Jurisprudencia Guerrero
Jurisprudencia Guerrero
Jurisprudencia Guerrero
Notificación.
Que en cuanto al supuesto agravio del derecho a la defensa del favorecido que constituiría en la
falta de notificación del recurso de apelación del Ministerio Público y de la resolución que señala
que “los autos están para resolver”; este Colegiado debe subrayar que la Constitución reconoce el
derecho de defensa en el inciso 14), artículo 139º, en virtud del cual se garantiza que los
justiciables, en la protección de sus derechos y obligaciones, cualquiera que sea su naturaleza
(civil, mercantil, penal, laboral, etc.), no queden en estado de indefensión. Así, el contenido del
derecho de defensa queda afectado cuando, en el seno de un proceso judicial, cualquiera de las
partes resulta impedida por concretos actos de los órganos judiciales de ejercer los medios
necesarios, suficientes y eficaces para defender sus derechos e intereses legítimos (Cfr. STC N.º
1231-2002-HC/TC,fundamento2).
Que al respecto, el Tribunal Constitucional ha señalado que si bien en el acto procesal de la
notificación subyace la necesidad de garantizar el ejercicio efectivo del derecho de defensa, pues
por su intermedio se pone en conocimiento de los sujetos del proceso el contenido de las
resoluciones judiciales; sin embargo, no cualquier irregularidad con su tramitación constituye, per
se, una violación del derecho de defensa. Sólo se produce tal afectación del derecho en cuestión
cuando, como consecuencia de la irregularidad en su tramitación, el justiciable quede en estado de
indefensión.
El proceso constitucional
Los procesos constitucionales se desarrollan con arreglo a los principios de dirección judicial del
proceso, economía, inmediación y socialización procesales; y que el Juez tiene el deber de
impulsar de oficio el presente proceso, así como el deber de adecuar la exigencia de las
formalidades previstas en el código al logro de los fines de los procesos constitucionales.
La controversia radica en determinar si los contratos por incremento de actividad y por servicio
específico suscritos por el actor y la Compañía emplazada se desnaturalizaron y se convirtieron en
contratos de trabajo de duración indeterminada, en cuyo caso el actor sólo podía ser despedido por
una causa relacionada con su conducta o capacidad laboral que lo justifique.
El artículo 72 del Decreto Supremo N.º 003-97-TR establece los requisitos formales de validez de
los contratos modales. Así, determina que: “Los contratos de trabajo (modales) deberán constar
por escrito y por triplicado, debiendo consignarse en forma expresa su duración, y las causas
objetivas determinantes de la contratación, así como las demás condiciones de la relación
laboral”. (…)
No obstante se aprecia que el último contrato a plazo fijo suscrito entre las partes, esto es, el
contrato de trabajo para servicio específico, vigente desde el 1 de junio hasta el 30 de noviembre
de 2008, fecha en que se extinguió la relación laboral, obrante a fojas 18, carece de la causa
objetiva determinante de la contratación, de conformidad con lo señalado por el artículo 72 del
Decreto Supremo 003-97-TR, toda vez que en la Cláusula Segunda solo se consigna la
denominación del cargo; operador de jumbo en mina interior, mientras que en la cláusula primera
se señala que la empresa demandada “requiere cubrir temporalmente las necesidades de labores
por servicio específico, para actividades de exploración y explotación”, precisando que su trabajo
se desenvolverá en el asiento minero de Huanzalá, pero no indica expresamente cuáles son los
servicios concretos y temporales por los que se contrata al demandante.
Por lo tanto este Colegiado considera que el contrato de trabajo sujeto a modalidad suscrito entre
el demandante y la Compañía Minera demandada ha sido desnaturalizado, por haberse
presentado el supuesto previsto en el inciso d) del artículo 77 del Decreto Supremo 003-97-TR,
pues se ha pretendido encubrir una relación de trabajo a plazo indeterminado; por consiguiente, el
contrato del actor debe ser considerado como uno sujeto a plazo indeterminado, según el cual el
demandante solamente podía ser despedido por causa justa relacionada con su conducta o
capacidad laboral que justifique tal despido, lo que no ha ocurrido en el presente caso.
Según lo dispuesto por el artículo 59º del Reglamento del Decreto Legislativo N.º 728, aprobado
por el Decreto Supremo N.º 001-96-TR, para la calificación de los puestos de confianza el
empleador deberá, entre otros requisitos, consignar en el libro de planillas y en las boletas de pago
la calificación correspondiente. Asimismo, el artículo 60º del mencionado Reglamento prescribe
que la calificación de los puestos de confianza “es una formalidad que debe observar el
empleador”; sin embargo, “su inobservancia no enerva dicha condición si de la prueba actuada
ésta se acredita”, debido a que la categoría de trabajador de confianza depende de la naturaleza
de las funciones desempeñadas y no de la denominación que se le dé al puesto.
Con relación al retiro de la confianza como causal de extinción del contrato de trabajo, debe
señalarse que este Tribunal en el fundamento 19 de la STC 3501-2006-PA/TC ha precisado que:
“(...) si el trabajador realizó con anterioridad labores comunes y luego es promocionado, luego al
retirársele la confianza depositada, retornaría a realizar las labores anteriores y no perder el
empleo, salvo que se determine que cometió una falta grave que implique su separación de la
institución”.
De conformidad con el Acta de Sesión de Directorio N.° 1453 (f. 181), de fecha 25 de marzo de
2003, el demandante quedó contratado por el emplazado, a partir del 1 de abril de 2003, para
desempeñar el cargo de Jefe de la División de Riesgos Crediticios y Financieros, con la categoría
de Subgerente. Del Acta de Sesión de Directorio N.° 1466 (f. 183), del 7 de julio de dicho año, se
desprende que se acuerda dejar sin efecto dicha designación para que, a partir del 1 de agosto de
2003, pase a laborar como Jefe del Departamento de Operaciones, con la categoría de Gerente.
Posteriormente, en Sesión Extraordinaria de Directorio N.° 1539 (f. 185 y sgtes.), del 24 de
noviembre de 2004, se acuerda revocarle este cargo, a partir del 25 de noviembre de 2004, hecho
que le fue comunicado al demandante mediante la Carta EF/92.2000 N.° 013-2005 (f. 1), del 13 de
enero de 2005, por medio de la cual se le informa que el Directorio ha acordado retirarle la
confianza y, por lo tanto, se dispone su cese de la institución.
Siendo así, como quiera que de dichos documentos, así como de las boletas de pago obrantes de
fojas 2 a 5, fluye que el emplazado no ha demostrado que el demandante ingresó en la institución
como trabajador de confianza, en los términos señalados en los fundamentos 3 y 4 supra,
concluimos que el actor solo podía ser despedido por una causa justa relacionada con su conducta
o capacidad laboral, lo cual no ha sucedido en el caso de autos, por lo que la ruptura de su vínculo
laboral tiene carácter de un despido arbitrario, frente a lo cual procede la reposición como finalidad
eminentemente restitutoria de todo proceso constitucional de tutela de derechos fundamentales.
LABORAL
Mientras dure el trámite previo vinculado al despido por causa relacionada con la conducta del
trabajador, el empleador puede exonerarlo de su obligación de asistir al centro de trabajo, siempre
que ello no perjudique su derecho de defensa y se le abone la remuneración y demás derechos y
beneficios que pudieran corresponderle. La exoneración debe constar por escrito.
Tanto en el caso contemplado en el presente artículo, como en el Artículo 32, debe observarse e
principio de inmediatez.
Así, el legislador ha regulado al principio de inmediatez como un requisito esencial que condiciona
formalmente el despido, (Ibídem. Comentario a la Casación Nº 1917-2003-Lima (El Peruano, 31 de
mayo de 2007), pág. 234) el cual limita la facultad sancionadora del empleador y que, en el
presente caso, va a determinar si su vulneración conduce a un despido incausado o, viceversa, si
su observancia va a conducir al despido fundado en causa justa. Por otro lado, si bien es cierto que
el legislador no le ha establecido un plazo determinado es porque obviamente su función tiene
mucha relación con el principio de razonabilidad y proporcionalidad, y deja al juzgador, al momento
de examinar el caso concreto, su verificación u observancia.
(i) El proceso de cognición, que estaría conformado por todos los hechos que ocurren después de
la comisión de la falta por el trabajador, lo que significa, primero, tomar conocimiento (de la falta) a
raíz de una acción propia, a través de los órganos que dispone la empresa o a raíz de una
intervención de terceros como los clientes, los proveedores, las autoridades, etc. En segundo lugar,
debe calificarse, esto es, encuadrar o definir la conducta descubierta como una infracción tipificada
por la ley, susceptible de ser sancionada. Y en tercer lugar, debe comunicarse a los órganos de
control y de dirección de la empleadora, que representan la instancia facultada para tomar
decisiones, ya que mientras el conocimiento de la falta permanezca en los niveles subalternos, no
produce ningún efecto para el cómputo de cualquier término que recaiga bajo la responsabilidad de
la empresa (Ibídem. Comentario a la Casación N.º 1917-2003-Lima (El Peruano, 31 de mayo de
2007). Citando el comentario de Jaime Beltrán Quiroga, pág. 231); es decir, que se tome
conocimiento pleno de los hechos sucedidos para posteriormente tomar decisiones en el marco de
las facultades sancionadoras del empleador.
(ii) El proceso volitivo se refiere a la activación de los mecanismos decisorios del empleador para
configurar la voluntad del despido, ya que éste por esencia representa un acto unilateral de
voluntad manifiesta o presunta del patrono. El inicio de este proceso está dado por la evolución de
la gravedad de la falta, por las repercusiones que causan al nivel de productividad y a las
relaciones laborales existentes en la empresa, y por el examen de los antecedentes del trabajador
infractor y la conducta desarrollada en el centro de trabajo, para establecer si excedía los
márgenes de confianza depositados en él. Con este cuadro de perspectivas la segunda etapa está
dada por la toma de decisión que depende de la complejidad que tenga la organización
empresarial, ya que mientras mayor sea ésta, las instancias que intervengan en la solución
deberán ser más numerosas y, por el contrario, mientras más simple sea, como el caso de un
empresario individual que dirija su propia pequeña empresa, bastará con su sola decisión, la que
podrá ser adoptada en el más breve plazo (Ibídem).
En consecuencia, los términos o plazos existentes entre ambas etapas es variado y se dan de
acuerdo a la complejidad de la falta cometida, así como de la organización empresarial. Entonces
el principio de inmediatez resulta sumamente elástico, (Ibídem) teniendo en cuenta que incluso al
interior de estas etapas se desarrolla un procedimiento, tal como ha sido señalado supra.
De lo dicho hasta acá, se deduce claramente que el plazo razonable para ejercer la facultad
sancionadora del empleador no está determinado por un determinado periodo de tiempo fijo, sino
por las situaciones especiales que pudieran presentarse y por las acciones realizadas por el
empleador a fin de establecer certeramente la falta cometida en las etapas descritas en los
fundamentos precedentes.
Despido fraudulento.
En el presente caso entonces corresponde evaluar si el despido del que ha sido objeto la
recurrente se ha sustentado en una causa o constituye un acto arbitrario. La recurrente expresa
que los hechos por los que ha sido objeto de despido son falsos, puesto que no responden a lo que
verdaderamente sucedió ni encuadran en la normatividad pertinente. Por ello, conforme los
criterios de procedibilidad de las demandas de amparo, relativas a materia laboral individual
privada, establecidos en los fundamentos 7 a 20 de la STC N.º 0206-2005-PA/TC, que constituyen
precedente vinculante, en el presente caso corresponde evaluar si la demandante ha sido
destinataria de un despido fraudulento, como sostiene ella.
“[…] Se despide al trabajador con ánimo perverso y auspiciado por el engaño, por ende, de manera
contraria a la verdad y la rectitud de las relaciones laborales; aun cuando se cumple con la
imputación de una causal y los cánones procedimentales, como sucede cuando se imputa al
trabajador hechos notoriamente inexistentes, falsos o imaginarios o, asimismo, se le atribuye una
falta no prevista legalmente, vulnerando el principio de tipicidad, como lo ha señalado, en este
último caso, la jurisprudencia de este Tribunal (Exp. N.° 415-987-AA/TC, 555-99-AA/TC y 150-
2000-AA/TC); o se produce la extinción de la relación laboral con vicio de voluntad (Exp. N.° 628-
2001-AA/TC) o mediante la "fabricación de pruebas".
En la STC 0206-2005-PA/TC y respecto del despido fraudulento, se estableció que “sólo será
procedente la vía del amparo cuando el demandante acredite fehaciente e indubitablemente que
existió fraude, pues en caso contrario, es decir, cuando haya controversia o duda sobre los hechos,
corresponderá a la vía ordinaria laboral determinar la veracidad o falsedad de ellos” [fund. 8]. En
este mismo sentido, se ha establecido que:
“[…] el amparo no es la vía idónea para el cuestionamiento de la causa justa de despido imputada
por el empleador cuando se trate de hechos controvertidos, o cuando, existiendo duda sobre tales
hechos, se requiera la actuación de medios probatorios a fin de poder determinar la veracidad,
falsedad o la adecuada calificación de la imputación de la causa justa de despido, que
evidentemente no pueden dilucidarse a través del amparo” [fund. 19].
ONP
FUNDAMENTOS
1. El artículo 10(1) de la Constitución Política del Estado recoge la tesis del derecho a la pensión
como un derecho fundamental en la perspectiva de una garantía de la seguridad social(2). A través
del mismo, se configura una exigencia de actuación positiva del Estado, en tanto el mismo tiene el
deber de protección del acceso justo a la pensión en defensa del orden público constitucional.
3. El Tribunal Constitucional en la STC 198-2003 AC/TC señala con efecto vinculante respecto a la
pensión mínima(4)la aplicación de las fechas de contingencia y los efectos de las mismas respecto
a las litis pensionarias.(5) Se trata, en propiedad, de una determinación de escalas aplicativas del
Sueldo Mínimo Vital de acuerdo a la fecha de la contingencia, esto es, de la pensión de jubilación.
En consecuencia, advertimos criterios marco de procedimiento: si la fecha de contingencia se ha
producido entre el 08 de setiembre de 1984 (fecha de entrada en vigencia de la Ley 23908) y el 18
de diciembre de 1992 (fecha de derogación tácita de la Ley 23908 por el Decreto Legislativo
25967), el pensionista adquiere el derecho a un reajuste, a lo cual debe sumarse, como exigencia
adicional, que el monto percibido hubiera sido inferior a 3 Sueldos Mínimos Vitales. Solo producido
este criterio tasado, procede el reajuste de pensión.
El Estado reconoce el derecho universal y progresivo de toda persona a la seguridad social, para
su protección frente a las contingencias que precise la ley y para la elevación de su calidad de vida.
La seguridad social es la garantía institucional que expresa por excelencia la función social del
Estado. Se concreta en un complejo normativo estructurado -por imperio del artículo 10 de la
Constitución- al amparo de la ‘doctrina de la contingencia’ y la calidad de vida; por ello, requiere de
la presencia de un supuesto fáctico al que acompaña una presunción de estado de necesidad
(cese en el empleo, viudez, orfandad, invalidez, entre otras) que condiciona el otorgamiento de una
prestación pecuniaria y/o asistencial, regida por los principios de progresividad, universalidad y
solidaridad, y fundada en la exigencia no sólo del mantenimiento, sino en ‘la elevación de la calidad
de vida.
“c) (…), forman parte de su contenido esencial aquellas pretensiones mediante las cuales se
busque preservar el derecho concreto a un mínimo vital”. “En tal sentido, en los supuestos en los
que se pretenda ventilar en sede constitucional pretensiones relacionadas no con el
reconocimiento de la pensión que debe conceder el sistema provisional público o privado, sino con
un específico monto, ello sólo será procedente cuando se encuentre comprometido el derecho al
mínimo vital.
(…) la pensión mínima regulada por la Ley N.º 23908 debe aplicarse a aquellos asegurados que
hubiesen alcanzado el punto de contingencia hasta el 18 de diciembre de 1992 (día anterior a la
vigencia del Decreto Ley N.º 25967), con las limitaciones que estableció su artículo 3º, y solo hasta
la fecha de su derogación tácita por el Decreto Ley N.º 25967
El Tribunal Constitucional ha señalado que la necesidad de que las resoluciones judiciales sean
motivadas es un principio que informa el ejercicio de la función jurisdiccional, y al mismo tiempo, un
derecho constitucional de los justiciables. Mediante ella, por un lado, se garantiza que la
administración de justicia se lleve a cabo de conformidad con la Constitución y las leyes (artículos
45.º y 138.º de la Constitución Política del Perú) y, por otro, que los justiciables puedan ejercer de
manera efectiva su derecho de defensa. Justamente, con relación al derecho a la debida
motivación de las resoluciones, este Tribunal ha precisado que “la Constitución no garantiza una
determinada extensión de la motivación, por lo que su contenido esencial se respeta siempre que
exista fundamentación jurídica congruente entre lo pedido y lo resuelto, y que, por sí misma,
exprese una suficiente justificación de la decisión adoptada, aun si ésta es breve o concisa […]”
(STC N.º 1291-2000-AA/TC. FJ 2).
PARA VILMA
Despido fraudulento
En el fundamento 15 c) de la STC N.º 0976-2001-AA/TC -cuyos lineamientos son seguidos en el
citado precedente vinculante- se estableció, respecto del despido fraudulento, que este se produce
cuando: “Se despide al trabajador con ánimo perverso y auspiciado por el engaño, por ende, de
manera contraria a la verdad y la rectitud de las relaciones laborales; aun cuando se cumple con la
imputación de una causal y los cánones procedimentales, como sucede cuando se imputa al
trabajador hechos notoriamente inexistentes, falsos o imaginarios o, asimismo, se le atribuye una
falta no prevista legalmente, vulnerando el principio de tipicidad, como lo ha señalado, en este
último caso, la jurisprudencia de este Tribunal (Exp. N.° 415-987-AA/TC, 555-99-AA/TC y 150-
2000-AA/TC); o se produce la extinción de la relación laboral con vicio de voluntad (Exp. N.° 628-
2001-AA/TC) o mediante la “fabricación de pruebas” (…)”.
Al respecto, en el presente caso, si bien el actor ha denunciado haber sido objeto de un despido
fraudulento, en autos no obra documento alguno que acredite que se haya configurado dicho
supuesto, pues no se le imputó causa alguna para concluir la relación laboral. En tal sentido, la
Sociedad emplazada ha alegado que cuando venció el plazo de su último contrato de trabajo por
incremento de actividades, se extinguió la relación laboral, pues por motivos empresariales se
decidió no renovarle su contrato. Consiguientemente, no se ha acreditado que el actor haya sido
víctima de un despido fraudulento.
Asimismo, en virtud del principio de suplencia de queja deficiente y del deber especial de
protección de los derechos fundamentales que informa los procesos constitucionales, se analizará
si se produjo un despido sin expresión de causa, esto es, si se hubiesen desnaturalizado los
contratos de trabajo por incremento de actividades, el actor solo podía ser despedido por una
causa relativa a su conducta o capacidad.
Al respecto, el artículo 57 del Decreto Supremo 003-97-TR establece que: “El contrato temporal por
inicio de una nueva actividad es aquel celebrado entre un empleador y un trabajador originados por
el inicio de una nueva actividad empresarial. Su duración máxima es de tres años.
Se entiende como nueva actividad, tanto el inicio de la actividad productiva, como la posterior
instalación o apertura de nuevos establecimientos o mercados, así como el inicio de nuevas
actividades o el incremento de las ya existentes dentro de la misma empresa”.
Que respecto de lo expresado en primera y segunda instancia, el artículo 69º del Código Procesal
Constitucional, al referirse al requerimiento necesario para la procedencia del proceso de
cumplimiento, hace mención a un “documento de fecha cierta” y no a una carta notarial; y si bien el
artículo 70.8 del citado Código señala: “No procede el proceso de cumplimiento: (…) 8) Si la
demanda se interpuso luego de vencido el plazo de sesenta días contados desde la fecha de
recepción de la notificación notarial” (subrayado agregado), esto no debe entenderse en el sentido
de que el único documento con el que se cumple con el mencionado requisito de procedibilidad es
una carta notarial. La vigencia del Código Procesal Constitucional supone un cambio en este
aspecto, pues la anterior normatividad sólo hacía alusión al “requerimiento por conducto notarial”
(Ley N.º 26301, artículo 5.c.). En todo caso, de existir duda respecto a dicho documento, el
juzgador debe tener presente lo previsto en el párrafo cuarto del artículo III del Código Procesal
Constitucional: “Cuando en un proceso constitucional se presente una duda razonable respecto de
si el proceso debe declararse concluido, el Juez y el Tribunal Constitucional declararán su
continuación”.
Que el artículo 69º del Código Procesal Constitucional dispone que para la procedencia del
proceso de cumplimiento se requiere que el demandante previamente haya reclamado, por
documento de fecha cierta, el cumplimiento del deber legal o administrativo, y que la autoridad se
haya ratificado en su incumplimiento o no haya contestado dentro de los diez días útiles siguientes
a la presentación de la solicitud.
17 de Mayo (Alerta Informativa).- Ayer el Pleno del Congreso aprobó la “Ley que modifica varios
artículos del Código de Ejecución Penal” por el cual se regulan los beneficios penitenciarios
brindados a las personas que cumplan condenas de pena privativa de la libertad.
El Parlamento también menciona que entre los beneficios regulados figura el de “semilibertad y de
libertad condicional”. En primer lugar señalan que el juez deberá fijar las reglas de conducta que
cumplirá el condenado, y también puede disponer vigilancia electrónica o inspección de la
autoridad penitenciaria.
Cabe mencionar que solamente acceden a los beneficios los que tienen buen comportamiento en
el penal y cumplen con los requisitos de ley. Los beneficios de redención de pena, semilibertad y
liberación condicional son otorgados por la autoridad judicial luego de la elaboración de un
expediente o informe por parte de los profesionales del INPE que laboran en el Penal. Los
beneficios de permiso de salida, visita íntima y otros, son otorgados por la autoridad del penal.
PARA VILMA
Para resolver la controversia planteada, conviene recordar que en las SSTC 00002-2010-PI/TC y
03818-2009-PA/TC, así como en la RTC 00002-2010-PI/TC, este Tribunal ha establecido que el
régimen de protección sustantivo-reparador contra el despido arbitrario previsto en el régimen
laboral especial del contrato administrativo de servicios guarda conformidad con el artículo 27.° de
la Constitución.
Por lo tanto, la extinción de la relación laboral del demandante no afecta derecho constitucional
alguno, por lo que no cabe estimar la demanda.
PARA ONP
LA SEGURIDAD SOCIAL
Por ello, este Tribunal, prospectivamente, ha señalado en el fundamento 14 de la STC N.º 001-
2002-AA/TC que la seguridad social (dentro de cuyo concepto se entenderá incluido el servicio
previsional de salud y pensiones) es un sistema institucionalizado de prestaciones individualizadas,
basado en la prevención del riesgo y en la distribución de recursos, con el único propósito de
coadyuvar en la calidad y el proyecto de vida de la comunidad. Su condición de sistema
institucionalizado, imprescindible para la defensa y el desarrollo de diversos principios y derechos
fundamentales, permite reconocer a la seguridad social como una garantía institucional.
En el marco del derecho universal y progresivo a la seguridad social, este Tribunal considera que
las disposiciones legales que regulan el Seguro de Vida del Personal de la Policía Nacional y las
Fuerzas Armadas han sido dictadas con el propósito de cumplir con la obligación que tiene el
Estado de velar contra los riesgos que, en el ejercicio de sus funciones, comprometen la vida y la
seguridad de este sector de la población, ya que solo se contaba con una legislación sobre
principios (Decreto Ley N.° 19846), pero se carecía de un sistema de seguros que permitiese
superar el desequilibrio económico familiar generado para la ocurrencia de los riesgos de
fallecimiento o invalidez a consecuencia del servicio.
El beneficio económico del seguro de vida se agota con el pago único de una prestación
económica indemnizatoria, generada a partir de un invalidez adquirida a consecuencia del servicio
policial o militar, diferenciándose claramente de la pensión, prestación económica que se
caracteriza por pagos periódicos y vitalicios. No obstante ello, el seguro de vida se identifica como
una prestación dineraria comprendida en el sistema de seguridad social previsto para el personal
de la Policía Nacional y las Fuerzas Armadas, que, como se ha dicho, ha sido creado en
cumplimiento de la obligación estatal de ampliar y mejorar la cobertura de la seguridad social de
este sector de la población, en atención a las condiciones especiales de riesgo en que prestan
servicios al Estado.
Este Colegiado aprecia que la cuestión constitucional propuesta por la recurrente se vincula a la
necesidad de que las resoluciones, en general, y las resoluciones judiciales, en particular, estén
debidamente motivadas, por ser este un principio básico que informa el ejercicio de la función
jurisdiccional, y, al mismo tiempo, un derecho de los justiciables de obtener de los órganos
judiciales una respuesta razonada, motivada y congruente con las pretensiones oportunamente
propuestas. Al respecto, este Colegiado en la STC 8125-2005-PHC/TC ha señalado que:
[l]a exigencia de que las decisiones judiciales sean motivadas en proporción a los términos del
inciso 5) del artículo 139 de la Norma Fundamental, garantiza que los jueces, cualquiera que sea la
instancia a la que pertenezcan, expresen la argumentación jurídica que los ha llevado a decidir una
controversia, asegurando que el ejercicio de la potestad de administrar justicia se haga con
sujeción a la ley; pero también con la finalidad de facilitar un adecuado ejercicio del derecho de
defensa de los justiciables (...).
Y es que el derecho a la debida motivación de las resoluciones importa que los jueces, al resolver
las causas, expresen las razones o justificaciones objetivas que los llevan a tomar una determinada
decisión. Esas razones, por lo demás, pueden y deben provenir no solo del ordenamiento jurídico
vigente y aplicable al caso sino de los propios hechos debidamente acreditados en el trámite del
proceso. La tutela del derecho a la motivación de las resoluciones judiciales, no obstante su
reconocimiento expreso en la Constitución (artículo 139.5), no debe servir de argumento a efectos
de someter a un nuevo examen las cuestiones de fondo ya decididas por los jueces.(…)
De otro lado, se debe tener en cuenta que el artículo 1° de la Ley N.° 24366, promulgada el 22 de
noviembre de 1985, establece que los funcionarios y servidores públicos que a la fecha de la
dación del Decreto Ley N.º 20530 contaban con siete o más años de servicios están facultados
para quedar comprendidos en el régimen de pensiones del Estado, establecido por dicho decreto
ley, siempre que hubieren venido trabajando ininterrumpidamente al servicio del Estado. Al
respecto, y conforme a lo señalado en el fundamento anterior, debe advertirse que al haberse
modificado el régimen laboral público al privado es evidente que ha ocurrido una intermitencia
laboral para el Estado, por lo que a contrario de lo expresado por la recurrente tampoco le es
aplicable la Ley N.° 24366. En tales circunstancias queda claro que la resolución cuestionada se
encuentra debidamente fundamentada conforme a la norma pertinente, no evidenciándose indicio
alguno que denote un procedimiento irregular que vulnere los derechos constitucionales invocados.
PARA VILMA
Respecto de las labores o funciones que realizaba la actora antes del despido, es preciso señalar
que según las cartas, de fojas 166 y 167, la recurrente realizaba indistintamente labores de
auditora y de agente fiscalizador, pues en la misma fecha, esto es, el 15 de setiembre de 2009,
aparece realizando ambas funciones. Asimismo, en las cartas emitidas por el Jefe de la Oficina
Zonal de Huacho, de fecha 9 de noviembre y 3 de diciembre de 2009, de fojas 170 y 171, la actora
aparece nuevamente en calidad de agente fiscalizador y, por otro lado, en el resumen estadístico
de fiscalización, de fecha 26 de noviembre de 2009, aparece en calidad de auditora; por lo que
este Colegiado concluye que la actora, antes del despido, era trabajadora de la Sección de
Auditoría de la Oficina Zonal de Huacho de la SUNAT que realizaba labores de auditora y de
agente fiscalizador, pues incluso en la credencial de fojas 84, la actora aparece en calidad de
fedatario fiscalizador.
El artículo 72º del Decreto Supremo 003-97-TR, establece los requisitos formales de validez de los
contratos modales. Así, determina que: “Los contratos de trabajo (modales) deberán constar por
escrito y por triplicado, debiendo consignarse en forma expresa su duración, y las causas objetivas
determinantes de la contratación, así como las demás condiciones de la relación laboral”.
En el contrato de trabajo para servicio específico y sus renovaciones, de fojas 13 a 21, con
vigencia desde el 1 de mayo de 2008 hasta el 15 de enero de 2010, se ha señalado en la cláusula
primera que se contrata a la actora para que “preste servicios en la SECCIÓN AUDITORÍA – OZ
HUACHO- de la SUNAT, siendo la causa objetiva determinante de la contratación la necesidad de
contar con el personal necesario para desarrollar las metas y objetivos que en el presente ejercicio
deben alcanzar esa dependencia como conformante de la SUNAT”. Asimismo, en su cláusula
segunda se indica que la actora realizará los siguientes servicios: “Efectuar auditorías y
verificaciones asignadas; resolver expedientes de devolución; proyectar solicitudes que resuelven
procedimientos no contenciosos; efectuar cruces de información; realizar verificaciones masivas;
participar en operativos relacionados a la función fiscalizadora; participar en la ejecución de
acciones inductivas; participar en los procesos de programación operativa de Órdenes de
Fiscalización; y realizar labores de difusión de la normatividad tributaria, tanto en forma interna
como externa, y participar en operativos masivos”.
Al respecto, este Colegiado estima que las funciones asignadas a la demandante (trabajadora de la
Sección de Auditoría-OZ Huacho) para la cual fue contratada no están relacionadas con una
actividad específica de la entidad, sino más bien con una necesidad permanente o indeterminada
de la entidad demandada, pues participar en operativos relacionados a la función fiscalizadora,
participar en procesos de programación operativa de Órdenes de Fiscalización, conforme se ha
señalado en el considerando precedente, son funciones inherentes a las que realiza la SUNAT,
pues están referidas a su función fiscalizadora y control tributario preventivo que la Ley General de
la Superintendencia de Administración Tributaria, aprobada mediante Decreto Legislativo N.° 501,
le otorga a la SUNAT (STC 618-2010-PA/TC).
Por lo tanto, en el presente caso se ha acreditado que los contratos de trabajo para servicio
específico suscritos entre la actora y la SUNAT han sido desnaturalizados, por haberse producido
el supuesto previsto en el inciso d) del artículo 77º del Decreto Supremo N.º 003-97-TR, pues se ha
pretendido encubrir con los contratos modales una relación de trabajo, debiendo ser considerados
entonces como un contrato de trabajo sujeto a plazo indeterminado, según el cual la demandante
solamente podía ser despedida por causa justa relacionada con su conducta o capacidad laboral
que lo justifique, lo que no ha ocurrido en el presente caso. Por lo que, en mérito a la finalidad
restitutoria del proceso de amparo, procede la reposición de la actora.
Sin perjuicio de lo anterior, cabe precisar que, considerando que existen reiterados casos en los
que se estima la demanda de amparo por haberse comprobado la existencia de un despido
arbitrario, el Tribunal Constitucional ha estimado pertinente señalar que cuando se interponga y
admita una demanda de amparo contra una entidad que pertenezca a la Administración Pública
que tenga por finalidad la reposición del demandante, ello tiene que registrarse como una posible
contingencia económica que tiene preverse en el presupuesto, con la finalidad de que la plaza que
ocupaba se mantenga presupuestada para, de ser el caso, poder actuar o ejecutar en forma
inmediata la sentencia estimativa.
El demandante manifiesta haber laborado ininterrumpidamente por casi cuatro años para la
Municipalidad emplazada, período en el cual desempeñó labores de naturaleza permanente, por lo
que considera que es un trabajador con contrato de trabajo a plazo indeterminado.
Sin embargo, en autos no se ha acreditado que la relación laboral del actor se haya iniciado el 14
de marzo de 2007; advirtiéndose que conforme consta en las boletas de pago correspondientes a
los meses de diciembre de 2010 y enero y febrero de 2011, obrantes de fojas 6 a 7A, el
demandante ingresó a laborar el 25 de junio de 2008, siendo por tanto este último período el que
se tendrá en cuenta para dilucidar la presente controversia.
Constituye un principio procesal que la carga de la prueba le corresponde a quien afirma un hecho,
por tanto este Tribunal Constitucional considera que si la Municipalidad emplazada asegura que el
demandante fue contratado mediante contratos para obra determinada o servicio específico, al
amparo del artículo 63º del Decreto Supremo N.º 003-97.TR debió probar dicha afirmación, por lo
que al no haberlo efectuado, pese a que se le notificó debidamente la demanda y sus recaudos,
este Tribunal concluye que de acuerdo con lo previsto en el artículo 4º del Decreto Supremo N.º
003-97-TR, se configuró una relación laboral a plazo indeterminado desde el 25 de junio de 2008,
pues conforme a las boletas de pago antes citadas el recurrente laboró en forma ininterrumpida
desde esta fecha.
Estando a lo antes expuesto, se concluye que al haber existido entre las partes un contrato de
trabajo a plazo indeterminado, el demandante sólo podía ser despedido por causa justa prevista en
la ley; por lo que la ruptura del vínculo laboral, sustentada en el supuesto vencimiento del plazo del
contrato de trabajo, tiene el carácter de un despido arbitrario frente a lo cual procede la reposición
como finalidad eminentemente restitutoria de todo proceso constitucional de tutela de derechos
fundamentales.
Teniendo presente que existen reiterados casos en los que se estima la demanda de amparo por
haberse comprobado la existencia de un despido arbitrario, el Tribunal Constitucional estima
pertinente señalar que cuando se interponga y admita una demanda de amparo contra una entidad
del Estado que tenga por finalidad la reposición del demandante, ello tiene que registrarse como
una posible contingencia económica que ha de preverse en el presupuesto, con la finalidad de que
la plaza que ocupaba se mantenga presupuestada para, de ser el caso, poder actuar o ejecutar en
forma inmediata la sentencia estimativa.
Con la opinión del Procurador Público, puede evitarse y preverse gastos fiscales, ya que la
Administración Pública puede allanarse a la demanda (si es que la pretensión según la
jurisprudencia y los precedentes del Tribunal Constitucional es estimable) o proseguir con el
proceso.
El derecho a la motivación de las resoluciones, tal como ha tenido la oportunidad de precisar este
Tribunal Constitucional (Exp. N.° 05601-2006-PA/TC, fundamento 3) “[…] constituye una garantía
fundamental en los supuestos en que con la decisión emitida se afecta de manera negativa la
esfera o situación jurídica de las personas. Así, toda decisión que carezca de una motivación
adecuada, suficiente y congruente, constituirá una decisión arbitraria y, en consecuencia, será
inconstitucional”.
La necesidad de que las resoluciones judiciales sean motivadas es un principio que informa el
ejercicio de la función jurisdiccional, y al mismo tiempo, es un derecho constitucional de los
justiciables. Mediante la motivación, por un lado, se garantiza que la administración de justicia se
lleve a cabo de conformidad con la Constitución y las leyes (artículos 45º y 138º de la Constitución
Política del Perú) y, por otro, que los justiciables puedan ejercer de manera efectiva su derecho de
defensa. Justamente, con relación al derecho a la debida motivación de las resoluciones, este
Tribunal ha precisado que “la Constitución no garantiza una determinada extensión de la
motivación, por lo que su contenido esencial se respeta siempre que exista fundamentación jurídica
congruente entre lo pedido y lo resuelto, y que, por sí misma, exprese una suficiente justificación
de la decisión adoptada, aun si ésta es breve o concisa […]” (STC N.º 1291-2000-AA/TC,
fundamento2).
En ese sentido, si bien el dictado de una sentencia condenatoria per se no vulnera derechos
fundamentales, sí lo hace cuando dicha facultad se ejerce de manera arbitraria, esto es, cuando no
se motivan debidamente o en todo caso legítimamente las decisiones adoptadas y/o no se
observan los procedimientos constitucionales y legales establecidos para su adopción. Así pues
toda sentencia que sea más bien fruto del decisionismo que de la aplicación del derecho, que esté
más próxima a la voluntad que a la justicia o a la razón, cuyas conclusiones sean ajenas a la
lógica, será una sentencia arbitraria, injusta y, por lo tanto, inconstitucional (cfr. Exp. N.º 0728-
2008-PHC/TC, caso Llamoja Hilares, fundamento 8).
Como lo ha precisado este Tribunal el contenido del derecho a la motivación de las resoluciones
judiciales exige que exista: a) fundamentación jurídica que no implica la sola mención de las
normas a aplicar al caso, sino la explicación y justificación de por qué tal caso se encuentra dentro
de los supuestos que contemplan tales normas; b) congruencia entre lo pedido y lo resuelto, que
implica la manifestación de los argumentos que expresarán la conformidad entre los
pronunciamientos del fallo y las pretensiones formuladas por las partes; y asimismo reclama c) que
por sí misma exprese una suficiente justificación de la decisión adoptada, aun si esta es breve o
concisa, o se presenta el supuesto de motivación por remisión (Cfr. Exp. N.º 4348-2005-PA/TC).
ALIMENTOS
Virginia Alcalde Pineda, la presidenta de este registro, ha señalado que 3,476 fueron detenidos
durante el año 2011, y 1,693 de enero a junio de este año, a escala nacional. Agregó que hasta
marzo pasado 864 padres fueron detenidos, de los cuales 646 obtuvieron su libertad tras pagar la
pensión alimenticia, mientras que los otros 218 quedaron internados en las cárceles. "El problema
no era su capacidad de pago, sino la falta de voluntad para cumplir sus obligaciones", aseveró.
Dichas cifras las dio a conocer durante su participación en el programa Los Fiscales, quien además
señaló que “para disminuir las preocupantes cifras de la omisión a la asistencia familiar, Ministerio
Público, a través de las Fiscalías de Familia, procura la conciliación de alimentos”
"De no concretarse, mediante las Fiscalías Penales se formaliza la denuncia por el delito de
omisión a la asistencia familiar, a fin de proteger el derecho de subsistencia del hijo, cuyo
incumplimiento puede hacer peligrar su salud e integridad física e incluso sus posibilidades de
desarrollo", subrayó.
Asimismo dijo que Renadespple concentra toda la información de la población detenida mediante
las instituciones que la conforman, especialmente la Policía Nacional y el Poder Judicial,
contribuyendo a la labor tanto del fiscal como del juez para lograr las medidas que sean
necesarias.
“Según el Ministerio Público, ahora los magistrados ya están poniendo una pena efectiva en el
caso de incumplimiento reiterado, porque no solo se trata del incumplimiento de un monto
monetario, sino que también perjudica a los menores de edad, al poner en riesgo su salud e
integridad o truncar su proyecto de vida”, aseveró.
De igual forma informó que el “monto de la pensión no es fijo y las sentencias pueden variar si las
necesidades del alimentista han aumentado. En ese caso, se tendrá que llevar a un aumento de la
pensión. Pero si el padre disminuye su capacidad económica, también podrá descender la pensión
de alimentos.
En caso de que el padre deba cumplir obligaciones con más de un hijo, puede darse la figura del
prorrateo. Agregó “que si el obligado se encuentra impedido físicamente para trabajar, la ley
contempla que se puede recurrir a sus familiares para que cumpla con la obligación alimentaria”.
PARA VILMA
La sentencia de folios 1039 a 1060, de fecha 11 de agosto de 2008, expedida por el Cuarto
Juzgado Laboral de Chiclayo, la cual DECLARA FUNDADA la demanda interpuesta por Daniel
Serna Rodas contra el Instituto de Alta Calidad de Atención a la Salud Max Salud, sobre nulidad
de despido; y ORDENA que la demandada cumpla con reponer al demandante en su puesto
habitual de trabajo de Cirujano Dentista de la Clínica Max Salud Balta, que desempeñaba hasta
antes de su cese invocado como causa objetiva de despido, debiendo cumplir a su vez con abonar
las remuneraciones dejadas de percibir; con lo demás que contiene.
Resulta importante entonces delimitar sobre cuáles conceptos y variables debemos trabajar la
determinación del despido nulo: 1) El despido nulo involucra un cuestionamiento radical a la
decisión de extinción del vínculo laboral por parte del empleador, restándole eficacia a la decisión
extintiva de éste; 2) El despido nulo se caracteriza porque doctrinalmente acusa una causal de
ilicitud, es decir, deviene en ilícita la decisión del empleador de extinguir el vínculo laboral; 3) La
calificación del despido nulo es cerrada, de tal modo que sólo un conjunto reducido de causales
ameritan esta decisión; 4) La decisión de readmisión efectiva es de cargo del trabajador, lo que
matiza una forma de estabilidad absoluta, es decir, sin opción para el empleador de acusar
discrepancia.
25. No obstante las corrientes de desregulación internacional que han caracterizado modificaciones
sustanciales en el andamiaje de nuestra legislación laboral, una de sus instituciones tradicionales
ha mantenido la fortaleza de su integridad aunque reducidas las causales que dan lugar a ella: la
reposición laboral, también denominada readmisión, reintegro, reposición o reinstalación. En la
medida que se ha implementado una necesaria flexibilización de las rigideces que caracterizaban a
nuestro Derecho del Trabajo, de igual forma fue criterio del legislador conservar la eficiencia
jurídica de una figura que significa la opción de respuesta al acto incausado del empleador de
ejecutar un despido viciado de nulidad. ¿Por qué de nulidad y no de arbitrariedad? Aún cuando la
diferencia puede ser sutil, nuestro sistema legal diferencia el despido arbitrario o ad nutum como lo
conoce la doctrina- laboral, y cuya reparación se circunscribe al ámbito estrictamente patrimonial,
del despido nulo, el cual se caracteriza por acarrear, facultativamente, la opción de reposición.
26. Estas acepciones deben remitirnos, consecuentemente, a dos escenarios distintos si del efecto
de un despido se trata. El empleador afrontará, en el caso del despido arbitrario, la contingencia de
una sanción económica y deberá admitir como contingencia factible un desmedro patrimonial que
conlleva una escala de una y media remuneración ordinaria mensual por cese de servicios hasta el
límite de doce remuneraciones. En el caso del despido nulo, la contingencia principal es la
reposición, deviniendo en un panorama más reducido de causas eficientes pero mucho más
extenso en efectos, dado que en caso el Juez de Trabajo falle a favor del trabajador, la
consecuencia inmediata será, si el trabajador opta por ello en ejecución de sentencia, la reposición
del mismo en su puesto de trabajo.
27. Pero no es ésta la única contingencia objetiva: el empleador también se verá obligado a abonar
los sueldos caídos (generados y no cobrados) entre la fecha de despido y el término en que se
ejerce la opción de reposición, así como los intereses legales imputables a dichos sueldos caídos,
así como las costas que genere el juicio respectivo. ¿Qué implica entonces una reposición?
Américo Plá precisa que “la medida más enérgica y eficaz es la readmisión del trabajador.
Constituye la forma natural de dejar sin efecto un despido, que por considerarlo ilícito se le quiere
quitar sus efectos. Si el despido intentó terminar el contrato de trabajo y si le quiere quitar eficacia
a este despido, lo mejor es volver a considerar que el contrato de trabajo continúa como si ese
despido no se hubiera producido”.
28. Entre los sistemas de reposición existentes figuran aquellos que exigen la aceptación del
empleador o del juzgador para que el trabajador sea repuesto. Nuestro sistema legal opta por la
decisión o elección a cargo del trabajador, resultado irrelevante si el empleador conviene o no en la
ejecución de la reposición. Llega a configurarse la reposición como un mandato de fuerza, del cual
el empleador no se puede sustraer. El Tribunal Constitucional explica el concepto de reposición en
el exp. 1124-2001-AA/TC de 11 de setiembre de 2002 al resolver favorablemente la acción de
amparo interpuesta por trabajadores sindicalizados de Telefónica, señalando: “La forma de
protección no puede ser sino retrotraer el estado de cosas al momento de cometido el acto viciado
de inconstitucionalidad, por eso la restitución es una consecuencia consustancial a un acto nulo. La
indemnización será una forma de restitución complementaria o sustitutoria si así lo determinara
libremente el trabajador, pero no la reparación de un acto ab initio inválido por inconstitucional”.
29. Debemos concluir poniendo de relieve que la negativa del empleador al mandato de reposición,
deviene en la configuración de un ilícito penal tipificado por el artículo trescientos sesenta y ocho
del Código Penal, siendo pasible de una sanción penal por delito de resistencia y desobediencia a
la autoridad. El aspecto punitivo de una oposición al mandato de reposición se agrava inclusive en
la vía administrativa laboral, al prescribir el artículo cuarenta y dos de la LPCL que el empleador
que incumpla el mandato de reposición sufrirá una multa cuyo importe se incrementará
sucesivamente en treinta por ciento del mandato original de la multa a cada nuevo requerimiento
judicial.
30. La institución laboral de la reposición puede remitirnos pues al concepto de “propiedad del
empleo” que usa Francisco de Ferrari. Y el razonamiento aplicado es técnicamente correcto en
tanto que las causales de reposición se remiten en el sistema peruano, por ausencia forzada de
oposición del empleador, a que el trabajador opte por su reincorporación. Esta decisión de elección
se remonta en sus orígenes a la doctrina laboral alemana, la cual reconoce, a juicio de Vincent, la
reintegración del asalariado a su puesto de trabajo. Las tendencias de flexibilización han jugado un
rol importante en la reducción de las causales de reposición a unas pocas categorías pero no han
evitado la concepción de que el trabajador debe continuar en su empleo si su despido es
socialmente injustificado en el plano de las causales alegadas
CIVIL
(…) Al respecto cabe señalar que este Tribunal Constitucional ha reconocido a través de su
jurisprudencia que el impedimento de alguno de los padres de estar en contacto con sus hijos
puede constituir un acto violatorio de los derechos de tener una familia, crecer en un ambiente de
afecto y de seguridad moral e incluso integridad personal, entre otros. (STC N.°
02892-2010-PHC/TC, STC N.° 01817-2009-PHC/TC). Sin embargo, conforme a la propia
naturaleza de los procesos constitucionales, no cabe acudir a la jurisdicción constitucional para
dilucidar temas propios de la jurisdicción ordinaria, concretamente respecto de los temas relativos a
los procesos de familia, no cabe acudir a la vía constitucional con el fin de dilucidar aspectos tales
como la tenencia o el régimen de visitas. Desde luego, tampoco puede utilizarse a la jurisdicción
constitucional como un mecanismo ordinario de ejecución de acuerdos o sentencias, lo que
excedería el objeto de los procesos constitucionales de la libertad (Cfr. STC 862-2010-HC/TC; STC
400-2010-HC/TC; STC 2892-2010-HC/TC). Así, tales aspectos deberán ser dilucidados y
ejecutados ante la propia jurisdicción ordinaria. No obstante, en aquellos casos en los que las
posibilidades de actuación de la jurisdicción ordinaria hayan sido claramente desbordadas, cabrá
acudir de manera excepcional a la justicia constitucional (Cfr. STC 0005-2011-HC/TC).
Que en el presente caso si bien se alega vulneración de los derechos constitucionales de la menor
de iniciales J.D.M.A. a la libertad e integridad personal, a la educación, a la salud, a la vida e
interés superior del niño, en realidad se evidencia un conflicto en materia de familia (padre
demandante con madre demandada) respecto de la custodia y tenencia de su menor hijo, situación
que debe ser resuelta por el juez ordinario en el proceso respectivo, y no por el juez constitucional,
puesto que la materia traída al presente proceso excede al objeto de la justicia constitucional.
PARA MARY
Derecho de rectificación
El Tribunal recordó que respecto del derecho de rectificación consagrado en la Constitución, que la
obligación de rectificar informaciones inexactas o agraviantes al honor o a la buena reputación
difundidas en cualquier medio de comunicación social, tiene por finalidad, a la par de contribuir con
una correcta formación de la opinión pública libre, la de conseguir informaciones sobre hechos
inexactos que hayan sido propalados mediante el ejercicio de la libertad de información, esto es,
informaciones no veraces, o que hayan sido formuladas como consecuencia de no observarse una
conducta razonablemente diligente para agenciarse de los hechos noticiosos que podrían ser
objeto de información (STC Nº 3362-2004-PA/TC).
PARA ACACIO
En este orden de ideas, y siendo, una de las garantías establecidas por la ley, el derecho de
obtener de los órganos jurisdiccionales una respuesta motivada, razonada y congruente respecto
de las peticiones que se formulen, debiendo tenerse en cuenta además que la garantía procesal
específica de motivación, integra a su vez, la garantía de la tutela jurisdiccional relacionada
también con el debido proceso, por lo que toda decisión jurisdiccional debe estar fundamentada
con logicidad, claridad y coherencia; siendo así, corresponde declarar la nulidad de dicha
resolución, por existir afectación al deber de motivación que exige el artículo 139.5 de la
Constitución Política y consiguientemente, causal de nulidad prevista en el artículo 150.d) del
Código Procesal Penal.
Que, si bien el Juez de Investigación Preparatoria, ejerce un doble control de los requerimientos
fiscales, por un lado un control formal y por el otro un control sustancial; ello no implica que éste ha
de reemplazar al Juez de Juzgamiento, emitiendo un juicio de valor sobre la suficiencia o
insuficiencia probatoria de la tesis incriminatoria y subsecuentemente absuelva anticipadamente;
en el caso concreto el representante del Ministerio Público formula su acusación contra el
investigado, por la comisión del delito contra la vida, el cuerpo y la salud en la modalidad de
Lesiones Leves, ofreciendo la actuación probatoria entre otros: la declaración del testigo
(agraviado) quien narrará las circunstancias en que el imputado ejecutó el delito que lo agravia, así
como la concurrencia del señor perito, en su condición de Médico Legista quien ilustrará sobre los
daños corporales que presenta el agraviado.
(…) En cuanto a la responsabilidad del procesado se tiene de que en autos solamente obra la
declaración del agraviado quien ha referido de que fue esta persona quien lo agredió y verificando
de autos se tiene que no obra otro elemento de convicción que confirme lo dicho por el señor
agraviado, tanto más si como se ha verificado de la declaración del mismo, supuestamente
existieron testigos en el lugar de los hechos al momento de la agresión, hechos estos que no han
sido corroborados por estas personas, pues no se han presentado a declarar ante las instancias
del Ministerio Público. Razones estas por las que la responsabilidad que dice tener el agraviado, ha
quedado en una mera sindicación efectuada por parte del agraviado, sindicación que no causa
certeza en el Magistrado de que con estos elementos de convicción se tenga una causa probable.
Razones estas por las que al amparo del artículo 344.2 literal “d” del Código Procesal Penal, de
Oficio se debe declarar el Sobreseimiento de la causa porque no hay elementos de convicción
suficientes para solicitar fundadamente el enjuiciamiento del imputado.
LABORAL
El despido arbitrario previsto en el régimen laboral especial del contrato administrativo de servicios
Este Tribunal considera que el contrato administrativo de servicios se prorroga en forma automática
si el trabajador continúa laborando después de la fecha de vencimiento del plazo estipulado en su
último contrato administrativo de servicios. Este hecho no genera que el contrato administrativo de
servicios se convierta en un contrato de duración indeterminada, debido a que el artículo 5º del
Decreto Supremo N.º 075-2008-PCM prescribe que la “duración del contrato no puede ser mayor al
período que corresponde al año fiscal respectivo dentro del cual se efectúa la contratación”. En la
actualidad, este parecer se encuentra reconocido en el artículo 5.2 del Decreto Supremo N.° 075-
2008-PCM, que fue incorporado por el Decreto Supremo N.° 065-2011-PCM.
Por lo tanto, cuando se termina la relación laboral sin que se presente alguna de las causas de
extinción del contrato administrativo de servicios, se genera el derecho a percibir la indemnización
prevista en el numeral 13.3 del Decreto Supremo N.° 075-2008-PCM. En el presente caso, como la
extinción del contrato administrativo de servicios se produjo antes de que se publicara la STC
03818-2009-PA/TC, no resulta aplicable la interpretación efectuada en el segundo punto resolutivo
de la sentencia mencionada.
Finalmente, este Tribunal considera pertinente destacar que el hecho de que un trabajador
continúe laborando después de la fecha de vencimiento del plazo estipulado en su último contrato
administrativo de servicios constituye una falta administrativa que debe ser objeto de un
procedimiento disciplinario a fin de que se determine las responsabilidades previstas en el artículo
7º del Decreto Legislativo N.º 1057, pues dicho hecho contraviene el procedimiento de contratación
previsto en el artículo 3º del Decreto Supremo N.º 075-2008-PCM
Según el artículo 4.º del Decreto Supremo N.º 003-97-TR, “En toda prestación personal de
servicios remunerados y subordinados, se presume la existencia de un contrato de trabajo a plazo
indeterminado. El contrato individual de trabajo puede celebrarse libremente por tiempo
indeterminado o sujeto a modalidad. El primero podrá celebrarse en forma verbal o escrita y el
segundo en los casos y con los requisitos que la presente Ley establece”.
Del artículo transcrito puede señalarse que en el régimen laboral peruano el principio de
continuidad opera como un límite a la contratación laboral por tiempo determinado. Por ello, este
Tribunal, en la STC 1874-2002-AA/TC, precisó que hay una preferencia por la contratación laboral
por tiempo indefinido frente a la de duración determinada, la que tiene carácter excepcional y
procede únicamente cuando las labores que se van a prestar (objeto del contrato) son de
naturaleza temporal o accidental.
Y es que como resultado de ese carácter excepcional la ley establece formalidades, requisitos,
condiciones y plazos especiales para este tipo de contratos, e incluso sanciones cuando a través
de estos, utilizando la simulación o el fraude, se pretende evadir la contratación laboral por tiempo
indeterminado.
Y es que como resultado de ese carácter excepcional la ley establece formalidades, requisitos,
condiciones y plazos especiales para este tipo de contratos, e incluso sanciones cuando a través
de estos, utilizando la simulación o el fraude, se pretende evadir la contratación laboral por tiempo
indeterminado.
En este sentido, el artículo 4.º del Decreto Supremo N.º 003-97-TR opera como un límite a la
contratación temporal, ya que sólo los empleadores podrán contratar trabajadores con contratos de
trabajo sujetos a modalidad “en los casos y con los requisitos que la presente Ley establece”, pues
en caso contrario el contrato de trabajo será considerado de duración indeterminada.
En el presente caso, no se advierte de autos que las partes hayan celebrado un contrato de trabajo
a plazo fijo sujeto a modalidad ni ningún otro tipo de contrato, por lo que debe presumirse que las
partes no suscribieron un contrato por escrito, habiéndose configurado, por tanto, una relación
laboral de naturaleza indeterminada, lo cual tampoco ha sido negado o desvirtuado por la
Municipalidad emplazada. Asimismo, ha quedado acreditado en autos que el demandante percibía
una remuneración por el trabajo efectivamente realizado conforme lo indican las boletas de pago
obrantes de fojas 5 a 29.
Por ello considerando lo antes expuesto y lo establecido por el artículo 4.º del Decreto Supremo N.º
003-97-TR cabe concluir que entre las partes existió un contrato de trabajo de naturaleza
indeterminada y que por tanto, el demandante sólo podía ser despedido por una causa justa
prevista en la ley, por lo que la ruptura del vínculo laboral sustentada en el vencimiento del plazo
del contrato tiene el carácter de un despido arbitrario frente a lo cual procede la reposición como
finalidad eminentemente restitutoria de todo proceso constitucional de tutela de derechos
fundamentales.
PENAL
En este orden de ideas resultaría inconstitucional que el representante del Ministerio Público, titular
de la acción penal, sostenga una imputación o formule una denuncia penal cuando la potestad
persecutoria del Estado, por el transcurso del tiempo, se encuentra extinguida, o que el órgano
jurisdiccional abra instrucción en tales supuestos y que además imponga la medida de detención
provisoria.
El Código Penal reconoce la prescripción como uno de los supuestos de extinción de la acción
penal. Es decir que mediante la prescripción se limita la potestad punitiva del Estado, dado que se
extingue la posibilidad de investigar un hecho criminal y hasta la responsabilidad del presunto autor
o autores del evento.
Recurso de Reposición.
(…) del análisis del petitorio de la recurrente se advierte que se trata de una resolución que debió
ser objeto de reposición, conforme lo establece el artículo 415.1 del CPP que dispone que: “(…)
Durante las audiencias sólo será admisible el recurso de reposición contra todo tipo de
resoluciones, salvo las finales, debiendo el Juez en este caso resolver el recurso en ese mismo
acto sin suspender la audiencia”.
Disposición que tiene sustento en principios procesales, entre ellos, el de la continuidad del
Juzgamiento, el cual según Talavera Elguera constituye un mecanismo de agilización del
juzgamiento, pues se propende a que el juicio se inicie y concluya el mismo día o en sesiones
consecutivas, evitando las llamadas mini audiencias. En igual parecer, otros autores sostienen que
el principio de continuidad implica que abierta la audiencia debe continuar hasta concluir, pues en
el transcurrir del debate suele ocurrir situaciones que tiendan a paralizar su desarrollo,
paralizaciones que pueden producirse en distinto momento y con distinto alcance, dando lugar a
que pueda distinguirse entre la mera suspensión y la interrupción; y frente a ello el referido principio
tiende a evitar estas suspensiones o interrupciones.
Por dicho principio se permite que el juicio se desarrolle en forma continua y concentrada, y si bien
puede realizarse en diferentes sesiones de audiencia, estas constituyen una sola unidad. Por ello,
deben realizarse en el tiempo estrictamente necesario, pero en resguardo del derecho al plazo
razonable no deben ser arbitrariamente diminutas ni indebidamente prolongadas.
A su vez, el principio de concentración exige que varios actos procesales se realicen en una sola
audiencia, o si esto no fuera posible, en pocas sesiones continuas, con la finalidad de evitar que, al
momento de emitir pronunciamiento, desaparezcan o se diluyan de la memoria del juez las
apreciaciones e impresiones adquiridas por éste.
Los mencionados principios que además inspiran el nuevo modelo procesal, sustentan el artículo
415.1 del CPP, por lo que las incidencias que se promuevan durante el juicio oral serán resueltas
en el mismo acto, y en caso de no estar conforme con la decisión del Juez, los sujetos procesales
pueden hacer valer su derecho impugnatorio mediante el recurso de reposición que la ley regula. Y
si bien el auto que resuelve la reposición es inimpugnable, permite que se deje constancia de la
discrepancia de la decisión del Juez de Juzgamiento, que puede incluso llegar a formar parte del
agravio de la apelación de sentencia, si fuera el caso.
¿Qué requisitos debe tener en cuenta el Juez para aplicar la prisión preventiva?
El artículo 268 del Código Procesal Penal contempla las exigencias que se deben observar para
que el Juez pueda dictar un mandato de prisión preventiva, a saber:
b) que, la sanción a imponerse sea superior a cuatro años de pena privativa de libertad; el
cual impone que el juez no debe limitarse a verificar la existencia de la pena conminada, sino que
debe hacer una prognosis de sanción, debe identificar el limite penológico, teniendo en cuenta
factores que califican la entidad del injusto y la culpabilidad por el hecho. El criterio sustancial no
debe estar solamente en verificar la pena probable, pues ello configura la prisión preventiva como
un anticipo de pena con infracción de presunción de inocencia y del juicio previo. Sino en el peligro
para la ejecución de la probable sentencia condenatoria, en el que la pena previsible es un factor
necesariamente ligado a otros (arraigo, antecedentes, conducta procesal) a una evaluación integral
de los presupuestos y una correcta valoración de la necesidad y proporcionalidad de la medida en
el caso concreto.
c) que el imputado, en razón a sus antecedentes y otras circunstancias del caso particular,
permita colegir razonablemente que tratará de eludir la acción de la justicia (peligro de fuga)
u obstaculizar la averiguación de la verdad (peligro de obstaculización). Siendo la prisión
preventiva una medida coercitiva personal, que solo tiene fines procesales y cuyo propósito es el
de asegurar el normal desarrollo y resultado del proceso penal; a fin de evitar el riesgo que se
realice actuaciones que puedan derivar en la inefectividad de su propósito por conductas que
pueden ser atribuibles al imputado, se debe valorar y analizar si existe estos riesgos, es decir de
fuga y/o el peligro de obstaculización, cuyos criterios específicos se encuentran desarrollados en el
articulo 269 y 270 del código procesal penal; así como en la Resolución Administrativa N° 325-
2011-P-PJ emitida por la Presidencia de la Corte Suprema con fecha 13 de setiembre del año
2011.
Como puede observarse son dos instituciones que no pueden ser confundidas, dado que tienen
efectos y connotaciones jurídicas totalmente diferentes.
En buena cuenta volvemos a lo establecido en el artículo ochenta y tres del Código Penal antes
citado.
Exigencia coactiva del pago de una deuda tributaria no supone de modo alguno la afectación de
derechos fundamentales.
Que sin embargo a juicio del Tribunal Constitucional la pretensión de la SUNAT de exigir
coactivamente a la EPS MOQUEGUA S.A el pago de una deuda tributaria no supone en modo
alguno afectación de los derechos invocados por el recurrente, de manera que la demanda debe
ser declarada improcedente en aplicación del artículo 5.1º del Código Procesal Constitucional, toda
vez que los hechos y el petitorio no inciden en forma directa en el contenido constitucionalmente
protegido de los derechos invocados.
El derecho penal, debe actuar “última ratio”, para resolver los conflictos que se generen dentro de
la sociedad, debido al costo social que implica tanto para el procesado, como para la misma
sociedad y el Estado, teniendo en cuenta además la existencia de formas alternativas de solución
de conflictos, las que deben ser utilizadas en primer orden; en el mismo sentido se debe considerar
el carácter subsidiario y fragmentario que debe orientar la aplicación y utilización de la facultad
punitiva del Estado.
Ahora, respecto a la configuración del tipo penal, debemos precisar que la doctrina penal moderna
sobre la violencia en la usurpación, ha sido desarrollada entre otros, por Quintero Olivares y Valle
Muñiz, quienes precisan que la característica determinante para la configuración del delito de
usurpación violenta es precisamente el uso de la violencia en su doble forma, la violencia física y la
violencia intimidatoria, cuyo significado es el mismo que el de la violencia en el delito de robo.
Rodríguez Devesa y Serrano Gómez expresan que los medios para la ejecución del delito de
usurpación por despojo violento, son precisamente la violencia o intimidación en las personas, y no
ofrecen peculiaridad alguna que los diferencie de los necesarios para el robo. La violencia o
intimidación constituyen la forma de exteriorizar la voluntad de ocupar o usurpar, y, por
consiguiente, al no tener en la ley otro alcance, es posible el concurso con el delito de coacción,
siempre que rebasen la intensidad necesaria para obligar al propietario o a quien lo represente, a
ceder en su derecho. La usurpación no violenta queda fuera del derecho penal y el ofendido por
ella debe buscar amparo en las leyes civiles. En su tratado de derecho Penal Serrano Gómez
expone que es necesario que la ocupación de un inmueble o la usurpación de un derecho real
inmobiliario ajeno, se realice con violencia o intimidación, pues en otro caso estaremos ante una
cuestión que debe resolverse en la vía civil y no penal; Vives Antón y Boix Reig señalan que la
violencia o la intimidación determinan la relevancia típica del hecho, pero forman parte del
contenido de injusto del mismo. La usurpación aparecerá, pues necesariamente, en el seno de un
concurso real de delitos, con las coacciones, lesiones, etcétera. Muñoz Conde, desde hace
muchos años indica que la acción requiere para su tipificación la realización de violencia o
intimidación en las personas; es por tanto, atípica o constituye otro delito, la usurpación empleando
fuerza en las cosas. Dentro de la doctrina nacional se hallan Bramont-Arias Torres quien describe
la violencia en la usurpación como la fuerza física que se ejerce sobre la persona, suficiente para
vencer su resistencia, no se incluye, por tanto la violencia o fuerza sobre las cosas Villa Stein
precisa que la conducta violenta que reclama el tipo, debe referirse a la suficiente para someter a
las víctimas y despojarlas; la intimidación se materializa con el anuncio de producirle a la víctima
un serio percance; Salinas Siccha, puntualiza que la violencia, conocida también como vis
absoluta, vis corporalis o vis phisica, está representada por la fuerza material que actúa sobre el
cuerpo de la víctima para arrebatarle o despojarle su inmueble.
Ahora, con respecto al ilícito previsto en el artículo doscientos dos, inciso dos del Código Penal,
claramente el tipo penal establece que comete delito de usurpación el que con violencia, amenaza,
engaño o abuso de confianza, despoja a otro, total o parcialmente, de la posesión o tenencia de un
inmueble o del ejercicio de un derecho real.
Del cúmulo de lo actuado queda entonces establecido que no hubo en los hechos denunciados,
violencia sobre la persona, sino sobre las cosas, por lo que no resulta factible la persecución penal
por hechos que tienen otra naturaleza.
Lo antes expuesto no quita la posibilidad que se reclame en la vía idónea lo que resulte pertinente,
a través de la acción que respecte, hecho que al parecer así ha ocurrido, tal como lo ha señalado
la defensa técnica del acusado, reconocido también por la defensa técnica de los agraviados
SENTENCIA EN EL EXPEDIENTE Nº 1325-2001-HC. LIMA (13.01.2012)
Detención arbitraria
Si bien el beneficiario fue interceptado conjuntamente a otras dos personas y una de ellas, fue la
que poseía el clohridrato de cocaína, ello autorizaba detener sólo a ésta mas no a las otras, de
quienes, en mérito al principio de presunción de inocencia, no podía colegirse su culpabilidad, y por
otra parte, el solo hecho de que el demandante poseyera una cantidad de dinero no constituye
delito alguno que pudiera autorizar la cuestionada detención.
ONP
El artículo único de la Ley 25413, del 12 de marzo de 1992, precisa las condiciones y requisitos de
la pensión de invalidez regulada por el Decreto Ley 19846, y especialmente lo que comprende el
haber que por promoción económica les corresponde a estos pensionistas, disponiendo que:
Los miembros de las Fuerzas Armadas y Policía Nacional que sufren invalidez total y permanente
en acto, con ocasión o como consecuencia del servicio, serán promovidos económicamente al
haber de la clase inmediata superior cada cinco años a partir de ocurrido el acto invalidante
[...]. Dicho haber comprende todas las remuneraciones, bonificaciones, asignaciones y aguinaldos
que por diversos conceptos y bajo diferentes denominaciones constituyen los goces y beneficios
que perciban los respectivos grados de las jerarquías militar o policial en situación de actividad [...].
FAMILIA
SENTENCIA EMITIDA EN EL EXPEDIENTE N.° 02713-2012-HC/TC - TUMBES (20/08/2012).
Tenencia Familiar.
Que de los hechos expuestos en la demanda y de los documentos que obran en autos, se advierte
que lo que subyace es un tema relativo a los procesos de familia (tenencia). Al respecto cabe
señalar que este Tribunal Constitucional ha reconocido a través de su jurisprudencia que el
impedimento de alguno de los padres de estar en contacto con sus hijos puede constituir un acto
violatorio de los derechos de tener una familia, crecer en un ambiente de afecto y de seguridad
moral e incluso integridad personal, entre otros. (STC N.° 02892-2010-PHC/TC, STC N.° 01817-
2009-PHC/TC). Sin embargo, conforme a la propia naturaleza de los procesos constitucionales, no
cabe acudir a la jurisdicción constitucional para dilucidar temas propios de la jurisdicción ordinaria,
concretamente respecto de los temas relativos a los procesos de familia, tales como la tenencia o
el régimen de visitas. Tampoco puede utilizarse a la jurisdicción constitucional como un mecanismo
ordinario de ejecución de acuerdos o sentencias, lo que excedería el objeto de los procesos
constitucionales de la libertad (Cfr. STC 862-2010-HC/TC; STC 400-2010-HC/TC; STC 2892-2010-
HC/TC). No obstante, en aquellos casos en los que las posibilidades de actuación de la jurisdicción
ordinaria hayan sido claramente desbordadas, cabrá acudir de manera excepcional a la justicia
constitucional (Cfr. STC 0005-2011-HC/TC).
Si, bien este proceso técnico valorativo de la individualización de la pena ha sido debidamente
observado al emitirse la sentencia condenatoria; empero ha criterio de esta Sala advierte razones y
fundamentos de orden constitucional que justifican que la pena a imponerse sea una de carácter
condicional o de suspensión de la ejecución de la pena conforme en lo previsto en el Art. 57 del
Código Penal y no de una condena de pena privativa de libertad con el carácter de efectiva
conforme se ha impuesto en la sentencia; el cual en puridad se encuentra prevista para hechos
criminales graves constituidos por aquellos cuya prognosis judicial de la pena fuera mayor a los
cuatro años de pena privativa de libertad.
En efecto el delito de omisión a la asistencia familiar descrito típicamente en el artículo 149 del
Código Penal se encuentra considerado como un delito semi - público, de mínima gravedad por su
baja penalidad y escasa lesividad social y que se encuentra reprimido con dos penas configuradas
en modo alternativo: Privación de Libertad o Limitación de Derechos en la modalidad de Prestación
de Servicios Comunitarios. Por su baja penalidad y la no afectación grave al interés público cabe
incluso la posibilidad de ser solucionado el conflicto jurídico primario mediante la aplicación
consensual de criterio de oportunidad, de tal forma que la aplicación de la pena privativa de libertad
efectiva en una sentencia condenatoria devendría en la última ratio, entre todas las posibilidades
legales establecidos en el Código Penal e inspirada en los principios de mínima intervención, de
proporcionalidad y humanidad de las penas. Además de atenderse las graves consecuencias que
conlleva directamente a la libertad, como al plan de vida del condenado en cárcel y del perjuicio
indirecto a su entorno familiar.
Que, en esta línea de interpretación el Tribunal Constitucional Peruano en la sentencia recaída en
el expediente N° 14-2006-PI/TC ha reafirmado el principio derecho - dignidad de la persona
humana, más específicamente de infractor penal condenado a la pena privativa de libertad; a que
la pena no agote toda su virtualidad en generar un mal en el penado, convirtiéndolo en objeto de la
política criminal del Estado (Teoría de la retribución absoluta) negando su condición de persona
humana, sino que esta limitación de la libertad personal no debe extenderse más allá de lo
estrictamente necesario en razón a los fines de la pena, la misma que puede ser dividida en dos
fases: a) En el momento de su aplicación misma, teniendo como propósito inmediato disuadir al
delincuente de la comisión de ilícitos penales en el futuro, desde que internaliza la grave limitación
de la libertad personal que significa su aplicación y b) En el momento de su ejecución la cual debe
encontrarse orientada a la rehabilitación, reeducación y posterior reinserción del individuo a la
sociedad considerándose como un elemento positivo de logro de los fines punitivos la reparación
material de los daños y perjuicios ocasionados a la víctima del delito; antes, durante o después
de la imposición de la condena.