Tema 2. - El Concepto de Delito.
Tema 2. - El Concepto de Delito.
Tema 2. - El Concepto de Delito.
Para conocer lo que es un delito podemos recurrir a la definición legal. El art. 10 CP establece
que: son delitos y faltas las acciones y omisiones dolosas o imprudentes penadas por la ley. Sin
embargo, este artículo es totalmente incompleto. Hay que tener en cuenta que para que
estemos ante un delito tienen que cumplirse unos requisitos:
1) Que el hecho sometido a juicio sea una acción u omisión : debemos estar ante una
conducta humana. Además, quedan fuera los actos cometidos pos alguien pero sin su
voluntad, ya sea por inconsciencia o por fuerza.
2) Que el comportamiento sea doloso o imprudente : por lo que no caben situaciones
producidas por caso fortuito, es decir, por causas ajenas al sujeto.
3) Que la acción aparezca penada por ley: por lo que hay que ver si se cumple el principio
de tipicidad penal, es decir, que el comportamiento del autor esté plasmado en el CP.
Sin embargo, esta definición de delito no contiene elementos fundamentales del delito que
surgen de la interpretación, es decir, del análisis del CP, del contenido positivo. Existen muchas
explicaciones para los delitos, pero nos interesa la perspectiva jurídico penal: hay que
estructurar un modelo lógico y ordenado que nos permita conocer cuál será la respuesta de un
juez ante la conducta que estamos realizando. Para ello, se crea la teoría jurídica del delito,
que se establece en base a un análisis profundo del derecho positivo (de todo el CP). Parte del
método inductivo (búsqueda en el CP que todos los elementos comunes). No es un análisis
arbitrario ni sin argumento, sino que determina una fórmula o reglas que sirven para resolver
los casos concretos y decidir si se puede imponer o no una pena o medida de seguridad.
Así, llegamos a la conclusión de que el delito es una acción típica (descrita en la ley),
antijurídica (que contradiga la norma penal), culpable (que al sujeto que la cometa se le pueda
atribuir responsabilidad por haber cometido un hecho injusto) y punible (que se le pueda
atribuir una pena). Se llega a la conclusión de que para poder aplicar una pena tiene que darse
todo ello, sino no hay pena. Pero esto es un saber lógico y ordenado, y hay que comenzar con
la conducta, llegando hasta la culpabilidad. El juez se detiene y analiza, y ante el hecho
probado lo valora jurídicamente. La teoría jurídica del delito ayuda a dar todos estos pasos
para llegar al resultado final de la pena.
Al llegar a una acción u omisión típica y antijurídica, ya estamos ante un ilícito. Pero hay que
analizar la culpabilidad. Si es culpable responde por toda la pena y si no, tendrá reducciones, y
si no es imputable tendrá una medida de seguridad. Además, habrá que analizar la punibilidad.
El comportamiento humano
En el antiguo régimen, los hombres no eran iguales ante la ley penal. El resto sufrían penas
abusivas por parte de quienes gobernaban. A diferencia de ello, el ius puniendi que hoy tiene
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el estado está en los ciudadanos. En el Antiguo Régimen, este poder estaba en el monarca, que
era quien decidía el mandato. Después del antiguo régimen llega el iluminismo, que a través de
sus ideas produjo cambios. A partir de ahí comienza a nacer el derecho penal legal, intentando
que el delito fuera una concepción jurídica. Por ello, se pensó construir un sistema para que el
delito se pudiera analizar jurídicamente. El conflicto viene con el positivismo, donde se dan
unos factores muy importantes. Los estudios científicos permitieron evolucionar. La ciencia
tenía que tener un objeto estable, y el dº no lo tenía, por lo que sus resultados eran inestables.
Este positivismo, aparece en Italia y Alemania:
A partir de aquí, se crea un sistema cerrado con conocimientos ordenados, que genera
seguridad jurídica. Se analiza el delito desde 3 perspectivas:
Causalismo naturalista
Creado por Liszt y Beling. El punto de partida fue el concepto de acción: La acción se define
como una modificación del mundo exterior perceptible por los sentidos (A apuñala a B
repetidas veces, se realiza una acción). Esto supone que la acción requiere un nexo de
causalidad con el resultado. El concepto de acción es naturalista, por lo que no hay
valoraciones (A mata a B y ese es el resultado). Para que el dº sea ciencia tenía que
equipararse la ciencia jurídica a la ciencia natural. Con esto estamos lejos de llegar a una pena,
porque se da una acción, pero dentro del concepto de acción existen millones de acciones
distintas, por lo que hay que limitarlas. Por ello, se diferencia aquellas acciones que son
conforme al dº, y las contrarias al derecho (por lo que aparece el concepto de la antijuricidad).
En un segundo momento, aparece la culpabilidad: ésta reúne todos los elementos que hace
referencia a esa persona en concreto, relacionando todos los objetivos e intentando hacer un
concepto psicológico de la culpabilidad (concepto empírico, no valorativo). Desde esta
perspectiva hay una relación psicológica que puede adoptar 2 formas:
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Además, debe existir capacidad para tener una reacción psicológica. Hay personas que no
tienen capacidad para tener relación psicológica de dolo o culpa (inimputabilidad). En este
planteamiento hay un fallo: Beling, plantea que en esta estructura del delito no se ha tenido en
cuenta el principio de legalidad penal, por lo que antes de hablar de juricidad hay que hablar
de tipicidad (que supone que la acción que analizamos, no solo tiene que ser antijurídica sino
que tiene que haber una conducta en ese momento sea exactamente igual que un concepto
descrito en el CP. Así, se habla del sistema Beling. Se crea así, la conducta típica, antijurídica y
culpable, que se mantiene. Por tanto, el modelo de Liszt y Beling es un sistema sencillo pero
imperfecto, porque lleva a consecuencias no deseadas. Por eso, fue abandonado. Tras ello,
nace el causalismo valorativo.
Expresa que las ciencias no son todas iguales. Hay ciencias experimentales o naturales que se
ocupan del “ser”. En cambio, otras llamadas ciencias de la cultura se ocupan del “deber ser”.
Dentro de estas ciencias está el derecho, y el dº se caracteriza no por hacer un análisis
descriptivo de la realidad sino por incorporar valoraciones. Y esto cuestiona al positivismo de
von Liszt porque es incompleto dicho planteamiento, el delito no es solo un fenómeno de la
naturaleza sino un fenómeno social. Esto tiene consecuencias. El primer lugar, el concepto de
acción: la base del delito para Beling es una acción en sentido natural. La modificación del
mundo exterior perceptible por los sentidos. Este concepto causal de acción abarca algunos de
los supuestos posibles pero no todos. Si A mata a B disparándolo, se dan los requisitos, hay
una modificación del mundo exterior. Si A decide matar a B pero no le dispara sino que, siendo
el bañista encargado de una piscina deja que se ahogue, no podemos decir que la conducta de
A haya provocado una modificación del mundo exterior que le sea imputable como acción. Así,
la posición de Beling tendría que decir que no se ha realizado una acción y por tanto no
interesa al dº penal esa conducta. No obstante, si interesa la acción. Así, la acción no puede ser
un concepto ajeno a las valoraciones. Hay acciones y omisiones. Para saber si una conducta
omisiva es relevante, no es suficiente un análisis no valorado (empírico), hay que hacer
valoraciones para ver la responsabilidad de las acciones. Hay que conocer la acción esperada,
no solo describir lo que ocurre. Así, el punto de partida del modelo de Liszt y Beling, ajeno a la
valoración, se rompe. Se necesita introducir el concepto de acción esperada.
En cuanto a la tipicidad, por Liszt y Beling era una realización de todos los elementos objetivos
descritos en el tipo. Hay tipos penales que tienen elementos subjetivos en el tipo (hurto, en
general delitos patrimoniales) suponen provocar un resultado con ánimo de lucro. Por tanto,
ya hay que afirmar además el ánimo de lucro, que es un elemento subjetivo que está en el
tipo, por lo que el tipo no solo tiene elementos objetivos.
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modo? Si pudo hacerlo, se le reprocha y es culpable (ej.: pudo haber conducido con
precaución)
El causalismo valorativo, se mantuvo muchos años. En oposición a otro movimiento que fue el
finalismo.
Finalismo
En la estructura del finalismo el debate se desarrolla en romper la idea de que todo lo objetivo
está en la acción típica y antijurídica y que todo lo subjetivo está en la culpabilidad. En los dos
modelos anteriores, el dolo y la impudencia están en la culpabilidad, porque conforman los
elementos subjetivos. Sin embargo, con el finalismo cambia radicalmente la percepción y el
dolo y la imprudencia se trasladan al tipo objetivo. No se puede hablar de acción humana si no
hay voluntad, y las acciones persiguen una finalidad. Es decir, el sujeto obra guiado por una
finalidad, quiere hacer algo y alcanzar un objetivo con ello. Y antes de actuar selecciona los
medios para llevarlo a cabo. Sin embargo, muchos científicos sostienen que el concepto de
acción no puede ser únicamente ontológico, pues a veces depende de valoraciones que dotan
de sentido a la acción.
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La acción es libre es su causa, hay que retrotraerse al momento anterior, y vemos que no había
estado de inconsciencia por lo que el sujeto será responsable por homicidio imprudente.
Movimientos reflejos: son acciones que no pasan por los centros superiores cerebrales, por lo
que son automáticos, no existiendo voluntad. Son, por ejemplo, instintos, crisis epilépticas,
cualquier movimiento reflejo. Pueden originar delitos pero de poca gravedad (ej.: dejo caer un
plato y produzco quemaduras a otra persona).
- Fuerza material física: es la vis absoluta. Es cuando alguien actúa físicamente contra
otra persona si permitirle manifestar su voluntad. Ej.: alguien ata a una silla al piloto de
un avión mediante la fuerza física, impidiéndole que actúa con su propia voluntad.
- Fuera natural o psíquica: es la vis compulsiva. Se produce cuando alguien amenaza a
otro para que actúe de cierta manera.
La fuerza irresistible por tanto tiene que ser siempre externa para que exista falta de acción, es
decir, debe provenir de un tercero que prive a un sujeto totalmente de su voluntad. Cuando
nos encontramos con la intimidación (vis compulsiva) puede ser externa pero también interna.
Durante mucho tiempo se ha discutido la responsabilidad de las personas jurídicas. Antes era
inconcebible ya que era muy difícil adaptar los principios a la persona jurídica o empresa. Si
decimos que la acción es una en el sentido exigido en el CP (modificación del mundo exterior
perceptible por los sentidos), difícilmente podrá hacerla una persona jurídica. Las personas
jurídicas no tienen capacidad de tener una voluntad independiente. La persona jurídica no
tiene por tanto capacidad de acción. Tampoco tenían capacidad de culpabilidad, ni de pena.
No obstante, desde hace tiempo, desde una perspectiva político criminal se afirmaba la
necesidad de criminalizar a las personas jurídicas. Esto es así porque estaba ampliamente
permitido en el mundo anglosajón este tipo de responsabilidad. Además, porque existiendo en
una gran parte del mundo esta responsabilidad de las personas jurídicas, no se podía
argumentar por qué la persona jurídica tenía responsabilidad en unos sitios y en otros no.
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Así, se comenzó a incorporar en el CP sanciones administrativas, que no eran penas. Se le
podía incorporar multas. Además, otras sanciones como la intervención o clausura de la
persona jurídica. Pero el resultado es negativo, porque no se admiten. En consecuencia, en
2010 el CP consagra un sistema de responsabilidad penal de las personas jurídicas en el art. 31
bis. Esto supone superar el debate anterior, por lo que ya no es una discusión político criminal,
sino un tema técnico.
Art. 31.1 CP. Este precepto resuelve un problema. Cuando el CP describe las conductas
prohibidas utiliza unas formulas impersonales (ej.: “el que matare a otro…”). Esta expresión es
típica de los delitos comunes. Sin embargo, hay delitos que no se pueden cometer por
cualquier persona porque tienen unas limitaciones. Ej.: el tráfico de influencias (sólo un
funcionario público o autoridad). Por tanto, el legislador ha establecido unas condiciones para
poder ser autor de algunos delitos. Son delitos especiales. Lo que establece este precepto es
una extensión del número de destinatarios en delitos especiales.
Esto no supone un ejemplo de responsabilidad objetiva. Tienen que darse todos los elementos
del delito. El delito, por tanto, lo pueden cometer tanto quienes se refiere el CP en ese marco
reducido de destinatarios, así como la persona que lo represente. En principio va a responder
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el representado, pero hay que ver por qué el representante actúa, y puede llevar a su
absolución o condena de ambos. Un ejemplo es cuando un juez declara a concurso a una
empresa, no a un directivo, pero este directivo es el representante. Se actúa aquí en nombre
de otro para evitar la impunidad. Ese directivo puede cometer el delito.