El Juego Canto A La Libertad

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EL JUEGO CANTO A LA LIBERTAD

Martha Llanos, PhD1

El 28 de Mayo se celebra mundialmente el


día Mundial del Juego, aquí unas reflexiones
sobre el tema que requiere una mayor
acción de parte de la sociedad que al
parecer no logra todavía entender las
profundas implicancias de este derecho
fundamental de la niñez.
En el desarrollo humano, la búsqueda de la realización integral del niño es
una de las prioridades y lo lúdico lo entretenido, el disfrute y el aprendizaje
se constituyen en un derecho inherente en la vida de niños y adultos.

Es necesario continuar el rescate del juego como elemento esencial en el


desarrollo integral del niño, en su actividad, en su aprendizaje, y en su
socialización. Por consiguiente, en todos los ambientes y circunstancias de la
vida del niño: en el hogar, en el vecindario, en la escuela, en la comunidad,
cualquier persona que establezca contacto con el niño debe utilizar el juego
como elemento vital para su desarrollo total.

El Artículo 31 de la Convención sobre los Derechos del Niño de las Naciones


Unidas propone que:

(1) Los Estados Partes reconocen el derecho del niño al descanso y el


esparcimiento, al juego y a las actividades recreativas propias de su edad y
a participar libremente en la vida cultural y en las artes; y

(2) Los Estados Partes respetarán y promoverán el derecho del niño a


participar plenamente en la vida cultural y artística y propiciarán
oportunidades apropiadas, en condiciones de igualdad, de participar en la
vida cultural, artística, recreativa y de esparcimiento.

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Martha Llanos miembro de Foro Educativo, pionera investigadora de la niñez peruana y promotora
de los derechos de la Infancia, nos comparte sus reflexiones en un tema en el cual está involucrada a
nivel mundial. El derecho al Juego.

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Los recuerdos más vívidos de nuestra
infancia están ligados a nuestra
sensación al dar forma a la arcilla o
plastilina, al asistir a una función de
circo, al ver el ballet, a nuestra
comunicación con la muñeca de trapo
o con la importada, al olor de la
mandarina o la naranja, un domingo
de paseo, el sonido de la trompeta de
un carro de helados, cuando
saltábamos mundo, o la sensación de
grandeza y fuerza que sentíamos
cuando podíamos treparnos a algún
árbol, en mi caso el ciruelo de mi huerta y en donde desde las alturas y
mezclada con las ramas y hojas contemplaba un mundo diferente o sonaba
con una realidad especial.

Para otros niños y niñas las imágenes y recuerdos están en las cometas
voladoras que llevan y traen mensajes desde el cielo, en un rio con sonidos
o susurros especiales al bajar por la montaña, un perro siguiéndoles o
mordiendo sus talones, un columpio en un parque, una barca en un lago o
en el mar, un amanecer en el campo, una pelota de colores, un arco iris y en
fin, todos aquellos objetos y situaciones que cada uno de nosotros recuerda
con la emoción y el respeto con que se miran las cosas valiosas que se van
esfumando en el recuerdo.

En los juegos de la infancia nos encontramos como una identidad particular,


aprendimos el respeto hacia los demás, entendimos que nuestra imaginación
y nuestros sueños eran posibles con sólo cerrar los ojos y aprendimos a
amar a los otros, a apreciar nuestras calles y parques y es así como
interpretamos nuestra realidad y comprendemos el valor de nuestra
existencia.

El cuerpo y la imaginación se entregan al poder, la fantasía y el abandono en


la creación. La alegría y la risa florecen a pesar de las heridas, los golpes y
la ropa sucia y rasgada que deja, por ejemplo, una excursión a las estrellas
lanzándose desde un árbol. Toda la energía vital de la niñez se encamina a
romper obstáculos, a saltar barreras y a crear mundos posibles e imposibles.

Es así que la libertad y la esperanza están identificadas en el juego. Restituir


el espacio y el tiempo para que nuestra niñez juegue, es una de las tareas
que nos proponemos. Es a través de lo lúdico que podemos mirar el
desarrollo infantil con otra perspectiva más creativa, más libre, más
comprometida con los demás; ella nos une a la meta de transformación de

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nuestra realidad. El juego representa una profundidad en las reflexiones del
desarrollo humano no solamente para el futuro de nuestra infancia sino
también para los adultos, jóvenes y ancianos.

En casi todas las culturas antiguas y originarias, los mayores, ancianos y


ancianas tienen la consideración de sabios de guías espirituales y políticos.
Cuántos de nosotros hemos y seguimos gozando de los cuentos que
contaban nuestros padres, abuelos o maestras .La familia en nuestra cultura
juega un rol básico en la socialización. Al jugar con el niño, al transmitir los
más importantes valores a través del juego, todos los miembros de una
familia restablecen sus vínculos, fortalecen sus relaciones y permiten a la
vez, que los valores socioculturales se recuperen, dinamizándolos,
fortaleciendo su identidad y proyectándolos al futuro.

La cultura de nuestro continente es múltiple, conflictiva y dinámica. Se nutre


de las más diversas raíces y fuentes. Convivimos con el indígena, el negro,
el cholo, el mestizo, el campesino, el blanco, el amarillo; todas las razas y
colores, todas las culturas e idiosincrasias. La pluralidad de esos colores
incrementa nuestra riqueza y fundamenta nuestra capacidad de aprecio y
convivencia pacífica. El juego nos involucra en esta vivencia y nos sumerge
en las raíces de nuestra propia cultura permitiéndonos compartirla con los
demás.

JUEGO Y DESARROLLO HUMANO

Nombrar objetos", "dejar correr la arena por entre los dedos de la mano",
"observar el cielo “correr tras un cometa, acariciar una muñeca y preparar la
comida... qué significan estas actividades para el niño? ¿Qué significan para
un adulto?

La respuesta a primera vista parece sencilla, pero si nos detenemos a


reflexionarla encontraremos múltiples respuestas. Hemos insistido en la
necesidad de comprender la actividad lúdica del niño. Para él, es necesario
que el adulto comprenda lo que hace el niño del cual se dice que juega. No
basta hablar como lo hacen los teóricos de una actividad global del
organismo. No es el organismo el que dice que juega. Lo sabemos bien.
Cuando el niño juega con sus manos, con sus pies, con su cuerpo, no es el
cuerpo el que juega, ni sus pies ni sus manos: -es él o ella. Pero ¿ podemos
comprender lo que hacen, sienten y piensan los niños?"

La actitud de superioridad que muchas veces siente el adulto respecto de la


actividad lúdica del niño, puede ser explicada con estas palabras de Herman
Hesse: "Sin mucha comprensión, pero con gran conciencia de su
superioridad, suele enfrentarse el adulto con el niño. Hasta que se

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demuestra que este sentimiento de superioridad no tiene otra base que una
profunda ignorancia”

Generalmente se ha considerado al niño como un ser pasivo, receptáculo de


nuestros deseos y temores, sometido a nuestros condicionamientos, sin
posibilidad de expresión autónoma,
poca definición de sus necesidades y
particularidades. La "profunda
ignorancia" que manifiesta el adulto es
fruto de su formación y de ese hecho,
se genera un círculo vicioso en extremo
peligroso para el desarrollo social.
Educamos como fuimos educados o, en
otras palabras, educamos partiendo de
la ignorancia y de los prejuicios.

En el mundo actual, rara vez el adulto logra "jugar ingenuamente". En


cambio, en el niño, el juego parece ser el centro innato de su existencia. El
juego se considera como un elemento de la vida infantil. El juego es un
hecho familiar y habitual del mundo social. En el juego, la persona no se
encuentra encerrada en su individualidad, sino que al contrarío se tiene
conciencia del contacto colectivo con el prójimo. Todo juego, aún el juego
obstinado del niño solitario, tiene un horizonte comunitario y es por ello que
sus posibilidades son infinitas cuando pretendemos crear seres humanos
diferentes y comprometidos con su desarrollo personal y comunitario.

El juego aparece como un medio de adaptación del niño a la sociedad en que


le corresponde vivir. En la medida en que el juego es una situación social
que implica el contacto con otros, el niño enfrenta conflictos, se permite
colaborar, y compartir. En el juego infantil se apoya toda la satisfacción vital
del niño. "Ser serio" o "tomar en serio" en este sentido, significa estar
convencido que tiene que esforzarse, creerse capaz de algo y lanzarse a
realizarlo. En el juego infantil se dan simultáneamente responsabilidad y la
emoción profunda, y, ambas, en toda su plenitud. El juego es pues un acto
que liga al adulto y al niño en un universo para unos perdido y para los otros
permanente. La seriedad del niño y la memoria del adulto cuando le ve
jugar, los colocan en un punto de encuentro del desarrollo histórico de lo
humano, es una ligazón con el pasado y una forma de asumir el presente. La
actividad lúdica está enmarcada en el conjunto de la vida y del
comportamiento, en el conjunto de la vida cultural y de los sentidos.

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Así, la esencia del juego no consiste en la actividad, ni en el fin, ni en el
significado que emane de él y que lo desborde. Su esencia está cerrada
completamente en él mismo. Se basta así mismo, tiene sentido por sí mismo
y su sentido no es de la índole de una finalidad. La acción lúdica solo tiene
fines internos, "no trascendentales". Esta no trascendencia sin embargo, ha
permitido durante toda la historia de la humanidad que los niños que
comparten la acción lúdica, estén involucrados espiritual y físicamente en un
acto aparentemente banal.

Quizá nunca logremos aproximarnos totalmente a los mecanismos que rigen


la mente del niño, pero tenemos en nuestro acervo científico algunos
elementos que nos ayudan a comprenderlos.

Como señala Dinello: "Las estructuras cognitivas, sean ellas una elaboración
consecuente de la información físico-espacial, sean ellas comprendidas como
resultante de una abstracción simbólica, o sean aún la instrumentalización
de un proceso lógico-reflexivo, ellas se construyen a partir de un
descubrimiento creativo como consecuencia de la curiosidad del ser
humano"

El desarrollo del ser humano se liga


de manera fundamental a los
procesos de conocimiento que se
dan en los primeros años de la
infancia. En ellos, además de la
comunicación, el ámbito de la
curiosidad representa un factor
importante. La creatividad es un
comportamiento de naturaleza
social, constructivo y productivo,
manifestado por el individuo en una
íntima relación con el medio que le
rodea.

Afirmamos que se trata de un comportamiento de naturaleza social porque


es natural en el individuo manifestarse dentro de un contexto social.
Es un comportamiento constructivo, pues, gracias a su creatividad la
persona reconstruye el mundo en el cual está inmerso y, hablamos de
comportamiento productivo ya que con su creatividad el hombre realiza algo
tendiendo un producto final, el cual puede ser intelectual, emocional, manual
o físico. La creatividad necesariamente implica una inquietud, una actitud de
apertura frente a la realidad.

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Las actividades lúdicas, por comprometer elementos altamente creativos,
hacen que el niño encuentre en ellas. Dinello indica que "lo que necesita
para crecer, para estimular su organismo que está en pleno proceso de
desarrollo. Incluyendo aquí, en los mismos juegos, tanto las actividades
motoras que lo estimulan fisiológicamente, como las novedades intelectuales
que los despiertan mentalmente, como las relaciones interpersonales que lo
motivan socio-afectivamente”

Es pues en el enriquecimiento personal y social del niño en donde el juego


es más valioso. Sobre todo en juegos donde participan varios niños de
diversas edades, porque la visión diferente y hasta conflictiva que cada uno
presenta para los otros, enriquece el universo de comprensión.

Esta convivencia en la diversidad y el conflicto hace que la experiencia lúdica


para un niño esté llena no solamente de posibilidades de crecimiento físico e
intelectual sino también, y sobre todo, de formas de interacción a los demás
dentro de marcos de respeto y autonomía, configurando a escala micro,
pequeñas sociedades democráticas en las que prima el respeto a la
diversidad, en las que subsiste una intensa actividad creativa , en las que
florecen la inteligencia y la fuerza y en las que la complicidad es la norma.

Por todo lo expuesto el derecho al juego y las actividades lúdicas, creativas


en general permiten el desarrollo pleno de los seres humanos.

BIBLIOGRAFIA

1.Henriot, Jacques `L'Education par le jeu el l énvironnement" Revista


trimestral, tercertrimestre de 1986 No. 23.

2. Hesse, Hermann "Lectura para minutos" Madrid; Alianza Editorial, 1983,


3. Dinello,Raimundo “ Expresión Lúdico-Creativa. Montevideo: Nuevos
Horizontes. 1990
4. Llanos,Martha. Juego y Desarrollo Humano. UNICEF 1985
5. Dinello, Raimundo Pedagogía de la Expresión. Montevideo: Nuevos
Horizontes.1992

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