a la recons-
trucción del Estado y al cese de la coerción incontrolada192. La persecución se mitigó,
poniéndose tasa a los excesos revolucionarios y apareciendo nuevas relaciones socia-
les. La violencia quedó bajo control del Estado y las garantías procesales impuestas por
Manuel de Irujo, como ministro de Justicia del nuevo Gobierno presidido por Negrín,
limitaron el alcance de la persecución193.
La transformación operada, las razones del cambio y los beneficiarios de tal desa-
rrollo son puestos de relieve por González Quintana, que subraya el fin del proceso revo-
lucionario, el retorno al Estado surgido con el advenimiento de la República, según él al
servicio de los intereses de la burguesía y la pequeña burguesía, buscando el respaldo
de las democracias europeas y la consolidación de un modelo político homologable a las
mismas194.
189 KUNETSOV, N., “Con los marinos en España en su guerra nacional revolucionaria” en VV.AA., Bajo la bandera de la
España republicana, Moscú, Ed. Progreso, 1966, p. 135.
190 MARTÍNEZ LEAL, J., op. cit., 1993, pp. 199-200.
191 MUNIS, G., Jalones de derrota. Promesa de victoria. Crítica y teoría de la revolución española (1930-1939), Bilbao,
ZYX, 1977, p. 320ss. ENZENSBERGER, H.M., El corto verano de la anarquía: Vida y muerte de Durruti, Barcelona,
Anagrama, 2014, pp. 257-259. GRAHAM, H., La República española en guerra, 1936-1939, Barcelona, Debate, 2006,
pp. 153-235.
192 ENCINAS MORAL, A. (ed.), Las causas de la derrota de la República española. Informe elaborado por Stoyán Mínez,
alias Stepánov y Moreno, delegado en España de la Komintern durante los años 1937-1939, para el Comité Ejecutivo
de la Internacional Comunista, Moscú, [abril] de 1939, Madrid, Miraguano, 2003, pp. 242-244. PRESTON, P., op. cit.,
p. 511.
193 RAGUER, H., “Manuel de Irujo Ollo, ministro del Gobierno de la República”, Vasconia, 32 (2002), pp. 75-89.
194 GONZÁLEZ QUINTANA, A., “Justicia militar en la España republicana durante la Guerra Civil Española (1936-1939)”,
en Justicia en Guerra. Jornadas sobre la Administración de Justicia durante la Guerra Civil española: instituciones y
fuentes documentales, Madrid, Ministerio de Cultura, 1990, p. 185.
Arturo Espa Ruiz • 83
La indulgencia fue un mensaje legible. Según el jefe del SIP: “Ya no se ven pistolas
ni fusiles por las calles. / El Gobierno rojo ha desbancado al populacho, que robaba y
desbancaba por su cuenta y para su provecho […] Han desaparecido casi todos los comi-
tés, los que restan ya no tienen poder ni virulencia; nace un Estado, se precisa de órga-
nos administrativos […] el terror no es tan intenso, desaparece de las calles el miliciano
repugnante y el mono sucio”195. Surgieron nuevos representantes del poder, un nuevo
funcionariado, más acorde con el escenario inaugurado, marcado por los privilegios y el
subsiguiente rechazo de las propuestas más extremas: “Los automóviles de los comités,
de los partidos y de las sindicales pasan a los Estados Mayores, aparecen las Jefaturas de
todas clases, se desdoblan servicios, toda la frondosa burocracia nace del riego de sangre
de agosto [de 1936]; en cada cargo, alto o bajo, lleva anejo un montón de galones y un
coche. (En Cartagena hay uno en que los servicios personales de la Base naval absorben
más de doscientos coches de turismo)”196.
La vida en la retaguardia no fue igual para todos los derechistas, enjuiciando a los
que se adaptaron al nuevo orden de cosas y valorando a los que se mantuvieron firmes en
sus principios y sufrieron las consecuencias:
La CNT resalta la existencia de una elite que vivía de espaldas a la guerra, lo que
exacerbaba al conjunto de la población con “… ostentación de galones, comisarios,
tabernas, cabarets, prostitutas y entretenidas”. Unas autoridades alejadas del momento
en que se vivía: “… en sus torres de marfil y empeñadas en apartarse del pueblo no pue-
den llegar a las entrañas de los problemas y todo lo convierten en bandos, alocuciones y
chin-chin de los desfiles…”198. Una vuelta al pasado con agravantes. Obreros de las fac-
torías de guerra que abandonaban la producción para realizar instalaciones de luz, agua,
gas y casetas de baño en los chalets requisados por los jefes militares a orillas de la playa.
Chóferes militarizados, que llevaban a sus superiores de juerga199.
La nueva situación y la relajación de la represión permitieron tomar posiciones a los
enemigos internos200. Para Vittorio Vidali, fundador y comisario político del Quinto Regi-
miento, “… los elementos de la Quinta Columna se sienten más seguros, trabajan más,
se reúnen y se organizan mejor”201. El PCE cartagenero era igualmente consciente de la
correlación: “Entre los elementos que interpretaron que la obra revolucionaria se había
suspendido, figuran los de la Quinta Columna [que] cobraron nuevos impulsos…”202.
La valoración de las conductas fue desde luego diferente:
198 AFPI. Archivo César Zayuelos [ACZ] 184-22. ZAYUELOS MORENO, C., Memoria: La política en la Marina de Guerra.
Once informes sobre lo que fue y como se procedió en la Marina de Guerra de la República. Estudios técnicos, infor-
mes de actividades de la Flota. La política comunista y de los demás políticos en la Flota, fols. 13-14.
199 Fundación de Estudios Libertarios Anselmo Lorenzo [FELAL]. Inventario Ámsterdam [IA]. Archivo del Comité Nacional
CNT. 33D. 2.2. Informe sobre la Marina Cartagena titulado: Suicidio voluntario. Agosto 1938, fol. 3.
200 ALÍA MIRANDA, F., “Negrín ante un enemigo invisible. La Quinta Columna y su lucha contra la República durante la
guerra civil española (1937-1939)”, Historia y Política, 33 (enero-junio, 2015), p. 188.
201 CONTRERAS, C. [Vittorio Vidali], La Quinta Columna: Cómo luchar contra la provocación y el espionaje, Madrid,
Sector Oeste del Partido Comunista, 1937, p. 23.
202 Venceremos (Cartagena), 28 de septiembre de 1937.
203 ANC. Causa 250/1939…, fol. 199.
Arturo Espa Ruiz • 85
204 PRIETO, I., “Cómo y por qué salí del Ministerio de Defensa Nacional”, en Convulsiones de España, México D.F.,
Ediciones Oasis, 1967, T. II. 7-85.
205 ALPERT, M., La Guerra civil española en el mar…, p. 304.
206 FELAL. IA. Archivo de la Sección Nacional de Coordinación y Servicio de Información Exterior. 005G. Situación Gene-
ral del Cuerpo de la Armada y de la Subsecretaría de Marina, fols. 10 y 13.
207 ANC. Causa 1.192/1939. Instruida contra el alférez de navío de la Armada Don Carlos Esteban Hernández, fol. 5v.
208 CDMH. ABAG. CIP (1937-1938), fol. 197r-v.
209 FELAL. IA. Archivo del Comité Nacional CNT. 33D. 2.2. Informe sobre la Marina Cartagena…, fol. 3.
86 • Pedro M.ª Egea Bruno
entregada al enemigo, cuando no saboteada como ocurrió con la voladura del Jaime I, y
finalmente rendida en Bizerta210.
Los mismos recelos se despertaron en el PCE, que consideró la falta de man-
dos como un razonamiento ficticio. Según su criterio quedaban suficientes leales en el
lado republicano y, en todo caso, se podían haber preparado los cuadros necesarios,
evitando de este modo una traición segura: “Poco a poco salen de las cárceles sin ser
juzgados todos los elementos de Falange Española en la Marina”211. Otro tanto pun-
teará el almirante Kunetsov, agregado soviético en la Base, “… el socialista Indalecio
Prieto, saboteó claramente la creación de una oficialidad de Marina auténticamente
democrática”212. El ministro se defendía con consideraciones judiciales, poco apropia-
das a las circunstancias: “… el mero procesamiento no supone culpabilidad y porque
la separación sólo en términos legales puede efectuarse si la lleva aneja la pena que se
imponga…”213.
A principios de 1938 la situación descrita en los informes del PCE era alarmante:
“... en caso de triunfo fascista, no [se] tiene necesidad de efectuar cambios ni en el
Ministerio, ni en Cartagena, ni en la Flota...”214. El realizado el 15 de agosto de aquel
año era demoledor215. De las 165 referencias anotadas solo aparecían 19 incondiciona-
les sin tacha, 21 con capacidad técnica contrastada y un solo juicio moral positivo. Los
peores resultados para la Subsecretaría de Marina, la Base de Cartagena y los Cuerpos
Patentados216.
La exigua lealtad será reconocida por el almirante Francisco Moreno, jefe de la Flo-
ta sublevada, lo que daba lugar a la que la republicana operara con las mínimas condicio-
nes de eficacia217. Lo manifestarán –ya en la posguerra– los propios oficiales que habían
intrigado contra la República. Así aparece, entre otros, en el sumario instruido al teniente
de navío Emilio Rodríguez Lizón, que declaró que la escasez de técnicos: “… obligó a los
mandos rojos a echar mano de todos los oficiales a sabiendas de que muchos de ellos
eran de ideas derechistas…”218.
210 AFPI. ACZ 184-22. ZAYUELOS MORENO, C., Memoria: La política en la Marina de Guerra...
211 AHPCE. RODRÍGUEZ SIERRA, E., Informe sobre la Marina de Guerra, Manuscritos, tesis y memorias, 64/7, fol. 14.
212 KUZNETSOV, N., “Con los marinos españoles en su guerra nacional-revolucionaria”, p. 138.
213 CDMH. ABAG. CIP (1937-1938). Carta de Prieto de 27 de marzo de 1937, fols. 42-43.
214 AHPCE, RODRÍGUEZ SIERRA, E., Informe al C.C. del Partido Comunista Español, Moscú, 10 de junio de 1941,
Manuscritos, tesis y memorias, Carpeta 56/2, fol. 31.
215 AHPCE, Informe sobre la Flota, 15 de agosto de 1938. Manuscritos, tesis y memorias. Sig. 19/8.
216 EGEA BRUNO, P.M.ª, “La visión comunista sobre la Armada republicana…, pp. 307-356.
217 Vid. MORENO, F., La guerra en el mar, Madrid, A.H.R., 1959, pp. 95 y 116-117. CERVERA VALDERRAMA, J., op. cit.,
p. 380. MORENO DE ALBORÁN Y DE REYNA, F. y S., op. cit., p. 3.241.
218 ANC. Causa 249/1939. Instruida contra el capitán de corbeta José Sierra Carmona, teniente de navío Emilio Rodrí-
guez Lizón, teniente de navío Ramón Guitar de Virto, alférez de navío Enrique Manera Regueira y teniente de navío
Arturo Espa Ruiz • 87
226 ANC. Causa 160/1939. Instruida cintra el teniente de navío D. Fernando Oliva Llamusí, fol. 51.
227 GUTIÉRREZ PÉREZ, M., Arsenal de Cartagena 1936. Resumen de una vida, s.l. (Venezuela), Intensa Offset, 2000, p.
156.
228 ANC. Causa nº 141/1939. Instruida contra el maestre de Radio José Balboa por el supuesto delito de adhesión a la
rebelión, fol. 16.
229 Archivo General de la Región de Murcia. Prisiones, 49792/6. Expediente procesal de Manuel Chillón Cabrera, 1937-
1938, (s.f.).
230 Contreras, Carlos: La Quinta Columna…, p. 20.
231 .Vid. EGEA BRUNO, P. M.ª, “Contribución al estudio de la Flota…, p. 93.
232 CDMH. ABAG. CIP (1937-1938). Carta de 29 de noviembre de 1937, fol. 237r-v.
233 ANC. Causa 122/1939…, fol. 24r.
Arturo Espa Ruiz • 89
sus ahijados”238. En la observación coincidirá Pedro Prado, jefe de E.M. de Marina, que
meses más tarde remitía al ministro sus impresiones de un viaje a Cartagena: “Moral
derrotista. Mucho fascista con entera libertad de acción”239. No parecía muy eficaz el ser-
vicio de espionaje que –según Ramón Rufat– dispuso la Armada republicana240.
El fin del Comisariado de la Base en febrero de 1938 alentó las acciones contrarre-
volucionarias. Lo recogía Bruno Alonso en la carta de dimisión que dirigió a Prieto:
238 CDMH. ABAG. Informe del Comisario General de la Flota Republicana y Base naval Principal de Cartagena, dirigido
al Ministro de Defensa Nacional (5 de diciembre de 1937).
239 Archivo del Ministerio de Asuntos Exteriores [AMAE]. Nota reservada y confidencial del Jefe de E.M. de Marina para
el Ministro sobre los resultados de la inspección a la Base naval de Cartagena y otras Bases, la Flota, el Comisariado,
la reorganización del E.M. y otros (11 de mayo de 1938). Caja RE.149. Carpeta 7. Estado Mayor de la Marina. Pliego
1, fol. 1.
240 RUFAT, R., “Le service d’espionnage de l’Armée républicaine pendant la Guerre Civile espagnole de 1936-1939”,
Matériaux pour l’histoire de notre temps, 3-4 (1985), pp. 68-70.
241 CDMH. ABAG. CIP. Carta de Bruno Alonso de 5 de febrero de 1938, fol. 261v.
242 ANC. Causa 385/1939. Instruida contra los tenientes coroneles de ingenieros de la Armada Pedro Vargas Serrano,
José Parga Rapa, Manuel López Acevedo y Campoamor y capitán del mismo cuerpo Rafael Crespo Rodríguez, fols.
44-45.
243 AMC, Acta Capitular [AC], 28 de abril de 1937, fol. 225v.
244 GÓMEZ VIZCAÍNO, A., “La Armada. Evolución del concepto disciplina en la Marina republicana (1936-1939)”, Anales
de Historia Contemporánea, 12 (1996), pp. 483-490.
245 La Armada (Cartagena), 1 de octubre de 1938.
Arturo Espa Ruiz • 91
Por nuestra ciudad pasean desde algún tiempo acá hombres y mujeres que no
se sabe de qué viven y qué trabajos realizan. Se aprecia, no obstante esto, que viven
espléndidamente, sin que nadie se preocupe de saber cuáles son sus actividades.
… elementos que antes del 18 de julio hacían ostentación de sus ideales mar-
cadamente reaccionarios actúan con gran libertad. / Elementos que debieran estar en
la cárcel y que no sabemos por qué ni por quién andan sueltos, como si la sangre que
se derrama en los frentes no se derramara precisamente para que estos elementos no
puedan traicionar por la espalda. / Familiares y parientes de fascistas que sin ningún
recato hacen propaganda perjudicial para nuestra causa, y que sin trabajar viven tam-
bién espléndidamente. / Y, en suma, en muchos rincones de determinados organismos
oficiales, donde esperan el momento para traicionarnos por la espalda249.
246 CDMH ABAG. CIP (1937-1938). Carta de Bruno Alonso de 23 junio de 1937, fols. 181r-182v.
247 Ibidem. Carta de 1 de agosto de 1937, fols. 198r-199r.
248 Venceremos (Cartagena), 20 de junio de 1937.
249 Venceremos (Cartagena), 18 de junio de 1937.
92 • Pedro M.ª Egea Bruno
... que conoce al capitán Trigo desde que estuvo destinado de Juez Permanente
a las órdenes del Auditor del Departamento, que colaboró dicho capitán eficazmente a
la labor de obstrucción y sabotaje que en la Auditoría se hacía a la justicia roja270.
268 SÁNCHEZ RECIO, G., “Justicia ordinaria y justicia popular durante la guerra civil”, en Justicia en Guerra. Jornadas
sobre la Administración de Justicia durante la Guerra Civil española: instituciones y fuentes documentales, Madrid,
Ministerio de Cultura, 1990, pp. 87-107. Del mismo autor: Justicia y guerra en España. Los Tribunales Populares
(1936-1939), Alicante, Instituto de Cultura Juan Gil-Albert, 1991.
269 BERMEJO MERINO, C.; AYUSO HERRERA, M. y MARCOS RIVAS, J., “El Tribunal Popular de Cartagena”, en Justicia
en Guerra…, pp. 109-125.
270 ANC. Causa 50/1939. Instruida contra el capitán de infantería de Marina Don Vicente Trigo Sandomingo por el
supuesto delito de adhesión a la rebelión, fols. 4v y 55r.
271 Gaceta de la República, 11 de enero de 1938, pp. 151-152.
272 GONZÁLEZ MARTÍNEZ, C., op. cit., p. 251.
273 AHN. FC-Causa_General, 1067, Exp. 4. Pieza quinta de Murcia…, fol. 331.
Arturo Espa Ruiz • 95
274 AFPI. AH-5-19. Correspondencia con la Agrupación Socialista de Cartagena (06-11-1935 / 12-01-1939), fol. 88r.
275 GONZÁLEZ MARTÍNEZ, C., op. cit., pp. 253-254.
276 FELAL. IA. Informe sobre la Marina Cartagena…
277 VV.AA., Guerra y revolución en España 1936-1939, Moscú, Editorial Progreso, 1977, T. IV, p. 281.
278 AFPI. AH-70-26. Informe de la vista efectuada a Cartagena por los ministros de Justicia, Instrucción Pública y sin
cartera, González Peña, Blanco y Bilbao, Respectivamente (Madrid, 20 de febrero de 1939), fols. 1-2.
279 EGEA BRUNO, P.M.ª, “El final de la guerra civil: Cartagena, marzo de 1939”, Hispania Nova, Revista de Historia
Contemporánea, 14 (2016), http://www.uc3m.es/hispanianova.
Arturo Espa Ruiz • 97
280 PASTOR PETIT, D., Los dossiers secretos de la Guerra Civil, Barcelona, Argos, 1978, pp. 249-490. Del mismo autor,
PASTOR PETIT, D., Resistencia y sabotaje en la Guerra Civil, Barcelona, Robinbook, 2013. NÚÑEZ DE PRADO Y
CLAVELL, S., “Las Quintas Columnas en la Guerra Civil española”, Anuario del Departamento de Historia, I, 1989,
pp. 223-232. TARÍN-IGLESIAS, M., Los años rojos, Barcelona, Planeta, 1985.
281 Vid. EGEA BRUNO, P. M.ª, “Cultura de resistencia…
282 Venceremos (Cartagena), 18 de junio de 1937.
283 Vid. MARTÍNEZ, S., El Regimiento Naval Núm. 1, s.i., s.l., s.a., p. 18.
284 CARRETERO, J.M.ª, La Quinta Columna, Madrid, Caballero Audaz, 1940. PANIAGUA, J., “La Quinta Columna.
Un arma franquista contra la II República española”, A Distancia, 3, 2003, p. 114. PANIAGUA, J. y LAJO, B. (eds.),
Sombras en la retaguardia. Testimonios sobre la 5ª columna en Valencia, Valencia, UNED, 2002. HEIBERG, M. y ROS
AGUDO, M., op. cit., p. 194. CERVERA GIL, J., Madrid en guerra. La ciudad clandestina, 1936-1939, Madrid, Alianza,
2006. Sobre su actuación en Cartagena ROMERO, L., Desastre en Cartagena (marzo de 1939), Barcelona, Ariel,
1971. Del mismo autor: El final de la guerra, Barcelona, Ariel, 1976. MARTÍNEZ PASTOR, M., 5 de marzo de 1939,
Cartagena, autor, 1969. 2ª ed., Cartagena, Agua, 1992.
285 Milicia Popular, Diario del 5º Regimiento de Milicias Populares (Madrid), 6 de octubre de 1936. Vid. JUANES, T., “La
Quinta Columna, espías de Franco”, Tiempo de Historia, 46 (1978), p. 4. NÚÑEZ DE PRADO, S., op. cit., p. 224.
98 • Pedro M.ª Egea Bruno
desde el interior de la capital…”286. Enrique Líster no tenía dudas: “El fascista Mola habló
de cuatro columnas, diciendo que éstas atacarían a Madrid simultáneamente, pero que
al final intervendría la Quinta Columna. Se refería a los emboscados, a los traidores que
aún permanecen ocultos en Madrid”287. El periodista soviético Mijail Koltsov, adjudicaba
su autoría al general Varela288. En todo caso, como señaló Manuel Chaves, “pocas veces
una simple frase ha costado más vidas”, añadiendo que ha sido la frase más cara que se
ha dicho en España”289.
La expresión tuvo inmediato éxito en los periódicos, incluso en los de ámbito inter-
nacional y no siempre de primera fila290. En Murcia comenzó a usarse a los pocos días de
su puesta en circulación, lo que refleja la celeridad con que se difunde la propaganda
política en tiempos de guerra. Se recogió en un acto organizado el 11 de octubre por
el PCE291. Días más tarde el gobernador civil, el también comunista Luis Cabo Giorla,
alentaba a “descubrirla y anularla”292. En Cartagena se glosó en un mitin convocado el 19
de noviembre de 1936 por los Amigos de la Unión Soviética293. Un mes más tarde, Juan
Sánchez Blaya, presidente del Tribunal de Desafectos –creado el 10 de octubre–, mencio-
naba su persecución entre las tareas que le habían sido asignadas:
286 ALCOCER, S., La Quinta Columna (Madrid, 1937), Madrid, G. del Toro, 1976, p. 267.
287 Milicia Popular, Diario del 5º Regimiento de Milicias Populares (Madrid), 6 de octubre de 1936.
288 KOLTSOV, M., Diario de la guerra de España, Barcelona, Planeta, 2009, p. 208.
289 CHAVES NOGALES, M., A sangre y fuego. Héroes, bestias y mártires de España, Sevilla, Espuela de Plata, 2013, p.
171.
290 Vid. Le Midi Syndicaliste. Organe de l’Union Départamentale dés Syndicats des Bouches-du-Rhône (Marseille), 1 de
diciembre de 1936.
291 Nuestra Lucha (Murcia), 13 de octubre de 1936.
292 Nuestra Lucha (Murcia), 16 de octubre de 1936.
293 Cartagena Nueva, 20 de noviembre de 1936.
294 Cartagena Nueva, 19 de diciembre de 1936.
Arturo Espa Ruiz • 99
dad, todo terror, se estrellaban contra una fuerza de esta índole”295. El mismo autor se
encargaba de rebajar su alcance. Según su experiencia, resumen de lo acontecido en
Madrid, mantenía la moral de los perseguidos, a los que podía socorrer en alimentos y
librar de situaciones apuradas; captaba y difundía los partes de guerra del Cuartel Gene-
ral de Salamanca, fomentaba y extendía el descontento; llevaba a cabo pequeños actos
de sabotaje o espionaje; ponía en práctica una oposición pasiva y hacía circular bulos y
burlas derrotistas, algunas de ellas ideadas por el cómico Ramper296. Parecida interven-
ción le será atribuida por Javier Paniagua: “La actuación de los quintacolumnistas no
destacó por sus funciones de sabotaje militar, industrial o de todo tipo, sino por su labor
de extender mensajes derrotistas y desalentadores”297. Lejos de ello, demostraremos su
importancia en la línea de Alía Miranda298.
En la Base naval de Cartagena contribuyó de forma decisiva a la derrota de la
República. Al superior calado de las acciones emprendidas aquí, a tenor del peso militar
del lugar, se superpuso la significación de sus integrantes muchos de ellos, miembros de
las fuerzas armadas en puestos clave, entre otros Arturo Espa al frente del Regimiento de
Artillería de Costa Núm. 3.
Además de auxiliar a los correligionarios caídos en desgracia, fue capaz de trans-
mitir al enemigo informaciones relevantes, poner en marcha un sabotaje a gran escala y
recurrir al atentado terrorista, como el perpetrado el 21 de abril de 1937 en la estación
ferroviaria a un convoy que contenía material bélico, saldado con tres muertos y ocho
heridos299. Se le culpó del incendio del Teatro Principal en la noche del 27 del mismo mes.
También de la voladura del acorazado Jaime I el 17 de junio de aquel año, con un balance
de 300 muertos y un centenar de heridos300. Capaz de llevar a cabo una sublevación en
marzo de 1939, que acabó de hundir la resistencia republicana.
Dos etapas se distinguen en su estructuración, coincidiendo con la evolución polí-
tica de la retaguardia republicana. La intensidad de la represión de los primeros meses
glosó el nacimiento de una oposición dispersa. Una serie de grupúsculos inconexos, que
se reclamaban de Falange –aunque muchas veces no lo eran–, aupados por militares y
civiles, algunos de los cuales se presentaban como camisas viejas. Una entidad difusa,
integrada por grupos de afinidad que se coordinarán con gran dificultad, dada la perse-
cución impuesta, y sin propósito tangible:
313 FELAL. IA. Archivo de la Sección Nacional de Coordinación y Servicio de Información Exterior. 005G. Situación
General del Cuerpo de la Armada y de la Subsecretaría de Marina, fols. 16 y 40. La Constructora Naval, como era
popularmente conocida, se había constituido condicionalmente en 18 de agosto de 1908 y en 2 de febrero de
1909 le fue arrendada una zona del arsenal militar de Cartagena. Vid. EGEA BRUNO, P.M.ª, Apuntes para la historia
del movimiento obrero en la industria naval de Cartagena (1898-1923), Murcia, Sección Sindical CC.OO. Bazán-
Cartagena, 1988.
314 Testimonio ante el SIM de Antonio Bermejo Sandoval (22 de febrero de 1939). Vid. MARTÍNEZ PASTOR, M., op.cit.,
2ª ed., p. 226.
315 ANC. Causa 867/1939…, fol. 303r.
104 • Pedro M.ª Egea Bruno
Caja de Ahorros–, atento a financiar las acciones a emprender, que contemplaban –con
más voluntarismo que operatividad– tres objetivos: sabotaje, espionaje y sublevación. Su
empeño era agrupar y coordinar los círculos diseminados por Murcia y Cartagena, llegan-
do a establecer contactos con Murcia, Valencia y Almería.
Se restableció en la Base naval, donde existía con anterioridad arropada por algu-
nos oficiales, como el alférez de navío Carlos Esteban Hernández, encargado de la cotiza-
ción durante la República316. En el Regimiento Naval la estableció ahora el coronel Basilio
Fuentes, contando con el ayudante Manuel Pérez Alarcón y los comandantes habilitados
Vicente Trigo, Francisco García Martín y Juan Luque. La coordinación de todas las depen-
dencias del Arsenal fue asumida por los capitanes de Intendencia José Montoya Pascual
y Antonio González de Guzmán317. En el Regimiento de Artillería la figura clave fue el
teniente coronel Marcos Navarro, a cuya red se incorporaría Arturo Espa.
La coordinación fue un objetivo preferente. El primer paso del grupo de Melga-
rejo fue entrar en contacto con Montoya y con Marcos Navarro. A finales de octubre o
primeros de noviembre de 1936, en una reunión conjunta, quedaron comprometidos
para actuar. Montoya se encargaría de la Base y Navarro de la guarnición de tierra. Su
propósito fue la de un enfrentamiento abierto: “… la formación de una organización
clandestina que cubriera todas las necesidades de un servicio de sabotajes, sublevación,
información, etc., que tuviera por objeto aminorar la duración de la guerra a favor de la
España Nacionalista”318.
El siguiente movimiento fue buscar la confluencia con el grupo de Bermejo, nacien-
do a finales de 1937 el denominado Socorro Blanco y Lucha contra el Marxismo, que
contó con Ramos Carratalá como segundo jefe. Para Calixto Molina, uno de sus orga-
nizadores, fueron dos secciones perfectamente diferenciadas319. El cambio fue notable:
Desde principios del año 1937, empezó a funcionar en esta una organización
cuyo cometido era la de socorrer a las personas perseguidas y detenidas por los marxis-
tas. Esta organización fue engrosando paulatinamente hasta el punto de que en el año
1939 se contaba con fuerzas suficientes para intentar la toma de la plaza321.
La nueva entidad –el Socorro Blanco y Lucha contra el Marxismo– se dotó de una
constitución prácticamente militar, que exigía de sus integrantes una entrega total:
Todo miembro de la organización venía obligado a acatar sin vacilar las órdenes
recibidas poniendo al servicio de la causa: la hacienda, la libertad y la vida. Nuestro
lema era: por Dios, por España y por el Caudillo Franco y los puntos cardinales: Unidad,
Disciplina, Austeridad, Sacrificio322.
Que las cuestiones de F.E. como las del Socorro Blanco se llevaban con completa
independencia unas de otras y que cada uno de los participantes, todos de común
acuerdo, procuraban no estar enterados de las actividades de los demás, con el fin de
que si a uno lo cogía el SIM y lo torturaba, como ha hecho siempre que cogía a uno de
nosotros, si su voluntad flaqueaba en su tortura no pudiera poner en peligro a toda la
321 AHN. FC-Causa_General, 1067, Exp.1. Pieza segunda de Murcia…, fol 167.
322 ANC. Causa 50/1939…, fol. 20r.
323 Idem.
106 • Pedro M.ª Egea Bruno
organización, y solo habiendo pasado por las manos del SIM es como puede saberse lo
que era ser interrogado por este324.
La única opción era camuflarse y reunir los avales suficientes para acreditar su afec-
ción a la República. Uno de los complicados, Eduardo Espín –decano del Colegio de
Abogados–, aparecía en la lista de donantes en una suscripción abierta en favor de las
Milicias328. Los más involucrados enviaron sus familias a la zona nacionalista, sorteando
represalias y ganando libertad de acción. El teniente coronel de Artillería Marcos Nava-
rro, uno de sus más destacados dirigentes, consiguió tanto el respaldo de Jesús López
Lorente, destacado dirigente de la Agrupación Socialista de Cartagena, como el de la
cúpula de la Base, empezando por su Jefe, Antonio Ramírez, de José Semitiel, Jefe de los
Servicios Civiles y de Vicente Ramírez, Jefe del Estado Mayor. Toda precaución era poca:
… que una de las últimas entrevistas que tuvo con D. Marcos Navarro el Sr.
Fuentes tuvo que celebrarse en un entierro que se verificó en Fuente Álamo, ya que era
imposible debido a la estrecha vigilancia el celebrarlas de otro modo329.
332 AMC, Caja 1.451. Depuración. Juzgado Especial de Funcionarios Civiles. Expediente de depuración instruido a D.
Máximo Conesa Conesa, médico de la Beneficencia Municipal de Cartagena, 17 de diciembre de 1939, fols. 9 y 11.
333 ANC. Causa 867/1939…, fol. 111r.
334 Ibidem, (s.f.).
335 Ibidem, fol. 111r.
336 Idem.
Arturo Espa Ruiz • 109
campaña los jefes y oficiales y paisanos afectos al S.I.P.M. a los efectos de pensiones en
el caso de muerte por los peligros de la misión337.
… supe que el Sr. Esteban era otra de las víctimas de la zona roja y de los que
compartían con nosotros y con otros buenos españoles las amarguras y torturas de
aquella situación, pero que también se encontraba dispuesto con nosotros a laborar
en bien de la Causa Nacional en cuanto le fuera posible. Bien pronto mis relaciones de
amistad se estrecharon con el Sr. Esteban y pude comprender había en él un hombre
Tal era la confianza que les daba encontrarse entre iguales, compañeros de promo-
ción de las Escuelas Militares en que se habían formado, o conocidos en los destinos des-
empeñados, posicionados los más en ideologías conservadoras, cuando no claramente
falangistas, con militancia acreditada, con activa participación en la represión de la huelga
revolucionaria de octubre de 1934, o en labores de investigación y captación, como el
alférez Carlos Esteban y el propio Arturo Espa. Otros se habían dado a conocer por sus
intentos de evasión. Su carácter de grupo cerrado les permite esquivar con más facilidad
a los servicios de inteligencia.
Entre los civiles, bajo el común ideológico de la derecha, se dieron cita desde falan-
gistas a católicos, entre los que sobresalían los Hijos de María. Daba el perfil Salvador
Más Manzanera:
ron incluirse sin merecerlo, como fue norma en la posguerra: “… compraron por medio
de amigos, un buen historial”344. Arturo Espa logró reunir 32 nombres, los que estuvieron
bajo sus órdenes.
El grupo más compacto –por encima del 50 por ciento– estuvo integrado por
miembros de las fuerzas armadas, en primer lugar jefes y oficiales de la Armada, fun-
damentalmente leales geográficos o provisionales –como los definía Cordón345–, que
buscaban hacer méritos y desnaturalizar los servicios que habían prestado en las filas
republicanas. En los sumarios explicaron –o se justificaron– que lo habían hecho forzados
por las circunstancias, que habían sido ascendidos o habilitados en contra de su voluntad
y que habían aprovechado su ascendencia para laborar en favor de sus aliados naturales.
Fueron las menciones más extendidas, empezando por la de Arturo Espa:
Que cuando fue el coche del Comité [del Regimiento] a buscarlo no le quedaba
otro dilema que el de negarse, ofreciendo su vida como tantos otros héroes, o bien el
de vestir el infamante uniforme del ejército rojo, realizando de esta manera una labor
ampliamente a favor de la Causa Nacional y de auxilio a favor de las innumerables vícti-
mas que el marxismo dejaba desamparadas en la zona roja346.
Romero. Casi todos con cargos en Falange, desde la Secretaría a las Milicias, pasando por
los servicios de Prensa y Propaganda y la sección de Información e Investigación.
Figuraban empleados y funcionarios, como José Miguel Ruiz, Juan Burcet –tesorero
de Hacienda–, Raimundo Gómez y José Garrido Goicoechea –Correos y Telégrafos–;
profesores, José Vázquez Marín y Antonio Tuñón de Lara, tío del conocido historiador,
y miembros de las fuerzas de orden público. Más extraño era encontrar algún operario,
como Candelario Cerezuela.
El elemento femenino apenas estaba representado, a pesar de lo sostenido por
José Bertrán y Musitu, un destacado agente franquista, partícipe de la misoginia reinante:
“… la mujer es utilísima para ser empleada como elemento de enlace, papel que puede
encomendársele, siempre, aunque sea vieja y poco agraciada”351. La JSU sospechaba del
colectivo de beatas, cuyo comportamiento estaba acreditado en el pasado:
Todos sabemos […] que en Murcia hay una gran cantidad de beatas que eran las
encargadas de llevar y traer noticias a los grandes señores y a los elementos reaccio-
narios. Hay que conocer qué hacen ahora todas esas beatas; hay que vigilar sus movi-
mientos, conocer dónde se meten y averiguar a qué se dedican352.
En Cartagena contaron, que sepamos, con una religiosa –Soledad Pignatelli Gue-
rrero–, una maestra nacional –Sabina Ruiz Jover–, una profesora –Pilar Ochoa– y una tan-
guista, Conchita Villena Gutiérrez353. Con ellas, algunas viudas por razón de la represión,
como las de José Arroyo Martínez y Cantó354.
La organización se estructuró en un consejo con dos ramas: civil y militar. La pri-
mera, dirigida por Antonio Bermejo Sandoval, con Antonio Ramos como segundo jefe,
contó con 14 delegados: José Garrido, Antonio Martínez Gimeno, Francisco Pérez Lurbe,
Juan Martínez, José Sánchez, Mamerto Melgarejo (delegado civil), José Alajarín (Policía),
Víctor Manuel Álvarez (Guardia Civil y Asalto), Pedro Bernal (Prisiones), Prada (Carabine-
ros), José Pellíns (Teléfonos), Pablo Sánchez Velázquez (Telégrafos), Calixto Molina (Fren-
tes) y Eduardo Pignatelli (Valencia)355.
Sabemos de sus tareas. Los médicos –con el oportuno expediente de inutilidad–
dispensaron de hacer armas a los adictos, falangistas y derechistas allegados, además
de conseguir fondos y medicamentos. Empleados y funcionarios controlaron Teléfonos y
351 BERTRÁN Y MUSITU, J., Experiencias de los Servicios de Información del Nordeste de España (SIFNE) durante la
guerra. Una teoría, una técnica y una escuela sobre información general, Madrid, Espasa Calpe, 1940, p. 116.
352 Nuestra Lucha (Murcia), 13 de octubre de 1936.
353 MARTÍNEZ PASTOR, M., op. cit., 2ª ed., pp. 154-161.
354 ANC. SIP. Caja 36. Exp. 2.959…, fols. 9-10.
355 ANC. Causa 250/1939…, fol. 24r.
114 • Pedro M.ª Egea Bruno
Telégrafos y la propia cárcel del partido, con su director, Pedro Bernal. Los infiltrados en
las fuerzas de orden público –policía, carabineros, guardias de asalto y guardia nacional
republicana–, cortocircuitaron investigaciones en curso y facilitaron documentación a los
perseguidos356. Conocedores de actuaciones, nombres y domicilios, sirvieron luego a la
persecución franquista357.
Aprovecharon situaciones personales para ampliar la red opositora. La incorpo-
ración a filas de Calixto Molina les permitió contar con un delegado de frentes y crear
puntos de contacto en sus lugares de destino. La movilización de Martínez Gimeno y su
traslado a Madrid los puso en relación con la confabulación de la capital. Otro tanto se
derivó del desplazamiento a Valencia de Eduardo Pignatelli, donde la Quinta Columna
era una organización poderosa358.
Mamerto Melgarejo fue el encargado de mantener la comunicación con el jefe
militar de la organización. Al frente de la misma estuvo el teniente coronel de Artillería
Marcos Navarro y, tras su detención, el coronel de Infantería de Marina Basilio Fuentes
Serna. Su núcleo originario estuvo formado por 14 delegados: Emilio Entero (Aviación
Alcázares), Juan Tudela (Intendencia del Ejército), José López Granados (Aviación), José
Ferrándiz (223 Brigada Mixta), Lorenzo Pallarés (Arsenal), José M.ª de la Puerta (Infor-
mación Base y Escuela Naval), Juan Manzanera (Marina), Juan Lledó, Juan Antonio
Mercader y José Nieto García (tropa Infantería de Marina), José Cabrerizo (Intendencia
de Marina), Juan de la Cruz Mora y Antonio Zaplana (tropa de Artillería) y Vicente Trigo
(Regimiento Naval)359. A partir de ellos la trama se extendió al resto de dependencias y
se adentró en los buques, completándose con el nombramiento de enlaces entre clases
y tropas.
La actuación de marinos y militares –expuesta en los consejos de guerra– denota la
realización de reiterados actos de sabotaje, desmintiendo la escasa importancia atribuida
hasta ahora a la Quinta Columna, minimizada aún más para el caso de Cartagena360. El
sargento de Artillería Paulino Benito Miguel, destinado en la batería antiaérea de Sierra
356 JUANES, T., op. cit, pp. 7-8. DIMAS, F., “El papel de la Quinta Columna en la Base naval de Cartagena en la Guerra
Civil”, Tiempo de Historia, (12 de agosto de 2009). http://www.tiempodehistoria.com. CERVERA GIL, J., “Infil-
tración del quintacolumnismo y espionaje en el orden público y seguridad republicanas”, Diacronie. Studi di Storia
Contemporanea, 28, 4 (2016), p. 19.
357 AMC. Caja 1.309. Orden Público. Año 1939. CONTRERAS, C.J., op. cit., p. 36. DIMAS, F., op. cit.
358 PANIAGUA, J. y LAJO, B. (eds.), op. cit.
359 ANC. Causa 250/1939…, fol. 24r.
360 LÓPEZ GARCÍA, A., Guerrilleros y sabotaje en la retaguardia enemiga durante la guerra Civil española, Tesis doctoral
dirigida por Alfonso Bullón de Mendoza y Gómez de Valuguera y Manuel Aguilera Povedano, Universidad CEU San
Pablo, Facultad de Humanidades y Ciencias de la Comunicación, Madrid, 2017, pp. 351-357. Del mismo autor, “Bom-
bas que nunca mataron: El sabotaje pacífico durante la Guerra Civil española”, Aportes, 95 (3/2017), pp. 230-234.
HEIBERG, M. y ROS AGUDO, M., op. cit., p. 194.
Arturo Espa Ruiz • 115
Gorda expone sin rubor: “Siempre que estaba a mi alcance evitaba que la puntería y los
datos de tiro fueran eficaces a su misión, no habiendo visto derribado por las propias
baterías ningún aparato”361.
361 ANC. Causa 7.055/1939. Instruida contra el sargento de Artillería Paulino Benito Miguel, fol.2v.
362 ANC. Causa 775/1939…, fol. 58v.
116 • Pedro M.ª Egea Bruno
Contaron, empero, con jefes y oficiales del Cuerpo General: capitanes de fragata
y corbeta, tenientes y alféreces de navío, es decir con mando en unidades navales, en
condiciones de extender el derrotismo entre las dotaciones, cuando la moral era tan
necesaria, sobre todo en las horas finales; de sabotear los buques, de entorpecer los
combates, manipulando los aparatos de tiro; de dificultar la navegación, ayudándose de
maquinistas de la Armada –desde coroneles a capitanes–, dejando desprotegidos los
convoyes que transportaban armamentos o víveres, facilitando su hundimiento por las
fuerzas enemigas.
En aquella guerra invisible se distinguieron dos estrategias. Una minoritaria, afecta
a la sublevación, y otra mayoritaria, partidaria de esperar la descomposición interna y de
hacer de puente a la ocupación nacionalista. Lo expresa el teniente médico Miguel For-
nell Casas, detenido por el SIM republicano:
372 SALAS LARRAZÁBAL, R., El Ejército Popular de la República, T, 1, Madrid, Editora Nacional, 1973, p. 155. GÓMEZ
VIZCAÍNO, J.A., La artillería de Cartagena, 1503-2003: hechos, hombres y armas, Cartagena, autor, 2003.
373 GÓMEZ VIZCAÍNO, J.A., “Biografía Excmo. Sr. D. José López-Pinto y Berizo…, pp. 30-37. GÓMEZ VIZCAÍNO,
J.A., Panorámica de la Artillería como Real Cuerpo y Arma en la ciudad de Cartagena, Cartagena, autor, 1993, pp.
81-94. GÓMEZ VIZCAÍNO, A., Castillos y fortalezas de Cartagena, Cartagena, Aforca, 1997, pp. 43-54. SANTAELLA
PASCUAL, F., La artillería en la defensa de Cartagena y su base naval: desde los orígenes al Plan Vickers
de 1926, Cartagena, Áglaya, 2006. GÓMEZ VIZCAÍNO, A. y MUNUERA NAVARRO, D., “La defensa de la
Base naval en la época contemporánea”, en Estudio y catalogación de las defensas de Cartagena y Bahía,
Murcia, Comunidad Autónoma de la Región de Murcia, 2004, p. 271ss.
374 CERVERA VALDERRAMA, J., op. cit., pp. 5-6.
120 • Pedro M.ª Egea Bruno
Que durante el tiempo que estuvo al mando del Grupo de Cabo Tiñoso, sola-
mente una vez hizo un disparo una de las baterías cuando el deponente no se encon-
traba allí. Que varias veces que observaron estelas de submarinos, no se hizo fuego
contra ellos376.
muertos de las antiaéreas”. No fue su único servicio. Llamado a Valencia para formar par-
te de una comisión que eligiera emplazamiento para una torre de 30,5 del Jaime I, indicó
su situación al enemigo en las inmediaciones de Sagunto377.
Espa, a juicio de la farera, se alejaba del comportamiento habitual de los que venían
ocultando su identidad política, dejando constancia de su decidida implicación:
381 Idem.
382 Idem.
383 Ibidem, fol. 45r.
384 Ibidem, fols. 63r y 77r-78r.
385 Ibidem, fol. 45r-v.
386 Ibidem, fols 45r y 50r.
Arturo Espa Ruiz • 123
las noches nos reuníamos con él, explicándonos ante los mapas las gloriosas operaciones
del Ejército nacional, como asimismo nos comunicaba el parte oficial nacional, el cual era
propagado al día siguiente por todo el Grupo…”387. La descalificación de los jefes milita-
res era otro de sus procedimientos: “… llevando con ello al ánimo de los indiferentes el
menosprecio por tales personajillos y por lo tanto la desmoralización de quienes por error
y encauzados en otro sentido llegar[on] a ser defensores de los rojos”388.
La confesionalidad se convirtió en seña de identidad. Tal fue la recomendación de
Carlos Navarro Palacios, oficial del Banco Internacional de Industria y Comercio para soli-
citar su traslado al Grupo de Cabo Tiñoso389. En la selección de adictos hay una credencial
aceptada, la de ser Hijo de María de la Medalla Milagrosa. Lo señala Hevia: “… envió al
artillero Alcibíades Sánchez del que le bastó le dijera, como de los anteriores, que era
Hijo de María para que le diese aquel puesto a su lado”. Es un dato reiterado: “… el que
le dijese [a Espa] como máximo título al indicarle alguno que era de derechas, o Hijo de
María, para que tomase con todo cariño el enviarlo allí”390. No hay duda del carácter polí-
tico de la asociación, lo que la situó en el punto de mira de la persecución: “… se cebó la
fiera marxista sobre ella y hoy cuenta en su martirología a once congregantes asesinados
por la horda y el completo destrozo de su salón de actos, de su biblioteca, de todas sus
obras”391. Entre las víctimas su director, el arcipreste Pedro Gambín Pérez392.
Las acciones de Espa respondían a los planes de la Quinta Columna, presente en el
Regimiento de Artillería por su actividad contrastada. Lo refrendan más de 40 artilleros,
algunos tan conocidos como el músico Benito Lauret, si bien las expresiones empleadas
sugieren la existencia de un escrito elaborado por el propio interesado: “Una amplia
labor de captación de toda clase de elementos hacia su persona, facilitando así el mejor
desenvolvimiento de sus actividades encaminadas a un término que, al fin, tuvo su logro
el día 4 de marzo último [1939]”393.
Secundaba los planes del teniente coronel Marcos Navarro –al frente de la Artillería
de Costa desde junio de 1937–, designado jefe de la conspiración, cuya entrega no tardó
en despertar sospechas, señalándose que en aquel regimiento: “… no estábamos nada
más que fascistas, el dicho si quieres ver a los hijos de María ves al Parque de Artillería y
otras frases por el estilo394. Entre las denominaciones a aquellos recomendados se incluía
la de hijo de D. Marcos395. Por Navarro sabemos los procedimientos utilizados, contando
con los médicos militares para expedir certificados de inútiles a los derechistas que con-
venía, ingresando en la unidad a los militantes de la organización y evitando que saliesen
tropas para los frentes. Por su parte, Espa organizó las escuadras en las baterías396.
A la trama que se va tejiendo se une una pieza fundamental. A principios de marzo
de 1938 el coronel de Infantería de Marina Basilio Fuentes Serna –en esos momentos Jefe
de la sección de Infantería de Marina– es enviado a Cartagena al mando del Regimiento
Naval. No es un hecho casual. Desde la Subsecretaría de Marina –controlada por la Quin-
ta Columna–, buscan desplazar de aquel puesto al coronel Diego Baeza, un leal volcado
en la organización de batallones para el frente397.
Fuentes puso fin a la salida de combatientes a los frentes, a pesar de disponer de
una plantilla que en ocasiones alcanzaba los ocho mil hombres. Lo contactará Carlos
Esteban, jefe del Estado Mayor de la Base, al que ya conoce de su anterior empleo en
Valencia398.
Se vinculó a la Falange tanto civil –Bermejo y Ramos Carratalá– como militar:
Manuel Pérez Alarcón, José Montoya, Vicente Trigo, Francisco García Martín, Juan Luque
y Antonio González de Guzmán. A través de Mamerto Melgarejo entrará en contacto con
el teniente coronel Marcos Navarro, que está –como sabemos– al frente de la Artillería
de Costa.
Organizó la Plana Mayor del Regimiento de acuerdo con sus propósitos, rodeán-
dose de elementos adictos: García Martín es designado segundo jefe del Regimiento,
el capitán Manuel Pérez Alarcón su ayudante personal y como habilitados Luis Ciga
Olave y Hermenegildo Fernández-Delgado y Marín-Baldó. Selecciona al resto de per-
sonal con la finalidad de implantar la Falange en todas las dependencias bajo su man-
do399. Su ayudante –nombrado ex profeso– es el falangista Manuel Pérez Alarcón, cuya
labor deviene fundamental en la selección de los adictos y la depuración de los desa-
fectos. El proceder de Fuentes se ajustó al patrón establecido, estableciendo en todas
las unidades del Regimiento la organización de Falange, depurando el personal de filia-
ción roja y encuadrando a los elementos derechistas, los cuales quedaban en la plaza y
… uno de los días que saliera la Escuadra para recibir los barcos mercantes que
traían material de guerra, de acuerdo como lo estaba con el jefe de Infantería de Mari-
No se atreven a dar un paso sin el respaldo del alto mando franquista, a la par que
desconfían de su capacidad operativa, reclamando su intervención militar. Lo notifica
Navarro:
… consideraban que estando en poder de los nacionales las tres cuartas partes
del territorio nacional, era no ya conveniente sino imprescindible el hacer esa labor, ya
que si se conseguía organizar en la retaguardia sublevaciones en dos o tres ciudades
era inminente la caída del citado Gobierno410.
que se preparaba una sublevación en Cartagena y que el jefe era dicho Sr. [Marcos
Navarro] y constándome que era cierto, fui a prevenirlo, ordenándome que por todos
los medios desmintiésemos dicho rumor porque de lo contrario lo echarían todo a
perder…”411.
Se buscaron los últimos aliados. La 223 Brigada Mixta –de guarnición de la plaza–
que acababa de llegar del frente era la fuerza que les faltaba para controlar la Base.
Estaba armada y era considerada afecta a la República. Mamerto Melgarejo destaca
la entrevista celebrada al efecto en la Comandancia Militar, a la que acuden los tres
jefes del Cuerpo de Guarnición, es decir, Marcos Navarro de la Artillería Costa, Basilio
Fuentes del Regimiento Naval y Martín de Vidales, de la 223 Brigada Mixta. Toda una
maniobra:
Ramos Carratalá– contactasen con él. El testimonio del primero no deja lugar a dudas
de la responsabilidad asignada: “... que era el elemento de enlace y representante de la
organización en el Regimiento de Artillería para cuando se iniciase el Alzamiento a favor
de la Causa Nacional”422.
mos buscando el medio de contar con una radio, pero para lograrlo sería preciso primero
la llegada de órdenes de ahí, a las que muchos temerosos ahora obedecerían”426.
La desconfianza hizo que se frustrase la conexión exterior, negándose Fuentes a
recibir a uno de los enviados, el que en su día fue secretario de Nicolás Franco Baha-
monde: “… recibió D. Basilio la visita de D. Antonio Sánchez Marín que venía a tratar
de poner en relación la organización que existía en Cartagena con Madrid y Salamanca.
Que no lo recibió por ignorar quien era…”427. Nicolás Franco era un destacado agente
franquista.
El enlace con Almería a través de Hataca, la red de espionaje establecida, era defi-
ciente y apenas llegaban las comunicaciones. González de Guzmán solicitó una relación
más estable a la par que insistía en la necesidad de contar con un jefe reconocido por
el mando nacionalista que estimulase la unidad de acción. Lo hizo a través de una carta
en tinta simpática –como mandan los cánones del espionaje– que nadie consiguió desci-
frar428. Solicitó una combinación para entenderse y entretanto recibir mensajes por Radio
Salamanca. No llegó la conexión esperada. El único interés que los servicios franquistas
manifestaron por Cartagena fue el envío de la clave de la Escuadra, que finalmente no
consiguieron.
Basilio Fuentes sustituyó a Marcos Navarro al frente de la nueva trama, que fue
extendiéndose entre los distintos Cuerpos: General, José María de la Puerta y Emilio
Rodríguez Lizón; Jurídico, el auditor, Camilo Bahamonde; Ingenieros, Pedro Vargas; Arti-
llería de Marina, Lorenzo Pallarés y Bernardo Llobregat; Intendencia de la Armada, Gon-
zález de Guzmán y Guillermo Avancini; Sanidad, Rafael Berenguer y Fernández Campa
y Artillería de Costa, Arturo Espa. Se les sumó el teniente Mora de Asalto y un oficial de
Aviación con grado de comandante429. El capitán Vicente Trigo –designado ante del Jefe
de la Base– informaría de los asuntos relacionados con aquella Jefatura y con el Estado
Mayor Mixto. Se siguió contando con la estructura civil, en manos de Bermejo Sandoval y
Ramos Carratalá, con el respaldo de Falange de Murcia.
El Estado Mayor de la Marina fue un instrumento a su servicio. El objetivo era
convertir al Regimiento Naval –al mando de Basilio Fuentes– en el ariete del nuevo levan-
tamiento. Contó con sus jefes –primero Carlos Esteban y luego Fernando Oliva–; sus
secretarios sucesivos –José Ruiz de Ahumada y José M.ª de la Puerta– y su responsable
de Personal: Emilio Rodríguez Lizón. Por este último sabemos el modo de selección del
personal, destinando a aquella unidad al personal afecto y destinando al frente a los
hostiles, cuidando todos los detalles: “… cuando nos hacían que ingresásemos un rojo al
Regimiento la orden iba con una contraseña para que fuese conocido por la organización
afecta al Movimiento Nacional que había en el Regimiento430. La labor de Carlos Esteban
–como testimonia Fuentes– convirtió al Regimiento Naval en la fuerza más numerosa y
mejor armada de la Base431.
El 9 de diciembre de 1938 Fernando Oliva relevó a Carlos Esteban al frente del
Estado Mayor. El cambio resultó perceptible: “Con la llegada de Fernando Oliva al Estado
Mayor de la Base la reunión de comandantes y oficiales favorables y partidarios de que
se pusiese fin a aquella guerra fratricida y sectaria se incrementaron”432. Su tarea apuntó,
como la de Esteban, a fortalecer al Regimiento Naval, “… para lo cual daba el cese a
los elementos marxistas que me indicaba dicho Jefe, y destinando a aquel regimiento a
todos los elementos de derechas que eran movilizados en las distintas quintas”433. Basilio
Fuentes podía presumir de la conclusión del operativo:
Una comisión del crucero Cervantes –integrada por blancos y rojos– se entrevistó
con el comisario de la Flota –Bruno Alonso– con un propósito claramente derrotista,
exponiéndole: “… la inutilidad de continuar la lucha que hacía tiempo estaba perdida”.
La demanda fracasó, pero se quebró la autoridad de Alonso: “… si bien es verdad los
recibió mal y amenazó, no tuvo fuerza moral para llevar a la práctica sus amenazas, que-
dando desautorizado”456.
Basilio Fuentes seguía de cerca las negociaciones:
Por la tarde [del 8] una segunda reunión a la que asistió como representante
de las fuerzas un oficial cuyo nombre no recuerda y convino con Oliva, por si la Flota
aceptaba, tenerlo todo dispuesto y ya en el Cuartel designó aquella misma tarde las
unidades que tenían que hacerse cargo de todos los edificios militares de la Base,
tomar las cárceles, libertando a los presos, y taponar las carreteras. Se negó la Flota y
nada pudo hacerse457.
Para Manuel Pérez Alarcón, ayudante mayor del Regimiento Naval: “… el jefe que
mandaba la Flota republicana no se atrevió”458. El referido jefe –Miguel Buiza– estaba ya
en la línea entreguista del coronel Casado459. Oliva, al hilo de aquella negativa, pondrá
de relieve los avances conseguidos entre la oficialidad de los buques e indicará a Bruno
Alonso como responsable del fracaso: “… que dio intervención al SIM originando la
detención del comandante Fuentes y de otros elementos de nuestra organización”460.
Tampoco prosperó el recurso al general Bernal –Jefe de la Base–, que había prometido
su colaboración.
El movimiento estaba condenado al fracaso. Desde la detención de Marcos Nava-
rro, tanto Fuentes como Bermejo estaban en el punto de mira de los servicios de inves-
tigación. El 10 de febrero el SIM descubrió los planes de la sublevación prevista para el
día 12. Para González de Guzmán fue fruto de la vigilancia a la que estaban sometidos461.
Para Galvache, comandante de Ingenieros Navales, fue una indiscreción la que desbarató
el intento: “José Sicilia me dijo que todo había fracasado porque Fernando Oliva se lo
había contado de buena fe a Ramírez creyendo atraérselo y este lo echaría a perder”462.
456 Idem.
457 ANC. Causa 122/1939…, fol. 10v.
458 Ibidem, fol. 38r.
459 Vid. EGEA BRUNO, P. M.ª, “Miguel Buiza Fernández-Palacios. Almirante habilitado” en GARCÍA FERNÁNDEZ, J.
(coord.), 25 militares de la República, Madrid, Ministerio de Defensa, 2011, pp. 155-191.
460 ANC. Causa 122/1939…, fol. 61r.
461 Ibidem, fol. 10v.
462 AGMAB. SHEMA 10398. LC. 1939.
138 • Pedro M.ª Egea Bruno
La confidencia registra la fluidez de las relaciones entre los conspiradores y los altos
mandos de la Base, aunque de momento Ramírez parece mantener su fidelidad a la
República. Todos coinciden en “que tenía bien montado el servicio de vigilancia”463. Tal
vez albergue ya un traidor.
La operación de descuaje fue intensa, lo que indica el funcionamiento hasta última
hora de los servicios de inteligencia republicanos. Entre el 10 y el 12 de febrero se des-
articuló todo el entramado. El más afectado fue el Regimiento Naval a las órdenes como
sabemos de Basilio Fuentes. Fueron trasladados los mandos bajo sospecha, desplazadas
las unidades y distribuidos los armamentos, quedando en el cuartel de la Plaza, que era
el batallón mejor organizado para el fin que se perseguía, sólo dos compañías armadas,
enviando el restante personal a Cabo de Palos y las armas al Puerto de Mazarrón, dis-
tante 40 kilómetros, mientras una compañía de ametralladoras pasaba a Carabineros y
cien fusiles con quince mil cartuchos al 7º Batallón de Retaguardia464. Del regimiento de
Espa fueron transferidos unos 60 artilleros465. A partir del 14 de febrero se sucedieron
las detenciones. En total más de cuarenta, entre ellas las de los jefes de la conspiración:
Basilio Fuentes, Antonio Bermejo y Ramos Carratalá. También la segunda línea, con las de
Montoya, Guzmán y Avancini.
Ajeno a la conspiración, el desaliento siguió su curso. Lo trae a colación Dictinio del
Castillo, que señala que los días 11 y 12 de febrero hubo rumores de salida de la Escua-
dra para el extranjero. Tal fue así que “… muchos hombres de las dotaciones llevaron sus
maletas a bordo. Fue tan escandaloso esto, que en el Libertad dieron orden de prohibir
la entrada de maletas466.
El 16 de febrero tuvo lugar la conocida reunión del aeródromo de Los Llanos en
Albacete entre el presidente Negrín y los jefes y mandos de los Ejércitos de Tierra, Mar
y Aire467. Ya estaba en marcha el complot del coronel Casado para deponer a Negrín y
tratar con Franco, respondiendo a una coalición de intereses concretos, resumidos por
Fernando Hernández de militares profesionales, socialistas desplazados y anarquistas “…
que iban a aprovechar el cansancio generalizado de la guerra para desplazar a quienes
consideraban responsables de su decadencia, de la frustración de sus proyectos o, sen-
cillamente, de la inútil continuación del sufrimiento civil”468. Es lo que se ha denominado
la Sexta Columna, que Indalecio Prieto definió como “… el efecto corrosivo de los anta-
gonismos políticos”469.
469 AGUILERA POVEDANO, M., “De la Quinta a la Sexta Columna: El enfrentamiento interno en el bando republicano”,
Altar Mayor, 135 (2010), pp. 917-919. Del mismo autor, “La Quinta Columna durante el golpe de Casado”, Aportes:
Revista de Historia Contemporánea, 69 (2009), pp. 99-111.
470 VIÑAS, A, y HERNÁNDEZ SÁNCHEZ, F., El desplome de la República, Barcelona, Crítica, 2009, pp. 271-272. CAM-
PANARIO, J.M.; DÍEZ HERNANDO, C., y CERVERA GIL, J., “El enigma del general republicano Manuel Matallana
Gómez, jefe del Estado Mayor de Miaja: ¿Fue un miembro activo de la Quinta Columna?”, Congreso Internacional La
Guerra Civil Española, 1936-1939, Madrid, 2006, 18 pp.
471 CARRIÓN IÑIGUEZ J. D. y V., La reunión de Los Llanos (Albacete) epilogo de la Segunda República, Albacete,
Imprenta GOYZA, 1984. MIRALLES, R., op. cit., p. 313. EGEA BRUNO, P.M.ª, “Miguel Buiza…
140 • Pedro M.ª Egea Bruno
Los ministros tomaron conciencia del hundimiento de la moral, situando a los mili-
tares en el ojo del huracán:
MORADIELLOS, E., Don Juan Negrín. Una biografía de la figura más difamada de la España del siglo XX, Barcelona,
Península, 2006, pp. 419-420. ZUGAZAGOITIA, J., op. cit., pp. 532-535.
474 AFPI. AH-70-26. Informe de la vista efectuada a Cartagena…, fol. 1.
475 Idem.
476 Ibidem, fol. 3.
142 • Pedro M.ª Egea Bruno
ban que la Jefatura de la Artillería de Costa –asumida interinamente por Arturo Espa–
debía ser provista rápidamente. El Jefe designado –pero no posesionado– era Gerardo
Armentia, del que tenían una información errónea “… goza al parecer de la confianza
de la Flota, de la Base y de la población”477. Será –como hemos dicho– uno de los que
se subleven en marzo de 1939. Sabían ya de la inclinación de Ricardo Burillo –el nuevo
Director General de Seguridad de Levante–, claramente enfrentado a las propuestas de
resistencia de Negrín, por lo que pedirán su destitución inmediata, considerando que
“… con su conducta ampliamente examinada y enjuiciada por distintas autoridades,
está produciendo grave desorientación y perjuicio en todas partes donde actúa”478. No
fueron atendidos.
La conjura quintacolumnista se reactivó al saberse de los propósitos capituladores
expuestos por Buiza en los Llanos:
Esta noticia corrió entre nosotros como un reguero de pólvora, máxime cuando
supimos que en la reunión llegó a manifestar que esa era la opinión de sus dotaciones
y que él aceptaba la responsabilidad de todo lo dicho. / A partir de aquellos días los
contactos y reuniones entre los que estábamos comprometidos para ir perfilando la
posible solución se hicieron más intensos. Incluso hubo una concentración en la Plaza
de España organizada por el capitán Maquinista Juan Diego Manzanera Gabarrón para
hacer recuento de las posibles fuerzas que pudieran llevar a cabo el apoyo a la postura
de Buiza, en caso de necesidad479.
Los mandos –los dudosos, los fieles a medias, los pusilánimes, los indecisos– cru-
zaron la línea de la traición al difundirse el reto de Buiza. El miedo y la incertidumbre
hicieron el resto. Un río revuelto donde casadistas y quintacolumnistas echaron sus redes
con ventaja. Unos y otros contaron con elementos vacilantes y oportunistas, atraídos por
la promesa casadista de que Franco respetaría los entorchados de los militares profesio-
nales480. Debió influir el temor al revanchismo alentado por la Ley de Responsabilidades
Políticas de 9 de febrero de 1939. No faltó la justificación ni el deseo de unirse al carro
del vencedor. Los Previsores del Porvenir481.
Los apremios fueron subiendo de tono. El 23 de febrero una comisión –en esta
ocasión de oficiales y auxiliares– se entrevistó con Bruno Alonso con un claro mensaje
derrotista: “… para decirle que, puesto que la guerra estaba perdida, lo mejor que
se podía hacer era marchar al extranjero. Bruno los insultó, amenazó y ordenó que se
retirasen” 482.
Un paso más en aquella dirección fue el reparto de pasaportes. Zugazagoitia culpó
a Vicente Ramírez, el Jefe del Estado Mixto de la Base y a José Semitiel, que lo era de
los Servicios Civiles de la misma483. Bruno Alonso se hizo eco de esa realidad el 27 de
febrero, en un acto público que alcanzó una enorme repercusión, alertando del estado
de ánimo de las dotaciones y de la población484. En marzo, cuando cuadraron las lunas
de la intriga, el Comisario General de la Flota republicana fue uno más de los salieron de
España, en su caso a bordo del buque insignia.
… al solo saber que era él quien ordenaba a las baterías, los artilleros compo-
nentes de las distintas de costa y de la plaza, se sumaron como un solo hombre al grito
de ¡Arriba España! y al de ¡Viva Franco!, con la confianza de que quien los dirigía era
Espa488.
Está en relación con la Base a través de enlaces conocidos, como José M.ª de la
Puerta, Rodríguez Lizón y el mismo Fernando Oliva. A su unidad será destinado el sargen-
militares pudieran hacer algo tratando directamente con los militares contrarios, y que
Negrín le atajó, alegando que no podía autorizarlo ni creía que tuviera eficacia…”493. No
hay vuelta atrás en su decisión. Por la tarde, ya en Cartagena, reunió a sus oficiales. El
testimonio de Antonio Galvache Cerón, ingeniero de la Armada, es concluyente:
El viernes por la mañana se presentó una comisión del Arsenal que según infor-
mes capitaneaba el ayudante mayor José Moreira, y que al parecer le planteaba al
general [Bernal] un problema similar de pedir la paz, según se decía Morell se había
mostrado conforme y salió para Capitanía500.
… que por el jefe del Arsenal, se les hizo la siguiente pregunta: ¿Hablo con
políticos o con militares? Contestando que con militares. Que acto seguido, el jefe del
Arsenal respondió: gracias a Dios, ya tenía yo ganas de hablar con militares, y en ese
sentido estaba a disposición de ellos502.
Son los primeros síntomas de una rebelión a punto de estallar. Descorre el velo
Dictinio del Castillo al señalar que aquella junta: “… no reconocía como Gobierno de
España más que el de Burgos503. Por la tarde se crea otra junta nacionalista en la Base. Los
propósitos son claros. Los expone el auxiliar 2º de Artillería José Bernal Martínez: “Desde
el día 3 de marzo ya estaba el firmante a la expectativa, esperando recibirse órdenes de
empezar el levantamiento”504.
La iniciativa es fruto de la precipitación de unos pocos, urgidos por el miedo o el
oportunismo, con más voluntad que planificación. Detrás un vago runrún, un estado de
inquietud, que no concluye de definirse en una acción decidida, lo que habla de su carác-
ter inmaduro, de su escasa preparación, de la excesiva confianza en las adhesiones que
consideran se suscitarían en el momento oportuno. Para el capitán Llobregat: “Durante
los días 3 y 4 se notaba gran agitación, pero sin acabar de concretarse. Don Celso Pérez
[Fuentes], capitán maquinista, me indicó que había un movimiento pero no me indicó
fecha”505. Coincide en ello Pallarés, uno de los más comprometidos: “El ambiente de
levantamiento continuaba pero no se concretaba en nada”. No sabe más el comandante
de ingenieros Antonio Galvache: “Por la tarde del viernes [día 3] circuló el rumor de que
a partir de las 10 de la mañana del sábado [4] se esperaban acontecimientos y que se
resolvería no más tarde de la noche de dicho día”506.
Negrín está decidido a frustrar el complot. En su propuesta de avenencia con
los marinos, enviará a Cartagena al ministro de la Gobernación –Paulino Gómez–, que
llegará en la tarde del 3 de marzo. Eustaquio Cañas –gobernador civil de Murcia–, que
lo acompaña es testigo del desprecio con que es recibido: “A las 4 y media de la tarde
suena la sirena de la alarma. Después he sabido que no había aviones a la vista, y que
los jefes de la Marina habían ordenado la cosa para mofarse del ministro”. La primera
entrevista tuvo lugar en la Base, con su jefe, el general Bernal, y con Vicente Ramírez,
que lo es del Estado Mayor. Ya no hay disimulos. El entreguismo –en la línea de Casado–
es manifiesto:
Estos dicen sin preámbulos al ministro que todo estaba perdido, y que había
llegado el momento de entregarse. Así lo pedían, añaden, no sólo la Escuadra, sino el
clamor general […] El ministro sale de esta entrevista enojado, pero no sorprendido.
Conocía, me dice, el estado de espíritu y el derrotismo de las autoridades de la Flota507.
El segundo encuentro sucede horas más tarde en el crucero Libertad, donde son
atendidos por Bruno Alonso y José García Barreiro, jefe de la flotilla de destructores.
Están claramente posicionados en la capitulación. Lo sentencia Cañas:
A Negrín, dada la información de que dispone, no le queda otra opción que asegu-
rar Cartagena. El día 4 destituye al general Bernal como Jefe de la Base y lo sustituye por
Francisco Galán, recién ascendido a coronel y de filiación comunista. Será el detonante la
conspiración en marcha510. Como mantienen Viñas y Hernández Sánchez: “Lo que estaba
sobre la mesa no era preparar un golpe sino prever acontecimientos y contar con un apa-
rato capaz de hacerles frente”511.
La reacción de Buiza fue inmediata, cerrando filas contra la propuesta del presiden-
te del Gobierno. Se entrevistó con Bernal y con los Estados Mayores de la Base y convocó
en el Miguel de Cervantes –el buque insignia– a los comandantes de la Flota: “… todos
los presentes en la reunión fueron contrarios a aceptar a Galán”512. Amagó con la amena-
za de huir con la Escuadra. Lo expresa Galvache:
Por la tarde del sábado [4], la Flota se preparó a salir avivando fuegos y man-
dando avisar a todo el personal que descaradamente y abiertamente se despedía de
familias y amigos, despidiéndose para no volver y embarcando equipajes, a las cuatro
de la tarde cesaron inopinadamente los preparativos513.
516 Idem.
517 ANC. Causa 775/1939…, fol. 5r.
518 Idem.
519 Idem.
520 Idem.
Arturo Espa Ruiz • 153
dejó en libertad, pero yo insistí en ver a los jefes del movimiento para ponerme a sus
órdenes y prestar la ayuda que pudiera521.
521 Idem.
522 Idem.
523 Idem.
524 Idem.
Arturo Espa Ruiz • 155
1ª Establecer contacto con la España nacional para que esta ordenase el comien-
zo de la sublevación de acuerdo con sus planes. 2ª. Dar salida a los asesinos y elemen-
tos peligrosos de izquierdas, cosa fácil pues todos ellos estaban convencidos del final,
y sin remordimiento por la justicia, pues la vida que les esperase sería mil veces peor
que la muerte; y 3ª. Estar mandada la sublevación por el general Bernal, porque ello
suponía unidad y jerarquía en el mando y aun el personal dudoso quedaría encuadrado
automáticamente en el Alzamiento525.
La primera noticia que sobre las cualidades del Sr. Bernal tuve fue por mediación
del comandante de Ingenieros Don Francisco de Paula Oliver Riedel, quien a fines
de enero de 1939, al ser nombrado aquel jefe de la Base naval de Cartagena por el
Gobierno rojo, me indicó espontáneamente que el Sr. Bernal, general antiguo, era per-
sona decente, pues lo conocía desde antes del Glorioso Movimiento Nacional, y que
este representaba un cambio favorable para la actuación nuestra.
525 AMC. Caja 1.323. Orden Público. Año 1939, fol. 39r-v.
156 • Pedro M.ª Egea Bruno
Arturo Espa fue animado a comportarse de igual modo: “… que le diga claramente
a este general mi manera de pensar…”528. La desintegración de la resistencia republicana
estimula a la inmediatez. Lo conviene, de nuevo, la Cerda:
526 Archivo General e Histórico de Defensa [AGHD]. Procedimiento sumarísimo ordinario nº. 451. Leg. 5824. Procesado
Carlos Bernal García, fol. 53v.
527 Idem.
528 ANC. Causa 894/1939…, fol. 78.
529 AMC. Caja 1.323. Orden Público. Año 1939, fol. 39r-v.
Arturo Espa Ruiz • 157
La gestión del general en la Base no pudo ser más desdichada. Vivía para inhi-
birse de los problemas, dejando que los resolvieran, si podían, sus subordinados. Había
declarado públicamente su propósito de quedarse en España y coleccionaba méritos
para hacerse perdonar su lealtad geográfica a la República. Reservaba a los fascistas
los mejores puestos de la Base y emancipaba del CRIM, restituyéndolos a sus casas, a
los hijos de los propietarios de Murcia. Con los testimonios de sus protegidos esperaba
librar con bien del proceso que le instruyeran los vencedores531.
Con brigada o sin brigada, a las once de la noche usted tiene que estar dentro
de Cartagena, puesto que a esa hora estallará la sublevación. Y en cuanto a órdenes
especiales, sólo le doy una: ¡Ningún derramamiento de sangre! ¡Ni una sola gota de
530 Idem.
531 ZUGAZAGOITIA, J., op. cit., p. 572.
532 FRUTOS, V de., Los que no perdieron la guerra. España: 1936-39, Buenos Aires, Oberón, 1967, p. 161.
533 GÓMEZ VIZCAÍNO, J.A., “Los acontecimientos de marzo de 1939 en Cartagena. El hundimiento del buque Castillo
Olite, la mayor tragedia naval de la Guerra Civil”, Revista de Historia Naval, 106 (2009), p. 79.
158 • Pedro M.ª Egea Bruno
… me dijo que era una locura dado que venía sobre Cartagena una brigada y
otra estaría ya en Murcia y era imposible pensar en mantenerse tres o cuatro días con
los medios de defensa de que se disponía y que él sabía insuficientes hasta tanto que
los refuerzos de Franco pudieran llegar, a más que no creía fácil que el Generalísimo
arriesgase sus fuerzas en un desembarco para el que no se le ofrecieran garantías538.
534 AHPCE. GALÁN, F., Yo no di la orden de refugiarse en Argel a la Flota republicana. Tesis, manuscritos y memorias.
Sig. 35/11, fol. 1. Del mismo informante, Con la Flota republicana: recuerdos. Tesis, manuscritos y memorias. Sig.
35/8.
535 AMC. Caja 1.323. Orden Público. Año 1939, fol. 39v.
536 ANC. Causa 894/1939…, fol. 10.
537 VV.AA., Guerra y revolución en España 1936-1939…, p. 284.
538 AMC. Caja 1.323. Orden Público. Año 1939, fol. 39v.
539 AGHD. Procedimiento sumarísimo ordinario nº. 451…, fol. 53v.
Arturo Espa Ruiz • 159
pués de cenar se efectuaba la toma de posesión que el general Bernal tiene gran interés
en que tenga lugar esa misma noche” 540.
El desánimo que ha prendido en la retaguardia, la relajación de los controles poli-
ciales y el derrotismo de los marinos es la única explicación para lanzar una sublevación
apenas engarzada y que desconoce la resistencia que va a encontrar, manejando hipó-
tesis más que certezas, sin que falte el arrojo de los desesperados: “… considerándose
con la cabeza perdida querían morir matando, desconfiaban de que llegasen las brigadas
comunistas y creían que la Flota iba a marcharse porque tenía los fuegos encendidos”541.
Una última circunstancia abriga su esperanza: Galán entra en Cartagena sin la brigada,
que aquella noche pernocta en El Albujón, a 14 Km. del núcleo urbano542.
El levantamiento está fijado –como saben propios y extraños– para las 23 horas
del día 4, coincidiendo con el ultimátum de la Escuadra. La acción debe iniciarse en las
baterías de costa y propagarse a los acuartelamientos de Infantería de Marina, Arsenal,
Intendencia y Parque de Artillería. Se cuenta con algunos enlaces en los buques surtos en
el puerto, como el 2º maquinista Gabriel Bea Rocamora543. Las fuerzas leales se limitan al
Batallón de Retaguardia, con algunos carabineros, guardias de asalto y policías544.
Al Regimiento de Costa corresponde un papel decisivo. Armentia telefonea al
secretario del Arsenal –el auxiliar de Artillería José Argüelles López– y le comunica que
las baterías de la plaza están apuntadas sobre aquella dependencia, “… que se decidiera
a sumarse al movimiento o si no haría fuego”545. No hubo vacilación. Espa, por su parte,
agregó algunos ofrecimientos de última hora –los capitanes Macián, Serna y Montes–,
marchando al puesto de mando central, emplazado en el Cabo de Agua (Escombreras).
Desde allí conseguirá el respaldo de todas las unidades:
… a la hora conveniente doy las consignas a quien las tenía, invito a las que no
las tenían y veo con plena satisfacción que el trabajo realizado da el fruto que esperaba,
pues ni una batería falló a la llamada; antes al contrario, sumé a mi mando y al grito
540 AHPCE. PRECIOSO, A., Informe sobre la sublevación en Cartagena, 18 de mayo de 1939. Tesis, manuscritos y memo-
rias. Sig. 50/8, fols. 1-2.
541 AMC. Caja 1.323. Orden Público. Año 1939, fol. 39v.
542 ANC. Causa 250/1939…, fols. 88-89.
543 AGMAB. SHEMA 10398. LC. 1939. Ramón Guitar de Virto, teniente de navío, estaba conceptuado por el PCE de
derechista. Es un destacado miembro de la Quinta Columna. Vid. EGEA BRUNO, P.M.ª, “La visión comunista…”, p.
325. MARTÍNEZ PASTOR, M., op. cit., 2º ed., pp. 154-161.
544 AHPCE. Informe del C.P. de Murcia. 1939. Documentos PCE. Film XX apartado 241, fols. 7 y 9.
545 ANC. Causa 775/1939…, fol. 7v.
160 • Pedro M.ª Egea Bruno
de ¡Arriba España! otras de la D.E.C.A. [Defensa Especial contra Aeronaves], que nada
tenían que ver con el Regimiento de Costa546.
546 ANC. Causa 894/1939…, fol. 10. La D.E.C.A. –con sus precedentes el 8 de agosto de 1935 y 23 de septiembre de
1936- se creó como tal por decreto de 28 de junio de 1937, dependiendo de la Subsecretaría del Aire. Vid. Gaceta
de Madrid, 10 de agosto de 1935, p. 1.296; 27 de septiembre de 1936, p. 2. 006 y Gaceta de la República, 29 de
junio de 1937, pp. 1.407-1.408. VERA DELEITO, A. y VERA DE LEITO APARICI, J., Defensa antiaérea republicana
(1936-1939), autor, Valencia, 2000.
547 AFPI. AAR. CAÑAS, E., Notas históricas…, fol. 18.
Arturo Espa Ruiz • 161
Se improvisó sobre la marcha. Pallarés fue nombrado jefe del Arsenal, sin que nadie
le supiera decir el estado en que se encontraba y sin fuerza que lo acompañara para
hacer efectiva la ocupación548. Él mismo confesará la impremeditación: “No estaba bien
organizado el levantamiento sin duda por haberlo precipitado algún acontecimiento”549.
El falangista Manuel Pérez Alarcón reconocerá de que eran conscientes de sus escasas
posibilidades: “… con la seguridad absoluta de ir a un fracaso”550. Frente a aquellos ene-
migos, solo una Escuadra sin moral y minada por la traición podía soltar amarras.
sedicente peligro comunista y del control casadista de la Base por medio del teniente
coronel Joaquín Pérez Salas:
Base. Como señala Galán: “Son estos los más firmes en la rebeldía y los que toman la
dirección del movimiento, cumpliendo el compromiso habido en la reunión de mandos y
comisarios”558.
Las vacilaciones de los casadistas serán aprovechadas por los quintacolumnistas
para cambiar la divisa pactada por ambos, pasando de Por España y por la paz a la de
Viva Franco, Arriba España559. No fue el único cambio. A la detención de Galán se unieron
las de destacados dirigentes casadistas –Ramírez, Morell y Semitiel–, que denunciaron
la deslealtad: “… dicen que no era lo convenido, que la consigna no era hacer de este
movimiento uno fascista, que luchaban por la paz y por España y no por Franco...”560. En
la misma contrariedad se sitúa Buiza, que amenaza con disparar sobre los focos rebeldes,
y Armentia, que reconoce haber sido desbordado por los acontecimientos. Según el
comandante Lombardero, el jefe de Estado Mayor de los rebeldes, “Se le preguntó si
estaba con nosotros. Replicó: Yo, por la Paz y por España. Eso no es contestar –le dije–
hay que definirse, por Franco o no. No se definió. Quedó detenido”561. Las diferencias
no eran tan insalvables. Fue puesto en libertad y colaboró con la sedición nacionalista.
Tenían un objetivo común: Negrín y los comunistas.
El desconcierto entre los sublevados fue completo, como recoge –pasados los
acontecimientos– la prensa socialista editada en la capital murciana:
Resultó difícil, en verdad, saber quiénes eran rojos y quienes eran blancos, hasta
el extremo de tener que detener, en uno y otro lado, a cuantas personas encontraban
hasta lograr identificarlas, cosa que, en no pocos casos, realizóse tras no pocas horas de
permanencia poco muelle en calabozos y prisiones […] En el balance ya de la jornada,
unos afirmaban su condición fascista y reaccionaria y otros reivindicaban su carácter
español y republicano562.
558 AHPCE. Informe de Francisco Galán sobre su actuación en los días 4 y 5 de marzo como jefe de la base naval de
Cartagena, Tesis, manuscritos y memorias. Sig. 35/9, fols. 4-5.
559 AHPCE. PRECIOSO, A., Informe sobre la sublevación en Cartagena…, fol. 8.
560 AHPCE. Informe de Francisco Galán sobre su actuación…, fols. 4-5.
561 Aa. Información referente a lo ocurrido en Cartagena en los días 4, 5, 6, 7 de marzo y siguientes de 1939; sucesos en
los que tomó parte el comandante de E.M. don Manuel Lombardero y Vicente, que suscribe. Mayo de 1939.
562 Nuestra Lucha (Murcia), 9 de marzo de 1939.
166 • Pedro M.ª Egea Bruno
Así se explica que en diferentes campos, cárceles y cuarteles hubiese muchos miles de
presos, detenidos unos en sus casas, otros en las calles, otros en los refugios563.
Hacia las ocho y media de la mañana del día 5 el general de Infantería de Mari-
na D. Rafael Barrionuevo ordenó al capitán D. Arturo Espa, por conducto de su jefe
de Estado Mayor, comandante Lombardero, que comunicara al mando de la Escua-
dra republicana que si no se hacían a la mar antes de un cuarto de hora abrirían fue-
go sobre las unidades situadas en el puerto. Contestó el almirante rojo Buiza que no
podían salir sus barcos en ese plazo porque tenían que hacer calderas565.
Los rebeldes contaron con la pasividad, más o menos encubierta, de los mandos
de la Flota, con Buiza a la cabeza. Lo indica Eustaquio Cañas, gobernador civil de Murcia:
“… sin unirse precisamente a los sublevados, tampoco cumplen en su elemental deber
de oponerse a ellos, y les dejan las manos libres”. Es así, como los facciosos aprovechan
esta libertad en que se les deja para detener a más de 3.000 republicanos destacados,
civiles y militares566.
En términos similares se expresa el coronel Joaquín Rodríguez, encargado de repri-
mir el levantamiento al frente de la 10ª División, que subraya la ausencia de un enemigo
fuerte:
Es claro que Buiza mantenía su compromiso con Casado, dispuesto –como anota
Galán– “… a salir a la mar radiando al presidente Negrín que debe entregar el mando
a las autoridades militares y que estas hagan la paz”569. En última instancia, la supuesta
coacción que representaba la artillería de costa le pudo servir de coartada. Por lo demás,
la brigada comunista –la 206– estaba a las puertas de la ciudad.
Siguiendo a Galán, a las 11,30 la emisora Flota Republicana –emplazada en el
Barrio de Los Dolores y en manos de los sublevados–, difundió una nueva advertencia:
“Atención a las unidades de la Flota roja o la Escuadra se marcha inmediatamente del
Puerto de Cartagena o de lo contrario será bombardeada dentro de un plazo improrroga-
ble de 15 minutos”570. No parece que fuera una amenaza real. A juicio de Bruno Alonso,
lo que decidió la salida de la Escuadra fue el bombardeo llevado a cabo a las 10,30 de
la mañana por parte de la aviación franquista, que dejó fuera de combate al destructor
Sánchez Barcáiztegui, dañando gravemente al Lázaga y al Alcalá Galiano y destruyendo
diversas instalaciones del Arsenal y de la Sociedad Española de Construcción Naval571.
No difiere el tercer maquinista José M.ª Díaz Santé: “… El bombardeo realizado el día 5
por la mañana vino a ser la orden de marchar; la tensión reinante en las dotaciones hizo
claudicar a Bruno, que aún soñaba con enviar algunos borregos a luchar a la ciudad”572.
Para Negrín la razón de la huida fue el miedo a la rendición de cuentas:
Estos señores marinos que no han hecho nada por ganar la guerra, estaban en
el puerto de Cartagena dándose la gran vida, sin riesgos de ninguna clase, y en cuanto
vieron que mandé allí al heroico y glorioso jefe señor Galán, pensaron que éste podía
fusilar a todos los cobardes y traidores, y se largaron del puerto internándose en Bizer-
ta, traicionando así la gran Causa de nuestro pueblo573.
Exculpaba a Bruno Alonso: “… Con ese pobre hombre no he hablado […] ni creo que se
haya contado con él para nada”574.
El último intento de Negrín por evitar un baño de sangre fue el relevo de Galán
por el subsecretario de Marina, el teniente de navío Antonio Ruiz, bien relacionado con
sus compañeros de armas y con cierto ascendiente entre los leales a la República por su
protagonismo en julio de 1936, cuando ocupó la Jefatura de la Base. Ahora jugará la baza
casadista. Su labor consistirá en facilitar la salida de la Flota, operación que necesitaba
más tiempo del plazo dado por los sublevados, con los que finalmente transigen575. A él
corresponde dar la orden de apertura del puerto, protegido por redes metálicas antisub-
marinas a raíz de que el 22 de noviembre de 1936 el crucero Miguel de Cervantes fuese
torpedeado por el submarino italiano Torricelli cuando se encontraba fondeado en la
rada cartagenera576. Las medidas de seguridad adoptadas las trae a colación el segundo
maquinista Pedro San Martín:
… en diciembre de 1936 se cerró el Puerto [de Cartagena] con una red metálica
contra submarinos y se puso guardia permanente, con teléfono, en la Boca del Puerto,
que comunicaba entrada y salida de todos los barcos y no abría la red sin que le diesen
orden para ello577.
La deserción tuvo que ser pactada. La salida del puerto significaba ponerse al alcan-
ce de los cañones de Espa. No conocemos los términos del acuerdo, pero es seguro que
entre ellos no figuró la dignidad. El mismo Barrionuevo lo calificó de página de deshonra:
… estoy avergonzado de ser militar y español como ellos. Son unos cobardes.
Ruiz, Ramírez, Pérez Barreiro [García Barreiro] y los demás me pidieron llorando que
dejásemos salir a la Escuadra sin tirarle con las baterías de costa. / Me dieron palabra
de honor de que iban a entregarse a Palma de Mallorca. Asqueado por tan poca hom-
bría, les dije que me dejaran en paz, y comuniqué a Franco sus propósitos578.
574 Idem.
575 Idem.
576 ALCOFAR NASSAES, J.L., “El hundimiento del crucero Miguel de Cervantes, Historia y Vida, 120 (1978), pp. 119-124.
COVERDALE, J.F., La intervención fascista en la Guerra Civil Española, Madrid, Alianza Editorial, 1979, p. 172.
577 ANC. Causa 1.192/1939…, fol. 94.
578 AFPI. AAR. CAÑAS, E., Notas históricas…, fols. 18-19.
170 • Pedro M.ª Egea Bruno
Ayer por la noche [5 de marzo], en Casa Colonna, una llamada telefónica de Pie-
tromarchi579 me informó sobre la insurrección del Cartagena y la huída de la flota roja,
así como la solicitud de Franco para obtener nuestra cooperación naval para rastrear a
las naves errantes en el Mediterráneo y evitar que crucen el Canal de Sicilia si tiene la
intención de enrutar, como se ha dicho, a Odessa”. Le di las instrucciones apropiadas a
la Armada y la Fuerza Aérea a las 9 am. Le informé al Duce que él había aprobado como
lo había hecho yo. Durante el día se completó la información sobre la Flota: quería
ingresar a Argel, pero no se le otorgó el permiso. Ahora parece centrarse en Bizerta580.
A las 12 horas del día 5 los navíos republicanos surcaron por última vez las aguas
cartageneras, al parecer de forma caótica, como relata el ingeniero Galvache, testigo
presencial de lo que debió ser una auténtica desbandada:
Submarinos llegando a entrar en colisión un remolcador con dos lanchas y el C-4 con
una motora remolcadora, todos cargados de gente; mientras acudía como ingeniero al
incendio provocado en la Constructora y Sánchez para evitar su propagación, vi salir al
Gaditano (remolcador afecto a la Base) y personal del destructor presos de verdadero
frenesí 581.
Enfilaron la bocana del puerto el submarino C-4, los destructores Ulloa, Escaño,
Gravina, Almirante Antequera, Almirante Mirada, Lepanto, Almirante Valdés y Jorge Juan
y los cruceros Méndez Núñez, Libertad y Miguel de Cervantes. Se quedaron fondeados
los destructores Sánchez Barcáiztegui, Alcalá Galiano, Churruca, Alsedo y Lazaga y el
submarino C-2, con averías que les impedían navegar.
Era un interés compartido. Benavides atina al afirmar que los buques zarparon “...
sin que le disparasen un tiro, porque su partida era la máxima aspiración del faccioso”582.
Se dieron facilidades para subir a bordo a los que habían sido copados por los rebeldes.
Ocurrió en el Arsenal, a instancias del teniente coronel Lorenzo Pallarés, que se había
hecho cargo de aquella dependencia. Una medida preventiva:
Embarcaron, además de las dotaciones y los mandos de la Base, más de 600 civi-
les, cuya militancia se perfila con toda intención en las fuentes comunistas: “… entre los
cuales iban algunos dirigentes antifascistas y casi todos los dirigentes anarquistas”584.
También socialistas y republicanos, “… con el beneplácito de los fascistas”585. La cifra –en
la que se incluyen algunas mujeres y niños– tal vez esté hinchada y deba reducirse a 350,
según expone el résident général de Francia en Túnez586. En total, con los marinos, unas
4.000 personas. Lo habían perdido todo: la guerra, la patria y la familia. Su destino final
fue Bizerta, tras negarle el Gobierno francés el acceso a Argel. El sino los dispersó luego
por medio mundo587.
La rebelión había alcanzado un logro fundamental, dejando sentenciada la suerte
de la República. Lo remarca, con indudable triunfalismo, Lorenzo Pallarés: la salida de
la Escuadra republicana, “quedando con ello terminada la guerra en el mar y dando así
un paso decisivo para la victoria final de la España Nacional Sindicalista”588. Lo respalda
Fernando Oliva, que abunda en las consecuencias: “… se consiguió el objetivo principal
de expulsar a la Flota roja de su base así como la caída del gobierno Negrín y el desco-
yuntamiento de la zona roja”589. Se pronunciará en el mismo sentido el embajador italiano
en Salamanca, el conde Viola de Campalto, al ministro de Asuntos Exteriores Galeazzo
Ciano el 9 de marzo de 1939: “… El único activo seguro del levantamiento es la huída
de la flota roja a Bizerta y su desarme”590. Cabe añadir el exilio de dirigentes políticos y
sindicales. Al día siguiente, sin más opciones, Negrín y su Gobierno abandonaron España.
Para Galán, la pérdida de la Escuadra clausuró las posibilidades de expatriación:
“La marcha de la Flota, en aquellas condiciones, fue lamentable, ya que si no podía
ayudar a los combatientes con la fuerza de sus cañones, por lo menos debía de haber-
les ofrecido sus bodegas y cubierta a quienes hubiesen querido exiliarse”591. No fueron
los únicos perjudicados. Manuel Tagüeña, responsable del XV Cuerpo del Ejército de la
República, escribe que la huida dejó inerme al propio Casado y a su Consejo Nacional de
Defensa, “… perdía una de sus cartas principales para las negociaciones que se proponía
entablar con el enemigo”592.
587 Vid. EL-GAFSI, A., “La situación de los refugiados españoles en Túnez, entre el 4 de febrero de 1939 y el 18 de julio
de 1940, según unos documentos de archivos del gobierno tunecino”, Almenara, 19 (1976-77), pp. 91-108. Del mis-
mo autor, “De Cartagena a Bizerta. Prolongaciones tunecinas de la Guerra Civil española (1936-1939)”, Cuadernos
de Historia Contemporánea, 2 (1983), pp. 251-261. FERNÁNDEZ DÍAZ, V., El exilio de los marinos republicanos,
Valencia, Publicaciones de la Universidad de Valencia, 2009. YAZIDI, B., El exilio republicano en Túnez, Ferrol, Embo-
ra, 2008. VILAR, J.B., La España del exilio. Las emigraciones políticas españolas en los siglos XIX y XX, Madrid, Sínte-
sis, 2006, pp. 345-352. VILAR, J.B. y VILAR, M.J., Las emigraciones españolas al norte de África, 1830-1999, Madrid,
Arco-Libros, 1999. VILAR, J.B., “El exilio español de 1939 en el norte de África”, Historia del Presente, 12 (2008), pp.
19-42.
588 ANC. SIP. Caja 36. Exp. 2.959…, fols. 8-9.
589 ANC. Causa 160/1939…, fol. 6.
590 MINISTERO DEGLI AFFARI ESTERI COMMISSIONE PER LA PUBBLICAZIONE DEI DOCUMENTI DIPLOMATICI ITA-
LIANI, Documenti Diplomatici Italiani, Ottava Serie: 1935-1939. Volume XI (1° gennaio – 22 maggio 1939), Roma,
Istituto Poligrafico e Zecca dello Stato, 2007, p. 320.
591 AHPCE. GALÁN, F., Yo no di la orden…, fol. 5.
592 TAGÜEÑA LACORTE, M., Testimonio de dos guerras, Barcelona, Planeta, 2005, p. 325. EGEA BRUNO, P.M.ª,
“Miguel Buiza…, pp. 169-178.
Arturo Espa Ruiz • 173
La única oposición fue la comunista, como desvela Isabel García, del Comité Local
de Cartagena, que difundió hasta el final la consigna negrinista de que resistir era vencer:
“… la Flota marchó deteniendo a los comunistas que estaban dentro de la Flota, porque
hacían resistencia a que la Flota saliera de España”593. La secunda otro dirigente local,
Bartolomé García:
Las instrucciones que habíamos dado a las células de los barcos era la de impedir
la salida por todos los medios y si llegaba el caso hasta arrojar otra vez los mandos al
agua. Pero los enemigos no se durmieron y antes de salir al mar desarmaron y encerra-
ron a los comunistas en los sollados de los barcos594.
Galán, a bordo del crucero Libertad, matiza el sentido de la represión y los actores
de la misma:
No sería tan fácil hacerles frente en tierra, cuya ofensiva militar apenas diferirá unas
horas de aquella precipitada marcha.
593 AHPCE. GARCÍA, I., Autobiografía. Cartagena 18 de julio (1936). Tesis, manuscritos y memorias. Sig. 38/6., fols. 6-7.
594 AHPCE. GARCÍA, B., Cartagena en el período de nuestra guerra...
595 AHPCE. Informe de Francisco Galán sobre su actuación…, fol. 14.
Arturo Espa Ruiz • 175
El avance prosigue sin que apenas ofrezcan resistencia las fuerzas rebeldes.
Hacia las 2 de la tarde se llega a las primeras casas de Cartagena […] A las 8 se han
dominado todas las alturas al S. de la ciudad, destacando en cada batería de costa
oficiales de la Bda. que garanticen la fidelidad de las mismas. En el casco quedan por
reducir el Arsenal, Parque de Artillería, Capitanía y pequeñas alturas que dominan este
último edificio597.
596 MEDINA TORNERO, M.E.: Archena 1931-1945. Segunda República, Guerra Civil y primeros Años de posguerra, Tesis
Doctoral dirigida por Pedro M.ª Egea Bruno, Universidad de Murcia, 2017, pp. 489-503.
597 AHPCE. PRECIOSO, A., Informe sobre la sublevación en Cartagena…, fol. 4.
176 • Pedro M.ª Egea Bruno
manifiesta. Lo especifica uno de los rebeldes, el coronel de Artillería Luis Monreal Pilón:
“Yo calculo en más de 9.000 hombres las fuerzas que nos atacaron”598.
La Brigada 206 –la principal protagonista de los combates– se había fogueado
en combate durante toda la guerra. Según testimonios de su actuación en Cartagena
eran capaces de hacer cantar a las ametralladoras599. Al otro lado estaban los que con
influencias se habían salvado de ir al frente, destinados justamente en las unidades
ahora amotinadas. En el Arsenal fue necesario instruirles –en plena sublevación– en el
manejo de las granadas de mano. Lo dice Lorenzo Pallarés, responsable de la defensa
de aquel recinto:
El plan de ataque fue diseñado por Rodríguez. Una maniobra envolvente perfecta-
mente trazada y atenta a neutralizar a las baterías de costa, la única opción de resistencia
y desembarco de los rebeldes:
Las baterías de costa representaban –como se anota– el único peligro real. Coin-
cidirá en ello Arturo Espa, que las tenía bajo su mando: “Que en las últimas horas
del domingo [día 5], por dos veces y ante el ataque de que era objeto por la brigada
comunista [el edificio de] la Base naval, se dio orden a dos baterías de que hicieran
fuego contra los atacantes”602. Una vez sometidas, la resistencia fue mínima y puntual-
mente localizada.
La primera de las localizaciones atacadas fue el Arsenal, hostigado al amanecer
del día 6 desde el barrio de Los Dolores –Casa Palacio del marqués de Fuente el Sol–,
faldas del Castillo Galeras y montes de Quitapellejos. Apenas se mantuvo unas horas.
A las 5 de la tarde los rebeldes huyeron a bordo de un submarino603. Se trataba del
C-2, que tras una accidente partida, se entregó en Palma de Mallorca: “… consiguió
con grandes peligros salir del puerto, no sin haber sufrido numerosos impactos de
ametralladora y cañón…”604. Se pusieron a salvo unos cuarenta individuos de diferentes
Cuerpos, sumando jefes, oficiales, clases, marinería y tropa. Entre ellos, algunos de
los responsables del levantamiento: Lorenzo Pallarés, Luis Monreal, Antonio Galvache,
Celso Pérez Fuentes y Bernardo Llobregat. En su precipitada marcha dejaron ondeando
la bandera bicolor, que días más tarde confundirá a las fuerzas nacionalistas que venían
a ocupar la ciudad, con resultados funestos para una de sus unidades, el transporte
Castillo de Olite.
No les resultó difícil dominar el Parque de Artillería, ocupado –como relata Cañas–
a las 10 de la mañana del día 7: “Manda a los insurrectos el coronel Armentia, leal a la
República hasta entonces. Se niega éste a rendirse, y después de haber anunciado a
los sitiados, por medio de altavoces, que toda resistencia es inútil, lanzamos el asalto.
Apenas empezado, se abre el portalón en signo de rendición”605. Una de las bajas es el
propio Armentia, decidido a una defensa numantina y cuya muerte conoce dos versio-
nes. De un lado, la franquista: “… fue muerto por las columnas comunistas que entraron
en el Parque”606. La noticia fue recogida por la prensa socialista: “La nota más desta-
cada es la de la muerte del coronel Armentia, en lucha –nos dijeron– contra las tropas
republicanas”607. Según Galán, optó por suicidarse. Suscribe la versión Cañas, testigo
presencial del momento:
Se abre una ventana del primer piso [del Parque de Artillería] y aparece Armen-
tia con una pistola de reglamento en una mano y una granada en la otra. Gesticula,
pronuncia palabras que no oímos, increpa a los que se habían rendido y, gritando
con toda su fuerza: ¡Viva España!, deja caer la granada a sus propios pies. En el humo
La toma de Capitanía –en la Muralla del Mar– el día 8 tampoco ofreció mayores
complicaciones. Siguiendo a Cañas:
Desde por la mañana se estaba hablando a los insurrectos con altavoces instala-
dos en los carros blindados, invitándolos a rendirse y a no prolongar una resistencia que
sería estéril y sangrienta. Manda a los facciosos de la Base el que hasta hoy era jefe de
Estado Mayor de la flotilla de destructores, Oliva.
Artemio Precioso cifra en 300 los prisioneros. Las víctimas que recoge la Causa
General suman 58613. Tal diferencia puede atribuirse al recuento exclusivo de las bajas
consideradas netamente franquistas. Según la adscripción política se contabilizan 23
derechistas y católicos, precisándose en algunos casos su pertenencia a Acción Popular,
Renovación Española, Juventud de Acción Popular y Juventud Tradicionalista. El expe-
diente más completo es el del propietario Sabas González López: católico, conservador,
militante Agrario, de Acción Popular y de Falange. Se ignoran esos extremos en los
restantes casos o simplemente se indica “sublevado el 5 de marzo”. La confusión debió
extenderse al reconocimiento de los cadáveres del bando vencedor. Se cita a un izquier-
dista con anterioridad al 18 de julio.
610 TOGLIATTI, P., Escritos sobre la guerra de España, Barcelona, Crítica, 1980, p. 286.
611 ANC. SIP. Caja 21. Exp. 1.729. Frutos Fernández Serrano.
612 AHPCE. Informe que presenta al P. Joaquín Rodríguez…, fol. 3.
613 AHN. Fiscalía del Tribunal Supremo. FC-Causa General, 1.065. Exp. 18. Cartagena (Murcia), fols. 9-20.
180 • Pedro M.ª Egea Bruno
El grupo más numeroso –26– está formado por militares: nueve oficiales, cinco sub-
oficiales, nueve soldados, dos del CASTA y un retirado. Siguen los estudiantes –nueve–,
las fuerzas de orden público –seis–, profesionales liberales –cuatro–, empleados –tres– y
un propietario614. Sus edades oscilan entre los 14 y los 82 años. La media es de 34.
Las muertes se sucedieron entre el 5 y el 9 de marzo, teniendo en cuenta que
partir del día 8 el control corresponde a la Junta de Casado. El día 6 –con 30– es el
momento más álgido, precedido por el día 5 –14– y con menor relevancia el 7 –tres–, 8
–seis– y 9: cinco, que se pueden atribuir a los enfrentamientos entre comunistas y casa-
distas. Los lugares donde se encuentran los cadáveres son indicativos de la diferente
significación de aquellas muertes. Hay dos parajes que se asocian con claridad a eje-
cuciones: La finca La Boticaria de Los Dolores –con 15 fusilamientos– y la finca Lo Soto
de San Antón con ocho. Otros casos se dieron en este barrio –cuatro– y en el caserío
de Los Patojos: dos. Por hechos de armas debieron perder la vida los hallados en los
edificios militares: Parque de Artillería –tres– Capitanía General –uno– o en la ciudad y
sus alrededores: 17. Hay siete ocurrencias no establecidas.
La reducción de la sublevación no conllevó el retorno de la Escuadra, cuyas dotacio-
nes debieron escuchar los disparos de las fuerzas negrinistas avanzando sobre la ciudad.
En alta mar se sucedieron los radios instando a la Flota a regresar a Cartagena, una vez
recuperada para la República. Fracasaron todos los intentos, empezando por el comunis-
ta: “Esta estación –Radio La Flota– fue utilizada desde el mismo día por Osorio y Tafall
–Comisario General de los Ejércitos de la República, próximo al PCE–, y en días sucesivos
por Virgilio Llanos, como comisario de la Base, con alocuciones y llamadas a la Flota para
su regreso a la Base, al haberse conseguido en la noche del 5 al 6 todas las baterías de
Costa por nuestras fuerzas”615. La misma petición se realizó desde el Gobierno de Negrín
y desde el Consejo Nacional de Defensa de Casado.
Todo en vano. Buiza consumó su acción, argumentando la contradicción de los
mensajes recibidos, las presiones de los comandantes de los barcos, el riesgo inútil, la
carencia de combustible en caso de tener que volver sobre sus pasos –omitía que en
Cartagena se encontraba el Campilo, un buque petrolero con 3.971 toneladas de carbu-
rante– o su liberación del compromiso con Matallana616.
Galán, que iba a bordo de la nave capitana, se hará eco en su informe al PCE de
la valoración moral de aquella decisión, de la que era consciente el jefe de la Escuadra
republicana, y del compromiso con la República de la militancia comunista:
614 Idem.
615 AHPCE. Informe que presenta al P. Joaquín Rodríguez…, fol. 8.
616 ROMERO, L., El final de la guerra…, pp. 305-308. ALONSO, B., op. cit., pp. 147-150.
Arturo Espa Ruiz • 181
A fines de febrero se decidió fijar en Murcia la residencia del buró político, a fin de
organizar la instalación del Comité Central, que finalmente ocupó un local en la pedanía
del Palmar y el edificio de la Escuela de Cuadros de la capital. La razón la explica Togliatti:
“… nosotros permanecíamos cerca de Murcia, para tener siempre la posibilidad de apo-
yarnos en una organización de partido de alguna entidad”621.
Se trataba de un repliegue hacia el Sureste, como venían haciendo las restantes
formaciones políticas y sindicales en sintonía con el Gobierno –que se había establecido
en Elda– y, en previsión del derrumbe final, favorecer la resistencia y la evacuación622. El
error –a juicio a Stoyán Mínez, de la Internacional Comunista– fue el traslado de su Comi-
té Central a pequeños pueblos de Levante, lo que provocó su aislamiento, a excepción
de la débil organización del partido en Murcia. Se metieron además en la boca del lobo:
“Toda la provincia de Murcia es ese punto de la España republicana donde mejor estaba
organizada la Quinta Columna, donde la Quinta Columna desarrolló libremente su activi-
dad durante todo el período de la guerra”623.
El 6 de marzo, tras el golpe de Casado y la huida del Gobierno de Negrín, se reunió
en el aeródromo de Monóvar (Alicante) el Buró Político del PCE con dirigentes del parti-
do y de la JSU, tomando el acuerdo de llevar a cabo la evacuación de los militantes más
comprometidos y preparar el trabajo clandestino ante el previsible triunfo de Franco624.
Se primó Cartagena como lugar de evacuación, dado que allí se estaba concen-
trando la 10ª División, de orientación comunista625. Lo corrobora Eustaquio Cañas: “…
disponen en el litoral de una División del Ejército, en la que el 80% de los mandos son
hombres adictos a ellos…”626. Lo sentencia el Informe a Stalin, “Cartagena estaba en
manos del PCE”627.
Cartagena les resulta fundamental como punto de evasión, sobre todo desde
que el día 6 Alicante había quedado en manos de la Junta de Casado. En palabras de
Jesús Hernández, comisario político de la Región Central en el área Centro-Sur, la ciudad
departamental era: “… una garantía para la salida de los cuadros fundamentales del
Partido”628.
la URSS, atenta a terminar la guerra en España por sus negociaciones con Hitler. Según él,
la Junta de Casado era un “adversario insignificante”635.
A propuesta de Eustaquio Cañas, Casado nombró jefe de la Base a Joaquín Rodrí-
guez . Debió mediar la momentánea falta de otra alternativa y la contemporización del
636
PCE con la nueva realidad. Para comisario fue designado Virgilio Llanos. Cartagena se
convirtió así en el último reducto comunista.
La reducción de la rebelión se subordinó a fines políticos partidistas: la evacuación
de los cuadros del PCE. El coronel Rodríguez, revela la estrategia adoptada:
Existía en efecto en Cartagena un gran ambiente contra nuestro P., pues nues-
tros enemigos habían podido, de acuerdo con Bruno Alonso, hacer correr la especie de
635 HERNÁNDEZ, J., Yo fui ministro de Stalin, Madrid, G. del Toro, 1974, pp. 306-336. Vid. sobre todo el proceso HER-
NÁNDEZ SÁNCHEZ, F., Guerra o revolución…, pp. 421-443.
636 AFPI. AAR. CAÑAS, E., Notas históricas…, fol. 21.
637 AHPCE, Informe que presenta al P. Joaquín Rodríguez…, fols. 1-2.
638 AHPCE. PRECIOSO, A., Informe sobre la sublevación en Cartagena…, fol. 6.
Arturo Espa Ruiz • 185
que nuestro P. era el que tenía la culpa de que no se acabara la guerra, y que culminó
tal campaña con el nombramiento de Galán639.
La prensa anarquista los calificará de enemigos seculares: “los bárbaros del siglo
XX” . El mismo PCE cometió errores, como reconocerá Dolores Ibárruri:
640
Hay que confesar que éramos bastante ingenuos. Nuestra confianza en el pueblo
y nuestra fe en la victoria, y en la posibilidad de resistencia a pesar de todos los desca-
labros, era inconmovible, y a veces nos llevaba a no valorizar suficientemente todos los
factores en presencia641.
Tal vez por ello se les pueda atribuir una cuota de responsabilidad en el último giro
de la contienda:
Tuvieron en contra la propaganda casadista, que manipuló los sucesos locales para
justificar su propio golpe de fuerza:
El coronel utilizó su condición de jefe de la Base para bloquear hasta donde pudo
las consecuencias del golpe de Casado, neutralizando para ello los movimientos de las
tropas procedentes de Alicante, Andalucía y Murcia, orientando la 207 Brigada al norte,
El día 8, con la posesión del teniente coronel Joaquín Pérez Salas como jefe de
la Base en representación de la Junta de Casado, quedando Rodríguez como segundo
jefe, la situación se complicó. Lo señala este último: “… dio contraorden a la mía de
activar todas las reparaciones de los barcos que habían quedado, como así mismo de
sustituir las guardias de la 10ª Don. que controlaban la salida del puerto…”645. Defiende
otro tanto Jesús Hernández: “… Comprendíamos lo que este tipo significaba en tal
lugar. Íbamos a perder muchas posibilidades…”646. La capacidad de intervención acabó
de perderse el día 12, cuando Joaquín Rodríguez fue destituido como segundo jefe de
la Base.
Cartagena fue todavía una tierra de promisión, a la que siguieron llegando diri-
gentes, cuya evasión resultaba cada vez más difícil. El 24, bajo la protección de los
hombres de Artemio Precioso, se tomó al asalto la escuela de vuelo de Totana, desde
la que despegaron Togliatti, Checa, Palau, Diéguez, Vicente Uribe, Cabo Giorla, Jesús
Hernández, Virgilio Llanos y Artemio Precioso647. Se hizo otro tanto desde campos de
aterrizaje próximos a Cartagena. Uno de ellos fue el de Lomonte, de donde partieron
Fernando Claudín, Ignacio Gallego y Sebastián Zapirain. La última salida –compartida
con militantes de otras formaciones políticas y sindicales– se produjo el 29 a bordo
del petrolero Campilo –con pabellón monárquico, para sortear las acciones de la flota
nacionalista–, el bou Tramontana y pequeñas embarcaciones. Otros se dirigieron al
puerto de Alicante, de donde pudieron embarcarse en los últimos buques del exilio, el
Lezardieux y el Stanbrook648.
poránea, 2 (1983), pp. 273-330. Una propuesta actualizada del mismo autor en “La singladura i els passatgers de
l’Stanbrook d’Alacant a Orá, març de 1939”, en SANTACREU, J.M. (ed.), Una presó amb vistes al mar. El drama del
port d’Alacant, març de 1939, Valencia, Tres i Quatre – Universitat d’Alacant, 2008, pp. 239-383. TUÑÓN DE LARA,
M., “Puerto de Alicante. 29 de marzo-1 de abril de 1939”, Canelobre, 7/8 (1986), pp. 152-156. MARTÍNEZ LEAL, J.,
“La guerra terminó en Alicante. La tragedia del puerto”, Canelobre, 7/8 (1986), pp. 157-166.
649 HERNÁNDEZ, J., op. cit., p. 306.
Arturo Espa Ruiz • 189
Los mensajes se captaron en San Fernando (Cádiz) a las 11,15. La respuesta fue
inmediata, como anota el almirante Juan Cervera, jefe del Estado Mayor de la Armada
franquista: “Desde el despacho del Generalísimo cursé las órdenes para colocar frente a
Cartagena las divisiones acampadas en Castellón y Málaga”. Es decir, la 83 y la 122, que
serían embarcadas con premura. Contarían con el respaldo de los buques auxiliares Mar
Cantábrico –nave insignia del almirante Moreno– y Mar Negro, y los destructores Melilla,
Huesca y Teruel, que debían llegar a la costa cartagenera al amanecer del día 6. Con el
650 Vid. Aa. Informe referente a lo ocurrido en Cartagena en los días 4, 5, 6, 7 de marzo…, fol. 19.
651 AFPI. AH-71-12. Telegramas cruzados entre el Ministerio de Defensa Nacional y Gobierno Civil de Murcia sobre la
sublevación de la Base naval de Cartagena. Marzo de 1939.
652 MARTÍNEZ LEAL, J., República y Guerra Civil…., p. 345.
653 AFPI. AAR. CAÑAS, E., Notas históricas…, fol. 17.
190 • Pedro M.ª Egea Bruno
mismo destino partirían desde Mallorca el crucero Canarias y el cañonero Dato. En con-
junto esperaba reunir 22 navíos y 19.000 hombres654.
A las 7 de la mañana del día 6 el Mar Cantábrico y el Mar Negro, acompañados
por un hidro, serán avistados frente a la costa cartagenera, siendo hostigados por los
cazas republicanos de la Base de Los Alcázares. Los rebeldes reclamarán su intervención
inmediata, dada la apurada situación de en que se encontraban. En aquella misión medió
Arturo Espa:
Entre las 00:00 y las 10:00 horas del día 6 habían zarpado desde Castellón, de for-
ma escalonada, los cruceros auxiliares Antonio Lázaro y J.J. Sister, los minadores Marte,
Vulcano y Júpiter y los mercantes Sebastián, Castillo de Olite, Castillo de Peñafiel, Cas-
tillo de Gifralfaro y Castillo de Monforte. El convoy –por la urgencia– no cuenta con la
debida escolta ni con los medios necesarios de radio para estar en contacto e informado
de la situación656. A las 20:30 lo harán desde Málaga el crucero auxiliar Rey Jaime II,
seguido del Castillo Mombeltrán, Dómine, Cabo Huertas, Castillo Montealegre y Castillo
Simancas657.
Los primeros buques llegaron a su destino sobre las 15:00 horas. Será tarde. La
Artillería de Costa –la pieza clave de todo el dispositivo– no ha podido resistir el envite
de la brigada comunista. El repliegue –iniciado en la mañana del 6– deja al descubierto el
punto débil de aquellas defensas. Lo refrenda Arturo Espa:
Al recibir noticia de que la batería antiaérea de Sierra Gorda era atacada por
fuertes núcleos, carecía de armamento portátil (unos veinte mosquetones) y las piezas
no permitían tirar contra los atacantes, decidió ordenar su inutilización y la retirada
del personal hacia el grupo de Escombreras, lo mismo ordenó a las baterías viejas del
frente izquierdo, cuyo personal, tras inutilizarlas, se concentró en San Julián, todo ello
con objeto de evitar de que fueran tomadas en estado de servicio y fueran motivo de
preocupación, como eran las viejas del frente derecho (Podaderas y Fajardo), ocupa-
das por los rojos por la mañana658.
La situación irá empeorando de forma progresiva. Las notas redactadas por Espa
no pueden ser más desalentadoras. Su misma redacción refleja su estado de ánimo y la
precipitación con la que se desarrollan los acontecimientos, con unas fuerzas extenua-
das y prácticamente sin municiones. El frente derecho está prácticamente perdido. Las
baterías de la Atalaya, Castillitos y Jorel, “… con el enemigo en el Campillo. Peligro.
Tropa sin comer tres días, escasas municiones”. La del Roldan, “… rebelde, difícil de
batir con los elementos actuales de defensa de la costa y antiaéreos”. La Parajola, “…
rebelde, batida por Aguilones y Jorel, esta dejó de hacerlo, al ocuparse de su defensa
inmediata”. Las de Fajardo y Podaderas, “rebeldes, las bate aviación, San Julián y Jorel,
éstas últimas dejarán de hacerlo mañana, peligro entrada del puerto”. El frente izquier-
do no ofrece mejor panorama. Han sido inutilizadas las dos de Santa Ana (acasamatada
y complementaria) y las dos de Trincabotijas (Baja y Comandante Royo). La de San
Julián, “… si han de replegarse dejará de actuar […] Ya están cercados”. Con la anti-
aérea de Los Dolores “… no hay comunicación ni contesta las llamadas efectuadas, se
desconoce su actitud”. Las de Aguilones y Conejo, “… espero mañana serán atacadas
y batidas por Parajola”. Las de la Chapa y Cenizas necesitaban protección. El puesto
de mando central sin comunicación de ninguna clase. La situación del personal dista de
ser la más apropiada, famélico y cansado, por los días de servicio continuado, sin horas
para el sueño: agotados. El armamento escaso, sin armas automáticas ni bombas de
mano y las municiones de cañón agotándose659.
El capitán de fragata Felipe Abarzuza Oliva, comandante del Mar Cantábrico, da
cuenta de las graves negligencias detectadas entre aquellos defensores que reclaman
ayuda:
660 Ibidem, fol. 40r. Vid los partes del vicealmirante Moreno en MARTÍNEZ BANDE, J.M, El final de la Guerra Civil,
Madrid, San Martín, 1985, pp. 361-372.
661 ANC. Causa 894/1939…, fol. 13.
Arturo Espa Ruiz • 193
… para entonces recibió noticias de que había caído el grupo de Cenizas y suce-
sivamente fueron cayendo todas las demás baterías, habiendo dado orden el decla-
rante de que se inutilizasen las piezas, lo que no fue posible más que en las de Cabo
Tiñoso, por haber sido copadas las restantes. Que al perderse la Chapa y las Cenizas y
teniendo la seguridad de que Cabo Tiñoso iba a caer de un momento a otro, el decla-
rante dio orden a los que se encontraban en el puesto de mando de que evacuasen
hacia Aguilones y se mezclaran con los artilleros, marchando el declarante con el que
hacía de capitán ayudante y Molina, en el chinchorro, a Cabo de Palos663.
La Escuadra permaneció frente a Cartagena hasta las 9:00 horas del día 7, en que
nuevamente fue hostilizada. Del fracaso se hace eco Francesco Giorgio Mameli, jefe de la
Legación italiana en Lisboa, que recogió el testimonio de Nicolás Franco, embajador en
Portugal del gobierno rebelde. Todavía pesaba el temor a la Escuadra republicana, cuya
potencialidad pudo haber rendido hasta el final de la guerra:
Sobre los eventos de Cartagena, dijo que los insurgentes tomaron posesión
de varios puntos de la ciudad, incluidas las baterías. La flota roja se vio así obligada a
despejar el puerto. Inmediatamente el gobierno nacional envió su flota y se embarca-
ron dos divisiones al rescate. Sin embargo, con una flota enemiga considerablemente
más grande, la operación no parecía fácil. Las unidades nacionales presentadas antes
de Cartagena fueron señaladas por el fuego de algunas baterías que caían en manos
de los rojos mientras tanto. La operación tuvo que ser abandonada. En Cartagena,
actualmente, parte de la ciudad está en manos del movimiento franquista y en parte
en manos de los rojos. Internada la flota roja en los puertos franceses, la situación se
invierte y el gobierno nacional está estudiando la acción para liberar a Cartagena.
Nicolás Franco, con respecto a la flota roja, parecía muy satisfecho, el gobierno nacio-
nal ya no tiene que temerlo y Francia ya se ha comprometido a restaurarlo. Este es su
razonamiento664.
Ninguna noticia ni ningún aviso nos llegó hasta el momento de que al entrar en
la bahía de Escombreras nos encontramos sorprendidos por la intimación al rendimien-
to hecha por los rojos con dos cañonazos de aviso. Decidimos no rendirnos y virar el
barco buscando el cubrirlo de la batería que nos avisaba667.
664 MINISTERO DEGLI AFFARI ESTERI COMMISSIONE PER LA PUBBLICAZIONE DEI DOCUMENTI DIPLOMATICI ITA-
LIANI, op. cit., p. 321.
665 Vid. PÉREZ ADÁN, L.M., El hundimiento del Castillo Olite, Cartagena, Aglaya, 2004.
666 AHN. Fiscalía del Tribunal Supremo. FC-Causa General, 1.067. Exp. 1. Pieza segunda de Murcia…, fol. 166.
667 Ibidem, fol. 70.
Arturo Espa Ruiz • 195
A la altura de la isla que allí hay [Escombreras] está el barco y ya se oyen los can-
tos de sus tripulantes, convencidos de que vienen a un paseo militar. Se dirige según
el rumbo que en los teletipos se le comunicó, y la bandera monárquica que en la Base
ondea les hace creer que Cartagena está en manos de sus cómplices. El barco entra ya
por la bocana. Y aquí me es dado asistir a uno de los episodios más terribles que en mi
vida he presenciado. / Cuando ya está el barco tan cerca que se ven los rostros de los
soldados, tira una batería costera y le alcanza en pleno puente. Hombres y pertrechos
vuelan a 50 ms. de altura. Casi simultáneamente, suena un segundo cañonazo que
también le alcanza en el puente, y por fin, un tercero que hace estallar las calderas.
Hombres, chapas, ametralladoras y hasta un cañón vuelan por los aires envueltos en
una densa nube de ardiente vapor. El barco se hunde en un instante. / El vocerío es
aturdidor. Numerosos heridos ganan a nado la isla, donde se los recoge para trasladar-
los al hospital. Por mejor decir, tantos son que hay que habilitar hospitales especiales
[…] A más de sus heridas, los soldados tienen casi todos gravísimas quemaduras 668.
Los fuegos de aviso se han realizado desde la batería de San Leandro y los mor-
tíferos desde La Parajola. El barco transporta dos batallones de Infantería, una sección
de transmisiones y un grupo de artillería de tres baterías de 100-17. Un total de 1.923
hombres. No negaba otros objetivos: “Venía también en el barco un Tribunal Militar que
presidía el coronel del Cuerpo Jurídico Sr. Fernández de la Escalera, Tribunal que había
de actuar en Cartagena”669.
Un total de 1.223 muertos. Los náufragos, unos 700, fueron recogidos por “… las
sencillas esposas de los pescadores”, en palabras del capitán López Canti, que también
iba a bordo670. Fueron localizados un total de 114 cadáveres, diseminados en un amplio
radio. Además de en Escombreras, se descubrieron en aguas de Portmán, Cabo de Palos,
Atamaría, La Manga del Mar Menor, Cabo Tiñoso, Cala Cortina y playa del Gorguel.
Otros –fallecidos en los días siguientes– serían enterrados en Fuente Álamo y Murcia671.
En abril de 1942 una comisión militar de La Coruña –de donde procedía la mayor parte
de su tripulación– vendría a recoger aquellos restos para darles sepultura en el mausoleo
levantado en el Cementerio de Los Remedios de Cartagena.
Espa y sus compañeros de viaje fueron detenidos por la unidad de Artemio Preciso.
Sus palabras rozan la épica:
A pesar de toda la propaganda sobre la vesania roja, sus vidas fueron respetadas:
Todos coinciden en atribuir el fracaso a los insurrectos locales, incluido algún des-
tacado dirigente de la Quinta Columna como Mamerto Melgarejo, que echa en falta una
dirección más comprometida:
Desde las filas comunistas el coronel Joaquín Rodríguez cifra el descalabro del
enemigo en la pérdida de control de las baterías de costa, confundiendo a las tropas de
desembarco:
Este hecho demuestra, como así mismo se demuestra por los radios fascistas,
como estos eran engañados por los de Cartagena que les decían que podían entrar
en el puerto sin precaución alguna ya que las preguntas que les hacían los de Franco si
podían llegar libremente, los de Cartagena respondían afirmativamente674.
… cree su deber hacer constar que en ningún momento pudo saberse la situa-
ción exacta en tierra por la falta de comunicaciones, debido a que de tierra no contes-
taban, y que las baterías que hostilizaron fueron las mismas que antes habían estando
diciendo Arriba España y Viva Franco675.
hechos han venido a demostrar que tal vez fuera Cartagena la ciudad de la zona roja
donde se ha rendido más ferviente culto al ideal de España y que mi carta respondía a
realidades que requerían no nuestra buena voluntad, sino la dirección desde la Zona
Nacional677.
Algo de razón les da el embajador italiano conde de Viola, que reparte responsabi-
lidades y se hace eco de las sospechas que había despertado el movimiento cartagenero,
en sintonía con el de Casado: “De alguna manera similares a los eventos de Madrid son
los de Cartagena, que aquí se califican como inapropiados y precipitados. Incluso allí,
alguien quería celo por un posible perdón de Franco. Pero el aterrizaje en una base
fortificada como Cartagena siempre es algo difícil y, si en el lado nacional ya se ha sacri-
ficado para apoyar puntos morales [sic] y camaradas en peligro, esta vez uno no querría
arriesgar demasiado”678.
El desastre táctico y la tragedia humana se sublimarán en gesta superadora. Se
forjará una leyenda –la del Castillo de Olite– y un lugar de memoria, la Isla de Escombre-
ras, donde el 26 de julio de 1939 se erigió una cruz en recuerdo de los caídos. Se forjó
la leyenda de una nueva heroína, entre Mariana Pineda y Agustina de Aragón: María del
Carmen Hevia, la farera de Escombreras, que la propaganda franquista convirtió en refe-
rencia obligada de aquellos hechos.
En la construcción del mito, se elabora una historia engarzada de heroicidades. El
día 6 de marzo, Hevia, animada por Arturo Espa, contribuyó a que la Isla de Escombreras
se sumase a la insurrección:
Cuando llegó el momento, doña María del Carmen, ayudada por su madre y al
frente de dos soldados de la guarnición leales, se apoderó, aprovechando la noche, de
todo el armamento de la tropa y lo arrojó al mar. Luego, siempre al frente de sus dos
soldados, despertó a los rojos y los hizo prisioneros679.
27. Mari Carmen Hevia junto al monumento a las bajas del Castillo de Olite.
Su intervención volvió a resaltarse con ocasión del hundimiento del Castillo de Oli-
te. Un lapsus dejará al descubierto las claves de la tragedia: “Don Arturo Espa me llamó
[sic] –imposible por encontrarse en un chinchorro en mitad del mar– para que yo intentara
comunicar con el barco y le avisara del peligro que corría. Pero todos mis esfuerzos fue-
ron inútiles. ¡Cómo lamenté no conocer el código de señales!, luego supe que todas mis
señas fueron interpretadas como signos de bienvenida”680.
La versión se nimba de epopeya con el rescate de los náufragos: “Estábamos emo-
cionados por las vidas salvadas y por la heroica muerte de los restantes. Yo vi a más de
uno hundirse definitivamente en el agua sin dejar de dar vivas a España y a Cristo Rey”.
Ella misma se salvó in extremis:
Poco después de estos hechos llegaron a la isla las tropas rojas para apoderarse
de los náufragos y tomar de nuevo posesión de la batería. Doña María del Carmen fue
hecha prisionera y se le comunicó que iba ser fusilada. Colocada contra una pared, se
formó el pelotón. Pudo oír como el piquete de fusilamiento cargaba los mosquetones.
Como las balas entraban en la recámara. De pronto un soldado llegó corriendo. Se
había recibido la orden de suspender el fusilamiento, para conseguir que pudiera dela-
tar a sus compañeros del levantamiento681.
680 Idem.
681 Idem.
200 • Pedro M.ª Egea Bruno
Una mujer española en el genuino sentido de esa palabra, doña María del
Carmen Hevia de Saavedra, mujer del temple de aquellas que en verdad forjaron la
independencia de España, llevada de su santo amor a nuestra Cruzada, redujo ella
sola a diecisiete fanáticos rojos que se hallaban en el Islote de Escombreras, ofre-
ciéndoles el espectáculo de los infelices náufragos y moribundos que al ver como se
acercaba la muerte elevaban su brazo y sus cánticos Cara al Sol y les obligó a pesar
de su armamento a que la secundaran en la cristiana tarea de salvar a todos los que se
pudiera, y dando el ejemplo de sus propias vestiduras, rasgó la de aquellos desalma-
dos para vendar heridas, curar quemaduras y formar sudarios que sirvieran de mortaja
a muchos de aquellos héroes. / En los brazos de esta heroína, acariciados con ternura
de madre, rindieron su último suspiro a nuestra España innumerables mártires que
entregándole sus fotografías y el postrer aliento, le pedían con conmovedora gratitud
dijera a sus familias que morían con orgullo por Dios, por España, y por la indiscutible
victoria de nuestro Generalísimo. / Pues esta digna mujer, de recio patriotismo, que
personalmente dio cristiana sepultura a muchos de aquellos mártires, y que personal-
mente también desenterró a otros para enviar los restos de los cuerpos, como el del
marqués de Atalaya, a sus familiares682.
de forma decisiva a salvar a Casado de una situación apurada688. Volvió a tomar el man-
do de la Base el día 15, cuando ya el CND había desarbolado la resistencia comunista y
dictado su persecución.
Su misión consistió en asegurar a Casado aquella posición, destituyendo a Joa-
quín Rodríguez como segundo jefe y designando a oficiales moderados para ocupar los
puestos claves de su estructura orgánica: al teniente coronel Esteban Calderón, para el
Estado Mayor Mixto, y a Marcial Morales, de Unión Republicana, que había sido delega-
do gubernativo de Orden Público y comisario jefe de Investigación y Vigilancia, para los
Servicios Civiles689.
En su gestión se encadenaron varias tareas. La primera fue mantener a raya a los
comunistas e impedir cualquier evacuación que pudiera realizarse al margen del CND,
tratando de dar una imagen de dominio de la retaguardia o por mejor negociar con los
franquistas. A partir del 21 trató de organizar la defensa del territorio que quedaba fiel a
la República y, tras la negativa de Casado a esta acción, preparar la entrega de la plaza,
apoyándose en los oficiales quintacolumnistas690.
La transición del orden comunista al casadista resultó compleja. Para Sebastián
Zapirain, dirigente de aquella formación, distó de ser pacífica, siendo necesaria la nego-
ciación para poner fin al enfrentamiento armado:
Cuando el coronel [Pérez] Salas […] llegó a Cartagena hubo una resistencia muy
fuerte con muchos muertos. Salas dio su palabra de honor a los defensores de [que] si
se rendían no les dejaría caer en manos de los franquistas y que respetaría la vida de
todos691.
Pérez Salas era consciente de la amenaza que representaban las brigadas comu-
nistas. Según el testimonio del teniente Artemio Precioso, al mando de una de ellas,
trató de contrarrestarlas concentrando fuerzas de Asalto y otras que creía afectas, a la
vez que diseminaba y alejaba de Cartagena a las unidades de la 10ª División. Uno de los
batallones de la 206 será enviado al puerto de Águilas y otro a Mazarrón, distanciados de
Cartagena por 40 – 80 kms.692.
688 MARTÍNEZ BANDE, J.M.: “El final de la guerra. La semana comunista en Madrid (febrero-marzo 1939)”, Ejército, 306
(julio 1965), pp. 26-27.
689 ANC. Causa 2-9.760/1962. Instruida contra Marcial Morales Martínez, fol. 113r-v.
690 EGEA BRUNO, P.M.ª: “El final de la Guerra Civil…, p. 142.
691 JIMÉNEZ DE ABERASTURI, J.C., “op. cit., p. 146.
692 AHPCE, PRECIOSO, A., Relato sobre la guerra de España, Tesis, manuscritos y memorias, Praga, septiembre de
1951, Carpeta 50/9, fol. 40.
Arturo Espa Ruiz • 203
Confirma sus temores el comandante Manuel Lombardero, uno de los jefes –como
hemos visto– del levantamiento del 4 de marzo: “… De Murcia le enviaron varios cente-
nares de guardias de asalto y con ellos fue desplazando la Brigada 206 y las otras dos que
acudieron sobre Cartagena”693. Clasificó a las restantes fuerzas, exigiendo la presentación
de sus responsables en los puestos de mando emplazados en el Arsenal y la Capitanía694.
La actuación más controvertida fue la clausura de las escasas posibilidades de eva-
cuación, poniendo fin al despacho de visados, que desde principios de año venía dis-
tribuyendo un interesado derrotismo. De ello deja constancia el gobernador civil, cuya
evocación pone al descubierto la descomposición reinante y la imprevisión del casadismo
con respecto a cuestión tan nuclear. Pérez Salas frustró además la ayuda exterior, que
de haberse producido hubiera permitido poner a salvo a miles de republicanos. Como
reconoce Eustaquio Cañas, fue la gran ocasión perdida tras la huída de la Escuadra,
impidiendo el 17 de marzo que un paquebote inglés –que unos decían fletado por las
Trade Unions y otros por la masonería– evacuase a los más significados. Daba la cifra
de 11.000, que suponemos serían trasladados en varios viajes695. El relato será revalida-
do por Togliatti: “… se opuso a la evacuación de prófugos republicanos por un barco
inglés”696. Víctor de Frutos –jefe de la 10ª División– indica los motivos aducidos: “… que
nadie saliese en barcos ingleses, porque esto perjudicaría nuestras relaciones con el
Reino Unido (orden que obra en mi poder)…”697. Otra más de las trapacerías de Casado.
Como es sabido, el coronel y sus más allegados surcaron los mares hacia el exilio en un
navío de aquella nacionalidad.
El monto del pasaje anotado –que se cubriría en varios viajes– se aproximaba a la
petición del PCE y a la dirigida por Casado a los gobiernos británico y francés: 11.000
plazas, aunque la demanda fue rechazada por el doble temor a la reacción de Franco
y a la problemática acogida de miles de antifascistas. Como acota Ángel Bahamonde:
“Los buques estarían autorizados a auxiliar a determinados líderes republicanos, pero
no de forma masiva”698. No obstante, y a pesar del bloqueo establecido por la flota
franquista, barcos mercantes de sendas potencias –contratados por diversas organiza-
ciones– realizaron operaciones de evacuación en diversos puertos del Mediterráneo,
693 Aa, Información referente a lo ocurrido en Cartagena en los días 4, 5, 6, 7 de marzo y siguientes de 1939…, fol. 45.
694 ANC, Causa 250/1939…, fol. 88v.
695 FPI. AAR, CAÑAS, E., Notas históricas…, fols. 25-26 y 29-30.
696 TOGLIATTI, P., op. cit., p. 208.
697 FRUTOS, V. de, op. cit., p. 158.
698 BAHAMONDE, A., op. cit., p. 202.
204 • Pedro M.ª Egea Bruno
Según José García Pradas –director del periódico CNT–, embarcaron unos 300 anar-
quistas, la mitad del pasaje703. Todavía había signos –aunque solo fueran simbólicos– de
resistencia. Lo recuerda el cabo de Artillería de la Armada Manuel Pedreiro Pita, uno de los
que iban en aquel petrolero: “… la bandera monárquica estaba por todas partes, pero des-
699 SANTACREU SOLER, J.M., “La huída imposible: el fracaso de las gestiones del Consejo Nacional de Defensa en mar-
zo de 1939”, Ebre’38, 6 (2011), pp. 84-87. MAINAR, E.; SANTACREU, J.M. y LLOPIS, R., La agonía de la II República.
Del golpe de Casado al final de la guerra, Valencia, La Xara Edicions, 2014, pp. 41-49.
700 FERNÁNDEZ DÍAZ, V., op. cit., pp. 89-94.
701 ANC. Causa 2-9760/39…, fol. 97v.
702 JIMÉNEZ DE ABERASTURI, J.C., op. cit., p. 146.
703 GARCÍA PRADAS, J., La traición de Stalin. Cómo terminó la guerra de España, New York, Ediciones de Cultura Pro-
letaria, 1939, p. 137.
Arturo Espa Ruiz • 205
de el Arsenal, el muelle y las baterías saludaban con el puño en alto”704. Debieron sortear
el bloqueo de las unidades nacionalistas –Sanjurjo, Mola y Ceuta–, que en la madrugada
anterior habían abandonado Palma de Mallorca para controlar el puerto cartagenero705.
El número total de desplazados quedó muy lejos de las demandas y de las espe-
ranzas de miles de republicanos, concentrándose aquí una de las muchedumbres más
importantes. Su vivencia fue angustiosa, en paralelo a las escenas que tuvieron lugar
en Alicante: “… un contingente que esperará en el puerto hasta el mismo día 31, en el
que habrá de entregarse a las fuerzas de la 4ª División de Navarra que llegan a dicha
ciudad”706.
Los quintacolumnistas encontraron la mano tendida de Pérez Salas, que excarceló
a los más comprometidos, justificando aquel movimiento. Frente a la advertencia que le
hizo el jefe del Estado Mayor Mixto, teniente coronel Calderón, de que se habían suble-
vado al grito de Arriba España, Viva Franco, respondió: “… que él, si hubiera estado en
Cartagena, hubiera hecho lo propio y que por lo tanto no iba a tener encerrados a los
que hicieron lo que hubiera hecho él”707. Tal fue la trascendencia de aquella acción que
su hermano Jesús tuvo que desmentir los comentarios que circulaban por las oficinas del
SERE [Servicio de Evacuación de Refugiados Españoles] en París, “… de que se había ido
a última hora con los falangistas”708.
En la disposición pudo influir la personalidad de Pérez Salas, contrario a toda vio-
lencia, y su anotado anticomunismo709. En todo caso, seguía las órdenes del CND –dic-
tadas por Ricardo Burillo, director general de Seguridad de Levante–, en cuyo proceder
primaba el deseo de granjearse el favor de los nacionalistas. Esa era la percepción de
quienes lo combatían:
… como otra muestra más de agradar a Franco con testimonios tangibles, decre-
tó la libertad de todos los fascistas, enemigos del régimen republicano, que estaban
encarcelados, y para hacer más destacada esta acción, mantuvo en las cárceles, sin
embargo, a los comunistas710.
… quieren hacer méritos; ordenan que se nos respete la vida y nos ponen a
todos en libertad. Se encuentran en esos días en lucha con los comunistas y saben que
en resumidas cuentas han de entregarse a los nacionales. ¿Para qué, pues, ensañarse
con nosotros?711.
El coronel Joaquín Rodríguez –de la 10ª División– no duda en calificar aquel com-
portamiento con los términos más duros:
La estancia de este allí [de Pérez Salas en la Base de Cartagena] fue la de un ver-
dadero fascista, ya que puso en libertad a todos los que estaban detenidos de resultas
de este movimiento [del 4 de marzo], como así mismo [de] los anteriores, no haciéndolo
con nosotros por la amenaza constante que yo le presentaba con la 10ª Don.712.
Por disposición del jefe de la Base fueron puestos en libertad, a los 14 días,
todos los que allí había detenidos, menos 12 que, por haber sido jefes del levantamien-
to no se atrevían a hacerlo sin darle determinada apariencia jurídica, y a ello se presta-
ron, con el valor que aún era necesario en aquellos momentos, los tenientes auditores
de Marina Sres. Martín y Núñez de Castro, los que tras tomar declaración a cada uno de
nosotros iban decretando nuestra libertad716.
717 Vid. ALÍA MIRANDA, F., La agonía de la República. El final de la guerra civil española (1938-1939), Barcelona, Crítica,
2015, pp. 191-208.
718 Vid. ANC. Causa 215/1939…, fol. 9r.
719 ANC. Causa 50/1939…, fol. 9r.
720 ANC. Causa 310/1939…, fol. 6v.
721 ANC. Causa 894/1939…, fol. 11.
722 ANC, Causa 385/1939…, fol. 48.
Arturo Espa Ruiz • 209
sejo decidía resistir, por ello le rogaba me concediese permiso –hasta estar conforme
con mis manifestaciones– para estar en mi domicilio723.
Al ser puesto en libertad me encontré propuesto para Jefe del Ramo de Inge-
nieros, cargo vacante por haber pasado a Jefatura del Arsenal el comandante D. Félix
Echevarría. Teniendo en cuenta las negociaciones de entrega que estaban entonces en
trámite, acepté dicho destino, el cual, sin embargo, al interrumpirse éstas, dimití ante el
jefe del Arsenal, el cual no me aceptó la dimisión oficialmente, aunque sí el que dejara
de actuar, como efectué, autorizándome para permanecer en mi domicilio724.
casualidad que por aquellos días se proyectase en un cine de Cartagena –el Coliseo Gar-
cía Lorca– El Domador de Tim McCoy y el corto de animación Los Tres Cerditos727.
A partir de este momento los quintacolumnistas se decidieron actuar por su cuenta,
cuando los riesgos eran inexistentes, aunque en el procedimiento judicial a que fueron
sometidos al término de la guerra amplificarían su actuación en un intento de acreditar su
colaboración con los vencedores. Eran dueños de los resortes del mando. Lo documenta
el alférez de navío Enrique Manera:
También influí para que bajaran del Castillo de Galeras [a] los cuatro oficiales del
Cuerpo General que allí se encontraban presos; desde ese momento se puede decir
que la plaza cayó en nuestras manos; no se hacían más salvoconductos que los que yo
firmaba, que solo eran de personas de mi absoluta confianza728.
A las 9 de la noche dicto un oficio pidiendo al jefe del Regimiento Naval un pelo-
tón para impedir desde los malecones la fuga de embarcaciones. Quince minutos des-
pués, antes de poder ser cumplimentada la orden, se escapa una lancha antisubmarina
y empiezan a llegar confusas noticias de que los soldados están dejando el armamento
en los fuertes y brigadas y saliendo por las diferentes carreteras729.
todos coincidimos en algunas cosas”. Notario de la debacle total, puede inventariar los
restos del naufragio:
A las 11 menos cuarto se escapa otro buque de vigilancia y poco después llega
una orden telegráfica de la Agrupación de Ejércitos de no disparar al acercarse fuerzas
nacionales e izar bandera blanca y a partir de este momento dicto diferentes órdenes
para que se recoja el material que van abandonando de los fuertes y de las brigadas
acantonadas en los alrededores de Cartagena, como el Parque de Artillería y cuartel de
Antigones que quedan solos730.
730 Idem.
731 EGEA BRUNO, P.M.ª, “El final de la Guerra Civil…, p. 157.
732 ANC. Causa 310/1939…, fol. 7r.
733 ANC. SIP. Caja 64. Exp. 5.328. Fernando Oliva Llamusí.
734 ANC. Causa 215/1939…, fol. 10r.
212 • Pedro M.ª Egea Bruno
Pérez Salas no se dejará amedrantar por los advenedizos que desean hacer méritos
o lavar su imagen. Su única defensa son 15 oficiales, armados con fusiles ametralladores,
que hacen guardia a su puerta. La resistencia será remarcada por Oliva, que enfatizó su
papel en la entrega de la plaza, aunque no parece que la provisión adoptada –el envío de
doce jóvenes falangistas para hacer frente a la guardia personal de Pérez Salas– pudiese
arredrar a su oponente736. En su deseo de sobresalir se adjudicó la puesta en marcha de
la expedición de los que anhelaban salir de España, desalojándolos del edificio de Capi-
tanía, concentrándolos en el Arsenal –donde iban siendo desarmados a la espera de los
pasaportes– y alistando el buque petrolero Campilo. Tropezó con la cerrada obstinación
de su antagonista, asentada en la obediencia jerárquica que como militar siente que
debe a sus superiores: “… hasta que no recibiera la orden del Comité de Defensa rojo no
entregaría la Base a no ser por la fuerza”. Según la indagatoria que firmó al término de la
guerra consiguió doblegar a su contrario, haciéndose “… cargo en nombre de España y
de Franco de la Jefatura de la Base naval y procediendo a nombrar personal en los distin-
tos puestos necesarios para su funcionamiento”737.
Muy otra es la versión que Pérez Salas anotó en su diario, donde contradice la
cesión anotada, aludiendo a la línea de mando a la que presta obediencia, es decir a los
representantes del CND en Valencia, de cuya Capitanía depende la Base de Cartagena.
Es así como el coronel Muedra –Jefe del Estado Mayor del Cuerpo de Ejércitos– le comu-
nica que el CND abandona el territorio nacional y que el general Matallana le ordena que
entregue el mando de la Base al jefe de Marina más caracterizado. Desconfió –con todo–
y pidió que se lo confirmase el propio Matallana, como así ocurrió. Se tomó entonces el
plazo necesario:
Contesté que no quería hacer una entrega precipitada que pudiera interpretarse
como un abandono, por mi parte, a última hora y en momento de peligro y que, hasta
pasadas dos horas no podría hacerlo. El general me autorizó para demorar, por ese
tiempo, la entrega.
Autorizó entonces la partida –a bordo del Campilo– de los que esperaban hacerlo,
atendiendo a las consignas recibidas y desmintiendo el relato de Oliva738. Los pasaportes
fueron firmados por él en representación del CND, como acredita el expedido a nombre
del que era jefe del Orden Público de la Base: “Salvoconducto a favor de Don Alberto
Calderón Martínez, para que pueda trasladarse fuera de España, según la Ley de Evacua-
ción aprobada por el Consejo de Defensa Nacional”739.
El mando fue traspasado sin ningún tipo de presión y con el aplomo y la arrogancia
de quien controla la situación, manteniéndose fiel, hasta el último momento, a su Repú-
blica, a la que él considera que ha jurado obediencia. De este modo resignó el mando
en Fernando Oliva que, tras los trámites oportunos, lo traspasó a Fernando López Canti,
nuevo jefe de la Base. Su observación sobre la Quinta Columna define con claridad el
concepto que le merecía:
llegaron [las tropas franquistas] ya Cartagena era nacional; nunca hubiésemos podido
consentir otra cosa los que dentro de la zona habíamos ya dado vivas al Caudillo y puesto
nuestras vidas al servicio de la Causa…”741.
La ciudad fue ocupada con un paseo militar, con alarde teatral, con un desfile enca-
bezado por los oficiales quintacolumnistas, seguidos de los 700 supervivientes del Castillo
de Olite: “Cartagena era ya, definitivamente, una ciudad más de la España liberada”742.
Un mérito del que tratarán de hacer gala para ganarse el favor de los vencedores.
Se abrió un compás de espera, una interinidad, hasta la llegada de las fuerzas
nacionalistas. Apenas 48 horas, que Espa, encargado de la dirección del Regimiento de
Costa por López Cantí, quiso llenar de servicios a la patria:
746 AGMA, C.1516.62. Prisioneros. Relaciones nominales y numéricas, altas y bajas en campos de concentración de
Murcia y su provincia. Abril de 1939.
Arturo Espa Ruiz • 217
Los quintacolumnistas quedaron bajo sospecha. Sus méritos y servicios fueron mira-
dos con lupa por los vencedores. Su supuesta colaboración quedó empañada al haber
prestado obediencia, prácticamente hasta el final de la contienda, a las fuerzas republi-
canas. Su ayuda a las familias de los compañeros caídos en desgracia –enmarcada en la
solidaridad corporativa– no fue considerada relevante y su participación en la sublevación
de 4 de marzo de 1939, tras ser un fracaso saldado con numerosas víctimas, demasiado
tardía. La ocupación del 29, fue tenida por innecesaria y oportunista.
El 10 de abril Espa fue recluido en el Castillo de San Julián, habilitado como prisión.
Quedó a disposición del Juzgado Militar de Jefes y Oficiales perteneciente a la Audito-
ría de Guerra del Ejército de Ocupación, emplazado en el Grupo Escolar de la Calle de
Gisbert, conocido como Las Graduadas, a la sazón las primeras de España. El 8 de mayo,
tras los interrogatorios del 12 y 22 de abril, fue encausado por el supuesto delito de
negligencia, luego convertido en el de auxilio a la rebelión. Se trató de un procedimiento
sumarísimo ordinario, frente al de urgencia, que acortaba los trámites. Acabada la con-
tienda, los vencedores no tuvieron tanta prisa en juzgar a sus oponentes, tomándose con
más tiempo la búsqueda de responsabilidades. Se explica que el sumarísimo de urgencia
fuese derogado por Ley de 12 de julio de 1940, haciendo referencia a las circunstancias
referidas: “… libre el Mando de las preocupaciones más perentorias que imponía la
guerra”747.
El comportamiento de Espa se ajustó a las pautas de los incursos en tales procedi-
mientos. Intentó demostrar a toda costa su condición de leal geográfico y relacionar los
méritos contraídos en la consecución de la victoria franquista. No se arrugó a la hora de
clasificar a los jefes, oficiales y clases por su grado de afección al Movimiento Nacional,
como tampoco cuando tuvo que nombrar a los civiles que más se habían distinguido
Espa –ahora capitán al rebajársele los grados que había conseguido durante la gue-
rra– articuló su defensa en testimonios y documentos que acreditaran toda su trayectoria
contrarrevolucionaria: su implicación en las tareas de espionaje a las órdenes de López-
Pinto, el boicot a las operaciones del ejército republicano, su participación en la Quinta
Columna, su implicación en la sublevación del 4 de marzo y en la postrer ocupación de
la ciudad. Contó con la colaboración de avalistas, lo que nos introduce en el mundo de
las solidaridades, en el peso específico de las influencias sociales y políticas del primer
franquismo. Amigos y familiares debieron movilizarse en su logro. Si el consenso fue
necesario para llevar a cabo la represión, las redes tejidas también funcionaron en sen-
tido contrario, como contención de aquella dinámica y como recurso identitario de los
vencedores frente a los vencidos749. En aquel orden, el agradecimiento se convertía en
748 Vid. EGEA BRUNO, P.M.ª, “Joaquín Pérez Salas… Del mismo autor: “El final de la Guerra Civil…, pp. 139-164.
749 Sobre el carácter del consenso en la represión vid. CASANOVA, J., “Una dictadura de cuarenta años”, en VV.AA.:
Morir, matar, sobrevivir. La violencia en la dictadura de Franco, Barcelona, Crítica, 2002, pp. 28-33. GÓMEZ BRAVO,
G. y MARCO, J., La obra del miedo. Violencia y sociedad en la España franquista (1936-1950), Barcelona, Península,
2011, pp. 30-31.
Arturo Espa Ruiz • 219
una nueva forma de sumisión a los que ostentaban el poder de interferir en los procesos
judiciales750.
Los documentos aportados inciden en respaldar sus méritos militares y sus valores
morales, políticos y religiosos. El comandante médico Zenón Martínez Dueso, además de
subrayar su papel en el frente del Jarama, dejará constancia de su arraigada mentalidad
reaccionaria:
Que el declarante tiene satisfacción en declarar que conocía hace muchos años
al capitán Espa y sabía sus conceptos sociales y políticos plenamente de hombre de
orden y de tradición y por lo tanto juzga que la posición ideológica de este Sr. […] no
eran postura nueva ni cosa accidental sino exacta correspondencia con todos sus con-
ceptos políticos y sociales anteriores751.
750 NÚÑEZ DÍAZ-BALART, M., “El porqué y el para qué de la represión”, en NÚÑEZ DÍAZ-BALART, M., La gran repre-
sión. Los años de plomo del franquismo, Barcelona, Flor del Viento, 2009, p. 26.
751 ANC. Causa 894/1939…, fol. 47.
752 Ibidem, fol. 36.
753 Ibidem, fol. 41.
220 • Pedro M.ª Egea Bruno
situación […] fue requerido […] para formar parte de la 23 Brigada Mixta a lo que no
pudo negarse dada su delicada situación y antecedentes. En la referida brigada perma-
neció un mes aproximadamente. Últimamente se le concedió el mando del Regimiento
de Artillería de Costa Nº 3, realizando la labor de preparación subversiva que culminó
en el Movimiento Nacional de Cartagena el día 5 de marzo de 1939756.
No existía igualdad de partes. Los fiscales eran técnicos jurídicos y los defensores legos
en Derecho769. El encausado carecía de todas las garantías procesales770.
Se dieron cita otros pormenores. Martínez Sapiña era el comandante militar de la
plaza y se venía significando por su extrema dureza, como reflejan las medidas adoptadas
para el control de la población771. Francisco Pérez Miravete tenía un hijo falangista que
había sido “asesinado por los rojos en Madrid en septiembre de 1936”772. A Juan de los
Ríos se le habían encomendado tareas represivas de envergadura. El 1 de abril de 1939
había sido destinado a la Asesoría Jurídica del Ministerio y, en comisión, a la Auditoría
del Ejército de Ocupación de Madrid773. Debió hacer méritos. El 13 de septiembre de
1957 fue nombrado magistrado de la Sala Quinta del Tribunal Supremo. Ya era auditor
general774. La graduación militar de López-Pinto– era muy inferior a la que ostentaban los
miembros del Tribunal. A sus nulos conocimientos jurídicos se añadió el escaso tiempo
de que dispuso para preparar la defensa. El 8 de julio asistió a la lectura de declaraciones
y diligencias sumariales y al escrito de calificación. El 12 se celebró el consejo de guerra.
La vista –como era habitual en los procedimientos sumarísimos– se resolvió en
apenas una hora. El acto se redujo a un breve interrogatorio y a la comparecencia de un
testigo de la defensa, la de Antonio Bermejo Sandoval775. El fiscal elevó sus conclusiones
a definitivas y solicitó la pena de tres años y un día de prisión. La defensa insistió en la
libre absolución.
La sentencia fue más allá de lo establecido en el procedimiento judicial, repro-
duciendo la lógica de los golpistas, transformando en legal un acto de fuerza contra el
orden constitucional, calificando de rebeldes a sus defensores776. Como escribía Ruiz-
Funes: “… los delincuentes persiguen a sus jueces naturales. Los jueces naturales eran el
769 PRADA RODRÍGUEZ, J., La España masacrada. La represión franquista de guerra y posguerra, Madrid, Alianza Edi-
torial, 2010, pp. 163-166.
770 GIL VICO, P., “Derecho y ficción: la represión judicial militar”, en ESPINOSA MAESTRE, F. (ed.), Violencia roja y
azul. España, 1936-1950, Barcelona, Crítica, 2010, pp. 251-346. MARCO, J., “Debemos condenar y condenamos…
Justicia militar y represión en España (1936-1939)”, en ARÓSTEGUI, J. (coord.), Franco: La represión como sistema,
Barcelona, Flor del Viento, 2012, pp. 190-229.
771 EGEA BRUNO, P. M.ª: La represión franquista en Cartagena (1939-1945)…, pp. 44-45.
772 El Noticiero (Cartagena), 5 de julio de 1940.
773 Boletín Oficial del Estado, 6 de abril de 1939, pp. 1.981-1.982.
774 Boletín Oficial del Estado, 9 de octubre de 1957, p. 5.591.
775 Sobre procedimiento judicial vid. SÁNCHEZ RECIO, G., “La aniquilación de la República en la inmediata posguerra,
1939-1945”, en SÁNCHEZ RECIO, G. y MORENO MONSERET, R. (eds.), Aniquilación de la República y castigo a la
lealtad, Alicante, Universidad de Alicante, 2015, pp. 23-63.
776 Sobre el uso extensivo de esta práctica vid. VEGA SOMBRÍA, S., op. cit., pp. 35 y 79.
226 • Pedro M.ª Egea Bruno
Poder legítimo de España. Ahora, los delincuentes que se sublevaron contra ese Poder
legítimo, están hostilizando a los jueces, en nombre de la Ley”777.
El primer resultando era todo un ejercicio de retórica, remontándose a la Ley cons-
titutiva del Ejército de 29 de noviembre de 1878778:
Que asumido el poder legítimo del Estado por las autoridades militares que a
partir del diez siete de julio de mil novecientos treinta y seis, se alzaron en cumplimien-
to de la misión atribuida al Ejército en su Ley constitutiva, contra enemigo tanto interior
como exterior que significaban los partidos del llamado Gobierno del Frente Popular,
es evidente que surgido así el nuevo Estado nacional, la oposición armada contra el
mismo y sus fuerzas defensoras, dirigida o ejecutada por los servidores de aquel frente
y pseudo Gobierno, origina la rebelión definida en el artículo 237 del Código de Justi-
cia Militar, en lo que este delito tiene de esencia y no de accidente, esto es, de subver-
sión armada contra el orden jurídico del Estado, con abstracción de las particularidades
en que se haya podido estructurar779.
Lo curioso del caso es que, según el artículo mencionado –el 237 del Código de
Justicia Militar–, eran rebeldes los alzados en armas contra la Constitución, contra el Jefe
del Estado, contra los Cuerpos Colegisladores y contra el Gobierno legítimo. Lo expuesto
no difería en nada con lo sostenido en el Dictamen de la comisión sobre ilegitimidad de
poderes actuantes en 18 de julio de 1936, cuya finalidad era: “… instruir las actuaciones
encaminadas a demostrar plenamente la ilegitimidad de los poderes actuantes en la
República española en 18 de julio de 1936”780. La Causa General fue su obligado coro-
lario781. La represión se convertía en instrumento de legitimación782. La justicia militar se
convertía en aparato ideológico del Estado. Habida cuenta de que el encausado recibía
una copia de la sentencia, cabe hablar del carácter divulgativo de la justificación del
golpe, de su dimensión explicativa, de su dimensión pedagógica. En la misma línea, la
sentencia discernía entre adhesión y auxilio a la rebelión:
Que dado el ambiente de terror que produjo la criminal actuación de los ele-
mentos del Frente Popular a partir del 17 de julio de 1936 y la significación ideológica
del procesado, se aprecia de modo indudable que obró coartado intensamente en su
libre determinación784.
allanaron el camino a la victoria franquista. Ahí estaban los ejemplos del general de
brigada Carlos Bernal García –condenado a muerte, conmutada por la de 30 años de
reclusión mayor, que murió en la cárcel–, del también general Toribio Martínez Cabrera y
ya nombrado teniente coronel Joaquín Pérez Salas, fusilados ambos786. No podían ofre-
cer un largo historial de colaboración. Lejos de ello, se habían opuesto desde el primer
momento a los designios de los golpistas y se había unido a aquella causa a última hora.
La sentencia fue recurrida por el abogado defensor en escrito de 14 de julio de
1939. Consideraba desaforada la pena impuesta, aceptando los hechos tal y como los
relataba el fiscal en sus conclusiones provisionales. Ni siquiera requería la absolución.
Solicitaba la reducción a tres años y un día, de conformidad con la petición del acusador.
Se sorprendía de la resolución, aunque asumía los indefinibles contornos de aquel orden
jurídico:
786 BARBA LAGONAZZINI, J., Hombres de armas de la República (Guerra Civil española 1936-1939. Biografías de mili-
tares de la República), Madrid, Ministerio de Defensa, 2015, pp. 81-84 y 426-433. EGEA BRUNO, P. M.ª, “El final de
la guerra…”, p. 163. Del mismo autor, “Joaquín Pérez Salas…”, p. 278.
787 ANC. Causa 894/1939…, fols. 82r-v.
788 Gaceta de Madrid, 6 de octubre de 1890, p. 74.
789 PRADA RODRÍGUEZ, J., op. cit., p. 296.
Arturo Espa Ruiz • 229
legitimador del golpe de Estado, ya que los acusados eran responsables de la “destruc-
ción material y espiritual de la patria”790.
Un rayo de esperanza se abrió con la orden de 25 de enero de 1940, que daba
vida en cada capital de provincia a una denominada Comisión de Examen de Penas,
encargada de tamizar los fallos señalados por los tribunales militares791. Su tenor reco-
nocía la arbitrariedad de aquellos procedimientos, aprovechando la exposición de
motivos para extender su conocido razonamiento:
790 VEGA SOMBRÍA, S., op. cit., pp. 144-145. ÁLVARO DUEÑAS, M., “Los militares en la represión política de la posgue-
rra: la jurisdicción especial de responsabilidades políticas hasta la reforma de 1942”, Revista de Estudios Políticos, 69
(julio-septiembre 1990), pp. 144-145. Del mismo autor, Por ministerio de la ley y voluntad del Caudillo: la jurisdicción
especial de responsabilidades políticas (1939-1945), Madrid, Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, 2006.
Del mismo autor, “La incautación de bienes en el origen y legitimación del Estado franquista”, en VV.AA., Historia
de la propiedad: La expropiación, VII Encuentro Interdisciplinar, Salamanca, Universidad de Salamanca – Servicio de
Estudios del Colegio de Registradores, 2012, pp. 413-442.
791 Unas semanas más tarde -el 17 de febrero de 1940- se creaba la Comisión Central de Examen de Penas, con el fin de
unificar los criterios de las revisiones provinciales y establecer sobre estas propuestas los suyos propios. Vid. NÚÑEZ
DÍAZ-BALART, M., “Una benevolencia contradictoria. Los mecanismos de integración de los presos políticos en el
franquismo”, Berceo, 159, 2010, pp. 183-204. EIROA, M. y EGIDO, A., “Los confusos caminos del perdón: De la pena
de muerte a la conmutación”, en ARÓSTEGUI, J. (coord.), op. cit., pp. 320-326. DEL ÁGUILA TORRES, J.J., “La juris-
dicción militar de guerra en la represión política: Las Comisiones Provinciales (CPEP) y Central de Examen de Penas
(CCEP), (1940-1947)”, en NICOLÁS MARÍN, M.ªE, y GONZÁLEZ MARTÍNEZ, C. (coords.), Ayeres en discusión: temas
clave de Historia Contemporánea hoy, IX Congreso de la Asociación de Historia Contemporánea, Murcia, 2008.
792 Boletín Oficial del Estado, 26 de enero de 1940, pp. 662-665.
230 • Pedro M.ª Egea Bruno
plo el caso de Federico Vidal: “... procuró –alegará en su atestación– que los buques
de su mando rindieran la menor eficacia posible; protegió a compañeros y a personas
derechistas, y tomó parte activa en el movimiento del cinco de marzo de mil novecientos
treinta y nueve...”799. Fue condenado a 15 años de reclusión menor, pérdida de empleo
y expulsión de la Marina, exigiéndosele responsabilidad civil con arreglo a la ley de 9 de
febrero de 1939800.
Aconteció también en la esfera civil. Calixto Molina López, jefe de la Guardia Muni-
cipal, declarado excedente forzoso tras el triunfo del Frente Popular, denunciado como
masón por Diego Pérez Espejo, que fue condenado a las sanciones de inhabilitación y
separación absoluta y perpetua para el ejercicio de cualquier cargo del Estado, Corpora-
ciones públicas u oficiales801.
La derecha cartagenera no alcanzó a entender que algunos de sus representantes
más cualificados recibieran aquel trato por parte de sus aliados naturales:
805 ANC. SIP. Caja 64. Exp. 5.328. Fernando Oliva Llamusí, fol. 25v.
806 MORENO DE ALBORÁN Y DE REYNA, F. y S., op. cit., p. 3.241.
Arturo Espa Ruiz • 233
dirigente del Socorro Blanco y Lucha contra el Marxismo. Al frente del centro educativo
figuraba otro militar represaliado: Antonio Gómez de Salazar y Martínez-Illescas, com-
partiendo labores docentes algunos de los que habían seguido su mismo sino: Dictinio
del Castillo –que no escapó a la expulsión a pesar de estar avalado por Gonzalo Torrente
Ballester– y José Luis Barbastro Jiménez807. Casi todos acabaron consiguiendo un buen
destino. Espa ocupó un alto cargo en el INI. Los marinos Fernando Oliva, José Ruiz de
Ahumada y Vicente Buyo fueron contratados como ingenieros en los astilleros del Conse-
jo Ordenador de Construcciones Navales Militares –la futura Empresa Nacional Bazán–;
Pedro Vargas Serrano llegó a ser director de aquella factoría808; Dictinio del Castillo fue
profesor en la Universidad de Murcia y Rafael Zarauz registrador de la propiedad809.
Hubo salvedades. El capitán de Intendencia Vicente Trigo fue colocado en las
oficinas de la Mancomunidad de los Canales del Taibilla por su director, Rafael de la
Cerda, un antiguo correligionario de la Quinta Columna: “… en virtud de su buen com-
portamiento durante la guerra”. Apenas para vivir. Quiso compensarlo madrugando
cada día para ir a la lonja de pescado y lograr algún remate a buen precio para redon-
dear sus ingresos. Ni eso le dejaron: “Que va por la pescadería para ver si consigue el
quedarse con la venta del pescado que retiene el Penal y el cuartel de Infantería de
Marina, pues en una ocasión le ofrecieron que le darían la venta del Penal y después le
dijeron que no. Que actualmente no le vende a nadie”. No pudo asumir su situación,
arrastrando de por vida un poso de amargura. Sólo lo manifestó en lo más íntimo. La
pedagogía del miedo había obrado sus efectos: la negación del yo810. Lo trascribe el
Servicio de Investigación Policial con su habitual sintaxis: “… que tiene pocas amistades
y además no habla casi nada […] Que sin llegar a hablar mal del régimen, por el motivo
de ser afecto, si refiere entre sus íntimas amistades y de una forma reservadísima se
lamenta de que le hayan separado”811.
Quisieron hacer borrón y cuenta nueva. Identificarse con el nuevo orden, aunque
desconocemos su grado de sinceridad. Un hijo de Espa –Arturo Espa Butigieg– se afilió
al Frente de Juventudes, solicitando “… el honor de un puesto de servicio en la Falange
de voluntarios”812.
Buscaron reintegrarse al ámbito social al que pertenecían antes de la guerra, a
aquellas fuerzas vivas que gustaban de hacer gala de sus buenas relaciones, de dejarse
ver en actos públicos. A este respecto las cofradías de Semana Santa –verdaderos grupos
de presión– gozaban de una enorme influencia local y de una notable proyección nacio-
nal813. En 1948 la propia esposa de Franco acudió a los desfiles pasionarios814. Detrás de
las congregaciones alentaban las más altas autoridades del Ejército y la Marina: el general
José López-Pinto y el contralmirante Juan Muñoz-Delgado815. Los nombres de los cofra-
des se aireaban en la prensa, orlados por el altruismo y la piedad.
Ya en 1943 Espa aparecía en la directiva de la Agrupación de la Santísima Virgen,
adscrita a la Cofradía de Nuestro Padre Jesús en el Paso del Prendimiento, que había
nombrado Hermano Mayor a Franco. La hermandad había nacido en 1929 al amparo de
los Hijos de María y los socios del Casino, dos entidades muy presentes en su trayectoria
vital. El ex militar figuraba de tesorero, compartiendo responsabilidades con conocidos
miembros del establishment franquista. Allí estaba Carolina Martínez de Galinsoga, viuda
de un caído de renombre, adscrito al mismísimo circulo del Jefe del Estado, el teniente
de Artillería José Carrero Blanco. Con ellos, Joaquín Maestre Zapata, que a su estirpe
podía añadir el cargo de concejal y tener un hermano y un tío asesinados por las hordas
marxistas, sin olvidar a su hermano Tomás, capitán de la Policía Militar de Vanguardia, uno
de los encargados de llevar a cabo las tareas de represión en Cartagena y su comarca816.
En 1944 constaba como directivo –con el cargo de consiliario– de la cofradía titu-
lar. En 1948 era mayordomo de la Santísima Virgen del Primer Dolor y al año siguiente
presidente de su agrupación817. La cofradía rival –Nuestro Padre Jesús Nazareno– estaba
presidida por Antonio Ramos Carratalá y tenía como comisario general a otro quintaco-
lumnista: Ramón Minguell Carreras818.
Una vía de integración por la que algunos de aquellos peculiares derrotados consi-
guieron formar parte de los vencedores. A la representación social que se derivaba de las
afiliaciones congregacionales se completaba con la publicidad de la identidad deseada.
No podía tener otro sentido el arropar a tal o cual imagen religiosa, haciendo suyo uno
de los símbolos del nuevo Estado: el catolicismo exteriorizado.
Espa falleció en Cartagena el 14 de febrero de 1976. La esquela publicada en la
prensa local reflejaba su frustrada carrera militar: Ingeniero Industrial del Ejército –omi-
tiendo la graduación alcanzada– y un timbre religioso que acreditaba su catolicismo: ex
CONCLUSIONES
3. Apostó desde un principio por la opción contrarrevolucionaria, a las órdenes del general
López-Pinto. Iniciada la guerra, participó en operaciones de sabotaje y espionaje, y acabó
interviniendo en la sublevación del 4 de marzo de 1939, de la que fue eficaz resorte.
Ahora sabemos que la conspiración militar contra la República apenas se demoró.
Desde la Jefatura de la Base naval –la más importante en cuanto a poder dentro de la
Marina– el vicealmirante Juan Cervera Valderrama puso en pie un servicio de espionaje
–Servicio Especial Anticomunista– al margen de toda legalidad, que fiscalizó a militares,
dirigentes obreros y clase política, con especial atención a la masonería, concentrada en
la logia Atlántida, con destacada presencia de marinos. El servicio se extendió a la guar-
nición de tierra bajo la dirección de López-Pinto.
La trama urdida no pasó desapercibida. Con el triunfo electoral del Frente Popular
–en febrero de 1936– una multitudinaria manifestación ciudadana reclamó la destitución
de sendos mandos. Su descabalamiento incidió en el fracaso del levantamiento militar
de julio. Resultó concluyente el papel del general Toribio Martínez Cabrera, gobernador
militar de Cartagena, que contó con el apoyo del Regimiento de Artillería de Costa nº 3,
desde la mayoría de los oficiales a los sargentos y brigadas, pasando por los suboficiales
y tropa de la Marina, sin olvidar la decidida intervención de la población civil. Al lazo
republicano se unió el masónico.
Iniciada la guerra, el doble juego de algunos militares restó capacidad ofensiva a la
República. Sirven de ejemplo las actuaciones de nuestro protagonista en la 23ª Brigada
Mixta, que se formó en Cartagena con las milicias locales, la base del Ejército Popular. A
las órdenes del comandante Alberto Calderón entró en combate el 6 de febrero de 1937,
en la batalla del Jarama, el primer gran choque armado de la contienda. Espa saboteó
las operaciones, obstaculizando e impidiendo la actuación de la artillería bajo su mando,
hasta el punto de romperse el frente por aquella línea. El jefe de la brigada –Calderón–
fue procesado y estuvo a punto de ser fusilado. La movilización de la izquierda local –sin
matices ideológicos– lo salvó de un final seguro. El responsable no fue molestado y pudo
permanecer en la brigada, donde siguió operando del mismo modo hasta su traslado a
Cartagena, donde se integró en la Quinta Columna.
La red se había organizado a principios de 1937. Lo permitió la recomposición del
Estado republicano, que puso fin a la etapa revolucionaria, buscando el parabién de las
democracias occidentales. Se relajaron entonces los controles, la disciplina y la represión
política. La creación del denominado Socorro Blanco y Lucha contra el Marxismo corrió a
cargo de una clase media civil y militar bajo el común ideológico de la Falange, infiltrada
en los partidos de izquierdas. Limitada inicialmente a dispensar ayuda económica a los
perseguidos, no tardó en asumir tareas más complejas. Su gran cantera fueron las fuerzas
armadas, a tenor de la política de Prieto que, ante la falta de técnicos, repuso a mandos
Arturo Espa Ruiz • 239
sospechosos de connivencia con el enemigo. Se les agregaron los que por diversas cir-
cunstancias decidieron dar el paso de la traición. No andaba lejos su decantación política
–republicanos a secas–, la desmoralización y el oportunismo.
Controlaron la Base en sus distintas dependencias y su propia Jefatura. Su labor
fue demoledora. El sabotaje, el espionaje y la contrarrevolución quedaron asegurados. El
último escalón fue la insurrección armada. Se dieron tres intentos: junio de 1938, febrero
de 1939 y marzo de 1939. Los dos primeros fueron descubiertos, estallando el tercero.
En aquellos planes, el Regimiento de Artillería de Costa jugó un papel fundamental.
Se convirtió en el arma decisiva para deshacerse de la Escuadra republicana, el principal
obstáculo a la sublevación. En la dirección de tal dispositivo estará –llegado el momento–
Arturo Espa, su jefe accidental a partir de agosto de 1938. Desde ese puesto contribuyó
a desalojar a los subordinados leales a la República, obstruir las depuraciones en curso
contra sus enemigos e incorporar voluntades a sus fines. Un dato a retener fue la capta-
ción de aquellos incondicionales a través de las organizaciones religiosas, especialmente
de los Hijos de María de la Medalla Milagrosa.
Una segunda línea de fractura se abrió cuando Negrín puso en pie su política de
resistencia. La encabezó el coronel Segismundo Casado, escenificándose el 16 de febrero
de 1939 en la reunión de Los Llanos, en la que el jefe de la Escuadra –Miguel Buiza– lan-
zó el reto de la negociación. Fue el acta de nacimiento del casadismo, que no tardó en
ganar adeptos en la Base y en la Flota.
Cartagena y la Escuadra resultaban claves para el Gobierno. Era su última baza para
hacer viable la resistencia y la evacuación. Para asegurar la posición, el 4 de marzo, el
coronel Galán –un respaldo seguro– fue designado jefe de la Base. No hay ningún golpe
comunista, como tergiversa una literatura justificadora de todas las maquinaciones. Se
hace frente a la capitulación. El nombramiento de Galán es el detonante de la conspira-
ción en marcha. Casadistas y quintacolumnistas coincidirán en un mismo objetivo: derro-
car el gobierno de Negrín y evitar que Galán se hiciera cargo de la Base.
La Quinta Columna creyó encontrar su momento. Consideró tres condiciones nece-
sarias: establecer contacto con la España nacional, alentar la salida de la Escuadra y bus-
car un general que se pusiera al frente del levantamiento. El jefe militar que creen haber
encontrado es el general Bernal. Un casadista cuya postura es de prudente espera y que
acaba por negarse a dirigir la rebelión, considerando innecesario arriesgarse en un movi-
miento incierto y, según su criterio, animado por arribistas de última hora. En la noche del
4 de marzo Bernal cedió el mando en Galán y salió de escena.
La rebelión estalló a las 23 horas de aquel día. La revuelta nació indefinida con dos
aliados circunstanciales y con fines opuestos. De un lado los casadistas, cuya consigna
era Por España y por la paz. De otro, los quintacolumnistas al grito de Viva Franco, arriba
240 • Pedro M.ª Egea Bruno
España. El pulso será ganado por los segundos –que han encontrado su superior natural
en el general Barrionuevo–, contra los que piensan que la paz es sinónimo de entreguis-
mo. La pasividad de la dirección de la Flota –ganada por los casadistas, con Buiza y Bruno
a la cabeza– es el mejor argumento. Hubiera bastado desembarcar a las dotaciones –unos
cuatro mil hombres– para deshacerse de un enemigo mal armado, apenas instruido y
enteramente desorganizado. Sólo así se explica que cerrase su cuaderno de bitácora en
el puerto tunecino de Bizerta.
La deserción puso fin a la guerra en el mar, provocó la caída de Negrín, sentenció
la suerte de la República, hizo imposible la evacuación y dejó a Casado sin opciones para
negociar con Franco. La única oposición fue la comunista, pero sus militantes más firmes
iban detenidos en los sollados de los barcos.
La intervención comunista –el último recurso de Negrín– no consiguió evitar aquella
salida, pero fue capaz de sofocar la rebelión quintacolumnista y los intentos de desem-
barco de las tropas franquistas, con el desenlace del hundimiento del Castillo de Olite,
donde terció el desconcierto y la desinformación, aludiendo a Espa como responsable. El
desastre fue sublimado en gesta, erigiéndose una cruz en memoria de los caídos. Nació
una nueva heroína –Mari Carmen Hevia–, que había participado en la asonada y en el
rescate de los náufragos. A partir de entonces, el PCE dejaría la responsabilidad del final
de la guerra a la Junta de Casado y organizaría la evacuación de sus cuadros.
La Junta de Casado se hizo cargo de la Base el 8 de marzo. El coronel Joaquín
Pérez Salas, posesionado de su Jefatura, siguiendo los principios emanados de la misma,
detuvo a los comunistas, liberó a los franquistas y dificultó la expatriación. El caso más
sangriento fue el rechazo al atraque de un paquebote inglés que hubiera podido aliviar la
desesperación de miles de republicanos.
Lo que quiso ser una demolición controlada, acabó en una desbandada general,
que fue aprovechada por la Quinta Columna –de nuevo con Espa– para hacerse con el
control de la situación. Apenas 48 horas, hasta la llegada de las tropas nacionalistas. Un
tiempo que quisieron ser utilizadas como acreditación de méritos ante los vencedores.
Aquellos soldados encubiertos no fueron recompensados por sus servicios, al
menos como esperaban. Pesaba sobre ellos la sospecha de su sincero posicionamiento,
su oportunismo. La mayor prueba de acusación era la de que estaban vivos.
La fuente central del estudio: los expedientes judiciales, ofrecen múltiples lecturas.
En primer lugar, la personalidad de Espa, atento a justificar cada uno de sus pasos, cui-
dando las palabras, con toda la retórica del momento, enfrentado a un tribunal que busca
intersticios, zonas oscuras, puntos débiles, que desconfía. No le ayuda la fecha tardía de su
última actuación –marzo de 1939–, cuando la guerra ya está decidida, ni menos el terrible
balance de víctimas que se deriva de aquella acción: el hundimiento del Castillo de Olite.
Arturo Espa Ruiz • 241
De principio a fin los juicios eran una farsa, dada la indefensión de los encausados.
El tribunal imponía la pena que consideraba oportuna, al margen de la petición fiscal y
las razones de la defensa. En las sentencias mediaba el factor humano: la composición
de los consejos de guerra, el grado de resentimiento de sus miembros con respecto a los
vencidos y todo lo que significaban, o los deseos de hacer méritos de la mejor forma que
sabían en aquel orden opresor. Los fallos eran inapelables. Los auditores respaldaban las
decisiones adoptadas. La falta de uniformidad en las sentencias se quiso corregir con la
Comisiones de Examen de Penas, a la que se llegaba tras un largo peregrinar de instan-
cias y alzadas. Detrás latía el sentido ejemplarizante de los dictámenes. Si Espa salió de la
cárcel fue por la magnanimidad del Caudillo.
Los quintacolumnistas estuvieron lejos de entender el trato recibido. Se habían
jugado la vida por el bando contrario. La suerte de la República hubiera sido otra de
haber actuado lealmente. Apenas cumplieron las condenas y fueron colocados en empre-
sas estatales, pero la mayoría perdió su carrera militar. Fueron aceptados en la sociedad
triunfante, en las cofradías de Semana Santa, que representaban un poderoso grupo de
presión respaldado por el Ejército y la Marina.
Ni la Ley de Amnistía de 1976 declaró ilegales los procedimientos judiciales a que
fueron sometidos. Una demanda que sigue postergada en la actualidad. Pero esa es
otra historia. En el orden personal quedaron para siempre en ese territorio indefinido
derivado de su doble condición de vencedores y vencidos. Extraviados de por vida en la
encrucijada de 1936.
Arturo Espa Ruiz • 243
ÍNDICE DE FUENTES
Fuentes inéditas
6. Fiscalía del Tribunal Supremo. FC-Causa General, 1.161. Exp. 2. Pieza quinta de
Almería. Justicia roja
7. Fiscalía del Tribunal Supremo. FC-Causa General, 1.568, Exp. 6. Trozo tercero
de la pieza principal del sumario del Juez Especial Juan José González de la
Calle, magistrado del Tribunal Supremo, por la explosión del acorazado Jaime I.
8. Margarita Nelken Mansberger. Correspondencia de la Asociación de Militares
Profesionales Republicanos Españoles a Margarita Nelken. Diversos-Títulos-
Familias, 3233, N. 152.
9. Tribunales Populares y Jurados de Urgencia y de Guardia de Madrid. Expte. nº
910/937 instruido contra Batallón Triana de la 23 Brigada (y ciento cincuenta y
seis más), por abandono del servicio, desobediencia y negligencia.
10. Tribunales Populares y Jurados de Urgencia y de Guardia de Madrid. Expte. nº
910 instruido contra Cristóbal Hernández Peña, Isidoro Martínez García y Tomás
Medrano Izquierdo por el delito de Rebelión Militar.
11. Tribunal Supremo. Reservado. Exp. 23. N. 11. Expediente de indulto nº. 10/1934
del procesado Honorato Atienza Zamora, marinero de la dotación del arsenal
de Cartagena, relativo a la pena de muerte dictada por sentencia del Consejo
de Guerra ordinario de la Sala de Justicia del Arsenal de Cartagena por el delito
de rebelión militar en grado de conspiración durante los sucesos revoluciona-
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1938
1939
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1926
Arturo Espa Ruiz • 251
7. Cartagena Nueva
1926
1927
1933
1936
1937
1938
1939
8. Correspondencia de España, La
1885
17. Midi Syndicaliste, Le. Organe de l’Union Départamentale dés Syndicats des
Bouches-du-Rhône (Marseille)
1936
Fuentes orales
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